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SEPTIEMBRE - 2014 - Carta de Jean Queridos amigos, Fueron tantos de Ustedes los que me escribieron en el momento de la muerte de mi hermano Benedict y un mes más tarde, cuando se murió mi hermana Teresa. Gracias, gracias por todo su amor, su bondad y su compasión. Lo que me ha impactado es la grandiosidad de nuestra familia extendida por el mundo: aquellos que Benedict llevaba en su corazón con el amor y la sabiduría de Dios y aquellos que han estado cerca de Teresa con su competencia tan sabia, su amor lleno de dulzura, su gran sentido del humor y su risa contagiosa, y todos los miembros de El Arca y de Fe y Luz que la conocieron. Para mí era casi normal que Teresa nos dejara después del fallecimiento de Benedict. Él fue su apoyo durante todos estos años vividos en un hogar para ancianos de las Hermanitas de los Pobres. Todos los domingos, y quizás más frecuentemente todavía, él la llamaba por teléfono. Benedict era su luz, su consuelo y su esperanza en la resurrección. No es de extrañar que Teresa aspirara a seguirlo y que ella rezara para que así fuera. ¡Lo siguió rápidamente! Pude hablar con Benedict por teléfono cuando estaba en el hospital no muy lejos de su monasterio (Canadá). Le pedí que me esperara si su condición empeoraba, y eso hizo. Yo estaba cerca de su cama el día que murió. Benedict estaba en su cama con su sonrisa tan dulce, dando vida a los que estaban cerca de él y esto incluso en medio de su sufrimiento. Fue un tierno y santo monje durante 68 años, buscando e irradiando la presencia de Dios. En un momento dado -oh qué hombre más dulce- puso su mano en la mía y nos quedamos allí, orando juntos en silencio hasta que su respiración y su corazón se detuvieron. No pude contener mis lágrimas. Entonces su médico me pasaba unos kleenex, uno tras otro. Yo no quería dejar ese lugar tan apacible, esa mutua presencia orante. Por supuesto tuve que hacerlo, ya que Benedict había dejado este lado del río de la vida visible para ir hacia el otro lado. El velo entre lo visible y lo invisible es tan fino, tan ligero. Durante toda su vida estuvo esperando este momento de encuentro con Aquel que amaba y para quien ofreció toda su vida: se fue a la otra orilla. Gracias mi hermano mayor! Ahora tengo yo seguir mi vida en este lado. Un mes más tarde Teresa se cayó en su habitación (Londres) y fue llevada al hospital, el mismo donde ella había ejercido la medicina durante muchos años. El médico que la recibió tenía problemas para entender su deseo de juntarse con Benedict. Teresa -que había acompañado y tratado tan maravillosamente a cientos de personas durante los últimos momentos de sus vidas- fue acompañada bellamente por un médico que la había conocido y amado en el mundo de los cuidados paliativos. Éste sugirió que Teresa regresara donde las Hermanitas de los Pobres. Yo estaba con ella justo antes de su salida del hospital. Ella estaba en una terrible agonía que nadie podía entender. Fue doloroso para mí y para los otros el verla así. Ella decía: "Por favor, por favor". Era como un grito. De regreso en la casa de las Hermanitas, reencontró la paz. Pude hablar con el medico de los cuidados paliativos que se encargaba de ella más o menos inconsciente. Le pregunté cuánto tiempo pensaba que ella podía vivir. Me dijo que tenía todavía un trabajo espiritual que hacer, una obra de intercesión. “Se irá cuando haya hecho este trabajo.” Al día siguiente murió en paz. Su entierro fue tan hermoso: me atrevo a decir que como un glorioso cumplimiento de los años durante los cuales ella había luchado por la unión entre las Iglesias. La misa funeral, celebrada por el padre David Stanley, tuvo lugar en la Catedral Anglicana de Canterbury con muchísimos amigos y miembros de El Arca y de Fe y Luz. Está enterrada en el pequeño cementerio de Barfreston, la aldea donde empezó la primera comunidad de El Arca en el Reino Unido en 1974. Descansa allí con las primeras personas que ella acogió en la comunidad y que ya han hecho su paso hacia la Morada Eterna. Teresa era una mujer maravillosa, una magnifica mujer, compasiva y amorosa y una doctora muy calificada. Ella se dio enormemente, no sólo a las comunidades de El Arca que había fundado y coordinado en el Reino Unido y el norte de Europa, sino a todas nuestras comunidades de El Arca. Luchaba para hacer de nuestras comunidades lugares de crecimiento y de acogida para los que necesitaban ser acogidos debido a su fragilidad, y también para aquellos que vinieron a vivir con ellos. Su corazón añoraba la unidad de los cristianos y de todos los hombres. El canto de su vida y de su sufrimiento era: “Que todos sean uno.” ¡Son los 50 años de El Arca! La tierna mano de Dios nos ha conducido a todos en todos estos años. Sí, El Arca es la obra de Dios. Dios anhela la unidad, Dios desea que esas personas a menudo tan rechazadas y dejadas a un lado debido a sus discapacidades, sean consideradas como valiosas e importantes en nuestras sociedades, en nuestras iglesias y en nuestras religiones. Tienen tanto que enseñarnos acerca de lo que es un ser humano: no buscan ser ganadores sino gente unificadora en comunidades de vida y alegría. Las personas rechazadas nos llaman a amar y a abrir nuestros corazones a cada persona sin importar cuáles sean sus diferencias y hasta por esas mismas diferencias. Nos llaman a renunciar a nuestros prejuicios, que tienden a hacernos ver a algunas personas como muy importantes y a despreciar a otras. Nos llaman a caminar juntos hacia la unidad de nuestra gran familia humana. Sí, El Arca es la obra de Dios. Le doy gracias a la dulce mano de Dios que nos condujo, primero con Raphaël y Philippe en Trosly hacia tantas personas alrededor del mundo que viven la fiesta y el amor. Mi estadía en el monasterio trapense de Orval (Bélgica) y, antes de eso, en el Carmelo de Cognac (Francia) -donde las hermanas rezan desde hace casi 40 años por El Arca y por Fe y Luz- fue dulce y silenciosa. Sin teléfono, sin visita. Me dejé introducir en el silencio, un silencio que es plenitud, un silencio que forma mi corazón, un silencio en el cual puedo descubrir, sin temor ni huída, mis debilidades, pero también encontrar a quien me sana, Jesús. Sí, es Dios quien sana mi mente y mi corazón y me llama a una plenitud interior de paz. En Francia, en el mes de mayo, 2,000 de los nuestros se reunieron en Paray-le-Monial para dar gracias por nuestra historia y por esa mano Dios colmada de bondad que nos ha conducido. En junio, cada comunidad se puso en camino hacia otra comunidad de El Arca para celebrar nuestra unidad y dar gracias. El 27 de septiembre, muchos de nosotros se reunirán en las calles de París para cantar, bailar, celebrar y dar gracias por aquellos que son más débiles y que dan vida, no sólo a nosotros sino también a muchos otros. Luego, a finales de septiembre, dos personas de cada primera comunidad de todos los países del mundo se reunirán en Trosly para celebrar y dar gracias a Dios por la obra de paz que es El Arca. Celebré mi 86to aniversario -¿Cuántos cumpleaños me quedan todavía?- Vamos a ver. Por el momento quiero seguir mi camino de crecimiento en el amor y de acogida de todo lo que soy, de mis debilidades y de mis dones: mi camino hacia la morada final de la celebración en el corazón de Dios. Cada vez me doy más y más cuenta de lo poco que sé rezar. Tal vez todo lo que puedo hacer es ofrecerme a Jesús y esperar su dulce y tierna venida. Estoy escribiendo las últimas líneas de esta larga carta a la orilla del mar en Ambleteuse, en el norte de Francia. Unos amigos nos prestaron su casa a Odile y a mí. Gracias Odile por velar por mí y por cuidar para que no me caiga. Estamos en una hermosa casa con una magnífica vista al mar y la playa donde grandes olas ruedan y luego se retiran, los barcos se deslizan sobre el mar, las gaviotas se dejan planear por la brisa o se abren camino pico al viento. Constantemente lanzan su grito estridente: “kriek kriek, kriu kriu”. El sol va y viene, como las nubes. ¡Es maravilloso ver como las playas se convierten en el paraíso para los niños! Allí, de una manera muy especial, Dios está presente a través del esplendor de la creación. El mar, siempre impulsado por un fuerte movimiento, parece a veces un poco enojado y otras veces está tan dulce. Todo está allí en forma de una meditación sobre el poder y la pequeñez de Dios, donde lo grande y lo pequeño se unen al mismo tiempo. Ahora debo dejar este lugar para reencontrar mi vida de retiros, encuentros y oración en Trosly. PS: Información sobre mis recientes publicaciones en francés. ¡y esperamos muy pronto en español! "Larmes de silence" (lágrimas de silencio) ha sido reeditado en Presses de la Renaissance con los retratos de Jonathan Boulet-Groulx (Canada). Las ediciones Albin Michel acaban de publicar mi biografía escrita por Anne-Sophie Constant: "Jean Vanierportrait d’un homme libre" (Retrato de un hombre libre) Publicado por las ediciones des Béatitudes, "Vivre ensemble avec nos différences – Questions d’enfants sur l’Eglise" – (Vivir juntos con nuestras diferencias – preguntas de niños sobre la Iglesia) - es un libro para niños con ilustraciones de colores vivas.