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Cómo usar el calendario de este año Este calendario puede usarse para explicar los siguientes puntos teológicos y para fomentar la reflexión y el diálogo. •La presencia del Espíritu Santo •El Espíritu Santo como el amor transformador de Dios •El tiempo de Pascua •Pentecostés en la vida de la Iglesia •La Liturgia de la Palabra en Pentecostés •El llamado cristiano a ser discípulos y proclamar la Palabra de Dios Notas sobre el gráfico Envía tu espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra. — Salmo 104 Centro: El Espíritu Santo transforma el mundo En el arte, el Espíritu Santo suele representarse como una paloma. Esto tiene sus raíces en la Sagrada Escritura. Los cuatro relatos sobre el Bautismo de Jesús indican que cuando Jesús estaba siendo bautizado, el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma. En el Antiguo Testamento también encontramos la paloma que regresa con una rama de olivo después del diluvio. Existe continuidad en ambos relatos de la Sagrada Escritura con este símbolo. El Catecismo de la Iglesia católica (CIC) dice: “Al final del diluvio (cuyo simbolismo se refiere al Bautismo), la paloma soltada por Noé vuelve con una rama tierna de olivo en el pico, signo de que la tierra es habitable de nuevo (cf. Génesis 8,8 – 12). Cuando Cristo sale del agua de su bautismo, el Espíritu Santo, en forma de paloma, baja y se posa sobre él (cf. Mateo 3,16). El Espíritu desciende y reposa en el corazón purificado de los bautizados” (CIC, 701). El símbolo de la paloma como el Espíritu Santo se usa en el centro del calendario. En esta imagen, el Espíritu Santo sostiene y abraza el mundo. Durante el año litúrgico, celebramos los dones del Espíritu Santo con la solemnidad de Pentecostés. Pentecostés: La venida del Espíritu Santo Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido. El tiempo de Pascua dura 50 días. El último día es la solemnidad de Pentecostés, el “cumpleaños de la Iglesia”. En estos días de Pascua, hemos caminado con Cristo desde su gloriosa Resurrección, su Ascensión a los cielos hasta el envío del Espíritu Santo a los apóstoles. La idea de un “Pentecostés” no es nueva para la fe cristiana. En la tradición judía, Pentecostés era una fiesta de la cosecha que se celebraba 50 días después de la Pascua (de ahí viene el nombre “Pentecostés”, que en griego significa “quincuagésimo”). En esta celebración, se le ofrecía a Dios pan hecho con el cereal recién cosechado. Más tarde, esta celebración también se asoció con el momento en que Moisés recibió la ley en el monte Sinaí. San Lucas sin duda tiene en mente este último aspecto de la celebración ya que su descripción de la fiesta de Pentecostés evoca el momento en que Moisés recibió la ley. Para los primeros cristianos, que estaban reunidos para celebrar dicha fiesta en Jerusalén, el envío del Espíritu Santo cambió el significado de Pentecostés. Marcó el comienzo de una nueva etapa: Dios estaría presente entre su pueblo no solo palabras grabadas en piedra, sino también de una manera totalmente nueva: viviría en el corazón de los fieles y hablaría por su boca. Así como la antigua fiesta consistía en celebrar la abundancia de los dones de Dios, ofreciéndole a Dios los primeros productos de la tierra, el nuevo Pentecostés celebra la abundante generosidad de Dios y los muchos dones del Espíritu Santo. Para nosotros, Pentecostés es la celebración máxima del Espíritu Santo. Recibir la ley y recibir el Espíritu Santo son dos cosas completamente distintas. En el monte Sinaí, sólo Moisés subió a recibir la palabra inmutable de Dios grabada en tablas de piedra. En el día de Pentecostés, 1 el Espíritu Santo es enviado al pueblo y permanece en cada uno de los fieles en un intercambio de viento y fuego. A lo largo de la historia de la Iglesia, la cualidad dinámica — incluso juguetona — del Espíritu Santo se ha expresado en la liturgia de Pentecostés. En las catedrales francesas de la Edad Media, los instrumentos de viento colmaban la iglesia de sonido, mientras que se dejaban caer rosas y otras flores sobre la asamblea cuando se cantaba el Veni, Sancte Spiritus [Ven, Espíritu divino]. En otros lugares, se liberaban palomas para que volaran por la iglesia. Todas estas costumbres ponen de manifiesto la naturaleza del Espíritu Santo, que es dulce pero a la vez es imposible contenerlo o controlarlo. El envío del Espíritu Santo a los apóstoles habla de su misión. Esto se compendia en las lecturas que hacen hincapié en el importante papel que juega el Espíritu Santo en lo que respecta a nuestros intentos de continuar la misión de Jesús. (Recuerda que existen varias opciones para celebrar una vigilia completa; a continuación presentamos algunas lecturas del Leccionario Mexicano para el Ciclo C. La primera lectura es de Hechos de los Apóstoles. Este es el relato principal de Pentecostés. Pentecostés era una fiesta de peregrinación que se celebraba en Jerusalén; por lo tanto, “había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo” (Hechos 2,5). Cuando el Espíritu Santo llega a donde se encontraban reunidos los discípulos, se oye y se siente su presencia antes de verlo, y “lenguas de fuego” (Hechos 2,3) se posan sobre ellos. El don del Espíritu Santo consiste en entender idiomas, lo opuesto a la torre de Babel. El Espíritu Santo convierte la diversidad en unión. El milagro no consiste en que la gente de repente empieza a hablar el mismo idioma, sino más bien en que oyen a los creyentes hablar en su propio idioma. La primera obra del Espíritu Santo en la comunidad es un milagro de comprensión. El Salmo 104 se canta todos los años en Pentecostés. Se alaba a Dios como el Creador que renueva la faz de la tierra. Este salmo cataloga las maravillas de la creación con gran detalle y el responsorio recoge versos claves que anticipan el significado de Pentecostés. El salmista se asombra con las múltiples expresiones de la creación de Dios y pide que la gloria del Señor perdure eternamente. Suena probable que esto sea así; sólo basta con observar cómo funciona la creación. Una generación sigue a la otra en las plantas, los animales y los seres humanos. Si Dios quita su aliento, el ser vivo muere, pero cuando Dios sopla de nuevo y envía su Espíritu cobran vida nuevas formas. El responsorio del salmo le pide a Dios que envíe su Espíritu para renovar la faz de la tierra. No es una afirmación del pasado sino una oración por el presente y el futuro: una oración que pide que Dios continúe las maravillas de la Creación de nuevas maneras. La Segunda Lectura de 1 Corintios describe al Espíritu Santo como la fuerza que nos une n la labor de la Iglesia. El Espíritu Santo es quien nos posibilita proclamar que Jesús es el Señor; el Espíritu Santo es quien nos da dones y nos posibilita usarlos para el bien común. Veni, Sancte Spiritus (la secuencia de Pentecostés) se canta después de la Segunda Lectura. Las secuencias son poemas medievales que se entonan antes de la Aclamación que precede al Evangelio. La secuencia de Pentecostés se conoce con el nombre de la Secuencia de Oro por su gran belleza. Este maravilloso poema nombra al Espíritu Santo con diferentes títulos e imágenes: el Espíritu Santo es el “Padre amoroso del pobre”, “descanso”, “dulce huésped”, “tregua” y “divina luz”. La abundancia de imágenes sugiere el movimiento del Espíritu Santo, que nunca es estático ni puede contenerse. La secuencia también pone de manifiesto que no tenemos nada si el Espíritu Santo está ausente. Cuando el Espíritu Santo está presente, tenemos la salvación del Señor. La lectura del Evangelio es el relato según san Juan sobre el envío del Espíritu Santo. Jesús les da a los discípulos el Espíritu Santo el día de su Resurrección. La escena es descrita como una nueva creación: Jesús “sopló sobre ellos” (Juan 20,22) así como Dios sopló aliento de vida en el primer ser humano (ver Génesis 2,7). Y así como el primer hombre recibió la tarea divina de cultivar y cuidar la tierra, la función de administrador, los discípulos reciben la tarea divina de perdonar los pecados y, así como Dios envió a Jesús, Jesús envía a los discípulos. En hebreo, la palabra para Espíritu es ruah, la misma palabra que se usa para “aliento”. La imagen sugiere que el Espíritu Santo es a la vez delicado, incluso frágil, pero tan esencial y natural como el aliento. La presencia del Cristo resucitado, el don del Espíritu Santo, transforma el miedo en alegría. Los ángulos: El llamado a la misión Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por el agua y el Espíritu Santo libraste a estos tus hijos e hijas del pecado y les diste nueva vida. Envía sobre ellos a tu Espíritu Santo para que sea su ayuda y guía. Dales el espíritu de sabiduría y de inteligencia, el espíritu de consejo y de fortaleza, el espíritu de ciencia y de piedad. Cólmalos del espíritu de tu santo temor y de reverencia en tu presencia. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén. El Evangelio según san Juan afirma que el servicio y el ministerio verdaderos se llevan a cabo cuando uno participa de una relación de amor profundo por Cristo. Por esta relación de amor profundo, que proclamamos y afirmamos públicamente en el Bautismo, Dios nos ofrece el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Defensor que nos anima, nos apoya y nos guía para que vivamos y proclamemos nuestra relación de amor profundo por Dios. Al igual que un buen maestro, el Espíritu nos ayuda a profundizar aún más nuestra relación de amor con Jesús y nos recuerda y nos enseña constantemente qué implica y exige esa relación. El Espíritu Santo activa en nuestra mente y corazón todo lo que Jesús ha dicho y hecho por nosotros para que podamos proclamar y anunciar la gloriosa Buena Nueva a todo el mundo. El Espíritu Santo nos asegura que Dios está siempre con nosotros y nos llama a sentir más amor e intimidad con él, el prójimo y toda la creación. 2 Dios y Padre nuestro, que enviaste el Espíritu Santo a los apóstoles y estableciste que, por medio de ellos y sus sucesores, ese mismo Espíritu se transmitiera a todos los fieles, escucha benévolo nuestra oración y concede a estos hijos tuyos, que han sido confirmados, participar también ahora, de los dones que tu misericordia dispensara al iniciarse la predicación del Evangelio. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. El Catecismo de la Iglesia católica (1830 – 1832) dice claramente que “la vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo . . . que hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas”. Por el Bautismo, recibimos la sabiduría, la fortaleza y el consejo del Espíritu Santo. Recibimos estos dones no sólo para crecer en Cristo sino también para fortalecer todo el cuerpo de Cristo. Cuando usamos nuestros dones de esta manera, cooperamos con el Espíritu, que posibilita que nuestros dones den fruto abundante. Esto nos permite proclamar, con nuestras palabras y obras, la Buena Nueva de Jesús a todo el mundo. La presencia del Espíritu Santo se caracteriza por un sentimiento de unidad y vínculos entre la gente, una unión que los ayuda a vencer las diferencias y borrar las divisiones innecesarias entre los pueblos para tender puentes de ecumenismo entre las denominaciones cristianas y caminos de comprensión entre las religiones. Para los cristianos, la justicia es la labor que llevan a cabo los seguidores de Jesús en respuesta al mensaje del Evangelio. Más precisamente, según el Catecismo de la Iglesia católica (1807), la justicia es la virtud moral que consiste en dar a Dios y al prójimo lo que les debemos. La justicia para con el prójimo nos dispone a respetar sus derechos y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad, respecto a las personas y al bien común. Este llamado a la misión, a ser gente de paz, a construir puentes y subsanar las divisiones, se ilustra en los Úsense los cuadros para el diálogo y la reflexión Para los maestros y otros líderes Los catequistas, los maestros y los líderes en la formación de la fe deben leer las secciones que se titulan “Centro: El Espíritu Santo transforma al mundo” y “Los angúlos: El llamado a la misión”. Estas secciones ayudarán a entender y a articular el oficio del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia, que nos inspira y nos guía para servir como discípulos de Cristo. Aquí hay algunas sugerencias para usar el calendario para facilitar el diálogo y la reflexión: •¿Qué podemos hacer como individuos y como comunidad para abrirnos más profundamente a la acción del Espíritu Santo? •¿Qué podemos hacer como individuos y como comunidad para buscar y encontrar con nuestra acción y con nuestra oración a quienes están en necesidad? •¿Cuáles son las cosas concretas que tú puedes hacer o que tu parroquia o tu comunidad de fe pueden hacer para incrementar la toma de conciencia de aquellos que están en necesidad? Acerca de la artista •Hay que estar seguros que el calendario esté colgado en un lugar prominente en tal forma que quienes están participando en la sesión de formación puedan ver fácilmente las imágenes. •Hay que arreglar el salón en un círculo, semicírculo o en otra forma apropiada con el fin de que los participantes estén tranquilos y cómodos y así logren reflejar a Dios en sus vidas y en su mundo. Piensen si se puede amortiguar las luces y en cambio encender una vela, si es posible. •Inicien la reflexión con el centro del calendario y luego sigan con las esquinas. Preguntas para el diálogo y la reflexión •¿Por cuáles caminos el Espíritu Santo te conduce para servir a Dios? •¿Cómo has presenciado al Espíritu Santo activo en tu vida, en la vida de quienes te rodean, en tu hogar, en la comunidad, en tu lugar de trabajo y en el mundo más amplio? •¿Cómo el Espíritu Santo te ha guiado para encontrar al hambriento, al enfermo, a quien carece de casa, a quien está en necesidad? •¿Cómo el Espíritu Santo te ha guiado para ayudar a los niños y para responder a Cristo con una fe de niño? •¿Cómo el Espíritu Santo te ha inspirado para ser compasivo con quienes se han perdido? 3 Photo by Joe Simon ángulos del calendario. El arte, inspirado por determinados pasajes bíblicos, muestra a los oprimidos, los enfermos, los pobres, los hambrientos, los abandonados y a todos los que están marginados, perdidos, solos y olvidados. El arte muestra que necesitamos estar atentos para poder tenderles una mano a quienes lo necesitan. Es esto lo que el Espíritu Santo nos impulsa a hacer. Los cuadros presentados en las esquinas izquierda y derecha de arriba se basaron en Mateo 25,35 – 36: “Porque tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de comer; era un extraño y me hospedaron; estaba desnudo y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme”. En esas esquinas vemos a diversos grupos de hombres, mujeres y niños que son bienvenidos en un comedor gratis, y vemos a enfermos, incapacitados e invidentes que son acogidos en el hospital. El cuadro presentado en la esquina de abajo a la derecha se basó en Mateo 19,14: “Jesús dijo: ‘Dejen a los niños y no les impidan que vengan a mí, porque de los que son como ellos es el reino de los cielos’ ”. Con frecuencia los niños son los olvidados, pero ellos tienen mucho para decirnos sobre la vida en Cristo. Jesús recibe muy bien a los niños pequeñitos, y a nosotros nos dice que tengamos una fe como de niños. En esta imagen, Jesús está rodeado de niños de diversos grupos étnicos. Es una presentación contemporánea del pasaje de la Sagrada Escritura que hace énfasis en que Jesús está presente en medio de los niños ahora. El cuadro presentado abajo en el lado izquierdo se basó en Lucas 15,6b: “Alégrense conmigo porque he encontrado la oveja que se me había perdido”. Dios continúa recibiendo de regreso a quienes se le habían perdido, quienes habían perdido su camino y estaban agobiados por su culpabilidad y su pecado. Esta imagen es igualmente una ilustración contemporánea del pasaje de la Sagrada Escritura; nos muestra un pastor de hoy en el campo con su oveja. Fíjate cómo está de compasivo el pastor con la oveja sostenida en sus brazos. Julie Lonneman vive y trabaja en Cincinnati, Ohio, donde tiene su estudio. Sus ilustraciones, que suelen explorar temas espirituales y relacionados con la justicia social, han aparecido en revistas, libros y otras y publicaciones de América del Norte, Europa y Australia. Es la artista/autora de Clip Art for Sundays and Solemnities, publicado en 2003 por LTP. Julie contribuye regularmente con el material ecuménico mensual Celebration y realizó sus gráficos dominicales durante ocho años. En 2007, completó una biblioteca de arte con más de 260 novedosas y atractivas imágenes basadas en el Leccionario para Augsburg Fortress Press. En 2008, recibió el encargo de ilustrar la Lutheran Study Bible. Julie recibió un subsidio (Individual Artist Grant) de la ciudad de Cincinnati en 2009 para crear una serie de grabados en relieve. Julie, que es una artista sumamente versátil, trabaja con distintos materiales y estilos. Para más información, visita www. julielonneman.blogspot.com. IO Termina después de la oración a media tarde del día de Nochebuena Llamamos los días y las noches antes de Navidad el Adviento, que significa “la venida”. La Iglesia lee y canta acerca de las promesas de Dios. Contamos las historias de muchos santos. Nos esforzamos por ver el momento cuando el amor de Dios será evidente en cada uno de nosotros, cuando la paz vendrá por medio de los actos de justicia y de amor. Pero, en primer lugar, esperamos. Esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador, Jesucristo, cuando todo será uno y florecerá el reino de Dios. Ya vino a nosotros el Hijo de Dios, nacido en la ciudad de David. Esto es lo que celebramos en la Navidad, y en el Adviento nos preparamos interiormente para su nacimiento. Pero, al mismo tiempo, esperamos su próxima venida. Como CUARES MA TR IDU O PA SC L PA NA VI DA O INAR Comienza cuatro domingos antes de la Navidad UA D P EM I T D OR El Adviento ñO O INVI E UA ADVIE NTO SC O RN PR IM O TI E M PO 4 O R R NA DI TIE MP O RIO ERA VE AV El primer relato del libro de Génesis narra lo que hacía Dios el primero de todos los días, y luego el segundo, el tercero, el cuarto, el quinto y el sexto día. El Génesis nos dice que, después de seis días de trabajo, “Dios vio que todo cuanto había hecho era muy bueno” (Génesis 1,31). Y el séptimo día descansó. Durante siglos de siglos, los judíos, los cristianos y los musulmanes han contado los días en grupos de siete. Esa es nuestra división básica del tiempo, y lo llamamos “semana”. Leemos en los Hechos de los Apóstoles que los seguidores de Jesús se reunían el primer día de la semana. Los romanos llamaban este día “El Día del Sol”. Para los cristianos, el Día del Sol no sólo era el día en que Dios había comenzado la creación; también era el día en que Jesucristo resucitó y el día en que el Espíritu descendió sobre los discípulos de Jesús. Estos seguidores de Jesús empezaron a decir, en vez del Día del Sol, “El Día del Señor”. En este día se reunían para leer en voz alta las Escrituras y para rogar a Dios por todas las necesidades que tuvieran. Daban comida y dinero a los pobres y luego ponían pan y vino sobre una mesa. Todos se ponían de pie alrededor de la mesa. Uno de ellos, un obispo o su representante, guiaba la asamblea en oraciones de gracias y alabanza a Dios. Elevaban su corazón con himnos y conmemoraban las muchas maneras en que Dios había demostrado su amor por el mundo, especialmente en la muerte y la Resurrección de Jesús. Los tiempos O RI NA DI El domingo y la semana OT “La santa Iglesia celebra la memoria sagrada de la obra de la salvación realizada por Cristo, en días determinados durante el curso del año. En cada semana, el domingo — por eso, es llamado ‘día del Señor’ — hace memoria de la Resurrección del Señor, que una vez al año, en la gran solemnidad de la Pascua, es celebrada juntamente con su santa Pasión. Durante el curso del año despliega todo el misterio de Cristo y conmemora los días natalicios de los Santos” (Normas universales sobre el año litúrgico y el calendario, 1). Después, comían el pan eucarístico y bebían el vino consagrado del cáliz — pan y vino que se habían transformado en el cuerpo y la sangre de Cristo. Así, el Día del Sol, el primer día de la semana, llegó a ser el Día del Señor o “domingo”, nombre derivado del latín para Señor. Así hacemos todavía los cristianos. Los otros días de la semana rezamos por la mañana, por la tarde y antes de acostarnos. Participamos en la comunión cada día. Al reunirnos para cualquier comida damos gracias al Señor por el alimento y por todas sus bendiciones. Los viernes, el día en que murió Jesús en la cruz, solemos ayunar, tratando de comer menos y así comenzar a prepararnos para el domingo mediante la abstinencia. El ayuno también es oportuno para acordarnos de hacer buenas obras, de ayudar a los más necesitados y de hacer penitencia por nuestros pecados. NO RA El año litúrgico rezamos en el Credo cada domingo, el Señor Jesús “de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos”. La Cuaresma El tiempo de Navidad Termina con la celebración de la misa vespertina de la Cena del Señor el Jueves Santo Comienza con las vísperas de Nochebuena Termina con las vísperas del Bautismo del Señor El 25 de diciembre proclamamos: “Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor”. Así comienza la celebración de la Natividad del Señor, del Dios que se hace hombre. Tanto nos amó Dios que nos dio a su único Hijo para que fuera uno con nosotros, morara entre nosotros y nos mostrara cómo vivir en ese amor. Vino para traer paz, para curar las divisiones, dar fin a todo dolor 40 y llevarnos a su luz eterna. Y así celebramos el don de su amor. Llenamos de luces hermosas la gran oscuridad. Cantamos villancicos y comemos manjares deliciosos. Alrededor de los árboles festivos, intercambiamos regalos con los demás porque Dios nos ha dado tantos regalos y abrimos nuestras puertas para los invitados porque Dios nos ha abierto el cielo a nosotros. Durante todos estos días de Navidad, contamos historias navideñas. Conmemoramos los primeros mártires y la santidad de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. El Día de Año Nuevo conmemoramos a María, la Madre de Dios. Pocos días después, en la Epifanía, recordamos a los Reyes Magos que buscaron al Mesías prometido, al Cristo, como lo hacemos hoy nosotros. Por fin, terminamos el tiempo litúrgico con la narración del Bautismo de Jesús en el Jordán realizado por Juan. Incluso una vez que ha pasado la Navidad, 40 días después del Día de Navidad, celebramos la infancia de Jesús una vez más el 2 de febrero, la fiesta de la Presentación del Señor, cuando recordamos cómo María y José llevaron a Jesús al Templo en Jerusalén, donde Simeón y Ana se regocijaron por la venida del Señor. Comienza el Miércoles de Ceniza Durante 40 días Jesús ayunó y se preparó para proclamar la Buena Nueva. Muchos siglos antes de Jesús, Moisés y Elías ayunaron durante 40 días. Llovió sobre la tierra y sobre el arca de Noé durante 40 días, y la tierra tuvo un nuevo comienzo. Durante 40 años, también, el pueblo de Israel anduvo errante por el desierto hacia la Tierra Prometida. En la Biblia, el número 40 significa que algo de gran importancia está ocurriendo. En el hemisferio norte, la Cuaresma comienza en el invierno. Pero cuando llegamos al fin de los 40 días, sabemos de seguro que el calor y la vida nueva de la primavera están por llegar. Entramos en la Cuaresma con ceniza sobre la frente y durante 40 días ayunamos de distintas maneras, quizás comiendo menos o absteniéndonos de las comidas que más se nos antojan. Damos limosnas, lo cual significa que encontramos maneras de compartir lo que tenemos, nuestro tiempo y nuestros bienes. También, estos días tienen su propio modo de rezar y de cantar (sin cantar ni decir la palabra “aleluya”, la cual reservamos hasta la Pascua). De estas maneras recordamos nuestro Bautismo y nos esforzamos por profundizar la vida cristiana. Cada domingo durante la Cuaresma escuchamos algunos de los pasajes más importantes de los Evangelios, y rezamos por la gente que será bautizada la noche más solemne del año: la celebración de la Vigilia Pascual. El Triduo Pascual Comienza el Jueves Santo con la misa vespertina de la Cena del Señor Termina con las vísperas del Domingo de Pascua Triduo Pascual significa los “Tres Días de la Pascua”. Para el pueblo judío, la Pascua celebra el gran acontecimiento cuando Dios liberó al pueblo de Israel de la esclavitud. Los seguidores de Jesús proclaman que en la vida, muerte y Resurrección de Jesús, Dios nos ha librado y nos ha salvado. 5 Cuando termina la Cuaresma, nos encontramos en el centro del año litúrgico. Durante la noche que se extiende entre el Sábado Santo y el Domingo de Pascua, observamos la Vigilia Pascual. Nos reunimos para encender una fogata y un enorme cirio para escuchar las Escrituras más importantes y cantar salmos y otros himnos. Luego nos congregamos alrededor del agua de la pila bautismal cuando los que han estado preparándose para la nueva vida en Cristo reciben los sacramentos de iniciación. Después, los recién bautizados son ungidos con óleo fragante llamado “crisma” y, finalmente, con estos recién bautizados que ahora llamamos “neófitos”, celebramos la Eucaristía. Nos preparamos para esta Vigilia celebrando la institución de la Eucaristía el Jueves Santo y conmemorando la Pasión del Señor venerando la Cruz el Viernes Santo. También nos preparamos realizando el ayuno pascual, el ayuno especial del Viernes Santo y el Sábado Santo. La Iglesia ayuna para que podamos reflexionar profundamente sobre la muerte y Resurrección del Señor, el misterio de la fe que celebraremos en nuestra Vigilia. El tiempo de Pascua Comienza el Domingo de Pascua Termina con las vísperas de la Solemnidad de Pentecostés El tiempo de Pascua es para el año lo que el domingo es para la semana. Vivimos como si el reino de Dios ya hubiera venido — porque así es. Cambiamos el ayuno por la fiesta y la celebración. Nos santiguamos con agua bautismal para acordarnos de nuestra parte en la Pasión, muerte y Resurrección de Jesús. El “Aleluya” vuelve a ser nuestro canto porque nos regocijamos en alabar al Señor. Los relatos que leemos en la Escritura son sobre los encuentros que tienen Tomás y María Magdalena con el Señor resucitado, las comidas con él, los del Buen Pastor y de la efusión del Espíritu Santo. Así como la Iglesia bautizó a nuevos cristianos en la Vigilia, ahora en el tiempo pascual a menudo celebramos la Confirmación, la Primera Comunión, el Matrimonio y las Órdenes Sagradas. El Tiempo Ordinario A partir de las vísperas de Bautismo del Señor hasta el Miércoles de Ceniza A partir de las vísperas de Pentecostés hasta las vísperas del Primer Domingo de Adviento Durante algunas semanas en enero y febrero, y luego durante todo el verano y el otoño, la Iglesia está en el Tiempo Ordinario, que marca las semanas que no caen en los tiempos especiales de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua. Durante el Tiempo Ordinario, el Evangelio del domingo sigue a Jesús de pasaje en pasaje por Mateo, Marcos y Lucas. Se lee cada uno de estos Evangelios por un año en el ciclo de tres años que tiene la Iglesia para las lecturas dominicales. Este año, leemos el Evangelio según san Mateo, con sus muchos relatos de los milagros y proclamaciones de Jesús. Domingo tras domingo, leemos también las distintas cartas de san Pablo y de otros discípulos tomadas del Nuevo Testamento. El Tiempo Ordinario está lleno de solemnidades, fiestas y memorias del Señor y de los santos. En sus últimas semanas, observamos la solemnidad de Todos los Santos el primero de noviembre y el Día de los Fieles Difuntos el 2 de noviembre. Todo el mes de noviembre se vuelve un período para alegrarnos en la Comunión de los Santos y para recordar que nuestro verdadero hogar está en la Jerusalén celestial. Para usar el calendario Cada rayo de la rueda del calendario representa una semana. Las semanas comienzan el Día del Señor, el domingo (el eje exterior de la rueda), y terminan el sábado (el eje interior). Cada tiempo del año litúrgico se representa con un color distinto. Observa los tiempos: Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua. Entre Cuaresma y Pascua está el Triduo Pascual, que constituye el centro de todo nuestro año litúrgico. Ahora observa los dos lapsos del Tiempo Ordinario. Uno viene en el invierno y es bastante breve, y el otro viene después de Pentecostés y dura todo el verano y el otoño. Luego, después del último domingo del Tiempo Ordinario, llega el Adviento de un nuevo año. El año litúrgico comienza el Primer Domingo de Adviento, el 28 de noviembre de 2010 y termina el sábado de la trigésima cuarta semana del Tiempo Ordinario, el 26 de noviembre de 2011. Completa este calendario marcando los días que son importantes en tu hogar, tu parroquia y tu escuela. Coloca pegatinas o estrellas sobre los cumpleaños y los onomásticos (día de los santos cuyos nombres llevan los miembros de la familia) y los aniversarios especiales que deseas recordar. Los días del año litúrgico están ordenados según su importancia para la vida de fe en la Iglesia. El tipo de letra que se utiliza en este calendario indica ese orden. Las grandes solemnidades del año litúrgico aparecen con el tipo de letra más grande (DOMINGO DE PASCUA). Estas incluyen cada domingo, las solemnidades del Señor y de los santos, y las fiestas del Señor. El siguiente tipo de letra grande (Sagrada Familia) se utiliza para las festividades de los santos. Un tipo de letra más pequeña (Santa Isabel de Hungría) se utiliza para las memorias obligatorias y también las opcionales de los santos y beatos que se celebran en el calendario general para las diócesis de los Estados Unidos de América y para Canadá. El tipo de letra más pequeño se utiliza para las celebraciones seculares [Año Nuevo], de Australia, Canadá, los Estados Unidos y México. Las celebraciones particulares a un país se marcan así: (A) en Australia; (C) en Canadá; (E) en los Estados Unidos; y (M) en México. Hay un pez en los días de ayuno de Cuaresma, de la Vigilia Pascual y en cada viernes que cae fuera de los tiempos festivos. En estos días, la tradición exhorta a los cristianos a comer menos y hacer obras de misericordia. Hay una lámpara de aceite en las vigilias de las grandes solemnidades que, según la costumbre, comienzan con la puesta del sol, incluida la celebración del Día del Señor. Hay cirios en las solemnidades y festividades del Señor que no son días de precepto. 6 Hay un pan y un cáliz en los domingos y en otros días de importancia (días de precepto). Cómo colgar el calendario Algunos años, como el año presente, conviene que el calendario esté situado con la parte superior y la inferior fijas en el mismo lugar todo el año. Otros años, la rueda de semanas funciona mejor rotando el calendario. Aprobación para la publicación fue otorgada por el Reverendo John F. Canary, Vicario General de la Arquidiócesis de Chicago, el 1° de marzo de 2010. “Acerca de la artista” fue escrito en parte por Catherine Combier-Donovan, Kristine Neumayer Jenkins, Danielle A. Knott, Corrina Laughlin, Biagio Mazza, Mary M. McGlone, ssj, Thomas Scirghi, sj, y Paul Turner. Traducción de Marina A. Herrera, ph d, con material adicional de Edgard R. Beltrán. Las citas de textos litúrgicos son del Leccionario de la Conferencia Episcopal Mexicana, aprobado para uso de las comunidades hispanas en los Estados Unidos de América, novena edición © 2007 Buena Prensa, A.C. México, D.F. Se usan con permiso. Todos los derechos reservados. Bajo ninguna condición se puede reproducir parte alguna de este texto sin el permiso por escrito del dueño de los derechos. Las lecturas de la Sagrada Escritura que no son textos litúrgicos fueron tomadas de La Biblia Latinoamerica © 1972 Ramón Rícciardi y Bernardo Hurault. Se usan con permiso. La traducción al español del Catecismo de la Iglesia católica para los Estados Unidos de América © 1994, United States Catholic Conference, Inc. — Libreria Editrice Vaticana. Traducción del Catecismo de la Iglesia católica: Modificaciones basadas en la editio typica © 1997, United States Catholic Conference, Inc. — Libreria Editrice Vaticana. Se usa con permiso. Citas en español del Rito de la Confirmación © 1976 Ritual completo de los sacramentos, Obra Nacional de la Buena Prensa, A.C.; citas de la traducción al español de las Normas universales sobre el año litúrgico y el calendario © 1969 Enchiridion. Documentación litúrgica posconciliar. Editorial Regina, Barcelona, 2000. Los calendarios vienen en dos tamaños: de cuaderno (11 pulgadas × 17 pulgadas) y de póster (26 pulgadas cuadradas). Se ofrecen con superficie de papel o laminados. Existe en inglés el libro Companion to the Calendar, escrito por Mary Ellen Hynes, cuyo texto contiene información sobre la mayoría de los días y tiempos nombrados en el calendario. También, en inglés, está el libro Sourcebook for Sundays and Seasons: A Parish Almanac. Pide estos libros o calendarios adicionales de Liturgy Training Publications, South Racine Avenue, Chicago IL 60609; 1-800-933-1800, fax 1-800-933-7094, e-mail orders@ltp.org. Visítanos en internet: www.LTP.org y www.YearofGrace.com. El año de gracia 2011 © 2010 Arquidiócesis de Chicago: Liturgy Training Publications