Download Caída de la torre en Siloé, y Parábola de la higuera sin fruto

2015-2016
Año del Jubileo de la Divina Misericordia
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Número 13. Caída de la torre en Siloé, y
Parábola de la higuera sin fruto
28 de febrero de 2016
Testimonio:
Un accidente trágico no se debe considerar un castigo de Dios.
Eso es lo importante del relato de Jesús de los 18 hombres que
murieron cuando la torre que estaban construyendo se derrumbó.
Por otra parte, la siguiente parábola sobre la higuera sin
frutos nos podría hacer pensar que si no damos frutos en el
reino de Dios, es decir, si no utilizamos los talentos que Dios
nos ha dado para producir buenas obras, podríamos ser “talados”.
Vamos a hacer una analogía de estas enseñanzas para el caso de
una casa hogar de ancianos, o una residencia con servicios de
asistencia para la vida, como prefieras llamarla. Muchas de las
personas mayores, enfermas o discapacitadas que viven en estos
lugares son viudas o viudos. Solo porque han vivido más que sus
conyugues no significa que hayan sido más favorecidos por Dios
por haber vivido más tiempo. Sin embargo, a pesar de que muchos
de ellos tienen pocos medios de supervivencia, poca movilidad y
pocos contactos, todavía es posible que ellos den frutos en el
reino de Dios.
Hay una exparroquiana que vive en una residencia con asistencia
para la vida cerca de nuestra iglesia. Su nombre es Martina.
Tiene cinco hijos y muchos nietos, que no la han visitado ni han
intentado comunicarse con ella en más de doce años. Podría estar
amargada, pero no, solo está triste porque su familia la ha
abandonado. Ella es devota de la Divina Misericordia y del
Santísimo Rosario de la Bendita Virgen María, y reza por su
familia todos los días.
Diario
de los
pensar
amable
se levanta al alba y lleva los periódicos a las puertas
suscriptores, así lo ha hecho durante muchos años sin
en ningún tipo de compensación, es solo para hacer algo
por los otros residentes.
Ella siempre ha sido uno de los primeros en saludar y dar la
bienvenida a los nuevos residentes, y siempre hace un esfuerzo
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especial para consolar a los familiares de alguno de los
fallecidos.
En resumen, se le podría comparar con una higuera que da frutos
ante los ojos de Dios. No debería sorprenderte demasiado
enterarte de que ella ha recibido dos bendiciones sobrenaturales
muy notables.
La primera fue cuando decidió exhibir una escultura
extraordinaria de un artista regional e invitó a todos en la
casa de ancianos para que fueran a su habitación a verla. Era
una representación de Jesús con la corona de espinas, pero no
tenía cara, solo cabello hecho con las agujas de un ciprés y una
corona de espinas tejida con un tipo de brezo que crece en el
bosque cerca de la casa del artista. Tenía un letrero escrito
con espinas que decía: “Por favor cree antes de que te vayas”.
El artista tenía la intención de que fuera un mecanismo para
convertir personas, y su idea era que las personas se
preguntaran si estaban listas para encontrarse con Jesús cara a
cara.
Durante la semana siguiente, los residentes desfilaron a su
habitación para orar a Jesús con ella. Incluso el personal se
tomó un tiempo para orar frente a la imagen fantasmal. La noche
anterior a la fecha en que la escultura sería recogida y
devuelta al artista, Martina se despertó porque había una luz
brillante en su habitación, que provenía del lugar donde debería
estar la cara de la escultura.
La intensidad de la luz aumentó y Jesús se le apareció. Él le
dio Su bendición y luego desapareció. Ella sintió un profundo
agradecimiento y una inmensa paz. Cuando el artista se enteró de
lo sucedido, donó la escultura a la iglesia local.
La siguiente bendición que Martina recibió fue cuando una
comunidad católica india compró la iglesia junto a la casa
hogar, e invitó a un sacerdote de la India para ofrecer un
retiro de Cuaresma y un servicio de curación. El padre Augustine
Vallooran es un miembro de la Congregación Vicentina de la
India, estructurada con base en la sociedad de sacerdotes que
fundó San Vicente de Paúl. El Padre Augustine, junto con otros
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sacerdotes, administra un Centro Divino de Retiros en Muringoor,
India.
Martina tiene muchos problemas de salud, y cuando se realizó
este retiro, ella ya tenía diez años en silla de ruedas. Con la
ayuda de un amigo, Martina fue en su silla de ruedas hasta la
iglesia para participar en el retiro. Algunos de los feligreses
que ayudaban en el evento amablemente le preguntaron si quería
conocer al padre Augustine en privado, y por supuesto, ella se
emocionó mucho por tener esa oportunidad.
El padre Augustine la saludó compasivamente con una bendición, y
le preguntó qué curación deseaba más. Ella le dijo que deseaba
volver a caminar. Él profetizó que ella volvería a caminar antes
de que terminara el servicio de ese día. Él oró por ella y le
dio una bendición especial. Posteriormente, Martina fue y colocó
su silla de ruedas frente al altar al lado de la Estatua de la
Bendita Virgen y el niño Jesús, frente a la primera fila de
bancas.
El servicio fue hermoso: hubo canciones, oraciones y enseñanzas
hermosas. Se curaron diversos malestares de varias personas:
dolores de espalda, dolores de cabeza crónicos, un tipo de
artritis. A las 3 en punto, a la Hora de la Misericordia, porque
fue la hora en que murió Jesús, Martina tuvo una sensación de
calor intenso en su espalda y piernas, y luego ¡se levantó! El
sacerdote le dijo que caminara hasta el altar y, después de
subir dos escalones, lo logró. La volvió a bendecir y le dijo
que caminara de lado a lado en el frente de la iglesia, y pudo
hacerlo. Todos estaban sorprendidos, felices y alababan a Dios
por Su Misericordia.
Martina pudo caminar de nuevo durante los siguientes seis meses,
hasta que sufrió una caída y se lastimó la cadera y una pierna.
Por su peso, el médico le dijo que le recomendaba usar la silla
de ruedas de forma habitual. Desgraciadamente, se volvió a caer
otras dos veces y ya no pudo volver a caminar. Pero ella sabía
que Dios había escuchado sus oraciones y estaba muy agradecida.
“Jehová dio, y Jehová quitó”. Bendito sea el Señor.
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Diario de Santa Faustina, #113: “Y deseo nuevamente decir tres
palabras al alma que desea decididamente tender hacia la
santidad y obtener frutos, es decir, provechos de la confesión.
La primera, total sinceridad y apertura. El más santo y más
sabio confesor no puede infundir por la fuerza en el alma lo que
él desea si el alma no es sincera y abierta. El alma insincera,
cerrada se expone a un gran peligro en la vida espiritual y el
Señor Jesús Mismo no se ofrece a tal alma de modo superior,
porque sabe que ella no sacaría ningún provecho de estas gracias
particulares.
La segunda palabra, la humildad. El alma no saca el debido
provecho del sacramento de la confesión si no es humilde. La
soberbia mantiene al alma en la oscuridad. Ella no sabe y no
quiere penetrar exactamente en lo profundo de su miseria, se
enmascara y evita todo lo que la debería sanar.
La tercera palabra es la obediencia. El alma desobediente no
conseguirá ninguna victoria, aunque el Señor Jesús Mismo la
confiese directamente. El más experto confesor no ayudará nada a
tal alma. El alma desobediente se expone a gran peligro y no
progresará nada en la perfección y no se defenderá en la vida
espiritual. Dios colma generosamente con gracias al alma, pero
al alma obediente.”
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