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LA VOZ DEL PAPA Catequesis miércoles 3 de septiembre. La Iglesia es Madre «Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! En las catequesis anteriores hemos tenido la posibilidad de subrayar diversas veces que uno no se vuelve cristiano por sí mismo, con las propias fuerzas, de manera autónoma, ni siquiera en un laboratorio, sino que uno es generado y hecho crecer en la fe en el interior de ese gran cuerpo que es la Iglesia. En este sentido la Iglesia es realmente madre. Nuestra Madre Iglesia. ¡Es lindo decirlo así! Una madre que nos da la vida en Cristo y que nos hace vivir junto a los otros hermanos en la comunión del Espíritu Santo. En esta maternidad la Iglesia tiene como modelo a la Virgen María, el modelo más bello y más alto que pueda haber. Es lo que las primeras comunidades cristianas ya dejaron claro y el Concilio Vaticano II ha expresado de manera admirable. La maternidad de María es seguramente única, singular, y se cumplió en la plenitud de los tiempos, cuando la Virgen dio a luz al Hijo de Dios, concebido por obra del Espíritu Santo. Y aún así, la maternidad de la Iglesia se pone justamente en continuidad con la de María, como su prolongación en la historia. La Iglesia, en la fecundidad del Espíritu, sigue generando nuevos hijos en Cristo, siempre escuchando la Palabra de Dios y en la docilidad a su designio de amor. La Iglesia es madre, el nacimiento de Jesús en el seno de María, de hecho es el preludio del renacer de cada cristiano en el seno de la Iglesia, desde el momento que Cristo es el primogénito de una multitud de hermanos. Jesús es nuestro primer hermano, nacido de María y es modelo, y todos nosotros hemos nacido de la Iglesia. Entendemos entonces cuanto sea profunda la relación que une a María y a la Iglesia: mirando a María descubrimos el rostro más bello y tierno de la Iglesia; mirando a la Iglesia reconocemos los trazos sublimes de María. ¡Nosotros cristianos no somos huérfanos, tenemos una mamá, tenemos una madre y esto es grande, no somos huérfanos. La Iglesia es Madre, María es madre! La Iglesia es nuestra madre porque nos ha hecho nacer con el bautismo. Y cada vez que bautizamos a un niño, se vuelve hijo de la Iglesia, entra dentro de la Iglesia. Y desde aquel día, como mamá cuidadosa nos hace crecer en la fe y nos indica con la fuerza de la palabra de Dios el camino de la salvación, defendiéndonos del mal. La Iglesia ha recibido de Jesús el tesoro precioso del Evangelio, no para tenérselo para sí, sino para donarlo generosamente a los otros, como hace una mamá. En este servicio de evangelización, la maternidad de la Iglesia se manifiesta de manera peculiar, empeñada como una madre, ofreciendo a sus hijos el nutrimento espiritual que alimenta y hace fructificar la vida cristiana. Todos por lo tanto estamos llamados a acoger con mente y corazón abiertos la palabra de Dios que la Iglesia cada día nos da, porque esta Palabra tiene la capacidad de cambiarnos desde el interior. Solamente la palabra de Dios tiene esta IMPREARTE EB, SRL • 809-578-3634 capacidad, de cambiarnos bien desde dentro, desde sus raíces más profundas. Solamente la palabra de Dios tiene este poder ¿y quién nos da esta palabra de Dios? la Madre Iglesia. Nos alimenta desde niños con esta palabra y nos hace crecer con esta palabra. ¡Y esto es grande, es la madre Iglesia que con la palabra de Dios nos cambia desde dentro! La palabra de Dios que nos da la Madre Iglesia nos transforma y vuelve nuestra humanidad no palpitante según la mundanidad de la carne, sino según el Espíritu. En su atención materna, la Iglesia se esfuerza en demostrar a los creyentes el camino que hay que recorrer para vivir una existencia fecunda de alegría y de paz. Iluminados por la luz del Evangelio y sostenidos por la gracia de los sacramentos, especialmente la eucaristía, nosotros podemos orientar bien nuestras decisiones y cruzar con coraje y esperanza los momentos de oscuridad y los senderos más tortuosos. Porque en la vida los hay. El camino de la salvación, a través de los cuales la Iglesia nos guía y nos acompaña con la fuerza del Evangelio y el apoyo de los sacramentos, nos da la capacidad de defendernos del mal. La Iglesia tiene el coraje de una madre que siente del deber de defender a los propios hijos de los peligros que derivan de la presencia de Satanás en el mundo, para llevarlos al encuentro con Jesús. Una madre siempre defiende a sus hijos. Esta defensa consiste también en exhortar a la vigilancia: vigilar contra el engaño y la seducción del maligno. Porque si bien Dios ha vencido a Satanás, éste vuelve siempre con sus tentaciones; nosotros lo sabemos, todos nosotros somos tentados y hemos sido tentados. Depende de nosotros no ser ingenuos. Él viene y 'como león rugiente gira buscando a quien devorar'. Y nosotros no tenemos que ser ingenuos, sino vigilar y resistir firmes en la fe. Resistir con los consejos de la madre, resistir con la ayuda de la Madre Iglesia, que como buena madre acompaña a sus hijos en los momentos difíciles. Queridos amigos esta es la Iglesia, es la Iglesia que amamos todos. Esta es la Iglesia que yo amo. Es una madre que se toma a pecho el bien de los propios hijos y es capaz de dar la vida por ellos. No tenemos que olvidarnos entretanto que la Iglesia, no son los curas ni nosotros los obispos. La Iglesia somos todos, ¿de acuerdo? Todos somos hijos pero también madre de otros cristianos. Todos los bautizados, hombres y mujeres, juntos somos la Iglesia. Cuántas veces en nuestra vida no damos testimonio de esta maternidad de la Iglesia, de este coraje materno de la Iglesia. Cuántas veces somos cobardes. !Y no! Encomendémonos a María para que Ella nos enseñe como madre de nuestro hermano primogénito, Jesús, nos enseñe a tener su mismo espíritu materno hacia nuestros hermanos, con la capacidad sincera de acoger, de perdonar, de dar fuerza y de infundir confianza y esperanza. Esto es lo que hace una mamá. Gracias». Santuario Sagrado Corazón de Jesús de Moca, R. D. Tel. (809) 578-2386 - E-mail: sdbmoca@gmail.com Domingo XXIII • Tiempo Ordinario • Ciclo A • 7 de Septiembre de 2014 36/52 LA CORRECCION FRATERNA Hoy Dios nos invita a la corrección fraterna. Somos vigías y centinelas (primera lectura) que debemos avisar si se acerca algún peligro para nuestra salvación y la salvación de nuestros hermanos, pues Dios nos pedirá cuenta de nuestro hermano. Cristo en el discurso comunitario presentado por Mateo nos da las pautas para esta corrección: primero en particular y en privado; después con ayuda de otro hermano como testigo para que el corregido se dé cuenta que la cosa es seria e importante; y si tampoco el corregido hace caso, hay que decirlo a la comunidad eclesial para decirle que ese hermano no quiere pertenecer a la comunidad. Esta corrección fraterna tiene que estar motivada por el amor (segunda lectura), síntesis de toda la ley, y con humildad. Septiembre: ¡Mes dedicado a la Santa Biblia! ¿Por qué celebramos la Biblia en este mes? Para nosotros, los Cristianos Católicos, septiembre es el mes de la Biblia porque el día 30 de septiembre es el día de San Jerónimo, el hombre que dedicó su vida al estudio y a la traducción de la Biblia al latín. San Jerónico nació en Dalmacia, cerca del año 340 y murió en Belén el 30 de septiembre de 420. San Jerónimo tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín. La traducción al latín de la Biblia hecha por San Jerónimo, llamada la Vulgata (de vulgata editio, "edición para el pueblo"), ha sido hasta la promulgación de la Neovulgata en 1979, el texto bíblico oficial de la Iglesia católica romana. En este mes, la Iglesia Católica llama a la población a reavivar su compromiso con la Palabra de Dios. La Nueva Evangelización nos exige este conocimiento de la Palabra para afrontar los nuevos desafíos. En una realidad que cambia constantemente y es necesario sembrar en ella la semilla del Evangelio, para que el mensaje de Jesús llegue a ser una interpretación válida, comprensible, esperanzadora y relevante para la vida del hombre y de la mujer de hoy La intención, es que, durante este mes, en todas las comunidades cristianas o grupos familiares, se desarrollen algunas actividades que nos permitan acercarnos mejor y con más provecho a la Palabra de Dios. La palabra de Dios se configura como alimento espiritual para la vida de todo cristiano. Los mensajes, parábolas y vivencias contenidas en la Biblia nos permiten entender y comprender la gran obra de salvación de Jesucristo. ¿Qué nos dijo el Papa Francisco acerca de la Biblia? "Nosotros los cristianos tenemos que tener un único objetivo en nuestra vida de fe y es poner la Biblia en el centro de nuestra vida cristiana para que ella sea una brújula, pero también para que ella sea como la primavera de nuestra vida espiritual, para que ella sea la que nos indique el camino a seguir, pero sobre todo porque como decía San Jerónimo: quien desconoce la escritura desconoce la persona de Jesús", expresó el padre Francisco. ¿Qué nos dice el Catecismo? La Biblia es alimento de la vida espiritual, y todos los cristianos deben tener un fácil acceso a la Sagrada Escritura (Cat. 131). Es el alma de la teología, la predicación y la catequesis (Cat. 132) La Iglesia recomienda la lectura “asidua” (frecuente, cotidiana) de la Sagrada Escritura. Desconocerla, es desconocer a Jesús. En cambio, quienes la disfrutan, adquieren la mente de Cristo (Cat. 133. Comp. 24) Esperemos que el Espíritu Santo haga que algunos de estos elementos nos toquen la mente y el corazón, y nos ayuden a acercarnos al libro más leído en la historia de la humanidad, en el cual el Padre Celestial sale a dialogar con sus hijos (Cat. 103), y del que se conservan los manuscritos más cercanos al original. Y a través de él conocer, amar y seguir a Jesús, que es lo propio del cristiano. ¿Qué nos dijo San Juan Pablo II acerca de la Biblia? "Los católicos durante el mes de septiembre debemos dedicarlo a impulsar el conocimiento y divulgación de los textos bíblicos con mayor énfasis, ya que quien se llame cristiano tendría que conocer la historia de la salvación y la Palabra de Dios, interpretadas auténtica y fielmente por el Magisterio de la Iglesia." Algunas recomendaciones para leer la palabra de Dios y sacarle el mejor provecho Lectio Divina: Es una celebración de la Palabra que se remonta a tiempos antiquísimos y su método se atribuye al monje Orígenes. Se puede celebrar en comunidad, en familia o de modo individual. La Lectio Divina o lectura orante de la Biblia consiste en el estudio de la Palabra en un dialogo íntimo con Dios. Lectura del texto Bíblico, relectura, búsqueda de términos complicados y reconstrucción imaginaria de los hechos tal y como son descritos letra a letra. Meditación. Consiste en el análisis del mensaje de Salvación que el texto ofrece y la enseñanza para la vida que contiene. Oración. Es la respuesta que das a Dios después de haber escuchado su Palabra, el ofrecimiento de tu vida y la solicitud de su misericordia siempre en sintonía con el mensaje leído. Contemplación. Es la cuestión de interiorizar el mensaje, es preguntarse que quiere Dios de mi con este mensaje de Salvación, ¿a qué voy a comprometerme?. Si la Lectio Divina se hace en casa, se recomienda estar libre de distracciones y crear un clima de santidad; realizarlo frente a un crucifijo, con una vela encendida y comenzando con un acto penitencial y la invocación al Espíritu Santo. LECTURAS DE LA MISA: Primera Lectura: Ezequiel 33, 7-9 Así dice el Señor: «A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel; cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado: “¡Malvado, eres reo de muerte!”, y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida.» Palabra de Dios Salmo Responsorial: Sal 94 R. Ojala escuchen hoy la voz del Señor: «No endurezcan su corazón.» Vengan aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R. Entren, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebano que el guia. R. Ojala escuchen hoy su voz: «No endurezcan el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando sus padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R. Segunda Lectura: Romanos 13, 8-10 Hermanos: A nadie le deban nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no mataras, no robaras, no envidiaras» y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amaras a tu prójimo como a ti mismo.» Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera. Palabra de Dios. Lectura del Evangelio: Mateo 18, 15-20 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ‒«Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has, salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo. Les aseguro, además, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.» Palabra del Señor.