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14 de octubre de 2009 Convecion y ruptura en Chile - Neva NOTA DE FONDO Por Yamila Ursino Según la explicación de Sergio Pereira Poza, docente del programa de Magister en literatura del Departamento de Lingüística y Literatura de la Universidad de Santiago de Chile, sobre la convención y el teatro en Chile, el teatro actual chileno está inmerso en un estadío de revisión de las bases culturales de hoy. Dice, además, que este teatro aparece comprometido con la tarea de encontrar aquellas fórmulas que le permitan responder a las nuevas condiciones de existencia surgidas a causa del proceso de revalorización que vive la modernidad. Lo que propone Pereira Poza es romper con la utilización de perspectivas fundadas en la mímesis y lo verbal, reemplazando la certidumbre de lo concreto. Habla de un teatro tradicional en Chile que pone al texto como centro basándose justamente en lo literario. Para esto es imprescindible la integración de las dimensiones verbales y no verbales en el fenómeno escénico. El teatro actual chileno ha optado por construir imágenes que sostengan más significantes no verbales que lingüísticos, pasando por un proceso dinámico en el que la palabra dicha alcanza un rango significativo distinto al entrar en relaciones dialécticas con el sonido, la luz, el color, el movimiento, la textura y el volumen. En la obra Neva, escrita y dirigida por Guillermo Calderón, de Chile, pone en primera plana la metateatralidad o “teatro dentro del teatro”, al colocar en la obra, tres actores (Olga Knipper, la viuda de Antón Chejov; Maya, la hermana de Chejov; y un actor de la compañía) que están esperando a otros actores y pasan letra del ensayo de la obra que van a presentar. En la puesta en escena y por elección del director, se trabajó con textos literarios muy fuertes y de gran dimensión escénica de la obra El jardín de los cerezos de Chejov, donde justamente coloca los textos desde fuera del actor, hasta de manera paródica remedando cómo el actor se prepara o se coloca fuera de él para decir un texto. Mientras tanto, lo paradójico es que más allá de esa construcción escénica no “natural”, ellos, desde sus personajes, tienen una carga sentimental muy fuerte con textos de gran peso actuados de manera naturalista. La obra apunta a colocar al espectador en un lugar incómodo, en el que no sólo va al teatro a disfrutar sino que sale con la necesidad de reflexionar. Y en este sentido, los actores no desarrollan una única toma de partido o punto de vista, sino que todo el tiempo hay un crescendo en la situación de la relación entre los personajes, sus sentimientos y la postura ideológica de cada uno de éstos. A eso se suma la situación extrateatral que, desde afuera, empieza a afectar: una sociedad revolucionada con el levantamiento de los trabajadores contra el Zar en la Rusia de 1905. Esta situación externa los va capturando y empieza a perforar las paredes del teatro. La pregunta que pareciera hacerse el director y autor es cómo sentir amor o cualquier otra pasión cuando afuera la gente está peleando y muere. La obra provoca escalofríos y un descolocamiento en las ideas y percepciones de los espectadores; muestra un trabajo limpio y único, pocas veces visto antes en el teatro. Por lo menos, esas son las referencias y críticas de distintos países, desde Europa hasta Sudamérica, donde no dejan de decir que Neva es una obra que dejará una huella en el teatro actual. Ojos Al Mundo 2009