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ABC
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SÁBADO 20—3—2010
mación piensa integrarse en
un centro ocupacional. Con
sencillez expone sus virtudes:
«Soy rápida porque me he
aprendido el juego de memoria». Así de fácil.
Ángel mantiene una singular y pacífica pelea con el ordenador, que frena su veloz
carrera hacia el final de la historia. «Voy con pistas. Primero el aeropuerto, luego el hotel, habitación 17. Después,
una llamada...». Y así hasta
llegar a una galería de arte,
«donde el ladrón intenta vender el cuadro robado a un señor». Irene es extrovertida y
simpática. «Manejo el ordenador sola y me gusta trabajar
con mis compañeros». En el
futuro quiere ser modelo e incluso diseñarse sus propios
trajes. «Soy guapa y doy muy
bien en la televisión», afirma.
Pero su verdadera pasión es
montar a caballo.
El apasionante juego continúa, pero todos ellos ya han
ganado.
Superación a toque de trompeta
El malagueño Rafael
Calderón será el primer
español con síndrome de
Down que obtenga el
grado profesional de
música. El camino no ha
sido fácil. La suya es una
historia de tesón, lucha y
voluntad a raudales
POR REGINA SOTORRÍO
FOTO PEPE ORTEGA
MÁLAGA. Tartamudea al hablar, pero con la trompeta no
hay pausas. Es un medio de
expresión que domina, en el
que se le nota cómodo y con
el que se siente uno más. Sin
barreras ni límites. En la música da igual que sus rasgos físicos le delaten como una persona con síndrome de Down.
Lo único que vale es que suene bien. Y lo hace.
«Al Síndrome de Down no
le doy más importancia. Unos
aprenden más rápido, y otros
más despacio; pero se consigue igual poco a poco», asegura Rafael Calderón, que en junio se convertirá en la primera persona en España con este trastorno genético en concluir el grado profesional de
música. Sólo le queda una
asignatura y sus profesores
dan por hecho que la superará. Está preparado. La clave:
«Esfuerzo y valentía».
«Para mí no hay barreras»
Dice una y otra vez que la música es su vida. «Me persigue,
y yo a ella», afirma. De pequeño escuchaba tocar junto a su
casa a la Banda Juvenil Miraflores-Gibraljaire, veía a los
niños con su instrumento a
cuestas. y él quería estar allí.
Lo consiguió. Pero todos sus
compañeros cursaban los estudios oficiales de música, y
él no podía ser menos. «Para
mí no hay barreras», defiende
Rafa, de 25 años.
No fue fácil. La familia tuvo que recurrir al Defensor
del Pueblo para solicitar su ingreso en los estudios elementales porque superaba la
edad reglamentaria. Un obstáculo más que resolvió con
éxito. De eso hace ya 12 años,
Rafael Calderón, con su pasión: la trompeta, que le ha acompañado durante sus 25 años
el tiempo que lleva formándose en el Conservatorio Manuel Carra de Málaga. Un periodo en el que ha sacado adelante el colegio primero y el
instituto después, compaginándolos con las clases particulares, el conservatorio y la
banda de música. «A veces estaba agobiado, pero con paciencia todo se consigue»,
cuenta.
Paciencia, «constancia y
ganas de aprender», remarca
José Antonio Aragón, profesor de Trompeta y tutor de Ra-
«Tiene constancia
en el trabajo y ganas
de aprender, aunque
le lleve más tiempo
que a otros»
«Hemos aprendido
una lección
extraordinaria: no se
puede despreciar a
nadie»
«Hay que romper la brecha digital de las
personas con discapacidad intelectual»
«Llevamos diez años trabajando para romper la brecha
digital» en la que viven inmersas las personas con discapacidad intelectual». Así explica María Barón, presidenta de la
Fundación Síndrome de Down de Madrid (FSDM), el objetivo
de los programas relacionados con las nuevas tecnologías
promovidos desde la FSDM. «En su aprendizaje, los problemas están en el razonamiento abstracto o en la globalización
de lo concreto, pero los temas lineales y las tareas repetitivas
no tienen para ellos dificultad, lo que les permite manejarse
bien con la informática». Sus programas, que ya han surcado
los mares y se imparten en varios países, han reunido a más
de 1.300 participantes. Sobre los riesgos que suponen las
nuevas tecnologías para las personas con discapacidad
intelectual indica que, pese a que hay que estar vigilantes,
sus intereses son tan concretos que el riesgo es menor».
fael, que buscó estrategias
metodológicas para poder llegar al joven y sacar el máximo
partido de su capacidad musical. Esos valores y su simpatía
le han valido «el respeto» de
todos en el Conservatorio, tal
y como apunta la profesora
Nuria Aragú. «Sus habilidades sociales son admirables».
Amistad y compañerismo
Cada vez que tiene la oportunidad agradece el apoyo que
recibe de los que le rodean.
Por eso, no está dispuesto a
que pase esta conversación
sin interpretar el himno del
Colegio Gibraljaire, cuya banda le dio su primera trompeta. «En Miraflores-Gibraljaire
ha conocido la amistad y el
compañerismo; allí se le ha
tratado como a otro cualquiera», apunta el subdirector de
la agrupación, Manuel Aragú. A cambio, «con él hemos
aprendido una lección extraordinaria: no se puede despreciar a nadie».
Rafa sabe lo que es enfrentarse a pruebas complicadas,
y ahora le esperan nuevos retos como aprobar las pruebas
de acceso al grado superior.
No le quita el sueño. «Si no lo
logro este año, las haré de
nuevo el año que viene... Nunca hay que tirar la toalla».