Download experiencia de dios - Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús y
Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Experiencia de Dios A MANERA DE INTRODUCCIÓN Desde que por primera vez la vi, su porte me impresionó tanto, que entré en confianza conmigo mismo, pensando y sintiendo estar en algo así como la extensión de casa y en ella la presencia de la madre. Poco a poco me fui enterando que esa primera visita, que yo experimentaba, no era ocasional, sino elemento diario de una presencia activa en la vida de aquel incipiente seminario. Nos dio clases, muy amenas e interesantes por cierto, pues no se reducía sólo a la simple exposición académica, sino la proyección de sí misma, dejando entrever un poco su más profundo ideal. Desde entonces la conocí. ¡Oh, pero qué necedad! ¿Quién puede decir que conoce a una persona? Bueno, en el sentido más humano y corriente del término, siempre decimos que conocemos a personas; aunque en realidad, en sentido más profundo, nunca llegamos a conocer a alguien; porque, eso de conocer, es ir adentrándonos un poco más cada día y en cada circunstancia, en el misterio del alma. Su presencia y acción no eran sólo formalidades académicas, sino un vivir, hacer la vida, en la forma más normal y familiar. Se preocupaba de todo y estaba en todo lo que implica la formación humana, académica y espiritual de un puñado de muchachos en quienes, paralelamente a la Comunidad Femenina, quería modelar un espíritu y encarnar su caro ideal: amar a toda capacidad a Aquel que nos amó tanto; y concretizar este amor en la entrega a lo más pobres, especialmente a los indígenas olvidados y despreciados. Un ideal no se expresa en una frase, ni se agota en una circunstancia de la vida. Un ideal es la vida misma. Su objetivo, su dinámica, la única razón de vivir. Por tanto un ideal se vive, se siente y se expresa en la multiforme circunstancia de la aventura humana. Por ello, el ideal define, identifica y autentifica a la persona. Ahora bien, esto lo podemos decir de alguien en forma muy vaga y siempre imprecisa, a juzgar por lo que se ve externamente y por lo que, por momentos, sale a la superficie por medio de palabras, reacciones, afectos, sentimientos y preferencias. Pero conocer a una persona en su profundidad mistérica, eso sólo a Dios está reservado. Es por ello que juzgo un privilegio singular, el tener en nuestras manos y ante nuestra mirada, no a una persona en su exterioridad, sino a una persona en lo más secreto e insondable de su yo, expresando con sencillez y sinceridad ante sí misma y ante Dios, sus más profundas y sentidas vivencias espirituales. Siempre será una imperdonable indiscreción el espiar a alguien, sobre todo en sus momentos más íntimos. Ahora bien, el que se nos brinde la ocasión, llamémosle así simplemente, de conocer, no el exterior, sino lo más intimo y sagrado, lo más secreto y reservado, lo más profundo y mistérico, esos momentos de intimidad amorosa de un alma con su Dios; es un privilegio o gracia imponderable. Asomarnos a esa alcoba secreta del alma, en donde se adentra en lo infinito, en donde se revela el Ser, el que es, el auténticamente Otro y que hace entrar en esa alteridad infinita, que permite Experiencia de Dios experimentar al testigo su mismidad totalmente finita e inacabada. Es una experiencia totalmente íntima, tan profunda, que no se puede definir. Por ello se entra en aparente contradicción consigo mismo. Por un lado, por respeto a lo arcano, pudorosamente se quiere guardar en secreto; por el otro lado, paradójicamente y por imperativo del amor, que es por naturaleza comunicativo, se siente la necesidad de externar, de comunicar con alguien esa vivencia. Esta es la razón y el por qué de los diarios espirituales: constancia externa (casi sacramental) de vivencias profundamente íntimas. En tus manos tienes la llave para entrar en el misterio, secreto e íntimo, podemos decir sagrado, de esta alma, de “Mamercita” para nosotros, que nos permite conocer sus anhelos, sus ansias de perfección, su ideal de entrega al servicio de los pobres. ¡Qué experiencias! ¡Válgame Dios! Con razón decía Santa Teresa: “Por eso tienes tan pocos amigos, Señor, pues así los tratas”. Quedan en nosotros las interrogantes: - ¿Por qué tienen que ser así estas cosas? - ¿Por qué no hay evidencia, plenitud, gozo y paz completas? - ¿Por qué ese caminar en tan larga noche oscura, tan llena de incertidumbres y certezas, de luz y de sombras, de hartura y de vacíos, de encuentros y de soledad?... Sólo la fe nos responde: aún no estamos en la visión. Ahora lo conocemos en imagen, como a través de un espejo que distorsiona, y hace, sin embargo, mantener la esperanza de que después lo veremos tal cual es. Estos escritos, exhalaciones del alma, experiencias de Dios, no son para leerse de corrido. Son para que vayamos aprendiendo y sorprendiéndonos de la forma en que se lleva a cabo, a impulsos del Espíritu, el caminar de Dios. Vivencias cotidianas de un alma que buscó siempre y siguió con fidelidad y coraje, las huellas de quien le dijo: “Ven y sígueme” y le confió los secretos de su infinito amante Corazón. Yo la vi. Creí conocerla; pero ahora y cada vez más, me percato cuán grande y misteriosa es su persona, su alma, su ideal. “¡Ay, mi Jesús! ¡Cuántas cosas no las entiendo y sólo me abrazo con ellas por amor a Ti!” Quítate las sandalias (prejuicios), asómate a ese abismo insondable de un alma tan profunda, tan cercana, tan nuestra; quien porque amó tanto, tuvo el privilegio de beber, ya, un sorbo de resurrección y penetrar de lleno en esa luz que ya no tiene ocaso y llenar, finalmente, su cántaro vacío con la fruición del infinito amor. Termino citando sus palabras: “¡Qué hermosos son los santos! ¡Cuánto deben amarte y consolarte! Mi Jesús, Por eso quisiera ser como uno de ellos. Hágase, mi Señor como Tú quieras, Que sólo quiero decir amén, en todos los momentos de mi vida”. Pbro. José Tamayo Martínez. Experiencia de Dios EXPERIENCIA DE DIOS “Te arrullaron efluvios de amores porque fuiste de Dios elegida; y a través de tu vida escondida, escuchaste constante su voz.” Somos felices, mi Jesús, en trabajar en vuestra viña; pero concédenos que jamás olvidemos que la primera viña en que debemos trabajar, debe ser la de nuestra alma. (D.E., 9 enero 1961, p. 452) No sé qué me pasa, Señor; experimento en mí una grandísima urgencia de caminar más y más aprisa; urgentemente más aprisa, en el camino de vuestro santo amor, de vuestro servicio. Estoy tan lejos, me falta tanto y tal vez el fin de mi carrera se aproxima. ¿No quisierais, mi Jesús, darme alas en lugar de pies para volar, más bien que andar aprisa? Si vuelo, llego más pronto al término. Señor, Vos lo podéis si queréis; enseñadme a volar en el camino de vuestro amor, en el camino de vuestra cruz. ¡Hazme, Señor, vivir de continua inmolación, reparación y desagravio a tu herido Corazón. (D.E., 11 enero 1961, p. 453) Mi Jesús, tu pobre borriquito ya no puede más; mas Vos, Señor, podéis darle las fuerzas que le faltan, para poder continuar en su trabajo y seros siempre fiel en el cumplimiento del deber. Todo lo puedo en Vos, mi Señor. (D.E., 26 enero 1961, p. 454) Sois todo amor, mi Jesús; mas ¡Ay, que cada día estoy más y más lejos de amaros y ser lo que Vos queréis que sea! ¡Dios mío, venid en mi ayuda y dadme de vuestro amor para amaros más y más. (D.E., 14 febrero 1961, p. 457-458) Debo vivir mi misa, y misa continua; jamás interrumpida, unida a la divina Víctima. Señor, que mi pobre inmolación sea una reparación continua para vuestro amante Corazón, tan ingratamente correspondido. (D.E., 17 febrero 1961, p. 458) Mi pobre alma bebe, en paz y tranquila, ese cáliz de pena que el Buen Dios le envía; ¡es el destierro! y, si algún cielo hubiera en el destierro, ese cielo no podría ser otro que el sufrir y el padecer. Sé que éste no lo debo escoger; pero sí, recibirlo agradecida, porque Vos me lo mandáis y, porque no hay más rico presente que, vuestra dulce y santa cruz. Mas, ¡Ay, mi Jesús! cuántas cosas no las entiendo y sólo me abrazo con ellas por amor a Vos; ¡qué importa que no las entienda! Vos no me pedís que las entienda, sino que las sufra y, me basta. (D.E., 24 febrero 1961, p. 460) Mi buen Jesús, hacedme vivir de Amor, para luego morir de amor, por Aquél que tanto me ama. ¡Mas, ay, que debo amaros en la absoluta y total renuncia de mí y Experiencia de Dios eso, cuánto me cuesta a veces, mi Jesús! quisiera pasar a solas con Vos horas y horas y esto no lo puedo; mi Jesús, piedad. (D.E., 18 abril 1961, p. 470) Quiero, mi Jesús, compraros esa alma, dime qué debo hacer, Señor; óyeme, por favor, mi Señor, por piedad. Ya no sé ni lo que os digo. Si yo, pobre nada, sufro tanto ante esa vida tan lejos [de] Vos y azotando tanto a vuestra santa Iglesia y a los hijos, ¿qué sentirá vuestro Amantísimo Corazón, que tanta paciencia le habéis tenido y aún lo esperas? Vos guardáis silencio; tiemblo, mi Jesús. (D.E., 20 abril 1961, p. 470) Jesús mío, que no se te olvide Cuba y, mis hermanos que en ella tanto sufren y padecen. Señor, ¿qué hacemos con Castro? dime, por favor, mi Jesús, qué debo hacer. Mi Jesús, haced que os amen y, Reinad ya, en ese lugar hoy de sangre. (D.E., 25 abril 1961, p. 471) Mi Madre dulcísima de Guadalupe, si aquí en la tierra es tan dulce estar cerca de tu Retrato, ¿qué será encontraros viva en el cielo? Hermosa Madre mía, salva a tu pobre México; mi Reina, ¿qué hacer con esos comunistas? alcanza de tu Amado Hijo su conversión. (D.E., 27 abril 1961, p. 471) Jesús mío, concédeme la gracia, Señor, de vivir amándoos. Qué tormento, mi Señor, con tanta sed de amaros y tan lejos, lejos de conseguir tal merced. Enséñame, Señor, a amarte y a que todos los instantes de mi vida, sean un acto de amor a Vos. Sí, quiero decirte mil y mil veces, que te amo con tu mismo Amor. Que esta limosna que tu misericordia infinita, da a esta mi pobre alma, jamás desperdicie ni un ápice. ¡Oh, sí, mi Único Amor! Enséñame a amarte sin interrupción, sin límites ni medida. (D.E., 9 mayo 1961, p. 473-474) Señor. Vos, que podéis, concédeme la grandísima merced de que, cuantos sacerdotes me pongáis en mi camino, Vos los toméis de tal manera que los conviertas en ángeles por la pureza, en apóstoles por el celo de las almas y en serafines por el amor. No me neguéis esta merced para ellos, pues que son otro Vos sobre la tierra. Multiplícalos, santos, en este destierro, para ganaros las almas todas del mundo entero. (D.E., 10 mayo 1961, p. 474) Ultimo día del mes consagrado a vuestro especial culto. Quiero que este mes sea un mes continuo hasta el fin de mi vida y que cada instante de ella, sea una fiesta continuada en vuestro honor y para vuestra gloria. ¡Ya reina, mi Jesús, en este pobre corazón y en los corazones de todas vuestras criaturas; en todos los corazones del mundo entero! Mi cielo será verte Reinar, triunfar de tus enemigos, verte amado y servido de todos los hombres. ¡No quiero más gloria que ésta y me la podéis dar! (D.E., 30 junio 1961, p. 483) Fiesta de su Sagrado Corazón en que El me pidió me ofreciera a El como víctima, por sus Sacerdotes y almas a El consagradas y la urgente necesidad de renovar esa entrega en continua súplica, por esa porción querida de su Corazón, para que esas almas sean lo que su Divino Corazón desea de ellas. Debo vivir abandonada en El, en Experiencia de Dios continua inmolación y absoluto olvido de mí. Sois el Dueño y haced lo que os plazca en esta vuestra pobre nada. (D.E., 1 y 2 julio 1961, p. 484) A cada latido de mi pobre corazón quiero presentar ante vuestra Divina Majestad ¡Oh mi amado y Dulce Padre! el Corazón herido de vuestro amado Hijo, mi amado Esposo y su preciosísima Sangre, implorando perdón y misericordia para el mundo culpable, el triunfo para la Santa Iglesia y la santificación para vuestros Sacerdotes y almas a Vos consagradas y la destrucción total del comunismo. Sí, mi Jesús, aquí tenéis el corazón de esta vuestra pequeña nada; escóndete, mi Amor, y descansa en él. Quiero cuidarte, quiero defenderte, quiero amarte por todos y cada uno de los que no te aman y sí te ofenden. (D.E., 14 julio 1961, p. 486) Mi Jesús, heme aquí, soy vuestra pobre nada; enséñame a salvar tus almas, dime qué quieres que haga; salva al mundo, renueva la faz de la tierra, triunfa de tus enemigos. Veo que te ocultas en mi pobre corazón, me abrasas en fuego; pero oculto, como escondido en mi corazón, guardando, muchas veces, profundo silencio, que me haces luego adivinar, porque me parece entender que me dices, pero sin decirme nada: ámame, ámame, tengo sed de ser amado; ámame y, el fuego aumenta en mí; me quemo, Señor, y tengo sed de más y más amarte. (D.E., 15 y 16 julio 1961, p. 486) ¡Cómo quisiera que entonáramos todas el cántico del amor, sin tonos ni notas discordantes, sino que todo fuera la más dulce melodía y que Vos, mi Jesús, sólo recibierais amor, reparación, consuelos! Señor, qué ¿sueño? ¿es sólo un delirio, un deseo irrealizable? ¡Oh no, mi Jesús, no puede ser! Vos debéis ser amado y servido; sois nuestro Dios y Señor, nuestro Esposo, nuestro Todo y el mundo entero y todo cuanto existe, debe amaros y serviros. Sí, las almas a Vos consagradas, deben ser los serafines de vuestro amor en la tierra. (D.E., 27 julio 1961, p. 489) Mi Jesús, no tengo más en este día, qué ofreceros, que mi pobre sufrir, unido a los, tan sin límites, sufrimientos vuestros. No quiero quejarme; sepultaré en el fondo de mi alma esta pena, en el más profundo silencio. Os doy gracias, mi Jesús, porque Vos aumentasteis mi sensibilidad para que pueda sufrir un poco más. Siento deseos de desahogarme y de justificarme. Perdonadme, Jesús mío; éstos son los frutos de mi huerto; Vos no me enseñáis semejante conducta, sino a sufrir y a callar; a vivir culpable y a morir, también culpable, sin tener culpa. Perdóname, mi Jesús, haya sentido deseos de justificarme. (D.E., 29 agosto 1961, p. 494) Sólo Vos sois siempre el mismo; toda criatura es mudable como la pluma en el viento. Señor, tened piedad de mí y no permitas ponga, jamás, este vuestro pequeño corazón, que os he entregado, en las criaturas. Dulce Jesús, que siempre os posea en paz. Poseed mi corazón; jamás me lo devuelvas, Jesús mío, porque se perderá. (D.E., 14 septiembre 1961, p. 495) Mi Jesús ¿Qué hacer? Que mi sueño, que el poco trabajo que haga, dolores, agotamiento, las noches de penas y sufrimientos, todo, todo, mi Amado y Buen Jesús, sea un acto no interrumpido de amor a Vos; sólo os quiero dar amor, un amor en la Experiencia de Dios forma que Vos queráis, mi Señor, y no en la que yo quiera y me guste. (D.E., 5 septiembre 1961, p. 495) Mis hermanos pobres me arrebatan el alma; cuánto sufro por no poderlos remediar por completo. Dios mío, sufro lo indecible ante su miseria material y moral; enséñame, mi Amado Dueño, a remediarlos y a ganarlos para Vos. (D.E., 14 agosto 1961, p. 492) Mi deseo es sólo amaros; me dejo en absoluto olvido en vuestro [Testado: Aman] Amante Corazón, para amaros con vuestro mismo Amor. Señor, mirad mi pobreza, mi desnudez, mi nada; me sumerjo, anonadada, en tanta miseria y vuelvo a Vos, mi Señor, mis ojos, donde lo tengo todo y con toda mi alma y corazón os digo: Os amo, Jesús mío, con vuestro mismo Amor. ¡Qué feliz soy en mi nada y en mi miseria! Os amo con vuestro mismo Amor, Jesús mío; haced que muera, Señor, consumida en este fuego, en vuestro mismo amante Corazón; que en este santuario, mi pobre oración, unida a la vuestra, se eleve sin cesar por vuestras intenciones y deseos. (D.E., 6 septiembre 1961, p. 495-496) Gracias, Jesús mío, que en vuestra infinita bondad y Misericordia me habéis concedido, por la unción recibida en mi Santo Bautismo, ser participante de vuestro Sacerdocio; la hostia soy yo misma. Señor, haced que mi misa celebrada en cada instante de mi vida y durante mi vida entera sea una continua inmolación unida a Vos, por vuestras intenciones, vuestra Gloria y el establecimiento de vuestro Reinado de Amor en las almas del mundo entero. (D.E., 25 septiembre 1961, p. 499) Cómo me arrebata la idea de hacer de mi vida una Misa continua. ¡Qué cosas tan hermosas nos hacéis encontrar en este destierro! ¡qué dulces realidades nos hacéis vivir! Llamo mi misa, la que celebro cada día; y mi misa solemne la que estoy celebrando mientras me dure la vida. Mi Bien amado, haced que sean estas dos Misas una sola por la inmolación completa y absoluta de todo mi ser a Vos, mi Jesús, por vuestra Gloria y vuestros intereses. (D.E., 26 septiembre 1961, p. 499) Jesús mío, purificad cada día, por el dolor y el sufrimiento, vuestra pequeñita hostia, que cada día más pura y desasida de [Testado: mí] sí misma se inmole en aras de vuestra... en cualquier forma que os plazca, unida a mi dulce Madre del cielo que al pie de vuestra Cruz os hizo compañía y con Vos se inmoló. Madre mía, no os apartéis jamás de vuestra pequeñita hostia; hacedme desaparecer; que ya no viva yo sino Jesús en mí. Que El sufra en mí, ame en mí y glorifique a su divino Padre en mí. Jesús, mi Amor, que yo os dé de continuo a las almas que Vos me habéis confiado, a las almas que Vos habéis unido a la mía, a las almas todas del mundo entero. Con Vos quiero ser apóstol en este mundo; tengo hambre de que seáis amado, conocido y servido. (D.E., 27 septiembre 1961, p. 500) Jesús, quiero vivir mi misa; sé que la terminaré de decir al finalizar la noche de esta vida; mas deseo que cada día vivido en una continua inmolación, sea también mi misa diaria; una pequeña hostia inmolada a cada instante por vuestra gloria, por vuestras intenciones, vuestros quereres y voluntades. Deseo salvaros, ganar para vuestra gloria al mundo entero. Señor, que mi celo no conozca límites ni barreras; quisiera inmolarme Experiencia de Dios sin fin y sin medida para ganaros almas, también, sin medida. (D.E., 28 septiembre 1961, p. 500) Mi Jesús, que jamás os neguemos nada de lo que podemos dar a nuestros hermanos; sobre todo el don de nosotros mismos, por la oración y el sacrificio por la salvación de sus almas. Perdonadme, Señor, quisiera estar libre de este cargo y que mis superiores me destinaran a vivir entre ellos; qué feliz sería, mi Señor, de morar y morir entre ellos. (D.E., 21 y 22 octubre 1961, p. 504) Suspiro por las obras de apostolado entre mis hermanos indios y no me puedo valer; la salud no anda bien; ¡qué le vamos a hacer! Con todos estos achaques, quiero misionar entre mis hermanos y Vos, Señor, seréis servido de unir esta pequeñez a vuestros infinitos méritos y redimirlos de sus miserias materiales y espirituales. Prended, mi Jesús, en millares de corazones el dulce fuego del celo y del amor por los seres más desvalidos y desamparados. Que el deseo de mi dulce Madre del cielo, de ver por ellos, prenda en mil y mil corazones. (D.E., 13 octubre 1961, p. 504) Mi Jesús, ¡Bendito seas! mi Amado Dueño, que me ayudáis a que viva de inmolación, como Vos lo queréis. Este día que pensaba podía estar con Vos todo el día, fue todo lo contrario. Vos me pusisteis en el camino almas afligidas para hacer caridad y la primera caridad atenderlas y ayudarlas. Por la tarde otro tanto. Cuántas penas y lágrimas qué enjugar y necesidades qué remediar. Cómo quisiera, mi Jesús, que Vos por mí, consolaras y remediaras tantos males de mis hermanos del mundo. (D.E., 1 diciembre 1961, p. 509) Gracias, mi Bien amado; perdonadme que, a veces, os pregunte: ¿A dónde, mi Señor, os habéis ido? ¿Hasta el cielo os volveré a ver? ¿Qué, me abandonaréis para siempre? Parece que ya me dejasteis sola en este destierro, luchando a brazo partido, por salvar vuestras queridas almas; y Vos, mi Rey, parece me dejas sola. Esto no puede ser; ¿qué sería de mí, sola? Estoy segura y segurísima, que Vos vivís en mí, y la paz profunda de mi alma me lo dice; el hambre de hacer vuestra divina voluntad es mi dicha. (D.E., 2 febrero 1962, p. 521) Mi Jesús, quiero lo que Vos queréis: venga la sequedad, la aridez, el desamparo, ¡todo! Todo el dolor, en todas sus formas; mi alma parece que Vos la habéis hecho superior a todo esto y la dejáis que repose tranquila, silenciosa y en paz en el paraíso de vuestra divina voluntad. ¡Tened piedad de mi martirio! Quiero amaros; tengo hambre y sed y no os amo; estoy lejos, muy lejos. ¡Dadme esa limosna que os pido: Amor y más amor! (D.E., 3 y 4 febrero 1962, p. 521) Que mi pobre abandono en Vos, sea mi Amor a Vos, mi Jesús, y que, en vuestra divina misericordia tengáis compasión de mí y me abraséis en vuestro puro Amor. No quiero gozarlo yo, sino que quiero haceros gozar a Vos. Sé que Vos no necesitáis esto; pero vuestra [...] no tiene más qué daros en su miseria y pobreza. (D.E., 5 y 6 febrero 1962, p. 521) En el alma sufro lo indecible por mis hermanos indios, tan terriblemente abandonados y, hoy que alguna ayuda les podemos dar, nos vemos rodeadas de mil y Experiencia de Dios mil dificultades e imposibilidades para hacerles el bien. Sólo Vos, mi Jesús, podéis allanar tantas dificultades; sólo Vos, podéis volver por mis queridos hermanos. (D.E., 19 febrero 1962, p. 523) Las almas del santuario son vuestras más queridas y, Vos tenéis queja de ellas y pedís reparación y consuelo por tanto desvío; y yo, mi Jesús, tan lejos, lejos de consolaros y desagraviaros. Recibid, mi buen Jesús, mi pobre inmolación por una continua renuncia de mí misma. No os doy nada, os doy lo que me dais; no tengo nada, mi Señor. Dadme para daros; dadme sin medida y os daré sin medida. (D.E., 20 febrero 1962, p. 523) Qué feliz sería si pudiera remediar las necesidades de mis hermanos pobres del mundo entero y más aún, si remediara sus miserias espirituales y os ganara a todos para Vos. (D.E., 11 mayo 1962, p. 538) “El amor tu camino impulsaba, de Jesús tú miraste la hoguera, y quisiste llevar por doquiera su Reinado de paz y de amor.” ¡Qué hermoso es vivir unidas y tener un solo corazón! ¡Mi Señor, mil veces perder vidas y cuanto tengamos, antes que perder la caridad y la unión entre nuestras hermanas! Concédenos, mi Jesús, que así pasemos nuestra vida de destierro; siempre unidas y, en busca siempre de vuestra Gloria y los Intereses de vuestro Amantísimo Corazón. (D.E., 3 mayo 1962, p. 537) Mi Jesús, no tengo más qué ofreceros que mi pobre sufrir y el hambre y la sed de calmar vuestra sed, por daros una legión de Sacerdotes santos, de amigos íntimos como Vos los queréis, para que os amen y consuelen y os hagan reinar en el mundo entero. Con el alma quisiera que jamás sintieras, ni te dieras cuenta, mi Jesús, del desprecio y desamor de los que se llaman vuestros. (D.E., 16 mayo 1962, p. 539) Mi alma tiene sed, y más sed de amaros y amaros sin medida. ¡Qué más da que, para conseguirlo, tenga que ir y venir y pedir, y llamar y buscaros por todas partes en vuestras almas! Hacer el bien, por amor a Vos, en todos los instantes que Vos me concedáis de vida. Enséñame, mi Jesús, cada día a darme sin medida, en todas formas, a las almas que Vos pongáis en mi camino. ¡Mi Jesús, quiero amaros, quiero amaros y en Vos, al mundo entero! (D.E., 11 junio 1962, p. 545) Vuestro Corazón, mi Jesús, es el Océano en que mi alma se pierde, se abisma y en profunda... admiración, enmudece y vuestros interiores dolores me martirizan y anonadan y en profundo silencio, mi Jesús, os amo, os amo. Sí, mi Señor, he aquí mis Experiencia de Dios pobres brazos y mi frío pecho para estrecharos y, abrasada en amor a Vos, morir. Tengo sed, sin medida, de amaros. (D.E., 29 junio 1962, p. 549) Ayúdame, Señor, a vivir en continua negación y renuncia propia; sólo para Vos, mis her[ma]nos y vuestra Obra. (D.E., 2 julio 1962, p. 549) Cuando la incomprensión y la ingratitud, etc.. etc., llaman a las puertas de mi pobre alma, pienso luego en Vos, el más amante y fiel y sincero de los Amigos, de los Padres y de los Hermanos, que, con indecible locura nos amáis y, en pago de tanto amor, sólo desamor e ingratitud os damos, muchas veces, en pago y correspondencia. ¡Cuánto sentirá vuestro amable y sensible Corazón! Si el mío, como humana, sufre y sangra. ¿Qué será el vuestro, mi Jesús? (D.E., 4 julio 1962, p. 549) ¡Qué desgracia si encontrara un corazón amigo; sin duda mi pobre alma encontraría un consuelo y un apoyo y os dejaría a Vos, y me iría en pos de las criaturas, olvidada de Vos, mi Jesús! En cambio de este modo, no tengo a nadie; sólo a Vos, mi Jesús y me bastáis. Sí, mi Jesús, quiero lo que Vos queráis; pasar por este mundo sin fama, sin reputación, amándoos y siendo fiel a Vos; me basta. (D.E., 13 julio 1962, p. 551) Es preciso beber el sufrimiento en todas sus formas. Este precioso regalo del cielo, enseñadme a aprovecharlo, mi Jesús, como Vos queréis. Mis hermanos indios me duelen; mi Madre del cielo, por tres veces distintas, me los encargó y este encargo se ha convertido en una dificultad continua. Hay horas de indecible sufrir; comprendo que sin este padecer no sería posible hacer nada por ellos, porque sólo en el dolor puede haber fecundidad. Dadme, mi Jesús, vuestra gracia y heme aquí para padecer por ellos, en el alma y en el cuerpo, cuanto Vos queráis; pero haced que ellos os amen, sirvan y conozcan. (D.E., 23 julio 1962, p. 552) Gracias, mi Jesús, por el bocado de dolor que Vos me regaláis en el destierro, ¿qué haría mi pobre alma sin este dulce manjar, único que Vos gustasteis en el destierro de esta vida, buscando mi alma y la de mis hermanos del mundo entero? Enséñame, Señor, a calmar vuestra sed, con almas que os gane para Vos, mi Único Amor. (D.E., 24 julio 1962, p. 553) Mi Jesús, haced, por vuestra gran bondad y misericordia, que mi pobre vida sea un acto de continuo amor a Vos y una continua acción de gracias, por el don precioso de vuestra santa cruz; que el sufrimiento, en todas sus formas, sea mi alimento y que, en absoluto don, me dé a Vos y en Vos para siempre me pierda y olvide en Vos. (D.E., 26 julio 1962, p. 553) ¡Mi Jesús y Dueño Amado, por esto poco que padezco, vuelve por el abandonado indígena que, en diferentes partes de mi Patria, sufre el desamparo y el olvido de sus hermanos en la fe o bien, de Sacerdotes sin celo y sin caridad! (D.E., 30 julio 1962, p. 554) Mi Jesús, Vos sois quien me habéis enseñado a amar a Vos en vuestros pobres, y, no puedo ver a uno, sin que mi ser se conmueva hasta lo íntimo: Vos los amáis con Experiencia de Dios delirio; quiero, yo también, amarlos del mismo modo que Vos los amáis. Mi Señor y mi Dios, ¡cómo quisiera poder amar a mis hermanos pobres, como Vos los amáis! ¡Oh, mi Señor y mis Dios; enséñame a amarlos como Vos los amáis! ¡Dadme, Señor, para dar! (D.E., 21 agosto 1962, p. 558) Dadme, mi Jesús, fuerzas, sostened mi debilidad y entregadme a los dolores que os plazca, por vuestra porción querida: Sacerdotes y religiosos; almas que Vos tanto amáis y de las cuales tanto deseáis ser amado. Heme aquí, mi Jesús, y haced, en esta nada, vuestra divina voluntad. (D.E., 13 septiembre 1962, p. 563) A cada instante, en cualquier ocupación en que me encuentre quiero ofrecer a vuestro tan amante Corazón de Padre. ¡oh mi Celestial Padre y Señor mío! la Preciosa Sangre de vuestro Amadísimo Hijo Jesús, implorando piedad y misericordia y conversión para esos verdugos de la humanidad; esos crueles comunistas, y el alivio para todos los que padecen en sus manos. (D.E., 20 septiembre 1962, p. 564) Madre mía, dulce Reina y Señora del mundo; venid en nuestra ayuda y enseñadme qué debo hacer. Bien entiendo, los pobres pequeños jamás se inquietan en su pequeñez y en paz y tranquilos, con sus nonadas, ganan siempre el corazón de sus padres y todo lo obtienen; continuaré con mis pequeñeces y no os negaré nada. (D.E., 22 septiembre 1962, p. 565) Mi Jesús, tened piedad de mí, que no os canse jamás; mi Señor, vuelvo a las puertas de vuestra infinita misericordia a pedir misericordia: que nos convirtamos a Vos; que nos demos a nuestra vida espiritual; que de verdad nos demos a Vos por la práctica de todas las virtudes; que vivamos, en una palabra, de amor a Vos, sin negaros nada, en la renuncia y en el olvido de nosotras mismas. Mi Bien amado Señor, haced en ellas vuestra obra de amor; conviértenos a Vos; que de aquí en adelante no os neguemos nada y os amemos sin límite ni medida. (D.E., 18 octubre 1962, p. 570) ¡Mi Jesús, por piedad haced en nosotras vuestra obra de amor! que de verdad nos demos y entreguemos al amor y servicio de vuestro Divino Corazón; que nada nos impida ni detenga en esta entrega, que tanto desea y gusta vuestro amante Corazón. ¿Qué debo hacer, mi Jesús, para alcanzar de Vos tal favor? (D.E., 22 octubre 1962, p. 570-571) En Vos confío, mi Jesús; espero que me enseñas a vivir como Vos; es preciso sufrir, padecer sin descanso, sin consuelo, sin ver el fruto de cuanto por las almas haga; quiero Señor, quiero. (D.E., 23 octubre 1962, p. 571) .- Dios mío, mi alma sigue sumida en profundo abandono. Sólo la fe sostiene mi alma. ¡Señor, yo creo, yo espero, os amo! Aunque me siento más dura que un palo y más insensible que una piedra, mi Jesús quiero amaros sin medida; y quiero renovar a cada instante, mi ardiente deseo de amaros sin medida y sin límites y si, hasta el fin del mundo me tenéis en este estado, mi Jesús, y, si os place, por toda una eternidad, ¡bendito seáis por siempre! quiero en Vos abandonarme y perderme y olvidarme en Vos, sin querer ni buscar más que el cumplimiento de vuestra santísima voluntad. (D.E., 25 octubre 1962, p. 571) Experiencia de Dios Mi Jesús, haced que yo viva en el absoluto y completo olvido de mí, sin buscarme jamás sino sólo a Vos, mi Señor y mi Dios. Ansío amaros, más si este amor, de hoy en adelante, jamás vuelve a ser sensible para mí, acepto, mi Jesús, tal cosa; quiero sólo que mi amor sea sensible para Vos, mi Señor y mi Dios. No quiero otra cosa, mi Jesús, que el cumplimiento de vuestro divino querer, que el cumplimiento de vuestra voluntad Santísima, que jamás, ni por un momento, yo la vuelva a tomar. Si alguna vez, mi alma quisiera tomar lo que a Vos sólo pertenece, intercede por mí, Jesús y tened piedad de mí. (D.E., 26 octubre 1962, p. 571) Mi Jesús, tened piedad de mi sufrir, por tu Herido Corazón, hacernos almas de oración, almas llenas de un espíritu sobrenatural, que hagamos de este destierro un cielo, amándoos y sirviéndoos por amor. (D.E., 27 y 28 octubre 1962, p. 572) ¡Mi corazón gime sin cesar y quisiera ser, para Vos, el amor de todos los hombres juntos, el corazón de todos ellos, fidelidad y correspondencia de todos! Pero, en especial, quisiera ser para Vos, mi Único Amor, el amor de cada una de mis hermanas; la fidelidad, generosidad, correspondencia, etc., etc.; el don de todas vuestras esposas del mundo entero, de tus Sacerdotes. (D.E., 3 y 4 [hasta el 11] noviembre 1962, p. 574) Quisiera hacer penitencia y gran penitencia y no se me da permiso; las enfermedades que padezco, bien veo que son tan poca cosa, que no vale la pena tomarlas en cuenta y, por fin, en resumen, no tengo nada, ni os doy nada; y quiero ser tanta cosa y hacer tanto, que a lo mejor sólo desvarío. Vos sabéis, mi Señor, y aceptaréis mi pobre nada. (D.E., 3 y 4 [hasta el 11] noviembre 1962, p. 574) Me pesa sobre manera la suerte de mis pobres tuberculosos, de mis pobres locos y, ahora sin poderlos aliviar. Mi Jesús, indicadme un camino para ver por ellos y por mis hermanas; ahora, una de ellas tan azotada y perseguida, pues se encuentra bajo el peso de la calumnia y, además, ya también, dizque con lagunas mentales. Mi Dios, ¿así pagáis a los que por Vos trabajan? Así pagan los que se llaman servidores del pueblo. Perdónalos, mi Jesús, y ayúdame a trabajar por mis hermanos enfermos. La pena de ayer me hizo un efecto terrible. Señor, Vos que todo lo podéis, haced luz en este asunto para que mis hermanas no salgan culpables de un mal que no han cometido y esa calumnia se borre. Estoy segura de que mis hermanas no han robado veinte mil pesos. Vuelve, también, mi Jesús, por mis queridos locos y tuberculosos que se quedan a merced de lobos hambrientos de dinero y a quienes nada importa matar de hambre y sed a seres indefensos, para triunfar en su maldad. ¡Qué horror, matar de hambre a sus hermanos! (D.E., 15 y 16 noviembre 1962, p. 575-576) ¡Mi Jesús, si mi poco sufrir, unido a los infinitos vuestros, obtiene de vuestra misericordia el remedio de tantos males... Mi Jesús, hazme sufrir, quiero sufrir; quiero lo que Vos queráis! mas volved por los que sufren y padecen y carecen de medios para curarse; los pobres que no tienen qué comer, los que tienen frío, los que no tienen hogar. ¡Oh, mi Buen Jesús, vuelve por ellos y enséñanos a ver por ellos, [a] ayudarlos y consolarlos. (D.E., 19 y 20 noviembre 1962, p. 576) Experiencia de Dios Mi Jesús, tened piedad de mi gran locura o de mi gran tontera; no puedo ver sufrir; el pobre me destroza el alma; quisiera hacerme pedazos para remediar sus males; quisiera apoderarme de su alma y perderla en Vos, para que, prácticamente entendiera que, en Vos lo tiene todo y que a Vos siempre acuda. Quisiera, sin fin, multiplicarme y llegarme a cada uno de esos seres que sufren en el alma, y en el cuerpo, para llevaros a mi Jesús: que sabe consolar, porque nos ama; que sabes enjugar las lágrimas y curas las heridas del pobre corazón humano; que das pan al que tiene hambre y vestido al que está desnudo. (D.E., 21 noviembre 1962, p. 576) Me sentí revestida de una fuerza invencible, dispuesta a sufrirlo todo antes que abandonar a mis queridos Hnos. enfermos, esos miembros doloridos del cuerpo místico de Cristo, no podíamos dejarlos aunque tuviéramos que pasar por todas las humillaciones y desprecios. (D.E., 27 marzo 1963, p. 596) ¡Mi Jesús, acordaos de consumir vuestra pequeña nada en una hoguera de amor. ¡Cuando pienso en vuestro amor y celo de las almas, me parece salgo fuera de mí y quisiera ser sólo fuego y más fuego, para incendiar al mundo! (D.E., 1° mayo 1963, p. 603) No se te olvide, mi Señor, que quiero amaros hasta morir por Vos, de amor. Cada vez me veo más lejos de amaros; cada vez parece que os amo menos; ¡mi Jesús, es mi martirio! ¿cómo puede ser que os ame menos? Señor, si así es, entonces os amo más y más con vuestro mismo amor. (D.E., 3 mayo 1963, p. 603) Día lle[no] de asuntos: trabajos, fatiga, asuntos de casa, personas de fuera y arreglar viaje. Vos, mi Jesús, no os apartéis de mí; juntos hagamos todo y alcanzaremos y nos rendirá el tiempo. Vos os quedaréis en casa, mi Jesús, mientras vuelvo y, al mismo tiempo, os iréis conmigo y no me dejaréis ni un segundo sola; para que todo sea para vuestra mayor honra y gloria. (D.E., 9 mayo 1963, p. 604) Que cada día crezca en mis hermanas el respeto y la veneración por los Sacerdotes y que su vida de inmolación por la santificación de estas almas, vayan siempre en aumento. (D.E., 17 mayo 1963, p. 605) Mi Jesús, manos a la obra, para sacar el trabajo recargado de un mes. Mi Señor, vamos los dos [a] hacerlo; mi Señor, no quiero separarme de Vos ni un instante, ni agitarme, ni turbarme. Cada día sacaré lo que alcance y nada más. (D.E., 10 junio 1963, p. 610) Mi pobre corazón vuela [a] hacerte compañía en la soledad de tu Sagrario, en especial de noche, en que son tan pocas las almas que te hacen compañía. (D.E., 17 junio 1963, p. 611) Mi Jesús viviendo en mi alma; conviérteme en fuego, mi Señor, y en él por Vos me abrase. Que la noche profunda en que vivo sea noche de vivo fuego, aunque jamás os vea, os encuentre, os sienta; me basta que Vos cumpláis en mí vuestra divina voluntad, éste es mi cielo; que mi alma padezca lo indecible en especial en ciertas horas Experiencia de Dios y tiempos en que vuestra ausencia me parece atroz martirio, no importa, mi Señor; mientras yo pueda amaros, me basta, aunque jamás os vea, creo no engañarme, porque pienso que esta sed de amaros sólo Vos me la podéis dar; de mí, mi Jesús, no tengo nada. (D.E., 8 julio 1963, p. 614) La meditación, mi pobre oración es sólo un acto de amor, de entrega a Vos, a vuestra divina voluntad, para que Vos hagáis en mí lo que os plazca. No os veo, no os siento, mi alma vive en profunda noche, sólo creo, amo, espero confiada y abandonada en Vos, sin entender más que Vos no me dejaréis; que Vos seréis mi luz y sostén y que si ando mal, Vos me volveréis al camino; porque, bien lo sabéis mi Buen Jesús, que sólo busco la verdad, daros gusto, serviros y amaros. Si Vos nunca me sacáis de este terrible estado, ¡Bendito seáis! (D.E., 9 julio 1963, p. 614) No puedo hacer otra cosa que amaros; pienso, mi Jesús, que será un amor sólo de palabra y eso no quiero, mi Jesús. Quiero amaros de verdad, y no de palabra; mas me veo tan sin obras; no os doy más que mi pobre nada y una nada pecadora, que dudo, que temo, mi Señor, sólo repetiros palabras huecas y vacías. Os llamo mi Jesús, y ya jamás me contestáis; os busco y no os encuentro, aunque a decir verdad os encuentro en todas partes; todo, todo me habla de Vos, mi Jesús, pero ¡Ah! mi alma, parece que vive en las sombras de la muerte; estoy feliz, estoy contenta, quiero lo que Vos queráis; sólo quiero amaros y amaros sin medida y cada día me veo más lejos de conseguirlo; ayúdame Señor. (D.E., 10 julio 1963, p. 614) Dios mío, ¿qué es lo que yo hago? nada, por mis hermanos y mis prójimos. Esto me atormenta, soy la tontera y torpeza misma, ¿qué puedo hacer así por mis hermanos? Dios mío, enséñame a utilizarme en favor de ellos, tan sólo por amor a Vos. No permitáis que estas almas caigan en manos de seres enemigos vuestros y sin corazón. Dios mío, tened piedad de mí y sostened mi miseria y debilidad; me parece imposible, al ver tanto mal caer sobre la pobre niñez indefensa, ¡ni sus padres ni sus maestros, ni aquellos que tienen también el encargo y la responsabilidad de velar por ellos! (D.E., 12 julio 1963, p. 615) Mi Señor, esos pobrecitos que viven en esas barraquitas, me parten el alma; fui a llevar a una hermana para recorrer esos lugares en busca de sus almas y de sus necesidades, para ver qué podemos hacer por ellos. (D.E., 21 julio 1963, p. 616-617) Mi padre San José, ¡cuánto en verdad, podéis con vuestro Amado Hijo. La paz y la tranquilidad la habéis vuelto a almas en verdad propuestas a dejarlo todo, empezando por dejar a Cristo, volver al mundo y no sé cuánto más, sin querer ni oír ni entender. Mi Jesús, Vos sabéis cuánto me hace sufrir esta conducta para con Vos, mi Dios y Señor. Quisiera pasar por todos los dolores y tormentos, antes que os dieran semejante revés de ingratitud y desprecio; almas tan llenas, por Vos, de gracias y favores. (D.E., 26 julio 1963, p. 617-618) Gracias, mi Jesús por el descanso que me dais y que yo quiero utilizar para más amaros y mejor serviros. Admiro la naturaleza en este tiempo, tan hermosa y llena de atractivos y todo me llama a amaros y serviros y a trabajar por vuestra gloria y, he aquí otra de las cosas que más me [palabra ilegible que parece decir: atormenta], es no poder Experiencia de Dios trabajar sin límite ni medida en las obras de vuestra Gloria; quisiera mi Jesús, tantas, tantas, por no decir todas las cosas y trabajar por entregaros millones de corazones que os amaran y [Testado ilegible] sirvieran, como nadie os haya jamás amado y servido y no hago nada, mi Jesús; estoy siempre con las manos vacías. (D.E., 18 julio 1963, p. 616) “Para el niño y el joven tuviste las ternuras de madre piadosa, tu divisa anhelada es hermosa: trabajar para un mundo de amor.” Mi Jesús, vamos al trabajo los dos; ¡Mi Señor, por piedad no me dejes, porque caigo en el rigor y temo también caer en la dureza, porque hablo claro y duro; y sin embargo, pienso que hago bien, porque hablo con la verdad. Vienen mis Hermanas del Norte a los Ejercicios, y si encuentro como siempre la eterna cuenta de que: ando mal; después de tantas gracias, medios y ayudas dadas durante el año, para conservarlas en el fervor, la observancia y el cumplimiento del deber, vienen con lo contrario, por pereza, descuido e infidelidad con Vos, sufro lo indecible; no las comprendo, no las entiendo. ¿Por qué una vida tan sin amor, tan sin ideal, tan sin generosidad? ¿Por qué se niegan a vivir dentro de sí y en la verdad, si se les dan todos los medios? ¡Mi Señor, venid en ayuda de esta generación! No permitas, mi Jesús, tantos males y desgracias en tu Iglesia Santa. Vuelve por ella, mi Bien amado. Vos sabéis no tengo fuerzas para ver cosas tan tristes. ¡Mi Dios, resucítanos como a Lázaro y no permitas más, que vivamos en el sepulcro de nuestros pecados! (D.E., 1 y 2 agosto 1953, p. 619) No cabe duda mi Jesús, que los fracasos en vuestras manos son triunfos; porque es preciso me convenza que sólo Vos sois fiel, que sólo Vos nunca fallas; que Vos no me habéis pedido jamás, el éxito, sino el trabajo, y el trabajo sólo por Vos; y si después de todo esto, sólo el fracaso encuentro, esto es precisamente lo que Vos queréis para[...] y yo debo quererlo como triunfo y como éxito, porque no debo buscar más triunfo que el cumplimiento de vuestra divina voluntad. (D.E., 2 septiembre 1963, p. 624) ¡Mi Señor, qué tarde os amé, cuánto tiempo he perdido, mi Padre, mi Buen Padre! ¡qué tarde os he encontrado! cada día que mi alma se pierde en Vos, tan dulce y tierno, siento el peso enorme de tantos años que no os conocía, ni os recordaba, ¡Oh mi Padre amado, pésame de haber pecado! (D.E., 11 septiembre 1963, p. 624) Mi Jesús, quisiera ser puro amor; por Vos, quisiera multiplicarme sin medida para ir por todas las partes del mundo en que vuestras queridas almas están más solas, abandonadas, pobres y perseguidas y para colmo de males, ignorantes y sin conocimiento de Vos, mi Dueño y Señor. Quisiera multiplicarme en mis hermanas y trabajar sin descanso hasta la consumación de los siglos, para ganarlos a todos y llenar así las mansiones de la gloria. Perdóname, Señor; sueño, deliro, tengo hambre Experiencia de Dios insaciable, sed devoradora de vuestra Gloria y de vuestro Reinado. (D.E., 12 octubre 1963, p. 631) No me desanimo ni pierdo la esperanza de amaros sin medida y de daros las mil y mil pequeñeces diarias de todos los días, hechas y padecidas por Vos y vuestras intenciones, vuestro Reinado de amor en las almas, vuestra Obra y mis hermanos, etc., etc. No quiero jamás negaros nada, y si tal sucediera, mejor, Amor mío, quitadme mil y mil veces la vida; pues si no ha de ser toda por Vos y para Vos, no la quiero; pues no puede llamarse vida la que no se emplea sólo en Vos y en vuestra gloria y servicio. (D.E., 8 enero 1958, p. 367) Señor, Amor mío, sacia mi sed de trabajar por tu gloria. Enséñame a salvar el mundo entero, a ganar las almas para vuestro amor. (D.E., 17 febrero 1949, p. 92) Jesús, gracias infinitas por haberme dado a la Sma. Virgen por mi Madre; cada día me parece nuevo el amor de Ella. (D.E., 22 mayo 1951, p. 124) Ardo en deseos que Legiones de almas se te ofrezcan, mi Rey amado, a trabajar sin descanso por tu Reinado de amor en las almas todas. ¡Que millares de almas Santas te consuelen en este Valle de lágrimas, desde esta tierra! (D.E., 7 febrero 1952, p. 148) Mi Jesús, pienso, si Vos lo queréis, desearía quedarme en el destierro hasta mandaros el último de mis hermanos indios; y, cuando ya los tuviera a todos en el cielo, entonces irme yo. Señor, Vos lo podéis hacer. (D.E., 9 julio 1953, p. 168) La bondad y ternura de mi tierna Madre, la dulce Virgen María, me alienta y sostiene. Quiero amarla y hacerla amar. (D.E., 18 y 19 septiembre 1954, p. 208) Mi Jesús, quiero cantar el cántico del amor en mi noche profunda. En el padecer y en el dolor mi vida sea amor. (D.E., 29 septiembre 1954, p. 209) Mi alma se encuentra en esa disposición de total entrega al Señor; unida a su divina voluntad; sin aspirar a otro estado que no sea su voluntad. (D.E., 6 octubre 1954, p. 210) Vuestra Cruz es mi cielo, mi Único Amor; ciertamente sin ella no podría vivir. Sin martirio, cómo se pasarían los días del destierro. ¡Viva la cruz de mi Señor Jesús! (D.E., 7 marzo 1955, p. 223) Mi alma se alimenta de la divina voluntad. Esta es mi reposo y alimento. Quiero amar y amar al Señor que tanto me ama. (D.E., 19 abril 1955, p. 227) Sigue la dulce historia del dolor; ya no llama a la puerta; ésta permanece abierta y él entra a su casa y morada sin que nadie le detenga. Es el dueño de esta pequeña morada. (D.E., 17 mayo 1955, p. 229) Mi alma se pierde en las grandezas de mi dulce y tierna Madre del cielo. ¡Cuánto gozo de pensar en Ella! ¡Gracias mil, mi Señor! ¡Gracias mil, mi tierna Madre! (D.E., 24 mayo 1955, p. 229) Experiencia de Dios ¡Mi Jesús, el celo de las almas me devora; el hambre de vuestra gloria me martiriza! ¡Quisiera legiones de almas que trabajen en bien de tantas almas! (D.E., 26 julio 1955, p. 235) Gracias, mi Señor, por el don precioso de vuestra cruz. Gracias por esta compañera inseparable de mi vida. A Vos, Señor, toda gloria y honor. (D.E., 6 septiembre 1955, p. 239) Mi Madre y Reina Pequeñita; ayúdame hacer [sic] a ser pequeña como Vos y arrojarme confiada, tranquila y feliz en brazos del dolor. Con él me duermo y con él me levanto. Ya nos hicimos dos hermanos inseparables. (D.E., 8 septiembre 1955, p. 239) Mi Jesús ese pueblo, sus pobres niños, sus jóvenes, sus viejos; todos, mi Jesús, tan necesitados. Os ofrezco mi pobre trabajo, mi insignificante sufrir, a lo[s] infinito[s] vuestro[s], por ellos. (D.E., 1° febrero 1956, p. 254) Mis hermanos indios no me dejan. Ante mi Jesús, preso en el Sagrario; ante mis Tres me presento, llevando a mis hermanos siempre y pidiendo para ellos misericordia y gracia. (D.E., 2 febrero 1956, p. 254) Esa alma que pena por su vocación, me martiriza. Parece que se arregla se vaya a un Seminario y se ordene. Señor, vuelve por él. (D.E., 22 febrero 1956, p. 256) En verdad esta vida es la Escuela del dolor; cada día nos trae una nueva lección, toda envuelta en amor y ternura de nuestro Buen Padre Dios, que nos despega cada día del destierro. (D.E., 9 abril 1956, p. 260) Mi Reina, quisiera que el mundo entero os amara, con el amor más grande que fuera posible en la tierra. Quisiera amaros como nadie os ha amado. Enséñame, Madre mía. (D.E., 15 mayo 1956, p. 263) Mi alma sigue perdida en los dolores interiores del Corazón de mi Jesús. Quisiera haber pasado todos los años que llevo de vida pensando sólo en esto; perdida en ese abismo; padeciendo con su conocimiento y amando, sin medida, a quien tan sin medida me ha amado y amado a todos mis hermanos del mundo entero. Corazón Dolorido de mi Jesús, tened misericordia de vuestros criminales hijos. (D.E., 20 diciembre 1956, p. 285) Mi Jesús, siempre Vos, todo amor y ternura de bondadoso y tierno Padre con vuestra pequeña hija. No hay momento de reposo, segura de que todos los minutos son de mi Jesús; con El quiero servir a los pobres y hermanos enfermos, estos son, Jesús, mis amores. (D.E., 15 febrero 1957, p. 291-292) ¡Mi Madre del cielo, hoy fue día entero para Vos, haciendo el bien a mis hermanos locos. Madre mía, dame una casa cerca para poderlos atender. ¡Ya, mi dulce Madre, vuelve por ellos! (D.E., 16 febrero 1957, p. 292) Experiencia de Dios Mi Jesús, me parece que todo lo que haga por mis hermanos es nada en comparación de lo que quiero para ellos. Si de verdad me llevan con el Señor Presidente, como he pedido y consigo algo para mis hermanos, mi Jesús, no sé qué haga! Concédeme, mi Jesús, esta gracia o dadme Vos con qué darles de comer, enseñarlos a trabajar, hacerles casas, etc. ¡Sólo Vos podéis mover el corazón de los grandes de la tierra, para que hagan el bien a sus semejantes! Mueve, Jesús mío, ese corazón en favor de ellos; de esos indios, mis hermanos. Jesús, cuánto me habéis hecho que los quiera. (D.E., 25 febrero 1957, p. 292-293) Mi Jesús, no permitas aparte alguna vez mi cuerpo al dolor y al padecer. Sí, quiero pasar por el mundo sola, incomprendida, sin triunfos y sin éxitos; juzgada y condenada. Mi Jesús, no merezco este favor. Sólo vuestra bondad y misericordia me lo regala. (D.E., 24 y 25 agosto 1957, p. 311) Gracias, mi Jesús, cuán bueno sois, me regaláis con vuestra Cruz! Trabajo, sacrificios, dinero, cansancios, hoy me lo pagáis, mi Amor, con la mejor moneda. Ingratitud, calumnias, etc. (D.E., 31 agosto 1957, p. 311) No fui con mi Jesús a la Hora Santa. Mi Hora Santa fue dictar la correspondencia. Mi Amor, también el cumplimiento del deber es Hora Santa. Si el trabajo es mi vida, quiero vivir una Hora Santa continuada; haciéndoos compañía en vuestro abandono, en el olvido de mis hermanos y en especial por las almas a Vos consagradas. (D.E., 19 septiembre 1957, p. 313) Quisiera ser el apóstol, en el mundo entero, de la eficacia de las Novenas de confianza al Sagrado Corazón; todo se alcanza, de mi Jesús, con ellas. (D.E., 21 y 22 septiembre 1957, p. 313) Señor haced que mi sueño sea realidad, que viva de amor a Vos y que este amor consuma mi vida por Vos y las almas de mis hermanos todos en especial los indios. (D.E., 9 octubre 1957, p. 315) Mi Amor, esos indios son mi obsesión. No puedo desentenderme de ellos. Mi inacción me martiriza; quisiera hacer por ellos las más grandes locuras y ganarlos todos para Vos. (D.E., 10 octubre 1957, p. 315) Mi Jesús, por amor a ellos, vuelve por tu Obra y no permitas que ellos sigan abandonados. Quisiera gritar para ser de todos oída y pedir una limosna, que socorra a mis hermanos indios. (D.E., 11 octubre 1957, p. 315) Mi Jesús, que mi Misa, en unión con mis hermanos sacerdotes y sobre todo, unida [Testado: a Dios] a Vos, sea un continuo sacrificio y una continua inmolación por vuestras intenciones; vuestro Reinado en las almas del mundo entero. (D.E., 30 octubre 1957, p. 317) Bien, mi Jesús, Vos escribís y a mí me toca el amén; hágase lo que Vos queréis. ¡Si no soy dueña de mí! mil y mil veces lo pienso, lo quiero y siempre sufro, mi Señor, de ver que no puedo, como quisiera, pasar horas con Vos. ¡Quiero vivir de inmolación! (D.E., 8 febrero 1958, p. 333) Experiencia de Dios Mil y mil veces quiero volverme a mi dulce Madre del cielo para que Ella forme y disponga a esta pobre nada, para ser la pequeña hostia de Jesús por las almas a El consagradas. Quiero morir a mí misma en cada instante de mi vida. (D.E., 24 febrero 1958, p. 335) Mi Jesús, ¿estás contento? ¿desea[s] de vuestra pobre nada algo más? No tengo más que esta nada y mi pobre querer, Ven en demanda de mis locuras y anhelos. Reina, Corazón Amante, en los corazones todos en especial en tus Sacerdotes y Esposas. (D.E., 27 febrero 1958, p. 335) Terminando este trabajo, habré de emprender de nuevo el camino para otro rumbo y venir de nuevo a encontrarme con lo mismo. Mi Jesús, que jamás la repetición del trabajo me convierta en una máquina, sino en una máquina de amor, por un corazón siempre limpio y despierto en el bien obrar, por Amor sólo y sólo por Vos y para Vos. Jesús mío, que mi pobre trabajo sea un acto de amor no interrumpido para Vos, hasta que al terminar mi destierro éste me haya consumido. Mi Jesús, sea esta vuestra pequeña víctima, un acto de continuo amor. Mi Jesús, atended mi pobre ruego y recibe mi pobre e insignificante trabajo. ¡Este que sea mi penitencia, Señor, ya que hago tan poca! Vos sabéis que no me dejan. (D.E., 27 marzo 1958, p. 338) Jesús, mi dulce Señor, el borriquillo sigue mal; no quiero escatimar ni un dolor por mínimo que sea. Mi Jesús, tus almas, el alma de mis hermanos. Tu obra, vuelve por ellos tus dulces ojos y no permitas, Señor, que yo la destruya. (D.E., 1° julio 1958, p. 347) Parece que una tempestad trae otra y, no salimos de una, cuando ya despunta otra; ésa es la vida. Todo que nos sirva para más amaros y mejor serviros. Mi Jesús, no les tomes en cuenta lo que nos hacen padecer. (D.E., 2 julio 1958, p. 347) En esta sequedad y abandono absoluto en que vivo en mi alma, no se extingue la sed de amaros, mi Jesús, y la unión a vuestra divina voluntad parece inquebrantable. (D.E., 16 julio 1958, p. 348) Voluntad divina de mi Jesús; nunca jamás me parecéis tan dulce y tierna, como cuando me hacéis padecer; nunca tan llena de ternura, como cuando sólo me dais amargura. Nunca tan dulce, como cuando me colmáis de amarguras. Nunca tan amiga, como cuando todos me abandonan, persiguen calumnian y desprecian. ¡Bendita seáis, mil y mil veces, en el cielo y en la tierra. (D.E., 18 julio 1958, p. 348) Voluntad divina de mi Dios, dulce cielo de los pobres mortales en la tierra, Mansión de paz y de ventura, de silencio y bienestar. Rico presente del Rey Niño y descanso del fatigado mortal. Asilo de los perseguidos y fortaleza de los débiles y pequeños. Voluntad divina de mi Dios, me enloqueces y transportas; ¡qué divina sois, pues encierras el querer de mi Padre y de mi Dios, de mi Rey y mi Señor! ¡Qué divino me pareces, cuando en mi pobrecita alma y en torno mío, en lo que me atañe, os contemplo obrando como soberano dueño y Señor absoluto y soberano de su pobre, ruin creatura. ¡Bendita y alabada seáis, Voluntad de mi Dios! (D.E., 21 julio 1958, p. 348) Experiencia de Dios Gracias, mi Bien Amado, porque hoy, como los demás, dais a mi alma el pan confortante del sufrimiento, del padecer sin alivio. Vos, mi Señor, así, sobre la tierra, vivisteis y, a esta pobre, con tan gran ternura, dais tal regalo. ¡Bendito seáis! (D.E., 4 septiembre 1958, p. 351) Parece que todo se ha conjurado cada una [sic] hora, una pena nueva, una dificultad, una miseria que destroza el alma. Pues bien, mi Jesús, a poner buena cara. La pena, a sufrirla; la dificultad, a solucionarla; la miseria, a remediarla y, en una palabra, a poner buena cara a todo y ¡adelante! que Vos padecisteis como nadie ha padecido ni padecerá jamás. Sé que no estoy sola que Vos estáis conmigo y que Vos me sostenéis en esta lucha y, antes que la pena venga a herirme, ésta ha pasado ya por vuestro Corazón. (D.E., 18 septiembre 1958, p. 353) Donde pueda reclinar su cabeza. El Señor busca un lugar donde recostarse, al abrigo de un amor fuerte y vigilante; busca dónde poder dormir en paz, lejos de las concentraciones ruidosas y del bullicio alborotador; busca una alma que lo acoja y se sienta feliz en su compañía, aun cuando El se calle; una alma que esté satisfecha de poseerle, aún cuando El permanezca inmóvil, silencioso y como adormecido; una alma hospitalaria y abnegada, que sea para El un asilo seguro y sobre la cual pueda descansar de su fatiga. ¡Jesús mío, yo quiero trabajar en ser para Vos esto; mi Jesús, hacedme la gran merced de ayudarme a portarme con Vos, en todos los instantes de mi vida, como vuestro descanso y reposo, como vuestra silenciosa mansión de paz. (D.E., 8 enero 1959, p. 374) “Compasión te inspiraba el que sufre, viste a Cristo en el débil hermano, fuera el pobre, el nativo, el anciano, en tu techo encontraron calor.” Mi Señor, sigue durmiendo en mi alma, no quiero despertaros; duerme, mi Jesús, que si Tú duermes, tu Corazón siempre vela. Quiero amaros y serviros por ser Vos quien sois y no por vuestros dones. Si nunca, jamás, os acordáis de mí, quiero, sin medida, amaros y serviros y morir de amor por Vos. (D.E., 3 febrero 1959, p. 377) Mi pobre oración continúa en la sequedad, aridez y abandono absoluto. Sólo me ocupo, toda ella, en amar a mi Jesús y las horas parecen instantes en esta ocupación. Qué importa que no os sienta, ni guste de vuestro amor sensible, con tal que yo os ame, mi Amor, esto me basta. (D.E., 18 febrero 1959, p. 380) Quiero vivir mi Misa; que la inmolación de la Víctima Divina sea mi sostén y fortaleza. Hacedme, oh Jesús mío, que nada falte en este mi pequeño sacrificio que, unido al vuestro, lleve a vuestro Corazón herido, toda la reparación y desagravio que Experiencia de Dios vuestro Amante Corazón espera de esta pequeña víctima de amor. (D.E., 20 febrero 1959, p. 380) Qué te cuento hoy, mi Jesús, Vos sabéis que vuestra pequeña anda mal y apenas puede con la carga de su humanidad. Todo, mi Jesús, os lo ofrezco unido a vuestros infinitos méritos, por vuestras intenciones y porque apresuréis el Reinado de vuestro divino Corazón en el mundo entero. Mi Amor, Vos podéis hacer fructificar este pequeñito grano de arena, para el establecimiento del Reinado de vuestro Corazón. Apresúralo, mi Señor, y no tardéis más. (D.E., 20 febrero 1959, p. 380) Cuando queráis, mi Señor; a vuestra pobre criatura sólo le toca decir Amén. Vuestra pequeña es feliz en la inmolación, desea sólo vuestro gusto y querer. Pienso si ya estará cerca mi hora de comparecer ante Vos. Por más años que me deis de vida, estaré siempre con las manos vacías; jamás tendré nada para presentaros, lo poco que gano os lo entrego luego por mis hermanas, las almas a Vos consagradas y las intenciones de vuestro Amante Corazón. Sólo me queda acoger a vuestro misericordioso Corazón y, si el cielo no me dais, Vos me mandaréis a donde siempre pueda amaros. (D.E., 3 marzo 1959, p. 382) Todo estuvo dedicado a las Hnas. de los Seminarios. Cuánto trabajan estas buenas hermanas mías. Mi Jesús, que vuestro Amor tome esto poquito, como un granito de arena que la Congregación ofrece, por tus sacerdotes en general y en particular por la formación de vuestros futuros sacerdotes para que sean hombres de oración y por lo mismo hombres de acción y mediante ellos, el Reino de vuestro amor en las almas se arraigue y crezca. (D.E., 17 marzo 1959, p. 385) ¡Voluntad de mi Dios, qué linda sois! todos mis planes me pones por tierra, sin duda cuando trato de hacer mi gusto y como no es mi gusto el que tengo que hacer sino el vuestro, Vos así lo disponéis y así se hace. Amén. (D.E., 20 marzo 1959, p. 385) Empecé los Ejercicios, mi alma parece que entra en su elemento, como el pobre pez en cristalino estanque y ¡qué digo estanque, en inmenso océano! ¡Nos creaste para Ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en Ti! (D.E., 21 marzo 1959, p. 385) Gracias, mi Jesús, por ese bocado amargo que de tiempo en tiempo tengo que apurar, proporcionado por aquellos que Vos habéis puesto en mi camino, para hacerme probar el dulce pan del dolor. Una hermana que se busca la enfermedad por gusto, sin contar con la obediencia; hoy, culpa a la Congregación de su enfermedad, diciendo que está mandado que al levantarse se bañen con agua helada y congelada. ¡No entiendo cómo, en boca de estas personas, la mentira se convierta en verdad y puedan ser creídas de todos. Mi Jesús, para vuestra Congregación, sí os pido que miréis por ella; para esta vil pecadora, que las lenguas la hagan trizas y que quede reducida a lo que Vos queráis. (D.E., 22 julio 1959, p. 406-407) La divina voluntad es mi sostén, mi fortaleza y gran consuelo, aunque carezca de todo consuelo. En ella, una vez más y más, reposa mi pobre alma como el pequeño en los brazos de su dulce y buena madre. En ella, vive mi pobre alma en una paz profunda, íntima; nada turba ni espanta; parece que se es fuerte con la misma fuerza de Dios. ¡Oh Experiencia de Dios dulce voluntad de mi Dios, cielo anticipado del pobre desterrado; que yo viva de Vos y en Vos! (D.E., 24 julio 1959, p. 407) En estos momentos en que se cierran todas las puertas y parece se acaba toda esperanza, Vos me ponéis por enfrente ocasiones y más ocasiones en que me mostráis que queréis la Obra. Recoger 6 niños huérfanos; a la media hora, digo mal, menos de media hora, otros 3 huérfanos y en seguida un pobre que tenía gran necesidad. Vos queréis que vuestra Obra se ocupe de los pobres y los desgraciados. ¡Bendito seáis, mi Jesús! (D.E., 10 agosto 1959, p. 411) Vos quisisteis que como resultado de la entrevista de ayer, me ocupara hoy en lo que vuestro Corazón ama más y desea más ver atendidos y socorridos: los pobres, los afligidos y necesitados. Vino una de las angustiadas madres que encontré ayer. Su hija, con enfermedad muy triste; ella, con sufrimientos muy grandes, alma destrozada y casi perdida la fe. ¡Dios mío, cuántos sufrimientos sin mérito, por no sufrir con Vos y por Vos!, ¡oh, mi Amado Dueño, tened piedad de esas pobrecitas almas! Todas las puertas se nos cerraron; con la esperanza de conseguir algo, volverá mañana. Jesús mío, Vos sois el único y verdadero consuelo. ¡Cuántas lágrimas hay que enjugar y cuántas penas consolar! Quiero ser vuestro instrumento para hacer el bien a los que sufren. (D.E., 11 agosto 1959, p. 411) Los pobres, mis queridísimos hermanos, son la porción querida de vuestro Corazón y el rico presente que Vos me enviáis. Señor, quiero darme a ellos sin medida. Son vuestros quereres y a ellos quiero dedicarme, porque Vos me lo pedís y porque me los encargáis; mas ¡oh, mi Jesús! nada hago por ellos. Señor, ayúdame y alivia este martirio que padezco por ellos. (D.E., 13 agosto 1959, p. 411) Qué dulce es tener Madre y ¡qué Madre nos ha dado mi Jesús! ¡Cuánto deseo amarte!. Madre mía, enséñame a amarte con el amor más tierno que haya existido; enséñame a vivir de tu amor y de tus Dolores. Madre mía, te amo. (D.E., 15 agosto 1959, p. 412) Gracias mi Jesús por el don precioso de vuestra Cruz; en ella, espero, por vuestra Infinita Bondad, me concederás vivir y morir; en ella, sin alivio y sin consuelo. Esto era, Señor, lo que, precisamente, quería; porque Vos así lo queréis, vivir bajo el peso de la calumnia. ¡Qué dulce [es] esto, mi Amor! Jamás creí gozar tanto. (D.E., 28 agosto 1959, p. 414) ¡Que el trabajo y fatiga de este día sea todo para Vos! No tuve un minuto y, los tuve todos. Confío en Vos los hayáis tomado todos, porque sólo para Vos trabajé. ¡Reina, Amor mío, en los corazones del mundo entero! (D.E., 30 agosto 1959, p. 414) Dulce Jesús mío, por vuestro Pecho Herido, volved por esa porción querida de vuestro Corazón, los sacerdotes, conductores de las almas; para que jamás obren por pasión; que sólo el celo de vuestra gloria los mueva. (D.E., 14 septiembre 1959, p. 417) Sólo he podido ofreceros, Señor, mi pobre sufrir interno y externo, unido a vuestros infinitos padecimientos. ¿Qué es una pobre gotita de agua en la inmensidad del océano? nada, y menos que nada; eso soy yo en vuestra Iglesia santa y sin embargo Experiencia de Dios ardo en deseos de ser en ella, a ejemplo de aquella gran Santa: el Amor, ¡Oh! el Amor. Deseo amar y sólo amar a mi Jesús y a las almas todas del mundo entero y, en especial, las que el Señor me ha encomendado, en general y en particular. Si para amarte es preciso sufrir, y sufrir mucho, quiero sufrir sin medida; Vos seréis mi fortaleza. (D.E., 8 octubre 1959, p. 421) La lucha contra mí misma sigue en pie; debo olvidarme y morir a mí misma, sin que nadie lo note ni tome en cuenta. ¡Qué terrible!. Tengo que tomar mi corazón con las dos manos y sujetarlo fuertemente y a pesar de eso, cuando menos pienso, estallo ante actos tan bajos y tan poco dignos. Mas Vos mi Señor, me enseñáis cosas tan distintas, que no tengo razón ninguna para oírme y tomarme en cuenta. Sí, mi Jesús, sois el Señor que olvida, perdona y no cuenta; éste es el modelo; hoy, hay que hacer la copia, con vuestra gracia, la haré. (D.E., 10 febrero 1960, p. 432) Esta mi pobre vida, que os ofrezco como hostia en continua inmolación, por las almas a Vos consagrada y por mis hermanos indios. Jesús mío, ayudadme para poder hacer algo por ellos, padezco lo indecible, Señor, ante sus miserias y abandonos. Su desamparo me martiriza. Cuánto quisiera hacer por ellos y, es tan poco, lo que podemos hacer. ¿Qué hacer, Señor? ¡Ábreme camino; ayúdame, mi Jesús! (D.E., 19 febrero 1960, p. 433) Días de pena y dolor, benditos seáis, porque mi Jesús los permite y me los manda; por eso los quiero y los amo y no quiero, jamás, apartarme de ellos, sino cuando mi Señor tenga a bien quitármelos. Mi vida de inmolación que mi Jesús pide de mí, no podía realizarse de otro modo; por tanto, la pena y el sufrimiento jamás puede faltarme. ¿Señor, qué haría yo sin él? hacer vuestra voluntad, pues Vos me dijisteis: tu lema debe ser.- Ni padecer, ni morir. (D.E., 10 marzo 1960, p. 437) Parece que en torno nuestro todo falla, esto es señal que todo va bien. Ante el triunfo y ante el fracaso y derrota, está vuestro Infinito Poder y vuestra Santísima voluntad. Espero confiada, contra toda esperanza. (D.E., 18 abril 1960, p. 441) Cuanto más terribles son los palos y la negrura que me rodea, más profundo es el silencio y la paz que invade mi alma. Cuando el sufrimiento me destroza más el alma, la paz y el gozo es más profundo. Mi Amor, qué goces tan grandes habéis encerrado en el sufrimiento oculto. (D.E., 19 abril 1960, p. 441) Jesús mío, concededme que este cuerpo, de continuo atormentado por la enfermedad, sea, en verdad, un pequeño medio de vivir en continua inmolación por los intereses de vuestro Sagrado Corazón: la santificación de los Sacerdotes y de los religiosos. Siento en mi alma vuestro reclamo, Señor, y no quiero negaros nada y, por otra parte, veo que no tengo nada y estoy tan lejos, lejos de cumplir vuestros quereres y deseos. (D.E., 30 abril 1960, p. 442) Un nuevo Año, mi Jesús y Vos seguís durmiendo en mi pobre alma. No os despertaré; duerme, mi Señor y Dueño mío en mi pobrecita alma, no os haré ruido, no os despertaré hasta que Vos queráis. Si tu pobre juguetillo sigue para siempre olvidado, bien está, mi Jesús; él sabe que algún día os acordaréis de él y lo buscarás. Lo único que Experiencia de Dios os pido, mi Jesús, es amaros sin medida, aunque ya jamás sienta que os amo, con tal que este mi amor sea para Vos, mi Dueño y Señor, sensible y más que sensible. (D.E., 6 enero 1964, p. 648) Mi oración es más simple que de ordinario. Me abandono al Señor en un acto de amor, en total olvido de mí y me entrego al cumplimiento de lo que tengo que hacer; aunque, sin duda, lo hago bien mal sin querer; mi Jesús cuidará de su pobre nada. (D.E., 26 enero 1964, p. 651) Termina el mes y veo que os sirvo muy mal. Quisiera tantas cosas para Vos y por Vos y sólo reposo en una, en amaros; mas cada día deseo amaros más y más, sin medida; mas ¡Oh, mi Bien Amado! No quiero que esto sean sólo palabras, jamás permitas eso, mi Jesús. Quiero serviros en verdad y no de gustos o imaginaciones. (D.E., 31 enero 1964, p. 651) El pobre niño, en su cuna, agrada tanto a su buena madre, como el que juega o trabaja. Corazón de mi Jesús, yo duermo en una inacción y en una impotencia que sólo Vos sabéis. (D.E., 17 febrero 1964, p. 652) de mi afligida alma sólo se escapa este grito profundo y dolorido: Jesús mío, tened piedad de mí que soy una gran pecadora; y le grito más y más de lo íntimo de mi ser: ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío; espero en Vos contra toda esperanza! ¡Madre mía dulcísima, no me abandones ni me desampares! (D.E., 5 marzo 1964, p. 655) Heme aquí, mi Señor, que quiero inmolarme con Vos por las intenciones de vuestro divino Corazón, sin luz, sin consuelo, sin alivio en el padecer, para que Vos reines en los corazones de todos los hombres del mundo entero en especial por la santificación de las almas a Vos consagradas. (D.E., 10 marzo 1964, p. 656) Mi Jesús, no quiero sino lo que Vos queráis; ni más salud, ni más vida, ni más luz, ni menos abandono y obscuridad, ¡lo único que deseo es sólo el cumplimiento de vuestra divina voluntad! Si Vos queréis que trabaje, bien; si en la inacción, bien; bendito seáis por siempre y haced en mí lo que os plazca. (D.E., 1° abril 1964, p. 658) Correspondencia, asuntos, abandono interior, desamparo, sequedad sin límite. Mi Jesús, heme aquí para hacer lo que Vos queráis que sea, [Testado ilegible] no quiero oírme, quiero sólo vuestra voluntad divina cumplida en mí. Haced que mi insignificante vida sea un acto de inmolación constante. Me cansé con la correspondencia y mi pobre cabeza parece que no puede más. Como que no puedo ni rezar, ¡Jesús mío, qué nada soy! Tened piedad de mí. (D.E., 7 abril 1964, p. 659) Mi Señor, que esta rutina diaria, cada día y a cada instante se renueve por vuestro divino Espíritu de amor y sea cada día una llama cada vez más intensa que consuma en mí lo que no os agrada y alcance de Vos las gracias y los dones, unida a vuestras oraciones y adoraciones por las necesidades de mi Madre la Santa Iglesia; quiero ser de verdad su hija; quiero, de verdad, salvar las almas, a mi Jesús muy unida por el amor y el dolor. (D.E., 17 abril 1964, p. 660) Experiencia de Dios Mi Jesús, me atormenta la idea de que no hago nada por el establecimiento del Reinado de vuestro Amor en las almas. Jesús mío, tened piedad de mí y haced que trabaje por vuestro triunfo y reinado. La misma rutina de siempre; pero haced Vos que en el amor no sea rutina, sino siempre algo nuevo por el amor. Que trabaje diario en lo mismo para cumplir con mi deber y daros gloria con ello; pero cada día con más y más amor, aunque no lo sienta, aunque sea del todo obscuridad; pero eso sí, que cada día os ame más y más. (D.E., 21 abril 1964, p. 661) Mi Jesús, concedednos la gracia de no escatimar nada para obtener de Vos todo lo que Vos queráis, para lograr Legiones de Sacerdotes Santos que incendien la tierra con el celo y el amor y ganen para Vos el mundo entero. Queremos ser misioneras con ellos. (D.E., 19 mayo 1964, p. 665) Jesús mío, con pena veo que estoy, después de tantos años, [Testado: estoy] muy lejos de morir a mí misma, muy lejos de ese absoluto y total olvido del yo. Estoy viva y sensible a que se piense mal de mí y se me juzgue en algo que me parece no tengo culpa y, si la hay material, según yo, moral no existe y, quisiera defenderme y quisiera explicar. ¡Mi Dios, qué desmedida locura; qué desmedido amor propio! Seguiré invencible, con vuestra gracia, la lucha de la muerte de mí misma y guardaré profundo silencio, en especial interno y completo externo. (D.E., 20 junio 1964, p. 671) Mi alma es atormentada por el deseo ardiente de trabajar, por el Reinado de mi Jesús en el mundo entero. Ante la visita de lo poco o nada que hago, sufro el más terrible de los tormentos, sin encontrar [en] mi grandísima impotencia [más] que ofrecer a mi Padre Celestial la Divina Víctima, en su Inmolación constante en las 400,000 Misas que se celebran en el mundo durante el día y la noche y yo, pobre y miserable pecadora, juntamente con El, por las intenciones de su Divino Corazón, en un acto de amor y renuncia de sí y abandono en su divina voluntad. (D.E., 23 junio 1964, p. 671) He entendido que hoy, más que nunca, necesita la Santa Iglesia almas de oración que fuera de sus claustros; en medio de la maldad, malicia e inmundicias se conserve más y más dentro del Corazón del más amante de los Padres y Esposos, quien pide a los suyos esta ayuda, para conquistar un mundo empeñado en vivir lejos de El. Urgente pedir ese don de oración para todos los sacerdotes y almas a El consagradas. (D.E., 25 junio 1964, p. 672) Tened piedad de mí, de mis delirios y locuras. Señor, quisiera sufrir sin límite ni medida, en el alma y en el cuerpo, para probaros que quiero, de verdad, amaros, y, veo y comprendo lo que Vos me habéis enseñado, tu lema será: Ni padecer, ni morir. Sólo mi divina voluntad; a ella me entrego, a ella me abandono y haced en mí lo que os plazca. (D.E., 28 junio 1964, p. 672) En la meditación, me presenté a mi Jesús como la pobre nada y, con profundo dolor mío, he convertido esta nada en una nada pecadora; ¡qué pena y qué dolor, mi Jesús, haberos ofendido a Vos, tan bueno, dulce y Amante; mil veces perdón y misericordia, mi Jesús! (D.E., 30 junio 1964, p. 673) Experiencia de Dios Mi Buen Jesús, haced que este fuego que me abrasa, termine, si os place, su obra; sed Vos mi Jesús, el alivio de mi hambre y de mi sed. Mi Dios y Señor, tened piedad de esta pobre y miserable nada que todo lo espera de Vos, que todo lo tenéis. Me abrazo a ciegas con este estar lejos del campo en que debo trabajar y me abrazo con el descanso en que hoy me tenéis, que todo sea para vuestra gloria. (D.E., 6 julio 1964, p. 674) “Fuiste Madre para el sacerdote, impulsaste sus santos anhelos; le brindaste atención y consuelos, cual lo hicieras al Dios de bondad.” El fuego me abrasó, mas no me consume, ¡Ay, mi Jesús, si este fuego no fuera en verdad fuego de vuestro amor en mí, qué dolor ser sólo mentira y una mentira sin querer, mi Jesús! porque en verdad quiero amaros y ser consumida en este fuego; es lo único que deseo y no quiero escatimar nada porque Vos me concedáis tal merced. Mañana tendré que ir, si Vos queréis, a esa junta, con los voluntarios del Papa. Ayúdame, mi Jesús, y que todo sea para vuestra gloria. (D.E., 11 julio 1964, p. 675) Gracias, mi Buen Jesús, porque después de estos días de descanso, me siento mejor y con fuerzas para trabajar. No permitáis, mi Jesús, emplee un solo instante de mi pobre vida más que en amaros y haceros amar del mundo entero. (D.E., 25 julio 1964, p. 678) Mi Señor, tengo sed de darme a Vos y a mis hermanos del mundo entero y el peso de mi impotencia, de mi nada [Testado: y] de mi ignorancia y nulidad, impotencia y miseria, no me dejan hacer cuanto desearía. Sólo mi pobre oración, unida a la vuestra, se eleva hacia Vos, en favor de mis hermanos del mundo entero, la Santa Iglesia mi Madre, tu Porción Escogida; mi Jesús, óyeme, por piedad, y tened compasión de vuestra pequeña nada. (D.E., 15 agosto 1964, p. 681) Gracias, mi Buen Jesús, porque me hacéis sentir el peso de mi impotencia y de mi nada, para acudir siempre a Vos y buscar a Vos, sintiéndome sola y sin a quién volver. Sé que Vos jamás me dejáis y aunque caminara por las sombras de la muerte, Vos estaríais siempre conmigo; creo, os amo y en Vos espero. (D.E., 18 agosto 1964, p. 681) Por vuestra divina bondad, haced que de verdad os ame más y más [Testado: y] cada día y que ni un instante de los que me restan de vida lo pase sin amaros y amaros sin medida. Mi Jesús, ¡quién pudiera pasar con Vos, horas y horas, sin preocupaciones, sin pendientes! con seis horas que Vos me concedierais, mi Jesús, sería feliz; aunque lo soy, de vivir haciendo vuestra divina voluntad en la negación de esa hambre y deseo de estar con Vos horas y horas. (D.E., 21 agosto 1964, p. 682) Experiencia de Dios La guerra continúa, más y más encarnizada. Soy la pequeña que se vuelve siempre a su Madre del cielo, para que le alcance de su divino Hijo, piedad y misericordia. Pienso y ruego por los pecadores mis hermanos, de los cuales, el primero y más grande, soy yo. (D.E., 9 septiembre 1964, p. 685) Me parece que jamás había hecho tantos actos de confianza como ahora. Mi Jesús, creo a ciegas en Vos y en Vos, a ciegas, confío. En mi profunda noche, sé mi luz, Señor. (D.E., 10 septiembre 1964, p. 685) Sigo en las sombras de la muerte; mas siempre martirizada por la sed de amarlo y hacerlo amar de todas las almas del mundo entero; sin sentir jamás el desaliento, por el continuo fracaso. (D.E., 23 septiembre 1964, p. 686) Mi Jesús me enseña para que escape de las garras de la furia del demonio. El demonio que llega y, yo que le vuelvo las espaldas y me escondo en mi Jesús, amándolo; de tal manera que este enemigo me ayuda a vivir más unida a El. Lección admirable, que no conviene al demonio y que sirve para ponerlo constantemente en fuga. ¡Jesús mío, no os apartéis jamás de vuestra pequeña! (D.E., 26 y 27 septiembre 1964, p. 687) Y Vos, mi Buen Jesús, enséñame cómo debo arreglármelas para dar alimento a todos los que lo necesitan; Vos sabéis, mi Jesús, que sufro lo que jamás podré expresar ante la sola vista de un pobre, ¡cuánto más cuando lo veo con hambre, frío o enfermo! Uno mi pobre oración a la vuestra, y mis pequeños e insignificantes sacrificios y sufrimientos para que Vos concedáis el alimento, el alivio y el consuelo para los que sufren, y la gracia de poder dar, a cuantos Vos acerquéis a mí y, abrir las puertas de los internados a cuantos niños pobres y desamparados llamen a sus puertas. Mi Jesús, Vos que me escucháis, dad a mis hermanas, entrañas de caridad y compasión para los niños y los pobres, que Vos tanto amáis y deseáis ver amados y atendidos. (D.E., 14 octubre 1964, p. 689) Gracias, mi Buen Jesús, porque me concedéis la gracia de que jamás me desaliente ni desanime, por más grandes que sean mis caídas, derrotas y fracasos. Vos me enseñáis, que vuelva a empezar con el mismo valor, la misma confianza y la misma constancia; como si fuera la primera vez que empezara vuestra Obra. A pesar de lo que sufro, Vos hacéis, mi Señor, que en paz y tranquila emprenda cada día la lucha diaria. (D.E., 29 octubre 1964, p. 692) ¡Qué hermosos son los Santos! ¡Cuánto deben amaros y consolaros! ¡Mi Jesús! por eso quisiera ser como uno de ellos. Mas ¡ay! mi Señor, que estoy tan lejos y tan impotente, que me espanto. En Vos confío y dadme vuestra gracia para amaros como Ellos os amaron. Quiero cumplir con el deber hasta el fin de mi vida y de mis fuerzas, cueste lo que cueste. Quiero sufrir sola y en el más completo olvido, por Vos, mi Amado Dueño. Quiero aceptar a diario mi continuo fracaso. Os hago el sacrificio de no ver jamás, en torno mío, ni triunfos, ni éxitos, sino todo lo contrario; en una palabra, quiero lo que Vos queráis. Me parece que Vos me dijisteis una vez, hablándome de vuestra Obra: -Tú no verás el éxito-. (D.E., 2 y 3 noviembre 1964, p. 693) Experiencia de Dios mi Bien Amado. Se mi sostén y fortaleza, para siempre deciros SI, mi Señor, para vivir abandonada y entregada a vuestra divina voluntad. Esta vuestra adorable voluntad será siempre mi gozo y cielo en el destierro junto con el sufrir y padecer por Vos. Si mi amor es sólo una ilusión, mi Jesús, Vos tendréis piedad de mí y Vos lo haréis realidad; pues os quiero amar, hasta morir de amor. (D.E., 5 noviembre 1964, p. 694) Gracias, mi Jesús, cada día ha de traer un calvario y cada día hay que subir a él y morir con Vos; hágase, mi Señor, como Vos queráis que sólo quiero decir amén, en todos los momentos de mi vida. (D.E., 12 enero 1965, p. 706) Mi Jesús, gracias, porque ponéis en mi camino almas que me ocasionen problemas y dificultades, para más sufrir y padecer. Es preciso sentir todo el peso de destierro, para amar más y más el dolor y que, seres muy queridos, sean los que así nos crucifican. (D.E., 14 enero 1965, p. 706) No me pertenezco, sé que debo vivir de inmolación; no quiero jamás negaros un solo instante de mi pobre vida, en especial en estos días en que, de la mañana a la noche, debo darme sin límites ni medida a mis hermanas. Heme aquí, Señor, para hacer vuestra santísima voluntad. Quiero, sí, mi Jesús, hacer de mi vida un acto de renuncia continuo y en el más completo olvido de mí, sirviéndoos en mis Hnas. (D.E., 16 enero 1965, p. 707) Mi Amado y mi Dueño; quiero amaros por todas estas almas y por todas las del mundo entero. Mi pequeñez no tiene medida y tengo ansias y deseos de amaros sin límite ni medida; padezco lo indecible ante mi impotencia y lo imposible; y mi sed aumenta y aumenta, y aumenta mi dolor ante... ver que no hago nada y quisiera hacer por Vos, por vuestro amor hasta lo infinito; tormento dulce y terrible, ¡sigue adelante tu obra de gozo y dolor y que la voluntad de vuestro amor me inmole sin compasión! (D.E., 23 y 24 enero 1965, p. 708) Mi amado Señor, no me cansaré de llamar a las puertas de vuestra infinita Misericordia. No permitas tal castigo para tu Iglesia. No permitas, mi Jesús, entre la abominación y la desolación en el Santuario. Entiendo lo que Vos me ordenáis, hoy más claramente que nunca, La única salvación es que las almas religiosas y los Sacerdotes sean almas de oración, almas unidas a Vos en el olvido de sí mismas. (D.E., 23 febrero 1965, p. 711) Gracias mil y mil, mi Jesús, por los tesoros que Vos, en este día, me habéis enviado. Los amo, Vos me los mandáis, y con toda mi alma los oprimo contra mi pobre corazón. Sed Vos, mi dulce Amor, mi sostén, luz y consejero para acertar con vuestra divina voluntad. (D.E., 1° marzo 1965, p. 712) Jesús, mi Amor, que vuestra divina gracia, por piedad, sostenga mi pequeñez y debilidad, con tal de consolaros y aliviaros, y amaros y desagraviar a vuestro tan herido Corazón, que vengan todos los calvarios y todas las cruces y todos los tormentos, quiero lo que Vos queráis, sin límite ni medida. (D.E., 2 marzo 1965, p. 712) Heme aquí, Señor, haced en mí lo que os plazca, quisiera darme de tal manera a la penitencia durante el tiempo de cuaresma que de verdad pudiera matarme, Experiencia de Dios atormentarme sin quitarme la vida, porque tal cosa no es voluntad del Señor, pero sí, castigar este cuerpo de pecado y alcanzar, de mi Jesús, la conversión de los pecadores del mundo entero. (D.E., 5 marzo 1965, p. 713) Mi alma se abisma en el dolor, ante esta multitud de niños sin hogar o de hogares deshechos; jóvenes indolentes, que no se les forma, por una debilidad imperdonable; jóvenes delincuentes, que se les abandona a su suerte y no se les trabaja para que se regeneren, porque el Padre encargado los deja. ¡Jesús mío, mi ser se enardece; quisiera, inyectarle el fuego ardiente de vuestro abrasado Corazón! Quisiera, mi Jesús, suscitar legiones incontables de incansables misioneros, que se lanzaran por el mundo a la conquista de vuestras amadas almas. Quisiera millares y millones y millones de religiosas, para lanzarlas a la conquista de la niñez; en especial la niñez desvalida; con corazón de madres y de apóstoles. Quisiera multiplicarme por millones y millones y lanzarme al trabajo, día y noche, sin descanso y sin necesidad de comer ni de beber, para emplearme sólo en vuestra gloria y bien de vuestras almas. (D.E., 30 marzo 1965, p. 717 y 718) ¡Qué lejos estoy de ser como esas almas generosas y penitentes, que tanto pueden ofreceros! mi nada y pequeñez no tiene límite; y esto es lo único que puedo ofreceros. (D.E., 12 abril 1965, p. 720) Señor, no tengo con qué pagar, concédeme, mi Bien Amado, que mi gratitud y amor no tenga jamás límite para Vos y os ruego paguéis, por mí, a las almas que ponéis en mi camino para hacerme bien. (D.E., 23 abril 1965, p. 721) Mi Jesús, mi confianza no tiene límites; ¡en Vos confío para la conquista de todas las almas de estos lugares y del mundo entero! ¡Reina, Corazón Divino, por piedad, por tu Espíritu de amor, en las almas todas! (D.E., 27 abril 1965, p. 722) Lo mismo que ayer. Monotonía del trabajo diario, hecho por Vos y con Vos, mi Único Dueño, hace que jamás sea rutina.; porque jamás puede ser rutina serviros. ¡Oh, mi Único Amor! siempre antiguo y siempre nuevo, haced que cada día de mi destierro sea nuevo para mí, para hacerlo siempre con más gusto, con más y más amor, con mayor sed de mostraros mi amor; trabajando por Vos y para Vos, por vuestros intereses y vuestra gloria, vuestro Reinado de amor en el mundo entero. (D.E., 19 y 20 junio 1965, p. 732) Mi Buen Jesús, haced por piedad, que esta vuestra pobre nada se ocupe, en su pequeñez y miseria, en inmolarse unida a Vos, ¡Oh Divina Víctima por mí inmolada! en el olvido, silencio, obscuridad y, que esta vida que cada día se extingue, sea sólo por Vos. Gozo en mis cansancios porque me canso sólo por Vos, mi Señor. Mil cosas se ofrecen que no es posible resolver al mismo tiempo y que no tiene más remedio que irlas haciendo poco a poco. ¡Oh, limitación humana, qué bien nos ponéis de manifiesto nuestra gran pequeñez y nulidad para todo! Sólo Vos, todo lo podéis. (D.E., 21 junio 1965, p. 732) Experiencia de Dios Sólo Vos, mi Señor, sois siempre el mismo; siempre fiel; jamás me dejas sola; me ayudas y me alientas y me das fuerzas y me dices qué haga. Cada vez veo más claro; Vos me escogisteis a mí porque era el ser más inútil que existe sobre la tierra; en una palabra, soy una nulidad y Vos, mi Unico Dueño, queríais ocultaros en esta pobre y miserable nada. (D.E., 30 junio 1965, p. 734) El trabajo, me convenzo, jamás se termina y, si no vivo unida a Vos en él, me [Testado: al] abruma. Mas en estos momentos tengo que entregarme a él para terminar todo lo que se atrasó durante el tiempo que estuve en Estados Unidos. Haré de mi trabajo una oración continua y una súplica continua; haciendo violencia a tu Amante Corazón, para que me concedas, desde este pobre rincón, misionar en el mundo entero, ganando para tu Amantísimo Corazón, a esos Rusos y a esos chinos. Dadme, mi Jesús, a esa querida Rusia, a China, a todos los infieles. ¡Reina, mi Señor, en el mundo entero! (D.E., 1° julio 1965, p. 734) Mi Jesús, no creo, mi Señor, que me dejes en mis deseos y esperanzas; en Vos confío que me darás todo lo que os pido a cambio de mi pobre e insignificante trabajo diario. Quiero, mi Amor, librar vuestras batallas, quiero conquistar para vuestro Amante Corazón el mundo entero. Quiero ser fuego para encenderlo y consumirlo en la Hoguera de vuestro Infinito Amor. Hoy, que estoy con estas piernas mal y que tanto se resisten a llevarme, ¡Señor, moved las piernas y, sobre todo, millones de corazones sacerdotales, llenos de celo y caridad apostólica sin límites ni medida, para que se lancen a la conquista del mundo! (D.E., 2 julio 1965, p. 734) En mi pobre oración sólo amo; vuestro amor es el mío y con él os quiero sin medida amar y amar. Mi pobre alma se pierde en él y no sabe hacer otra cosa que amar y amar. ¡Hoy, más que nunca, veo muy claro que, en verdad, sólo la eternidad será suficiente para amaros, mi Buen Jesús, mi Señor y mi Dios! Perdida en este amor, palpo mi pequeñez, mi nulidad, mi nada, mi impotencia y mi absoluta desnudez de toda virtud, ciencia, santidad, etc. ¡Llegaré ante Vos, oh Divina Grandeza, con mis manos vacías; no hice nada en esta vida por Vos, Vos, en mí, lo hicisteis todo. Soy vuestra nada! (D.E., 3 julio 1965, p. 734-735) Mi alma se hunde en la vergüenza y en la confusión; hoy hace 48 años que pronuncié por vez primera mis Votos y veo qué mal os he servido, mi Jesús. En Vos confío; en [letras ilegibles] Vos me abandono y pierdo; suplid, mi Unico Amor, mis deficiencias; hacedme fiel ¡hacedme morir de amor! que éste sea vuestro castigo a mis faltas e infidelidades. (D.E., 1° enero 1967, p. 808) Mi Jesús, mis locuras son sólo locuras; quisiera padecer por Vos, sin medida. Y, ¿cómo puede una [puede] de una pobre nada, padecer sin medida? Locura, mi Jesús; mas Vos podéis recibir mis inmensos deseos. (D.E., 7 enero 1967, p. 809) Mi Jesús, en Vos confío y confío en Vos sin límites; y, por esta confianza que tengo en Vos, espero el remedio de esa terrible necesidad de esa persona que tanto sufre. Mi Amor, haced en este punto lo que vuestro Corazón os diga; mas, según vuestra gran misericordia, volved por esa persona. (D.E., 24 enero 1967, p. 812) Experiencia de Dios Mi alma, en la meditación, recibió una gran luz, sobre su nada, miseria y pequeñez. Mi vida entera, debe moverse en esta verdad que en mí llevo; que soy polvo, ceniza y nada. Mi tesoro y mi riqueza, la nada y la miseria; mis pecados, faltas, defectos, imperfecciones, son los únicos tesoros que poseo, para comprar a la divina Bondad, gracias y misericordia para mi pobre alma y para las almas todas. Mi vacío y mi desnudez claman, sin cesar, ante el Trono de la Divina Misericordia, para que dé a mi alma todo lo que no tiene. Mi gran miseria es la que atrae a mi Jesús. (D.E., 10 agosto 1965, p. 742) Entendí debo emplear lo que me falta de vida en amar y hacer amar al Corazón de Jesús, del mundo entero, pero en especial de todos sus sacerdotes. Mi Jesús, no quiero escatimar ni un solo instante que no esté ocupado en Vos sólo, mi Señor. Este llamado tantas veces repetido me parte el alma, mi Jesús. Seguiré llamando a sus puertas. (D.E., 11 agosto 1965, p. 742) Ante la cruz del Corazón de mi Jesús, mi alma se sintió en un abismo de confusión y vergüenza. Abismada en mis pecados pedí y pedí perdón a mi Señor, y, de corazón prometí la enmienda por la continua mortificación en todas las cosas pequeñas. Perdóname, mi Jesús, siempre como ansia; me gusta llevar las cosas al día y no me gusta que vean las cosas con indiferencia y con lentitud; eso me quema, (D.E., 17 agosto 1965, p. 743) En todo este tiempo en que las fuerzas me faltan y en que no puedo hacer todo el trabajo, mi pobre alma se ocupa en amar al Señor, perderse y olvidarse en la divina voluntad, olvidada de sí y en profundo silencio perderse en ese dulce y divino Padre. Parece que cada día que pasa, mi Jesús me enseña algo de su divino Padre, para que más y más le ame; ¡Oh Ternura, oh Bondad, oh abismos de Infinita Misericordia! ¡Oh abismo de Perfecciones Infinitas! qué Padre tan bueno sois, qué Padre tan Padre eres para mí, pobre y miserabilísima criatura, nada y menos que nada. (D.E., 26 agosto 1965, p. 745) ¡Dios mío y Padre mío que buscáis la nada, la miseria y la pequeñez para hacer brillar vuestro Poder y Misericordia! Padre nuestro que estáis en los cielos, he aquí a esta pobre nada que desea amaros sin medida y sin límites; enseñadme a amaros con el Amor con que os amáis a Vos mismo, oh, mi dulce Padre, perdonad a esta que es menos que la nada, semejante pretensión.(D.E., 27 agosto 1965, p. 745) Día de los Dolores de mi dulce Madre del cielo. Mi Reina, quien os ve, mi Madre, padecer ¿puede quejarse de sufrir y padecer? Oh, Madre mía amadísima, enséñame a amaros, serviros e imitaros en vuestro martirio de Dolores. (D.E., 15 septiembre 1965, p. 746) Mi Jesús, esta cantidad de jóvenes que se apartan de Vos, para seguir sus gustos y sus inclinaciones, me traspasan el alma; se van, ciegas, sin rumbo en su vida. Me Experiencia de Dios parecen como hijas pródigas que dejan la casa del Padre de Familia y, se van a lejano País, a gozar de sus fingidas riquezas y libertad. (D.E., 20 septiembre 1965, p. 747) Un día sin un minuto de descanso. No sé, mi Jesús, por qué hoy me canso tanto, sobre todo de hablar; y, lo único que sé es dormir; ¡qué pena me da, mi Jesús, esto, sin embargo, no puedo hacer más, ni tengo más qué ofreceros; porque es lo que más me cuesta! En vuestra misericordia, recíbemelo, Señor, en expiación de mis grandes culpas y por las intenciones de vuestro Sagrado Corazón, unido a tus Infinitos méritos, por la santificación de tus Sacerdotes y religiosas. Mi Jesús, mi alma vive en un abismo de confusión, por no saber cumplir vuestra voluntad respecto a las almas que Vos me confiáis y a las almas a Vos consagradas. Perdón, mi Jesús, enseñadme. (D.E., 23 septiembre 1965, p. 748) Os ofrezco, Jesús mío, los insignificantes actos de mortificación, sacrificios y amarguras de este día. ¡Dulce Jesús mío; tu pequeña, bien pequeñas cosas es lo único que puede ofreceros! La negación constante de mí misma, en favor de vuestra querida Obra. (D.E., 24 septiembre 1965, p. 748) Una vida interior [Testado ilegible] de nombre; una meditación diaria, sin reflexión, sin resoluciones generosas, dejan [Testado: do] a las almas sin valor para imitar a mi Cristo; no puede ni podrá jamás dar almas interiores, espirituales y amantes de nuestro Buen Jesús. (D.E., 17 agosto 1965, p. 743) Señor, vengo a mi cruz y ni un instante de este día, ni de mi vida, quiero estar fuera de ella en paz, tranquila, gustosa, aunque sin tener ni el más mínimo consuelo; y que, si Vos así lo queréis, mi mayor consuelo sea carecer de todo consuelo; sólo quiero amaros y amaros sin medida, aunque jamás sienta tal amor. Que mi amor hacia Vos no tenga jamás medida. Mándame lo que os plazca, pero dadme amor a Vos, mi Único Amor. (D.E., 18 enero 1966, p. 752) Por la noche había terminado, y mis fuerzas también. ¡Bendito seas, mi Señor! Si vivo para mañana, ya me mostrarás vuestra santa voluntad; entre tanto, hay que esperar la noche, con todas sus fatigas y sufrimientos. Sea como Vos queráis. (D.E., 19 enero 1966, p. 752) ¡Señor, hacedme como os plazca y me basta! Que me duela, que sufra o que padezca, quiero lo que Vos queréis y nada más. Señor, que os ame y mi vida sea el amor. Mi Jesús, haced que os ame y os ame sin medida, y mi vida sea una oración continuada en el goce, en la pena, en el dolor. (D.E., 20 enero 1966, p. 752) Ciertamente, yo no tengo nada; pero mi dolor se mitiga con vuestro don, varias veces repetido: -Mi amor es el tuyo; ámame con mi mismo amor-. Entonces, Jesús mío, este vuestro Amor es mi amor; recíbelo, mi Jesús, mi Amor y mi todo, y haced que con vuestro amor, a ejemplo de este joven, yo también muera de amor. (D.E., 26 enero 1966, p. 753) Medité en mi Padre del cielo, mi pobre alma en El se pierde. ¡Oh Grandeza, oh Hermosura, oh Bondad, oh Ternura para una pobre nada y menos que la nada! ¡quién siempre os hubiera amado! ¡Oh abismo de infinitas Perfecciones, oh Incendio de Amor, Experiencia de Dios incendia al mundo alma por alma. Mi Padre amado, que seáis conocido, amado, servido de todas vuestras criaturas, ¡quisiera amaros por todas y cada una, mi Padre, mi Padre! perdida en Vos trabajé este día. (D.E., 27 enero 1966, p. 753) Concededme, mi Jesús, que mi vida sea un acto de amor continuo en unión de vuestra voluntad santísima, para no tener jamás sino, una sola voluntad con Vos; un mismo querer y no querer. (D.E., 3 febrero 1966, p. 755) Mi Jesús desea ser amado de sus almas, quiero de verdad amarlo sin medida; tengo hambre, tengo sed, tengo ansias devoradoras de amor y más amor para amarlo y mi sed y tormento se calma amándolo con su mismo amor y, digo mal: se calma; porque es una sed constante, para lo cual es preciso un acto de amor constante. Enséñame, cada vez más y más a amaros, mi Señor. (D.E., 5 febrero 1966, p. 755) Gracias, mi Jesús, por el don de tus sacerdotes en la tierra, para continuar tu obra de amor. Señor, que sean santos como Vos los queréis. (D.E., 11 febrero 1966, p. 756) Un día lleno de trabajo, ¡que todo sea para Vos, mi Jesús, y para vuestra gloria! Señor, si mi alma ocupada en cumplir el deber se llegara a apartar de Vos, cuánto sufriría, mi Bien Amado, porque eso no lo quiero. En Vos y por Vos quiero hacerlo todo y pasar mi pobre vida amándoos más y más cada día, aunque jamás lo sienta, aunque Vos me dejéis olvidada, mi Jesús; aunque parezca que os habéis olvidado de vuestra pobre y pequeña criatura. Haced de mí y en mí lo que os plazca. (D.E., 14 febrero 1966, p. 756) Todo el día, mi Jesús, ni un minuto libre para ocuparme sólo de Vos; aunque siempre estoy con Vos porque estoy en vuestras cosas y me basta y, si tiempo, para esta vuestra pobre pequeña nada, no hay, no importa, mi Buen Señor; aunque Vos sabéis, mi Jesús, que me gustaría tener unas cinco horas de oración cuando menos, hoy ya no me dais fuerzas para tomarlas por la noche, ¡hágase vuestra voluntad! (D.E., 26 febrero 1966, p. 758-759) Confío en que mi querida Madre del Cielo me ayudará y, podré, todos los días, dejar a sus plantas la Obra de su Divino Hijo, para que Ella la forme según su Corazón; que nos convierta en almas según el Corazón de su Amado Hijo Jesús. Madre mía, haced realidad mi sueño y alcanzadnos la conversión de corazón. (D.E., 28 febrero 1966, p. 759) Mi alma se pierde en el dulce e insondable Misterio de la Sma. Trinidad. ¡Dios de mi corazón, qué Grande sois! ¡qué pequeña y qué nada y menos que nada soy yo y esta nada es pecadora! ¡Cómo quisiera, mi Dios, jamás haberos ofendido y siempre amado y servido. ¡Oh mi buen Dios, perdonad a esta pecadora nada que desea amaros sin medida! ¡Oh Santísima Trinidad, oh mis Tres, oh mi Uno; abrasad mi alma en vuestro infinito amor, consumid mis pecados, mis maldades y hacedme fuego! (D.E., 4 marzo 1966, p. 760) Experiencia de Dios No puedo meditar en la Pasión de mi Jesús, mi alma se ocupa sólo de mi Divino Padre del cielo; quiero amarlo, servirlo, ser hija; quiero lo que jamás acertaré a decir, sólo en el cielo, sólo en el cielo me perderé en El; abismada en mi na[da], mi pobre alma se pierde en el silencio y la adoración y el amor; quisiera, sin medida amarlo y verlo amado de todos los hombres, que en verdad fueran hijos para este Unico Amado Padre, porque nadie es tan Padre como El; jamás ofendido, siempre servido, ¡quisiera lo que mi lengua no puede decir! (D.E., 5 y 6 marzo 1966, p. 760)