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No es oro todo lo que reluce… Esteban Gorostiaga Ayestarán Los nadadores-as de elite presentan más trastornos depresivos que los jóvenes de su edad. Hace unos días finalizó en Barcelona el Campeonato del Mundo de Natación, con una participación destacada de las nadadoras del equipo español. Las imágenes del podio, mostrando personas jóvenes, con aspecto saludable y feliz, hacen pensar a la gran mayoría de los espectadores que solamente los deportistas mentalmente y emocionalmente fuertes son capaces de llegar a ese nivel y conseguir esos triunfos. Esta imagen parece estar de acuerdo con los estudios que han demostrado que las personas sedentarias que comienzan a hacer un programa de ejercicio físico durante varias semanas disminuyen el riesgo de tener una depresión, mejoran la ansiedad o la calidad de su sueño. Sin embargo, en el caso de los deportistas de elite, sometidos muchas veces a situaciones altas de estrés, no es oro todo lo que reluce en este aspecto. Hace unos años, algunos estudios comenzaron a sugerir que los deportistas de elite presentaban una tendencia similar o, incluso, mayor a desarrollar una depresión que las personas de su misma edad que no practicaban deporte de alto nivel. Estos estudios eran incompletos porque buscaban la presencia de algunos síntomas de depresión utilizando cuestionarios rellenados por los propios deportistas, pero no utilizaban la herramienta más adecuada para hacer un diagnóstico preciso de la depresión, a saber: realizar una entrevista personal con el deportista para determinar si presenta o no los criterios de diagnóstico de la depresión. Un estudio realizado por Thomas Hammond y colaboradores, de la Facultad de Salud y la Escuela de Psicología de la Universidad de Deakin (Calgary, Canada), publicado este año en la revista Clinical Journal of Sport Medicine, ha intentado conocer la frecuencia de depresión en nadadores de élite. Para ello, los investigadores estudiaron a 28 nadadores y 22 nadadoras canadienses, de 18 a 27 años de edad que 1 Facebook.com/ceimd competían a nivel nacional y que estaban entrenando y compitiendo para intentar ser seleccionados por su equipo nacional para participar en el Campeonato del Mundo y los Juegos Olímpicos. A cada nadador se le hizo una entrevista personal en los 2 meses posteriores a la finalización de los Campeonatos Nacionales de Preselección para conocer los síntomas depresivos que tenían en el momento de la entrevista y en los 36 meses anteriores a ella, la gravedad de los síntomas, y diagnosticar la presencia o no de depresión. La entrevista personal fue semi-estructurada y se basó en unos criterios reconocidos internacionalmente, denominados criterios DSM-IV-TR, que permiten diagnosticar una posible depresión, sus síntomas y su gravedad. Por ejemplo, para diagnosticar una depresión, la persona debe haber experimentado, durante al menos 2 semanas, síntomas de bajo estado de ánimo y/o pérdida de interés por las cosas. Además, estos síntomas deben estar acompañados de cambios significativos en 4 de los siguientes síntomas: cambios en el apetito, sueño, agitación o falta de tono, fatiga o poca energía, descenso de la autoestima o sentimiento de culpa, problemas de concentración y riesgo de suicidio o pensamientos de suicidio. También se midió la severidad de dichos síntomas mediante un cuestionario denominado BDI-II. Los resultados del estudio muestran que antes de los Campeonatos de Preselección, el 68% de los nadadores-as presentaron un trastorno depresivo importante in los 36 meses anteriores a dicho evento. El porcentaje de mujeres nadadoras con trastorno depresivo (86%) fue superior al de los hombres (54%). Además, la frecuencia de trastornos depresivos fue superior en los 12 mejores nadadores-as que en el resto. Estos resultados muestran que la frecuencia de trastornos depresivos en esta población de nadadores de elite, cercana al 70%, es muy superior a la que presenta la población general de misma edad, que suele ser cercana al 17%, aunque esta última cifra está tomada de estudios que no han hecho una entrevista personal con los deportistas, sino que les han hecho rellenar un cuestionario. Sin embargo, la elevada frecuencia de trastornos depresivos encontrada en estos nadadores de elite debe hacer reflexionar a las personas que trabajan con estos deportistas y que a veces no tienen en cuenta la tremenda presión física, social y 2 Facebook.com/ceimd psicológica a la que se ven sometidos. No se sabe por qué las mujeres nadadoras tienen más trastornos depresivos que los hombres. Algunos investigadores han sugerido que las mujeres podrían estar sometidas a un mayor número de factores estresantes o pueden interiorizar las situaciones de estrés de manera diferente a los hombres, llevándolas a amplificar las situaciones de estrés. También se cree que, al contrario que los hombres, las mujeres deportistas creen que tienen menor apoyo social que las mujeres que no hacen deporte. Esto les haría ser más vulnerables para manejar situaciones de estrés. Por último, también parece que, en las entrevistas para diagnosticar la depresión que se hacen en estos estudios, las mujeres deportistas se atreven más a manifestar sus síntomas depresivos y a pedir ayuda al respecto que los hombres deportistas. Esto hace que parezca que tienen más trastornos depresivos. En definitiva, aun teniendo en cuenta las limitaciones metodológicas del estudio, se puede afirmar que es muy probable que los nadadores-as de elite presenten una mayor frecuencia de trastornos depresivos que la población de su edad que no hace deporte de elite. ¿Cómo se puede entender entonces que las personas sedentarias que comienzan a hacer ejercicio de modo regular y moderado disminuyen sus niveles de ansiedad y depresión? No se sabe la respuesta, pero es probable que el ejercicio físico tenga efectos positivos sobre la disminución de la depresión y de la ansiedad hasta un cierto nivel de intensidad, frecuencia o cantidad, por encima de la cual los efectos comienzan a ser negativos, especialmente si existen situaciones de estrés social o psicológico añadidas. La pregunta clave es saber si se puede llegar a ser un gran deportista de elite sin tener estos efectos negativos sobre la salud psíquica. Afortunadamente, es muy probable que sea posible porque en los últimos años se están publicando bastantes estudios, entre ellos los del CEIMD, que muestran que los deportistas de elite pueden alcanzar las mismas marcas o, incluso, mejores con entrenamientos menos frecuentes o intensos que con entrenamientos más intensos, frecuentes o largos. Con el fin de evitar crear excesivo cansancio o estrés al que esto escribe o al que esto lee, se tratará este tema en otra ocasión. 3 Facebook.com/ceimd