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La primacía absoluta de Dios
“Prepara mi corazón, oh Dios, mi mente, mis
sentidos y mi alma para Ti.
Crea el silencio en mí.
Haz que penetre profundamente en mí el soplo
de tu Espíritu, la idea de tu presencia en mí
hasta que se convierta en certeza plena.
Hazme oír el mensaje, la palabra que han de
producir fruto en mí.
“Prepara mi corazón, oh Dios, mi mente, mis
sentidos y mi alma para Ti.
Al comenzar a preparar esta oración de la
ONG para este mes, diferentes ideas venían a
mi mente. Pero pronto comprendí que esta
oración debía centrarse en nuestras Hermanas
Contemplativas como resultado de los talleres
de Justicia y Paz para Contemplativas que tuvieron lugar en India y Costa Rica el
año pasado, y finalmente en Chile el mes de marzo pasado.
Tiempo atrás, solíamos hablar de los dos pulmones/las dos alas en nuestra
congregación. Ese pensamiento fue el que inspiró la oración inicial: (Haz que
penetre profundamente en mí el soplo de tu Espíritu, la idea de tu presencia en mí
hasta que se convierta en certeza plena).
En el taller de las Hnas. CBP –el día del
tema de Justicia- primero escudriñamos las
constituciones, lo que dicen acerca de la
Justicia. En el artículo 6 encontré la
maravillosa frase: “Somos testigos de la
primacía absoluta de Dios”… sin una gran
fidelidad a Dios no podemos tener éxito en
nuestra misión – ni en el apostolado directo
ni en el estilo contemplativo de vida.
Nuestras constituciones reflejan bien el
mensaje encontrado tanto en la Biblia como en la Doctrina Social de la Iglesia y la
Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH). Las constituciones piden
“que la belleza de la imagen de Dios se revele en cada persona” y el preámbulo de
la DUDH comienza mencionando la “dignidad intrínseca de todos los miembros de
la familia humana como el fundamento de la libertad, la justicia y la paz en el
mundo”; y en el Artículo 1 declara que “Todos los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos”.
El artículo 45 de las constituciones
nos lleva de vuelta a la “primacía
absoluta de Dios”, y al mismo
tiempo hacia la justicia: “Es sólo a
causa de nuestra unión íntima que
actuamos con justicia, que amamos
con ternura y caminamos con
humildad en su presencia”. Miqueas
6,8 nos ha dado estos tres pilares
para una vida apostólica y
contemplativa feliz.
La Biblia está llena de versículos sobre Justicia, y también de relatos de
experiencias injustas. Yo creo que sin andar en la presencia de Dios no podemos
amarnos mutuamente con sinceridad, respetando la dignidad de los otros.
Jesús mismo defiende “la primacía absoluta de Dios” cuando purifica el templo
“dejen de usar la casa de mi Padre como un mercado” (Juan 2,11-25)
Les invito a reflexionar sobre Juan 2,11-25 desde la posición de Jesús, y luego en
relación con su propia situación:
1. ¿Qué significa el templo para Jesús?
2. ¿Cómo reacciona Jesús ante el aspecto de mercado del templo?
3. Cuando usted –CBP o RBP- va a la capilla para orar, ¿su corazón, su
mente, sus sentidos y su alma son como un mercado? - ¿Cómo se siente –
cómo reacciona?
4. ¿Qué significa la Justicia en este contexto / y en su vida?
Al finalizar su reflexión, vuelva a la
oración inicial, dígala caminando en
la sala donde usted se encuentra;
sólo dé unas idas y venidas y
récela en voz alta, caminando con
humildad en la presencia de su
Dios. Puede repetir durante unos
minutos – “hazme oír el mensaje, la
palabra que han de producir fruto
en mí”.
Hnas. Contemplativas – Sesión Chile 2013 –
“Caminando con humildad en la presencia de Dios”
Reflexión realizada por Hedwig Johl, Representante ONG BP en Ginebra