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Cuadernos de SU P I A Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Año I - N° 1 - Diciembre 2011 SUPIA Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Tapa: Walter Solón Romero, “Salud para todos”, 1985. Detalle. SUPIA Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Presidente Dra. Liliana Burgueño Vicepresidente Dra. Beatriz De León Secretaria General Dra. Myriam Schieber Tesorero Dra. Myriam Schieber Secretaria de Actas Dra. Irene Garcia Vocales Dra. Matilde Di Lorenzo Dra. Gabriela Garrido Prof. Dra. Laura Viola Br. Gral. Artigas 1515 C.P. 11.200 Montevideo - Uruguay E-mail: secretariasupia@gmail.com Cuadernos de SUPIA Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Año I - N° 1 - Diciembre 2011 Contenido Editorial. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Bipolaridad en niños y adolescentes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 Birmaher, B. El niño portador de un trastorno grave del humor y del comportamiento. Investigación clínica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 Viola, L. La construcción del sujeto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 García Maggi, I. Aspectos emocionales del niño enfermo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44 di Lorenzo, M. Algunas apreciaciones sobre el Intento de Autoeliminación. . . . . . . . . . . . . . . . 52 Martínez Schiavo, A. Psicofarmacología de la ansiedad y la depresión en niños y adolescentes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 Birmaher, B. La disfunción tiroidea en el niño portador de un trastorno grave del humor y del comportamiento evaluado con CBCL-DSS. Investigación clínica en Latinoamérica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82 Viola, L.; Kehyaian, V.; Laxague, A.; Ruiz, R.; Curone, G. ¿Negativistas o Deprimidos?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 Miller, D.; Laxague, A. Trastornos alimentarios en la adolescencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102 García Maggi, I. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia9 Editorial Los cuadernos de SUPIA surgen como corolario de un arduo trabajo de la Comisión Directiva durante estos dos últimos años. Pretenden consolidar un largo camino de construcción de una identidad profesional, que nos incluya a todos los Psiquiatras Pediátricos y habilite y sostenga las diferencias. La Psiquiatría Pediátrica surgió en nuestro país desde el ámbito de la Pediatría. Hoy en día ocupa un lugar claramente diferenciado dentro del campo de las especialidades médicas. La parcialización del conocimiento médico, marcado por los avances científicos y tecnológicos, realiza invalorables aportes en áreas específicas. Esto a su vez, conlleva el riesgo de obstaculizar una comprensión del sujeto como ser integrado, indivisible, en interacción con otros. La Psiquiatría Pediátrica se ve enfrentada a un doble movimiento: diferenciación y acercamiento a disciplinas afines. Paradoja ineludible, la identidad se construye en el encuentro con los otros. Este primer tomo de los cuadernos de SUPIA pretende ser un paso más, mojón puesto en letra, para abrir un espacio de pensamiento que habilite la integración de distintas dimensiones del sujeto: cuerpo, afectividad y vínculo en un entramado familiar y social. El Psiquiatra de Niños ya no puede trabajar encerrado en su consultorio, las patologías actuales obligan a nuevas formulaciones de la práctica profesional y no es posible desconocer los avances y desarrollos de las múltiples disciplinas implicadas en el trabajo con la infancia. En este período nos comprometimos a acompañar los necesarios cambios que implica el crecimiento, incorporando distintas formas de comunicación con los socios y con las sociedades interesadas en la infancia. Una actitud rigurosa y constante, nos ha permitido posicionarnos dentro del ámbito médico, científico y gremial, en un lugar de respeto y reconocimiento, con una identidad propia. Los artículos aquí reunidos, son en su mayor parte la compilación de algunas de las actividades científicas desarrolladas por SUPIA a lo largo de estos dos años. Las temáticas planteadas: el trastorno bipolar en la infancia y la adolescencia, el niño sujeto de derecho, psicofarmacología de la ansiedad y los trastornos del humor, trastornos de la alimentación, aspectos emocionales del niño enfermo, intentos de autoeliminación, agresividad en los trastornos internalizados y externalizados, alteraciones de las hormonas tiroideas en los trastornos del humor, dan cuenta de la multiplicidad de intereses, las distintas aproximaciones teóricas, las múltiples concepciones psicopatológicas , es decir las diferentes miradas acerca del sujeto. Hoy más que nunca, en un mundo globalizado y a su vez fragmentado, es necesario que nuestra disciplina sostenga una discusión profunda acerca de la concepción del sujeto, su constitución y devenir, porque no debemos perder de vista que la práctica se sustenta en estas concepciones. La Directiva 10 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Bipolaridad en niños y adolescentes Birmaher, B. * Voy a hablar sobre el Trastorno Bipolar en niños y adolescentes y les voy a presentar su validación y las controversias. Danny tiene 10 años y durante los últimos tres años ha estado experimentando episodios recurrentes de depresión mayor de 3- 4 semanas de duración, caracterizados por: tristeza, irritabilidad severa, ideas de suicidio, problemas de concentración, negativa a ir a la escuela o hacer las tareas y trastorno del sueño. Presenta también episodios recurrentes que duran una o dos semanas, en los cuales está muy eufórico, más de lo esperado para su edad. Cree que es el hombre araña y a veces realiza actividades que ponen en riesgo su vida. Está hiperactivo, no se puede quedar sentado. Su conducta es disruptiva, desafiante e intrusiva. Tiene fuga de ideas, verborragia, se pone grosero, interrumpe, es hipersexual verbal y físicamente. En el colegio toca a las niñas, ha tratado de tocar a la profesora, en la familia lo hace y llora porque no se puede controlar. A veces no duerme, dice que no necesita hacerlo, en la noche se queda jugando con la computadora y viendo páginas pornográficas, o llama a los amigos a la madrugada porque necesita hablar con ellos y no cree que sea incorrecto. Si Danny tuviera 25 años, no habría dudas que tiene un Trastorno Bipolar. Sin embargo como tiene 10 años, muchos profesionales no * Boris Birmaher MD. Professor of Psychiatry. University of Pittsburgh Medical Center. Western Psychiatric Institute and Clinic. estarían inclinados a darle este diagnóstico. Aunque el caso de Danny es muy claro, sin el diagnóstico y manejo adecuado nunca hubiera respondido bien al tratamiento. Esto es importante, pues estudios retrospectivos en adultos han mostrado que se demora alrededor de diez años desde el inicio de los problemas de conducta hasta que se hace el diagnóstico de bipolaridad. Durante esos diez años la persona ha estado envuelta en problemas, a veces con intentos de autoeliminación (IAE). Les voy a presentar otro caso que no es tan claro. Amy es una niña de 11 años que fue derivada a nuestra clínica para su evaluación. Desde hace 2 años presenta episodios depresivos de 2 a 10 días de duración con los siguientes síntomas: tristeza, llanto fácil, cansancio, falta de motivación, irritabilidad, dificultad para concentrarse, aislamiento, insomnio, rabietas e ideas de suicidio. A veces tiene episodios recurrentes que duran 2 o 3 días durante los cuales está más activa, mas motivada, verborreica, muy feliz y amigable, impulsiva, con mucha energía, le aumenta la autoestima, duerme 3 a 4 horas. Los síntomas están repercutiendo en el funcionamiento familiar y en el colegio. De acuerdo a los requerimientos del DSM-IV, a Amy se le diagnosticó un Trastorno Bipolar No Especificado (TBNos), y está siendo tratada como bipolar, con muy buena evolución. También tiene Trastorno por Déficit Atencional con Hiperactividad (TDAH) Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia11 Gráfico 1 12 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia y eso genera dificultades con el diagnóstico diferencial, porque en esos 2 o 3 días que está más habladora, más activa, con mucha energía y muy motivada, se confunde con un TDAH. Puede surgir la duda que tenga un TDAH y además una depresión reactiva o un Trastorno Bipolar y un TDAH. No hay ningún examen médico ni test psicológico que nos ayude con el diagnóstico. La resonancia magnética se usa solamente como instrumento de investigación. El diagnóstico es clínico, basado en nuestra observación y el testimonio de padres, maestros, etc. A Amy y Danny, los conozco hace mucho tiempo y ambos tienen un Trastorno Bipolar. Muchos estudios retrospectivos realizados con adultos bipolares muestran que el Trastorno Bipolar se inicia antes de los 25 años. Hay un estudio de Kraepelin de 1921 en Gráfico 2 el cual, la mayoría de los pacientes comenzó antes de los 25 años. Pero también hay estudios más recientes: un estudio de 2009, un estudio de 5 países de Europa del 2010, un estudio francés, un estudio del 2003 en E.E.U.U. (Gráfico 1) que muestran iguales resultados En un estudio de casi 4000 pacientes con Trastorno Bipolar, el 67 % empezó el trastorno antes de los 18 años y una gran proporción (30%) antes de los 13. (Gráfico 2) También en un estudio que hicimos, entrevistamos padres de niños bipolares, y les preguntamos a qué edad empezaron con los síntomas bipolares, el 64% lo hizo antes de los 20 años y el 18% antes de los 13 años. Todos los estudios concuerdan. Si bien son estudios retrospectivos y por lo tanto sesgados, la existencia de alrededor de 15 estudios publicados, realizados por in- Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia13 vestigadores diferentes y con metodologías diferentes nos brinda una evidencia bastante contundente que el Trastorno Bipolar existe antes de los 25 años. ¿Por qué no vimos el Trastorno Bipolar y lo diagnosticamos anteriormente? En retrospectiva, recuerdo 2 o 3 niños que hoy diagnosticaría como bipolares. Cuando era residente en la universidad de Columbia, en Nueva York, vi un niño hispano de 7 años con un TDAH, que no respondía bien a los estimulantes ni a la terapia. La policía lo encontró varias veces en la Quinta Avenida de Manhattan, caminando a las 2-3 hs de la madrugada. Abría el refrigerador y se comía toda la comida. Al final dijimos que era resistente al tratamiento y el problema era que lo diagnosticamos mal. Gráfico 3 Una forma de validar cualquier trastorno en psiquiatría y en medicina, es hacer estudios familiares. Si el trastorno existe, tiene que presentarse en las familias. Hay dos maneras de hacerlo: el “top down family study” y el “bottom up”. El “top down” primero estudia a los padres y después a los hijos. El “bottom up” es al revés, primero se estudian los hijos, y luego la familia. Esperamos encontrar una mayor frecuencia de Trastorno Bipolar en los hijos de padres bipolares y en los padres de niños bipolares, que en los controles. Hay muchos estudios. Les voy a mostrar un “top down family study” que hicimos en Pittsburgh con 388 niños de padres bipolares, y 251 niños tomados al azar de la comunidad, como grupo control. (Gráfico 3). Encontramos casi un 12% de niños bipolares hijos de padres bipolares y sólo un 1% en los hijos de 14 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia los padres controles. Es decir que es 12 veces más frecuente encontrar el Trastorno Bipolar en los hijos de padres bipolares que en los hijos de los controles. Los hijos de padres bipolares tienen un alto riesgo de ser bipolares, aunque no necesariamente el hijo de un padre bipolar va a serlo. En estos estudios se investigó además sobre la psicopatología de los padres, el ambiente familiar, el TDAH, etc. Estos niños no solamente tenían Trastorno Bipolar, sino también un alto riesgo para Trastornos de Ansiedad y Trastornos de Conducta. Lo que no encontramos fue un alto riesgo de TDAH. Si bien tenían más TDAH que los hijos de los controles, la diferencia no era estadísticamente significativa. Seguimos estos niños durante siete años pero todavía no lo hemos publicado. Antes de los 10 años, como se ve en el gráfico 4, empieza a separarse el grupo de los hijos de padres bipolares de los otros grupos y, sigue en ascenso. También hay muchos estudios “bottom up”, vamos a hablar de 2 de ellos. El grupo de Boston trabajó con niños con: 1) Trastorno Bipolar I, 2) TDAH y 3) controles. Se estudió el riesgo en sus grupos familiares, y se encontró que los familiares de los niños bipolares tienen un alto riesgo de presentar un Trastorno Bipolar. Los niños con TDAH y los niños control no tienen diferencias, es bastante específico para la bipolaridad. El otro estudio (Gráfico 5) es un poco más complejo porque examina: 1) familiares de niños bipolares, 2) familiares de niños con TDAH y 3) familiares de niños normales. Se encontró una gran cantidad de familiares con depresión mayor en las familias de los niños bipolares, y de los niños con TDAH y eso es lo que también se ve en la clínica. Los niños del grupo control tienen algunos familiares con depresión, pero en la misma proporción que la población general (10- 20%). En contraste, los niños con Trastorno Bipolar tienen muchos más familiares con Trastorno Bipolar que los niños con TDAH, y muchísimo más que los niños sanos. Que el Trastorno Bipolar se presente en familias es muy importante a nivel clínico, porque ayuda en el diagnóstico y a desculpabilizar a las familias y a los niños. Muchos se sienten muy culpables, creen que el niño o ellos hicieron algo malo y por eso su hijo es bipolar. Es como si el niño tuviera diabetes que no es culpa de nadie. Estudios de gemelos idénticos, criados en familias diferentes, uno en su familia de origen con un padre bipolar y el otro en una familia sin bipolaridad, muestran que la posibilidad de que ambos gemelos sean bipolares es del 70%, a pesar de que estén en familias totalmente diferentes. El componente genético es altísimo. El problema es que no hemos encontrado el grupo de genes responsable de la trasmisión, y los métodos actuales no son suficientemente sensibles. Tampoco se sabe cómo se trasmite. El Trastorno Bipolar existe en las familias, y puede aparecer tempranamente. La mayoría lo inician antes de los 25 años, sobre todo durante la adolescencia. Cuando comienza en la niñez son de difícil diagnóstico. Hay un gran dilema, primero se negaba la existencia del Trastorno Bipolar en niños, y de pronto se volvió como una moda que aparecía en los medios de difusión. Todo el mundo empezó a diagnosticar Trastornos Bipolares, las consultas y los hospitales en E.E.U.U. se llenaron de niños con Trastorno Bipolar mal diagnosticado. A mí también me llegan muchos niños con diagnóstico bipolar y no lo tienen. Pero lo opuesto también es verdad, hay muchos niños que son bipolares y se realizan otros diagnósticos. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia15 Gráfico 4 Gráfico 5 16 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia En Pittsburgh hace 5 años empezamos un estudio multicéntrico, que se hizo en 3 lugares del estado de Ohio. Se llama LAMS: “Longitudinal Assessment of Manic Symptoms”, que es la evaluación longitudinal de síntomas maníacos. (Gráfico 6) El objetivo era saber si los niños que consultan por síntomas maníacos evolucionan a la manía. Se tomaron niños provenientes de las clínicas generales. Se les dio un protocolo con una lista de síntomas maníacos, en el que se hizo un corte llamado “The Global Behaviour Inventory” (GBI) y fue 12. Es un corte bajo, porque queríamos que el estudio fuera más sensible que específico, para tener una muestra suficientemente grande y poder seguirla. A los niños que tenían más de 12 les preguntamos si querían participar en el estudio, se utilizó el K-SADS, que es un instrumento diagnóstico y los seguimos cada 6 meses. También tomamos una muestra un poco más pequeña de niños que venían a las clínicas y tenían un corte menor de 12, casi sin síntomas maníacos, como grupo control y los comparamos a través del tiempo. Es una muestra semi-epidemiológica porque son niños que consultan, no son seleccionados de la población general, pero nos da una idea aproximada de cuántos niños que vienen a las clínicas tienen realmente este trastorno. De los 5000 pacientes que entrevistamos, alrededor de 2600 completaron el instrumento y de ellos, 1124 tuvieron un puntaje superior a 12. Es decir que el 46% de los niños que consultan en las clínicas universitarias, tienen síntomas significativamente maníacos. Es un número bastante alto que nos dice que no es raro que los niños tengan síntomas maníacos. Hay un grupo de investigación en Inglaterra y dos grupos en E.E.U.U., que están mostrando lo mismo: los síntomas maníacos a esta edad son frecuentes, sobre todo cuando el umbral es tan bajo. Del 46% de los niños con síntomas maníacos, 625 tenían lo que nosotros llamamos “Elevated Symptoms of Mania” positivos (ESM+). De ellos, 621 niños elegidos al azar hicieron el K-SADS, y solo el 25% eran bipolares. La cantidad de niños bipolares que consultan en las clínicas es muy pequeña pero no sabemos cuál es la epidemiología. Usando los instrumentos que tenemos ahora y el DSM podemos diagnosticar el Trastorno Bipolar en los niños con síntomas maníacos. Pero no porque un niño tenga síntomas maníacos es bipolar. Hay que hacer el diagnóstico con la historia clínica. También se incluyeron en el estudio 86 niños con puntajes en el GBI menor de 12 a los cuales llamamos ESM- (Gráfico 7) El 51% de los EMS + tenía Trastornos Disruptivos como Trastornos de Conducta y Oposicionista Desafiante, contra 36% en los EMS-. El 43% tenía cualquier Trastorno del Humor contra 22% en los negativos. El 25% de los ESM + tenía Trastorno Bipolar comparado con 8% en los EMS-. La mitad de los niños con Trastorno Bipolar tenía un Trastorno Bipolar No Especificado, porque la hipomanía y la manía no cumplían con los 4 y 7 días respectivamente que determina el DSM. Si disminuyo el número de días requerido, muchos de estos niños van a ser bipolares tipo II. Este estudio muestra que sí hay niños con Trastorno Bipolar, pero son la minoría de los niños que vienen a las Clínicas Universitarias, que son centros de referencia para niños con problemas severos. Tal vez si se hiciera este estudio en una clínica de salud mental de barrio se encuentren aún menos. Hace 12 años iniciamos una clínica llamada CABS, “Children and Adolescent Bipolar Services”, (Servicios para Niños y Adolescen- Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia17 Gráfico 6 Gráfico 7 18 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia tes Bipolares). Estos niños vienen derivados para confirmar el diagnóstico de Trastorno Bipolar, pero sólo un pequeño número de ellos tiene un Trastorno Bipolar I o II según el DSM como Danny. (Gráfico 8) Otro grupo grande tiene los diagnósticos del DSM I y II pero con episodios más cortos, como Amy, y debido al DSM estamos obligados a clasificarlos como TBNos. Muchos de los niños que vemos en la clínica, tienen síntomas de la esfera conductual y del humor. Estos son los niños que generan controversia: ¿Tienen un Trastorno del Humor? Algunos son bipolares, pero la mayoría no lo son, aunque a veces se diagnostican como tales porque en estudios publicados hace años para hacer diagnóstico de Trastorno Bipolar, los niños no necesitaban tener episodios, ni manía, ni euforia, solamente con irritabilidad crónica y severa alcanzaba. Gráfico 8 Estos niños tienen: 1) Labilidad del afecto, virajes del humor, tormentas afectivas. 2) Irritabilidad, rabia, agresividad. 3) Agitación, explosividad, rabietas severas. 4)TDAH. 5) Síntomas del Trastorno Oposicionista Desafiante y del Trastorno de Conducta. 6)Ansiedad. 7) Depresión Unipolar. 8) Abuso de Drogas. 9) Trastorno de la Alimentación. 10) Trastorno del Desarrollo tipo Asperger. Estos últimos, a veces son muy difíciles de diagnosticar, porque presentan una importante desregulación del afecto, se frustran fácilmente, tienen rabietas y con frecuencia los diagnostican como bipolares. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia19 El diagnóstico de bipolaridad es difícil aún en adultos. Primero porque tiene diferentes grados de severidad pudiendo ser desde muy grave a muy leve. Los casos leves en ocasiones no son diagnosticados porque la persona funciona muy bien y si se trata pierde la veta artística. Hay mucha gente que no toma la medicación porque le va muy bien cuando se pone hipomaníaca. Cuando es grave es más fácil. También el diagnóstico puede ser difícil pues hay muchos subtipos: Bipolar I, Bipolar II, Ciclotimia y TBNos. Puede ser psicótico o no y la enfermedad puede estar en diferentes fases: deprimido, maníaco, mixto, “rapid cycling”. Además de esto, en los niños el diagnóstico es aún más difícil que en los adultos por dos razones: 1) por los efectos del desarrollo en la expresión de los síntomas, y 2) por la dificultad que tienen los niños para expresar sus síntomas. Esto es un problema para cualquier enfermedad que tenga el niño. Pero es más fácil para un niño decir “mamá me duele el oído” que “mamá, estoy deprimido” o “hoy me siento eufórico”. Un niño de 10 años se puede poner eufórico, pero ¿cuándo la euforia es patológica? Aún no se ha investigado bien cuál es el límite. ¿Qué podemos decir entonces de los adolescentes, sobre todo cuando se reúnen en grupos, gritando, hablando, haciendo tonterías? Si no son bipolares saben parar, los bipolares no pueden hacerlo, aunque los TDAH a veces tampoco. Les voy a contar una historia, que es buena para mostrar la grandiosidad en un niño. Una niña de 4 años, que vi hace tiempo para una evaluación me dice que le gusta ser superniña y volar. Yo le digo “a mí me gustaba volar cuando era niño; si usted es superniña lléveme que el sueño de mi vida es poder volar con superniña”, ella me mira y me dice “¿usted es tonto o qué? yo estoy jugando”. Esta niña de 4 años sabía discriminar la realidad de la fantasía. El problema es cuando no pueden hacerlo. En E.E.U.U., un niño se tiró por un balcón a volar y hace poquito se mató un paciente en Pittsburgh que creyó que era el hombre araña y se tiró de un edificio, estando su padre al lado. Este paciente también usaba drogas y no sabemos si fue por la bipolaridad o por efecto de las drogas. Uno de los grandes problemas que tenemos con niños y también con adultos, es la dificultad para diagnosticar la bipolaridad cuando hay abuso de drogas. En los niños bipolares, hay un 80% de comorbilidad. Si es con el TDAH sus síntomas se sobreponen con los de bipolaridad. Si tiene problemas de conducta, el diagnóstico también es muy complicado. Por eso la mayoría de las veces, el diagnóstico de Trastorno Bipolar en niños y aún en adultos, es longitudinal, se hace a través del tiempo, salvo que sea muy claro. Con algunos pacientes es muy fácil porque los padres, el niño y los maestros nos dan el diagnóstico. Pero la mayoría no son así y yo le digo a los padres: “sí, posiblemente sea bipolar pero lo voy a seguir un tiempo, y el tiempo va a decirme si es bipolar o no” y a veces demoro 6 meses, incluso hasta 2 años en hacer el diagnóstico. Otro síntoma problemático es la irritabilidad, porque está presente en todos los trastornos psiquiátricos. Las rabietas son muy frecuentes independientemente del diagnóstico y produjeron muchas dificultades en el diagnóstico de bipolaridad y gran controversia dentro y fuera de E.E.U.U. Nosotros hicimos un estudio con una muestra muy grande de adolescentes y niños con trastorno bipolar para saber cuántos se presentaban con: 1) irritabilidad, 2) irritabilidad y euforia y 3) euforia. El resultado fue que 20 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia el 75% tenía irritabilidad y euforia, el 10% solamente irritabilidad y el 15% solo euforia. Lo mismo sucede con los adultos. Si únicamente presentan irritabilidad, no es posible hacer el diagnóstico con un solo síntoma. Para el diagnóstico se requiere la presencia de los otros síntomas. El “Temper Disregulation Dysphoria Disorder”: TDDD (ahora llamado DMDD), derivado del llamado “Severe Mood Dysregulation”: Desregulación Emocional Severa, es muy frecuente llegando al 50 % de la muestra. Si se confirma va a ser un diagnóstico diferencial importante. Los resultados del estudio del TDDDTrastorno de Desregulación Emocional en los 707 niños que participaron en el LAMS, estudio que aún no hemos publicado, fueron: - 80% tenían rabietas. 50% de las rabietas eran frecuentes, severas y repetidas. - El TDDD es una frecuente comorbilidad para los Trastornos Depresivos, los Trastornos del Espectro Bipolar y los Trastornos de Ansiedad. - El TDDD no se distingue del Trastorno Oposicionista Desafiante (TOD) o el Trastorno de Conducta (TC). - El 85% de los niños con TOD presentan rabietas frecuentes y severas. - Más del 70% de los niños con TOD o TC presentan TDDD. - Más del 90% de los niños con TDDD tienen TOD o TC. - El 85% de los niños con TDDD tienen TDAH. Enviamos estos resultados al comité del DSM V, expresando que si bien es prematuro, no estamos de acuerdo con el diagnóstico de TDDD por falta de evidencias. Estos niños con TDDD tienen una comorbilidad de casi el 100%. Entonces no es otro trastorno. Los niños con TDDD parecen ser el extremo de los niños con Trastorno Oposicionista Desafiante y entendemos que no requiere un diagnóstico diferente, pero aún es prematuro. Nosotros recomendamos clasificarlo como un subdiagnóstico de los diagnósticos ya existentes, porque es lo que se ve en la clínica. Por ejemplo: TDAH con o sin TDDD, depresión con o sin TDDD, ansiedad con o sin TDDD. Lo más adecuado es hacer un seguimiento longitudinal de estos niños durante 5 años y tener en cuenta la historia familiar, la respuesta al tratamiento, la biología, etc. Tal vez en 5 años veamos si requiere un diagnóstico aparte en el DSM o si estos niños tienen un Trastorno Oposicionista Desafiante o un TDAH más severo y no es necesario un diagnóstico diferente. Uno de los diagnósticos diferenciales más frecuente es entre el TDAH y la manía. (Gráfico 9) Los elementos que pueden ayudar son: 1. Un estado de ánimo muy expansivo, eufórico. No se ve en el TDAH pero a veces los niños con TDAH se ponen tontos, vertiginosos y lo parecen. 2. Grandiosidad, autoestima exagerada. Los niños con TDAH no tienen grandiosidad pero alardean (“bragging”). 3. Falta de necesidad de sueño. Los niños con TDAH son tan hiperactivos que les cuesta quedarse quietos, pero tarde o temprano se duermen. En los niños Bipolares es diferente, no necesitan dormir y a veces a las 2- 3 de la mañana están despiertos y no están cansados. Al día siguiente van al colegio de mañana y están como si no hubiera pasado nada. Eso es sospechoso de bipolaridad. Sin embargo si es un adolescente puede estar consumiendo cocaína, aunque es muy raro que un adolescente que ha dormido poco en la noche, no se duerma al día siguiente en el colegio. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia21 Gráfico 9 4. Fuga de ideas. Aceleración del Pensamiento. Generalmente no está presente en los niños con TDAH, pero en niños muy pequeños es muy difícil analizar ese síntoma. 5. Hipersexualidad. Si son niños sin historia de abuso sexual ni exposición al sexo lo cual hoy es difícil (TV, computadora, etc.) y el niño se pone hipersexual sin motivo aparente, es bastante sospechoso de bipolaridad sobre todo si se acompaña de otros síntomas: grandiosidad, falta de sueño, fuga de ideas. El TDAH no funciona así. Si el TDAH desaparece dos o tres meses y el niño está completamente normal o un poquito deprimido, y le vuelve y se le va, puede ser un bipolar. Un niño que consultó a los 6- 7 años, era hiperactivo y tenía un CI de 150 con mal rendimiento escolar. Muchos niños con TDAH en el consultorio son obedientes y se quedan quietos, pero este niño no. Tuve que esconder todo: abría los cajones, tiraba los libros al suelo, se metía debajo de la silla, se sentaba en mis rodillas, tocaba todo. Un TDAH clásico. Pero además tenía todos los síntomas del Asperger: no miraba a los ojos, no era afectuoso, era sumamente obsesivo con los horarios y líneas de autobuses y trenes que sabía de memoria. No tenía amigos y a veces se deprimía por todos los problemas, se aislaba, tenía ideas suicidas: lo encontraron sentado en la ventana de un tercer piso listo para tirarse. Esto puede suceder en los niños con TDAH muy severo, porque todos le dicen: “Juanito quédese quieto, Juanito usted molesta mucho deje de molestar, Juanito ponga atención”. También sucede en el asperger, llora porque no tiene amigos. A este niño lo tratamos con un estimulante de larga acción que lo ponía 22 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia un poco irritable, o sea que la dosis no se pudo subir, y tuve que darle un atípico, junto a terapia familiar y terapia con los profesores, etc. Como el padre es bipolar tuvimos que tratarlo también. Este niño estuvo casi dos años en mi clínica y evolucionó muy bien, el TDAH se controló, pero no totalmente, las rabietas casi desaparecieron, y mejoró el rendimiento escolar. Su problema mayor empezó a ser el Asperger y lo derivamos a una clínica especializada. A los 6 meses la madre me llama: “yo sé que usted no cree que mi hijo sea bipolar, pero hace 4 días que no duerme y en la noche lo encontramos haciendo dibujos de mujeres desnudas tomando tragos” un niño que no ha tenido ni contacto con sexo ni abuso sexual. Estaba muy conversador, grandioso, me daba órdenes, etc. Además del TDAH y el Asperger también es bipolar, lo que explica los ciclos depresivos, que nosotros habíamos interpretado como depresiones reactivas. Ahora tiene 16 años y está muy bien. Esta tratado con terapia individual y de grupo, con un estabilizador del humor, un atípico y un estimulante que he podido aumentar un poco más. Ahora mira a los ojos cuando uno se lo pide, está interesado en chicas de su edad y lo estamos entrenando en cómo ser apropiado con la chica que le gusta. Les cuento este caso porque yo era reacio al diagnóstico de Trastorno Bipolar y fue la madre la que me convenció. Por eso les digo que el diagnóstico muchas veces es longitudinal. El grupo de Eric Youngstrom hizo un estudio que van a publicar en poco tiempo con 6 muestras fuera de E.E.U.U. y 6 en E.E.U.U. En los 6 estudios dentro de E.E.U.U. la prevalencia del Trastorno Bipolar en general es de 1.7%. Si usan un criterio muy amplio, la frecuencia sube casi al 7% y si usan un criterio bastante estricto como el DSM BP-I/II es 1.1%. En los 6 estudios realizados en Europa, la prevalencia en general es muy parecida. Si se usa el criterio de BP-I y II es 1% y, si se usa un diagnóstico más laxo (pero menos laxo que el de los EEUU) es aproximadamente de un 2%. En general y teniendo en cuenta que hay problemas con el diagnóstico, creemos que la prevalencia del Trastorno Bipolar en niños y adolecentes es aproximadamente el 1%. Si tomamos casos más leves podría aumentar al 2%. Yo creo más en los estudios europeos que en los americanos que tomaron niños con síntomas muy leves. La prevalencia del Trastorno Bipolar I-II parece ser similar en todos los países. La controversia es que muchos de estos niños según mi criterio no son bipolares. Para conocer la evolución de estos niños hicimos un estudio en la Universidad de Brown, California y en Pittsburgh con 440 niños y adolescentes: 58% con Trastorno Bipolar I, 35% con Trastorno Bipolar No especificado y 7% con Trastorno Bipolar II y los seguimos 10 años. Lo que encontramos fue lo siguiente: Diferencia entre niños y adolescentes: Niños tienen: 1) Más TBNos o sea más síntomas sub sindromáticos. 2) Más episodios mixtos. 3) Más irritabilidad. 4) Más labilidad del humor. 5) Más alucinaciones sobre todo auditivas. 6 Más comorbilidad con: TDAH, TOD, Trastorno por Ansiedad de Separación. 7) El curso de la enfermedad es más grave, cuando empieza en la niñez. Cuanto más pequeños, peor pronóstico, o sea que hay que identificarlos y tratarlos lo antes posible. Adolescentes 1) Se asemejan a los adultos: 2) Más bipolares I y II, Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia23 3) Depresiones más severas, más melancólicas, más suicidas. 4) Manías más típicas y severas, con más euforia, más grandiosidad. 5) Más Abuso de Sustancias, más Trastornos de Conducta yTrastornos de Pánico Si bien después de entrar en el estudio, el 80% se recuperaron a los 4 años de seguimiento, el 60% tuvo una recurrencia sindromal. En los 4 años de seguimiento, el 42% del tiempo los sujetos estuvieron eutímicos (sin síntomas afectivos), el 17% del tiempo tuvieron síntomas sindromales y el 42 % del tiempo tuvieron síntomas subsindromales. O sea que en un 60% del tiempo de seguimiento los sujetos presentaron síntomas de la esfera del humor, ya sea sindromales o subsindromales. La mayoría de estos síntomas fueron depresivos, mixtos o con cambios frecuentes del estado de ánimo. Estos últimos resultados explican por lo menos en parte, que el diagnóstico en los niños es más engorroso. Comparamos también niños y adolescentes con Trastorno Bipolar I, con un grupo de adultos con Trastorno Bipolar I. El grupo de los adultos pasó más tiempo asintomático, presentó mucho menos trastornos mixtos y menos cambios de polaridad por año. Se sabe que los adultos más difíciles de tratar son aquellos que tienen un trastorno mixto, los cicladores rápidos y los que tienen más cambios del humor que el resto. Esto también explica la dificultad diagnóstica con estos niños, porque si es difícil diagnosticar adultos que tienen episodios mixtos o cicladores rápidos, es mucho más difícil diagnosticar y tratar niños que tengan este tipo de presentaciones. El Trastorno Bipolar en los niños se diferencia tanto en los síntomas como en la evolu- ción a largo plazo, sobre todo porque a menor edad encontramos más cicladores rápidos y más mixtos. Esto lo descubrió también Kraepelin, que en 1921 publicó que la mayoría de los episodios mixtos fueron reportados en pacientes cuyos trastornos comenzaron antes de los 30 años. En el estudio STEP-BD que hablamos al comienzo de la conferencia, y en el cual se reclutaron cerca de 4000 adultos, también se encontró que cuanto más temprano era el comienzo de la enfermedad, surgían más problemas funcionales, más recurrencias y pasaban menos tiempo en eutimia. Todos los estudios han mostrado que cuanto más temprano es el inicio de la enfermedad, peor es el pronóstico. Por lo tanto, el diagnóstico y tratamiento precoz podría mejorar el pronóstico. En nuestro estudio longitudinal aún no publicado, a los 5 años de seguimiento encontramos abuso de sustancias, sobre todo alcohol y marihuana. Entre los que consumían drogas, el 80% usaban más de 2 sustancias. El tratamiento precoz ayuda a prevenir el abuso porque la primera vez que los vimos aún no consumían. Una vez que comienza el abuso hay dos problemas: la bipolaridad y el abuso. Otro hallazgo en el estudio longitudinal (COBY) durante 5 años que tampoco publicamos todavía, es el riesgo de suicidio. 76 adolescentes (18%) que nunca habían tenido intentos de suicidio cuando entraron en el estudio, hicieron un IAE. De estos sujetos, 31 adolescentes hicieron más de un intento. Los métodos usados fueron: cortes con intensión de matarse: 30%, sobredosis: 21%, ahorcamiento: 8%, saltar de un edificio: 5%. Esta es otra posibilidad de tratamiento preventivo porque estos niños nunca habían hecho un IAE cuando consultaron, fue en el seguimiento que surgieron estos síntomas. 24 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Conclusiones El Trastorno Bipolar según el criterio diagnóstico del DSM IV 1. Existe tanto en niños como en adolecentes, sobre todo en estos últimos 2. Se trasmite en las familias y tiene una base genética. 3. El diagnóstico en niños puede ser muy difícil, especialmente la identificación de grandiosidad y euforia sobre todo en niños pequeños. 4. Hay diferencias en la presentación clínica durante las distintas etapas del desarrollo. 5. Usualmente aparece a edad temprana, más frecuentemente en la adolescencia. 6. La prevalencia aún no la conocemos, pero recientes estudios la ubican entre el 1% y 2%. 7. Repercute severamente en el desarrollo normal del niño, aumenta el riesgo de suicidio y de abuso de sustancias y produce problemas psicosociales: afecta las relaciones familiares, provoca el sufrimiento de los hermanos que viven con el paciente, trae problemas económicos Estos estudios que he presentado se realizan en varias ciudades de E.E.U.U., con la participación de un numeroso grupo de gente y la colaboración de las familias y el Instituto Nacional de Salud Mental. Vamos a continuar el seguimiento otros 5 años. La mayoría de estos niños van a ser adultos jóvenes, muchos de ellos tienen 25- 26 años y queremos investigar su evolución: si siguen siendo bipolares o no y en ese caso por qué los diagnosticamos como tales cuando consultaron. Los resultados nos van a ayudar a pensar y a hilar fino en el diagnóstico. Preguntas 1- Te pediría que nos hables del tratamiento aprovechando que además de ser un investigador, también tenés mucha experiencia clínica 1- Si el diagnóstico es controversial el tratamiento también. Es tan complicado en niños y adolescentes como en adultos, porque el paciente puede tener depresión, manía, mixto, psicosis, hipomanía. Puede venir eutímico o descompensado. Puede tener bipolar I, II, TBNos, y cada una de estas variaciones puede implicar tratamientos diferentes. Hay que implementar tratamientos psicosociales, farmacológicos, psicoeducativos y tener en cuenta tratamientos psicosociales sin psicofármacos. No hay estudios randomizados en niños y adolescentes sobre la prevención. En adultos sí y nos guiamos por ellos. Pero no todo lo que funciona en adultos funciona en niños. Lo único que hay en niños en este momento, son estudios randomizados para el tratamiento de la manía aguda y los estados mixtos. No hay estudios para la depresión y en adultos tampoco hay estudios para la depresión bipolar. Es una lástima, porque los Trastornos Bipolares en niños y en adultos se manifiestan fundamentalmente con depresión. Por ahora, el mejor tratamiento en niños y adolescentes con manía o episodios mixtos son los antipsicóticos atípicos, porque actúan rápidamente y dan buenos resultados. Los estudios muestran que en 3- 4 semanas muchos niños ya están respondiendo. Se usan casi todos los atípicos. En este momento hay estudios con quetiapina, aripiprazol, olanzapina, risperidona y ziprasidona. Todos mostraron más eficacia que el placebo. Estas investigaciones también mostraron que los atípicos funcionan mucho mejor que el litio y el valproato, pero si se incluyeron muchos niños que no eran bipolares, estos psicofármacos Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia25 no ayudan al TDAH. En muchos estudios no hay diferencia entre el litio y el placebo, y en otros las diferencias dependen del lugar donde se están realizando los estudios. En un estudio que nosotros participamos, llamado Tim que se va a publicar ahora, comparamos risperidona, litio y valproato, y la risperidona fue muchísimo más efectiva que los otros dos. Pero por ejemplo en Pittsburgh el litio dio muy buen resultado. Tal vez nosotros manejamos el litio diferente que otros lugares. Eran 6 lugares en E.E.U.U. y solo en 2 de ellos el litio funcionó muy bien. La mejor medicación en los episodios agudos son los antipsicóticos atípicos, pero tienen sus problemas: producen aumento de peso, de colesterol y de glicemia, en especial la olanzapina y la risperidona. En nuestra clínica, la olanzapina la usamos rara vez a pesar de ser buena. A veces la uso con niños muy flaquitos y le digo a la madre que se va a poner más saludable. A un niño que tiene problemas para alimentarse y es muy delgado, le di olanzapina y le va muy bien, porque lo ayuda a dormir, le abre el apetito, aumentó 3- 4 Kg y se ve mejor que nunca y lo está ayudando en lo afectivo, entonces para él fue bueno. La risperidona casi no la usamos por el mismo motivo. En la clínica lo que más usamos es quetiapina y aripiprazol. El problema con la quetiapina es que hay que darlo 2- 3 veces al día, porque tiene una vida media corta. No sé si el de larga duración también lo es para los niños hasta que no vea la farmacocinética. También puede aumentar el peso, pero menos que los otros. El aripiprazol que en adultos dicen que no aumenta el peso, yo he visto niños que engordan con él, y también puede producir “tremors” y agitación psicomotora. Nada es perfecto. Si los atípicos no funcionan entonces usamos los otros. Hay dos fármacos nuevos que se usan en la esquizofrenia, yo nunca los he usado en niños, pero tienen los mismos efectos. Fuera de eso la risperidona es más dopaminérgica y produce más síntomas extrapiramidales e hiperprolactinemia a veces, y a largo plazo no sé sus consecuencias, por eso prefiero los otros. Nosotros también usamos litio y depacote y todo lo que ustedes usan. En cuanto al tratamiento psicosocial hay buenos estudios randomizados. Las terapias se suman al tratamiento psicofarmacológico. Tenemos dos estudios de la FFT, Terapia Familiar Focal del Dr. Miklowitz, que publicamos con él y ahora vamos a publicar el tercero. Hay 2 o 3 estudios randomizados de terapia cognitiva en niños y adolescentes. Ambas ayudan sobre todo para la depresión. Hay estudios de psicoeducación de la Dra. Fristad en Ohio, que han mostrado su eficacia. Estamos realizando un estudio el DBT, “Dialectic Behavior Therapy” en adolescentes pero tenemos que esperar los resultados. A estos pacientes muchas veces terminamos medicándolos como a los adultos, con 2, 3 o 4 fármacos, uno para la depresión, otro para la manía, otro para el TDAH etc. La bipolaridad es un trastorno generalmente severo y sucede lo mismo que en todos los trastornos severos de la medicina. A veces uno encuentra un niño al que le damos litio y no vuelve a repetir los episodios depresivos ni maníacos, yo tengo casos así que he seguido por 15-16 años solo con litio y les ha ido muy bien en la vida, pero eso es raro, lo más frecuente es lo complicado. 26 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia El niño portador de un trastorno grave del humor y del comportamiento. Investigación clínica ** Viola, L * 1.Introducción Los niños portadores de un trastorno grave del humor y del comportamiento retan nuestros conocimientos. Su presentación clínica polimorfa y cambiante desafía la precisión diagnóstica necesaria, agravado esto por la variabilidad de la etapa del desarrollo, la alta permeabilidad a los eventos externos y una evolución no unívoca a los cuadros graves de la psicopatología del adulto (9). Una de las causas de esta complejidad se relaciona con la dificultad de establecer con precisión los límites de las entidades nosológicas en psiquiatría pediátrica en general y de los trastornos graves del humor y del comportamiento en particular. La difusión de los límites en las entidades nosológicas y la alta comorbilidad entre los trastornos exige una mirada desde una perspectiva del desarrollo y dimensional. Un amplio espectro de pacientes es designado como portador de patología grave del humor y del comportamiento, seguramente con presentaciones clínicas diversas pero que tienen en común la gravedad de su psicopatología, la dificultad de su ubicación nosológica por su excepcional comorbilidad y el desafío de su abordaje. Cuando la alteración del humor es persistente, cuando las alteraciones del comportamiento son significativas, cuando la repercusión en el área cognitiva impide una escolarización normal, se presenta una gama de diagnósticos posibles (16, 39), que abarca desde los trastornos de conducta, los trastornos por déficit atencional, los trastornos del humor, el trastorno bipolar, etc. Estas dificultades que no son nuevas en la Psiquiatría Pediátrica Clínica mantienen su vigencia (6, 13, 34, 38, 41). Resumen El término patología grave del humor y del comportamiento designa una gama de presentaciones clínicas. En entidades nosográficas que no están claramente delimitadas, el desafío es la búsqueda de escalas que identifiquen, con un mismo fenotipo básico, los pacientes portadores de disregulación emocional o trastorno del espectro bipolar. La Child Behavior Check List (CBCL) y sus sub-escalas parecen ser * útiles en la identificación de la psicopatología grave de la infancia caracterizada por la disregulación afectiva, conductual y cognitiva. Los antecedentes familiares y las comorbilidades médicas (alteraciones del perfil tiroideo) parecen relacionarse con específicas entidades diagnosticadas por el clínico. Palabras clave: Infancia - Trastorno Bipolar - Desregulación Emocional - Comorbilidad - Escalas (CBCL).. Profesora Titular de Psiquiatría Pediátrica. Directora del Departamento de Psiquiatría Pediátrica del Centro Hospitalario Pereira Rossell, Facultad de Medicina. Universidad de la República – UDELAR -- Uruguay. viollaura@gmail.com. ** Publicado en VERTEX, Rev. Arg. de Psiquiat. 2011, Vol. XXII: 125 - 134. Gentilmente autorizado para su republicación. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia27 El uso de escalas que permitan capturar la diversidad de situaciones clínicas ha sido y es un desafío de los investigadores. Thomas Achenbach ha sido no sólo uno de esos pioneros (4, 5) sino que ha profundizado en la aplicación de las mismas (1, 2) y en su uso transcultural (26). La Child Behavior Checklist CBCL-Padres es un instrumento de evaluación de aspectos emocionales, del comportamiento y de la competencia social de niños y adolescentes, que valora los últimos seis meses previos a la entrevista, de acuerdo a información aportada por los padres o tutores. Consta de dos partes, la primera contempla la Competencia Social y la segunda, evalúa los Problemas Emocionales y Conductuales. Esta evaluación se realiza mediante un cuestionario cerrado completado por los padres que consta de 113 ítems (3). La Competencia es el resultado de la suma de las variables de las habilidades evaluadas en el área social, académica y las actividades desarrolladas. Las alteraciones en estas áreas evalúan la repercusión en el funcionamiento global del niño. En el Uruguay fueron validados los instrumentos ASEBA y la CBCL-Padres ha demostrado una muy buena consistencia interna en la escala en general y en las subescalas en particular, obteniéndose un coeficiente alfa de Cronbach de 0,94 para Problemas Totales (PT) (10), lo que permite su uso transcultural en el Uruguay (36). La suma de los 113 ítems relacionados con los problemas emocionales y conductuales, genera una Media de PT (Media de Problemas Totales). Esta Media de PT es de suma utilidad para comparar poblaciones y para identificar grupos de alto riesgo. La media de Problemas Totales en la población infantil del Uruguay obtenida de un estudio epidemiológico nacional representativo en 1374 niños es de 33,9 (37) y la media de Problemas Totales representativa del medio socio-económico favorable, al igual que los niños de esta muestra (n = 293), es de 24,4 (DS = 15,9). Las escalas permiten asociar distintas variables que han demostrado su aplicabilidad en diversas investigaciones, por ejemplo el concepto de Índice de suicidabilidad o tendencias suicidas que evalúa, en el reporte de los padres, las ideas o actos de sus hijos que atentan contra la vida (23). El uso extendido en las investigaciones epidemiológicas y clínicas en Psiquiatría Pediátrica de los instrumentos ASEBA, ha cuantificado las complejidades comórbidas de las entidades nosológicas así como el desdibujamiento de sus límites. El trastorno por déficit atencional, con una semiología precisa, presenta la dificultad de su altísima comorbilidad (37) que alcanza el 80% en general y de un 60 a 70% tanto en el TB de espectro amplio como en la disregulación emocional. Diagnóstico paradigmático que plantea su ubicación como entidad propia, como entidad pre-mórbida en la instalación de otras patologías, por ejemplo el trastorno de conducta y el trastorno del espectro bipolar (20) o entidad co-mórbida como en los trastornos negativistas desafiantes. En relación al Trastorno Bipolar Pediátrico (TBPP), desde 1997 (22), se destaca la necesidad de investigaciones sistemáticas que provean herramientas diagnósticas útiles en las distintas etapas del desarrollo y colaboren con el establecimiento de tratamientos efectivos. La necesidad de definir subcategorías en el TBPP se mantiene hasta el día de hoy (8, 31, 35). Las investigaciones se enmarcaron en una clínica signada por la atipía de su presentación (30, 33) y en los conceptos de la diferencia de endofenotipos (30), uno clásico “narrow phenotype” que incluye los TBPI y TBPII, con precisiones de duración de los ciclos y otro 28 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia “fenotipo bipolar pediátrico amplio” o “broad bipolar phenotype” donde numerosas investigaciones destacaron su comorbilidad con el Trastorno de Conducta y con el Trastorno por Déficit Atencional (15, 18). Es desde este fenotipo o caracterización clínica donde Liebenluft precisa el concepto de Disregulación Emocional Severa (DES) (27, 28). En el marco de la psicopatología del desarrollo se pueden integrar las conceptualizaciones clínicas de la disregulación emocional. El desarrollo emocional constituye un hito crítico desde el cual estudiar el desarrollo de la sintomatología y la psicopatología. Las dimensiones de la emotividad utilizadas para caracterizar la disregulación, incluyen el acceso al espectro complejo de las emociones, la modulación flexible en intensidad o duración y las transiciones entre las emociones, la adquisición y uso de las reglas culturales, y la capacidad de reflexionar sobre la complejidad y el valor de las propias emociones de una manera autosuficiente (17). La regulación emocional se compone de dos aspectos fundamentales: las emociones tanto positiva como negativa y la regulación de la misma, que interactuando permanentemente entre sí dan lugar a niveles diferentes de comportamiento. La disregulación emocional surge cuando la reacción emocional pierde flexibilidad y se restringe en sus expresiones (29). La controversia existente en el diagnóstico del trastorno bipolar pediátrico favoreció la conceptualización nosológica de Leibenluft (12, 27, 28) que define “Severe Mood Dysregulation” (SMD) como una condición caracterizada por un estado de ánimo basal anormal (es decir, irritabilidad, ira, y/o tristeza, perceptible a otros y presente la mayoría de las veces). Además, SMD implica excitabilidad marcada (es decir, al menos tres de los siguientes: insomnio, inquietud física, distractibilidad, acelera- ción del pensamiento o fuga de ideas, logorrea e intrusividad, y el aumento de reactividad a un estímulo emocional negativo (por ejemplo, los arrebatos de mal genio) al menos tres veces a la semana. Estos síntomas deben comenzar antes de los 12 años, persisten durante al menos un año (es decir, sin períodos libres de síntomas superior a dos meses), y ocasionan deterioro funcional en al menos dos de los tres encuadres clásicos (casa, escuela, compañeros) (15). En entidades nosográficas que no están claramente delimitadas, el desafío ha estado puesto también en la búsqueda de escalas que puedan identificar no sólo a los portadores de Trastorno Bipolar sino también a los portadores de Disregulación Emocional Severa. Las escalas permiten en distintas sociedades, la aproximación a estos pacientes con un mismo fenotipo básico (6). En este sentido, la Child Behavior Check List (CBCL) ha sido ampliamente usada en la identificación de pacientes Bipolares (19, 25). Sin embargo, el perfil de la CBCL-BP se ha mostrado más útil en la identificación de los pacientes con disregulación emocional severa que en los pacientes con trastorno bipolar y se ha sugerido su cambio por la sigla CBCLDP (Dysregulation Profile) (7). De la misma forma se ha incorporado una sub-escala TEPT, como una versión corta del perfil de Disregulación Emocional, propuesta como “CBCL-Dysregulation Short Scale” o CBCL-DSS (7, 11). El objetivo del presente trabajo, es mostrar una investigación clínica desarrollada en latinoamérica en niños con trastornos graves del humor y del comportamiento. Este estudio parte de la hipótesis que la caracterización realizada por el Psiquiatra Clínico de los niños con persistente y significativa distorsión del humor, la atención y el comportamiento, al ubicarlos en diferentes categorías diagnósticas presenta diferencias tanto en los Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia29 índices de psicopatología (comorbilidad y tendencias suicidas), como en la incidencia de los antecedentes familiares y las comorbilidades médicas. A su vez, busca evaluar si las categorías clínicas utilizadas son capturadas por las escalas y sub-escalas más corrientemente usadas. Metodología 1. Se seleccionó una muestra clínica consecutiva de niños y adolescentes tempranos derivados a servicios de salud mental especializados en alteraciones graves en el humor y en el comportamiento, con interferencia en el área social y académica. Se seleccionaron 112 niños, de entre 5 y 16 años (78% menor de 12 años). El 75% de la muestra estuvo constituida por varones. La media de edad por sexo fue de 9,5 para varones y 10 años para mujeres. Tabla 1. Sexo y edad Sexo Masc. Femen. Frecuencia Porcentaje 85 27 75,9 % 24,1 % Edad Edad media mediana 9,54 años 10 años 10,04 años 10 años 2. El estatus socio-económico de la muestra se definió de acuerdo a tres criterios: a) los 5 niveles provistos por el gobierno uruguayo de acuerdo a las facilidades y vecindario de los centros educativos a los que concurrían; b) a la profesión o trabajo de los padres y c) el nivel educativo alcanzado por los padres. De acuerdo a esto se seleccionaron los dos niveles más altos de los centros educativos, padres profesionales o comerciantes independientes y escolarización mayor a los 6 años de educación formal (finalización de la educación primaria) tanto en el padre como en la madre. Este criterio de selección se adopta ya que el bajo nivel de educación maternal y los bajos ingresos del núcleo familiar se asocian a una mayor probabilidad de tener problemas emocionales y conductuales (21, 37). 3. Los 112 niños de la muestra fueron reevaluados por Psiquiatra de Niños, usando como patrón oro la entrevista clínica orientada por el DSM-IV, en sesiones con el niño y con niño en conjunto con padres. Se establecieron 4 categorías diagnósticas: 1) Trastorno del Espectro Bipolar - TBP-NOS (TEBP); 2) Disregulación emocional severa (DES); 3) Trastorno de conducta con agresividad (TC); 4) TDAH severos (TDAH); distribuyéndose como se observa en la siguiente tabla. Tabla 2. Distribución según diagnósticos. Diagnóstico clínico Frecuencia Porcentaje Espectro Bipolar 45 40,2% Disregulación emocional 34 30,4% Trastorno conducta con agresividad 11 9,8% TDAH severos 22 19,6% Total 112 100% 4. Las 112 familias completaron la Child Behavior Checklist (CBCL). Cuando hubo formularios llenados por padre y madre, se ingresó el formulario de mayor puntaje. Se seleccionó la versión 2001 de la CBCL-Padres, traducida al español rioplatense1 y con licencia para su uso en investigaciones. 5. Se recabó información sobre antecedentes de patología psiquiátrica diagnosticada por psiquiatra en los familiares de primer y segundo grado (padres, abuelos y hermanos de los padres); se consignó, además, la adopción. Se establecieron 4 categorías: 1) Sin antecedentes.; 2) Trastorno Bipolar I/II ó Episodio Depresivo Mayor con Intento de Autoeliminación; 3) Trastorno por Déficit Atencional; 4) Trastorno de Conducta Disocial o Trastorno de Personalidad B. En 19 niños (17%) no hubo datos fidedignos, por lo que no se pudo 30 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia probar ni descartar la presencia de antecedentes, y 6 niños (5,4%) fueron adoptados en forma temprana y se desconocían las características conductuales y emocionales de los padres biológicos. De los 87 niños restantes: el 34,5% no tenía antecedentes familiares, el 39% tenía familiares con diagnóstico de trastornos del humor, un 11,5% tenía familiares de primer grado con diagnóstico de TDAH y un 15% con diagnóstico de Trastorno de Conducta Antisocial o Trastorno de la Personalidad, como se ve en la tabla a continuación. Tabla 3. Antecedentes familiares. En familiares de 1er y 2do grado diagnosticado Sin antecedentes Trastorno del humor TDAH Trastorno conducta/ Trastorno de Personalidad B Total Frecuencia Porcentaje 30 34 10 12 34,5% 39% 11,5% 15% 87 100% 6. Se recabó información sobre la presencia de niveles de TSH y sobre los valores de la insulina en sangre sin alteración del perfil tiroideo previos al inicio del tratamiento farmacológico. Se consideró hipotiroidismo clínico o subclínico, valores de TSH=> 3,5 y de hiperinsulinemia, valores iguales o mayores de 12,5. De los 112 niños de la muestra, el 64,3% (n = 72) no presentó alteraciones, 33 niños (29,5%) tenían hipotiroidismo subclínico y 7 (6,3%) hiperinsulinemia previa. Tabla 4. Alteraciones endócrinas. HipoHiperSin tiroidismo insulemia alteraciones previo previa Total Nº de niños 72 33 7 112 Porcentaje 64,3 29,5 6,3 100 Resultados Siguiendo la lógica de la presentación de este trabajo y de las hipótesis a contrastar, los resultados son analizados en las siguientes áreas: 1. Características de la muestra de 112 pacientes. a. Media de Problemas Totales b. Repercusión en las áreas sociales y académicas. c. Índice de suicidabilidad o tendencias suicidas d. Evaluación por CBCL-DSM 2. Características de cada una de las 4 categorías clínicas en cuanto a: a. la media de Problemas Totales, b. la comorbilidad médica y c. la existencia de antecedentes familiares. d. Relación de la categoría clínica con las subescalas de DP y DSS. Características de la muestra de 112 pacientes con Trastornos Graves del Humor y del Comportamiento Media de Problemas Totales: 79 En esta muestra clínica el valor de PT es de 79 (DS = 30,3), T = 71 (> percentil 95). No hay diferencias estadísticamente significativas entre la media de Problemas Totales en hombres: PT: 81,4 (DS = 31,4), T = 71 (> percentil 95) y en mujeres PT: 71,5 (DS = 25,4), T = 69 (> percentil 95). Se consideran dos tramos etarios, entre los cuales no hay diferencias significativas en la media de Problemas Totales, como se observa en la tabla a continuación. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia31 Tabla 5. Media de Problemas totales según tramos etarios Tramos etarios Media de Problemas Totales y (DS) = < 11 años (n = 87) 78,4 (31,3) 71 = > 12 años (n = 25) 81,2 (26,9) Valor T Percentil > 95 70,8 > 95 Competencia Total El 90,7% de los 112 niños (101 niños) tenían alteraciones en su funcionamiento global. No existían diferencias estadísticamente significativas por trama etaria: 90,5% en escolares y 90,9% en adolescentes; al igual que no lo había por sexo: 89,3% en varones y 95,7% en mujeres. El 75% tenía problemas de aprendizaje y recibía apoyo extra-curricular; el 20% había repetido un año y un 3% tenía fracaso escolar (dos o más años de repetición escolar). Evaluación por CBCL-DSM Trastornos afectivos Trastornos ansiedad Trastornos somáticos Trastorno déficit atención Trastorno negativista Trastorno conducta Con la aplicación de las subescalas de la CBCL orientadas por el DSM-IV los pacientes se ubicaron en un rango combinado riesgo-clínico (T > 65, percentil ≥ 95) de acuerdo a la siguiente tabla: Tabla 6. Evaluación según Child Behavior Checklist y DSM-IV. Porcentaje 67% 70,5% 27,7% 49,1% 54,5% 50,9% Para las otras subescalas 2001, que evalúan el Tempo Cognitivo Lento, los elementos obsesivos, el perfil de disregulación o trastor- no de espectro bipolar (DP) y la subescala de la sintomatología post-traumática o Escala Abreviada del perfil de Disregulación (DSS), los resultados obtenidos con el mismo criterio de rango combinado riesgo-clínico (T > 65, percentil ≥ 95), se muestran a continuación: Tabla 7. Subescalas que evalúan tempo cognitivo lento, elementos obsesivos, perfil de desregulación o trastorno del espectro bipolar, subescala de la sintomatología post-traumática o escala abreviada del perfil de disregulación Tiempo Problemas TEPT/ cognitivo TBP/DP** obsesivos DSS* lento Frecuencia 37,5 52,7 84,8 44,6 *TEPT o Dysregulation Short Scale **JBD o TBP o Dysregulation Profile: es la sumatoria de los síndromes de ansiedad, atencional y conducta agresiva. Hay una correlación significativa (Pearson .380, p = 000) entre las escalas de DP y DSS. Evaluación de las tendencias suicidas El índice de suicidabilidad El índice de suicidabilidad es positivo en el 38% de los 112 niños y un 18% hizo un Intento de Autoeliminación (IAE). Este índice identifica a un 27% de niños de hasta 11 años de los cuales un 17% hace un IAE y un 32% de niños de 12 a 16 años, de los cuales de acuerdo al reporte de los padres un 44% hace un IAE. Características de las categorías clínicas establecidas En la siguiente tabla se describe para cada una de las categorías clínicas diagnósticas el Valor T, la media de Problemas Totales y el Percentil. 32 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Tabla 8. Categorías clínicas diagnósticas Diagnóstico clínico Trastorno espectro bipolar (n = 45) Disregulación emocional severa (n = 34) Trastorno de conducta agresiva (n = 11) TDA con hiperactividad T 74,0 PT y (DS) Percentil 91,6 (31,50) > 97 67,3 62,8 (22,29) > 92 74,7 94,2 (13,9) 99 68,9 70,6 (30,8) > 92 Con la aplicación de las pruebas no paramétricas de U de Mann Whitney, Wilcoxon y Z de Kolmorov Smirnov, se observaron diferencias estadísticamente significativas entre Problemas Totales de TBP y SDE (p = 0,000/0,001) y el TBP y el TDAH (p = 0,002/0,06), pero no entre TBP y TC (p = 0,279/0,174). La categoría clínica de Trastorno de Conducta Agresiva se diferenció estadísticamente del grupo clínico del Síndrome de Disregulación Emocional (p = 0,000/0,000) y del Trastorno por Déficit Atencional con Hiperactividad (p = 0,008/0,007). Categoría clínica de TBP-NOS De los 112 pacientes, 45 (40,2%) recibieron el diagnóstico clínico de Trastorno Bipolar, 82% de los cuales eran varones y el 80% tenía hasta 11 años de edad. Un 43% tenía antecedentes en familiares de primer o segundo grado de diagnóstico de Trastorno Bipo- lar. En relación a la comorbilidad médica, el 55% presentó alteraciones previas al inicio del abordaje farmacológico (44% hipotiroidismo y 11% hiperinsulinemia). El índice de suicidabilidad fue positivo en el 42%. Realizando la comparación de medias a través de pruebas no-paramétricas, se observó que la media de PT reportada para los niños con un Trastorno Bipolar fue significativamente mayor que la registrada para los pacientes con Disregulación Emocional Severa (Z = -3,502; p < 05) y para los pacientes con diagnóstico de TDAH (Z = -2,284; p <. 05). La subescala CBCL-DP, integrada por las subescalas sindromáticas de ansiedad, déficit atencional y agresividad, detectó un 60% de los pacientes. La subescala CBCL-DSS (Dysregulation Short Scale) capturó a un 97,8% de este grupo. En la Tabla de comorbilidades se observan las subescalas de la CBCL-DSM con mayor puntuación: Problemas Afectivos (80%), de Ansiedad (78%) y de Conducta Oposicionista (69%) (ver Tabla 9). Categoría clínica de disregulación emocional De los 112 niños derivados por trastornos graves del humor y del comportamiento, 34 (30,4%) de ellos fueron evaluados por el psiquiatra de niños como portadores de un síndrome de disregulación emocional. De estos niños, el 65% fueron varones y el 35% mujeres. El 80% de los diagnósticos correspondieron a niños escolares, menores de 12 años. Un 38% de estos niños no tenían antecedentes familiares psiquiátricos y un 45% tenía antecedentes de familiares de primer o segundo grado diagnosticados con Trastorno Bipolar. Un 15% de los niños tenía hipotiroidismo previo al inicio del tratamiento farmacológico. El índice de suicidabilidad fue de 32%. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia33 La subescala DP detectó un 21% y la subescala DSS, un 68%. En la Tabla de comorbilidades se observan las sub-escalas con mayor puntuación: Problemas Afectivos y de Ansiedad ambos con 59% (ver Tabla 9). de comorbilidades se observan las subescalas con mayor puntuación: Problemas Afectivos y de Ansiedad, ambos con 68% (ver Tabla 9). Categoría clínica de trastorno de conducta con agresividad Tabla de antecedentes familiares SDE 38% 45% 7% 7% TC 30% 50% TDAH 53% 16% 21% 5% 6% 3% 20% 5% Tabla de comorbilidades médicas Sin alteraciones Hipotiroidismo subclínico* Hiperinsulinemia sin Hipotiroidismo* TEBP 44% 44% SDE 82% 15% 11% 3% TC 91% 9% TDAH 64% 32% 4% * Previo al inicio del abordaje farmacológico. *Oposicionista** *Conducta** Tabla de comorbilidades en categorías clínicas *TDAH** El 82% de los niños situados en esta categoría fueron varones y un 18%, mujeres. El 77% tenía menos de 12 años en el momento de la primera consulta a los servicios especializados. El 64% no tiene alteraciones y un tercio (32%) tenían hipotiroidismo previo. Más de la mitad de los pacientes no tenía antecedentes familiares y un 20% tenía familiares con diagnóstico de TDAH. En un 32% el índice de suicidabilidad fue positivo. La subescala DP captó al 59% de la muestra mientras que la DSS captó al 82%. En la Tabla TEBP 26% 43% 11% 14% *Ansiedad** Categoría clínica de Trastorno por Déficit Atencional severo con Hiperactividad Sin antecedentes Trastornos del humor TDAH Trastornos de conducta o personalidad Adopción *Afectivos** Este trastorno fue diagnosticado en el 10% de la muestra. El 72% eran varones y el 64% eran menores de 12 años. Un 50% tenía antecedentes familiares de Trastorno de Conducta Disocial o Trastornos de la Personalidad, el 30% antecedentes de trastornos del humor. En relación a la comorbilidad médica, el 90% no tenía alteraciones previas. El índice de suicidabilidad captó al 55% de la muestra. La subescala DP captó al 64% de la muestra y la escala DSS al 100% de la muestra. En la Tabla de comorbilidades se observó que en las subescalas consideradas, los problemas oposicionistas (95%) al igual que los problemas de ansiedad y de conducta (90%) e incluso los problemas afectivos y los atencionales (ambos 80%), tenían una altísima presencia. Tabla 9. Tablas resumen TEPB 80% SDE 59% TC 80% TDAH 68% 78% 59% 90% 68% 55% 35% 80% 65% 69% 35% 95% 40% 64% 32% 90% 40% * Subescalas de CBCL orientadas por DSM. ** Se considera el rango combinado riesgo-clínico: T > 65, percentil > 95. Discusión La consulta de un niño con trastorno grave del humor y del comportamiento, es decir 34 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia con una alteración o disregulación en algunas de las tres áreas humor, ansiedad/cognición y comportamiento es muy frecuente y exige del clínico la precisión diagnóstica, no sólo porque “diagnosis es prognosis” sino por el establecimiento de un tratamiento integral adecuado. La muestra ha sido seleccionada de niños que proceden de medio socio-económico favorecidos, con el objetivo de controlar los sesgos (36, 37) que en nuestros países en vías de desarrollo, suponen los factores de riesgo dependientes de la pobreza, la deficiente instrucción en los padres, la alta tasa de dificultades de aprendizaje, la escasez de oportunidades y la violencia. El porcentaje de 75% de varones en la muestra (15, 22, 32) es la relación que se observa en los trastornos precoces del humor y del comportamiento; sin embargo, una vez presente la patología no hay diferencias significativas entre ambos. La repercusión de la enfermedad psiquiátrica es evaluada indirectamente a través de la repercusión en su funcionamiento global y en su aprendizaje. El funcionamiento global del niño, que comprende sus actividades sociales y académicas, y su relación con pares está seriamente afectado. En el 91% de los niños está alterado, sin haber diferencias significativas por sexo o por la edad. Esto supone una gravedad instalada desde los primeros años con la repercusión en la construcción de la identidad del individuo que generará alteraciones en la adultez (9) como está siendo actualmente investigado. Esta repercusión de la enfermedad psiquiátrica se observa en el aprendizaje, con dificultades académicas en el 75% de los casos que necesitan de apoyo extracurricular, junto con una tasa de repetición del 20%, excepcionalmente alta para el medio social. La presencia de antecedentes familiares en los trastornos psiquiátricos ha sido y es ampliamente investigada. La psiquiatría genética ha despertado un profundo interés en los investigadores de los trastornos del humor y del comportamiento. En la muestra clínica, a través de la anamnesis, se pueden recabar datos que ayudan al clínico a la formulación de su diagnóstico. Un tercio de los niños (34,5%) no tiene antecedentes psiquiátricos a consignar relacionados con los trastornos diagnosticados. La adopción parece ser francamente mayor (20%) en los niños portadores de trastorno de conducta si bien las limitaciones en el número de niños de esta categoría impide otra consideración, al igual que los antecedentes de trastornos de conducta (50%) en los padres como está ampliamente estudiado en la literatura (40). Tanto en los niños diagnosticados como trastornos del espectro bipolar como en los niños con diagnóstico de disregulación emocional, es significativamente alta la presencia de alteraciones del humor diagnosticadas (trastornos bipolar I/II y Trastorno Depresivo Mayor con IAE) en los familiares de primer y segundo grado, llegando en ambos casos a prácticamente la mitad de la muestra (43% y 45%, respectivamente). Se toma en cuenta el factor de anticipación genética para incluir los trastornos depresivos unipolares. No se encuentran las diferencias que plantea Brotman (14) en relación a una mayor incidencia de los antecedentes familiares de TBP en los niños portadores del mismo que en relación a los niños con disregulación emocional. De cualquier manera cabe recordar que la categoría diagnóstica de TBP acá usada es la del fenotipo amplio y no del estrecho. Las alteraciones del perfil tiroideo en los pacientes con patología grave del humor y del comportamiento es una realidad clínica más allá de la escasez de los estudios epidemiológicos en estas áreas (24) y las dificultades de obtener respuestas médicas terapéuticas apro- Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia35 piadas en los niveles de hipotiroidismo subclínico. Como se observa en la tabla resumen de comorbilidades médicas, el hipotiroidismo clínico o mayoritariamente subclínico está fuertemente asociado al diagnóstico del trastorno del espectro bipolar y en un tercio de los casos (32%) a los TDAH graves por lo que se sugeriría su sistemática búsqueda. La alta comorbilidad entre las distintas alteraciones capturadas por la CBCL-Padres, da cuenta no sólo de la difusión de los límites entre las entidades nosológicas sino de la complejidad y gravedad de las presentaciones clínicas en esta etapa del desarrollo que hacen difícil predecir la evolución a las patologías del adulto (9). La gravedad entre otros factores está dada por la alta tasa de tendencias suicidas (38%) con una diferencia que no es significativa entre la niñez y la adolescencia temprana (27% y 32% respectivamente). La alta tasa de IAE en los primeros años de vida (17%) alerta sobre el sufrimiento psíquico y sobre la necesidad de profundizar en los tratamientos integrales dirigidos al niño y al núcleo familiar. La CBCL es de extrema utilidad para la identificación de grupos de riesgo y permite una discriminación cuantitativa de los mismos. El puntaje obtenido por la media de PT en las categorías clínicas de TEBP, lo distingue claramente del TDAH severo y del Síndrome de Disregulación Emocional. La distinción, tomando en cuenta los puntajes de la media de Problemas Totales, no parece útil en la discriminación de los trastornos de conducta severos con agresividad de los trastornos del espectro bipolar. Los niños que han recibido el diagnóstico clínico de trastorno de conducta, tienen valores muy altos de PT, dando cuenta de la gravedad de la presentación de estos cuadros clínicos (39, 40). Desde el punto de vista clínico, la evaluación fue realizada con entrevistas semi- estructuradas que permiten la caracterización en dos categorías diagnósticas bien definidas por el DSMIV: trastorno por déficit atencional y trastorno de conducta, y otras dos categorías diagnósticas: fenotipo amplio del trastorno bipolar pediátrico y disregulación emocional, donde hay una falta de precisión y de consenso en los síntomas que las integran (9). A pesar de esta limitación, hay diferencias entre las características que presentan los niños en las distintas categorías. En este sentido, y sin pretender una generalización, se puede destacar que aquellos niños categorizados por el clínico como TEBP presentan: antecedentes familiares de trastornos del humor (43%), alteraciones en el perfil tiroideo (44%) y trastornos afectivos y de ansiedad (80% y 78% respectivamente) evidenciados por la CBCL-Padres, junto con un puntaje de la media de Problemas Totales muy alto. Las tendencias suicidas son marcadas (42%). La escala DSS de la CBCL, captura a un 97,8% en esta muestra, mientras que la DP captura a un 60%. Las características de los niños diagnosticados por el clínico como portadores de un Síndrome de Disregulación Emocional severa presentan también alteraciones del humor en los familiares (44%), sin alteraciones en el perfil tiroideo y con una prevalencia de trastornos del humor y de la ansiedad menor al 60%. La escala DSS captura a dos tercios (68%) mientras que la escala DP no se relaciona con el diagnóstico. En el trastorno de conducta con agresividad, los antecedentes familiares estuvieron presentes en el 100%, destacándose los conductuales y de personalidad en la familia (50%). A su vez, no hay relación con las alteraciones del perfil tiroideo. Sí se destaca la alta comorbilidad con otros diagnósticos identificados por la CBCL, con percentiles mayores 36 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia a 97 en los trastornos afectivos, de ansiedad, de conducta, de conducta oposicionista y de déficit atencional. La escala DSS, captura al 100% de la muestra. La necesidad de encontrar escalas que complementen el diagnóstico de los trastornos graves del humor y del comportamiento es una necesidad, no sólo para el investigador al que le permite la comparación de sus datos con otros partiendo de un mismo fenotipo, sino para el clínico. La escala antes llamada de JBD, actualmente conocida como DP (dysregulation profile) fue ampliamente investigada. En la práctica clínica no capturaba a lo que se comprende bajo la denominación de trastorno del espectro bipolar, pero sí su presencia daba cuenta de la gravedad de la psicopatología del niño. La disforia crónica o persistente es un rasgo habitual en estos pacientes y la asociación de variables para generar a la escala parecía tener una baja especificidad. En relación a la escala de problemas de estrés posttraumático o TEPT, ahora llamada DSS, el evento traumático no siempre estaba presente, pero sí es sensible para la captación de la gravedad psicopatológica del paciente y la orientación a la disregulación en el amplio sentido del término. En esta muestra el concepto clínico de disregulación emocional parecería estar más relacionado con una intensidad menor del espectro bipolar o prodrómica del mismo. En ese sentido, su identificación sería más temprana (el 78% tiene menos de 11 años). Conclusiones La búsqueda de una sistematización en la clínica de los pacientes graves en psiquiatría pediátrica es un desafío para los investigadores y los clínicos. El desafío no sólo en su clasificación nosológica, sino en los abordajes casi artesanales que deben ser realizados en la práctica. Se necesitan instrumentos que den cuenta de la heterotipia de la presentación de la patología, de la importancia de la etapa del desarrollo y de las circunstancias de vida del niño. Bibliografía 1.Achenbach TM. The Achenbach System of Empirically Based Asseement (ASEBA): Development, Findings, Theory, and Applications. Burlington, VT, Research Center for Children, Youths and Family, 2009. 2.Achenbach TM. Challenges and benefits of assessment, diagnosis, and taxonomy for clinical practice and research. Aust N Z J Psychiatry 2001; 35: 263-271. 3.Achenbach TM. The Child Behavior Profile: I. Boys aged 6-- 11. J Consult Clin Psychol 1978; 46: 478-488. 4.Achenbach TM. The Child Behavior Profile: I. Boys aged 6-- 11. J Consult Clin Psychol 1978; 46: 478-488. 5.Achenbach TM, Edelbrock CS. 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Mantiene escaso contacto con su madre, a la cual visita esporádicamente, ya que ésta no ha mostrado interés en el vínculo con sus hijos. Hace 6 meses fue trasladada a un Hogar de adolescentes. Cursa 1er. año de enseñanza secundaria. Desde los 11 años es asistida por Psiquiatra Pediátrico por presentar alteraciones conductuales, con fugas y robos y sintomatología depresiva de larga data. Hace 3 meses se fuga con la intención de vivir con sus padres. El padre concurre al Hogar y denuncia que Ana está viviendo con ellos, contra su deseo ya que no es aceptada en el hogar parental. - A partir de este momento, abandona sus estudios y pasa a vivir en situación de calle. No se disponen medidas para retornarla al Hogar, tampoco se la visita para evaluar su situación ya que las autoridades de INAU consideran que la adolescente está ejerciendo su derecho de decidir. María es una adolescente de 14 años que ingresa a emergencia del CHPR por un IAE con ingesta de fármacos. Es traída por una emergencia móvil acompañada por su madre. Presenta un cuadro de desorientación témporo-espacial, disartria y tendencia al sueño. En emergencia se realiza lavado gástrico, rescate del fármaco y medidas de sostén vital. Una vez ingresada a sala de Pediatría es vista por Psiquiatra Pediátrico. Se muestra intensamente angustiada, con vivencias depresivas e ideas suicidas. Como antecedente se destaca que inició las relaciones sexuales hace 2 años. Se solicita consulta con ginecólogo quien diagnostica embarazo de 11 semanas. La paciente se opone a que esta información le sea comunicada a su madre. Se solicitan rutinas y se detecta que es HIV positiva. Psiquiatra pediátrica. ** Exposición realizada en las Jornadas de SUPIA “El niño sujeto de Derecho” en homenaje al Prof. Dr. Cherro y la Dra. Aída Ascher. 40 - Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Juan es un púber de 11 años, en situación de calle. No está escolarizado. Su vida está marcada por los múltiples ingresos a distintos Hogares de INAU en los que ha permanecido por períodos muy breves para luego fugarse. Concurre solo a la emergencia del CHPR por presentar un síndrome funcional respiratorio que le genera un intenso malestar. La placa de tórax muestra que presenta una Neumopatia Aguda. Ingresa a sala de Pediatría donde se inicia antibioticoterapia. Al tercer día de internación expresa su deseo de irse del hospital, dada la sensación subjetiva de mejoría. Se explica que es necesaria su permanencia en sala para completar el tratamiento. Cuatro horas más tarde es traído por guardia policial de la puerta, que lo detiene mientras intentaba retirarse del Hospital. En sala presenta una crisis de excitación psicomotriz con agresividad intensa por lo que se realiza contención física y farmacológica y se coordina su ingreso a un nuevo Hogar de INAU. Las tres viñetas presentadas son excelentes disparadores para pensar este tema planteado en el día de hoy:”el niño sujeto de derecho”. Desde el ámbito de la psiquiatría, ¿qué podemos aportar al respecto? Propongo reflexionar acerca de qué es ser sujeto. ¿Es a través del Derecho que se deviene tal? ¿Se trata de una condición innata, con la que se nace o un posible devenir? Entiendo que estos tres casos son paradigmáticos en cuanto ponen de manifiesto la falla ambiental y sus graves repercusiones en el psiquismo del niño en desarrollo. No pensemos que esta problemática es privativa de la población hospitalaria. Ciertas patologías de la personalidad, trastornos alimentarios y aún suicidios en niños y adolescentes ponen de manifiesto las severas fallas ambientales y su repercusión en el sentimiento de existir como personas integradas y diferenciadas. El nuevo Código del Niño es claro en subrayar el cambio sustancial de la posición del niño para el Derecho. Todos seguramente vamos a estar de acuerdo con esta nueva aproximación de la Ley. Pero ¿qué significa verdaderamente este concepto: niño sujeto de derecho? Las historias relatadas hacen mención a una posibilidad de elegir: una adolescente de 13 años elige vivir en situación de calle, una joven de 14 decide no contar a su madre un embarazo e infección por HIV, un niño de 11 años manifiesta que no quiere ser tratado y escapa a los cuidados. La libertad de elección implica la posibilidad de mantener cierto equilibrio interior, la capacidad de pensar, cierta regulación afectiva y control de la angustia y la vivencia de ser uno mismo en la mente y en el cuerpo. En qué circunstancias un niño puede elegir es ya un punto de debate interesante. Cuando las instituciones encargadas de la protección de la infancia, revisten el abandono, de posiciones ideológicas, que tienden a sostener la falta de compromiso, es un riesgo, porque ya no hay esperanza para el niño de que algo pueda cambiar. Pregunto, a partir de estos ejemplos: ¿es posible hablar de niño sujeto de Derecho cuando no se fue antes sujeto para otro? El Derecho, como el sistema de salud, a veces llega tarde. Es el derecho a ser sujeto lo que se perdió, mucho antes aún de la consulta médica, en otro tiempo que no existió. Las teorizaciones de D. Winicott, basadas en su experiencia clínica como pediatra y psi- Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia41 coanalista son centrales para comprender el devenir de la conformación del sujeto. Este autor dice que: “Las criaturas humanas no pueden empezar a ser salvo en ciertas condiciones. El potencial heredado por la criatura no puede llegar a ser una criatura a menos que vaya ligado a los cuidados maternos”. El potencial heredado, que incluye la tendencia al crecimiento y desarrollo, sólo podrá expresarse en la medida que exista un ambiente que a través de sus cuidados garantice su existencia e integración.” Agrega: “El transcurso de ser humano a individuo requiere de un proceso de integración, no es simplemente una cuestión de neurofisiología ya que requiere de ciertas condiciones del medio.” Al principio el lactante está hecho de percepciones sensoriales y ciertas fases de motricidad, aún no constituye una unidad. A través de la motilidad el bebe descubre constantemente, una y otra vez el medio ambiente, en una experiencia donde aún el yo se encuentra en un estado no diferenciado. Al inicio, la unidad, es la estructura niño-entorno tal como la percibimos desde el exterior; se requieren ciertas condiciones del ambiente para que aparezca un psiquismo individual. La cohesión de los elementos sensorio-motores depende de que exista una madre que contenga al niño “a veces literalmente y en todo momento figurativamente” El desarrollo de un sentimiento de unidad, de sentirse uno mismo integrado, en un cuerpo que lo contiene, requiere que la continuidad de existencia no sea alterada y esto sólo es posible a través del suministro inicial de un entorno perfecto. Inicialmente un buen entorno es un entorno físico, que satisface sus necesidades fisiológicas ya que la fisiología y la psicología aún no son distintas o están en proceso de diferenciación. El recién nacido depende absolutamente de su madre para poder vivir, sus necesidades deben ser satisfechas a través de condiciones estables y dignas de confianza. Para que un niño pueda surgir como persona integrada, tiene que haber una madre que lo reconozca como tal, se ponga en su lugar, capte sus necesidades y las satisfaga de un modo propio y coherente. Gracias a la continuidad de estos cuidados, con el amor expresado en términos físicos, el niño podrá adquirir una continuidad existencial, base de la fuerza del yo. Una de las funciones del cuidado materno es el sostén, que protege de la agresión fisiológica, toma en cuenta la sensibilidad dérmica del infante, comprende la totalidad de la rutina del cuidado y sigue los minúsculos cambios cotidianos. El sostén incluye especialmente sostener físicamente al infante. En este momento, el amor de la madre por su hijo sólo puede ser expresado en términos físicos. El placer provocado en este encuentro cuerpo a cuerpo con su madre, es para el bebé unificador de sensaciones y permite la construcción de una cohesión de identidad corporal . Sólo en estas condiciones el individuo puede empezar a existir. El resultado del desarrollo normal del niño a través de la continuidad de los cuidados maternos es su condición de unidad, a través de éstos “la criatura se convierte en persona, en individuo con derecho propio” La salud, en el desarrollo primario del individuo, va de la mano con la continuidad existencial; el establecimiento del yo debe reposar sobre un sentimiento continuo de ser. El bebé de un año está firmemente anclado en su cuerpo; la psique y el soma están 42 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia íntimamente ligados uno al otro. Empieza a establecerse un self,” un si mismo, una unidad que está contenida físicamente dentro de la envoltura corporal de la piel y a la vez está integrada psíquicamente”. En el desarrollo del niño, cuando todo transcurre normalmente “paulatinamente empieza una tarea que durará toda la vida que consiste en dirigir o controlar su mundo interior, la que sólo puede ser iniciada cuando el niño está bien instalado en su cuerpo y es capaz de diferenciar entre lo que está dentro de él y lo que es externo, así como entre la realidad y la fantasía”. Su dominio del mundo externo depende del de su mundo interno. Cuando un ser humano siente que él es una persona en relación con otras personas, ya ha atravesado un largo camino en el proceso de diferenciación. “Primero aparece el “yo”, que incluye “todo lo otro no es yo”. Después viene” yo soy, yo existo, yo recojo experiencias, me enriquezco y tengo una interacción con el no yo, como mundo real de la realidad compartida”. Se suma lo siguiente:”alguien me ve o comprende que yo existo”.Y después:”Me es devuelta (como un rostro visto en un espejo)la prueba que necesito de que he sido reconocido como un ser”. En circunstancias normales, el bebé se ve a si mismo reflejado en los ojos de su madre, si su madre lo mira con amor podrá verse a si mismo con amor. La construcción de si mismo sólo es posible en la mirada viva de la madre. Cuando esto no sucede, por ejemplo si la madre está deprimida y refleja su propio estado afectivo, el bebé busca en derredor otra forma de conseguir que el ambiente le devuelva algo de si.”Si el rostro de la madre no responde, un espejo será entonces algo que se mira, no algo dentro de lo cual se mira”. Si el cuidado materno no es suficientemente bueno, entonces la criatura no llega a tener una existencia ya que no hay ninguna continuidad existencial, en su lugar su personalidad se edifica sobre una serie de reacciones a la intrusión ambiental. La alternativa a “ser” es reaccionar. Vayamos al caso que ustedes plantearon, el niño que concurre solo al Hospital con una neumonía. Juan solicita el cuidado, pero éste es vivido en forma amenazante, porque no ha experimentado en su historia, seguramente, un cuidado corporal confiable y estable que brinde la posibilidad de una continuidad existencial. Su única alternativa es reaccionar. Reacciona frente a algo que vive como una intrusión, el mundo exterior se confunde con el interior y la fantasía con la realidad. Sólo es posible la huida porque la piel no es suficiente barrera de delimitación y su existencia se ve amenazada. Las instituciones que trabajan con niños, tienen la obligación de ofrecer la oportunidad de crear aquello que fue fallido en un momento temprano de la vida. Tal como lo expresa Didier Anzieu , para devenir sujeto es necesario partir de un estado de sujetamiento ,de dependencia inicial ,para lograr un día “desujetándose “ ,ser finalmente sujeto autónomo con conciencia de si. En un estudio que realizamos con el Dr H Rodriguez y los psicoanalistas Irene Maggi y Alejandro Garbarino, acerca del suicidio de niños y adolescentes, encontramos en una serie de casos la existencia de fallas en la “capacidad de ser”, de existir siendo uno mismo. “No a la muerte, si a la vida” escribe Fernando en la pared de su cuarto, unos días previos a quitarse la vida. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia43 “Déjenme vivir” pide Martin en una carta a sus padres. Paradoja donde la muerte parece ser la única forma de existir. José de 16 años se suicidó colgándose de un árbol en el frente de su casa. Nadie había notado nada que hiciera pensar en este desenlace, aún cuando su novia relata que el día previo había anunciado que se iba a matar. Refiere que unos días antes había dicho con intensa angustia que cuando se miraba en el espejo no veía nada. Citando nuevamente a Winnicott “sentirse real es más que existir, es encontrar una forma de existir como uno mismo y de relacionarse con los objetos como uno mismo y de tener una persona dentro de la cual poder retirarse para el relajamiento” Planteo que la libertad de elección es posible en la niñez y adolescencia, siempre y cuando exista un ambiente facilitador que permita la emergencia de un sujeto capaz de reconocerse a si mismo y diferenciarse del otro. Entiendo que esta temática: el niño en interacción con el entorno, en un marco social establecido por la Ley, es de absoluta relevancia y debe interesar al conjunto de los Psiquiatras ya que pone de manifiesto nuestras concepciones más profundas de lo que entendemos acerca de qué es ser sujeto y el proceso de formación del individuo en la normalidad y la patología y su interacción con el ambiente Ninguna noción en psiquiatría está desprovista de ideología o postulados teóricos, ninguna concepción de la patología es neutra ni inocente .Ésta por supuesto tampoco. Agradezco que me hayan invitado a participar de un homenaje a la Dra Aída Ascer y al Prof Cherro, en especial en este tema que pone en evidencia la importancia de la continuidad. Debo en gran parte mi identidad como Psiquiatra de Niños a la continuidad que ha mantenido el Profesor Cherro como persona, siempre igual a si mismo y a la vez cambiante, y a la continuidad del vínculo que nos une. Estoy segura que él puede decir de mi, como yo de él, con cierta precisión, quién soy yo, quién es él. Quiero hacer mención a dos características sustanciales que definen su perfil como psiquiatra de niños: su formación inicial como Pediatra y su sentido del humor y creatividad. Con la Dra Aída Ascer nos cruzamos, yo a la entrada al Hospital como Residente y ella dejando su cargo de Psiquiatra de Salud Pública. Su calidad como persona y profesional, su seriedad y exigencia en el trabajo me fueron transmitidas por los psiquiatras de niños, estudiantes y residentes que se formaron a su lado. Bibliografía 1.Winnicott D. La agresión en relación con el desarrollo emocional. En: Escritos de Pediatría y Psicoanálisis. Barcelona: Paidós;1999. 2.Winnicott D. La integración del ego en el desarrollo del niño. En: El proceso de maduración en el niño. Barcelona:Laia;1979. 3.Winnicott D .El primer año de vida. En: La familia y el desarrollo del individuo. 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Es particularmente en la infancia y adolescencia que esta consideración se torna francamente relevante en cuanto trabajamos con individuos en desarrollo, lo que si bien implica una importante plasticidad, también otorga una gran vulnerabilidad. Esta vulnerabilidad es puesta a prueba frente a cualquier situación que genere una alteración en el equilibrio biopsicosocial. Sin duda, la enfermedad es una de estas situaciones que al modificar este equilibrio se transforma en una fuente de estrés. El término estrés se origina desde la física y es considerado como toda fuerza o apremio sobre un objeto que provoca tensión. El término adquiere relevancia en la medicina, a partir de 1936 cuando Hans Selye lo describe * como un conjunto de respuestas fisiológicas inespecíficas que involucran el eje hipotálamo-hipófiso-córtico-suprarrenal, ante una exigencia que supera determinada magnitud. La enfermedad orgánica implica por sí misma un desequilibrio en la homeostasis del organismo. Este desequilibrio es tangible en la medida que es identificable, tanto desde el punto de vista clínico como paraclínico. Asimismo, la situación de enfermedad provoca un desajuste en la organización psíquica que se pone de manifiesto a través de ciertas respuestas emocionales que pueden o no ser evidentes. La enfermedad en la infancia genera respuestas afectivas en el niño, en su entorno familiar y social y en el equipo de salud, fundamentalmente cuando la misma es grave. Resulta impensable tomar los aspectos orgánicos de una enfermedad, sin considerar los aspectos emocionales y sociales, así como también considerar la enfermedad mental sin considerar los factores físicos y/o estrictamente biológicos. No es posible actuar en forma adecuada, si observamos al paciente desde una visión reduccionista. La consideración de todos los factores interactuantes, es fundamental en el sentido de la prevención de complicaciones y en la búsqueda de una evolución lo más satisfactoria posible. Psiquiatra pedriática, Prof. Adj. de la Cátedra de Psiquiatría Pediátrica. Centro Hospitalario Pereira Rossell, Facultad de Medicina. Universidad de la República – UDELAR – ** Trabajo presentado en el XXVIII CONGRESO URUGUAYO DE PEDIATRÍA “El futuro de los niños es siempre hoy”. Agosto 2011 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia45 Estas respuestas emocionales tienen implicancias individuales, sociales y sanitarias. Entre las mismas encontramos: a) En la enfermedad en sí, agravando o complicando su evolución, y por tanto interfiriendo muchas veces en el pronóstico de la misma. La interferencia en este sentido puede ser directa (inmunosupresión) o indirecta a través de una falta de adherencia a los tratamientos instituidos. b) Los síntomas emocionales reactivos a la enfermedad que pueden constituirse en la base de patologías psiquiátricas a corto o a largo plazo, que requerirán a su vez nuevos tratamientos. Es importante tener en cuenta que entre un 10 a un 37% de los niños y adolescentes hospitalizados presentaría alteraciones emocionales significativas secundarias a la internación y a todo aquello que ésta implica. (Vessey JA, 2003) Las múltiples interacciones entre la enfermedad orgánica y mental ponen de manifiesto la indisoluble asociación existente entre mente y cuerpo. Brevemente daremos una rápida mirada de estas interrelaciones. Una forma de organizar la clasificación de los problemas emocionales en niños y adolescentes físicamente enfermos consiste en considerar el tema de la comorbilidad (Shaw R, De Maso D, 2006) Desde esta perspectiva encontramos: 1) Comorbilidad coincidente: paciente con enfermedad física y psiquiátrica no relacionadas al menos directamente. Trastorno mental desarrollado antes o después de la enfermedad física causado por factores diferentes a los de la enfermedad física. 2) Comorbilidad causal: los síntomas psiquiátricos contribuyen o son el resultado de la enfermedad física. a. Síntomas físicos secundarios a sintomatología o enfermedad psiquiátrica. i. Alteraciones físicas secundarias directamente a síntomas psiquiátricos. 1. Desnutrición secundaria a trastornos de la conducta alimentaria. 2. Rechazo de trasplante debido a falta de adherencia al tratamiento. ii. Síntomas psiquiátricos contribuyentes íntimamente a la enfermedad orgánica (asma). iii. Trastornos somatomorfos. 1. Trastorno por dolor. 2. Trastorno conversivo. b. Síntomas psiquiátricos causados por la enfermedad o su tratamiento. i. Síntomas psiquiátricos de etiología orgánica. 1. Trastorno mental secundario a medicación. 2. Trastorno mental de etiología orgánica. ii. Síntomas psiquiátricos reactivos a una enfermedad o su tratamiento. 1. Reacciones adaptativas. 2. Trastorno por estrés postraumático. Vamos a referirnos particularmente a estos dos últimos, es decir a las respuestas emocionales que se producen en el niño que se enfrenta a una enfermedad orgánica. Como mencionamos anteriormente la enfermedad es una fuente de estrés importante y como tal, puede constituirse en un evento traumático para quien la padece. Entendemos por acontecimiento traumático: “acontecimiento de la vida caracterizado por su intensidad, la incapacidad de responder a él adecuadamente, y el trastorno 46 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia y los efectos patógenos que provoca en la organización psíquica”. Esta definición alude a dos aspectos fundamentales: a las características del evento en sí y a los recursos con que cuenta el individuo para responder al mismo. Los eventos estresantes no siempre desencadenan efectos patógenos sino que por el contrario muchas veces resultan en eventos que fortalecen y permiten el crecimiento. Los efectos patógenos aparecen cuando las capacidades del individuo se ven desbordadas sea por características propias, o por las de la situación estresante. Lo que es traumático para uno puede no serlo para otro A riesgo de ser reiterativos, estos efectos patógenos no quedan restringidos a la salud mental, sino que representan a su vez un factor que podrá interferir sino determinar la evolución de la enfermedad orgánica. Todo evento traumático genera en mayor o en menor medida sintomatología que podrá ser adecuada a la situación vital que se transita, o excesiva y patológica. Esta respuesta a su vez resultará adaptativa o desadaptativa en la medida que contribuya o no a recuperar un equilibrio perdido. Las respuestas emocionales a una situación estresante o traumática se basan fundamentalmente en dos series de síntomas: 1) síntomas de ansiedad y angustia, y 2) síntomas depresivos Ansiedad Ansiedad y angustia forman parte de la condición humana normal y tienen en principio una función adaptativa. Podemos definir a la ansiedad como la sensación de peligro inminente, siendo la angustia el componente somático de la ansiedad. La ansiedad aparece frente a una situación que se vive como amenazante La ansiedad tiene sus manifestaciones a nivel físico, afectivo, cognitivo y comportamental. En lo físico se caracteriza por los síntomas de activación del sistema nervioso autónomo, taquicardia, palpitaciones, taquipnea, sudoración, náuseas etc. En lo afectivo son característicos el miedo intenso y la hiperpreocupación así como la expectación aprehensiva. La manifestaciones cognitivas y de la percepción están dadas por la aparición de pensamientos confusos, sensación de extrañeza o irrealidad (desrealización y despersonalización), dificultad para concentrarse, aparición de imágenes atemorizantes o pensamientos catastróficos que pueden confundirse estas dos últimas con un síndrome delirante. A nivel comportamental se presentan conductas evitativas o de ataque. La preeminencia relativa de estos componentes difiere de un caso a otro. Asimismo pueden diferir en su presentación temporal. Ansiedad, del latín anxius, significa preocupado por la mente. Mientras que angustia, del latín angere, significa ahogar, estrangular. Se refiere al componente somático de la ansiedad. La angustia marca una nota estática donde no hay una tendencia al escape. No hay una tendencia motora del organismo que lo capacite para ponerse en marcha. Lopez- Ibor (1969) plantea que en la angustia existe un predominio de síntomas físicos, con una reacción de paralización y de sobrecogimiento y la nitidez con la que el individuo capta el fenómeno se atenúa. En Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia47 la ansiedad cobran mayor presencia los síntomas psíquicos, la sensación de ahogo y de peligro inminente, se presenta una reacción de sobresalto, mayor intento de buscar soluciones eficaces para afrontar la amenaza, y el fenómeno es percibido con mayor nitidez. La respuesta ansiosa parece haber evolucionado como una adaptación biológica esencial, llevando al individuo a anticipar y responder a los signos de posible peligro, evitándolo o con otros mecanismos de confrontación activa. La ansiedad tiene así, una función adaptativa, ayudando al niño a manejarse en circunstancias difíciles. La ansiedad se entiende como una respuesta normal y necesaria o como una respuesta desadaptativa (ansiedad patológica). La solución para diferenciar ambas respuestas, puede residir en que la ansiedad patológica se manifiesta con mayor frecuencia, intensidad y persistencia que la ansiedad normal, es decir presenta diferencias cuantitativas respecto de aquella. Entonces, la ansiedad es patológica cuando se vuelve suficientemente acentuada en cuanto a intensidad, frecuencia o duración como para incapacitar al individuo o cuando es innecesariamente restrictiva porque ocurre repetidamente en situaciones que no representan un peligro objetivo Síntomas depresivos Son secundarios al sentimiento de pérdida. La enfermedad implica la pérdida de un estado o condición previa, pérdida de la salud en general y en particular de lo que la enfermedad determina, pérdida de capacidades, de posibilidades, de una imagen de sí mismo, incluso de una parte del cuerpo. Toda pérdida supone un proceso de duelo a través del cual se busca la mejor adaptación posible a la nueva situación. Este proceso requiere inevitablemente el tránsito por etapas dominadas por sintomatología depresiva, cuya resolución requiere de la aceptación de la pérdida. Cuando este proceso por diferentes circunstancias no se produce en forma adecuada, puede producirse la consolidación de la sintomatología y la aparición de trastornos psiquiátricos de entidad. El proceso de duelo consta de diferentes etapas que pueden aparecer en forma secuencial o simultánea y no necesariamente en un orden determinado. Etapas: 1. Shock o impacto: con impasibilidad 2. Negación: no se admite percepción de la realidad 3. Protesta, enojo, rabia irritabilidad, agresividad. 4. Repliegue (tristeza, culpa, sentimientos de vacío, enlentecimiento psicomotor, dificultades en la concentración, ideas de muerte, alteraciones del sueño o del apetito) 5. Resignación y aceptación 6. En etapas terminales de la enfermedad: serenidad La ausencia de resignación y aceptación de la pérdida determinará la depresión. Factores neurobiológicos Los mecanismos subyacentes en el desarrollo de esta sintomatología, tanto ansiosa como depresiva, no están todavía totalmente comprendidos. Intentaré brevemente dar una idea de los mecanismos que se ponen en juego así como las estructuras anatómicas y sistemas involucrados, para alcanzar una mínima 48 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia comprensión de las interrelaciones entre los síntomas psíquicos y físicos. Podemos decir que la respuesta al estrés compromete al sistema psiconeuroinmunoendocrinológico. A nivel encefálico las emociones se encuentran reguladas por el sistema límbico en íntima relación con el eje hipotálamo hipófiso suprarrenal. La respuesta al estrés se encuentra mediada por dos sistemas interrelacionados: 1) aquellos controlados por el CRH y 2) el sistema del locus coeruleus- noradrenalínico. El estrés produce un aumento en la liberación de CRH que activa el eje Hipotálamo hipofisoadrenal e incrementa la función simpática y produce respuestas adaptativas esperables que ya conocemos. Se destaca el aumento del cortisol A su vez la secreción de CRH está regulada por NT como ACo, NA y ST. Por otra parte, tanto en la depresión como en la ansiedad, existe un patrón de disregulación de estos sistemas con un descenso en la concentración de estos neurotransmisores en la hendidura sináptica en distintas regiones del sistema límbico Tanto las respuestas ansiosas como depresivas pueden y deben ser esperables ante una situación traumática. Sin embargo cuando éstas son excesivas en intensidad y/o duración se tornan en patológicas dando origen a diversos trastornos psiquiátricos que pueden presentarse a corto, mediano o largo plazo, pudiendo a veces resultar en patologías crónicas. a. Trastornos adaptativos con síntomas de ansiedad y/o depresivos.. síntomas que aparecen dentro de los 3 meses luego de una situación traumática y que son superiores en intensidad a lo esperable para dicha situación. Si el suceso traumático desaparece, los síntomas revierten. b. Trastornos depresivos c. Trastornos de Ansiedad, fundamentalmente Trastorno por estrés agudo o Trastorno por estrés postraumático: síntomas de ansiedad característicos que sigue a la exposición de un evento estresante y extremadamente traumático donde el individuo se ve envuelto en hechos que representan un peligro real para su vida o cualquier otra amenaza para su integridad física, o la de otros d. Trastornos de personalidad. Patrón permanente e inflexible de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. Una característica fundamental es la estabilidad en el tiempo de los mismos. Existen múltiples factores que intervienen y determinan la reacción emocional del niño frente a la enfermedad y la intensidad de dicha respuesta. Entre estos factores encontramos: a.Personales i. Desarrollo cognitivo, edad, nivel intelectual. Cada etapa del desarrollo provee diferentes herramientas y habilidades. A la vez el desarrollo cognitivo le permite al niño entender de diferentes maneras la situación vivida y mostrar variadas preocupaciones en relación a ésta. Entonces, los síntomas que se desplieguen variarán de acuerdo a la etapa evolutiva por la que el paciente transite y la enfermedad tendrá un sentido diferente para cada uno. Así, el lactante y el niño pequeño comprenden el mundo a partir de sensaciones físicas, por lo que man- Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia49 tienen una memoria corporal de sus experiencias y responden corporalmente. Las explicaciones verbales no son tan importantes como la contención afectiva, el entorno consistente mediante la presencia de una figura conocida y la protección de intrusiones innecesarias. Pueden tener una representación de su cuerpo como la de un saco lleno de fluidos, por lo cual las punciones pueden ser vividas como algo que amenaza su integridad. Los preescolares con capacidad verbal, tienen una visión egocéntrica del mundo con ideas mágicas de causa efecto por lo que pueden interpretar su enfermedad como castigo a sus inconductas. Los escolares pueden comprender el mundo en términos concretos, por lo que es necesario brindar explicaciones simples y comprensibles. Aquello que es comprendido resultará menos amenazante y por lo tanto menos ansiógeno. Los adolescentes pueden comprender la causalidad múltiple y comprobar explicaciones lógicas. La enfermedad coloca al adolescente en una situación de dependencia que se opone a la búsqueda de autonomía de esta etapa. Además, las preocupaciones centradas en el cuerpo llevan al adolescente a considerar más preocupante por ej. la pérdida del pelo que la recurrencia de la enfermedad. ii. Morbilidad previa: la existencia de patologías psiquiátricas previas coloca al niño en una situación de franca vulnerabilidad, con menos recursos para enfrentarse a la enfermedad. iii. Vinculares: el mundo es presentado al niño por sus padres por lo que cuando éstos trasmiten un entorno amenazante, el niño se sentirá amenazado. El estilo vincular determinará en gran medida la seguridad o la ansiedad con la que el niño se va a enfrentar a la enfermedad. Por eso es fundamental evaluar las actitudes de los padres que puedan interferir en las del paciente iv. Genéticos: la vulnerabilidad a la ansiedad y/o depresión está determinada por factores genéticos b. Relacionados con la enfermedad: determinan la entidad y persistencia de la situación traumática PERSISTENCIA i. Agudeza o cronicidad ENTIDAD ii. Dolor: Presencia de dolor y la intensidad del mismo. Es necesario además, tomar en cuenta el componente subjetivo del mismo. sensibilidad iii. Gravedad. Riesgo de muerte. Concepto de muerte de acuerdo al desarrollo cognitivo del niño. iv. Pronóstico de la enfermedad. v.Hospitalización vi. Estudios y tratamiento. Muchos resultan sumamente cruentos y estresantes. vii. Discapacidad que la enfermedad genere a corto, mediano o largo plazo, así como la persistencia o no de secuelas c.Familiares i. Ansiedad y respuesta a la enfermedad del entorno familiar. Es también importante considerar los vínculos 50 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia que establecen con el equipo médico y la confianza con el mismo. ii. Patologías previas en los padres o entorno cercano. iii. Culturales y religiosos iv. Redes sociales v. Equipo de salud: vínculo con los padres, información adecuada y oportuna que evite la ansiedad anticipatoria (reduce miedos y mejora aptitudes para el afrontamiento). Es necesario evaluar la identificación excesiva del equipo con el niño así como los comportamientos de evitación. El ambiente hospitalario es otro elemento que influye en las respuestas a la enfermedad que se verán favorecidas cuando este es amigable y acogedor. Tratamiento El primer objetivo debe ser la prevención de la aparición de complicaciones emocionales que interfieran con la enfermedad física o con la salud mental del niño. Una vez aparecidas las mismas será necesario el tratamiento sintomático o del trastorno constituído. a) Medidas preventivas: orientadas a disminuir el impacto traumático de la enfermedad, de la hospitalización y de los procedimientos que se requieran. i.Comunicación ii. Información adecuada y oportuna iii. Sostén familiar. Evaluación de aspectos relacionales. iv. Evitar dolor (teniendo en cuenta la subjetividad del mismo) y angustia excesivas. Es fundamental el abordaje farmacológico (sedación y/o analgesia) previo a los procedimientos extremadamente dolorosos o estresantes desde el punto de vista objetivo o de acuerdo a la percepción del paciente. b) Tratamiento de los síntomas reactivos i.Psicoterapéutico ii.Farmacológico Conclusiones 1) La enfermedad es un evento desestabilizador de la homeostasis psíquica en la medida en que puede constituirse en un evento traumático 2) El impacto traumático de la misma depende de la enfermedad en sí y de los recursos individuales (componente subjetivo), familiares y sociales 3) La respuesta al estrés está regulada por múltiples sistemas que desencadenan síntomas emocionales y físicos que interfieren en la evolución y/o pueden constituirse en patologías mentales con un curso propio 4) Todas aquellas medidas tendientes a mejorar o regular las respuestas al estrés, redundarán en una mejor evolución de la enfermedad o en la calidad de sobrevida y evitará la aparición de enfermedades mentales constituidas Porque el futuro de los de los niños es siempre hoy Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia51 Bibliografía 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 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[online]. 2003, vol.3, n.1, pp. 10-59. ISSN 15186148. Torres Fermán I, Saldívar González A, Beltrán Guzmán F, Vázquez Nava F, Navarro Hernández A. La hospitalización, cirugía, salud y enfermedad en los niños, una experiencia saturada de emociones. Revista electrónica Medicina, Salud y Sociedad. Vol. 1, No. 3. 2011 Vessey JA. Children’s psychological responses to hospitalization. Ann Rev Nurs Res 2003; 21: 173-201. 52 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Algunas apreciaciones sobre el Intento de Autoeliminación Martínez Schiavo, A. * Los objetivos del presente trabajo 1. Considerar algunos conceptos destinados a la actualización del tema. 2. Compartir una experiencias de investigación que mereció el primer premio en modalidad poster y trabajo libre en 2010 y 2011 ( Puerto Vallarta y Montevideo). El niño o adolescente que realiza un IAE suscita apreciaciones variables en el seno de una colectividad humana, ya sea rechazado al margen del curso de las cosas, como si se tratara de un accidente, de una aberración de la naturaleza; o como un punto álgido que cuestiona a las personas y a las instituciones. Genera un horror intenso, un efecto de real fascinación que traduce la manera en que cada individuo se encuentra alcanzado en el conflicto inconsciente entre las fuerzas que tienden tanto a la conservación, como a la destrucción de su vida. Si las investigaciones estadísticas y epidemiológicas precisan de forma a menudo muy clara y sugestiva los contornos del fenómeno suicida, no permiten sin embargo penetrar en su esencia: cada tentativa de suicidio es la manifestación de un drama personal, como lo muestra la experiencia clínica, que lamentablemente, deja siempre inaccesible parte del enigma. * El IAE plantea el problema de la vivencia existencial depresiva propia de la adolescencia. Algunos autores opinan que los adolescentes que realizan un IAE se encontrarían dentro de los parámetros de la normalidad, y otros autores afirman que presentarían trastornos menores, probablemente pasajeros. Otros autores ven en la tentativa de suicidio el índice de una distorsión siempre grave de las funciones de la personalidad en curso de estructuración. Repasemos algunos conceptos Se llama suicidio a la voluntad y/ o al deseo consciente y deliberado de darse muerte. La tentativa de suicidio o intento de autoeliminación, caracteriza “el fracaso” de un suicidio, cualquiera que sea su causa. Son relativamente comunes y se han encontrado en el 25% de la población liceal. Pensamientos suicidas En ocasiones Conviene también estas ideas son subrayar la ambivalencia una manera de de estas ideas de acceder a una suicidio, que pueden reflexión sobre paradójicamente tener la existencia y su una función de protección finitud. contra un pasaje al acto. Psiquiatra pedriática, Prof. Adj. de la Cátedra de Psiquiatría Pediátrica. Centro Hospitalario Pereira Rossell, Facultad de Medicina. Universidad de la República – UDELAR -- Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia53 Más que ser expresadas con claridad, las ideas de suicidio se expresan, en un contexto de profundo malestar: - sentirse de más , inútil - deseo de reunión con un ser querido fallecido - desprenderse de objetos a los cuales el sujeto está apegado (libros, juegos, fotos) - deseo de fuga, de evasión (viajes impulsivos) - deseo de dormir largo tiempo, verdadera búsqueda de la anulación de tensiones - deseo de tener una vida diferente, nueva Comportamientos suicidas: pueden ser divididos en gestos suicidas e IAE. Los gestos se refieren al comportamiento autodestructivo sin un riesgo real de morir como resultado de la injuria autoinfligida. El comportamiento tiende a ser no letal en su naturaleza, por ej. tener un arma apuntándose a la cabeza pero nunca tirar del gatillo. Estos adolescentes presentan un riesgo aumentado para subsecuentemente intentar o completar un suicidio. “Equivalente suicida”, “conducta suicida” o “conducta peligrosa”: comportamientos que por su naturaleza ponen en peligro la vida del individuo o su integridad física desde el punto de vista de un observador externo, pero en las que el niño o el adolescente niega el riesgo que corre. Estos equivalentes suicidas pueden, en ciertos casos, estar relacionados con las tentativas de suicidio. El concepto de equivalente suicida tiene para el clínico el interés de alertar su atención sobre la posibilidad del paso al IAE y suicidio y sobre la necesidad de enfocar un cuadro terapéutico adecuado. Este concepto debería también suscitar el interés y la atención de los médicos. Existe un continuum en las diversas conductas que ponen en peligro la vida: Conductas peligrosas Equivalentes suicidas Tentativas de suicidio Suicidio Se discute entre distintos autores si hay una progresión tipo escalada en la gravedad de estas conductas, y si esto permite establecer hipótesis predictivas. Sabemos que de los niños y adolescentes que llegan a consumar el suicidio, el 18 a 40% según los diferentes autores, tenían IAE previos. Los clínicos deben poder identificar los precursores y los signos de alarma que sugieren que el individuo está considerando el comportamiento autodestructivo. Los precursores presentados en forma aislada no sugieren que el suicidio es inminente, es el interjuego de los factores de riesgo lo que debe ser tenido en cuenta. El riesgo de suicidio aumenta si se observa una progresión de pensamientos, amenazas, a gestos hasta IAE. Algunos aspectos a considerar Mundialmente el suicidio es una de las cinco causas de mortalidad en menores de 19 años. En muchos países encabeza como primera o segunda causa de muerte tanto en varones como en mujeres de esta franja etárea. La prevención del suicidio entre los niños y adolescentes es por lo tanto de alta prioridad. En muchos países y regiones la mayoría de los comprendidos en este grupo concurren a centros educativos, éste último aparece como un lugar excelente para desarrollar acciones preventivas apropiadas. Desafortunadamente las muertes por suicido son, en nuestro país, la segunda causa de muerte entre los jóvenes. Siendo los ac- 54 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia cidentes la primera, con una prevalencia del 12% de la mortalidad, tanto a nivel nacional como internacional. Todas muertes que podrían ser prevenibles. Se debe partir del principio que el suicidio es una causa de muerte evitable en la mayoría de los casos y con intervenciones eficientes se disminuiría la incidencia. La prevención del suicidio es tarea de todos los agentes que se encuentran en contacto con niños y adolescentes. Nunca complicar el tema del suicidio ni convertirlo en un feudo de psiquiatras, psicólogos u otros profesionales pues es una tarea de toda la sociedad en su conjunto. En algunos casos, puede ser imposible determinar la intencionalidad o no del suicidio, ( accidentes de automóvil, ahogados, caídas y sobredosis de drogas ilegales). Se estima generalmente que la información sobre el comportamiento suicida en la adolescencia está por debajo de su ocurrencia, porque muchas muertes de este tipo se clasifican imprecisamente como accidentales. Factores Protectores Patrones Familiares - Buena relación con los miembros de la familia. - Apoyo de la familia. Estilo cognitivo y personalidad - Buenas habilidades sociales. - Confianza en sí mismo, en su propia situación y logros. - Búsqueda de ayuda cuando surgen dificultades, por ejemplo en el trabajo escolar. - Búsqueda de consejo cuando hay que elegir opciones importantes. - Receptividad hacia las experiencias y soluciones de otras personas. - Receptividad hacia conocimientos nuevos. Factores culturales y sociodemográficos - Integración social, por ejemplo participación en deportes, asociaciones. religiosas, clubes y otras actividades. - Buenas relaciones con sus compañeros. - Buenas relaciones con sus profesores y otros adultos. - Apoyo de personas relevantes. Factores de riesgo -individuales -familiares -socioculturales -biológicos La finalidad de conocer un “perfil de riesgo” es la prevención. Perfil multicausal y evolutivo. Factores individuales - Trastorno del estado de ánimo. - Trastorno de conducta disruptivo. - Rasgos de personalidad con menor control de impulsos. - Abuso de alcohol y/o drogas (en más de la mitad de los suicidas). -Esquizofrenia. - Fracaso en la escolaridad. - Eventos vitales estresantes. Comportamiento suicida y las lesiones autoinfligidas (LAI) son un problema de salud pública. Lesión autoinfligida: el daño autoinfligido sin intención de darse muerte (cortes, quemaduras). Son más frecuentes que los IAE. Los adolescentes con LAI tiene elevados niveles de síntomas de ansiedad y depresivos, uso de sustancias, síntomas de T de personalidad tipo B, síntomas disociativos, historia de abuso y violencia. También se asocian con elevados niveles de IAE y parecería predecir posibilidades Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia55 elevadas de IAE y suicidios en la adultez. Lo mismo que para el IAE uno de los mejores predictores para las LAI es haber realizado algún tipo de ellas. Un notable hallazgo de las autopsias psicológicas realizadas a través de entrevistas a los familiares de las victimas de suicidio mostró que aproximadamente el 90% de los niños y adolescentes que cometieron suicidio tenían un trastorno psiquiátrico en el momento de su muerte. Esto nos debe hacer reflexionar sobre la importancia de evaluar el riesgo suicida en todas y en cada una de las entrevistas diagnósticas que se realizamos. También dichas autopsias mostraron la presencia de diagnósticos comórbidos en un 70%, lo que muestra la necesidad de implementar múltiples intervenciones terapéuticas dirigidas a esos diferentes trastornos. El factor de riesgo más fuerte para un suicidio es la presencia de un intento de autoeliminación (IAE) previo. La mayoría de las victimas de suicidio (61%-76%) sufrían de trastornos del humor, el segundo diagnóstico más frecuente fue el de trastorno de abuso de sustancias. Aproximadamente el 43% tiene ambos diagnósticos comórbidos. Mostraron niveles bajos de trastornos de ansiedad, alimentarios o esquizofrenia, pero de cualquier modo igual debe evaluarse el riesgo suicida en estas patologías. En las autopsias psicológicas se observó que aproximadamente un tercio de las victimas de suicidio sufrían de un trastorno de personalidad especialmente antisocial y borderline, al igual que rasgos narcisistas y esquizoides. En los adolescentes que realizaron un IAE, aproximadamente el 80% tenían un trastorno psiquiátrico; y los que mas frecuentemente se presentan en forma comórbida son los trastornos del humor, trastorno de conducta disruptivo y abuso de sustancias. Es importante realizar una evaluación exhaustiva de riesgo de IAE en adolescentes que presenten crónicamente en sus conductas, agresión, impulsividad, inestabilidad del humor, pobres relaciones interpersonales, que puedan sugerir el desarrollo de un trastorno de la personalidad. Enfermedades crónicas como la diabetes o la epilepsia, así como la enfermedad física crónica materna, son considerados como factores de riesgo. Durante la entrevista hay que evaluar como establecen las relaciones sociales con sus pares, como perciben a los demás y a sí mismos y su sentido de autoestima. Tener en cuenta la presencia de ideas de desesperanza, la dicotomía (todo o nada) en el pensamiento, si perciben al futuro como nefasto, con ausencia de proyectos de futuro. Factores familiares - Historia de abuso sexual o físico. - Abuso de alcohol y/o drogas en la familia. - Conflictividad y reforzamiento negativo. - Enfermedad psiquiátrica de larga evolución en un padre. - Comportamiento e ideación suicida. - Pérdida de un padre o familiar cercano. Los niños y adolescentes que tiene ideas suicidas o realizaron un IAE tienen altos niveles de estrés incluyendo pérdidas familiares como separaciones, muertes, enfermedades, hospitalizaciones, múltiples mudanzas, disfunción familiar que incluye desde discusiones a violencia y trastornos psiquiátricos en los padres. De la misma manera tiene altos porcentajes de trastornos del humor a nivel familiar, trastorno antisocial de la personalidad, abuso 56 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia de sustancias, comportamiento suicida y violento. Adolescentes con madres que realizaron IAE están en mayor riesgo de realizar IAE en comparación con los que sus madres no lo hicieron. Las situaciones de disfunción familiar severa en donde incluimos la violencia especialmente maltrato físico o abuso sexual son un factor de riesgo de gran importancia. También se incluyen situaciones económicas muy dificultosas. Factores socioculturales Rupturas con el entorno: cambios de domicilio, de escuela o de trabajo, partida de un miembro de la familia, ruptura con el grupo de compañeros. Cambios socioeconómicos Factores Neurobiológicos: Existen pocos estudios que se enfoquen en los factores biológicos en la adolescencia, la mayoría fueron realizados en los adultos. En los adultos se han descrito en el suicidio una disregulación del sistema neurotrasmisor serotoninérgico. Niveles bajos del ácido 5 hidroxiindolacético (5HIAA) en el líquido cefalorraquídeo en los adultos, al igual que en los adolescentes que realizaron un IAE, así como niveles bajos de triptófano a nivel sanguíneo. También se encontraron valores bajos de ácido homovanílico, un metabolito de la dopamina. Las investigaciones sugieren que existe una relación entre la ideación suicida y el alelo 102C en el gen del receptor 5HT2A. La presencia de este alelo no es suficiente para aumentar el riesgo de suicidio en los adolescentes. A continuación quiero compartir una experiencia de investigación realizada en nuestra Clínica de Psiquiatría Pediátrica en el año 2010, la misma estuvo a cargo de la Dra. Adriana Martínez Schiavo, Dra. Noelia Goyeneche, Dra. Valentina Keihian, Dra. Gabriela Lungo y contó con la supervisión de la Prof. Dra. Laura Viola. Introducción: El intento de autoeliminación (IAE) es uno de los principales motivos de consulta a Psiquiatría Pediátrica en el Hospital Pediátrico en Uruguay. El impacto que genera tanto en el niño como en la familia y los técnicos tratantes, exige una profundización de las características psicopatológicas de los niños que intentan suicidarse. Objetivos de la investigación-acción - Analizar las características psicopatológicas de los niños y adolescentes que realizan un IAE. - Relacionar la información obtenida de los padres con la del niño o del adolescente. Método - Población: todos los niños entre los 11 y los 14 años 11 meses que hacen un IAE en los 6 meses del estudio (1-7/2010). - Aplicación de cuestionarios especialmente diseñados para esta investigación y de entrevistas semi-estructuradas en las primeras 24 horas de la internación a padres y niños o adolescentes. - Aplicación de la CBCL-para padres y niños mayores de 11 años - Análisis de los datos con paquetes estadísticos –SPSS17. N: 40 (mayores de 11 años) Nº total de IAE: Menores de 11 años: Mayores de 11 años: 57 pacientes 5 pacientes 52 pacientes Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia57 Características generales de la muestra Sexo Mujeres - 82,5% Hombres - 17,5% Edad 47,5% 50% 40% 30% 20,0% 20% 10% 0% 25,0% 7,5% 11 años 12 años 13 años 14 años IAE 80% 60% 40% 20% 0% Segundo IAE 52,5% 47,5% 27,5% 20% 10% 0% - Media de PT de población general en una muestra representativa nacional 33,9. - Media de PT en contexto socioeconómico bajo de población general 39,8. 65,0% 40% 30% - Consiste en dos subescalas, una relacionada con el comportamiento, con 118 ítems. - Cada ítem puede ser registrado como nunca, a veces o siempre. - La otra subescala describe el desempeño del niño en actividades extracurriculares, relaciones sociales y funcionamiento escolar, con 20 ítems. - Dos escalas adicionales denominadas problemas externalizados e internalizados. - Versión de 2001 se agrega escalas de orientación diagnóstica según DSM IV. - Traducción al español rioplatense. - Media de PT de la muestra 62,4. Primer IAE 70% 50% - Escala global de medición validada y aceptada en diferentes países. - Instrumento sensible, útil como screening en población general y en la realización de estudios epidemiológicos. - Complemento de la entrevista clínica. - Útil en el control de la evolución. - Instrumento auto-administrado por los padres y por los adolescentes. - Valora los seis últimos meses previos a la consulta. - Instrumento auto-administrado por los padres y por los adolescentes. - Valora los seis últimos meses previos a la consulta. De acuerdo a CBCL obtenemos: Escolaridad 60% Child Behavior Checklist: CBCL Escolarizados No escolarizados Retraso escolar Fracaso escolar Previo a mostrar los resultados obtenidos quiero hacer una breve descripción de la escala utilizada. Por lo tanto tenemos una muestra altamente patológica. Prevalencia de patologia en CBCL padres es de 76,9% Prevalencia de patología en CBCL youth es de 48,7% Por lo tanto el 51,3% consideran que no tienen ningún síntoma 58 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Indice de suicidabilidad: - CBCL padres 74,4 - CBCL youth 79,5 Prevalencia 70% 61,5% 60% 51,3% 35,9% 70% 23,1% 20% 10% 0% Normalidad Normalidad Y Riesgo Riesgo Y Patología Patología Y 40% 30% 20% 0% 66,7% 48,7% 50% 59,0% 51,3% Q91 cierto Q91 algunas a menudo veces Q91 no es cierto Q18 cierto Q18 algunas a menudo veces 40% 20% 33,3% 25,6% 23,1% 30% 10% 20% TDAH TOD Trastorno de conducta TEPT 15,4% 10% 0% Al igual que para la CBCL padres en la CBCL youth los trastornos prevalentes son los del Humor y el Trastorno por estrés post trauma. Factores de riesgo relevantes Prevalencia de trastornos CBCL (youth) Antecedentes Q91 cierto Q91 algunas a menudo veces Q91 no es cierto 70% 41% 31% 40% 20% TDAH TOD Trastorno de conducta TEPT 0% 42,5% 7,5% 10,0% 2,5% Separación padres 15% 10% Trastornos Trastornos del humor de ansiedad 32,0% 30% 27,5% Fallecimiento hermano 18% Q18 no es cierto 45,0% Fallecimiento madre 20% 50% Fallecimiento padre 23% Q18 cierto Q18 algunas a menudo veces 62,5% 60% Violencia 45% 40% 35% 30% 25% 20% 15% 10% 5% 0% Q18 no es cierto 51,3% 51,0% 50% Trastornos Trastornos del humor de ansiedad 26% Suicidabilidad CBCL (youth) 60% 30% 0% 26% 20% 70% 43,6% 41,0% 40% 18% 10% Prevalencia de trastornos CBCL (padres) 60% 49% 50% Los trastornos prevalentes son los Trastornos del Humor y los Trastornos por estrés post trauma. 70% 62% 60% 15,4% 12,8% Patología psiquiátrica 30% Suicidabilidad CBCL (padres) Mudanzas 40% Cambios económicos 50% Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia59 Resultados y Conclusiones: - - - - - El 82,5% pertenecen al sexo femenino y el 17,5% al masculino. 91% son mayores de 11 años y de estos el 47,5% tiene 14 años. El 75% realizaron un primer IAE. Media de PT de la muestra es de 62,4%, o sea francamente patológica. Prevalencia CBCL (padres) es de 76,9% y la CBCL (youth) de 48,7%, lo que nos deja claro la importancia de tener en cuenta a la familia en lo que se refiere a la evaluación y tratamiento de un adolescente. - Los Trastornos prevalentes son los Trastornos del Humor y Trastornos por estrés postrauma (CBCL padres y youth). - Alta comorbilidad, CBCL padres 47,9% - El 23% de los adolescentes niegan la intención de hacerse daño o de intentar suicidarse. “Quién tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo” Nietzsche Bibliografía 1.Brent D, Greenhill L, et al. The Treatment of Adolescents Suicide Attempters Study (TASA): Predictors of Suicidal Events in an Open Treatment Trial. J. Am. Acad. Child Adolesc. Psychiatry, October 2009 48(10):987-996. 2.DSM-IV Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Masson; 1995. 3.Hawton K, Fortune S. Suicidal Behavior and Deliberate Self-Harm in: Rutter`s Child and Adolescent Psychiatry, 5º ed. Massachussets: Blackwell; 2008. p. 648-669. 4.Marcelli D, Braconnier A, Ajuriaguerra J. Manual en Psicopatología del Adolescente, Barcelona: Masson; 1986, p. 99-113. 5.Marcelli D. Psicopatología de los Trastornos de expresión comportamental en Manual de Psicopatología del Niño. 7º ed. Barcelona: Masson; 2007. p. 196-198. 6.Martínez A, Pazos M, Perez M. Comportamiento Suicida en el Niño y Adolescente. Monografía. 1997 7.Miranda R, et al. Attempt Characteristics, Diagnoses, and Future Attempts: Comparing Multiple Attempters to Single Attempters and Ideators. J. Am. Acad. Child Adolesc january 2008; 47(1): 32-51. 8.Nock M. Suicidal Behavior Among Adolescents: Correlates, Confounds, and ( the Search for) Casual Mechanisms. J. Am. Acad. Child and Adolesc. Psychiatry march 2009; 48(3): 237-239. 9.Pfeffer C. Suicidal Behavior in Children and Adolescents: Causes and Management in Lewis`s Child and Adolescent Psychiatry A Comprehensive Textbook. 4º ed. Philadelphia: Lippincott; 2007. p. 529-538. 10. Read L, Garfinkel B. Adolescent suicidal behavior: understanding the breadth of the problem in Child and Adolescents Psychiatric Clinics of North America 1992; 1(1): 197-228 11. Rosenbaum J et al. Suicide attempt and non suicidal self injury in the treatment of resistant depression in adolescents: finding from the TORDIA study in the J of the American Academy of child and adolescent Psychiatry. 2011. En prensa. 12. Shaffer D, et al. The impact of curriculum-based suicide prevention programs for teenagers in Journal of de American Academy of Child and Adolescent Psychiatry july 1991; 30(4): 588-596. 13.Trastornos mentales y cerebrales. Departamento de Salud Mental y Toxicomanías. Organización Mundial de la Salud. Ginebra 2001. Prevención del suicidio. 14. Vittiello B, et al. Depressive symptoms and clinical status during the treatment of adolescents suicide attempter study in J. Am. Academy of Child and Adolescent Psychiatry October 2009; 48:10: 997-1004. 60 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Psicofarmacología de la ansiedad y la depresión en niños y adolescentes Birmaher, B. * Es imposible hablar de tratamiento y farmacología sin referirse a la psicoterapia. Así que también voy a hacer un breve resumen del uso de la psicoterapia en niños y adolecentes con Trastornos de Ansiedad. Los fármacos que actúan para la depresión y para la ansiedad tanto en niños como en adultos son prácticamente los mismos, por lo que voy a hacer un resumen completo y al final les voy a brindar algunas pautas acerca del tratamiento de estos trastornos en niños y adolescentes, sobre todo qué hacer cuando un niño entra en su consultorio. Los trastornos de depresión, pero sobre todo los de ansiedad, son muy frecuentes en los niños. La depresión forma parte de la vida de todos nosotros. Sin embargo, cuando hablo del tratamiento de la depresión, me estoy refiriendo a pacientes con los criterios del DSM de Depresión Mayor. Al hablar de tratamiento me voy a referir a niños que presentan depresiones persistentes y/o irritabilidad, junto con otros síntomas tales como: - Anhedonia mantenida a lo largo de varias semanas - Falta de motivación - Aumento o disminución del sueño y el apetito - Disminución de la concentración, * Boris Birmaher MD. Professor of Psychiatry. University of Pittsburgh Medical Center. Western Psychiatric Institute and Clinic. -Cansancio - Actividad aumentada o disminuida - Sentimientos de culpa muy exagerados - Pensamientos suicidas, a veces intentos de autoeliminación (IAE) - Disfunción de las actividades que desarrollan en la casa o a nivel académico. Estos síntomas de depresión no solamente se deben a duelo, abuso de sustancias, alcohol, u otras enfermedades médicas o psiquiátricas. La prevalencia en EEUU es de alrededor del 2%, pero varía en los diferentes países. Antes de la pubertad es aproximadamente 2%, sin diferencias entre niñas y varones. Después de la pubertad aumenta drásticamente al 6% aproximadamente y se hace más frecuente en las niñas. Por cada varón hay dos niñas deprimidas. ¿Por qué es más frecuente en las niñas después de la pubertad? Nadie lo sabe, puede ser por causas hormonales, sociales, puede ser porque el cerebro de las mujeres es algo diferente, hay alguna evidencia sobre todo en animales, que el cerebro tiene diferencias en cuanto a los receptores serotoninérgicos, pero son puras especulaciones. La verdad es que nadie sabe cuál es la verdadera causa. Se sabe muy bien que después de la menarca, las mujeres tienen depresiones mayores con más frecuencia que los hombres. En cuanto a la ansiedad, la frecuencia es de 10 a 15 % y es igual en niñas y niños .Es uno de los trastornos más frecuentes en psiquiatría. Uno cree que el Trastorno por Dé- Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia61 ficit atencional con Hiperactividad (TDAH) es más frecuente, pero no, parece que lo más prevalente, aún en adultos, es el Trastorno de Ansiedad. Lo que pasa es que ustedes muchas veces no ven estos niños en sus clínicas, porque muchos de ellos se portan muy bien, no molestan y se quedan calladitos en la clase, son ansiosos pero no lo expresan, sufren a solas. Los pares no se refieren a ellos porque son niños callados que no plantean conflictos. Hay muchos tipos de Trastornos de Ansiedad: el Trastorno de Ansiedad Generalizada, el Trastorno por Ansiedad de Separación, el Trastorno Fóbico, el Trastorno de Pánico, las fobias simples, el Trastorno Obsesivo Compulsivo y el Trastorno por Estrés Post Traumático. En esta charla es imposible hablar de todo y no voy hablar sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y el Trastorno por Estrés Postraumático(TEP) pero mucho de lo que voy a decir se aplica también a ambos. Voy a hablar sobre todo del Trastorno de Ansiedad Generalizada, del Trastorno de Ansiedad de Separación y del Trastorno de Fobia Social. Otra razón para hablar de estos trastornos es que generalmente se presentan juntos; es muy raro que ustedes vean un niño que tenga fobia social y no tenga Trastorno de Ansiedad Generalizada, etc. Los dos o tres diagnósticos coexisten en un 40 – 50 % de las muestras clínicas que se han estudiado. En cuanto al Trastorno de Pánico, no es muy frecuente en niños. Empieza en la adolescencia y sobre todo en la adolescencia tardía. Se ven ataques de pánico, pero Trastorno de Pánico como tal, es raro. Nosotros intentamos hacer varios estudios doble ciego para Trastornos de Pánico. Fuimos a las emergencias, hablamos con los Pediatras que son los primeros que los ven, y no pudimos hacer el estudio. No soy el único, mucha gente ha tratado, pero no se ve, no es frecuente. Hay otro trastorno junto con el Trastorno Fóbico Social, que es el mutismo selectivo. Yo pienso y no soy el único, que el mutismo selectivo es un síntoma del desarrollo que se manifiesta a edad muy temprana. Se ve en niños muy pequeños que son muy tímidos o que presentan una fobia social que se manifiesta frecuentemente con mutismo selectivo. Entonces, muchos de los niños que tienen mutismo selectivo, tienen una fobia social. Sin embargo, a veces pueden tener otras patologías como un Trastorno del Lenguaje o Esquizofrenia, pero este último es muy raro en niños. Si suponemos que yo tengo una fobia social y tengo que hablar frente a ustedes y estoy obligado a hacerlo, tal vez me tomo un whisky antes de venir, con eso me animo un poquito, no estoy diciendo que sea el mejor tratamiento, pero lo tengo que hacer. Pero si yo solamente tengo 3- 4 años y soy muy tímido y me quieren hacer hablar, yo no hablo y si me obligan tal vez lloro o tengo una rabieta. Entonces muchos de estos niños lo que tienen es una fobia social que se manifiesta con el mutismo selectivo. Todos los Trastornos por Depresión Mayor y Ansiedad presentan otros síntomas no específicos, por ejemplo: rabietas, que muchas veces son el motivo de consulta. No vienen porque están ansiosos o porque están deprimidos, vienen porque están irritables, violentos, con rabietas, y es por eso que los padres consultan o los profesores los derivan. Las consultas son por problemas de conducta o porque no oyen o porque están muy irritables. También muchos de ellos tienen síntomas somáticos: cefaleas, dolores abdominales. Se ve sobre todo en los niños ansiosos y especialmente en el niño con ansiedad de separación. Los lunes cuando tienen que volver al colegio luego de un fin de semana de vacaciones, les da dolor de garganta, dolor de panza. Esos niños son vistos sobre todo por 62 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia los pediatras y desafortunadamente algunos llegan con cantidad de examenes paraclínicos que obviamente son normales. Hay una entidad que en inglés se llama RAP: “Recurrent abdominal pain” que generalmente se manifiesta por dolores abdominales recurrentes y que no tiene ninguna patología al examen clínico, radiológico y de laboratorio. Es necesario prestar atención. Cuando ustedes vean niños así búsquenle ansiedad o depresión, sobre todo ansiedad. Muchos de estos niños son ansiosos y ese es todo el diagnóstico. Lo que pasa es que, si el Pediatra no ha sido educado para reconocer los síntomas de ansiedad, no realiza el diagnóstico y estos niños que podrían ser tratados por su problema de base, quedan sin el tratamiento adecuado Muchos de los Trastornos de Depresión y Ansiedad se acompañan de trastornos comórbidos; un niño puede tener depresión y TDAH y se deben tratar ambos, o depresión y Trastornos de la Alimentación, o depresión y abuso de sustancias o ansiedad y TDAH. Cuando yo era residente de psiquiatría me decían que era imposible tener ansiedad y TDAH al mismo tiempo porque son opuestos, uno es impulsivo, el otro es demasiado cuidadoso, pero existen. Más o menos, el 10 – 20 % de los niños con Trastorno de Ansiedad tiene TDAH y ambos deben ser tratados. ¿Por qué hay que tratar los trastornos de ansiedad y depresión? Uno tiene mucho miedo de los efectos colaterales de los medicamentos, pero ¿qué hay de los efectos colaterales de la enfermedad? A veces son peores que los efectos colaterales de los fármacos y esto se lo digo a los padres y a los niños. Los niños con Trastornos de Depresión y de Ansiedad tienen cantidad de problemas: familiares, interpersonales, académicos, riesgo aumentado de suicidio, trastornos de conducta y abuso de drogas y alcohol. Con frecuencia los jóvenes con fobia social utilizan el alcohol o ciertas drogas por su efecto desinhibidor. Poco a poco se va agregando otro problema sin saberlo. A la ansiedad o depresión se suma el abuso de sustancias. Esto les pasa a algunas personas con Trastorno de Ansiedad. Hay excepciones, pero la mayoría de estos trastornos se mantienen en la edad adulta. Los adultos con problemas de ansiedad y/o depresión (ambos son “primos hermanos”) en su mayoría empezaron las dificultades a edades muy tempranas. Aunque no todo niño o adolescente con depresión va a ser un adulto con depresión, muchos llegan a serlo dependiendo de múltiples motivos. Diagnóstico diferencial El diagnóstico diferencial de estas patologías con el de Trastorno Bipolar es muy difícil y sobre todo con la depresión unipolar. La mayoría de los niños que vienen a la consulta por depresión lo hacen en su primer episodio depresivo; ¿uno cómo sabe si se van a volver bipolares? Y esto tiene implicancias terapéuticas: ¿le damos ISRS, sí o no? El Trastorno de Conducta, muchas veces se manifiesta por depresión, porque estos niños o adolescentes se están metiendo en problemas todo el tiempo. Esto mismo sucede con los que tienen déficit atencional, su autoestima disminuye. Esto puede confundirse con una depresión mayor. Otros diagnósticos diferenciales que se plantean con los Trastornos de Ansiedad, son los Trastornos de la Alimentación, el Asperger, los Trastornos de Personalidad, el uso de medicamentos que a veces producen problemas de ansiedad, enfermedades neurológicas y médicas que se pueden manifestar por ansiedad o por depresión. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia63 Menos mal que la mayoría de los niños y adolescentes son saludables. De vez en cuando consulta un adolescente con hipertiroidismo y tiene una ansiedad generalizada que no controla, crisis de pánico y uno le estudia la tiroides y las hormonas están muy aumentadas, es raro pero yo lo he visto. Es importante pensarlo porque puede suceder. Tratamiento El tratamiento yo lo divido, para todos los trastornos psiquiátricos, en: educación, psicoterapia y farmacoterapia. Estos son los tratamientos que tenemos actualmente los psiquiatras, psicólogos y los que trabajan en salud mental. La educación es muy importante, porque solamente educando a los padres y niños acerca de su problema, con frecuencia mejoran. En los estudios doble ciego tanto de psicofármacos como de terapia cognitiva, muchos de estos niños mejoran. Alrededor del 30% mejora solamente explicándoles el diagnóstico. “Su hijo no va al colegio, no porque sea un mal criado, sino porque tiene ansiedad de separación o porque está muy deprimido, y esa es la causa de la irritabilidad”. Con esta sencilla explicación, ya cuando salen del consultorio, los padres se empiezan a sentir mejor y cuando vuelven están más aliviados que la primera vez. Eso es natural y se ve sobre todo en depresiones o ansiedades leves que mejoran mucho solamente con educación y un manejo de los problemas en el colegio y en la casa. No todo es medicación en Psiquiatría. La educación es importante, sobre todo por los tabúes y la falta de conocimiento sobre los trastornos psiquiátricos que tienen los padres y muchos médicos que manejan a estos niños. La psicoterapia es efectiva para ambos trastornos, pero desafortunadamente no me voy a poder concentrar hoy en ella. No prefiero una psicoterapia sobre otra, pero la mayoría de los estudios han mostrado que en la depresión de niños y adolescentes, sobre todo en adolescentes, porque no hay muchos estudios en niños, los dos tipos de psicoterapia que presentan evidencia son: la terapia cognitivo conductual (TCC) y la terapia interpersonal. Esta última deriva de la psicoterapia psicodinámica, pero sólo se ha estudiado en adolecentes. Estas son las terapias que existen y funcionan para la depresión mayor. Eso no quiere decir que yo no crea en las otras, pero no hay evidencia con estudios randomizados. Ustedes pueden creer en ellas y si creen que funciona todavía mejor. Ya se están haciendo estudios para el psicoanálisis y la terapia psicodinámica. Hay algunos estudios de las terapias de mentalización que empiezan a mostrar alguna evidencia, pero las que tienen más evidencia son las que mencioné al principio. Acabamos de hacer un estudio piloto abierto de yoga, para niños de 8 a 12 años. Es necesario ser cuidadoso con los estudios abiertos. Estos niños mejoraron mucho, pero eran niños cuyos padres creían en el yoga, por eso acudieron al estudio y algunos mejoraron, pero no todos. Ahora estamos pidiendo financiación para un estudio doble ciego: yoga verdadera con yoga no verdadera; es fácil de hacer y a los niños les gusta; puede que sirva pero aún no les puedo asegurar nada. En la ansiedad, la terapia cognitivo comportamental mostró ser la más efectiva, no solamente para la situación aguda, sino que parece mantener los efectos por 2 o más años. Los estudios de psicoterapias han tenido problemas, porque frecuentemente se trata de niños con ansiedades muy leves en los cuales cualquier intervención terapéutica puede funcionar. Por eso hay que ser cauteloso al evaluar estos resultados. 64 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Farmacoterapia Voy a referirme primero a la farmacoterapia en la Depresión Mayor. El tratamiento se divide en 3 fases. Esto hay que trasmitírselo a la familia - Aguda: para el tratamiento de los síntomas depresivos agudos. Dura entre 6 y 12 semanas. - Continuación: el objetivo de la terapia de continuación es prevenir la recaída. Dura más o menos entre 6 y 12 meses. - Mantenimiento: previene las recurrencias, es decir depresiones completamente nuevas. Todos los niños y adolescentes necesitan tratamiento agudo y de continuación. ¿Quién requiere mantenimiento? No hay estudios en niños; tenemos que extrapolar los resultados obtenidos de los adultos. Pero no todo lo que funciona en adultos funciona en niños. El mantenimiento puede ser durante un año, pero hay pacientes que lo necesitan de por vida. Yo llevo trabajando 24 años en mi Clínica y en algunos niños mantengo el tratamiento farmacológico desde hace años sin que pueda suspenderlo. Psicofármacos Tenemos los Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS) como la Sertralina, los Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Noradrenalina (ISRN) como la Venlafaxina, el Bupropion; los antidepresivos tricíclicos y los atípicos con signo de interrogación porque ya hay estudios doble ciego en adultos que marcan que sirven aún para las depresiones unipolares. Pero no sabemos si son efectivos en niños y adolescentes. Parece que los atípicos con el tiempo van a ser usados como estabilizadores del humor. De todos estos psicofármacos, los más conocidos son los ISRS como la Sertralina y la Fluoxetina. La Venlafaxina ha sido estudiada, pero es de segunda o tercera opción, porque tiene más efectos colaterales que los demás. El Bupropion parece ser una buena medicación en los adultos. Lo usamos, pero como no hay estudios doble ciego que prueben su eficacia en niños y adolescentes, yo les digo a los padres que no tenemos evidencia. Los tricíclicos todavía sirven pero nosotros ya casi no los usamos. Los estudios doble ciego para la depresión en niños y adolescentes, que se hicieron hace años, no mostraron diferencias entre el placebo y los tricíclicos, por eso se abandonaron. También se dejaron de usar porque tienen muchos efectos colaterales y son más difíciles de manejar: pueden aumentar o bajar la presión en los niños; pueden dar taquicardia o bradicardia; pueden en dosis ya más altas, aumentar el segmento QT del ECG; producen sequedad de boca, constipación, etc. y si se toma una sobredosis es fatal. En cambio los ISRS, aunque se tome una sobredosis, generalmente no son letales. Entonces, los que más se usan en el tratamiento agudo son los ISRS. El segundo que se usa es el Bupropion. La Venlafaxina hay evidencia pero se usa menos, los otros ya casi no se usan. La respuesta aguda a los antidepresivos es de un 40 -70 % y al placebo de 30 – 60 %. Aquí tenemos un problema y es que la respuesta placebo puede ser muy alta; eso tiene grandes implicancias clínicas y la causa hay que discutirla. Con el tratamiento lo que se busca es la remisión completa, es decir que queden la menor cantidad de síntomas posibles. Si se usa una escala para medirla, podríamos definir una buena respuesta como una disminución del 50% en el puntaje de la escala inicial. Si por ejemplo, un niño al principio del estu- Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia65 dio tiene un puntaje de 40 y al final tiene 20, ese niño respondió al tratamiento. Pero con un puntaje de 20 puede tener muchos síntomas. Por eso hoy todos los estudios tienen que publicar tanto la respuesta como la remisión. El problema es que cada estudio la puede definir diferente. Algunos usan el “Children Depression Rating Scale”. Generalmente en todos los estudios doble ciego las remisiones son menores que las respuestas y varían entre un 30 a 40 %. La respuesta debe ser lo más completa posible porque la persistencia de síntomas depresivos, tanto en niños como en adultos, está comprobado que facilita la recaída. Si quedan síntomas es necesario ser cuidadoso ya que la depresión va a volver. (Gráfico 1) Un estudio multicéntrico mostró que la respuesta y la remisión en 12 semanas de tratamiento con Fluoxetina (20 mg) fue mejor que el placebo. Sin embargo, como Gráfico 1 pueden ver en el gráfico a pesar de la buena respuesta, la remisión es mucho menor. Es decir que 12 semanas no es un tiempo suficiente o el tratamiento solo con fármacos no alcanza para producir una buena remisión. En otro estudio multicéntrico el Citalopram también fue efectivo. Siempre hay que leer los “papers” con cierta suspicacia y sentido crítico. En un estudio con Sertralina se usaron 2 escalas, una sencilla “clinical global improvement scale y el “Children Depression Rating Scale”. En las dos escalas el resultado es muy parecido. Llama la atención que las respuestas a la Sertralina y al placebo prácticamente no tienen diferencia, pero al ser una muestra grande con casi 400 adolescentes, pequeñas diferencias son significativas. Es decir que solo conocer el “P válido” no alcanza, hay que mirar debajo del “P válido” a ver qué hay. Una diferencia cómo ésta no es relevante clínicamente. Pero igual 66 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia hay que ser cuidadosos porque estos son promedios y puede haber subgrupos que estén respondiendo muy bien a la Sertralina o algún niño en particular al que le ayudó mucho. Tratamiento combinado Farmacoterapia y Psicoterapia El “Treatment of Adolescent Depression Study (TADS)” es un estudio muy famoso, con una muestra de aproximadamente 400 adolescentes. En esta investigación los adolecentes con Depresión Mayor se trataron durante 12 semanas con: 1) terapia cognitiva y Fluoxetina; 2) sólo Fluoxetina (con dosis flexible de Fluoxetina); 3) solo con terapia cognitivacomportamental; y 4) placebo.(Gráfico 2) En este estudio la combinación fue un poco más eficaz, un 70% contra un 60% para la Fluoxetina sola. No se sabe por qué en ese estudio la Gráfico 2 terapia cognitiva no resultó mejor que el placebo; dado que en la mayoría de los estudios ha demostrado ser efectiva. Los investigadores dicen que son adolescentes con depresiones más severas; pero hay otros estudios con depresiones severas en los cuales funcionó. La combinación dio buenos resultados sobre todo en adolescentes portadores de una depresión moderada. Para los adolescentes con depresión severa no hubo diferencias entre los 2 grupos: Fluoxetina sola y terapia cognitivo comportamental más Fluoxetina. Los investigadores dicen que si el adolescente tiene una depresión muy severa hay que empezar con antidepresivos y cuando mejora, si uno quiere les añade terapia cognitivocomporta mental .Yo estoy de acuerdo con eso. Sin embargo, hubo otro estudio en Inglaterra (Gráfico3), en el cual compararon un ISRS más TCC con un ISRS sin TCC. En general el antidepresivo era Fluoxetina que es lo Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia67 que más se usa en Inglaterra para adolescentes con Depresión Mayor moderada a severa. En este estudio no encontraron diferencias entre estos dos tratamientos. Ellos dicen que es muy parecido al estudio de EEUU; entonces ¿por qué las diferencias? No sabemos En otro estudio en EEUU, combinando TCC con un ISRS (generalmente Fluoxetina) vs el tratamiento con un ISRS solo, tampoco hubo diferencias. O sea, que la combinación hasta ahora no ha mostrado que sea mejor, aunque para algunos niños podría ser más eficaz. Hay otro estudio multicéntrico en el cual participaron 386 adolescentes con depresión crónica de 2 años de evolución que no respondieron a un ISRS. Los tratamos durante 12 semanas con: 1) Venlafaxina: 2) Venlafaxina y terapia cognitiva: 3) un ISRS solo y 4) un ISRS más terapia cognitiva. Los 3 ISRS que se usaron fueron Fluoxetina, Citalopram Gráfico 3 y Paroxetina. No hubo diferencias entre los 4 antidepresivos.(Gráfico 4) Sin embargo, los que recibieron un antidepresivo más terapia cognitiva, respondieron mejor que los que sólo recibieron un antidepresivo. La respuesta a la combinación de un antidepresivo más terapia cognitiva fue del 40 al 50%, pero hay que tener en cuenta que estos muchachos eran resistentes y no respondieron antes. Este resultado es bueno, porque por fin respondieron. Lo que dice este estudio es: si usted tiene un adolescente que toma medicación y no responde, añádale terapia cognitiva porque tiene mayores chances de responder.(Gráfico5) El único estudio de continuación de la medicación, fue realizado con niños y adolescentes tratados abiertamente con Fluoxetina. (Gráfico 6) A los que respondieron, se los dividió al azar en 2 grupos: unos siguieron tomando Fluoxetina y otros siguieron tomando placebo. El resultado fue que luego de 12 y 36 68 Gráfico 4 Gráfico 5 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia69 Gráfico 6 semanas, los que siguieron con placebo tienden a tener más recaídas que los que siguieron con Fluoxetina. ¿Qué quiere decir este estudio? Que si un paciente responde agudamente con una medicación, ésta se debe continuar por lo menos 6 a 12 meses. Y esto hay que explicarlo a las familias porque muchos padres creen que ya se curó y no vuelven, o lo hacen cuando el paciente ya está mal otra vez. Con la psicoeducación se debe crear la adherencia del paciente y la familia al tratamiento. Deben saber que luego que la depresión mejora hay que seguir el tratamiento durante 6 a 12 meses, porque sino la chance de que el hijo tenga una recaída es muy alta. No hay estudios de mantenimiento en niños y adolescentes con Depresión Mayor. Farmacoterapia de la Ansiedad En ansiedad tenemos estudios doble ciego con Sertralina, Fluoxetina, Fluvoxamina y un estudio doble ciego con Venlafaxina. Los estudios con benzodiacepinas (BZD) son con muestras muy pequeñas. Además las BZD producen adicción y pueden producir problemas cognitivos, por lo que no las usamos. Yo las uso rara vez, en casos muy severos, temporalmente, mientras los ISRS empiezan a actuar y después las suspendo. La Busperidona no sirve, quizás puede haber un paciente que responda pero ya no la usamos en niños ni en adultos. Hay otros medicamentos que están en estudio: Pregabalina, Relusol, Memantadina, y el D-Sicloserin que se usa en la tuberculosis y parece que ayuda para la ansiedad. Hay 70 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia algunos estudios que se empiezan a hacer en niños, pero faltan muchos más. No las usen todavía, yo no las usaría antes de ver un estudio randomizado. La respuesta es 50-90% para los ISRS y la Venlafaxina y 9-38% para el placebo. Hay una diferencia importante en la depresión, porque en la ansiedad sea por los motivos que sea, la respuesta al placebo no es tan grande. La respuesta alta al placebo se da sobre todo en niños deprimidos. Estudios realizados con Fluvoxamina (Gráfico 7), Fluoxetina (Gráfico 8) y Paroxetina (Grafico 9) evidenciaron su efectividad. En el estudio más grande que se publicó, el “Child and Adolescent Anxiety Multimode Study”(Gráfico 10), realizado en seis lugares: Pittsburgh, California, New York, etc. con casi quinientos pacientes, tratados durante 12 se- Gráfico 7 manas con: 1) sólo terapia cognitiva, 2) terapia cognitiva y Sertralina, 3) sólo Sertralina y 4) placebo, el tratamiento más efectivo fue la combinación. No hubo diferencia entre la TCC y la Sertralina. Ambos fueron más significativos que el placebo. La continuación de este estudio, aún no la hemos publicado, se realizó a las 24 y a las 36 semanas. Siguen habiendo diferencias entre los cuatro grupos, siempre ganando la combinación. En niños con Trastornos de Ansiedad, la terapia cognitiva combinada con los ISRS parece ser lo mejor. El ISRS funciona y la terapia cognitiva también. No hay estudios de mantenimiento o sea que cuando un muchacho recibe y se mejora con un ISRS, ¿hasta cuándo se mantiene el tratamiento? no se sabe. Entonces hacemos lo mismo que con la Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia71 Gráfico 8 Gráfico 9 72 Gráfico 10 Gráfico 11 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia73 depresión, sostenemos el tratamiento durante seis a doce meses, pero si eso es efectivo no lo sé. Se necesita hacer otro estudio. El concepto de NNT, el “Number needed to treat”, es el número de personas que necesito tratar para saber cuántas han respondido al tratamiento activo y no al placebo. (Gráfico 11) Les doy un ejemplo: NNT 3 significa que necesito tratar tres niños con trastorno de ansiedad para ver uno que realmente responde al tratamiento activo. Para TOC es seis, para depresión es 10, o sea que es “débil”. La respuesta a los ISRS en la depresión, en el TOC y sobre todo en la ansiedad no es mala, pero se mantiene el problema de la respuesta al placebo en la Depresión Mayor. ¿Por qué en la ansiedad y en el TOC la respuesta al placebo es relativamente baja y en la depresión mayor es relativamente alta? Creo que la causa está en el aspecto somático. La mayoría de los padres lo sabemos: el niño nació ansioso. Lo mismo pasa con animales. En cambio la depresión es más flexible y sobre todo a edad temprana. Cuando yo trabajaba en guardias hospitalarias, recibíamos adolescentes muy deprimidos que tenían las escalas altísimas en el Beck Depression Inventory y hacían IAE. Pero los llamaba la novia/o, y le decía “mi amor te quiero mucho”, y el Beck salía cero. Después de diez días lo llamaba la novia/o y le decía “ya estoy saliendo con tu amigo/a”, o “ya no me gustas”, y el Beck subía a 50 otra vez y hacían IAE. Entonces es muy flexible. En adultos y en niños hay estudios que demuestran que cuando las depresiones son leves, responden a todo: llegan les dan un beso en la mejilla, les preguntan cómo están, los educan un poquito y salen del consultorio sin depresión. O sea que en el mismo estudio, con el “score” de severidad que se llama “Clinical global improvement scale”, la proporción de los que respondieron a la medicación y al placebo es más o menos la misma. ¿Qué pasa con el placebo? Cuanto mayor es la cantidad de estudios mayor es la respuesta al placebo(Gráfico 12)diapo 40, cuanto más severa es la depresión menor es la respuesta al placebo.(Gráfico 13) Los estudios financiados por el gobierno de E.E.U.U. duran 4- 5 años, son realizados en universidades y tienen menos respuesta al placebo. En la ansiedad no pasa esto, la respuesta al placebo todavía sigue siendo baja. Yo creo que es porque la ansiedad es más estable, más fácil de diagnosticar, el niño ha estado ansioso toda su vida y le estaba afectando el funcionamiento. Entonces a pesar de ser estudios que se realizan en 15- 20 centros la respuesta al placebo sigue siendo baja. Los estudios que comparan la medicación con el placebo en adultos que tienen un puntaje menor de 25 en la escala de Hamilton HDRS (“Hamilton depression rating scale”) no presentan diferencias en la respuesta al placebo y a la medicina activa. Los estudios que tienen como requisito que los pacientes tengan un puntaje más elevado en la escala de Hamilton, sí tienen diferencias. O sea que esto no es sólo en niños y adolescentes. A los adultos con depresiones leves tampoco les funciona la medicación ¿Para qué darles medicina si el placebo también les sirve? El doctor Brent y yo escribimos los parámetros de cómo tratar a los niños para la Sociedad Americana de Psiquiatría Infantil, y estos resultados del placebo a mi me influenciaron mucho al escribirlos. 74 Gráfico 12 Gráfico 13 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia75 Efectos colaterales Cuando lean artículos sobre efectos colaterales miren la metodología. Uno se la saltea porque no tiene tiempo, pero para poder entender los resultados hay que leer la metodología. Hay dos maneras de ver los efectos colaterales. Una se llama “eventos adversos” que son espontáneos: se le pregunta al niño y a los padres si ha tenido algún efecto negativo, pero sin sugerir ninguno. La otra consiste en la aplicación de una checklist o cuestionario para medir efectos colaterales. Se realiza una lista de efectos colaterales (cefaleas, dolor abdominal, dolor de garganta, etc.) y se mide la severidad de cada uno de estos síntomas. Cada método tiene sus “plus” y sus “minors”. En los “efectos adversos” no se influencia a la familia, puede ser que se les olvide algo, pero lo que se olvida generalmente no es importante. En el cuestionario del “self report”, se sugiere mucho y sobre todo si el papá y la mamá están ansiosos y el niño también lo está, a este le duele todo. Por eso en el tratamiento de estos niños si se usa un “rating scale” para efectos colaterales, se debe hacer el cuestionario antes de dar la medicación, para comparar en el futuro. Entre los efectos colaterales, están los síntomas gastrointestinales, el aumento o disminución del sueño, las pesadillas También es importante preguntar a los adolescentes si les está afectando su vida sexual. Muchos dicen “estoy deprimido y encima de eso ni siquiera disfruto” y eso les disminuye la autoestima. Un muchacho que yo trataba y no era activo sexualmente con parejas pero se masturbaba, tomaba Fluoxetina y me decía que a pesar de esforzarse “me da dolor de cabeza pero no pasa nada” y era el antidepresivo. Era muy ansioso y estaba muy asustado porque de pronto había perdido la potencia. Cuando le dije que era la medicación se negó a seguirla tomando y la tuvimos que cambiar. Otros efectos colaterales son las variaciones en más o en menos en el peso (aunque en la mayoría de los casos los ISRS no afectan el peso) y el exceso de sudoración, a veces se despiertan empapados durante la noche. Del 3 al 8% de estos pacientes presentan agitación, hiperactividad, conductas maníacas y tontas. Esto no quiere decir que sean bipolares. Hay algunos que sí son bipolares, pero la mayoría no lo son. La causa de la agitación puede ser fármaco-cinética, fármacodinámica. Alrededor del 10% de la población blanca metaboliza estas medicinas muy lentamente, y tal vez una dosis de 20 mg de Fluoxetina es muy alta porque es como si le hubiera dado a otra persona 80mg. No porque se pusieron hiperactivos son bipolares. A veces muchas personas toman el mismo trago y unos se ponen a bailar en la mesa y otros se quedan sentados aburridos y los que se ponen a bailar en la mesa no son bipolares. Lo mismo pasa cuando se les da antihistamínicos a los niños, que algunos se ponen hiperactivos. ¿Los llama uno bipolares? No. No porque recibió un antidepresivo y se puso hiperactivo es bipolar. Lo importante es el diagnostico diferencial El síndrome de retirada “withdraw” es muy importante. Todos menos la Fluoxetina lo producen. Nosotros damos la medicación una vez al día, porque dos veces al día con frecuencia no la toman. Pero a veces la damos por la mañana y en la noche el niño está más irritable, con cefaleas y dolor abdominal. Es necesario estar atento, es ansiedad, depresión, o es el síndrome de retirada. Y a veces si se divide la medicina en dos tomas se le van todos los síntomas, porque eran síntomas físicos del síndrome de retirada. Nuevamente lo importante es pensar en el diagnóstico diferencial. Finalmente, todos estos medicamentos tienen interacciones, hoy en día es muy fácil con internet, se busca aún frente a los pacien- 76 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia tes. Hay programas como “epócrates” que es muy bueno, es gratis, y uno pone “interactúa con esto, esto y esto” y le sale en el teléfono la lista de todas las interacciones. Hoy en día no es necesario memorizarlo. En general, todos estos fármacos con excepción del Escitalopram y la Sertralina, tienen cantidad de interacciones con el Citocromo P450, o sea que, sobre todo si trabajan en un hospital con niños que toman cantidad de otros medicamentos, deben ser cuidadosos. El Citalopram, a dosis mayores de 40 mg se ha encontrado que produce prolongación del QTc. Hay que hacer electrocardiograma sobre todo si se van a usar dosis superiores a 40 mg. Esto es en adultos y niños. No se sabe la causa con certeza, pero parece que es producido por un metabolito del Citalopram. El síndrome serotoninérgico produce efectos más raros pero más importantes. Yo nunca lo he visto. He atendido algunos niños que están más activos y temblorosos. En algunos pacientes pueden observarse hematomas fáciles. No se sabe el mecanismo, pero se especula que es por adherencia de las plaquetas. Es importante en niños con maltrato. Nosotros tuvimos una niña que estaba tomando Fluoxetina y venía con moretones en las piernas y en los brazos, nosotros no sabíamos nada de esto y sospechábamos un maltrato a pesar que la niña decía que nadie le pegaba. Le retiramos la Fluoxetina y los moretones desaparecieron. Reiniciamos la Fluoxetina y los moretones volvieron. No había abuso físico, era la Fluoxetina Hay estudios que mostraron aumento del sangrado gástrico. Si bien no hay estudios vinculados a la cirugía, cuando el paciente se va a someter a una cirugía mayor yo retiro la medicación aunque no aparezcan alteraciones de la coagulación. De todos modos siempre le pregunto a los niños si sangran en las encías, si cuando se cortan sangran mucho, a las mujeres si sangran más en la menstruación; por supuesto no necesariamente un mayor sangrado en la menstruación se debe a la medicación, por eso hay que preguntarlo antes de iniciarla, para tener información de base. El suicidio Generalmente le digo a los padres que de 100 niños y adolescentes que toman estos fármacos, de 1 a 3 van a tener ideas de suicidio o van a empeorar las que ya tenían. Hay muy escasa evidencia farmacoepidemiologica de que aumenten los IAE y no hay evidencia del aumento de suicidios. Pero la mayoría de los estudios que se hicieron no fueron hechos para estudiar esto. Fue un hallazgo secundario, que se empezó a analizar. Si hago el mismo análisis utilizando cuestionarios “self reports” no encuentro nada, o encuentro que estos medicamentos ayudan a prevenir el suicidio. Si lo hago con el método de “adverse events” encuentro ese riesgo de suicidio. ¿Por qué? Quién sabe. Esto es muy serio aunque es raro, es 1 a 3 en 100, pero como no sabemos a quién le va a tocar, entonces se lo explico a la familia, y ellos toman la decisión final de realizar o no el tratamiento. Yo nunca lo he visto. He visto agravamiento: el niño se desinhibe, está más agresivo, más irritable. Si tiene ideas de muerte empeora todo, inclusive el suicidio. Y cuando le disminuyo la dosis de este medicamento o lo suspendo, todos los síntomas mejoran. Hay un índice que se llama NNH. No me gusta este nombre, “number needed to harm”, el número necesario para hacer daño. Para la depresión mayor es 112, para el TOC es 200 y para la ansiedad 143. En el TOC por ejemplo, tengo que tratar 200 niños con uno de estos fármacos, para encontrar uno en el cual el aumento de la probabilidad de suicidio se deba a la medicación. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia77 Después del “Black box” se hizo el “warning”(la señal de “cuidado con los antidepresivos que son muy malos”) primero se dio en Inglaterra, después en Canadá, después en E.E.U.U. Esto aconteció en el 2004- 2005 y el número de prescripciones de antidepresivos en estos países bajó. En E.E.U.U. bajó sobre todo, porque los que más prescriben estos psicofármacos son los pediatras, no los psiquiatras. A partir de allí el suicidio aumentó por primera vez en E.E.U.U.(Gráfico14) Esto es una asociación estadística, no es casualidad, pero igual es muy sospechoso. En E.E.U.U. cuando se comenzaron a prescribir los ISRS, por primera vez el número de suicidios completos empezó a disminuir. Vino el “warning”, la caja negra y subió nuevamente. Y ahora, como los ISRS están aumentando Gráfico 14 otra vez, van a hacer el análisis a ver si vuelve a bajar. El “warning” es para todos los ISRS pero más para la Paroxetina y Venlafaxina. Todos los estudios farmacoepidemiológicos han mostrado que el efecto de los ISRS de aumentar los suicidios, no existió. Hay un estudio que compara prescripciones dadas por pediatras o psiquiatras y tratamientos solo con psicoterapia. En los tres grupos la incidencia de suicidios era alta antes del tratamiento y empieza a disminuir después del tratamiento. Es decir que las ideas suicidas existían antes, aún en los pacientes de los clínicos que hacen terapia y no dan medicación. Hay cantidad de estudios que contradicen el “black box”, pero como el daño ya está hecho uno tiene que explicarle a la familia. 78 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Tratamiento agudo para la depresión mayor Las recomendaciones que nosotros hacemos, que son las de la Asociación de la Academia de Psiquiatría Infantil para un paciente con depresión leve y problemas leves en el funcionamiento psicosocial son: empezar con educación, soporte y manejo de los posibles estressores ambientales en la familia y el colegio. Si después de 4 a 6 semanas el niño no ha mejorado, se añade psicoterapia o psicofármacos o ambos. El objetivo siempre es la remisión. Cuanto más temprano es el tratamiento mejor es la evolución Si el paciente tiene alguna de estas condiciones: depresión severa con muchos síntomas melancólicos, depresión crónica, psicosis, depresión estacional o si la familia del paciente o el terapeuta no tiene ni la experiencia ni la motivación de hacer psicoterapia, el paciente no va a responder a la psicoterapia sola, y debe combinarse con medicación o en el caso de depresión estacional se puede usar tal vez la luz. Los trastornos de ansiedad Los criterios son similares excepto en casos muy severos o si los padres o el niño no aceptan la psicoterapia. Se empieza con TCC, es lo que hacemos en la clínica. Si después de 4 a 7 semanas no hay respuesta, se añade un ISRS, cualquiera, no hay evidencia que uno sea mejor que otro. Se escoge uno determinado dependiendo de: las interacciones con otros fármacos, los efectos secundarios, la preferencia de la familia, el costo y si es de larga duración o no. Yo nunca he usado Paroxetina en niños, porque nosotros hicimos un estudio y la vida media es muy corta. El Citalopram, por las alteraciones del QTc ya no lo uso de primera elección. La Venlafaxina tiene algunos problemas más, entonces no la uso. Nosotros usamos sobre todo la Sertralina y la Fluoxetina. Esta última tiene la ventaja de tener una vida media larga y a los adolescentes que no quieren tomar medicación, les digo que tomándola 3 veces a la semana sigue siendo buena. Desconocemos el papel de las otras psicoterapias, estamos esperando estudios. Antipsicóticos atípicos Algunos dicen que sirven en la ansiedad a dosis muy bajas y yo recuerdo que todos mis profesores, hace muchos años, usaban a veces el Meleril o la Clorpromazina en dosis muy bajas en pacientes ansiosos. Parece que tenían razón. Antidepresivos Es necesario ser cuidadosos con los efectos secundarios. Hay que controlar bien la posibilidad de aparición de agitación, de síntomas similares a la manía y hacer bien el diagnóstico diferencial con el Trastorno Bipolar. Hay que informar a los pacientes y a la familia sobre el riesgo de suicidio, la controversia sobre el tema y por lo menos en E.E.U.U., nosotros tenemos que registrar todo eso. ¿Por cuánto tiempo se requiere la medicación? ¿Cómo prevenir las recurrencias de la depresión en niños? ¿Cuáles son los efectos colaterales a largo plazo de estas medicinas? No sabemos. Todos los pacientes requieren de 6 a 12 meses de tratamiento. Y uno tiene que decirle a la familia que no lo suspendan. Algunos pacientes requieren tratamiento de mantenimiento por muchos años pero se necesitan más estudios para ver quién requiere mantenimiento. Estos trastornos tienen can- Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia79 tidad de efectos colaterales o sea que hay que ayudar a las familias. Si un niño hace 9-10 meses que está deprimido y ha estado irritable, grosero, agresivo, no funciona en el colegio, quiere decir que ya creó cantidad de efectos colaterales. Entonces hay que ayudar a la familia y al niño, hacer terapia familiar, manejar los problemas del colegio. También hay que ofrecer tratamiento a los padres y por lo menos en la depresión se debe tratar a los padres. Hay 4-5 estudios con madres que han mostrado que si uno no las trata, los niños no mejoran. Entonces hay que tratarlas. Esto incluye terapia familiar pero también a veces se requiere de un tratamiento específico para los padres, sobre todo si los padres están muy deprimidos hay que tratar su depresión. Si madre e hijo están deprimidos e irritables, al tratar al niño éste mejora, pero la mamá sigue irritable, gritona y con poca tolerancia hacia el niño que se vuelve a deprimir y eso deprime más a la madre. Por lo tanto hay que indicar tratamiento y educación para ambos. El problema es que muchas veces uno deriva a los padres pero éstos no se tratan. Preguntas 1) ¿Ud. usa Lamotrigina? 1) No la mencione porque en niños solo hay estudios abiertos y no son muy confiables porque a veces todo funciona en los estudios abiertos. Si los han publicado es porque la medicación fue efectiva, los que no tuvieron resultados positivos no los publicaron. O sea que son estudios muy sesgados. Lo único que muestran los estudios abiertos es que se puede usar la medicación y que puede ser segura, pero no sabemos si es efectiva o no. No hay estudios randomizados en niños que comparen la Lamotrigina con el placebo. En adultos, hay un metaanálisis hecho recientemente que muestra que el efecto de la Lamotrigina para la depresión aguda en bipolares es moderado. En la prevención de recurrencias de depresión en adultos bipolares es la mejor medicación que hay, es mejor que el Litio y el valproato, ya sea sola o en combinación. En depresiones unipolares en adultos empieza a haber algunos estudios abiertos y randomizados que muestran algún efecto, pero no sabemos si funciona tan bien en la depresión unipolar como en la bipolar. Eso es todo lo que se sabe. En niños y adolescentes yo la uso. En nuestra experiencia clínica, parece que la Lamotrigina funciona sobre todo en niños con Trastorno Bipolar II y Trastorno Bipolar no especificado y a veces como monoterapia. Algunos de estos niños que tienen hipomanía, funcionan muy bien con ella, están contentos y me dicen “Boris, me pongo high, hago todas mis tareas, me pongo al día con los estudios, voy a bailar, soy el centro de atención y la depresión ya no me volvió”. La depresión que era lo que más les molestaba porque tenían ideas suicidas y se atrasaban en los estudios disminuyó o desapareció con la Lamotrigina pero de vez en cuando presentan períodos de hipomanía. Con los niños “bipolar I” es más difícil saber si los ha ayudado o no porque reciben muchos medicamentos: Lamotrigina, Litio, Valcote, Quetiapina y no es posible reconocer cual o cuales están funcionando. La industria está haciendo un estudio doble ciego con Lamotrigina en niños y adolescentes con Trastorno Bipolar tipo I y estamos esperando sus resultados. Yo quiero hacer uno con bipolar II y no especificado y ya lo planteamos al gobierno, vamos a ver. 80 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia 2) ¿Tuviste algún caso de alergias cutáneas con Lamotrigina? 2) No, jamás he visto el síndrome de Steven Johnson. He oído de él en dos niños que no eran mis pacientes, pero eso fue hace años cuando no se sabía que había que aumentar la Lamotrigina muy lentamente. Supe también de un paciente en otro estado que estaba siendo tratado con Lamotrigina y Acido Valproico, le subieron demasiado la dosis produciéndose una interacción que disparó los niveles de Lamotrigina y ese niño tuvo que ser hospitalizado. Hay pacientes que se ponen muy ansiosos cuando se les pregunta si tienen algún “rush” en la piel, y empiezan a llamar y no tienen nada o tienen un “rush” por otra cosa. Para más seguridad los envió a la emergencia o al pediatra y si de verdad tienen una urticaria le suspendo la medicación, espero un tiempo y cuando se le va la urticaria muchas veces vuelvo a empezar con dosis muy bajas y la toleran bien. Les digo que mientras están adaptándose a esta medicación no consuman comidas nuevas, ni otros medicamentos que puedan dar alergia. Que no usen ropa de materiales nuevos ni cambien de producto en el aseo personal o el jabón de lavar la ropa. Estas medidas disminuyen el riesgo de confundirse. Con frecuencia, tienen erupciones debidas a alguna infección viral, que son muy comunes y nunca les pusieron atención, excepto ahora que están tomando la Lamotrigina y se están mirando todo el tiempo, sobre todo si son muy ansiosos. A pesar de lo que dije, igualmente hay que tener cuidado, porque uno nunca sabe cuándo va a ser el verdadero. 3) Nosotros lo usamos rara vez porque en E.E.U.U. la gente no lo acepta y antes hay que hacer mucha terapia. Se les puede mostrar información o videos en internet pero hay que tener cuidado porque también hay mucha información falsa. Nunca lo use en niños. En adolescentes lo he usado con pacientes que no respondieron a ninguna medicación y con electroshock respondieron muy bien sin otros efectos cognitivos que los habituales, que se les olvidó lo que pasó el día anterior. El problema, igual que en los adultos es cómo mantener la mejoría lograda con el electroshock. Hay que mantener a estos pacientes crónicamente con electroshock o luego de 6 meses de buen funcionamiento otra vez empeoran y como la mayoría son muy resistentes al tratamiento se reinicia nuevamente una larga búsqueda con todos los medicamentos: ISRS, litio, etc. Es necesario buscar cuidadosamente si estos pacientes tienen otros problemas debajo de la cronicidad como abuso físico o sexual, uso de drogas, etc. que expliquen la resistencia. En algunos pacientes descubrimos antes del electroshock que tenían bulimia, que no nos habían dicho y esa era la causa de la resistencia. Otros tienen un TDAH no diagnosticado y están deprimidos porque nunca les va bien y aunque en la mayoría de los casos la hiperactividad remite con el crecimiento, la impulsividad y el problema atencional se mantienen conduciendo al mal rendimiento y consecuente depresión. Nos preguntamos qué estamos tratando, la depresión o el TDAH? Sobre todo en niños hay que tener mucho cuidado con estas cosas. 3) En adolescentes con depresiones muy complicadas, resistentes o psicóticas, ¿qué experiencia o información tenés sobre electroshock que es un tratamiento poco glamoroso y donde nadie invierte en investigar?- 4) ¿Cuáles son las precauciones que se deberían tener para evitar un viraje a la manía, en un niño con el primer episodio depresivo que se decide tratar con un ISRS? Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia81 4) La pregunta es si se debe dar un IRSS a un niño en su primera depresión. Uno no sabe si va a ser bipolar o no, entonces se le da el IRSS y se le pide a la familia que nos llamen si el niño se agita. Si se pone hipersexual, duerme 2-3 horas por la noche y tiene todos los síntomas clásicos de manía, entonces se le despertó la manía. Hay algunos puntos que nos ayudan en el diagnostico. Si se trata de un adolescente con depresión e historia familiar de bipolaridad, psicosis, o manía inducida por medicinas, la chance de que este niño desarrolle bipolaridad en el futuro aumenta. Los estudios van del 20 al 30% en 5 años, o sea que si tienes un muchacho con MDD y depresión mayor e historia familiar, se puede tratar con el IRSS pero con más cuidado, ¿porque si no, con qué más se los puede tratar? No hay ningún estudio que diga que si les doy Litio o Lamotrigina van a mejorar. Hay que enseñarle al niño y a la familia a detectar los signos de peligro precozmente. Si es la primera depresión, no tiene síntomas de manía y no hay historia familiar, ¿para qué los voy a tratar con Lamotrigina? Asumo el riesgo y les doy ISRS. Solamente hay un estudio randomizado, pero con muy pocos adolescentes. ¿Cómo tratar adolescentes que tienen propensión a ser bipolares? Hay que hacer estudios doble ciego con muchos lugares y una muestra grande. Hay que elegir niños con MDD, psicosis o con historia familiar o niños que tengan MDD y algunos síntomas de manía, pero sin el diagnóstico de bipolaridad. A un grupo le daría los ISRS, a otro grupo le daría Lamotrigina, a otro grupo le daría Litio y a otro grupo le haría terapia cognitiva. Y lo seguiría 5 años para ver la evolución. Son estudios muy caros, que requieren muchos lugares para tener una muestra grande. En mí clínica nosotros los tratamos con ISRS salvo que piense que son bipolares. En nuestro estudio luego de 7 años de seguimiento el 20% de los hijos de padres bipolares desarrollaron bipolaridad durante el estudio. Los otros 80/100 no son bipolares y no se justifica que les dé estabilizadores del humor. Con el estudio que estamos haciendo la idea es conocer los síntomas claves iniciales, que nos ayuden a tomar la decisión que tú quieres. Ojala en un futuro tengamos un test genético que nos permita saber cuando un niño tiene alto riesgo de ser bipolar y así poder decidir no darle los ISRS o dárselo junto con un estabilizador del humor. Yo nunca doy dos fármacos juntos por primera vez, siempre hago un cambio a la vez. De lo contrario si el niño mejora, no sé porque mejoro, o si tiene efectos colaterales nunca sé cuál de ellos le produjo esos efectos. Al niño que tiene una alta probabilidad de ser bipolar, le daría un estabilizador del humor, y si no mejora, le añadiría el ISRS. Pero en general en nuestra clínica, empezamos con el ISRS. Si tengo mucho miedo que ese niño vaya a revertir, le hago psicoterapia y me olvido de la medicación, no sé si el Litio, la Lamotrigina o los atípicos le van a ayudar. Hay gente que está dando atípicos y yo estoy en desacuerdo. 5) ¿Y cuando hacen el viraje, cuál es el tratamiento? 5)Depende de la severidad del cuadro. Si no es realmente bipolar le disminuyo la dosis que a veces los ayuda, o suspendo la medicación por completo. Pero si el viraje es realmente a la bipolaridad y estoy 100% convencido del viraje lo trato como tal y le doy atípicos o Litio o ácido valproico o una combinación de ellos. Para estar convencido de que es un viraje real se requiere experiencia clínica y mucha observación, porque no hay nada biológico en este momento que ayude en el diagnostico. 82 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia La disfunción tiroidea en el niño portador de un trastorno grave del humor y del comportamiento evaluado con CBCL-DSS. Investigación clínica en Latinoamérica **** Viola, L. * ; Kehyaian, V. ** ; Laxague, A. ** ; Ruiz, R. ** ; Curone, G. *** 1.Introducción La asociación entre alteraciones de la función tiroidea y los distintos trastornos psiquiátricos en los niños, si bien es desde hace pocos años objeto de investigación sistemática, es señalada en la literatura por diversos autores(1-2). La práctica clínica con niños y adolescentes tempranos portadores de patologías graves tanto en el humor como en el comportamiento, corrobora esta afirma- ción(3). Sin embargo, distintas interrogantes se nos plantean: ¿cuál es la magnitud de esta asociación?, ¿la disfunción tiroidea se relaciona con la gravedad en la psicopatología?, ¿es previa al abordaje farmacológico?, ¿es pertinente la pesquisa de las alteraciones tiroideas en la evaluación del niño con sintomatología psiquiátrica? La consulta de un niño con trastorno grave del humor y del comportamiento, con una alteración o disregulación en alguna de Resumen La asociación entre alteraciones de la función tiroidea y distintos trastornos psiquiátricos es señalada en la literatura y corroborada en la práctica clínica con niños y adolecentes. Los trastornos graves del humor y del comportamiento abarcan una amplia gama de presentaciones clínicas polimorfas y cambiantes, pero con algunas características específicas que permiten identificar un grupo de gravedad dentro de la psicopatología infantil. Una de las escalas más utilizadas para esta identificación es la Child Behavior CheckList, subescala CBCL-DSS (Dysregulation Short Scale). El objetivo de esta investigación clínica es evaluar la asociación entre el hipotiroidismo sub-clínico (HTSC) y los trastornos graves del humor y del comportamiento como paradigma de la gravedad de la psicopatología infantil. Es un estudio descriptivo, retrospectivo mediante encuesta de tipo trasversal. Se realiza una revisión de las histo* rias clínicas de 299 pacientes, entre los 6 – 16 años, de medio socio-económico medio alto. Se registra la información de CBCL 6-18 y los valores de TSH y T4 previos al abordaje farmacológico. La sub escala CBCL-DSS diferencia una muestra clínica problema (T≥ 65; n: 198) y una muestra clínica control (T< 65; n: 101). El punto de corte para alteraciones de la función tiroidea es TSH ≥ 3.5 µU/ml. El hipotiroidismo sub-clínico es significativamente mayor en los pacientes capturados por la CBCL-DSS. Se subraya la asociación entre gravedad de la psicopatología e HTSC. Se considera pertinente la pesquisa y abordaje de la patología tiroidea de forma sistemática en esta población de pacientes. Se propone continuar esta línea de investigación a través de estudios prospectivos que permitan evaluar los resultados de estas medidas. Profesora Titular de Psiquiatría Pediátrica. Directora del Departamento de Psiquiatría Pediátrica del Centro Hospitalario Pereira Rossell, Facultad de Medicina. Universidad de la República – UDELAR – Uruguay. viollaura@gmail.com. ** Residentes de Psiquiatría Pediátrica. Cátedra de Psiquiatría Pediátrica. Centro Hospitalario Pereira Rossell, Facultad de Medicina. Universidad de la República – UDELAR -*** Psicóloga. Integrante del equipo de Investigación. **** Artículo publicado en la Revista APAL N° 1 y autorizada su reimpresión. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia83 las áreas del humor, de la ansiedad/cognición y del comportamiento es muy frecuente y exige del clínico la precisión diagnóstica, no sólo porque “diagnosis es prognosis” sino por el establecimiento de un tratamiento integral adecuado que contemple todos los aspectos del desarrollo. 1.1.Trastornos Graves del Humor y del Comportamiento ¿Quién es el niño portador de un trastorno grave del humor y del comportamiento? La dificultad en establecer con precisión los límites de las entidades nosológicas en psiquiatría pediátrica en general y en los trastornos graves del humor y del comportamiento en especial, genera que una amplia gama de pacientes sea así designada(4-5). No hay una nosografía precisa del trastorno y, esta dificultad en caracterizar la entidad nosológica dando cuenta de la variedad de su presentación, es objeto de la preocupación constante de actuales investigadores(6-8). Las presentaciones clínicas polimorfas y cambiantes, tienen en común las alteraciones persistentes del humor, la significativa alteración en el comportamiento y la repercusión en el área cognitiva que impide una escolarización normal. Varios son los cuadros clínicos graves que deben ser considerados, se incluyen los trastornos del humor propiamente dichos, los trastornos del espectro bipolar, la disregulación emocional, los trastornos de conducta, los trastornos de personalidad límite, los trastornos por déficit atencional con comorbilidad(3-4, 9-10). La escala frecuentemente utilizada para evaluar las características de la salud mental en niños y sus necesidades asistenciales, por epidemiólogos, clínicos e investigadores es la Child Behavior CheckList – CBCL6-18(11) validada y adaptada en numerosos países(12-13). La CBCL, además de su uso como tamizaje en población general, es un útil complemento a la entrevista clínica al realizar un perfil del individuo que lo compara con un niño tipo y, es de utilidad en el control de la evolución tanto de la población clínica como de la no clínica La CBCL-Padres fue validada en el Uruguay(14-15), mostrando una fuerte consistencia interna y externa lo que habilita su elección para el presente estudio. Esta escala, CBCL6-18, es un instrumento que evalúa aspectos de la competencia social y del comportamiento de los últimos 6 meses de acuerdo a los datos aportados por los padres. La versión 2001, consiste en dos secciones, una relacionada con el comportamiento y la otra con el desempeño del niño en actividades extracurriculares, relaciones sociales y funcionamiento escolar. La Competencia es el resultado de la suma de las variables de las habilidades en el área social, académica y actividades desarrolladas. Las alteraciones en estas áreas evalúan la repercusión en el funcionamiento global del niño. La evaluación comportamental se realiza mediante un cuestionario cerrado completado por los padres que consta de 113 ítems(16). La variable Problemas Totales (Total Problems) es la suma de los 113 ítems relacionados con los problemas emocionales y conductuales. La Media de Problemas Totales (XPT) es de utilidad para comparar poblaciones e identificar grupos de alto riesgo. En el Uruguay, la Media de Problemas Totales en población general es de 33.9, dato obtenido en el Primer Estudio Epidemiológico Nacional de Salud Mental, en una muestra representativa nacional de niños entre los 6 y los 11 años(17). La XPT en la comparación entre 31 países ó sociedades es de 25, valor éste que ubica al Uruguay en el límite entre 84 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia los países de riesgo (grupo3) y los países del grupo 2 ó estándar(18). Dos escalas adicionales se han obtenido mediante análisis factorial denominadas problemas externalizados e internalizados, para cada grupo de edad y género. Se agregan nuevas sub-escalas tanto en la versión de 2001 de orientación diagnóstica de acuerdo al DSMIV y en la versión del 2007, escalas relacionadas con patologías más específicas como el Tempo Cognitivo Lento, los Problemas Obsesivos o los Problemas por Estrés Post-Traumático. En entidades nosográficas que no están claramente delimitadas, el desafío ha sido puesto en la búsqueda de escalas que permitan identificar aquellos niños portadores no sólo del Trastorno Bipolar Pediátrico sino de Disregulación Emocional Severa o de las alteraciones graves del comportamiento. En relación al Trastorno Bipolar Pediátrico (TBPP), desde 1997(19), se destaca la necesidad de investigaciones sistemáticas que provean herramientas diagnósticas útiles en las distintas etapas del desarrollo y colaboren con el establecimiento de tratamientos efectivos. En este sentido, la Child Behavior Check List (CBCL) ha sido ampliamente usada en la identificación de pacientes Bipolares(20-21), sin embargo la necesidad de definir sub-categorías en el TBPP se mantiene hasta el día de hoy(22). Esas investigaciones se enmarcaron en una clínica signada por la atipía de su presentación(23-24) y en los conceptos de la diferencia de endofenotipos(23): “narrow phenotype” y “broad bipolar phenotype” donde numerosas investigaciones destacaron su comorbilidad con el Trastorno de Conducta y con el Trastorno por Déficit Atencional(9, 25). Es desde este fenotipo o caracterización clínica donde se precisa el concepto de Disregulación Emocional Severa (DES)(26-27). La noción de Disregulación Emocional, conceptualizada en su origen por Liebenluft(28) y actualmente extendida por otros autores(6, 25, 29), da cuenta de las dificultades en la regulación de las emociones, tanto positivas como negativas a las que se enfrentan los niños portadores de los trastornos graves del humor y del comportamiento. La escala CBCL-JBD o Juvenile Bipolar Disorder, construida a partir de las subescalas de ansiedad, agresividad y problemas atencionales, pretendió dar cuenta de la atipía de la presentación de los trastornos bipolares pediátricos(20-21). Sin embargo, diferentes grupos de investigadores(30) y clínicos, señalaron que la CBCL-JBD debería ser llamada CBCL-Dysregulation Profile (DP) ya que capturaría mejor a los pacientes portadores de Disregulación Emocional. La sub- escala TEPT se construye a partir de 14 ítems, entre los cuales no se incluye la presencia del evento traumático. El grupo de investigación de Vermont de Althoff y colaboradores(29-30) halla que la escala CBCLDP y la sub-escala CBCL-TEPT identifican a un mismo grupo de niños caracterizados por alteraciones en la regulación de sus emociones. Proponen que la sub-escala CBCL-TEPT tome el nombre de CBCL-DSS (Dysregulation Short Scale). La importancia de seguir precisando la validez de la escala que capture a los niños con trastornos graves del humor y del comportamiento, no es menor, permite que las investigaciones sobre comorbilidades, efectividad de los tratamientos y evoluciones, se realicen en las distintas sociedades con un mismo fenotipo básico(30), seguramente cuestionable y a ser modificado en un plazo no muy largo, pero que hoy nos resulta útil. Esta sub-escala CBCL-DSS ha demostrado que si bien no resulta adecuada en la identificación de los pacientes portadores de trastorno por estrés post-traumático, detecta Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia85 claramente los trastornos graves de la psicopatología infantil(30-31), por lo cual fue la sub-escala utilizada en el presente trabajo. 1.2.Hipotiroidismo sub-clínico Las hormonas tiroideas (T4 y T3), juegan un rol primordial en el crecimiento y desarrollo del individuo desde etapas muy tempranas, incluso a nivel intrauterino, favoreciendo la activación y progresión de los procesos celulares, manteniendo este rol regulador a lo largo de toda la vida. Durante la infancia se destaca su papel como reguladores del crecimiento, por su acción sobre la síntesis y secreción de GH así como sus efectos periféricos a nivel músculo esquelético, en el metabolismo energético y la síntesis de proteínas(32). A nivel del Sistema Nervioso tienen un especial protagonismo en los procesos de maduración y regulación. La disfunción tiroidea es frecuente en la infancia, en este artículo se hará especial referencia al denominado “hipotiroidismo subclínico” (HTSC) que se define como el trastorno que ocurre en individuos generalmente asintomáticos y se caracteriza por el hallazgo de cifras elevadas de TSH con niveles normales de hormonas tiroideas(33). Estudios realizados en Latinoamérica(34), en niños sanos, señalan que el hipotiroidismo subclínico puede estar presente entre el 3 y el 15% de acuerdo a los rangos que se utilicen. A pesar de ser un problema frecuente, su manejo –cribado, diagnóstico, tratamiento- permanece aún en discusión y el límite superior normal de la TSH sigue siendo objeto de debate (2, 33, 35). En un artículo reciente se alerta que más del 95% de los individuos normales tienen menos de 2.5µU/ml de TSH(36). Independientemente del límite elegido, existe consenso en recomendar el seguimiento de las personas con niveles de TSH de 3 a 5 µU/ml, en especial si de detectan anticuerpos anti-tiroideos y con especial énfasis en la población pediátrica dada la gravedad de sus repercusiones(33, 36). Aunque el hipotiroidismo sub-clínico no se considera causa suficiente para desencadenar una depresión, sí disminuye el umbral de su aparición, al igual que surge un cotejo sintomático de aumento de peso, fatigabilidad, alteraciones en la memoria y en la capacidad de concentración, apatía e irritabilidad que puede ser adscripto a la sintomatología depresiva. La alteración tiroidea con presentación clínica ha sido ampliamente señalada en la literatura por su asociación con los trastornos psiquiátricos: depresión, trastorno bipolar, ansiedad, etc. Estos estudios toman como objetivo población adulta o niños en tratamiento. En relación al Hipotiroidismo sub-clínico se ha señalado su presencia en niños tratados, entre otros, con carbamazepina, ácido valproico (34). Las investigaciones actuales en la clínica de niños demuestran la asociación entre pacientes con perfil de Disregulación Emocional y/o trastorno del espectro bipolar e hipotiroidismo sub-clínico(1, 3) El objetivo de esta investigación clínica es evaluar la asociación entre el hipotiroidismo sub-clínico y los trastornos graves del humor y del comportamiento como paradigma de la gravedad de la psicopatología infantil. 2. Investigación clínica Diseño y Metodología Es un estudio descriptivo, retrospectivo y transversal mediante revisión de historias clínicas. No se solicita el consentimiento informado aunque a los padres se les ha comu- 86 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia nicado que los resultados de los estudios y encuestas pueden ser utilizados con fines académicos, respetando el anonimato. Se explora una muestra clínica consecutiva de 437 niños y adolescentes tempranos atendidos en servicios especializados, por psiquiatra de niños y adolescentes, provenientes de un medio socio-económico medio y medio-alto. Se seleccionan 299 niños entre 6 y 16 años, con estudio de perfil tiroideo y se registran los valores de TSH de las primeras entrevistas. Se excluyen aquellos niños que hubieran recibido tratamiento farmacológico por patología neuropsiquiátrica o que hubieran recibido T4 ó T3 anteriormente. El llenado del cuestionario de la CBCL por los padres, fue realizado en forma autoadministrada. Si hay dos o más formularios de un mismo niño, se selecciona aquel de mayor puntaje en la variable Problemas Totales (PT). Para el ingreso de los datos de la CBCL y de los diagnósticos codificados, se usa el software ADM, adquirido en el Child and Family Resarch Center of the University of Vermont, USA(11). El conjunto de la muestra se ingresa con la puntuación de los países del 2do grupo (scoring norms group 2)(12). Se analizan los datos exportados a SPSS 17. 3.Resultados 3.1.Características de la muestra clínica de n 299 examinada: Se seleccionan 299 niños de edades comprendidas entre los 5 y los 16 años, con una X etaria de 9.6 tanto para hombres como para mujeres, el 78% es menor de 12 años. En re- lación al sexo, el 70% son varones (n 210) y el 30% mujeres (n89), proporción que se corresponde con la distribución por género, de la patología en la infancia. La Media de Problemas Totales (XPT) es de 63,5 (DS 31,5), y no hay diferencias significativas por género, masculino XPT 66,9 (DS 32,1) y femenino XPT 55,7 (DS 28,4). La XPT por tramo etario en la muestra de 299 no presenta diferencias estadísticamente significativas. Tampoco hay, tanto en el sexo masculino como en el femenino diferencias estadísticamente significativas en la media de PT de acuerdo a las pruebas no paramétricas de Kolmogorov y U de Mann Whitney. Tabla I: Media de Problemas Totales por Sexo y Trama Etaria Menores de 11 años 12 años y más N (%/género) XPT (DS) N (%/género) XPT (DS) Masc. 169(80.5%) 65,5(31,8) 41(19,5%) 72,6(33,4) Fem. 63(70.8%) 52,5(27) 26(29,2%) 63,4(30,9) Total 232 67 La repercusión en el funcionamiento del individuo se evalúa a través de la Competencia Social: el 47% de los 299 niños (n140) tienen afectado su nivel de funcionamiento. Por las 6 sub-escalas dimensionales orientadas por DSM, 56.5% tiene Problemas Afectivos, el 65.2% Problemas por Ansiedad, 48,5% Problemas Atencionales, 50,5% Problemas Oposicionistas Desafiantes y 42.5% Problemas Conductuales. Las sub-escalas DSS detecta 66% de los pacientes y el Tempo Cognitivo Lento está presente en un tercio de los pacientes (31.1%). El 30.8% (n92) de la muestra tiene valores de TSH >3.5µU/ml. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia87 Tabla II: Frecuencia de problemas detectados por la CBCL 6-18 orientada por DSM. N299. 6 a 16 años. Afectivos 56,5% Ansiedad 65,2% Somáticos 26,4% Atencionales Oposicionistas desafiantes Conductuales 48,5% 50,5% 42,5% 20% 40% 60% 80% 100% 3.2.Construcción de dos sub-muestras Se establecen dos grupos de acuerdo a los valores de la sub-escala CBCL-DSS con puntajes en rango riesgo-clínico combinado: un grupo® con DSS con T≥65 y otro grupo de control© con la sub-escala DSS<T65. Se considera HTSC cuando los valores de TSH≥3.5µU/ml . Se excluyen aquellos pacientes que están recibiendo tratamiento farmacológico por patología neuropsiquiátrica o con antecedentes de haber sido medicados con T4 o T3. 3.3.Grupo®, con trastornos graves del humor y del comportamiento: A. El grupo® con patologías graves del humor y del comportamiento, CBCL-DSS ≥T 65, está integrado por 198 niños (66.2%) de la muestra total. De estos el 24.2% (n48 son mujeres) y el 75.8% son varones (n150). La Media de Problemas Totales (XPT) es de 78.3 (DS = 27.3). La Competencia social está afectada en el 55.1% (n109) El 76.3% de la muestra es capturado por la sub-escala Trastornos Afectivos – DSM y un 39.4% es capturado por la sub-escala de Tempo Cognitivo Lento. En este grupo® un 42.9% (n=85) de los niños tuvieron valores de TSH≥3.5mµI/L. La relación entre hombre-mujer es de 3:1. B. El grupo© de control, con patología psiquiátrica pero con CBCL-DSS<T 65, está integrado por 101 niños (33.8%) de la muestra total. De estos el 40.6% (n 41 son mujeres) y el 59.4% son varones (n 60). La Competencia Social está afectada en el 30.7% (n31). La Media de Problemas Totales (XPT) es de 34.6 (DS = 14.5). El 17.8% de la muestra es capturado por la sub-escala Trastornos Afectivos – DSM y un 14.9% es capturado por la sub-escala de Tempo Cognitivo Lento. En este grupo© sólo un 6.9% (n=7) tuvo valores de TSH≥3.5mµI/L. Tabla III:Comparación entre ambos grupos Grupo® n = 198 Hombres N=150 ----- 75.8% Mujeres N=48 ----- 24.2% 78.3 (27.3) XPT (DS) CBCL Afectivos DSM 76.3% CBCL TCL 39.4% TSH ≥ 3,5mml/L 42.9% (n 85) Grupo© n =101 N=60 -----59.4% N= 41-----40.6% 34.6 (14.5) 17.8% 14.9% 6.9% (n 7) Hay diferencias estadísticamente significativas entre las XPT de los grupos Grupos y ©, de acuerdo a las pruebas no paramétricas de U de Mann Whitney, Wilcoxon y Z de Kolmorov Smirnov, (p=0.000 y Z-12,609). En la repercusión social (Competencia Social) las diferencias son significativas (p=0.001 y Z-3,985). El mismo análisis con pruebas no paramétricas se realiza en ambos grupos con la escala CBCL-Afectivos-DSM, siendo las diferencias significativas entre ambas (p=0.000, Z -10,438) y con la sub-escala de Tempo cognitivo lento (p=0.000 y Z -5,386) 88 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia En relación al TSH, hay una diferencia significativa entre las proporciones de niños con valores superiores a ≥3.5mµI/L (85/198 y 7/101) (estadístico exacto de Fisher p=0.000 ) en cada grupo. 4. Discusión La muestra ha sido seleccionada de niños que proceden de medio socio-económico favorecidos, con el objetivo de controlar los sesgos(13,17) que en nuestros países en vías de desarrollo, suponen los factores de riesgo dependientes de la pobreza, la deficiente instrucción en los padres, la alta tasa de dificultades de aprendizaje, la escasez de oportunidades y la violencia. La repercusión de la enfermedad psiquiátrica es evaluada indirectamente a través de la repercusión en su funcionamiento global y en su aprendizaje. El funcionamiento global del niño, que comprende sus actividades sociales y académicas, y su relación con pares está seriamente afectado. En la mitad de los niños está francamente alterada. Esto supone una gravedad instalada desde los primeros años con la repercusión en la construcción de la identidad del individuo que generará alteraciones en la adultez(37) como está siendo actualmente investigado. El uso de escalas de aplicación viable que complementen el diagnóstico de la psicopatología grave en el niño y en el adolescente es una necesidad para el clínico. La investigación clínica cuantitativa se beneficia al contar con escalas que estandarizan fenotipos que permiten la comparación con otras poblaciones. La alta comorbilidad entre las distintas alteraciones capturadas por la CBCL-Padres, da cuenta no sólo de la difusión de los lími- tes entre las entidades nosológicas sino de la complejidad y gravedad de las presentaciones clínicas en esta etapa del desarrollo que hacen difícil predecir la evolución a las patologías del adulto(37). La CBCL es de extrema utilidad para la identificación de grupos de riesgo y permite una discriminación cuantitativa de los mismos. En este sentido el uso de la sub-escala CBCL-DSS da cuenta de pacientes portadores de patologías graves del humor y del comportamiento y soslaya las dificultades nosológicas actuales. El grupo® capturado por la escala CBCL-DSS, representa un sub-grupo clínico de gravedad inusitada no sólo por la Media de Problemas Totales (XPT 78.3), sino por la alta comorbilidad con los trastornos afectivos, por la comorbilidad con el Tempo Cognitivo Lento y la repercusión en las competencias sociales. El porcentaje de 76% de varones en la muestra(19,25,38) es la relación que se observa en los trastornos precoces del humor y del comportamiento, sin embargo una vez presente la patología no hay diferencias significativas en la XPT por sexo ni por tramo etario. Es este sub-grupo de psicopatología grave el que asocia en forma significativa la presencia de alteraciones tiroideas, fundamentalmente el hipotiroidismo sub-clínico. Es coincidente con resultados obtenidos en una muestra clínica de trastornos graves del humor, donde el 44% de los niños portadores de Trastorno del Espectro Bipolar asociaban HTSC(3). Se ha hecho hincapié en esta investigación, en la evaluación del perfil tiroideo previo al inicio del abordaje farmacológico, ya que se señala que los fármacos reguladores pueden desencadenar un hipotiroidismo latente(34, 39). La hipótesis que acá se plantea es que esta alteración es previa y que puede servir para Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia89 la identificación de sub-grupos. Otros autores lo han relacionado con pacientes adolescentes con ciclado rápido(40-41). Son necesarias nuevas investigaciones que relacionen Hipotiroidismo sub-clínico, con diferentes escalas, por ejemplo de Tempo Cognitivo Lento o Alteraciones Psicomotrices y evaluaciones neuropsicológicas, tal cual fue ya realizado con pacientes adultos(42) 5. Conclusiones La búsqueda de una sistematización en la clínica de los pacientes graves en psiquiatría pediátrica es un desafío para los investigadores y los clínicos. El desafío no sólo en su clasificación nosológica sino en los abordajes, casi artesanales que deben ser realizados en la práctica. Se necesitan instrumentos que den cuenta de la importancia de la etapa del de- sarrollo, de las circunstancias de vida, de la heterotipia de la presentación de la patología, y de alta frecuencia de la comorbilidad entre patologías psiquiátricas y médicas. La CBCL-DSS identifica un sub-grupo de pacientes con patologías graves del humor y del comportamiento, de los cuales el 43% presenta una disfunción tiroidea (hipotiroidismo sub-clínico). Estos resultados corroboran la asociación planteada y evidencian una posible correlación de la disfunción tiroidea con la gravedad de la sintomatología psiquiátrica. Se desprende de estos hallazgos la importancia de la pesquisa de la patología tiroidea en forma sistemática en el niño y el adolescente con el objetivo de un abordaje integral. Se debe continuar explorando esta asociación con estudios prospectivos que permitan medir los efectos del tratamiento tiroideo antes de iniciar el abordaje farmacológico psiquiátrico. 90 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Bibliografía 1.Holtmann M, Duketis E, Goth K, Poustka L, Boelte S. Severe affective and behavioral dysregulation in youth is associated with increased serum TSH. J Affect Disord. 2010 Feb;121(1-2):184-8. 2.Wilson JD. The evolution of endocrinology. Clin Endocrinol (Oxf). 2005 Apr;62(4):389-96. 3.Viola L. El Niño portador de un Trastorno Grave del Humor y del Comportamiento. VERTEX Rev Arg de Psiquiat. 2011 XXII (2):125-34. 4. Carlson GA, Potegal M, Margulies D, Gutkovich Z, Basile J. Rages--what are they and who has them? J Child Adolesc Psychopharmacol. 2009 Jun;19(3):2818. 5.Wozniak J, Biederman J, Faraone SV, Blier H, Monuteaux MC. 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Procesos subyacentes a la agresividad en los sindromes externalizantes e internalizantes *** Miller, D. * ; Laxague, A. ** Introducción Viviendo en un mundo cada vez más violento y convulsionado, en el cual las consultas por abuso, descuido o maltrato son sumamente frecuentes y donde los reportes sobre actos agresivos cometidos por niños son cada día más comunes, resulta relevante identificar tanto los precursores como el funcionamiento mental que subyacen a estos comportamientos, de forma de poder prevenirlos o modularlos. En este sentido, y con la intención de comenzar a sistematizar los datos provenientes de la clínica, se realizó un análisis retrospectivo de los procesos psicodiagnósticos realizados en el período 2003-2008 en una policlínica de atención psicológica de la Facultad de Psicología de la Universidad Católica del Uruguay. De un total de 187 niños menores de 8 años de edad, se constató que el motivo de consulta más frecuente era el comportamiento agresivo (63%). Resumen En el presente trabajo se estudian los procesos subyacentes a la agresividad en los síndromes externalizantes e internalizantes. Para ello se evaluan 82 niños con edades comprendidas entre los 5 y 8 años, cursando nivel escolar, que se dividen en tres grupos representantes de diferentes niveles socio-económicos. Todos los niños fueron evaluados con los siguientes instrumentos: Historia de Desarrollo protocolizada, cuestionario para padres (Child Behavior Check List, CBCL), y para maestros (Teacher´s Report Form, TRF), tests proyectivos (Macarthur Story Stem Battery, FIRE) y evaluación psicofisiológica a través de una prueba de conductancia dérmica. El comportamiento agresivo aparece tanto en los trastornos externalizantes como internalizantes: en los primeros aparece como la agresión que se expresa en las relaciones interpersonales (especialmente con los padres y familiares cercanos), mientras que en los trastornos internalizantes la agresividad aparece como defensa frente a un profundo sentimiento de desvalimiento. Ambos tipos de agresividad pueden compartir causas y factores de riesgo, así como también una puede llevar a la otra, sin embargo el funcionamiento psíquico que subyace a ellas es diferente. Son las diferencias cualitativas y no cuantitativas las que nos permiten acercarnos a las entidades nosográficas a que pueden remitir. El presente estudio pone de manifiesto la importancia de explorar la experiencia subjetiva de los niños en relación a su comportamiento agresivo para acceder a un diagnóstico más preciso y en consecuencia a un pronóstico más acertado. Para ello se considera fundamental diferenciar el motivo de consulta (agresividad desregulada) del diagnóstico (Trastorno Oposicionista, Depresión), así como las diferencias existentes entre la información aportada por padres, maestros y por el propio niño. * Psicóloga, Master en Psicoterapia, Doctoranda en Psicología, Coordinadora del Master en Psicología Clínica de Niños y Adolescentes, UCUDAL. E-mail: mmiller@ucu.edu.uy. ** Doctora en Medicina. Residente de Psiquiatría Pediátrica. Cátedra de Psiquiatría Pediátrica. Centro Hospitalario Pereira Rossell, Facultad de Medicina. Universidad de la República – UDELAR –. *** Publicado en: Kinderanalyse. 19 (3), 2011. Anwendung der Psychoanalyse in der Psychotherapie und Psychiatrie. Revista para la aplicación del psicoanálisis en psiquiatría y psicoterapia. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia93 Esta población en particular se caracterizaba por corresponder a un medio socioeconómico muy carenciado, con una muy escasa contención familiar, familias numerosas, habitualmente monoparentales, con pautas rígidas de crianza e importante inestabilidad en su funcionamiento (todas características que seguramente sesgaron los resultados obtenidos). Sin embargo, el comportamiento agresivo no aparece como exclusivo de esta población, observándose también una alta y creciente prevalencia en la práctica privada con niños de diferentes medios socio económicos. Buscando alternativas tanto para la prevención como para el diagnóstico o la intervención terapéutica frente a esta situación es que planificamos nuestra investigación considerando la agresividad como la manifestación comportamental de un afecto disregulado, basada en modelos de apego inseguro, pobres herramientas cognitivas y pobre nivel de mentalización. Tanto en trastornos externalizantes como internalizantes, el comportamiento agresivo suele tener un trasfondo destructivo: en los primeros, aparece como agresión y se expresa en las relaciones sociales (especialmente con los padres y familiares cercanos) mientras que en los trastornos internalizantes aparece como defensa frente a un profundo sentimiento de desvalimiento. Por lo tanto, ambas manifestaciones conducen al deterioro del funcionamiento mental condicionando el desarrollo. Debemos igualmente tener en cuenta que dentro del desarrollo normal en la etapa preescolar y escolar temprana es esperable una cuota de impulsividad, comportamiento agresivo y rabia cuando no se cumplen los objetivos. Sin embargo, los niños suelen ser capaces de modular suficientemente su enojo, frustración y decepción como para salir del comporta- miento disruptivo y destructivo. Su ira inicial y la actitud correspondiente son seguidas por el procesamiento mental que conduce a una resolución adaptativa del problema. A pesar, entonces, de que consideramos que las emociones negativas son apropiadas en algunas circunstancias y que los niños, y especialmente hoy en día, necesitan la agresividad como mecanismo de afrontamiento, también podemos decir que la pobre regulación afectiva o la frustración persistente pueden evolucionar a estados de desesperanza o tristeza prolongados o aumentar el comportamiento agresivo. Estos niños responderán a través de la acción a los estímulos que les conmocionan, no alcanzando un adecuado uso del pensamiento y del lenguaje para dar sentido a sus experiencias emocionales. ¿Podremos entonces decir que utilizan la agresividad, como forma de externalizar sus contenidos mentales cargados afectivamente, con el fin de regular esos estados afectivos que les invaden y conmocionan? ¿Será su actuación una forma de crear significados que les permitan comprender y encauzar sus reacciones? Observamos también que existe una alta asociación entre la agresividad y los problemas de aprendizaje, sin corresponderse esto necesariamente con un bajo nivel intelectual sino con una dificultad en el uso de las habilidades cognitivas,. Esta asociación apoya la perspectiva de la falla en la mentalización que es sustituida por el paso a la acción. Típicamente los escolares, suelen mostrar vergüenza o culpa luego de manifestar su enojo, buscan la reparación y evidencian preocupación empática. Sin embargo cuando la agresividad se transforma en agresión esto no sucede. Los niños pasan al acto sin lograr una representación mental ni del estímulo que los 94 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia conmociona ni de la respuesta que emiten de forma casi inmediata. Esta agresividad destructiva aparece en los trastornos oposicionistas desafiantes y trastornos de conducta. Por otro lado también comprobamos que los síntomas depresivos en los niños se relacionan con un menor uso y menor confianza en estrategias efectivas (Garber, Braafladt & Weiss. 1995; Garnefski, Rieffe, Jellesma, Terwogt & Kraaij. 2007; Reijntjes et al. 2007). Las dificultades en el manejo y resolución de emociones negativas se encuentran en el centro de la depresión (Cole at. al. 2008), la agresividad en ellos no es solo expresión de la destructividad sino que es utilizada como forma de regular sus sentimientos de desvalimiento. Podemos en estos casos considerar que la agresividad sería una defensa frente a la depresión. Vemos entonces que tanto los trastornos del humor como del comportamiento evidencian pobres y rígidos mecanismos de afrontamiento, que disparan actuaciones desorganizantes que a su vez tienden a generar respuestas de rechazo en el entorno que contribuyen a su permanencia. Hasta aquí, podemos, entonces identificar tres distintos tipos de expresiones de la agresividad: - Uno que surge frente a la necesidad y frustración, poniéndose al servicio del fortalecimiento, crecimiento y desarrollo. Da lugar a iniciativa, ambición y está vinculada al placer (sexualidad). No resulta una manifestación disruptiva, sino que puede ser redirigida hacia la resolución de conflictos. - Otra que surge frente al desvalimiento consciente o inconsciente. Busca primariamente la defensa y la protección, estando vinculada a una imagen de sí muy desvalorizada. - Un tercer tipo que surge como respuesta automática, escasamente representada y ligada. Se satisface con la destrucción, vinculada a una imagen de sí omnipotente. ¿Cómo podremos entonces acercarnos a un diagnóstico más preciso de las manifestaciones agresivas, considerando que la agresividad tiene un pronóstico claramente distinto cuando es sana y adaptativa, cuando aparece como defensiva frente al desvalimiento o cuando resulta puramente destructiva? ¿Qué diferenciaría la agresividad sana, necesaria para la supervivencia, de la agresión destructiva? ¿Cómo podemos diferenciar los trastornos disruptivos de la depresión considerando que pueden presentar manifestaciones tan parecidas? Método Para responder estas interrogantes estudiamos una población de 82 niños con edades comprendidas entre los 5 y 8 años, cursando nivel escolar. Se identificaron 3 grupos de acuerdo a la distribución de medio socio económico determinado por el Censo Nacional de 2004: bajo (36,5%), medio (34,1%) y alto (29,4%). La distribución por género fue 52% masculino y 48% femenino. Todos los niños fueron evaluados con los siguientes instrumentos: - Historia de Desarrollo Protocolizada: entrevista semi estructurada que abarca la historia perinatal y diferentes áreas del desarrollo (motor, cognitivo, afectivo, hábitos, intereses), antecedentes familiares y personales y clima familiar. - CHILD BEHAVIOR CHECK LIST, CBCL, (Achenbach, 1991), cuestionario para padres y para maestros Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia95 (TEACHER`S REPORT FORM: TRF (Achenbach, 1991). Ambas escalas de evaluación pertenecen al sistema ASEBA (Achenbach System Empirical Based Assessment), una de las medidas más utilizadas en psicopatología infantil a nivel internacional en clínica e investigación. Permite medir los problemas emocionales y conductuales y su comparación con datos normativos. - MACARTHUR STORY STEM BATTERY (MSSB; Emde, Wolf, Oppenheim, 2004), técnica de juego estructurada que consiste en la presentación de una serie de dilemas socio-emocionales de final abierto, que el niño debe de completar armando el escenario de juego y narrando lo que sucede. Sobre las producciones de los niños, y a través de un protocolo estructurado, se evalúan las características de su afectividad (en especial empatía y agresividad), estrategias de resolución de conflictos, mecanismos defensivos y estrategias cognitivas, así como condiciones de las representaciones parentales. Se trata de una técnica temática validada, que se basa en las premisas del TAT (Murray), a través de la cual se ha demostrado la relación entre las producciones narrativas, la regulación afectiva y las historias de vida de niños pequeños (Mize & Ladd, 1988; Zhan-Waxler et al, 1994; Warren et al, 1996; en Emde, 2003). - FIRE (Miller, 2009). Medida de habilidad o ejecución que, a través del juego naturalístico con animales, permite la evaluación de la regulación afectiva. Se trata de una estrategia pragmática, ya que a partir de la conducta observable se infiere acerca de los afectos de los niños, al considerar que es justamente en el análisis del mundo in- terno donde se encuentran muchos de los determinantes de la conducta observable. Comienza con una consigna de juego libre y en una segunda instancia se incluye un estresor, de tal forma de evaluar la reacción del niño frente a la ansiedad, lo que daría una muestra de sus estrategias de regulación. Una vez finalizado el juego se promueve al niño a narrar acerca de lo jugado, con lo cual se busca comparar la posibilidad de expresión a través de una actividad (juego) y de una narrativa. El juego es filmado y luego evaluado a través de un protocolo que toma en consideración las condiciones generales del juego, el vínculo con el entrevistador y dentro del juego, las características de su expresión, identificación y procesamiento afectivo, así como el uso de herramientas cognitivas. - EVALUACIÓN PSICOFISIOLOGICA, PRUEBA DE CONDUCTANCIA DERMICA. Medición de la reacción (conductancia eléctrica de la piel) a estímulos (fotos) que evocan amenaza, disgusto o tristeza, basados en los estudios de J.Blair (2007) con pacientes psicopáticos. Los estímulos son imágenes que se proyectan frente al niño, al que solamente se le pide que, sentado en una silla cómoda, en un lugar confortable, y acompañado por el examinador, simplemente se mantenga mirando las imágenes. Se muestran 24 imágenes a cada niño, que se obtuvieron del International Afective Picture System (Lang, PJ., et al ,1997). Simultáneamente se realiza una evaluación de la actividad electro dérmica, a través de electrodos colocados en la mano del niño y conectados a un programa de evaluación computarizado. 96 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia La aplicación de los instrumentos fue filmada y transcripta. Se realizó un análisis preliminar descriptivo de los datos para caracterizar la población objetivo. El análisis estadístico se realizó con el programa SPSS v.15. El análisis de consistencia interna protocolizado de los instrumentos permitió obtener un alpha de Cronbach de .941. Nuestro objetivo fue responder a las interrogantes planteadas a través de la consideración de la información obtenida de distintos informantes (padres, maestros, niño), distintas perspectivas (conducta, mundo interno, respuestas psico fisiológicas), diagnósticos complementarios (categorial siguiendo el DSM IV R, dimensional a través del sistema ASEBA y psicodinámico a través del PDM (Psychodynamic Diagnostic Manual. APA/ IPA). Resultados De acuerdo a los resultados de la escala CBCL (Achenbach, 1991), el 27.5% del total de la muestra evidenciaba rango clínico en conductas agresivas, siendo este porcentaje mayor al considerar únicamente los varones (33%). Sin embargo, en la muestra de medio socio económico bajo el 50% de la muestra evidenciaba rango clínico en conductas agresivas, mientras que en la de medio socio económico alto solamente el 9%. El cuestionario para maestros TRF (Achenbach, 1991) mostró un 32% de la muestra total en rango clínico en agresividad, con una distribución similar según el género y medio socioeconómico. Figura 1.Medias de problemas detectados por padres (CBCL) y maestros (TRF) 14 12 CBCL TRF 10 8 6 4 2 0 with- somatic anxious social thought attention delincuent aggressive drawan complaints depressed problems problems problems problems behavior Figura 2. CBCL. Medias de problemas reportados en niños con perfiles internalizados y externalizados en nivel clínico 25 20 INT EXT 15 10 5 0 with- somatic anxious social thought attention delicuent aggressive drawan complaints depressed problems problems problems problems behavior Considerando ambos reportes (CBCL y TRF) así como los diferentes niveles socio económicos, la prevalencia fue mayor en varones que en niñas. De acuerdo a la CBCL, la prevalencia de problemas internalizados fue de 28. 3% y de problemas externalizados de 26,4%, mientras que en el TRF esta correlación se dio a la inversa. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia97 Pudimos entonces comprobar que en algunos de los niños que manifestaban un comportamiento agresivo se evidenciaban representaciones de sí pobres, sentimientos de tristeza y miedo, que iban de la mano con un mayor conocimiento de sí mismos y de sus dificultades y que nos conducían a un diagnóstico de Depresión, 0,100 Estimated Marginal Means Sin embargo, en ambas escalas, el comportamiento agresivo fue el problema que apareció con una prevalencia más alta, tanto en niños con patrones externalizados como internalizados. Mientras que las escalas CBCL y TRF (Achenbach & Rescorla, 2007) completadas por padres y maestros evidenciaron una alta prevalencia del comportamiento agresivo, los instrumentos aplicados a los niños (Macarthur Story Stem Battery, y FIRE) ambos test proyectivos que revelan el mundo interno, mostraron importantes elementos de ansiedad y depresión. Los indicadores que tomamos de estos instrumentos para determinar el funcionamiento mental y que presentaron una correlación significativa con la conducta agresiva fueron los siguientes: comprensión de la consigna, actividad exploratoria, representación de distintos roles, creatividad desplegada en el juego, resolución de problemas, reconocimiento y uso de distintos tipos de afectos en relación a la situación planteada, coherencia y riqueza de la narrativa, empatía, representaciones de sí y afecto positivo. Delincdummy 0 1 0,080 0,060 0,040 1 Neutral 2 Amenaza 3 Sufrimiento Niños en rango clínico para conducta disruptiva mostraron una menor activación electro dérmica para los tres tipos de estímulos. Sin embargo, frente a los estímulos de amenaza la diferencia es mayor, siendo la única que resulta estadísticamente significativa. 0: Conducta Disruptiva Rango no Clínico (línea oscura) 1: Conducta Disruptiva en Rango Clínico (línea clara) Esto puede evidenciar que los niños con mayor componente disocial mostraron una menor reacción frente a todas las imágenes, pero especialmente a aquellas de amenaza. Estos resultados se correlacionan con estudios realizados en adultos psicopáticos (Blair). Figura 3. Conductancia Dérmica N.S Th.S S.S E.V.A E.V.N.A E.V.A E.V.N.A E.V.A E.V.N.A Levene's Test for Eq. of Variances F Sig. 1,114 ,302 3,461 ,075 ,772 ,388 t-test for Equality of Means T ,897 1,179 1,754 2,441 -,010 -,009 Df 24 9,376 24 10,740 24 5,596 Sig. (2-t) MD ,378 ,030956 ,268 ,030956 ,092 ,044841 ,033 ,044841 ,992 -,000350 ,993 -,000350 SDE ,034492 ,026265 ,025564 ,018370 ,034505 ,037286 95% C.I.D. Lower Upper -,040233 ,102144 -,028099 ,090011 -,007921 ,097603 ,004288 ,085394 -,071564 ,070865 -,093206 ,092506 N.S: Estimulo Neutro; Th.S: Estimulo Amenazante ; S.S: Estimulo Sufrimiento / E.V.A: Equal Variances Assumed E.V.A: Equal Variances Not Assumed MD: Mean Difference 95%C.I.D: 95% Confidence Interval of Difference / SDE: Standard Error of Difference 98 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Discusión Un primer elemento que se destacó en nuestros resultados fue la comprobación de la incidencia del nivel socioeconómico en la manifestación de la agresividad así como su prevalencia en varones A su vez comprobamos que resulta sumamente importante tener en cuenta por un lado la información aportada por padres y maestros que da cuenta de las características de la conducta del niño así como del impacto de su comportamiento en el entorno, pero no llegaremos a un diagnóstico preciso si no tomamos en cuenta la experiencia subjetiva del niño que será quien nos informará acerca de los móviles de su comportamiento y en definitiva nos habilitará a incidir en él. La agresividad es sin duda un síntoma común a muchas entidades nosográficas y puede ser fácilmente identificado por cualquier observador atento. Sin embargo será necesario un perspicaz juicio clínico para poder atribuir al comportamiento un significado y para determinar su incidencia en el desarrollo. Está en la consideración de la cualidad de la manifestación comportamental, más que en la intensidad del comportamiento en cuestión, lo que nos orientará en el diagnóstico. Las diferentes manifestaciones de la agresividad pueden compartir causas y factores de riesgo, así como también una forma puede llevar a la otra, como mencionamos anteriormente, pero cada uno requiere de herramientas psíquicas diferentes para desarrollarse. Fue el mecanismo mental que subyacía, lo que nos ayudó a determinar características diferenciales para diversos diagnósticos que pueden aparecer como relacionados (TOD y Depresión por ejemplo) En algunos casos, en los que el paso al acto es dominante y lleva a la agresión (TOD, TC por ejemplo) el afecto parece tomar el lugar de la representación, su descarga genera un pasaje al acto ya que no se logra transformar la respuesta emocional en una respuesta adaptativa. El afecto no aparece como la señal que significa el estímulo, permitiendo una regulación adecuada. Por el contrario, el sujeto se siente invadido por el afecto, lo que desorganiza su funcionamiento mental y genera respuestas desadaptativas. El niño no es capaz de significar adecuadamente los estimulos, y estos toman entonces una sola forma : se le vuelven amenzantes y desencadenan una respuesta inmediata, impulsiva y muchas veces agresiva. Este tipo de agresividad puede evidenciar un escaso conocimiento de sí, con representaciones de sí contradictorias y pobres representaciones de la realidad, alto monto de afectividad negativa, escasos mecanismos de afrontamiento (debido en parte al significado persecutorio que le atribuyen a los estímulos), alto nivel de actuación y muy escasa simbolización (como correlación de la disociación entre afecto y representación). A su vez la Imposibilidad de tomar conciencia de sus reacciones así como del temor que cualquier estimulación le genera (evidenciado a través de la prueba de respuesta electro fisiológica en la que la agresividad destructiva se correlaciona con bajos niveles de respuesta de temor frente a la amenaza), favorece el uso de mecanismos de defensa primitivos que muestran su imperiosa necesidad de deshacerse de esas conmociones afectivas que al no lograr significar no logra tampoco controlar .Esta externalización escasamente mentalizada suele causar un estado de ansiedad permanente que favorece el mantenimiento Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia99 del comportamiento disruptivo. La energía se descarga en actuaciones en desmedro de las estrategias de afrontamiento. En otros casos, depresión por ejemplo, la conducta agresiva puede ser similar pero encontramos diferencias en lo referente al funcionamiento mental: los actos evidencian ligazón con el conflicto. El niño interpreta el impacto afectivo del estímulo como confirmación de su propio desvalimiento y reacciona en forma agresiva, pero sólo luego de significar y ligarlo a una representación muy pobre de sí. Esto, aunque patológico, es mucho menos desorganizante, por lo que el funcionamiento mental se desarrolla de forma inadecuada pero permite una mayor capacidad reflectiva ya que se sostiene en el reconocimiento de cierta intencionalidad en sus actos, así como también genera una representación de sí más integrada, a pesar de ser integrada en torno al desvalimiento. Este tipo de agresividad se sustenta en un mejor conocimiento de sí, una mayor seguridad, que permite el desarrollo de la función reflectiva y la empatía. dando lugar a mecanismos de defensa secundarios que evidencian una mayor integración y capacidad de simbolización. Logran diferenciar estímulos y generar distintas estrategias de afrontamiento, en las que se incluyen por ejemplo ciertos valores que pueden actuar como freno frente a las actuaciones (Emde, R. 1999).,a pesar de que los mecanismos de afrontamiento puedan resultar aún escasos y por eso el recurso a la agresividad sigue siendo la respuesta. Estos niños generan en su entorno afectos más positivos, lo que se vuelve un recurso destacable y en consecuencia un elemento de mejor pronóstico y posibilidad de cambio con la intervención. Otro punto relevante a considerar es la diferencia en la información que surge a partir de diferentes informantes: los maestros informan el comportamiento agresivo evidente sin tomar demasiado en consideración síntomas depresivos, posiblemente porque un niño deprimido no distorsiona el funcionamiento de la clase. Las madres se muestran también preocupadas por el comportamiento agresivo pero en una mayor proporción lo pueden relacionar con sentimientos de tristeza, inseguridad o estrés. Los padres reportan menos problemas en general de sus hijos. Pero por sobre todas las cosas lo que resulta más significativo es lo que los niños, a través de tests proyectivos (FIRE y MSSB), nos muestran. Algunos evidencian a través del juego o la narrativa una gama de afectos en relación con la tristeza, el desvalimiento, la depresión. Con estos niños podemos construir un diálogo, traducir el juego, poner palabras que den significado a sus actos. Su juego es más creativo y rico. Su ansiedad disminuye en la relación con el entrevistador y generalmente nos provocan una contratransferencia positiva. Otros niños muestran un juego pobre, concreto y repetitivo en el que si bien responden a la consigna propuesta no logran relacionar su respuesta con sus motivaciones. Su ansiedad es permanente, con una transferencia generalmente masiva y el entrevistador es transformado en una figura persecutoria (pudiendo aparecer esto a veces a través de algún tipo de idealización). Estos niños presentan una narrativa generalmente pobre, muchas veces incomprensible, a través de la que resulta difícil traducirles algún significado de su juego y más difícil aún les resulta a ellos comprender de que se trata el juego simbólico, el como sí, y lo que se puede poner en evidencia a través de él. 100 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Queda en evidencia entonces cuan importante resulta el poder integrar los distintos reportes (padres, maestros, niño) para llegar a un planteo diagnóstico así como para comprender lo que subyace a un determinado comportamiento. El comportamiento manifiesto (en este caso la agresividad) sólo puede considerarse como una manifestación comportamental, evidencia de un mundo interno, que deberá de ser interpretada y contextualizada dentro del funcionamiento mental del niño para po- der entonces llegar a un diagnóstico preciso que habilite una intervención adecuada, Para ello deberemos de tomar en consideración lo que nos informan los padres y maestros (considerando el conocimiento que tienen del niño) pero sobre todo deberemos acercarnos al niño, hacernos parte de su juego, para descubrir lo que siente y comprender su realidad interior, desde la cual podremos promover alternativas de comportamiento, estrategias de afrontamiento, que puedan potenciar su desarrollo. Bibliografía Achenbach, T.M. (1991) Integrative Guide to the 1991 CBCL/4-18, YSR, and TRF Profiles. 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Según un estudio realizado en Francia, por el Centro de Investigación e información nutricional , entre adolescentes de 11 a 18 años, el 30 % de las mujeres dicen verse gordas (contra un 11% de los varones), el 43 % refieren luchar para mantener el peso que consideran ideal y el 15 % siguen regularmente una dieta para bajar o mantener el peso. ¿Cómo diferenciar estas conductas de un trastorno alimentario? ¿Cuándo nos deben alertar y sugerir la necesidad de una consulta especializada? Si bien el término Anorexia indica la pérdida de apetito, la Anorexia Nerviosa es una restricción activa de la alimentación que en 9 * Psiquiatra pedriática. de 10 casos afecta a mujeres de entre 13-14 y 16-17 años (con una distribución en picos bimodal). Se define por la clásica Tríada de las 3 A: Anorexia, Adelgazamiento (IMC menor o igual a 17.5 o peso menor a 85%) y Amenorrea. A la que se agrega, la alteración de la imagen corporal. Los síntomas asociados son: Hiperactividad física, hiperinterés en la esfera intelectual y desinterés masivo en el dominio afectivo y sexual. El control del peso a través de los vómitos provocados, el ejercicio físico o el uso de laxantes, diuréticos u hormonas tiroideas es frecuente. La ausencia de preocupación puede incluso alcanzar un estado de bienestar y de fuerza creciente con el adelgazamiento. En el 50% de los casos sobrevienen crisis bulímicas. La Bulimia se manifiesta algo más tardíamente, entre los 18-20 años, en mujeres psicológicamente vulnerables, en momentos de soledad, aislamiento, retraimiento o depresión. Se traduce por un sentimiento de vacío interior que intentan colmar por un consumo exagerado de alimentos, ingeridos en forma impulsiva, sin control, hasta llegar al malestar físico. Estos episodios (atracones con una frecuencia de al menos 2 veces por semana durante un período mayor o igual a 3 meses) son seguidos por lo general de vómitos (en 80-90 % de los casos) o estrategias de control de peso (1/3 uso de laxantes). Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia103 En el 30% de los casos se observa una sobrecarga ponderal. Más allá de lo descriptivo, las patologías alimentarias como la Anorexia y la Bulimia, provocan, porque confrontan a la capacidad propia de la especie humana de desviar funciones básicas de supervivencia, como la alimentación, la sed y la sexualidad, de su fin natural, biológicamente determinado, pervirtiendo su sentido y otorgándoles un nuevo fin. Si bien la paciente Anoréxica se presenta ante nosotros en la plenitud de su dominio: la posibilidad de vivir sin comer; estos trastornos se caracterizan por la pérdida de libertad interna. La paciente se ve encerrada, condenada a repetir una conducta, en forma ritualizada y automática, sin posibilidad de creación, en un juego permanente con la destructividad y a veces la muerte. El Prof Maurice Corcos se interroga:”¿El adicto que afirma su plena libertad de destruirse, su independencia frente a los otros y al sistema, su capacidad de abstraerse de las necesidades más elementales, aparentemente sin demanda ni necesidad de otra cosa que no sea su objeto de adicción ,es autosuficiente o construye su espacio de dependencia piedra a piedra por temor al sometimiento al otro?” Actualmente la Anorexia y la Bulimia son entendidas como “toxicomanías sin droga”, o “adicciones comportamentales”, conductas adictivas que tienden a auto -reforzarse y reorganizan el funcionamiento psíquico del sujeto, adquiriendo un curso evolutivo propio. Las investigaciones biológicas han puesto en evidencia el rol de la secreción de beta endorfinas cerebrales en la autoperpetuación de estas afecciones, abriendo la vía para su integración en el campo de las toxicomanías. Los últimos estudios demuestran que los trastornos alimentarios comparten distintas dimensiones psicopatológicas comunes con el resto de las adicciones: - La vulnerabilidad depresiva - La búsqueda de sensaciones corporales (el hambre, los vómitos, los calambres musculares, o la repleción en las crisis bulímicas) en detrimento de la vida afectiva. - La dificultad en poder captar y expresar los estados afectivos, con tendencia a la actuación, pobre vida imaginaria y un pensamiento centrado en lo concreto. Frecuentemente los estados internos son transmitidos en términos de sensaciones o estados corporales sin posibilidad de dar cuenta de estados afectivos. A modo de ejemplo cito la experiencia con una paciente bulímica que hace una salida transitoria durante su internación. Habiendo pasado 20 días sin vomitar, al volver de la visita expresa que pasó bien, sin embargo retoma los vómitos. El equipo entiende que el encuentro con sus padres es mal tolerado,”no se puede digerir” y se espacían las salidas. - El antecedente, en un alto porcentaje de casos, de alteraciones vinculares tempranas, muchas veces manifestadas como problemas de la alimentación en la infancia. La investigación de la Dra Cristina Martinez de Bagattini en nuestro medio, sobre 53 pacientes portadoras de Trastornos alimentarios, revela el antecedente de alteraciones en la alimentación del lactante en 41 casos, un 78%. Si bien estas patologías se expresan a través de perturbaciones en la alimentación, es importante enfatizar que el problema de estas pacientes no es la comida, por lo que los tratamientos nutricionales aislados están condenados al fracaso. 104 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia Deben tenerse en consideración tres puntos fundamentales: 1. La problemática de estas pacientes se centra en torno a la identidad. Es la identidad sexual femenina que está en juego. Los Pediatras y los Ginecólogos que tienen a su cargo el tratamiento de estas pacientes, pueden observar sus manifestaciones clínicas. La restricción de la sexualidad, la dificultad para tolerar los cambios corporales, la imposibilidad de asegurar un espacio de separación con las figuras significativas (particularmente la madre),la dependencia, distintos grados de confusión en las relaciones con los otros, la indiscriminación de los límites corporales(con la consiguiente distorsión de la imagen corporal) dan cuenta de estas alteraciones. La identidad sólo puede construirse en interacción con el otro, particularmente en los avatares del vínculo temprano con la madre y posteriormente en el transcurrir de la adolescencia .La paradoja es que accedemos a la autonomía a través de la relación afectiva con otro. En estos trastornos, dice Brusset, la dependencia con la madre se manifestará “en toda su destructiva intensidad” 2. La vulnerabilidad depresiva se expresa en forma franca como un Trastorno del Estado de Ánimo o como telón de fondo de la patología. Cuando el cuadro clínico se presenta con un intenso adelgazamiento, la depresión es difícil de diferenciar de las consecuencias físicas de la desnutrición .Es importante tener esto en cuenta en vistas al tratamiento ya que las conductas adictivas pueden funcionar como automedicación frente a sentimientos de tristeza intensos o vivencias de vacío. 3. La tendencia que tienen estas conductas a autoperpetuarse y autorreforzarse , sostenida por mecanismos bio –psicológicos y su potencialidad de reorganizar el conjunto de la personalidad del sujeto y su identidad social . Una vez instalado el cuadro, estas conductas tienden a seguir un curso propio, que se independiza del factor desencadenante inicial. El drama es que tienen un efecto profundamente desvalorizante sobre la imagen de si mismo y tienen por eso tendencia a autorreforzarse bajo un funcionamiento de tipo toxicomaníaco: comportamiento negativo degradación de la imagen a los ojos de los otros aumentan sentimientos de soledad aumentan sentimientos de dependencia encuentra fuerza en el reforzamiento de su dependencia. Este es uno de los motivos fundamentales por los cuales es necesario evitar su instalación, actuando lo más tempranamente posible. ¿Cuáles son los riesgos de dejarlas perpetuarse y cronificarse en una conducta de este tipo? La Anorexia Nerviosa es una patología grave. Lo que más preocupa a los médicos en general son las repercusiones orgánicas secundarias a la desnutrición crónica: caída prematura de dientes, osteopenia, disminución de la expectativa de vida, entre otras. El riesgo vital, con una mortalidad que alcanza cifras de alrededor del 7-10 %: 50% de estas muertes son como consecuencia de la desnutrición y un 24% por suicidio. 60-80%de las pacientes tratadas van a retomar el peso y una alimentación próxima a la normal, cerca de un 70% recuperan el ciclo menstrual y posibilidades normales de procreación. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia105 Pero no olvidemos que los daños psicológicos pueden ser graves e invalidantes: un 25 % de las pacientes conservan trastornos psicológicos severos: depresión, fobias, TOC, invalidez afectiva y social, con importante restricción de las capacidades y potencialidades.2/3 de las pacientes anoréxicas evolucionan a la bulimia, la inversa no se cumple. Por su parte, la Bulimia presenta una evolución más caótica que la Anorexia, marcada por episodios de remisión de duración variable, las tentativas de suicidio son más frecuentes y las complicaciones somáticas más severas ( hipokaliemia, osteopenia, complicaciones digestivas, renales y cardiovasculares).En un 30% de los sujetos se observa dependencia y abuso de sustancias y /o alcohol. Debe considerarse que la comorbilidad, frecuentemente puesta en evidencia en estas conductas, no es sinónimo de co-ocurrencia, ya que ciertos síntomas asociados (IAE, automutilaciones, coadicción , consumo de psicofármacos)están estrechamente ligados a la estructuración psicológica subyacente . Tratamiento La toma a cargo terapéutica se apoya sobre un retorno progresivo a la alimentación en vistas de una recuperación nutricional pero fundamentalmente sobre una psicoterapia global que incluya a la paciente y su familia. El tratamiento de estas pacientes debe ser tomado a cargo por un equipo interdisciplinario, donde pueda haber lugar para el límite necesario, la escucha, la creatividad, el sostén y también la lucha que inevitablemente la paciente va a plantear. Si bien es beneficioso intervenir con abordajes multimodales, complementarios, esto sólo es posible si existe un referente que organiza, trabaja con la realidad externa y pone un límite al síntoma. En la práctica clínica, tal como lo expresa la Dra Cristina Martinez de Bagattini, es preferible que el equipo se limite a unos pocos técnicos cuando no es posible asegurar una coherencia en la comprensión y marcha terapéutica. Pensar estas pacientes como portadoras de una conducta adictiva, nos permite comprender por qué resulta tan difícil que la paciente abandone el síntoma a pesar de nuestras múltiples explicaciones sobre el daño que se provoca y su riesgo vital. La dependencia, o la adicción debe ser concebida no sólo como un comportamiento desviado, sino como un proceso de regulación del equilibrio del sujeto, a través del comportamiento. Más allá de los esquemas teórico-referenciales y técnicas de abordaje (conductuales, familiares, sistémicas, psicoanalíticas o mixtas, aproximaciones que impliquen el cuerpo, etc) que se utilicen, el hecho de interesarse en la paciente puede ser más importante que el medio de hacerlo. Si bien se requiere una cuidadosa evaluación y seguimiento somático, debe evitarse el exceso de prescripciones paraclínicas. El tratamiento se basa en medidas de 3 órdenes: • En primer lugar debe responder a los trastornos del comportamiento alimentario y sus consecuencias orgánicas. • Ocuparse de la personalidad subyacente, que constituye el problema de fondo. Los trastornos alimentarios, si bien presentan ciertas características de funcionamiento particulares, son transnosográficos, es decir que pueden asentar en personalidades diversas desde el punto de vista psicopatológico. 106 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia • - - Trastorno de la vigilia o de la conciencia. Apatía, postración. Es de gran importancia el abordaje familiar. Por tratarse de un trastorno conductual implica necesariamente al entorno y fundamentalmente a la familia. Está comprobado, tanto en la experiencia clínica como en ensayos controlados, que es imprescindible incorporar en el tratamiento a la familia, para lograr una buena evolución. La clínica pone al descubierto las múltiples alianzas familiares que sostienen el trastorno y los boicots que la familia desplegará a lo largo del tratamiento. Existen varios tipos de estrategias terapéuticas: ambulatoria, hospitales de día y la hospitalización, cada una con sus indicaciones especificas. Agregamos de Fernandez- Turón: • Complicaciones psíquicas: Depresión muy severa con alto riesgo de suicidio o cuando la desadaptación social o las crisis familiares son intensas y frecuentes. • Mala respuesta al tratamiento ambulatorio; por aparición de complicaciones físicas, o trastornos afectivos con riesgo suicida. • Mala adherencia de la paciente y la familia al tratamiento. • Dificultades en la accesibilidad geográfica, cuando las distancias impiden el tratamiento externo. Hospitalización 2. Objetivos generales de la internación 1.Indicaciones - Generalmente se recurre a ella en un momento crítico, en el que se produce un agravamiento del estado físico de la paciente, con riesgo de vida y donde han fracasado los tratamientos ambulatorios. En un 90% de los caso , en adolescentes ,la hospitalización por si misma tiene un efecto movilizador sobre la conducta alimentaria. Tomamos de Apfelbaum y cols un conjunto de signos clínicos que nos sirven de referencia a los efectos de no dudar en su indicación: - Adelgazamiento rápido e importante (> 25-30% de peso). - Agotamiento físico referido por la propia paciente. - Presión arterial sistólica inferior a 90mm Hg, y diastólica inferior a 50 mmHg . - Bradicardia inferior a 50/minuto. -Hipotermia. - - - Cuidados de la integridad física; que nos permitan valorar y tratar en forma precoz y oportuna los riesgos y complicaciones que implican un riesgo vital. Recuperación del estado nutricional. Separación del medio familiar y social. Es necesario el ingreso de la paciente separada de la familia. Se puede fijar un peso de separación por encima del cual pueden autorizarse las visitas en horario restringido. Promover la creación de vínculos nuevos y diversos. 3. Plan terapéutico El establecimiento de un encuadre Institucional es fundamental ya que opera de continente-sostén, de figura de fondo que impone una ley, planteando ciertos límites. Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia107 En este sentido, la estipulación de un contrato de peso al inicio del tratamiento es un punto nodal ya que actúa como una Ley que se instaura desde la Institución y está por encima de los deseos del entrevistador, la paciente y su familia. Es un instrumento privilegiado e indispensable, que se establece entre la paciente, la familia y el equipo de salud La alimentación por SNG u otras indicaciones médicas invasivas deben evitarse ya que se observa que, una vez utilizadas como recurso, el paciente tiende a requerirlas en otras oportunidades. Generalmente son bien tolerada por estos pacientes, lo que es acorde con sus modalidades de funcionamiento. - Control de parámetros vitales clínicos y paraclínicos - Entrevistas de seguimiento con la paciente, frecuentes, dando un espacio para el establecimiento de un vínculo de confianza que permita la inclusión de un tercero. En el trabajo con estas pacientes es necesario dar prioridad al sostén narcisista, al reforzamiento de sus capacidades, a la restauración de su capacidad de placer, sobre la interpretación de los conflictos. - Tratamiento farmacológico: la complejidad de estos trastornos implica que no exista un tratamiento único ni específico aplicable a todos los pacientes. Se han empleado una gran variedad de psicofármacos con diversos resultados. Los antipsicóticos comenzaron a utilizarse en los años sesenta con un discreto efecto en la ganancia ponderal, por su efecto como estimulante del apetito y en la actitud hacia la comida; actualmente se utilizan por su efecto sedativo y cuando la distorsión de la imagen corporal roza lo psicótico. Se plantea que si la inquietud y la ansiedad no son muy intensas, se utilizan de elección las benzodiacepinas para disminuir la ansiedad anticipatoria a la ingesta. Los más estudiados han sido los antidepresivos ISRS, que contribuyen a mejorar el estado anímico, la obsesividad y la ansiedad, más que a la ganancia ponderal. 4. Tiempo de internación Las estancias medias en los ingresos por anorexia nerviosa suelen ser más largas que las de otros trastornos psiquiátricos y suelen oscilar entre 40 y 140 días (McKenzie y Joyce., 1992; Nozoe et al., 1995; Howard et al., 1999), aunque en los últimos años se ha ido acortando siguiendo la tendencia general de los ingresos psiquiátricos en niños y adolescentes (Pottick et al., 2000). En diferentes estudios se ha encontrado un índice de reingresos elevado ,de entre el 25 y el 35% en pacientes adultos y de hasta el 63% en pacientes adolescentes (McKenzie y Joyce, 1992; Howard et al., 1999). En el caso de los pacientes entre los 10 y los 14 años, el porcentaje de reingresos es de hasta el 82% (McKenzie y Joyce, 1992). Algunos autores señalan que cuanto más bajo sea el peso de alta hospitalaria, mayor es el número de pacientes que no se encuentran en condiciones óptimas para tener una buena evolución (Howard et al., 1999). Otras variables se han relacionado con un mejor resultado del ingreso hospitalario, como mayor edad, menor tiempo de evolución, índice de masa corporal de ingreso y de alta más elevados, no presencia de sintomatología purgativa ni de psicopatología (Howard et al., 1999; McKenzie y Joyce,1992; Nozoe et al., 1995;Ostuzzi et al., 1999. De todas las variables que parecen influir en el éxito del ingreso hospitalario , la mayoría son propias de cada paciente. Sin embargo, es importante evaluar si variables que dependen de 108 Revista de la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia una decisión terapéutica, como el índice de masa corporal al alta o un mayor tiempo de estancia son relevantes y así poder introducir modificaciones en el tratamiento que lleven a disminuir el índice de reingresos. Lo fundamental en el tratamiento de estas pacientes es que todos los actores se comprometan en una marcha terapéutica que solicita un gran monto de energía y una comprensión en común sobre el sentido de todo esto .De lo contario, corremos el riesgo de caer en las trampas que estas pacientes nos plantean, en oposiciones entre unos y otros ,actuando la destructividad que subyace a estas patologías y evidentemente las que pierden son las pacientes. Bibliografía 1.American Psychiatric Association Work Group on Eating Disorders. Practice guideline for the treatment of patients with eating disorder (revision. Am J Psychiatry ,2000; 158(Suppl.):1-39. 2. American Psychiatric Association. DSM-IV. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Masson; 1994. 3.Bagattini C. Trastornos severos de la alimentación.1998 4.Beck D, Casper R, Andersen A. Truly late onset of eating disorders: a study of 11 cases averaging 60 years of age at presentation. 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