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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología Tomo LXXV Enero 2000 N.° 1 Contenido - Contents Editoriales: Teleoftalmología, presente y futuro. Oscar Cuzzani, MD, Dsc Empleo de fármacos con actividad bloqueante de los canales del calcio en el glaucoma. José Melena Ph.D., Neville N Osborne Ph.D., D.Sc. Cartas al Editor Revisión: Tratamiento médico del glaucoma. Medical treatment of glaucoma. García Sánchez J, García Feijoó J Artículos Originales: Características ultraestructurales de la malla trabecular glaucomatosa. Ultraestructural characteristics of the glaucomatous trabecular meshwork. Potau JM, Canals M, Costa J, Merindano MD, Ruano D Afilamiento del oblicuo superior en el síndrome de Brown «Plus». Resultados. Superior oblique sharpening in Brown syndrome «Plus». Results. Merino Sanz P, Gómez de Liaño Sánchez P, Valls Ferrán I, Villarejo Díaz-Maroto I Lente intraocular plegable Hydroview® (H60M): resultados funcionales y hallazgos postoperatorios. Foldable Hydroview® (H60M) IOL: functional results and postoperative findings. Miranda Díez I, Gómez de Liaño F, Vicente Ruiz A Comunicaciones Cortas: Neurotekeoma celular de la conjuntiva bulbar. Caso clínico. Cellul.ar neurothekeoma of the bulbar conjunctiva. Case report. Toledano Fernández N, García Sáenz S, Varona Crespo C, Marzabeitia Arambarri F, Arteaga Sánchez A, Díaz Valle D Retinopatía diabética en un paciente con infección por VIH y hemofilia tipo A. Diabetic retinopathy in an haemophiliac and HIV+ patient. Aragón JA, Carrasco B, Rodríguez de la Rua, Pastor JC Epitelitis retiniana aguda: síntomas poco frecuentes en un caso clínico. Acute retinal pigment epithelitis: uncommon symptoms in a case report. Padillo Poyato MD, Fernández-Reyes LMF, Julve San Martín A, Fernández González MC Alteraciones visuales inducidas por digoxina con niveles terapéuticos. Induced visual alterations with therapeutic blood levels. Honrubia A, Andrés JM, Alcaine F, Bonasa E, Fernández J, Lujan BB Sección histórica: ¿A qué santo implorar? Arruga Sección iconográfica: Benito Daza de Valdés. Córdoba, 1592-1634. Noguera Palau JJ Crítica de libros y medios audiovisuales 1 Crítica de libros y medios audiovisuales 2 EDITORIAL TELEOFTALMOLOGÍA, PRESENTE Y FUTURO OSCAR CUZZANI, MD, Dsc1 INTRODUCCIÓN La Oftalmología es una de las especialidades médicas en las que el uso de nuevas tecnologías en las áreas de informática, análisis de imágenes e inteligencia artificial propone un cambio en la manera de acceder a servicios. El uso de imágenes de video y digitales se han empleado satisfactoriamente en el diagnóstico de enfermedades oculares externas (1) y de retina (2). La calidad de imágenes para una identificación correcta de las lesiones ha sido también estudiada (3,4) y el uso de esta tecnología en Somalia y Croacia por el ejército americano probó su eficacia. Queda aún por ver la aceptación médica y la manera de su inserción en la práctica oftalmológica diaria. Algunos factores ajenos al entrenamiento médico como el acceso a Internet y a ordenadores ha determinado que la aceptación varíe de acuerdo a la región. Así, en Norteamérica un 70% de los médicos accede a ordenadores e internet, pero sólo un 50% de los médicos usan habitualmente estos medios para su práctica médica. El número baja significativamente en países subdesarrollados con un acceso entre el 10 al 25% en Latinoamérica. La tendencia es sin embargo optimista y el número de médicos que acceden a ordenadores e internet sigue creciendo con el tiempo. RAZONES Y NECESIDAD DE LA NUEVA TECNOLOGÍA Es posible que muchos se pregunten por qué debemos cambiar el paradigma médico con una tecnología que requiere re-entrenamiento en un 50% de los médicos y que por su lado incrementaría potencialmente el costo de la atención primaria al enfermo. 1 Gimbel Eye Centre. Universidad de Calgary, Canadá. Algunos factores que han intervenido en el avance de la teleoftalmología en Norteamérica han sido una serie de demostraciones de beneficios en parámetros económicos y una creciente aceptación por parte de los oftalmólogos. Entre algunas de las razones figuran: 1. Disminución de viajes de pacientes a centros especializados. Entre estos costos figuran no sólo el viaje sino gastos de acomodación y servicios auxiliares del hospital donde se hace la consulta. 2. Disminución del costo de consulta mediante capitalización u otro sistema de negociación entre compañías de seguros y prestadoras de servicios para la utilización de la tecnología. 3. Disminución del costo de uso de telemedicina mediante la utilización de la tecnología para entrenamiento a distancia sobre determinadas patologías y forma de referir pacientes en caso de ser necesaria la consulta personal. 4. Uso de historias clínicas digitales y centralización de bases de datos médicas por región, provincia y nacionales, que permiten una verificación de uso de sistemas diagnósticos y de tratamiento con una disminución de repeticiones de procedimientos y acelerando la disponibilidad de imágenes y datos esenciales para un seguimiento y/o tratamiento. El sistema de salud está mostrando cada vez más su impotencia para poder mantener una calidad de servicio adecuada y adaptarse a las situaciones económicas regionales. En Norteamérica se han incrementado los impuestos provinciales y nacionales y la tendencia sigue siendo a subir, a menos que se incluya un sistema o tecnología que permita abaratar costos. Dentro de las partes negativas por las que la teleoftalmología está desarrollándose a un paso lento figuran: 1. Poco conocimiento del uso de ordenadores. Las facultades de medicina en general no incluyen este conocimiento como parte del currículum normal de un médico. 2. Costo de la tecnología. La adaptación de lámparas de hendidura y retinógrafos con imágenes digitales está siendo cada vez más popular y su uso se va haciendo más generalizado. Sin embargo, la utilización de imágenes digitales para teleconsulta no es una práctica corriente y sólo una fracción de médicos que disponen de la tecnología la usan con miras al telediagnóstico. 3. La carencia de sistemas regulatorios provinciales y nacionales para la aplicación de la teleoftalmología. Alrededor de un 70% de los estados de Estados Unidos y un 60% de las provincias de Canadá disponen de legislación y regulaciones para la aplicación del telediagnóstico. Recientemente la provincia de Alberta en Canadá puso en efecto la legislación para teleoftalmología mediante el uso de imágenes digitales de segmento anterior y retina con fines diagnósticos y su código de reembolso. Esto permitió el uso inmediato de la tecnología disponible y motivó a otros oftalmólogos a la compra o renovación de sus equipos de imágenes. 4. La aceptación de la tecnología no es universal. Los oftalmólogos disminuyeron su confianza en el diagnóstico si la imagen era presentada en una pantalla de ordenador en vez de en papel o en película (4). de imágenes y datos permite una consulta más económica. La coordinación de sistemas de salud nacionales y privados permitirá una optimización de los sistemas disponibles actualmente. La optimización de los diagnósticos y su integración en bases de datos expertas, permitirá el uso de inteligencia artificial en la optimización de los diagnósticos y tratamientos (5), lo que promete una mejora del sistema de salud a mediano plazo. Como toda nueva tecnología, la teleoftalmología crea una cierta resistencia en un sector de los oftalmólogos. Es de esperar que en el futuro los cursos de perfeccionamiento la incluyan de manera creciente. Por otro lado, la disponibilidad de una tecnología que sea más sencilla para el oftalmólogo permitirá una aceptación más rápida. Pero no debemos olvidar que la tecnología no reemplazará un buen criterio médico, donde la ciencia y el arte se funden para el beneficio del paciente. BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. FUTURO El uso de imágenes y datos a través de líneas telefónicas e internet requiere una serie de regulaciones para mantener la privacidad del paciente y la seguridad de que las imágenes y datos no poseen errores durante la transmisión. El uso de consultas en tiempo real supone un costo muy grande; en cambio el archivo y envío subsecuente 2 4. 5. Threlkeld AB, Fahd T, Camp M, Johnson MH. Telemedical evaluation of ocular adnexa and anterior segment. Am J Ophthalmol 1999; 127: 464-466. Leverton C. Grading diabetic retinopathy from a computer screen. J Audiov Media Med 1996; 19: 176. Morin JE, Klein SA, Verdi MG, Mehl DC, Gimbel HV, Cuzzani O, et al. Introduction of new telemedicine applications into ophthalmology. Standarized evaluation of transmission modalities. Studies in Health Technologies and informatics 1996; 29: 642-648. Brigs R, Bailey JE, Eddy C, Sun I. A methodologic issue for ophthalmic telemedicine: image quality and its effects on diagnostic accuracy and confidence. J Am Optom Assoc 1998; 69: 601-605. Chen R, Cuzzani OE. Predictability of refractive outcomes. In: Gimbel HV, Anderson Penno EE, eds. Approach to the refractive surgery patient. Thorofare NJ. SLACK Inc.; 1999 (in press). EDITORIAL EMPLEO DE FÁRMACOS CON ACTIVIDAD BLOQUEANTE DE LOS CANALES DEL CALCIO EN EL GLAUCOMA JOSÉ MELENA Ph.D., NEVILLE N. OSBORNE Ph.D., D.Sc.1 Los defectos visuales característicos del glaucoma resultan de la muerte de las células ganglionares, siendo muy numerosos los factores de riesgo asociados con esta enfermedad. Teóricamente, la pérdida de células ganglionares en el glaucoma puede reducirse o enlentecerse tratando un factor de riesgo de la enfermedad (neuroprotección indirecta) o mediante la actuación directa de un fármaco sobre la retina (neuroprotección directa). El término «neuroprotección en el glaucoma» se emplea para referirse a la neuroprotección directa (1,2). El único factor de riesgo fácilmente identificable en el glaucoma es la presión intraocular elevada, que puede tratarse por medios farmacológicos o quirúrgicos. Para avanzar en el tratamiento de esta enfermedad sería necesario disponer de fármacos capaces tanto de reducir la presión intraocular como de actuar directamente sobre la retina para proteger las células ganglionares, es decir, de actuar como neuroprotectores. Dado que el glaucoma es un padecimiento crónico en el que las células ganglionares mueren lentamente y a diferentes tiempos es probable que los fármacos neuroprotectores tengan que ser administrados a la retina de manera repetida y a lo largo de los años, lo que significa que estos compuestos han de poseer mínimos efectos secundarios (1). Se han propuesto dos teorías, la mecánica y la vascular, para explicar la muerte de las células ganglionares en el glaucoma. La teoría mecánica se basa en la idea de que los axones de las células ganglionares en el área del disco óptico son afectados por una fuerza (por ejemplo un aumento de la presión intraocular) que los daña al comprimirlos y/o al comprometer su aporte neurotrófico. Sin embargo, si esto realmente sucede, no es fácil imaginar cómo una fuerza tal puede carecer de efecto alguno sobre el flujo sanguíneo en el disco óptico. Por lo tanto, una interpretación conjunta de 1 ambas teorías podría considerar que la hipoxia producida por una alteración en el aporte sanguíneo al disco óptico (vasoespamo, autorregulación defectuosa, compresión, hipotensión, hipertensión, hemorragias) juega un importante papel en la muerte de las células ganglionares en el glaucoma. La idea de que la hipoxia participa en la patogénesis de la muerte de las células ganglionares es avalada por el hallazgo de una acumulación de glutamato en el humor vítreo de los pacientes glaucomatosos (véanse 1 y 2). En experimentos en animales se observa que un ataque de tipo hipóxico o isquémico en la retina produce un incremento en la concentración extracelular de glutamato (1). Tal incremento es especialmente nocivo para las células que expresan receptores ionotrópicos para este neurotransmisor, los cuales en la retina se hallan principalmente, aunque no de modo exclusivo, en las células ganglionares. Además, en estudios experimentales se ha demostrado que varios compuestos son capaces de atenuar los daños causados por la isquemia en la retina, entre los que se incluyen fármacos antagonistas de los receptores ionotrópicos para el glutamato (MK-801, memantina, dextrometorfano, CNQX), bloqueantes de los canales del calcio (flunarizina), antioxidantes (extracto de Ginkgo, melatonina), factores de crecimiento (bFGF, EGF, CNTF), etc. (1). Desde un punto de vista teórico, todas las sustancias capaces de contrarrestar la muerte de las células ganglionares inducida por la hipoxia en animales son potenciales agentes neuroprotectores para el tratamiento del glaucoma, si bien su empleo real dependerá finalmente de otros factores adicionales. Lo ideal sería que el fármaco alcanzara la retina tras su aplicación tópica y que, además, redujera la presión intraocular. Sin embargo, se puede considerar que un fármaco Nuffield Laboratory of Ophthalmology. Oxford University, Walton Street, Oxford OX2 6AW, U.K. con actividad únicamente neuroprotectora y mínimos efectos secundarios sería suficiente para el tratamiento del glaucoma, ya que éste anularía cualquier posible efecto dañino de la presión intraocular sobre las células ganglionares. Es difícil, no obstante, que los factores de crecimiento y los fármacos antagonistas de los receptores ionotrópicos para el glutamato puedan ser empleados algún día como agentes antiglaucomatosos. Los factores de crecimiento son metabolizados muy rápidamente y es muy poco probable que alcancen la retina tras ser aplicados tópicamente, mientras que los antagonistas de los receptores ionotrópicos para el glutamato podrían producir importantes efectos indeseables en caso de llegar al cerebro, dado que estos receptores participan en numerosas funciones centrales, como el control del movimiento, la memoria y la regulación del estado de ánimo. Cualquier compuesto potencialmente antiglaucomatoso, tanto si es neuroprotector como hipotensor ocular, ha de poseer unos efectos secundarios mínimos. Recientes estudios experimentales han demostrado la actividad neuroprotectora de dos fármacos actualmente utilizados en el tratamiento del glaucoma para reducir la presión intraocular, el betaxolol y la brimonidina (3,4). Asimismo, en el caso del betaxolol, varios estudios independientes han descrito que este compuesto tiende a producir un efecto más beneficioso que el timolol, a pesar de su menor efecto hipotensor ocular, sobre la evolución del campo visual en los pacientes glaucomatosos (3). Ciertamente, nuestros estudios en animales indican que el betaxolol, un antagonista selectivo de los receptores β1-adrenérgicos, posee unas características próximas a las demandadas para un fármaco neuroprotector de uso en el glaucoma. Tras su aplicación tópica ocular en conejos y ratas, este compuesto alcanza en la retina, a través principalmente de la circulación sistémica, concentraciones suficientes para contrarrestar los efectos de la isquemia (3). Este efecto neuroprotector del betaxolol no es debido a sus propiedades bloqueantes de los receptores β1-adrenérgicos, sino que obedece a otros mecanismos que muy probablemente incluyen su acción sobre los canales del calcio del tipo L para reducir la entrada de este ion en las células (5). En este sentido, es interesante señalar que algunos estudios sostienen que los fármacos bloqueantes de los canales del calcio son beneficiosos en pacientes con glaucoma de baja tensión y que 4 algunos de estos compuestos podrían incluso reducir la presión intraocular tras su aplicación tópica (6). En conclusión, la evidencia acumulada durante los últimos años sugiere que los fármacos capaces de bloquear la entrada de calcio en las células pueden disminuir la presión intraocular así como actuar como neuroprotectores. Se desconoce, sin embargo, por qué algunos de los bloqueantes de los canales del calcio son mejores que otros reduciendo la presión intraocular. Tales variaciones podrían deberse al hecho de que cada compuesto particular tiene su propia «farmacología», lo que se traduce, por ejemplo, en que unos bloqueantes de los canales del calcio sean mejor tolerados que otros por los pacientes. Un mejor ejemplo sería el propio betaxolol, que se comporta a la vez como bloqueante β1-adrenérgico y de los canales del calcio del tipo L. Si bien nuestra opinión actual es que este fármaco reduce la presión intraocular por ser un antagonista β1-adrenérgico y que actúa como neuroprotector bloqueando la entrada de calcio en las neuronas, es posible, asimismo, que la capacidad del betaxolol para bloquear los canales del calcio sea en parte responsable de su efecto hipotensor ocular. AGRADECIMIENTOS J.M. desea agradecer a la Comisión Europea (Beca Marie Curie) el apoyo prestado para la realización de este trabajo. BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. 4. 5. 6. Osborne NN, Ugarte M, Chao M, Chidlow G, Bae JH, Wood JPM, et al. Neuroprotection in relation to retinal ischemia and relevance to glaucoma. Surv Ophthalmol 1999; 43: S102-S128. Osborne NN, Wood JPM, Chidlow G, Bae J-H, Melena J, Nash MS. Ganglion cell death in glaucoma: what do we really know? Br J Ophthalmol 1999; 8: 980-986. Osborne NN, DeSantis L, Bae J-H, Ugarte M, Wood JPM, Nash MS, et al. Topically applied betaxolol attenuates NMDA-induced toxicity to ganglion cells and the effects of ischaemia to the retina. Exp Eye Res 1999; 69: 331-342. Yoles E, Wheeler LA, Schwartz M. α2-Adrenoceptor agonists are neuroprotective in a rat model of optic nerve degeneration. Invest Ophthalmol Vis Sci 1999; 40: 65-73. Melena J, Wood JPM, Osborne NN. Betaxolol, a β1-adrenoceptor antagonist, has an affinityforL-type Ca2+ channels. Eur JPharmacol 1999; 378: 317-322. Kanellopoulos AJ, Erickson KA, Netland PA. Systemic calcium channel blockers and glaucoma. J Glaucoma 1996; 5: 357-362. CARTAS AL EDITOR — ¿Del ojo al cerebro o del cerebro al ojo? Novedades en las neurotrofinas — Estimado Editor: En el editorial publicado en el número de diciembre de 1998 de esta revista y titulado «Apoptosis y neuroprotección hoy», en el que el Dr. Muñoz Negrete hace un excelente resumen sobre los factores que influyen en la muerte por apoptosis de las células ganglionares de la retina, se menciona la neurotrofina BDNF (brain derived neurotrophic factor), afirmando que ésta es producida por las células cerebrales y transportada por flujo axoplásmico retrógrado hacia la retina. Este concepto es y ha sido asumido durante los últimos años por investigadores de renombre y prestigio en el campo de la investigación retiniana. Quizás ésta ha sido la razón por la cual este concepto ha permanecido como un axioma incuestionable de la neuroprotección retiniana. Sin embargo, son muchos los datos que apuntan en «otra dirección». Así se ha demostrado con técnicas de hibridación in situ y de PCR que las células ganglionares de la retina son capaces de sintetizar su propio BDNF y, por lo tanto, cabría, cuando menos, la posibilidad de pensar que dichas células no son exclusivamente dependientes de su diana para mantener la cantidad de neurotrofinas necesarias para su supervivencia. Asimismo, en los dos últimos años han sido numerosas las investigaciones realizadas respecto al transporte de las neurotrofinas y en particular del BDNF en las que claramente se ha concluido que existe un transporte anterógrado del BDNF; es decir, desde el ojo hacia el cerebro. Por todo lo anteriormente expuesto, me gustaría recordar que no deberíamos aceptar como axiomas conceptos que aún están en proceso de investigación; esto nos ayudará a propiciar un avance más firme de la ciencia y, en concreto en el campo que nos ocupa, de la neuroprotección. E. Vecino Dpto. Biología Celular Universidad del País Vasco BIBLIOGRAFÍA — Altar CA, Cai N, Bliven T, Juhasz M, Conner JM, Acheson AL, et al. Anterograde transport of brain-derived neurotrophic factor and its role in the brain. Nature 1997; 389: 856-860. Vecino E, Forster V, Dreyfus H, Sahel J, Hicks D. Neurotrophin and neurotrophin receptor expression in adult retinal ganglion cells: in vivo and in vitro regenerating pig retina. Invest Ophthalmol Vis Sci 1999; 40 (suppl): 5.764. Vecino E, Ugarte M, Nash MS, Osborne NN. NMDA induced BDNF expression in the albino rat retina in vivo. Neuroreport 1999; 10: 1.103-1.106. Réplica Querido editor: Agradezco enormemente la aportación de la Dra. Vecino, que es especialmente valiosa dado que se fundamenta en su propia experiencia investigadora. El campo de la neuroprotección, aunque ofrece perspectivas muy prometedoras, aún no ha tenido una aplicación práctica que permita al clínico establecer opiniones propias. Por ello, actualmente el conocimiento en esta materia deriva esencialmente de las informaciones que nos transmiten los investigadores. Por otro lado, la finalidad de los editoriales es transmitir una información de la forma más didáctica y asequible; sin embargo, el tamaño limitado del texto nos obliga en ocasiones a omitir informaciones que pudieran fomentar la confusión en aras de conseguir clarificar conceptos al lector, lo que hace que muchas veces sacrifiquemos la exactitud frente a la claridad. Éste es un claro ejemplo de la utilidad de las cartas al editor, el poder aclarar conceptos que pudieran ser mal interpretados o plasmados erróneamente. La existencia de una subpoblación de células ganglionares capaces de sintetizar BDNF, podría en principio cuestionar uno de los mecanismos postulados de producción de apoptosis (supresión del flujo retrógrado de neurotrofinas), dado que como reseña la Dra. Vecino «cabría la posibilidad de pensar que estas células no son totalmente dependientes de las células diana» para obtener las neurotrofinas. Sin embargo, se me ocurren varias cuestiones por resolver. ¿Qué porcentaje de células ganglionares son capaces de sintetizar neurotrofinas? ¿Sería suficiente la cantidad de neurotrofinas sintetizadas in situ para su supervivencia? ¿Podría tratarse tan sólo de un mecanismo de emergencia de las células ganglionares que pudiera agotarse con el tiempo? Aún más interesante me parecería la posibilidad de establecer una estrategia neuroprotectora encaminada a estimular la producción «in situ» de neurotrofinas por las células ganglionares. Sin embargo, mis escasos conocimientos en investigación básica no me permiten ir más allá del mero planteamiento de estas cuestiones. Todo esto nos resalta nuevamente la importancia de la intercomunicación entre clínicos e investigadores. F.J. Muñoz Negrete Hospital Ramón y Cajal Madrid BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. Muñoz Negrete FJ. Apoptosis y neuroprotección hoy. Arch Soc Esp Oftalmol 1998; 73: 607-608. Gao H, Qiao X, Hefti F, Hollyfield JG, Knusel B. Elevated mRNA expression of brain-derived neurotrophic factor in retinal ganglion cell layer after optic nerve injury. Invest Ophthalmol Vis Sci 1997; 38: 1.840-1.847. Osborne NN, Ugarte M, Chao M, Chidlow G, Bae JH, Wood JPM et al. Neuroprotection in relation to retinal ischemia and relevance to glaucoma. Surv Ophthalmol 1999; 43(suppl. 1): S102-S128. ran sus años de formación no les podemos denominar «médicos especialistas». Entonces, por esta regla de tres ¿qué dirían los pacientes y las asociaciones en defensa de los pacientes si constataran que la mayoría de los todavía residentes en nuestra red pública diagnostican y tratan las enfermedades de las correspondientes especialidades que están todavía en formación? ¿acaso el intrusismo profesional tiene varios significados? ¿Por qué no hablamos claro al ciudadano? ¿Por qué no le decimos que lo más que nos preocupa, aparte de su salud, es el miedo a perder nuestros puestos de trabajo en el futuro?, que por otra parte lo comprendo pero no lo comparto. La cuestión no es superar o no simplemente un examen de acceso. Creo que si la misma comunidad europea y nuestro parlamento dio el visto bueno a tal situación cómo podemos negar nuestra solidaridad a algunos colegas nuestros. Es una cuestión humana. Sin más, reciba un abrazo muy fuerte. Sami Awad El-Susi Doctor en Medicina y Cirugía Especialista en Oftalmología no vía MIR desde 1983. Actualmente en PARO Madrid Una cuestión humana Sr. Editor: Quería manifestar mi total desacuerdo con respecto a la opinión de mi colega el Dr. J.M. Hernáez en la carta dirigida a su persona con el título: MESTOS: ¿la legalización de un fraude?, en el último número de nuestra revista. En primer lugar, no creo que el futuro proyecto de ley para legalizar la situación de este colectivo de médicos sea un fraude. No olvidemos que la mayoría de esos colegas llevan formándose en sus respectivas especialidades más que el período que se forme un MIR. Incluso algunos llevan en los servicios más de 15 años bajo la dirección de los mejores Jefes de servicio de este país. Además, la ley les exigirá someterse a un examen y la acreditación de un período de formación más del 150% de un MIR y por último, un currículum profesional. ¿Qué más garantía exigirá el ciudadano para su salud? En segundo lugar, no olvidemos que los residentes actuales son residentes y hasta que supe- 6 Presión intraocular y desprendimiento de retina Querido Editor: Quiero en primer lugar felicitar al Dr. Ossama y colaboradores por su meticuloso y bien planteado trabajo titulado «Desprendimiento de retina: cirugía escleral y cambios en presión intraocular» (1). Me gustaría que los autores discutiesen el significado de los valores de la presión intraocular (PIO) media de los controles y de los ojos adelfos llamativamente menores que las medias a las que estamos acostumbrados a encontrar en la mayoría de los trabajos epidemiológicos sobre la PIO. Tal y como recogen los autores su presión media en estos casos es de 11,42±2,15 en los ojos adelfos y de 11,6±1,79 en los ojos controles, inferior a las cifras que se suelen encontrar que oscilan entre 15 y 16. En un estudio epidemiológico realizado por nosotros con su misma técnica de medi- ción (tonómetro de Perkins) la PIO media en 283 pacientes fue de 16,55±3,76 (datos sin publicar). Estos datos se acercan más a los clásicos de autores como Leydhecker que en 10.000 pacientes encontró una PIO media de 15,8±2,57 o a las de trabajos realizados en nuestro medio como los de Iañez y colaboradores que en las distintas comarcas de la provincia de Granada encontró valores que oscilaban entre 15,91±5,53 y 18,53±9,18 (2). Leydhecker considera que diferencias de PIO medidas por aplanación comprendidas entre ±2,5 mmHg deben ser consideradas como normales en estudios clínicos (3). Estas diferencias se pueden deber a la combinación de diversos factores como cambios espontáneos en la PIO, a diferencias interobservador (salvadas en este trabajo por la medición de dos observadores independientes), o a la disminución idiosincrática de la PIO como consecuencia de mediciones repetidas (3). Me gustaría conocer la opinión de los autores sobre el porqué de estas PIO más bajas de lo común en los ojos adelfos y control y si creen que esta diferencia ha podido tener repercusiones sobre sus resultados infravalorándolos. Igualmente me gustaría conocer su opinión sobre si estas diferencias estadísticas tienen alguna implicación fisiológica. A. García Layana Pamplona BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. Ossama IA, Roldán-Pallares M, Bravo C. Desprendimiento de retina: cirugía escleral y cambios en presión intraocular. Arch Soc Esp Oftalmol 1999; 74: 123-130. Iañez MI, García AC, Carreras Egaña B. Distribución de la presión intraocular en la provincia de Granada. Arch Soc Esp Oftalmol 1985; 48: 201-206. Leydhecker W. The intraocular pressure: clinical aspects. Ann ophthalmol 1976; 8: 389-399. Réplica Querido editor: Queremos dar las gracias al Dr. García Layana por el interés que ha mostrado por nuestro trabajo titulado «Desprendimiento de retina: cirugía escleral y cambios en presión intraocular» (1). Si analiza la discusión de este trabajo observará que comentamos que la PIO obtenida por nosotros en los ojos con desprendimiento de retina (DR) (10,29–2,51) también es algo inferior a la encontrada por Dobbie (12,4±1,4) (2), sin embargo, nuestra diferencia con el ojo adelfo (–1,3 mmHg) coincide con la encontrada por Burton y cols. (3). La PIO preoperatoria media de estos autores (3) en el grupo de ojos adelfos era de 15,1±3,4 mmHg. Por tanto, podemos asumir que, en general, nuestras medidas resultan ligeramente inferiores a otras aportadas, pero de modo similar en nuestros tres grupos de ojos estudiados. Metodológicamente hemos intentado evitar errores considerando la media de medidas de dos observadores independientes y realizando las medidas a la misma hora y en condiciones similares. Creemos, por tanto, que la única posible explicación podría residir en las características de selección de nuestros grupos. En el grupo con DR consideramos pacientes sin ninguna patología ocular ni sistémica, ni medicación asociada, ni otra cirugía ocular previa y con defecto de refracción limitado a ±3D. En cuanto al grupo control, las características de selección fueron similares, no obstante no excluimos más que a familiares de primer grado de pacientes con DR, por tanto no podemos descartar un posible factor genético asociado también en este grupo y que condicione cierto grado de disminución de PIO. De todos modos hemos encontrado cierto paralelismo entre la evolución de la PIO de los dos ojos del mismo paciente. Observamos (Resultados) que en los pacientes en que el ojo con DR tiene menor PIO (extensión del DR≥2 cuadrantes, mácula desprendida o VRP≥C2) también es menor la PIO de sus correspondientes ojos adelfos. Por el momento desconocemos la posible implicación fisiológica de estos resultados, pero pensamos con Dobbie (2) que en el DR debe asociarse una importante alteración en la dinámica de los fluidos oculares. Creemos que no se pueden comparar las medidas exactas de diferentes autores, ya que esas medidas están sujetas a multitud de factores que pueden condicionar ligeras variaciones. De hecho, la variabilidad de medidas es grande en la literatura, como se deduce de los diferentes autores que citamos en nuestro trabajo, aunque el «bagaje» existente en la literatura sea mucho más extenso y sintamos las posibles e inevitables omisiones en las citas. I. Ahmed Ossama, M. Roldán Pallarés, C. Bravo Llatas Madrid 7 BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. Ossama IA, Roldán-Pallarés M, Bravo C. Desprendimiento de retina: cirugía escleral y cambios en presión intraocular. Arch Soc Esp Oftalmol 1999; 74: 123-130. Dobbie JG. A study of the intraocular fluid dynamics in retinal detachment. Arch Ophthalmol 1963; 69: 159-164. Burton TC, Nour-Iddint TA, Phelps CH. Intraocular pressure in retinal detachment. Int Ophthalmol 1979; 1: 147-152. Trabeculectomía con mitomicina C en glaucomas afáquicos Estimado Editor: He leído el interesante artículo «Trabeculectomía con mitomicina C en glaucomas afáquicos» del Dr. Martínez García y cols., y me gustaría hacer algunos comentarios. El glaucoma del afáquico puede considerarse como un glaucoma de alto riesgo de fracaso en la cirugía convencional del glaucoma, siendo por ello necesario considerar otras alternativas como la aplicación de antimetabolitos o la colocación de válvulas de drenaje. Los resultados obtenidos por los autores del presente artículo parecen estar en la línea de muchos de los autores que reportan sus resultados utilizando mitomicina C en lo concerniente al descenso de presión postoperatorio; en cuanto a las complicaciones parecen haber sido relativamente escasas y poco severas, me llama la atención que estos pacientes no presentaran hipotonía postquirúrgica por hiperfiltración ni disminución transitoria de la profundidad de la cámara anterior, que aunque poco importantes parecen ser unas complicaciones frecuentes para otros autores. El motivo de dirigir esta carta a usted es porque quisiera exponer el hecho de una serie de complicaciones tardías y severas que he tenido la desgracia de ver en estos últimos dos años, todas ellas en pacientes tratados con mitomicina C. He observado como complicación tardía en cinco pacientes la perforación espontánea del globo ocular a través de una escleromalacia producida sobre el tapete escleral, todos los pacientes habían recibido mitomicina C entre tres y cuatro años antes necesitando todos ellos reparación quirúrgica con injerto de esclera y apareciendo tras la reparación elevaciones importantes de la PIO a menudo difíciles de tratar médicamente. 8 En otros pacientes es frecuente observar seidel espontáneo a través de unas ampollas de filtración isquémicas y multilobuladas que cedieron con tratamiento conservador. Asimismo, hemos tenido un caso de endoftalmitis tras dos años de la cirugía que se resolvió con éxito. Es por ello que me gustaría hacer hincapié en las complicaciones tardías de este fármaco y animar a los autores del mencionado artículo a proseguir sus revisiones en estos pacientes a más largo plazo de manera que podamos conocer el comportamiento de este fármaco de una manera más amplia ya que su uso parece generalizarse sobre todo en los glaucomas más complicados. C. Rodríguez-Bermejo Guijó Fundación Jiménez Díaz. Madrid BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. Wallace DK, Plager DA, Snyder SK, Raiesdana A, Helveston EM, Ellis FD. Surgical results of secondary glaucomas in childhood. Ophthalmology 1998; 105: 101-111. Matsuda T, Tanihara H, Hangai M, Chinara E, Honda Y. Surgical results and complications of trabeculectomy with intraoperative application of mitomycin C. Jpn J Ophthalmol 1996; 40: 526-532. Szymanski A, Gierek-Lapinska A, Zylka B, Sobierj A, Otrzonsek D. Intraoperative support of trabeculectomy with mitomycin. Klin Oczna 1994; 96: 318-321. Réplica Querido editor: Agradecemos a la Dra. Carmen Rodríguez-Bermejo Guijó que haya considerado interesante nuestro trabajo (Arch Soc Esp Oftalmol 1999; 74: 47-52). Coincidimos con ella en la valoración del glaucoma afáquico dentro de los de alto riesgo y la utilidad de los antimetabolitos o los implantes valvulares. Compartimos su extrañeza por la ausencia de hipotonía quirúrgica a partir del primer mes, que sí se presenta con cierta frecuencia en nuestra cirugía filtrante, incluso en la convencional. La falta de hipotalamias en este tipo de glaucoma, sin coexistir un Seidel marcado o un desprendimiento coroideo extenso, es lógica por la gran profundidad de la cámara anterior por la ausencia de cristalino. Por otra parte, la propia autora tampoco reporta hipotalamias en sus trabeculectomías con mit-C en 24 glaucomas secundarios (1) que nosotros hemos observado en 4 ojos en nuestra primera serie de 23 ojos de alto riesgo (2). Al aumentar los casos a 64 (3) aparecen incluso 6 atalamias (2 de ellas quirúrgicas). En la exposición de complicaciones que desea transmitir al editor comprendemos su preocupación por las 5 perforaciones por escleromalacia, de aparición tardía, tras trabeculectomías con mit-C. Aunque no lo indica, nos da la impresión que acontecieron en pacientes intervenidos por otros oftalmólogos y es utópico discutirlas. De ser casos propios sería muy interesante su publicación para conocer su incidencia, el estado previo de la esclera, tamaño y grosor del tapete, dosis y tiempo aplicación de la mit-C, tiempo de lavado, etc. que puedan clarificar dicha grave yatrogenia del citostático. Nosotros, afortunadamente, no hemos presenciado esta complicación y desde marzo de 1992 asociamos la mit-C a nuestra cirugía en glaucomas de alto riesgo, cuya cifra anual oscila entre 30-40 ojos. Hasta diciembre de 1995 intervenimos con mit-C 113 trabeculectomías y 25 combinadas por tanto se ha cumplicado un período mínimo superior a los 3,5 años en que se hubiesen podido presentar, dado que seguimos personalmente a todos estos pacientes. La otra complicación que comenta son las fugas tardías, que dadas las características de las ampollas de la mit-C son más frecuentes y citamos en nuestro trabajo los porcentajes próximos al 11% de alguna serie y su estrecha relación con endoftalmías tardías, especialmente cuando la cirugía se emplaza a nivel inferior. Estas fugas tardías se encuentran también en la cirugía filtrante convencional y aunque no disponemos de datos de su incidencia en nuestros pacientes si le podemos precisar que desde enero de 1987 registramos las complicaciones quirúrgicas de nuestra cirugía antiglaucomatosa y hemos tenido que reparar 4 roturas de ampollas (1 anual desde 1996 a 1999) y sólo la última se presentó en un paciente tratado con mit-C, que además había presentado una maculopatía hipotónica. Somos conscientes del riesgo que implican las posibles complicaciones tardías y agradecemos los ánimos para seguirlas a largo plazo, pues nos hemos comprometido a ello y lo cumpliremos. A. Martínez García, R. Pérez García Unidad de Glaucoma Complejo Hospitalario Universitario Santiago de Compostela BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. Rodríguez Bermejo C, García Hernández MR, Montero P et al. Resultados con el uso de mitomicina C asociada a la trabeculectomía en glaucomas secundarios. Club Español del Glaucoma 1993; 1: 43-48. Pérez R, Azuara A, Martínez A. Mitomicina-C en la cirugía del glaucoma de alto riesgo. Arch Soc Esp Oftalmol 1995; 68: 525-528. Pérez García R, Martínez García A. Eficacia de la trabeculectomía asociada a mitomicina C en la cirugía del glaucoma de alto riesgo. Club Español del Glaucoma 1994; 2: 5761. El Consejo Editorial ha detectado la siguiente publicación redundante Pérez-Santonja JJ, Sakla HF, Cardona-Ausina C, Ayala-Espinosa MJ, Alió JL. Retratamiento de hipocorrecciones tras queratomileusis in situ con láser (LASIK). Arch Soc Esp Oftalmol (en prensa). El editor Referente a nuestro trabajo con Ref. 41-GR «Retratamiento de hipocorrecciones tras queratomileusis in situ con láser», le confirmo que recientemente ha aparecido en la revista Ophthalmology un trabajo de nuestro grupo muy similar, con solo pequeñas diferencias al de arriba indicado. Es por ello le ruego encarecidamente la retirada de este manuscrito, que está bajo evaluación, al objeto de evitar duplicidad de información. Los autores de este trabajo reconocemos que ha sido un error y un descuido por nuestra parte el haber permitido que el trabajo haya sido sometido a evaluación al no pedir su retirada con antelación suficiente. Los autores de este trabajo, que son contrarios a la duplicidad de información, piden disculpas por todas las molestias que hayan ocasionado el trámite y la evaluación de este manuscrito. Intentaremos, en lo sucesivo, que situaciones de este tipo no se vuelvan a producir. J.J. Pérez-Santoja Instituto Oftalmológico de Alicante 9 El Consejo Editorial ha detectado la siguiente publicación redundante Baeza M, Pedrera V, Reigadas R, Orozco D, Soler F, Miralles S. Concordancia en la exploración de fondo de ojo en el cribaje de la retinopatía diabética entre el Médico de Familia y el Oftalmólogo. Arch Soc Esp Oftalmol 1999; 74: 465-461.. El editor Estimados Sres. Los autores del trabajo «Concordancia en la exploración de fondo de ojo en el cribaje de la retinopatía diabética entre el Médico de Familia y el Oftalmólogo» queremos informales que este trabajo, en primer lugar se presentó como comunicación libre en abril de 1997 para el Congreso de la S.E.O. en Granada, no siendo aceptado para su exposición por imperativos de tiempo, remitiéndose en junio de ese mismo año para su publicación a los Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología, sin obtener respuesta sobre si se aceptaba para su publicación ni en el año 1997 ni en el año 1998. Por ello, ante la duda de su publicación y no habiendo sido ni siquiera expuesto como comunicación, decidimos presentar la comunicación «Concordancia en el scree- 10 ning de la retinopatía diabética entre el Médico de Familia y el Oftalmólogo» basado en el anterior trabajo, en el IV Congreso de la Sociedad Española de Retina y Vítreo en febrero de 1999, sin enviar el copyright de autorización de su publicación, por si finalmente era publicado en los Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología el trabajo original. Recibimos con satisfacción la aceptación del trabajo para su publicación en los Archivos de la S.E.O. en mayo de 1999, remitiendo las correcciones ese mismo mes y siendo aceptado finalmente para el número de septiembre de 1999. A pesar de no haber enviado el copyright del trabajo, se ha publicado, en septiembre de 1999, en las Actas de la Sociedad Española de Retina y Vítreo, donde se recogen las comunicaciones expuestas en el IV Congreso de la Sociedad de Retina y Vítreo, el trabajo «Concordancia en el screening de la retinopatía diabética entre el Médico de Familia y el Oftalmólogo», basado como hemos reflejado anteriormente en el trabajo remitido a Archivos de la S.E.O. Ponemos en su conocimiento estos hechos con el deseo que no influya en la publicación del artículo en la revista de la cual son editores y en donde, desde la confección del trabajo, siempre hemos deseado que se publicara, dejamos a su criterio la decisión que aceptaremos respetuosamente. Les saludan atentamente los autores del trabajo. M. Baeza Díaz REVISIÓN ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 11-20 TRATAMIENTO MÉDICO DEL GLAUCOMA MEDICAL TREATMENT OF GLAUCOMA GARCÍA SÁNCHEZ J1, GARCÍA FEIJOÓ J1 RESUMEN SUMMARY Objetivo: El propósito de nuestra revisión es realizar un esquema, lo más sencillo posible, que facilite al oftalmólogo el manejo de los numerosos fármacos antiglaucomatosos que han venido ampliando nuestro arsenal terapéutico. Método: Analizamos sucesivamente las indicaciones, ventajas e inconvenientes del tratamiento médico; se revisan los criterios para la elección de un determinado fármaco, en función de la gravedad, historia general del paciente, tolerancia, efectos adversos locales y generales. Resultados: Por último, se considera también la facilidad de cumplimiento, la validez de las asociaciones y la influencia de estos factores en la calidad de vida del paciente. Conclusiones: El esquema terapéutico final es más bien un índice que pretende facilitar una pauta de actuación correcta. Purpose: This review aims to establish the easiest possible diagram to aid the ophthalmologist in the management of the numerous antiglaucomatous agents that have been increasing our therapeutic group. Method: We have analyzed the indications, advantages and inconveniences of the medical treatment successively and have reviewed the criteria used to choose a specific drug based on glaucoma severity, general clinical history of the patient, tolerance, local and general adverse effects. Results: Finally, we have also considered the ease of compliance, validity of associations and influence of these factors in the patient's quality of life. Conclusions: The final therapeutic outline is really an index that aims to facilitate a correct use standard. Key words: Glaucoma, medical treatment. Palabras clave: Glaucoma, tratamiento médico. Posiblemente en la última década, se han producido más novedades en el tratamiento médico del glaucoma que en el resto del siglo y ello, aunque facilita extraordinariamente la labor del oftalmólogo que se enfrenta a esta grave enfermedad, nos obliga a realizar un esfuerzo de reciclaje ante la avalancha de información que se nos viene encima. Lógicamente, el oftalmólogo general, va a obtener su información por un lado en base a estudios básicamente subvencionados por las casas patrocinadoras de los productos que van a resaltar las virtudes, minimizando los efectos adversos y por otra parte a través de Cursos Monográficos, Simposios y Mesas Redondas con el mismo patrocinio y finalmente por la información directa de los delegados que Recibido: 27/7/99. Aceptado: 10/12/99. 1 Doctor en Medicina. Universidad Complutense de Madrid. Hospital Clínico de San Carlos. Madrid. Correspondencia: J. García Sánchez Plaza de Cristo Rey, 4 28040 Madrid GARCÍA SÁNCHEZ J, et al. van a entregarle abundante material que, frecuentemente contribuye a confundirnos más en vez de aclararnos el complejo panorama que tenemos ante nosotros. ¿CUÁNDO TRATAR UN GLAUCOMA MÉDICAMENTE? Antes de optar por un determinado tratamiento, tenemos que hacernos a nosotros mismos esta pregunta. Seguramente muchos de Uds. consideran que la respuesta es obvia, sin embargo, como verán, no lo es tanto. Para nosotros, se tienen que dar al menos las siguientes circunstancias: 1. Si se ha confirmado el diagnóstico. 2. Si está indicado el tratamiento médico. 3. Si el estado evolutivo de la enfermedad y el pronóstico vital del paciente lo aconsejan. Confirmación diagnóstica Posiblemente hace 15 ó 20 años, cualquier cifra elevada de presión ocular (Po) era considerada como un glaucoma, mientras no se demostrase lo contrario, hoy sabemos de la existencia de hipertensos oculares que posiblemente nunca desarrollarán glaucoma o tardarán muchos años en hacerlo. Por ello, para llegar al diagnóstico, tendremos que hacer un esfuerzo realizando una exploración completa con todos los medios a nuestro alcance, sin iniciar el tratamiento hasta que podamos poner de manifiesto en nuestro paciente algún tipo de lesión glaucomatosa, de acuerdo con los criterios establecidos para cada una de las exploraciones campimétricas, papilares y de la capa de fibras nerviosas. Lógicamente, toda regla tiene su excepción, por ello, podemos tomar la decisión de iniciar el tratamiento médico ante un hipertenso ocular en el que se den las siguientes circunstancias: a) individuos de alto riesgo a los que no podemos realizar un seguimiento adecuado; b) pacientes que no acuden con regularidad a las visitas de seguimiento; c) cuando tras la adecuada información el paciente elige tratarse. Si está indicado el tratamiento médico No todas las formas de glaucoma son susceptibles de tratarse médicamente. Hoy sabemos 12 que determinadas formas de glaucoma pigmentario con bloqueo pupilar inverso, responden bien a la iridotomía láser, por el contrario, formas muy graves de glaucoma crónico de ángulo abierto, han de ser orientadas de inmediato hacia la cirugía, evitando perder tiempo en un intento vano de control que únicamente va a significar un mayor deterioro funcional (1,2). Si el estado evolutivo de la enfermedad y el pronóstico vital del paciente lo aconsejan No parece lo más adecuado, someter a un anciano y a su familia con un glaucoma en fase inicial y cifras tensionales de 22 a 25 mmHg, a las exigencias de un tratamiento riguroso y no exento de posibles efectos secundarios, cuando la historia natural de la enfermedad nos hace pensar que tardará quizá 30 años en alcanzar un deterioro visual importante. Decidiremos no tratarlo o realizar una trabeculoplastia, que, si está bien realizada, puede resultar eficaz hasta en el 90% de los casos (3,4). VENTAJAS E INCONVENIENTES DEL TRATAMIENTO MÉDICO De entrada, el tratamiento médico ofrece una serie de ventajas: 1. Es mejor aceptado, generalmente por el paciente. 2. Es una buena opción a corto plazo. 3. Los riesgos son mínimos. Sin embargo, entre otros, presenta estos inconvenientes: 1. No tenemos seguridad de la respuesta a largo plazo. 2. Efectos secundarios locales y generales. 3. No podemos asegurar el cumplimiento. 4. No se cura la enfermedad, en el mejor de los casos se controla. ELECCIÓN DEL FÁRMACO MÁS ADECUADO Si ya hemos confirmado el diagnóstico de glaucoma y hemos llegado al convencimiento de que se trata de un caso adecuado para indicar un tratamiento médico, hemos de plantearnos nuestra primera opción terapéutica; consideran- ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 11-20 Tratamiento médico del glaucoma do que vamos a tomar una decisión que va a marcar toda la vida de una persona, hemos de ser conscientes de la trascendencia de nuestra decisión, indicando el fármaco que consideremos más idóneo, evitando caer en la rutina de indicar el último medicamento que ha salido al mercado. Para la elección del fármaco, no vamos a tener una única respuesta, cada caso ha de ser estudiado individualmente antes de tomar la decisión que estimemos más adecuada, teniendo en cuenta al menos los siguientes factores: 1. Nuestros conocimientos y experiencia sobre el mecanismo de acción, efectos secundarios, contraindicaciones y potencia real de cada fármaco. 2. La historia clínica del paciente con especial atención a las enfermedades generales que puedan suponer una contraindicación absoluta o relativa para determinado fármaco. Asma, bronquitis crónica, arritmia, bradicardia, etc., han de ser objeto de especial atención. 3. La facilidad para el cumplimiento. 4. La calidad de vida del paciente. Fármacos antiglaucomatosos Vamos a hacer un breve repaso de los fármacos disponibles actualmente, sus mecanismos de acción y efectos adversos. Consideraremos sucesivamente: A. Parasimpaticomiméticos. B. Adrenérgicos. C. Betabloqueantes. D. Inhibidores de la anhidrasa carbónica. E. Prostaglandinas. A. Parasimpaticomiméticos Han cumplido más de siglo y cuarto de utilización en Oftalmología y todavía tienen su lugar en el tratamiento del glaucoma. Su mecanismo de acción principal, aún discutido, es la acción directa sobre la porción longitudinal del músculo ciliar (5), mejorando la facilidad de salida del humor acuoso por la vía convencional. De los que se emplean actualmente, la pilocarpina disponible entre el 1 el 4%, produce localmente, además de la miosis, pseudomiopía y espasmo ciliar, especialmente molesto en el individuo joven, concentraciones superiores al 4%, producen más efectos secundarios locales y genera- les, sin incrementar el efecto hipotensor (6). La aceclidina, disponible al 2% parece tener menor efecto sobre la acomodación (7,8) y una acción directa sobre la malla trabecular. Su propio mecanismo de acción, los contraindica en el paciente joven (9) y en caso de catarata, así como en los pacientes con antecedentes de uveítis y en el glaucoma neovascular. Sus efectos sistémicos adversos principales son a nivel gastrointestinal y respiratorio (broncoespasmos). B. Adrenérgicos Los no selectivos, se vienen utilizando desde hace más de medio siglo. Actualmente es la dipivalilepinefrina al 0,1% la más empleada, por tener un efecto similar y menos efectos secundarios que la epinefrina. El mecanismo de acción es múltiple, reduce la producción del humor acuoso, aumenta la permeabilidad de la pared interna del canal de Schlemm (10), mejora el flujo uveoescleral (11) y estimula la formación de prostaglandinas (12). Están contraindicados en el glaucoma del afáquico por el riesgo de edema macular quístico. El efecto secundario más frecuente a nivel local es la conjuntivitis folicular, a nivel general producen taquicardia, arritmia e hipotensión arterial. Los alfa-2 selectivos, Clonidina, Apraclonidina y Brimonidina, aun siendo de la misma familia, tienen importantes diferencias tanto en cuanto su efecto, como por los efectos secundarios locales y generales que generan. La Apraclonidina ha superado a la Clonidina en seguridad y eficacia, disminuyendo los efectos secundarios (13,14). Su mecanismo de acción principal es la reducción de la formación del humor acuoso actuando sobre los receptores a nivel del epitelio ciliar (15), también podría actuar por su efecto vasoconstrictor que contribuiría a disminuir la producción de acuoso y reduciendo la presión venosa epiescleral (16,17). Cuando se introdujo en la terapia antiglaucomatosa lo fue como coadyuvante para evitar el pico tensional en los tratamientos con láser del segmento anterior, trabeculoplastia, iridotomía y capsulotomía (18), demostrándose superior a todos los tratamientos previamente utilizados (19-22). La concentración del 1%, es la más empleada para esta indicación, sin embargo en los tratamientos a largo plazo se recomienda la concentración de 0,5% (15,23). Los efectos secundarios en aplicación única son poco impor- ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 11-20 13 GARCÍA SÁNCHEZ J, et al. tantes y se suelen reducir a irritación ocular, midriasis y retracción palpebral (24), la utilización continuada de la concentración del 1%, produce una conjuntivitis folicular que obliga a suprimir el tratamiento en el 48% de los casos. Con la del 0,5%, se reducen considerablemente la intensidad y frecuencia de estos efectos secundarios que obligan a suprimir el tratamiento hasta entre el 15 y el 36% (25-27). Otro de los problemas que se presenta en los tratamientos a largo plazo es la taquifilaxia (28). La Brimonidina al 0,2%, presenta una selectividad por los receptores alfa-2, 10 veces superior a la Clonidina y Apraclonidina (29-31). El mecanismo de acción es la disminución de la producción de humor acuoso y el aumento de salida por la vía uveoescleral (32), con un efecto sobre la disminución de Po similar a los otros alfa-2 agonistas pero con menores efectos secundarios locales y sistémicos (33,34). Las conjuntivitis alérgicas o foliculares se cifran en torno al 9-10% (31) y obligan a abandono del tratamiento en poco más del 7%, por ello se considera más adecuado para tratamientos a largo plazo. No se ha descrito taquifilaxia (33-36). C. Betabloqueantes Son la estrella en el tratamiento médico del glaucoma en el último cuarto de siglo, su mecanismo de acción hipotensor ocular es muy similar en todos los disponibles, disminuyen la producción del humor acuoso por el bloqueo de los receptores beta del epitelio ciliar (37). De los disponibles en España, el timolol y el levobunolol son bloqueantes no selectivos beta-1 y beta-2, el carteolol es no selectivo beta-1 y beta-2 agonista parcial y el betaxolol es un antagonista selectivo beta-1. Esta selectividad del betaxolol que tiene ventajas por sus menores efectos secundarios, tiene el inconveniente de ser menos eficaz reduciendo la Po, por ser los receptores del cuerpo ciliar del tipo beta-2 (38-40). La actividad simpaticomimética intrínseca del carteolol, reduce desde el punto de vista teórico el riesgo de broncoespasmo y bradicardia (41), que no ha sido plenamente demostrado en los estudios clínicos (42-44). Casi todos los estudios comparativos entre los distintos betabloqueantes, tiene como patrón de comparación el timolol por ser el más antiguo y el más empleado, si leemos uno por uno los numerosísimos artículos objeto de ensayo de todo tipo, quizá podemos encontrar 14 diferencias significativas, pero la impresión que se tiene tras haber leído algunas decenas, es que en realidad, no existen marcadas diferencias entre ellos a la hora de valorar sus efectos sobre la Po, excepto la señalada para el betaxolol (45). No está claro si la disminución del efecto hipotensor a largo plazo de los betabloqueantes (46,47) que ha sido observada, se debe realmente al efecto de la taquifilaxia o a la propia progresión de la enfermedad (48). Quizá el problema más importante que en la práctica han tenido los betabloqueantes es el elevado número de efectos generales adversos que han generado a lo largo de su historia. Todos tenemos claro que antes de su prescripción, es preciso hacer una cuidadosa anamnesis (49-52), es recomendable para minimizar sus efectos adversos, recomendar al paciente que oprima el saco lagrimal para evitar su paso por el conducto lácrimo-nasal (53,54). El betaxolol, aun sin estar exento de efectos adversos, los produce con menor frecuencia (55,56), pero hay diversos estudios que recomiendan ser cauto en su empleo en pacientes de riesgo (57-62). La mejora de los vehículos en los que se presentan los medicamentos, contribuyen también a minimizar estos efectos adversos, el Betaxolol en suspensión permite lograr el mismo efecto hipotensor con una concentración del 0,25 que al 0,50 en el vehículo normal. El timolol en gel (Gelrite), consigue un efecto similar, aunque en lugar de rebajar la concentración, logra una eficacia similar al timolol en solución, pero duplica el período de acción, reduciendo la dosificación a la mitad (63,64), aunque lamentablemente, aun no está disponible entre nosotros. D. Inhibidores de la anhidrasa carbónica Cuando en el año 1954 se introdujeron en la clínica supusieron un importante avance; su acción disminuyendo la producción del humor acuoso, supuso un claro complemento para la medicación entonces existente con una eficacia indudable en la reducción de Po que nadie ha puesto en duda hasta hoy (65-68), sin embargo, la existencia de importantes y frecuentes efectos secundarios, reduce sus posibilidades como tratamiento a largo plazo, hasta el punto de que, para la mayoría de los Oftalmólogos, es una medicación complementaria para determinadas situaciones puntuales o en el período preparatorio de la cirugía. La acidosis metabólica (69), ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 11-20 Tratamiento médico del glaucoma hipokaliemia, parestesias, fatiga, pérdida de líbido, adelgazamiento, astenia (70), hirsutismo (71), hiperuricemia (72), fallo hepático (73), son algunos ejemplos de la interminable lista de efectos secundarios sistémicos. La formación de cálculos renales (74,75), se ha descrito también desde el comienzo de su empleo. Graves complicaciones como anemia aplásica, pancitopenia, etc., también se suman a esta larga lista (76,77). La búsqueda de un inhibidor tópico de la anhidrasa carbónica que permitiese evitar los efectos sistémicos adversos, ha requerido un largo camino hasta logra alcanzar la concentración suficiente en el cuerpo ciliar, transcurriendo casi 40 años hasta que se encuentra una referencia sobre su eficacia aplicados tópicamente. Hasta llegar a la Dorzolamida, el primer inhibidor tópico con aplicación clínica, se han ensayado otros muchos que por una u otra razón tuvieron que ser abandonados, siendo en ésta incluso dudosa su eficacia en los primeros ensayos clínicos publicados (78-80). El mecanismo de acción de la Dorzolamida parece ser enteramente superponible a los inhibidores de la anhidrasa carbónica administrados por vía sistémica y los primeros ensayos clínicos publicados, comienzan a demostrar su eficacia, tolerancia y ausencia de taquifilaxia (81,82). La ventaja de la ausencia de efectos sistémicos, hace que, en general y salvo para algunas indicaciones concretas, ha de ser preferida, la aplicación tópica a la sistémica. A nivel local, por el contrario, a diferencia de los sistémicos, cuyo efecto adverso se reduce a la miopización de algunos pacientes (83), los efectos colaterales descritos desde los estudios iniciales, son muy frecuentes (81,84), incluyendo picor, sensación de cuerpo extraño, quemazón, lagrimeo, visión borrosa, conjuntivitis alérgica, etc. Recientemente (85), se ha introducido la Brinzolamida, un nuevo inhibidor tópico de la anhidrasa carbónica, que parece tener el mismo efecto sobre la Po y menos efectos colaterales locales, es preciso esperar a la publicación de estudios independientes para valorar adecuadamente su papel en el tratamiento del glaucoma. E. Prostaglandinas En la presente década, entre los nuevos fármacos antiglaucomatosos, han venido ocupando un importante lugar las prostaglandinas, su mecanismo de acción diferente al poner en marcha la poco conocida vía úveo-escleral, ha tenido mucho que ver en las expectativas creadas en torno a su desarrollo (86-95). Su efecto hipotensor es muy eficaz, rebasando el 30% de reducción de Po en todas las publicaciones (96100). Merece ser destacada su dosificación, una aplicación cada 24 horas (101); conviene recordar que su máxima eficacia se consigue instilándolo por la noche y con una segunda instilación, su efecto hipotensor puede incluso reducirse. No parece producir efectos adversos generales (102); a nivel local, además de la hiperpigmentación, más evidente en los iris claros, especialmente si son bicolores (96,97,101,103,104), hipertricosis e hiperpigmentación de las pestañas (97,105,106). Se ha descrito el desarrollo de quistes de iris (107). De mayor trascendencia es la aparición de edema macular cistoide, especialmente en ojos afáquicos, que ha de ser tenido en cuenta y evaluado (108-110), por el momento, no ha sido definitivamente establecida su incidencia. No está indicado en presencia de uveítis activa, en los glaucomas secundarios de origen inflamatorio y ha de ser utilizado con precaución en caso de antecedentes de uveítis. Existe otra prostaglandina comercializada, aunque no entre nosotros que ha sido desarrollada en Japón, el isopropil unoprostone, las diferencias sustanciales que se deducen de la bibliografía consultada es la ausencia de efectos sobre la pigmentación iridiana, requiere una aplicación cada doce horas para alcanzar el nivel terapéutico óptimo, su acción hipotensora ocular es similar al timolol (111). 2. La historia clínica del paciente Actualmente, el abanico de posibilidades terapéuticas que se ofrecen ante nosotros, ha de hacernos pensar en cada caso, el tratamiento más adecuado que podemos ofrecer a nuestro paciente. No solamente hemos de hacer una cuidadosa anamnesis previa a la prescripción acerca de los problemas locales y generales del paciente, hemos de tener en cuenta además las probabilidades de que determinados medicamentos produzcan efectos adversos a mayor o menor plazo, la posible reducción de eficacia a mayor o menor plazo por efectos taquifilácticos y hemos de advertir al paciente de los posibles efectos adversos para que, ante la sospecha de alguno de ellos, acuda a la revisión correspon- ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 11-20 15 GARCÍA SÁNCHEZ J, et al. diente. No olvidemos que algunos pacientes no son conscientes de padecer determinados procesos generales y éstos se pueden poner de manifiesto por el efecto desencadenante de nuestro tratamiento. Los efectos adversos, tanto locales como generales pueden ser minimizados utilizando siempre la concentración mínima eficaz de cada fármaco, aconsejando al paciente que tras la instilación del colirio, oprima el lagrimal y mantenga los ojos ocluidos durante al menos dos minutos. Puede tener interés, considerar el volumen de la gota instilada de cada colirio (112). 3. La facilidad para el cumplimiento Cuando nos planteamos la prescripción del tratamiento médico del glaucoma, hemos de tener en cuenta las posibilidades del paciente para cumplir con mayor o menor precisión nuestra pauta. La edad del paciente, sus horarios de trabajo, viajes, ocio, hábitos y todo cuanto pueda alterar el ritmo adecuado de nuestra prescripción ha de ser tenido en cuenta si queremos que nuestro paciente sea capaz de seguir «indefinidamente» nuestro consejo. En las pautas recomendadas por la Sociedad Europea de Glaucoma (113), se ha tenido especialmente en cuenta este aspecto y se insiste en que facilita el cumplimiento la monoterapia así como el menor número posible de aplicaciones diarias. También ha de ser tenido en cuenta que en pacientes con lesiones campimétricas mínimas, papilas poco afectadas y capa de fibras relativamente bien conservada, no es preciso obsesionarse en lograr una Po excesivamente baja. Los pacientes de edad avanzada con corta esperanza de vida, salvo si son glaucomas terminales, tampoco debe hacernos insistir en una terapia excesivamente agresiva. Recordemos que, en estos pacientes de edad avanzada, la trabeculoplastia láser bien realizada por una persona experta, va a solucionar con mucha probabilidad el problema de forma indefinida. No debemos por tanto obsesionarnos en mantener un tratamiento médico a ultranza cuando existen otras posibilidades mas adecuadas. Debemos marcarnos una terapia «máxima» para cada caso (115). A efectos prácticos, si no logramos el efecto deseado con un fármaco, tenemos que pensar que ese paciente puede ser no respondedor a ese fármaco concreto, por ello, antes de añadir un segundo fármaco, debemos sustituirlo por 16 otro que actúe a través de otro mecanismo diferente, es decir no cambiaremos un alfa-agonista por otro ni un betabloqueante por otro (116). Del mismo modo, si hemos tenido un efecto adverso, local o general que nos obliga a hacer una sustitución, hemos de seguir, si cabe con mayor motivo, el principio anterior. También hemos de tener en cuenta que la mayoría de las asociaciones apenas han demostrado su eficacia. 4. Validez de las asociaciones Esquemáticamente (64,113), se han demostrado efecto aditivo en las siguientes combinaciones: Betabloqueantes con Inhibidores tópicos de la anhidrasa carbónica; Alfa-2-agonistas con betabloqueantes; Prostaglandinas con betabloqueantes; Parasimpaticomiméticos con Betabloqueantes y con Inhibidores tópicos de la anhidrasa carbónica; Adrenérgicos no selectivos con Parasimpaticomiméticos y efecto dudoso con los Betabloqueantes. El resto de asociaciones carece de efecto por lo que únicamente vamos a aumentar el número y gravedad de los efectos colaterales, sin lograr efecto tensional complementario alguno (117,118). En un intento de lograr el máximo cumplimiento, existen asociaciones de fármacos, que de momento no están comercializadas en España. En otros países se comercializan asociaciones de betabloqueantes con parasimpaticomiméticos y de betabloqueantes con inhibidores tópicos de la anhidrasa carbónica (113). 5. La calidad de vida del paciente Este problema va a venir marcado por una serie de circunstancias imbricadas entre sí que difícilmente podemos valorar y medir adecuadamente. La sensibilidad del Oftalmólogo ha de ser capaz de establecer una valoración, tratando en todo caso de hacer ver al paciente la realidad de su situación en su verdadera magnitud. Evitemos exageraciones injustificadas que van a aumentar la ansiedad del paciente, impidiéndole colaborar adecuadamente ante su percepción de que inevitablemente va a estar abocado a la ceguera. Recordemos en primer lugar que, si hemos pensado que nuestro paciente se va a beneficiar del tratamiento médico, no estamos ante un caso muy grave, pues en ese caso, tendremos que considerar la opción quirúrgica. Si mencionamos ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 11-20 Tratamiento médico del glaucoma la posibilidad de evolución hacia la ceguera, ha de ser en el contexto de un futuro a muy largo plazo y solamente para tratar de hacer ver al paciente la necesidad de su colaboración y cumplimiento para el adecuado control de la enfermedad. A la hora de valorar la incidencia de la medicación en la calidad de vida del paciente, no hemos de pensar únicamente los efectos secundarios, también hemos de recordar los propios inconvenientes del sometimiento al rígido horario de un tratamiento que se va a prologar hasta la muerte del individuo. Por ello hemos de tener muy presente el número de aplicaciones diarias, la combinación de diversos fármacos y junto a ello los efectos adversos locales y generales y en qué medida todo este conjunto de factores va a trastornar el quehacer diario de la persona que vamos a tratar y a las personas que conviven con ella, especialmente si son personas de edad avanzada que van a necesitar colaboración para aplicar correctamente su medicación (113,119). ESQUEMA TERAPÉUTICO 1. Valorar si el caso es idóneo para el tratamiento médico. Si no lo es, debemos plantearnos de entrada otras alternativas. 2. Completar la exploración, antes de hacer la prescripción. Campimetría. Valoración papilar. Tonometría. Valoración de capa de fibras, si procede. 3. Analizar los factores de riesgo realizando una anamnesis meticulosa. 4. Seleccionar el fármaco que consideremos más adecuado, en función de los apartados anteriores junto al análisis de los hábitos y régimen de vida del paciente. 5. Si no hay respuesta terapéutica o la consideramos insuficiente, sustituiremos el primer fármaco por uno de otro grupo terapéutico, en ningún caso por otro del mismo grupo. 6. Añadir un segundo fármaco, únicamente si no hemos sido capaces de lograr el control que consideremos adecuado por medio de la monoterapia. 7. Planificar los controles tensionales y campimétricos en función de la extensión de las lesiones, el nivel de la respuesta tensional y los factores de riesgo. 8. Si la respuesta tras asociar un segundo fármaco, la consideramos insuficiente y/o progresan las alteraciones campimétricas, consideraremos otras opciones terapéuticas como láser o cirugía como alternativa a añadir un tercer fármaco. Si decidimos utilizar un tercer colirio, recordemos que ha de ser de otro grupo terapéutico diferente de los dos anteriores. Repasemos la validez de las distintas asociaciones, antes de hacer una prescripción rutinaria. BIBLIOGRAFÍA 1. Sherwood MB, Migdal CS, Hitchings RA. 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OFTALMOL., 2000; 75: 21-28 CARACTERÍSTICAS ULTRAESTRUCTURALES DE LA MALLA TRABECULAR GLAUCOMATOSA ULTRASTRUCTURAL CHARACTERISTICS OF THE GLAUCOMATOUS TRABECULAR MESHWORK POTAU JM1, CANALS M1, COSTA J1, MERINDANO MD2, RUANO D1 RESUMEN SUMMARY Objetivo: Comparar la utraestructura histológica de la malla trabecular normal y glaucomatosa e intentar relacionar las alteraciones observadas con el incremento de la presión intraocular característico del glaucoma primario de ángulo abierto. Métodos: 21 mallas trabeculares no glaucomatosas, pertenecientes a ojos de donantes con un rango de edad de 23 a 99 años, y 5 procedentes de pacientes diagnosticados de glaucoma primario de ángulo abierto, de edades comprendidas entre los 40 y 65 años, han sido fijadas en solución de Karnovsky y procesadas para su observación con el microscopio electrónico de transmisión, siendo sus características morfológicas comparadas según criterios cualitativos. Resultados: Los cambios ultraestructurales de las mallas trabeculares glaucomatosas son similares, aunque de mayor intensidad, que los observados en las mallas trabeculares normales seniles. Estas alteraciones comprenden la pérdida de células endoteliales, engrosamiento de la membrana basal y alteraciones del núcleo central de los haces trabeculares, observándose un incremento Purpose: To compare the normal and glaucomatous trabecular meshwork ultrastructure and to relate the observed changes with the intraocular pressure increase characteristic of the primary open angle glaucoma. Methods: 21 non glaucomatous trabecular meshworks, aged 23 to 99 years, and 5 from patients diagnosed of primary open angle glaucoma, aged 40 to 65 years, were fixed by Karnovsky's solution and processed and observed by transmission electron microscopy and their morphological characteristics were qualitatively compared. Results: Ultrastructural changes of glaucomatous trabecular meshworks are similar, but much more intense, than those observed in the aged normal trabecular mashworks. These changes are loss of endothelial cells, thickening of basal membranes and trabecular beam central nucleus changes such as an increase of electrodense plaques and collagen degenerative processes. Conclusions: Ultrastructural changes observed in glaucomatous trabecular meshworks are comparable to an early aging of them. These changes can Recibido: 24/6/98. Aceptado: 22/11/99. Departamento de Anatomía Humana. Facultad de Medicina. Universidad de Barcelona. Barcelona. España. 1 Doctor en Medicina. Unidad de Morfología Ocular. 2 Doctora en Biología. Departamento de Óptica y Optometría. Universidad Politécnica de Cataluña. Comunicación presentada en el LXXIV Congreso de la S.E.O. (Alicante 1998). Proyecto subvencionado FIS-97/0177. Correspondencia: J.M. Potau Unidad de Morfología Ocular. Departamento de Anatomía Humana Facultad de Medicina. Universidad de Barcelona Casanova, 143 08036 Barcelona E-mail: jpotau@med.ub.es POTAU JM, et al. de las placas electrodensas y procesos degenerativos del colágeno. Conclusiones: Las alteraciones ultraestructurales que hemos observado en las mallas trabeculares glaucomatosas son equiparables a un envejecimiento precoz de las mismas, pudiendo estar relacionadas con los mecanismos que elevan la presión intraocular en el glaucoma primario de ángulo abierto. be related with the mechanisms that increase the intraocular pressure in primary open-angle glaucoma. Key words: Trabecular meshwork, transmission electron microscopy, glaucoma, ultrastructure. Palabras clave: Malla trabecular, microscopia electrónica de transmisión, glaucoma, ultraestructura. INTRODUCCIÓN Actualmente se define al glaucoma primario de ángulo abierto (GPAA) como una neuropatía óptica caracterizada por unas alteraciones típicas de los campos visuales y del nervio óptico (1). En la mayor parte de los casos, estas alteraciones se deben a un aumento crónico de la presión intraocular (PIO) que puede ser secundaria a trastornos en el sistema de drenaje del humor acuoso. Este hecho ha sido confirmado por un estudio reciente que ha observado que la severidad de las lesiones del nervio óptico en el GPAA se relaciona con la severidad de las alteraciones observadas en la malla trabecular (2). La malla trabecular y el conducto de Schlemm constituyen la principal vía de drenaje del humor acuoso, con lo que es fácil pensar que sus alteraciones pueden modificar dicho drenaje traduciéndose en una retención de dicho humor en la cámara anterior del ojo que incrementa el valor de la PIO. En 1972, un estudio realizado por Bill (3), indicó que la principal zona de resistencia al drenaje del humor acuoso por la vía transtrabecular reside en el tejido yuxtacanalicular, situado en la región más externa de la malla trabecular, entre el haz esclerocorneal más externo y el endotelio del conducto de Schlemm. Desde entonces, muchos autores se han centrado en esta región específica para estudiar los cambios de la matriz extracelular que pueden explicar el aumento de la resistencia en el drenaje del humor acuoso. En el presente estudio, sin embargo, hemos analizado las alteraciones que se observan ultraestructuralmente en la matriz extracelular de los haces trabeculares uveales y esclerocorneales con la finalidad de relacionarlos con los mecanismos 22 que pueden alterar el correcto flujo del humor acuoso facilitando, de esta manera, el incremento de la PIO observada en la mayoría de casos de GPAA. MATERIAL Y MÉTODO Para la realización del presente estudio hemos utilizado 21 mallas trabeculares pertenecientes a individuos sin patologías oculares conocidas, que se han comparado con 5 mallas trabeculares procedentes de piezas quirúrgicas de trabeculectomías realizadas en el Servicio de Oftalmología del Hospital Clínico y Provincial de Barcelona, por el mismo cirujano (C.L.G.), en pacientes diagnosticados previamente de GPAA que tras un año de tratamiento antiglaucomatoso farmacológico presentaban una PIO superior a los 21 mmHg junto con alteraciones características de los campos visuales. Las muestras no glaucomatosas fueron obtenidas a partir de anillos esclerocorneales, remanentes del trasplante de la córnea, cedidos por el Banco de Ojos del Hospital Clínico y Provincial de Barcelona, así como a partir de cadáveres procedentes del Servicio de Donación de Cuerpos del Departamento de Anatomía Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. El rango de edad de los donantes no glaucomatosos osciló entre los 23 y los 99 años, mientras que las edades de los pacientes glaucomatosos oscilaron entre 40 y 65 años (tabla 1). Las muestras fueron inmediatamente fijadas después de su obtención en solución de Karnovsky durante un período de 4 horas, tras las cuales fueron lavadas con diversos pases en PBS 0,1 M (5x10 min). Posteriormente, las muestras se ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 21-28 Malla trabecular y glaucoma Tabla I. Muestra 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 Edad (años) Sexo 44 45 68 74 66 49 74 47 57 31 52 50 35 64 88 37 23 93 87 89 69 V H H H V H H H V V H H V H V H H H V H V individuos de edades más tempranas (25 a 50 años), nos permitieron comprobar que los haces trabeculares están formados por una cubierta periférica de células endoteliales aplanadas y por un núcleo central colagénico (fig. 1). También puede apreciarse, subendotelialmente, una membrana basal estrecha. La mayoría de las fibras de colágeno que se observan aparecen seccionadas transversalmente, debido a la orientación característica de los haces esclerocorneales de la malla trabecular. Estas fibras están separadas entre sí por espacios electrolúcidos, y, algunas de ellas, que se observan seccionadas longitudinalmente, presentan una característica estriación transversal con un período de 640 Å. También pueden observarse algunas placas electrodensas que corresponden a las fibras elastina-like, aleatoriamente distribuidas en la región central del haz y por debajo de la mem- trasladaron a los Servicios Cientificotécnicos de la Universidad de Barcelona donde se realizó su postfijación con OSO4 1% en PBS 0,1 M durante 1h. Se volvieron a lavar las muestras con H2O destilada (4x10 min) y se deshidrataron con series crecientes de etanol, para ser posteriormente incluidas en Spurr. Se realizaron cortes semifinos (1 µm) de los bloques en un plano sagital que fueron teñidos con azul de toluidina y observados con el microscopio óptico para identificar la zona de interés que contuviese haces trabeculares uveales y esclerocorneales. Posteriormente se realizaron cortes ultrafinos de estas regiones con un ultramicrotomo Ultracut E (Reichert-Jung) y los cortes obtenidos se montaron en rejillas cubiertas con formwar, siendo contrastados con citrato de plomo y acetato de uranilo siguiendo los pasos del método de Reynolds. Finalmente las muestras se observaron con un microscopio electrónico de transmisión Hitachi H-600 AB. RESULTADOS Mallas trabeculares no glaucomatosas Las observaciones realizadas en las mallas trabeculares no glaucomatosas pertenecientes a los Fig. 1: Malla trabecular normal (44 años) (x11.000). Se observa la cubierta de células endoteliales (EN) y el núcleo central de fibras de colágeno orientadas transversalmente, así como una delgada membrana basal subendotelial (MB). Son asimismo visibles placas electrodensas correspondientes a las fibras elastina-like (E), rodeadas por una vaina de electrodensidad intermedia (flecha). También se observan zonas dispersas de compactación de las fibras de colágeno (asterisco). ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 21-28 23 POTAU JM, et al. brana basal. Estas fibras elastina-like, que corresponden a los tendones de inserción del músculo ciliar, están formadas por una región central amorfa y electrolúcida, envuelta por una región fibrosa de elevada electrodensidad, envuelta a su vez por un material amorfo y granular, de electrodensidad intermedia, que forma la vaina de la fibra elastina-like. Alrededor de estas fibras elastina-like se observan unas placas más grandes de electrodensidad intermedia, formadas por la coalescencia de fibras de colágeno, que se fusionan entre sí y son rodeadas por un material amorfo y granular derivado de las vainas de las fibras elastina-like. Estas últimas placas ocupan, aproximadamente, menos de un tercio del total del área del núcleo central del haz trabecular. En los individuos de edad más avanzada (fig. 2) se puede observar que la ultraestructura de los haces trabeculares va alterándose de forma progresiva. Así, se produce un paulatino aumento del área del núcleo central ocupada por las fibras elastina-like y por sus vainas, así como un incremento en la extensión de las zonas de colágeno compactado. Es característica la aparición, dentro de las vainas de las fibras elastina-like y de las placas de colágeno compactado, de acúmulos de long-spacing collagen (LSC), también deno- Fig. 3: Malla trabecular normal (68 años) (x6.600). Se observa el engrosamiento de la membrana basal (MB) que presenta abundantes acúmulos de LSC, así como la extensa compactación de fibras de colágeno (asteriscos). También destaca la proliferación de LSC en las zonas de colágeno compactado y en las vainas de las fibras elastina-like (flechas). Endotelio (EN), fibras elastina-like (E). minados cuerpos de Lusse, que presentan una estriación característica de 1.000 Å de periodicidad (fig. 3). Otras modificaciones que sufren los haces trabeculares no glaucomatosos con la edad es la pérdida progresiva de la cubierta de células endoteliales y el marcado engrosamiento de la membrana basal, en cuyo espesor aparecen también acúmulos de LSC. Mallas trabeculares glaucomatosas Fig. 2: Malla trabecular normal (89 años) (x6.600). Se aprecia un marcado engrosamiento de la membrana basal (MB) que presenta abundantes acúmulos de «long-spacing collagen» (LSC) o cuerpos de Lusse. En el núcleo central destaca la mayor extensión de las zonas con compactación de las fibras de colágeno (asteriscos). Endotelio (EN), fibras elastina-like (E). 24 Las mallas trabeculares glaucomatosas observadas con el microscopio electrónico de transmisión presentan alteraciones ostensibles del patrón histológico de sus haces trabeculares (figs. 4 y 5). Llama poderosamente la atención la marcada pérdida de las células endoteliales, de tal manera que se observan numerosos haces ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 21-28 Malla trabecular y glaucoma Fig. 4: Malla trabecular glaucomatosa (56 años) (x6.600). Se aprecia la falta de cubierta endotelial (flechas), así como el desmesurado engrosamiento de la membrana basal (MB) que aparece llena de pequeños acúmulos de LSC. En el núcleo central se observa la gran proliferación de placas electrodensas correspondientes a las fibras elastina-like (E), así como abundantes zonas de colágeno compactado (asterisco). trabeculares cuyas membranas basales contactan directamente con los espacios intertrabeculares y, de esta forma, con el humor acuoso. También destaca el engrosamiento generalizado de las membranas basales que, en algunos puntos, puede llegar a tener dimensiones extraordinarias. Estas membranas basales se observan completamente ocupadas por pequeños acúmulos estriados de LSC. En el núcleo central de los haces trabeculares glaucomatosos destaca el marcado incremento del número y extensión de las placas correspondientes a las fibras elastina-like, a sus vainas y a las zonas de colágeno compactado, siendo también muy aparatosa la presencia de acúmulos de LSC. DISCUSIÓN La comparación cualitativa que hemos realizado entre la ultraestructura de las mallas trabeculares no glaucomatosas y las procedentes de pacientes diagnosticados de GPAA nos ha per- Fig. 5: Malla trabecular glaucomatosa (56 años) (x11.000). Se observa la falta de cubierta endotelial (flechas), la degeneración de la membrana basal (MB) y la presencia de grandes placas de fibras elastina-like (E) en el núcleo central. También se aprecia compactación de las fibras de colágeno con agregados de LSC (asterisco). mitido apreciar importantes diferencias entre ambas. De todas formas, los cambios morfológicos que se producen en la malla trabecular glaucomatosa recuerdan a los cambios que se observan en las mallas trabeculares normales pertenecientes a individuos de edad avanzada. Efectivamente, nuestras observaciones parecen indicar que los trastornos presentes en el GPAA representan un envejecimiento acelerado de los diferentes tipos de tejidos que constituyen la malla trabecular. Dichos trastornos pueden agruparse en tres grandes grupos que corresponden a las alteraciones que afectan a las células endoteliales, a la membrana basal y al núcleo central de los haces trabeculares. La pérdida progresiva de las células endoteliales trabeculares con la edad (4) y en casos de GPAA (5), puede relacionarse directamente con los trastornos observados en las membranas basales subyacentes. De esta forma, el engrosamiento de estas membranas basales que hemos ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 21-28 25 POTAU JM, et al. observado tanto en individuos seniles como en pacientes glaucomatosos, también observado por otros autores (6), puede ser debido a la degeneración de los diferentes tipos de colágeno que participan en su composición. Esta degeneración, producida por el contacto directo de la membrana basal con el humor acuoso, se traduce en la aparición de múltiples agregados de LSC que ocupan prácticamente todo el espesor de la membrana basal engrosada. El engrosamiento de la membrana basal puede relacionarse con el incremento de la PIO observada en el GPAA por diferentes mecanismos. El más importante de ellos consiste en que el engrosamiento de las membranas basales puede explicar el engrosamiento general de los haces trabeculares que se observa en las mallas trabeculares glaucomatosas (5). Este engrosamiento reduce ostensiblemente el área de los orificios trabeculares y de los espacios intertrabeculares, dificultando el paso del humor acuoso a través de la malla trabecular y favoreciendo su acúmulo en la cámara anterior del ojo. También, la pérdida de la cubierta de células endoteliales comporta un mayor riesgo de que se fusionen las diferentes capas de haces trabeculares, compactándose la malla trabecular y aumentándose la resistencia al flujo del humor acuoso. Por otra parte, las alteraciones que sufre el núcleo central de los haces trabeculares con la edad y en el GPAA se basan en el aumento del número y extensión de las placas electrodensas típicas, correspondientes a las fibras elastina-like y a sus vainas, así como en el incremento de los procesos de degeneración del núcleo que se traduce en un incremento de las áreas de compactación del colágeno y en la aparición de abundantes acúmulos de LSC. El aumento de los diferentes tipos de placas electrodensas con la edad y en el GPAA también ha sido observado por autores anteriores a nosotros (7), mientras que la compactación progresiva de las fibras de colágeno con la edad también ha sido observada con anterioridad (8). Según nuestra opinión, las alteraciones observadas en las placas relacionadas con las fibras elastina-like pueden afectar seriamente al control que el músculo ciliar ejerce sobre el drenaje del humor acuoso a través de la malla trabecular, puesto que no hemos de olvidar que dichas fibras elastina-like corresponden a los tendones de inserción de dicho músculo en la periferia corneal (7,9). El incremento de estas placas también puede actuar de una forma similar a la que 26 hemos explicado para la membrana basal, es decir, engrosando los haces trabeculares y dificultando el paso del humor acuoso a través de la malla trabecular. También, la elevada compactación de las fibras de colágeno del núcleo central de los haces trabeculares puede alterar de forma significativa las características fisiológicas de la malla trabecular, alterándose el paso del humor acuoso a su través. Estudios realizados por diferentes autores han demostrado que estas fibras de colágeno, que presentan una estriación transversal de 640 Å, están formadas principalmente por colágeno de los tipos I y III (10) y se estabilizan gracias a una red periférica del proteoglicano decorina, formado por los glucosaaminglicanos condroitinsulfato y dermatansulfato (11). Recientes estudios han indicado que al menos algunos proteoglicanos se encuentran disminuidos en el GPAA (12), hecho que explicaría la desestabilización de las fibras de colágeno que iniciarían un proceso de coalescencia y degeneración, siendo embebidas por el material amorfo de la vaina de las fibras elastina-like y formándose numerosos acúmulos de LSC. Este hecho puede también participar en el incremento de la PIO ya que los colágenos de tipo I y III son los responsables de otorgar a los tejidos resistencia y elasticidad. Así, la degradación de estas fibras de colágeno producen una progresiva esclerosis de los tejidos trabeculares que dificultan tanto el paso del humor acuoso a través de la malla trabecular como el control que normalmente ejerce el músculo ciliar sobre éste. BIBLIOGRAFÍA 1. Ritch R, Shields MB, Krupin T. The glaucomas. 2.ª ed. St. Louis: Mosby; 1996; I. 2. Gottanka J, Johnson DH, Martus P, Lütjen-Drecoll E. Severity of optic nerve damage in eyes with POAG is correlated with changes in the trabecular meshwork. J Glaucoma 1997; 6: 123-132. 3. Bill A, Svedbergh B. Scanning electron microscopic studies of the trabecular meshwork and the canal of Schlemm. An attempt to localize the main resistance to outflow of aqueous humour in man. Acta Ophthalmol 1972; 50: 295-320. 4. Grierson I, Howes RC. Age related depletion of the cell population in the human trabecular meshwork. Eye 1987; 1: 204-210. 5. Tripathi RC. Aqueous outflow pathway in normal and glaucomatous eyes. 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Método: De los 19 casos diagnosticados de síndrome de Brown en nuestra sección durante un período de 4 años (enero de 1992 y diciembre de 1995), 9 enfermos fueron seleccionados e intervenidos por presentar hipotropía en posición primaria de la mirada y/o tortícolis. En 3 casos se asoció una retroinsercción del oblicuo superior Resultados: La limitación de la elevación en aducción mejoró en todos los casos excepto en uno (11,1%). La hipotropía prequirúrgica presente en 7 enfermos (77,8%) se resolvió posteriormente en 5 (71,42%). El tortícolis inicial con una incidencia del 77,8% (7/9) desapareció por completo en 3, y mejoró en otros 3. La visión binocular se recuperó en 2 casos. Un mal resultado se obtuvo en un 22,22% (2/9) por persistir el tortícolis y la hipotropía. No se observaron complicaciones intraoperatorias ni postoperatorias, salvo una paresia transitoria del oblicuo superior que no requirió cirugía. Conclusiones: El afilamiento del tendón del oblicuo superior es una técnica eficaz en el tratamiento del síndrome de Brown en aquellos pacientes Purpose: To study the results found in patients with congenital and constant Brown’s Syndrome who were surgically treated with superior oblique sharpening technique. Method: Nine patients were selected among nineteen cases diagnosed of Brown’s Syndrome in our Department for 4 years. Indications for surgery were vertical deviation in primary position and/or torticollis. The procedure of choice was the superior oblique sharpening in all cases, associated to its recession in 3 patients. Results: The limitation of elevation in adduction was notably marked in 100% of the cases, improving in all of them, except in one patient (11.1%) after surgery. The preoperative hypotropia presented in 7 cases (77.8%) was resolved in 5 (71.42%) after the intervention. The initial torticollis had the same incidence than the hypotropia (77.8%: 7/9), but it completely resolved in 3 cases, and improved in 3 other with this technique. Binocular vision was recovered in 2 patients. Overall, 2 out of the 9 cases (22.22%) did not clinically improve. Intraoperative and postoperative complications were not observed, except a temporary superior oblique palsy that resolved without surgery. Conclusions: The superior oblique sharpening is Recibido: 14/1/97. Aceptado: 22/11/99. Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Madrid. España. 1 Doctora en Medicina. Universidad Complutense de Madrid. 2 Licenciado en Medicina. Comunicación presentada en el LXXII Congreso de la S.E.O. (Madrid 1996). Correspondencia: P. Merino Sanz Marqués de Lozoya, 14, esc. 1, 14B 28007 Madrid MERINO SANZ P, et al. que presentan una alteración vertical en posición primaria de la mirada y/o tortícolis Palabras clave: Síndrome de Brown, oblicuo superior, hipotropía, tortícolis. INTRODUCCIÓN El síndrome de Brown es una alteración de la motilidad ocular que se caracteriza por una limitación más o menos severa de la elevación en aducción, mientras que la elevación en abducción puede ser normal o estar también algo limitada (1,2). Puede ser congénito o adquirido, y constante o intermitente (1). Es importante distinguir entre el Brown verdadero (sin desviación en posición primaria de la mirada y en posición de lectura) y la condición «plus», en la que pueden aparecer otras manifestaciones como una desviación vertical en posición primaria de la mirada (PPM), un tortícolis y un síndrome en V (3). A lo largo de los años desde que fue descrito en 1950 (4), se han sugerido diferentes técnicas quirúrgicas para solucionar el problema (1,5,6), sin embargo ninguna ha demostrado su total eficacia, siendo frecuentes las complicaciones encontradas. En el presente trabajo hemos realizado una revisión retrospectiva de los casos de síndrome de Brown congénito intervenidos con la técnica del afilamiento del oblicuo superior y presentamos una descripción de los resultados. PACIENTES, MATERIAL Y MÉTODOS En el período de tiempo comprendido entre enero de 1992 y diciembre de 1995 se diagnosticaron en la sección de estrabología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón 19 pacientes con síndrome de Brown, pero sólo se seleccionaron para el presente trabajo 9 casos en los que se realizó una técnica de afilamiento del tendón del oblicuo superior, según descrita por Horta (que consiste en adelgazar la porción directa de oblicuo superior cuando pase por la 30 a good technique which may improve the Brown Syndrome patients with primary position deviation and/or torticollis. Key words: Brown Syndrome, superior oblique, hypotropia, torticollis. tróclea con el ojo situado abajo y afuera) (7), con o sin retroinserción del mismo, según que la ducción pasiva después del afilamiento continuara siendo positiva o se hubiera negativizado, respectivamente. A todos los enfermos se inyectó corticoide en la región troclear únicamente al finalizar la cirugía, sin repetir su administración en el período postoperatorio inmediato. Los otros 10 casos fueron desechados por tratarse de síndromes intermitentes, pacientes que no tenían desviación en PPM y/o tortícolis, o habían sido intervenidos con otras técnicas quirúrgicas. De las historias clínicas recogidas se estudiaron los siguientes datos: edad de diagnóstico, uni o bilateralidad de la afección, constancia o intermitencia, hendidura palpebral, examen externo de la región troclear, tortícolis, déficit de elevación en aducción y abducción, hipotropía en PPM, existencia de diplopía, síndrome alfabético, binocularidad, e hiperfunción de oblicuo superior. La existencia de tortícolis se clasificó en leve (<10°), moderado (entre 10 y 20°) o marcado (>20°). La limitación de la elevación en aducción y abducción se clasificó en cruces, + si era leve, ++ si era moderada, y +++ si era grave. El diagnóstico definitivo se realizó en el quirófano mediante la ducción forzada pasiva, antes de la cirugía, y al finalizar el afilamiento del tendón del oblicuo superior se repetía de nuevo. Si resultaba negativa se finalizaba la cirugía, y si seguía siendo positiva se realizaba conjuntamente una retroinserción del oblicuo superior consistente en su desplazamiento al sector nasal del recto superior (a 4-5 mm de su inserción). Se consideró mal resultado si después de la intervención persistía hipotropía o si el tortícolis inicial no había mejorado o si la limitación de la elevación en aducción no se había modificado. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 29-34 Síndrome de Brown «plus» RESULTADOS Se estudiaron los resultados obtenidos en 9 ojos (4 en ojo derecho y 5 en ojo izquierdo) de 9 pacientes intervenidos quirúrgicamente de síndrome de Brown congénito y constante. En los casos n.º 1, 6 y 9 (tabla I) fue necesario asociar una recesión del oblicuo superior porque la ducción pasiva todavía era positiva. De los 9 casos, 4 eran mujeres (44,4%) y 5 eran varones (55,6%). La edad media de diagnóstico fue de 2,31 años ± 1,6 (media ± desviación estándar), con un mínimo de 6 meses y un máximo de 4 años. La hendidura palpebral del ojo afectado era normal en 7 casos y estaba aumentada en 2, normalizándose después de la cirugía. Solo 2 enfermos tenían visión binocular, la cual no se modificó con la cirugía, por el contrario otros 2 casos la recuperaron después de la intervención. La hiperacción del oblicuo superior era ligeramente positiva antes de la cirugía en 5 enfermos (55,6%). Un síndrome en V se observó en 4 casos (44,4%). En la tabla I se exponen las características clínicas de los casos con referencia a la limitación de la elevación en aducción, tortícolis, e hipotropía antes y después de la cirugía. La limitación inicial a la elevación en aducción era de 3 cruces (grave) en todos excepto 1 caso de 2 cruces (moderada). Después de la intervención todos mejoraron salvo un enfermo que quedó con la misma limitación (11,1%). La mejoría se mantuvo constante durante todo el período de seguimiento. La hipotropía en PPM prequirúrgica estuvo presente en 7 de los 9 casos (77,8%), desapare- ciendo en 5 enfermos postquirúrgicamente (71,42%). El tortícolis que presentaron inicialmente 7 de los pacientes (77,8%), desapareció en 3 casos, mejoró en otros 3, y sólo en un caso persistió un tortícolis marcado. Un mal resultado se obtuvo en 2 enfermos (22,22%). El tiempo medio de seguimiento ha sido de 15,44 meses ± 10,89 (media ± desviación estándar) observándose sólo en un caso (11,1%) una ligera parálisis secundaria y transitoria de oblicuo superior, en un paciente en el que se realizó un afilamiento con desplazamiento de oblicuo superior, sin precisar una segunda cirugía hasta el momento. DISCUSIÓN El síndrome de Brown es una afectación de la motilidad ocular que se manifiesta principalmente por una limitación a la elevación en aducción, y que puede tratarse de una condición congénita o adquirida, constante o intermitente. Su etiología no está totalmente aclarada en la actualidad, se han modificado las hipótesis desde las especulaciones iniciales que señalaban la existencia de un acortamiento de la porción refleja del tendón del oblicuo superior y de su vaina, hasta que hoy en día se piensa que el problema reside en el mismo complejo tróclea-tendón, más que en los tejidos de alrededor (1,2). Debido a esa confusión de datos sobre su etiología, se han empleado muchas técnicas quirúrgicas para su tratamiento, con peligro de hipercorrecciones que podrían ensombrecer el pronóstico al eliminar una visión binocular previamente existente (1,2,5,6). Por ello hay autores Tabla I. Características clínicas preoperatorias y postoperatorias Casos 1 2 3 4 5 6 7 8 9 L elev add precirugía Hipotropía precirugía Tortícolis precirugía L elev add precirugía Hipotropía precirugía Tortícolis precirugía Resultado +++ ++ +++ +++ +++ +++ +++ +++ +++ No Sí Sí Sí No Sí Sí Sí Sí Leve No No Leve Marcado Marcado Marcado Marcado Moderado + + No + ++ + + +++ + No No No No No No Sí Sí No No No No No No Leve Marcado Moderado Leve Bueno Bueno Bueno Bueno Bueno Bueno Fracaso Fracaso Bueno L elev add: limitación de la elevación en aducción. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 29-34 31 MERINO SANZ P, et al. que recomiendan una observación a largo plazo ya que habría casos reversibles (8). La tenotomía y la tenectomía han sido la técnicas de elección para debilitar el oblicuo superior y conseguir mejorar la restricción que existe a la elevación en aducción. Sin embargo está publicada una elevada frecuencia de parálisis secundaria de oblicuo superior, desde un 57,1% hasta un 85%, según los autores (9,10). Wright publicó en 1991 (5) su técnica consistente en un alargamiento del tendón mediante el uso de una banda de silicona de diferente longitud según el grado de restricción (11,12). Pero también se han encontrado complicaciones con su uso por adhesiones de la banda a la esclera y al recto superior (13). Otras cirugías utilizadas con buenos resultados han sido la retroinserción del oblicuo superior y su afilamiento o adelgazamiento (7,14). Nuestra serie consiste en los resultados obtenidos en 9 enfermos con la técnica del afilamiento del tendón del oblicuo superior propuesta por Horta (7), a esa cirugía se añadió en 3 casos una retroinserción del oblicuo superior para mejorar la restricción que persistía después del afilamiento. En todos los casos se inyectó corticoide en la región troclear al finalizar la cirugía para mejorar la inflamación, quizás existente o provocada en la zona con nuestra intervención. Queremos resaltar que sólo se ha indicado la cirugía en los casos con hipotropía en PPM y/o con tortícolis, opinión compartida por la mayoría de los autores (1,2). Por el contrario, Horta (7) cree que también estaría indicado en los síndromes de Brown verdaderos (3), es decir aquellos que no tienen desviación en PPM y/o tortícolis, siempre que lográramos pasar el tendón del oblicuo superior por la tróclea, debido a que el principal mecanismo patogénico sería una desproporción entre la tróclea y el oblicuo superior. En este sentido debemos ser cautos porque nosotros hemos tenido rotura del tendón del oblicuo superior en un caso con síndrome de Brown (no incluido en esta serie). Nuestros resultados con esta cirugía han sido muy aceptables, puesto que la hipotropía desapareció en 5 de los 7 enfermos que la presentaban inicialmente y el tortícolis mejoró en 6 (en 3 desapareció por completo) de los 7 pacientes en los que se observó prequirúrgicamente. La limitación a la elevación en aducción continuó siendo grave (de 3 cruces) en tan sólo 1 enfermo, mejorando en los otros 8 casos. 32 Un mal resultado se obtuvo en 2 enfermos (22,22%) en los que el tortícolis siguió siendo marcado y moderado respectivamente, y la hipotropía inicial persistió. La única ligera paresia de oblicuo superior observada ha sido en una niña a la que se realizó ambas cirugías (afilamiento y retroinserción). Sin embargo fue transitoria (4 meses), no precisando una segunda intervención quirúrgica y observándose una recuperación de la visión binocular. Nosotros preconizamos ser precavidos al intervenir el síndrome de Brown y considerar quirúrgicos sólo aquellos casos en los que exista desviación en PPM y/o tortícolis, es decir la llamada condición «plus» (3). Creemos que esta técnica mejora, aunque no corrija totalmente todos los casos, sin riesgo a parálisis importantes o hipofunciones secundarias de oblicuo superior, hipertropías postquirúrgicas, restricciones en la mirada hacia abajo, y alteración por tanto de una visión binocular que puede estar inicialmente conservada. BIBLIOGRAFÍA 1. Wilson ME, Eustis HS, Parks MM. Brown's Syndrome. Surv Ophthalmol 1989; 34: 153-170. 2. Anglade E, McKeown CA, Robb RM. Brown's Syndrome. Int Ophthalmol Clin 1992; 32: 63-70. 3. Jampolsky A. Discussion. J Pediatr Ophthalmol Strabismus 1995; 32: 35-36. 4. Brown HW. Congenital structural muscle anomalies. In: Allen JA; Strabismus Ophtahlmic symposium; ST Louis: Mosby; 1950; I: 205-236. 5. Wright KW. 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OFTALMOL., 2000; 75: 35-42 LENTE INTRAOCULAR PLEGABLE HYDROVIEW® (H60M): RESULTADOS FUNCIONALES Y HALLAZGOS POSTOPERATORIOS FOLDABLE HYDROVIEW® (H60M) IOL: FUNCTIONAL RESULTS AND POSTOPERATIVE FINDINGS MIRANDA DÍEZ I1, GÓMEZ DE LIAÑO F2, VICENTE RUIZ A2 RESUMEN SUMMARY Objetivo: Evaluar los resultados funcionales obtenidos y los hallazgos postoperatorios observados con la lente plegable de hidrogel (Hydroview®, H60M), a los 12 meses tras la cirugía. Métodos: Estudio prospectivo de 60 pacientes, a los que tras capsulorrexis y facoemulsificación les fue implantada una lente de óptica plegable de hidrogel o una lente de PMMA. Se realizaron controles postoperatorios a los 7, 15, 30, 60, 180 y 360 días. Se ha evaluado la agudeza visual corregida para lejos, la sensibilidad al contraste (CSF), el grado de fibrosis capsular anterior, y la aparición de otras complicaciones postoperatorias. Resultados: Los pacientes portadores de una lente intraocular plegable presentan una más rápida rehabilitación visual, sin embargo a los 12 meses de la cirugía los resultados de la agudeza visual son superiores en el grupo de PMMA (F=4,33, p<0,5). Los resultados de la sensibilidad al contraste son mejores con las lentes de PMMA para las altas frecuencias espaciales estudiadas. Las lentes de hidrogel presentan una mayor grado de l;brosis de los restos capsulares anteriores (χ2 = 10,87, gl = 3, p<0,025). El resto de las complica- Purpose: To study visual quality and postoperative complications after phacoemulsification and hydrogel (Hydroview®, H60M) IOL implantation, at one year postoperatively. Methods: Prospective study of 60 patients. After capsulorhexis and phacoemulsification, patients received a foldable hydrogel lens or a PMMA IOL. Postoperative examinations were made on 7, 30, 60, 180 and 360 th day. We measured distance visual acuity, contrast sensitivity, keratometry, anterior capsule fibrosis and the presence of other postoperative complications. Results: Small incision and foldable IOL provided faster visual rehabilitation, however visual acuity was better with PMMA lens (F=4.33, p<0.5) at 12 months after surgery. Contrast sensitivity at high spatial frequencies was significantly better in PMMA lens group. Anterior capsule fibrosis is more important in hydrogel IOL group (χ2 = 10.87, gl = 3, p<0.025). Other complications in the two groups were few and comparable. Conclusions: Hydrogel IOL provided good visual results and rapid visual recovery. However visual results are unstable. Anterior capsule fibrosis and Recibido: 10/2/99. Aceptado: 22/11/99. Servicio de Oftalmología. Hospital del INSALUD Ntra. Sra. de Sonsoles. Avila. España. 1 Doctor en Medicina. 2 Licenciado en Medicina. Aspectos parciales relacionados con este trabajo han sido presentados como comunicación en panel en el XXVIII International Congress of Ophthalmology, celebrado en Amsterdam (The Netherlands) (1998). Correspondencia: Ismael Miranda Díez Servicio de Oftalmología Hospital del INSALUD Ntra. Sra. de Sonsoles Ctra. de Madrid, km. 109 05004 Ávila MIRANDA DÍEZ I, et al. ciones son poco frecuentes y no se observan diferencias entre los grupos. Conclusiones: Las lentes de hidrogel proporcionan unos buenos resultados funcionales permitiendo una rápida rehabilitación visual, pero hay una caída de la agudeza visual y de la sensibilidad al contraste a los 12 meses de la cirugía. La fibrosis de los restos capsulares anteriores, que de forma característica sobrepasa los límites de la capsulorrexis y se extiende sobre la superficie anterior de la óptica, es una complicación frecuente con este tipo de lente. on anterior intraocular lens surface fibrosis are common complications with hydrogel lens. Key words: Foldable hydrogel lens, quality, contrast sensitivity, postoperative findings, anterior capsule fibrosis. Palabras clave: Lente plegable, hidrogel, agudeza visual, sensibilidad al contraste, complicaciones postoperatorias, fibrosis capsular anterior. INTRODUCCIÓN PACIENTES, MATERIAL Y MÉTODOS El astigmatismo corneal inducido es sin duda una de las complicaciones más frecuentes y uno de los principales condicionantes de la función visual resultante tras la cirugía de la catarata en el momento actual. El tamaño de la incisión es un factor clave, aunque no el único, en el control del astigmatismo inducido (1-2), lo que justifica el interés en los últimos años por reducir el tamaño de la misma y el auge que en el momento actual han alcanzado las técnicas de pequeña incisión, al que sin duda han contribuido el desarrollo y difusión de las técnicas de facoemulsificación y de las lentes intraoculares (LIO) de óptica plegable. Existen actualmente una gran variedad de modelos de lentes intraoculares plegables, fabricadas con materiales diversos y con múltiples diseños en un intento de disminuir la incidencia de las complicaciones más comúnmente observadas con este tipo de lentes intraoculares (opacificación de los restos capsulares anteriores y posteriores, descentramiento de los implantes, etc.), facilitar su manipulación y la técnica de implantación, y mejorar la calidad de la visión resultante (3). Presentamos un estudio prospectivo de 60 pacientes a los que les fue implantada una lente plegable de hidrogel (Hydroview®) o una lente rígida de PMMA, tras capsulotomía anterior circular continua (CCC) y facoemulsificación; diseñado con el objetivo de evaluar los resultados obtenidos y los hallazgos postoperatorios observados con la lente Hydroview® a los 12 meses tras la cirugía. Se estudian un total de 60 pacientes con catarata senil o presenil no asociada a ninguna otra patología ocular, remitidos a nuestro servicio para ser intervenidos quirúrgicamente; a los que tras CCC y facoemulsificación, les fue implantada una lente intraocular de óptica plegable de hidrogel (Hydroview®, modelo H60M) o una LIO rígida de PMMA (Storz®, modelo P337UV). Del total de enfermos 26 (43,3%) eran varones y 34 (56,7%) mujeres, con una edad comprendida entre los 40 y los 86 años y una media de edad de 68,1 años (DE = 8,41 años). La cirugía fue llevada a cabo en todos los casos por el mismo cirujano (FGL) bajo anestesia peribulbar y con igual técnica quirúrgica, adaptando el tamaño de la incisión al modelo de implante. En todos los casos se han realizado incisiones en córnea clara entre las IX y X horas. La capsulorrexis se realizó con quistitomo convencional, según la técnica descrita por Gimbel (4). Durante la facoemulsificación endocapsular del núcleo se han utilizado sustancias viscoelásticas de alta densidad (Amvisce®Plus). Las características de los dos modelos de LIO utilizados y el tamaño de la incisión preciso para su implantación, aparecen recogidos en la tabla I. Las incisiones fueron suturadas con poliester monofilamento (Mersilene®) de 11/0 mediante un punto suelto o un punto de mariposa simple, según se implantase una lente plegable o de PMMA. Al final de la cirugía se aplicaron 8 mg subtenonianos de dexametasona (Urbason®). En el 36 ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 35-42 Lentes intraoculares plegables de hidrogel Tabla I. Características de las LIOs Tipo Diámetro total Óptica Material Diámetro Configuración Hápticos Material Angulación Configuración Índice de refracción Tamaño incisión Hidrogel (H60M) PMMA P337UV monobloque 12,5 mm monobloque 13,0 mm hidrogel 6 mm equiconvesa PMMA 5x6 mm equiconvesa PMMA 5,7° en C modificada 1,475 3,8 mm PMMA 10° en C modificada 1,49 5,2 mm postoperatorio se instiló una gota de diclofenaco sódico al 0,1% (Voltaren®) tres veces al día durante 6 a 8 semanas, y homatropina al 2%, 1 gota cada 24 horas durante 2 a 4 semanas. Se han realizado controles postoperatorios a las 24 horas, 7, 15, 30 y 60 días, y a los 6 y 12 meses, en los que se evaluó agudeza visual con corrección, queratometría con queratómetro tipo Javal, refracción automática, sensibilidad al contraste (CSF) y grado de fibrosis de los restos capsulares anteriores, realizándose fotografías del segmento anterior del ojo en midriasis máxima para evaluar el tamaño de la capsulorrexis y el grado de descentramiento del implante. Para la valoración de la función de sensibilidad al contraste (frecuencias espaciales de 3, 6, 12, 18 y 24 ciclos por grado) se ha utilizado el test Gradual® de Opsia con una luminancia media constante de 85 cd/m2 (nivel fotópico bajo). La posición de los hápticos se ha determinado mediante observación directa con lámpara de hendidura y en los casos en que fue preciso se recurrió a la técnica de cilioscopia descrita por Domínguez (6). Para el estudio del descentramiento del implante y la medida del tamaño de la capsulorrexis, se han utilizado técnicas de análisis fotográfico por ordenador (7,8). El parámetro utilizado para medir el tamaño de la capsulorrexis ha sido el diámetro medio (media aritmética de cuatro diámetros de la capsulorrexis: horizontal, vertical y los dos diámetros que coinciden con la bisectriz de los ángulos formados por los dos diámetros anteriores), muy fácil de determinar y cuyos valores son muy próximos al diámetro equivalente propuesto por Gonvers et al. (9). Para establecer el grado de fibrosis capsular anterior se ha utilizado una clasificación en cuatro estadios basada en la propuesta por Auer et al. (10): — Estadio 0: ausencia de fibrosis capsular anterior o fibrosis clínicamente no apreciable. — Estadio I: fibrosis poco marcada y limitada al margen del anillo de la capsulorrexis. — Estadio II: fibrosis moderada difusa de la cápsula anterior. — Estadio III: fibrosis marcada de la cápsula anterior con constrición del anillo de capsulorrexis. En método de Cravy (11) en donde «+» representa un astigmatismo a «favor de la regla» y «–» uno en «contra de la regla», ha sido utilizado para analizar los resultados del astigmatismo. En los casos en los que la evolución del astigmatismo aconsejó la retirada del punto de sutura, ésta se realizó a las 6 semanas del postoperatorio. Se ha utilizado la prueba de la «chi-cuadrado» de Pearson para comparaciones de variables categóricas y el análisis de variancia para grupos independientes en el estudio de variables cuantitativas frente a cualitativas. Se ha calculado el grado de significación con una seguridad del 95% (p<0,05). RESULTADOS Las características de cada grupo de población estudiado aparecen recogidas en la tabla II. Utilizando la «chi-cuadrado» para la variable sexo y el análisis de la variancia para el resto de las variables consideradas, no se observan diferencias significativas entre los grupos estudiados. La figura 1 muestra la evolución de los resultados de la agudeza visual lejana corregida. La agudeza visual media es superior a los 7 (F=4,56, p<0,05) y 15 días (F=4,17, p<0,05) de la cirugía en los portadores de lente plegable. A los 7 días de la cirugía, el 66,7% de los pacientes con lente de hidrogel presentan una agudeza visual corregida igual o superior a 0,5, y el 26,7% igual o superior a 0,8, frente al 56,7% y 10% obtenidos respectivamente con las lentes de PMMA. Estos porcentajes se incrementan respectivamente, siendo cada vez menos importantes las diferencias entre los grupos, hasta igualarse en torno a los 30 días. A los 12 meses de la cirugía, por contra, los resultados con las lentes de PMMA son superio- ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 35-42 37 MIRANDA DÍEZ I, et al. Tabla II. Características de la población n Sexo Varones Mujeres Edad Media Rango Cilindro preoperatorio Media Tamaño inicial CCC Diámetro medio Facoemulsificación Tiempo medio (seg) Potencia media Potencia media de la LIO Hidrogel PMMA 30 30 14 (46,7%) 16 (53,3%) 12 (40%) 18 (60%) p NS 67,9 40-83 68,4 41-86 NS 0,66 0,71 NS 4,67 4,55 mm NS 44 22,3% 20,9 52 19,8% 20,4 NS NS NS P= grado de significación; NS: no significativo (p>0,05). Estadístico de contraste «ji-cuadrado» para la variable sexo y análisis de la variancia para el resto de las variables; CCC= capsulorrexis; LIO= lente intraocular; diámetro medio= media aritmética de cuatro diámetros (horizontal, vertical y los dos diámetros oblicuos que coinciden con la bisectriz de los ángulos formados por los dos anteriores). res a los de la lente de hidrogel (F=4,33, p<0,05). El 76,6% de los pacientes con lente de PMMA presentan una agudeza visual igual o superior a 0,8, frente al 56,7% de los portadores de lente de hidrogel. Los resultados de sensibilidad al contraste a los 2 y 12 meses tras la cirugía, se recogen en la figura 2. Se observan diferencias estadísticamente significativas a favor de las lentes de PMMA, para las altas frecuencias espaciales estudiadas (18 ciclos por grado, F=4,01, P<0,05; 24 ciclos por grado, F=4,42, p<0,05). Estos resultados son constantes a lo largo de todo el período de seguimiento y se hacen más patentes a los 12 meses de Fig. 1: Evolución de los resultados de la agudeza visual lejana corregida a lo largo de los 12 meses del postoperatorio. 38 la cirugía (18 ciclos por grado, F=4,49, p<0,05; 24 ciclos por grado, F=5,17, p<0,025). Los valores finales del astigmatismo se recogen en la tabla III. Existe una tendencia a los astigmatismos contra la regla en ambos grupos. La figura 3 y la tabla III, muestran el grado de fibrosis capsular observado en cada grupo al año de la cirugía. La observación de un grado variable de fibrosis capsular anterior es más frecuente en el grupo de pacientes portadores de una lente plegable intraocular de hidrogel (χ2 = 10,87, gl=3, p<0,025). Un 50% de estos pacientes presentan un grado moderado o importante de fibrosis de los restos capsulares anteriores (estadio II y III), frente al 33,3% de las lentes de PMMA. Fig. 2: Resultados de la sensibilidad al contraste (CSF) a los 2 y 12 meses del postoperatorio. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 35-42 Lentes intraoculares plegables de hidrogel Tabla III. Hallazgos postoperatorios a los 12 meses de la cirugía Daño de la LIO durante la manipulación Grado de fibrosis capsular anterior1 0 I II III Extensión de la fibrosis sobre la óptica de la LIO Deslumbramiento persistente a los 12 meses Capsulotomía posterior (YAG-láser) Implantación endosacular Descentramiento >1 mm Sinequia posterior de iris a LIO Sinequia posterior de iris a cápsula Astigmatismo medio inducido2 Hidrogel PMMA 2 0 (6,7%) 2 (6,7%) 13 (43,3%) 9 (30%) 6 (20%) 17 (56,7%) 11 (36,7%) 0 30 (100%) 4 (10%) 0 1 (3,3%) –0,64 13 (43,4%) 7 (23,3%) 6 (20%) 4 (13,3%) 0 2 (6,7%) 0 30 (100%) 2 (6,7%) 0 0 –0,79 1: basada en la clasificación de Auer et al (Klin Monatsbl Augenheilkd 1995; 206: 293-295): 0, ausencia de fibrosis o fibrosis clínicamente no apreciable; I, fibrosis poco marcada y limitada al margen del anillo de la capsulorrexis; II, fibrosis moderada difusa de la cápsula anterior; III, fibrosis marcada con constricción del anillo de capsulorrexis. 2: Método de Cravy. En la figura 4, aparecen recogidos los datos de la evolución del diámetro medio de la capsulorrexis de cada grupo, a lo largo del primer año del postoperatorio. Un menor grado de constricción del anillo de la capsulorrexis es observado en el grupo de PMMA que en el de hidrogel, pero estas diferencias no son estadísticamente significativas. El resto de los hallazgos postoperatorios más significativos observados a lo largo de los 12 meses de seguimiento, aparecen recogidos en la tabla III. bilitación visual gracias en gran medida al menor trauma quirúrgico (11) y al menor astigmatismo postoperatorio. Pero a largo plazo los resultados son inferiores a los conseguidos con las lentes de PMMA. La agudeza visual y la sensibilidad al contraste son inferiores y existe una mayor tendencia a la fibrosis de los restos capsulares anteriores a los 12 meses de la cirugía en el grupo de LIO de hidrogel. Además, y de forma característica, la proliferación fibrosa en este grupo, sobrepasa los límites de la capsulorrexis y se extiende sobre la superficie anterior de la óptica de la LIO, formando un fino velo que pue- DISCUSIÓN La lente de hidrogel mantiene las ventajas de la pequeña incisión permitiendo una rápida reha- Fig. 3: Grado de fibrosis capsular anterior a los 12 meses de la cirugía. Fig. 4: Variación del diámetro medio de la capsulorrexis (media aritmética de cuatro diámetros de la capsulorrexis: horizontal, vertical y los dos diámetros que coinciden con la bisectriz de los ángulos formados por los dos ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 35-42 39 MIRANDA DÍEZ I, et al. de incluso llegar a cubrir la casi totalidad de la superficie de la lente. Un velo similar es observado frecuentemente sobre la cápsula posterior, y en ocasiones sobre la superficie posterior de la óptica de la lente. A los 7 días de la cirugía el 66,7% de los pacientes con una lente de hidrogel presentan una agudeza visual corregida igual o superior a 0,5 y el 26,7% igual o superior a 0,8, frente al 56,7% y 10% obtenidos respectivamente con las lentes de PMMA. A las 6-8 semanas no se observan diferencias entre los dos grupos estudiados. Sin embargo, hay que destacar que si bien los resultados se mantienen constantes en el grupo de lentes de PMMA, en el grupo de lentes de hidrogel se aprecia una lente y progresiva caída de los valores medios de la agudeza visual corregida a partir de los 6 meses tras la cirugía. Los resultados de sensibilidad al contraste tienen un comportamiento similar al de la agudeza visual. Si bien en todo momento los resultados obtenidos con las lentes de PMMA son superiores a los de las lentes de hidrogel para todas las frecuencias estudiadas, las diferencias son mayores al año de la cirugía. Una menor sensibilidad al contraste de esta lente de hidrogel con respecto a las lentes de PMMA, ya ha sido puesta de manifiesto por Taña et al (12). Destaca la tendencia al astigmatismo «contra la regla» en ambos grupos, y aunque existe una relación directa entre el tamaño de la incisión y el valor del astigmatismo final, las diferencias observadas no tienen trascendencia clínica. Los resultados son comparables con la mayoría de los trabajos publicados (13-15). La fibrosis y opacificación de los restos capsulares anteriores acompañada de un grado variable de constricción del anillo de la capsulorrexis, se han convertido en un hallazgo frecuente tras la cirugía de la catarata (16-18), con las implicaciones clínicas que puede conllevar: descentramiento y captura capsular del implante, afectación de la visión periférica o central en el caso de opacificación y constricción importante del anillo, problemas de deslumbramiento, tracción crónica de la zónula y el cuerpo ciliar, hipotensión ocular y una mayor dificultad para la exploración o aplicación de tratamientos sobre la retina. Numerosos estudios han puesto de manifiesto el papel jugado por el propio material y diseño de la LIO en el desarrollo de fibrosis capsular anterior en el postoperatorio (8,19,20). El 75% de nuestros pacientes presentan algún grado de fibrosis capsular anterior clínicamente 40 manifiesto al año de la cirugía, siendo éste mayor en los portadores de lentes de hidrogel. Las mínimas variaciones en la técnica quirúrgica no parecen justificar estas diferencias. Tampoco hemos observado diferencias en el grado de limpieza de los restos capsulares, ni en el grado de inflamación en el postoperatorio que las justifiquen. No existen diferencias significativas en el tamaño inicial de la capsulorrexis realizada entre los dos grupos. La tendencia a realizar capsulorrexis más bien de pequeño tamaño ha podido contribuir al alto porcentaje de pacientes con algún grado de fibrosis capsular (21). El mayor tamaño de la óptica de las lentes de hidrogel, que hace que la superficie de contacto de la cápsula anterior con la óptica sea mayor que en el caso de las lentes de PMMA, podría estimular una mayor proliferación celular (22,23) que podría justificar el mayor grado de fibrosis capsular anterior observado en este grupo de pacientes. Además, y de forma característica, la proliferación fibrosa en los portadores de lente de hidrogel sobrepasa los límites de la capsulorrexis y se extiende sobre la superficie anterior de la óptica de la LIO. En el 60% de los pacientes de este grupo que presentan un grado clínicamente apreciable de fibrosis de los restos capsulares anteriores, ésta sobrepasa los límites de la capsulorrexis extendiéndose en mayor o menor grado sobre la superficie de la lente y formando un fino velo traslúcido (que puede pasar desapercibido cuando exploramos el segmento anterior del ojo con lámpara de hendidura si no lo buscamos expresamente), que puede en algunos casos llegar a cubrir casi por completo la totalidad de la óptica de la lente (fig. 5). Este comportamiento ya descrito por otros autores (24) no se observa con las lentes de PMMA, con las que incluso cuando existe una fibrosis importante ésta queda limitada a los restos capsulares anteriores (fig. 6). Un fino velo de características similares es observado también frecuentemente sobre la cápsula posterior aparentemente trasparente, y en ocasiones sobre la superficie posterior de la óptica de los pacientes portadores de las lentes de hidrogel (fig. 7). Este fino velo que se extiende sobre la superficie de la lente (que a nivel microscópico podría ser aún más extenso), sobre la cápsula posterior y en ocasiones también sobre la superficie posterior de la óptica, podría contribuir al deterioro de los resultados funcionales observado a lo largo del tiempo y al deslumbramiento persistente ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 35-42 Lentes intraoculares plegables de hidrogel Fig. 5: Gran proliferación fibrosa que llega a cubrir casi por completo la superficie anterior de la óptica de una lente de hidrogel a los 12 meses del postoperatorio. Fig. 6: Importante fibrosis en el borde de la capsulorrexis en un portador de lente de PMMA, que en ningún punto sobrepasa los bordes de la capsulorrexis. Fig. 7: Proliferación sobre la cara posterior de la óptica alterada de una lente de hidrogel a los 12 meses de la cirugía. Alteración de la óptica de una lente de hidrogel debida a su manipulación durante la cirugía. referido por el 36,6% de los pacientes portadores de lentes de hidrogel, que siguen acudiendo con gafas oscuras a su revisión anual. El hecho de que la fibrosis desborde los límites de la cápsula anterior, podría justificar que no existan diferencias significativas en el grado de constricción del anillo de la capsulorrexis entre los grupos, a pesar del mayor grado de fibrosis capsular anterior observado en los pacientes portadores de lentes de hidrogel. A pesar de que en todos los casos se ha conseguido la implantación simétrica endosacular de la LIO, hemos podido observar descentramientos importantes (>1 mm) con ambos tipos de lentes, sin que las diferencias observadas entre los grupos sean significativas. En dos casos hemos podido observar marcas en la superficie anterior de la óptica de la lente de hidrogel (fig. 7), sin duda relacionadas con su manipulación. Ambos pacientes, pese a encontrarse satisfechos con los resultados, refieren la visión de una línea luminosa que de arriba a bajo recorre el campo visual. El resto de los hallazgos postoperatorios son poco significativos, y no se observan diferencias entre los dos grupos estudiados. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 35-42 41 MIRANDA DÍEZ I, et al. BIBLIOGRAFÍA 1. Neumann AC, Mcarty GR, Sanders DR, Raanan MG. Small incision to control astigmatism during cataract surgery. J Cataract Refract Surg 1989; 15: 78-84. 2. Steinert RF, Brint SF, White SM, Fine IH. 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OFTALMOL., 2000; 75: 35-42 COMUNICACIÓN CORTA ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 43-46 NEUROTEKEOMA CELULAR DE LA CONJUNTIVA BULBAR. CASO CLÍNICO CELLULAR NEUROTHEKEOMA OF THE BULBAR CONJUNCTIVA. CASE REPORT TOLEDANO FERNÁNDEZ N1, GARCÍA SÁENZ S2, VARONA CRESPO C3, MARZABEITIA ARAMBARRI F4, ARTEAGA SÁNCHEZ A1, DÍAZ VALLE D5 RESUMEN SUMMARY Caso clínico: El neurotekeoma celular es un subtipo de neurotekeoma de histopatogenia confusa. Presentamos un raro caso de neurotekeoma celular de la conjuntiva bulbar en una mujer de 23 años. Discusión: El neurotekeoma o mixoma de la vaina nerviosa es un raro tumor benigno que surge en la infancia o en el inicio de la edad adulta, afectando sobre todo la parte superior del cuerpo (cabeza, cuello y miembros superiores). En nuestro conocimiento, éste es el primer caso descrito en la literatura de neurotekeoma en esta localización. Dado su aspecto se hace necesaria la biopsia para poder establecer el diagnóstico diferencial con respecto a quistes y neoplasias malignas conjuntivales. Case report: Cellular neurothekeoma is a distinctive subtype of neurothekeoma with an undetermined histopathogenesis. We report a very rare case of bulbar conjunctiva cellular neurothekeoma in a 23-year-old woman. Discussion: Neurothekeoma or nerve sheath myxoma is a rare benign tumor, which arises during childhood, and early adult life. It mainly locates in the upper portion of the body (head, neck and upper limbs). As far as we know, this is the first case report of cellular neurothekeoma in this location. Excissional biopsy is necessary to make the differential diagnosis from other cystic and malignant pathologies of the conjunctiva. Palabras clave: Neurotekeoma celular, conjuntiva bulbar, tumor benigno, diagnóstico diferencial, inmunohistoquímica. INTRODUCCIÓN El neurotekeoma, o también llamado mixoma de la vaina nerviosa es un raro tumor benigno Key words: Cellular neurothekeoma, bulbar conjunctiva, benign tumor, differential diagnosis, immunohistochemistry. que habitualmente se localiza en la cabeza, cuello y región supraescapular afectando en pocas ocasiones a las mucosas. Este tipo de tumor se sitúa en la dermis e hipodermis y no en los teji- Recibido: 29/1/99. Aceptado: 22/11/99. 1 Licenciado en Medicina. Departamento de Oftalmología. Hospital General de Móstoles. Madrid. 2 Licenciado en Medicina. Departamento de Oftalmología. Hospital Universitario de Getafe. Madrid. 3 Licenciado en Medicina. Departamento de Anatomía Patológica. Hospital General de Móstoles. Madrid. 4 Doctor en Medicina. Departamento de Anatomía Patológica. Fundación Jiménez Díaz. Madrid. 5 Doctor en Medicina. Departamento de Oftalmología. Hospital General de Móstoles. Madrid. Correspondencia: Nicolás Toledano Fernández C/. Mauricio Legendre, 38, bloque 1.º, 2.º B 28046 Madrid TOLEDANO FERNÁNDEZ N, et al. dos blandos profundos (1). Afecta a niños y a adultos jóvenes, siendo más frecuente en mujeres, con una relación mujer/hombre de 4:1 (1). Histológicamente, tiene unas características que lo hacen muy particular: el tumor está constituido por lóbulos, separados entre sí por tabiques de tejido conectivo, cada lóbulo contiene células fusiformes y redondas dispuestas de forma aislada o agrupadas dentro de una matriz mixoide; esta matriz, contiene ácido hialurónico y mucinas ácidas sulfatadas (1,2). Las células presentan escaso pleomorfismo y pocas imágenes mitóticas, es raro que se puedan identificar células benignas gigantes o neuritas entre estas células tumorales (1). Algunos tumores tienen lóbulos con poca mucina y pueden confundirse con tumores histiocíticos de la piel (1). Un subtipo de neurotekeoma, el celular, (como el de nuestro caso), fue descrito en 1990 por Barnhill y Mihm, y se caracteriza por una mayor celularidad y menos cambios mixomatosos, así como menor compartimentalización de tipo perineural (2). La histogénesis del neurotekeoma es controvertida; y aunque su diferenciación neural está ampliamente confirmada por estudios ultraestructurales, no está claro si procede de las células de Schwann o de los fibroblastos perineurales. La disposición de sus células, asentadas sobre la lámina basal y unidas por «uniones estrechas» (tight junctions), sugiere un origen a partir de las células perineurales, sin embargo la positividad para la proteína S-100, presente en ocasiones, y marcador habitual de las células de Schwann, apoyan este ultimo origen (1). Estudios ultraestructurales e inmunohistoquímicos se decantan más por las células de Schwann como precursoras de este tumor y no por los fibroblastos perineurales (3). Los estudios inmunohistoquímicos para nuestro neurotekeoma subtipo celular, incluyeron tanto los marcadores de las células de Schwann como los marcadores de los fibroblastos perineurales, resultando ambos negativos. No está muy claro por lo tanto si este subtipo representa el extremo del espectro del neurotekeoma o una entidad independiente que comparte alguna similitud histológica con el neurotekeoma (3). El diagnóstico diferencial del neurotekeoma, en general, incluye la mucinosis focal y el histiocitoma maligno fibroso (1). En el caso del neurotekeoma celular el diagnóstico diferencial deberá hacerse con el nevus de células epitelioides y con el de células en huso, el melanoma maligno, 44 el sarcoma epitelioide, el leiomiosarcoma epitelioide, y las proliferaciones histiocíticas fibrocelulares, como el histiocitoma fibroso y el xantogranuloma juvenil (2), incluso, algunos autores lo consideran como una variante epitelioide poco frecuente del leiomioma pilar (3). Existen muy pocos casos de neurotekeoma recogidos en el campo de la Oftalmología (4,5). Presentamos a continuación, un raro caso de neurotekeoma celular conjuntival, primer caso de esta variedad descrito en la literatura publicada. CASO CLÍNICO Mujer de 23 años que consultó por la aparición de un tumor indoloro en la conjuntiva bulbar nasal superior de su ojo izquierdo, de 3 meses de evolución. En la exploración oftalmológica se objetivó una masa de 2x2 cm, indurada, rojo oscura y móvil (fig. 1). El resto de la exploración fue rigurosamente normal en los dos ojos. Se hizo una resección completa del tumor bajo anestesia local, no existiendo recidiva del mismo tras un año de seguimiento. El estudio histológico mostró un tumor bien delimitado, no encapsulado, con lóbulos tabicados por tejido conectivo, que presentaban infiltrados inflamatorios perivasculares y células en huso tipo epitelioide, que se extendían de una forma anárquica entre los haces de colágeno, con un mínimo cambio en el estroma mixoide. Las células tumorales contenían cantidades variables de citoplasma eosinofílico, núcleos prominentes y nucleolo central basófilo (figs. 2, 3). Fig. 1: Tumor en la conjuntiva bulbar nasal superior izquierda. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 43-46 Neurotekeoma celular de la conjuntiva bulbar. Caso clínico Fig. 2: Neurotekeoma celular, células en huso y epitelioides extendiéndose difusamente entre los haces de colágeno con un mínimo cambio estromal mixoide. (Tinción con hematoxilina-eosina). Fig. 4: Pleomorfismo nuclear e imágenes mitóticas. Fig. 3: La misma imagen que la figura 2, a mayor aumento, mostrando las imágenes características de las células en huso y epitelioides. Fig. 5: Tinción positiva para la vimentina. El índice mitótico era bajo presentando cuatro imágenes por campo (cada campo equivale a 0,159 mm2). No había evidencia de ningún tipo de hiperplasia melanocítica ni nidos celulares adyacentes, así como ningún tipo de malignidad histológica (fig. 4). Hallazgos Inmunohistoquímicos: nuestro caso demuestra positividad a la tinción con vimentina (fig. 5), enolasa neuroespecífica (fig. 6) y focalmente para el EMA (Antígeno Epitelial de Membrana). Tanto la Actina, el Factor VIII, la proteína S100, NKI/C3 (marcador específico del melanoma) como el CD-34 resultaron negativos. Fig. 6: Tinción positiva para la enolasa neuroespecífica. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 43-46 45 TOLEDANO FERNÁNDEZ N, et al. DISCUSIÓN De acuerdo con la clasificación de los tumores del nervio periférico de Enzinger, establecida en 1983, los tumores con un patrón marcadamente mixomatoso y multinodular se clasifican como mixomas de la vaina del nervio (1). Las células de estos tumores se cree que derivan de los fibroblastos o de las células de Schwann localizadas en la capa perineural (1). Fue en el año 1990 cuando el neurotekeoma celular se describió por primera vez (2,3). Clásicamente, los neurotekeomas se localizan en cabeza y cuello de los adultos jóvenes. En nuestro caso, el tumor tiene las suficiente diferencias de la variante plexiforme (mixomatosa), como para garantizar su categoría de subtipo celular de neurotekeoma (2), sus células fueron negativas para la proteína S-100, y positivas para la vimentina y el EMA, sugiriendo que este tumor no deriva de las células de Schwann. A diferencia de la serie de nueve neurotekeomas celulares publicada por Calonje (3), en la cual todos los casos teñían positivamente con el marcador NK1/C3, en nuestro caso, dicha tinción ha sido negativa. Sin embargo, ese marcador es considerado de baja especificidad por los propios autores, aunque su positividad combinada con la negatividad para ciertos marcadores neurales podría ser de ayuda en el diagnóstico de neurotekeoma celular. Desconocemos las causas por las cuales nuestro caso clínico carece de este marcador. Este es, en nuestro conocimiento el primer caso de mixoma de la vaina del nervio en la conjuntiva bulbar. Los otros dos casos de neurotekeomas de los que tenemos conocimiento se localizaron en el párpado (4,5). Esta entidad benigna, tan poco frecuente, aparece normalmente en la piel, aunque en ocasiones se ha hallado en la cavidad oral, labio y médula espinal (3). 46 El origen del neurotekeoma se cree que es a partir de la vaina del nervio, tanto las células de Schwann, como los fibroblastos perineurales se han considerado como precursores de estos tumores (1). Los estudios Inmunohistoquímicos del neurotekeoma celular han sido insistentemente negativos para los marcadores de las células de Schwann, incluyendo la proteína S-100. Algunos de ellos, han mostrado positividad focal para la tinción de la actina del músculo liso, y basándose en estos hallazgos histológicos e inmunohistoquímicos, algunos autores creen que en realidad el neurotekeoma celular puede ser una variante epitelioide benigna del leiomioma (3). En nuestro caso, dada su localización y aspecto macroscópico fue necesario establecer el diagnóstico diferencial con otras patologías conjuntivales, tanto benignas (papilomas conjuntivales, dermolipomas, hemangiomas, nevus conjuntivales...), como malignas (carcinoma de células escamosas, hiperplasia linfoides, sarcoma, melanoma conjuntival,...). Dada la naturaleza benigna de este tumor, tal como se demuestra en la mayoría de las series de la literatura, hace que el tratamiento más adecuado sea la resección local. BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. 4. 5. Enzinger FM, Weiss SW. Soft tissue tumors. 3rd ed. St. Louis: Mosby; 1995; Chapter 31: 875-877. Barnhill RL, Mihm MC Jr. Cellular neurothekeoma. A distinctive variant of neurothekeoma mimickin nevomelanocytic tumors. Am J Surg Pathol 1990; 14: 113-120. Calonje E, Wilson-Jones E, Smith NP, Fletcher CDM. Cellular «neurothekeoma»; an epithelioid variant of pilar leiomyoma? Morphological and immunohistochemical analysis of a series. 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Case report: We report the evolution, complications and functional results of a 21-year- old patient with diabetic retinopathy, haemophilia and HIV +. Discussion: The risk of developing complications should not delay the treatment in diabetic retinopathy patients with haemophilia and HIV+. Key words: Diabetic retinopathy, HIV, haemophilia, macroaneurysm. Palabras clave: Retinopatía diabética, VIH, hemofilia, macroaneurisma. INTRODUCCIÓN La asociación de retinopatía diabética (RD), hemofilia e infección por VIH, es infrecuente en la clínica y existen pocos datos bibliográficos al respecto. Por estos motivos el tratamiento de este tipo de pacientes es difícil y el temor a posibles complicaciones derivadas de esta asociación pueden llevar a una demora excesiva en la aplicación de las pautas más aceptadas en el tratamiento de esta enfermedad. Se presenta el caso de un paciente seguido entre 1992 y 1999 y que no recibió el tratamiento adecuado en el momen- to preciso, probablemente por temor a causar complicaciones. CASO CLÍNICO Paciente varón de 21 años de edad, con hemofilia A, diabético desde los 2 años de edad, e infección por VIH y VHC presumiblemente como consecuencia de transfusiones de factores antihemofílicos. En 1992 acude tras pérdida brusca de visión en el ojo derecho a su oftalmólogo. Se apreció la existencia de una Recibido: 26/5/99. Aceptado: 4/10/99. Instituto Universitario de Oftalmobiología Aplicada (IOBA). Universidad de Valladolid. Valladolid. España. 1 Licenciado en Medicina. Servicio de Oftalmología. Hospital Universitario de Valladolid. 2 Doctor en Medicina. Comunicación presentada en la Reunión de la Sociedad Española de Retina y Vítreo (Madrid 1999). Correspondencia: Aragón JA Instituto Universitario de Oftalmobiología Aplicada. Facultad de Medicina Avda. Ramón y Cajal, 7 47005 Valladolid ARAGÓN JA, et al. hemorragia sub y prerretiniana que ocupaba todo el polo posterior (fig. 1.1I). En el ojo izquierdo (OI) presentaba una retinopatía dia- bética (RD) no proliferante moderada (fig. 1.1D). Fue revisado periódicamente sin realizarse ningún tratamiento. Fig. 1: Retinografías correspondientes a los años 1992 (1I: Od y 1D: OI), 1994 (2I: OI), 1995 (2D: OD), 1997 (3I: OI). Ecografía OD 1997 (3D). 48 ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 47-50 Retinopatía diabética en un paciente con infección por VIH y hemofilia tipo A Dos años después, en una nueva revisión, le observaron una zona de atrofia de epitelio pigmentario de la retina y una completa reabsorción de la hemorragia en ojo derecho (OD). Además bajo la arcada temporal superior existía una zona fibrosa posiblemente secundaria a la ruptura de un macroaneurisma causante de la hemorragia. En la cabeza del nervio óptico se descubren por primera vez drusas (fig. 1.2I). En 1995 se evidencia la progresión de la RD en el OI hacia una forma no proliferante severa o muy severa con edema de mácula clínicamente significativo que tampoco fue tratado (fig. 1.2D). En marzo de 1997 tras pérdida brusca de visión, esta vez en el OI, es remitido por primera vez a nuestro centro. La agudeza visual (AV) era de 0,1 en OD y de percepción de luz en el OI, el polo anterior no mostraba hallazgos significativos. Presentaba signos de RD preproliferante en el OD (fig. 1.3I), y una hemorragia vítrea retrohialoidea e intravítrea en OI (fig. 1.3D). Se le propuso la realización de panretinofotocoagulación en el OD que rechazó y una vitrectomía con aplicación de endoláser en el OI que se realizó. Tras la intervención desarrolló un hipema masivo que requirió la administración de factor VIII, lavado quirúrgico de la cámara anterior y tratamiento hipotensor. La AV en OI había mejorado en noviembre de 1997 a 0,05 (0,1 con estenopeico) aunque presentaba una catarata polar posterior. El paciente decidió posponer la cirugía de catarata en ese ojo así como la realización del tratamiento láser en el OD. Sin embargo tan sólo 2 meses después hubo que realizar vitrectomía con aplicación de endoláser en OD por una hemorragia vítrea de aparición brusca. Tras ser operado de catarata en el OI la AV en el momento actual es 0,175 en OD y 0,2 en OI (figs. 2.4I y 2.4D). DISCUSIÓN No se ha encontrado ninguna referencia bibliográfica que haga mención a la asociación en un mismo paciente de retinopatía diabética, hemofilia e infección por VIH. Así pues, la experiencia en el manejo de estos pacientes es muy limitada. Es llamativa la presencia de un macroaneurisma retiniano en un paciente varón, joven y no hipertenso, que puede estar asociado a la infección primaria por VIH, tal y como ha sido descrito previamente en aneurismas de otras localizaciones (1,2). Igualmente es destacable la existencia de drusas en la papila, lo cual parece un hallazgo totalmente casual. La infección por VIH se ha descrito como un factor capaz de acelerar la progresión de la retinopatía diabética (3) y la hemofilia, debido al riesgo de sangrado, es una fuente potencial de complicaciones en la aplicación del tratamiento. En el caso de este paciente, parece evidente que la retinopatía diabética es la causa fundamental de la pérdida de función visual y que el protocolo de tratamiento (4) de la de la misma debería haber sido aplicado sin demora, asumiendo las posibles complicaciones, algunas de las cuales se produjeron en este paciente. Un buen control hematológico de la coagulación debe preceder a cualquier intervención terapéutica, lo que facilita el control de las complicaciones hemorrágicas (5). Fig. 2: Aspecto actual del fondo de ojo (4I: OI y 4D: OD). ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 47-50 49 ARAGÓN JA, et al. BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 50 Lang C, Jacobi G, Kreuz W, Hacker H, Herrmann G, Keul HG et al. 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OFTALMOL., 2000; 75: 51-54 EPITELITIS RETINIANA AGUDA: SÍNTOMAS POCO FRECUENTES EN UN CASO CLÍNICO ACUTE RETINAL PIGMENT EPITHELIITIS: UNCOMMON SYMPTOMS IN A CASE REPORT PADILLO POYATO MD1, FERNÁNDEZ-REYES LUIS MF1, JULVE SAN MARTÍN A1, FERNÁNDEZ GONZÁLEZ MC1 RESUMEN SUMMARY Caso clínico: Presentamos un caso de epitelitis retiniana aguda (E.R.A.) en una mujer joven que debutó con acusada disminución de agudeza visual (A.V.) y presentó alteración en la visión del color. La paciente fue tratada con antiinflamatorios no esteroideos (AINES) sistémicos con recuperación de A.V. a la unidad en tres semanas. Discusión: Destacamos el debut con importante disminución de A.V. a niveles inhabituales en esta enfermedad. La alteración en la visión del color es un síntoma excepcional en las series publicadas. La recuperación de A.V. en corto período de tiempo es lo habitual aunque, en este caso, es tan solo de tres semanas ignorando la relación con los AINES. Case report: We describe an acute retinal pigment epitheliitis (A.R.P.E) case in a young woman who noticed an acute decreased vision and color vision defects. The patient was treated with systemic nonsteroidal anti-inflammatory drugs (NSAIDs) with recovery of visual acuity to normal in three weeks. Discussion: We highlight the debut with important decrease of visual acuity at levels that are not common in this illness. The disturbance in color vision is a rare symptom. The visual acuity recovery in a short period of time is what usually happens, and in this case it is just three weeks, not knowing how it relates to NSAID. Key words: Acute retinal pigment epitheliitis, color vision defects, visual acuity, NSAIDs. Palabras clave: Epitelitis retiniana aguda, alteración en la visión del color, agudeza visual, AINES. INTRODUCCIÓN La E.R.A. es una enfermedad de causa desconocida que afecta al epitelio pigmentario de la retina (E.P.R.) foveolar y que se presenta preferentemente en adultos jóvenes sanos. Aunque ha sido considerada como la fase temprana de otras enfermedades maculares, actualmente se considera como entidad clínica propia (1). Los síntomas agudos suelen ser disminución de A.V. más o menos intensa y/o escotoma central. La visión del color suele ser normal y la sintomatología revierte en un período corto de tiempo. Recibido: 3/12/98. Aceptado: 22/11/99. Servicio de Oftalmología. Hospital 12 de Octubre. Madrid. España. 1 Licenciado en Medicina. Comunicación presentada en panel en el LXXIV Congreso de la S.E.O. (Alicante 1998). Correspondencia: MD Padillo Poyato C/. Chile, 11, 4.º C 28914 Leganés (Madrid) PADILLO POYATO MD, et al. CASO CLÍNICO Mujer de 31 años que acude a urgencias por disminución de A.V. en ojo izquierdo (O.I.) de dos días de evolución. Es sana, refiriendo únicamente síntomas catarrales de unos días de evolución. En los antecedentes oftalmológicos destaca una anisometropía [ojo derecho (O.D.) miope de –8 DP y con moderada ambliopía]. Exploración oftalmológica: A.V. O.D. c.s.c.: 0,6. A.V. O.I. c.s.c.: movimiento de manos. Motilidad ocular intrínseca (MOI) y extrínseca: normal. Biomicroscopia del segmento anterior (BMC): normal. Fundoscopia O.I.: lesiones foveolares de aproximadamente 300 micras de diámetro de color anaranjado con una zona central más blanquecina. No desprendimiento seroso asociado ni inflamación vítrea (figs. 1 y 2). Fundoscopia O.D.: coriorretinopatía miópica. Ante la sospecha de un proceso inflamatorio retiniano y los síntomas catarrales de la paciente se instaura tratamiento con ibuprofeno (600 mgr/6 horas) de forma empírica. Angiofluoresceingrafía (AFG) O.I.: a nivel de las lesiones aumento de fluorescencia coroidea por efecto ventana a través del E.P.R., con punto central más oscuro por bloqueo de la fluorescencia (fig. 3) sin difusión de fluoresceína a nivel de las lesiones en los tiempos tardíos (fig. 4). En la revisión a las tres semanas la paciente nota mejoría subjetiva clara de A.V. pero refiere «confusión en la visión de los colores» de modo intermitente. En la exploración se objetiva: A.V.O.I.: 1 difícil, MOI: normal, BMC: normal, Amsler: normal, Campimetría (prueba de umbral central 10-2 de Humphrey): no se aprecian escotomas, test 28 HUE de ROTH según FarnsworthMunsell: alteración de la visión de los colores Fig. 3: A.F.G. O.I.: hiperfluorescencia a nivel foveolar por efecto ventana del E.P.R. Fig. 1: Lesiones foveolares en O.I. Fig. 2: Mayor aumento. O.I. 52 Fig. 4: A.F.G. O.I.: no extravasación de contraste en tiempos tardíos. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 51-54 Epitelitis retiniana aguda paralela al eje B-Y (fig. 5). Fundoscopia: no hay cambios en las lesiones. Hasta el cuarto mes de seguimiento la A.V. se mantiene en 1 difícil sin cambios en el fondo de ojo y persiste por parte de la paciente la sensación subjetiva de alteración de visión del color. DISCUSIÓN La E.R.A. es un raro trastorno del E.P.R. foveolar. Las descripciones de casos clínicos en la literatura son relativamente escasas (1-5.). La etiología permanece incierta aunque por los hallazgos fundoscópicos y la anamnesis del paciente se sospecha que los cambios pigmentarios maculares pueden representar una respuesta secundaria subaguda del E.P.R. a una inflamación aguda primaria de la retina neurosensorial de probable etiología viral (2,5). El pronóstico de esta patología es bueno, por lo cual no suele indicarse tratamiento. En nuestro caso nos planteamos un tratamiento empírico con ibuprofeno dada la sintomatología catarral de la paciente y ante el convencimiento de que aunque no resultase beneficioso para la retina tampoco sería perjudicial. Desconocemos el efecto que los corticoides pudieran tener en esta entidad. Debemos plantearnos el diagnóstico diferencial entre las siguientes entidades: — Drusas aisladas en polo posterior. Éstas pueden dar un patrón similar en la AFG, con hiperfluorescencia en fase coroidea y sin extravasación de contraste en fases posteriores. — Los microaneurismas de la retinopatía diabética pueden ser ocasionalmente confundidos si solo observamos en el angiograma la fase arteriovenosa. La ausencia de alteraciones pigmentarias así como la observación de las lesiones típicas de la retinopatía diabética nos encaminarán al correcto diagnóstico. — El aspecto fundoscópico de un fundus flavimaculatus no debería confundirse con la ERA. — Las alteraciones a nivel del EPR que se producen en el centro de un agujero macular son angiográficamente indistinguibles de las observadas en la ERA. Sin embargo, una exploración minuciosa biomicrocópica del polo posterior ayudará al diagnóstico. — La ERA debe ser distinguida de la epiteliopatía placoide posterior multifocal aguda. Destacamos de este caso: – El debut con intensa disminución de A.V. a niveles inhabituales. En un estudio de Eifrig (3) sobre 61 pacientes sólo un 6% presentaban una A.V. de 20/200 o peor y en la serie de Chittum sobre 8 pacientes, ninguno presentaba una A.V.<20/80 (4). — La enfermedad se caracteriza por su buen pronóstico y recuperación de A.V. en un plazo variable de tiempo (entre 6 y 12 semanas). En este caso, en sólo tres semanas la agudeza visual era de 1 difícil ignorándose si pudo haber un efecto beneficioso con el ibuprofeno. — La alteración en la visión del color es excepcional, no habiendo encontrado los autores referencias en la literatura revisada. Conocer esta entidad es importante de cara a informar al paciente sobre el excelente pronóstico en cuanto a la recuperación de A.V. BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. 4. Fig. 5: Test 28 HUE de ROTH según Farnsworth-munsell: defecto paralelo al eje B-Y. 5. Prost M. Long-term observations of patients with acute retinal pigment epitheliitis. Ophthalmologica 1989; 199:84-89. Krill AE, Deutman AF. Acute retinal pigment epitheliitis. Am J Ophthalmol 1972; 74: 193-205. Eifrig DE, Knobloch WH, Moran JA. Retinal pigment epitheliitis. Ann Ophthalmol 1977; 9: 639-642. Chittum ME, Kalina RE. Acute retinal pigment epitheliitis. Ophthalmology 1987; 94: 1.114-1.119. Lutrull JR, Chittum ME. Acute retinal pigment epitheliitis. Am J Ophthalmol 1997; 123: 127-129. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 51-54 53 ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 55-56 COMUNICACIÓN CORTA ALTERACIONES VISUALES INDUCIDAS POR DIGOXINA CON NIVELES TERAPÉUTICOS INDUCED VISUAL ALTERATIONS WITH THERAPEUTIC BLOOD LEVELS HONRUBIA A1, ANDRES JM2, ALCAINE F2, BONASA E2, FERNÁNDEZ J2, LUJAN B3 RESUMEN SUMMARY Caso clínico: Presentamos el caso clínico de una paciente que acudió al Servicio de Oftalmología por referir fotopsias. Tras una exploración minuciosa no se constató ninguna alteración visual que justificara la sintomatología. Como único antecedente personal de interés encontramos el inicio del tratamiento con digital dos meses antes. Ante la sospecha de una intoxicación digitálica, se remitió a la paciente para su estudio en el Servicio de Urgencias. Discusión: Tras los estudios realizados se decidió retirar el tratamiento con digitálicos, lo que conllevó la mejoría subjetiva de la paciente y la desaparición de las alteraciones visuales. No debemos olvidar que la toxicidad ocular de la digoxina puede aparecer tanto con niveles tóxicos del fármaco en sangre, como con niveles terapéuticos, y es, en este caso, cuando el cuadro puede pasar desapercibido si se confía únicamente en la digoxinemia. Case report: An elderly patient was referred to the ophthalmologist for evaluation of photopsia. An ophthalmic examination demonstrated no objective visual alterations. The patient had been receiving digitalics for two months. We suspected digitalis intoxication and the patient was remited to the Emergency Service. The patient's digoxin blood level was normal. We obtained a rapid improvement in the patient's symptoms by discontinuing the medication. Discussion: We must remember that ocular toxicity may occur with therapeutic blood level of the medication and not only when the intoxication appears. Key words: Photopsia, digoxin toxicity, digoxin intoxication. Palabras clave: Fotopsias, toxicidad digitálica, intoxicación digitálica. INTRODUCCION La toxicidad ocular de la digoxina puede aparecer tanto con niveles tóxicos del fármaco en Recibido: 15/2/99. Aceptado: 4/10/99. Hospital Comarcal Alcañiz. Teruel. España. 1 Doctor en Medicina. Oftalmología. 2 Licenciado en Medicina. Medicina Fam. y Com. 3 DUE Consulta Oftalmología. Correspondencia: Ana Honrubia Grijalbo Urb. Torrebarajas, 29 50011 Zaragoza sangre, como con niveles terapéuticos. Es en este caso, cuando los niveles de digoxina se mantienen normales, cuando el cuadro puede pasar desapercibido si no pensamos en la posi- HONRUBIA A, et al. bilidad de la aparición de los efectos secundarios (1). Debemos, por lo tanto, prestar especial atención a las alteraciones visuales referidas por el paciente, a pesar de ser completamente inespecíficas, como la afectación del campo visual con «oscurecimiento de la visión» o las fotopsias (2). CASO CLÍNICO Presentamos el caso clínico de una paciente de 72 años, que acude a nuestro Servicio de Oftalmología, remitida en consulta normal desde Atención Primaria por presentar alteraciones visuales inespecíficas y progresivas de un mes de evolución. La sintomatología que refería la paciente (fotopsias) ocupaba, ya, prácticamente todo el campo visual de ambos ojos. Como antecedentes personales presentaba estenosis mitral, arritmia completa por fibrilación auricular, y un accidente cerebrovascular isquémico (ACV) en territorio silviano izquierdo sin secuelas neurológicas. La paciente había comenzado tratamiento con digoxina hacía dos meses y las alteraciones visuales aparecieron 1-2 semanas después, siendo progresivas y conservando una agudeza visual normal. En la exploración oftamológica se constató una agudeza visual corregida con ambos ojos de 8/10, polo anterior compatible con la normalidad, una tensión ocular de 16 mmHg, y el estudio del fondo de ojo fue normal, sin encontrar ninguna alteración de retina periférica que pudiera justificar la sintomatología visual. Se realizó campimetría automática con Campímetro de Humphrey, test de screening de campo completo de 81 puntos, que no reflejó ninguna anormalidad; realizamos este test campimétrico de campo completo, para descartar algún defecto concreto de campo visual que orientará el cuadro hacia un nuevo ACV, dado los antecedentes de la paciente. En el test de Farnsworth no se apreciaron alteraciones en la percepción de los colores. No se realizaron pruebas electrofisiológicas por carecer en nuestro hospital de Servicio de Neurofisiología. Ante la sospecha de una intoxicación digitálica, remitimos a la paciente al Servicio de Urgencias. En el electrocardiograma realizado se constató la presencia de una arritmia completa por fibrilación auricular con una frecuencia ventricu- 56 lar media de 40 por minuto, con pausas ocasionales mayores de 2 segundos, siendo el resto de la exploración general compatible con la normalidad. Se decidió el ingreso por el Servicio de Medicina Interna. Los parámetros analíticos fueron compatibles con la normalidad, incluida la función renal. La radiografía de tórax mostraba signos de insuficiencia cardiaca crónica. Retirada la digoxina, mejoró subjetivamente de manera importante la sintomatología visual a las 48-72 horas. El resultado de la digoxinemia que fue normal (2,75 ng/cc), no se recibió hasta 4-5 días después, por encontrarnos en un Hospital Comarcal y tener que remitir el estudio de la digoxinemia a nuestro Hospital de referencia. En la exploración oftalmológica realizada un mes más tarde los resultados del estudio seguían siendo compatibles con la edad y normalidad, habiendo desaparecido por completo las fotopsias, motivo de consulta de la paciente. DISCUSIÓN Las alteraciones visuales de la digoxina pueden darse incluso con niveles terapéuticos en sangre y en ausencia de evidencia clínica cardíaca o digestiva de intoxicación por el fármaco (1,3). Las alteraciones visuales asociadas con la digoxina consisten en disminución de la visión central, fotopsias, o alteración del campo visual. Son frecuentes las cromatopsias, visión de los objetos con una coloración anormal debido a la presencia de los digitálicos en la sinapsis de los fotorreceptores, y las discromatopsias en el eje azul-amarillo (2). Por lo tanto el cuadro clínico ocular no debe ser subestimado por el Médico de Familia o el Cardiólogo aún en ausencia de cualquier otra sintomatología sistémica, y aún con niveles terapéuticos de digoxina (1). BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. Wolin MJ. Digoxin visual toxicity with therapeutic blood levels of digoxin. Am J Ophthalmol 1998; 125: 406-407. Chuman MA, LeSage J. Color vision deficiences in two cases of digoxin toxicity. Am J Ophthalmol 1985; 100: 682-685. Butler UP, Odel JG, Rath E et al. Digitalis-induced visual disturbances with therapeutic serum digitalis concentrations. Ann Intern Med 1995; 123: 676-689. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 2000; 75: 55-56 SECCIÓN HISTÓRICA ¿A QUÉ SANTO IMPLORAR? ARRUGA A1 Con la inexorable secularización ¿a qué santo invocarán nuestros jóvenes compañeros? Antaño, al asomar el vítreo, o si al concluir un Elliot se colapsaba el globo; si la angular o las celdas etmoidales complicaban nuestra dacrio, era costumbre apelar a un santo para que nos echara una mano. ¿Cómo no, si el gran Traugott Wilhelm Gustav Benedict, 50 años profesor en la Universidad de Breslau, rezaba antes de cada operación? (1). Con razón dice Linksz que más a menudo debiéramos acordarnos de que «nuestras» curaciones lo son por la gracia del Señor (2). ¿No lo olvidábamos con excesiva frecuencia al experimentar estúpida satisfacción personal si la operación concluía exitosamente? Desde tiempos remotos desempeña un papel importante, en la cristiandad, la veneración de los santos. La Iglesia no la preceptúa pero permite invocarlos asignándoles un papel de intermediarios. En la primera cura oftálmica que registra la Biblia, la recuperación de la vista de Tobit por su hijo Tobías, con el consejo de Rafael, ya quedó claro que el milagro fue obra de Dios (3). No hay condición ni actividad que no tenga su santo protector. A San Urbano apelarán los que padecen orzuelos, a San Siforiano los cataratosos; los miopes a San Jerónimo y los que sufren neuralgias a San Medardo. Los impotentes a San Renato y los eunucos a San Aquileo. Si tu esposa es malhumorada, invoca a San Acario y si estás harto de tu matrimonio a San Mederico. El patrón de los maridos engañados a San Gangulfo. La protectora de las prostitutas Santa María Magdalena —también Santa Afra y Santa Licia—. San Sebastián es patrón de los homosexuales y de los políticos; un patronazgo muy ad hoc, pues San Sebastián puso su conciencia por delante de su cargo. Los ladrones tienen por patrón a San Dimas y los banqueros a San Mateo, San Cristóbal, San Clemente y San Miguel Arcángel... aunque para mantenerse honrado un banquero necesita la protección de todos los santos. 1 Doctor en Medicina. San Justo Desvern. Barcelona. España. Aunque en el «Libro de los Santos» (4) sólo figura como protector de los afectados de dolor de estómago, cólicos, niños con trastornos de dentición y agraviados, Valentín Castanys asignaba a San Agapito el patronazgo de los árbitros de fútbol, quizás porque al santo se lo ha representado colgando cabeza abajo encima de las llamas de una hoguera. El patrono de los policías es San Severo. Los Santos Cosme y Damián son patronos de cirujanos y barberos. Para pedir éxi- Fig. 1: Durero representó a San Jerónimo con una expresión característicamente miópica. Fig. 2: Santa Clara, Santa Lucía y Santa Odilia, protectoras de la vista; pero a ninguna se atribuyen curas oculares milagrosas. to en una operación quirúrgica se invoca a San Camilo de Lelis (4). La Biblia y la Legenda aurea refieren la mediación de ángeles y santos en curaciones oculares. Pero como auxiliadoras en enfermedades de la Fig. 3: San Eduardo Confesor (Izda.) examinando la agudeza visual de uno de los muchos ciegos que curó. A la derecha: tres ciegos conducidos por un tuerto. 58 Fig. 4: Aunque contemporáneos, no sabemos si San Antonio y Santa Lucía se conocieron. El escultor los plasmó así. Entre los dos, el cerdito ciego y paralítico al que curó San Antonio. vista y patronas de oculistas se veneran Santa Lucía de Siracusa y Santa Clara de Assisi, aunque la única relación oftálmica que existe en la historia de estas santas es la de sus nombres (lux; clarus). A Santa Lucía como a Santa Odilia (venerada en Alsacia y Alemania) se las representa llevando dos ojos; en un plato Santa Lucía, sobre un libro de oraciones Santa Odilia. Según una leyenda Santa Lucía —pretendida cuando novicia por un admirador fascinado por la belleza de los ojos de la doncella— se practicó una autoavulsión bilateral, para mandarle al cortejador los globos. La leyenda, errónea, se debería a confusión con la historia de una jerezana, llamada también Lucía, que vivió años más tarde (5). Santa Odilia debe el patronazgo a su ceguera congénita. Curó cuando el obispo von Regensburg, al bautizarla, le tocó los ojos con el santo crisma. Transformó el Castillo de Hochenburg (más tarde llamado Odilienburg) en convento y a su pie erigió un hospital donde eran atendidos enfermos de la vista. Otros santos que fueron ciegos se veneran como protectores de la vista: Saulo de Tarso (más tarde San Pablo) curado en Damasco por Ananías, que lo bautizó (3); San Longino, el centurión ciego que clavó la lanza a Jesús en la cruz y curó al salpicarle los ojos la sangre del Redentor y se convirtió. Y Santa Cecilia; de ahí su nombre (caecitas). A San Vito se atribuyen milagros realizados cuando niño, entre otros, la curación de la ceguera de su padre. San Pantaleón devolvió la vista a un rico ciego que, seguidamente, se hizo bautizar con toda su servidumbre (4). San Amando de Maastricht curó a una ciega cuyo mal le venía de haber adorado al demonio. Y a un mendigo; éste recuperó la vista al mojarse los ojos con el agua con la cual se había lavado las manos el santo. Asimismo se atribuyen curaciones por el agua a San Eduardo Confesor (último rey de la dinastía anglosajona). San Antonio Abad, il marabutto di Teba, también conocido como el «del cerdito» o «de los burros», invocado en la Edad Media contra los padecimientos por el cornezuelo del centeno (y también, contra otras enfermedades gangrenosas) devolvió la vista a un cerdo ciego: por ello, bien merece contarse entre los «santos sanadores oftálmicos». Para quienes admiten la posibilidad de un fracaso, un fallo o un contratiempo, cabe preguntarse si no sería lo más racional invocar, en momentos comprometidos, a santos acreditados como «sanadores oftálmicos». Naturalmente esto no atañe a los infalibles, para los que no existe la eventualidad del yerro. Aun así ¡que San Antonio les ampare! BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. 4. 5. Shastid TH, Benedict TWG. Amer Encycl Ophthalmol Chicago 1913; 2: 930. Linksz A. An ophthalmologist looks at Art. San Francisco: Smith-Kettlewell; 1980. Sagrada Biblia. Tob. xi 13-15. Act. ix 8-19. Montes JM. El libro de los Santos. Madrid: Alianza Editorial; 1996. Foster J. Curiosa ophthalmica. Trans Ophth Soc. Australia 1952; 12: 30. 59 SECCIÓN ICONOGRÁFICA BENITO DAZA DE VALDÉS Córdoba, 1592-1634 NOGUERA PALAU JJ1 No fue oftalmólogo ni siquiera médico. Fue un Notario de la Inquisición con unos grandes conocimientos de óptica y de matemáticas. Su obra «Uso de los antojos», publicada el año 1623 y dedicada a Nuestra Señora de la Fuensanta, es el primer libro de óptica escrito en castellano; lejos de ser un tratado puramente teórico, contiene abundante información sobre la utilización de las lentes para mejorar la visión, sobre la ambliopía y la operación de cataratas y sobre la corrección óptica de la hipermetropía, la presbicia y la afaquia. El esquema propuesto por Daza de Valdés para clasificar las lentes es el distintivo de nuestra Sociedad Española de Oftalmología. Portada de «Uso de los antojos». España 1966 (Edifil 1706). 1 Oftalmólogo. Pamplona. España. CRÍTICA DE LIBROS Y MEDIOS AUDIOVISUALES Identificación del libro Título: Cirugía de la catarata Autores: Laurent Laroche, Dan Alexandre Lebuisson y Michel Montard Traducción: Dra. Laura Munoa Salvador Ciudad, Editorial y año: Edición española: Barcelona, Masson S.A. 1998 Edición original: París, Masson S.A. 1996 ISBN (traducción española): 84-458-0599-1 ISBN (edición original): 2-225-84663-4 Otra información Número de páginas: 456. Número y características de las ilustraciones: 445 ilustraciones en color. Precio aproximado: 39.500 pesetas. Crítica Esta obra dedicada a la memoria del profesor J.I. Barraquer es un libro en el que los autores han pedido para su realización la colaboración de casi medio centenar de expertos. Obra dedicada exclusivamente a la cirugía de la catarata, con prólogos en su edición francesa del Dr. Jacques Charleux y en la española del Prof. Joaquín Barraquer, revisando ambos en ellos someramente la evolución y futuro de dicha cirugía. El libro, como dicen los autores, no se limita al acto quirúrgico en sí, sino que analiza los conceptos y el entorno que anteceden, acompañan y prolongan dicho acto quirúrgico. Así, los primeros capítulos están dedicados a las indicaciones, exploraciones previas a la cirugía, condiciones del quirófano, aparatos y técnicas de imagen e información, temas no siempre fáciles de encontrar explicados en un libro de cirugía. Especial atención merece el capítulo que trata de la Cirugía Ambulatoria, en donde se analiza detalladamente la organización de este tipo de cirugía cada día más extendida, así como los referidos específicamente a los diferentes tipos de anestesia, soluciones de uso intraocular y materiales de sutura. Los capítulos centrales de la obra están dedicados a las técnicas quirúrgicas, exponiéndose detalladamente desde los variados tipos de incisiones, pasando por las diferentes maniobras y técnicas, sobre todo las de facoemulsificación, pero sin olvidar las de extracción extracapsular manual, facofragmentación e incluso facoláseres, hasta la descripción de las diversas lentes intraoculares y sus técnicas de implantación y explantación. En capítulos específicos son objeto de estudio las complicaciones, tanto del segmento anterior como posterior, las implantaciones secundarias, las cirugías combinadas y aquéllas en los casos especiales de cataratas. Para terminar se hace mención expresa sobre las normas europeas relativas a los medicamentos y dispositivos médicos, así como se dedica exclusivamente un capítulo a la información al paciente y consentimiento informado. La obra es muy didáctica, con numerosas ilustraciones, concediéndosele gran importancia a las mismas, tanto a las fotografías como a los dibujos y gráficos en color. En resumen, una obra en la que se dice todo o casi todo sobre la cirugía de la catarata, y de gran utilidad tanto como motivo de estudio y ayuda para 64 el oftalmólogo en formación como de consulta para el especialista cirujano ya experimentado. Autor de la crítica J.L. Pérez Salvador Burgos CRÍTICA DE LIBROS Y MEDIOS AUDIOVISUALES Identificación del CD-rom Título: LEO Clinical Update Course on Cataract Editores de la edición: Ophthalmology Interactive & Foundation of the American Academy of Ophthalmology Ciudad, Editorial y año: Boston, Ophthalmology Interactive, 1999 Otra información Número de temas tratados: 16. Número y características de las ilustraciones: Múltiples ilustraciones y cuatro vídeos. Necesidades: Pentium PC con Windows 95/98 o Macintosh. Precio aproximado: 100$. Crítica Una nueva forma de acceder a información actualizada: el CD-rom. LEO (Lifelong Education for the Ophthalmologist™) es un programa de formación continuada desarrollado por la Academia Americana de Oftalmología. En la actualización que aquí comentamos el tema tratado es la catarata, analizando aspectos generales (técnicas de anestesia, técnicas actuales de facoemulsificación, nuevos modelos y materiales en lentes intraoculares) y particulares de actualidad (cirugía de catarata tras procedimientos refractivos, catarata y glaucoma, antimetabolitos, manejo del vítreo). El CD está organizado a modo de sesión clínica con todos sus inconvenientes y alguna ventaja. Puede verse todo el CD-rom de forma seguida con la presentación sucesiva de todos los tópicos (se escucha al ponente presentando su conferencia y estamos apoyados por sus diapositivas) o, según nuestro interés, podemos pasar de unos ponentes a otros o de unas presentaciones a otras; además, hay una actualizacion, en texto, de los aspectos más relevantes de la cirugía de catarata. En general, los temas son tratados con la superficialidad que impone la presentación de 10 minutos; no sirven para profundizar en los temas pero sí para actualizarnos en todos ellos. Ventajas: sencilla forma de actualizar conocimientos, necesitando sólo un ordenador. Inconvenientes: el idioma, pues en el momento actual las versiones son sólo en inglés; sin embargo, puede ser una forma de mantener viva nuestra oftalmología y nuestro inglés. También se adjunta un test de 18 preguntas con respuestas múltiples sobre los temas tratados; si se acierta la respuesta, se pasa a la siguiente; si se falla, el CD nos lleva automáticamente a la zona del CD donde se aclaraban los temas relacionados con la pregunta. En general, una nueva forma de actualización de conocimientos acordes con los tiempos aunque desde el punto de vista teórico no sustituya, al menos el CD que comentamos, ni literatura científica ni libros; eso sí, en sólo un CD-rom se recoge información que requeriría una labor de búsqueda intensiva, un trabajo de fotocopiadora extenso y cargar con el material. Animo a considerar estas nuevas opciones de formación continuada. Autor de la crítica J. Mendicute San Sebastián