Download la clase dirigente y la sociedad en el desarrollo económico de
Document related concepts
Transcript
LA CLASE DIRIGENTE Y LA SOCIEDAD EN EL DESARROLLO ECONÓMICO DE ANDALUCÍA Octubre 2016 Con el escaso interés que existe en la sociedad andaluza por las cuestiones de índole económica, no es de extrañar el poco eco público que ha tenido la publicación del libro “Poder, economía y sociedad en el sur”, cuyo subtítulo “Historia e instituciones del capitalismo andaluz” informa mucho mejor, en mi opinión, de su contenido. El autor, Carlos Arenas, catedrático de Historia jubilado de la Universidad de Sevilla, hace un repaso por varios siglos de desenvolvimiento económico en Andalucía, partiendo fundamentalmente del análisis del comportamiento de su clase dirigente, transmutada a lo largo de la historia desde la nobleza y los altos dirigentes eclesiásticos de la Baja Edad Media hasta la clase empresarial actual y los más altos niveles de otras actividades profesionales vinculadas a las élites sociales. El objetivo del libro es analizar si el retraso económico de Andalucía puede tener alguna relación con la caracterización de su clase dirigente, a lo que la respuesta del historiador económico es positiva, añadiendo que, a lo largo de la Historia, se ha configurado en nuestra sociedad una clase dirigente extractiva (aplicando el concepto tan puesto de moda hace unos años por Acemoglu y Robinson en su célebre libro “¿Porqué fracasan los países?”) que ha obtenido su riqueza a partir del uso y abuso de su poder sobre la sociedad andaluza. Ese comportamiento de la clase dirigente andaluza impidió el surgimiento en esta tierra de segmentos sociales con actitudes más propensas a la actividad productiva, que eso se tradujese en una extensión de la riqueza a grupos más amplios de la población andaluza y que esas rémoras históricas se extienden hasta la actualidad, en la forma de actuar del empresariado andaluz y los nuevos sectores dirigentes surgidos en el sistema autonómico, todo lo cual ha contaminado, incluso, la acción del gobierno autonómico andaluz de los últimos más de 30 años. La primera parte de esta idea no es muy novedosa y el mismo autor se encarga de ponerlo de manifiesto al utilizar una gran cantidad de estudios ajenos que exponen aspectos parciales de esa historia, como la imbricación entre poder político, económico y social, el surgimiento de las entidades financieras en Andalucía, casos de familias relevantes de localidades andaluzas, la respuesta dada por la clase dirigente a algunos intentos de otros segmentos sociales para acceder a nichos de actividad y a la riqueza producida en la región, etc.). El conjunto compone un análisis que, en mi opinión, demuestra de forma clara la tesis del autor en su apartado histórico y (me atrevo a poner Web Economía Andaluza Página 1 fecha al momento en el que esa tesis puede empezar a ser discutida) hasta la larga etapa de la dictadura franquista. Más novedosa es la segunda parte de la idea expuesta, la de que la actuación de esa clase dirigente andaluza impidió el surgimiento de un clase empresarial empoderada con el conjunto de la sociedad andaluza en la consecución de un nivel superior de desarrollo colectivo; también para demostrar esta tesis utiliza el autor un buen aparato de análisis de hechos y actuaciones que demuestran, históricamente, cómo mientras que en otras regiones españolas iban abriéndose camino entre su clase dirigente ideas y actitudes menos asentadas en el pasado y más en contacto con la evolución de los países más avanzados, en Andalucía los esfuerzos seguían dirigiéndose hacia la maximización del beneficio extraído a la población local, especialmente utilizando el aparato del Estado para imponer por la fuerza su dominio de clase. Esta idea, aunque tiene sus lunares históricos (¿es que la clase dirigente catalana no utilizó la fuerza represiva del aparato del Estado en su lucha contra las reivindicaciones de sus sectores populares tanto como la andaluza?), también parece bastante afirmada por el gran material documental utilizado en el libro. Claro que, y esto es válido para las dos ideas anteriores, los estudios que se muestran, los hechos que se exponen y el análisis que se hace están excesivamente focalizados en el Valle del Guadalquivir (y más en concreto, en Sevilla), incluso desde el reparto de tierras entre nobles y eclesiásticos tras la reconquista en la Baja Edad Media y el sistema de propiedad y uso ejercido por la clase dirigente en los siglos posteriores. La información sobre lo ocurrido en otras zonas de Andalucía (que no sería menor de un tercio del territorio total de la región) es casi anecdótica. Tiene importancia esta cuestión y volveré sobre ella. La tercera idea, la extensión hasta el presente del carácter extractivo de la clase dirigente andaluza, ya transformada en clase empresarial propiamente dicha, aparece menos documentada (siempre en mi opinión, claro está) y, sobre todo, la cercanía que apunta el autor del gobierno autonómico (siempre en manos del Partido Socialista Obrero Español, como es bien sabido) con las actitudes de la clase dirigente del pasado (página 160) por su relación con el empresariado y su principal organización, idea que me parece un poco forzada en base a un análisis parcial y que, por otro lado, oculta más que aclara cual es el problema actual de la sociedad andaluza en el plano económico. A esta parte del análisis del libro de Carlos Arenas dedico el grueso de este artículo, en el bien entendido de que el motivo principal del mismo es, como el del libro, hurgar en las actuaciones de la clase empresarial andaluza en la búsqueda de razones y motivos del atraso de nuestra economía, pero pretendiendo también por mi parte entender el origen de las actitudes sociales que han dado lugar a la escasa valoración por parte de nuestra sociedad de la actividad económica. Web Economía Andaluza Página 2 Cuando he señalado la dictadura franquista como el momento histórico en el que podría empezar a discutirse la validez de la tesis central de su estudio, no lo he hecho sin motivo sino porque el mismo autor expone (páginas 176 y ss) cómo el poder político que la clase dirigente tradicional andaluza había tenido en el conjunto de España (una idea también con escasa demostración) termina por declinar durante ella, sustituida por la influencia de sectores empresariales más modernos del resto de España. Esta pérdida de poder de los sectores dirigentes andaluces se produce, dice el autor, cuando se sustituye en el conjunto de España la política de la autarquía de los primeros lustros de la dictadura por el desarrollismo de los sectores empresariales más avanzados de otras regiones españolas, impulsados por los tecnócratas del Opus Dei y algunos otros segmentos aperturistas hacia la economía mundial y con políticas económicas exigidas por los organismos internacionales. Esta nueva orientación de la política económica española lleva a la masiva emigración de la población andaluza, la ruina de muchas familias de rancio abolengo, la venta de las empresas andaluzas que habían resistido etapas de crisis anteriores, la decadencia económica de Andalucía y la concreción de los problemas estructurales que aún perviven en la economía regional. No obstante, el autor no analiza estos cambios y sus consecuencias sobre la clase dirigente tradicional andaluza sino que, en una deriva más de análisis ideológico que económico, apunta a que el sentimiento andalucista que resurge en el último tercio del siglo pasado fue alimentado por los sectores retrógrados de esa clase tradicional (que se quejaba del abandono de la agricultura como base de la nueva economía española), intenta demostrar la continuidad de la clase empresarial actual respecto de la anterior y, tras la recuperación de la democracia, la creación del sistema autonómico y la constitución del gobierno regional, trata de explicar el fracaso de sus políticas económicas para conseguir un modelo más solvente que el anterior en la continuidad de las políticas de la burguesía tradicional. En primer lugar, esta parte de la tesis, pese a la enorme importancia que tiene lo ocurrido en esta etapa para la cultura actual de la sociedad y sus actitudes en todos los sentidos de la vida pública, no cuenta con el mismo aparato de estudios para su exposición y demostración, algo que, si no es responsabilidad directa del autor al no existir tantos estudios específicos como sobre lo ocurrido a lo largo de la Historia, debería, en mi opinión haber sido sometida a un análisis propio, amplio y aislado del anterior, lo que no aparece en el libro sino casi siempre como continuación de lo ocurrido en el pasado. En especial, parece muy forzada la semejanza expuesta en la página 160 entre las prácticas de la clase dirigente histórica con los “modelos de relaciones sociales y de gobernanza” del periodo autonómico, que se afirma sin ningún tipo de demostración posterior. Es evidente que algo de continuidad tiene que haber en los sectores dirigentes de antes y de después, porque en esa etapa, aunque de profundos cambios que podrían Web Economía Andaluza Página 3 estar en el origen de los actuales, no se produce una revolución en el sentido clásico y, por tanto, no hay la sustitución de una clase dirigente por otra. Pero sí se producen los suficientes cambios en los órdenes social, político, cultural y educativo como para comprender que sus consecuencias en la estructura de la riqueza y el poder en la sociedad andaluza han sido muy importantes. Aunque una buena parte de los accionistas, inversores y empresarios de la actualidad andaluza proceden de algunas de las familias que dominaron la historia de la región, no es menos cierto que eso es idéntico a lo ocurrido en cualquier otra región española y, posiblemente, también igual que lo que hizo que la burguesía catalana y vasca de hace muchas décadas se convirtiera en más emprendedora y mereciera del autor la consideración de empresarios modernos, como señalaba anteriormente. Pero no proviene de ese segmento social el conjunto de la clase dirigente andaluza actual, ni siquiera en el ámbito de lo económico y de la empresa. Se olvida que en esos años se producen fenómenos como el surgimiento de una clase empresarial nueva en Almería, centrada en los cultivos extratempranos y su comercialización en el exterior que proviene de los pequeños propietarios de tierras, del empresariado de la Costa del Sol malagueña (una enorme mezcolanza de familias tradicionales de procedencia nacional, ciudadanos y empresas extranjeros y pequeños propietarios locales), del empresariado agrario de Huelva de la fresa y otros productos novedosos en esta tierra, de los oriundos castellanos, valencianos y otros orígenes que hacen fortuna en muy diversas actividades en Sevilla y otras ciudades y dirigen algunas de las empresas andaluzas y españolas más exitosas de estos años, de los pequeños empresarios industriales de algunas localidades andaluzas (Lucena, Mancha Real, Ubrique…) en algunos casos de origen obrero y que forman cooperativas que son el soporte de muchas economías locales… Por otro lado, el dominio político del PSOE durante cerca de 40 años en la escena andaluza se ha traducido, qué duda cabe, en el creación de un segmento social de empresarios y dirigentes sociales vinculado a ese partido; esto, que en parte es descalificado por el autor del libro señalando cómo algunos de sus miembros significativos provienen de familias tradicionales, no debería ser entendido de tal forma, salvo que se le dé carta de naturaleza a la discriminación subjetiva por encima del análisis de las actuaciones de cada cual. Y, sobre todo, hay olvido de la enorme aportación de directivos que llegan con las grandes empresas de fuera que se instalan por toda la geografía andaluza y muchos de los cuales se mantienen aquí tras su conversión en empresarios, sin que a ellos les afecte la base cultural anterior, por otro lado, ya arcaica para el conjunto de la sociedad andaluza. Bien es verdad que no todos estos cambios han producido efectos siempre positivos y que hayan generado actividades que se mantengan en el futuro, pero el tejido empresarial andaluz de este momento, y la clase dirigente actual, es muchísimo más Web Economía Andaluza Página 4 variado que hace sólo cuatro o cinco décadas y que, me parece a mí, no existe una gran diferencia con el empresariado de cualquier otra región española. Pero, sobre todo, no hay ningún análisis en el libro sobre esto, que en función del objetivo abordado, debería ser lo fundamental, y todo se remite al ya mencionado análisis histórico y en la mención de algunos apellidos que fueron importantes antes y, no siempre pero sí en bastantes casos, siguen siéndolo. Pero eso no demuestra que las relaciones de clase se mantengan en la misma situación. Esto no quiere decir que la empresa andaluza esté en el mismo nivel que la española, pero, salvando los casos de Cataluña, País Vasco, Navarra y Madrid, yo diría que sí y son muchos los datos estadísticos que así lo corroboran, como puede verse en los informes que en otro apartado de esta web se presentan. Por otro lado, el libro no esboza ni un solo análisis de los cambios que se vienen produciendo en la economía mundial y que condicionan, evidentemente, la evolución económica de la región. Aún siendo cierto que no hay avance en casi ningún aspecto importante de nuestra economía en relación al que se produce en el conjunto nacional, la globalización, la entrada en los mercados internacionales de productos de nuevos países antes en vías de desarrollo (China, India, Rusia…) y las mejores condiciones competitivas en otros que aún están atrasados pero que crecen (lo mismo que nos pasó a nosotros en los años 60, 70 y 80) son cuestiones que afectan más a quiénes tienen sistemas productivos menos asentados y fuertes, de la misma forma que son las clases medias de la población las que sufren más los efectos de estos cambios, especialmente a partir de la Gran Crisis iniciada en 2007. Esto no es justificación de nada, sino solo datos que explican, bien que en parte, muchos de los desajustes de la economía andaluza, inserta en condiciones de mercado laboral, de exigencias medioambientales y de índole social en el contexto de países desarrollados pero con sistemas productivos menos eficientes y más dependientes de las grandes empresas y conglomerados globales, que, evidentemente, imponen sus condiciones por encima de las que puedan poner los gobiernos nacionales y mucho más los regionales. Como ocurre en todo el mundo, por otro lado. Vuelvo a señalar que esto no puede servir como justificación del escaso éxito (sería más correcto decir fracaso) obtenido por los gobiernos regionales en sus más de tres décadas de actuación en el plano económico. Tampoco es posible hacer aquí ni siquiera un bosquejo de análisis de los motivos de ese fracaso (siempre en mi opinión). Pero, en relación con lo expuesto en el libro, entiendo que el objetivo de los primeros gobiernos andaluces estuvo en la resolución de los graves déficits de infraestructuras y servicios públicos con que partía la comunidad, que la relación con el sector empresarial en los primeros años fue un tanto fría, pues hubo muchos enfrentamientos y acusaciones de la patronal hacia el gobierno de hacerle la competencia e incluso de apoyar otras alternativas empresariales. Jerónimo Molina, presidente de las cooperativas agroalimentarias andaluzas y cofundador y vicepresidente del Observatorio Económico Web Economía Andaluza Página 5 de Andalucía, lo exponía así en el libro también reciente de la celebración del 25 aniversario de esta entidad, diciendo que “la desconfianza de unos y otros y el afán de los nuevos gobernantes autonómicos de redimir Andalucía de forma inmediata, derivó en un exceso de regulación e intervencionismo…”. Esas desconfianzas se rebajaron con los acuerdos de concertación que, tal y como dice Carlos Arenas pero también el Observatorio, no han tenido tampoco efectos positivos y sí, posiblemente, bastantes negativos. No obstante ese entendimiento, el gobierno andaluz no ha dejado nunca de prestar apoyo a otros modelos empresariales, pero éstos tampoco han movilizado voluntades de la sociedad andaluza en pro de un dinamismo productivo y de un cambio de la mentalidad dominante en la ciudadanía. Si hay quiénes, como el autor del libro, hacen hincapié en el apoyo del gobierno andaluz al modelo empresarial tradicional como base del fracaso de las políticas de despegue de la economía andaluza, hay otros que dicen lo contrario, ponen énfasis en la buena consideración que se ha tenido (tanto en el gobierno como en el conjunto de la sociedad andaluza) para con modelos empresariales basados en las pequeñas y medianas unidades y en las sociedades cooperativas para explicar eso mismo. Esto parece más generalizado hoy, porque ya es casi común señalar que uno de los déficits del tejido empresarial andaluz es, además de su escasez, su pequeño tamaño, un 25% de diferencial negativo con la media de España y la mitad respecto de sus territorios más desarrollados. En otro plano se sitúan quiénes destacan hechos como los esfuerzos gastados por el gobierno andaluz en tratar de sostener sectores, empresas y transformaciones productivas que eran insostenibles desde cualquier punto de vista empresarial; actividades que, abandonadas por la iniciativa privada o el gobierno de España, han consumido en una supervivencia artificial enormes recursos públicos y gran cantidad de tiempo de responsables que sabían que todos los esfuerzos eran en balde. Pero, además, han servido de caldo de cultivo para el medro y el aprovechamiento de conseguidores de todo tipo y han dado origen a una imagen de Andalucía en España que favorece muy poco la buena consideración de quiénes aquí se esfuerzan por emprender, mejorar e innovar. Pero esas prácticas irregulares no son exclusivas de una clase o sector social: desgraciadamente, están muy extendidas en la sociedad andaluza (y española) y no dejan de pesar más que los buenos comportamientos. Sea como fuere, y me siento más cerca de los segundos que de la idea del autor del libro comentado, lo cierto es que una transformación fundamental en la sociedad andaluza no ha sido posible y me estoy refiriendo a lo que escribía al inicio de este artículo, el escaso interés de nuestra ciudadanía por las cuestiones económicas, fuera de la queja por cómo nos afectan a cada uno las cosas que ocurren. El escaso conocimiento de la materia, la falta de información, el desinterés por los motivos que explican los hechos que ocurren y el simplismo de los análisis están en la base de la desconsideración hacia la empresa y el empresariado, del que solo se desea que satisfaga las expectativas Web Economía Andaluza Página 6 de cada cual, sin entrar en las necesidades del tejido productivo para sobrevivir en los grandes procesos de transformación que se vienen produciendo. Entiendo, y así lo he expuesto en algunos otros artículos de esta web, que esta actitud explica en buena parte el escaso espíritu emprendedor de la sociedad andaluza, está en la base del enorme déficit existente en el tejido productivo de creatividad y de apoyo a las actividades innovadoras y de investigación y que sería necesario un gran esfuerzo de todos los actores importantes del sistema para mejorar la imagen y la consideración de la actividad empresarial (incluso considerada en abstracto y no ejemplificada, si se quiere, en muchos empresarios que, también es cierto, prestan muy poca atención a la valoración que reciben de la sociedad y cuyo compromiso con ella es más que dudoso), porque sin ellas no será atractiva la función de crear y mantener empresas, que son las únicas entidades que generan empleo en cantidad suficiente para dar trabajo al conjunto de la población. Y esto es indistinto de si la empresa tiene la condición de iniciativa privada o cooperativa. Las exigencias de trabajar bien, de eficiencia, rentabilidad y productividad, de cumplir las reglas y de buscar la sostenibilidad propia y del conjunto del tejido productivo son las mismas para todas, independientemente de su condición. En mi opinión, la mejor forma de llevar a la realidad esos esfuerzos es conocer la Historia económica, social y política de nuestra tierra (algo a lo que contribuye, sin duda alguna, el libro comentado), pero no creo que deban olvidarse otras cuestiones como la influencia excesiva de una ideología contraria al emprendimiento en general y al empresariado en particular, un acento muy fuerte en políticas que hoy han sido abandonadas por todos los países avanzados, una elevada valoración del individualismo y el poco énfasis en el trabajo colectivo y el bien general y un exceso de optimismo respecto al poder de los poderes públicos para resolver los problemas generales, lo que nos hace abandonar en él las esperanzas para alcanzar nuestras propias metas vitales. MARTÍN RÍSQUEZ Web Economía Andaluza Página 7