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Nuevos tratamientos para el asma: anticuerpos monoclonales anti-IgE P. Casan Departamento de Neumología. Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Facultad de Medicina. UAB. Barcelona Ante la difucultad de prevenir o curar la enfermedad asmática, en los últimos años goza de gran predicamento el concepto de “controlar” este proceso. El asma “bien controlada” se define como aquella que cursa sin síntomas y sin agudizaciones, sin necesidad de utilizar medicación de rescate o aliviadora de síntomas imprevistos, que permite una actividad laboral y física normal, con una función pulmonar en el margen de referencia y, todo ello, sin efectos secundarios atribuibles a la medicación de fondo. A pesar de disponer de una gran variedad de recursos, la realidad de los diferentes estudios internacionales (AIRE, Asthma in America, AIRIAP) es que únicamente alrededor de un 50% de los pacientes tratados consiguen desarrollar sus actividades sin limitación. De esta forma, podemos definir el concepto de “asma de difícil control” como aquella que cursa insuficientemente controlada a pesar de la estrategia terapéutica más apropiada y ajustada al nivel de gravedad clínica. Existe un asma de difícil control considerada como “falsa” en la que, o bien el diagnóstico de asma no es correcto, existen otros procesos además del asma, se compaña de factores intercurrentes más o menos graves o puede comprobarse un pobre cumplimiento terapéutico. Debe reservarse el concepto de asma de control difícil “verdadera” cuando el proceso es refractario, resistente a la terapéutica convencional, es inestable, de riesgo vital, corticodependiente o resistente a la terapia con esteroides. La SEPAR ha editado un manual específico para el diagnóstico y seguimiento de este tipo de pacientes asmáticos1. El tratamiento del asma de control difícil requiere fundamentalmente una aproximación precoz para evitar el remodelado bronquial, realizar un control biológico de la inflamación (NO espirado o células en el esputo inducido), prevenir cuidadosamente las agudizaciones y elegir los fármacos más adecuados para la gravedad del cuadro. Entre estos fármacos, en las últimas recomendaciones de GINA aparecen los anticuerpos monoclonales anti-IgE (omalizumab/xolair). Se trata de un anticuerpo monoclonal humanizado recombinante que forma complejos con la IgE libre y por lo tanto bloquea la interacción entre la IgE y las células efectoras, disminuyendo la concentración sérica de IgE libre y dando lugar a una reducción en las respuestas asmáticas temprana y tardía. La reacción no activa el complemento y los inmunocomplejos formados se eliminan fácilmente del organismo. Estos anticuerpos se unen a la porción C3 de la cadena larga de la IgE y por lo tanto se bloquea la unión de la IgE con el receptor de alta afinidad en la membrana celular. Se produce consecuentemente una internalización del receptor no utilizado y posteriormente se inhibe la síntesis de nuevas moléculas de IgE. El tratamiento con omalizumab ha demostrado su eficacia en las siguientes situaciones: • Edad superior a los 12 años. • Asma alérgica grave persistente, con pruebas cutáneas positivas frente a alergenos perennes. • Función pulmonar reducida (FEV1 < 80%). • Síntomas intensos durante el día o la noche. • Múltiples exacerbaciones asmáticas graves, a pesar del tratamiento convencional o incluso con dosis mantenidas de corticoides orales. • Asma mediada convincentemente por IgE. Los principales estudios realizados en EE.UU. o en Europa2-4 ponen de manifiesto una reducción estadísticamente significativa en las agudizaciones del asma, especialmente en las más graves, una mejoría clara en la calidad de vida relacionada con la salud, en las visitas al servicio de urgencias, así como un efecto claro en la reducción de los eosinófilos en el epitelio bronquial. La dosificación del xolair debe hacerse en función de la concentración de IgE y del peso del paciente (véanse tablas que proporciona el fabricante). La dilución del producto se realiza en el lugar de la inyección y ésta se administra cada 2 ó 4 semanas en función de la dosis finalmente necesaria. El seguimiento mínimo es de 4 meses y deben controlarse las variables clínicas y funcionales. Las reacciones adversas son infrecuentes (locales en alguna ocasión) aunque se recomienda realizar la administración bajo control médico especializado. La reacción anafiláctica se ha producido en contadas ocasiones. El tipo y las características de los pacientes indicados para el tratamiento y la preparación y administración del fármaco permiten sugerir que la administración se haga bajo control de especialistas acostumbrados a tratar procesos asmáticos graves. Correspondencia: Dr. Pere Casan. Departamento de Neumología. Hospital de la Santa Creu i de Sant Pau. Barcelona. E-mail: pcasan@santpau.es BIBLIOGRAFÍA REV PATOL RESPIR 2007; 10(4): 213-214 1. López-Viña A, et al. Normativa para el asma de control difícil. Arch Bronconeumol. 2005; 41: 513-23. 213 2. Busse W, Corren J, Lanier BQ, McAlary M, Fowler-Taylor A, Cioppa GD, et al. Omalizumab, anti-IgE recombinant humanized monoclonal antibody, for the treatment of severe allergic asthma. Allergy Clin Immunol. 2001; 108: 184-90. 3. Solèr M, Matz J, Townley R, Buhl R, O'Brien J, Fox H, et al. The anti-IgE antibody omalizumab reduces exacerbations and steroid 214 requirement in allergic asthmatics. Eur Respir J. 2001; 18: 25461. 4. Humbert M, Beasley R, Ayres J, Slavin R, Hébert J, Bousquet J, et al. Benefits of omalizumab as add-on therapy in patients with severe persistent asthma who are inadequately controlled despite best available therapy: INNOVATE. Allergy. 2005; 60: 309-16. REVISTA DE PATOLOGÍA RESPIRATORIA VOL. 10 Nº 4 - OCTUBRE-DICIEMBRE 2007