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V CONGRESO DE LASOCIEDAD ESPAÑOLADELDOLOR 113 SALTO DESDE EL PRIMER AL TERCER ESCALÓN ANALGÉSICO C. Aldaya Valverde Unidad del Dolor. Hospital Carlos Haya. Málaga El hecho de plantear esta controversia denota una evidente falta de coordinación en el manejo de los opiáceos mayores, y lo que es peor, en un medio de profesionales del dolor. Olvidamos que los apiáceos mayores son drogas antiálgicas perfectamente conocidas, fiables, y fácilmente aplicables. Aplicables en cualquier caso que el dolor lo requiera. Digo dolor en general, crónico, agudo, benigno u oncológico. Es el buen criterio del facultativo lo que debe determinar el momento del inicio. La escalera analgésica de la OMS en una GUÍA, diseñada hace demasiados años, y de vigente provecho para los médicos en general, poco discutida hasta ahora y que considero que expertos en dolor pueden readecuar ante nuevos estudios y nuevas presentaciones farmacéuticas. Aceptado lo anteriormente expuesto, cabe ahora preguntar qué sentido tiene puentear el segundo escalón. Por qué “sobredosificar” a un paciente, por qué no una prueba para asegurarnos, al menos, que 400 mg de tramadol son insuficientes. En principio las considero preguntas de difícil respuesta, máxime cuando ante una modificación es imperativo definir una ventaja. Estas ventajas, son obvias en un dolor agudo intenso. En un dolor intenso, crónico, oncológico y de fácil predicción, estas ventajas, digo, son discutidas pero normalmente aceptadas. Otra cuestión es el dolor crónico benigno. No teniendo ninguna objeción al tratamiento de este último tipo de dolor con opiáceos mayores desde su inicio, el salto del primer al tercer escalón lo encuentro injustificable, aún sabiendo de ciertas patologías degenerativas de dolor intenso y presumiblemente indefinido. Insisto en “injustificable” que no intolerable. En nuestra Unidad del Dolor (H. Carlos Haya de Málaga) tenemos un volumen de más de 2.000 pacientes / año, de crónicos benignos y estamos terminando un estudio comparativo (en ciertas patologías) entre segundo escalón completo y salto al tercer escalón. Si ocurre como parece desprenderse de la última fase del estudio, los pacientes iniciados en el tercer escalón desde el principio, al cabo de un periodo de casi tres años necesitan dosis inferiores de opiáceos mayores que los que atravesaron un segundo escalón completo con todo tipo de rescates y pasaron a un tercer escalón. Si esto resulta cierto como estamos presumiendo, repito, seré un preconizador del salto al tercer escalón en ciertos casos definidos, quizá en una próxima edición. PASO DEL 1er A 3er ESCALÓN Mª L. Franco Gay Unidad del Dolor. Hospital de Cruces. Baracaldo. Vizcaya El uso de opiáceos mayores se debe realizar en función de la intensidad del dolor y no por la expectativa de vida del paciente ni por la etiología de la enfermedad causal. En el dolor severo siempre prescribiremos opiáceos mayores independientemente del escalón utilizado previamente, todavía más si el dolor es agudo. Actualmente disponemos de un arsenal muy amplio de opiáceos tanto en sus principios básicos como en sus fórmulas de presentación, lo que facilita enormemente el tratamiento del dolor que se ajusta no sólo a las necesidades de cada paciente sino también a las posibilidades del médico que los prescribe. En nuestra Unidad del Dolor el paso de 1er a 3 er escalón lo realizamos en función de si el dolor es agudo, crónico oncológico o crónico no oncológico y si se prescriben fórmulas de liberación rápida (FLR), parches de fentanilo o fórmulas retard (FR). En el dolor agudo utilizaremos FLR con el fin de controlar el dolor lo más rápidamente posible. En el dolor crónico una posibilidad es titular las dosis eficaces con FLR y posteriormente reconvertirlas en parches de fentanilo o FR. En el dolor incidental, que se comporta como dolor agudo, emplearemos FLR, AINEs y coadyuvantes. La experiencia aconseja empezar con dosis bajas y realizar los incrementos lentamente en un pe- riodo comprendido entre 24 y 72 horas (ocasionalmente semanalmente) en el tratamiento del dolor crónico. Los rescates con opiáceos son útiles en el dolor agudo, en el incidental y en el dolor oncológico. Sin embargo en el dolor crónico no oncológico no lo veo así, primero porque el dolor se mantiene estable a lo largo del tiempo y en el caso de incrementos del dolor, se muestra más eficaz aumentar la dosis total sin riesgo de favorecer tanto los secundarismos ni el desarrollo de tolerancia. De manera profiláctica prescribimos antieméticos en los primeros días de tratamiento y laxantes de continuo. De todas maneras, después de más de 20 años de tratamiento del dolor en España, creo que este capítulo de los opiáceos debería estar completamente superado. El problema no está en el paso de 1er a 3 er escalón sino en la falta de conocimiento y utilización de los mismos y el miedo que todavía genera su utilización. Me pregunto qué responsabilidad tenemos los que nos dedicamos a tratar el dolor en que se mantenga esta situación. La falta de desarrollo de las Unidades del Dolor, el escaso eco que tienen en las diferentes administraciones (sigue sin haber Unidades en muchos hospitales y algunas de ellas no están a pleno funcionamiento), ¿no será consecuencia de que queremos acaparar en 114 V CONGRESO DE LASOCIEDAD ESPAÑOLADELDOLOR exclusiva la utilización de los opiáceos impidiendo con ello el que las Unidades se especialicen en las técnicas analgésicas? Los opiáceos son fármacos (muy seguros, la experiencia lo avala) que se deben administrar con rigor, pero no con más rigor que cualquier fármaco de los que se recetan en medicina primaria y mi opinión es que el tratamiento del dolor básico lo debe realizar el propio médico, especialista o de primaria, y remitir a las unidades aquellos pacientes que no responden, que presentan secundarismos indeseables o que precisan técnicas analgésicas. La unidad del dolor moderna se caracteriza precisamente por su alto índice de intervensionismo. Uno de los problemas actuales de las mismas es el excesivo número de pacientes que se ven en ellas que, si existiera un buen tratamiento del dolor previo, se subsanaría en parte. Si dentro de las funciones de la Unidad del Dolor está la de difundir el tratamiento del mismo para que un número mayor de pacientes tengan más cobertura, ¿por qué no se hace así? Creo que las respuestas a todas estas preguntas nos ayudarán a mejorar y desarrollar una de las tareas más apasionantes de la medicina como es el tratamiento del dolor. CONTROVERSIAS EN EL USO DE FENTANILO TRANSDÉRMICO. ¿EN QUÉ DIAGNÓSTICO? C. Nieto Unidad de Dolor. Área de Anestesia, Reanimación, Dolor y Cuidados Críticos. Fundación Hospital Alcorcón. Madrid La utilización de opioides en el dolor neuropático siempre suscita controversias ya que no se consideran como fármacos de primera elección sino como tratamiento coadyuvante, considerando como de primera elección los fármacos antidepresivos y anticomiciales fundamentalmente. Es de todos conocido la dificultad de actuación de estos fármacos que sin embargo han demostrado ser útiles a partir de ciertas dosis (dosis altas) por un lado y por otro hay que tener en cuenta que los pacientes que llegan a las Unidades con dolor descontrolado, lo hacen con una asociación de fármacos entre los que se incluyen los opioides y concretamente, el fentanilo transdérmico. Entre las patologías en que destaca su utilización son: el síndrome postlaminectomía y la neuralgia postherpética debido a que este tipo de pacientes ocupan el mayor porcentaje de las consultas de tratamiento del dolor en la actualidad. Otro tipo de patología menos importante en cuanto a número aunque no en importancia está ocupado por: dolor central, neuropatía diabética, síndrome de miembro fantasma, SDRC, dolor neuropático intermitente y neuralgias postraumáticas. Fentanilo transdérmico. Patologías Oncológico No oncológico Síndrome postlaminectomía Neuralgia postherpética Dolor central Neuropatía diabética Síndrome de miembro fantasma SDRC Dolor neuropático intermitente Neuralgias postraumáticas,… La variabilidad de la utilización en el dolor neuropático deriva de diferentes factores entre los que destacan: 1. Asociación con dolor de tipo nociceptivo 2. Falta de control el dolor neuropático con medicación habitual 3. Importantes efectos secundarios de antidepresivos y anticomiciales. 4. Efectividad demostrada de fentanilo en este tipo de dolor. 5. Posibilidad de reducción de otros fármacos. En nuestra experiencia destaca la utilización de fentanilo transdérmico en pacientes con dolor oncológico con una escala de dolor habitualmente superior a 7 con un índice de Lattinen muy próximo a 20. En estos pacientes el fentanilo prácticamente no se considera como fármaco coadyuvante pues resulta muy frecuente la asociación con otros tipos de dolor, como ya he mencionado por un lado y por otro por las dosis medias utilizadas, bastante más altas, que en pacientes con dolor no oncológico lo que hece que aumente su efectividad. En el caso del dolor no oncológico tendemos a utilizar dosis menores, lo que puede llegar a ser la causa de los abandonos por falta de efectividad en el tratamiento. En este tipo de dolor, se ha comprobado que el efecto máximo se aprecia a los tres meses y con tendencia a la disminución de otro tipo de fármacos lo que hace que disminuyan los frecuentes, y a veces intolerables, efectos secundarios de los mismos, mientras que las dosis de fentanilo tienden a mantenerse, sin apreciarse fenómenos relevantes de tolerancia al cabo del año de tratamiento. El grueso de los pacientes en la mayoría de las unidades y concretamente en la nuestra lo constituyen los portadores de dolor neuropático secundario a procesos que afectan a la columna vertebral. Podríamos dividirlos en dos tipos: los que presentan un nivel de dolor muy alto (severo o severísimo), de carácter más agudo que otros, frecuentemente enviados por el servicio de traumatología. Suelen estar en lista de espera corta (no superior a 1,5 meses) e incluso se reconoce un intento de evitar la cirugía. Con frecuencia son pacientes jóvenes, en situación de baja laboral y con una alteración funcional muy importante. Con frecuencia llegan a las unidades escasamente medicados tanto desde el punto de vista de neuromoduladores como de opioides. En estos pacientes se suele introducir, a la vez que los coadyuvantes, los opioides en dosis crecientes de forma rápida, llegando a dosis altas, sólo limitadas por los efectos secundarios. El segundo grupo lo constituyen los pacientes con mayor tiempo de evolución, de mayor edad, asociado a alteraciones degenerativas (dolor mixto) y enviados por varios servicios (rehabilitación, traumatología, reumatología y atención primaria). El dolor aunque severo no es tan intenso como en el caso anterior y medicados hasta límites de intolerancia en el segundo