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DENGUE IMPORTADO. CASO 513 Varón de 32 años con antecedentes personales de síndrome mononucleósico 3 años antes, autolimitado, sin alergias conocidas ni hábitos tóxicos. Ha viajado en los últimos años a Costa Rica y Méjico, sin realizar profilaxis de paludismo ni recibir vacunas. Actualmente vuelve de un viaje a Tailandia, Camboya y Laos que ha durado 35 días, con retorno hacía 4 días. Esta vez realizó profilaxis con doxiciclina (1 comprimido/día) y le administraron las vacunas de la fiebre tifoidea y de la hepatitis B. Es remitido desde su Centro de Salud al Hospital por fiebre de 4 días de evolución y exantema súbito no pruriginoso. El paciente cuenta que en los últimos dos días del viaje sufrió malestar general, con fiebre termometrada y mialgias, y que tras la vuelta a España continuó con la misma clínica, apareciendo hacía dos días un exantema no pruriginoso de comienzo en extremidades superiores y tórax que posteriormente se extendió a todo el cuerpo sin afectar a palmas y plantas. No presenta náuseas, vómitos ni cambios en el hábito intestinal o heces con productos patológicos. Describe cefalea de poca intensidad achacada a la fiebre. Durante el viaje consumió hielo, fruta y verduras locales, además de haber sufrido picaduras de insectos (no dormía con mosquitera), pero no refiere mordeduras de animales ni haberse bañado en un río. En la anamnesis por aparatos solo destaca un leve sangrado en las encías. Analítica general: leucotrombopenia con hemoglobina normal, GOT ligeramente elevada. Resultados negativos de serología frente a Rickettsia, virus de la hepatitis B, parvovirus B19, virus herpes 6, VIH y CMV. Gota gruesa y estudio de parásitos en heces negativos. Se orientó como viriasis y se remitió a su domicilio con tratamiento con abundantes líquidos y evitar consumo de AINE. Se confirmó el diagnóstico mediante una prueba que se solicitó a un centro de referencia. ¿Cuál es el probable agente causal de la infección? ¿Es posible el diagnóstico clínico? y si no ¿cómo se llega al diagnóstico? El dengue clásico es una enfermedad febril aguda que cursa con cefalea, mialgias y exantema. La gravedad de la enfermedad y las manifestaciones clínicas varían con la edad y el tipo de virus, siendo más grave en los lactantes y en los ancianos. La infección suele ser asintomática o inespecífica, sobre todo con los virus del dengue 2 y 4. El periodo de incubación es de 4 a 7 días, siendo el inicio de la sintomatológía brusco y muy similar al de un cuadro gripal; con frecuencia hay anorexia, náuseas, vómitos, hiperestesia de la piel y dolores musculoesqueléticos. Inicialmente la piel aparece enrojecida, pero a los 3 ó 4 días con la desaparición de la fiebre puede aparecer una erupción macular, a veces de tipo escarlatiniforme, que respeta las palmas y plantas. En ocasiones puede darse un segundo episodio de fiebre y la recuperación puede ser lenta. Todos los datos del caso clínico presentado apuntan a una posible fiebre por virus del dengue, que se ha descrito como el causante de entre el 7-45% de los procesos febriles de viajeros que provienen de áreas endémicas. Actualmente se considera la principal causa de enfermedad febril sistémica en viajeros que regresan de estas áreas, excepto del África subsahariana donde la malaria predomina. El intentar diferenciar clínicamente el dengue de otras enfermedades febriles agudas es poco probable que tenga éxito. Aunque algunos datos que lo apoyan son la leucopenia con neutropenia, trombocitopenia y elevación de la GPT, en general todos los datos clínicos y analíticos son bastante inespecíficos. Los pacientes con dengue son menos propensos a tener conjuntivitis, erupción cutánea y dolor musculoesquelético en comparación con los infectados por el virus chikungunya, transmitido también por Aedes aegypti. La dificultad de diferenciar el dengue de la rubéola, el sarampión o la gripe sin un contexto epidémico puede no ser fácil. También es difícil la diferenciación clínica del dengue hemorrágico, que será descrito en el siguiente punto, de la fiebre amarilla y otras enfermedades hemorrágicas virales. Por tanto, el diagnóstico requiere confirmación de laboratorio. El diagnóstico de laboratorio está basado en métodos serológicos, como es el ELISA de captura de IgM, o bien un ELISA de IgG + IgM, con excelentes sensibilidad y especificidad, especialmente en viajeros. La IgM específica es detectable a la semana del inicio de los síntomas y permanece positiva unos 60 días. Es posible aislar el virus de sangre en fase aguda, lo que presenta importancia en salud pública y suele estar restringido a laboratorios especializados. En la actualidad la RT-PCR ha pasado a ser la técnica de elección por su rapidez, menor complejidad y excelentes resultados. Como técnicas más novedosas destacan el ELISA frente al antígeno NS1, que se detecta muy precozmente en la infección, y las técnicas rápidas basadas en la inmunocromatografía para realizar el diagnóstico precoz de un modo sencillo. El paciente presentó los siguientes marcadores de dengue: IgG (ELISA) negativo, IgM (ELISA) positivo, confirmado por un segundo ELISA de captura. ¿Cuáles son las principales complicaciones y formas graves de la enfermedad? ¿Es correcto no pautar AINE? Aunque prácticamente todos los casos cursan sin complicaciones, puede darse un sangrado leve de mucosas (por lo general epistaxis, sangrado de las encías, hematuria y metrorragia) y en pacientes con enfermedades predisponentes puede haber hemorragia gastrointestinal, hemoptisis, hemorragia subcapsular esplénica y hemorragia uterina que cause aborto espontáneo o hemorragia postparto grave. Otras complicaciones que se han descrito son hepatitis, alteraciones neurológicas, miositis y rabdomiolisis. El dengue neonatal agudo, una forma complicada de la enfermedad, cursa con fiebre, cianosis, apnea, exantema, hepatomegalia y trombopenia grave. Es importante diferenciar estos fenómenos de la diátesis hemorrágica que acompaña al síndrome más grave de la enfermedad: el dengue hemorrágico (DH) y el shock. Cursa con fenómenos hemorrágicos y shock hipovolémico, a causa de un aumento de la permeabilidad vascular y extravasación de plasma. Son procesos muy graves que pueden alcanzar un 50% de mortalidad si no se recibe atención médica, siendo la mortalidad menor del 1% en centros experimentados. Son más frecuentes en niños e inicialmente el cuadro clínico es similar al de fiebre clásica, pero de 2 a 7 dias después de desaparecer la fiebre se inicia la sintomatología que precede al shock: reducción de la perfusión, cianosis central, inquietud, diaforesis y piel fría y húmeda en las extremidades. Es frecuente el dolor abdominal. Se produce una trombopenia grave y aparecen petequias con equimosis espontánea. El sangrado se produce en las superficies mucosas del tracto gastrointestinal y en los sitios de punción venosa; hay hepatomegalia (75%), esplenomegalia (40%), derrame pleural (80%), ascitis y edema de la vesícula biliar (95% de los casos graves), y derrames pararrenal y perirrenal (77%), así como derrame pericárdico y subcapsular hepático y esplénico. La presencia de derrame pleural y peritoneal se asocia con enfermedad grave pudiéndose producir un síndrome de distrés respiratorio agudo. El tratamiento es sintomático y de reposición si se requiere (sangre completa, plaquetas, plasma), pudiendo emplearse antipiréticos pero evitando los AINE por las complicaciones hemostáticas y para evitar el síndrome de Reye. ¿Por qué se puede desarrollar una fiebre hemorrágica? El DH es un fenómeno inmunopatológico, debido a que la protección no es cruzada entre los distintos virus. Salvo en casos anecdóticos el DH se produce en infecciones secundarias, especialmente en menores de 15 años en regiones hiperendémicas. Cuando se introduce un nuevo virus en estas regiones las tasas de ataque suelen ser muy elevadas (50-70%), lo que hace que una gran parte de la población sea susceptible de padecer el DH al introducirse un nuevo serotipo. Otro hecho que demuestra el papel de una inmunidad previa es que los hijos de madres inmunes son propensos a sufrir un DH en la primoinfección durante el primer año de vida. Las causas de los fenómenos hemorrágicos son complejas y no están totalmente aclaradas, pero reflejan una combinación de activación de citoquinas y vasculopatía con anticuerpos antivirales que se unen a plaquetas, plasminógeno y otros factores de la coagulación. Se ha sugerido que los anticuerpos heterólogos pueden favorecer la captación y replicación del virus en células con receptores Fc. Además, los linfocitos de memoria pueden contribuir a la respuesta inmunopatológica al predominar la respuesta a antígenos cruzados sobre la respuesta primaria al serotipo infectante. Recientemente se ha descrito algo similar para explicar la especial virulencia del nuevo virus de la gripe en pacientes jóvenes. Aunque el DH puede estar causado por cualquier serotipo, hay indicios de que algunos de ellos, o incluso variantes, pueden presentar mayor virulencia. De hecho se ha descrito el aumento de casos a lo largo de una epidemia por la evolución del virus a quasiespecies. También puede haber componentes genéticos dependientes del paciente, y grupos de HLA con mayor susceptibilidad. Afortunadamente esta estimulación del sistema inmune por parcial inmunidad está limitada y es breve pues es muy raro un DH después de una segunda infección y no se ha descrito nunca después de una tercera. Además, a lo largo del tiempo hay pocos casos de episodios repetidos de DH lo que refleja que la respuesta primaria supera con el tiempo a los mecanismos que promueven la respuesta inmunopatológica. Describe el agente etiológico y su epidemiología El virus del dengue es un flavivirus, que son virus de simetría icosaédrica de alrededor de 50 nm de diámetro con una envoltura lipídica con proyecciones de superficie con proteínas de membrana (M) y glucoproteínas de envoltura (E). Hay cuatro serotipos que se corresponden con cuatro especies del virus (dengue-1 a dengue-4) con diferentes características antigénicas y genéticas. Los flavivirus son inestables a temperatura ambiente y son sensibles al calor, la radiación ultravioleta, desinfectantes (incluyendo el alcohol y el yodo), y al pH ácido. La nucleocápside une a las proteínas de cápside (C) con una sola hebra de ARN de sentido positivo de 11 kilobases, que codifica desde el extremo 5 la proteína C, la preM (precursor de proteína M), la E, y una serie de siete proteínas no estructurales necesarias en el proceso de replicación viral: NS1, NS2A, NS2B, NS3, NS4A, NS4B y NS5. La proteína E presenta propiedades biológicas importantes como son la unión a receptores, la fusión de la membranas endosómica y es lugar de acción para la hemaglutinación y neutralización viral. La proteína NS1 se expresa en la superficie de las células infectadas y también se excreta en forma de un antígeno de fijación del complemento, y aunque los anticuerpos a NS1 no neutralizan el virus, sí contribuyen a la inmunidad, probablemente por citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos y por inmunidad celular frente a las células infectadas. NS4B y NS5 están involucradas en el antagonismo al interferón. Los flavivirus están adaptados a crecer en una amplia variedad de insectos, garrapatas y vertebrados, incluyendo mamíferos, aves y reptiles, que pueden ser infectados de manera natural, aunque las infecciones suelen ser asintomáticas. Se estima que se producen al año unos 100 millones de casos de dengue y unos 250.000 de DH, y la infección se ha extendido considerablemente en los últimos 20 años. Se transmite en los trópicos, en un área que comprende las latitudes de 35º norte y 35º sur, que se corresponde con la distribución del principal vector de la infección, A. aegypti. Aedes albopictus, Aedes polynesiensis y otras especies pueden transmitir el virus en circunstancias específicas. Se ha descrito la transmisión enzoótica entre los monos de los bosques en Asia y África pero se considera que la transmisión viral antroponótica es suficiente para mantener el virus. Las infecciones originadas en los animales podrían representar epifenómenos o bien vestigios de un ciclo selvático primitivo. La intensificación de la transmisión del dengue en las ciudades tropicales es consecuencia del aumento de población que vive bajo condiciones de hacinamiento en estrecha relación con A. aegypti. El mosquito hembra se alimenta de una persona con viremia, y tras 1-2 semanas de replicación viral (periodo de incubación extrínseca) puede trasmitir la infección a otras personas durante el resto de la vida del insecto (1 a 4 semanas). También se especula sobre una posible transmisión mecánica, sin incubación extrínseca. La transmisión se mantiene durante todo el año y se intensifica en el inicio de la temporada de lluvias, por la mayor presencia de mosquitos infectados, con una mayor vida útil por un menor período de incubación extrínseca a causa del calor y la humedad. Se han descrito otras vías de transmisión, con poca relevancia epidemiológica, como a través de pinchazos accidentales, transfusiones o transmisión vertical, cuando la madre sufre una infección aguda en las últimas 5 semanas del embarazo. ¿Es posible que haya una nueva infección? ¿Qué consejos le darías al paciente? Como se ha expuesto previamente no solo es posible sino que es frecuente en regiones de alta endemia, pudiendo implicar un mayor riesgo de DH. Debemos informar al paciente que no es inmune frente a estos virus y lo que implica una inmunidad parcial. La principal medida preventiva es utilizar repelentes y evitar la picadura de mosquitos, pues no se dispone aún de vacunas. Existen diferentes aproximaciones para conseguirlas, siendo la más avanzada una vacuna tetravalente con virus clásicos atenuados. También se ensayan métodos de atenuación molecular y virus quiméricos. Caso descrito y discutido por: Alberto Delgado-Iribarren Gª-Campero Unidad de Microbiología Hospital Universitario Fundación Alcorcón Alcorcón. Madrid Correo electrónico: Adelgado@fhalcorcon.es Palabras Clave: Virus del dengue, Dengue.