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1. ¿Qué es la Esclerosis Múltiple? La Esclerosis Múltiple (E.M.) es una enfermedad inflamatoria desmielinizante del Sistema Nervioso Central (SNC) - cerebro, tronco encefálico, cerebelo, médula espinal y nervios ópticos -, de curso crónico y con una causa no determinada aunque con un mecanismo probablemente autoinmune. http://hon.nucleusinc.com Suele comenzar entre los 20 y 40 años, es más frecuente entre las mujeres y en la raza blanca. Es más común en áreas templadas y frías y relativamente inusual en zonas tropicales. Por tratarse de una enfermedad de gente joven, crónica y potencialmente discapacitante, la EM suele tener un serio impacto sobre el ámbito familiar, social y económico-laboral pero no modifica esencialmente la expectativa de vida de las personas que la padecen. Se estima que alrededor de 6000 personas pueden estar afectadas por la EM en Argentina, siendo su prevalencia de 18 en 100.000 habitantes. 2. ¿Cuál es la causa? La causa de la EM permanece desconocida hasta hoy. No obstante, se reconoce la existencia de factores genéticos, que si bien no son absolutamente determinantes, generan una predisposición a padecer la enfermedad. Parece claro que sobre esta predisposición genética uno o más factores ambientales podrían influir en el desarrollo de la EM. A lo largo de los años, varios factores ambientales han sido considerados "toxinas, virus, bacterias, tipos de alimentación" sin que hasta la fecha ninguno de ellos haya podido ser demostrado fehacientemente. Pero si se ha podido demostrar que la EM está mediada por una reacción autoinmune, es decir un mecanismo de autoagresión en que el sistema inmunológico, normalmente encargado de defendernos de agresiones externas como infecciones, por razones aún no totalmente clarificadas genera una respuesta hacia estructuras del Sistema Nervioso como la mielina provocando su lesión y la aparición de los síntomas de la enfermedad. Actualmente se ha observado también que existe una variable y gradual destrucción de axones. Este fenómeno puede generarse en la etapa inicial de la enfermedad y se vincularía con la discapacidad irreversible de algunos casos. www.iqb.es/neurologia/atlas/em/em06/em06.htm www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/esp_imagepages/19238.htm La EM se caracteriza por la presencia de lesiones en el Sistema Nervioso Central llamadas "placas", las cuales son áreas de desmielinización inflamatoria, es decir, zonas donde se ha perdido la mielina que cubre las fibras nerviosas o axones. Este proceso desmielinizante esta provocado por un complejo proceso inmune que determina una respuesta anormal contra uno o más antígenos de la mielina. Estas "placas" desmielinizantes producen una alteración en la conducción de impulsos nerviosos bajo la forma de enlentecimiento o directamente bloqueo, determinando la aparición de síntomas y signos de acuerdo al lugar del Sistema Nervioso donde se localicen: sustancia blanca de los hemisferios cerebrales, cuerpo calloso, cerebelo, nervios ópticos, tronco encefálico o médula espinal. www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/esp_imagepages/19238 www.iqb.es/neurologia/atlas/em/em06/em06.htm 3. ¿Cuáles son los síntomas? Dada la diversidad de las localizaciones de las placas de desmielinización, la sintomatología será variada. Podríamos clasificar a éstos síntomas en 3 grupos: 1) Síntomas primarios: son aquellos que se generan por el daño directo en el SNC. Entre los cuales destacamos: los trastornos sensitivos, en la forma de parestesias (adormecimientos u hormigueos), disestesias (sensibilidad alterada) o hipoestesias (disminución de la sensibilidad). El compromiso de la motricidad está dado por la pérdida de fuerza en uno o varios miembros que variará desde un grado leve hasta la pérdida total de la función. Otra manifestación de la enfermedad es a través de los trastornos en el equilibrio y en la marcha; pérdida o disminución de la visión en uno o ambos ojos en forma sucesiva o simultánea, evento conocido como Neuritis Óptica. La diplopía (visión doble) también puede presentarse aunque suele ser transitoria. Otros de los síntomas de alta frecuencia en esta población son la espasticidad y la fatiga, limitando ambas la capacidad de movimiento. También suele generar dificultades en el control de los esfínteres, siendo lo más frecuente la imperiosidad en el deseo de orinar y la constipación. La sexualidad suele verse comprometida en un porcentaje importante de casos, siendo la disminución en la lubricación vaginal y en la libido en la mujer y los trastornos en la erección en el hombre, las expresiones mas frecuentes. También puede presentar trastornos cognitivos, entre ellos la atención y memoria, como así también trastornos psico-conductuales como depresión, labilidad emocional y risa o llanto inmotivado. 2) Síntomas secundarios: se producen por complicaciones de los primarios, ya sea por mal manejo o no abordaje de los mismos. Entre ellos se encuentran: contracturas o acortamientos tendinosos-musculares, fracturas, osteoporosis, infecciones urinarias/respiratorias, úlceras por decúbito. 3) Síntomas terciarios: se producen por el impacto de la enfermedad en los diferente ámbitos (familiar, laboral, social) en los que se maneja la persona con EM.: conflictos laborales, de pareja, aislamiento social; etc 4. ¿Cuáles son las formas clínicas de presentación de la EM? La EM puede presentarse o evolucionar de distintas maneras. Se reconocen las siguientes formas clínicas: Esclerosis Múltiple en Recaídas y Remisiones (EMRR): se caracteriza por la evolución en brotes o recaídas (episodios agudos de empeoramiento) con recuperación total o parcial. Entre uno y otro brote el paciente permanece estable. Esclerosis Múltiple Secundaria Progresiva (EMSP): la enfermedad comienza con una forma RR y luego de varios años experimenta un empeoramiento progresivo que puede o no acompañarse de brotes. Esclerosis Múltiple Primaria Progresiva (EMPP): la persona presenta una discapacidad progresiva desde el inicio de la enfermedad sin superposición de brotes. Esclerosis Múltiple Progresiva con Recaídas (EMPR): también tendrá una discapacidad progresiva desde el inicio pero en este caso con brotes superpuestos. Esclerosis Múltiple Benigna: se trata de pacientes que han presentado recaídas (brotes) típicas de la enfermedad pero que luego permanecen estables durante 10 o 15 años. Esta evolución benigna deberá estar apoyada por los hallazgos de estabilidad también en la Resonancia Magnética. 5. ¿Cómo se hace el diagnóstico? La disponibilidad de tratamientos, aunque parcialmente eficaces, determina la necesidad de hacer un diagnóstico lo más precozmente posible. En los últimos años se han operado muy importantes avances en el conocimiento de las bases fisiopatológicas y también en el tratamiento de la enfermedad. Sin embargo, ante la ausencia de un test diagnóstico específico, el diagnóstico continúa basándose en “criterios” que brindan pautas o guías para avanzar en el problema pero no lo resuelven definitivamente. Estos criterios se basan bajo las siguientes características: 1. Diseminación en tiempo: Dos o mas episodios de la menos 24 horas de duración y separados por 30 días, o bien progresión de síntomas y síntomas durante al menos 30 días. 2. Diseminación en espacio: Compromiso de dos o mas regiones anatómicas no contiguas. Y en los siguientes puntos: Evaluación clínica del paciente y antecedentes: signos neurológicos objetivos en el examen neurológico. La resonancia magnética nuclear (RMN) de cerebro y médula con contraste (gadolinio) Potenciales evocados: visuales, somatosensitivos y auditivos Líquido cefalorraquideo (LCR.): presencia de bandas oligoclonales o aumento de IgG A continuación se enuncian los posibles diagnósticos diferenciales: 6. ¿Cuál es el tratamiento? Considerables progresos han surgido en los últimos años para el tratamiento de pacientes con EM. En la actualidad, a pesar de que todavía esta enfermedad no tiene un tratamiento que la cure, mucho es lo que los profesionales expertos en esta afección pueden ofrecer a sus pacientes. No existe "el" tratamiento para la EM. Las instancias de tratamiento son las siguientes y deberán adecuarse a las necesidades de cada paciente en forma individual y según el momento que transite de la enfermedad: a) Tratamiento de las recaídas, brotes o ataques. b) Tratamiento de base o de fondo de la afección. Aquí entonces se aplican las llamadas terapias inmunomoduladoras o las inmunosupresoras. Estas terapéuticas han permitido modificar la evolución natural de la enfermedad, disminuyendo la frecuencia y severidad de las recaídas y en algunos casos la progresión de la discapacidad. c) Tratamiento dirigido a manejar las molestias o síntomas de la enfermedad y que son relevantes para mejorar la calidad de vida y las actividades de la vida diaria. d) Un programa de rehabilitación que engloba las distintas dificultades que las personas con EM puedan padecer. a) Tratamiento de los brotes o recaídas: Los corticoides han demostrado ser útiles en disminuir la duración y la severidad de las recaídas debido a su potente acción antiinflamatoria. No tienen efecto sobre la frecuencia de las mismas, por lo que no deben ser utilizados para prevenir la aparición de las recaídas. Los brotes leves (que no modifican la actividad de la vida diaria de la persona) no deberían ser tratados. Las recaídas moderadas se pueden tratar con corticoides orales (Prednisona) en dosis altas durante aproximadamente 7 días, seguido de disminución gradual de la dosis. Siempre debe asociarse algún fármaco para proteger el estómago ya que los corticoides resultan irritantes para la mucosa gástrica. Las recaídas severas pueden tratarse con corticoides orales o por vía endovenosa en dosis altas (metilprednisolona) durante 3 a 5 días (generalmente se requiere internación), seguidos o no de prednisona oral. La administración crónica de corticoides no modifica la evolución natural de la enfermedad, pero sí aumenta el riesgo de los efectos colaterales como diabetes, hipertensión arterial, obesidad, osteoporosis, etc... b) Tratamiento Inmunomodulador/Inmunosupresor Desde hace casi una década el manejo de la EM se ha visto significativamente beneficiado por la aparición de medicamentos que han demostrado modificar el curso natural de la enfermedad, llamados inmunomoduladores. Actualmente en Argentina contamos con la totalidad de ellos: Interferón Beta 1b (Betaferón ®; Interferón Beta 1a (Avonex ® y Rebif ®) y Acetato de Glatiramer (Copaxone ®). En el último consenso (2006) se incluye al Natalizumab (Tysabri®) Estos fármacos han demostrado, mediante extensos ensayos clínicos y por la práctica médica cotidiana tener un efecto beneficioso en: reducir en forma significativa la cantidad y severidad de las recaídas limitar la aparición de nuevas lesiones cerebrales disminuir la progresión de la discapacidad Es importante tener en cuenta que dichos tratamientos actúan sobre el futuro, es decir que tendrán efecto a partir de su uso, y que no mejorarán los síntomas o secuelas previos a su empleo. Hay evidencias que demuestran que su mayor beneficio se obtiene en la forma de la enfermedad a recaídas y remisiones y cuanto más precozmente sean empleados. Los medicamentos mencionados tienen distintas formas de administración (subcutánea o intramuscular), distinta posología (aplicación diaria, tres veces por semana, día por medio o semanal) y distintas dosis, motivo por el cual su elección deberá ser cuidadosamente hecha conjuntamente entre el paciente y el médico, teniendo en cuenta sus potenciales inconvenientes y beneficios. También se utiliza un inmunosupresor denominado Mitoxantrone. El mismo debería utilizarse en determinadas fases o formas de EM (secundaria progresiva, progresiva con recaídas o recaída remisión con rápido empeoramiento) y/o cuando los anteriores fármacos dejaran de ser efectivos. Su aplicación es por vía endovenosa cada tres meses y sus efectos van dirigidos a detener el empeoramiento progresivo de la discapacidad y reducir la frecuencia de recaídas. Su uso está limitado en el tiempo por los eventuales efectos adversos y por lo tanto deberán balancearse cuidadosamente sus potenciales beneficios y desventajas. Ninguno de los fármacos mencionados demostró por el momento ser útil en la forma primaria progresiva de EM. Otras drogas inmunosupresoras en algunos casos utilizadas son: Ciclofosfamida, Metrotrexato, Azatioprina y Ciclosporina. Es importante destacar que el uso aislado de estos fármacos como único tratamiento de la enfermedad no será en general suficiente, sino que deberá ser acompañado de otras medidas tendientes a mejorar la calidad de vida de las personas con EM (tratamiento de los síntomas, tratamiento específico de las recaídas, rehabilitación.) En la actualidad, se incorpora el tratamiento oral y existen muchas otras drogas o procedimientos en fase experimental, que en un futuro no muy lejano probablemente se agreguen a este arsenal terapéutico y permitan un mejor control de la enfermedad. c) Tratamiento Sintomático: Como vimos precedentemente, la EM posee una importante variedad sintomática, dependiendo de la localización de las placas de desmielinización en el SNC. A continuación se describirán las estrategias de tratamiento para algunos síntomas de EM: Fatiga: Afecta al 75-95 % de las personas con EM y muchas veces es el más invalidante. Se define a la fatiga como "la falta subjetiva de energía física o mental percibida por el paciente y que interfiere con las actividades usuales y deseadas..." Tiene un predominio vespertino y generalmente aumenta con la exposición a altas temperaturas. No existe un tratamiento único y definitivo. Lo primero es establecer un exhaustivo programa de reorganización de las tareas cotidianas para realizar un "ahorro" de energía. Existen fármacos que han demostrado su utilidad en la fatiga por EM. La Amantadina y la Pemolina son dos de los descriptos. La 4 Aminopiridina es otra medicación que ofrece buenos resultados. Recientemente, una nueva medicación llamada Modafinil también parece tener resultados positivos. Deberán considerarse otros elementos que pueden aumentar la sensación de cansancio para ser corregidos (depresión, insomnio, hábito de fumar, consumo de tranquilizantes, etc.) Espasticidad: Se define como un aumento exagerado del tono muscular y se manifiesta como una "dureza" o "rigidez" de los miembros. No es un síntoma exclusivo de la EM. En muchos casos un determinado grado de espasticidad constituye un elemento importante para mantener la función (caminar), sobre todo cuando la fuerza esta disminuida. Por lo tanto es importante remarcar que lo que se debe lograr es un adecuado "manejo" de la espasticidad más que un tratamiento que la elimine por completo. En primer lugar se deben identificar y tratar las complicaciones clínicas generales (por ej. una infección urinaria) o locales (por ej. una uña encarnada, lesiones en piel) que pueden llegar por si solo a incrementar el grado de espasticidad. El paso siguiente es un adecuado manejo físico (terapia kinésica) con técnicas de elongación y estiramiento. Si con lo anterior no se logró un buen manejo del síntoma recién allí se indican fármacos orales antiespásticos. Los más conocidos son el Baclofen y la Tizanidina. Otros relajantes musculares como el Diazepam pueden utilizarse. En casos de espasticidad severa y localizada se utiliza también la Toxina botulínica tipo A. Casos seleccionados pueden requerir la administración de baclofen a través de una Bomba de infusión intratecal. El tratamiento quirúrgico de la espasticidad en EM es algo que en la actualidad está limitado solo a situaciones excepcionales. A modo de ejemplo se ha considerado el manejo de dos de los síntomas habituales pero deberá tenerse en cuenta que cada uno de los problemas que causa la EM tiene un tratamiento específico que deberá considerarse en cada caso en particular. d) Tratamiento de Rehabilitación: Una consideración especial requiere la rehabilitación integral dentro del tratamiento de la EM pues sin duda es un eje importante y soporte fundamental del manejo cotidiano de estos pacientes. Ya con el diagnóstico se genera un importante impacto psicoafectivo en la vida de las personas con EM, siendo el abordaje psicológico, en muchos casos, el primer sostén. Con el correr del tiempo, la complejidad y variabilidad de los síntomas requiere de un equipo interdisciplinario, que bajo la coordinación y supervisión del médico fisiatra, logre el verdadero objetivo de la rehabilitación que no es otro que el desarrollo del máximo de las potencialidades de la persona con EM y la reinserción en su medio (laboral, familiar, social). Es importante que el trabajo sea encarado por un equipo con experiencia en el abordaje de las diferentes problemáticas para unificar esfuerzos y recursos en el logro de los objetivos planteados para cada caso en particular. Cada paciente deberá ser evaluado en forma individual e interdisciplinariamente con el fin de implementar el plan acorde a sus necesidades. Dada la imprevisibilidad de la manifestación de esta enfermedad, este plan adquirirá la flexibilidad en relación a las modificaciones que se generen según la evolución de la misma. Para el éxito del tratamiento es necesario que tanto el paciente como la familia y el equipo interdisciplinario se involucren en el mismo. Cualquiera de esta tres patas que no participe en forma activa llevará al fracaso terapéutico. Por lo tanto es importante tener una visión integral del impacto de esta patología para lograr una mejora de la calidad de vida de las personas con EM., debiendo considerar en cada caso cual/cuales son los tratamientos necesarios de implementar, según lo desarrollado precedentemente.