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ISSN: 1888-9891 REVISTA DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL Revista de Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Volumen 3, Número 1. Enero-Marzo 2010 EDITORIAL Ha llegado el momento de introducir un nuevo paradigma para el estudio de las psicosis ORIGINALES Comorbilidad depresiva en los trastornos de la personalidad Calidad de los informes médicos sobre personas que han intentado suicidarse ORIGINALES BREVES ψ Accidentes por quemadura y enfermedad mental Prevalencia de alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos ingresados REVISIÓN ENERO-MARZO 2010 Risa y terapias positivas: moderno enfoque y aplicaciones prácticas en medicina - VOLUMEN 3 - NUMERO 1 AGENDA www.elsevier.es/saludmental 00 Portada1.indd 1 5/3/10 09:57:47 Revista de Psiquiatría y Salud Mental Sumario www.elsevier.es/saludmental Volumen 3, Número 1/2010 EDITORIAL 1 Ha llegado el momento de introducir un nuevo paradigma para el estudio de las psicosis W.T. Carpenter ORIGINALES 4 Comorbilidad depresiva en los trastornos de la personalidad M. Vilaplana, K. McKenney, M.D. Riesco, J. Autonell y J.A. Cervilla 13 Calidad de los informes médicos sobre personas que han intentado suicidarse M. Miret, R. Nuevo, C. Morant, E. Sainz-Cortón, M.A. Jiménez-Arriero, J.J. López-Ibor, B. Reneses, J. Saiz-Ruiz, E. Baca-García y J.L. Ayuso-Mateos ORIGINALES BREVES 19 Accidentes por quemadura y enfermedad mental I. Vera, E. Ferrando, I. Vidal, D. Gómez-Olmeda y J.C. González 23 Prevalencia de alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos ingresados T. Lorenzo Gómez, F. Cardelle Pérez y E. de Las Heras Liñero REVISIÓN 27 Risa y terapias positivas: moderno enfoque y aplicaciones prácticas en medicina R. Mora Ripoll e I. Quintana Casado AGENDA 35 00 SUMARIO 1.indd 2 5/3/10 09:19:39 Revista de Psiquiatría y Salud Mental Contents www.elsevier.es/saludmental 00 SUMARIO 1.indd 3 Volume 3, Number 1/2010 EDITORIAL 1 It is time for a new paradigm for the Study of Psychoses W.T. Carpenter ORIGINAL ARTICLES 4 Depressive comorbidity in personality disorders M. Vilaplana, K. McKenney, M.D. Riesco, J. Autonell and J.A. Cervilla 13 Quality of the written information about suicide attempters M. Miret, R. Nuevo, C. Morant, E. Sainz-Cortón, M.A. Jiménez-Arriero, J.J. López-Ibor, B. Reneses, J. Saiz-Ruiz, E. Baca-García and J.L. Ayuso-Mateos BRIEF REPORTS 19 Burns and mental disorder I. Vera, E. Ferrando, I. Vidal, D. Gómez-Olmeda and J.C. González 23 The high prevalence of thyroid dysfunction in psychiatric inpatients T. Lorenzo Gómez, F. Cardelle Pérez and E. de Las Heras Liñero REVISION 27 Laughter and positive therapies: modern approach and practical use in medicine R. Mora Ripoll and I. Quintana Casado CALENDAR 35 5/3/10 09:19:41 Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2010;3(1):1-3 ISSN: 1888-9891 Revista de Revista de Psiquiatría y Salud Mental Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Volumen 3, Número 1. Enero-Marzo 2010 EDITORIAL Ha llegado el momento de introducir un nuevo paradigma para el estudio de las psicosis ORIGINALES Comorbilidad depresiva en los trastornos de la personalidad Calidad de los informes médicos sobre personas que han intentado suicidarse ORIGINALES BREVES ψ Accidentes por quemadura y enfermedad mental Prevalencia de alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos ingresados REVISIÓN Risa y terapias positivas: moderno enfoque y aplicaciones prácticas en medicina www.elsevier.es/saludmental AGENDA www.elsevier.es/saludmental EDITORIAL Ha llegado el momento de introducir un nuevo paradigma para el estudio de las psicosis It is time for a new paradigm for the Study of Psychoses William T. Carpenter Maryland Psychiatric Research Center, University of Maryland School of Medicine, Baltimore, Estados Unidos ¿Ha muerto la dicotomía de Kraepelin? Ha llegado el momento de analizar esta cuestión, ahora que se está elaborando el DSM-V y la CIE-11. El tema adquiere mayor relevancia a medida que se acumulan evidencias que indican un solapamiento entre la esquizofrenia y el trastorno bipolar. La evidencia más convincente a favor de esta frontera permeable es la que procede de los estudios genéticos, endofenotípicos y de diagnóstico por la imagen1. Los estudios de ligamiento y de asociación tienden a mostrar un solapamiento, mientras que los estudios de árboles genealógicos familiares tienden a respaldar la separación entre estas entidades1. Los endofenotipos como la inhibición prepulso y el potencial evocado P300 se asocian a ambos trastornos, pero otros, como el potencial de disparidad (mismatched negativity) y el inicio del movimiento ocular de seguimiento lento, muestran diferencias en su asociación con la esquizofrenia. El enigma ha sido expuesto de manera elegante por Litchenstein et al2, quienes estiman que alrededor de un 60% de la varianza de cada enfermedad deriva de efectos genéticos. Pero estos efectos están distribuidos de manera aproximadamente uniforme entre efectos genéticos compartidos y no compartidos. No está claro cuáles de ellos son decisivos (si es que unos u otros lo son) para la validación de la clase diagnóstica. En cualquier caso, la naturaleza del debate no impresionaría mucho a Kraepelin. Los criterios diagnósticos modernos para la esquizofrenia y los trastornos bipolares se basan en conceptos muy diferentes de la fenomenología de la demencia precoz y la enfermedad maniacodepresiva3. Kraepelin resaltó la combina- Correo electrónico: wcarpent@mprc.umaryland.edu ción de la avolición y el trastorno de pensamiento disociativo con un curso crónico para la demencia precoz, y la enfermedad maniacodepresiva, con un patrón episódico y un curso considerablemente más favorable. Los sistemas diagnósticos más utilizados en los estudios de investigación durante las cuatro últimas décadas han resaltado el trastorno de distorsión de la realidad en la esquizofrenia. El criterio A de la esquizofrenia en el DSM-IV-TR puede cumplirse si hay alucinaciones y delirios, o incluso con tan sólo delirios si son raros. El mismo Bleuler consideraba que estos síntomas eran secundarios y no decisivos para el diagnóstico de esquizofrenia4. El constructo de síntomas negativos no era ni siquiera un criterio A en el DSM-III. Los requisitos relativos al curso clínico de ambos trastornos se han dejado de lado, y no se exige un patrón episódico con períodos de recuperación para diagnosticar un trastorno bipolar. El resultado de todo ello son dos grandes síndromes con un amplio solapamiento, en vez de dos presuntas entidades patológicas con una separación modesta entre ellas basada en características fenomenológicas. Cuesta et al5 describen los principales cambios introducidos en la CIE-10 y el DSM-III y IV y la forma en que dichos cambios aumentan la semejanza y reducen los elementos de excepcionalidad entre los síndromes principales. Los amplios datos generados en las últimas cuatro décadas no se han obtenido mediante estudios que fueran fieles a la formulación de Kraepelin. Si uno acepta la propuesta de que la esquizofrenia y los trastornos bipolares corresponden a síndromes, el primer reto que es preciso afrontar es reducir la heterogeneidad. Los subtipos tradicionales de la esquizofrenia y los trastornos bipolares I y II no han sido muy útiles a este respecto. Otro enfoque, más directamente relacionado con el énfasis 1888-9891/$ - see front matter © 2009 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 01 EDIT 00 (1-3).indd 1 5/3/10 09:23:31 2 W.T. Carpenter puesto por Kraepelin en la avolición, ha situado los procesos de síntomas negativos en la vanguardia de la reducción de la heterogeneidad en la esquizofrenia6-9. Los estudios llevados a cabo en el MPRC condujeron a la hipótesis de que la esquizofrenia con déficit es una entidad diferenciada dentro del síndrome de esquizofrenia, sobre la base de sus manifestaciones clínicas, factores de riesgo etiológicos y neuropatología10. No obstante, los intentos de definir entidades patológicas específicas dentro de los síndromes no han aportado avances sustanciales en los métodos clínicos ni en el conocimiento de las clases diagnósticas. Una posible alternativa es combinar simplemente los síndromes con el argumento de que existe un espectro continuo de la psicosis11,12. Este enfoque plantea dos problemas inmediatos. El primero de ellos es que parte del supuesto de que la psicosis es el factor organizador y fundamental de la etiofisiopatología. Pero, bien al contrario, parece claro que la psicosis, y sobre todo la distorsión de la realidad, se dan en estados patológicos que se sabe que difieren en su etiología (por ejemplo, epilepsia de lóbulo temporal, enfermedad de Alzheimer, psicosis inducidas por anfetaminas y por PCP). La distorsión de la realidad puede ser similar al dolor por lo que respecta a su validación diagnóstica: ambos son clínicamente importantes y deben abordarse, pero no son específicos de un proceso patológico concreto. El segundo problema es que el hecho de combinar síndromes aumenta simplemente la heterogeneidad que ya de por sí debilita la investigación para la verificación de la hipótesis13. Un segundo enfoque alternativo va en una dirección totalmente distinta. Tras haber estado latente durante muchos años, un enfoque correspondiente a los dominios de la patología puede abordar de manera más sólida la heterogeneidad de los síndromes y aclarar el solapamiento entre ellos en cuanto a su patología y etiología5,13-16. John Strauss señaló este camino al resaltar hace mucho tiempo las dimensiones17, y nosotros hemos recomendado explícitamente que la etiología y el descubrimiento de tratamientos se trasladen del síndrome a los dominios específicos de la patología6 (1974). Este enfoque de la psicopatología ha sido desarrollado en mayor medida por Peralta et al18,19. Los dominios de la patología fueron respaldados por el proyecto MATRICS del NIMH (http://www.matrics.ucla.edu/matricspsychometrics.shtml), que identificó de forma específica el déficit cognitivo como una necesidad de tratamiento insatisfecha que requería el descubrimiento de nuevos fármacos. Esta necesidad terapéutica no ha sido abordada con el perfeccionamiento de los fármacos antipsicóticos. La FDA de Estados Unidos ha indicado que puede autorizarse como indicación la función cognitiva dentro de la esquizofrenia si se demuestra una eficacia al respecto20. Hasta la fecha, todos los fármacos autorizados para la esquizofrenia tienen indicaciones de clase y no indicaciones específicas. Se ha realizado un avance similar con el constructo de los síntomas negativos, y en declaraciones de consenso se han publicado los diseños de ensayos clínicos esenciales para determinar por separado la eficacia en esos dos dominios20,21. Actualmente parece que la situación existente en este campo permite realizar ya un paso importante en esta dirección, cuando se está elaborando el DSM-V y la CIE-11. Como presidente del Grupo de Trabajo sobre Psicosis y miembro del Grupo de Expertos del DSM-V, estoy familiari- 01 EDIT 00 (1-3).indd 2 zado con los procedimientos seguidos hasta la fecha. Sin embargo, las opiniones expresadas aquí son personales y no constituyen una postura oficial del Grupo de Trabajo ni del Grupo de Expertos. El objetivo central de los manuales diagnósticos consiste en proporcionar a los clínicos un enfoque sistemático para establecer diagnósticos, con las múltiples finalidades que son esenciales para la práctica clínica, la terapéutica, el registro de datos clínicos y la comunicación. Los síndromes heterogéneos, y especialmente la esquizofrenia, aportan una guía poco útil para la práctica clínica y no son adecuados para fines de formación. Los clínicos no tratan la esquizofrenia, sino que evalúan a personas con este diagnóstico con objeto de determinar los objetivos terapéuticos en cada una de ellas. ¿El paciente presenta psicosis?, ¿depresión?, ¿manía?, ¿ansiedad?, ¿falta de energía?, ¿avolición?, ¿restricción afectiva?, ¿tendencias suicidas?, ¿alteraciones del sueño?, ¿agresividad?, ¿déficit cognitivo?, ¿problemas psicomotores?, por no citar la multitud de problemas funcionales y de relación que habitualmente se observan. En pocas palabras, el clínico obtiene una orientación general con el diagnóstico del síndrome y pasa de inmediato a evaluar la psicopatología y las dimensiones funcionales. Aunque esta información se tiene en cuenta en el proceso diagnóstico, adquiere un papel central cuando se plantea el manejo del paciente y el tratamiento. Éste es el motivo de que sea tan importante que el descubrimiento de nuevos fármacos para las enfermedades psicóticas pase del paradigma que produce una y otra vez antagonistas de dopamina para la psicosis a un paradigma que produzca compuestos novedosos para dominios específicos de la patología22,23. Es muy probable que el DSM-V establezca un sistema de dimensiones paralelo en su importancia al de las categorías diagnósticas. Esto pondrá énfasis en la evaluación de la psicopatología en el espectro terapéutico, además de en el espectro de la clasificación. Por importante que sea este cambio a un nuevo paradigma para la práctica clínica, su influencia puede ser aún más heurística para los estudios científicos. Las fronteras permeables que se aprecian entre la esquizofrenia y los trastornos bipolares pueden comprenderse en la esfera de dominios. Una hipótesis de trabajo es que la mayor parte de los pacientes bipolares experimentan una depresión patológica y que la mayoría de los pacientes con esquizofrenia experimentan también tal depresión patológica. Los genes de vulnerabilidad a la depresión pueden asociarse a ambos síndromes, dando lugar a un solapamiento genético. La avolición puede producirse en una parte minoritaria pero sustancial de las personas con esquizofrenia, y darse en cambio en muy pocas personas con trastorno bipolar. La vulnerabilidad genética al trastorno de avolición puede estar limitada a la esquizofrenia (y los trastornos de personalidad esquizoide y esquizotípico), con lo que se respaldaría el modelo de dos síndromes. Pero en este caso la esquizofrenia con avolición puede diferenciarse también de la esquizofrenia sin proceso avolitivo. Además de reducir la heterogeneidad sindrómica y de aportar unos objetivos clínicos más relevantes para el tratamiento y la investigación, las dimensiones proporcionarán un enfoque más sólido para relacionar los sistemas neurales con la patología, determinar la trascendencia de los endo- 5/3/10 09:23:34 Ha llegado el momento de introducir un nuevo paradigma para el estudio de las psicosis fenotipos y aportar conceptos clínicos que orienten el desarrollo de modelos animales. De hecho, cabe prever que este cambio de paradigma beneficiará a casi todos los aspectos de la investigación. Concretamente, deberá permitir que los estudios que no reproduzcan un resultado sirvan para negar la hipótesis en vez de corresponder a errores de tipo II causados por la selección de una muestra que incluya un componente diferente de un síndrome heterogéneo. Las cuestiones planteadas dejarán de ser en qué se parecen la esquizofrenia y el trastorno bipolar y en qué se diferencian, para pasar a una serie de preguntas nuevas. Entre ellas estarán las relativas a las semejanzas y diferencias ente pacientes bipolares psicóticos y no psicóticos, entre pacientes esquizofrénicos con o sin avolición; y preguntas similares para comparar a individuos con esquizofrenia deprimidos con individuos bipolares deprimidos. Es de prever que la investigación llevada a cabo dentro de los dominios del paradigma de la patología resulte informativa respecto a las fronteras permeables que existen entre las clases sindrómicas, oriente en la reducción de la heterogeneidad de los síndromes y pase a ser la manera de definir las enfermedades para todos los tipos de estudios, desde los modelos animales y las asociaciones génicas hasta las redes neurales y el descubrimiento de biomarcadores. Es de máxima importancia que la evaluación clínica bajo la guía del DSM-V aborde de manera más directa los aspectos de la enfermedad que requieren una actuación clínica. Bibliografía 1. Carpenter Jr WT, Bustillo JR, Thaker GK, Van Os J, Krueger RF, Green MJ. The psychoses: cluster 3 of the proposed metastructure for DSM-V and ICD-11. Psychol Med. 2009;39:2025-42. 2. Lichtenstein P, Yip BH, Bjork C, Pawitan Y, Cannon TD, Sullivan PF, et al. Common genetic determinants of schizophrenia and bipolar disorder in Swedish families: a population-based study. Lancet. 2009;373:234-9. 3. Kraepelin E. Dementia praecox and paraphrenia. Bradley RM, Trans. New York: Robert E Krieger Publishing; 1971. 4. Bleuler E. Dementia praecox or the group of schizophrenias. Zinkin J, Trans. New York: International Universities Press; 1950. 5. Cuesta MJ, Peralta V. Current psychopathological issues in psychosis: Towards a phenome-wide scanning approach. Schizophr Bull. 2008;34:587-90. 6. Strauss JS, Carpenter WT Jr, Bartko JJ. The diagnosis and understanding of schizophrenia. Part III. Speculations on the processes that underlie schizophrenic symptoms and signs. Schizophr Bull. 1974;11:61-9. 01 EDIT 00 (1-3).indd 3 3 7. Andreasen N. Positive vs negative schizophrenia: a critical evaluation. Schizophr Bull. 1985;11:380-9. 8. Crow TJ. The two-syndrome concept: origins and current status. Schizophr Bull. 1985;11:471-86. 9. Carpenter WT, Heinrichs DW, Wagman AMI. Deficit and nondeficit forms of schizophrenia: The concept. Am J Psychiatry. 1988;145:578-83. 10. Kirkpatrick B, Buchanan RW, Ross DE, Carpenter WT. A separate disease within the syndrome of schizophrenia. Arch Gen Psychiatry. 2001;58:165-71. 11. Lake CR, Hurwitz N. Schizoaffective disorder merges schizophrenia and bipolar disorders as one disease - there is no schizoaffective disorder. Curr Opin Psychiatry. 2007;20:36579. 12. Van Os J, Linscott RJ, Myin-Germeys I, Delespaul P, Krabbendam L. A systematic review and meta-analysis of the psychosis continuum: evidence for a psychosis proneness-persistenceimpairment model of psychotic disorder. Psychol Med. 2009; 39:179-95. 13. Carpenter WT, Buchanan RW, Kirkpatrick B, Tamminga CA, Wood F. Strong inference, theory falsification, and the neuroanatomy of schizophrenia. Arch Gen Psychiatry. 1993;50: 825-31. 14. Carpenter WT, Buchanan RW. Domains of psychopathology relevant to the study of etiology and treatment of schizophrenia. En: Schulz SC, Tamminga CT, editores. Schizophrenia: scientific progress. New York: Oxford University Press; 1989. p. 13-22. 15. Buchanan RW, Carpenter WT. Domains of psychopathology: an approach to the reduction to heterogeneity in schizophrenia. J Nerv Ment Dis. 1994;182:193-204. 16. Peralta V, Cuesta MJ. Clinical models of schizophrenia: a critical approach to competing conceptions. Psychopathology. 2000;33:252-8. 17. Strauss JS. Diagnostic models and the nature of psychiatric disorder. Arch Gen Psychiatry. 1973;29:445-9. 18. Peralta V, Cuesta MJ. A dimensional and categorical architecture for the classification of psychotic disorders. World Psychiatry. 2007;6:36-7. 19. Cuesta MJ, Peralta V. Integrating psychopathological dimensions in functional psychoses: a hierarchical approach. Schizophr Res. 2001;52:215-29. 20. Buchanan RW, Davis M, Goff D, Green MF, Keefe RSE, Leon AC, et al. A Summary of the FDA-NIMH-MATRICS Workshop on Clinical Trial Design for Neurocognitive Drugs for Schizophrenia. Schizophr Bull. 2005;31:5-19. 21. Kirkpatrick B, Fenton WS, Carpenter WT Jr, Marder SR. The NIMH-MATRICS Consensus Statement on Negative Symptoms. Schizophr Bull. 2006;32:214-9. 22. Carpenter Jr WT. Clinical constructs and therapeutic discovery. Schizophr Res. 2004;72:69-73. 23. Carpenter WT, Koenig JI. The evolution of drug development in schizophrenia: past issues and future opportunities. Neuropsychopharmacology. 2008;33:2061-79. 5/3/10 09:23:35 Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2010;3(1):4-12 ISSN: 1888-9891 Revista de Revista de Psiquiatría y Salud Mental Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Volumen 3, Número 1. Enero-Marzo 2010 EDITORIAL Ha llegado el momento de introducir un nuevo paradigma para el estudio de las psicosis ORIGINALES Comorbilidad depresiva en los trastornos de la personalidad Calidad de los informes médicos sobre personas que han intentado suicidarse ORIGINALES BREVES ψ Accidentes por quemadura y enfermedad mental Prevalencia de alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos ingresados REVISIÓN www.elsevier.es/saludmental Risa y terapias positivas: moderno enfoque y aplicaciones prácticas en medicina AGENDA www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Comorbilidad depresiva en los trastornos de la personalidad Miriam Vilaplana a, Kathryn McKenney b, María D. Riesco c, Jaume Autonell a y Jorge A. Cervilla b,* CIBERSAM Sant Joan de Déu, Servicios de Salud Mental, Vilanova i la Geltrú, Barcelona, España CIBERSAM Granada, Centro Investigaciones Biomédicas, PTS, Granada, España c Servicio de Psiquiatría y Salud Mental, Consorci Hospitalari de Vic, Vic, Barcelona, España a b Recibido el 21 de enero de 2009; aceptado el 31 de julio de 2009 PALABRAS CLAVE Trastornos de personalidad; Trastornos depresivos; Comorbilidad; Pronóstico Resumen Introducción: Nuestro objetivo fue investigar las asociaciones entre clusters de trastornos de personalidad (TP), trastornos del estado de ánimo (TA), funcionalidad y el uso de servicios de salud. Métodos: Éste es un estudio de registro de todos los casos diagnosticados con un TP detectado clínicamente en uno de los siete equipos de salud mental de un área bien definida de la provincia de Barcelona. Los diagnósticos DSM-IV fueron establecidos por psiquiatras bien entrenados. También se recogieron datos sobre variables sociodemográficas, estado funcional (GAF) y sobre uso de los recursos de salud mediante un método sistemático computarizado. Realizamos análisis estadísticos no paramétricos univariables. Resultados: Encontramos un mayor porcentaje de trastorno depresivo (TD) entre pacientes del cluster C (17%), seguido del cluster A (10%) y el B (9,8%). En cuanto a la comorbilidad entre cluster de TP y trastorno distímico, encontramos que la prevalencia era mayor para pacientes del cluster B (23,7%) que del C (20,2%) o del A (7,1%). Cuando se consideraban ambos TA juntos, encontramos que la mayor prevalencia aparecía en pacientes del cluster C (36,87%), seguido del cluster B (33,5%) y del A (17,1%). Los pacientes de cluster A mostraban peor funcionamiento y visitaban con mayor frecuencia los hospitales. Conclusiones: Se encontró una alta comorbilidad entre todos los TA analizados y los trastornos de personalidad; esta asociación fue especialmente importante en el cluster C. © 2009 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. * Autor para correspondencia Correo electrónico: jacb@ugr.es (J.A. Cervilla). 1888-9891/$ - see front matter © 2009 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 02 ORIGINAL 10 (4-12)indd.indd 4 5/3/10 09:44:08 Comorbilidad depresiva en los trastornos de la personalidad KEYWORDS Personality disorders; Depressive disorders; Comorbidity; Prognosis Depressive comorbidity in personality disorders Abstract Introduction: We aimed to investigate the nature of the associations between PD clusters and MDs, functionality and mental health services use. Methods: This is a case register study of all cases with a diagnosis of PD detected clinically in a well-defined area in the province of Barcelona covered by 7 Community Mental Health Teams. DSM-IV diagnoses were established by fully trained psychiatrists. Data was also gathered on socio-demographic variables; functional status (GAF) and data on use of health resources, using a systematic computerized method. We performed a nonparametric univariate statistical analysis. Results: We found a higher percentage of major depressive disorder (MDD) among cluster C patients (17%), followed by cluster A (10%) and cluster B (9, 8%). As for the comorbidity between PD clusters and dysthymic disorder, we found that the prevalence was higher among cluster B patients (23,7%) than cluster C (20,2%) or cluster A (7,1%). When considering both MDs together, we found the highest prevalence among cluster C patients (36,87%), followed by cluster B (33,5%) and cluster A (17,1%). Cluster A patients showed worse functioning and visited hospitals most. Conclusions: A high comorbidity between all MDs analyzed and personality disorders was found, being particularly prominent among cluster C PDs. © 2009 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción Los trastornos de la personalidad son entidades psicopatológicas que comportan patrones de conducta inadaptada y afectan a todas las áreas de las relaciones intrapersonales e interpersonales; se asocian a menudo a trastornos mentales del eje I, sobre todo trastornos depresivos y de ansiedad1. La comorbilidad entre los trastornos de la personalidad (TP) y los trastornos del estado de ánimo (TA) es un fenómeno complejo con el que los psiquiatras y otros profesionales de la salud mental han de enfrentarse a menudo. Ciertos conceptos acerca de la relación entre TA y TP parecen estar bastante aceptados. Muchos rasgos del TP se han identificado como factores de riesgo para los trastornos depresivos2-11 y es bien conocido también que el tratamiento de los pacientes con un TA es menos eficaz cuando éstos sufren también un TP10,12-19. Uno de los TA que se asocia con mayor frecuencia a los TP es el trastorno depresivo mayor (TDM). Con frecuencia hay comorbilidad con otros trastornos del eje I y II20-25. Varios estudios se han centrado en los efectos que tiene el TP en la evolución clínica, el curso y el tratamiento de los trastornos depresivos10,12-16,18,19,26-28. Aunque los estudios de prevalencia muestran una gran dispersión de los resultados en función del tipo de diseño, la muestra y los instrumentos utilizados en la evaluación (tabla 1), en general, la prevalencia descrita de la comorbilidad entre TDM y TP ha sido de entre el 6 y el 87%1. El TP que se asocia con mayor frecuencia al TDM depende de los clusters, tal como se muestra en la figura 1. Se ha indicado que la influencia del TP en el TDM afecta a aspectos clínicos como: inicio más temprano de los síntomas depresivos1,10,29-33, mayor tiempo hasta la respuesta al tratamiento14-16,19,31,34-40, tasas de suicidio e intento de suicidio más elevadas10,12,30,41-44 y episodios depresivos de mayor duración14,21,30,35,36,45, así como mayor frecuencia de 02 ORIGINAL 10 (4-12)indd.indd 5 5 recaídas e ingresos hospitalarios30,34,36,43,46-48, menor apoyo social28,34,48-51 y tasas elevadas de divorcio y separación10,14. Por lo que respecta a la respuesta terapéutica, hay contradicciones entre estudios previos puesto que algunos afirman que hay una influencia limitada de las variables de la personalidad en la evolución del TDM27,28,52, sobre todo en el caso del cluster C42, mientras que la mayoría resalta una peor respuesta terapéutica a la psicoterapia y/o el tratamiento antidepresivo. Así pues, las tasas de respuesta oscilan entre el 20 y el 49% en los pacientes con TDM con TP comórbido, frente a una tasa superior, de un 49 a un 91% en los pacientes con TDM sin TP10,28,30,31,53-56. Otro TA que se asocia con frecuencia al TP es la distimia53,57,58. Parece que la prevalencia de distimia a lo largo de la vida es de alrededor de un 3%, aunque es más alta en las mujeres (4%) que en los varones (2,2%)59, pero la prevalencia de la comorbilidad es muy elevada (65%-100%) cuando se asocia a otros trastornos de los ejes I y II53,57,58,60-62. Desde un punto de vista clínico, el TP en pacientes con distimia está ligado a una psicopatía general más grave, que se refleja en unas puntuaciones altas en la BDI y en la mayor parte de las escalas de MMPI57. Más concretamente, se ha observado una sintomatología depresiva más grave en distimia cuando se asocia a rasgos de personalidad del cluster C62,63, así como a la ansiedad58,62. Se ha observado una mala recuperación relacionada con rasgos de personalidad depresiva, TP del cluster C y estrés crónico58,62. La respuesta terapéutica en distimia varía en función de los estudios (entre el 20 y el 80%)62,64. En resumen, la evidencia indica que el TP comórbido se asocia a efectos que pueden ser negativos en el curso, el tratamiento y la evolución del TA. Este estudio pretende aportar cierta luz sobre la relación entre TA y TP, mediante el examen de una amplia muestra clínica de pacientes ambulatorios, con la finalidad de comprender 5/3/10 09:44:12 6 M. Vilaplana et al Tabla 1 Estudios de prevalencia más recientes en los que se ha explorado la relación entre los trastornos de personalidad y del estado de ánimo Autor Año Diseño Muestra Abela et al Alnaes et al Casey et al Charney et al Comtois et al De la Fuente et al 2003 1997 2004 1981 1999 2002 Transversal Transversal Prospectivo Transversal Transversal Transvesal Farabaugh et al Fava et al Garyfallos et al Gunderson et al Johnson et al Joyce et al Kool et al Morse et al Rossi et al Sanderson et al Stanley et al Wiinamaki et al 2005 1996 1996 2008 2005 2003 2000 2005 2001 1992 2006 2003 Transversal Transversal Transversal Prospectivo Prospectivo Prospectivo Transversal Prospectivo Transversal Transversal Transversal Prospectivo Individuos con TBP Pacientes ambulatorios psiquiátricos Muestra de la comunidad Pacientes deprimidos Pacientes ambulatorios psiquiátricos Pacientes hospitalizados por TBP, con o sin DM coexistente, pacientes con DM, con o sin TBP Pacientes ambulatorios psiquiátricos con TDM Pacientes que recibían tratamiento por depresión Pacientes ambulatorios con TDM y TD Pacientes con TP Muestra de niños de la comunidad Pacientes deprimidos Pacientes deprimidos Pacientes que se recuperaban de un episodio depresivo mayor Pacientes con TDM y bipolares Pacientes con TDM, TD o doble depresión Pacientes con TDM Pacientes con TDM y comorbilidad de TP de cluster C, y pacientes con TDM DM: depresión mayor; TBP: trastorno bipolar; TD: trastorno depresivo; TDM: trastorno depresivo mayor; TP: trastornos de personalidad. mejor las implicaciones clínicas y de uso de servicios que tiene esta relación y sus diferencias entre los diversos clusters del TP. Material y métodos Muestra y diagnóstico La muestra estaba formada por todos los pacientes con diagnóstico de cualquier TP que habían estado en contacto con alguno de los siete equipos de salud mental que forman parte de la red Sant Joan de Déu-Serveis de Salut Mental entre enero de 2001 y 2003. Esta red presta servicios de salud mental en el sector público, en colaboración con el Servei Català de la Salut, en un área bien definida del sur de la provincia de Barcelona. Un total de 1.657 pacientes fueron diagnosticados de un TP por psiquiatras clínicos mediante la aplicación de los criterios del DSM-IV-TR, y a 515 (31%) de ellos se les diagnosticó un TP no especificado, por lo que fueron excluidos del presente análisis. La muestra final estaba formada por 1.142 pacientes con un TP especificado. Diseño Variables evaluadas Utilizamos tres variables de valoración diferentes, a saber: TDM, distimia o cualquiera de esos dos TA según el DSM-IV. Todos los diagnósticos de DSM-IV se establecieron mediante una evaluación clínica realizada por psiquiatras especialistas adecuadamente preparados que habían recibido también una formación específica en el uso del programa HCI SJDSSM. Los diagnósticos de TP del DSM-IV se agruparon en los clusters A, B o C para el análisis. Se obtuvieron datos relativos a los factores sociodemográficos, la función global (medida con la escala GAF)66 y el uso de servicios (visita ambulatoria, en servicio de urgencias o ingreso hospitalario). Análisis estadístico Exploramos las asociaciones entre variables con el empleo de métodos univariables no paramétricos (χ2 de Pearson). Resultados Descripción de la muestra Éste es un estudio de registro de todos los casos detectados por una red de asistencia clínica especializada que fueron registrados mediante la historia clínica informatizada (HCI) del Sant Joan de Déu-Serveis de Salut Mental (HCI SJD-SSM). 02 ORIGINAL 10 (4-12)indd.indd Puede consultarse una información más detallada sobre el programa HCI en otra publicación65. 6 La muestra inicial la formaron 1.657 pacientes con TP, de los que 893 eran mujeres y 764, varones. La edad oscilaba entre 18 y 91 años, con una media ± desviación estándar de 5/3/10 09:44:12 Cluster A Casey P, 2004 Garyfallos G, 1999 Farabaugh A, 2005 Johnson JG, 2005 Morse JQ, 2005 Cluster B Sanderson WC, 1992 Viinamaki H, 2003 7 Skodol AE, 1999 Stanley B, 2006 Corruble E, 1996 Garyfallos G, 1999 Abela JR, 2003 Alnaes R, 1997 Charney DS, 1981 Comtois KA, 1999 De la Fuente JM, 2002 Fava M, 1996 Gunderson JG, 2008 Johnson JG, 2005 Joyce PR, 2003 Rossi A, 2001 Kool S, 2000 Johnson JG, 2005 Comorbilidad depresiva en los trastornos de la personalidad Cluster C Tan sólo un tipo de cluster muestra una prevalencia mayor Más de un tipo de cluster muestran una prevalencia mayor Asociaciones con síndromes depresivos. 43,70 ± 15,46 años. El número medio de visitas a cada uno de los centros fue 23,36, 1,37 y 5,31 para las clínicas ambulatorias, los servicios de urgencias y los ingresos hospitalarios, respectivamente. Por lo que respecta a las puntuaciones medias de la Global Functioning Scale (GAF), obtuvimos un valor de 28,44 para los pacientes con TP del cluster A, 46,16 para el cluster B y 51,25 para el cluster C. A 515 pacientes (31%) se les había diagnosticado un TP no especificado, y por lo tanto se los excluyó del análisis, puesto que constituían un grupo no definido que no podía atribuirse a ninguno de los tres clusters. Al comparar a los pacientes excluidos con los que se tuvo en cuenta en el análisis, observamos diferencias estadísticamente significativas en cuanto a que en los primeros había una tendencia a una mayor proporción de varones, una edad ligeramente inferior y una necesidad menos frecuente de asistencia a la clínica ambulatoria. La muestra utilizada para el resto del análisis que se presenta aquí la formaron 1.142 pacientes con TP en los que había un TP especificado. De ellos, un 43,9% (n = 501) eran varones y un 56,1% (n = 641), mujeres; la media de edad era de 45,72 ± 15,89. A 269 (23,55%) se les diagnósticó un TP de cluster A según el DSM-IV; a 590 (51,66%), un TP de cluster B, y a 279 (24,43%), un TP de cluster C. Del conjunto de pacientes incluidos en el cluster A, a un 48% (n = 129) se les diagnosticó un TP paranoide; a un 36,1% (n = 97), un TP esquizoide, y a un 16% (n = 43), un TP esquizotípico. Por lo que respecta a los pacientes con un TP de cluster B, un 49,4% (n = 292) tenía un TP histriónico; un 33% (n = 193) tenía un TP limítrofe; un 10% (n = 59) cumplía los criterios de TP antisocial, y un 8% (n = 46), el de un TP narcisista. Y por último, de los pacientes con TP del cluster C, 135 (48,23%) tenían un diagnóstico de TP dependiente; 107 (38,65%), de TP obsesivo-compulsivo, y 37 (13,12%), de TP de evitación. En la figura 2 se presentan los datos relativos a la distribución de los diferentes TA. 02 ORIGINAL 10 (4-12)indd.indd 7 Prevalencia de síntomas depresivos Figura 1 35 30 25 20 15 30,6 10 5 0 18,9 11,6 Depresión mayor Distimia Trastorno del estado de ánimo Figura 2 Proporción de individuos con un trastorno de la personalidad especificado que cumplen también los criterios para alguno de los trastornos del estado de ánimo que analizamos. Resultados en los trastornos de la personalidad del cluster A De los 1.142 pacientes incluidos en el análisis final, 269 tenían un TP del cluster A; un 10% de ellos presentaban también un diagnóstico de TDM de eje I; un 7,1%, una distimia, y un 17,1%, algún TA (o bien TDM o bien distimia). De los 27 pacientes (10%) que presentaban un TP del cluster A y un TDM, 14 tenían un TP paranoide de eje II, 9 un TP esquizoide y 4 un TP esquizotípico. Por lo que respecta a los 19 pacientes con distimia, 9 cumplían los criterios del DSM-IV-TR para un TP paranoide, 4 para un TP esquizoide y 6 para un TP esquizotípico. Y finalmente, de los 46 (17,1%) pacientes de este grupo de TP con un diagnóstico de TA del eje I, en 23 observamos un TP paranoide, en 13 un diagnóstico de TP esquizoide y en 10 un TP esquizotípico (fig. 3). 5/3/10 09:44:12 8 M. Vilaplana et al 50 250 Pacientes (n) Pacientes (n) 45 40 35 30 25 200 10 150 100 50 15 0 10 5 0 Depresión mayor Esquizotípico Distimia Trastorno del estado de ánimo Esquizoide Paranoide Figura 3 Analizamos el número de pacientes con trastornos de personalidad (TP) del cluster A que cumplen los criterios de alguno de los trastornos del estado de ánimo, divididos en los diferentes TP. Depresión mayor Distimia Narcisista Limítrofe Trastorno del estado de ánimo Histriónico Figura 4 Analizamos el número de pacientes con trastornos de personalidad (TP) del cluster B que cumplen los criterios de alguno de los trastornos del estado de ánimo, divididos en los diferentes TP. 120 En el análisis de los 590 pacientes de nuestra muestra que presentaban alguno de los 4 TP del cluster B, observamos que un 9,83% (n = 58) tenía también un TDM de eje I del DSM-IV-TR, un 23,72% (n = 140) tenía distimia y un 33,55% algún TA (o bien TDM o bien distimia). En el 9,83% de los pacientes con un TDM y algún TP del cluster B, observamos que un 51,72% (n = 30) de ellos presentaban un TP histriónico de eje II histriónico, un 29,31% (n = 17) tenía un diagnóstico de TP limítrofe y un 18,96% (n = 11), un TP narcisista. Al analizar la prevalencia de distimia en este grupo de TP, observamos un porcentaje superior de este trastorno del eje I en los pacientes con TP histriónico (n = 106), seguidos de los que tenían un TP limítrofe (n = 19). Por lo que respecta a los pacientes con un TP narcisista o antisocial, observamos que la prevalencia de estos trastornos era mínima (el 2 y el 8,6%, respectivamente). En el 33,5% de los pacientes incluidos en este grupo con algún TA, observamos que 3 tenían un TP antisocial; 36, un TP limítrofe; 136, un TP histriónico, y 23, un TP narcisista (fig. 4). Resultados en los trastornos de la personalidad del cluster C Al estudiar la prevalencia del TDM, la distimia o ambos TA en el cluster C, observamos que del 17,02% (n = 48) de los pacientes que presentaban un TDM, el 50% (n = 24) tenía un TP obsesivo-compulsivo; el 43,75% (n = 21), un TP dependiente, y el 6,25% (n = 3), un TP de evitación. Del 20,2% (n = 56) de los pacientes que presentaban distimia, el 64,28% (n = 36) tenía un TP dependiente; el 19,64% (n = 11), un TP obsesivo-compulsivo, y el 16,07% (n = 9), un TP de evitación. Por lo que respecta al 36,87% (n = 104) de los pacientes con cualquiera de los TA citados, observamos que 02 ORIGINAL 10 (4-12)indd.indd 8 100 Pacientes (n) Resultados en los trastornos de la personalidad del cluster B 80 60 40 20 0 Depresión mayor De evitación Distimia Dependiente Trastorno del estado de ánimo Obsesivo-compulsivo Figura 5 Analizamos el número de pacientes con trastornos de personalidad (TP) del cluster C que cumplen los criterios de alguno de los trastornos del estado de ánimo, divididos en los diferentes TP. 35 cumplían los criterios de un TP obsesivo-compulsivo; 57, los de un TP dependiente, y tan sólo 12, los de un TP de evitación (fig. 5). Resultados globales y comparaciones entre los clusters Al comparar a los pacientes con cualquiera de los TA (TDM, distimia o ambos) mediante el empleo de tablas de contingencia, observamos que tanto el TDM como cualquier TA (o bien TDM o bien distimia) tenían una prevalencia superior en el cluster C, mientras que la distimia era más prevalente en el cluster B. Estas diferencias observadas en la prevalencia resultaron estadísticamente significativas al analizarlas con la prueba de la χ2 de Pearson, con un valor de p < 0,005 en todos los casos (tabla 2). 5/3/10 09:44:13 Comorbilidad depresiva en los trastornos de la personalidad Tabla 2 Análisis del trastorno depresivo mayor (TDM), del estado de ánimo (TA) y la distimia en los diferentes clusters de trastornos de la personalidad (TP) Cluster de TP Sin TDM Con TDM Cluster A Cluster B Cluster C χ2 de Pearson 90% 90,2% 83% Sig. asint. (bilateral) 10% 9,8% 17% p = 0,005 Cluster de TP Sin distimia Con distimia Cluster A Cluster B Cluster C χ2 de Pearson 92,9% 76,3% 79,8% Sig. asint. (bilateral) 7,1% 23,7% 20,2% p = 0,0001 Cluster de TP Sin TA Con TA Cluster A Cluster B Cluster C χ2 de Pearson 82,9% 66,5% 62,8% Sig. asint. (bilateral) 17,1% 33,5% 37,2% p = 0,0001 Esta tabla de contingencia muestra que tanto el TDM como el TA tienen su máxima prevalencia en los TP de cluster C, mientras que la distimia tiene una prevalencia mayor en el cluster B. Estas diferencias fueron estadísticamente significativas en el análisis realizado con la prueba de la χ2 de Pearson. Clusters de personalidad y función Los pacientes del cluster B tendían a tener una media de visitas más alta, puesto que a lo largo del período de 3 años en servicios de urgencia fue de 3,16 veces y de visitas ambulatorias de 30,72 veces. En cambio, el cluster A fue el que mostró una media más alta de días de ingreso en hospital de día o en planta (18,61 y 9,17, respectivamente). El cluster A mostró también una funcionalidad global significativamente inferior, con una puntuación media de GAF de 31,71. Discusión Nuestro objetivo fue investigar la naturaleza de las asociaciones entre los clusters de TP y los TA, la funcionalidad y el uso de los servicios de salud mental. Nuestros resultados tienen la ventaja de aportar una evidencia empírica sobre estas asociaciones según lo observado en una muestra clínica de TP. Observamos que los TA son, en general, frecuentes en el TP y que era especialmente así en lo relativo a los clusters B y C. También observamos, tal como cabía prever clínicamente, que los pacientes del cluster B acudían a las clínicas ambulatorias y los servicios de urgencias con una frecuencia significativamente mayor, mientras que los pacientes del cluster A tenían mayor frecuencia de ingresos y peor funcionalidad general. La principal ventaja del estudio es la muestra relativamente grande de pacientes, a los que 02 ORIGINAL 10 (4-12)indd.indd 9 9 en todos los casos se había diagnosticado un TP como diagnóstico principal, independientemente de que tuvieran o no un diagnóstico adicional de eje I. El estudio tiene también varias limitaciones que son características de los estudios basados en historias clínicas, aunque nuestro sistema computarizado de HCI aportara datos obtenidos de forma bastante sistemática por psiquiatras especialistas que habían recibido una formación homogénea. No obstante, los resultados no deben extrapolarse, puesto que la muestra utilizada tiene una clara sobreselección y procede de un conjunto de pacientes de asistencia secundaria. Observamos que, del total de la muestra, incluidos los pacientes con TP no especificado (un 31% de la muestra), en los pacientes con un diagnóstico de cluster A (un 16,29% de la muestra total) el TA más frecuente fue el TDM, cosa que no sucede en los otros dos clusters; en el cluster B (el 35,66% de la muestra) y en el cluster C (el 17,02% de la muestra) hubo una frecuencia mayor de distimia. Esto concuerda con lo indicado en la literatura57. Lo mismo ocurre al analizar todos los TP como un solo grupo, es decir, se aprecia que la distimia se da en el 18,9% del total de los pacientes, con independencia de cuál sea el cluster de personalidad en el que se incluyan, mientras que el TDM se da tan sólo en el 11,6% del total de los pacientes. Los pacientes con un diagnóstico de TP de cluster A eran los menos frecuentes (un 16,29% de la muestra). El hecho de que hayamos observado una prevalencia inferior de distimia en nuestra muestra no respalda lo observado en estudios previos61. Según estos autores, los pacientes con distimia presentan más trastornos del cluster A. Sin embargo, Kool et al (2000) consideraron en su análisis el TDM y la doble depresión, es decir, tanto TDM como distimia, y no la distimia sola, y esto podría explicar en parte la diferencia respecto a nuestros resultados, puesto que nosotros lo analizamos por separado. Que nosotros sepamos, no hay otros estudios que hayan obtenido los mismos resultados que Kool et al (2000), mientras que son numerosos los que respaldan los nuestros. En este cluster, al analizar la presencia de cualquier tipo de TA, observamos que los pacientes con un TP paranoide son los más frecuentes, tal como se había apuntado anteriormente. El TP del cluster B fue el más frecuente, el doble de lo observado en los otros dos clusters. La mayor parte de los pacientes con TA de este cluster presentaban un trastorno histriónico o limítrofe, observación similar a la descrita en otro estudio1. Debemos decir que, en la literatura, estos dos trastornos se han observado tan sólo en la depresión no melancólica31,67, y puesto que nosotros no hemos diferenciado los diferentes tipos de depresión, es posible que estos TP estén sobrerrepresentados, tal como han observado otros autores1. De todos modos, no hemos encontrado ningún otro estudio similar que haya identificado una prevalencia tan alta de pacientes histriónicos, puesto que normalmente el más frecuentemente asociado al TA en este cluster es el trastorno limítrofe1,68. También en el cluster B observamos una prevalencia claramente superior de pacientes con distimia, que afectaba al 23,7% del total. Por lo que respecta a los pacientes con un diagnóstico de cluster C, podemos señalar que siguen un patrón de comorbilidad muy similar al observado en los pacientes del cluster B, es decir, tienen mayor comorbilidad de distimia que 5/3/10 09:44:13 10 M. Vilaplana et al de TDM. El TP diagnosticado con mayor frecuencia en este cluster fue el TP dependiente, lo cual valida nuevamente nuestro método, puesto que se ha descrito en muchos estudios69-71. Tiene interés y pone de relieve la importancia de explorar la comorbilidad de estado de ánimo en el TP el hecho de que se haya descrito de manera uniforme que los pacientes con un TA que presentan también un TP del cluster C tienen peor respuesta al tratamiento, tardan más en responder y tienen mayor probabilidad de evolucionar a la cronicidad6,13,40,72,73. Por último, nuestros resultados sobre la funcionalidad comparativa están dentro de lo esperable, de tal manera que la función de los pacientes del cluster A es significativamente peor y requiere más ingresos hospitalarios, lo cual pone de manifiesto la mayor gravedad de algunos de estos TP, como los de tipo paranoide74. Los resultados que presentamos aquí aportan algo de luz respecto al conocimiento de la comorbilidad entre los ejes I y V con el TP y el TA, al tiempo que resaltan la importancia de una evaluación general del TP, puesto que la comorbilidad comporta implicaciones importantes en el tratamiento y los resultados globales. Bibliografía 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 1. Corruble E, Ginestet D, Guelfi JD. Comorbidity of personality disorders and unipolar major depression: a review. J Affect Disord. 1996;37:157-70. 2. Boyce P, Parker G, Barnett B, Cooney M, Smith F. Personality as a vulnerability factor to depression. Br J Psychiatry. 1991;159: 106-14. 3. Boyce P, Mason C. 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Am J Psychiatry. 1996;153:1308-12. 5/3/10 09:44:14 Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2010;3(1):13-18 ISSN: 1888-9891 Revista de Revista de Psiquiatría y Salud Mental Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Volumen 3, Número 1. Enero-Marzo 2010 EDITORIAL Ha llegado el momento de introducir un nuevo paradigma para el estudio de las psicosis ORIGINALES Comorbilidad depresiva en los trastornos de la personalidad Calidad de los informes médicos sobre personas que han intentado suicidarse ORIGINALES BREVES ψ Accidentes por quemadura y enfermedad mental Prevalencia de alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos ingresados REVISIÓN www.elsevier.es/saludmental Risa y terapias positivas: moderno enfoque y aplicaciones prácticas en medicina AGENDA www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Calidad de los informes médicos sobre personas que han intentado suicidarse Marta Miret a,b, Roberto Nuevo a,b, Consuelo Morant c, Enrique Sainz-Cortón d, Miguel Ángel Jiménez-Arriero b,e, Juan J. López-Ibor b,f, Blanca Reneses b,f, Jerónimo Saiz-Ruiz b,g, Enrique Baca-García b,h,i y José Luis Ayuso-Mateos a,b,* Departamento de Psiquiatría, Universidad Autónoma de Madrid, Hospital Universitario de la Princesa, Madrid, España Instituto de Salud Carlos III, Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental, CIBERSAM, España c Oficina Regional de Salud Mental, Comunidad de Madrid, España d Departamento de Psiquiatría, Hospital Universitario Gregorio Marañón, Madrid, España e Departamento de Psiquiatría, Hospital Universitario 12 de Octubre, Universidad Complutense, Madrid, España f Instituto de Psiquiatría y Salud Mental, Hospital Universitario Clínico San Carlos, Universidad Complutense, Madrid, España g Departamento de Psiquiatría, Hospital Universitario Ramón y Cajal, Universidad de Alcalá, Madrid, España h Departamento de Psiquiatría, Fundación Jiménez Díaz, Universidad Autónoma de Madrid, España i Departamento de Psiquiatría, Columbia University, Nueva York, Estados Unidos a b Recibido el 14 de septiembre de 2009; aceptado el 3 de noviembre de 2009 PALABRAS CLAVE Autolesión deliberada; Servicios de urgencia; Suicidio Resumen Introducción: El objetivo de este estudio fue evaluar, mediante una observación ciega, la calidad de los informes clínicos de los pacientes vistos en hospitales públicos de Madrid tras un intento de suicidio. Método: Estudio observacional, descriptivo transversal llevado a cabo en cuatro hospitales generales públicos de Madrid (España). Se analizaron siete indicadores de calidad (antecedentes de atención psiquiátrica, intentos de suicidio previos, apoyo social o familiar, ideación suicida, planificación suicida, reacción frente al intento y grado de daño médico como resultado del intento actual), en 993 informes clínicos de 907 pacientes (el 64,5%, mujeres), con edades comprendidas entre los 6 y los 92 (media, 37,1 ± 15) años, que acudieron al hospital tras un intento de suicidio o que lo intentaron cuando estaban en el hospital. Resultados: De los pacientes que intentaron suicidarse, el 94,9% recibió una evaluación psicosocial. Los siete indicadores se documentaron en el 22,5% de los informes, mientras que en el 23,6% se registraron cuatro indicadores o menos. Los intentos de suicidio previos y la letalidad del intento actual fueron los indicadores que con mayor frecuencia faltaban en los informes. No aparecieron diferencias entre los informes de los varones y * Autor para correspondencia. Correo electrónico: joseluis.ayuso@uam.es (J.L. Ayuso-Mateos). 1888-9891/$ - see front matter © 2009 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 03 ORIGINAL 35 (13-18).indd 13 5/3/10 09:45:40 14 M. Miret et al los de las mujeres (z = 0,296; p = 0,767, prueba de la U de Mann–Whitney bilateral), aunque los informes de los pacientes dados de alta tras la atención en urgencias estaban más incompletos que los de los pacientes ingresados (z = 2,731; p = 0,006), y los informes de las personas con intentos previos también estaban más incompletos que los de aquellos que no tenían intentos previos (z = 3,511; p < 0,001). Conclusiones: Los informes clínicos de las personas que han intentado suicidarse no están completos. El uso de instrumentos de evaluación semiestructurados puede mejorar la evaluación de los pacientes que se han autolesionado. © 2009 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Quality of the written information about suicide attempters KEYWORDS Deliberate self-harm; Emergency service; Suicide Abstract Introduction: The aim of the study was to assess the quality of the clinical records of the patients who are seen in public hospitals in Madrid after a suicide attempt in a blind observation. Methods: Observational, descriptive cross-sectional study conducted at four general public hospitals in Madrid (Spain). Analyses of the presence of seven indicators of information quality (previous psychiatric treatment, recent suicidal ideation, recent suicide planning behaviour, medical lethality of suicide attempt, previous suicide attempts, attitude towards the attempt, and social or family support) in 993 clinical records of 907 patients (64.5% women), ages ranging from 6 to 92 years (mean 37.1 ± 15), admitted to hospital after a suicide attempt or who committed an attempt whilst in hospital. Results: Of patients who attempted suicide, 94.9% received a psychosocial assessment. All seven indicators were documented in 22.5% of the records, whilst 23.6% recorded four or less than four indicators. Previous suicide attempts and medical lethality of current attempt were the indicators most often missed in the records. The study found no difference between the records of men and women (z = 0.296; p = 0.767, two tailed Mann–Whitney U test), although clinical records of patients discharged after an emergency unit intervention were more incomplete than the ones from hospitalised patients (z = 2.731; p = 0.006), and clinical records of repeaters were also more incomplete than the ones from non-repeaters (z = 3.511; p < 0.001). Conclusions: Clinical records of patients who have attempted suicide are not complete. The use of semi-structured screening instruments may improve the evaluation of patients who have self- harmed. © 2009 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción La prevención de la depresión y el suicidio es una de las cinco áreas prioritarias del European Pact for Mental Health and Well-Being, establecido por la Unión Europea1. Para evitar la repetición de los intentos de suicidio, es importante realizar una adecuada evaluación de las personas que han cometido una tentativa de suicidio1,2, lo que, asimismo, contribuirá a establecer el tratamiento más adecuado. Sin embargo, los hospitales no siempre utilizan los servicios de psiquiatría para realizar una evaluación psicosocial de los pacientes que se han autolesionado deliberadamente3, y en ocasiones no hay profesionales de salud mental disponibles4. Como consecuencia, los pacientes que acuden al hospital tras haberse autolesionado deliberadamente a menudo abandonan el hospital sin que se les haya realizado una 03 ORIGINAL 35 (13-18).indd 14 evaluación psicosocial4,5. Por otra parte, otros estudios han encontrado porcentajes más altos de pacientes evaluados tras un intento suicida. Nordentoft et al6 informaron que el 95% de los pacientes que pasaron por los servicios de urgencias o la unidad de cuidados intensivos tras un intento de suicidio recibieron una evaluación psiquiátrica, y los casos en que los pacientes no fueron evaluados fue debido a que el paciente falleció o fue transferido a otra unidad para un ulterior tratamiento. Existen numerosas guías clínicas para el tratamiento hospitalario de pacientes con daño autoinfligido7-13, pero ninguna de ellas está universalmente aceptada. Tras un intento de suicidio, es crucial determinar si el paciente debe ingresar o no. La mayoría de las guías clínicas recomiendan que el alta directa desde el servicio de urgencias sólo debería considerarse si una evaluación psicosocial y un plan de tra- 5/3/10 09:45:43 Calidad de los informes médicos sobre personas que han intentado suicidarse 15 tamiento han sido concertados antes de que el paciente abandone el hospital, mientras que la hospitalización se recomienda si hay un riesgo inminente de suicidio14. El predictor más robusto de la conducta suicida futura es la historia de intentos de suicidio15,16. El tratamiento psiquiátrico previo17 o diagnósticos18-20 como la depresión mayor21, el trastorno bipolar15,22, el abuso de alcohol17,21,23, la esquizofrenia19 y los trastornos de personalidad21 también aumentan el riesgo de suicidio. Asimismo, hay evidencias que demuestran el valor predictivo de diversas variables sociodemográficas: sexo, los varones presentan, en la mayoría de los países, mayores tasas de suicidio consumado, mientras que las mujeres presentan mayores tasas de tentativas24,25; la edad, presentan un mayor riesgo las personas de edad avanzada24, y la convivencia, como el hecho de no vivir con un familiar cercano17 o vivir solo16,20. La falta de apoyo social también aparece con frecuencia en la literatura sobre riesgo de suicidio26. Otros factores de riesgo incluyen la ideación suicida15, la planificación suicida27 y, entre los pacientes que han cometido un intento recientemente, la reacción frente a dicho intento28. La gravedad del intento es también un factor de riesgo para la repetición del intento24, así como tener problemas de salud física17,20, y la evitación de ser descubierto en el momento del intento17. Malone et al29 evaluaron la precisión de la documentación sobre la historia de conductas suicidas en los informes clínicos sistemáticos de paciente ingresados. Encontraron que una parte significativa de la conducta suicida pasada no se registraba en la evaluación clínica habitual: los médicos no documentaban actos suicidas previos en un 24% de los pacientes. Peores evaluaciones encontraron Head et al30 tras el análisis de los informes de 338 pacientes que se habían autolesionado deliberadamente. Sólo en un 11% de los pacientes que se encontraban conscientes quedaba reflejada una evaluación psicosocial adecuada. Más recientemente, analizando los datos registrados sobre 70 pacientes que se habían autolesionado deliberadamente, MacCauley et al31 encontraron que las circunstancias del intento, los estresores recientes, el diagnóstico psiquiátrico, el riesgo inmediato y el plan de seguimiento se documentaron en la mayoría de los casos. Sin embargo, la historia psiquiátrica familiar, la conducta suicida pasada, la historia de abuso de alcohol y otras drogas y la violencia previa con frecuencia no se documentaban. Debido a la aparente falta de acuerdo entre las guías clínicas y la realidad de la evaluación, así como la escasa evidencia sobre cómo es la práctica real14,32, nos proponemos analizar la calidad de los informes clínicos de los pacientes vistos tras un intento de suicidio en una observación ciega. por medio de los impuestos. Los hospitales (Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Hospital Universitario Ramón y Cajal, Hospital Clínico San Carlos y Hospital Universitario 12 de Octubre) están todos en Madrid y proveen atención pediátrica y a adultos. Son los hospitales de referencia para una población de 2.792.747 personas. Se identificaron 1.009 intentos de suicidio. Un investigador independiente de los médicos rellenó un protocolo para cada uno de los intentos que registraba la información incluida en los informes clínicos. No se informó a los médicos sobre el estudio antes de la recogida de datos. Para el propósito de estos análisis, se excluyeron 16 casos en los que la evaluación no se pudo llevar a cabo porque el paciente se escapó o falleció, por lo que el tamaño muestral final cuenta con 993 informes clínicos. Se garantizó la confidencialidad de todos los informes. Se asignó un código a cada caso, y no se registraron datos personales que pudiesen identificar al paciente. Se obtuvo aprobación del comité ético de cada uno de los hospitales. Los intentos de suicidio se determinaron según la definición de la Organización Mundial de la Salud: “Aquellas situaciones en que la persona ha cometido un acto que amenaza su vida con la intención de ponerla en peligro o que dan la apariencia de tal intención. Incluye actos interrumpidos por otros antes de que el daño real ocurra33”. Esta definición es igual que la propuesta en la última nomenclatura revisada para el estudio del suicidio34. Se analizaron los informes clínicos de 993 intentos de suicidio cometidos por 907 personas, con edades comprendidas entre los 6 y los 92 años (media de edad, 37,1 ± 15 años). De las que 640 (64,5%) eran mujeres (media de edad, 36,7 ± 15,4 años), y 353 (35,5%), varones (media de edad, 37,9 ± 14,3 años); 780 (86%) eran españoles, y 55 personas (5,5%) cometieron más de un intento (intervalo, 2-10 intentos; media, 2,6 ± 1,3). También se analizó la calidad de los informes clínicos de los pacientes que habían cometido un intento de suicidio. Basados en la evidencia científica disponible en la actualidad y en las recomendaciones de las guías clínicas de prevención del suicidio, y asumiendo que hay determinadas variables demográficas como el sexo y la edad que se evalúan sistemáticamente en todos los informes, se seleccionaron siete indicadores para analizar la calidad de la información disponible en los informes clínicos, considerando que es la información mínima necesaria para evaluar el grado de riesgo de un paciente que ha intentado suicidarse. Estos indicadores son: antecedentes de atención psiquiátrica, intentos de suicidio previos, apoyo social o familiar, ideación suicida, planificación suicida, reacción frente al intento y grado de daño médico como resultado del intento actual. Material y métodos Análisis estadístico Los informes clínicos de todos los pacientes admitidos en el hospital tras un intento de suicidio, o que intentaron suicidarse estando en el hospital, se analizaron entre el 9 de noviembre de 2007 y el 8 de marzo de 2008 en cuatro hospitales generales públicos del Sistema Nacional de Salud Español que provee cuidado de salud gratuito a todos los ciudadanos españoles e inmigrantes que viven en las áreas de asistencia. Todos los gastos médicos los paga el gobierno Para cada informe, se codificó si aparecía o no cada uno de los indicadores. Posteriormente, la distribución de frecuencias de cada indicador se analizó para obtener la información que indica en qué grado los informes clínicos cubren dicha información. La suma de cada uno de estos indicadores dicotómicos (0 cuando la información no estaba recogida y 1 cuando estaba recogida) ofrece una puntuación total de la calidad de la evaluación que oscila entre 0 y 7. Debido 03 ORIGINAL 35 (13-18).indd 15 5/3/10 09:45:43 16 M. Miret et al a que las puntuaciones de calidad no tenían una distribución normal, se utilizó la prueba de la U de Mann-Whitney para comparar las puntuaciones de calidad entre varones y mujeres; pacientes que recibieron el alta directamente desde urgencias y pacientes ingresados, y pacientes que cometían su primer intento con pacientes que tenían intentos previos. Para hacer estos grupos se eliminaron algunos casos. Los grupos de ingresados frente a los que recibieron el alta se formaron con 958 casos; se excluyó a los pacientes que se escaparon tras la evaluación pero antes de que se realizase la derivación y aquellos en que en los informes no constaba si habían ingresado o recibido el alta. El grupo de recurrentes frente al no recurrentes se formó con 558 casos en los que se mencionaba si el paciente tenía o no intentos previos. Debido a que éste era además uno de los indicadores de calidad, este indicador se eliminó para realizar los análisis, con lo que quedó un intervalo de puntuaciones de 0 a 6. Se llevó a cabo la prueba de la χ2 para comparar la frecuencia de la documentación de cada indicador en cada uno de los grupos. Los análisis se realizaron utilizando el Statistical Package for the Social Sciences (SPSS 15.0) y Stata 10.0. que habían cometido algún intento previo al analizado en el estudio (4,93 ± 1,12). La frecuencia de la documentación de cada uno de los indicadores en cada uno de los grupos y las pruebas de la χ2 se muestran en la tabla 1. La letalidad del intento fue significativamente más codificada en varones que en mujeres (p = 0,019), en pacientes ingresados que en los que recibieron el alta directamente desde urgencias (p = 0,001), y apareció una tendencia a la significación en cuanto a la repetición del intento, documentado con mayor frecuencia en pacientes que intentaban suicidarse por primera vez que en personas que habían cometido intentos previamente (p = 0,053). La planificación suicida resultó menos documentada en los pacientes ingresados que en los pacientes dados de alta (p = 0,040) y en los repetidores que en los que cometían un intento por primera vez (p = 0,009). La reacción frente al intento también fue menos documentada en pacientes ingresados que en pacientes dados de alta (p = 0,003) y en repetidores que en personas que no tenían intentos previos (p = 0,028). Los intentos previos fueron, en cambio, más documentados en pacientes ingresados que en pacientes dados de alta directamente desde urgencias (p < 0,001). Resultados Discusión Tras analizar los 993 informes clínicos se encontró que 943 (94,9%) (intervalo de confianza [IC] del 95%, 93,602-96,327) pacientes con intento de suicidio recibieron una evaluación psicosocial. Los otros 50 (5,1%) (IC del 95%, 3,673-6,398) no fueron evaluados o no fue posible encontrar los informes clínicos y, por lo tanto, tampoco fue posible saber si se había realizado la evaluación. Del 94,9% evaluado, la evaluación fue realizada por un psiquiatra en 994 (99,8%) (IC del 95%, 99,493-100) casos, y por el médico de puerta en 2 (0,2%) (IC del 95%, 0-0,507) casos. En ningún caso se utilizaron protocolos específicos para la evaluación de los pacientes suicidas. Sólo en 1 caso (0,1%) se utilizaron escalas de ideación suicida. Sólo 223 (22,5%) (IC del 95%, 19,857-25,057) informes documentaron los siete indicadores; 306 (30,8%) (IC del 95%, 27,939-33,692) recogieron seis indicadores; 229 (23,1%) (IC del 95%, 20,437-25,686) registraron cinco, y 235 (23,6%) (IC del 95%, 21,017-26,314) recogieron cuatro indicadores o menos. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas (z = 0,296; p = 0,767, estadístico U de Mann–Whitney con un contraste bilateral para dos muestras independientes) en la puntuación total de calidad de la evaluación entre varones (5,26 ± 1,59) y mujeres (5,30 ± 1,53). En cambio aparecieron diferencias estadísticamente significativas (z = 2,731; p = 0,006, estadístico U de Mann–Whitney con un contraste bilateral para dos muestras independientes) en la puntuación total de calidad entre los pacientes hospitalizados en psiquiatría o en unidades de medicina interna (5,50 ± 1,54) y los que recibieron el alta directamente desde urgencias (5,28 ± 1,47). También aparecieron diferencias estadísticamente significativas (z = 3,511; p < 0,001, estadístico U de Mann–Whitney con un contraste bilateral para dos muestras independientes) entre los pacientes que no tenían ningún intento de suicidio previo (5,27 ± 0,95) y los Limitaciones 03 ORIGINAL 35 (13-18).indd 16 La muestra estaba formada por cuatro hospitales universitarios con atención psiquiátrica y de urgencias de 24 horas. Los resultados podrían ser diferentes en hospitales más pequeños con menos psiquiatras. Además, puesto que sólo se analizaron los informes clínicos, pero no las evaluaciones de los psiquiatras, no se puede concluir que la información que no estaba en los informes no fuese explorada durante la evaluación. Sin embargo, asumimos que lo que no está escrito en los informes es información perdida, dado que otro profesional de la salud tampoco podrá tener acceso a ella. Implicaciones Las guías clínicas especifican las variables que deben registrarse en los informes clínicos. Sin embargo, estas recomendaciones no siempre se siguen, como lo muestra el hecho de que el 5% de los pacientes analizados en este estudio recibieron el alta de un hospital general público de Madrid tras un intento de suicidio sin una valoración psiquiátrica. Este porcentaje es menor que el encontrado en otros estudios4,5, pero mayor que el encontrado en otros países6. Dado que todos los indicadores analizados en el presente estudio pueden considerarse igual de relevantes y significativos para una evaluación completa del riesgo de una persona que ha cometido una tentativa de suicidio, y que los informes clínicos son la única información disponible para los profesionales que potencialmente quieran tratar al paciente en un futuro, creemos que un criterio conservador es que el informe contenga al menos cinco de estos siete indicadores como mínimo estándar para considerarlo adecuado para los propósitos de prevención y tratamiento. Según este estándar, 235 (23,6%) informes se pueden considerar incom- 5/3/10 09:45:43 Calidad de los informes médicos sobre personas que han intentado suicidarse 17 Tabla 1 Porcentaje de informes que documentan cada indicador Mujeres (n = 640) χ2 (p)a Ingreso (n = 250) 90,9% 89% (89,1-92,7) (85,7-92,2) 92% (89,9-94,1) 2,62 (0,106) 93,6% 91,1% (90,6-96,6) (89-93,2) 87,1% (85-89,2) 87,5% (84,9-90,1) 0,24 (0,621) 86,4% 88,8% 1,06 (82,1-90,7) (86,5-91,2) (0,303) 90,7% 92,1% (87,9-93,5) (87,5-96,6) 0,25 (0,618) 78,5% 75,9% (76-81,1) (71,4-80,4) 75,6% 75,1% (72,9-78,3) (70,5-79,6) 80% (76,9-83,1) 75,9% (72,6-79,3) 2,25 (0,134) 0,09 (0,761) 82,8% 78,4% 2,21 (78,1-87,5) (75,4-81,4) (0,137) 72% 78,4% 4,22 (66,4-77,6) (75,3-81,4) (0,040) 81,9% (78,2-85,6) 78,5% (74,6-82,5) 2,01 (0,157) 6,74 (0,009) 73,4% 72% (70,7-76,2) (67,2-76,7) 74,2% (70,8-77,6) 0,60 (0,440) 67,6% (61,8-73,4) 73,5% 82,7% 4,84 (69,3-77,7) (76,4-89,1) (0,028) 67% (64-69,9) 56,2% (53,1-59,3) 64,4% (60,6-68,1) 56,4% (52,5-60,3) 5,48 (0,019) 0,03 (0,856) 76% 64,1% 11,83 72,3% (70,7-81,3) (60,6-67,7) (0,001) (68-76,6) 72% 50,6% 34,48 –b (66,4-77,6) (46,9-54,3) (< 0,0001) Total (n = 993) Tratamiento psiquiátrico previo Ideación suicida reciente Apoyo social o familiar Planificación suicida reciente Reacción frente al intento Letalidad del intento Intentos previos Varones (n = 353) 86,4% (82,8-90) 71,7% (66,9-76,4) 55,8% (50,6-61) Alta (n = 708) 77,1% (74-80,2) χ2 (p)a Repite (n = 419) No repite (n = 139) 1,52 (0,217) 95,9% (94-97,8) 96,4% 0,06 (93,3-99,5) (0,809) 8,84 (0,003) 87,1% (81,4-92,7) 88,5% (83,1-93,9) χ2 (p)a 80,6% 3,74 (73,9-87,2) (0,053) – – gl = 1. I ndicador eliminado para estos análisis, ya que sólo se incluyeron los casos en que fue registrado. Los datos indican porcentaje (intervalo de confianza del 95%) a b pletos. Si se utiliza un criterio más restrictivo (seis o siete criterios incluidos), sólo 529 (53,3%) informes pueden considerarse adecuados. El número de intentos de suicidio previos fue el indicador que con más frecuencia no estaba en los informes, lo que puede estar explicado porque los médicos sólo lo mencionan cuando ha habido intentos previos, pero no lo especifican cuando el paciente no ha tenido un intento previo. De ser así, esto podría llevar a confusión cuando otros profesionales examinan el informe, ya que no es posible saber si se ha evaluado la historia de suicidio, y si ha habido intentos previos o no. Las bajas tasas en dicho indicador, comparadas con las encontradas por Malone et al29, pueden ser debidas al hecho de que ellos sólo analizaron informes de pacientes hospitalizados, mientras que la mayoría de los informes analizados en el presente trabajo son de urgencias, que son normalmente menos detallados. Nuestros resultados son más optimistas que los hallados por Head et al30, lo que puede explicarse por el diferente criterio utilizado para evaluar la calidad. La letalidad del intento con frecuencia no estaba en los informes, mientras que el tratamiento psiquiátrico previo y la ideación suicida fueron los documentados con mayor frecuencia, aunque las escalas de ideación suicida rara vez se utilizaron. Estos resultados son similares a los hallados por MacCauley et al31 con una muestra más pequeña. La calidad de la evaluación fue similar para varones y mujeres, pero fue peor para los pacientes dados de alta que para los pacientes ingresados. Esto puede ser un reflejo del mayor tiempo dedicado a la evaluación de los pacientes que permanecen más tiempo en el hospital. Los pacientes que 03 ORIGINAL 35 (13-18).indd 17 tenían intentos previos también tenían informes de peor calidad que los pacientes que cometían el primer intento. Esto puede explicarse porque los pacientes repetidores pueden ser conocidos por los médicos, por lo que detallan menos su historia clínica. Conclusiones El presente estudio indica que los informes clínicos de los pacientes que han intentando suicidarse son incompletos. Considerando la importancia de los informes clínicos en la toma de decisiones sobre el tratamiento y el seguimiento de estos pacientes, proponemos el uso de instrumentos de evaluación semiestructurados para mejorar las evaluaciones de los pacientes que se han autolesionado. Asimismo, estos instrumentos podrían garantizar la implementación de las guías clínicas. Financiación Este estudio recibió la financiación del Instituto Madrileño de Salud Pública y el apoyo del Instituto de Salud Carlos III, Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental, CIBERSAM. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener conflicto de intereses. 5/3/10 09:45:43 18 M. Miret et al Bibliografía 1. European Commission. European Pact for Mental Health and Well-being. European Commission; 2008. 2. Kapur N, House A, Dodgson K, May C, Creed F. Effect of general hospital management on repeat episodes of deliberate self poisoning: cohort study. BMJ. 2002;325:866-7. 3. Slinn R, King A, Evans J. A national survey of the hospital services for the management of adult deliberate self-harm. Psychiatr Bull. 2001;25:53-5. 4. Baraff LJ, Janowicz N, Asarnow JR. Survey of California emergency departments about practices for management of suicidal patients and resources available for their care. Ann Emerg Med. 2006;48:452-8. 5. Barr W, Leitner M, Thomas J. 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Enero-Marzo 2010 EDITORIAL Ha llegado el momento de introducir un nuevo paradigma para el estudio de las psicosis ORIGINALES Comorbilidad depresiva en los trastornos de la personalidad Calidad de los informes médicos sobre personas que han intentado suicidarse ORIGINALES BREVES ψ Accidentes por quemadura y enfermedad mental Prevalencia de alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos ingresados REVISIÓN www.elsevier.es/saludmental Risa y terapias positivas: moderno enfoque y aplicaciones prácticas en medicina AGENDA www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL BREVE Accidentes por quemadura y enfermedad mental I. Vera *, E. Ferrando, I. Vidal, D. Gómez-Olmeda y J.C. González Servicio de Psiquiatría, Hospital Universitario de Getafe, Getafe, Madrid, España Recibido el 26 de mayo de 2009; aceptado el 28 de diciembre de 2009 PALABRAS CLAVE Quemaduras; Antecedentes psiquiátricos; Trastorno adaptativo; Trastorno por estrés postraumático Resumen Introducción: En España se producen unos 12.000 accidentes por quemaduras cada año. La Unidad de Grandes Quemados y el Servicio de Cirugía Plástica del Hospital Universitario de Getafe son de referencia nacional en el tratamiento de las quemaduras. En los últimos años, diversos autores han apuntado la estrecha relación entre enfermedades psiquiátricas y accidentes por quemadura. El objetivo del presente estudio es estimar la prevalencia de antecedentes psiquiátricos y la incidencia de trastorno adaptativo (TA) y trastorno por estrés postraumático (TEPT) en pacientes ingresados por quemaduras en el HUG entre el 1-1-2008 y el 31-6-2008. Métodos: Se evaluó a los pacientes al ingreso mediante entrevista clínica semiestructurada, para determinar presencia y tipo de antecedentes psiquiátricos y a los 6 meses para determinar si tenían o no TEPT y/o TA mediante la entrevista clínica estructurada SCID. Resultados: Sesenta pacientes estuvieron ingresados por quemaduras en el período de estudio. El 17,9% de las quemaduras se produjeron de manera intencional (9 autoagresiones y 2 heteroagresiones). El 33,5% de los pacientes presentaban antecedentes psiquiátricos. El 52,3% de los pacientes cumplían criterios de TA y el 18% de TEPT a los 6 meses del accidente. Conclusiones: Los resultados señalan la importancia de promover el cribado de los síntomas psicológicos de todo paciente que ingrese por quemaduras. Es necesario poner en marcha programas de apoyo psicoterapéutico y medidas de apoyo farmacológico adecuadas para cada paciente para poder mejorar la evolución médica y psiquiátrica y favorecer una adecuada integración familiar, laboral y social. © 2009 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. * Autor para correspondencia. Correo electrónico: ignacioveralopez@yahoo.es (I. Vera López). 1888-9891/$ - see front matter © 2009 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 04 ORIGI BREVE 25 (19-22).indd 19 5/3/10 09:46:53 20 I. Vera et al KEYWORDS Burns and mental disorder Burns; Mental disorders; Postraumatic stress disorder; Adjustment disorder Abstract Introduction: The study aimed to explore the prevalence of previous mental disorder and the incidence of adjustment and posttraumatic stress disorder in 60 patients with burn injuries admitted to a major burn unit in the greater Madrid area. Methods: A total of 57 patients were assessed for serious past and present mental illness by using a semi-structured clinical interview. Current DSM-IV adjustment and posttraumatic stress disorder were assessed 6 months post burn with the structured clinical interview SCID. Results: 60 patients were hospitalized for severe burns during the study period. 11 (17,9%) burns took place intentionally. 9 patients had tried to commit suicide. 33.5% of the participants had suffered any kind of mental disorder previously. 23 (52.3%) patients met criteria for adjustment disorder and 8 (18%) for posttraumatic stress disorder 6 months post burn. Conclusions: The results demonstrate the importance of routine screenings of psychological symptons in burned patients. It is also necessary to promote specific psychopharmacological measures and specific psychotherapeutic interventions in this population in order to improve their medical and psychiatric prognosis and their quality of life a long-term basis. © 2009 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción En España, se producen aproximadamente 12.000 accidentes y 5.800 ingresos hospitalarios por quemaduras cada año1. Las quemaduras son una experiencia vital traumática y destructiva para la biografía personal con secuelas funcionales y estéticas evidentes y con una enorme repercusión en la vida familiar, social y laboral del paciente. En las últimas décadas, el énfasis terapéutico puesto en la supervivencia ha llevado al personal sanitario a subestimar los aspectos emocionales y psiquiátricos en los pacientes quemados. En los últimos años, algunos estudios epidemiológicos han resaltado la estrecha relación entre las quemaduras y las enfermedades psiquiátricas. Por un lado, los factores psicológicos podrían estar implicados en las quemaduras hasta en el 68% de los casos2. Hasta el 35% de los quemados podrían tener antecedentes psiquiátricos y en el 15% los antecedentes psiquiátricos estarían relacionados causalmente con la quemadura3. Los antecedentes psiquiátricos predispondrían, además, a la aparición de síntomas de trastornos adaptativos (TA) y/o por estrés postraumático (TEPT) en los accidentados e implicaría una peor evolución médica de este subtipo de pacientes4. Por otro lado, las quemaduras constituirían un factor de riesgo para desarrollar ciertos trastornos mentales. Entre el 46,6 y el 59,4% de los quemados desarrollarán algún tipo de enfermedad psiquiátrica en los primeros 6 meses que siguen al accidente5,6; el TA (13-61,5%) y el TEPT (17,8-45%)6-14 son los diagnósticos más frecuentes en esta población. El trastorno por estrés agudo, el trastorno de pánico y por abuso o dependencia de sustancias también son frecuentes4. Por último, hasta el 63% de los quemados llegan a requerir ayuda psicológica durante el ingreso y hasta el 78% ma- 04 ORIGI BREVE 25 (19-22).indd 20 nifiesta haberse encontrado con dificultades en el ámbito familiar y/o sociolaboral al alta. De hecho, el National Burn Care Review Committee recomendó un cribado psicosocial y el acceso a diferentes apoyos y tratamientos psicológicos para todos los pacientes quemados que requiriesen ingreso hospitalario3. La Unidad de Grandes Quemados (UGQ) y el Servicio de Cirugía Plástica (SCP) del Hospital Universitario de Getafe (HUG) son de referencia nacional en el tratamiento de las quemaduras. El trabajo desde salud mental, en la actualidad, se limita a las intervenciones puntuales que se realizan mediante los partes de interconsulta hospitalaria a solicitud de los servicios implicados. La puesta en marcha de programas de apoyo y tratamiento psicológico en quemados requiere llegar a conocer la carga de enfermedad mental en relación con los accidentes por quemadura. Los estudios epidemiológicos sobre enfermedades psiquiátricas en quemados son escasos, y prácticamente inexistentes en nuestro país. Por todo ello, consideramos necesaria la puesta en marcha de este estudio de investigación. Los objetivos del presente trabajo son: a) describir las variables sociodemográficas y las relacionadas con las quemaduras; b) estimar la prevalencia de antecedentes psiquiátricos, y c) calcular la incidencia de TEPT y TA en los primeros 6 meses tras la quemadura. Métodos La población de estudio fueron los pacientes ingresados por quemaduras en la UGQ o en el SCP del HUG entre el 1-112007 y el 30-4-2008. Las quemaduras debían figurar como diagnóstico principal o secundario en los ficheros del Conjunto Mínimo Básico de Datos al Alta Hospitalaria (CMBD). Los pacientes (o sus tutores legales) debían, además, apor- 5/3/10 09:46:56 Accidentes por quemadura y enfermedad mental tar su consentimiento informado por escrito. No podían participar en el estudio los pacientes en que no fuera posible llevar a cabo la entrevista clínica ni los menores de 15 años. Los pacientes fueron evaluados en el momento del ingreso mediante entrevista clínica semiestructurada para determinar tanto la presencia como el tipo de antecedentes psiquiátricos. A los 6 meses, fueron reevaluados para determinar la presencia o ausencia de TEPT y/o TA en dicho período. Para ello nos servimos de la Structured Clinical Interview (SCID) for Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-IV). Se estudiaron variables epidemiológicas relacionadas con la quemadura y con las enfermedades psiquiátricas, se calcularon medias (junto con sus desviaciones estándar) y porcentajes. Los resultados fueron analizados mediante el paquete estadístico SPSS 11.0. Resultados Características epidemiológicas. En el período de estudio, hubo 60 pacientes quemados ingresados. Se excluyó a 3 por ser menores de 15 años. El 70,2% (n = 40) eran varones. La media ± desviación estándar de edad fue 47,3 ± 22,1 años. El 43,1% (22) estaban casados; el 35,3% (18), solteros; el 11,8% (6), viudos, y el 9,8% (5), separados o divorciados; 25 (50%) estaban empleados; 14 (28%), jubilados; 9 (18%), desempleados, y 2 (4%) estudiaban en el momento del accidente; 7 (13,8%) vivían solos. El 75,4% tenían España como país de origen. Características relacionadas con la quemadura. En cuanto al mecanismo de la quemadura, 38 fueron por llama, 13 por escaldadura, 5 eléctricas, 4 por líquido inflamable, 3 por contacto y 1 química. En el 50% (28) había algún tipo de antecedente medicoquirúrgico. El porcentaje de superficie corporal quemada osciló entre el 1 y el 85%, con una media del 20,1% ± 20,7%. El 59,6% (34) requirió ingresar en grandes quemados. El 38,6% (22) presentó síndrome de inhalación concomitante; 8 (14%) presentaban afectación de los genitales; 31 (54,4%), facial, y 34 (59,6%), de las manos. En el 77,2% (44) fue necesaria alguna intervención quirúrgica y en el 89,5% (51) alguna amputación. Durante el ingreso fallecieron 6 (10,5%) pacientes debido a la gravedad de las quemaduras. Antecedentes psiquiátricos. El 33,5% (19) de los pacientes presentaba antecedentes psiquiátricos: 6 trastornos de ansiedad y/o del estado de ánimo, 6 trastornos relacionados con sustancias, 3 trastornos de personalidad, 3 esquizofrenias y/o otros trastornos psicóticos, 2 trastornos por déficit de atención con hiperactividad y 1 retraso mental. El 26,4% (15) había necesitado en algún momento de su vida medidas psicoterapéuticas y/o psicofarmacológicas. Las quemaduras se produjeron accidentalmente en 46 casos (83,9%) e intencionalmente en 7 (12,5%). Entre los producidos de manera intencional, 6 fueron autoagresiones y 1, heteroagresión. En el 15,8% de los casos fue posible establecer una relación causal entre los antecedentes psiquiátricos y la quemadura (en las 7 intencionales y las 2 accidentales). 04 ORIGI BREVE 25 (19-22).indd 21 21 Incidencia de TEPT y/o TA (en los primeros 6 meses tras el accidente). De los 57 incluidos en el análisis, 6 (10,5%) murieron durante el ingreso debido a la gravedad de las quemaduras y 7 (12,3%) se perdieron en el seguimiento. De los 44 restantes, 23 (52,3%) desarrollaron TA a los 6 meses del estudio y 8 (18%) cumplían criterios de TEPT; 8 (18%) cumplían criterios tanto para TA como para TEPT y sólo 21 (47,7%) sujetos no presentaban TA ni TEPT a los 6 meses. Conclusiones La prevalencia de antecedentes psiquiátricos fue del 33,5%, lo que es compatible con la de otros estudios epidemiológicos (35%)3 y mucho mayor que la estimada por el NIMH para la población general (15,4%), lo que nos indica que nos hallamos ante una población con una alta carga de enfermedad mental. En un 15,8% de los casos fue posible establecer una relación de causalidad entre los antecedentes psiquiátricos y los accidentes por quemadura, lo que es compatible con los datos apuntados por Wisely et al3. Esta cifra nos indica el enorme peso que tiene la enfermedad mental como factor de riesgo para sufrir una quemadura. No obstante, el porcentaje de intentos de sucidio (10%) es notablemente superior que el hallado por Wolf (3%)15, lo que podría explicarse por la gravedad de las quemaduras en nuestra muestra, al tratarse de un centro de referencia nacional, ya que las quemaduras en los intentos de suicidio tienden a ser más graves que las producidas en otras condiciones3. La incidencia de TA (52,3%) y de TEPT (18%) también es compatible con la estimada por otros autores, que hallan incidencias de TA de entre el 13 y el 66,7% y de TEPT de entre el 7,7 y el 45%6-14, lo que nos indica la alta probabilidad de desarrollar trastornos psiquiátricos, en una población ya de por sí vulnerable, tras sufrir una quemadura. De hecho, el 61,4% de los pacientes tenían enfermedades psiquiátricas antes del accidente o las desarrollaron tras éste. Es necesario realizar, en un futuro próximo, estudios epidemiológicos con mayores tamaños muestrales que permitan analizar los potenciales predictores del desarrollo de TA y TPET para poder así identificar a las poblaciones de mayor riesgo. A la luz de los datos obtenidos, parece fundamental promover el cribado de los síntomas psicológicos de todos los pacientes que ingresen por quemaduras. Es necesario, además, poner en marcha, de manera precoz, programas de apoyo psicoterapéutico y medidas de apoyo farmacológico adecuadas a cada paciente e integrar personal especializado en estos tratamientos en las unidades de quemados. Bibliografía 1. Sanz Jiménez-Rico JR. Quemaduras y congelaciones. 2004 [actualizado 22 Mar 2004; citado 10 Abr 2009]. Disponible en : http://www.unican.es 2. Rockwell E, Dimsdale JE, Carrol W, Hansbrough J. Preexisting psychatric disorders in burn patients. J Burn Care Rehabil. 1998;9:83-6. 5/3/10 09:46:56 22 I. Vera et al 3. Wisely JA, Hoyle E, Tarrier N, Edwards J. Where to start? Attempting to meet the psychological needs of burned patients. Burns. 2007;33:736-46. 4. Dyster-Aas J, Willebrand M, Wikehult B, Gerdin B, Ekselius L. Major depression and posttraumatic stress disorder symptons following severe burn injury in relation to lifetime psychiatric morbidity. J Trauma. 2008;64:1349-56. 5. 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Enero-Marzo 2010 EDITORIAL Ha llegado el momento de introducir un nuevo paradigma para el estudio de las psicosis ORIGINALES Comorbilidad depresiva en los trastornos de la personalidad Calidad de los informes médicos sobre personas que han intentado suicidarse ORIGINALES BREVES ψ Accidentes por quemadura y enfermedad mental Prevalencia de alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos ingresados REVISIÓN Risa y terapias positivas: moderno enfoque y aplicaciones prácticas en medicina www.elsevier.es/saludmental AGENDA www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL BREVE Prevalencia de alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos ingresados Teresa Lorenzo Gómez *, Federico Cardelle Pérez y Elena de Las Heras Liñero Complejo Hospitalario de Vigo (CHUVI), Vigo, Pontevedra, España Recibido el 26 de mayo de 2009; aceptado el 10 de noviembre de 2009 PALABRAS CLAVE Resumen Introducción: Distintos autores han descrito la relación del sistema neuroendocrino con las alteraciones psiquiátricas a lo largo de la historia. El objetivo del estudio es evaluar las alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos ingresados. Métodos: Estudio observacional, descriptivo, retrospectivo de todos los pacientes psiquiátricos ingresados en la UHP del área de Vigo durante el año 2006, en los que se evalúa la disfunción tiroidea al ingreso. Resultados: La prevalencia de disfunción tiroidea es del 7,5%; el hipotiroidismo es un 6,4%, y el hipertiroidismo, un 1,1%. La presencia de disfunción tiroidea calculada por sexo fue significativamente mayor (p = 0,010) para el sexo femenino (10,1%) que para el sexo masculino (2,3%). No se demostró una mayor presencia de disfunción tiroidea en una enfermedad psiquiátrica determinada, ni en relación con los años de evolución. Tampoco se obtuvieron diferencias estadísticamente significativas con el tratamiento ni con el consumo de tóxicos. Conclusiones: Dada la alta prevalencia de disfunción tiroidea en pacientes psiquiátricos ingresados obtenida en nuestro estudio, aconsejamos el cribado de hormonas tiroideas a una subpoblación con predominio del sexo femenino, personas que presentan trastornos afectivos unipolares, bipolares que sean cicladores rápidos o presenten episodios mixtos; en los que presenten cuadros resistentes, en los pacientes psicóticos y en aquellos que se encuentren en tratamiento con fármacos psiquiátricos, en especial el litio. © 2009 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Hipotiroidismo; Hipertiroidismo; Alteraciones psiquiatricas * Autor para correspondencia. Correo electrónico: tesi_lg@hotmail.com (T. Lorenzo Gómez). 1888-9891/$ - see front matter © 2009 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 05 ORIGI BREVE 25 (23-26).indd 23 5/3/10 09:48:11 24 T. Lorenzo Gómez et al KEYWORDS The high prevalence of thyroid dysfunction in psychiatric inpatients Hypothyroidism; Hyperthyroidism; Psychiatric disorders Abstract Introduction: The relation of the neuroendocrine system with the psychiatric disorders has been described by different authors throughout history. Objectives: To evaluate the presence of thyroid disfunction in psychiatric inpatients. Methods: Observacional, descriptive, retrospective study of all the psychiatric inpatients in the UHP of Vigo during the year 2006, in which the presence of thyroid dysfunction is evaluated immediately when they are admitted. Results: Prevalence of thyroide dysfunction is 7.5%, representing the hypothyroidism a 6.4%, and the hyperthyroidism a 1.1%. The presence of thyroid dysfunction calculated by sex was significantly superior (p = 0.010) for the feminine sex (10.1%), that masculine sex (2.3%). No specific associations were found between psychiatric diagnosis, years of evolution, toxic consume or treatment and endocrine abnormalities. Conclusions: Given the high prevalence of thyroid dysfunction in psychiatric inpatients obtained in our study we advised the screening of thyroid hormones to an under-population in which is feminine sex, people who present mood disorders,unipolar or bipolar disorder, especially in rapid cycling or mixed episodies; in refractay mood disease, in the psychotics patients and whom they are to treatment with psychiatric drugs, especially lithium. © 2009 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción Distintos autores han descrito, a lo largo de la historia, la relación del sistema neuroendocrino con las alteraciones psiquiátricas. Hoy en día se conoce la influencia de las hormonas tiroideas en el metabolismo cerebral y las concentraciones de serotonina1. Relación entre enfermedades tiroidea y psiquiátrica Las alteraciones en las concentraciones de las hormonas tiroideas pueden producir una sintomatología que se confunde con trastornos mentales, y pueden ser la causa de estos trastornos. La importancia radica en que la corrección del problema endocrino subyacente invierte la clínica2. Debido al exceso de secreción de T3 y T4, es frecuente encontrar a pacientes con hipertiroidismo que presenten en los primeros estadios clínica que puede confundirse con un trastorno de ansiedad. Se ha detectado que los síntomas afectivos preceden a las manifestaciones físicas en un 14% de los casos3. Algunos pacientes llegan a presentar síntomas maníacos francos1 e incluso ideas delirantes y alucinaciones. En el hipotiroidismo la clínica psiquiátrica hace que se diagnostique, en muchas ocasiones, como demencia o depresión. Por otra parte, entre pacientes con depresión mayor, se ha visto una relativa alta incidencia de hipotiroidismo subclínico (4%)3. También es relativamente frecuente una asociación con cuadros bipolares, en especial con cicladores rápidos. La asociación con cuadros psicóticos es más rara4. Las investigaciones han demostrado que estados hipotiroideos e hipertiroideos producen cambios en los receptores noradrenérgicos, serotoninérgicos y gabaérgicos. 05 ORIGI BREVE 25 (23-26).indd 24 El presente estudio plantea evaluar las alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos ingresados y valorar la conveniencia de realizar pruebas tiroideas sistemáticas al ingreso. Métodos Descripción del estudio Estudio observacional, descriptivo, retrospectivo de 462 pacientes psiquiátricos ingresados en la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica (UHP) Nicolás Peña del CHUVI durante el año 2006, en los que se evalúa la presencia de disfunción tiroidea al ingreso. Descripción de la población estudiada La población son todos los pacientes psiquiátricos ingresados durante 2006 en la UHP Nicolás Peña de Vigo. Criterios de exclusión: ausencia de analíticas tiroideas al ingreso. Estudio de la muestra La extracción de datos se realizó mediante revisión de las historias clínicas del archivo del Hospital Nicolás Peña, donde se recogieron las siguientes variables: sociodemográficas, diagnóstico psiquiátrico, consumo de tóxicos, tiempo de evolución de la enfermedad psiquiátrica, hormonas tiroideas, presencia/ausencia de disfunción tiroidea al ingreso, enfermedad tiroidea previa y tratamiento psiquiátrico. Los diagnósticos psiquiátricos son los considerados en el informe del alta; para ello se utilizó la clasificación CIE10. En los pacientes hospitalizados más de una vez, se consideraron los datos que contuvieran mediciones tiroideas. 5/3/10 09:48:13 Prevalencia de alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos ingresados Como tóxicos se consideraron alucinógenos, hachís, cocaína, opiáceos y alcohol. Para la obtención del tiempo de evolución psiquiátrica se hizo una revisión de la historia clínica. Los tratamientos psiquiátricos considerados son los que presentaban al ingreso. Con respecto a las mediciones tiroideas, se consideran las realizadas en las primeras 72 horas del ingreso. La determinación de las concentraciones de hormonas tiroideas, así como de los anticuerpos antitiroideos, se realizó en el Servicio de Análisis Clínicos del Hospital Xeral de Vigo. Descripción de los instrumentos 25 ansiedad en el 0,3%, trastorno de personalidad en el 17,5% y trastorno orgánico en el 8,1% de los pacientes. Consumo de tóxicos El 72,4% de los pacientes no consumen tóxicos, mientras que el 27,6% consume algún tipo de los tóxicos considerados. Años de evolución psiquiátrica El 20,3% de los pacientes tienen una evolución psiquiátrica menor de 1 año; el 38,7%, entre 1 y 10 años; el 21,2%, entre 10 y 20 años, y el 19,8%, más de 20 años de evolución. Se consideró como hipotiroidismo la presencia al ingreso de TSH > 10 (0,3-4,5) μU/ml. Se consideró como hipertiroidismo cuando las concentraciones de T3L eran > 4,40 (1,40-4,40) pg/ml o T4L > 2 (0,702) ng/100 ml en presencia de TSH < 0,3 μU/ml. Tipo de tratamiento Análisis estadístico Alteraciones tiroideas Se hizo un análisis estadístico descriptivo de todas las variables, analizando medias, desviación estándar (DE), mínimo y máximo para las variables cuantitativas y frecuencia y porcentajes para las variables cualitativas. Se utilizó para comparar las medias de una variable cuantitativa en los grupos de una variable cualitativa dicotómica la prueba de la t de Student y para comparar entre sí variables categóricas, la prueba de la χ2, y para comparar las medias de una variable cuantitativa en los grupos de una variable cualitativa de más de dos categorías se aplicó la prueba de ANOVA. Para la variable cuantitativa, aplicamos la prueba de Kolmogorov-Smirnov para una muestra para comprobar si era normal, al no serlo, pero como el tamaño de la muestra es mayor de 30, se asume que la distribución se asimila a una normal, y se aplica la t de Student. Los valores de p correspondían a la significación estadística de pruebas bilaterales. Se consideraron estadísticamente significativos los resultados con un valor de p < 0,05. Se utilizó el programa informático de estadística SPSS versión 15.00. La prevalencia de disfunción tiroidea en la muestra es del 7,5%; el hipotiroidismo, del 6,4%, y el hipertiroidismo, del 1,1%. Se diagnostica hipotiroidismo al ingreso en 23 pacientes (6,4%), de los que 3 tienen antecedentes, por lo que son apartados del estudio. En los 20 casos restantes (5,8%) se diagnostica hipotiroidismo por primera vez. En 14 casos del total de los pacientes hay antecedente de hipotiroidismo (3,9%). De ellos, al ingreso 3 persisten con hipotiroidismo y 1 presenta valores de hipertiroidismo. Este grupo es apartado para el análisis de función tiroidea al ingreso. Se diagnosticó hipertiroidismo en 4 pacientes (1,1%). En 2 casos había un diagnóstico de hipertiroidismo previo, y un caso estaba diagnosticado de hipotiroidismo. Hay un único caso de hipertiroidismo de novo (0,3%). La media de edad de los hipotiroideos es de 42,45 ± 14,965 años y el paciente hipertiroideo tiene 62 años de edad. El porcentaje de disfunción tiroidea calculado por sexo es mayor en mujeres con enfermedad tiroidea que en varones (del 10,1% para las mujeres, frente al 2,3% para los varones); diferencia estadísticamente significativa (p = 0,010). No se demostró mayor presencia de disfunción tiroidea en ninguna enfermedad psiquiátrica determinada, ni tampoco en relación con los años de evolución. Con respecto a los tratamientos y el consumo de tóxicos, tampoco se encontraron diferencias estadísticamente significativas. Resultados De las 462 historias clínicas analizadas, 103 fueron descartadas por no presentar analíticas tiroideas. Características sociodemográficas La muestra está constituida por 359 pacientes: 176 varones (49%) y 183 mujeres (51%), con edades entre 15 y 85 años de edad (media, 42,8 ± 16,6 años). Diagnóstico psiquiátrico La distribución por diagnóstico es la siguiente: psicosis en el 45,4% de los pacientes, trastorno afectivo unipolar en un 15%, trastorno afectivo bipolar en el 13,6%, trastorno de 05 ORIGI BREVE 25 (23-26).indd 25 El 22,8% está en tratamiento con anticomiciales; el 86,6%, con neurolépticos; el 34,3%, con antidepresivos; el 4,7%, con litio, y el 45,4% de los pacientes reciben otro grupo. Discusión En nuestro estudio se encuentra una prevalencia relativamente alta (7,5%) de disfunción tiroidea en pacientes psiquiátricos ingresados. La prevalencia de alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos hospitalizados varía en el 6-49%5. La prevalencia del hipertiroidismo en la población 5/3/10 09:48:14 26 T. Lorenzo Gómez et al general es del 0,5%; del hipotiroidismo, del 2% en mujeres, y del 0,01% en varones, y del hipotiroidismo subclínico, del 7,5% en mujeres, y del 3% en varones6. En nuestra muestra el hipertiroidismo tiene una prevalencia del 1,1%, y el hipotiroidismo, del 6,4%; en los diagnosticados de novo la prevalencia de hipotiroidismo en mujeres es del 9,5%, mientras que en varones es del 2,3%; la de hipertiroidismo es del 0,6% en mujeres. El mayor porcentaje de disfunción tiroidea encontrada en nuestro estudio corresponde a hipotiroidismo (6,4%). En la literatura se señala que entre el 1 y el 4% de los pacientes con trastornos afectivos presentan hipotiroidismo clínico y entre el 4 y el 40%, hipotiroidismo subclínico. En nuestro estudio la prevalencia de hipotiroidismo es del 11,5% en los pacientes diagnosticados de trastorno afectivo unipolar y del 6,7% en los diagnosticados de trastorno afectivo bipolar; los trastornos afectivos juntos son los que mayor peso de disfunción tiroidea presentan. La prevalencia de hipotiroidismo es probablemente más alta entre los pacientes con depresión refractaria7. Con respecto al trastorno bipolar, el hipotiroidismo es uno de los factores que predisponen a ser ciclador rápido. En nuestro estudio, se observa que un 35% de los pacientes hipotiroideos presentan psicosis, así como el paciente hipertiroideo, por lo que representa el diagnóstico psiquiátrico con más peso entre los pacientes con disfunción tiroidea. Pese a lo dicho, no se pueden sacar conclusiones dado que la muestra estuvo constituida mayoritariamente por trastornos psicóticos. Al igual que en el estudio de Valdivieso et al5, en el nuestro se observa una alta frecuencia de disfunción tiroidea en pacientes con trastorno de personalidad (el 20% de los hipotiroideos). Puede deberse a la comorbilidad con alteraciones afectivas o a la utilización frecuente en estos casos de eutimizantes5. Las alteraciones tiroideas son más frecuentes en mujeres en la población general. También en pacientes psiquiátricos la disfunción tiroidea se ha asociado al sexo femenino1. En nuestro estudio esto se verifica, ya que son las que mayor proporción de disfunción tiroidea presentan. El abuso de alcohol, en nuestro estudio, no muestra relación con la disfunción tiroidea, pero en la literatura se describe que los pacientes alcohólicos con daño hepático tienen bajas concentraciones de T3 y aumento de TSH basal. En nuestro trabajo destacamos como factor limitador no haber diferenciado el tipo de tóxico consumido. No se obtiene diferencia estadísticamente significativa en la prevalencia de disfunción tiroidea según el tratamiento. Las razones pueden ser que se trata de pacientes polimedicados y que todos los grupos de fármacos estudiados pueden interaccionar en el metabolismo tiroideo. Existen evidencias del efecto de los fármacos de diferentes categorías en el metabolismo tiroideo. Es conocido que el litio produce aumento de TSH en el 10-20% de los pacientes e hipotiroidismo en el 3%1; en nuestro estudio sólo un 5% 05 ORIGI BREVE 25 (23-26).indd 26 de los pacientes hipotiroideos de novo están en tratamiento con litio; la prevalencia de hipotiroidismo entre los pacientes en tratamiento con litio es del 6,3%, si bien hay que tener en cuenta que sólo el 4,7% de los pacientes del estudio reciben este tratamiento. Dada la alta prevalencia de disfunción tiroidea en pacientes psiquiátricos ingresados obtenida en nuestro estudio, aconsejamos el cribado de hormonas tiroideas, si bien no a toda la población de pacientes psiquiátricos ingresados, sí a una subpoblación de sexo femenino, con trastornos afectivos, cicladores rápidos o episodios mixtos; en los que presenten cuadros resistentes, en los pacientes psicóticos y en aquellos que se encuentren en tratamiento con fármacos psiquiátricos, en especial el litio. No podemos hacer generalizaciones debido a las limitaciones de nuestro trabajo que, al ser retrospectivo, en un porcentaje no desdeñable de pacientes nos encontramos con datos incompletos, pese a lo cual la muestra continuó siendo representativa. No realizamos distinción entre los tipos de hipertiroidismo e hipotiroidismo, no considerando el hipotiroidismo subclínico con valores de TSH de 5-10 μU/ ml, dado que en este caso el aumento de la TSH puede ser debido al estrés del ingreso. Sugerimos la necesidad de realizar nuevos estudios con un número mayor de pacientes y con analítica tiroidea de todos ellos al ingreso, con pruebas homogéneas y con diferenciación de diagnóstico tiroideo. Agradecimientos Al Dr. Emilio Casariego por su colaboración. Bibliografía 1. Arce Cordón R, Baca García E, Díaz Sastre C, Baca Baldomero E. Un estudio de la función tiroidea en pacientes psiquiátricos ingresados. Actas Luso Esp Neurol Psiquiatr Cienc Afines. 1998;26:358-62. 2. Valera Besard B, Soria Dorado MA, Piédrola Maroto G, Hidalgo Tenorio MC. Manifestaciones psiquiátricas secundarias a las princiales enfermedades endocrinológicas. An Med Interna (Madrid). 2003;20:206-12. 3. Serrano F. Depresión en enfermedades médicas. Anales de Salud. 2002;25:137-49. 4. Pifarré J, Sauz JA, Soler J, Vallejo J. Trastornos psicóticos e hipotiroidismo. A propósito de un caso. Psiquiatría Biológica, 1996;3. Disponible en: http://www.psiquiatria.com 5. Valdivieso S, Kripper C, Ivelic JA, Fardella C, Gloger S, Quiroz D. Alta prevalencia de disfunción tiroidea en pacientes psiquiátricos hospitalizados. Rev Med Chile. 2006;134:623-8. 6. Ortiz Pérez L, De la Espriella M. Thyroid hormones and mood disorders. Rev Colomb Psiquiatría. 2004;33:98-107. 7. Radanovic-Grguric L, Filakovic P, Barkic J, Mandic N, Karner I, Smoje J. Depresión en pacientes con alteraciones del tiroides. Eur J Psychiat (Ed Esp). 2003;17:123-34. 5/3/10 09:48:14 Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2010;3(1):27-34 ISSN: 1888-9891 Revista de Revista de Psiquiatría y Salud Mental Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Volumen 3, Número 1. Enero-Marzo 2010 EDITORIAL Ha llegado el momento de introducir un nuevo paradigma para el estudio de las psicosis ORIGINALES Comorbilidad depresiva en los trastornos de la personalidad Calidad de los informes médicos sobre personas que han intentado suicidarse ORIGINALES BREVES ψ Accidentes por quemadura y enfermedad mental Prevalencia de alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos ingresados REVISIÓN www.elsevier.es/saludmental Risa y terapias positivas: moderno enfoque y aplicaciones prácticas en medicina AGENDA www.elsevier.es/saludmental REVISIÓN Risa y terapias positivas: moderno enfoque y aplicaciones prácticas en medicina Ramon Mora Ripoll * e Isabel Quintana Casado Red Española de Investigación en ciencias de la Risa (REIR), Barcelona y Toledo, España Recibido el 23 de octubre de 2009; aceptado el 8 de febrero de 2010 PALABRAS CLAVE Risa; Terapia de la risa; Terapias positivas; Psicología positiva aplicada; Medicina complementaria/ alternativa Resumen La exploración de las posibilidades de estrategias centradas en las emociones positivas es algo sugerente para la investigación y muy probablemente útil para incrementar la eficacia de los tratamientos. La risa y el humor se han clasificado dentro de las 24 fortalezas personales y se los considera una de las actividades más proclives al bienestar subjetivo, el saboreo y la promoción de los estados de flujo. La terapia de la risa, clasificable entre las terapias alternativas o complementarias en medicina, es el conjunto de técnicas e intervenciones terapéuticas para conseguir experimentar risa que se traduzca en los beneficios fisiológicos y psicológicos conocidos. El reciente advenimiento de la psicología positiva ha despertado un grandísimo interés y expectación sobre los beneficios de aplicar el trabajo con recursos positivos a la terapia de la risa (y a otras terapias mentecuerpo). Por lo tanto, nace con este moderno enfoque, la terapia positiva con risa, como complemento de la terapia de la risa “general” y de la psicología positiva, con sus aportaciones y sus limitaciones. Los profesionales sanitarios pueden ejercer un importante papel para difundir los beneficios de las “terapias positivas” y aplicarlas en condiciones reales, tanto para los pacientes como para ellos mismos. © 2009 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. * Autor para correspondencia. Correo electrónico: ramon.morari@gmail.com (R. Mora Ripoll). 1888-9891/$ - see front matter © 2009 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 06 REVISION (27-34).indd 27 5/3/10 09:53:40 28 R. Mora Ripoll et al KEYWORDS Laughter; Laughter therapy; Positive therapies; Applied positive psychology; Complementary/ alternative medicine (CAM) Laughter and positive therapies: modern approach and practical use in medicine Abstract The exploration of the possible strategies centered in positive emotions is a suggestion to investigate and probably useful to raise the efficiency of therapeutic interventions. Laughter and humor have been classified as part of the 24 personal strengths and are considered as one of the activities that encourage personal well-being, savoring, and promoting flow states. Laughter therapy, classified within alternative or complementary therapies in medicine, includes a group of techniques and therapeutic interventions aimed to achieve laughter experiences which result in health-related outcomes, both physiological and psychological. Recent advent of positive psychology has developed high interest and expectations in the benefits of adding positive techniques to laughter therapy (and to other mind-body therapies). Consequently with this modern approach positive laughter therapy was born, as add-on to conventional laughter therapy and positive psychology, with its contributions and limitations. Health professionals can exert an important role in order to disseminate overall benefits of “positive therapies” while applying them in real-world clinical settings, for both patients and themselves. © 2009 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. “La risa es poesía sonora de emociones positivas.” Ramon Mora Ripoll e Isabel Quintana Casado Madrid, 2009 Las emociones positivas y la salud Cuando se han estudiado las emociones humanas, clásicamente se ha venido otorgado mucha más importancia a las emociones negativas que a las positivas. Partiendo del hecho de que su valor adaptativo se ha demostrado indispensable en la especie humana, el estudio de las emociones positivas resulta necesario y debe abordarse con el mismo rigor científico. No obstante, las emociones positivas y negativas no son mutuamente excluyentes, sino que ambas coexisten en el mismo sujeto y se manifiestan de forma multidimensional, por lo que hay que considerar ambos tipos de emociones de forma independiente. Disminuir las emociones negativas, por ejemplo, no traerá consigo un aumento de las positivas. Para Seligman1, las emociones positivas se determinan y clasifican según los pensamientos que genera el pasado (satisfacción, orgullo, complacencia, otras), el presente (alegría, triunfo, diversión, elevación, fluidez, otras) y el futuro (optimismo, confianza, esperanza, fe, otras), que son independientes y pueden presentarse juntas o de manera individual. Entre los beneficios derivados de experimentar emociones positivas se han descrito los siguientes: a) mejoran la forma de pensar2,3; b) se relacionan con el estado de salud, mayor bienestar, calidad de vida y supervivencia4,5, y c) mejoran la capacidad de afrontamiento ante la adversidad6,7. En consecuencia, continuar explorando las posibilidades de estrategias centradas en lo positivo es algo sugerente para la investigación y muy probablemente útil para incrementar la eficacia de los tratamientos. No obstante, previamente será necesario hacer un esfuerzo de observación para identificar estados emocionales positivos e intentar intensificar- 06 REVISION (27-34).indd 28 los después, ya que, por un lado, en el vocabulario existen más términos para referirse a emociones negativas que a emociones positivas y, por otro, muy probablemente ello condiciona que se sea mucho más consciente de los estados afectivos negativos que de los positivos y agradables. El optimismo y la felicidad El optimismo es una característica psicológica disposicional que remite a expectativas positivas y a proyectos de futuro8, aunque también hace referencia a la manera en que nos explicamos a nosotros mismos los acontecimientos de la vida9. Una persona optimista es la que interpreta sus contratiempos como causados por circunstancias externas, específicas, superables y pasajeras. Las personas pesimistas, por el contrario, piensan que la causa de sus problemas es interna y personal, general y permanente. Y ocurre exactamente lo opuesto en cuanto a los acontecimientos positivos: los optimistas creen que tienen una causa interna, permanente y general, mientras que los pesimistas creen que obedecen a motivos externos, temporales y específicos. El optimismo es una de las emociones positivas más importantes de la investigación en psicología positiva, moderna rama de la psicología que busca comprender, a través de la investigación científica, los procesos que subyacen a las fortalezas personales y las emociones positivas del ser humano10. El optimismo no lleva implícita la negación de la realidad o la evitación de problemas ni es la única forma válida de afrontar la vida11. Hay ocasiones en las que el pensamiento negativo es positivo. De ahí que desde la psicología positiva se abogue por un optimismo flexible o inteligente12, adaptable a los estados de alerta necesarios para afrontar las distintas situaciones. Se ha demostrado de una forma consistente que el optimismo incide en la salud, el bienestar y la calidad de vida13,14: palía el sufrimiento y el malestar, determina la manera en que se afronta la ansie- 5/3/10 09:53:42 Risa y terapias positivas: moderno enfoque y aplicaciones prácticas en medicina dad y el estrés, y lleva asociados hábitos de vida más saludables. Existen muchos estudios que relacionan el optimismo con la salud y la longevidad15. Aunque se sabe que los genes influyen en el desarrollo de una personalidad optimista o pesimista, otras numerosas variables y circunstancias del entorno acaban determinando las formas de afrontar las diferentes situaciones que ocurren en la vida. No obstante, es posible educarlas hacia el optimismo mediante técnicas de terapia cognitiva, como el modelo de Seligman16, que permiten establecer un diálogo interior alternativo que facilita la supresión o modificación de los pensamientos pesimistas mediante el cuestionamiento de las propias creencias. Los estudios disponibles parecen demostrar que la mayoría de las personas manifiestan ser “felices”. Aunque se sabe que se nace con una carga de felicidad heredada, que puede ser de hasta el 50% de la total, la otra mitad de la felicidad se “adquiere” en dependencia del entorno y muy especialmente del factor que más poder explicativo presenta: la personalidad. En particular, el binomio introversiónextroversión es el que se muestra más constante en diferentes estudios y para diversos países y culturas17,18. Las personas extrovertidas tienden a reírse y divertirse con más frecuencia y se sienten más felices que las introvertidas. Pero lo que realmente parece importar, según los estudios disponibles, no es ser o no ser extrovertido, sino rodearse de gente extrovertida, comportarse y actuar como tal. Cada persona, independientemente de su personalidad, puede modificar su conducta y aprender a comportarse en un determinado grado de extroversión y aumentar, acumular o “adquirir” más felicidad. La felicidad es un concepto con muchos matices y connotaciones, por lo que en literatura biomédica es preferible utilizar el término bienestar subjetivo19, más neutro y con menor número de significados añadidos, aunque su definición sigue siendo compleja y va más allá de la simple experimentación de placeres o buenos momentos (teorías hedonistas). Puede incluir tanto emociones positivas (alegría, ilusión, triunfo, diversión, esperanza, amor, otras) como otras emociones no precisamente positivas (reto, compromiso, dolor, otras), lo cual indica lo complejas que pueden ser las experiencias humanas “felices”, en las que se imbrican y coexisten lo positivo y lo negativo. Seligman1 distingue tres tipos de felicidad: la vida placentera, basada en la acumulación de placeres; la buena vida, asentada en la experimentación de emociones positivas, y la vida significativa, en la que participan las gratificaciones, estados mucho más duraderos que implican más pensamientos y emociones y en los que se entra en contacto con las virtudes y fortalezas personales que se desarrollan y expresan a voluntad. Las gratificaciones suelen acompañarse de estados o experiencias de flujo20, durante los cuales el tiempo vuela y la persona se encuentra totalmente absorta, saboreando el momento presente, en una actividad para su propio placer y disfrute. De entre las posibles, las actividades físicas (deportes, baile, yoga, etc.), las actividades de los sentidos (música, arte, gastronomía y otras), las actividades intelectuales (escritura, lectura, poesía, teatro, idiomas) y la risa y el humor (descritos como una de las 24 fortalezas personales21) son las más proclives al saboreo y la promoción de los estados de flujo. 06 REVISION (27-34).indd 29 29 La risa y el humor: algunas definiciones previas Aunque una disertación completa sobre las teorías de la risa y del humor escapa a los límites de esta revisión, algunos conceptos y definiciones son de obligada referencia como introducción. En el lenguaje cotidiano, hay poco acuerdo y mucha confusión en la aplicación de esta terminología, lo que se agrava por los numerosos matices y acepciones que imponen los distintos idiomas. A nuestros efectos, el humor se define como uno de los estímulos que pueden ayudar a reír y sentirse feliz. El sentido del humor es un rasgo psicológico que varía considerablemente y permite responder a diferentes tipos de estímulos de humor. Y la risa es una respuesta psicofisiológica22,23, al humor o cualquier otro estímulo risible (emociones positivas, pensamientos placenteros, por contagio, etc.), cuyas características externas son24: a) contracciones enérgicas del diafragma acompañadas de vocalizaciones silábicas repetitivas, típicamente audibles como “ja, ja” o “jo, jo”; b) expresión facial característica; c) movimientos corporales, y d) una serie de procesos neurofisiológicos asociados. Internamente, la risa se asocia a una emoción positiva identificable (hilaridad). En consecuencia, humor y risa son eventos diferentes (aunque a menudo relacionados). Mientras que el humor es un estímulo y puede ocurrir sin risa, la risa es una emoción/respuesta y puede ocurrir sin humor16. Terapia de la risa: indicaciones y posología La literatura biomédica disponible hasta la fecha avala diferentes indicaciones y beneficios fisiológicos de la risa (tabla 1)24-28. En consecuencia, la terapia de la risa, clasificable entre las terapias complementarias o alternativas, es el conjunto de técnicas e intervenciones terapéuticas mentecuerpo (aplicables a una persona o a un grupo) que conducen a un estado/sentimiento controlado de desinhibición para conseguir experimentar risa que se traduzca en los beneficios de salud descritos29. La risa es universalmente bien tolerada y sus efectos secundarios son muy limitados. Sus contraindicaciones son casi inexistentes, aunque se aconseja tener precaución en pacientes en determinados estados de salud, tales como cirugía reciente, cardiopatías o glaucoma. En cualquier caso, la risa no estará indicada cuando suponga incomodidad evidente o dolor adicional. En el ámbito clínico, la terapia de la risa puede utilizarse con orientación preventiva o como opción terapéutica complementaria o alternativa a otras estrategias terapéuticas establecidas. En el ámbito social, propone principalmente intervenciones preventivas destinadas a potenciar los beneficios de salud en el entorno laboral, comunitario, familiar o personal. Cada sesión individual de terapia de la risa tendría que asegurar que, a solas o en grupo, se pueda experimentar “risa intensa a carcajadas”, apoyada con prensa abdominal y adecuada impostación, durante un mínimo acumulado por sesión de 3 min. Con esta finalidad, la duración mínima de una sesión individual es de unos 20 min (hasta un máximo recomendable de 2 h), y se debería realizar un mínimo de dos sesiones por semana con una duración total no inferior a las 8 semanas. Transcurridas las pri- 5/3/10 09:53:42 30 R. Mora Ripoll et al Tabla 1 Beneficios fisiológicos y psicológicos de la risa Fisiológicos Psicológicos Ejercita y relaja la musculatura Ejercita y mejora la respiración Reduce el estrés y los síntomas de depresión y ansiedad Eleva el estado de ánimo, la autoestima, la esperanza, la energía y el vigor Aumenta la memoria, el pensamiento creativo y la resolución de problemas Mejora la interacción interpersonal, las relaciones sociales, la atracción y la proximidad Aumenta la amigabilidad y la colaboración y facilita la identidad de grupo, la solidaridad y la cohesividad Promueve el bienestar psicológico Mejora la relación médico-paciente y la calidad de vida Intensifica la hilaridad y es muy contagiosa Disminuye las concentraciones de hormonas del estrés Estimula la circulación Estimula el sistema inmunitario Eleva el umbral del dolor y la tolerancia Mejora la función mental meras 8 semanas recomendadas, deberá evaluarse el resultado del programa, de manera individualizada (respuesta terapéutica en función de las condiciones iniciales), y la conveniencia de prolongarlo en consecuencia29. Risa y terapias positivas: moderno enfoque El reciente advenimiento de la psicología positiva ha despertado un grandísimo interés y expectación sobre los beneficios de aplicar el trabajo con recursos positivos a la terapia de la risa (y a otras terapias mente-cuerpo). En lugar de tratar de eliminar los estados de malestar, el terapeuta puede enseñar al individuo o paciente a funcionar óptimamente a pesar de tal condición o estado. Si desde la primera toma de contacto se incluyen las cualidades y experiencias positivas del individuo, la intervención terapéutica no sólo tendrá en cuenta la modificación o eliminación de “síntomas”, sino también la construcción de potencialidades, por lo que se puede asumir un efecto terapéutico adicional. Por lo tanto, nacen con este moderno enfoque las terapias positivas y, entre ellas, la terapia positiva con risa, tal como nosotros la hemos definido, como una intervención complementaria a la terapia de la risa “general” y a la psicología positiva, con sus aportaciones y sus limitaciones24. No obstante, es importante tener en cuenta que el término “positivo” no pretende filtrar la realidad minimizando o eliminando la importancia de lo disfuncional o negativo ni asumir que las emociones positivas son buenas y las negativas son malas por derecho propio (sino en función de la situación o circunstancia en que se presentan) o recomendar que es necesario reír a todas horas, ser optimistas y felices (sino describir las consecuencias de tales rasgos), entre otras consideraciones. Tampoco es una novedad en cuanto a conceptos, sino en hacer posible que aumente el interés, la investigación, el equilibrio y la puesta en práctica de todo cuanto tiene que ver con la risa y los recursos positivos (frente a los negativos). No es un ejercicio de autoayuda o una disciplina mágica para alcanzar bienestar y la felicidad. Ni una herramienta de marketing oportunista. Sin embargo, en la trayectoria hacia su aplicabilidad, se enfrenta con una 06 REVISION (27-34).indd 30 gran amenaza, común a otras disciplinas complementarias o alternativas en medicina: apartarse del método científico. Puede resultar arriesgadamente seductor aplicar “terapias positivas” basándose más en experiencias, dinámicas, intuición o creencias personales que en los hechos (“evidencia”) que aporta la investigación biomédica. Los estudios realizados en las siguientes áreas de la medicina pueden orientar de la “evidencia” actualmente disponible sobre la terapia de la risa y sus aplicaciones: oncología30-33, alergia y dermatología34,35, inmunología36,37, neumología38-40, cardiología, endocrinología y metabolismo41-43, medicina interna y reumatología44, rehabilitación45,46, psiquiatría y psicología médica47-50, neurología y neuroimagen51-57, biofísica y acústica58-62, geriatría y envejecimiento63-65, pediatría66-68, obstetricia69, cirugía70-72, odontología73-75, enfermería y cuidado del paciente76-85, curas paliativas y atención a enfermos terminales86-93, atención primaria de salud94-97, epidemiología y salud pública98,99, medicinas complementarias y alternativas100,101 y educación y formación médicas102-104. No obstante, la dificultad de distinguir la risa del humor puede añadir limitaciones metodológicas en la valoración de los resultados, confusión u oportunismo adicional. De ahí que el terapeuta deba velar constantemente por su integridad y rigor científico, principal visión y misión de los profesionales de la salud que se adscriben a esta especialidad. Terapia positiva con risa: aplicaciones prácticas La risa es una de las emociones positivas más frecuentes y llamativas. Sus beneficios dependen no sólo de la expresión de la risa misma, sino de la emoción positiva subyacente, la hilaridad. Entre otras cualidades terapéuticas, la risa es un arma letal para destronar al pensamiento negativo. La risa consigue hacer disfrutar del verdadero yo. La estridente carcajada anula la cavilación. Y cuando ya se ha instalado como fortaleza, cuando los cimientos están sólidos, el cuerpo comienza a celebrarlo. Puede haber cambios espectaculares. La postura adquiere formas abiertas, flexibles y armónicas. El cuerpo y la mente ríen, y disfrutan e irradian 5/3/10 09:53:43 Risa y terapias positivas: moderno enfoque y aplicaciones prácticas en medicina 31 Tabla 2 Terapia positiva con risa: algunos “ejercicios de felicidad o bienestar” de aplicación práctica en medicina Tabla de risa Risa de gratitud Las tres risas buenas Risa sin fronteras Regalo de tiempo risible Legado de risa ¡Mis mejores risas! Reconciliación con la risa pasada Diccionario de risas Gimnasia de la risa La risa del arte 06 REVISION (27-34).indd 31 Construir una tabla con tres columnas y listar en la primera todas las personas más allegadas: familiares, amigos y del trabajo. En la segunda columna, puntuar en general su grado de buen humor, risa, optimismo o felicidad, del 0 (mínimo) al 10 (máximo). En la tercera, detallar los motivos. Releer la tabla, seleccionar a las personas con mayor puntuación y compararlas con uno mismo para identificar áreas de mejora y pautas que seguir La gratitud es un rasgo de personalidad relacionado intensamente con la satisfacción vital y el estado subjetivo de felicidad. Pensar en una persona que en alguna ocasión de la vida haya sido particularmente buena, generosa o de gran ayuda en momentos difíciles, pero a la que todavía no se ha tenido oportunidad de agradecérselo, y escribirle una “carta de gratitud”, describiendo con detalle todos los motivos. Si es posible, entregar personalmente dicha carta; como alternativa, enviarla por correo electrónico o similar. Transcurridos unos días, intentar hablar o reunirse con dicha persona. Es una experiencia muy emocional y liberadora Este ejercicio modifica la atención y la memoria y otorga mayor conciencia de los estados emocionales positivos. Cada noche, durante una semana, anotar en un “diario” tres cosas buenas que hayan sucedido en el día. Leerlas a la mañana siguiente, al levantarse, y terminar la lectura de cada una de las tres con una explosión de risas. Transcurrida una semana, continuar el ejercicio como algo habitual de cada día, pero ya sin anotarlo en el diario La orientación a ayudar a los demás es, a largo plazo, más satisfactoria que la orientación a la satisfacción del placer personal. La diversión personal es un placer fugaz; el amor y la preocupación por los demás permanecen. Durante una semana, escoger y realizar una tarea placentera y risible, una para uno mismo y otra destinada a ayudar a los demás, dedicando el mismo tiempo a una y otra. Comparar y contrastar sentimientos ante cada actividad Planear un regalo de tiempo y de risas a una persona estimada y entregárselo. Tan sólo implica hacer algo juntos o hacer algo por ella, y dedicarle todo el tiempo y las risas posibles, sin mirar el reloj, nada más Imaginar que se está en la última etapa de la vida y escribir una carta en tercera persona (como si fueran otros los que hablaran de uno mismo), detallando de manera realista y comedida cómo se quiere ser recordado y cómo se desea que haya sido la vida. Guardar el escrito, leerlo al cabo de un tiempo (mínimo 1 año) y reflexionar si sigue vigente o se debe reescribirlo porque han surgido nuevas risas, logros y metas Durante al menos 2 semanas consecutivas, puntuar del 0 (día pésimo) al 10 (día magnífico) cómo ha sido, en general, cada día transcurrido. Anotar el porqué de la puntuación y si el buen humor y la risa han estado también presentes ese día. Al finalizar el periodo, tratar de encontrar las pautas que identifican los días malos y los días buenos, los días risibles y los no risibles, para elaborar una estrategia que permita optimizar los días buenos y minimizar los malos Escribir en una hoja los acontecimientos y las vivencias positivos y risibles más importantes que hayan ocurrido en el pasado. Releer el texto cada vez que en el futuro uno mismo se sorprenda reprochándose por las cosas que no se hicieron, rieron o lograron en el pasado A partir del uso habitual de palabras y expresiones con sentido negativo, identificar las utilizadas más frecuentemente y asignarles una nueva definición afirmativa y positiva. Por ejemplo, un “problema”, desde el nuevo diccionario de la risa, podría redefinirse como “un desafío a la creatividad” Realizar una serie de ejercicios sencillos, de manera repetida y consecutiva, que se irán impregnando progresivamente de alegría, juego, diversión e hilaridad, con el objetivo de experimentar los beneficios fisiológicos y psicológicos de la risa. Consiste en: a) ejercicios de inspiración-espiración y estiramientos; b) practicar la risa sin motivo o incondicional, mediante ensayo deliberado o ejercicios de liberación, y c) imitar actividades o situaciones cotidianas reemplazando el movimiento y las palabras con risas Escoger un cuadro, preferiblemente de arte abstracto, y organizar una discusión en grupo centrada en la interpretación personal que cada uno hace de su significado. Aunque ello incluye abrir puertas de elecciones personales para valorar tanto lo positivo como lo negativo, finalizar resaltando los aspectos favorables y las emociones positivas más identificadas entre los participantes 5/3/10 09:53:43 32 R. Mora Ripoll et al salud, satisfacción y poder. Y el entorno se beneficia con dicho bienestar. De ahí que cada vez sean más los profesionales sanitarios que comienzan a aplicar risa y técnicas positivas en sus intervenciones terapéuticas. En los últimos años se ha desarrollado una serie de ejercicios, los ejercicios de felicidad o bienestar, destinados a trabajar y desplegar los recursos positivos de las personas105. La tabla 2 muestra algunos de los ejercicios de bienestar que se pueden ofrecer desde la terapia positiva con risa, tanto individualmente como en grupo, y de fácil implementación en la práctica clínica habitual como complemento o alternativa terapéutica. Los factores que pueden contribuir en su éxito incluyen los siguientes: a) creación de un contexto emocional generador de saboreo y flujo; b) incentivo para el cambio, a través de la creación compartida de nuevos puntos de vista, lenguajes y discursos; c) presencia simultánea de varios canales de comunicación y formatos de relación (risa, humor, lenguaje verbal y no verbal, arte, música, baile, en parejas, en grupo, entre otros), y d) postura esperanzada y hacia el futuro, que provee energía para actuar, relacionarse, comunicarse y fantasear de forma distinta. Un programa de terapia positiva con risa no está exento de posibles, aunque infrecuentes, limitaciones como la dificultad en algunos contextos para la relajación, la desinhibición y la liberación de la risa, sin autocensuras, barrera inicial para compartir o exponer algunos temas personales, o el desafío que puede suponer para personas con diferentes jerarquías de poder que comparten juntas la terapia. Entre otras, una de las áreas de la medicina que más se puede beneficiar de las modernas aproximaciones de las terapias positivas es el ámbito de la salud mental y, en particular, los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad, de gran prevalencia en la sociedad actual. Ambos trastornos comparten la presencia de elevado afecto negativo, pero sólo la depresión se caracteriza por un afecto positivo bajo, por lo que el terapeuta trabajará reduciendo o eliminando el primero y también potenciando el segundo. Los profesionales sanitarios pueden ejercer un importante papel para difundir los beneficios de las “terapias positivas” y aplicarlas en condiciones reales, tanto para los pacientes como para ellos mismos. Bibliografía 1. Seligman MEP. La auténtica felicidad. Barcelona: Ediciones B; 2003. 2. Lyubomirsky S, King L, Diener E. The benefits of frequent positive affect: does happiness lead to success? Psychol Bull. 2005;131:803-55. 3. Fredrickson BL, Joiner T. 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Enero-Marzo 2010 EDITORIAL Ha llegado el momento de introducir un nuevo paradigma para el estudio de las psicosis ORIGINALES Comorbilidad depresiva en los trastornos de la personalidad Calidad de los informes médicos sobre personas que han intentado suicidarse ORIGINALES BREVES ψ Accidentes por quemadura y enfermedad mental Prevalencia de alteraciones tiroideas en pacientes psiquiátricos ingresados REVISIÓN www.elsevier.es/saludmental Risa y terapias positivas: moderno enfoque y aplicaciones prácticas en medicina AGENDA www.elsevier.es/saludmental AGENDA 2010 XI Simposio sobre Trastornos Bipolares Barcelona, 30 de enero Información: Verum Médica Córsega, 705, pral. 3. 08036 Barcelona Tel.: 93 426 22 35 Fax: 93 450 99 77 Correo electrónico: info@verummedica.com XV Symposium Internacional “Avances en psiquiatría” Madrid, 9 y 10 de febrero Hotel Eurobuilding Coordinadores científicos: profesores José Luis Ayuso Gutiérrez y Jerónimo Saiz Ruiz 3rd European Brain Policy Forum-European Brain Council Madrid, 23-24 de febrero Información: Viajes Halley Cea Bermúdez, 61. E-28003 Madrid, España Tel.: +34 91 455 0028 Fax: +34 91 549 9348 Correo electrónico: congresos@viajeshalley.es 18th European Congress of Psychiatry (AEP) Munich (Alemania), 27 de febrero-2 de marzo Información: Kenes International 1-3, Rue de Chantepoulet. CH-1211 Geneva 1. Switzerland Tel.: +41 22 908 0488 Fax: +41 22 906 9140 Correo electrónico: reg_epa2010@kenes.com http://www2.kenes.com/epa/Pages/home.aspx XVIII Curso de Actualización en Psiquiatría Vitoria, 4-5 de marzo Secretaría: Ana del Olmo Hospital Psiquiátrico de Álava. Vitoria-Gasteiz Tel.: 945-00 65 08/945-00 65 55 Fax: 945-00 65 16/945-00 65 87 Correo electrónico: ana.delolmopinilla@osakidetza.net ECNP Workshop on Neuropsychopharmacology for Young Scientists in Europe Niza, 4-7 de marzo Organiza: European College of Neuropsychopharmacology (ECNP) http://www.ecnp.eu/emc.asp?pageId=310 2nd Bienal Schizophrenia International Research Society Conference Florencia (Italia), 10-14 de abril Información: 545 Mainstream Drive. Suite 110. Nashville, TN 37228 Estados Unidos Tel.: +001 615 324 2370 Correo electrónico: info@schizophreniaresearchsociety.org http://www.schizophreniaresearchsociety.org/ XVII Symposium Internacional sobre Actualizaciones y Controversias en Psiquiatría Barcelona, 15-16 de abril Tema: “Alucinaciones y Delirios” Secretaría técnica: Geyseco Marina, 27 Bajos (Villa Olímpica). 08005 Barcelona, España Tel.: (+34) 93 221 22 42 fax: (+34) 93 221 70 05 Correo electrónico: controversias@geyseco.es http://www.geyseco.es http://www.geyseco.es/controversias/ XXXVII Jornadas Nacionales Socidrogalcohol Oviedo, 22-24 de abril Organiza: Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías (SOCIDROGALCOHOL) Avda. de Vallcarca, 180. 08023 Barcelona Tel./Fax: +34 93 210 38 54 Correo electrónico: comite.organizador@socidrogalcohol.org http//:www.socidrogalcohol.org XII Jornadas Nacionales de Patología Dual Madrid, 6-8 de mayo Secretaría: TILESA OPC, S.L. Londres, 17. 28028 Madrid Tel.: 91 361 26 00 Fax: 91 355 9208 Correo electrónico: jornadas@patologiadual.es 10th International Review of Bipolar Disorders Budapest, 12-14 de mayo Organiza: European Bipolar Forum http://www.irbd.org/ 163rd Annual Meeting American Psychiatric Association New Orleans, 22-26 de mayo Ernest N. Morial Convention Center 1888-9891/$ - see front matter © 2009 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 07 AGENDA (35-36).indd 35 5/3/10 09:54:26 36 Agenda 2010 New Orleans, Louisiana http://www.psychiatry.org/MainMenu/EducationCareerDevelopment/Meetings/AnnualMeeting.aspx Debates en Psiquiatría Oviedo, 4-5 de junio Área de Psiquiatría. Universidad de Oviedo Julián Clavería, 6. E-33006 Oviedo Tel.: +34 985 10 3553-3552-4219 Fax: +34 985 10 3553-3552 Correo electrónico: psiovi@correo.uniovi.es http://www.uniovi.es/psiquiatria CINP Biennial International Congress Hong-Kong, 6-10 de junio Congress and Exhibition Office CPO HANSER SERVICE GmbH Zum Ehrenhain 34. 22885 Barsbüttel, Germany Tel.: +49-40-670 882-0 Fax: +49-40-670 32 83 07 AGENDA (35-36).indd 36 Correo electrónico: cinp2010@cpo-hanser.de http://www.cinp2010.com/ CPDD 72nd Annual Scientific Meeting The Fairmont Scottsdale – Scottsdale, Arizona June 12-17 http://www.cpdd.vcu.edu/ VIII Congreso Nacional de Trastornos de la Personalidad Madrid, 16-18 de junio Palacio de Congresos P.o de la Castellana, 99. Madrid Secretaría Científica: Servicio de Psiquiatría, Hospital Clínico San Carlos Tel.: 913 303 572 Correo electrónico: psiquia.hcsc@salud.madrid.org Jornadas Post APA Madrid, 17 de junio y Barcelona, 18 de junio 5/3/10 09:54:28