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ATRAVESANDO EL DESIERTO Mensaje 2, 22/07/12 Juan Carlos López Pastor Primera Iglesia Bautista de Armenia Introducción: Es interesante notar que la tierra donde el Señor quiere que construyamos nuestra integridad está más allá del desierto, es decir que para poder construir nuestra integridad primero tenemos que asolar el terreno y segundo tenemos que pasar por el desierto. Pero cómo es eso de que tenemos que pasar por el desierto? Traigamos a alusión algunas de las características del desierto: terrenos infértiles, inhóspitos, sed, temperatura extrema en el día y en la noche. Animales salvajes que te intimidan, nada por ningún lado, pareces sin ruta, solo te orienta el sol, la luna y las estrellas. Imagina que te encuentras en una zona como estas. Yo no he tenido la oportunidad de estar en un terreno así, pero estuve en algo similar solo que a 4.500 metros sobre el nivel del mar; era un terreno con similares condiciones solo que con temperatura baja, la baja presión atmosférica con menos posibilidad de oxígeno… yo me sentía muy débil. Es de las pocas oportunidades que me he sentido de esa manera y además estaba un poco enfermo, me querían dejar por allá porque cuando estoy enfermo me quejo en las noches. Pero la impotencia que logré sentir nunca en mi vida la había podido experimentar en la parte física. Lo especial fue cuando logré llegar a la nieve y experimentar algo que tampoco nunca había llegado a experimentar, yo poco conocía del Señor y para mi eso era la gloria, fue la cumbre de mi experiencia como caminante, no cambiaría nunca ese momento de felicidad extrema por lo que se vivió hace algunos minutos en la parte baja. Pero lo cierto de todo esto es que ineludiblemente para poder haber experimentado este momento maravilloso tenía que pasar por esta zona de desierto. Durante todo el recorrido no pudimos ver nunca el sitio a donde íbamos a llegar. Durante gran parte del trayecto nos guiábamos por la huella que nos mostraba el camino correcto, pero al llegar a esta zona, todos, absolutamente todos dependíamos solo de una persona, del que nos guiaba. Si me preguntan si volvería a repetir la experiencia de poder tocar nieve sin tener que pasar por este terreno seguramente diría que si, pero estoy seguro también que por más atajos que pase para sentir lo mismo que sentí el otro día no lo cambio por nada. Me hubiera gustado evitarlo; buscar un atajo, que me cargaran, me pude quedar sentado y esperar a que los otros volvieran a bajar, pero sabía que si me quedaba, podría morir, si me quedaba no disfrutaría del premio al final de la ruta. La ruta de la tierra prometida pasa, ineludiblemente, por el desierto, y la tierra no podrá ser conquistada si no le atravesáramos. La construcción de nuestra integridad la asocio a esta experiencia, similar a la que tuvo que pasar el pueblo de Israel cuando salió de Egipto en busca de su mayor bendición, la tierra prometida. También ineludiblemente tuvieron que atravesar por el desierto, por qué por ahí sabiendo que podrían tomar un atajo, de tan solo unos pocos meses, pero Dios decide en su soberanía pasarlos por el desierto por nada más ni nada menos que 40 años. Anhelaron la ruta corta? Claro que sí; y por su puesto que si estuviéramos en su lugar también la consideraríamos como una opción. Sin embargo Dios durante el recorrido por el desierto dio instrucciones claras del pueblo que quería, mostró en visión de un líder la tierra prometida a la que llegarían, dio instrucciones claras de cómo debían conducir su vida, vinieron las leyes, todo esto sucedió en el desierto. Lo puedes leer en todo el libro de éxodo. El propósito del desierto en la vida del creyente es el de prepararlo para algo importante que vendrá. Hay un propósito con el desierto: entrenarnos y prepararnos para un nuevo mover de Espírito Santo. En otra oportunidad también Dios decide llevar al desierto. El desierto de Sin era un ambiente vasto y hostil de arena y piedra. Su esterilidad proporcionaba un lugar perfecto para que Dios probara y moldeara el carácter de su pueblo. En Oseas 2 vemos al Señor reclamando al pueblo que se ha ido en otros caminos, que se ha desviado de lo que Él quería y expresa su inconformidad. Pero en el versículo 14 dice: (presentó varias versiones) (DHHe) “Yo la voy a enamorar: la llevaré al desierto y le hablaré al corazón. (LBLA) Por tanto, he aquí, la seduciré, la llevaré al desierto, y le hablaré al corazón. (NBLH) "Por tanto, voy a seducirla, Llevarla al desierto, Y hablarle al corazón. (NVI) »Por eso, ahora voy a seducirla: me la llevaré al desierto y le hablaré con ternura. (RV1960-T) Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. (RVC) »Sin embargo, volveré a cortejarla. La llevaré al desierto, y allí me ganaré su corazón. Puedes creerlo? Una luna de miel en el desierto, parece cómico pero es así con el Señor. Cuando quiso reconstruir la integridad de su pueblo, primero destruiría todo lo que lo contaminaba, es decir asolar el terreno y lo segundo la luna de miel “en el desierto”. Por qué es inevitable la experiencia del desierto para sentirte fortalecido y renovadas tus fuerzas para seguir y construir tu integridad? Porque primero compartimos la experiencia terrenal del maestro. No es posible sentir la debilidad en medio de la comodidad, en medio de la confianza de sentir que lo tienes todo. En el desierto ni el dinero te servirá de nada, la confianza en lo que sabes hacer no servirá de nada, solo podrás depender de lo que Dios haga contigo, de las instrucciones que recibas. La debilidad en el desierto produce dependencia. Pero no puedes quedarte en el desierto, es como vivir de una espiritualidad prestada, vivir del desierto de los demás, lo que vemos de la experiencia de otros, no de nuestra propia experiencia. En tales circunstancias de desierto, repetidamente nos volvemos hacia Dios, porque él es el único que puede ayudar. Nos damos cuenta de que la debilidad en el desierto es el lugar donde dejamos de ser autosuficientes y en cambio nos volvemos a Dios. Entonces vemos el cuadro completo y sabemos qué sucedió para que confiáramos en él y no en nosotros mismos. Luego del desierto, luego de retomar instrucciones, luego de hacer pactos, luego del desierto la gracia de Dios inunda la vida plena y suficientemente, ahora se experimentará el poder de Cristo de un modo que nunca se habría conocido si no se hubiese transitado por el desierto. Hay a quienes Dios les lleva al desierto pero es el espacio donde más critican, más murmuran, se quejan, no ven a Dios, creen que están allí por castigo, o total si Dios existiera no estaría en estas condiciones. Pero no ven como la oportunidad de una luna de miel con Dios, quien nos está seduciendo para hablarnos al corazón, a la raíz de nuestra integridad. Yo no sé si el desierto será el mismo para todos, no sé si se refiere a que debes aguantar inclemencias de la vida, no se si tienes que aguantar hambre o no. No me preguntes cuál es y cómo tiene que ser tu desierto, solo puedo responderte algo, será el único lugar donde sólo Dios estará presente, probablemente la tentación también, recuerden a Jesucristo en su ayuno de 40 días en el desierto, pero nunca estuvo solo. No busques el desierto, Dios se encargará de llevarte allá guiado por su espíritu para darte las instrucciones precisas al corazón para hacer de ti un hombre o una mujer conforme a su corazón. Esto es como la mafia, una vez entras no puedes salir. Una vez estás en el desierto no tienes otra opción que buscar a Dios. Cuando estamos en un primer amor con el Señor es como lo que sucede con nuestra relación matrimonial, de noviazgo una cosa y cuando ya se convive con una imagen completa es donde empezamos a aterrizar y a poner los pies sobre la tierra, nos damos cuenta que no es tan fácil este asunto, y es donde se demuestra que estamos creciendo en el amor a Dios, estamos creciendo en doctrina, estamos creciendo en la formación de nuestro carácter, estamos en construcción de nuestra integridad. Es por eso que cuando se está en el desierto son oraciones más maduras, es un carácter forjado, es un espacio de construcción de integridad, es allí en terrenos desérticos donde Dios se muestra para enseñarnos nuestra pequeñez y Él mostrar su poder. Es en el momento en que estamos en el desierto en que nos convertimos en verdaderos cristianos. El que ha sido forjado en el desierto y haya hecho promesas en el desierto, estará haciendo promesas que no se rompen. Empezamos y construimos todos los días de nuestra vida nuestra integridad; un día a la vez; el desierto te fortalece porque hace que tengas carácter, perseverancia, el desierto te dará el carácter para volverlo a intentar, y buscar la integridad un día a la vez. Los pactos en el desierto no se olvidan nunca (vs 18), los del altar un domingo se apagan tan pronto termine la celebración o la música. ¿Qué le dijo el señor esta última semana con respecto a tu integridad? Si la mayoría no sabe que hacer con su propia vida, cómo va a saber qué es lo que Dios dice para su integridad? Hombres aun dudando si decidir entre su esposa o la amante, hombres aun dudando de si su trabajo es acá o en el exterior, jóvenes que no saben ni tienen un perfil de con quién se van a casar, o qué carrera quieren elegir. Hombres que no saben que hacer con sus hijos porque dicen que se les salieron de las manos, adolescentes sin control y sus padres no saben qué hacer, por lo pronto culpan al sistema, a los vicios de la calle, a los profesores y aún incluso la iglesia. Cómo responder la pregunta? Tenemos que dejarnos llevar al desierto. Quiero que tratemos de hacer un paseo imaginario por el desierto, trata de sentir incluso la sed, la debilidad, el dolor de la inclemencia de las circunstancias que te rodean, no importa cual sea tu situación ahora, trata de ponerte en este momento en el desierto. Pero considera esto; allí en este recorrido nos encontraremos con la memoria de varios personajes, la lista es extensa, pero he aquí algunos con los que te cruzarás en el desierto. Usted anda por donde anduvo Moisés… el mismo Moisés criado como príncipe en el palacio de Faraón. Moisés que tenía una visión de liberación de su pueblo de la esclavitud de Egipto. Aquel Moisés que pastoreó unas pocas ovejas en el desierto durante cuarenta años. Usted tiene la compañía de José… José, el preferido del papá… José, con sueños de liderazgo y conquistas. José, aún joven, echado en una cisterna y después vendido como esclavo por sus hermanos. José, echado en la fétida prisión de Faraón…Usted está sentado al lado de Job… El hombre descrito por las Escrituras como “el mayor de todos los del Oriente” (Job 1:3). Job, que perdió todo: bienes, hijos, salud y el apoyo de su esposa. Pero nunca podrás olvidar aquél que no es simplemente de paso, es aquel que ha estado contigo siempre, el Hijo de Dios, Jesús, que después de recibir del Padre el testimonio de que era su Hijo, después de recibir el Espíritu Santo, fue para el desierto a fortalecerse para su ministerio. La lista de viajantes del desierto es extensa, pues el desierto es el lugar por donde pasa todo hijo de Dios. Recuerda: La integridad se construye atravesando el desierto