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Vigilia de Adviento 2011
El Santuario es nuestro Nazaret
Tu Santuario es nuestro Nazaret, oculto en la noche del tiempo.
¡Virgen Inmaculada, allí tu oración anhelante urge la aurora de salvación!
Canto inicial: (o música ambiental para crear una atmósfera adecuada...)
El Señor no tardará, el Señor ya volverá,
ten paciencia si demora,
si no viene por la noche,
tal vez venga por la aurora.
(Mantener siempre la música suave)
Voz 1:
Hoy nos detenemos, hacemos un alto, hacemos una pausa... Iniciamos el tiempo de Adviento, tiempo
de espera, de vigilia anhelante... porque se acerca Navidad... Nos detenemos para alertarnos
mutuamente, para renovarnos en el corazón, para vitalizar en cada uno de nosotros la disposición a
albergar a ese Dios de Belén que se acerca.
Voz 2:
Esta tarde, en muchos hogares, nos detenemos como miembros de la Familia de Schoenstatt, en
actitud vigilante, como Iglesia orante, junto a María, la Madre del primer Adviento de la historia. El
Adviento se da en el silencio, en la pobreza del corazón, en la oración y vigilia expectante. Adviento
se da también a partir de un sí... así como ocurrió en ese primer Adviento de la historia vivido por la
María mientras esperaba la llegada de Jesús, el Hijo de Dios...
Voz 3:
Todo Adviento se ha de vivir con la actitud de la Madre del primer Adviento, de la Madre de la
espera silenciosa, de la oración anhelante por la venida del Mesías tan ardientemente esperado...
Ella, la Madre del primer Adviento, aguarda en expectante vigilia y en oración profunda, llena de
anhelo y de silencio. Y porque aguarda y espera anhelante, el eterno Padre escucha su súplica y
requiere de su sí para venir a habitar entre los hombres...
Voz 1:
Nos relata Lucas, el evangelista: Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de
Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el
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nombre de la virgen era María. Y, entrando donde ella estaba, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el
Señor es contigo". Ella se conturbó por estas palabras y discurría qué significaría aquel saludo. El
ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno
y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del
Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; reinará por sobre la casa de Jacob y su
reino no tendrás fin. María respondió al ángel: "¿Cómo será esto pues no conozco varón?" El ángel le
respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso,
el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios (...) Dijo María: "He aquí la esclava del
Señor, hágase en mí según tu palabra". Y el ángel dejándola, se fue. (Lc 1, 26-38)
Voz 2:
María, la Madre del Adviento y de la espera anhelante, se inclina reverente y pronuncia su sí...: "Sí,
Señor, quiero que tú vengas, en mí, a habitar entre los hombres..." A su respuesta, el Espíritu de Dios
la cubre con su sombra. Entonces, una suave música invade el ambiente, la naturaleza entera parece
conmoverse... El Hijo del Altísimo se alberga en el seno inmaculado de María... Y ella inicia el camino
de su Adviento, de la espera de la llegada del Dios que se ha encarnado en su seno…
Voz 3:
María se convierte así en la Madre del primer Adviento de la historia, a la espera de la hora en que se
hará realidad el Milagro de la Noche Buena... Ella se convierte en el Santuario viviente porque
alberga al que es Todo Santo, al Dios de la historia para darlo a luz en el corazón de cada hombre de
buena voluntad... Ella se convierte en la primera Discípula y Misionera, Portadora de Cristo, para que
en él, la humanidad tenga vida y la tenga en abundancia...
Todos:
¡Virgen Inmaculada,
tu Santuario es nuestro Nazaret
oculto en la noche del tiempo
desde hace ya casi un centenar de años!
Allí es donde el arcángel Gabriel
solicita tu respuesta
y donde por tu Sí, se alumbra el mundo.
¡Madre del Adviento, Morada del Verbo,
eres Santuario viviente del Santo Dios de nuestra historia...!
(Pausa, música mayor)
Voz 1:
Es Adviento, tiempo de anhelante espera… Como comunidad nacional, hemos vivido un año marcado
por acontecimientos dolorosos, por descontentos sociales, por protestas estudiantiles y hechos de
violencia. Un ambiente semejante pareciera darse en todo el mundo. Pareciera que la humanidad
entera ha querido arrinconar a Dios para construir un orden social en su lejanía. Y Dios se ha
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acercado a la humanidad con garras de león para remecerla y recordarle que él existe y que sigue
siendo el Señor de la historia y que quiere vivir en alianza con los hombres. Por eso, este Adviento,
como todo Adviento, quiere ser para nosotros tiempo de anhelante espera porque el Redentor del
mundo vuelva a nacer entre nosotros…
Voz 2:
Es Adviento, tiempo de ansiosa espera… En este tiempo de una humanidad tan convulsionada y tan
secularizada, el Santo Padre nos llama a vivir un Año de la fe para sanar y fortalecer las raíces de
nuestra propia fe, para redescubrir el camino de la fe en ese Dios que conduce la historia y que
quiere vivir en alianza con los hombres. Un Año de la fe que quiere iluminar de manera cada vez más
clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo, el Hijo de Dios que se hizo hombre
por amor a los hombres, para traer salvación al mundo entero.
Voz 3:
Es Adviento, tiempo de espera gozosa… Como Familia de Schoenstatt, caminamos ya de cara al
centenario de nuestro Santuario original donde el padre y profeta de Schoenstatt selló junto los
primeros una alianza de amor con la Madre tres veces Admirable, guiado por una profunda fe en la
conducción divina de la historia. Alianza primera sellada en el Santuario de nuestro origen, hace ya
casi cien años, Santuario escogido para ser nuestro Nazaret donde hoy Dios requiere de nuestro sí,
como antaño necesitó el Sí de María, para descender a la tierra, para venir a habitar entre los
hombres, para seguir salvando al mundo…
Todos:
¡Virgen Inmaculada,
tu Santuario es nuestro Nazaret
oculto en la noche del tiempo
desde hace ya casi un centenar de años!
Allí tu oración anhelante
urge la aurora de la salvación.
¡Madre del Adviento, Morada del Verbo,
eres Santuario viviente del Santo Dios de nuestra historia...!
(Pausa, música mayor)
Voz 1:
Es Adviento, tiempo de espera anhelante… Tiempo de espera en nuestra Familia de Schoenstatt que
peregrina hacia los cien años del Santuario original, Santuario que el Dios infinitamente sabio escogió
como faro luminoso para el mundo de hoy tan convulsionado. Por eso, en este Adviento, quisiéramos
recogernos en el Santuario, en oración anhelante para urgir la Aurora de salvación, para transformar
cada uno de nuestros Santuarios en un faro luminoso para nuestra patria, para nuestra Iglesia, para
el mundo entero.
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Voz 2:
Es tiempo de Adviento… María, la Madre del Adviento, quiere aguardar con nosotros, como Familia
de Schoenstatt, en expectante vigilia y en oración llena de anhelo y de silencio, sobre todo en este
año dedicado al Santuario de Schoenstatt. Hoy quiere hacerlo con nosotros en el Santuario; con cada
uno de nosotros que hemos sellado una alianza de amor con ella. Quiere aguardar y esperar con
profundo anhelo para que su Hijo escuche nuestra súplica y venga a nacer de nuevo y habitar en cada
uno de nuestros Santuarios para llevar salvación al mundo entero.
Voz 3:
Conscientes de las graves dificultades del tiempo actual, la Iglesia nos llama a revitalizar nuestra fe en
el Dios de la historia, a ser discípulos y misioneros de Cristo para que en él, nuestros pueblos tengan
vida y la tengan en abundancia. El padre y profeta de Schoenstatt nos llama a construir, desde
nuestros santuarios, una cultura de alianza con el Dios de la historia, de alianza de los hombres entre
sí. Por eso, en este Adviento, desde cada Santuario, hemos de ponernos en camino para rescatar a la
humanidad del desierto sin Dios y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios
que se hizo hombre para salvarnos, hacia Aquel que nos da la vida y la vida en plenitud…
Todos:
¡Virgen Inmaculada,
tu Santuario es nuestro Nazaret
oculto en la noche del tiempo
desde hace ya casi un centenar de años!
Allí te vemos renovar en silencio tu Sí
y vemos tu luz penetrar la noche desde Schoenstatt,
pues el favor de Dios infinitamente sabio
lo escogió como faro luminoso
para el mundo de hoy.
¡María del Adviento, Morada del Verbo,
Santuario viviente del Santo Dios de nuestra historia,
recorre con nosotros este Adviento
preparándolo para Cristo Jesús!
(Pausa, música mayor)
Voz 1:
Es tiempo de Adviento, tiempo de espera también para nuestra nación, para nuestra Iglesia, para
nuestra Familia de alianza. Todo Adviento se da en la actitud de la Madre del primer Adviento, de la
Madre de la espera silenciosa, de la oración anhelante por la venida del Mesías tan ardientemente
esperado. De ese Mesías que hoy más que nunca quisiera albergarse en nuestro corazón, en el
corazón de nuestra Iglesia chilena, en el corazón de cada hijo de Schoenstatt, en el corazón de
nuestra comunidad nacional.
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Voz 2:
¿No queremos también nosotros, en profunda alianza con María, aguardar, esperar vigilantes la
venida del Mesías para nuestra nación? ¿No quisiéramos que el Mesías naciera nuevamente en cada
Navidad en nuestra Iglesia, en nuestra Familia de Schoenstatt, en la humanidad entera para
despertar en ella las raíces de aquella fe que selló su historia desde sus orígenes? ¿No quisiéramos
cada uno de nosotros convertir nuestra nación en un gran Santuario donde Cristo pueda nacer de
nuevo en cada Navidad...?
Voz 3:
El Dios Altísimo parece decirnos y solicitar hoy nuestro sí...:
“Dí sí, hijo mío...
Necesito de tu sí, como antaño necesité el sí de María,
para venir a habitar entre los hombres,
para venir a habitar en el Santuario de Schoenstatt,
mi Nazaret, junto a María, mi Madre,
para, desde Schoenstatt, penetrar con mi luz
la noche oscura del mundo de hoy
y disipar toda tempestad y tiniebla.
Yo necesito de tu sí, para descender a la tierra
y para seguir salvando al mundo…
Todos:
¡Virgen Inmaculada,
tu Santuario es nuestro Nazaret
oculto en la noche del tiempo
desde hace ya casi un centenar de años!
Para que nuestro tiempo
pueda mirar la Luz eterna,
el favor de Dios infinitamente sabio,
escogió nuestro Santuario de Schoenstatt
como un faro luminoso para el mundo de hoy,
como un nuevo Nazaret donde das a luz a Cristo,
para que se encienda en el más luminoso
resplandor del sol.
¡María del Adviento, Morada del Verbo,
Santuario viviente del Santo Dios de nuestra historia,
recorre con nosotros este Adviento
preparándolo para Cristo Jesús!
(Pausa, música mayor)
Voz 1:
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Dios requiere también de nuestro sí, como antaño requirió del sí de María, para venir a habitar entre
nosotros. Si María aguarda con nosotros la venida de su Hijo, entonces podremos escuchar la
petición del Altísimo, que cada año, cada nuevo Adviento, parece volver a repetir a cada hijo suyo, a
cada uno de nosotros.
Voz 2:
En nuestro Santuario, fuente de nuestro origen, ya hace casi cien años, vemos al Padre de nuestra
Familia renovar en silencio el sí de María al requerimiento de Dios para venir a habitar en
Schoenstatt y recorrer desde allí el mundo en tinieblas. Él se hizo portador de Cristo a nuestro tiempo
convirtiendo nuestro Santuario en un nuevo Nazaret oculto en la noche del tiempo… Desde allí, por
su oración anhelante y por su sí , se alumbra el mundo y llama a cada uno de sus hijos, a urgir la
aurora de salvación.
Voz 3:
También a su sí como al Sí de María, el Padre eterno le dijo... “Alégrate tú también, porque el Señor
está contigo, el Señor te ha elegido, te ha llamado a vivir una alianza de amor entre el cielo y la tierra,
en el Santuario de Schoenstatt, donde María urge la aurora de la salvación, donde por su sí se
alumbra el mundo... No temas... María, en alianza contigo, concebirá y dará a luz un hijo en tu
corazón... El será grande y será llamado Hijo del Altísimo... El Espíritu Santo te transformará en
discípulo y misionero de Aquel que ha de nacer y que será santo y será llamado Hijo de Dios...”
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Imploración final
Todos:
¡Virgen Inmaculada,
tu Santuario es nuestro Nazaret
oculto en la noche del tiempo
desde hace casi un centenar de años!
Allí vemos al padre y profeta de Schoenstatt
renovar en silencio tu Sí
y vemos tu luz penetrar
la noche desde Schoenstatt
pues el favor de Dios infinitamente sabio
lo escogió como faro luminoso
para el mundo hoy.
¡María del Adviento, Morada del Verbo,
Santuario viviente del Santo Dios de nuestra historia,
recorre con nosotros este Adviento
preparándolo para Cristo Jesús!
(Pausa, música mayor)
Voz 1:
¡Tu Santuario es nuestro Nazaret
oculto en la noche del tiempo,
desde hace casi un centenar de años!
Virgen Inmaculada,
allí tu oración anhelante,
urge la aurora de salvación;
allí es donde el arcángel Gabriel
solicita tu respuesta
y donde, por tu Sí, se alumbra el mundo.
También allí es donde el Padre Dios
solicita nuestra respuesta
para venir a habitar entre nosotros.
Todos:
¡Tu Santuario es nuestro Nazaret
oculto en la noche del tiempo!
Virgen Inmaculada, Madre del Adviento,
con tu corazón en vigilia,
desciende hasta nuestro Santuario,
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entra en la pequeñez de nuestro corazón
y pronuncia tú misma ese sí por nosotros
para que Cristo nazca siempre
de nuevo en el mundo.
Voz 2:
¡Tu Santuario es nuestro Nazaret
oculto en la noche del tiempo,
desde hace casi un centenar de años!
Virgen Inmaculada,
allí tu oración anhelante,
urge la aurora de salvación;
allí te vemos renovar en silencio tu Sí
y vemos tu luz penetrar
la noche desde Schoenstatt,
pues el favor de Dios infinitamente sabio
lo escogió como faro luminoso
para el mundo de hoy.
Todos:
¡Tu Santuario es nuestro Nazaret
oculto en la noche del tiempo!
Virgen Inmaculada, Madre del Adviento,
con tu corazón en vigilia,
desciende hasta nuestro Santuario,
entra en la pequeñez de nuestro corazón
y pronuncia tú misma ese sí por nosotros
para que Cristo vuelva a nacer en el mundo.
Voz 3:
¡Tu Santuario es nuestro Nazaret
oculto en la noche del tiempo,
desde hace casi un centenar de años!
Virgen Inmaculada,
el Señor es Luz de tus entrañas,
tu ser se ha detenido...
Ilumina y fortalece nuestra espera,
implora con nosotros al Señor...
Todos:
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¡Tu Santuario es nuestro Nazaret
oculto en la noche del tiempo!
Virgen Inmaculada, Madre del Adviento,
con tu corazón en vigilia,
desciende hasta nuestro Santuario,
entra en la pequeñez de nuestro corazón
y pronuncia tú misma ese sí por nosotros
para que Cristo vuelva a nacer en el mundo.
(pausa, música más alta)
Canto final: (agregamos algunos cantos
de Adviento, puede elegirse otros...)
1. ¡Ven, ven, Señor, no tardes...!
¡Ven, ven, Señor, no tardes
ven que te esperamos;
ven, ven, Señor, no tardes,
ven pronto, Señor!
2. Ya se acerca el Señor
/:Canta con gozo, con ilusión,
ya se acerca el Señor:/
3. Preparad el camino al Señor
Preparad el camino, al Señor,
y anunciad la Palabra de Dios.
4. Ven, Señor de las altas montañas
/:¡Ven, Señor de las altas montas,
ven, Señor de los mares profundos,
ven, devuélvele el alma a tu pueblo,
ven, devuelve la vida a este mundo:/
5. Cada tarde te he esperado, Señor,..
Cada tarde te esperado, Señor,
queriendo y temiendo que llegaras,
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las estrellas me dijeron que venías,
que en silencio esta noche te aguardará.
El Señor no tardará,
el Señor ya volverá;
ten paciencia si demora
si no llega por la noche
tal vez llega por la aurora.
¡Oh Jesús el deseado de los pueblos,
del obrero que trabaja eres el pan;
el alivio del enfermo en su dolor
y la paz en los ojos de los niños.
Cuando vengas en el triunfo de tu gloria
y te canten las naciones de la tierra,
nuestros rostros refulgentes como el sol
brillarán al resplandor de tu venida.