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PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL CAPITULO 8 TERAPIAS COGNITIVAS-CONDUCTUALES DONALD MEICHENBAUM INTRODUCCION Cualquiera que estudie el campo de las psicoterapias actuales se enfrenta a una adivinanza. Han sido propuestas más de 100 formas diferentes de psicoterapia, cada una con sus propios partidarios y afirmaciones de eficacia. ¿Qué hacer para darle sentido a esta multitud de técnicas terapéuticas? Las terapias cognitivas conductuales (TCC) están diseñadas para penetrar este laberinto de procedimientos diversos, proponiendo un modelo de psicopatología y una teoría del cambio de la conducta que integra diversos enfoques., En el pasado, diversas escuelas de psicoterapia (psicodinámica, conductual y humanista) parecían ser enfoques rivales con pocas coincidencias. Sin embargo, en años recientes se ha visto un esfuerzo por desarrollar un enfoque integrador de la psicoterapia, y las terapias cognitivas conductuales han estado a la vanguardia de esta labor. De hecho, en 1982 se formó una sociedad para la integración de los enfoques psicoterapéuticos (Society for the Integration of Psychotherapeutic Approaches), en la cual participan partidarios de enfoques terapéuticos muy diferentes, incluido el enfoque de la terapia cognitiva-conductual. Con el fin de apreciar el esfuerzo actual hacia la integración, trazaremos brevemente la historia de la TCC, y luego consideraremos el modelo de psicopatología propuesto. Este modelo del desorden mental proporcionará el marco que permitirá considerar una teoría integradora del cambio de conducta. Con estos conocimientos podremos apreciar mejor los ejemplos de procedimientos terapéuticos cognitivos-conductuales aplicados en adultos y niños. El capítulo concluye con una discusión breve sobre la situación empírica de la TCC. DESARROLLO HISTORICO Víctor Raimy (1975) ha trazado la historia de la TCC desde los tiempos de los antiguos filósofos griegos y romanos hasta los teóricos modernos. Este autor cita, por ejemplo, las observaciones de Epícteto, filósofo estoico romano, quien destacó el papel de los factores cognitivos como causas del trastorno emocional. Tal como Epícteto observó «los hombres no se trastornan por los acontecimientos, sino por las opiniones que de ellos tienen». En la misma línea de pensamiento, el filósofo Emmanuel Kant propuso que la enfermedad mental ocurre cuando una persona no puede ajustar su «sentido privado» al «sentido común». Una generación más tarde, Alfred Adler juzgó el «sentido privado» de Kant 1 como «opiniones erróneas» que subyacen a la conducta neurótica. Los teóricos modernos utilizan términos tales como «procesos de evaluación sesgados», «constructos desordenados», «creencias irracionales»; «distorsiones cognitivas» y «habilidades inadecuadas de resolución de problemas y afrontamiento» * para describir el papel que los factores cognitivos juegan en los trastornos emocionales y las conductas inadaptadas. En suma, existe una larga historia que precede a los procedimientos actuales de la TCC. Dos líneas específicas de teorización e investigación han contribuido al surgimiento del enfoque de la TCC. Una línea deriva de los esfuerzos de los teóricos cognitivos semánticos, tales como George Kelly, Albert Ellis y Aaron Beck. La segunda línea deriva de los recientes desafíos sobre la adecuación de los procedimientos de la terapia de conducta basada en la teoría del aprendizaje, como ha quedado reflejado en los trabajos de Julián Rotter, Albert Bandura, Walter Mischel, Michael Mahoney y Don Meichenbaum. A continuación, consideraremos cada una de estas líneas de investigación. Terapias cognitivas-semánticas La «terapia cognitiva-semántica» es un término genérico que se refiere a una variedad de enfoques terapéuticos, cuyo principal modo de acción es modificar los patrones erróneos de pensamiento del cliente y las premisas, asunciones y actitudes subyacentes a estas cogniciones. El foco de la terapia está en el contenido ideacional envuelto en el síntoma. Por tanto, los terapeutas cognitivos intentan familiarizarse con el contenido del pensamiento, los estilos de pensamiento, los sentimientos y las conductas de los pacientes con el fin de comprender su interrelación. El enfoque está orientado fenomenológicamente ya que el terapeuta intenta ver el mundo a través de los ojos del cliente. Para el terapeuta cognitivo el trastorno mental es fundamentalmente un desorden de pensamiento por el que el cliente distorsiona la realidad de un modo idiosincrásico. Estos procesos de pensamiento afectan de modo adverso la forma que el cliente tiene de ver el mundo y lo conducen a desarrollar emociones disfuncionales y dificultades conductuales. El terapeuta cognitivo ayuda al cliente a identificar las concepciones erróneas específicas, las expectativas no realistas y las atribuciones inadecuadas, así como a medir su validez y grado de razón. Aforismos populares tales como «tal como pienses, así te sentirás» y «si no te sientes bien, probablemente tampoco pensarás correctamente», captan el espíritu de este enfoque. Una noción característica de este enfoque está contenida en la definición de Shaffer (1947) sobre la UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL terapia como un «proceso de aprendizaje mediante el cual una persona adquiere la capacidad de hablar sobre sí misma de modos adecuados, a fin de controlar su propia conducta» (pág. 463). En años recientes, numerosos psicoterapeutas han enfatizado el papel que juega el sistema de significados del individuo en la etiología y mantenimiento del trastorno emocional. Una de las explicaciones más desarrolladas la ofreció George Kelly, en 1955, con su teoría de los constructos personales. La teoría de Kelly describe el proceso continuo por el que un individuo construye interpretaciones personales acerca del mundo y luego las evalúa nuevamente considerando los eventos resultantes. Para Kelly, un constructo personal es la forma en que se ve el mundo o se atribuye significado a la propia experiencia. Una persona no necesariamente es capaz de expresar las construcciones que hace del mundo pero, sin embargo, estos constructos influyen en su forma de evaluar los eventos. Los constructos personales inadecuados, como por ejemplo, ver el mundo como un «lugar inseguro» o verse a sí mismo como «despreciable», pueden contribuir al desarrollo del trastorno emocional y la conducta inadaptada. Albert Ellis El terapeuta semántico que más atención ha recibido es Albert Ellis, quien desarrolló la terapia racional-emotiva (TRE). La premisa básica de la TRE es que gran parte, si no todo el sufrimiento emocional, es debido a los modos inadaptativos en que las personas construyen el mundo y a las creencias irracionales que mantienen. (Ver la Tabla 8-1 en la que se describen estas creencias irracionales). Dichas creencias conducen a pensamientos•y sentimientos autoderrotistas que ejercen un efecto adverso sobre la conducta. En consecuencia, la tarea del terapeuta de la TRE encierra tres tipos de acción. Primera, debe determinar los eventos que perturban al cliente. A continuación, el terapeuta debe ayudar al cliente a descubrir las pautas específicas de pensamiento y las creencias subyacentes que constituyen la respuesta interna a estos eventos y que dan nacimiento a las emociones negativas. Tercera, el terapeuta ayuda al cliente a alterar estas pautas de pensamientos y creencias. En la cita que se presenta a continuación, Ellis (1971) plasma la dirección de su enfoque terapéutico: Tabla 8.1. Lista de las ideas irracionales según Albert Ellis. 1. Es absolutamente necesario ser amado y aprobado por otros y casi en todo momento. 2 2. Debo ser infaliblemente competente y perfecto en cualquier actividad que emprenda. 3. Las personas que me hieren o me hacen daño son malas, perversas y ruines, y debo culparlas, condenarlas y castigarlas con severidad. 4. Es horrible, terrible o catastrófico que las cosas no vayan por el camino que a uno le gustaría que fuesen. 5. Los eventos externos causan gran parte de la infelicidad humana y tengo poca capacidad para controlar mis sentimientos o para librarme de la depresión, la hostilidad y sentimientos similares. 6. Encuentro más fácil evitar enfrentarme a las muchas dificultades y responsabilidades de la vida, que comprometerme con formas provechosas de autodisciplina. 7. Si algo me parece peligroso o amenazante debo preocuparme y perturbarme por ello. 8. Mi pasado sigue siendo importante y sólo porque algo haya ejercido una enorme influencia en determinado momento de mi vida, tiene que seguir determinando mis sentimientos y conductas del presente. 9. Las personas y las cosas deberían ser mejores de lo que son y debo considerar horrible y espantoso no encontrar rápidamente soluciones buenas a los problemas de la vida. 10. Puedo alcanzar la felicidad a través de la inercia y la no acción o «disfrutando de mí mismo» pasivamente y sin comprometerme. 11. Debo tener un alto grado de orden o certeza para sentirme bien. 12. La calificación global que me doy a mí mismo como humano y a mi valoración general y auto-aceptación dependen de la perfección de mis acciones y del grado de aprobación que me den las personas. Fuente: adaptado de A. Ellis, «La teoría clínica básica de la terapia racional emotiva». En A. Ellis y R. Grieger (Eds.) Manual de Terapia Racional-Emotiva, Bilbao, Desclée De ' Brouwer, 1981, 4. ed. «En términos cognitivos, la TRE enseña al cliente los A-B-C de la información de la personalidad y la creación del trastorno. Demuestra a las personas que sus Consecuencias emocionales (punto C) no se derivan directamente de los eventos Activadores (punto A) en sus vidas, sino de sus sistemas de Creencias∗ (punto B) acerca de estos eventos Activadores. Cuando los clientes se sienten perturbados, sus sistemas de Creencias consisten, primero, en un conjunto de Creencias racionales basadas en hechos empíricos (Br). Por ejemplo, cuando fracasan en un ∗ N.T. En inglés, belief. UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL empleo o son rechazados por su pareja (punto A) se convencen racionalmente a sí mismos de «cuán desafortunado soy al fracasar. Preferiría mucho más ser aceptado o tener éxito». Si se adhieren rigurosamente a estas Creencias racionales, se sentirán apropiadamente tristes, pesarosos, frustrados o irritados (punto C), pero no se sentirán emocionalmente perturbados o derrumbados. Para sentirse inapropiadamente o neuróticamente, añaden Creencias irracionales, sin base empírica (Bi): «Qué horrible me resulta fracasar. Debo tener éxito. Soy una persona completamente despreciable por haber fracasado o haber sido rechazada». Entonces se sienten ansiosos, deprimidos o despreciables. En la TRE, el terapeuta o profesor enseña a las personas cómo retar, cuestionar y Disputar (punto D) enérgicamente sus creencias irracionales. Se les demuestra cómo preguntarse a sí mismos: «¿Por qué es horrible que yo fracase? ¿Quién ha dicho que debo triunfar? ¿Dónde está la evidencia que demuestra que soy una persona despreciable si fracaso o soy rechazada?». Si las personas disputan persistente y fuertemente sus ideas insanas, adquirirán un Efecto cognitivo nuevo (punto E), es decir, creencias como las siguientes: (1) «No es horrible, sino muy inconveniente que fracase»; (2) «No tengo que triunfar, aunque hay muchas razones por las que me gastaría hacerlo»; (3) «No soy una persona despreciable por fracasar o ser rechazado. Simplemente soy una persona que ha hecho algo mediocre en el presente y en estas áreas, pero que probablemente lo hará mejor más adelante. Y si nunca voy a triunfar o a ser aceptada, aún puedo disfrutar de mí misma en ciertos aspectos y abstenerme de rebajarme» (pág. 19). Aaron Beck El psiquiatra Aaron Beck desarrolló una forma de terapia cognitiva que también se centra en los procesos de pensamiento del cliente. Al igual que los enfoques de Kelly y Ellis, Beck desarrolló un enfoque activo y estructurado para el tratamiento de una diversidad de desórdenes psiquiátricos. Para entender la forma de terapia cognitiva de Beck, es necesario primero, introducir tres conceptos básicos que son: (1) los eventos cognitivos, (2) los procesos cognitivos y (3) las estructuras cognitival. Los eventos cognitivos son la corriente de pensamientos e imágenes que tenemos, pero a la que con frecuencia no prestamos atención. Usualmente, tales pensamientos pueden ser fácilmente recuperados si se demandan. Tal como Beck (1976) ordena a sus clientes: «en cualquier momento que experimente un sentimiento o sensación 3 desagradable trate de recordar los pensamientos que había tenido antes de ese sentimiento» (pág. 45). Debido a que estos pensamientos emergen automáticamente, son extremadamente rápidos, así, Beck los denomina «pensamientos automáticos». Tales pensamientos con frecuencia son vagos, informes y generados sin que el cliente los inicie voluntariamente. Beck señala que son difíciles de interrumpir y muy frecuentemente se cree completamente en ellos, sin importar cuán lógicos sean. Dichos pensamientos están asociados con una diversidad de emociones e influyen en la conducta. Por ejemplo, en el caso de una persona que esté deprimida, estas cogniciones automáticas pueden centrarse en: (1) el desempeño, la posición, las metas y las necesidades de la persona; (2) cómo podrían evaluarla otras personas y (3) qué depara el futuro. Beck se refiere a estas preocupaciones acerca del sí mismo, los otros y el futuro, como la tríada cognitiva. El individuo depresivo puede tener pensamientos negativos acerca de sí mismo, por ejemplo, «Soy incompetente. Soy estúpido, débil, un fracaso». También puede esperar que otros lo consideren como un «torpe, egoísta e infantil» y no ver mejor las cosas en el futuro («acabaré solo. No tendré a nadie a quien recurrir»). Estos pensamientos negativos y auto-denigrantes pueden ejercer un impacto fuerte en el modo de sentir y creer del individuo y, recíprocamente, en cómo siente y cree que puede influir sobre lo que piensa. Si estamos deprimidos probablemente recordaremos y atenderemos selectivamente a los eventos negativos. Nuestro humor puede influir los contenidos de nuestros pensamientos y viceversa. Mientras que los eventos cognitivos se refieren al contenido de nuestros pensamientos, e imágenes y sentimientos que los acompañan, los procesos cognitivos se refieren al «cómo» pensamos, a los procesos automáticos del sistema cognitivo. El procesamiento de la información incluye mecanismos de búsqueda y almacenamiento, y procesos de inferencia y recuperación. En la mayor parte de las situaciones, no prestamos atención a la forma en que procesamos la información, decidimos si una situación es amenazante para nuestra persona o recuperamos la información y recordamos hechos. Estas son rutinas muy ensayadas y usualmente las realizamos automáticamente. Beck (1972) ha ilustrado algunas formas en las que los individuos depresivos procesan la información, y que contribuyen y ayudan a mantener su estado depresivo. Los cuatro procesos cognitivos incluyen: 1. Razonamiento dicotómico: se refiere a la tendencia a dividir los eventos en opuestos o pensar en términos de extremos. El individuo depresivo es propenso a ver las cosas en términos absolutos, blanco o UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL negro, bueno o malo, bien o mal, por ejemplo: «Debo hacer mi trabajo perfectamente». «Todo el mundo está en mi contra». 2. Sobregeneralización: se refiere al proceso de llegar a conclusiones de gran alcance sobre la base de datos escasos. Es frecuente que un cliente haga una generalización injustificada sobre la base de un único incidente, por ejemplo, el cliente que piensa «nunca triunfaré en nada» cuando ha tenido un solo fracaso aislado o «mi novia me abandonó; nunca confiaré en otra mujer». 3. Magnificación: se refiere a la tendencia a ver los eventos como mucho más importantes, amenazantes o catastróficos de lo que objetivamente son. El individuo exagera el significado o la significancia de un acontecimiento específico. Ellis (1962) llama a esta clase de reacción «crear catástrofes». 4. Inferencia arbitraria: se refiere al proceso de elaborar conclusiones cuando se carece de evidencia o ésta es contraria a las conclusiones. El individuo depresivo puede observar el ceño fruncido de alguien y pensar «a esa persona le disgusto». El cliente tiende a sacar del contexto ciertas características y enfatizarlas, excluyendo otras. Los psicólogos cognitivos han estudiado diversos procesos cognitivos además de los cuatro identificados por Beck. Uno de los que ha tenido mayor significación para la terapia, es el denominado sesgo confirmatorio. El sesgo confirmatorio se refiere a nuestra tendencia a atender selectivamente a —y en ciertas ocasiones incluso a crear— los eventos que confirmen nuestras creencias iniciales. Cada uno de nosotros tendemos a buscar la información que confirma nuestras hipótesis y a evitar datos disonantes. Por ejemplo, en un estudio realizado por Kelley y Stahelski (1970) se encontró que aquellos sujetos que creían que las personas son básicamente competitivas, tendían a comportarse de un modo competitivo, esto, a su vez, originaba una respuesta competitiva en los otros. De modo que, la asunción inicial del sujeto se convierte en una profecía autocumplidora («te lo dije, no puedes confiar en nadie. Ellos sólo trataban de aprovecharse de tí»). Por otra parte, los sujetos presentaron un sesgo confirmatorio, interpretando la conducta de otros como conductas consistentes con sus creencias iniciales. En el caso de un individuo depresivo el sesgo confirmatorio puede contribuir a mantener un ciclo de conducta autoderrotista. Un depresivo puede quejarse así: «estoy tan abatido, no le gusto a nadie», sin darse cuenta de (1) cómo su propia conducta contribuye activamente a dicho rechazo social; (2) cómo sesga los hechos al interpretar las interacciones neutrales como signos de rechazo y (3) cómo sus 4 procesos cognitivos, sentimientos, conductas y las reacciones de otros conspiran interactivamente para mantener una reacción depresiva. Las estructuras cognitivas se refieren a los esquemas, las asunciones implícitas o las premisas, que determinan a qué eventos se presta atención y cómo se interpretan éstos. Una estructura cognitiva se puede concebir como el programa o ejecutor de diversos planes en un ordenador, mientras que los procesos cognitivos pueden concebirse como las rutinas o subrutinas específicas que ejecutan los análisis. El concepto de estructura cognitiva se ha propuesto para explicar el establecimiento de prioridades en nuestro procesamiento de la información. En cualquier momento dado, sólo somos capaces de utilizar una pequeña porción de la estimulación externa e interna disponible. Nuestra atención cumple la «función de una válvula», delimitando el rango de impactos posibles. La estructura cognitiva ayuda a explicar la capacidad de atención limitada y nos permite llenar vacíos cuando se pierde información. Como Taylor y Crocker (1981) señalan, los esquemas permiten al perceptor identificar los estímulos rápidamente, categorizar eventos, seleccionar una estrategia para obtener información, resolver un problema y generalmente ayudan a alcanzar metas. Los individuos no poseen esquemas para cada cosa, por el contrario, poseen esquemas especialmente para aquellos aspectos que de alguna forma son importantes y distintivos. Los individuos, de acuerdo a los esquemas que poseen, enfocan las situaciones con ciertas interpretaciones «preparadas para dispararse». Los esquemas ejercerán influencias sobre la clase de información a la que atenderemos, cómo la estructuraremos, qué importancia le atribuiremos y qué sucederá como consecuencia. Dichos esquemas pueden ser extendidos a la información acerca del sí mismo. Estos autoesquemas están al servicio del sí mismo, predisponiendo la recepción de la información. Por ejemplo, la información congruente con nuestro autoconcepto se procesa con más facilidad y confianza que la información incongruente. En efecto, tendemos a ser resistentes a la información contraria a nuestros esquemas (Markus, 1977). Beck (1976) ha sostenido que los diferentes desórdenes psicológicos se caracterizan por un «autoesquema» idiosincrásico dentro del cual se procesa la información relacionada con el sí mismo. Un «tema ideacional» único domina el autoesquema y determina el modo de procesar la información entrante. Por ejemplo, el individuo que es ansioso, procesa la información en un esquema dominado por ideas de amenaza y peligro. El individuo depresivo procesa la información en un esquema de rechazo y fracaso social. Beck desarrolló una terapia cognitiva de corta duración UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL (aproximadamente de 20 sesiones con pacientes externos) para ayudar al cliente a hacerse consciente de sus eventos, procesos y estructuras cognitivas, así como a cambiar la influencia de los mismos. En una de las secciones siguientes consideraremos algunos de los procedimientos terapéuticos específicos que se han diseñado para alcanzar estos objetivos. Sin embargo, en este punto es importante mencionar que uno de los principales impulsos al desarrollo presente de las terapias cognitivas-conductuales ha sido el trabajo de los terapeutas semánticos. Otro impulso importante que ha contribuido al desarrollo de estas terapias ha sido la creciente preocupación por la adecuación de las teorías del aprendizaje para explicar la conducta, como se ha visto reflejado en el desarrollo de la teoría del aprendizaje social. Teoría del aprendizaje social Desde sus comienzos, ha habido un enorme debate acerca de la adecuación del lenguaje del condicionamiento (condicionamiento clásico y operante) para explicar la conducta humana compleja. El espacio que aquí disponemos no nos permite hacer una consideración sobre la historia de este debate (véase por ejemplo, Breger, McGaugh, 1965; Brewer, 1974). Para nuestro propósito podemos considerar el trabajo de teóricos del aprendizaje social, tales como Julián Rotter, Albert Bandura y Walter Mischel, autores que han enfatizado la importancia del rol de los factores cognitivos en el condicionamiento. Como Bandura (1974) señala: «Las llamadas reacciones condicionadas son autoactividades fundamentalmente en base a las expectativas aprendidas, en lugar de ser evocadas automáticamente. El factor crítico, por tanto, no es que los eventos ocurran juntos en el tiempo, sino que los individuos aprendan a predecirlos y se armen de reacciones apropiadas» (pág. 860). Según la teoría del aprendizaje social, los modos que tienen los individuos de evaluar las situaciones, fijar expectativas, establecer pautas internas, recordar selectivamente los eventos y poner en acción rutinas de resolución de problemas, son críticos a la hora de comprender su conducta y formular las intervenciones del tratamiento. De acuerdo a la teoría del aprendizaje social: 1. Una gran parte del aprendizaje humano es mediado cognitivamente. 2. En lugar de responder a las consecuencias ambientales, los humanos responden principalmente a las representaciones cognitivas de los eventos ambientales (es decir, el individuo atiende selectivamente e interpreta los eventos). 5 Bandura (1977) utilizó el término «determinismo recíproco» para describir la interacción continua entre las variables conductuales, cognitivas, afectivas, fisiológicas y ambientales. Los conceptos que provienen de las terapias semánticas y de la teoría del aprendizaje social proporcionan las bases para el desarrollo de un enfoque cognitivoconductual de la psicopatología y del cambio de conducta. CONCEPTOS Y PRINCIPIOS TEORICOS El modelo cognitivo-conductual de la psicopatología Los terapeutas cognitivo-conductuales resaltan la interdependencia de los múltiples procesos que están envueltos en los pensamientos, sentimientos y conductas del individuo, así como en las consecuencias ambientales. Mientras que algunos terapeutas semánticos como Ellis, han sostenido que los disturbios emocionales y la conducta inadaptada derivan de creencias irracionales y distorsiones cognitivas, los terapeutas cognitivo-conductuales consideran que las cogniciones del cliente son únicamente uno de los diversos factores que contribuyen a la etiología y mantenimiento de la conducta anormal. De la misma forma que los terapeutas de conducta han destacado el papel de los acontecimientos ambientales externos, especialmente las reacciones sociales de otros como determinantes de la conducta anormal, el terapeuta cognitivo-conductual ve estos acontecimientos externos únicamente como uno de los componentes del proceso. Los terapeutas cognitivoconductuales intentan integrar los puntos de interés de ambas escuelas con el fin de combinar la comprensión clínica de los terapeutas semánticos con la tecnología de los terapeutas de conducta. La capacidad que tiene la terapia cognitiva-conductual para dar explicaciones integradoras, se puede ilustrar mejor si consideramos el caso de un individuo depresivo. Aunque la depresión representa un espectro de desórdenes y causas —desde los desórdenes físicos (desórdenes endocrinos y relacionados con la nutrición, reacciones tóxicas y alergias) hasta las presiones psicosociales (tensiones y pérdidas que se van acumulando a lo largo de la vida)— la mayor parte de los estudios han sido realizados sobre los llamados pacientes depresivos unipolares. Un breve examen de estos estudios ilustrará la necesidad de una visión multicausal y multideterminada de la psicopatología; una visión que sea consistente con una perspectiva cognitiva-conductual de los desórdenes mentales. Los individuos depresivos experimentan un humor disfórico caracterizado por sentimientos de tristeza, desvalimiento y UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL desesperanza. Este humor puede afectar los propios procesos de pensamiento. Los individuos depresivos tienden a pensar más lentamente, prestan una atención selectiva y recuerdan eventos depresivos negativos y, además, tienden a culparse por los fracasos y errores, en lugar de buscar otras explicaciones que incluyan factores situacionales. Estos estilos de pensamiento, a su vez, pueden afectar el estado emocional, tal como ocurre en el proceso mutuamente interdependiente entre pensamientos y sentimientos. Los sentimientos y los pensamientos se alimentan unos a los otros, por tanto, establecen un círculo vicioso depresivo. Los terapeutas cognitivo-conductuales se ocupan de estos procesos intrapsíquicos y señalan que el individuo depresivo con frecuencia tiene un impacto depresivo en otros. No es divertido estar junto a una persona que es depresiva. En algún momento, los individuos depresivos tienden a disgustar a quienes los rodean, lo que a su vez puede conducir a la evitación y al rechazo social. Tales reacciones sociales sólo confirmarán las creencias iniciales que estos individuos tienen acerca de su inutilidad y temor a las pérdidas y abandonos. De hecho: el depresivo tiene una inclinación a interpretar incluso las reacciones sociales neutrales como evidencia de rechazo. Ciertos individuos depresivos pueden tener déficits de habilidades sociales desde mucho tiempo atrás, como por ejemplo, ser incapaces de hablar espontáneamente con otros o mantener conversaciones. Todas estas conductas inadecuadas agregarán aun más problemas sociales. Por tanto, ellos mismos pueden crear inadvertidamente las diversas situaciones sociales que mantienen su conducta depresiva. A su vez, tales consecuencias sociales negativas son vistas como la validación de las asunciones (esquemas) que generan su depresión. En suma, los sentimientos, pensamientos, conductas y consecuencias sociales que perciben los individuos, interactúan para mantener así un ciclo depresivo auto-derrotista. Por otra parte, tales individuos están caracterizados por la inactividad —una «parálisis del deseo»— y estilos de vida perturbadores caracterizados por la falta de apetito, el insomnio, la pérdida de peso o la ausencia del deseo sexual. Estos factores pueden, a su vez, favorecer los cambios bioquímicos y, en consecuencia, exacerbar la depresión. Dicha inactividad puede disparar las reacciones fisiológicas que refuerzan los síntomas depresivos (Akiskal y McKinney, 1975). A partir de este análisis es evidente que no se debería atribuir la etiología o el mantenimiento de la depresión a un factor único, ya sea, el estilo de pensamiento del individuo, el estado actual emocional, el estilo conductual, la condición fisiológica o el componente bioquímico. Es la 6 combinación de estos múltiples factores lo que contribuye al mantenimiento del desorden mental de la depresión. El primer objetivo del terapeuta cognitivo-conductual es ayudar al cliente a tomar consciencia de este proceso transaccional que envuelve múltiples procesos. Este aprendizaje se alcanza de una manera clínicamente manifiesta, esto es, incluyendo al cliente como un colaborador en la recolección de datos con el fin de permitirle descubrir cómo sus propios pensamientos, sentimientos y conductas influyen en los numerosos problemas que presenta. Cuando entran en terapia, la mayoría de los clientes expresan el sentimiento de ser «víctimas de las circunstancias» y de encontrarse desvalidos para cambiar las cosas. Con frecuencia, expresan sentimientos de desmoralización, desvalimiento y desesperanza. El terapeuta cognitivo-conductual trabaja con el cliente para cambiar esta percepción a fin de que llegue a «poseer» su problema y, en consecuencia, asuma la responsabilidad del cambio. El terapeuta también actúa como un entrenador ayudando al cliente a desarrollarse y fomentar las habilidades intra e interpersonales necesarias para enfrentar situaciones estresantes. Un rasgo clave de las terapias cognitivas-conductuales es ayudar al cliente a anticipar y prepararse para los posibles fracasos que puede encontrar a lo largo del camino. Antes de considerar las técnicas clínicas específicas que se usan para alcanzar estos objetivos, vamos a considerar brevemente el modelo general del cambio de conducta que los terapeutas cognitivoconductuales han desarrollado para explicar el proceso teraéutico. Modelo conceptual del cambio de conducta Una vez que hayamos reconocido las etapas secuenciales del proceso de cambio que implícitamente subyacen a la TCC, las técnicas específicas de tratamiento cobrarán un sentido mayor. La primera etapa en el proceso de cambio incluye el entrenamiento del cliente para ser un mejor observador de su propia conducta. Prácticamente todas las formas de psicoterapia estimulan la «auto-exploración» o el «auto-registro» del cliente. Este período inicial de recolección de datos —registrar la historia, hacer que los clientes mantengan diarios, auto-registrar conductas claves, responder cuestionarios, pasar tests y otros similares— permite que el cliente y el terapeuta definan el problema de aquel y formulen objetivos terapéuticos. Según la TCC, para cambiar la conducta inadaptada, el cliente, primero, debe darse cuenta de su ocurrencia y luego, interrumpirla. Es posible que esta pauta sea más eficaz, si el cliente interrumpe la cadena UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL conductual a niveles bajos de intensidad, antes de que el patrón de conducta inadaptada gane fuerza, lo cual puede ocurrir en los conflictos interpersonales (por ejemplo, situaciones de ira, rabietas). La etapa inicial de recogida de datos y auto-observación es útil a dos propósitos adicionales. Primero, el cliente llega a percibir datos relevantes a los que previamente pudo haber desatendido o pasado por alto, desarrollando de esta forma una visión más diferenciada de sus problemas presentes. Por ejemplo, a un cliente que sufre de dolores de cabeza por tensión, se le puede pedir que registre (puntúe) cada hora la intensidad de su dolor entre las sesiones de terapia. De esta forma, el cliente puede aprender a darse cuenta de las situaciones en las que ocurre el dolor de cabeza y las clases de pensamientos y sentimientos que preceden, acompañan y siguen a cada episodio de dolor. A medida que el cliente y el terapeuta analizan esta información, el cliente puede redefinir el problema presente. El dolor de cabeza no es sólo dolor, por el contrario, está bajo el influjo de una variedad de factores situacionales y psicológicos, algunos de los cuales están bajo su control. El segundo propósito de la autoexploración es contribuir a la traducción o reconceptualización del proceso. A medida que el terapeuta interroga al cliente, éste empieza a redefinir sus problemas presentes (depresión, dolores de cabeza, problemas sexuales, etc.) en términos que permiten visualizar más fácilmente la solución. Por ejemplo, antes de la terapia, los clientes pueden tener la sensación de que sus conductas sintomáticas (por ejemplo, episodios de explosión de ira o ataques de llanto) son signos inminentes de «colapso mental» y son imposibles de cambiar. Durante el curso del tratamiento el terapeuta da a conocer al cliente un marco conceptual que posibilita la comprensión de sus conductas inadaptadas. El proceso de traducción fomenta en los clientes la sensación de anticipación positiva y de esperanza, la cual reemplaza la sensación de desvalimiento y desesperanza. La TCC sugiere que este procesó de traducción es inherente a todas las formas de psicoterapia y que representa un marco para las técnicas específicas de intervención. La tarea del terapeuta es organizar este proceso, esto es, ajustar el estilo de intervención (por ejemplo, el nivel de lenguaje que se utiliza, lo directo que el terapeuta deba ser) a las necesidades individuales del cliente. Una forma útil de lograr dicho proceso es establecer una relación de trabajo en colaboración entre el cliente y el terapeuta. Comentaremos este modelo de colaboración más adelante, cuando discutamos el modelo científico personal. La segunda etapa del cambio de conducta ayuda al cliente a desarrollar pensamientos y conductas adaptadas e incompatibles con las anteriores. A medida que el cliente empieza a redefinir su(s) 7 problema(s), es posible que tenga que aprender a realizar conductas nuevas y complejas o a producir conductas familiares en situaciones nuevas (por ejemplo, empezar a ser asertivo en situaciones nuevas). Los objetivos de esta segunda etapa producirán cambios en tres áreas. Primera, existe un foco en el cambio de la conducta manifiesta del cliente. Pueden emplearse una diversidad de técnicas de entrenamiento de habilidades (por ejemplo, películas que modelen conductas, role playing, representación imaginaria, asignaciones de tareas para el hogar graduales y en vivo). Como la conducta del cliente cambia, las transacciones con el ambiente también son alteradas, lo cual puede tener un efecto de onda positivo. Una segunda área de intervención es la actividad auto-regulativa del cliente. El terapeuta trabaja con el cliente para alterar las autodeclaraciones, las imágenes y los sentimientos que interfieren el funcionamiento adaptado. Lo que se pretende es reducir la frecuencia y/o el impacto de las cogniciones inadaptadas (por ejemplo, interpretaciones distorsionadas, expectativas negativas injustificadas, pensamientos auto-denigrantes) y los sentimientos perturbadores (por ejemplo, la ansiedad, la depresión), que pueden interferir la capacidad para afrontar las situaciones adecuadamente. Al mismo tiempo, se hacen esfuerzos para promover pensamientos y sentimientos adaptados (esto es, la disposición a resolver problemas para que así el cliente vea los eventos interpersonales como problemas que se deben solucionar, en lugar de como amenazas o provocaciones personales). El foco final de la segunda etapa de la intervención de la TCC son las estructuras cognitivas del cliente (las asunciones y creencia.s tácitas que dan origen a los modos habituales de construir el sí mismo y el mundo). Por ejemplo, los clientes pueden verse a sí mismos como personas indefensas o desagradables. Dada tal tendencia cognitiva, los clientes se perjudican a sí mismos cuando interpretan mal las situaciones, evitan las oportunidades o se comportan de una manera inadaptada. Cuando se logra que el cliente se comprometa en un conjunto de «experimentos personales» o experiencias representativas, éste puede reunir datos que lo ayuden a cambiar sus estructuras cognitivas. Uno de los modos más efectivos para cambiar la forma de pensar y sentir es a través del cambio de la conducta propia. Tal como lo refleja el aforismo: «es más fácil hacer tu camino hacia una nueva forma de pensar, que pensar tu camino hacia una nueva forma de actuar». A medida que el cliente trabaja para desarrollar habilidades adecuadas y remover pensamientos y sentimientos inhibidos, el terapeuta cognitivo-conductual organiza, estimula, desafía, convence y persuade al cliente para que ensaye conductas bajo condiciones que UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL afianzarán en él la sensación de seguridad en sí mismo —lo que Bandura (1977) llama expectativas de autoeficacia. Con frecuencia, tales cambios conductuales hacen surgir cambios cognitivos y afectivos, que terapéuticamente son deseables. En suma, la segunda etapa del cambio de conducta está diseñada para enseñar al cliente a «sorprenderse a sí mismo» en los momentos en que empieza a emitir una secuencia conductual vieja, inadaptada y muy ensayada, y a «recordarse a sí mismo» que tiene una forma alternativa e incompatible de comportarse. Cuando la nueva forma de comportarse se convierte en una rutina, será emitida de una manera automática e inconsciente. Según la TCC, la tercera etapa del cambio de conducta envuelve las cogniciones y los sentimientos del cliente respecto al cambio. Durante esta fase el terapeuta trabaja con el cliente para consolidar cambios, promover generalizaciones y mantear los efectos del tratamiento y disminuir la probabilidad de recaer. Un objetivo es hacer que el cliente atribuya los cambios a sí mismo. Cuando se estimula al cliente a discutir cómo ha llevado a cabo el cambio, la persona desarrolla el sentido de auto-responsabilidad y la consciencia de la posibilidad de llevar a cabo dichos cambios positivos en el futuro. Un segundo objetivo es afianzar el tratamiento ayudando al cliente a anticipar las recaídas intermitentes. La mayor parte de los problemas que enfrentan los clientes pueden volver a ocurrir, tales como el conflicto de pareja, momentos de depresión, episodios dolorosos o abusos de drogas o alcohol. Aun cuando los clientes sean tratados con éxito, es probable que en alguna medida vuelvan a experimentar sus problemas después de finalizada la terapia. La probabilidad de recaída se reduce si se identifican con antelación aquellas situaciones que son de alto riesgo en cuanto a la aparición de un colapso futuro, y se desarrollan habilidades de afrontamiento para hacer frente a tales situaciones. Por ejemplo, Marlatt y Gordon (1980) han descrito un programa de TCC para la prevención de recaídas en el tratamiento de clientes con problemas de adicción a drogas, alcohol y tabaco. Este entrenamiento está diseñado para enseñar a los clientes habilidades de afrontamiento que les permitan enfrentar situaciones de alto riesgo («No seas así, sólo un pequeño trago. Yo no te quisiera hacer daño») e incidir en sus formas de respuesta ante los fracasos ocasionales. En lugar de considerar estos fracasos como la ocasión para «crear catástrofes» («No soy capaz de cambiar. No vale la pena, si he sido alcohólico una vez, siempre lo seré»), el cliente es alentado por el terapeuta, a través del auto-análisis y la producción de habilidades de afrontamiento, a considerar estas recaídas como una señal para afrontarlas. 8 En resumen, la primera etapa de la TCC corresponde a la ayuda que se da al cliente para que defina sus problemas en términos de problemas resolubles. La segunda etapa concierne a la inducción real del cambio cognitivo, emocional y conductual. La tercera etapa se centra en la consolidación, la generalización y el mantenimiento de los cambios de conducta y la evitación de las recaídas. Aunque estas tres etapas han sido presentadas secuencialmente, en realidad se superponen y vuelven a ocurrir consistentemente. Las recaídas como, por ejemplo, la reaparición de dolores de cabeza o períodos de depresión, pueden ser la ocasión para una vez más volver a la auto-observación, seguida de la adquisición de nuevas habilidades de afrontamiento y así sucesivamente. Esta pauta está diseñada para contrarrestar y revocar los círculos viciosos inadaptados que previamente se describieron. El modelo de terapia cognitivo-conductual está diseñado para enseñar al cliente a funcionar como un científico personal o lo que Beck, Rush, Hollon y Shaw (1979) han descrito como un empirismo en colaboración. El terapeuta cognitivo-conductual trabaja con los clientes para hacer que: (1) vean sus cogniciones («pensamientos automáticos») como hipótesis que son dignas de examinar; (2) ejecuten experimentos personales y recojan datos anómalos; y (3) examinen la naturaleza de las creencias o esquemas que dan lugar a sus trastornos emocionales y conductas inadaptadas. De este modo, el terapeuta cognitivo-conductual ayuda al cliente a recabar datos que puedan ser tomados como evidencia a fin de cambiar sus creencias, sentimientos y conductas. Es importante señalar que la forma de proceder del terapeuta cognitivo-conductual no es dictar conferencias didácticas a sus clientes acerca de los méritos del método científico, sino por el contrario, establecer una relación de trabajo entre cliente y terapeuta. Una relación de colaboración implica que, tanto cliente, como terapeuta participen en la formulación del problema y establezcan un plan de acción. El terapeuta ofrece ideas tentativamente, solicita reacciones espontáneas y acoge con agrado expresiones de duda y desacuerdo por parte del cliente. En suma, la TCC representa no sólo un conjunto de técnicas terapéuticas (las cuales se describirán a continuación), sino más bien, la conceptualización del proceso de cambio que presuntamente subyace a todo procedimiento terapéutico. La TCC sugiere que todas las terapias actuales trabajan haciendo que los clientes se involucren en experiencias extraterapéuticas que originan consecuencias incompatibles con las expectativas previas del cliente. Cuando tales experiencias anómalas ocurren en repetidas ocasiones, proporcionan la base para el cambio de conducta. Esto es, los componentes de los UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL eventos, procesos y estructuras cognitivas, los actos conductuales, los sentimientos y las consecuencias inter e intrapersonales, entran en juego contribuyendo así al cambio de conducta. Algunas formas de psicoterapia desafían directamente las creencias de los clientes, mientras que otras formas se centran en la enseñanza de las habilidades conductuales (por ejemplo, comunicación, asertividad y habilidades de relajación), y aun existen otras psicoterapias que se centran en la manipulación de las consecuencias ambientales o en el favorecimiento de la expresión de sentimientos. De acuerdo con la TCC, aunque una intervención dada se centre sólo en uno de estos diversos componentes de una cadena causal (eventos, procesos y estructuras cognitivas, experiencias afectivas, actos conductuales y sus consecuencias), la cadena entera de eventos entra en juego cuando la conducta va a cambiar. Con este marco teórico como trasfondo, vamos a considerar ejemplos que ilustren las técnicas de la TCC. ESTRATEGIAS Y TECNICAS Bajo el nombre de TCC se agrupan una variedad de técnicas terapéuticas. Diversos procedimientos como las terapias de habilidades de afrontamiento, las terapias de resolución de problemas, el entrenamiento auto-instructivo y los diversos procedimientos de autocontrol, han sido todos etiquetados como terapias cognitivasconductuales. Estos procedimientos difieren en muchas formas: 1. Se enfatizan diferentes aspectos de la experiencia cognitiva (por ejemplo, creencias, expectativas, auto-declaraciones de afrontamiento, imágenes, cogniciones de resolución de problemas). 2. Es posible ofrecer diferentes prescripciones como el mejor punto de intervención en el complejo cognición-afecto-conducta-consecuencia. 3. Se utilizan diferentes estrategias de intervención que van desde los ataques didácticos a las creencias irracionales, hasta los diálogos socráticos diseñados para fomentar las habilidades de afrontamiento. Aunque existen diversas formas de poner en práctica la TCC, es posible identificar algunas características en común. Las intervenciones de la TCC usualmente son activas, de tiempo limitado y considerablemente estructuradas. La TCC está diseñada para ayudar al cliente a identificar, hacer pruebas de realidad y corregir las conceptualizaciones distorsionadas e inadecuadas y las creencias irracionales. Se exhorta al cliente a examinar los efectos de las cogniciones y creencias a través de las asignaciones de tareas específicas o de las experiencias graduales en vivo. El terapeuta de la TCC trabaja con el cliente para procesar las consecuencias de estos 9 experimentos personales y, de esta manera, llegar a cambiar los sentimientos y pensamientos de éste. Lazarus y Fay (1982) captan perfectamente el enfoque de la TCC cuando señalan: «Nuestro modelo es esencialmente educativo y nosotros (los terapeutas) nos asemejamos a un profesor de música o a un entrenador de atletismo —proporcionamos asesoramiento, ofrecemos ejercicios específicos de entrenamiento, corregimos equivocaciones, intentamos modificar estilos erróneos, proporcionamos información actualizada, demostramos interés, apoyo y aliento, pero la mayor parte de las responsabilidades recaen sobre el "aprendiz", quien debe practicar entre las sesiones de entrenamiento» (pág. 11). La TCC ha sido aplicada a individuos, parejas y grupos, tanto con fines de tratamiento, como de prevención. El tratamiento con adultos ha incluido poblaciones clínicas variadas como, por ejemplo, fóbicos, clientes que sufren de ansiedad ante los exámenes o situaciones sociales, depresión, problemas de dolor, control de la ira, adicción a drogas y problemas sexuales. Con fines preventivos, la TCC ha sido empleada con poblaciones de alto riesgo como policías, miembros del servicio militar, víctimas de violaciones y hombres con alto riesgo de enfermar de las coronarias (ver Meichenbaum y Jaremko, 1983). La TCC también se ha centrado en niños hiperactivos y agresivos, con problemas de auto-control, aislamiento social y niños retardados o con dificultades de aprendizaje y académicas. En cada una de las aplicaciones, tanto con adultos, como con niños, los resultados han sido estimulantes. Sin embargo, aún se deben realizar ensayos clínicos más completos, con controles adecuados y evaluaciones de seguimiento más globales. La aplicación de la TCC en algunas poblaciones tiene una base empírica más sólida que en otras (los adultos depresivos o perturbados por evaluaciones ansiosas y los niños impulsivos o retardados, son buenos candidatos). Dado que la TCC presenta una enorme cantidad de intervenciones clínicas, aquí se limitarán tales descripciones a las técnicas aplicadas a la mayor parte de las poblaciones estudiadas. Las técnicas de la TCC que se describirán son las terapias de reestructuración cognitiva, el entrenamiento en las habilidades de afrontamiento e inoculación del estrés, el entrenamiento en la resolución de problemas y el entrenamiento auto-instructivo en niños. Terapias de reestructuración cognitiva Han aparecido muchas formas diferentes de terapias de reestructuración cognitiva, pero como se señaló previamente, dos de UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL éstas han recibido una mayor atención —la terapia racional-emotiva de Albert Ellis y la terapia cognitiva de Aaron Beck (Beck y otros, 1979; Ellis, 1962). Tanto Ellis, como Beck, empezaron como terapeutas formados psicoanalíticamente y cambiaron hacia un enfoque cognitivo, que enfoca el efecto de los pensamientos del cliente sobré su conducta y sentimientos. El razonamiento teórico que subyace aquí es que el afecto y la conducta de un individuo están determinados fundamentalmente por la forma en que éste construye el mundo. Las terapias de reestructuración cognitiva están diseñadas para ayudar al cliente a identificar, contrastar con la realidad y corregir las conceptualizaciones distorsionadas y las creencias disfuncionales. Los terapeutas cognitivos postulan que los sentimientos negativos son el resultado de la forma de interpretar los eventos. Por ejemplo, una persona que pierde su empleo, se puede decir a sí mismo «esto demuestra que soy un fracaso total; nunca llegaré a nada», con la consecuencia emocional de reducir su auto-estima y aumentar sus sentimientos de culpa y desesperanza. Por el contrario, otra persona podría percibir la pérdida de su empleo de forma bastante diferente: «perder un empleo no es agradable, pero tampoco es el fin del mundo. Puedo encontrar la razón por la que perdí el empleo y hacer algo al respecto». Este último individuo probablemente se sentirá desilusionado, pero es poco probable que se enfrente a un episodio depresivo. El terapeuta cognitivo entrena al cliente para que identifique dichos pensamientos automáticos auto-derrotistas y los reemplace por pensamientos y conductas más objetivas, auto-estimulantes y dirigidos a la resolución de problemas. El terapeuta pretende ayudar al cliente a hacerse más consciente del efecto que tales pensamientos y sentimientos negativos tienen sobre su conducta y a aprender a producir pensamientos, sentimientos y conductas adecuados e incompatibles con los anteriores. Por ejemplo, Ellis utiliza un marco A-B-C para ilustrar al cliente el papel que juegan en el disturbio emocional los pensamientos automáticos. «A» se refiere a cierto evento interno activador (por ejemplo, un hombre es rechazado en numerosas ocasiones por una mujer a la que le ha pedido salir). «C» se refiere a las consecuencias emocionales y conductuales (por ejemplo, evitación, depresión). Con frecuencia el cliente siente que «A» (rechazo social) causa a «C» (trastorno emocional), pero Ellis hace al cliente darse cuenta de que «B» (las percepciones y pensamientos del cliente respecto a «A», por ejemplo, «siempre me rechazarán, debo ser un verdadero perdedor») representan el papel más importante en la causalidad de la reacción «C». El terapeuta emotivo-racional ayuda al cliente a centrarse sobre el punto «B», que incluye las creencias irracionales o distorsionadas, y 10 sobre el punto «A» (por ejemplo, habilidades interpersonales pobres, tales como la manera en que el cliente se plantea las citas futuras). Ellis también hace que el cliente se concentre sobre las creencias que contribuyen con las evaluaciones inadaptativas (por ejemplo, «el valor de mí mismo depende de lo que otros piensan de mí; si no puedo hacer algo perfectamente, no tiene ningún valor hacer nada», etc.). Ellis incluso alienta a los clientes a involucrarse en lo que él llama «ejercicios de vergüenza», en los cuales se pide a los clientes que realicen alguna actividad en su vida diaria que les haga sentirse avergonzados o incómodos (por ejemplo, hacer una solicitud muy inusual). Entonces, se pide a los clientes que lleven a cabo un análisis A-B-C sobre lo que causó exactamente en esa situación la vergüenza y la incomodidad, y a considerar el papel de sus propios pensamientos y creencias en la creación de sus reacciones. De esta forma, el terapeuta cognitivo ayuda al cliente a: 1. Localizar los pensamientos negativos automáticos y las asunciones tácitas que contribuyen y perpetúan el malestar emocional. 2. Identificar los errores o distorsiones cognitivas. 3. Substituirlos por creencias, pensamientos y habilidades sociales más adaptativos. Se han desarrollado numerosas técnicas específicas para alcanzar estos objetivos. Por ejemplo, se ha pedido a los clientes que registren sus pensamientos disfuncionales durante intervalos de 15 a 30 minutos cada día entre las sesiones. Deben registrar las situaciones en las cuales estuvieron perturbados y el tipo de sentimientos y pensamientos automáticos negativos que experimentaron. En las sesiones siguientes, el terapeuta trabaja con el cliente para desarrollar pensamientos y conductas adecuados, que podrá emitir en tales situaciones y que a la vez son incompatibles con los anteriores. Otra técnica es exhortarlos para que se ocupen de comprobar sus predicciones negativas (por ejemplo, después de haber ajustado sus habilidades sociales, el cliente será animado a acercarse a una mujer y pedirle que salga con él). Estos experimentos personales son consistentes con el modelo del científico personal que se describió anteriormente. De esta forma es probable que el cliente desarrolle un estilo cognitivo que incluya pensamientos como: «¿Qué son las citas?». «¿Cuál es la evidencia que existe para llegar a mis conclusiones?». «¿Existen otras explicaciones?». «¿Cuánto daño me haría si ocurriera...?». «¿Cuán grave es...?», y otras preguntas similares. Así, el cliente puede identificar sus hipótesis de trabajo, comprobarlas empíricamente, modificarlas si es necesario y crear UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL conductas nuevas -que resuelvan los problemas. El terapeuta cognitivo ayuda al cliente a reconocer, clasificar con exactitud, almacenar y recuperar experiencias de la vida que contradicen las concepciones erróneas acerca de sí mismo. El terapeuta cognitivo anima al cliente a llevar a cabo asignaciones de tareas para el hogar, a través de las cuales puede poner a prueba sus habilidades de afrontamiento. Se piensa que las tareas para el hogar fomentan la continuidad entre las sesiones, estimulan al cliente a aumentar la iniciativa personal en su propio tratamiento e incrementan su habilidad para utilizar los procedimientos. Con frecuencia se establece un programa de actividad semanal con asignación de tareas graduales, las cuales han sido acordadas en colaboración entre cliente y terapeuta. Estas asignaciones proporcionan tareas o actividades graduales, de tal manera, que faciliten en el cliente el desarrollo de un sentido de competencia y estima. Algunos clientes necesitarán entrenamiento en habilidades específicas (por ejemplo, el entrenamiento de la relajación o la asertividad) con el fin de poner en práctica las tareas que se hayan asignado. El ensayo cognitivo es otro procedimiento según el cual, los clientes imaginan o visualizan cada uno de los pasos sucesivos en una secuencia conductual y las formas de identificar cualquier «trampa de pensamiento» que pueda interferir su conducta deseable. A medida que el trabajo cognitivo progresa bajo el asesoramiento del terapeuta, los clientes clasifican sus cogniciones en temas y empiezan a investigar y formular hipótesis acerca de los esquemas subyacentes (reglas, premisas, creencias). A medida que los esquemas llegan a ser más claros, es posible producir pensamientos adaptativos y específicos que funcionan como antídotos. De este modo, se enseña al cliente a ser su propio «científico personal». No obstante, es importante señalar que este esfuerzo para ayudar a los clientes a reconocer, interrumpir y cambiar sus pensamientos, sentimientos y conductas no es un planteamiento frío, distante, ni un razonamiento didáctico. La terapia cognitiva no es una conferencia o lección sobre el método lógico o científico, sino más bien, un proceso envolvente de reeducación emocional, según el cual, cliente y terapeuta consideran la interdependencia de los pensamientos, sentimientos y conductas del primero. El terapeuta cognitivo-conductual se da cuenta que no es suficiente razonar o tratar de persuadir verbalmente al cliente; al contrario, los clientes deben autoobservarse y tomar parte en los actos conductuales (experimentos personales) que les permitan recoger continuamente datos anómalos. El terapeuta cognitivo-conductual ayuda a los clientes a considerar los 11 datos (consecuencias de sus actos) que pueden ser tomados como evidencia y que, a su vez, pueden cambiar sus creencias y pensamientos. Este proceso clínico entero está repleto de sentimientos y representa una experiencia emocional intensa. La siguiente transcripción de las interacciones entre terapeuta (T) y paciente (P) ilustran este proceso. P: Me deprimo cuando las cosas van mal. Como cuando suspendo un examen. T: ¿De qué modo puede deprimirte suspender un examen? P: Pues bien, si suspendo no entraré nunca en la escuela de Derecho. T: Así que, suspender significa mucho para tí. Pero si suspender un examen produjera en la gente una depresión clínica, ¿deberíamos esperar que todo el que fracase en un examen desarrolle una depresión?... ¿Cualquiera que fracase se deprimirá tanto como para necesitar tratamiento? P: No, pero eso depende de cuán importante sea el examen para la persona. T: Cierto, y ¿quién decide la importancia que tiene? P: Yo. T: Por eso, lo que nosotros tenemos que revisar es tu forma de ver el examen (o la forma en la que tú piensas acerca de éste) y cómo afecta en tu chance de entrar en la escuela de Derecho. ¿Estás de acuerdo? P: Sí. T: ¿Estás de acuerdo en que tu forma de interpretar los resultados del examen te afectará? Podrías sentirte deprimido, podrías tener problemas para dormir, no sentir placer al comer e incluso podrías preguntarte si deberías abandonar el curso. P: He estado pensando que no iba a hacer el examen. Sí, estoy de acuerdo. T: En este momento, ¿qué significa suspender? P: (Conmovido) Que no podría entrar en la escuela de Derecho. T: Y ¿qué significa eso para tí? P: Que no soy lo suficientemente inteligente. T: ¿Alguna otra cosa? T: Que no podré ser feliz jamás. T: 'Y ¿cómo te hacen sentir estos pensamientos? P: Muy infeliz. T: Así que, el significado de suspender el examen es lo que te hace sentir muy infeliz. De hecho, creer que nunca serás feliz es un factor poderoso en la producción de la infelicidad. Por tanto, te has puesto a tí mismo en una trampa —por definición no entrar en la escuela de UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL Derecho es igual a «no podré ser feliz jamás»— (Beck y otros, 1979, pág. 145-146). T: ¿Por qué quieres acabar con tu vida? P: Sin Raymond no soy nadie... No podré ser feliz sin Raymond... Pero no puedo salvar nuestro matrimonio. T: ¿Cómo ha sido tu matrimonio? P: Ha sido miserable desde el principio... Raymond ha sido siempre infiel... Casi ni lo he visto durante los cinco años pasados. T: Dices que no puedes ser feliz sin Raymond... ¿Has sido feliz al estar con él? P: No, nos peleamos todo el tiempo y yo me siento aun peor. T: Entonces, ¿por qué sientes que Raymond es esencial en tu vida? P: Supongo que debido a que sin Raymond no soy nada. T: ¿Podrías repetir eso, por favor? P: Sin Raymond no soy nada. T: ¿Qué piensas acerca de esa idea? P: ...Pues, ahora que lo pienso, supongo que no es completamente cierta. T: Dices que no eres «nada» sin Raymond. Antes de encontrar a Raymond, ¿sentías que no eras «nada»? P: No, sentía que era alguien. T: ¿Estás diciendo entonces que es posible ser alguien sin Raymond? P: Creo que sí. Puedo ser alguien sin Raymond. T: Si tú eras alguien antes de conocerlo, ¿por qué ahora lo necesitas para ser alguien? P: (Pensativa) Hmmm..., quizás no crea que puedo encontrar a ningún otro como él. T: ¿Tenías amigos antes de conocer a Raymond? P: Entonces era bastante popular. T: Entonces, si te entiendo correctamente, eras capaz de enamorarte de otros hombres y otros hombres se habían enamorado de tí. P: Uh, uh. T: ¿Por qué crees que ahora no serás popular sin Raymond? P: Porque no soy capaz de atraer a ningún otro hombre. T: ¿Algún otro hombre ha mostrado interés por tí desde que te casaste con Raymond? P: Muchos hombres me han hecho insinuaciones, pero los he ignorado. T: Si no estuvieras casada, ¿crees que los hombres podrían interesarse por ti, sabiendo que tú estarías disponible? P: Supongo que, quizás sí, podría ser. T: ¿Es posible que pudieras encontrar a un hombre que fuera más constante que Raymond? 12 P: No lo sé..., supongo que es posible. T: ¿Crees que hay otros hombres tan buenos como Raymond a tu alrededor? P: Supongo que existen otros hombres que serían mejores que Raymond puesto que él no me quiere. T: Dijiste que no puedes soportar la idea de perder tu matrimonio. ¿Es cierto que casi no has visto a tu esposo durante los últimos cinco anos? P: Sí, es cierto. Sólo le veo un par de veces al año. T: ¿Existe alguna posibilidad de volver con él? P: No..., él tiene otra mujer. No me quiere. T: Entonces, ¿qué pierdes en realidad si rompes tu matrimonio? P: No lo sé. T: ¿Es posible que te vaya mejor si pones fin al matrimonio? P: No hay ninguna garantía para decir eso. T: ¿Tienes un matrimonio de verdad? P: Supongo que no. T: Si no tienes un matrimonio real, ¿qué pierdes en realidad si decides ponerle fin? P: (Llorando) Nada, supongo que nada. T: Bien, ¿qué oportunidades piensas que tienes para poder encontrar a otra persona? P: Yo sé lo que estás intentando decir y sé que estás en lo correcto. Yo misma he pensado eso... No existe ninguna razón por la que yo deba seguir esperando algo de Raymond cuando está visto que él no me quiere. Creo que lo que debo hacer es una ruptura clara. T: ¿Crees que si haces una ruptura clara, serás capaz de unirte a otro hombre? P: He sido capaz de enamorarme de otros hombres antes. T: Bien, ¿qué piensas, podrás hacerlo nuevamente? P: Creo que seré capaz de hacerlo otra vez (Beck y otros, 1979, pág. 217-219). Entrenamiento de las habilidades de afrontamiento en la inoculación del estrés La idea de proporcionar al individuo una defensa contra el estrés es en cierto modo análoga a la inoculación médica contra la enfermedad. Tal como el nombre lo indica, se enseña a los individuos un conjunto de habilidades de afrontamiento con el fin de capacitarlos para enfrentarse más efectivamente con las situaciones estresantes. El programa de entrenamiento incluye tres fases. La primera fase está diseñada para ayudar al cliente a desarrollar una mejor comprensión de la naturaleza del estrés y del afrontamiento. En la segunda fase se enseñan habilidades específicas de afrontamiento y se asegura que tales UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL habilidades ya poseídas sean en efecto utilizadas. Muchos individuos no afrontan las situaciones porque carecen de las habilidades necesarias para hacerlo, mientras que otros tienen las habilidades, pero no la suficiente seguridad en sí mismos como para poder aplicarlas o pensar que su uso tendrá el efecto de reducir el estrés. Aunque estos individuos puedan tener las habilidades adecuadas, sus pensamientos o sentimientos pueden inhibir la puesta en práctica de las habilidades que ya tienen en sus repertorios. La fase tercera y final del entrenamiento está diseñada para proporcionar la práctica gradual de diversas habilidades de afrontamiento por parte del cliente, en la clínica o en vivo, y para permitir la evaluación de los resultados de estos experimentos personales. El entrenamiento en la inoculación del estrés consiste en enseñar o estimular a los individuos a considerar lo que tienen delante; agrupar los acontecimientos estresantes en dosis manejables; pensar sobre la forma de manejar cada acontecimiento mini-estresante y practicar las habilidades de afrontamiento. Uno de los medios para lograr estos objetivos es ayudar a los clientes a apreciar cómo las evaluaciones que hacen de los eventos pueden contribuir al nivel de estrés, y cómo los modos alternativos de evaluación pueden facilitar el afrontamiento. Por ejemplo, el terapeuta puede decir: «Nosotros hemos discutido de qué modo tu evaluación de una situación, lo que piensas y sientes, juegan un papel clave, ejerciendo influencia sobre tus reacciones ante el estrés. (En este momento, el terapeuta ofrece varios ejemplos específicos del relato del cliente, que ilustran el papel importante que tienen sus procesos de evaluación sobre sus reacciones ante el estrés). De hecho, el modo que tenemos de pensar puede afectar cómo nos sentimos de forma bastante directa e intencional. Nosotros ejercemos influencia en cada uno de nuestros pensamientos y sentimientos por una clase de monólogo interno —una serie continua de declaraciones en las que nos decimos a nosotros mismos lo que pensamos y creemos e incluso cómo actuar. Te puede parecer que hablar acerca de tus pensamientos en términos de auto-declaraciones es algo inesperado. Pero existe una buena razón para usar esta frase. Llamar a un pensamiento con el término «declaración a tí mismo» enfatiza la intencionalidad de ese pensamiento particular y el hecho de que está bajo tu control. Vamos a considerar las clases de pensamientos o auto-declaraciones, imágenes y sentimientos que tienes antes, durante y después de tus reacciones ante el estrés y qué pensamientos de afrontamiento diferentes o 13 incompatibles puedes elegir para hablarte a ti mismo». En este punto, el terapeuta explora con el cliente las distintas fases de reacción ante el estrés (preparatoria, de enfrentamiento con los eventos estresantes, momentos críticos de estrés intenso y períodos de reflexión acerca de cómo fue el evento estresante), y los pensamientos y sentimientos específicos que tuvo en cada fase. Esta discusión proporciona las bases para que el terapeuta haga la siguiente observación: si dichas reacciones tienen el efecto de empeorar el estrés, entonces es posible emplear pensamientos y sentimientos diferentes en cada fase con el fin de reducirlo y evitarlo. En colaboración, el cliente y el terapeuta generan una lista de auto-declaraciones de afrontamiento incompatibles, que pueden utilizarse para afrontar el estrés más efectivamente. La tabla 8-2 proporciona una descripción de auto-declaraciones que fueron desarrolladas para el tratamiento de clientes ansiosos y fóbicos. Otras series similares de auto-declaraciones han sido adaptadas para el tratamiento de otras poblaciones, tales como pacientes con dolor (Turk, Meichenbaum y Genest, 1983) y clientes que tienen problemas con el control de la ira (Novaco, 1975. El aprendizaje de las auto-declaraciones de afrontamiento es sólo un elemento del complejo y multifacético entrenamiento en la inoculación del estrés. Las otras características del entrenamiento incluyen: Tabla 8.2. Autodeclaraciones de afrontamiento para el entrenamiento en la inoculación del estrés con pacientes fóbicos. Prepararse para una situación de estrés ¿Qué tienes que hacer? Tú puedes desarrollar un plan para enfrentar la situación. Piensa sólo acerca de lo que puedes hacer al respecto. Es mejor que ponerte ansioso. Nada de autodeclaraciones negativas: piensa sólo de forma racional. No te preocupes: preocuparse no ayuda en absoluto. Quizás tú piensas en la ansiedad y en la impaciencia para hacer frente a la situación de estrés. Enfrentar y manejar una situación de estrés «Trátate» a ti mismo, tú puedes salir adelante con este reto. Tú puedes convencerte a ti mismo para hacerlo. Puedes acabar con el miedo. Un paso cada vez: tú puedes manejar la situación. UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL No pienses en el miedo. Piensa sólo en lo que debes hacer. Actúa de modo pertinente. Esta ansiedad es lo que el doctor dijo que podrías sentir. La puedo utilizar como un aviso para comenzar a hacer los ejercicios de afrontamiento. Esta tensión puede ser un aliado, una señal para afrontar la situación. Calma; tienes control. Respira profunda y lentamente. ¡Ah! bien. Afrontar el sentimiento de verse abrumado Cuando sientas miedo, haz una pausa. Mantén el centro de atención en el presente. ¿Qué es lo que tengo que hacer? Puntúa tu miedo del 0 al 10 y observa si cambia. Es muy probable que tu miedo aumente. No intentes en absoluto eliminar tu miedo; sólo haz que se mantenga dentro de límites manejables. Autodeclaraciones que refuerzan ¡Funcionó; tú lo hiciste! ¡Espera a poder contárselo a tu entrenador (u otros miembros del grupo)! ¡No fue tan malo como tú esperabas! ¡Diste a tu miedo un valor mayor del que se merecía! Tus malditas ideas: ellas son el problema. ¡Cuándo las controlas, también controlas el temor! ¡Cada vez que aplicas el método te va mejor! ¡Puedes estar contento de los progresos que estás haciendo! ¡Lo hiciste! 1. Ayudar a los clientes a descubrir que otras personas también tienen reacciones de estrés muy similares y lo que éstas hacen al respecto. 2. Enseñar a los clientes que sus cogniciones y emociones tienen el papel de engendrar y potenciar el estrés y que ellos no son simples víctimas de éste, por el contrario, ellos exacerban sus propias reacciones de estrés. 3. Entrenar a los clientes en el auto-registro de los pensamientos, sentimientos y conductas que originan el estrés. 4. Entrenar a los clientes a plantear sus problemas paso a paso para así evitar sentirse abrumados. 5. Asegurar que los clientes tengan habilidades de afrontamiento 14 adecuadas —resolución de problemas, relajación, manejo del tiempo, uso de apoyos sociales, habilidades para cambiar las demandas del ambiente, habilidades de comunicación y asertivas. Este paquete de entrenamiento global ha sido condensado en sesiones hasta de una hora para los casos en que se debía ayudar a pacientes que se aproximaban a una intervención quirúrgica, o alargado hasta cuarenta sesiones cuando se estaba tratando a pacientes psiquiátricos con trastornos severos. Una dimensión interesante e importante del entrenamiento en la inoculación del estrés es el haber sido administrado por profesionales que no necesariamente eran psicólogos o psiquiatras (por ejemplo, enfermeras, encargados de la vigilancia en cárceles, maestros), así como por no profesionales (por ejemplo, ciertos agentes de policía con entrenamiento en habilidades de afrontamiento que a su vez, lo enseñan a otros agentes de policía). El entrenamiento en la inoculación del estrés ha sido empleado como base preventiva, así como, con fines de tratamiento (por ejemplo, con soldados paracaidistas, pacientes que van a pasar por una intervención quirúrgica o por exámenes médicos nocivos, niños que tienen temor a ir al dentista; ver Meichenbaum y Jaremko, 1983, para una discusión de estos proyectos). El entrenamiento en la inoculación de estrés está pensado para ayudar al individuo o al grupo a diseñar habilidades de afrontamiento más adecuadas, pero el terapeuta de la TCC no limita sus esfuerzos sólo a nivel del individuo o del grupo (por ejemplo, en el último caso dar realce a la cohesión y moral del grupo). También se hace un esfuerzo complementario a nivel de la comunidad o de la organización. Por ejemplo, en el caso de las víctimas de violación, existe una gran evidencia en torno a que la forma en que los profesionales (agentes de policía, jueces, personal médico) tratan a estas víctimas, puede exacerbar sus reacciones de estrés (Veronen y Kilpatrick, 1983). Por tanto, es posible que el terapeuta de la TCC analice la naturaleza de estos factores estresantes e intente intervenir a través del asesoramiento a estos profesionales con el fin de hacerlos conscientes de cómo sus actitudes y conductas dan origen al estrés. Las diversas características del entrenamiento en la inoculación del estrés pueden ser empleadas en este proceso de consulta. En suma, los esfuerzos por reducir y evitar el estrés se pueden dirigir hacia el individuo mediante la enseñanza de las habilidades de afrontamiento, el crecimiento de la autoestima, la ayuda a los individuos para que identifiquen y establezcan grupos de apoyo, y hacia el grupo a UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL través del fomento de climas sociales de mayor apoyo y la reducción de formas de estrés innecesarias y evitables. Entrenamiento en la resolución de problemas Un componente del entrenamiento en la inoculación del estrés que ha ido creciendo hasta convertirse en una forma distinta de tratamiento de la TCC, es el entrenamiento en la resolución de problemas. Después de revisar la teoría de la resolución de problemas y los estudios de áreas diferentes, D'Zurilla y Goldfried (1971) propusieron un modelo de resolución de problemas que se compone de cinco habilidades u operaciones: (1) orientación general (es decir, la predisposición para resolver los problemas); (2) definición y formulación del problema; (3) generación de alternativas; (4) toma de decisión; (5) verificación (es decir, la evaluación del resultado de la solución en la vida real). Un cierto número de estudios realizados por Spivack y sus colegas (Spivack, Platt y Shure, 1976; Spivack y Shure, 1974) han indicado que los clientes que tienen diversos problemas de ajuste (niños y adolescentes que hacen acting out, parejas en conflicto, poblaciones psiquiátricas) son deficientes en cuanto a las habilidades de resolución de problemas. En consecuencia, un programa de entrenamiento diseñado para desarrollar dichas habilidades es posible que ayude a los clientes a superar sus déficits. La fase inicial del entrenamiento en la resolución de problemas está diseñada para fomentar la predisposición a resolverlos, lo que incluye: (1) la identificación y reconocimiento de una situación problemática cuando ésta ocurre; (2) la aceptación de la idea relativa a que en la vida la presencia de problemas es normal e inevitable; y (3) la expectativa de la propia capacidad para resolver problemas efectivamente. La segunda fase se centra en la definición y resolución del problema. D'Zurilla y Nezu (1982) indican que esta fase incluye cuatro componentes: (1) buscar todos los hechos e información disponibles acerca del problema, a la vez de ser cuidadoso en la descripción de los hechos. Dicha descripción debe realizarse en términos claros, específicos y concretos; (2) diferenciar la información relevante de la irrelevante y los hechos objetivos de las inferencias, asunciones e interpretaciones no verificadas; (3) identificar los factores o circunstancias que hacen «problemática» la situación (por ejemplo, amenaza, frustración); (4) establecer un objetivo realista en la resolución de problemas (es decir, especificar el resultado deseado). De este modo, el cliente puede establecer metas realistas y tan concretas como sea posible, formulando el problema en términos conductuales y definiendo 15 los pasos necesarios para alcanzar un objetivo. La tercera fase de la resolución de problemas sociales incluye la creación y evaluación de un amplio rango de cursos alternativos de acción. El cliente es estimulado, por una parte, a imaginar y considerar cómo podrían responder otros si se les pidiera que enfrentasen una situación «problemática» similar y, por otra, a buscar información que provenga de otros. El cliente y el terapeuta evalúan los pros y contras de cada solución propuesta y ordenan las soluciones asignándoles puntuaciones desde la menos hasta la más práctica y deseable. El cliente puede entonces ensayar estrategias y conductas por medio del ensayo conductual y la práctica gradual. El terapeuta puede emplear películas de modelamiento para reforzar el entrenamiento. La investigación ha indicado que los modelos de afrontamiento (esto es, aquellos que tienen problemas similares y luego demuestran las habilidades conductuales y cognitivas requeridas para resolverlos) son los más efectivos (Meichenbaum, 1977). La fase final del entrenamiento en la resolución de problemas supone que el cliente ponga a prueba la solución más aceptable y factible, y luego considere los resultados. Se prepara a los clientes para esperar algunos fracasos, pero también para premiarse a ellos mismos por haberlo intentado. Con esta retroalimentación, el cliente puede reconsiderar el problema original tomando en cuenta el intento de resolverlo. Sabej (1982) presentó un ejemplo reciente de este enfoque de resolución de problemas de la TCC. Enseñó a los pacientes con cáncer a utilizar las habilidades de la resolución de problemas para manejar diversos acontecimientos estresantes relacionados con la enfermedad. La resolución de problemas sociales también ha sido utilizada con pacientes psiquiátricos que van a ser dados de alta de los hospitales mentales, con grupos de adolescentes y padres que han tenido conflictos familiares, con parejas que tienen dificultades de comunicación y con una variedad de poblaciones clínicas diferentes, incluyendo niños que hacen acting out. La TCC con niños La TCC con niños empezó con niños impulsivos que tenían problemas de auto-control y de atención. Estos niños impulsivos e hiperactivos han sido caracterizados por fracasar en conductas como «detenerse, mirar y escuchar» y por tener déficits de estrategias cognitivas (Douglas, 1972). El régimen de entrenamiento de la TCC está diseñado para enseñar a tales niños a generar y emplear UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL espontáneamente estrategias cognitivas y auto-instructivas (esto es, afirmaciones verbales e imágenes destinadas al propio sujeto que incitan, dirigen o mantienen la conducta). Más específicamente, el régimen de entrenamiento diseñado para enseñar a niños impulsivos a pensar antes de actuar, incluye los siguientes pasos de procedimiento: 1. Un modelo adulto ejecuta una tarea mientras la piensa en voz alta (modelamiento cognitivo). 2. El niño ejecuta la misma tarea bajo la dirección de las instrucciones del modelo (guía externa manifiesta). 3. El niño ejecuta la tarea mientras se da instrucciones en voz alta a sí mismo (auto-guía manifiesta). 4. El niño susurra las auto-instrucciones a medida que va realizando la tarea (auto-guía manifiesta disminuida); y finalmente, 5. El niño ejecuta la tarea mientras guía su ejecución a través del habla interna o no audible, o la auto-dirección no verbal (auto-instrucción encubierta). Después de realizar numerosas sesiones de entrenamiento, el paquete de auto-declaraciones modelados por el entrenador y ensayadas por el niño, inicialmente manifiestas (en voz alta), y luego encubiertas (habla interna), son alargadas. Un estudio realizado por Douglas, Parry, Martin y Garson (1976) ilustra este procedimiento de la TCC. Estos autores trataron niños hiperactivos exponiéndolos inicialmente a un modelo que expresaba estrategias cognitivas y conductuales y que el niño, a su vez, podía ensayar, primero en voz alta y posteriormente, de forma encubierta. Estas estrategias incluían lo siguiente: detenerse para definir un problema y los diversos pasos que lo componían; considerar y evaluar diversas soluciones posibles antes de actuar con cualquiera de éstas; revisar el propio trabajo y corregir calmadamente cualquier error; detenerse con un problema hasta que cada posibilidad hubiera sido probada para resolverlo correctamente; y darse a sí mismo «una palmada en la espalda» por haberlo intentado. Las expresiones modeladas por el entrenador para ilustrar estas estrategias incluían: «Debo parar y pensar antes de empezar». «¿Qué planes puede intentar?». «¿Qué pasaría si hiciera eso?». «¿Qué será lo que intentaré a continuación?». «¿He ido bien hasta aquí?» «Mira, cometí un error allí — sólo tengo que corregirlo»—. «Ahora, vamos a ver, ¿he intentado cada una de las cosas en las que he pensado?». «He hecho un buen trabajo» (Douglas y otros 1976, pág. 16 408). En esta fase del pensar en voz alta, el modelo despliega numerosas habilidades asociadas con la ejecución: (1) identificación o definición del problema o habilidades de auto-interrogación («¿Qué es lo que tengo que hacer?»); (2) atención focalizada y guía de la respuesta, lo cual usualmente es la respuesta al auto-interrogatorio («Ahora, detenerme y repetir cuidadosamente las instrucciones»); (3) auto-reforzamiento, lo que también incluye el establecimiento de pautas y la auto-evaluación («Bien, lo estoy haciendo adecuadamente»); y (4) habilidades de afrontamiento y opciones para corregir errores («Está bien, aunque cometí un error puedo seguir poco a poco»). Para asegurar que el niño haya desarrollado una tendencia de respuesta generalizada, este entrenamiento cognitivo se conduce a través de tareas, contextos y gente (entrenamiento, maestros, padres). De modo que, las habilidades cognitivas y el autocontrol pueden ser aumentadas cuando se enseña al niño a: (1) analizar el problema que tiene entre manos; (2) reflexionar acerca de lo que conoce o desconoce que pueda ser necesario para dar una solución; (3) diseñar un plan para atacar el problema; y (4) registrar su propio progreso. La investigación indica que la TCC representa una herramienta clínica útil, y en combinación con otras intervenciones complementarias (tratamiento con drogas, programas de manejo de la conducta, consejo de pareja y entrenamiento de padres) representa una intervención prometedora (Meichenbaum, 1977; Meichenbaum y Asarnow, 1979). Recientemente se ha ido reconociendo cada vez más, que los procedimientos de la TCC (esto es, conducir un análisis cuidadoso de la tarea, modelamiento cognitivo y ensayo manifiesto-encubierto) pueden ser empleados con una variedad de problemas del desarrollo (por ejemplo, con niños retardados, deficientes académicamente y con problemas de aprendizaje). Por ejemplo, Brown (1974) enseñó exitosamente a niños con retardo una variedad de habilidades cognitivas, tales como la auto-interrogación, la auto-revisión, el auto-registro y el auto-reforzamiento con el fin de mejorar la memoria, la capacidad lectora y el funcionamiento interpersonal. Al igual que en el uso de la TCC con adultos, el trabajo de la TCC con niños está en una fase muy inicial y se está llevando a cabo una evaluación continua con el fin de estimar, tanto el potencial, como las limitaciones de este enfoque de tratamiento. Una dirección nueva e interesante de la TCC con niños es la del desarrollo de programas de resolución de problemas sociales elaborados para ser utilizados en la escuela pública elemental. Por UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL ejemplo, Weissberg y sus colegas (Weissberg, Gesten, Leibenstein, Dohert-Schmid y Hutton, 1980) han desarrollado un entrenamiento manual para los maestros que consiste en 34 lecciones formales estructuradas de 20 a 30 minutos, y en una variedad de actividades de mantenimiento y de revisión de habilidades post-programa con el fin de ayudar a los niños a desarrollar sus propias soluciones de los problemas interpersonales. El programa formal tiene cinco unidades: 1. Reconocimiento de los sentimientos en nosotros mismos y en otros, lo cual enseña a los niños las formas de expresar una variedad de emociones y formas de descubrir cómo se sienten otros a través de la observación, la escucha y la formulación de preguntas. 2. Detección e identificación de problemas, lo que enseña a los niños que entre las personas ocurren problemas y que pueden causar sentimientos desagradables. 3. Creación de soluciones alternativas, lo cual enfatiza que existen muchas formas diferentes de resolver problemas. 4. Consideración de las consecuencias, lo cual enseña a los niños, primero, a anticipar y evaluar lo que podría pasar después de intentar una solución, y luego, a poner a prueba opciones que probablemente conduzcan al logro de resultados positivos. 5. Integración de las conductas de resolución de problemas, lo cual enseña a los niños estrategias y conductas interpersonales (por ejemplo, prestar atención al humor de otros, anticipar y superar obstáculos) que los ayudan a poner en práctica con éxito las soluciones. Los niños practican la aplicación del proceso de resolución de problemas sociales a los problemas de la vida real mediante el role playing y la discusión. Estos procedimientos de entrenamiento son acompañados y complementados por numerosas técnicas de enseñanza diferentes que son de interés para los niños: uso de carteles, películas, crucigramas, teatro de títeres, libros de trabajo con historietas, contar y escribir cuentos, actividades con tarjetas con números o letras, cintas de video, modelamiento en vivo y role playing en grupos pequeños. Los resultados iniciales de la intervención de la TCC han sido estimulantes (véase Weissberg y Gesten, 1982), pero aún se necesita una gran cantidad de estudios para evaluar su eficacia. Finalmente, con el fin de apreciar los procesos de desarrollo que subyacen en la intervención de la TCC con niños, vamos a intentar poner en práctica con el lector como sujeto, un experimento —tipo de pensamiento—. Por un momento piense en el pasado, cualquier ocasión en la que estuviera aprendiendo una habilidad motora, como por 17 ejemplo, conducir un coche, esquiar o navegar. A medida que el lector vaya reflexionando sobre las etapas iniciales de la adquisición de estas habilidades, probablemente podrá recordar pensamientos e imágenes en los que se decía intencionalmente a sí mismo: No lo puedo creer, tengo que aprender a conducir un coche de cambio manual. Debo ir lentamente... ahora, ¿cuál es el primer paso?... Ahora el segundo... Con calma, un paso cada vez... Con múltiples ensayos y con una mayor habilidad, se va prescindiendo de estas expresiones en el repertorio, reapareciendo únicamente cuando se interrumpe la automatización de sus actos. Este es el proceso que la TCC está intentando simular en el trabajo con niños. El objetivo es enseñar a los niños, primero, a romper la automatización de sus actos (rompiendo el patrón automático de estímulo-respuesta) y posteriormente, a iniciar una respuesta adecuada e incompatible con la anterior. Cuando la competencia aumenta, estas nuevas expresiones se eliminan del repertorio del niño. El objetivo del entrenamiento de la TCC no es enseñar a los niños «qué decirse a sí mismos», sino más bien, influir en el cuándo y en el cómo se hablan a sí mismos. El entrenamiento del lenguaje (modelamiento cognitivo y ensayo manifiesto y encubierto) se utiliza, por una parte, como un medio para influir sobre la conducta y, por otra, en los procesos emocionales y del pensamiento. Este modelo conceptual es consistente con el modelo del desarrollo ofrecido por psicólogos soviéticos como Vigotsky (1962) y Luria (1961). Ellos sugieren que el niño en el desarrollo llega a ser socializado primero, respondiendo a las instrucciones de un adulto o un hermano mayor («No toques eso, está caliente»). El niño a su vez repite estas instrucciones interpersonales como auto-instrucciones, con frecuencia de un modo abreviado y transformado. A medida que el niño se hace mayor y ha repetido experiencias, elimina estas auto-instrucciones del repertorio (o van «bajo tierra», para utilizar el término de Vygotsky). El niño se hablará a sí mismo cuando se interrumpa la automatización del acto conductual. Esta es la progresión de desarrollo en la que se asienta la TCC con niños. En el caso de la TCC con adultos, existe un intento de integrar la investigación sobre el desarrollo con las necesidades clínicas. Esta interacción entre la práctica clínica, la investigación empírica y la teorización sobre el desarrollo, está en el núcleo de las intervenciones de la TCC. EVALUACION Y CONCLUSIONES Bajo la denominación de terapias cognitivas conductuales están UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL incluidas una cantidad enorme de técnicas diferentes que han sido empleadas con una variedad de tipos diferentes de clientes. En consecuencia, sería un error reunir todas estas técnicas de la TCC con el fin de proporcionar un análisis general del tipo de la casilla de puntuaciones. Dicho planteamiento estaría sometido al análisis de los mitos de «uniformidad» del paciente y del tratamiento, imponiendo asunciones de una similitud que no puede sostenerse (ver Kiesler, 1966, para una discusión sobre los mitos de uniformidad). En segundo lugar, aunque la historia de la TCC es bastante larga, su evaluación sistemática es un fuerzo reciente. Las evaluaciones más completas han sido realizadas en el área de la depresión, la ansiedad en adultos y el control del impulso y el retardo en niños. En cada uno de estos casos se han obtenido resultados alentadores, pero como en otros enfoques terapéuticos, no debería considerarse que prueban las técnicas. Además, en muchos casos, la TCC debería ser juzgada como una parte de un enfoque de tratamiento global y multifacético. Las revisiones generales de la literatura sobre resultados de la TCC han sido realizadas por Beck y otros (1979), Hobbs y otros (Hobbs, Moguin, Tyroler y Lakey, 1980), Meichembaum y Asarnow (1979), Miller y Berman (1981) y Turk, Meichenbaum y Genest (1983). Estas revisiones generales indican que: (1) la TCC es más efectiva que el tratamiento placebo o la ausencia de tratamiento; (2) la TCC es igualmente efectiva que otras formas de tratamiento (por ejemplo, ciertas formas de terapia de conducta); (3) la TCC puede ser combinada efectivamente con otras formas de tratamiento (por ejemplo, la terapia con drogas, la modificación de conducta y el consejo de pareja). Avalado por el National Institutes of Health, se está llevando a cabo un estudio muy interesante sobre resultados, realizado en diversos centros de investigación, en el que se pretende evaluar la eficacia relativa de la terapia con drogas versus la terapia cognitiva versus la terapia interpersonal con pacientes externos depresivos. El resultado de este estudio sérá importante en la evaluación del valor potencial de la TCC. Quizás el mejor resumen del «estado del arte» actual lo ofrecieron Miller y Berman (1981), quienes revisaron exhaustivamente 48 estudios sobre resultados de la terapia cognitiva-conductual. Estos escritores concluyeron: «Las terapias cognitivas-conductuales fueron superiores a la ausencia de trata-miento; no obstante, no se halló una evidencia firme que permita afirmar la superioridad de estas terapias en comparación con otras... Además, la eficacia de las terapias cognitivas-conductuales pareció 18 ser relativamente uniforme a través de las categorías de diagnóstico, e igualmente efectiva cuando se administró en grupo o de manera individual» (pág. 35). Como ellos lo señalan, las terapias cognitivas-conductuales han sido utilizadas para tratar depresión, ansiedad, fobias, dolores de cabeza, problemas de asertividad y muchos otros desórdenes. En cada ejemplo, los resultados han suscitado mucho interés y actualmente se están llevando a cabo ensayos clínicos a gran escala. Además, los investigadores han empezado a compartir críticamente los diferentes tipos de terapias cognitivas-conductuales (por ejemplo, la terapia racional-emotiva versus el entrenamiento de habilidades de afrontamiento. Quizás las diferencias importantes entre los enfoques de tratamiento se estén ignorando cuando se reúnen todos los procedimientos de la terapia cognitiva-conductual. Dada la etapa inicial de desarrollo en la que se encuentra el enfoque cognitivo-conductual, es de esperar tal ofuscación. Desafortunadamente, en el presente no existen suficientes estudios sobre cada variante específica de la terapia cognitiva-conductual para evaluar su eficacia diferencial. A medida que se lleven a cabo tales comparaciones, es importante recordar que los terapeutas con orientaciones teóricas divergentes probablemente coincidirán considerablemente en los procedimientos que utilizan. De modo que, cualquier comparación de este tipo, exige una vigilancia cercana con el fin de asegurar la fidelidad de los diferentes enfoques de tratamiento. Tal investigación nos ayudará a determinar si la eficacia de las terapias cognitivasconductuales, como también la de otras formas de psicoterapia, deriva de las características específicas que diferencian el tratamiento o de las características comunes que comparten todos los enfoques terapéuticos (Frank, 1973). Finalmente, es importante apreciar que las terapias cognitivasconductuales no son simplemente un conjunto de técnicas terapéuticas específicas, también representan un modelo conceptual para la comprensión y el tratamiento de los problemas clínicos. La discusión previa de una perspectiva cognitiva-conductual de la psicopatología, proporciona una visión integradora de los desórdenes mentales, un modelo que puede ser sujeto a la validación empírica. En ambos casos, es decir, como marco teórico y como enfoque de tratamiento, la modificación cognitivaconductual está diseñada para integrar los intereses clínicos de terapeutas orientados psicodinámicamente con la tecnología de la terapia de conducta. Por ejemplo, véase la discusión presentada por Meichenbaum y Gilmore (1984) sobre el inconsciente desde la perspectiva cognitiva-conductual y la discusión presentada por UNIDAD I. MEICHENBAUM , D. (1988) PSICOTERAPIAS CONTEMPORÁNEAS: TERAPIAS COGNITIVOCONDUCTUALES. CAPÍTULO 8 PSICOLOGÍA CLÍNICA- EL PROCESO DE EVALUACIÓN EN LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL Turk y otros (1983), sobre las técnicas conductuales como el entrenamiento en habilidades de afrontamiento, la exposición gradual en vivo y la prevención de recaídas. El campo de la psicoterapia va «madurando» a medida que se busca una perspectiva integradora en la comprensión de cómo cambian las personas. Cada enfoque psicoterapéutico descrito en este volumen se ha visto «humillado» por la eficacia limitada de sus enfoques. Como resultado de esto, muchos psicoterapeutas han dirigido su interés hacia el enfoque cognitivo-conductual como vía de escape a esta confusión. Las terapias cognitivas-conductuales no son una panacea, ni siquiera un enfoque terapéutico probado, pero sí ofrecen una conceptualización prometedora para comprender y fomentar el cambio de conducta. Se están llevando a cabo numerosas investigaciones para determinar si este entusiasmo está o no justificado. BIBLIOGRAFIA _ AKISKAL, H., & W. MCKINNEY. Overview of recent research in depression. Archives of General Psychiatry, 1975, 32, 285-305. BANDURA, A. Behavior theory and models of man. American Psychologist, 1974, 29, 859-869. . Social learning theory. Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, 1977. BECK, A. Depression: Causes and treatment. Philadephia: University of Pennsylvania Press, 1972. 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