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EL EXORCISMO El exorcismo es la invocación, formula especial u operación mágica para expulsar a las entidades demoníacas, las cuales toman posesión de personas o de lugares. El exorcismo procede del paganismo y se ha venido usando también en la iglesia católica. Se llama exorcista aquel que ha recibido la tercera de las órdenes menores. ¿Qué hay de cierto en todos estos reclamos? Primero y principal, es preciso abordar el tema de la existencia del diablo, de Satanás, de lucifer, del Shaitan, o de Iblis, varios nombres que se utilizan con el fin de identificar al diablo, en el cristianismo y en el Islam. El término , en hebreo, o “Satanás”, significa “adversario, resistidor, acusador”. En mi opinión, más que de un personaje espiritual venido a menos, como lo consideran las religiones monoteístas, en sus respectivas ortodoxias, se trata de una actitud de rebeldía por parte del humano hacia Dios, en virtud del ejercicio del libre albedrío, en función de atender al o “al instinto del mal” más que al o “al instinto del bien”. Esta actitud de rebeldía en contra de la voluntad divina, hace que el humano coseche de , en vez de la bendición porque al existir oposición, Dios la maldición existe conflicto e incompatibilidad entre la voluntad de Dios y la voluntad del humano, ambas reflejadas en un mismo escenario, el mundo. ¿Quién es la autoridad final Dios o el humano? o “Satanás” el diablo, como ángel caído, emana de la concepción dualista, la cual, tiende a considerar filosóficamente al universo relativo al tiempo-espacio, como compuesto de dos esencias, opuestas entre sí. El Zoroastrismo persa es el exponente mayor de ello; (Ahriman/Angra Mainyu, como el diablo & Ahura-Mazda, como Dios). Sin embargo, el dualismo cuando se contempla en su real perspectiva, es decir, trascendiéndolo, sirve a un propósito unitario espiritual. Esto lo vemos reflejado en el Hinduismo cuando la divinidad de Brahma, como creador, trasciende a la de Vishnu, como constructor y a la de Shiva, como destructor. Por ejemplo, el bien y el mal, la luz y la oscuridad, el día y la noche, el masculino y el femenino, el positivo y el negativo, etc., sirven a una misma y única finalidad espiritual. La concepción de un ángel con poderes casi similares a los de Dios, de maligna influencia, el cual intenta interferir para separar al humano de Dios, es ajena a la Torá y se desarrolló merced a sincretismos incorporados de oriente (Babilonia & Persia). Forma parte del dualismo el cual contempla como figura mayor a un Dios de bien y a Satanás como el exponente mayor del mal. Es preciso entender que el mal, en términos reales no es existe, en virtud de que es la consecuencia del vacío que se produce cuando no se incorpora el bien de Dios. Al humano le fue brindada la oportunidad de conectar con el orden de Dios y cuando él se rebela, el vacío que ello deja, produce el caos de lo que comúnmente llamamos el mal. El mal, en sí, es el caos que proyecta el humano cuando no incorpora a Dios como pilar central en su vida y toma como punto de referencia a su ego. Lo mismo sucede con el odio, el cual no es más que el vacío que produce la ausencia del amor, ya que en un corazón amoroso, el odio no penetra. Finalmente, diré que al humano le viene bien eso de echarle la culpa a otro, como sucedió en el jardín del edén, cuando Dios les preguntó a Adán y a Eva, por qué habían probado del árbol de la sabiduría del bien y del mal. Ambos pretendieron echar la culpa a terceros, en vez de aceptar responsabilidad por sus acciones. Satanás, en el libro de Job, en mi opinión, representa al factor divino acusador del humano incumplidor, no a un ente espiritual en oposición a Dios. Si quitamos la figura de Satanás, hacemos desaparecer todo el concepto de la existencia del mal y por supuesto de los diablillos. Desde un punto de vista de libertad, si existieran los espíritus malignos, el humano no podría ejercer el libre albedrío, ya que no sería dueño de su voluntad. Es preciso entender que la responsabilidad es 100% del humano y lo que su mente piensa y decide es la principal responsable. Aquellos que pretenden que los espíritus malignos existen y que entran en el cuerpo humano invadiéndolo, creen que el mal existe, no como consecuencia del vacío o ausencia del bien, sino como entidad en sí. Desde un punto de vista espiritual, el espíritu se debate en la dimensión de Dios, es decir, fuera del tiempo y del espacio. Al ser esto así, el espíritu no puede ni entrar, ni salir. El espíritu es conciencia de existencia sin lugar ni tiempo. El exorcismo es consecuencia de una creencia que priva al humano del libre albedrío y que lo circunscribe dentro de la lucha espiritual entre Dios y el diablo, exonerándolo de su responsabilidad, en virtud de hacer sido echo a imagen y semejanza del Creador. EL EXORCISMO El exorcismo es la invocación, formula especial u operación mágica para expulsar a las entidades demoníacas, las cuales toman posesión de personas o de lugares. El exorcismo procede del paganismo y se ha venido practicando también en la iglesia católica. Se llama exorcista aquel que ha recibido la tercera de las órdenes menores. ¿Qué hay de cierto en este reclamo? Primero y principal, es preciso abordar el tema de la existencia del diablo, de Satanás, de lucifer, del Shaitan, o de Iblis, varios nombres que se utilizan con el fin de identificar al diablo, en el cristianismo y en el Islam. El término , en hebreo, o “Satanás”, significa “adversario, resistidor, acusador”. En mi opinión, más que de un personaje espiritual venido a menos, como lo consideran las religiones monoteístas, en sus respectivas ortodoxias, se trata de una actitud de rebeldía por parte del humano hacia Dios, en virtud del ejercicio del libre albedrío, en función de atender al o “al instinto del mal” más que al o “al instinto del bien”. Esta actitud de rebeldía en contra de la voluntad divina, hace que el humano coseche de , en vez de la bendición porque al existir oposición, Dios la maldición existe conflicto e incompatibilidad entre la voluntad de Dios y la voluntad del humano, ambas reflejadas en un mismo escenario, el mundo. ¿Quién es la autoridad final Dios o el humano? o “Satanás” el diablo, como ángel caído, emana de la concepción dualista, la cual, tiende a considerar filosóficamente al universo relativo al tiempo-espacio, como compuesto de dos esencias, opuestas entre sí. El Zoroastrismo persa es el exponente mayor de ello; (Ahriman/Angra Mainyu, como el diablo & Ahura-Mazda, como Dios). Sin embargo, el dualismo cuando se contempla en su real perspectiva, es decir, trascendiéndolo, sirve a un propósito unitario espiritual. Esto lo vemos reflejado en el Hinduismo cuando la divinidad de Brahma, como creador, trasciende a la de Vishnu, como constructor y a la de Shiva, como destructor. Por ejemplo, el bien y el mal, la luz y la oscuridad, el día y la noche, el masculino y el femenino, el positivo y el negativo, etc., sirven a una misma y única finalidad espiritual. La concepción de un ángel con poderes casi similares a los de Dios, de maligna influencia, el cual intenta interferir para separar al humano de Dios, es ajena a la Torá y se desarrolló merced a sincretismos incorporados de oriente (Babilonia & Persia). Forma parte del dualismo el cual contempla como figura mayor a un Dios de bien y a Satanás como el exponente mayor del mal. Es preciso entender que el mal, en términos reales no es existe, en virtud de que es la consecuencia del vacío que se produce cuando no se incorpora el bien de Dios. Al humano le fue brindada la oportunidad de conectar con el orden de Dios y cuando él se rebela, el vacío que ello deja, produce el caos de lo que comúnmente llamamos el mal. El mal, en sí, es el caos que proyecta el humano cuando no incorpora a Dios como pilar central en su vida y toma como punto de referencia a su ego. Lo mismo sucede con el odio, el cual no es más que el vacío que produce la ausencia del amor, ya que en un corazón amoroso, el odio no penetra. Finalmente, diré que al humano le viene bien eso de echarle la culpa a otro, como sucedió en el jardín del edén, cuando Dios les preguntó a Adán y a Eva, por qué habían probado del árbol de la sabiduría del bien y del mal. Ambos pretendieron echar la culpa a terceros, en vez de aceptar responsabilidad por sus acciones. Satanás, en el libro de Job, en mi opinión, representa al factor divino acusador del humano incumplidor, no a un ente espiritual en oposición a Dios. Si quitamos la figura de Satanás, hacemos desaparecer todo el concepto de la existencia del mal y por supuesto de los diablillos. Desde un punto de vista de libertad, si existieran los espíritus malignos, el humano no podría ejercer el libre albedrío, ya que no sería dueño de su voluntad. Es preciso entender que la responsabilidad es 100% del humano y lo que su mente piensa y decide es la principal responsable. Aquellos que pretenden que los espíritus malignos existen y que entran en el cuerpo humano invadiéndolo, creen que el mal existe, no como consecuencia del vacío o ausencia del bien, sino como entidad en sí. Desde un punto de vista espiritual, el espíritu se debate en la dimensión de Dios, es decir, fuera del tiempo y del espacio. Al ser esto así, el espíritu no puede ni entrar, ni salir. El espíritu es conciencia de existencia sin lugar ni tiempo. El exorcismo es consecuencia de una creencia que priva al humano del libre albedrío y que lo circunscribe dentro de la lucha espiritual entre Dios y el diablo, exonerándolo de su responsabilidad, en virtud de hacer sido echo a imagen y semejanza del Creador.