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Alicia Bustamante: hacer
reír y llorar
DANIA DEL PINO MÁS
(Estudiante de Teatrología, IV año)
ERNESTO FIDEL DEL CAÑAL BÁEZ
Para quienes llegamos al teatro después de los noventa, grupos como
Teatro Universitario, Teatro Estudio, Conjunto Dramático Nacional o
Teatro Musical de La Habana, era parte de un legado histórico ajeno a
nuestras experiencias. Sin embargo, la relativa cercanía en el tiempo de
aquellos momentos idílicos de nuestra escena y la existencia física de
personas esenciales de dichos años, nos invocan e incitan a revivirlos y
estudiarlos.
A propósito del Taller de Investigaciones Rine Leal, dedicado a
destacadas actrices de nuestro teatro, nos acercamos a la figura de Alicia
Bustamante. El camino del descubrimiento, siempre lleno de
incertidumbres, tuvo el privilegio de contar esta vez con el
acompañamiento de la figura estudiada; su confesión ante nuestro reclamo
nos dio sosiego y seguridad: “Es para mí emocionante el ver que la
juventud nos rinda homenaje cuando aún podemos disfrutarlo con
ustedes. Gracias por todo. Es hermoso que distantes generaciones
escribamos la historia del teatro en nuestro país una vez más”.1
Su desenvoltura en la comedia era de lo poco que conocíamos de Alicia
y la motivación fundamental que nos llevaba a ella. Pero el primer hallazgo
resultó el título de la entrevista inicial consultada: “Alicia Bustamante:
hacer reír y llorar”.2 A partir de ahí cambia el objetivo de la investigación y
el diapasón crítico se amplía, centrando nuestro trabajo en el carácter
versátil y multifacético de la actriz. Descubrimos su labor pedagógica, su
interés por dirigir y su carismática personalidad, que la ha llevado a cultivar
muchos afectos en el mundo laboral y en la vida privada. El
reconocimiento al aporte de este trabajo realizado por Maida Royero a la
investigación, explica el título homónimo de nuestra ponencia.
1
Entrevista realizada a Alicia Bustamante. Vía Internet. Abril de 2010.
Maida Royero. “Alicia Bustamante: Hacer reír y llorar”. Revista Tablas, No 2, 1988,
p. 39.
2
El proceso continuó con el estudio de otros materiales de crítica teatral
que de una u otra manera abordan aspectos de la labor profesional de
Alicia; después se enriqueció con el inestimable aporte del testimonio de
familiares y destacadas personalidades de nuestro teatro que trabajaron con
ella. Ellos son: su sobrino Eduardo Lavin Valdés Bustamante, Nancy
Rodríguez, Pedro Díaz Ramos, Benny Seijo, Roberto Gacio, Jorge García
Porrúa, Carlos Pérez Peña, Zoa Fernández, Luis Brunet y Zenia Marabal.
Por último, contamos con sus propios criterios, los cuales además de ser
importantes por su contenido, fueron un estímulo extraordinario a nuestra
labor.
Más allá de la temprana vocación de Alicia por el teatro, de la obtención
del Premio en la Corte Suprema Infantil en Progreso Cubano, el primer
enfrentamiento de la actriz con las tablas coincide con su integración en el
grupo Teatro Universitario. Como parte de la última generación del
Seminario de Arte Dramático, es heredera de las enseñanzas de Helena de
Armas, Roberto Garriga y Ramonín Valenzuela. Bajo la dirección de
Helena, participa en la inauguración de la sala Tespis con la obra El círculo
de tiza, de Li-Tzing-Tao. A partir de entonces comienza una larga
trayectoria artística.
Transita por colectivos como el Conjunto Dramático Nacional, el Grupo
Experimental La Rueda, Teatro Estudio y Teatro Musical de La Habana.
En cada uno de ellos, Alicia se destaca por su extraordinaria disciplina, su
entrega desmedida al trabajo y sus sorprendentes interpretaciones. Su
condición de graduada de música en el Conservatorio Municipal de La
Habana y el entrenamiento vocal en el Conjunto Dramático, con la ayuda
de Jorge García Porrúa, le permiten convertirse en una actriz capaz de
actuar, cantar y bailar con gran maestría.
A lo largo de todos estos años se destaca en obras como De película, La
Santa, Pasado a la criolla y Luciana y el carnicero, dentro del Conjunto
Dramático; El becerro de oro, Don Gil de las Calzas Verdes, Se hace
camino al andar, Imágenes de Macondo, Galileo Galilei, Los 10 días que
estremecieron al mundo, son títulos de su estancia en Teatro Estudio. En el
Teatro Musical de La Habana la vieron, entre otras, en La última carta de
la baraja, Lo musical, Esto no tiene nombre, De esto y de algo, Chorrito de
gentesss y Don Quijote de La Rampa, de la que dijera Esteban Llorach
Ramos en un periódico de la época: “¿Qué decir de Alicia Bustamante que
convence y regocija en su nada fácil papel de Sancho Panza?”
En su inagotable carrera, tres personajes fundamentales marcan la
memoria de quienes vieron a Alicia en el escenario: La mujer de los
entremeses japoneses, de Yukio Mishima, la Poncia en La casa de
Bernarda Alba, de Lorca, y la Esperanza Mayor en Sábado corto, de
Héctor Quintero.
Entremeses japoneses, espectáculo de La Rueda, dirigido por Rolando
Ferrer, se inscribe en la historia del teatro cubano como una de las páginas
más hermosas de este colectivo. A partir de una ardua investigación en
torno a la cultura oriental, el grupo experimenta en varias puestas de teatro
japonés. En ellas Alicia asumió más de un personaje. Todos quedaron
impresionados con esa mujer delicada, que apoyada en la gestualidad
oriental llegaba a lo más profundo del espectador y lo hacía reír. Ella, junto
a Carlos Ruiz de la Tejera, haría memorables aquellas escenas con infinito
virtuosismo actoral.
“Recuerdo ese trabajo de los entremeses, porque era toda una pantomima
exquisita de su recorrido en un bote, y el movimiento del agua. Hacía una
impresionante cadena de movimientos con las manos; descubrió hasta
cómo los japoneses separaban los dedos.” 3
En 1972, bajo la dirección de Berta Martínez, el grupo Teatro Estudio
presenta La casa de Bernarda Alba. Ya estrenado por la directora bajo el
título de Bernarda (1970), esta es la segunda versión que llega al público
del texto lorquiano. La imponente presencia de la figura de Alicia como la
Poncia, deslumbra al espectador acostumbrado a disfrutar del carácter
jovial de los personajes de la actriz. La firmeza en los textos de
Bustamante, unido a un exquisito decir, respetando cada una de las
intenciones y llenando de matices los parlamentos, convierte a este
personaje secundario en uno de los méritos indiscutibles de la puesta.
Pero es sin dudas Esperanza Mayor (Premio a Mejor Actuación en el
Festival de Camagüey) quien coloca a Alicia en la cumbre de su carrera
artística. Una vez más disfrutamos del buen humor de la intérprete y
reconocemos en su desenvolvimiento el estudio acumulado a lo largo de
tantos años de trabajo. Esperanza escapa del chiste fácil desde que es
dibujada por Quintero, y ahora Bustamante la dota de esa dimensión
dramática que encierran en sí los personajes del autor. Con una presencia
escénica portadora de la imagen cotidiana de la mujer cubana, Esperanza y
Alicia se nos pierden entre los límites de realidad y ficción.
“De un personaje que podía ser trivial o superficial, ella tenía la
capacidad de hacerlo muy raigal y de conectarlo con el entorno y la cultura
nuestra.” 4
“Estoy convencida de que Esperanza Mayor es uno de esos personajes que
me acompañará siempre, aunque ya no esté en el escenario. Puede que
aparezca otro papel que me guste tanto como Esperanza, pero más…
ninguno.” 5
Experimentó además en la televisión y en el cine, destacándose en filmes
3
Entrevista realizada al actor y director Carlos Pérez Peña.
Idem.
5
Maida Royero. Ob. cit.
4
como Tránsito (1964), de Eduardo Manet; La muerte de un burócrata
(1966), de Tomás Gutierrez Alea; Tulipa (1967), de Manuel Octavio
Gómez; Cecilia (1981), de Humberto Solás; Plaff (1988), de Juan Carlos
Tabío; Adorables mentiras (1991), de Gerardo Chijona; Vidas paralelas
(1992), de Pastor Vega, entre otras. Más recientemente, intervino en el
filme francés Chili con Carne, de Thomas Gilou (1999) y, en España, en
Un rey en La Habana (2008), de Alexis Valdés.
Alicia es graduada de Kindergarten y fue maestra de ese nivel durante
casi seis años. Su formación como docente, el dominio de más de tres
idiomas, la avidez de conocimientos que la acompaña siempre, y su
profunda vocación pedagógica, explican su reconocido éxito como maestra
de muchos profesionales de las tablas que hoy recuerdan su magisterio con
gratitud. Es maestra de actuación en el primer taller para actores, cantantes
y bailarines del Teatro Musical de La Habana.
Sobre ese curso en el Teatro Musical Benny Seijo apunta:
A ella siempre le gustó mucho enseñar. Explicaba con conceptos
teóricos muy claros sacados de sus estudios y experiencias de
escuelas diversas. Trabajaba mucho la línea de la improvisación, la
espontaneidad, de crear relaciones escénicas entre los actores. Fue un
trabajo que dio frutos, pues los que estaban allí, entre la práctica
escénica y las clases, se convirtieron en otras personas. Quienes
llegaron muy desprovistos y sin ninguna técnica, fueron
complejizando su trabajo.6
Sobre esto Alicia comenta: “Allí empezamos juntos sencillamente a jugar
acompañados de: « Despertar el deseo de crear es muy difícil, matarlo es
excesivamente fácil» (Constantin Stanislavsky) y de: «Un hombre que se
mueve en el espacio y otro que mira… allí hay teatro» (« El espacio
Vacío » de Peter Brook)”.7
En la Escuela de Instructores de Arte trabaja en la especialidad de
pantomima y expresión corporal como asistente del jefe de cátedra profesor
Pierre Chaussant (Francia), con quien había trabajado y estudiado en el
Conjunto Dramático Nacional. Imparte cursos de postgrado en el
Conservatorio de Artes de Valladolid (España) y en la Escuela
Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, donde
ofrece el primer curso orientado a la dirección de actores. En 1999 brinda
un taller de actuación para los bailarines de la Televisión Cubana. Realiza
clases magistrales en Francia con la Compañía de Teatro de Colombes,
dirigida por el actor y director Thierry Lorenz.
6
7
Entrevista realizada a Benny Seijo.
Entrevista realizada a Alicia Bustamante.
Para Alicia la dirección fue una de las grandes metas de su vida, su
primer objetivo al ingresar a Teatro Universitario. Se mantiene al frente del
Teatro Musical de La Habana durante sus últimos tres años.
Recibe importantes galardones en su labor como directora, desde la placa
entregada por los actores de Pachencho vivo o muerto, espectáculo dirigido
por ella en el Teatro Musical y que recuerda con tanto cariño, hasta El
canto de Chiquirin, seleccionada por la Alcaldía de París como la obra del
año (Francia, 1996).
Hoy Alicia vive en Francia y continúa su labor de actriz, directora y
maestra. Lecturas cubanas, Entre dos mundos, El tango, Borges y yo, Flor
de Bahía, versión de la novela de Jorge Amado Doña Flor y sus dos
maridos, son algunos de los títulos de sus más recientes creaciones. Allí en
Europa, ha trabajado junto a la figura de Hanna Schigulla, la musa
inspiradora de Fassbinder, excelente actriz, quien también confiesa haber
aprendido de Alicia. Juntas han llevado al escenario dos países, dos
culturas, unificadas en la magia de su creación y revelando una vez más la
universalidad del arte y en especial del teatro.
Una actriz no se mide por el tiempo que permanece en escena, sino por la
magia que crea una vez que ha subido al tablado y las enseñanzas que es
capaz de sembrar. Y es que Alicia supo siempre embrujar a quienes la
miraban desde abajo, con los ojos húmedos, a veces por reír, o por llorar.
Gracias a ti, por dejarte descubrir, por permitirnos conocerte y disfrutar de
tus encantos y sorpresas, por inspirarnos, y sobre todo por hacernos creer
una vez más en este hermoso empeño que es el teatro.