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Mt —Entrevista COMBATIR EL CAMBIO CLIMÁTICO DESDE EL ARTE—TOMÁS SARACENO POR JENNIFER BURRIS Tomás Saraceno intenta con sus esculturas aerosolares imaginar nuevas formas de entender el mundo. Para el artista nacido en Argentina la relación entre arte y ciencia puede propiciar alternativas interesantes para combatir el cambio climático. Aerocene (2015), que pertenece a Becoming Aerosolar, fue inaugurado en el Grand Palais para coincidir con la Conferencia sobre Cambio Climático de la ONU de diciembre. ¿Cómo concibes esta pieza descrita como el esfuerzo de imaginar nuevos modelos de vida al nivel de las nubes? Es una forma de imaginar cómo podemos aprender nuevamente a vivir en la Tierra. Existe una conexión: si podemos aprender cómo vivir en las nubes, también podemos aprender cómo vivir en la Vía Láctea, la cual es parte de una nube galáctica. 106 Retrato: Tomás Saraceno. © Anders Sune Beg Esto se puede relacionar con tu concepción sobre la ingeniería de Aerocene (un tipo de viaje aéreo impulsado por el calor del sol y la radiación infrarroja proveniente de la superficie de la Tierra) como un pasado que se convierte en tecnología futura. Esta temporalidad también puede explicar una referencia a un momento ideológico de 1960, en el que la exploración espacial detonó el movimiento ambiental. ¿Fue sólo por ver la Tierra desde el espacio que comprendimos su fragilidad y, por lo tanto, la necesidad de interdependencia? Hay parte de eso, pero también es importante recordar que estas ideas son mucho más antiguas que las de 1960. Los humanos eran principalmente nómadas. Y la invención de la ciudad representa sólo el 1% de la existencia humana en este planeta, lo que significa que hay muchas viejas ideas sobre formas alternativas de vida que pueden estar codificadas en nuestros genes. Probablemente no las reconocemos conscientemente, pero nos comportamos y actuamos con base en ellas. Tu percepción sobre la posibilidad de un modo de existencia alternativo —donde el pasado y el futuro son simultáneos— recuerda la obra de Gilles Deleuze y Felix Guattari, en particular su noción de convertirse en un proceso de cambio o vuelo. ¿En qué aspectos tu obra se relaciona con estas tradiciones filosóficas? Justamente estoy pensando en un libro de ecología libre que Deleuze y Guattari escribieron —de hecho, es más de Guattari. Es principalmente sobre ecología social, ecología mental y ecología ambiental. Hay una forma de especulación en este idea de la ecología como un verbo, como una posibilidad o un modo de existencia. Respecto a mi relación con la filosofía, estoy más en contacto con Bruno Latour. TOMÁS SARACENO Una fascinación que Latour y Guattari comparten es el interés por las formas en las que medios tan complejos de agentes no-humanos moldean nuestro mundo. Tú también recurres a las posibilidades políticas y figurativas inherentes en las estructuras de organización colaborativa de agentes no-humanos, como las arañas o las tecnologías de código abierto. En la búsqueda de posibles futuros o alternativas a los problemas causados por los humanos, ¿consideras que es necesario buscar modelos fuera de nuestra propia especie? Sí, absolutamente. Hay un texto hermoso de Boris Groys, publicado en el periódico que lanzamos para Aerocene, que ahonda en esto. Pero existe otra cuestión: en la era del Antropoceno, una parte muy pequeña de la población —0.5% o menos— está produciendo el cambio climático. Este pequeño grupo es el responsable En la era del Antropoceno, apenas el 0.5% de la población está produciendo el cambio climático. Este pequeño grupo es el responsable de los cambios enormes que atraviesa el mundo, el ambiente, las relaciones cósmicas o interplanetarias. Quizá se debería hablar más del Capitalceno que del Antropoceno. A través de estructuras complejas que recuerdan las telas de arañas o forman nubes esféricas, Tomás Saraceno traza nuevas posibilidades para habitar el mundo al tiempo que analiza críticamente nuestra relación con la Tierra. Aunque de apariencia utópica, sus obras —la mayoría instalaciones— son proyectos de investigación en proceso que involucran aspectos de la arquitectura, la ingeniería y las ciencias sociales para diseñar modelos factibles. Así se puede ver en In Orbit (2013), On Space Foam (2012), Cloud Cities (2011) o In the Air (2011), donde explora formas sustentables para habitar y percibir el ambiente. Saraceno (Tucumán, Argentina, 1973) habla desde el lenguaje del arte para hacer frente al desequilibrio medio ambiental y el impacto de las acciones humanas en la Tierra. Así, propone otras alternativas para el uso de los recursos naturales y materiales, como se puede ver en Museo Aero Solar (2007-) y Aerocene (2015). 107 02 01 108 de los cambios enormes que atraviesa el mundo, el ambiente, las relaciones cósmicas o interplanetarias. Quizá se debería hablar más del Capitalceno que del Antropoceno, un término que proviene de la idea del capitalismo o del capital como productor de las fuerzas sociales. Como resultado: todos estamos en aprietos. Tal vez lo más importantes es definir primero lo que queremos decir con este nosotros —un problema constante en el trabajo de Latour— antes de pasar inmediatamente a otras agencias, sobre todo cuando no comprendemos o tenemos dificultades para entender las fuerzas dominantes en el trabajo. Tenemos que encontrar modelos más inclusivos: aquellos en los que poseemos una voz, participamos y entendemos las interrelaciones que entablamos unos con otros. Mi trabajo siempre es una invitación, algo que se desplaza como un mensaje positivo y una forma de mutuo compromiso. Con suerte, es un medio para comprender parte del problema pero también parte de la solución, entender que estamos interconectados entre muchos organismos. El arte nos ayuda a entender nuestras diferentes dependencias. —01 y 02 Aerocene (2015). © Tomás Saraceno. Cortesía del artista, Pinksummer, Tanya Bonakdar Gallery, Andersen’s Contemporary y Esther Schipper 109 Mt —Entrevista Debemos ser muy críticos con la gente que es escéptica con el cambio climático. Por eso estoy tan conectado con la ciencia, creo que el arte y la ciencia pueden producir un cambio en la conversación. Durante tu visita a París, ¿notaste un interés por abordar el cambio climático como una interconectividad planetaria? No participé en las pláticas de la ONU —la última vez que estuve involucrado fue en Lima, en 2014—, pero creo que todo el mundo es consciente en cierta medida. Sin embargo, existen estructuras sociales que son difíciles de superar, realidades políticas que no son tan flexibles como nos gustaría. A veces, cuando has analizado un problema durante mucho tiempo, comienzas a existir en el mismo plano de la cuestión. Un cambio radical podría contribuir en algo que es completamente inesperado y, por lo tanto, generar una alteración más profunda en la manera de articular y discutir un problema. Eso es lo que estoy Combatir el cambio climático desde el arte—Tomás Saraceno tratando de demostrar con estas obras, que en un principio pueden parecer imposibles. Caminé por el centro del Grand Palais rodeado por todas estas tecnologías verdes que están disponibles actualmente, y aún nadie puede con ellas. La gente continúa luchando con los paneles solares, las baterías, etc. Y yo les digo: «Miren, chicos, ustedes pueden circunnavegar la Tierra no sólo una sino muchas veces sin baterías, ni helio ni hidrógeno». Nadie podía creerlo. Respecto a cuan práctico o urgente sea, no lo sé. Ese no es el punto. El propósito es recordarle al mundo que puedes volar un cuerpo humano por casi ningún costo. La gente que llevó el hombre a la Luna —de la NASA a los CNES— sigue olvidando que se pueden conectar de manera diferente con ciertas energías. Se necesita un cambio en el tono de la conversación. ¿Qué tan importante es que estas conversaciones ocurrieron debajo de las esculturas del Aerocene y dentro de la cúpula de cristal del Grand Palais? Para mí, el contraste material del aluminio en vuelo y tan transparente como el edificio, proyecta un marco histórico sobre el uso del vidrio dentro del modernismo 04 03 110 —03 Aerocene (2015). Lanzamiento en White Sands, Nuevo México. © Studio Tomás Saraceno. Cortesía del artista, Pinksummer, Tanya Bonakdar Gallery, Andersen’s Contemporary y Esther Schipper —04 Museo Aero Solar (2007-). © Janis Elko. Cortesía del artista arquitectónico o cinematográfico, así como la forma en que el cristal se convirtió en un símbolo material para las ideologías de la visión y la democracia. ¿Qué significa tener estas dos imágenes yuxtapuestas de un futuro imaginado? Más allá de una imagen, busco alcanzar una comprensión de lo que la escultura podría llegar a ser. Algo que existe en un estado latente. En el lenguaje de Guattari, es una posibilidad o un modo temporal de existencia. El sol entraba por el techo de cristal y como las esculturas estaban siendo calentadas, iban elevándose y haciéndose más ligeras que el aire. Estaba enfocado en la temperatura: cuántos grados hay adentro o afuera, qué puede producir el efecto invernadero, y cómo una diferencia de 2 grados puede hacer levitar los objetos. Me gusta tu reflexión, pero para mí lo importante es lo que estas esculturas están produciendo, en parte, una sensibilidad en torno a un elemento que no es común en el vocabulario de la gente: la temperatura. Todos hablamos sobre transparencia y reflexión, pero ahora el mayor cambio en el mundo es precisamente estos 2 grados. Para mí es problemático decir esto: por un lado, podría sentir alegría —por la levitación de las esculturas—; por el otro, no alegrarse de nada, porque se trata del calentamiento destructivo del planeta. Pero espero que al traer alegría a esta toma de conciencia, las esculturas provoquen que la gente realmente piense en este tipo de problemas. Sólo siendo cada vez más conscientes de la temperatura es como podemos empezar a cambiar. Viajamos hacia delante y hacia atrás en el tiempo para poder construir nuevas formas de pensamiento. Es fuerte pensar que nuestra mayor amenaza —un cambio gradual en la temperatura—hace posible estos modelos alternativos de vida interplanetaria. Algo que realmente quiero dejar en claro es cuan disruptivos han sido los seres humanos en este planeta. Debemos ser muy críticos con la gente que es escéptica con el cambio climático. Por eso estoy tan conectado con la ciencia, creo que el arte y la ciencia pueden producir un cambio en la conversación. En 2016 viajaré a Bolivia para filmar en el desierto de sal, la mayor reserva de litio en el mundo. Es un performance similar al que realizamos previamente en White Sands, Nuevo México, un sitio donde se lanzaron cohetes y explotó la bomba atómica. Son instalaciones muy arraigadas o performances en lugares muy significativos. 111