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Violencia refractaria y estructura de salud Ateneo clínico VII Ateneo clínico de la Revista de Psiquiatría del Uruguay - 28/4/03 - Hospital Vilardebó Autores Mario Orrego Médico Psiquiatra. Profesor Agregado Clínica Psiquiátrica. Facultad de Medicina. Universidad de la República Sandra Romano Profesora Adjunta Clínica Psiquiátrica. Facultad de Medicina. Universidad de la República Pablo Fielitz Médico Psiquiatra.Asistente de Clinica Psiquiátrica. Facultad de Medicina. Universidad de la República Ma. Celia Barrios Médico. Residente de Psiquiatría Andrea de los Santos Médico. Postgrado de Psiquiatría R.A., 29 años, soltero, hijo de 10 años*, desocupado, vive en casilla ruinosa, parcialmente destruida por daños ocasionados por él, contigua a la casa de su abuela. Motivo de ingreso Traído desde su domicilio por la ambulancia de SAE, contra su voluntad, con intervención de la policía, por trastornos conductuales, heteroagresividad y conductas de riesgo en las que no mide consecuencias. El paciente intentó entrar por la fuerza en casa de los abuelos, luego de romper una pared en su casa y prender fuego unos papeles. Según él refiere: “No tengo ni idea, les dije que había una viuda negra [una araña], rompí la pared y puse un papel del BPS prendido fuego... Quería dormir en la cocina y no me dejaban entrar”. Historia del trastorno actual Datos obtenidos de entrevistas con el paciente, con la abuela, médicos tratantes y de la revisión de la historia clínica. Lydia Giorgieff L i c e n c i a d a e n Tr a b a j o Social Sandra Álvarez Comenzó a ingerir bebidas alcohólicas e inhalar cemento diariamente desde la pubertad. Fuma marihuana, y consume cocaína cuando tiene oportunidad y dinero para comprarlas. El consumo es continuo, en particular el de cemento. En sucesivas hospitalizaciones se plantea el ingreso del paciente a un plan de desintoxicación y rehabilitación, pero él se niega. R. admite el consumo y sostiene que no tiene interés en abstenerse. Gasta el dinero de su pensión por incapacidad en comprar las sustancias. Roba a los familiares y vecinos, vende objetos de su casa (actualmente desmantelada) y de la propiedad de su abuela, a quien exige que le proporcione dinero para continuar consumiendo y ante la negativa la amenaza o golpea. Trastornos conductuales Presenta aparentemente trastornos conductuales desde la infancia; se agravan en la pubertad**. Autoagresividad: Se comprueba en el examen físico la presencia de cicatrices en ambos miembros superiores, producto de autolesiones. Composición y características del grupo familiar Jacinta Vera Psicóloga Consumo de sustancias Símbolos utilizados Jubilada Técnico mecánico empleado 65 Hombre 72 Mujer Licenciada en Psicología * El hijo, L.M., desde los seis meses está a cargo de la abuela de R. ** La abuela es imprecisa en aportar estos datos, existiendo contradicción en los registros de diferentes ingresos al hospital. Inicio de trastornos en la infancia o a los 11 años. Fallecimiento Vivienda de la abuela: De material, techo de chapa, mal estado de conservación, organizada y aseada. Matrimonio No se tratan hace años Hábitat de R: Sucio, caótico, sin límites definidos con el exterior (puertas, techo, paredes), collage de chapa, mampostería y madera. Sin instalaciones básicas de servicios, escaso mobiliario (parrilla de madera y un sillón) Vive en Bs. As. hace aprox. 20 años Hijo Divorcio Separación 29 10 Muerto a Adoptado los 14 a. de niño por la policía durante un robo Preso Muerto en el penal Adoptada de niña. Vive en EE.UU. página 52|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Violencia refractaria y estructura de salud Se engloba en un subgrupo a quienes conviven; el trazo entre subgrupos indica viviendas adyacentes Heteroagresividad: Ha presentado reiterados episodios de agresión física hacia su abuela, el esposo de esta y su hijo. A los 17 años hirió a su abuela de una puñalada en el abdomen y posteriormente “con una honda le vació un ojo” al abuelastro. En todas las internaciones experimentó episodios de excitación psicomotriz, heteroagresividad hacia otros pacientes, y rotura de objetos, frente a situaciones de frustración por oposición a sus deseos. Conductas perversas: La abuela refiere que estando intoxicado ha presentado episodios de exhibicionismo público (pasea desnudo por el terreno), promiscuidad, zoofilia, abuso sexual e intento de violación a su hijo y a ella misma. El paciente no recuerda estos hechos. Reconoce haber tenido relaciones hetero y homosexuales en presencia de su hijo. Ha tenido varias denuncias en la seccional policial de parte de la abuela y los vecinos; la mayor parte de las mismas terminan con la conducción del paciente a emergencia del Hospital Vilardebó. Nunca estuvo en prisión; medidas de seguridad curativas en sala 11 durante tres años por ataque a la abuela. Evolución y complicaciones Ha presentado zoopsias y alucinaciones cenestésicas con elementos de despersonalización, referidas en el ingreso de 1997. En varios ingresos presentó alucinaciones auditivas, ideas delirantes a temática persecutoria y desorganización del discurso. Sus vínculos sociales, generados en torno a las conductas adictivas y antisociales, se restringieron progresivamente; actualmente sus contactos son mínimos, y “vive todo el día encerrado consumiendo”. En los últimos años la alteración del juicio crítico es notoria, haciéndose muy objetiva circunstancialmente, en el manejo del dinero (vende objetos al día siguiente de comprarlos por menos de la mitad del costo inicial, invierte el total de su pensión en “un asado con vino”, efectúa transacciones económicas con otros pacientes en las que sale perjudicado), y el estilo cada vez más intrépido e irreflexivo de la conducta de acción (en varias oportunidades ha encendido fuego sin evaluar adecuadamente el riesgo de incendio). Examen psiquiátrico en sala (evolutivo, a los dos meses del ingreso) El paciente se presenta en ropa de calle, aseado, con un prolijo arreglo de pañuelo en la cabeza. Adelgazado. Mímica y gestualidad vehementes, concordantes con el relato. Inquietud psicomotriz moderada. Sin trastornos de la atención ni de la concentración. Sin conciencia de enfermedad. Actitud, en general, desafiante; por momentos colabora pero aporta poca información y minimiza sus trastornos conductuales. Reivindicativo con relación a la situación de internación y familiar. Agresivo y amenazante. Fue imposible establecer un vínculo empático en las entrevistas. Flujo verbal moderadamente aumentado. Discurso pobre y concreto, centrado en reivindicaciones; por momentos se desorganiza, perdiendo el hilo conductor. Al ingreso presentaba ideas de daño y perjuicio, pobres y mal sistematizadas. Eutimia de base; disforia circunstancial. Conductas basales, con alteración del ritmo del sueño y alimentación irregular. Patrón de personalidad egosintónico y haloplástico; comportamiento y estilo vincular caracterizados por la inestabilidad emocional, agresividad e imposibilidad de diferir la satisfacción de sus deseos y necesidades. Ateneo clínico * Uno de ellos fue muerto por la policía mientras cometía un robo. Otro murió en prisión y el otro continúa en prisión. Biografía Es el mayor de una fratría de diez hermanos, cuatro de los cuales nunca conoció porque nacieron en el exterior. Su madre abandonó la casa paterna a los 18 años; ejercía la prostitución y se fue a vivir a Bs. As. cuando él tenía 8 años. R. no conoció a su padre. Fue criado en Montevideo por la abuela materna y el abuelastro, junto a tres de sus hermanos*, dado que los otros dos nacidos en el país fueron adoptados y nunca más los vio. Estuvo internado en dependencia de INAME a los 11 años de edad, con otro hermano, no consignándose motivos. Escolaridad Primaria completa, incidentada, repitiendo e interrumpiendo cursos; completó 6to a los 18 Orrego M, Romano S, Pablo Fielitz P, Barrios M, de los Santos A, Giorgieff L, Vera J, Álvarez S.|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|página 53 años* en escuela nocturna. Conoce operaciones matemáticas elementales. La investigación de los antecedentes escolares realizada por Lic. T. Social permitió reconstruir con documentación la historia escolar desde 1982 hasta 1988. (Tabla 1) Ateneo clínico changas, por períodos inferiores a dos meses, y últimamente no mayor a dos días. Pareja Vivió en pareja con una mujer de mayor edad (>15) durante algunos meses a los 18 años, con la cual tuvo el hijo (LM) que cría su abuela; también era adicta al alcohol y sustancias psicoactivas, e hizo abandono del hijo a los pocos meses de nacer. Nunca efectuó visitas a su hijo, ni aun cuando residió circunstancialmente en algún momento en la vecindad. Antecedentes laborales Trabaja inicialmente en una fábrica de embutidos en tareas elementales; fue despedido a los dos meses por concurrir intoxicado con drogas. Más adelante similar situación en una empresa de limpieza; finalmente, realiza ESCUELA Nº 151 Nº 66 Sanguinetti nocturna Hospital Musto (HMs) H. Vilardebó Sala 11(HV_S11) H. Vilardebó (HV_SA)) Consulta en Emergencia Casa de Salud Domicilio Consultas en Policlínica 19941 AÑO CURSO ASISTENCIA 1982 1983 1984 1984 1985 1986 1987 1988 1º 2º 2º 2º 2º 3º 4º 4º S/P Numerosas faltas 5 meses y 1⁄2 1 mes sin faltas 9 meses 74 faltas 9 meses 32 faltas 1 mes 1⁄2, deserción 1995 2 4 LUGAR 1997 5 1998 10 8 6 CONDUCTA** Bueno Regular Regular B. Regular Regular B. Regular B. Bueno R. Regular Regular D. Bueno R. Regular Regular D. 1999 2000 7 H. Maciel HV_SA H. Maciel Enviado de H.V. p/ trat. de farmacodependencia Enviado por Juez por no concurrir a control Enviado de H.V p/ trat. de politoxicodependencia 10 1997 ACRI HV Episodio de heteroagresividad Flunitrazepam NL 4 1995 2ª H: 3 m. 5 1996 11 12 13 14 3ª H: 4 1⁄2 m 1E H. Musto H. Musto 1997 6ª H: 3 a. HV_S11_SA 2000 2000 3 C.P Pol. Periferia 2001 E ACRI HV 2002 E 4 d ACRI HV MOTIVO / DIAGNÓSTICO AL INGRESO 3 Trastornos conductuales. Farmacodependencia Al ingreso intenso aliento a cemento Interrupción de trat. e inhalación de cemento Enviado por Juez. “Drogadicción”. Intoxicación aguda Reingreso de fuga. Intoxicación por drogas. Episodio de excitación psicomotriz Procedente de H. Musto Proviene de juzgado. “Violencia privada” Farmacodependencia. Apragmatismo Enviado desde Hospital Vilardebó Heteroagresividad, riesgo de incendio. Delirante Excitación, heteroagresividad. Episodio psicótico 15 2002 7ª H 45 d. HV_S11_SA Heteroagresividad. Incoherente, acelerado, ¿F20? 16 2002 17 2002 18 2002 E E E ACRI HV ACRI HV ACRI HV Heteroagresividad Heteroagresividad Heteroagresividad 15 14 16 17 18 19 (Los números de cada fila corresponden a los indicados en el gráfico anterior) 7 1997 3 C.P 8 1997 5ª H: 7 d. 9 1997 2 C.P H. Musto 1E 2003 12 9 HV_SA H. Musto 3 1995 2002 13 6 1996 4ª H: 20 d. 2 1994 1 H: 21⁄2 m 2001 11 TRATAMIENTO Y EVOLUCIÓN Inestabilidad y c. antisociales Haloperidol Levopromazina Pronóstico de alta peligrosidad Alta a pedido de su abuela Inhala cemento en el baño, pasa a Haloperidol Levopromazina sala de seguridad. Fuga Agresivo, consume alcohol, se Haloperidol Levopromazina solicita traslado judicial a H. V. Haloperidol Pensión por incapacidad Levopromazina Pipotiazina 100 Abandona tratamiento “ No justifica internación aquí” Pipotiazina 100 Abandona tratamiento er RESULTADO Promov. Repite Pase a esc. Nº 66 Repite Promov. extra edad Promov. por convenio Repite 3 TABLA: RESUMEN DE CADA INTERVENCIÓN ATENCIÓN2 1996 RENDIMIENTO NL depósito y v/o RSP Levo CBZ Haloperidol BZD NL i/m DPA Levo RSP 3 -» Halo 10 NL i/m BZD i/m NL i/m BZD i/m CIE - 10 INDICACIONES ALTA Piportil 100 mg F19 F60.31 Grupo terapéutico F19 F60.3 F19 F60 ¿F20? F19 F60 F19.5 F60.31 F19.5 F60 Traslado a H. Vilardebó. Piportil 100mg Pipotiazina 50 mg Control H. Maciel NL depósito y v/o Control H. Maciel Instit. especializada FD Control H. Maciel Pipotiazina 100 NL depósito y v/o Casa de salud Reingreso Casa de salud Crisis excitación. Agresivo. Cuarto F19.5 F60.2 fuerte varias veces 3 entrevistas. Abandona trat. ¿F20? F60 Rectifica. “Imputable, no justifica ingreso” F60 Domicilio. Haloretard 200 Excitación. Intento fuga, Casa de salud F19.5 F60 traumatismo de pie, se saca el yeso Pipotiazina 100 mg F19 F60 F19 F20 Haloperidol 50 mg c/sem. página 54|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Violencia refractaria y estructura de salud Planteo diagnóstico Evaluado en sala y en ateneo se plantea la existencia de una encefalopatía producida por consumo de larga data de múltiples sustancias tóxicas, con deterioro cognitivo y trastornos conductuales. Correspondería en la CIE-10 a un trastorno psicótico residual y de inicio tardío inducido por sustancias, en este caso F19.74 - Demencia inducida por múltiples sustancias tóxicas. Con relación a la estructura de personalidad previa del paciente se plantea la presencia de un trastorno disocial de la personalidad (F60.2), o de un trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad de tipo impulsivo (F60.31). Con relación a este diagnóstico, no existía consenso de opiniones por la imposibilidad de precisar los datos de escolaridad* y conducta antes del inicio del abuso de sustancias; la desinformación impidió en ese momento mayor certeza. Posteriormente los datos aportados por el informe de la trabajadora social confirmaron la existencia de trastornos conductuales de tipo disocial desde la infancia. Tratamiento farmacológico actual Decanoato de haloperidol 200 mg c/3 semanas. Carbamazepina 1400 mg/día. Levopromazina 75 mg/día. Procedimientos realizados Entrevistas seriadas al paciente y la familia. Evaluación psicológica. Se adjunta informe. Evaluación social, que incluyó visita domiciliaria e investigación de antecedentes escolares. Exámenes de sangre y orina de rutina, que no mostraron alteraciones. Dosificación de metabolitos de THC y cocaína en orina durante la internación: negativa. Coordinación con médicos que trataron al paciente anteriormente. Coordinación con el equipo de Psiquiatría de niños del Hospital Pereira Rossell, donde es atendido el hijo del paciente. Evolución en sala El paciente permanece en sala de internación abierta del Hospital Vilardebó. Ha mantenido una actitud amenazante y reivindicativa sin mayores trastornos conductuales salvo en ocasión en que rompe un vidrio, ante la negativa del alta; las entrevistas son similares desde el ingreso. En los últimos días antes de este ateneo ha manifestado su intención de no continuar el consumo de sustancias con argumentos pueriles; como, por ejemplo: “Eso es cosa de niños, yo soy grande”. Ateneo clínico * A la fecha en que se realizó el ateneo anterior no estaba completa la evaluación social ni los estudios psicológicos. Situación familiar actual La abuela es una persona que presenta elementos de deterioro; es difícil obtener de ella información precisa. En diversas entrevistas se consigna diferentes datos respecto de lo mismo, en particular, con relación al inicio de los trastornos conductuales y la escolaridad: - Conductas antisociales desde la infancia, desde los 11 o desde 18 años. - Escolaridad primaria, parcial o completa, repite cursos y fue abanderado, cambios de escuela. Si bien manifiesta que no quiere vivir con su nieto, solicita el alta para él y refiere que contrató a una persona para arreglar la casa habitación contigua de R.; con anterioridad expresó intención de mudarse con el bisnieto a una casa de salud. En internaciones anteriores de R. la situación planteada fue similar a la presente. El abuelo no concurre al hospital, y ha formulado que no quiere ocuparse de nada relacionado con R. El hijo de R. está a cargo de la abuela. Concurre a la escuela; tiene indicado tratamiento psicológico y siquiátrico, pero no concurre desde hace varios meses a control, según informe del equipo tratante. Opiniones de los médicos tratantes en los diferentes ingresos En los sucesivos ingresos del paciente se ha consignado: - La peligrosidad del paciente, para sí mismo y para los demás, en particular, su familia. Orrego M, Romano S, Pablo Fielitz P, Barrios M, de los Santos A, Giorgieff L, Vera J, Álvarez S.|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|página 55 Ateneo clínico - El consumo continuo de múltiples sustancias, en ocasiones, dentro del hospital. - La interrupción reiterada del tratamiento farmacológico y de los controles clínicos. - La conveniencia de que no vuelva a su domicilio. - La posibilidad de institucionalización. En dos internaciones se coordinó al alta el ingreso a casas de salud en las cuales el paciente estuvo poco tiempo. En dos oportunidades se solicitó ingreso a la Colonia Etchepare, una de ellas por orden judicial, pero el perfil del paciente no correspondía con los requisitos de la institución y fue rechazado. En sucesivas consultas al servicio de emergencia e internaciones en salas del Hospital Vilardebó, el cuerpo médico ha planteado que el paciente no presenta un trastorno que justifique el ingreso o la permanencia en sala de agudos. El equipo tratante plantea este paciente al ateneo de la Sociedad de Psiquiatría con interés en la discusión de los diversos planteos diagnósticos, pero fundamentalmente respecto de los procedimientos y programas terapéuticos a seguir. Informe de la interconsulta con el equipo tratante del hijo del paciente Informe psiquiátrico-psicológico de L.M., hijo de R.A. Ps. Miriam Tato, Dra. Adriana Martínez Schiavo (27 de marzo de 2003) L. es un escolar de 10 años que cursa 4° año en colegio privado con buen rendimiento y adecuada integración social. Su núcleo familiar está constituido por su bisabuela paterna de 72 años, jubilada y bisabuelo de 65 años, empleado. Concurre por primera vez al C. H. Pereira Rossell, Policlínica de Psiquiatría Pediátrica, el 17/2/2002 derivado para evaluación y tratamiento por el Juzgado Letrado de Familia de 13° Turno (Soriano 1287 piso 1, oficio 307/99 con fecha 5/5/99). Presenta desde el punto de vista psiquiátrico, según DSM IV: Eje I: trastorno por déficit atencional con hiperactividad. Elementos depresivos que no llegan a constituir un trastorno. Eje II y III: Sin particularidades. Eje IV: Situación de riesgo social y familiar donde la patología del padre (tanto psiquiátrica como sus conductas adictivas y delictivas) influyen en forma sumamente negativa en el desarrollo psicoafectivo de L. Padre sumamente violento, verbalizando amenazas de muerte hacia el niño y sus bisabuelos, lo que en una oportunidad los obligó a abandonar su domicilio durante varios meses. Madre abandónica. Por momentos se identifica con conductas paternas (heteroagresividad verbal y de hecho contra sus bisabuelos, así como episodios aislados de robos), las cuales ceden o desaparecen frente a los señalamientos en el marco del seguimiento psicológico, lo que pensamos deja en evidencia su capacidad de resilience, y de buen potencial que se infiere en este niño. A esto se agrega la importante disfunción familiar con serias disputas entre sus bisabuelos, siendo su bisabuelo una figura poco continente, que estimula la no concurrencia a los controles así como el no cumplimiento del tratamiento. Se valoriza el rol fundamental del colegio al cual concurre L., en lo que se refiere al sostén tanto afectivo como del aprendizaje. Con referencia al tratamiento se ha realizado múltiples intervenciones a través de entrevistas psiquiátricas (seguimiento y farmacológico), psicológicas, en forma conjunta y en forma independiente, con el niño a solas y con su bisabuela (ha sido imposible entrevistar al bisabuelo por su negativa a concurrir). También ha recibido seguimiento y tratamiento desde el punto de vista social. Se realizó coordinaciones con sus diferentes maestras, y con directora del Colegio. El niño ha presentado una buena evolución, hasta el momento, pero todo lo anteriormente descrito lo hace sumamente vulnerable en lo que se refiere a su desarrollo global futuro. página 56|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Violencia refractaria y estructura de salud Informe psicológico de R.A. Ps. Jacinta Vera. Lic. en Ps. Sandra Álvarez Daissón (25 de abril de 2003) Motivo de consulta: Evaluación de la personalidad, derivado por Psiquiatría. Técnicas aplicadas: Entrevista, Tests Gráficos, T.A.T., Rorschach, Test de Inteligencia Weschler (Wais). Descripción física del paciente: El paciente tiene una presentación normal. Su complexión es normal, su vestimenta es adecuada; lleva ropa propia de calle. El único aspecto a destacar en su apariencia son los tatuajes. En el brazo tiene uno muy grande con la imagen de una víbora. No presenta expresiones emocionales, ni mímica, ni gestualidad exageradas. Conducta durante la evaluación: Su actitud es arrogante, burlona y negativa. El paciente niega las acciones que ha realizado, que constan en su historia clínica. R.A. muestra una actitud de estar engañando y él mismo refiere que ha engañado a otro psiquiatra “haciéndose el loco para conseguir la pensión”. Dice que no está ni loco, ni confuso. Hace comentarios negativos. Mira con desconfianza. Comprende las consignas pero opone resistencia a las mismas. Muestra agresividad. Secuencialmente no pudo realizar un proceso hacia un mejor relacionamiento con el entrevistador. TEST INFORMACIÓN COMPRENSIÓN ARITMÉTICA ANALOGÍAS DÍGITOS VOCABULARIO Puntaje bruto 6 13 9 4 13 22 PUNTAJE VERBAL Dígítos-Símbolos 23 Completamiento de fig. 10 Diseño con cubos 32 Ordenamiento de lám. 20 Rompecabezas 30 PUNTAJE DE EJECUCIÓN PUNTAJE TOTAL PUNTAJE VERBAL PUNTAJE DE EJECUCIÓN PUNTAJE DE ESCALA COMP Puntaje Tabla por edad X en escala de Weschler 10 5 7 8 5 12 7 44 5 8 10 9 8 40 84 (5) =-5 D (7) =-3 D (8) = -2 (5) =-5 D (12) =+2 F (6) =-4 D Ateneo clínico Funcionamiento yoico (5) =-5 (8) = -2 (10)= 0 (9) =-1 (9)= -1 44 40 84 Aspectos intelectuales: Análisis de dispersión. Análisis del deterioro. •Subtests que se conservan (S C): Inf+Comp Fig+Voc+Romp (5+8+7+8) •Subtests que no se conservan (SNC): Símb-dígitos+Analo+cubos+dígitos (5+5+10+12) •Deterioro bruto: 1-(SNC)x100=1- (5+5+10+12)x100=14,2 % •Deterioro bruto-Deterioro fisiológico (de acuerdo con la edad)= Deterioro Neto 14,2-1= 13,296 En suma: En cuanto al deterioro podemos afirmar que R.A. no presenta deterioro neto de sus capacidades intelectuales. Del análisis del test de inteligencia surge que el rendimiento de R.A. es normal bajo, mostrando un desempeño mejor en los subtests ejecutivos que sin diferencias significativas muestran su perfil, en donde el hacer está más jerarquizado que el hablar, poner en hechos lo que no se puede decir en palabras. Esto también se manifiesta en las entrevistas. R.A. rinde menos que su potencial pero no presenta indicativos de deterioro. En cuanto a su pensamiento se verifica que se maneja con un pensamiento funcional. R.A. es capaz de relacionar los conceptos verbales tomando en cuenta el uso y la función de los conceptos. En algunos momentos muestra un pensamiento concreto cuando es incapaz de seleccionar lo esencial al objeto. Resalta, al igual que en las entrevistas, en el desempeño de aquellos tests vulnerables a la ansiedad, la ausencia en R.A. de angustia. No presenta problemas ni de atención ni de concentración; sin embargo, es muy vulnerable a la frustración. R.A. tiene capacidad de análisis y de síntesis especialmente en la conceptualización no verbal. CI 83 CL88 CI 84 La imagen que R. A. tiene de sí mismo es por un lado de suspicaz y capaz de engañar pero, por otro, de fragilidad, como expresa en el plano manifiesto: “Hecho pedazos”, que “no he logrado lo que aspiraba” (ser enfermero). En cuanto a la imagen de sí mismo referida a aquellos aspectos latentes, R.A. no se ve a sí mismo Orrego M, Romano S, Pablo Fielitz P, Barrios M, de los Santos A, Giorgieff L, Vera J, Álvarez S.|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|página 57 Ateneo clínico como adecuado y valioso, y este hecho lo expresa gráficamente dibujando un tronco de un árbol, que simboliza el sí mismo, con heridas narcisistas; y en su desempeño en los tests proyectivos temáticos se siente “una ruina”, “no cree que sirva para mucho”. R.A. atribuye sus dificultades al mundo externo. Sus comportamientos son egosintónicos. La prueba de realidad y el índice de realidad están intactos. Aspectos afectivos de la personalidad y áreas de conflicto El tono afectivo predominante es agresivo y aún las mociones pulsionales sexuales están teñidas de “engaño”, de “adulteración”, de descontrol. Los otros no cuentan. Existe una ausencia total de empatía, hecho probado en la ausencia total de contenido humano en el Rorschach: los otros no cuentan. Aparecen también contenidos siniestros: dos conejos que se están comiendo a sus hijos, y lo dice en un tono desafectivizado. Existen conflictos con sus relaciones objetales más primitivas. Y R.A. permite que lo pulsional (violento o sexual) irrumpa sin restricciones, sin pudor, sin vergüenza. Dentro de los mecanismos de defensa con que R.A. se maneja en la entrevista y en su actuación en los tests proyectivos, predomina la identificación proyectiva y la negación. Relaciones interpersonales Existe un fracaso en las relaciones interpersonales. Los otros no cuentan para esta persona, más que como medio para sus fines. No se siente seguro frente a los demás. No se siente comprometido afectivamente con nadie. Las relaciones que ha tenido tanto con hombres como con mujeres han carecido de afecto. La idea de familia que R.A. tiene es de disgregación, “se esparcen”, “cada uno por su lado”. Área psicosexual A pesar de que R.A. dice haber mantenido relaciones con su mismo sexo (en la penetración, dice “sentía como si me violaran”, “no tenía placer”), no se identifica como homosexual. Vemos esas relaciones, así como toda su conducta sexual, como una consecuencia de su funcionamiento regido por el principio del placer, sin diques que contengan sus pulsiones. La imagen que tiene de la mujer es de “changón”, “le saca la calentura al hombre” y dibuja la figura femenina de piernas abiertas y castrada, con muñones por manos. El hombre es “duro”. No es un área conflictiva para él. Por el contrario, existe una actitud en R.A. que nos advierte que él se considera, en el plano sexual, en posesión de algo que los demás no tenemos o no nos permitimos hacer. Diagnóstico De lo analizado en las diferentes técnicas aplicadas puede observarse que: R.A. muestra inestabilidad en las relaciones interpersonales. Carece de empatía y se observa un total desprecio hacia “los otros”. Su autoimagen también es inestable. Ha tenido un comportamiento impulsivo y heteroagresivo (a su vez el paciente tiene marcas en los brazos que indican autoagresividad). No tolera la frustración. A lo largo de la evaluación, la actuación de R. A. es expresiva en cuanto a la irrupción de elementos pulsionales, tanto agresivos como sexuales, no existiendo diques como la vergüenza o el pudor. (Ver análisis de gráficos y Machover.) El paciente refiere ideas persecutorias. Dice que su abuela lo acusa porque está senil. Por otro lado, el paciente niega o minimiza los actos que ha cometido y la violencia doméstica se transforma en “malentendido” o “diferencia de opiniones”. Niega el abuso de sustancias y justifica su violencia. No presenta ninguna señal de remordimiento o culpa; por el contrario, se ve como víctima. Su actitud ha sido amenazante y se ha jactado de haber engañado a un profesional de la salud mental. R.A. ha fracasado en la construcción de un entramado social y no muestra respeto hacia los demás, ni advierte la necesidad de reglas que regulen el funcionamiento social, hecho que lo ha llevado a que lo detuvieran en varias ocasiones. página 58|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Violencia refractaria y estructura de salud Las relaciones “afectivas” han estado teñidas de engaño, falsificación, promiscuidad y disgregación. La personalidad está dominada por pulsiones sexuales y hostiles y se rige por el principio del placer. Cuando habla de su sexualidad se sonríe, dando la impresión de que sabe algo que los demás no sabemos. Las pruebas de realidad están intactas y las funciones intelectuales también. Este paciente no toma en cuenta a los demás y no siente culpa. No existen diques superyoicos que contengan las mociones pulsionales. Sin un censor que frene sus impulsos, también está ausente la angustia. Actúa; pone en hechos lo que no puede decir con palabras. Su agresividad e impulsividad son su energía ansiosa. En suma: Por lo observado en las entrevistas y en la realización de las técnicas aplicadas se observa que R.A tiene un trastorno antisocial de personalidad, que es la base relevante para su comportamiento, sin dejar de advertir que las sustancias que ha consumido potencializan esas conductas. Evaluación neuropsiquiátrica de la conducta agresiva magnética ayudan a la evaluación diagnóstica de estas condiciones. Ateneo clínico Informe funcional por tomografía electromagnética Registra evidencia de soporte a la hipótesis de encefalopatía disfuncional; subtipo III (sin epilepsia activa, ni antecedentes comiciales) R.A., 29 años. Fecha: 25-04-03. Psicosis tóxica (adicción), descontrol mayor de impulsos, síndrome cognitivo. Verifica la existencia de disfunciones focales izquierdas fronto temporales. 1. Localiza generador lento-paroxístico de máximo gradiente en localización frontal (Gyrus frontal medio), ubicados en la misma área (9 de Brodmann), y con relación espacial inmediata (iguales coordenadas para dos planos Y=38, Z=36, y diferencia de coordenadas en el plano X=-24 dentro -señal paroxística- / X=-31 fuera -señal lenta-). 2. Localiza generador paroxístico de menor gradiente en localización temporal Gyrus Temporal Medio, área 21 de Brodmann, coordenadas X=-52, Y=3, Z=-20. La dificultad mayor en la comprensión de los síndromes neuropsiquiátricos reside en la naturaleza multidimensional de sus manifestaciones psicopatológicas y alteraciones del substractum. Son producto de disfunciones neuronales de centros o regiones discretas del SNC, con repercusión eventual sobre estructuras a distancia por efectos de red de distribución o fenómenos de campo físicos. Se acompañan de cambios en el metabolismo y perfusión cerebral, y de la regulación de la transmisión neuroquímica. La disfunción puede provocar gran variedad de fenómenos clínicos transitorios o crónicos. La nominación encefalopatías disfuncionales, fue acuñada por nosotros en 1997, y alude al concepto de trastornos psiquiátricos debidos a disfunciones transitorias o prolongadas de grupos neuronales que alteran el funcionamiento cerebral. La fisiopatología se evidencia en los estudios funcionales; el SPECT y la tomografía electro- Orrego M, Romano S, Pablo Fielitz P, Barrios M, de los Santos A, Giorgieff L, Vera J, Álvarez S.|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|página 59 Ateneo clínico El estudio de poblaciones específicas de grandes series de pacientes comórbidos (correlación EEG clínica psiquiátrica) marca la tendencia de localización anterior y lateralización izquierda para las disfunciones de mayor repercusión cognitiva: trastornos esquizofrenosímiles y trastornos de personalidad con descontrol mayor de impulsos (Referencia: Encefalopa- tías Disfuncionales y Trastornos Psiquiátricos, Dr. Mario Orrego 1997). La disfunción multifocal se correlaciona con secuelas toxicas de adicción; adviértase que el estudio EEG se efectúa con el paciente estable a los tres meses de convalecencia de la psicosis tóxica. Máximo gradiente paroxístico; epicentro en localización frontal izquierda (Loreta Explorer II) (X= -24, Y= 38, Z= 36) 1st Best Match (d= 3 mm) Brodmann área 9 Gyrus Frontal medio Lóbulo Frontal Máximo gradiente lento; epicentro en localización frontal izquierda ESPECTRO DE FRECUENCIAS EEG (6 Hz) (Loreta Explorer III) (X= -31, Y= 38, Z= 36) 1st Best Match (d= 3 mm) Brodmann área 9 Gyrus Frontal Medio Lóbulo Frontal página 60|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Violencia refractaria y estructura de salud Localización de generadores paroxístico y lento frontales izquierdos Ubicados en la misma área (9 de Brodmann), y en relación espacial inmediata (iguales coordenadas para dos planos Y=38, Z=36, y diferencia de coordenadas en el plano X=-24 dentro -señal paroxística- / X=-31 fuera -señal lenta-). Ateneo clínico Cartografía cerebral de especímenes anatómicos Talairach – Tourmoux Ubica Topografía (X= -24, Y=38, Z=36); Brodmann área 9; Gyrus Frontal medio; Lóbulo Frontal, del generador paroxístico. Ubica Topografía (X= -31, Y= 38, Z= 36); Brodmann área 9; Gyrus Frontal Medio; Lóbulo Frontal, del generador lento. Localización del generador paroxístico temporal izquierdo (no constituye gradiente máximo) Cartografía cerebral de especímenes anatómicos Talairach – Tourmoux Ubica Topografía (X=-52, Y=3, Z=-20); Brodmann área 21; Gyrus Temporal Medio; Lóbulo temporal, del generador paroxístico. Orrego M, Romano S, Pablo Fielitz P, Barrios M, de los Santos A, Giorgieff L, Vera J, Álvarez S.|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|página 61 Ateneo clínico Dr. Eugenio Bayardo: Agradezco a la Sociedad de Psiquiatría y a la Cátedra su invitación para este Ateneo. También debo excusar mi necesidad de retirarme antes de término, lo que me obliga a dirigirme a ustedes en sus momentos iniciales. Al mismo tiempo, deseo recordar que mi condición de funcionario judicial puede imponerme reserva sobre algunos aspectos extremos. Conocí a esta persona en el año 2000, cuando ya hacía tres años que se encontraba internada en el Servicio de Seguridad. Informé sobre ella en más de una ocasión y mis hallazgos periciales fueron concordantes con los que conocemos de sus médicos tratantes y con los resultantes de su estudio psicológico. Este último destacó hoy sus aspectos narcisistas; el trastorno antisocial de personalidad diagnosticado por mí era de trastorno del espectro narcisista, con elementos paranoides y conductas infractoras reiteradas. Como suele ocurrir, existía comorbilidad con un trastorno por abuso de sustancias psicoactivas, compensado en ocasión de los hechos imputados y en ocasión del examen pericial, por abstinencia relativa en medio controlado. Así, concluía en el primer Informe, había podido apreciar el eventual carácter ilícito de sus actos y determinarse según su verdadera apreciación, como había podido hacerlo respecto a las conductas de introducción y comercio de drogas ilícitas denunciadas por la Dirección del Hospital, aun cuando parte de unos y de otras hubieran transcurrido en condición de intoxicación por marihuana semiplena y voluntaria. En mi opinión, la internación psiquiátrica había incidido negativamente, debilitando accesoriamente sus controles pulsionales y alentando sentimientos de impunidad, al tiempo que su presencia en el Establecimiento distorsionaba los fines y funciones asistenciales del mismo. Como puede que algunos de los presentes no lo recuerden, debo precisar que nuestra función es asesora y que nuestra opinión no obliga al decisor, que es siempre el Juez de la causa. Por ello, meses después debí elevar un Informe ampliatorio y en consecuencia fui más allá de mis términos anteriores y habituales, señalando que desde una perspectiva psiquiátrico-forense la condición del procesado no encuadraba en las previsiones del artículo 30 del Código Penal, que determina las premisas de la inimputabilidad por “locura” o de los artículos 31, 32 y 33, que la establecen para las intoxicaciones plenas e involuntarias y para la “locura” inducida por alcohol u otras sustancias psicoactivas. También definía su situación como la de un “cuerdo” cuya peligrosidad desbordaba los recursos de los establecimientos asistenciales y cuya contención y tratamiento debían hacerse en el marco del sistema penal. Esta opinión encuadra en los criterios internacionales, que excluyen expresamente el trastorno de personalidad antisocial de las condiciones que determinan la inimputabilidad, como lo hacía el Proyecto de Código Penal Modelo de la Academia Legal Americana o de las circunstancias que justifican una internación psiquiátrica compulsiva, como lo hizo el Acta Británica de Salud Mental de 1983. Creo que es necesario que reflexionemos sobre esto. Cuando internamos a una persona cuya alteración dominante es la conducta antisocial reiterada y esta persona no va a recibir beneficio del tratamiento psiquiátrico, actuamos como fiscales que propusieran para ella una pena de reclusión perpetua. Mi nuevo Informe reiteraba lo que había expresado. El internado no recibía beneficio perdurable de su internación. Su medicación solo podía ofrecer un control farmacológico transitorio de su impulsividad agresiva y aquella la exacerbaba a través del encierro y de la frustración o habría de hacerlo más adelante. De ser necesaria su reclusión en un establecimiento para la contención de sus conductas, aquel debería pertenecer al sistema penal, en razón de su posesión de conciencia y voluntad, de la inexistencia de tratamientos psiquiátricos para su trastorno de personalidad antisocial y de su derecho a conocer un término justo y cierto para su reclusión. La internación injustificada puede ser tolerada durante un tiempo, pero posteriormente no lo es y debemos recordar que se han reiterado homicidios y suicidios dentro de los hospitales, página 62|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Violencia refractaria y estructura de salud por parte de hombres o mujeres internados indefinidamente en estas condiciones. Mi propuesta alternativa, que fue aceptada, fue disponer el cese de sus Medidas de Seguridad Curativas y su egreso precedido por una acción del Departamento de Servicio Social del Hospital, orientada a satisfacer sus necesidades iniciales de asistencia en Policlínicas externas, alimentación en comedores del INDA, transporte mediante pase libre y alojamiento. Como ustedes saben, esto no resultó eficaz para prevenir su reincidencia y tampoco lo fue para impedir su reingreso, tan explícitamente desaconsejado. Quiero concluir resumiendo mi opinión relativa a las causas de los problemas derivados de la asistencia de enfermos mentales infractores en el Hospital Vilardebó, de lo que se ha denominado la criminalización creciente de los hospitales psiquiátricos a nivel mundial y de la tendencia paradójica a la asilarización de los Servicios de Seguridad dentro de los sistemas de Salud mental comunitaria. No encuentro mejor manera de hacerlo que citar un Memorándum sobre el tema, que elevamos recientemente con el Dr. Nelson Bó Sánchez y que más allá de la facultad decisoria de los Jueces, destaca la conveniencia de su conocimiento de las indicaciones y contraindicaciones médicas a la internación psiquiátrica compulsiva admitidas internacionalmente, a título de líneas de guía. Su primera indicación es la existencia comprobada de un trastorno mental y la segunda es la disponibilidad de un tratamiento eficaz con beneficio terapéutico perdurable luego del egreso. La tercera, la cuarta y la quinta son el riesgo directo, previsible e inminente de auto o heteroagresividad física, daño material grave o deterioro psicofísico severo en ausencia de tratamiento; la sexta es el rechazo, incumplimiento o imposibilidad de ese tratamiento en condiciones ambulatorias y la séptima es la ausencia de alternativas asistenciales menos restrictivas. Las contraindicaciones también son siete. La primera es la ausencia de trastornos psiquiátricos o su simulación con la finalidad de eludir una sanción penal, facilitar una fuga o aprovisionarse de sustancias psicoactivas. La segunda es la inexistencia de tratamientos de probada eficacia que requieran la internación. La tercera es la propuesta de tratamientos que se hayan demostrado ineficaces en ocasiones anteriores. La cuarta es el propósito meramente intimidatorio, custodial o coactivo ante personas con trastornos de conducta y conflictos vinculares. La quinta excluye los trastornos de personalidad no descompensados. La sexta los trastornos por abuso de sustancias no descompensados cuando no existe propósito de abstinencia ambulatoria posterior a la internación y la séptima es la ausencia de un proyecto terapéutico racional y realista. Estas contraindicaciones a la internación médica compulsiva no obedecen a nihilismo terapéutico. Resultan del reconocimiento de un límite ético, que no permite la restricción de libertad, cuando el estado actual del conocimiento médico no ofrece nada en cambio. En los mismos países, su contrapartida ha sido el retorno a la decisión médica sobre los enfermos mentales infractores, cuando éstos permanecieron bajo la disposición de la Justicia durante el plazo que les hubiera correspondido como pena, de haber sido imputables. Ateneo clínico Entrevista con el paciente Prof. Mario Orrego (Preliminar, sin el paciente): En este ateneo en particular interesa no solo considerar la situación del paciente, sino, también de la familia, y los problemas intrafamiliares derivados de su presencia en el hogar. En su seno hay un niño de 10 años, y la bisabuela de 72 años que lo custodia tiene patología activa, con riesgo, y por tanto sobrevida limitada. El bisabuelastro, de 65 años, ha explicitado que tiene responsabilidad limitada respecto de los roles parentales. Una preocupación del equipo es que este niño va a quedar sin custodia en algún momento, y en situación de riesgo importante por la presencia del padre. –Prof. M. Orrego (Apertura, con el paciente): Todos los que estamos presentes somos profesionales. Comenzaremos por algunas preguntas. Tenemos particular preocupación por la relación con tu hijo. Orrego M, Romano S, Pablo Fielitz P, Barrios M, de los Santos A, Giorgieff L, Vera J, Álvarez S.|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|página 63 Ateneo clínico –Paciente: Yo no lo veo para nada, no me interesa el gurí. Yo se lo daría a la madre lo antes posible, y me lavaría las manos enseguida. Yo no lo tendría que mantener; yo pienso que los viejos [su abuela y abuelastro] son viejos. Aparte la madre lo quería naturalizar a él. –Prof. M. Orrego: ¿Qué significa eso? –Paciente: Ella es esposa de un soldado de comunicaciones; le quería dar el apellido del esposo que tiene ahora. Si se lo quieren dar a la madre, yo no tengo ningún problema. –Prof. M. Orrego: ¡Pero la madre nunca se ocupó de él! –Paciente: Pero ella lo quería, ella me pidió a mí cómo íbamos a hacer para que ella lo tuviera de vuelta. Yo se lo quiero dar a la madre. –Prof. M. Orrego: A nosotros nos llama la atención tu falta de sentimientos hacia el niño. –Paciente: No, si yo no tuve padre ni madre… ¡por qué va a tener él! …Que se quede con la madre. –Prof. M. Orrego: ¿Tú en ningún momento experimentas preocupación por la situación de tu hijo, de que puede quedar sin protección, “en banda”? –Paciente: No, porque va a estar en familia, con los abuelos, las tías. Yo sinceramente no tengo nada que ver con el niño. –Prof. M. Orrego: ¿No necesitas verlo o protegerlo? –Paciente: No, porque yo soy una persona lisiada, operada, no puedo laburar, lo que puedo hacer son changas nomás. No lo puedo mantener, algún día va a querer championes nuevos, un pantalón nuevo, va a querer ir al baile, y yo no se lo puedo comprar. Los tíos y la madre se lo van a poder comprar. –Prof. M. Orrego: Estoy recordando que cuando estaba por nacer, habían hecho un acuerdo con la madre... –Paciente: Yo le había dicho que era un entretenimiento para la abuela, y por eso ella lo podía criar; si era varón lo criaba mi abuela y si era nena lo criaba ella. –Prof. M. Orrego: Fue un trato que hicieron hace diez años. –Paciente: Sí, pero la madre lo quiere igual. –Prof. M. Orrego: Pero sabemos que la madre no se preocupó por él cuando era pequeño, y ni aun siendo vecina. –Paciente: Porque mi abuela la corría de casa, junto con mi abuelo la corrían de casa. No la dejaban pasar la puerta, la corrían siendo que ella era la hermana de un cabo de comunicación, y los hermanos son todos cabos de comunicación ahora. –Prof. M. Orrego: ¿Cuándo fue la última vez que viste a tu hijo? –Paciente: Siempre que estoy en casa lo veo. Yo no quiero saber de nada con el pibe, a mí no me interesa. Si yo no puedo estar con la madre, yo para que quiero un pibe si no puedo estar con la madre. La madre ya tiene como siete hijos, ¿para qué la quiero yo ahora? Si yo estuve internado y ella tuvo como siete hijos más. –Prof. M. Orrego: ¡Pero es tu hijo! ¿No experimentas la necesidad de cuidarlo? –Paciente: No, para nada. –Prof. M. Orrego: Tu dijiste que no tuviste padre y madre… ¿tú piensas de algún modo que a él no le va a pasar nada malo… [¿Por estar en la misma condición?] [Interrumpe el paciente] –Paciente: No, no le va a pasar, si él está con la madre no le va a pasar nada. –Prof. M. Orrego: ¿De alguna manera llegas a pensar, porque eso es importante, que tú puedes ser un riesgo para el niño? –Paciente: [Enojado y vehemente] ¿Le parece? ¿No tengo buena conducta yo? ¿Qué le hace pensar a usted que yo soy un riesgo para el niño? –Prof. M. Orrego: Bueno, el hecho de que a veces en el curso de las intoxicaciones suceden cosas… –Paciente: ¡Yo no tomo ni me drogo más! –Prof. M. Orrego: Esa es una decisión inteligente, ¿cuándo fue tomada? –Paciente: Hace tiempo que le dije a la abuela que no me drogo más; es ella la que sigue diciendo que me drogo. –Prof. M. Orrego: Al ingreso en enero te hicimos análisis…[Detección de metabolitos tóxicos] [Interrumpe el paciente] página 64|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Violencia refractaria y estructura de salud –Paciente: Pero la abuela es fantasiosa, ella ve visiones y me las cuenta a mí como que yo lo hubiera hecho. Ella ve visiones mías y me las cuenta como si yo las hubiera hecho. Es fantasiosa. –Prof. M. Orrego: Nosotros sabemos que ella a veces aporta datos erróneos… Por ejemplo, que fuiste abanderado en la escuela. –Paciente: No, nunca fui abanderado. –Prof. M. Orrego: Cuando ingresaste al hospital te realizamos estudios de orina y detectamos que habías consumido sustancias. –Paciente: Sí, consumo de sustancias, pero no hay ningún problema con eso, porque yo la he dejado. –Prof. M. Orrego: Pero de alguna manera en todos los ingresos queda confirmado que ingresaste en malas condiciones… [Interrumpe el paciente] –Paciente: Con hambre. Si yo en la mayoría de las internaciones vengo porque tengo hambre. Yo mismo busco la forma de internarme porque me estoy muriendo de hambre, me hacen pasar mucha hambre en mi casa, me matan de hambre, no tienen corazón, comen encerrados ellos y yo miro. La abuela está muy equivocada, ella no está ni para ella. Se mea, se orina encima... –Prof. M. Orrego: Ella es muy anciana. –Paciente: A ella la tendrían que haber operado; el doctor que fue a casa le dijo que si no la operaban en ese momento después no la iban a poder operar. –Prof. M. Orrego: ¿Tú piensas que ella se encuentra deteriorada? –Paciente: Está muy deteriorada. No calcula bien, no sabe lo que es la plata. Si yo le pido que me compre un par de championes, no me lo compra, la deposita y después no sabe cómo sacarla. –Prof. M. Orrego: Al respecto del calzado... [Interrumpe el paciente] –Paciente: No tengo nada para ponerme, estoy de chinelas. –Prof. M. Orrego: Pero el otro día fuimos a tu casa, porque queríamos ver cómo vivías, …y casualmente ella nos mostró un par de championes nuevos que tú rechazaste. –Paciente: Le voy a mostrar. ¿Vio esto?… [señala el talón] no son iguales, porque yo a estos championes les tengo que poner una goma y no me sirven, porque si no no me entra el pie. Si me los pongo el talón me queda afuera. Es impresionante lo que sufro, no aguanto más. Yo me tengo que ocupar de mis cosas, porque mi abuela no me sabe comprar un pantalón ni nada. –Prof. M. Orrego: ¿No te parece que la abuela necesita de tu ayuda? –Paciente: Necesita un tratamiento y de que ella se quede quieta, porque ella hace muchas denuncias al pedo. –Prof. M. Orrego: Estuve en el lugar donde habitas. –Paciente: ¿Vio la pared roja que hay entrando al medio, que está agarrada de la puerta? Bueno, en esa pared hay agujeritos que tiene un papel del BPS; con eso tapé donde estaba la tarántula esa. –Prof. M. Orrego: ¿De qué tamaño era la araña? –Paciente: Era de muestra, de exposición; era una araña venenosa, casi me mata. –Prof. M. Orrego: ¿Realmente tenías la certeza de que la araña te iba a atacar? –Paciente: Era inmensa de grande, cómo no me iba a hacer algo. Era una necesidad de que me dejara entrar a la cocina [casa contigua] porque yo iba a comer. Esa noche por lo menos iba a tratar de comer ya que no había comido en todo el día. –Prof. M. Orrego: ¿Qué fue lo que hiciste exactamente? –Paciente: Le pedí que me dejara ir a la cocina, si el abuelo ya se iba a laburar, si yo me crie en esa casa. –Prof. M. Orrego: Fuera de ese detalle del papel… el resto del lugar se encuentra bastante deteriorado. –Paciente: Sí, está bastante deteriorado. –Prof. M. Orrego: Hay una puerta que le falta una parte… Hay un pedazo de techo que no está. Le pregunté a tu abuela y ella dijo que cuando tú estás mal destrozas todo. –Paciente: Ella se aferra a eso, pero ese techo no estaba, unas chapas que me habían regalado en el verano las vendí porque estaban muy agujereadas. Pensé que la abuela se iba Ateneo clínico Orrego M, Romano S, Pablo Fielitz P, Barrios M, de los Santos A, Giorgieff L, Vera J, Álvarez S.|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|página 65 Ateneo clínico a tranquilizar y yo iba a poder comprar las cosas con tiempo. Yo ya estaba por comprar las chapas para ponerlas en el invierno, pero la abuela no me deja hacer nada. Llega el verano y se alborota, no hay quien la banque. –Prof. M. Orrego: ¿Reconoces que a veces estás turbulento, un poco desorganizado, y que rompes cosas? –Paciente: No, yo no rompo nada. Si se me caen es porque se me cayeron. –Prof. M. Orrego: ¿Recuerdas el incidente en que agrediste al abuelo y lo heriste en un ojo? –Paciente: Él tiene el ojo, ve con ese ojo. Fue con un hondazo en defensa propia, porque él tenía un palo de cuatro metros que me lo quería meter por el culo y sacar por la boca. –Prof. M. Orrego: ¿Qué edad tenías cuando pasó todo eso? –Paciente: Diecisiete años. –Prof. M. Orrego: ¡Le tiraste con una honda! –Paciente: Sí, para poder salir del cuarto. Si se me abalanzó un negro gigante, con algo me tenía que defender. –Prof. M. Orrego: ¿Para qué quería él entrar ahí? –Paciente: No sé, me querría matar. Si me lo hace ahora le rompo la cabeza a piñazos. –Prof. M. Orrego: ¿Era el único que trabajaba? –Paciente: Yo estaba trabajando y ponía para la comida también. Ahora cuando salga le voy a decir a esa gente si me dan otra oportunidad de laburo. –Prof. M. Orrego: El problema es que consumiendo drogas... [Interrumpe el paciente] –Paciente: No consumo drogas, solo uso la plata para la comida. A mí no me alcanza la plata para la droga, y nadie me la va a regalar. Yo no consumo más, cuando salía de casa era solo por laburo. –Prof. M. Orrego: Pero el estudio de orina al ingreso dio positivo. –Paciente: Pero vendría de atrás, algo viejo. –Prof. M. Orrego: ¡Estás muy enojado! –Paciente: ¿Y cómo no voy a estar enojado? ¡Si estaba laburando! –Prof. M. Orrego: El dato que tenemos es que faltabas todos los días al trabajo. –Paciente: No, señor, yo laburaba un día sí y otro no, porque era pensionista, porque a los pensionistas no le dan laburo. Me dijeron que si había algo me avisaban, pero que por el momento no fuera más. Conseguí ese laburo, pero iba en días salteados, justo cuando tenía que ir a laburar pasó eso de la cocina. –Prof. M. Orrego: ¿Y la araña dónde estaba? –Paciente: Al lado, rompí todos los vidrios para que saliera alguien, si me habían dejado sin comer. –Prof. M. Orrego: ¿Y tú ahora qué quieres hacer, exactamente? –Paciente: Yo estoy esperando que me den el alta. Lo primero que voy a hacer cuando me pongan la plata en la mano es comprarme un par de championes, voy a comprar unas tiras de asado y los voy a hacer a las brasas. Tomaré un jugo o coca. –Prof. M. Orrego: Bueno, ahora vamos a considerar tu situación y luego nos comunicamos. Comentarios Prof. Mario Orrego: Al ingreso el paciente presentaba una psicosis tóxica como tantas otras veces; la anécdota nuclear del episodio es lo que aún refiere vívidamente. Cuando se encuentra en esas condiciones tiene una evaluación paranoide de las situaciones: es la araña, o el abuelo con el palo, que lo quieren aniquilar; y tiene la convicción de que el peligro es real. O sea, que en circunstancias tóxicas efectúa una interpretación analógica y paranoide delirante de la realidad, y se vuelve defensivo, hostil y exterminador. Habitualmente, en esas condiciones destruye la casilla, sale y ataca; el recinto es un desastre: tiene una organización caótica del espacio, no hay límites, todo está hecho pedazos, faltan sectores de techo, pared y aberturas. La abuela refiere que la desmantela a efectos de vender los materiales y lograr dinero para el consumo, después de gastar su pensión; pero, obviamente, el resultado es producto del descontrol mayor y la excitación psicomotriz. página 66|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Violencia refractaria y estructura de salud Semiológicamente, en la evolución en sala, en el primer mes de estadía presentaba fundamentalmente un síndrome desorganizativo, y cuando podía hilvanar algo y procesar el pensamiento, tenía ideas delirantes. Dudábamos acerca de si tenía alucinaciones en ese momento; al parecer, las había experimentado en la Urgencia. Se mantuvo mucho tiempo excitado, agresivo, violento, y luego fue mejorando hacia los dos meses. Aún mantiene las ideas de daño y perjuicio con relación a la familia. La abuela en realidad es una anciana con deterioro, correlacionado a patología cardiovascular, y hace lo que puede; tiene a su cuidado, a los 72 años, al bisnieto, el hijo del paciente, de 10 años. Como el paciente dice, esa “adopción” fue parte de “un trato” con la compañera, desde antes del nacimiento: si era varón lo criaba él (la abuela), y si era nena la criaba ella. La madre del niño también era adicta, con trastornos de conducta, y portadora de una lesión cerebral secuelar postraumática. La preocupación mayor con relación a la asistencia de la patología del paciente, es respecto a los procedimientos, en el sentido de qué hacer con él, dado que queda excluido de los programas de la estructura sanitaria actual. Entretanto, otra preocupación es de qué manera se disminuye el riesgo a este niño, que ahora está con la abuela enferma, y que en algún momento va a quedar sin ningún respaldo, dado que, como constataron, él no asume para nada el rol de protección a la cría. Tiene afectados los registros evolutivos de la especie, relativos al afecto fraterno, que se encuentran arraigados en el cerebro instintivo; realmente llama la atención la magnitud de la carencia de ternura de esta persona. Prof. Ángel Ginés: Llama la atención la intensa disposición paranoide del paciente. ¿Quienes lo han asistido piensan que esta es una condición permanente o que este estado corresponde a este período? Da la impresión de que su contacto con la realidad –con interpretación paranoide permanente durante la entrevista– es bastante precario; más allá de los aspectos antisociales, parece estar inmerso en un mundo persecutorio. Una pregunta que nos hacemos es si los actos antisociales los realizó en ese estado. Prof. Sandra Romano: La actitud del paciente está también vinculada al reclamo del alta. Hace un mes y medio que espera la instancia del ateneo con la idea de que acá se va a poder resolver la situación. Ha estado muy reivindicativo con este tema e interpreta que, de alguna manera, se están haciendo las cosas como para que no se pueda ir, o que las condiciones en que se plantea su salida del hospital no son las que él quiere. Teme que en lugar de ir a su casa, vaya a una casa de salud o similar. Yo creo que eso es bastante adecuado a la realidad, lo que interpreta él con relación a su atención. Tenemos muchas dudas en cuanto a cómo establecer un plan para el alta, que dé seguridad. Ateneo clínico Prof. Laura Viola: Quiero agradecer la invitación, que ofrece una valiosa oportunidad de intercambio entre ambas clínicas, y felicitar la presentación del paciente. Se trata de un paciente que presenta un cuadro muy evolucionado con relación al consumo de sustancias, presentación clínica que es muy infrecuente en la práctica de la Psiquiatría Pediátrica. Por otra parte, las conductas antisociales, el trastorno narcisista de la personalidad de base, que es importantísimo en este paciente, forman parte de cuadros complejos habituales en nuestra consulta donde las carencias afectivas primarias, las discontinuidades en los vínculos, la negligencia o el maltrato en su forma más general y los abandonos, suelen estar en la base y los consideramos factores patogénicos de fundamental importancia en la génesis de estos trastornos. Encontramos en el paciente una historia personal de abandonos reiterados, un núcleo familiar inconsistente y expulsivo, cuya integración se ve profundamente afectada por muertes, encarcelamiento, entregas en adopción, alterándose la continuidad en los vínculos con rupturas y separaciones definitivas. No hay ninguna continencia familiar, y obviamente, él no puede establecer con su hijo de 10 años ningún vínculo empático, que por otra parte no tiene interiorizado. Sabemos desde Stern que los modelos de trabajo interno, que se construyen a partir de las experiencias de crianza, son estables y permiten establecer hipótesis predictivas en cuanto a los modelos de apego. Probablemente exista además una Orrego M, Romano S, Pablo Fielitz P, Barrios M, de los Santos A, Giorgieff L, Vera J, Álvarez S.|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|página 67 Ateneo clínico cierta rivalidad, competencia con su hijo, en la medida que el niño ocupa el lugar de único que él tiene; porque, curiosamente, él establece un vínculo con la abuela, como en esos vínculos ambivalentes que vemos con la madre, en la que la abuela pasa a tener el lugar de la madre, y adonde se reclama un lugar privilegiado con respecto a él. El otro, de 10 años, no puede, bajo ningún punto de vista, funcionar como integrante ni el padre asumir un rol de cuidador. Pero lo que quería decir, además, es que por la historia que él tiene de trastornos del comportamiento y expulsiones del colegio, de las escuelas, de comportamientos agresivos, seguramente debe de haber sido absolutamente imposible contener a esta persona. Hubiéramos podido hacer, probablemente, en ese momento, el diagnóstico de un trastorno explosivo intermitente, un trastorno de conducta, y seguramente hubiéramos pedido un EEG, en los que a menudo se ven alteraciones a nivel témporo-parietal. Esto forma parte de historias que vemos en los trastornos explosivos. Con todos estos antecedentes familiares y todo lo demás, hubiéramos, en esa época, indicado reguladores del comportamiento como carbamazepina. Seguramente, una intervención oportuna hubiera podido modificar la evolución tórpida del paciente, incidiendo favorablemente en el pronóstico. Con relación al niño de 10 años, tiene una presentación, según la historia pues no lo conozco personalmente, por déficit atencional, y tiene además un trastorno del comportamiento en la casa, con una presentación limpia a nivel escolar, lo que alude bastante a los trastornos cíclicos, de inicio muy precoz. Por el tipo de presentación y con esta historia familiar no sería de extrañar que el síntoma distractibilidad correspondiera más al conjunto de alteraciones que venimos planteando que a un trastorno por déficit atencional, ya que falta la repercusión escolar que solemos encontrar. Habría que pensar si no vamos a tener un niño, producto de una tercera generación donde la repetición transgeneracional puede hacer prever una evolución muy tórpida. En el caso del uso en este momento de la carbamazepina, quizá deberíamos esperar más tiempo para ver su efecto, ya que en estos pacientes está demostrado que tres meses de uso es muy poco, recién después de los 4 a 6 meses de tratamiento adecuado en cuanto a monitorización de dosis se puede ver algún efecto. Dra. Adriana Martínez: Con referencia a nuestro paciente L. de 10 años, cursando 4to. año escolar con buen rendimiento e integración, queremos destacar que presentó un ADDH, síntomas depresivos que no constituyen un trastorno. El factor riesgo fundamental para un desarrollo estable en la vida futura de L. y de pronóstico desfavorable es la situación familiar y social, donde la patología del padre influye en forma muy negativa. A esto se le agrega el trastorno de vínculo existente entre los bisabuelos y L., así como entre la pareja misma. Dr. Pablo Fielitz: El paciente está tratado actualmente con ácido valproico 1200 mg por día y neurolépticos de depósito. Si se piensa en la terapéutica, lo que nunca se probó, y dado que esta persona puede estar circulando por las calles, es un fármaco antiandrógeno, del tipo de acetato de ciproterona o medroxiprogesterona, como inhibidores de la impulsividad sexual. No se ha manejado hasta ahora, y hay controversia ética en este tipo de medicación, porque prácticamente elimina todo impulso sexual, lo sano y lo no sano; pero si se considera el riesgo social puede tener cabida, teniendo en cuenta las conductas sexuales perversas o transgresoras que tiene y que en algún momento va a volver al medio. Prof. Guzmán Martínez Pesquera: El diagnóstico es bastante claro, se inscribe en los trastornos de personalidad y dentro de ese capítulo se trata de un trastorno de personalidad antisocial. El hecho señalado por los profesores Ginés y Gaspar, llama mucho la atención, porque este tipo de trastorno no tiene como característica la que se presenta en este paciente. Un antisocial puede hacerse el perseguido, pero siempre es muy inauténtico. En este paciente aparece la persecución como real, con gran miedo a que puedan matarlo; es una forma delirante. Podría ser considerada como una complicación, con similitud a lo que antes se conocía como paranoia alcohólica, página 68|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Violencia refractaria y estructura de salud trastorno permanente producto de la droga que es el alcohol. Por otra parte, se ha demostrado en este paciente importantes alteraciones encefálicas, localizadas en los lóbulos frontal y temporal, hecho que debe ser tenido en cuenta muy especialmente. Frente a este hallazgo creo que debe plantearse el uso de psicofármacos como la carbamazepina y los antipsicóticos. Me parece interesante traer la concepción de Piaget, cuando sostenía que las personalidades antisociales podrían considerarse “dementes éticos” por su incapacidad para incorporar normas ético-morales. Estas personalidades presentan una indiferencia afectiva, que en él se ve muy claramente cuando se refiere al hijo y manifiesta: “no me importa”, “tanto me da”. Es incapaz de simular cierto aprecio por el hijo, aunque más no fuera para no ser criticado por las personas que lo están entrevistando. Desde el punto de vista médico legal es una persona muy peligrosa y creo que en salvaguardia de la sociedad podría plantearse medidas de seguridad eliminativas, situándolo en la cárcel, en un hospital carcelario que ya no existe en el país, pero que existía hace unos años. Pero sea cual sea su ubicación, lamentablemente, debe ser excluido de la sociedad. Realmente, cuando uno se pone a pensar qué se puede obtener con el tratamiento, confieso que mi expectativa es decepcionante. Quiero felicitar a los psicólogos que han hecho un estudio muy bueno y repetir lo que he manifestado otras veces: cuando los estudios psicológicos son realizados por personas bien preparadas en esta materia, son de gran ayuda en el diagnóstico y en este caso particular coinciden los datos obtenidos por medio de los diferentes test aplicados con el diagnóstico clínico. Dr. Danilo Rolando: En relación con los diagnósticos planteados estoy completamente de acuerdo. Solo deseo hacer una breve referencia respecto de la personalidad del paciente. Como se ha manifestado, todo apunta a sostener el diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad, sustentado en una historia de trastornos conductuales severos desde su infancia y adolescencia, el tipo de relaciones objetales de carácter explotativo-parasitarias, las conductas psicopáticas en el medio familiar y también en el medio hospitalario. Por otro lado, en relación con los elementos paranoides que han destacado los profesores Ginés y Gaspar, si bien la ideación paranoide pudo corresponder a la psicosis orgánica-tóxica, pienso que constituyeron una “amplificación” de tendencias paranoides más permanentes en el paciente, que se observan aun después de la mejoría clínica y en su curso de vida, de modo que parecen formar parte de sus rasgos de personalidad. Entonces, dentro del planteo diagnóstico, me hizo pensar en el cuadro descrito por Otto Kernberg como “narcisismo maligno”, uniendo los trastornos paranoides y narcisistas. No obstante, me inclino a mantenerlo como un trastorno antisocial de la personalidad, dado que no presenta las características distintivas del “narcisismo maligno”, en la medida que en este paciente no aparecen, ni por asomo, sentimientos altruistas, preocupación por el otro, sentimientos depresivos y de culpa. En relación con los elementos paranoides, desde mi punto de vista, estarían también insertos dentro de sus rasgos de personalidad. Ateneo clínico Psic. Sandra Álvarez: Discrepo con el planteo de ideas paranoides, y creo que este paciente quiere demostrarnos que es víctima. Él no confunde la realidad, él no tiene un problema, y la prueba de realidad se conserva. Puede equivocarse en la forma en que nos va a convencer para que se firme el alta, porque se puede equivocar cualquier persona a la que no le falle el juicio, pero todo el tiempo minimiza sus actos y le echa la culpa a los demás, como una forma de decir “acá soy yo el víctima”, “no me dan de comer”, “yo soy un desgraciado”. No se trata de que él crea que vengan extraterrestres, no hay un delirio sistematizado, no hay psicosis. Con respecto a lo que planteaba el Dr. Fielitz, creo que no debemos confundir que en las perversiones sexuales de este paciente el deseo no va a desaparecer por más o menos hormonas; nunca el deseo fue solamente un problema químico. Orrego M, Romano S, Pablo Fielitz P, Barrios M, de los Santos A, Giorgieff L, Vera J, Álvarez S.|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|página 69 Ateneo clínico Dr. Pablo Fielitz: Ha sido comprobado que con fármacos antiandrogénicos, casi se termina aboliendo el deseo sexual. En algunos países hay programas de tratamiento de este tipo para delincuentes sexuales. No logran eliminar un 100% el deseo sexual, pero provocan un descenso significativo, y aparentemente ese protocolo se encuentra respaldado por los datos de tasa de recidivas baja en delitos sexuales. Prof. Manuel Alcalde: En cuanto a diagnóstico estamos todos más o menos de acuerdo. En cuanto a pronóstico y tratamiento, también estamos de acuerdo en lo poco que podemos hacer, en las pocas herramientas terapéuticas que tenemos para trabajar con estos casos. Pero a mí también me quedó pendiente el tema de los aspectos supuestamente persecutorios que aparecen en la entrevista con él, y no estoy de acuerdo con el Prof. Ginés ni con el Prof. Gaspar en ese sentido. Yo no creo que esté perseguido. Puede haber algo de manipulación, quizá, pero me inclinaría a pensar que más bien esto tenga que ver con el aspecto infantil y demandante de personalidad que tiene. Quiere que lo alimenten, que le compren championes, que lo traten como si él fuera el niño de la casa, y entonces no da lugar a que haya otro –como se manifestaba aquí hace unos instantes– que esté ocupando esa situación de hijo, y así él ocupar la posición de padre. Me inclino más a plantear esa posición infantil en la que está fijado, en la cual el consumo de sustancias pudiera explicarse también, desde esa personalidad demandante y voraz que tiene. Dr. Pablo Fielitz: Un tema que estuvo planteado en el ateneo pasado y que hoy se reitera, es el problema de los pacientes que, a nuestro entender, son legalmente responsables de sus actos, y desde el sistema judicial aparecen con declaraciones de inimputabilidad. Incluso en un caso como este, donde el forense informó en reiteradas oportunidades que de acuerdo con su experiencia técnica, el paciente era responsable de sus actos. Porque la historia natural de este sujeto es que hubiese sido procesado y enviado a prisión; es más, él en algún momento manifestó que preferiría estar en COMCAR y no en el hospital, y probablemente sea el lugar más adecuado de acuerdo con su funcionamiento. Pero la realidad es que no tenemos ningún lugar para este tipo de pacientes. En las cárceles funcionan mal, porque hacen frecuentemente intentos de autoeliminación, manipulan, generan conflictos, disturbios, motines. En los hospitales también funcionan mal, porque no tenemos lugares diseñados ni pensados para este tipo de pacientes; de manera que no vamos a encontrar ningún lugar ideal donde derivarlo, porque no existe. Recalco ese problema y, además, el de que cuando un paciente es declarado inimputable, frente a otro delito, la carátula de inimputable anterior hace que las chances de que nuevamente sea declarado inimputable sean altísimas; es algo frecuente y que complica después las estrategias de deshospitalización. Prof. Héctor Puppo: Estoy de acuerdo con el diagnóstico que se ha hecho. Con respecto a la duda de si está delirando, creo que no; creo que es uno de los mecanismos de la personalidad que él tiene. El problema es qué se hace con estos enfermos, al que yo personalmente no le veo solución. Dudo un poco con respecto a las medidas eliminativas permanentes que mencionó el Dr. Martínez Pesquera. Creo que en nuestro código no existen más esas medidas. En el hospital no puede estar este tipo de pacientes, porque como decía el Dr. Fielitz generan muchos problemas asistenciales, de distribución de drogas, etc. ¿Pero adónde los enviamos?. ¿A la cárcel…? ¿Con qué delito?… si no lo tienen, o los delitos que han cometido son evidentemente leves, y en poco tiempo van a salir de la cárcel. Entonces, lo que tendríamos que estudiar entre todos, y este que es un Ateneo de la Sociedad de Psiquiatría, sería fundamental considerar cómo se podría organizar, ver, pensar y crear algo en este momento, aunque sea un momento muy difícil. Hace como 30 años que venimos hablando de este tipo de enfermos, que no tienen un lugar en las instituciones, y llegan las comisiones de derechos civiles, americanas o no, y observan que estamos cometiendo transgresiones éticas. Habría que preguntarles a los miembros de esas comisiones acerca de lo que hacen en los países de origen, en los que ellos viven, con estas poblaciones de pacientes. Yo he recorrido página 70|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Violencia refractaria y estructura de salud muchos países, y las personalidades antisociales no tienen cabida en los establecimientos de los que he tomado conocimiento; por lo tanto, el problema es universal. Como dice el Dr. Bayardo, y tiene razón, si no está enfermo, si no ha cometido delitos legales, ¿por qué está internado en el hospital? Evidentemente, no debería de estar. ¿Pero puede estar en la calle? Ese es el problema de fondo en este Ateneo de la Sociedad de Psiquiatría. Justamente, son las sociedades científicas, junto con las autoridades, y la Cátedra de Psiquiatría, las que tendrían que proyectar la creación de un lugar en la organización. El Programa de Salud Mental le dedica a este tipo de enfermos dos renglones: crear una organización o un sistema que trate a este tipo de pacientes. Se ha cumplido en muchos aspectos con creces, pero evidentemente aún le falta mucho por cumplir, en otros. El tema es abordar, estudiar cómo se puede solucionar este tipo de problemas. Desde el punto de vista médico, y aun desde el trabajo de equipos multidisciplinarios, la experiencia indica que no tienen solución, o que es muy poco lo que se puede lograr. Desde luego que tenemos que pensar soluciones entre todos para estos pacientes, porque son resistentes: acá no pueden estar, afuera no pueden estar, y no sabemos dónde enviarlos. Prof. Sandra Romano: Hay dos aspectos en la consideración de los problemas clínicos que plantea este paciente: por un lado la discusión de qué deberíamos hacer y qué tipo de estructuras se debería crear, y, por otro, analizar la situación concreta en la que estamos hoy. Como equipo tratante una de las cosas que nos planteamos es si damos el alta a este paciente. ¿En que condiciones?, ¿con qué tratamiento? ¿O lo dejamos internado? Dentro de lo que hoy tenemos, aunque sea restringido, qué es lo que sería más pertinente hacer en estas condiciones. Prof. Héctor Puppo: Legalmente corresponde darle el alta, porque ya ha pasado el período de desintoxicación, con la duda de que es muy peligroso para él y para la sociedad, lo cual es otro problema. Prof. Ángel Ginés: Estos problemas son de la mayor importancia y resultan pertinentes para la asistencia a corto, mediano y largo plazo de este paciente y su núcleo familiar; pero desbordan ampliamente a este caso, hacia una creciente incidencia que lamentablemente se está generando en nuestra realidad social, cargada de riesgos. La defensa de los derechos humanos y la protección de los pacientes, sus familias y la comunidad incluye el derecho a la asistencia de estas personas, que debe ser realizada por el sistema sanitario y a la vez, subrayemos, por el sistema y las instituciones sociales. Pero la red de sostén social –familia, comunidad e instituciones especializadas– es muy precaria o inexistente; entonces aparece permanentemente la dificultad insoluble de hacernos cargo desde el servicio asistencial de situaciones, en rápido incremento de prevalencia, en las que la red social es imprescindible. Resulta urgente concebir un Proyecto en el que cooperen el Programa Nacional de Salud Mental con el Poder Judicial, el Ministerio del Interior e instituciones educativas y comunitarias para la asistencia y rehabilitación de estas personas en las que se implican de modo complejo los trastornos psicopatológicos con la descomposición social. Ateneo clínico Prof. Laura Viola: Este tema hay que plantearlo incluso desde el aspecto de la violencia familiar, donde hay un niño en peligro y donde no podemos tener garantías en cuanto a su seguridad, o sea, que se debería hacer un nuevo informe al juez, explicando que hay una situación de violencia familiar, por lo que este hombre no debería ser reinserto al domicilio, porque va a atacar a la abuela y agredir al niño, con tal de que no moleste. No podemos dar el alta sin un informe al juez, incluso al juez de menores y solicitando las medidas de protección para este niño que evaluamos como en riesgo, no sólo de violencia física sino también y fundamentalmente, para su desarrollo ulterior en los aspectos emocionales y de personalidad. A este núcleo familiar, desde el punto de vista de la psiquiatría pediátrica, este hombre no puede volver. Esto es fundamental. Orrego M, Romano S, Pablo Fielitz P, Barrios M, de los Santos A, Giorgieff L, Vera J, Álvarez S.|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|página 71 Ateneo clínico Prof. Mario Orrego: Entiendo que existe la necesidad de trabajar, para orientar al niño hacia un hogar sustituto, en acuerdo con la abuela, oportunamente, no en lo inmediato, dado que ella tiene sobrevida limitada. Hay que ir considerándolo para anticiparse a esa situación. Obviamente, ella sola no lo puede resolver, porque se encuentra sobrecargada por la historia y la actualidad. Prof. Laura Viola: Me parecen importantes las conexiones que se hicieron a nivel de los centros educativos. Nos es mucho más seguro tener un niño con estas características y en este contexto familiar, ubicado en hogares sustitutos, ofreciéndole un lugar de continentación que pueda garantizar la continuidad de los cuidados. No aparece como una necesidad inmediata buscar un hogar sustituto, pero eventualmente hay que tenerlo en cuenta. Prof. Mario Orrego: El Profesor Murguía envió su opinión al Ateneo. La Lic. Georgieff estuvo encargada de visitarlo en el Sanatorio en donde se encuentra internado, comunicarle la historia clínica y anotar sus comentarios. Antes de transmitirlos como cierre del Ateneo, voy a referirme a dos tópicos claves en la consideración de los múltiples problemas asistenciales que replantean de continuo estas patologías. Pienso que la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay, que está representada oficialmente hoy aquí por dos delegados, dado que este es su Ateneo, debe organizar un grupo de trabajo que propicie la concreción del Hospital Judicial en algún momento. Su creación fue recomendada hace décadas y, muy de acuerdo con la tradición verbalista de nuestro país, aún no se ha realizado. Se tendría que constituir un grupo de trabajo institucional permanente a esos efectos, para que, en algún momento, se logre la creación de una estructura sanitaria especializada, diferente del hospital psiquiátrico y el establecimiento carcelario, que pueda atender de modo debido a estas patologías tan complejas. Respecto de la patología, el paciente tiene problemas de larga data, característicos de trastorno de la personalidad, pero identificamos que en adición, muy complicado por la dimensión biológica. Tiene afectación de las funciones de su cerebro en lugares claves para la psiquiatría, de expresión comportamental, tales como el lóbulo frontal y el lóbulo temporal del hemisferio izquierdo. Las disfunciones en estas topografías se ven asociadas fundamentalmente a trastornos cognitivos y descontrol mayor de impulsos. Son evidencias que se documentan tanto en las psicosis esquizofrenosímiles como en los trastornos graves de personalidad. Constituyen fisiopatología que abona a favor del patrón de decodificación paranoide identificado, y que resulta tan obvio y sorprendente en sus reacciones, cuando pierde el precario equilibrio al interpretar eventos. Los sucesos inesperados le generan un tipo proyectivo de violencia: la araña es inequívocamente una “viuda negra” fatal, y el abuelo es un monstruo que lo va a aniquilar mediante “empalamiento”; son cosas tremendas las que refiere. Entonces, es un trastorno de personalidad con un patrón de SNC particular inestable disfuncional consolidado (encefalopatía disfuncional), que tiene a la época una evolución autónoma, independiente a la administración de sustancias psicoactivas. Realmente mejoró en el control de la agresividad en sala con la progresión de dosis a 20 mg/kg de CBZ asociada a haloperidol depósito 200 mg cada tres semanas. La doble cobertura neuroléptica y anticomicial fue útil en el control del comportamiento, pero recién a tres meses de su administración e ingreso, y el estudio realizado EEG actual, aún tiene marcadores de disfunción, bien focalizados. Son factores que explican la entidad de sus trastornos. Inevitablemente se agravan en la evolución de la libre vida cotidiana marginal de estas personalidades. Sabemos que el consumo de sustancias al alta ha sido su patrón de comportamiento habitual, y que ese es factor muy clave en la recaída a situaciones críticas desde el punto de vista biológico, con expresión de las peores versiones de su personalidad y crapulización, tal cual ocurre en los períodos del alcoholismo complicado y evolucionado. Entiendo que tendríamos que comunicarle al juez acerca de la elevada peligrosidad, y de que no es conveniente su reingreso al hogar, pero también que los riesgos disminuyen con cumplimiento del tratamiento, y la conveniencia de respaldar jurídicamente la continuidad de la asistencia. La Prof. Viola sugiere además página 72|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Violencia refractaria y estructura de salud que se establezcan medidas cautelares de alejamiento del hogar. Se trata de un conjunto de medidas extremas, obligatorias, providenciales, y tentativas, para reducir el impacto destructivo humano de esta patología, e idealmente interrumpir este desastre. A continuación se da lectura en toda su extensión a las opiniones del Profesor Daniel Murguía, precedidas de un reparo de orden metodológico: quiere dejar constancia sobre la dificultad y riesgo de opinar sobre un paciente que no ha visto, y expresa: Nació y se educó en un ambiente iatrogénico, con madre que ejercía la prostitución y hermanos delincuentes. Ha presentado conductas antisociales que van más allá de lo que generalmente produce el ambiente, y ha tenido algunas conductas discordantes. La relación de pareja la estableció con una persona de sesgo similar, también adicta al alcohol y drogas. Ha presentado conductas violentas, y llama la atención la falta de emotividad y empatía, aun hacia su hijo. Se podría decir que es producto de un ambiente patológico, actuando sobre una personalidad muy frágil y susceptible a descompensarse. La adicción a las drogas puede ser también propia de la personalidad mórbida. Si nos basamos solamente en las conductas, tendemos a pensar que es un ejemplo de la acción del medio ambiente en donde se desarrolló su personalidad, en el cual las inconductas eran la norma y la forma habitual de relacionarse entre los individuos. Pero la gravedad e intensidad de esas inconductas supera lo ambiental. Impresiona sobre todo la indiferencia en la confrontación de las transgresiones y delitos cometidos, y su falta de capacidad de vincularse con emotividad. Para Minkowski sería un elemento para diagnosticar esquizofrenia; a fines del siglo XIX, y principios del XX, estos cuadros se interpretaban, por la vulnerabilidad del enfermo y las circunstancias críticas de vida, como esquizofrenias reactivas, no genuinas. Su estar en la vida es absolutamente indiferente. Vive sin interés por nada, es un vivir que se asemeja a un vivir esquizofrénico; la compulsión tan intensa a drogarse puede estar, asimismo, correlacionada. Las lesiones prefrontales se encuentran en las esquizofrenias, aunque sin descargas paroxísticas. Esto último respondería a otra patología, probablemente evolutiva. Ateneo clínico Agradecimiento Los autores del presente ateneo agradecen al equipo de enfermería de la sala 8 bis del Hospital Vilardebó, coordinado por la Licenciada Sandra Pérez. Orrego M, Romano S, Pablo Fielitz P, Barrios M, de los Santos A, Giorgieff L, Vera J, Álvarez S.|Revista de Psiquiatría del Uruguay|Volumen 67 Nº 1 Agosto 2003|página 73