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UCYR, ¿un lugar para vivir? II Congreso de la Asociación Canaria de Rehabilitación Psicosocial Las Palmas de Gran Canaria, Marzo de 2011 Mónica García Ortega. Psicóloga Clínica. UCYR. Se me ha invitado a esta mesa llamada “lugares para vivir” para que hable de las Unidades Clínicas y de Rehabilitación de Gran Canaria como “un lugar para vivir”. El título de esta ponencia figura entre interrogantes porque realmente UCYR no es un “lugar para vivir”, aunque se haya convertido en “lugar para vivir” para algunas personas con trastorno mental grave. ¿Qué es UCYR? UCYR son las siglas de Unidades Clínicas y de Rehabilitación, unas unidades hospitalarias para ingresos de larga estancia de personas con trastorno mental grave. Su objetivo es lograr el mayor nivel de estabilización en la clínica y la mayor autonomía posible de cada uno de los pacientes, trabajando de forma individualizada con ellos y su familia, para conseguir una buena integración en la comunidad. Arquitectónicamente se compone de: 3 plantas de hospitalización 1 planta de despachos y talleres 1 planta de administración 1 terraza Cada una de las plantas de hospitalización tiene un equipo terapéutico compuesto por: 1 psiquiatra 1 psicólogo clínico 1 supervisor de enfermería 1 trabajador social 6 enfermeros 12 auxiliares El equipo de trabajo de los talleres está formado por: 1 psicólogo clínico 5 monitores En cada planta hay 29 pacientes distribuidos tutorías. Cada tutoría tiene asignados 5 o 6 pacientes de la siguiente manera: AUXILIAR 1 PACIENTE 1 PACIENTE 2 AUXILIAR 2 PACIENTE 3 PACIENTE 4 PACIENTE 5 ENFERMERO UCYR, ¿un lugar para vivir? 2 La coordinación entre tanto personal se realiza por medio de distintas reuniones: Reuniones de tutoría Reuniones de personal Reuniones con monitores Reuniones de STAFF Reuniones de coordinación En las reuniones de tutoría se elabora el Plan Individualizado de Rehabilitación (PIR) de cada paciente y se va valorando la evolución de los objetivos cumplidos. Luego dicho programa se lleva a cabo por todo el personal (sea de la tutoría o no). El objetivo es mejorar cada una de las áreas con deficiencias para que el paciente sea capaz de integrarse en la comunidad de la forma más normalizada posible. Una vez alcanzado el techo del paciente, se decide el alta al “lugar para vivir” más adecuado según el caso. De este modo, algunos pacientes van a su domicilio, otros van a una pensión, otros a un piso asistido y, por último, los que tienen menos autonomía y necesitan de la estructura de una institución van a una miniresidencia. El caso es que en UCYR hay otro grupo de pacientes que no cumplen el perfil para ir a vivir a ninguno de estos lugares, son las personas con trastorno mental grave crónicos que, dentro de su estabilidad, fluctúa la clínica de tal manera que necesitarían una institución con mayor requerimiento, un lugar intermedio entre el hospital (no olvidemos que UCYR son unidades hospitalarias) y la miniresidencia. A mi modo de ver, desde que empezó la reforma psiquiátrica y se comenzó a integrar a las personas con trastorno mental grave en la comunidad, poco a poco (o mucho a mucho) se ha ido progresando y hoy en día existen diferentes alojamientos alternativos para estos enfermos, pero me parece que falta un “lugar para vivir” para aquellos que realmente necesitan una supervisión más cercana, que no pueden estar con sus familias, ni en un piso asistido o pensión, que sus necesidades no quedan cubiertas por las miniresidencias y que han logrado una estabilidad suficiente como para estar en una “miniresidencia de alto requerimiento psiquiátrico” si se me permite la expresión. Creo que no hay que tener miedo a hablar de esto, hay gente que cuando planteas la posibilidad de una institución para determinado tipo de personas con trastorno mental grave que necesitan mayor cuidado, piensan que vamos a volver a los viejos manicomios. Hay que buscar buenos sitios para el cuidado de este grupo de personas e intentar darles la mayor calidad de vida posible y si les ayuda una institución donde tienen cubiertas sus necesidades y eso es lo que necesitan… En la Guía de Práctica Clínica de Intervenciones Psicosociales en el Trastorno Mental Grave (Ministerio de Sanidad y Política Social, 2009), se habla de cuatro objetivos en la atención a las personas con trastorno mental grave: autonomía, calidad de vida, bienestar personal y participación social. A mi parecer, el primer objetivo condiciona a la hora de decidir el “lugar para vivir” más adecuado, creo que las personas con trastorno mental grave pueden tener calidad de vida, bienestar personal y participación social residiendo en distintos lugares, pero un hospital no me parece un lugar adecuado para vivir para nadie. Mónica García Ortega UCYR, ¿un lugar para vivir? 3 En UCYR existen ahora mismo diferentes tipos de pacientes, estamos en periodo de transición, hace dos días, “como quien dice”, empezó la reforma psiquiátrica y hace dos días “reales” que se cumplieron cuatro años del traslado desde el “Hospital Psiquiátrico” (apartado de la ciudad) al Hospital Juan Carlos I (un antiguo Hospital Militar más cercano a la ciudad). Esto conlleva que haya pacientes de distintas características: Pacientes ingresados antes de 1990 (9%) pacientes ingresados entre 1990 y 1999 (23%) pacientes ingresados entre 2000 y 2004 (18%) pacientes ingresados entre 2005 y 2010 (50%) Se puede decir que los pacientes que llevan ingresados más de 10-20 años viven en UCYR, sobre todo aquellos que no salen de permiso ni siquiera los fines de semana a ver a la familia. Estos pacientes están institucionalizados después de tanto tiempo y es difícil integrarlos en las sociedad, incluso a ellos les da seguridad estar en la institución. Cuando se abrieron las miniresidencias en Gran Canaria, muchos de los pacientes que estaban ingresados en UCYR (en aquel momento llamado URA –Unidad de Rehabilitación Activa-) fueron derivados a estos dispositivos, pues lo que necesitaban en ese momento era un “lugar donde vivir” con cierta estructura, pero quedó ese grupo de personas con trastorno mental grave que no cumplía el perfil para miniresidencia, pues necesitaba un mayor seguimiento psiquiátrico, pero que no se avanzaba más en su estabilización clínica ni en su rehabilitación psicosocial. Actualmente la mitad de los pacientes de UCYR han ingresado entre 2005 y 2010, tienen un perfil distinto, son más jóvenes y están menos deteriorados, por lo que se puede trabajar mejor con ellos la rehabilitación y habilitación de distintas estrategias y recursos para aumentar su autonomía de cara a adaptarse de la mejor manera posible a la sociedad. Algunos de estos pacientes ya han ingresado en el “nuevo hospital” y no llegaron a conocer el Hospital Psiquiátrico, con todo lo que ello conlleva, por ejemplo arquitectónicamente (los baños eran comunes: uno de hombres y otro de mujeres). Muchos de estos pacientes están en proceso de externación o en espera de alojamiento alternativo. En estos momentos un tercio de todos los pacientes ingresados en UCYR están en espera de alojamiento alternativo, bien sea un piso asistido, una pensión, una plaza en una miniresidencia o pendiente de plaza en residencia de mayores. Estamos hablando de que de las 3 plantas de UCYR se le podría dar el alta a una de ellas si tuviera plaza en el alojamiento alternativo al que está derivado. Es una pena que pacientes con los que se ha conseguido un grado de autonomía como para vivir en un piso asistido esté años esperando y se cronifique en un hospital, o pacientes que estén residiendo en el hospital, porque no tiene un lugar donde vivir, mientras esperan a que le den plaza en una pensión o miniresidencia. Creo que se está haciendo un mal uso de los recursos que tenemos, pues mientras estos pacientes esperan alojamiento alternativo y se institucionalizan, hay otros con necesidad de ingresar para su tratamiento clínico y rehabilitador que no puede hacerlo porque no hay camas en UCYR. Mónica García Ortega UCYR, ¿un lugar para vivir? 4 Lo cierto es que los pacientes que conseguimos externar cuando llega su momento, es decir, cuando su clínica es estable y se ha conseguido el mayor nivel de autonomía posible, son los que van a su domicilio, en ese momento se trabaja el enganche con la Unidad de Salud Mental de referencia y se intenta que acudan a un dispositivo de rehabilitación psicosocial a nivel ambulatorio como son los Centros de Día o que participen en el Programa de Acceso al Empleo. Como ya he mencionado UCYR son unidades hospitalarias para ingresos de larga estancia, cuando un paciente ingresa se le explica al paciente y a su familia que es un lugar donde se va a trabajar en distintas áreas para que consiga tener el mejor funcionamiento posible en la sociedad, lo que se deja bien claro desde ese momento es que no es un “lugar para vivir”, que no se van a quedar para siempre, que llegará un momento en el que termine el tratamiento y serán dados de alta al sitio más adecuado en su caso, bien sea su domicilio, un piso asistido, una pensión o una miniresidencia. Como conclusión podemos decir que UCYR no es un “lugar para vivir” aunque la realidad es que en la espera de su “lugar para vivir” más adecuado o en espera de que exista un recurso que acoja a determinado grupo de personas con trastorno mental grave con clínica más complicada, éste se convierta en ese lugar donde viven. No quiero que esta ponencia parezca una crítica vacía, creo que se ha logrado avanzar mucho desde que comenzó la reforma psiquiátrica, pero todavía falta por conseguir. Hoy en día tenemos los recursos que tenemos y hay que hacer el mejor uso posible de ellos. Lo que he intentado es definir los objetivos de un dispositivo que ha ido evolucionando con la reforma psiquiátrica, que efectivamente los Manicomios y Hospitales Psiquiátricos eran lugares donde vivían las personas con trastorno mental grave, que hoy en día lo que era el Hospital Psiquiátrico de Gran Canaria ha derivado en UCYR, un lugar que no es para vivir aunque vivan algunas personas allí desde hace años. Pienso que haciendo una buena definición de los objetivos de los distintos dispositivos, ayudamos a que todos hagamos un buen uso de ellos y se puedan beneficiar los que tienen que hacerlo, aquellos por los que trabajamos, porque al fin y al cabo estamos aquí por ellos, por intentar mejorar su calidad de vida, porque tengan esa autonomía, bienestar personal y participación social de la que habla la Guía de Práctica Clínica de Intervenciones Psicosociales en el Trastorno Mental Grave. Mónica García Ortega