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GLORIA AL Gloria al SAGRADO CORAZÓN Sagrado Corazón! ¡ Los Sacramentos Reconciliación o Penitencia Nos devuelve la vida divina perdida por el pecado La confesión individual e íntegra de los pecados graves seguida de la absolución es el único medio ordinario para la reconciliación con Dios y con la Iglesia. Los efectos espirituales de este sacramento son: - La reconciliación con Dios por la que el penitente recupera la gracia; - La reconciliación con la Iglesia; - La remisión de la pena eterna contraída por los pecados mortales; - La remisión, al menos en parte, de las penas temporales, consecuencia del pecado; - La paz y la serenidad de la conciencia, y el consuelo espiritual - El acrecentamiento de las fuerzas espirituales para el combate cristiano. Unción de los Enfermos Mantiene la vida divina en los sufrimientos de la enfermedad grave o la vejez. La gracia especial del sacramento de la Unción de los enfermos tiene como efectos: - La unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia; - El consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o de la vejez; - El perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la Penitencia; - El restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual; - La preparación para el paso a la vida eterna. Orden Perpetúa los ministros que transmiten la vida divina El Orden es el sacramento gracias al cual la misión confirmada por Cristo a sus apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del ministerio apostólico. Comprende tres grados: El episcopado, el presbiterado y el diaconado. La Iglesia confiere el sacramento del Orden únicamente a varones (viris) bautizados, cuyas aptitudes para el ejercicio del ministerio han sido debidamente reconocidas. A la autoridad de la Iglesia corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a uno a recibir la ordenación. Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la Fe a los hermanos (cf. Lucas. 22, 32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia. Matrimonio Perfecciona el amor humano de los esposos y les da las gracias para santificarse en el camino hacia la vida divina. La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una intima comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador. Los efectos del Matrimonio son: -Origina entre los cónyuges un vínculo perpetuo y exclusivo, de modo que el matrimonio válido celebrado y consumado entre bautizados no puede ser disuelto jamás. -Los cónyuges reciben una gracia propia del sacramento por la que: -Quedan como consagrados por un sacramento peculiar para los deberes y la dignidad de su estado. -Se fortalece su unidad indisoluble. -Se ayudan mutuamente a santificarse con la vida matrimonial conyugal y en la acogida y educación de los hijos. OFICINA DEL MINISTERIO HISPANO Spalding Pastoral Center, 419 NE Madison Ave. * Peoria, IL 61603 * Tel. 3096711550 EXT. 8043 VOL 18 DIC. 2015 Boletín Mensual Vida de Santa Margarita María Alacoque Continuación... Quien es Santa Margarita? Habiéndose abierto, me descubrió su amabilísimo y amante Corazón, que era el vivo manantial de las llamas. Entonces fue cuando me descubrió las inexplicables maravillas de su puro amor con que había amado hasta el exceso a los hombres, recibiendo solamente de ellos ingratitudes y desconocimiento. "Eso," le dice Jesús a Margarita, "fue lo que más me dolió de todo cuanto sufrí en mi Pasión, mientras que si me correspondiesen con algo de amor, tendría por poco todo lo que hice por ellos y, de poder ser, aún habría querido hacer más. Mas sólo frialdades y desaires tienen para todo mi afán en procurarles el bien. Al menos dame tú el gusto de suplir su ingratitud de todo cuanto te sea dado conforme a tus posibilidades." Ante estas palabras, Margarita solo podía expresarle al Señor su impotencia, Él le replicó: "Toma, ahí tienes con qué suplir cuanto te falte." Y del Corazón abierto de Jesús, salió una llamarada tan ardiente que pensó que la iba a consumir, pues quedó muy penetrada y no podía ella aguantarlo, por lo que le pidió que tuviese compasión de su debilidad. El le respondió: "Yo seré tu fortaleza, nada temas, solo has de estar atenta a mi voz y a lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización de mis designios." Entonces el Señor le describió a Margarita exactamente de qué forma se iba a realizar la práctica de la devoción a Su Corazón, junto con su propósito, que era la reparación. Finalmente, Jesús mismo le avisa sobre las tentaciones que el demonio levantará para hacerla caer. "Primeramente me recibirás en el Santísimo Sacramento tanto como la obediencia tenga a bien permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones por ello habrán de producirse y que recibirás como gajes de mi amor. Comulgarás, además, todos los primeros viernes de mes, y en la noche del jueves al viernes, te haré participe de la mortal tristeza que quise sentir en el huerto de los Olivos, cuya tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte. Para acompañarme en la humilde plegaria que elevé entonces a mi Padre, en medio de todas tus angustias, te levantarás entre las once y las doce de la noche para postrarte conmigo durante una hora, con la cara en el suelo, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo por los pecadores, como para endulzar de algún modo la amargura que sentía por el abandono de mis apóstoles, lo cual me llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora conmigo. Durante esa hora harás lo que te diga. Pero, oye hija mía, no creas a la ligera todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás está rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada sin permiso de los que te guían, a fin de que, contando con la autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que no tiene poder alguno sobre los obedientes." Una devoción permanente y actual Por: Guillermo Juan Morado | Fuente: Catholic.net ...CONTINÚA En el sufrimiento y en la muerte, "su humanidad se convierte en el instrumento libre y perfecto de su amor divino que quiere la salvación de los hombres. De hecho, Él ha aceptado libremente su pasión y su muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar: `Nadie me quita la vida, sino que yo la doy voluntariamente´ (Jn 10, 18)" (Catecismo de la Iglesia Católica, 609) . En la Cruz se expresa la "riqueza insondable que es Cristo". En la Cruz se comprende "lo que trasciende toda filosofía": el amor cristiano, un amor que, muriendo, da la vida. Una inagotable abundancia de gracia En la oración colecta de la Misa del Corazón de Jesús se pide a Dios todopoderoso que, al recordar los beneficios de su amor para con nosotros, nos conceda recibir de la fuente divina del Corazón de su Unigénito "una inagotable abundancia de gracia". Del Corazón traspasado de Cristo muerto en la Cruz brotan el agua y la sangre, dando nacimiento a la Iglesia y a los sacramentos de la Iglesia. La Iglesia, Esposa de Cristo, es hoy presencia viva en el mundo del amor compasivo de Dios. A imagen de su Señor, la Iglesia debe hacerse obediente hasta la muerte, sirviendo a los hombres para que puedan "acercarse al corazón abierto del Salvador" y "beber con gozo de la fuente de la salvación". El motor que mueve a la Iglesia no es otro que el amor. Lo expresó bellamente Teresa de Lisieux en sus “Manuscritos autobiográficos”: "Comprendí que la Iglesia tenía un corazón, un corazón ardiente de Amor. Comprendí que sólo el Amor impulsa a la acción a los miembros de la Iglesia y que, apagado este Amor, los Apóstoles ya no habrían anunciado el Evangelio, los Mártires ya no habrían vertido su sangre... Comprendí que el Amor abrazaba en sí todas las vocaciones, que el Amor era todo, que se extendía a todos los tiempos y a todos los lugares... en una palabra, que el Amor es eterno" (“Manuscritos autobiográficos”, B 3v). Los sacramentos Los sacramentos que edifican la Iglesia son los cauces de gracia a través de los cuales nos llega la vida nueva de la redención. El agua del bautismo nos purifica y nos hace miembros del Cuerpo de Cristo. Dios infunde en nuestra alma las virtudes teologales para que podamos conocerle por la fe, amarle por la caridad, tender hacia Él como meta de nuestra existencia por la esperanza. Dios es el que nos otorga, por pura gracia, la posibilidad de amarle sobre todas las cosas y de amar a los hermanos por amor a Él. Si somos dóciles y no obstaculizamos la acción del Espíritu Santo, la caridad irá poco a poco informando nuestra vida, animándola con un principio nuevo que unificará nuestra acción, a fin de que nuestro corazón se vaya asimilando progresivamente al de Cristo. De este modo será un corazón engrandecido en el que todos tendrán cabida, pues nos dolerán las almas y desearemos ardientemente que todos conozcan el amor de Dios. Continuará... DICIEMBRE PRIMER VIERNES El anuncio del Jubileo Jesús amantísimo, que prometiste bendecir las casas donde se venera la imagen de tu Sagrado Corazón, yo quiero que ella presida mi hogar; te ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por tus méritos y por la intercesión de tu Santísima Madre que todos y cada unos de los miembros de mi familia conozcan sus deberes; los cumplan fielmente y logren entrar en el cielo, llenas las manos de buenas obras. ORACION FINAL PARA TODOS LOS VIERNES: Jesús mío, te doy mi corazón, te consagro toda mi vida, en tus manos pongo la eterna suerte de mi alma y te pido la gracia especial de hacer mis nueve primeros viernes con todas las disposiciones necesarias para ser participe de las mas grandes de tus promesas, a fin de tener la dicha de volver un día a verte y gozarte en el cielo. Amen. PROMESAS DEL SAGRADO CORAZON "Bendeciré a cada lugar en el que se exponga y se venere una imagen de mi sagrado corazón" •Las imágenes religiosas son una poderosa y atractiva fuente de inspiración. El Sagrado Corazón es un libro abierto en el que podemos leer el infinito amor de Jesús hacia nosotros en su pasión y muerte. Nos muestra su Corazón, cortado y abierto por la lanza, todo resplandeciente como un horno ardiente de amor, cuyas llamas aparecerán brotando desde la parte superior. Está rodeado de espinas, el angustiante golpe de amor ignorado. Quizás esto siempre nos impulse a los actos de amor y de generosidad. "He decidido convocar un Jubileo extraordinario que tenga en el centro la misericordia de Dios. Será un Año santo de la misericordia. Lo queremos vivir a la luz de la Palabra del Señor: «Sed misericordiosos como el Padre». Esto especialmente para los confesores: ¡mucha misericordia! Este Año santo iniciará con la próxima solemnidad de la Inmaculada Concepción y se concluirá el 20 de noviembre de 2016, domingo de Nuestro Señor Jesucristo Rey del universo y rostro vivo de la misericordia del Padre. La llamada de Jesús nos impulsa a cada uno de nosotros a no detenerse jamás en la superficie de las cosas, sobre todo cuando estamos ante una persona. Estamos llamados a mirar más allá, a centrarnos en el corazón para ver de cuánta generosidad es capaz cada uno. Nadie puede ser excluido de la misericordia de Dios. Todos conocen el camino para acceder a ella y la Iglesia es la casa que acoge a todos y no rechaza a nadie. Sus puertas permanecen abiertas de par en par, para que quienes son tocados por la gracia puedan encontrar la certeza del perdón. Cuanto más grande es el pecado, mayor debe ser el amor que la Iglesia expresa hacia quienes se convierten. ¡Con cuánto amor nos mira Jesús! ¡Con cuánto amor cura nuestro corazón pecador! Jamás se asusta de nuestros pecados. Pensemos en el hijo pródigo que, cuando decidió volver al padre, pensaba hacerle un discurso, pero el padre no lo dejó hablar, lo abrazó (cf. Lc 15, 17-24). Así es Jesús con nosotros. «Padre, tengo muchos pecados...». — «Pero Él estará contento si tú vas: ¡te abrazará con mucho amor! No tengas miedo».