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La vigilancia epidemiológica: significado e implicaciones en la práctica y en la docencia * Arturo Romero ** y María del C. Troncoso *** 1. INTRODUCCIÓN Esta artículo está motivado por la creciente preocupación latinoamericana sobre el abandono de la práctica epidemiológica especializada. Dicha práctica ha sido sustituida por el surgimiento de los sistemas de vigilancia en un sentido conceptual. Por causas diversas, al nuevo concepto le ha faltado arraigo en la realidad latinoamericana, lo que significa que no se ha traducido en una nueva práctica epidemiológica. Lo que se pretende alcanzar en este trabajo está relacionado con el esclarecimiento de los factores determinantes de aquellos cambios. Por ello se intenta realizar un análisis crítico del proceso histórico del concepto de vigilancia epidemiológica e interpretar la manera en que se inscribe en la realidad latinoamericana. Al mismo tiempo discutir las insuficiencias y limitaciones del método epidemiológico clásico en la interpretación de los procesos de salud-enfermedad tal como se dan en la realidad latinoamericana e intentar una propuesta de trabajo en la búsqueda de las soluciones a los problemas planteados. 2. ANÁLISIS CRÍTICO DE LA EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE VIGILANCIA EPIDEMIOLÓGICA A comienzos del siglo XIX surgieron dos teorías para explicar la causa y la naturaleza de las enfermedades. La primera fue conocida como teoría del contagio. Sus promotores, como su nombre lo indica, señalaban que algunas de las enfermedades eran transmitidas por contagio y se diseminaban a través del comercio o por la migración. La lógica consecuencia fue la implantación de la cuarentena forzada, que tenía como finalidad mantener los puertos y las ciudades con activo comercio, libres o no infectadas por las * ** *** Recibido para su publicación el 15/04/1981. Médico epidemiólogo. Especialista en Salud Pública. Ex-asesor de OPS/OMS. enfermedades. Como contrapartida, la segunda teoría, conocida como anticontagio, pregonaba que la enfermedad resultaba de fuentes locales y procedía o emanaba de “las miasmas”. En la práctica esta teoría rechazaba la cuarentena de los puertos y dejaba libre el comercio. La explicación intentada por Ackerknecht1 aclara mejor el problema: “La teoría del contagio no fue solamente un problema teórico o médico. La teoría del contagio había encontrado su expresión natural en la cuarentena y su burocracia y la discusión total nunca fue una discusión sobre el contagio solo, sino siempre sobre el contagio y la cuarentena. La cuarentena quería decir, para las clases que rápidamente crecían de comerciantes e industriales, una fuente de pérdidas, una limitación a la expansión, un arma de control burocrático que ellos no estaban dispuestos a tolerar y estas clases eran bastante fuertes, con su prensa y sus diputados, sus recursos materiales, morales y políticos, detrás de aquellos que mostraban la ausencia de bases científicas de la cuarentena y quienes de todas maneras eran generalmente hijos de estas clases. La teoría del contagio, a través de la asociación con los viejos poderes burocráticos, causaba sospecha a los liberales, tratando de reducir la interferencia del Estado al mínimo. Los lideres del anticontagio no fueron simplemente científicos, había reformadores, luchadores por la libertad del individuo y del comercio contra las cadenas del despotismo y la reacción”. La influencia de la teoría del anticontagio fue muy importante hasta 1848, año en que fue derrotada la revolución. De allí en adelante, como consecuencia de la revolución industrial y del nacimiento de la teoría de los gérmenes en 1870, resurgió victoriosa y con nuevos planteamientos la teoría del contagio. 2 Como la medicina llamada del “Estado” y “urbana” tuvieron sus orígenes en el anticontagio, es importante intentar explicar algunas de sus características. Sus dos alas, los liberales y los radicales, planteaban campos distintos de acción. Los liberales, que por principios se oponían a la cuarentena y a las medidas burocráticas del Estado que limitaran la libre empresa, proponían reformas ambientales para erradicar las enfermedades. Esta posición, señala Berliner2 “atribuía las enfermedades a condición primariamente biológica: el miasma. Los radicales en cambio veían la enfermedad (y el miasma) como producidas por condiciones sociales cada vez más amplias: la pobreza, suciedad, desnutrición y la opresión creadas por el naciente capitalismo”. Los inicios del término vigilancia epidemiológica se encuentran en los conceptos de aislamiento y cuarentena en los siglos XVII y XVIII cuando finaliza la edad media y comienza a desarrollarse el comercio y donde la existencia de pequeños núcleos humanos separados facilitaba el control mediante la cuarentena. Los términos: aislamiento y cuarentena se refieren a la separación del individuo de sus contactos habituales y mientras dure el período de incubación mayor de la enfermedad. Además, inicialmente, también se refería al aislamiento de los casos que imponía la reclusión obligatoria durante el tiempo y las condiciones que determinaran las autoridades sanitarias. Ambas medidas estaban dirigidas básicamente a los individuos, eran compulsivas y del tipo de policía médica: defender a los sanos separando a los enfermos actuales o potenciales. Ligado a este concepto aparecen los centros especiales de aislamiento: hospitales de aislamiento para viruela, tuberculosis, lepra. Esta epidemiología estaba todavía íntimamente ligada a la medicina clínica. El cordón sanitario es una extensión de los conceptos anteriores, dirigido no al individuo sino a barrios, ciudades o áreas especiales. Tenía por objeto, siempre, separar la zona afectada para defender a las zonas “limpias”. Este conjunto de medidas de tipo restrictivo, de policía y con carácter punitivo, creaba serias dificultades al intercambio comercial entre los países y las metrópolis. El desarrollo del comercio, especialmente a través de los puertos, estableció una rigidez mayor en estas medidas de vigilancia por la posibilidad de la introducción de las epidemias desde afuera. De allí nació la necesidad de encontrar otro tipo de soluciones; la oposición de los países, la resistencia a la aplicación de las medidas y el crecimiento del intercambio comercial, fueron elementos que estimularon el desarrollo de las investigaciones en el campo de las enfermedades prevalentes y de importancia para el momento. El resultado fue la aparición de nuevas y más eficaces medidas de lucha (vacunas, eliminación de vectores, saneamiento del medio). En el siglo XVIII, ya consolidados los estados europeos, surge una práctica epidemiológica diferente según las CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 características de cada uno. El Estado alemán produce un sistema llamado por Foucault “Medicina del Estado” de medicina socializada, donde se establece la policía médica, que consiste en un sistema de recolección, análisis e interpretación de la información para verificar cómo se realizan los tratamientos, cómo se hacen las indagaciones médicas, cuáles son las reacciones en caso de epidemia y por último expedir órdenes en función de estas informaciones (en términos actuales: información analizada para la acción). Los propósitos básicos de aquella policía médica era el fortalecimiento del Estado alemán en una agrupación de estados aún no consolidados como nación y que iba a costar muchos esfuerzos cristalizar. Su organizador y creador, por orden expresa del Estado Alemán, fue Johann Peter Frank. En 1766, Frank estudió la influencia del ambiente social sobre la salud del individuo. Su discurso sobre “policía médica” llegó a abarcar gran parte de la vida diaria de la población alemana: la escuela, los lugares de trabajo, el hogar, con control especial sobre la madre gestante y su producto, y finalmente el ambiente (disposición de las excretas y suministro de agua). En su época, la influencia de la policía médica se extendió a los países vecinos como Hungría, Italia, Dinamarca y Rusia3. El mismo Frank definió así las líneas de trabajo más importantes de la policía médica: “Por esto la policía médica, como la ciencia y la policía en general, es un arte defensivo, es una doctrina por medio de la cual los seres humanos y sus animales de trabajo pueden ser protegidos contra las consecuencias desventajosas del rápido hacinamiento sobre la tierra y, especialmente, es un arte para la promoción del bienestar de su cuerpo de tal manera que, sin los sufrimientos causados por el exceso de los males físicos, se puede diferir lo más tardíamente posible el fin fatal, en que todos puedan sucumbir”4. De acuerdo con Holland5, la idea de la policía médica fue más aceptada en Alemania, donde la autoridad venía del gobernante y las acciones eran llevadas a cabo sumisamente por el pueblo. No fue similar la actitud de los ingleses que pasaban por una coyuntura histórica diferente y donde los que trataron de implantarla tuvieron que apelar primeramente a la población y luego llegaron indirectamente al Estado. En Francia, en cambio, su aceptación no fue tan amplia y el concepto tuvo modificaciones importantes con respecto a las ideas originales propuestas por Frank. En Francia y en Inglaterra, bajo condiciones histórico sociales diferentes, se da una práctica epidemiológica cuyos propósitos fundamentales estaban dirigidos a conocer y controlar la fuerza laboral, aunque mantiene particularidades en cada región. Francia centra la acción en la higiene urbana, lo que Foucault llama “Medicina urbana”. El origen de esta modalidad se encuentra en el desarrollo urbano y especialmente del proletariado, al iniciarse el proceso de industrialización, lo que trae un número creciente de población en condiciones de vida muy precaria La vigilancia epidemiológica: significado e implicaciones en la práctica y en la docencia que facilita el estallido de brotes epidémicos. La práctica epidemiológica se origina en “el miedo a las epidemias urbanas y como resultado surge la cuarentena que no es otra cosa que un sistema de vigilancia generalizada que dividía y controlaba el recinto urbano”6. La cuarentena en este sentido estaba dirigida al control del espacio y no de los individuos de donde surge el concepto de higiene pública y más tarde (1871) el de salubridad. En Inglaterra, lo primero que se establece es un sistema de alarma para detectar tempranamente pestes y pestilencias que den aviso oportuno a las clases ricas para que abandonen las ciudades. Posteriormente, con el comienzo de la revolución industrial, la práctica epidemiológica se hace más elaborada. Sin embargo3, y a pesar de ello, persisten conceptos como el cordón sanitario destinado a separar los ricos (sanos) de los pobres (enfermos). “Concretamente, la medicina inglesa del siglo XIX realiza un control estricto de la salud y del cuerpo de las clases más necesitadas para que fueran más aptos al trabajo y menos peligrosos para las clases adineradas”. Es decir, toda la práctica epidemiológica alimenta este propósito. Las llamadas “reformas sanitarias” aparentemente tan exitosas, propuestas en Inglaterra por investigadores tan importantes como Guy, Louis, Chadwick, Farr y Simon, responden en su génesis a intereses concretos de carácter económico, producto de la “Revolución industrial”, y constituyen el primer intento de crear un cuerpo “científico” epidemiológico, dentro del racionalismo cartesiano. La Salud Pública como concepto y disciplina aparece y se desarrolla en Estados Unidos durante el siglo XIX. La práctica epidemiológica estuvo ligada inicialmente a las acciones normales de salud pública Y dependiente de los condados. Era una práctica social. A medida que transcurre el tiempo debido a la evolución político-económica del país, enmarcado en la revolución industrial, “esta práctica se encuentra más limitada por la naturaleza de los problemas de control de las enfermedades, algunos de los cuales llevan a dificultades serias y sin precedentes, incluyendo el gran poder político de las industrias, cuyos beneficios son adversamente afectados por las acciones exitosas de salud pública”8. Este mismo proceso llevó a una transformación académica de la epidemiología, privativa de una élite. Esta nueva epidemiología, en Inglaterra, fue esencialmente un movimiento universitario, liderado por individuos que frecuentemente vienen de, o mantienen relación cercana con la medicina clínica. “Los epidemiólogos líderes trabajan en escuelas de medicina, en la escuela de Higiene en Londres, o en el Consejo de Investigaciones Médicas, todas unidades situadas en hospitales docentes”. Actualmente en Inglaterra la epidemiología constituye la parte más importante de la especialidad de Salud Pública llamada Medicina Comunitaria y se imparte por medio del adiestramiento en servicio y lecturas que abarcan un período de 2 años antes de someter al candidato a un 3 examen en la Facultad de Medicina Comunitaria. En países como Estados Unidos la educación en epidemiología se hace en las llamadas escuelas de Salud Pública. Sin embargo Holland5 se queja amargamente de que “en ninguna parte (del mundo libre) la enseñanza de la epidemiología es hecha de tal manera que pueda hacerse como parte integral de la atención médica normal”. En términos generales puede decirse que en los países centrales el inicio y desarrollo de la epidemiología corre paralelo al desarrollo del proceso de industrialización con la existencia de una gran masa trabajadora a la que hay que mantener y reproducir para proporcionar a la industria mano de obra sana y en óptimas condiciones de productividad. En América Latina, el desarrollo de la medicina de la salud pública y de la epidemiología se produce con diferentes características pero con algunas similitudes entre los distintos países, mostrando este mosaico el peso relativo de las influencias europeas y de los Estados Unidos por la dominación diferente de esos imperios en tiempo y lugar. Así vemos cómo en México, Centroamérica y países del Caribe Español, la influencia norteamericana es más temprana y evidente. Mientras que en Sudamérica, sobre todo en el cono sur, la influencia de la escuela francesa es más profunda y duradera llegando la de Estados Unidos más tardíamente, después de la segunda guerra mundial. Este fenómeno tiene relación, por un lado, con la división del mundo en zonas de influencia y por la hegemonía en el comercio mundial y, por otro lado, con el amplio mercado de materias primas que significa América Latina y la radicación de empresas extranjeras en estos países. En relación con esto último, cabe distinguir dos grandes etapas. La primera, cuando la América Latina es un gran puerto exportador de materias primas, en la que interesaba evitar la introducción de pestes y epidemias. Por ello, la epidemiología y la salud pública centran las actividades en la cuarentena, el aislamiento, la implantación del reglamento sanitario internacional y la vigilancia punitiva para su funcionamiento. La segunda etapa comienza cuando los capitales se radican en el interior de los países para el cultivo de caña de azúcar, algodón y banano. Surgen las empresas y la necesidad de aumentar la productividad. Es entonces cuando aparecen las grandes luchas por la erradicación de enfermedades endémicas, malaria, fiebre amarilla, etc. El concepto de erradicación aparece en 1881 en América con las teorías de Finlay sobre el mosquito vector de la fiebre amarilla. Para el control de los puertos y para la seguridad en las inversiones extranjeras y domésticas en la agricultura, no bastan las medidas sanitarias tradicionales. En 1902, coincidiendo con la separación de Panamá, se crea la OPS cuyo propósito inicial fue cooperar para tener un mejor control de los puertos y así facilitar el comercio y evitar la introducción de enfermedades que requieren cuarentena, tales como la peste, la viruela, la fie- 4 bre amarilla, la malaria y el cólera. La II Conferencia Internacional de los Estados Americanos que en enero 28 de 1902 se reunió en la ciudad de México, concretó el interés por la cuarentena y recomendó la creación de la OPS en Washington con el propósito principal de organizar la notificación internacional de enfermedades. En 1923 la Rockefeller Foundation empieza a colaborar en la erradicación de la fiebre amarilla en Brasil, coincidiendo en el interés por el incremento de los cultivos y explotación del caucho y el azúcar. El concepto de erradicación en malaria y otras enfermedades tiene como objetivo la interrupción de la transmisión. Con esta meta se organizan campañas contra la malaria en áreas potencialmente ricas para el cultivo de la caña, el algodón y el banano para que las inversiones de capital nacional y extranjero produzcan beneficios. Cuidadosamente se estandarizan técnicas y procedimientos operativos. En 1943, Soper y Wilson de la Rockefeller Foundation logran erradicar del Brasil el Anopheles Gambia, especie anofelina importada del Africa. Sin embargo, los resultados de la erradicación con otras especies anofelinas más importantes y el Aedes Aegypti no fueron tan halagadores. Asociados a la erradicación, se incorporan procedimientos y términos militares: la palabra “campaña”, que luego se transforma en el concepto de “contención” o containment refleja el paralelismo entre los grupos militares y ciertos programas de salud importantes desde el punto de vista estratégico (no por casualidad por ejemplo, los famosos epidemiólogos de comienzos del siglo, Gorgas, Guateras, Carter y Reed eran militares de alta graduación en el ejército de Estados Unidos). Para alcanzar la erradicación del paludismo se diseñan fases precisas de ataque y consolidación. Dentro de esta estrategia de guerra se incorpora también el término “vigilancia” que, de acuerdo con Bruce-Chwatt10, lleva a reevaluar los resultados de los estudios malariométricos tradicionales, y consiste en las operaciones destinadas a descubrir los signos de cualquier persistencia de la transmisión, determinar su naturalaza y sus causas, eliminar los focos residuales, prevenir y evitar los casos humanos de infección palúdica residual o importada. La vigilancia se usa también en el programa mundial de erradicación de la viruela. Aquí se define el programa de erradicación nuevamente como “Campaña”11 diciendo que “es un programa emprendido por un servicio especialmente establecido al efecto para combatir o erradicar en una colectividad una enfermedad transmisible determinada”. La vigilancia no sólo incluye el acopio de datos, sino también el control de epidemias, la modificación de los procedimientos operativos de la campaña, etc. y cuyo objetivo es llevar el número de casos autóctonos a cero. Relacionado con el concepto de containment surge el término “control” que utiliza métodos y procedimientos para disminuir o amortiguar el efecto de CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 situaciones epidemiológicas ya producidas. Las acciones de control, sin embargo, tienen un contenido enteramente diferente de un país a otro, dependiendo en esencia del desarrollo de los sistemas de salud. La discusión interminable es si las medidas y acciones específicas de control deben incluirse dentro de la vigilancia o si ésta por el contrario debe concretarse exclusivamente a una actitud expectante, de “bombero”, atenta solamente al seguimiento sistemático individual de la enfermedad. Este enfoque de “bombero”, concentrado a contener los brotes epidémicos agudos, sigue históricamente la metodología propuesta por Snow en su estudio tradicional sobre cólera en Londres. Para muchos, el sentido de la vigilancia epidemiológica, sin estar contenido dentro del contexto global, es más bien ejecutar medidas de bloqueo de brotes epidémicos que el sistema de notificación detecta en parte de la población. En 1955, el Centro de Control de Enfermedades de USA (CDC) propone un sistema de vigilancia12 que comprende la recolección sistemática de datos relacionados con la presencia de una enfermedad específica, el análisis e interpretación de la misma y la distribución de la información procesada y resumida a las personas que tienen como función actuar. Su impulsor más ilustre, A. Langmuir, explica que “el término vigilancia no es nuevo en salud pública, pero su connotación usual se aplica más a los individuos que a las enfermedades; vigilancia aplicada a una persona significa la observación de cerca para descubrir los signos precoces en la infección, sin limitar la libertad de los movimientos del individuo. Implica mantener un alerta responsable, haciendo observaciones sistemáticas y tomando acciones apropiadas cuando estén indicadas. No implica las restricciones de aislamiento y cuarentena”. Es, de todas maneras un regreso al control sistemático del individuo por parte del Estado, olvidándose provisionalmente del control del espacio. El CDC supone la vigilancia epidemiológica como el servicio de “inteligencia” y el control “como el brazo armado”13 a cargo de las autoridades estatales y locales. Una vez más aparecen los términos militares en la epidemiología. En 1964 la OMS aprueba la extensión de la vigilancia a las enfermedades transmisibles de importancia internacional y en 1965 se estableció un servicio de vigilancia epidemiológica en la División de Enfermedades Transmisibles de la OMS en Ginebra14. K. Raska, su director, propone definirla como el “estudio de una enfermedad, como proceso dinámico, en la cual intervienen la ecología del agente infeccioso, el huésped, los reservorios y vectores a la vez que los complejos mecanismos que influyen en la propagación de la infección y determinan el grado de dicha propagación”15. En el Reglamento Sanitario Internacional, adoptado por la XXII Asamblea Mundial de la Salud el 25 de julio de 1969, se “Estimula la aplicación de los modernos principios epidemiológicos basados en la La vigilancia epidemiológica: significado e implicaciones en la práctica y en la docencia vigilancia epidemiológica. Se reemplazan las acciones defensivas dependientes principalmente de la ‘cuarentena’ con acciones de ataque basadas en la eliminación de los focos y en el desarrollo de los servicios de salud, capaces de descubrir oportunamente las infecciones venidas de fuera del país y evitar que éstas se establezcan. Cuatro son las enfermedades que son objeto de este reglamento: peste, cólera, fiebre amarilla y viruela”. Desde entonces existen tantas definiciones como grupos se han reunido para aclarar el problema. Finalmente se introduce en epidemiología el diseño teórico de sistemas de vigilancia basado en los conceptos de análisis de sistemas, teniendo en cuenta básicamente los elementos elaborados por los economistas para la producción industrial: insumos, proceso organizacional, producto y retroalimentación. Estos ejercicios académicos chocan de inmediato en su aplicación con la realidad social y política de los países. En Latinoamérica se comienza a hablar insistentemente del sistema de vigilancia epidemiológica a principios de la actual década, 15 años después que el CDC lo propusiera para USA. Esta preocupación queda reflejada en el Plan Decenal de Salud de las Américas16 donde, bajo el acápite de servicios complementarios (?), se recomienda crear y mantener estos sistemas de acuerdo con la organización nacional y la estructura del país “a fin de tener conocimiento permanente de las características epidemiológicas de los problemas de salud y los factores que los condicionan, para poder actuar oportunamente”. En la década del 70 el diseño teórico de los sistemas de vigilancia epidemiológica en Latinoamérica acompaña al desarrollo de los programas de extensión de cobertura y atención primaria. Se tienen que ampliar los sistemas informativos “independientemente de la calidad del dato”17. La separación de la “inteligencia” (epidemiología), de la práctica (acciones de salud), lleva a diseños teóricos cada vez más apartados de la situación real que supuestamente se pretende modificar. Este aparente sinsentido es el que explica la crisis actual de la práctica epidemiológica clásica y sus sustituciones por “modelos” de vigilancia que se postulan como ejercicios “objetivos” y “científicos”, separando categóricamente cualquier contenido social, en aras de una posición de profesionalismo académico. Por otra parte, el proceso histórico que se acaba de diseñar y que muestra la íntima relación entre la evolución de los conceptos y prácticas epidemiológicas con la historia económico-social, es el indicador de las líneas conceptuales y metodológicas en desarrollo de las que surgirá una nueva práctica epidemiológico social. 3. ARTICULACIÓN DE LA VIGILANCIA EPIDEMIOLÓGICA CON LA SALUD PÚBLICA EN LATINOAMÉRICA Por lo menos en teoría la vigilancia epidemiológica ha venido articulándose con la salud pública, siguiendo las ideas propuestas por Morris: “Diagnosticar la 5 salud de la comunidad y las condiciones de la gente, para estimar la magnitud y distribución de la saludenfermedad según su incidencia, prevalencia y morbilidad; para definir problemas de salud con fines de acción comunitaria acordes a su importancia relativa y prioridades; para identificar grupos vulnerables que necesitan protección especial”18. Morris planteó estos conceptos después de haber observado el éxito inicial y la contribución que la epidemiología tuvo en su propio país y en Estados Unidos, en el desarrollo de los servicios de salud y en el “mejoramiento” de la salud de la población. Con el tiempo, aun en esos países, poco a poco el poder político fue limitando y bloqueando las decisiones producidas como resultado de las investigaciones epidemiológicas. Uno de los ejemplos más dramáticos por sus claras interrelaciones económicas y por su actualidad, es el problema del hábito de fumar y el cáncer. La introducción del tabaco en Europa durante el siglo XVI ya había producido fuerte resistencia porque la población consideraba su uso como “un peligro para el cerebro y los pulmones” (Holland)5. En 1900 se habían llevado a cabo estudios que proporcionaban alguna asociación entre hábito de fumar y cáncer del pulmón, enfermedades cardiovasculares y bronquitis. Los gobiernos de entonces, presionados por las Compañías productoras de tabaco estuvieron mudos a cualquier acción, incluso al simple reconocimiento del problema. Aun después de los famosos estudios retrospectivos y prospectivos iniciados en 1950 (Doll R, Hill AB. “Smoking and carcinoma of Lung”. Br. Med. J. 2: 739-748, 1950)19 en que se comprobó “aparentemente” sin ninguna duda, la relación entre cáncer y cigarrillo, sólo los gobiernos de los países industrializados, grandes productores, consumidores y exportadores de cigarrillos bajo la presión de la opinión pública, comenzaron a tomar tímidas medidas restrictivas en sus propios países, tales como prohibición de avisos comerciales, designación de áreas para fumar, reducción de los niveles de nicotina, avisos en los paquetes sobre los peligros de fumar, etc. Los resultados de tales medidas, evaluadas por la OMS, han sido muy precarios en los países industrializados y casi nulos en los países pobres. De un elemento de observación, análisis y experimentación per se, la epidemiología ha pasado a ser un servicio de apoyo al diseño de los planes de salud o simplemente una unidad administrativa directa, generalmente de programas de enfermedades transmisibles (Programas Vacunación, TBC, Lepra, Venéreas, Malaria, etc.). En el primer caso, han sido los sistemas de notificación de enfermedades, ahora llamados de vigilancia epidemiológica, los designados para cumplir las siguientes tareas llamadas de apoyo: — Diagnóstico de la situación de salud, cuyo propósito, por lo menos en teoría, consiste en describir la situación de salud del país o de un área y sus factores condicionantes con base a indicadores epidemiológicos seleccionados y utili- 6 zando los registros recolectados por los servicios. Parte del supuesto que, mediante estos registros, es posible medir los cambios de salud, el nivel y la estructura de salud de toda la comunidad. — Servir como un elemento más en el sistema de planificación de la salud tratando de colaborar, mediante indicadores de frecuencia específicos previamente seleccionados, generalmente de mortalidad y demanda, en la medición de la magnitud y vulnerabilidad del daño causado por las enfermedades sobre los seres humanos y, dentro de estos criterios, definir las prioridades y propósitos de las llamadas “áreas programáticas” (CENDES/OPS)20. — Aplicar el método epidemiológico para probar la eficacia y medir la eficiencia de los programas mediante el análisis periódico de la información. Todos estos objetivos están basados en la hipótesis de que existe una política de salud coherente con un volumen de recursos organizados destinados a salud que tienen alguna eficiencia, medida a través de la relación costo/efecto (cuánta salud se produce por unidad monetaria o, a la inversa, cuánto cuesta producir una unidad de salud). En síntesis, se ha tratado de articular la vigilancia epidemiológica con la salud pública dentro de dos grandes propósitos. 1. Obtener elementos de juicio para el análisis, supervisión y evaluación de las actividades realizadas por los servicios para orientar a los programadores, ejecutores y administradores, y 2. Detectar la situación epidemiológica mediante el conocimiento de los registros de morbi-mortalidad, el análisis sistemático de sus indicadores y las tendencias de las enfermedades. Las unidades administrativas directas, tradicionalmente han organizado programas de control de enfermedades prevalentes con o sin colaboración de los organismos llamados ejecutores. Así, algunas unidades elaboran manuales de técnicas y procedimientos, en base generalmente a tecnología importada, y ocasionalmente visitan el campo para supervisar, evaluar y asesorar el desarrollo y ejecución de sus programas. El concepto de costo/efecto utiliza algunos términos epidemiológicos para conseguir el máximo efecto en salud con el mínimo de costo posible. Como unidades de medida emplea la muerte evitada y el caso reparado (CENDES/OPS)20. Más recientemente los estudios de costo/beneficio están dirigidos a analizar las distintas medidas de control de una enfermedad, su costo y su efectividad para seleccionar las más beneficiosas y menos onerosas en los países en desarrollo. Los intentos de crear modelos epidemiométricos tienen como propósito expresar, en términos matemáticos, las leyes naturales que regulan el proceso salud-enfermedad y pronosticar su evolución a corto, mediano y largo plazo. CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 Toda esta experiencia se vuelca en Latinoamérica a partir de la Conferencia de Punta del Este (1961) donde se plantea la concepción teórica de la cobertura universal de la población por los servicios de salud. Sin embargo, hasta el comienzo de la década actual, sólo uno o dos países de América disponían de servicios de salud accesibles a un grupo mayoritario de la población. Accesibilidad con sentido integral, es decir basada en una elevación de las condiciones socio-económicas generales y de las de los servicios de salud: — Organización y participación consciente y activa de la población ligadas a la expresión cuanticualitativa de los servicios. — Educación integral de la población para facilitar su participación, la que incluye la educación para la salud. — Desarrollo económico y social integral de las áreas, articuladas a su vez al desarrollo global del país y como parte de ello, el desarrollo de planes y programas de salud. — El establecimiento de políticas y estrategias nacionales de salud que derivan en políticas de investigación de los procesos de salud-enfermedad generadores de conocimiento aplicable a los cambios sociales. Dentro de este contexto de accesibilidad integral y universal, los sistemas de información adquieren otro sentido, cuyo punto básico es la relación dinámica entre la accesibilidad integral y la calidad de la información que se genera, que no solamente sirve a los propósitos del equipo de salud de los servicios sino también a las hipótesis de investigación y a la propia participación activa de la comunidad. Vista así, la relación entre la epidemiología y la salud pública, se plantean las limitaciones de los enfoques biologistas en el estudio de los problemas de salud-enfermedad en la población. Se hace necesario su análisis crítico a la luz de normas teóricas más globalizadas. 4. ANÁLISIS CRÍTICO DEL MÉTODO EPIDEMIOLÓGICO En realidad la epidemiología ha venido proporcionando diferentes tipos de investigación de carácter tradicional: estudios sobre etiología de las enfermedades, los muy frecuentes estudios descriptivos sobre la situación de salud en grupos de población definidos, los estudios controlados en muestras de población sobre problemas de organización de los servicios de salud, etc. Con un enfoque típicamente funcionalista y teniendo como instrumento básico la epidemiología, últimamente se han venido impulsando los estudios “socioepidemiológicos”, incorporando conceptos más o menos dosificados de ciencias sociales: sociología, administración social y sicología social. La controversia sobre las limitaciones atribuibles al método epidemiológico abarca a los grupos tradicionalistas y los llamados progresistas. Dentro de los primeros Holland ha sintetizado su opinión de la La vigilancia epidemiológica: significado e implicaciones en la práctica y en la docencia manera siguiente: destacando más que todo la escasa o nula utilización por parte del Estado de los hallazgos epidemiológicos. A pesar del éxito aparente de la epidemiología como elemento para la llamada “toma de decisiones” por parte de los políticos, administradores e incluso usuarios, el nuevo “conocimiento” generado por estas investigaciones cada vez es menos utilizado y a veces es rechazado airadamente. Recientemente, los resultados de un estudio en un país centroamericano, donde se demostraba la ineficacia de la atención primaria y que fue llevado a cabo por los servicios oficiales de salud, fue conscientemente olvidado debido a sus implicaciones sobre la política de salud. El autor señala también las dificultades cada vez mayores de integrar localmente la epidemiología con la atención médica. Ante esta contingencia Sheps5 señala cómo los ingleses han intentado tal integración a través de la medicina comunitaria: “El desarrollo de la epidemiología y de la medicina comunitaria no solamente solicita de nosotros ver nuestra población de usuarios, sino también ver aliados entre los administradores, los políticos y el público en general. El público en general paga por los servicios, así que es apropiado que ellos estén envueltos en el desarrollo de los servicios, para identificar las necesidades de la población y encontrar los criterios requeridos de efectividad y eficiencia. Hasta que no tengamos el apoyo de ambos, el público en general y los administradores y políticos, quienes en el momento no pueden ver más que el desarrollo de ‘glamorosos’ servicios de medicina curativa, estaremos en incapacidad para contribuir en el proceso de toma de decisiones. La toma de decisiones debe ser alimentada por la epidemiología. Felizmente algunas etapas ya han sido tomadas”. Como se ve la propuesta no tiene nada de original y ha sido intentada con muy pobres resultados en varios países latinoamericanos. Los estudios epidemiológicos más comunes y numerosos corresponden a lo que los autores clasifican como epidemiología descriptiva. El uso que la mayoría hace de aquel método lo limita a un análisis, más o menos complejo, de variables preestablecidas sin hipótesis explicita. Las explicaciones más plausibles que justifican su difusión a nuestro entender, serían entre otras: completar el cuadro diagnóstico de una situación de salud particular; la necesidad, de los profesionales especializados (dada su formación), de utilizar toda la tecnología más avanzada producida dentro de su campo científico; su sencillez aparente que facilita la producción, en períodos breves, de un número importante de artículos o “papers”; son expresión del sentido de las subvenciones que las promueven y su contraparte, la inclinación de los investigadores a realizar investigaciones que sean subvencionables. Sin embargo, los estudios descriptivos pueden alcanzar un valor científico más profundo si plantean relaciones con el contexto global de salud y sociedad, como etapa de observación científica y fuente de formulación de hipótesis. En este sentido, por ejemplo, los estudios descriptivos sobre sarampión muestran que la morbimor- 7 talidad de esta enfermedad en los países tropicales es mayor en niños menores de un año y aún en el primer semestre de la vida ¿Qué explicación se ha dado a este hecho? ¿Qué relación tiene con la desnutrición del niño y de la madre? — ¿Con la alimentación materna y el régimen alimentario? — ¿Esta distribución etárea es igualmente característica en las diferentes clases sociales de un mismo país o región? — ¿En qué medida la mortalidad por sarampión pese en la mortalidad infantil la diferencial por clases y grupos sociales? — ¿En qué medida esta morbi-mortalidad peculiar del sarampión en los países tropicales, se relaciona con las diferentes características del aparato productivo? Las preguntas de tipo biologista sobre el mismo problema se plantean en la forma siguiente (PAHO WHO Measles Research Draft Protocol - 6 March 1978)21: 1. ¿Qué porcentaje de niños han tenido formas sub-clínicas de sarampión entre los seis meses y la edad de administrar la vacuna? 2. ¿Qué porcentaje de niños en edades diferentes aún tienen anticuerpos maternos neutralizantes presentes, cuando los anticuerpos HI maternos no son ya medibles? 3. ¿Cuál es la vida media del anticuerpo materno? 4. ¿La tasa de seroconversión difiere si es medida por anticuerpos neutralizantes comparada con HI? 5. ¿El niño cuya seroconversión ha fallado o que desarrolla bajos niveles de anticuerpo HI, responde a una regulada dosis de vacuna? La descripción ecológica que intenta dar una explicación causal, es desarrollada parcialmente por Leavell y Clark en su paradigma de la Historia Natural de la Enfermedad. Los autores toman la triada epidemiológica como fundamento, a la cual le incorporan la variable tiempo, definiendo niveles de prevención. Su explicación patogénica de la enfermedad como producto de las relaciones ecológicas entre el hombre y su ambiente presenta a estas relaciones como exclusivamente naturales omitiendo el hecho que los “ecosistemas raramente son naturales”22, que son en realidad el resultado de las acciones transformadoras del hombre sobre la naturaleza. A este enfoque ecológico estático se opone, en la actualidad, una explicación ecológica dinámica que incorpora la lógica dialéctica. De esta manera lo social, es decir, el hombre en sus relaciones sociales y con el ambiente constituyen una unidad como contrarios que se modifican mutuamente. Este enfoque ecológico intenta superar las limitaciones de la ecología tradicional. La Historia Natural de la enfermedad y su evolución a través del tiempo, en Leavell y Clark, no es histórica en el sentido social, sino en el sentido funda- 8 mentalmente clínico biológico. Por ello se evidencia insuficiente, al intentar aplicarle los niveles de prevención, que expresan un punto de vista no individual sino colectivo. Los aportes del método epidemiológico a la investigación de las causas de la enfermedad fueron importantes a partir del desarrollo de los estudios analíticos y experimentales. Esto ha permitido señalar dos avances en la identificación de factores causales, especialmente en enfermedades crónicas y en la comprobación de la eficacia de medidas terapéuticas y de prevención. Todo esto demuestra la legitimidad de los planteos biológicos de la enfermedad en la producción de determinado tipo de conocimiento: ha permitido el progreso en la evaluación del tratamiento de ciertas enfermedades y de medios de prevención para algunas de las transmisibles, aun cuando estos éxitos sean una minoría dentro de una gran masa de estudios epidemiológicos no significativos. “El problema teórico”, como lo expresa Cristina Laurell, “surge en la interpretación del alcance y de la aplicación continua del conocimiento así generado”23. Los conceptos fundamentales del método que condicionan sus alcances, son los conceptos de variables y de asociación entre variables como explicación causal. Las variables son definidas como “una cantidad, la cual puede variar en valor, por ejemplo: edad, mientras que atributo es una cualidad o característica de una persona, por ejemplo: sexo”23. Son luego, relacionadas mediante los conceptos de “variable dependiente-independiente; ejemplo: ‘el peso al nacer se dice que es una variable dependiente del peso de la madre’, cuando una variable es dependiente de otra, la asociación puede ser descripta por el coeficiente de regresión, el cual, como el coeficiente de correlación, asume una relación lineal entre las dos variables”24. Aquí se evidencia la limitante del método, en cuanto a que muestra sólo relaciones lineales entre variables y atributos. Para superar esta limitante, se han desarrollado técnicas de análisis multivariado que, sin embargo, continúan igualmente mostrando relaciones lineales, aunque ahora, entre más de dos variables. También estas definiciones expresan otra restricción, son observaciones de fenómenos individuales que se analizan por medio de la adición, suponiendo así explicar las causas de los problemas de salud de la población. Por otra parte el método epidemiológico, al “no establecer un sistema de prioridades de variables, estima las variables sociales en segundo término o cuando más en igualdad de condiciones”25 sin ninguna jerarquización. El desarrollo del campo de las ciencias sociales aplicadas al estudio de los problemas médicos, ha planteado proposiciones que permitirían superar aquellas limitantes. Cristina Laurell, en uno de sus trabajos24 presenta la siguiente propuesta: CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 “La proposición que subyace al plantearse el estudio de la salud y la enfermedad, la práctica médica y el saber médico con metodología y técnicas sociológicas, es que ellos son parte dinámica de determinadas formaciones socioeconómicas y que encuentran explicación dentro de ellas [...]. La proposición de estudiar la salud, la práctica y el saber médico como una parte de una formación socioeconómica, entonces, implica y requiere una ruptura tanto con el pensamiento médico dominante, como con la corriente hasta ahora prevaleciente en la llamada sociología médica. Esta ruptura se presenta como una necesidad dado que los conceptos que en ella se manejan constituyen obstáculos para el avance en la producción de conocimiento”. Sin embargo, contrariamente a lo que la autora plantea, el hecho de llegar a una nueva fase en el desarrollo del método no ha significado la ruptura total con las etapas anteriores. La superación dialéctica, representada por cada nueva etapa, contiene en su interior las anteriores, que de esa manera quedan incorporadas intrínsecamente a la nueva propuesta. Esta nueva metodología no es el resultado por lo tanto de la suma de los métodos de ambas ciencias (biológica y social) ni de la ruptura, sino que expresa una distinta manera de abordar el estudio de la saludenfermedad, como resultado de mutuas interacciones. 5. PROPUESTA DE TRABAJO La relación dialéctica señalada más arriba, conlleva el carácter de la negación dialéctica entendida como “supresión, conservación y superación”. Como lo expresa Gramsci26 “... la ciencia jamás se presenta como pura noción objetiva, a pesar de todo el esfuerzo de los investigadores; aparece siempre revestida de una ideología y en concreto la ciencia es la unión del hecho objetivo y de una hipótesis o de un sistema de hipótesis que sobrepasa el puro hecho objetivo [...]. Pero todo concepto, toda ‘institución’ que sobrepasa el puro hecho empírico, es inseparable de la historia, de las creaciones intelectuales del hombre de todo el proceso de desarrollo de la cultura. Por lo tanto está totalmente justificado hablar de la historia de las teorías científicas”. Así entendida, la evolución de las teorías y métodos científicos está dada de manera no arbitraria, sino históricamente determinada y por lo tanto transitoria. En consecuencia, el planteamiento de las hipótesis surge del análisis científico de la realidad que incluye el proceso histórico del fenómeno y el abstraer de esa realidad la idea científica que explica los hechos observados. Por ejemplo, las características de la tuberculosis en grupos de población que sufren cambios en su inserción en la producción. Poblaciones con economía agrícola de subsistencia, que modifican bruscamente su actividad y su medio por su incorporación a una producción minera, como sucede en una localidad de Guatemala. ¿Cuáles hipótesis plantea esta La vigilancia epidemiológica: significado e implicaciones en la práctica y en la docencia realidad? Se espera un incremento de la incidencia de la enfermedad en la población de mineros y sus familias; la relación de tal aumento con la nueva forma de producción y el deterioro en las condiciones de vida de este grupo comparado con aquél que permaneció como agricultor. Hasta acá la hipótesis no incluye el proceso histórico del fenómeno. Para alcanzarlo será necesario articularla al contexto histórico-social del país y a los cambios ligados a las diferentes características del aparato productivo. Para el establecimiento de leyes generales sobre distribución de la enfermedad, es imprescindible entonces, este análisis histórico-social. Sin embargo, las variaciones individuales y las características de la enfermedad en un momento, son abordadas por las tecnologías del campo de las ciencias naturales y sociales (psicología, antropología). En el ejemplo anterior, son los índices biológicos como incidencia de infección tuberculínica, prevalencia de casos basilíferos, muerte por tuberculosis, cobertura con BCG, respuesta al tratamiento y causa de abandono, etc. Pero, cada uno de estos a su vez, tiene una explicación social que deberá ser integrada con la biología operacional, desde el planteamiento de la hipótesis, pasando por el diseño de las técnicas de comprobación adecuadas, hasta el método de análisis e interpretación de los resultados. Vemos cómo la ciencia se esfuerza por “objetivizar”, como se suele decir, la realidad, es decir, en eliminar la subjetividad individual, en universalizar el conocimiento de los fenómenos (...) por lo tanto la ciencia es una superestructura, una ideología, pero no cualquier ideología; es portadora de universalidad o de objetividad porque va unida a un tipo original de praxis, la praxis científica, la actividad práctico-experimental. Dice Gramsci: “la ciencia experimental ha constituido hasta el momento la base sobre la que una unidad cultural semejante ha alcanzado la más grande extensión: ha sido el elemento de conocimiento que ha contribuido más a unificar el espíritu, a hacerlo más universal, es la subjetividad más concretamente objetivada y universalizada”26. Si la adquisición del conocimiento por el investigador pasa por todas estas fases, la transmisión de dicho conocimiento para su apropiación por la población (profesionales, técnicos, estudiantes, auxiliares, etc.) debería necesariamente hacerse bajo los mismos principios. Piaget, citado por Juan César García27, señala: “... el conocimiento no es una copia de la realidad. Conocer un objeto, conocer un acontecimiento, no es solamente mirarlo y hacer de él una copia mental, una imagen. Conocer un objeto es actuar sobre él. Conocer es modificar, transformar el objeto y entender el proceso de su transformación, y como una consecuencia, entender la forma en que el objeto es construido. Una operación es, así, la esencia del conocimiento, una acción internalizada, la que modifica el objeto del conocimiento”. 9 Quedan claramente explicitadas las limitaciones de la enseñanza por “modelos” o ejercicios de laboratorio basados, en su gran mayoría, en estudios realizados en condiciones irreproducibles y referidos a problemas en otros contextos socioepidemiológicos. Estos transmiten datos que, en el mejor de los casos, muestran los procedimientos y dificultades encontradas por el investigador. No dejan de ser “narraciones interesantes”, sin ninguna o con una muy lejana relación con las prácticas de las profesiones de la salud. Uno de los principios educacionales básicos planteados por McKeachie28 es el de la creatividad o aprendizaje activo. Gramsci29 aplica este principio a la escuela creativa que “... no significa una escuela de inventores, descubridores, significa un estado y un método de investigación y conocimiento; no un programa determinado con la obligación de originalidad e innovación a toda costa. Significa que el aprendizaje ocurre fundamentalmente a través de un esfuerzo espontáneo e independiente del alumno, en el cual el profesor sólo actúa como un guía amistoso, como sucede o debería suceder en las universidades. El descubrimiento de una verdad por uno mismo, sin sugerencias o ayuda externa, es creación, aun cuando la verdad sea ya conocida hace mucho tiempo”. Sobre estas bases es que proponemos a la investigación socio-epidemiológica de la propia realidad, como método de aprendizaje de la epidemiología para el personal de salud; como punto de partida de un proceso continuo de integración de la investigación-docencia-servicio y de los técnicos con la población; como medio de alcanzar, a través de su divulgación, la transmisión a toda la comunidad del conocimiento logrado. Quedan como rasgos básicos de la propuesta los siguientes: — El estudio de los problemas de salud locales y nacionales y sus relaciones. — Dado que los problemas son complejos y que para su conocimiento y solución concurren diversas disciplinas, los grupos de enseñanzaaprendizaje, en interacción continua, deberán ser multidisciplinarios. — El estudio de la realidad deberá estar enmarcado en un proceso de integración de la teoría con la práctica. — La incorporación del proceso educativo al trabajo productivo, es decir, la articulación del trabajo con el estudio, será el eje de los programas. — La incorporación del programa a la comunidad, será el camino para lograr su participación en forma realmente activa. BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. Ackerknecht E. “Anticontagion between 1821 and 1967”, Bull Hist - Med. 22: 562; 1948. Berliner Howard S and W. Salmon JW. “The Holistic alternative to Scientific Medical”. Int. J. of Health Services 10: 133; 1980. Rosen G. The evolution of Social Medicine. 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En los últimos años varios grupos poderosos, como la Asociación Médica Británica (AMB) y las sociedades aseguradoras han aprovechado las oportunidades brindadas en primer lugar por la constitución de una Comisión Real sobre el Servicio Nacional de Salud, y en segundo lugar por un cambio de gobierno, para presionar por la adopción de propuestas que creemos van a ser perjudiciales para el servicio. Este artículo es una réplica a algunos de sus argumentos. Los términos de referencia de la Comisión Real eran extremadamente amplios, e incluían todos los aspectos de la provisión de atención médica desde el punto de vista de los pacientes y los trabajadores del SNS. Nuestra preocupación reside no solamente en el análisis de ciertos métodos que se han propuesto para financiar el SNS, sino también en la naturaleza de la atención médica y su relación con los intereses de quienes controlan el SNS y quienes lo utilizan. En la forma como resultaron las cosas, la Comisión Real no recomendó ningún cambio fundamental en la organización del SNS, y rechazó específicamente el criterio de financiación por medio del seguro, y de aumentos sustanciales en los ingresos por medio de pago directo por uso. Lo que sí recomendó es un aumento neto de los gastos del SNS en áreas en las cuales se observaría una mejora a través de esos gastos. Desde que apareció su informe, el gobierno conservador ha efectuado varias declaraciones en las que expresaba su apoyo a métodos alternativos de financiación para el SNS. Además, el sector privado se está expandiendo en estos momentos a un ritmo sin precedentes y continúa, en nuestra opinión, amenazando la existencia del SNS. De esta forma, y a pesar del informe de la Comisión Real, un análisis de los problemas que subyacen en las decisiones sobre la financiación de la atención médica en Gran Bretaña es tan pertinente como en cualquier * otro momento. En este artículo respondemos a algunos de los argumentos expuestos, y procedemos luego a sugerir formas mediante las cuales el SNS puede servir mejor los intereses de la mayor parte de la población. EL PAGO DE LA ATENCIÓN MÉDICA Como una tentativa aparente de mejorar las finanzas del SNS se ha sugerido que Gran Bretaña retorne a un sistema en el cual el costo de la atención médica recaiga sobre los pacientes y no sobre el Estado. En el momento actual, solamente el 8 % de los costos del SNS provienen de contribuciones al seguro nacional y solamente el 2,5 % del cobro directo a pacientes. Los demás costos se cubren con el sistema impositivo general. La AMB, en su declaración a la Comisión Real1, propuso que un pago básico obligatorio fuera realizado por cada habitante o en su nombre, y que la Comisión Real debería “considerar la cuestión de la provisión de atención médica en base a un pago por honorario, con subsiguiente reembolso por parte del SNS, como en otros países de la CEE (Comunidad Económica Europea)”. Adicionalmente la AMB recomienda que los pacientes hospitalarios en general deban pagar una substancial contribución por su atención (“gastos de hotelería”) y que el costo de las prescripciones de medicamentos se eleve “en tal forma que reúna fondos adicionales”. PAGANDO AL MÉDICO POR PROCEDIMIENTOS ESPECÍFICOS En muchos países occidentales al médico se le paga de acuerdo a la práctica particular que realiza. Estos pagos pueden ser cubiertos por el gobierno (como en las provincias canadienses) o por una mezcla de agencias gubernamentales y seguro privado, según el ingreso del paciente (como en los Estados Unidos). Se ha asegurado que este método de pago de “hono- Traducido de: International Journal of Health Services, vol. 10, Nº 4, 1980, pp. 611-643. 2 rario por servicio” estimula a los médicos a investigar y a tratar a sus pacientes de manera más completa y es menos probable que resulte una detección y un tratamiento inadecuado de la enfermedad. Aunque hay poca evidencia que sugiera que así son las cosas, este tipo de sistema generalmente produce un mayor ingreso para los médicos. En Canadá, por ejemplo, donde el seguro universal de salud ha sido insertado en lo que es básicamente un sistema privado de pago por prestación, el ingreso de los médicos aumentó más rápidamente que el ingreso promedio entre 1960 y 19702; el 20 % obtuvieron un ingreso neto de 50.000 dólares o más en 1970. Esto lleva también a grandes diferenciales de ingreso entre médicos; aquellos que realizan operaciones complejas, por ej. cirujanos de nariz, garganta y oídos, cirujanos ortopédicos, neurocirujanos, cirujanos plásticos, reciben los ingresos más altos mientras los médicos generales, internistas, pediatras, y psiquiatras ganan considerablemente menos. Los que proveen el grueso de las atenciones primarias y personales a los canadienses están, de este modo, en la parte más baja de la escala de ingresos. El nivel de honorarios está fijado por comisiones médicas provinciales que, como se puede predecir, están formadas principalmente por médicos. Los gobiernos tienden a ser débiles, en contraste con su posición hacia otros empleados públicos, cuando se trata de negociar con una profesión fuerte. ¿Es cierto que los sistemas de pago por prestación estimulan a los médicos a dar mejores prestaciones a sus pacientes? Pueden, ciertamente, estimular más investigaciones y operaciones, pero estas pueden ser activamente dañinas para la salud, como sugiere una comparación de tasas de cirugía entre Canadá por un lado e Inglaterra y Gales por el otro3. Este estudio muestra que operaciones tales como amigdalectomía, hemorroidectomía y herniorrafia son dos o tres veces más frecuentes en Canadá que en Inglaterra y Gales. Es muy improbable que la necesidad de estas operaciones relativamente menores varía tanto entre estas dos áreas; esas diferencias probablemente se relacionan con la manera en que los médicos son pagados. En forma similar, una persona que sufre de hemorroides en Inglaterra y Gales, es más probable que reciba cierto tipo de tratamiento que no incluya la cirugía, mientras una persona con hemorroides en Canadá tiene más probabilidades de ser operada. El mismo estudio también muestra que los canadienses viejos tienen cinco veces más probabilidades que le saquen la vesícula biliar que los de Inglaterra y Gales, y que la muerte es dos veces más probable que se deba a enfermedades de vesícula biliar en Canadá. Las mujeres a las que se les hacen operaciones por cáncer en Canadá tienen tres veces más probabilidad que sus contrapartidas en Inglaterra y Gales de que se les haga una mastectomía radical. No hay evidencia de que esta operación más dolorosa y más mutiladora sea más eficaz que procedimientos más simples. De nuevo, la diferencia en la práctica está relacionada probablemente con los honora- CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 rios más altos pagados por operaciones más importantes, en Canadá. Si se compara las tasas de procedimientos quirúrgicos seleccionados en Vermont, en EEUU en su conjunto, y en Inglaterra y Gales se encuentra que las tasas de apendicetomía varían relativamente poco ya sea dentro de Vermont, entre Gran Bretaña y EEUU, o de acuerdo con el método de pago. Esta observación sugiere que el método de organización de la atención médica no afecta significativamente la decisión de quitar un apéndice. Recíprocamente, la notable variación en las tasas de amigdalectomía, y en menor grado las tasas de histerectomía y herniorrafia, apoyan el punto de vista que las decisiones para realizar estas operaciones están de alguna manera relacionadas con la forma de provisión de atención médica. En el interior de los EEUU, estas tasas son más altas para pacientes que tienen un seguro por prestación proporcionada que para aquellos que están cubiertos por formas de prepago. Son las tasas de este último grupo las que se parecen más a las de Inglaterra y Gales. De la pregunta acerca de si más o menos cirugía es mejor desde el punto de vista del paciente, nos preocuparemos más tarde, pero resulta aparente que hay un gran margen de libertad en la decisión del cirujano de operar. Otros estudios4 sobre tasas de operaciones en EEUU y Canadá confirman que éstas tienden a elevarse cuando los cirujanos son pagados por honorarios por servicio antes que por salario. Los pagos por prestación estimulan a que más médicos hagan cirugía, debido a los beneficios económicos. También llevan a un mayor uso de los hospitales para investigación y tratamiento, lo cual, por supuesto, es mucho más caro. En forma similar, se ha sugerido5 que el sistema médico francés, que tiene un componente muy importante de pago por prestación, ha llevado a una distorsión en la forma en que se prestan los servicios. Por ejemplo, ciertos servicios, tales como aquellos que requieren un equipamiento especial, son más lucrativos que otros. Mientras tanto, este énfasis en investigaciones técnicas e intervenciones significa que se dejen relativamente de lado aquellos procedimientos que pueden ser más útiles para el paciente, en particular, medicina preventiva y educación en salud. Parece probable que un sistema de pago por prestación tienda a estimular esquemas de atención que no son apropiados, y en algunos casos son positivamente dañinos, y tienda a aumentar el costo de los servicios de salud para ventaja de los médicos y en detrimento de los pacientes. Según un informe6: “Un Comité del Senado de Estados Unidos ha dicho que entre un cuarto y la mitad de los 8.500 millones de libras gastados en Medicaid está siendo desperdiciado cada año —¡una suma que no es mucho menor que el costo total del SNS inglés!—. El hombre que dirigió la investigación del Senado, el Senador Frank Moss de Utah, fingió ser un trabajador y visitó un centro privado de salud diciendo que pen- El Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña: respuesta a sus críticos saba tener un resfrío. Se le hizo una investigación médica completa, pruebas de laboratorio para sangre, rayos X, pruebas de orina, un diagnóstico equivocado de espasmo muscular, tratamiento por un quiropráctico y un número de prescripciones”. Se ha sugerido que el sistema de pago por prestación ayuda a obtener ciertos objetivos deseables en la atención médica, por ejemplo, el estímulo, a través de una asignación de precio favorable, de servicios tales como la planificación familiar, la inmunización, y la promoción de salud. Sin embargo, aparte de la moralidad dudosa de intentar sesgar la práctica profesional a través de estimular la avaricia, este sistema tiene un potencial desagradable adicional: por ejemplo, los médicos pueden emplear personal asalariado (especialmente enfermeras) para realizar procedimientos mientras ellos se guardan el dinero (por ej. para hacer estudios de cuello uterino en la práctica general). Inclusive pueden utilizar personal empleado en el SNS para este propósito y tomar todo el honorario como beneficio (por ej. inmunización de niños por enfermeras que están asignadas a esa práctica), o cuando están obligados a hacer ellos mismos el trabajo, van a hacer solamente la parte del trabajo que produzca beneficio (por ej. dar prácticas contraceptivas sin hacer controles de salud). Además, inclusive dentro de un sistema general de honorarios diseñados para promover objetivos deseables, puede haber oportunidades de obtener una ganancia a través de la práctica de procedimientos que no son apropiados pero están mejor remunerados (por ej. hacer esterilización por operación cuando la prescripción de la “píldora” o la inserción del DIU son más apropiados). La AMB se opone a la forma de pago utilizada en Canadá con el argumento de que si los doctores debieran recibir sus honorarios del gobierno, se produciría “un desperdicio del tiempo médico”. Está en favor, en cambio, de cobrar directamente a los pacientes y hacer que ellos reclamen el reembolso cuando corresponda. COSTO DE MEDICAMENTOS Un aumento en las cargas por medicamentos también ha sido propuesto como una forma de mejorar las finanzas del SNS. Esto conduciría a empeorar la situación de las personas más pobres y elude el problema central del creciente monto que el SNS paga por medicamentos. Los costos por prescripción de medicamentos podrían disminuir considerablemente sin ningún efecto adverso sobre la calidad de la atención, simplemente prescribiendo drogas por su nombre genérico antes que por su nombre de patente. Un buen ejemplo es la tetraciclina, patentada por Pfizer en 1956 y vendida al SNS a 65 libras por 1.000 tabletas, mientras el costo (en términos de materia prima, investigación y producción) era sólo de 5 libras por 1.000 tabletas. Cuando esta patente fue pasada de largo por otras firmas a través de una trampa en la ley, el SNS ahorró cerca de un millón de libras por año. 3 Por añadidura, muchas medicinas de valor no probado y enorme costo están siendo usadas sin que se demuestre que sean superiores a una alternativa más barata. En el momento actual, el paciente, por consiguiente, paga indirectamente el costo de la prescripción irracional. Si se aumentaran las cargas por receta, el paciente debería pagar directamente una parte mayor sin tener el derecho a exigir que se le dé la droga más barata que sea efectiva. Cerca de 40 millones de libras por año se gastan en tranquilizantes e hipnóticos. Una cantidad considerable de los problemas mentales que tratan los médicos generales están relacionados probablemente con la estructura de nuestra sociedad. Un estudio sobre depresión en mujeres en Camberwell, Londres, encontró que los síntomas de depresión eran particularmente comunes en las mujeres de la clase trabajadora. Aunque pueda no ser apropiado tratar este tipo de problema con drogas, muchos médicos generales sobrecargados de trabajo prescriben antidepresivos ya que no tienen nada mejor que ofrecer. Con cargas por receta, esta gente pagaría dos veces el hecho de tener desventajas sociales. COSTO DE HOSPITAL La AMB ha sugerido que los pacientes deberían hacer un pago sustancial para su atención mientras están hospitalizados. No se otorga consideración al hecho que el ingreso a un hospital implica, para muchas familias, una importante pérdida de ingresos, y gastos adicionales por el costo de visitar al paciente y hacer arreglos para el cuidado de los niños. Muchos de los gastos cotidianos deben hacerse igual, y la tarifa que se sugiere de cobrar 20 libras por semana constituiría una carga intolerable para muchas familias. Es improbable que este esquema produzca algo más que un impacto marginal en las finanzas del SNS; la mayor parte del tiempo las camas hospitalarias están ocupadas por aquellos que no pagarían estas cargas, tales como los jóvenes, los viejos, lo que tienen trastornos mentales, y los enfermos crónicos. La maquinaria burocrática requerida para implementar tal esquema reduciría considerablemente la ganancia neta para el servicio. El Departamento de Salud y Seguridad Social estimó que una carga por hotelería de 20 libras por semana produciría solamente un ingreso de 90 millones de libras por año —una gota en el océano del SNS—8. PAGOS POR VISITAS AL MÉDICO GENERAL (MG) Se ha sugerido adicionalmente que si los pacientes pagaran cada vez que visitan a su MG se impediría el uso innecesario del servicio, que para algunos es una fuente importante de recursos malgastados. Los médicos estiman que una alta proporción de sus consultas son inadecuadas o triviales; estos médicos, se ha demostrado, encuentran menos satisfacción en su trabajo, satisfacen menos a sus pacientes, realizan menos cursos de post-grado, mandan menos pacientes en consulta a los servicios ambulatorios de los hospitales, y es menos probable que tengan una 4 enfermera. Entonces, esta evaluación de que gran parte del trabajo del MG es trivial puede ser relacionada en mayor medida con la falta de satisfacción en su trabajo por parte del médico, que con una valoración adecuada de las necesidades de sus pacientes. Se observan altas tasas de consultas para MG en las zonas que son predominantemente obreras; por ejemplo, un estudio en Gales del Sud9 mostró que los pacientes en las zonas de minas de carbón tienden a tener las tasas más altas. Sin embargo, no existe evidencia que estas tasas más altas sean causadas por pacientes que consultan por enfermedades “triviales”. Los índices de mortalidad y morbilidad sugieren que la enfermedad grave y la muerte prematura son más frecuentes en la clase trabajadora que en los grupos profesionales. Si se adoptara un sistema de pago por consulta, éste discriminaría contra los sectores más pobres de la comunidad. Se los castigaría dos veces: una a través de condiciones de vida y de trabajo que llevan a una mayor probabilidad de enfermar y morir prematuramente, y en segundo lugar a través de la necesidad de buscar atención médica cara debido a su mala salud. Parece probable que la tendencia de los pacientes de no consultar a sus médicos por síntomas dolorosos o inhabilitantes es un problema mucho mayor que la consulta por razones “triviales”. Se ve una corroboración de esto en un estudio en Glasgow10 que muestra que no menos del 23 % de los adultos tenían por lo menos un síntoma que les causaba dolor o incapacidad o que ellos pensaban que era serio, pero por el cual no habían consultado a su MG. En comparación, sólo el 9 % había visto a su médico por síntomas que no consideraban serios. Los MG que trabajan en las áreas pobres tienden a registrar en sus listas un mayor número de pacientes. Los hospitales tienden a ser más antiguos y tener menos equipo y personal. Por añadidura, otros servicios de salud, como las clínicas para niños, tienen tendencia a estar menos provistos. El Departamento de Salud está intentando rectificar esta situación desplazando dinero de las regiones más ricas hacia las más pobres, pero la actual disminución de los gastos públicos va a resultar en una real disminución en el nivel de servicios en estas áreas. Un honorario por cada consulta con el MG, sólo puede hacer más difícil para los necesitados la obtención de atención médica adecuada y se lo propone presumiblemente porque va a aumentar el ingreso de los MG mientras su carga de trabajo disminuye. Se ha mostrado muchas veces que los que necesitan buenos servicios de salud tienen la mayor dificultad para obtener acceso a ellos. En cualquier caso, la afirmación de que un servicio gratuito por parte de los MG lleva a una demanda infinita, no está probado por los datos sobre utilización. Entre los años 1955-56 y 1970-71 el número de pacientes que visitó a su MG permanece constante, mientras el número de visitas por año disminuía de 3,4 a 2,6 visitas por persona para hombres y de 4,1 a CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 3,4 para mujeres. En los Estados Unidos esta tasa aumentó de 4,0 a 4,3 para los hombres y de 5,1 a 5,6 para las mujeres entre 1963 y 1973, momento en el cual se introdujeron los sistemas Medicare y Medicaid11. REEMBOLSO POR PARTE DEL ESTADO Si se cobraran honorarios por servicios médicos y ellos fueran reembolsados total o parcialmente por el Estado, la pérdida temporaria de dinero causaría sufrimientos a las familias de ingresos bajos. El costo de la burocracia requerida para poner en funcionamiento el esquema también reduciría su capacidad para aumentar la financiación del SNS. Por añadidura hay evidencia de que la utilización de los beneficios de bienestar provistos por el Estado que están actualmente disponibles, es muy baja. Esto significa que muchos de aquellos que están en condiciones de ser eximidos de pago no reclaman dicha exención, sufriendo un considerable daño. Por ejemplo, la exención de cargas por prescripción no es utilizada ampliamente por aquellos que podrían pedirla en razón de su bajo ingreso. Una evaluación de 222 domicilios en Islington mostró que solamente el 16 % de aquellos que tenían derecho a recetas gratuitas debido a su bajo ingreso las habían pedido, mientras se consideró que la utilización de similares exenciones para cargas odontológicas y oftalmológicas estaba entre el 6 y el 19 %12. Una causa particular de preocupación es aquella parte de la población que pide beneficios de inválido. El gobierno ha estimado que sólo la cuarta parte de los que reciben pensiones de invalidez tendrían derecho a exención de cargas por prescripción. Se supone que si aumentaran las cargas por servicios médicos, habría problemas similares de baja utilización de la exención, con especiales dificultades para aquellos que están en condiciones de pobreza pero con ingreso que están justo por encima del nivel de beneficio suplementario y se desestimarían las necesidades especiales de salud de aquellos que tienen beneficio por invalidez. Los que más necesitan son los que podrían sufrir los mayores daños. Inclusive si hubiera un reembolso fácilmente disponible, esto no ayudaría a las familias de ingreso bajo sin dinero adicional disponible en el momento en que necesitan el servicio. Aparte de estas consideraciones, el reembolso traería consigo la muy discutible evaluación de la capacidad de pago de la población que se sabe muy bien que funciona como un desincentivo para la utilización de estos beneficios. ESQUEMAS DE SEGURO PRIVADO De vez en cuando se sugiere que un sistema de seguro privado puede proveer la financiación para que funcione el SNS, y que si las personas tuvieran que pagar primas de seguro entenderían mejor el costo del servicio y lo utilizarían más cuidadosamente. La evidencia de otros países muestra que esto no es así, y que el seguro médico privado lleva simplemente a un aumento del costo de la atención médica, El Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña: respuesta a sus críticos sin ninguna mejoría paralela en su calidad. Un análisis de la industria del seguro de salud en los EEUU13 mostró que la “no lucrativa” Cruz Azul que cubre los costos de hospital, está dominada por representantes de los hospitales y sólo sirve para canalizar más dinero hacia los cofres del hospital. El Escudo Azul, que es también “no lucrativo” y cubre los honorarios médicos, está controlado por los médicos, que son sus principales beneficiarios. En los seguros de salud privados están suscriptos 160 millones de norteamericanos. Muchas compañías no van a asegurar o van a asegurar sólo parcialmente a aquellos que ya están enfermos o subsecuentemente se enferman. Además, muchos de estos esquemas están relacionados con un tipo particular de empleo, y un nuevo trabajo requiere una póliza nueva en la cual se puede rehusar la cobertura en razón de la historia médica del sujeto. A veces, es demasiado riesgoso que cierta gente cambie de trabajo. Cualquier póliza de seguro puede dejar sin beneficios muchos servicios médicos, por ej. atención odontológica, consulta externa, atención psiquiátrica, atención preventiva y medicamentos para pacientes ambulatorios. Es común tener póliza en la cual una proporción del costo de los servicios es pagado directamente por el paciente, o sólo se le ofrece una cobertura limitada, por ej. sólo los primeros 60 días de hospitalización. Los que están en favor del seguro privado afirman que la cobertura parcial o los ítems no cubiertos previenen la sobreutilización de los servicios. Sin embargo, hay estudios que muestran que lo que hacen es impedir que las personas de menores recursos utilicen los servicios de salud que necesitan. Muchas de las más importantes compañías de seguro son también las compañías de seguros de vida más importantes y están estrechamente relacionadas con los principales bancos de EEUU y las corporaciones manufactureras. Alrededor de la mitad de los ingresos netos de los individuos en EEUU están bajo su control y sus usados para financiar enormes empréstitos, para comprar acciones en las corporaciones, o para financiar especulaciones en bienes raíces. En 1972 las compañías comerciales de seguro recaudaron 14,3 billones de dólares y pagaron 10,6 billones en beneficios. Un resultado de estos beneficios es que entre 1967 y 1972 los costos médicos aumentaron más rápido que cualquier otra categoría importante de costos personales. En una tentativa de mejorar el acceso a los servicios de salud para los pobres y para aquellos que tenían dificultades en asegurarse en el sector privado debido a la edad o a la invalidez, se instituyeron en los EEUU en 1965 los sistemas de asistencia financiados por el gobierno (Medicare y Medicaid). Sin embargo, estos sistemas no cubren a todos los necesitados, y existen muchas limitaciones. El Escudo Azul y la Cruz Azul eran intermediarios de Medicare en muchos estados y hubo aumentos notables de beneficios para hospitales, médicos y las firmas que estaban subcontratadas para procesar la información para Medicare y Medicaid. Un comité del Senado 5 estimó que entre un cuarto y la mitad de los 15.000 millones de dólares gastados cada año estaban malgastados en actividades fraudulentas, atención médica de mala calidad e investigaciones médicas innecesarias. En 1970 el gobierno tuvo que tomar medidas para disminuir los costos, inflados por los especuladores. Lo hizo limitando el acceso a los servicios por parte de los pobres y los honorarios de médicos y hospitales. Por añadidura los consumidores se hicieron más militantes en sus preguntas sobre las actividades de la Cruz Azul y el Escudo Azul. En una tentativa por disminuir el exceso de uso de los recursos, se formaron las Health Maintenance Organizations. En este tipo de organización los médicos son principalmente asalariados y reciben un incentivo si la HMO tiene un beneficio adecuado al fin del año. Las Profesional Standard Review Organizations se han convertido en una parte necesaria de la estructura de la atención médica para evitar la sobreutilización de los recursos pagados en parte por el gobierno a través de Medicare y Medicaid. El efecto neto de un cambio en la financiación del servicio de salud desde los impuestos generales a un sistema de seguro sería transferir la carga desde los grupos de alto ingreso a los grupos de bajo ingreso. Si se cobra para formar parte de un grupo de seguro, o se deduce una prima de los ingresos, o salarios esto representa un porcentaje mayor del ingreso de los grupos de bajo ingreso comparados con aquellos de mayor capacidad de ingreso. El método actual de financiar la mayor parte del SNS entonces, es una forma genuina de redistribución progresiva. Las tentativas de modificarlo por un sistema en el cual los pobres pagan una cantidad desproporcionada por servicios deben ser resistidas. EL EFECTO DE LOS HONORARIOS POR SERVICIOS DENTALES En el Reino Unido se remunera a los dentistas generales en un sistema de pago por prestación, a diferencia de lo que sucede con los médicos generales. En teoría, los dentistas no deberían permitir que las consideraciones financieras influenciaran la forma de su práctica, sin embargo la escala fija según ítems, de cobro, parece afectar la atención dental, porque premia la cantidad de trabajo más que su calidad. De esa forma los niveles bajan, la profesión se preocupa con la “movilidad”, y tiene objetivos comerciales antes que profesionales. Los dentistas de mayor edad, que no pueden tener la alta tasa de trabajo de los más jóvenes, tienen un ingreso menor a medida que aumenta su edad o abandonan el SNS para dar atención privada, la que es usualmente remunerada sobre la base de un honorario por tiempo. Otra desventaja es la tendencia a “ahorrar las complicaciones”. Algunos dentistas no aplican las técnicas que se les enseñan en las escuelas de odontología porque los obligan a trabajar más lentamente, y eso disminuye la calidad de su trabajo. Por ejemplo, colocar un dique de goma, técnica que se supone que mejo- 6 ra el pronóstico, se usa por el 92 % de los estudiantes de odontología cuando hacen trabajo endodóntico, pero sólo el 3 % de los dentistas la utiliza14. Este énfasis en la rapidez puede tener efectos positivamente dañinos. Si los dentistas intentan trabajar más rápido muchas veces resultan dañados los dientes que están próximos al que está siendo perforado. Debido a la importancia de la cantidad de tratamiento otorgado, las personas que pueden tener dificultades para el tratamiento por su nerviosidad o por trastornos físicos o mentales, no reciben la atención adecuada por parte de los dentistas. Los inhabilitados y los ancianos, especialmente los ancianos que viven en su casa tienen relativamente poca atención dental; en 1975 sólo 14.730 visitas domiciliarias fueron hechas por dentistas generales. Aunque una gran proporción de los ancianos están inmovilizados en sus casas, los dentistas tienden a ignorar estos grupos porque los honorarios por visita domiciliaria son bajos. Un sistema de pago basado en la cantidad de trabajo más que en su calidad no estimula al dentista cuidadoso y reduce el trabajo preventivo. Como el honorario por el servicio no depende de la calidad del trabajo hecho, la tasa de revisión no es insignificante. En el Servicio General Odontológico en 1975 se recementaron o refijaron 134.830 coronas porque se habían caído. El número de coronas que se tuvieron que fijar nuevamente aumentó marcadamente desde 1970 a medida que aumentaba la “productividad” dental. El sistema de pago distorsiona la práctica odontológica. Las dos principales enfermedades dentales pueden ser sustancialmente prevenidas por cambios en la dieta, buena higiene oral y el uso de fluor. Ya que los dentistas no reciben una remuneración adecuada por medidas preventivas, pocos de ellos se preocupan por enseñar a sus pacientes técnicas tan simples como el cepillado de los dientes. Un estudio15 mostró que sólo cinco personas que se atendían regularmente habían recibido instrucciones de su dentista sobre cómo lavarse los dientes. El resultado es que se gastaron 191,5 millones de libras en 1975 en el tratamiento de enfermedades odontológicas en Inglaterra y Gales, mientras se estimó que menos de 2 millones de libras se gastaron en su prevención. La enfermedad de las encías (enfermedad periodóntica) es muy común en Gran Bretaña. Las encuestas16 han demostrado una prevalencia del 99 %, sin embargo, se hace muy poco tratamiento periodontal prolongado. Este tipo de tratamiento requiere una serie de procedimientos para quitar el sarro y educación en higiene oral que probablemente necesita más del 60 % de la población adulta. Sin embargo en 1975 sólo 151.360 cursos se llevaron a cabo y solamente el 0,6 % de todos los cursos de tratamiento dental se completaron. La principal razón para esta atención inadecuada es que muchos dentistas consideran que los honorarios que reciben por tratamiento de enfermedad periodóntica son insuficientes. CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 Muchos dentistas consideran también que están inadecuadamente pagados los trabajos de hacer y reparar dentaduras. A muchos pacientes se les dice que las dentaduras no pueden ser provistas por el SNS. Esta práctica, conocida eufemísticamente como “retiro selectivo”, se refleja en el decreciente número de dentaduras completas, realineamiento de dentaduras y reparaciones que se realizan bajo el SNS. Ya que muchos dentistas consideran que los honorarios por tratamiento de dientes primarios son inadecuados, no los tratan. Esta “política de no-intervención” determina que el 20 % de los niños de 5 años y el 35 % de los de 8 años de edad que asisten regularmente al consultorio odontológico tienen dientes primarios con deterioro avanzado. Resulta irónico que, mientras a los niños se les deja sus dientes primarios deteriorados, muchos de esos mismos niños han tenido un exceso de tratamiento en sus dientes permanentes. Niños que fueron al dentista regularmente tenían mayor deterioro que los que concurrían irregularmente, debido al mayor número de caries. También entre los adultos, los que acuden al dentista sólo cuando tienen problemas, tienen dientes no tratados más sanos que los que acuden regularmente al dentista. Hay otras dos formas en las que los honorarios afectan los servicios dentales. Una desestimulando el uso de personal auxiliar para llevar a cabo ciertos procedimientos. Los dentistas temen que, debido a que el personal auxiliar recibe menor pago, sus honorarios disminuyan. Este miedo ha llevado a considerable resistencia a la introducción de higienistas dentales. La segunda es la necesidad de una estructura elaborada para administrar y controlar el sistema y asegurar que el público esté protegido y los dentistas reciben su pago. El costo de administración del Dental Estimates Board (cuerpo responsable de la estimación de procedimientos odontológicos) aumentó de 2,5 millones en 1972 a 4,8 millones en 1975. El sistema de honorarios tiene una cantidad de desventajas para los mismos dentistas. Se los controla en algunas de las cosas que hacen, deben obtener aceptación previa antes de realizar ciertos procedimientos. Esto no es necesariamente malo, porque nuestro argumento más tarde será que la libertad clínica completa tiene en parte la responsabilidad por el tratamiento inadecuado, sin embargo, estos controles, cuando existen, tienen que tener en cuenta la necesidad real. En la práctica dental aparece que la implementación de pago por servicio durante años ha tenido un mal efecto en atención odontológica. Las razones para esto son muy evidentes. Los dentistas deben ganarse la vida e inclusive pueden estar tratando implícitamente de maximizar su ingreso. En conclusión, un sistema de pago por prestación en el SNS estimularía el uso de tratamientos inapropiados y aumentaría los costos. Si esos honorarios fueren pagados por el paciente, fueran reembolsados o no, aquellos más necesitados del servicio serían disuadidos de usarlo, y algunos inclusive no podrían utilizarlo en absoluto. El Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña: respuesta a sus críticos LA MEDICINA PRIVADA Y OTROS ATAQUES AL SERVICIO NACIONAL DE SALUD Además de las sugerencias para alterar la estructura financiera del SNS, hay otras formas por las cuales el sistema está siendo socavado. La principal entre ellas es el ataque a la estructura administrativa (y a los mismos administradores). Se ha sugerido frecuentemente por opositores al sistema actual que toda la estructura se ha vuelto tan inmanejable y burocrática que la totalidad del sistema debería ser desmantelada. Este ataque a la estructura del servicio debe ser visto en el contexto de las propuestas planteadas como alternativas. Invariablemente la alternativa propuesta es volver a alguna forma de sistema médico privado. Se sugiere que esto sería más “eficiente” e incluso aumentaría la libertad de elección de los pacientes que podrían elegir el servicio de su preferencia. Reconocemos que la estructura administrativa del SNS es grande, que ha crecido en los últimos años, y que hay momentos en que la toma de decisiones es lenta y aparentemente abrumadora. Vale la pena hacer notar, sin embargo, que los costos administrativos en Gran Bretaña desde la reorganización y en Holanda alcanzan a aproximadamente el 4 % del gasto total, mientras que las cifras en Bélgica, Francia y Australia son 12, 12 y 18 % respectivamente17. Estos últimos países trabajan con una medicina basada en el pago por prestación, con su sistema de reembolso para la mayoría de los servicios. Cuando consideramos que Francia gasta, en relación a su producto nacional bruto, aproximadamente la misma cantidad total en atención médica, resulta que hay menos dinero disponible para atención directa de pacientes. Evidentemente es muy difícil hacer comparaciones valederas de los costos administrativos, puesto que los sistemas de presupuesto varían considerablemente inclusive con lo que es sustancialmente el mismo método de seguro de salud. No vemos esta crítica de la administración del SNS como un argumento para desmantelar todo el sistema y reemplazarlo con un modelo de mercado libremente que sería seguramente más fragmentado, más costoso en su funcionamiento, e inclusive más remoto para los que tienen necesidad de los servicios. Argumentamos en cambio que la administración del SNS debe estar sometida a un control democrático en todos los niveles. LIBERTAD DE ELECCIÓN Los que desmantelarían el sistema estatal (y quienes apoyan la medicina privada) dicen que esto aumentaría la “libertad de elección” que actualmente es limitada. Sin embargo el concepto de libertad de elección implica algo más que la capacidad de ir de un médico para otro. Implica que el paciente es capaz de elegir racionalmente entre médicos, o entre formas alternativas de tratamiento —elecciones que dependen de un conocimiento de principios de la medicina que pocos legos poseen actualmente—. Si los médicos pudieran vender la atención médica como un produc- 7 to comercial, es probable que la mayoría de los pacientes elegirían al médico que les diera los tratamientos e investigaciones más dramáticos, antes que uno que actúe en la forma más adecuada para sus síntomas. Esto es en parte porque la medicina de alta tecnología ha sido identificada en la conciencia pública con altos niveles de atención. Evidentemente hay campo para aumentar la libertad de elección en el SNS, pero es probable que esta libertad fuera mayor bajo un sistema de empresa privada. Un sistema semejante sería rápidamente dominado por las grandes compañías (como ha sucedido en EEUU) que responden a sus juntas de directores en mayor medida que a sus pacientes. La financiación del SNS a través de los impuestos puede, en última instancia, dar al público y a los trabajadores de la salud un mayor control que el que ellos podrían tener sobre un sistema de empresa privada cuyo objetivo es la maximización del beneficio. En todo caso, la libertad de elección es muy limitada para los grupos de ingreso bajo en cualquier sistema que incluya pago privado por los servicios. Los esquemas de seguro son accesibles solamente a los grupos de ingreso comparativamente alto. En la ciudad de Nueva York, por ejemplo, el 40 % de las camas de estancia corta son proporcionadas por el gobierno para pacientes de bajo ingreso y tienen peores recursos y peor personal que los hospitales financiados por el seguro privado. Este tipo de sistema de dos niveles aparecería sin duda en el Reino Unido si se permitiera el aumento de la construcción privada de hospitales. Por añadidura, en muchos países donde funciona un sistema de seguro privado de salud, los sistemas primarios son inadecuados porque es mucho más lucrativo para los médicos especializarse que trabajar como médicos generales. Bajo este sistema habría, en realidad, una reducción de la libertad de elección, especialmente para los grupos de bajo ingreso. El rasgo más importante de la libertad de elección y la medicina privada es el simple hecho que si la medicina se convierte en una mercancía, el mercado en el cual esa mercancía se vende se vuelve altamente distorsionado. Al igual que para la administración de justicia y muchas otras facetas de nuestra sociedad, el modelo de mercancía es mucho menos adecuado que, digamos, para la distribución de equipos de televisión. Como dijo correctamente G. B. Shaw (antes de la introducción del SNS) si a los jueces se les pagara de acuerdo a su sentencia, su juicio se volvería inmediatamente sospechoso y por esa razón nunca se lo respetaría. En forma similar, si los médicos estuvieran en el negocio de vender atención médica y simultáneamente decidieran quién necesita cada uno de los tipos de producto disponibles, nadie esperaría que tomaran sus decisiones basándose exclusivamente en las necesidades terapéuticas del paciente. En lenguaje económico, este es un ejemplo de demanda instigada y controlada por el proveedor que está, por esta razón, sujeta a un grado alto de distorsión respecto a la condición normal de oferta y 8 demanda con equilibrio de mercado. De esta forma, en la medicina, así como en otros servicios, la idea que las fuerzas del mercado determinen la necesidad médica en la comunidad es, para decirlo en una palabra, tonta. Si uno agrega a ese sistema un esquema de reembolso sobre una base de pago por servicios, para las necesidades médicas de los pobres, los enfermos crónicos o los ancianos, entonces (como ha sucedido en los Estados Unidos) el mercado se vuelve aún más distorsionado. En este caso, no solamente los médicos determinan la demanda del producto que venden, sino que los consumidores tienen efectivamente infinitos recursos para comprar el producto que se les dice que necesitan. Obviamente, se vuelven necesarios controles caros y complejos para que el sistema funcione. La misma clase de argumento se aplica a la eficiencia de cualquier servicio de salud. Se dice que los pacientes que paguen exigirían más eficiencia. Sin embargo, la eficiencia está ampliamente determinada por el proveedor. Las cantidades y tipos de ingresos hospitalarios no están determinados por los pacientes sino por el médico, como lo están la longitud de la estadía y la cantidad de investigaciones auxiliares. La gente que paga en realidad demandaría más de estas cosas en su ansiedad de mejorar, sin saber nada acerca de su utilidad. El tema de la libertad de elección, que se esgrime como un beneficio positivo de los sistemas médicos privados, es una tentativa de dar al sector privado una apariencia de preocupación por los derechos humanos, mientras se distrae la atención del nivel bajo del conocimiento general sobre salud y la necesidad de un mayor control democrático sobre los servicios de salud tal como están organizados actualmente. Aquellos que parecen preocupados por la libertad de elección mientras tratan de justificar la obtención de beneficios a través de la atención médica generalmente se preocupan poco por exigir más libertad de elección dentro del SNS. LA PRÁCTICA PRIVADA Y EL SNS Examinemos ahora la afirmación de que la existencia del sector privado actúa en beneficio general de la población del Reino Unido (y, en particular, de los grupos de bajo ingreso que son los que más sufren enfermedad e invalidez). Nosotros argumentamos que, por el contrario, la práctica privada existe para beneficio de la profesión médica y el mundo de los negocios. El objetivo del siguiente análisis será demostrar cómo el sector privado extrae beneficios del SNS y el campo de la atención médica, más que enumerar los muchos abusos que surgen del sector privado en el interior del SNS. En 1974 había 4.574 camas de pago en los hospitales del servicio, que constituían sólo el 1,1 % del total. La gran mayoría de esas camas estaban en los hospitales de agudos. El ingreso proveniente de esas camas en 1973-74 fue de 14,3 millones de libras. En 1974 el costo promedio semanal para CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 pacientes privados en un hospital de agudos no dedicado a la enseñanza era de 104,78 libras, incluyendo alojamiento y tratamiento. En los hospitales docentes de Londres (13 de los cuales contienen el 15 % de todas las camas de pago en el Reino Unido) el costo era de 153,05 libras por semana. Sin embargo, tomando en cuenta el costo promedio por cama para un hospital agudo no-docente, que era en ese momento alrededor de 100 libras por semana, el costo de funcionamiento de las 4.000 camas de pago sería del orden de los 21,5 millones de libras. Entonces, parece haber un déficit de alrededor de 7 millones. Parte de este déficit parece estar relacionado con el promedio de ocupación muy bajo, sólo el 49 % en 1974. Hay otras evidencias de este subsidio. La investigación de camas de pago en los hospitales de Norfolk y Norwich (East Anglia) reveló que el ingreso proveniente de 37 camas fue de 115.490 libras en 1973-74, mientras los costos de funcionamiento se calcularon en 173.160 libras —un déficit de 57.670 libras—. En Birmingham un asilo con 39 camas de pago costó al SNS 83.346 libras en 1969-70. La ocupación era sólo del 47 % y ya que los cobros a los pacientes alcanzaban a 52,50 y 57,75 libras por paciente por semana, el máximo ingreso hubiera sido sólo de 60.000 libras por año —un subsidio de alrededor de 20.000 libras—. Se argumenta, por supuesto, que estos déficits pueden ser abolidos aumentando los cobros por las camas de pago (como se ha hecho recientemente) y aumentando el promedio de ocupación (haciendo que lentamente se reduzca el número de camas de pago). Sin embargo, se deben considerar los costos de capital, los costos de depreciación, y la enorme inversión del SNS en recursos humanos. En una evidencia al Comité de Gastos de la Cámara de los Comunes, el Departamento de Salud y Seguridad Social reconoció que en 1971-72 a los pacientes privados se les cobraba sólo una libra por semana para cubrir los costos de capital. Esto se basaba en una estimación del valor de renta del lugar que ocupaban. En su informe el comité hizo notar que, para un nuevo hospital, que costara 20 millones con 2.000 camas, el costo por cama sería alrededor de 10.000 libras y la renta esperada semanal del orden de las 50 libras. (A este respecto es interesante señalar que la inversión de capital realizada por la British United Providence Association para remodernizar el Hospital Florence Nightingale fue de 1,5 millones de libras para 58 camas, y aproximadamente 26.000 libras por cama). El cobro por cama subió de una libra a 3, y más recientemente a 10,50 por semana, pero todavía se duda si esto es suficiente para cubrir los costos totales al SNS. El sector privado admite virtualmente que el SNS subsidia sus negocios. En 1974 la British United Providence Association controlaba el 78 % del mercado de seguro de salud, con 838.000 suscriptores, pero tenía acceso directo a sólo 700 camas en 22 asilos y hospitales. Se estima que 2.000 camas nuevas El Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña: respuesta a sus críticos con un costo de alrededor de 40 millones de libras se necesitarían para compensar el retiro de las camas de pago del SNS. El Dr. Levin, Director Médico del Hospital Wellington (privado) afirmó que las estimaciones del SNS no eran exactas y que en realidad los costos eran mucho más altos que lo estimado18. El efecto más importante de la práctica privada es ideológico. Entonces, el concepto de la atención médica asociada a la práctica privada es también el concepto dominante entre los miembros más poderosos de la jerarquía del servicio. Esta ideología es esencialmente la que ayuda a fortalecer los objetivos de una minoría de élite. LAS SOCIEDADES ASEGURADORAS ¿QUIÉN GANA? La mayor parte de la atención médica privada en el Reino Unido está ahora financiada por las grandes asociaciones aseguradoras, que son organizaciones no lucrativas registradas como sistemas de seguro por pérdidas de ingreso bajo diferentes leyes. Pese a su estatuto de entidades no lucrativas, están relacionadas con grupos de individuos y compañías que obtienen beneficios de la atención médica privada, como veremos a continuación. Tres esquemas principales suman el 98 % del total de los ingresos por suscripción19. Ellos son: British United Providence Association (BUPA), Private Patients Plan, y Western Providence Association. En 1973 el ingreso total por suscripción de todos los esquemas de este tipo fue de 37 millones de libras, representando un 25 % de aumento sobre el año precedente, aunque este aumento del ingreso no estuvo acompañado por un aumento en el número de suscriptores. Los suscriptores individuales tienden a disminuir, y en 1973 el número en los tres esquemas disminuyó en 9.000. Los grupos, por el contrario, han seguido aumentando y ahora constituyen el 75 % del total de las suscripciones (46 millones de libras sobre 54 millones en 1976). Las sociedades aseguradoras están volviendo su atención hacia el reclutamiento de grupos de empleados de compañías. Los argumentos de venta incluyen las ventajas para las firmas de disponer de tratamiento rápido para su personal más importante, el valor del seguro de salud como un beneficio marginal para los ejecutivos, y la sustancial reducción de las primas (hasta un tercio si la compañía paga el monto total por sus empleados). En el momento actual las suscripciones deben contarse como parte de la remuneración imponible del empleado, y esto limita el pago a 6 libras por semana, por empleado. También se les cobra impuesto a los empleados con respecto a contribuciones pagadas en su beneficio. Si esta restricción se levantara, podemos esperar que la suscripción por grupos aumente rápidamente, y las compañías aparentemente están esperando que suceda esto. ¿Qué tipo de cobertura proveen estos sistemas? Han sido registrados incidentes producidos cuando BUPA dejó de pagar por pacientes que recibí- 9 an cuidados domiciliarios antes que “tratamiento activo”20. Los sistemas cubren los costos de alojamiento y tratamiento, pero excluyen los que resultan del embarazo y el parto y las cargas de alojamiento suben para la estadía residencial cuando no se requiere tratamiento activo o puede obtenerse en el hogar. Aunque no hay límite total para los pagos en un año, una vez que la condición del paciente deja de requerir “tratamiento activo” los pagos cesan y el paciente tiene que volver al cuidado del SNS y a servicios personales sociales. Las suscripciones varían de acuerdo a la cobertura requerida, pero un hombre de 30 años de edad, su mujer y familia pagarían 167,15 libras por año, por un beneficio semanal de 343 libras además de los honorarios de cirujanos y anestesistas hasta 200 libras por una operación importante (tasas de 1977). Solamente las personas pertenecientes a los grupos de ingreso más altos pueden pagar las suscripciones individuales, y con el creciente aumento de los costos de atención médica, serán cada vez menos los que puedan pagar una cobertura adecuada. Las compañías importantes constituirán cada vez en mayor medida el objetivo de los planes de seguro. Puede inclusive suceder que los grupos de trabajadores que no están de acuerdo con la atención médica privada sean incluidos en los esquemas de grupos, ya que la integración puede ser automática cuando una persona se emplea en determinada firma. Se ha argumentado que estas asociaciones no son lucrativas, pero están muy vinculadas con actividades que lo son. Por ejemplo BUPA está vinculada a ocho compañías subsidiarias: BUPA Consultancy Ltd., BUPA Hospital Cash Scheme, BUPA Hospitals Ltd., BUPA Manchester Medical Center, BUPA Medical Center, BUPA Nursing Services Ltd., BUPA Pathology Ltd. y BUPA Services Ltd. Todas son lucrativas en el terreno de la atención médica privada. Está claro en sus intereses que BUPA debe hacer crecer un gran mercado potencial para la atención privada de salud, y en particular que la fuente de beneficio debe ser aumentada mediante el aumento del número de pacientes “disponibles”. Vale la pena hacer una pausa para examinar con más detalle a dos de estas compañías subsidiarias. El Manchester Medical Center y el Medical Center de Londres se especializan ambos en exámenes de salud. Esto incluye diversas actividades. El “chequeo de salud” consiste en una historia personal, ambiental y clínica, utilizando un sistema automatizado que registra la historia: pruebas de audición, visión y funcionamiento pulmonar; medición de altura, peso y presión sanguínea; electrocardiografía y su informe; radiografías de tórax y abdomen; pruebas de orina; y perfil bioquímico y hematológico. Esto cuesta 64 libras para las mujeres y 54 para los hombres, porque el examen femenino comprende un examen e historia ginecológicos. Los hallazgos anormales son referidos al médico de familia, quien es responsable de la iniciación de otras investigaciones o tratamiento. Infortunadamente no hay cifras disponibles sobre el 10 número de personas a quienes se aconsejan pruebas adicionales, pero en 1976, 26.000 personas fueron examinadas en los centros BUPA. ¿Cuál es el valor probable de esta actividad médica y de este gasto? En realidad, la opinión actual sugiere que el valor del chequeo es muy dudoso excepto en una o dos áreas específicas21. Probablemente las únicas pruebas útiles, desde el punto de vista del beneficio del paciente, serían la medición de la presión sanguínea y un Papanicolau. Estos están disponibles en forma gratuita en el SNS, y la mayor incidencia de cáncer cervical es en las mujeres de la clase IV y la V (trabajadores manuales y semiespecializados) que es muy improbable que usen los centros BUPA. Entonces, ¿qué intenta hacer esta clínica de chequeo? ¿Es un centro primario de salud, establecido para complementar o suplir el servicio del médico de familia? Claramente no, puesto que no tiene responsabilidad para seguir y ocuparse de la persona con hallazgos anormales. No puede ser llamado screening en el sentido de que la mayor parte de las pruebas es improbable que detecten patología antes de que haya evidencias clínicas o síntomas. La conclusión forzosa es que screening en BUPA significa hacer test para obtener beneficio. LA PROFESIÓN MÉDICA COMO BENEFICIARIA DE LAS SOCIEDADES DE SEGURO En 1973 los pagos a médicos por sociedades de seguro sumaron 8,4 millones de libras, lo que llegaba al 29 % de los pagos por beneficios. De esto, el 90 % fue a cirujanos y anestesistas, y sólo el 10 % a otros médicos. No hay cifras exactas disponibles sobre el número de médicos implicados. Sin embargo, hay 315 médicos especialistas que trabajan a tiempo completo en la práctica privada, y de los 10.600 especialistas del SNS alrededor de la mitad funciona más o menos a tiempo parcial. En realidad, los cirujanos y anestesistas forman el 60 por ciento de los médicos parttime, y si el 90 % del dinero va a ellos el pago promedio anual debe estar alrededor de las 2.500 libras. La estrecha vinculación entre los miembros del “establishment” médico y el sector privado se revela por la identificación de la AMB con la Campaña por Independencia en la Medicina, un agresivo grupo de presión pro práctica privada que incorpora a las asociaciones de este tipo y los hospitales privados. El Dr. Derek Stevenson, que entonces era secretario de la AMB y un vociferante defensor de la medicina privada, estaba en la junta de directores de Private Patients Plan, junto con otros médicos importantes22. LA PRÁCTICA PRIVADA EN MARCHA Varias organizaciones lucrativas han ingresado en el campo de la atención médica privada. Los más conocidos son los esquemas que proporcionan un pago en dinero por hospitalización. Las primas están entre 1,60 y 2,50 libras por mes, pero los reembolsos son también bajos (5 libras por día en promedio o 70 por dos semanas). CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 Puesto que un individuo menor de 50 años se puede esperar que pase sólo dos semanas en un hospital en cualquier período de 12 años, el individuo está pagando 230,40 libras para un retorno de 70, con una pérdida neta de 160,40 libras. La pérdida neta aumenta con la edad, porque las primas también lo hacen, a una tasa proporcionalmente creciente conforme al tiempo esperado de hospitalización y esto continúa hasta la edad de 64 años. Se excluyen específicamente de estos esquemas los episodios de salud mental, embarazo, nacimiento y convalecencia y cualquier enfermedad existente en el momento de suscribir la póliza. Pero, lo que es más, el 90 % de las personas que toman un seguro privado de hospitalización está registrado con un médico general del SNS. Resulta evidente, entonces, que no quieren perder la cobertura total del SNS. Por supuesto, inclusive si los consumidores de la medicina privada se retiraran totalmente del SNS no perderían por ello ese derecho. Varias de las compañías que están vendiendo este tipo de seguro son de propiedad norteamericana, en particular Gold Shield, y Londres Edinburgo (propiedad de la ITT). Gold Shield ha sido criticada en una encuesta del Senado Norteamericano; el Comisionado de Estado de Seguros, Herber Deneberg afirmó23 que sus pólizas confundían, costaban demasiado y engañaban, y que la mitad o más de las primas era considerada como beneficio. La experiencia de estos esquemas en los EEUU ha sugerido que los médicos pueden enfrentar una presión para prolongar las admisiones o hacer que entre gente al hospital innecesariamente. Además, algunos dicen que el sistema de “beneficio adicional si no se reclama dinero” puede inducir a los pacientes a postergar la hospitalización en su propio perjuicio. Inclusive la AMB se ha rehusado a auspiciar este tipo de seguro. Esto no ha impedido que Londres y Edinburgo vendiera 50.000 pólizas en 18 meses. Paralelamente a la vigorosa expansión del seguro privado, el reservorio de camas privadas se ha expandido continuamente. En 1977 la Harley Street Clinic abrió 140 camas adicionales y anunció un beneficio de negocios para 1972 de 80.317 libras. El Nuffield Nursing Homes Trust (un grupo caritativo al cual BUPA donó 269.000 libras en 1975) tiene ahora 700 camas en 24 hospitales, siendo que hace cinco años tenía solamente 603 camas. BUPA hace funcionar ahora el Hospital Florence Nightingale, con 58 camas. Se dijo que Private Patients Plan estaba invirtiendo un millón de libras durante siete años para ayudar a financiar proyectos en hospitales privados. Hay muchos otros hospitales privados, y en 1974 había 31 hospitales generales en el sector privado, con 3.293 camas, aunque 14 de esos hospitales (1.287 camas) eran administrados por órdenes religiosas. Como se ha hecho notar, la industria de salud se ha dado cuenta de que necesitaría grandes inversiones en nuevos recursos si desaparecen las camas de pago, y parece haber mucho interés en los círculos financieros nacionales en la “atención de salud”. El Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña: respuesta a sus críticos En resumen, podemos ver que la atención médica privada existe no para servir a la “libertad de elección” de los pacientes, sino para generar beneficios para grupos de población relativamente pequeños. La presencia de camas de pago en el SNS sirve para maximizar ese beneficio. LA EFECTIVIDAD DE LA PRÁCTICA MÉDICA La organización financiera de la práctica médica no puede divorciarse del contenido de esa práctica. En otras palabras, debemos examinar no sólo los métodos de financiación de la práctica médica sino también el trabajo realizado por la profesión médica. Este tiene una significación especial en el contexto del pago por servicios, por la a menudo arbitraria naturaleza de las decisiones tomadas por la profesión médica bajo cualquier sistema de financiación. Los médicos actualmente tienen un control casi total sobre qué procedimientos usar, qué drogas recetar e incluso, qué operación practicar. Nuestro argumento es que esta elección debe estar sujeta a un proceso de toma de decisiones más racional. Se ha hecho claro que muchas de las intervenciones practicadas por la profesión médica nunca han sido sometidas a un escrutinio objetivo. Muchos miembros de la profesión rehúsan someterse a cualquier forma de auditoría médica y defienden con vigor su propia libertad clínica. Esto conduce a la perpetuación de algunas prácticas ilógicas, costosas y a menudo peligrosas, llevadas a cabo en nombre de la medicina moderna. Cuando se hace auditoría médica, se demuestra con frecuencia el hecho que el resultado de muchos procedimientos médicos no es beneficioso para la gente a la cual se le practican. El ejemplo más citado es la atención de pacientes que sufren ataques cardíacos. Se ha descubierto que los pacientes que se atienden en su hogar tienen una tasa ligeramente más alta de supervivencia que aquellos internados en unidades coronarias, quienes reciben los más completos “beneficios” de la atención médica moderna. Similares hallazgos emergieron en la evaluación del tratamiento de otras enfermedades26. Las unidades de atención coronaria continúan construyéndose y su uso es defendido por el establishment médico, cuyo interés es proporcionar atención de esta naturaleza, sin someter tal atención a una evaluación racional. La discusión siguiente sobre “cirugía discrecional” es presentada para dar un ejemplo de la naturaleza arbitraria de este aspecto de la atención médica y sugerir de qué manera la intrusión de consideraciones financieras en la toma de decisiones médicas puede llevar a distorsiones mayores que las que existen hoy. La razón de considerar la cirugía es evidente. La cirugía es una parte de la medicina con las mayores oportunidades para la práctica privada, y donde el modo de la práctica varía en mayor medida según el método de organización de la atención médica. LA CIRUGÍA DISCRECIONAL Las operaciones quirúrgicas son consideradas en general como necesarias cuando se las lleva a cabo. 11 Hay una creencia común en que si se ha sugerido una operación, esa debe ser la mejor forma disponible de tratamiento, y que sin tal intervención el paciente empeoraría. No es difícil entender por qué hay una aceptación general de esta situación. Las operaciones quirúrgicas se consideran similares a otros aspectos familiares de la vida: si las cañerías gotean o el eje trasero se rompe, el remedio es obvio y nadie lo discute. Pero ¿hasta qué punto el cuerpo humano puede recibir este tipo de aproximación “de ingeniería”? Mientras el éxito del plomero o del mecánico de automóvil puede ser evaluado bastante claramente, los resultados obtenidos por los médicos son pocas veces tan claros. Concentraremos la atención sobre un número de operaciones quirúrgicas comunes que suman alrededor del 25 por ciento de todas las intervenciones, pero se realizan con una sorprendente variabilidad. Hay una variedad de posibles explicaciones para las fuertes diferencias entre las tasas de estas intervenciones. Aunque la prevalencia de enfermedad pueda tener alguna influencia, parecen ser factores más importantes la disponibilidad de recursos y personal quirúrgico, estilos personales de tratamiento, y los incentivos financieros creados por el pago realizado a los médicos sobre una tasa de acto realizado. Esta evidencia no apoya la idea de que toda la cirugía es necesaria en algún sentido mensurable. Por ejemplo, el perfil de enfermedad en Gran Bretaña y EEUU es muy similar, sin embargo, la probabilidad de que un ciudadano norteamericano reciba cirugía es dos veces mayor que para un ciudadano del Reino Unido27. No podemos concluir de esta observación que los dos millones de operaciones realizadas anualmente en el Reino Unido deberían duplicarse, ni tampoco que las 16 millones practicadas por año en los EEUU deberían reducirse a la mitad. Lo que podemos concluir es que la libertad del médico que envía al paciente y del cirujano debe ser enorme, y que en muchos casos la decisión sobre operar o no operar es relativamente arbitraria. En muchas situaciones la decisión de operar es clara y de beneficio indudable, pero mucha práctica quirúrgica es de valor más cuestionable. Se ha estimado que en los EEUU, por ejemplo, alrededor de 10 por ciento de todas las operaciones quirúrgicas pueden ser descriptas como “emergencias” (y en ese sentido necesarias) pero sólo una pequeña proporción están relacionadas con una situación que amenace la vida. Las intervenciones de no-emergencia para enfermedades que potencialmente son fatales (principalmente cáncer) constituyen un 7 % adicional de operaciones quirúrgicas. De este modo, la práctica quirúrgica se ocupa principalmente no de problemas de vida o muerte, sino de la calidad de vida. Su justificación reside usualmente en aliviar el dolor y otros síntomas desagradables, o en mejorar cierto tipo de capacidades particulares que pueden ser una parte importante del funcionamiento normal. Pero toda cirugía lleva consigo un riesgo definido y mensurable de muerte e incapacidad durante y 12 después de la operación, y se plantea una pregunta simple: ¿el riesgo se justifica en razón del beneficio esperado? Obviamente la decisión es a veces muy fácil: la vida de la víctima de un accidente caminero que sufre de una hemorragia interna, puede ser salvada operando las arterias que sangran. Sin embargo, la mayoría de las situaciones que inducen a la cirugía, no son tan claras. EVALUACIÓN DE RIESGOS Y BENEFICIOS DE LA CIRUGÍA ¿De qué manera entonces, se pueden evaluar los riesgos y beneficios de las operaciones quirúrgicas? No es una tarea simple por una variedad de razones, Primero, las medidas que tratan de evaluar la calidad de vida (por ej. cantidad de dolor, capacidad de caminar sin ayuda) son difíciles de comparar con medidas de costo y riesgo (por ej. muerte por anestesia). Inclusive si uno puede diferenciar estos problemas la manera aleatoria en la cual han sido organizadas la práctica médica (y la investigación) complica la tarea más aún. Por ejemplo, a menudo no tenemos ninguna idea de las consecuencias de no operar, debido a que la cirugía ha sido casi siempre el manejo standard de una condición particular y no se ha guardado ninguna información de los pacientes que evitaron esa red. Además, es muy raro que sepamos cómo los resultados de un cirujano se comparan con los de otro. Claramente tal información es fundamental para los pacientes que desean tomar decisiones informadas acerca de su propio tratamiento. Hay, por consiguiente, un motivo evidente para evaluar en principio, y una obligación ética para intentar evaluar, debido al tamaño y la naturaleza de las variaciones en la provisión quirúrgica. Trataremos de sintetizar la evidencia acerca de algunas operaciones que se practican usualmente. Amigdelectomía: Esta es una de las operaciones que se hacen con más frecuencia. La decisión de quitarle las amígdalas a un niño es quizás la más sujeta al arbitrio del cirujano que cualquier otra operación. La frecuencia con la cual la operación es realizada es tan variable que es improbable que tenga algún efecto beneficioso (o dañino). En Vermont por ej. la probabilidad de que se quiten las amígdalas antes de los 21 años es del 66 % en un área y entre 16 y 22 % en todas las áreas que la rodean. Sin embargo, no se conocen diferencias en las tasas de enfermedad que puedan justificar las diferentes tasas de operación. Aunque la amigdalectomía es una operación relativamente simple, se hace habitualmente en una persona que está sana, que debe ser hospitalizada, y resulta en un número desconocido de muertes (tal vez sean 8 por año en el Reino Unido). Además la operación cuesta dinero. Reparación de una hernia inguinal: Esta es otra operación común, por llevar consigo un riesgo mayor que la amigdalectomía porque usualmente se practica en individuos que son más susceptibles a complicaciones de anestesia y cirugía. La operación da un beneficio “evidente” tanto por liberar al paciente de un CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 bulto que no es estético y a menudo es incómodo, como previniendo la complicación rara pero seria de una hernia estrangulada. Sin embargo, la cirugía no siempre cura la hernia. Una proporción de pacientes debe ser operada por segunda y a veces por tercera vez. Lo que es más, las hernias no tratadas no necesariamente se estrangulan especialmente si se usa braguero. Utilizando los mejores datos disponibles28 parecería que la persona promedio de 65 años con una hernia tiene cuatro veces más riesgo de morir si se la opera que si elige usar braguero y correr el riesgo de la estrangulación. Histerectomía y Oophorectomía Bilateral: Se saca una conclusión diferente cuando se hace el mismo tipo de análisis en una mujer de 40 años (que no tiene enfermedad seria) a quien le quitan el útero y los ovarios. La histerectomía es una operación más seria que la reparación de hernia, pero las mujeres de 40 años son relativamente jóvenes y por consiguiente tienen menos probabilidades de morir durante o inmediatamente después de la operación. La operación se hace con creciente frecuencia ya que los beneficios son fáciles de identificar: no riesgos de cáncer de útero u ovarios, no riesgo de concepción y no problemas con los períodos menstruales. Los costos no son tan fáciles de identificar. Se sabe que las mujeres sufren problemas físicos y psicológicos como efecto de la operación, pero hay problemas obvios para cuantificar esto. Se puede calcular que hay un incremento marginal en la expectativa de vida de una mujer de 60 años a la cual se le hizo una histerectomía, debido principalmente al riesgo disminuido de que contraiga cáncer. Sin embargo, una mujer de 50 años que elige una histerectomía selectiva puede perder 8,5 semanas de vida. Colecistectomía: Quitar la vesícula biliar se hace ocasionalmente en una emergencia, pero más habitualmente sigue el hallazgo de cálculos en una radiografía. La justificación para realizarla reside en aliviar los síntomas o bien evitar una cirugía futura de emergencia. Estas indicaciones parecen razonables, hasta que conocemos que una proporción significativa de la población tiene cálculos que nunca se descubre y no causan problemas. De nuevo, nos encontramos incapaces de determinar el valor de no operar. Hay una amplia variación geográfica en la popularidad de la operación, con poca evidencia de que haya una correspondiente variación en la prevalencia de enfermedad por cálculos. Por ejemplo, la tasa de colecistectomía por 100.000 personas alcanza a 122 en el Reino Unido, a 370 en los EEUU, a 600 en Canadá. Lo que es más, entre los hombres y mujeres de edad, la muerte atribuida a enfermedad por cálculos en la vesícula es dos veces más alta en Canadá que en el Reino Unido. Este hallazgo es probable que pueda ser parcialmente explicado por “muerte innecesaria” debido a “exceso” de cirugía. En otras palabras, parece muy plausible que a medida que aumenta la popularidad de esta operación, aumente también el riesgo de mortalidad que comienza a mostrarse en las tasas generales de mortalidad. El Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña: respuesta a sus críticos Apendicectomía: Exactamente el mismo tipo de argumento se aplica a la apendicetomía, salvo que esta operación es usualmente realizada como un procedimiento de emergencia o semi-emergencia. Es un tratamiento que salva la vida y resulta adecuado a la apendicitis aguda, pero el diagnóstico exacto de esta condición a veces presenta problemas. Bastante a menudo síntomas muy similares son causados por otras condiciones que no pueden ser curadas mediante tratamiento quirúrgico, y la apendicetomía en estos pacientes representa un riesgo no justificado. En Alemania Occidental la apendicetomía es tres veces más habitual que en los EEUU o el Reino Unido29. Además, la proporción de apéndices normales que se quitan es mucho más alta en Alemania que en otros lugares. Sin embargo, como se podría esperar la tasa de muerte atribuida a apendicitis es tres veces más alta en Alemania que en países donde la operación es menos común. Incidentalmente, es interesante notar que la tasa de apendicetomía en Alemania Occidental probablemente no se debe a la estructura de honorarios, porque la tasa en Alemania Oriental es aproximadamente la misma. Otros factores tales como procedimientos diagnósticos enseñados en las escuelas médicas o hábitos culturales, son tal vez responsables de las tasas más altas. Obviamente cuanto más alta es la tasa son menos los casos de apendicitis aguda que pasan desapercibidos, pero habrá más operaciones innecesarias30. Esta operación es inusual porque el examen del apéndice después de su extracción revela inmediatamente si la operación era necesaria o no. Este hecho se sugiere a menudo para explicar que la tasa de operación sea muy similar en el Reino Unido, Canadá y EEUU porque el estudio anatomopatológico provee una forma muy eficaz de auditoría médica. Hemos pasado brevemente revista a la mayoría de las operaciones quirúrgicas a la luz de la simple pregunta “¿está justificado el riesgo de la cirugía por sus beneficios?”. Nos hemos referido a los problemas para hacer tal evaluación de la información disponible pero nuestra revisión sugiere que para estas operaciones que se hacen comúnmente los riesgos y los beneficios parecen estar bastante finamente balanceados. La muerte asociada con tales operaciones ocurren una cada doscientos casos y aunque esta es una tasa bastante baja puede justificar alrededor de 21.000 muertes en el Reino Unido todos los años. Los riesgos de muerte pueden ser difícilmente apreciados por los médicos individualmente, pero cuando dicha cirugía es común, aun un bajo riesgo puede llegar a ser muy importante para el conjunto de la comunidad. LAS IMPLICACIONES ¿De qué modo se relacionan estas consideraciones con el financiamiento del servicio de salud? No es accidental que operaciones que son realizadas con tan variada frecuencia impliquen, ya sea la remoción de un órgano que no es esencial para la vida, o algún procedimiento fundamentalmente estético (por ej. las 13 venas varicosas). Entonces, existe un gran margen para ampliar las circunstancias en las cuales se dice que la operación está justificada. Esto presenta una invitación abierta para que aquellos médicos a los que se les paga por prestación inflen sus tasas de operación a un nivel que va más lejos del beneficio que se le puede dar a sus clientes, aunque la mayoría de estos pacientes no sufra ningún daño por la operación. Como se ha señalado, la tasa de cirugía depende, entre otras cosas, de la disponibilidad de cirujanos. La experiencia general en EEUU es no sólo que la cirugía misma es mucho más común, sino también que un importante ingreso puede derivar de la realización de relativamente pocas operaciones (un cirujano norteamericano actual realiza menos cirugía que su contrapartida en Gran Bretaña), la distribución geográfica de los cirujanos es muy aleatoria. Correspondientemente, la tasa de cirugía varía con la disponibilidad de cirujanos, pero el ingreso de un cirujano parece que nunca va por debajo de cierto nivel muy alto, casi siempre a pesar del número de cirujanos en un área. Un informe reciente31 de una encuesta a cirujanos estadounidenses determinó que el Journal de la American Medical Association publicara un editorial preguntando si había demasiados cirujanos y si ellos trabajaban lo suficiente32. No hizo, sin embargo, ningún comentario sobre los enormes ingresos que los mismos cirujanos informaron. En la actual estructura económica en los EEUU, menos cirujanos que trabajaran más ganarían aún más dinero, a menos que sus honorarios fueran drásticamente reducidos. Sin embargo, estas consideraciones van mucho más allá de la cirugía discrecional, a cuestiones que tienen que ver con todos los efectos de todas las formas de intervención médica. Hemos visto que hay buenas razones para pensar que algunas operaciones que se hacen habitualmente parecen tener muy poca influencia sobre el bienestar de quienes las sufren. Pero esta crítica se aplica también a muchas otras áreas de atención médica que están caracterizadas por intervención quirúrgica, tecnológica o farmacéutica. Contrariamente a la imagen popular de una profesión médica científicamente basada, la realidad es que pocas de las técnicas utilizadas por los médicos han sido evaluadas de manera científica antes de comenzar a ser utilizadas en forma general. Ocasionalmente, los peligros o beneficios de una innovación son tan obvios que se los reconoce rápida y unánimemente. Más a menudo existen puntos de vista conflictivos, con el resultado de que los médicos individualmente utilizan los tratamientos en una variada extensión y en variadas circunstancias. De este modo, la concepción del médico sobre su inalienable derecho a la libertad clínica es utilizada para justificar la situación complemente antiética en la cual los pacientes están sometidos a una experimentación no controlada con técnicas que no han sido evaluadas científicamente. 14 Nos hemos referido a dos conceptos —la experiencia no controlada y la evaluación científica— que son de importancia crítica si esta situación ha de mejorar. Si vamos a proceder racionalmente, entonces es importante que intentemos establecer los efectos de los distintos elementos de la práctica médica. Si esto puede lograrse, podemos dejar de usar (y dejar de pagar) tratamientos inútiles o perjudiciales y concentrar los recursos en tratamientos médicos que son beneficiosos. Un ejemplo que aparentemente no se ha seguido suficientemente es el uso de terapia anticoagulante antes de la cirugía, la cual se ha mostrado que reduce la tasa de mortalidad postoperatoria de embolias pulmonares33. ¿Cómo, entonces, se pueden establecer los efectos de una acción o una actividad? Hemos discutido ya las dificultades existentes para evaluar los efectos de la cirugía discrecional, y hemos sugerido que la práctica médica habitual es poco más que una experimentación no controlada. Con esto queremos decir que por el momento es imposible conocer con alguna certeza si los efectos de muchas intervenciones médicas son buenos o malos. Sentimos que esta situación es completamente antiética porque supone que lo que un médico elige puede no ser siempre en beneficio de los mejores intereses del paciente y de la comunidad. LAS PRUEBAS CLÍNICAS Nos gustaría ver que esta situación sea reemplazada por otra en la cual la investigación destinada a evaluar científicamente un tratamiento se convierta en la regla más que en la excepción. Tal objetivo se obtendría con un uso mayor del ensayo clínico controlado. La esencia de esta técnica consiste en asegurar por una asignación aleatoria, que dos grupos de pacientes sean comparables en todos los aspectos importantes antes de darle tratamiento a solo un grupo. Organizar las cosas de esta forma proporciona una base válida para juzgar si un nuevo tratamiento es beneficioso o no. En un momento en que la ciencia médica y farmacéutica ha desarrollado técnicas y drogas que pueden tener un potencial para hacer bien pero también tienen un conocido potencial para hacer mal, los riesgos marginales y los beneficios en muchas situaciones pueden ser muy finamente balanceados. Como ha hecho notar un escritor médico: “Es absurdo que la frase ‘ensayo controlado al azar’ no tenga ninguna significación fuera de la profesión médica. Hasta que el público tenga una información elemental sobre las herramientas de nuestra profesión... no podemos esperar que tomen acciones racionales sobre sus problemas de salud individuales o nos apoyen en nuestras demandas para la provisión de medios más eficaces para poderlos ayudar cuando lo necesitan”. Algunas organizaciones de pacientes han hecho conocer su inquietud ante la posibilidad de un uso aumentado de ensayos clínicos controlados en obstetricia. Tal reacción sorprende poco, ya que exis- CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 te ansiedad en relación a los experimentos no controlados del pasado. Demasiado frecuentemente, cuando los pacientes han expresado su preocupación acerca de la seguridad y lo deseable de las técnicas, se les ha respondido con argumentos mal fundamentados. Esto trae aún más preocupación y los pacientes pueden comenzar a pensar que se les opone una conspiración profesional. Los test clínicos no solamente requieren el consentimiento del paciente sino su completa cooperación, porque la información que pueden proporcionar es muy importante en una evaluación global de la terapia (por ejemplo, para evaluar los costos, beneficios y riesgos de la histerectomía). El estudio controlado al azar no es una panacea. Sin embargo, tales pruebas pueden ayudarnos a confrontar algunas de las cuestiones importantes que requieren respuesta, si nuestros servicios de atención médica están hechos para servir a la población que los paga y los utiliza. Hemos llegado al momento en que la pregunta ética sustancial no es si tenemos que hacer o no una prueba clínica, sino si es ético no hacerla. Hay, sin embargo, peligros en una defensa acrítica de las pruebas clínicas. Por ejemplo ¿es que solamente proporcionan un medio para transferir algún control de la práctica médica desde los médicos a los estadísticos? Obviamente existe el peligro que la mistificación médica se convierta en una mistificación estadística sin ningún cambio significativo en las consecuencias para el paciente, Sin embargo, nos parece que, si el objetivo de cualquier técnica para medir el relativo beneficio de procedimientos médicos alternativos tiene como base el deseo de mejorar la salud de la población, estas consideraciones tienen poco lugar. Al final, cualquier juicio sobre lo que constituye el tratamiento más adecuado debe depender de los resultados de las pruebas clínicas, junto con la consideración de los efectos secundarios, índices de la calidad de vida, evaluación de los recursos disponibles y su costo, y otros factores relevantes. Estas son decisiones que correctamente pueden ser tomadas por una comunidad bien informada, no por grupos de población que tengan intereses particulares, inclusive si sus objetivos últimos coinciden. Hay ejemplos extremos de los problemas que surgen cuando este principio no se adopta explícitamente. La persona que tenía la patente del DIU contraceptivo que se conocía como Dalkon Shield realizó en 1971 una prueba sobre la eficacia del procedimiento34. Publicó los resultados como una información objetiva de su departamento universitario, no para recomendar abiertamente su uso, sino simplemente para informar los resultados de una prueba que mostraba que el Dalkon Shield era mejor en cualquier aspecto que otros DIU. En realidad, este ejemplo es extremo en más de un sentido, ya que la evaluación no fue por un ensayo clínico controlado sino por una simple comparación de estudios de casos. Ni el artículo, ni el libro que lo siguió revelaron que la persona que tenía la patente tenía considerable inte- El Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña: respuesta a sus críticos rés financiero en el dispositivo, sino que implicaba respetabilidad científica. Cuando resultó que el Dalkon Shield determinó que un número de mujeres se volvieran estériles permanentemente y que a muchas otras se les tuviera que hacer operaciones complicadas, se aclararon los hechos. El episodio sirve como una lección objetiva de algunos de los peligros de tratar las pruebas clínicas como una panacea. En este caso las inadecuaciones metodológicas eran evidentes, pero en principio, sesgos sutiles pueden ser incorporados, y en muchos casos lo son, en estudios aparentemente serios. El sesgo y el prejuicio perpetúan otros dos problemas en la evaluación de la atención médica. Primero, los resultados inconvenientes tienden a ser desdeñados, y no hay ninguna tentativa de refutarlos. Hasta ahora, el trabajo de Mather24 sobre unidades de cuidado coronario ha sido ignorado por los cardiólogos y las tentativas por repetir el estudio en otros centros encontraron inicialmente considerable oposición. Hay muchas otras instancias semejantes. En segundo lugar, los primeros resultados pueden parecer tan convincentes que se hace difícil continuar la prueba durante una cantidad adecuada de tiempo. Un ejemplo de esto es el tratamiento del cáncer de mama con drogas citotóxicas. Los primeros resultados procedentes de los EEUU31 y de Italia36 mostraron un ligero beneficio asociado con el uso de estas drogas (que también tienen efectos secundarios desagradables) y ha sido imposible realizar más estudios clínicos en el primer país. Ha habido muchos tratamientos que parecen promisorios en el primer momento y finalmente no prueban ser útiles. Un problema final es el papel de las compañías farmacéuticas que participan en y financian pruebas para evaluar sus propios productos. Muchas de estas investigaciones son metodológicamente correctas y enteramente legítimas. Sin embargo un papel de este tipo representa un compromiso de un interés creado en un resultado particular, con la inevitable posibilidad de sesgo. LA PROFESIÓN MÉDICA Encontramos particularmente lamentable que muchas de las recomendaciones para alterar la estructura financiera del SNS, de una forma que destruya la base sobre la cual se creó, hayan provenido de organizaciones que representan la profesión médica. La AMB en su evidencia a la Comisión Real sobre el SNS recomendó un fortalecimiento del sistema de atención médica privada, un aumento en los seguros más que una forma de financiación basada en impuestos para el servicio, y la introducción de altos pagos de honorarios por prestación. Al hacer estas recomendaciones, la AMB es vista por algunos como protegiendo los intereses de la profesión médica a expensas de la estructura básica del SNS y, en un sentido final, en detrimento de la comunidad en su conjunto. En realidad, pese a sus declaraciones en contrario en su evidencia a la Comisión Real, la AMB tiene una larga historia de oposición a la provisión de 15 un SNS universal y luchó contra su introducción inmediatamente después de la guerra. Un comentarista ha descrito las batallas de esa época entre el gobierno y la Asociación Médica Británica37: “La AMB, sin embargo, no estaba a favor de una cobertura universal; las personas de ingreso relativamente alto ‘estaban en condiciones de pagar por los servicios que necesitaban y se los debería dejar en libertad de hacerlo’. Un cínico interpretaría esto en el sentido de que la AMB deseaba asegurar a los médicos contra la incapacidad de los pacientes para pagar, más que asegurar a los pacientes contra los altos costos del servicio médico. Retrospectivamente fue una pelea sórdida que no disminuyó en esta lamentable naturaleza por la hipocresía de algunos de los miembros de la AMB. Frente a la oposición más irrazonable de la AMB... (Bevan) impulsó con gran habilidad y claridad de objetivos un proceso muy complejo para ordenar y racionalizar un sistema caótico de recursos de salud que en realidad constituía un no-sistema de servicios”. Pensamos que los continuos ataques desde las filas organizadas de la profesión médica, contra la estructura y el funcionamiento del SNS deberían resistirse, y que se debería dirigir atención sobre el poder de la atención médica en sí. Examinaremos aquellos aspectos en los que la profesión médica, defendiendo sus propios intereses, no está actuando en beneficio de los intereses del servicio de salud, o de la mayoría de la comunidad. LIBERTAD CLÍNICA Algunos representantes de la profesión médica insisten en mantener una autonomía total en su trabajo. Sin embargo, esto no carece de costo financiero para el servicio de salud y la comunidad en general. El argumento ha sido bien estudiado recientemente, y muchas investigaciones muestran que las inmensas variaciones entre las prácticas de médicos individuales y el uso continuado de muchas intervenciones sin eficacia comprobada resultan muy costosos para el servicio de salud26. Se estimó en 1976 que cada consultante, en promedio, gastaba 250.000 libras anualmente y cada médico general controlaba recursos anuales por 25.000 libras. Parecería probable que se pueda hacer un ahorro importante y que los niveles de atención de pacientes actuales podrían mejorar restringiendo la total libertad clínica de los médicos. Esto se ha considerado bajo el encabezamiento de la auditoría médica, por ejemplo. Los ahorros que se pueden hacer a través de la prescripción racional de drogas y por la limitación de las intervenciones médicas a procedimientos cuya eficacia se demuestre, liberaría dinero para el desarrollo de servicios innovadores y para el apoyo de aquellos servicios que actualmente carecen de fondos. Sigue el debate sobre si esta auditoría debe ser hecha por los administradores o por la profesión médica misma en procura de conservar su autonomía. 16 El caso para prescribir drogas racionalmente parece no tener respuesta en términos de atención médica de pacientes. La creciente complejidad y diversidad de las medicinas introducidas casi continuamente en el mercado ha llevado a enormes dificultades para los médicos, tanto en el hospital como en la práctica general. El gran número de medicinas similares vendidas bajo diferentes marcas de fábrica, que a menudo oscurecen sus propiedades farmacológicas, ha llevado a una incidencia creciente de interacciones de drogas, mortalidad y morbilidad. En 1974, 549 personas murieron en Inglaterra y Gales como resultado de sobredosis de drogas y errores terapéuticos38. Las reacciones adversas a los medicamentos justifican el 5 % de las admisiones a los hospitales y entre un 10 y un 15 % de los pacientes sufren una reacción adversa de uno u otro tipo durante su admisión39. Muchas de las medicinas actualmente disponibles para prescripción no tienen eficacia demostrada. Como parte del Comité de Encuestas Sainsbury en la relación de la industria farmacéutica del SNS40 dos equipos independientes de expertos evaluaron el valor terapéutico de 2.567 drogas disponibles para las prescripciones del servicio. Del 84 % de las preparaciones sobre las cuales los dos equipos estaban en completo acuerdo, el 35 % se consideró indeseable por una o varias razones. En 1949, un año después del comienzo del SNS, la cuenta de medicamentos en Gran Bretaña era de 39 millones de libras; en 1974 alcanzó a 327 millones. Desde 1972-73 a 1973-74 la tasa de crecimiento de la cuenta de medicamentos en los hospitales era mayor que el crecimiento de la tasa de cualquier otro rubro del presupuesto. Una aceleración comparable se ha comprobado en las prescripciones de los médicos de familia. De acuerdo al documento del Departamento de Salud y Seguridad Social, “Prioridades para salud y servicios personales en Inglaterra”41, los servicios farmacéuticos sumaban el 43 % del costo total de los servicios de atención primaria en 1975-76, y se consideraba que este porcentaje aumentaría durante los cinco años subsiguientes. Resulta claro que gran parte de las medicinas prescritas no están destinadas a intervenciones terapéuticas que salven vidas42. La relación costo-efectividad de las diferentes terapéuticas medicamentosas que están disponibles para prescripción, parece haber recibido escasa atención. Por cada una de las medicinas prescritas hay frecuentemente drogas igualmente eficaces y más baratas disponibles, en muchos casos la misma medicina está disponible en el mercado en varios precios diferentes, fabricada por diferentes empresas. Un buen ejemplo de eso ha sido documentado por el precio de las preparaciones de corticosteroides, aunque ejemplos similares pueden citarse para cualquier otro grupo de drogas. De acuerdo a un investigador43: “No conozco evidencia de que ninguna preparación oral de corticosteroide sea superior a la prednisolona para el tratamiento de condiciones tales CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 como artritis reumatoidea y asma. La prednisolona, obtenida de la fuente menos cara, cuesta menos de 30 peniques por 100 tabletas de 5 mg. (precio básico SNS), pero la mayor parte de los fabricantes carga 42 peniques por la misma cantidad de su producto de marca, y una firma recarga 94 peniques”. Cantidades equivalentes de drogas tales como betametasona (85 p.), dexametasona (libra 2,82) y triamcinolona (libra 4,70) son todavía más caras, y methylprednisolona (libra 5,14) es la más cara de todas. Un rango de alternativas puede implementarse para racionalizar tanto la seguridad como el costo de las medicinas prescriptas. Estas pueden incluir: * la introducción de una restringida lista de medicinas que pueden ser prescriptas por médicos en diferentes niveles del Servicio. Así, los médicos generales pueden no tener acceso al rango completo de las drogas complejas y caras, mientras algunos consultantes continuarían en condiciones de prescribir dicho rango completo. * la prueba de las medicinas de la lista aprobada en cuanto a eficacia y a seguridad. En otras palabras, las drogas que no sirven no serían prescriptas por más tiempo en el SNS, práctica que ha sido standard en los EEUU durante muchos años. * la escritura de recetas por nombre genérico (actividad farmacéutica) antes que por nombre de marca. Este requerimiento ayudaría en la educación de los médicos, y también aseguraría que el SNS pueda disponer los productos más baratos disponibles. Si los médicos quisieran especificar una marca particular podrían tener el derecho de hacerlo al lado del nombre genérico. * el entrenamiento correcto de los estudiantes de medicina y los médicos en los principios terapéuticos y de costo-efectividad de los medicamentos. Esto los haría menos dependientes de las compañías farmacéuticas para conseguir información. Como hemos indicado, estas sugestiones están limitadas a la racional prescripción de medicinas y no incluyen ninguna propuesta directa para la alteración de la estructura de la misma industria de drogas (nacionalización, por ejemplo). Esta materia en sí misma es de importancia para el SNS y recibe atención en otro lugar44. El argumento para una prescripción más racional de medicamentos parece no tener respuesta y la razón por la cual ninguna de estas medidas se ha introducido hasta ahora, tiene que ver con los intereses políticos y financieros de la profesión médica y la industria farmacéutica multinacional, y no entra en la arena del debate nacional. PROCEDIMIENTOS DE QUEJA La falta de sanciones contra la profesión médica ha sido bien documentada en el caso de quejas contra médicos generales45 y miembros de la profesión que El Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña: respuesta a sus críticos trabajan en hospitales46. El Comisionado del Servicio de Salud no tiene jurisdicción sobre temas que tienen que ver con el juicio clínico de los médicos, y el reciente Comité Merrison47 que ha sido establecido para considerar “qué cambios necesitan hacerse en las disposiciones existentes para la regulación de la profesión médica” aconsejaba un fortalecimiento más que una revisión del concepto de autonomía médica completa. El Comité propuso “que la profesión médica sea ampliamente auto-regulada, y sea regulada por un cuerpo independiente”. El “cuerpo independiente”, el Concejo Médico General, estaría compuesto de 98 miembros, 88 de los cuales serían miembros de la profesión médica. Los intereses del público en general parecen estar protegidos solamente cuando se cometen groseras irregularidades. El Consejo Médico General puede retirar a los médicos del registro profesional e impedir que practiquen la medicina en el Reino Unido, sin embargo el Comité Merrison sugirió que el área de trabajo del Consejo estuviera restringida a aquellos casos que presentan un “riesgo general para el público”, observando, “el Consejo debería explicar por qué no puede considerar cada acción de un médico llevada a su conocimiento, y que debe ocuparse de temas relacionados con la continuidad de los médicos en el registro”. Si la AMB desea realmente que el público tome en serio su slogan “Los pacientes antes que la política” no puede haber ninguna objeción legítima para un grado mayor de participación en la regulación de la práctica médica. ESPECIALIZACIÓN La profesión médica permanece ampliamente orientada hacia los componentes tecnológicos de la práctica médica. La educación médica se centra en las especialidades tecnológicamente avanzadas; los estudiantes de medicina aspiran, así, a ser miembros de las especialidades que atraen mucha gloria y una proporción muy alta de los recursos de los servicios de salud. Un estudio de 25 escuelas de medicina demostró que solamente 7 dedicaban 6 o más horas al tema de la medicina ocupacional y que 10 escuelas, incluyendo 8 en Londres no mencionaban el tema en absoluto48. Otro estudio49 mostró que cuatro años después que la Comisión Real sobre educación médica recomendó el establecimiento de departamentos de medicina comunitaria, solamente cuatro de las doce escuelas de medicina de Londres lo habían hecho. Aparecen brechas similares en la enseñanza geriátrica, incluso en el entrenamiento para atención primaria. El énfasis en las especialidades tecnológicas se refleja en las preferencias de carrera de los estudiantes de medicina. Los consultantes en las especialidades tecnológicas también reciben la mayor parte de los premios. En 1974, el 73 % de los especialistas en cirugía torácica, 70 % de los cardiólogos y 63 % de los neurocirujanos recibieron menciones de mérito, mientras 17 sólo el 25 % de los especialistas en salud mental, 23 % de los geriatras y menos del 3 % de los que se dedicaban a medicina comunitaria las recibieron. Los médicos nacidos y entrenados en Gran Bretaña son los que ocupan la mayor parte de los puestos de consultantes en las favorecidas especialidades tecnológicas, mientras los extranjeros solamente pueden llegar a esta posición en las especialidades menos tecnocráticas. En 1972, el 25 % de los consultantes fueron entrenados en el extranjero, sin embargo sólo el 9 % de los consultantes en la especialidad de medicina general provenían del exterior. Entre 1969 y 1972, el 9 % de los nuevos puestos de consultantes en medicina general y 17 % de los nuevos puestos en medicina general fueron a médicos entrenados en el extranjero, mientras el 50 % de los puestos de consultantes en geriatría y 71 % de venereología se concedieron a ese grupo. SELECCIÓN Y ENTRENAMIENTO Además de los poderes de la profesión médica que pueden o no actuar en favor de los mejores intereses de la comunidad en su conjunto, la profesión tienen un enorme poder para reproducir su propia estructura sin ninguna forma de control externo. Esto es especialmente importante en la selección y entrenamiento de estudiantes de medicina, y en la carrera y la estructura de empleo de los médicos después de recibidos. Esto conduce a una situación donde la reforma de la profesión o de las actitudes de sus miembros se ha vuelto muy difícil. La profesión médica controla la entrada en las escuelas de medicina y por consiguiente está en condiciones de seleccionar a los ingresantes entre quienes sea probable que estén de acuerdo con las normas establecidas y los valores de la profesión. La Comisión Real sobre Educación Médica hizo notar que gran número de los ingresantes en la profesión provienen de la clase social alta y tienen uno o ambos de sus padres con título médico. En 1966, el 75 % de los ingresantes a escuelas de medicina provenían de clase social I o II, y el 21,2 % tenía uno o dos padres médicos. Estas cifras eran más altas que las de 196150. Esta capacidad para reproducir el foco tecnológico de la actividad médica asegurando que el curriculum permanezca sesgado pesadamente hacia los temas tecnológicos antes que los referidos a atención médica primaria, medicina preventiva, medicina ocupacional, atención geriátrica, medicina comunitaria, ya ha sido mencionada. Además el grueso de la enseñanza se hace en los llamados “centros de excelencia avanzada” en detrimento de la práctica general y de los más pequeños y menos prestigiosos hospitales y especialidades, Es probable que los arreglos financieros propuestos para la enseñanza en el reciente informe del Grupo de Trabajo51 sobre asignación de recursos del SNS, tiendan a perpetuar esta situación y aseguren que los actuales hospitales de enseñanza continúen siendo el lugar donde tiene lugar la parte principal de la enseñanza médica. 18 Moldear las aspiraciones de los estudiantes de medicina según la ideología de la profesión es una parte importante de su poder. Como puede esperarse, después de un gran número de años en la atmósfera inadecuada de alguno de los grandes hospitales docentes, muchos jóvenes médicos emergen con valores idénticos y preferencias de carrera similares a las de quienes los seleccionaron y los entrenaron. Se ha mostrado repetidas veces que hay muchos aspectos del trabajo que ahora realizan los médicos que podrían ser hechos por personas con mucho menos entrenamiento52. Sin embargo, la profesión médica resiste cualquier reducción de su papel tradicional, aunque parece haber poca duda que una re-evaluación de la organización, la estructura de personal y el papel de los médicos favorecería los mejores intereses de la población que necesita atención médica. No hay ningún argumento para que la AMB, en su evidencia a la Comisión Real, rechace arrogantemente la posibilidad de un nuevo trabajador de salud tal como la enfermera práctica o el asistente médico. CONCLUSIONES Defendemos el SNS porque, a pesar de sus deficiencias, proporciona una base para dar atención médica a la población de acuerdo a su necesidad antes que por su capacidad de pagar directamente por los servicios. Sugerimos que los problemas que afectan al Servicio no van a ser resueltos meramente aumentando la cantidad de dinero, que en ese caso va a ser gastada en el SNS tal como está organizado ahora. Cobrar por servicio puede parecer superficialmente atractivo. Sin embargo, la evidencia que hemos presentado muestra que esto agudizaría más aún los problemas de provisión de atención médica. 1. Hemos demostrado que el problema no se resuelve sólo a través de manipulaciones financieras. Va a requerir una consideración mucho más fundamental tanto de los problemas inherentes a la estructura del servicio como del papel de los poderosos grupos de interés y jerarquías que actualmente lo controlan. 2. Los intereses del paciente y las necesidades de la comunidad deben estar representados eficazmente. Esto va a contrarrestar la desproporcionada influencia de los grupos profesionales dentro del SNS, que tratan de aumentar aún más su poder y su capacidad de ingreso como prestadores de atención médica. 3. Concentrarse en los problemas financieros del servicio distrae la atención de los temas fundamentales con los que tiene que ver no sólo la estructura de poder del servicio sino también una devaluación objetiva de la eficacia de la intervención médica y los gastos. 4. La demanda por más dinero y los métodos por los cuales se propone reunir este dinero extra amenazan la base misma del SNS. Una medicina de pago por prestación y esquemas de seguro toma el control de la provisión de aten- CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - 5. 6. 7. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 1981 ción médica y la lleva más lejos aún del paciente, poniéndolo en manos de los grupos profesionales y los intereses comerciales. El mercado es un foro totalmente inadecuado para tomar decisiones médicas. Conduce a una mayor mala distribución de los recursos, un mal uso de esos recursos, y una distribución irracional e inequitativa del beneficio económico. Es fundamental para la correcta provisión de atención médica la noción que lo que se da produce beneficio al paciente y la comunidad. Nuestro argumento es que tales consideraciones pasan a segundo plano cuando intereses sectoriales reciben excesivo control sobre la estructura. En la estructura que surgiría si el SNS incluyera un importante componente de pago por prestación, la estrategia global de salud va a ser siempre secundaria frente a las necesidades percibidas superficialmente por el médico y el paciente. Finalmente, nuestra consideración es que la actual estructura financiera del SNS proporciona una base firme para construir una organización racional de la provisión de atención médica. Aquellos que se preocupen porque tal atención sea dada deben comprender la discusión básica sobre poder, información, y toma de decisiones en el SNS y no ser llevados a una consideración periférica de pensar que los problemas son puramente financieros. REFERENCIAS 1. 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Por un lado, la morbimortalidad evidencia un predominio de patologías propias de una población con alta expectativa de vida (tumores, enfermedades cardiovasculares, degenerativas, etc.), pero expresa simultáneamente una marcada persistencia de problemas infecciosos y nutricionales. Esto último se halla condicionado por las grandes desigualdades regionales, y los bolsones de población marginal existentes alrededor de las ciudades mayores. Globalmente examinados, los recursos para la atención de la salud son muy considerables, pero muestran serias deficiencias en su composición y distribución. En el campo de los recursos humanos, existe relativa abundancia en el nivel profesional y marcadas carencias en el grupo técnico: un médico cada 500 habitantes, un odontólogo cada 1.300 y una enfermera cada 800, por ejemplo. Las camas de internación alcanzan a 53 cada 1.000 habitantes, concentrándose el 42 % en establecimientos de más de 200, el 32 % entre 50 y 200; y el 26 % en organismos de menos de 50 camas. * ** El peso del gasto en salud total del país ronda el 6 % del Producto Bruto Interno, pudiendo estimarse que no menos de la tercera parte corresponde al ítem medicamentos. Las pautas de consumo de servicios médicos que ha evidenciado la comunidad nacional son elevadas, principalmente respecto a prestaciones ambulatorias: entre 5,2 y 7,2 consultas por habitante y por año, y entre 51 y 94 egresos cada 1.000 habitantes, según observaciones de 1969 para las grandes áreas urbanas. No se cuenta con índices globales actualizados. Las principales características de los subsectores prestadores de servicios, a los que se hiciera referencia, pueden resumirse en los puntos siguientes: 1) El subsector público se encuentra dividido en diferentes jurisdicciones, debido a la índole federal del régimen jurídico nacional. Posee el 66,5 % de las camas totales del país, en tanto el 54 % de las mismas concentradas en establecimientos de más de 200 camas. Brinda servicios destinados a asistir la patología aguda y desarrolla algunos programas de tipo preventivo (lucha contra endemias regionales, vacunaciones, etc.). Además, ofrece la mayor parte de la asistencia prolongada que requieren los pacientes crónicos, infecciosos y mentales. Tiene un papel preponderante en el campo de la docencia e investigación, además de cumplir sus funciones específicas de policía sanitaria. Las prestaciones son gratuitas para el indigente y, en forma creciente, se difunde el cobro de las que reciben los beneficios de obras sociales, a través de convenios especiales entre las partes. 2) El subsector constituido por la Seguridad Social no será descripto aquí, por ser el tema central de este documento y tener desarrollo especial en los acápites siguientes. Digamos solamente que engloba Documento presentado a la Reunión Iberoamericana sobre “Los Profesionales Médicos y la Seguridad Social”, Buenos Aires, 12-15 de mayo de 1981. Confederación Médica de la República Argentina. 2 a 399 obras sociales y, dado que constituye un sistema fundamentalmente financiero y no prestador directo de servicios, posee apenas el 5,4 % de las camas de internación. Tanto los servicios ambulatorios cuanto los de internación son contratados predominantemente con el subsector privado, y en mucha menor escala con el público. Tiene una amplia cobertura de población, que alcanza al 80 % del total del país, y asiste principalmente patología de carácter agudo o intermedio. 3) El subsector privado tiene extensa difusión en el país. Desde el punto de vista de los establecimientos de internación, posee el 28 % de las camas, de las cuales el 51 % se encuentra en sanatorios de menos de 50 camas. Atiende fundamentalmente patología aguda, y contrata extensamente la prestación de servicios ambulatorios y de internación para la seguridad social. Su composición interna es de todos modos bastante variada. Existen consultorios, laboratorios, institutos y sanatorios en manos de profesionales aislados o asociados; existen asimismo grandes hospitales de tipo mutual, que fueron originariamente de carácter inmigratorio; y existen otros organismos como sociedades comerciales. En los mayores centros urbanos se ha difundido también, en los últimos lustros, entidades comerciales sin establecimientos propios que ofrecen seguros de enfermedad, intermediando entre demandantes individuales o grupales y determinados profesionales y establecimientos prestadores. Estos seguros privados de enfermedad —denominados habitualmente sistemas de prepago— son también en muchos casos administrados por sanatorios. Con sentido social, igualmente, han sido encarados por cooperativas médicas, entidades gremiales médicas y hospitales de carácter mutual inmigratorio. Las características apuntadas de los tres subsectores, e incluso su propia variedad interna, hace que los usuarios tengan frecuentemente distintas coberturas, a las que recurren según conveniencias o limitaciones coyunturales. No es habitual que las organizaciones responsables de tales coberturas mantengan alguna forma de coordinación, que garantice continuidad de atención y una menor duplicación de recursos y actividades. Asimismo como el usuario suele demandar alternativa o simultáneamente a distintos subsectores, el profesional divide también su trabajo semanal entre los mismos, con gran frecuencia. Observando la evolución histórica del conjunto, en los tres últimos lustros, se percibe una disminución relativa de las actividades correspondientes al sector público, y una expansión progresiva de las financiadas por la Seguridad Social. Esto último se entrelaza íntimamente con el mayor desarrollo experimentado por el sector privado en estos últimos diez años. Dos datos concretos permiten ilustrar esta última aseveración: 1) las camas privadas pasan del 21 % en 1969 al 28 % en 1980; 2) la mayor complejidad CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 de equipamiento —muy concentrada antes en el sector público— se traslada paulatinamente al sector privado, en el mismo período. Aunque se carece de información actualizada sobre la incidencia del medicamento en el costo de la atención médica, hay indicios del incremento importante del rubro en el gasto total, con mayor impacto sobre las capas de población de menor ingreso. 2. ORGANIZACIÓN INSTITUCIONAL Y MARCO LEGAL DEL SISTEMA DE OBRAS SOCIALES Se pueden distinguir a grandes rasgos, dos períodos bastante diferentes en la organización médico asistencial argentina. El primero se caracteriza por la existencia de un doble sistema de atención médica, sin mayores puntos de contacto entre sí. Por un lado, se encontraba el subsector público con base en la atención hospitalaria, financiado por rentas generales y la caridad y cubriendo la demanda de los grupos poblacionales de menor ingreso. Por el otro, la red de consultorios privados y sanatorios, solventados por el pago contraprestación y atendiendo las necesidades de una amplia faja de la población por la relativa complejidad y costo de la atención médica para esa época. Muy poco generalizada y esencialmente urbana, aparece en este primer periodo los gérmenes de un sistema de seguro, a través de las asociaciones de ayuda mutua para las colectividades extranjeras las mutuales sindicales entre la clase obrera y las entidades vecinales de primeros auxilios. Básicamente, un sistema—el público—era gratuito y el otro pago en el momento de requerir la atención. Aunque sus efectos masivos aparecen bastante más tarde, el segundo período reconoce como punto de arranque, la creación de la Comisión de Servicio Social en el año 1944, quien determina los servicios sociales mínimos que las empresas debían tener establecidos en beneficio de su personal (atención médica gratuita, farmacéutica y proveeduría al costo, comedor, etc.). Como la prestación de estos servicios por las empresas podía ser sustituida por la organización mutualista o cooperativa del personal, se reconoce en esta medida el origen de las Obras Sociales Sindicales y las de convenio empresa-sindicato. Paralelamente, la creación de las Obras Sociales de la Administración Pública, con obligación de afiliación por parte del personal estatal, dio pie al nacimiento del “seguro social” y del llamado modelo argentino de obras Sociales. El sector Obras Sociales está destinado a atender las necesidades de la seguridad social en materia de prestaciones de bienestar social (el suministro de prestaciones económicas de previsión social son muy anteriores a la fecha comentada, ya que se remonta a 1904). Este segundo período se caracteriza, luego, por la aparición de un sistema solidario de contribución obligatoria de empleadores y empleados de aplicación específica y directa a prestaciones de bienestar y fundamentalmente, a las médico sanitarias. De La profesión médica organizada y la seguridad social argentina manera gradual, pero fuertemente expansiva, este sistema de salud en la seguridad social fue cambiando las líneas de fuerza y la relación entre sectores de atención médica (público, privado y de obra social). Esencialmente, modificó la estratificación típica de la demanda, característica del primer período, y la financiación y pago por los servicios médicos recibidos. Lo que sigue es una síntesis de su organización actual y de los cambios postulados por la ley 22.269 de reciente sanción. El sistema de Obras Sociales está integrado por 399 entidades jurídica y organizativamente diferenciadas que dan cobertura de bienestar social y salud a 22.000.000 de habitantes (aproximadamente un 85 % de la población argentina para el año 1978). De estas Obras Sociales, la gran mayoría (70 % de la población cubierta) se ordenan dentro del régimen de la, ahora derogada, ley nacional 18.610, y un porcentaje mucho menor (12,7 % de la población cubierta) con Obras Sociales Provinciales. Una proporción muy pequeña de población (2,7 % de la población cubierta) se agrupa en las restantes Obras Sociales (Fuerzas Armadas, de Seguridad, Poder Judicial, etc.). Existen por otra parte, 32 Asociaciones de Obras Sociales que coordinan en distintas jurisdicciones, las seccionales y delegaciones centrales y locales de varias Obras Sociales. Del grupo mayoritario —las del Registro Nacional— se destacan las sindicales (229 Obras Sociales con más de 7.000.000 de personas cubiertas) y las de Administración mixta (44 Obras Sociales con casi 8.500.000 personas cubiertas). Las Obras Sociales de Personal de Dirección de empresas alcanzan a 23 (1.900.000 asegurados) y restan las Estatales, las Adheridas y las por convenio empresasindicato. Como se puede apreciar, el carácter multitudinario y heterogéneo es la norma. Cada una de estas Obras Sociales admite diferencias orgánico-funcionales desde el aspecto de prestaciones protegidas, los establecimientos contratados, los procedimientos administrativos y los coseguros aplicados, es decir, la parte que debe hacerse cargo el afiliado al reclamar una prestación. Dos elementos importantes en el proceso de homogeneización han sido los contratos con los gremios profesionales del arte de curar, y la ya derogada ley nacional 18.610. Con posterioridad en este trabajo, se hará mención a la recientemente sancionada ley nacional 22.269 por los importantes cambios que preconiza. Los gremios profesionales —con quien mayoritariamente se efectúan los convenios para la prestación de servicios— han ido modelando una suerte de contrato tipo y normas de trabajo estándar de manera de evitar la diversidad de modalidades de atención, facturación, registro y pago. La ley nacional 18.610 de 1970, entre otras medidas, creó el Instituto Nacional de Obras Sociales (INOS) organismo que está aún a cargo de la planificación, coordinación, control de la inversión de recur- 3 sos y de la funcionalidad técnico-administrativa de las Obras Sociales del Registro Nacional. Su labor consiste fundamentalmente en evitar la dispersión de planes e inversiones, aunque no intentó integrar las organizaciones pre-existentes, sino coordinarlas. Por otra parte, la ley 18.610 extendió notablemente la cobertura poblacional y los beneficios a lo largo del país. Fija que el 70 % de los recursos deben destinarse a las jurisdicciones donde se generan y con destino a las prestaciones médico asistenciales, quedando un 30 % para otras prestaciones sociales, atención de gastos administrativos y asistencia financiera. La creación del Fondo de Redistribución con el porcentaje correspondiente al sueldo anual complementario —recaudación que queda en jurisdicción del INOS— es destinado a mejorar la capacidad instalada de las Obras Sociales o a la asistencia financiera de las que lo requieran y justifiquen. Por último, merece destacarse que esta ley fijó la norma de prestaciones mínimas que deben otorgar las Obras Sociales (atención mecánica en consultorio y domicilio, internación, atención médica de urgencia, servicios complementarios de diagnóstico y tratamiento y atención odontológica). Farmacia no es exigida como norma mínima, pero este servicio igualmente se extendió a través de las farmacias sociales. De reciente sanción es la ley nacional 22.269, que modificará sustancial y gradualmente algunos aspectos del panorama de organización institucional presentado. Sintéticamente, esta ley determina que el sistema de Obras Sociales será conducido por el INOS (Instituto Nacional de Obras Sociales) en jurisdicción del Ministerio de Bienestar Social y la órbita de la Secretaría de Estado de Seguridad Social y crea los Entes de Obras Sociales (EOS), con individualidad jurídica, administrativa y financiera, y totalmente desvinculados de las entidades gremiales o sindicales. Estos Entes serán gobernados y administrados por Consejos de Administración integrados por un representante del Estado, tres representantes de los beneficiarios y tres de los empleadores contribuyentes. La medida tiende a una reorganización que fortalezca el funcionamiento pleno del INOS y la real coordinación de las Obras Sociales. Estos Entes deberán destinar, como mínimo, el 80 % de sus recursos brutos al otorgamiento de prestaciones médico-asistenciales y actuarán, exclusivamente, como financiadores de servicios sin desarrollar capacidad instalada propia y procurando reducir la existente. El patrimonio de los Entes será considerado de naturaleza pública. La Ley determina la incorporación gradual al sistema de los trabajadores autónomos y sus grupos familiares, con lo cual se pretende extender la cobertura solidaria a un porcentaje cercano al 100 % de la población nacional, pero otra norma faculta al asegurado a optar por no hacer uso de ninguna de las prestaciones que le otorga la Obra Social, retirando en ese caso, el 90 % de su aporte personal, medida que contradice el principio de solidaridad antes apuntado. Para la prestación de los servicios médico- 4 asistenciales podrán contratarse personas físicas, individualmente o asociadas; entidades estatales públicas o mixtas y entidades privadas con o sin fines de lucro. También podían contratarse cooperativas, mutualidades y empresas que presten servicios en forma directa. El suministro de estas prestaciones constituye un servicio público. Esta última norma y la marcada prevalencia del Estado en la conducción del sistema —junto con las limitaciones al principio de solidaridad— son algunas de las principales críticas que ha merecido por parte de las organizaciones gremiales médicas. 3. RÉGIMEN DE FINANCIACIÓN El examen de este punto será dividido en dos partes: las fuentes de financiación u origen de los ingresos y la propia administración financiera del sistema de salud en la seguridad social, esto es, de qué manera se efectúan los egresos por prestaciones de atención médica. El principio que rige al sistema es el de autofinanciación, a través de la responsabilidad del empleador y empleado, quienes constituyen la principal fuente de cotización. Los fondos no provienen de impuestos generales o específicos, es decir, no surgen de rentas generales, y su destino directo es el pago de las prestaciones en servicio, sin ingresar en el presupuesto general de la Nación. Es económicamente independiente. Estos recursos propios del sistema de salud en la Seguridad Social, ingresan en el régimen general del seguro, ya que no existen aportes totalmente específicos para la contingencia enfermedad-maternidad y otras prestaciones sanitarias. Sin embargo, la legislación determina que un porcentaje fijo de esos ingresos —80 % según la recientemente sancionada ley 22.269— deben destinarse a salud. El resto puede aplicarse a otras prestaciones distintas de la salud (guarderías, colonias de vacaciones, turismo, vivienda, etc.). La ley, asimismo, establece con claridad el porcentaje en que han de cotizar los empleadores y trabajadores. Actualmente ese aporte es del 4,5 % sobre las remuneraciones, para el empleador, y 3 % tenga o no grupo familiar a cargo, para el trabajador. El criterio de aporte ha ido, de todas formas, cambiando en la década del 70 y comienzo de la del 80. Para 1970, la cotización era del 2 % para empleador y 1 ó 2 % para el trabajador, según declarara grupo familiar o no, hasta un tope de salario de $1.000. En Enero de 1974 se suprimió el tope previsto, y luego la tendencia ha sido incrementar la participación financiera de uno y otro grupo. Para abril de 1974, los porcentajes aumentaron al 2,5 % y 1 ó 2 %, y en noviembre de 1975 a 4,5 % y 2 ó 3 % para empleador y empleado respectivamente. El empleado, en todos los casos, cotizaba un mínimo o un máximo según incluya o no su grupo familiar, disposición que quedó suprimida en agosto de 1980. En la experiencia argentina, no se aplican tasas progresivas según nivel de salario o rama de actividad. Como se ha dicho, esta cotización de emplea- CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 dor-empleado constituye la principal fuente de financiación. No hay participación del Estado o de otras entidades públicas en los ingresos del sistema de salud en la seguridad social, aunque sí existe una participación en servicios, por intermedio de los establecimientos y hospitales públicos. Sin embargo, son de destacar dos características especiales del sistema argentino de salud en la seguridad social. En primer lugar, y aunque el monto mayor de beneficiarios del sistema son de afiliación obligatoria, existe un cupo importante de beneficiarios facultativos o voluntarios, especialmente en las Obras Sociales de personal de dirección de empresas de la producción, comercio y servicios. Este cupo, quizás no muy significativo en número, tiene importancia porque representa a sectores de mediano a alto ingreso, cuya relación con la Seguridad Social, desde el punto de vista financiero, sigue sólo un principio de solidaridad primaria. La cotización es enteramente pagada por el beneficiario y constituye una prima fija según el riesgo cubierto, tal cual ocurre en los sistemas comerciales de seguro. En segundo lugar, existe una tercera fuente principal de financiación, además de las cotizaciones de los asegurados y los empleadores. A través de los convenios colectivos de trabajo, varios gremios representantes de algunas ramas de actividad nacional cuentan con un aporte sustancial generado por tasas especiales que debe pagar el consumidor de esos bienes y servicios. La Obra Social respectiva de esa rama de actividad, como consecuencia de esta tercera fuente, muestra una solvencia financiera muy superior. La tendencia actual es suprimir paulatinamente esta fuente adicional da ingresos, en la medida que ello resulta financieramente viable. Por último, la protección contra los riesgos profesionales en salud (accidentes de trabajo, enfermedades profesionales) en la Argentina es responsabilidad directa del empleador, y se maneja en forma independiente de la administración propia del seguro de salud. Cada empleador puede subrogar financieramente el riesgo por intermedio de una compañía o empresa aseguradora, o cubrirlo directamente (autoseguro, etc.). La administración financiera del sistema tiene una particularidad ya señalada en el capítulo de organización institucional. Cada Obra Social recauda sus propios fondos, siguiendo la normativa general que fija el Estado. De ese ingreso, el correspondiente al sueldo anual complementario se destina al INOS, integrando un fondo de redistribución que se alimenta, además, con el 10 % de la recaudación de las obras sociales en concepto de cotizaciones, y con el 40 % de los recursos especiales provenientes de las terceras fuentes aludidas. Según ya señaláramos, el 80 % de todos estos fondos, como mínimo, se destinan a la financiación de la amplia gama de prestaciones de salud cubiertas por el sistema, sean ellos servicios o bienes relacionados (medicamentos, etc.). En tal financiación participan también los La profesión médica organizada y la seguridad social argentina pagos directos efectuados por los beneficiarios en concepto de coseguros. Ellos varían en su proporción sobre el costo total de cada servicio, de acuerdo a cada obra social y de qué prestación se trate. De todos modos, existe dentro del sistema una cierta tendencia a homogeneizar dichos coseguros, los que cumplen en parte una función de tickets moderadores de los excesos en la utilización. No se cuenta con un cuadro unificado que permita analizar en su conjunto la dinámica económicofinanciera de la Seguridad Social en el área da la salud, dada su vigente multiplicidad institucional, pero las estimaciones proporcionadas por la Secretaría de Seguridad Social hacen alcanzar su volumen a un 50 % del gasto nacional en salud, o sea no menos del 2,5 % del Producto Bruto Interno. Es evidente que este peso financiero, trasuntado en servicios, refuerza la vigencia de la Seguridad Social Argentina como instrumento de desarrollo de políticas económico sociales. 4. ORGANIZACIÓN DE LAS PRESTACIONES Y MODALIDADES CONTRACTUALES Desde el punto de vista de la organización de los servicios brindados a sus beneficiarios, el sistema de obras sociales muestra tanto una modalidad indirecta cuanto otra directa de prestación de los mismos. Esto quiere decir que en un caso contrata con otras entidades el suministro de los servicios necesarios, y en el otro los otorga a través de establecimientos y recurso humano de su propia dependencia. La primera modalidad es la que evidencia un franco predominio en el sistema, aunque para algunas obras sociales importantes, la segunda tiene vigencia significativa; tal es el caso de la obra social de los ferroviarios, de antigua data en su concepción y desarrollo. Esta realidad condice con la baja participación, ya señalada, de la capacidad de internación de propiedad de las obras sociales en el conjunto de las camas del país. No obstante ello, no es infrecuente —aunque no esté el hecho revelado y cuantificado— la tenencia de algunos servicios parciales por parte de las obras sociales (farmacia, consultorio odontológico, etc.), en combinación con la contratación de los restantes. Pero tal combinación de modalidad directa e indirecta vale incluso para las que cuentan con importante capacidad asistencial propia, pues no resulta aventurado afirmar que ninguna cubre el total de sus necesidades a su través, existiendo siempre coberturas por convenio para afiliados de determinadas regiones, o para ciertos servicios. En el último decenio mostró un apreciable desarrollo la tendencia a instalar establecimientos de internación para servir a afiliados de varias obras sociales, simultáneamente. A tal efecto, se crearon Asociaciones de Obras Sociales, que adquirían habitualmente hospitales privados ya existentes, y cubrían a sus beneficiarios locales. Esta es la situación de 7 asociaciones de Obras Sociales, sobre las 32 exis- 5 tentes, aunque con la limitación precitada respecto a la capacidad propia de internación. De todos modos, tales situaciones son la excepción y no la regla y, de hecho, las modalidades indirectas representan la realidad más difundida. Es así que el sistema, en su conjunto, resulta ser predominante financiador de servicios y no prestador de los mismos. Ello no quita que ejerza importantes funciones de normatización, supervisión y evaluación de las prestaciones brindadas por terceros. Las instituciones, empresas y profesionales con que el sistema contrata servicios, y los esquemas jurídico-administrativos que formalizan tales relaciones, presentan una gama considerablemente variada de situaciones, aunque algunas de ellas evidencien una vigencia mucho mayor que las otras. Con mucho, la modalidad más difundida es el convenio con las asociaciones profesionales de carácter gremial, así como con las asociaciones de clínicas y sanatorios privados. Ellas canalizan la vinculación técnica y administrativa con los prestadores individuales. Veremos en el punto siguiente, con algún detalle, las características de las entidades médico gremiales y su protagónica participación en la Seguridad Social. La modalidad recién aludida reviste amplia difusión en el interior del país. La Capital Federal, por su parte, concentra una variedad mayor de situaciones, entre las que se muestra reiterada la contratación directa de profesionales y establecimientos individuales por cada obra social, constituyendo listados limitados para elección de sus afiliados. Dada la existencia, en la Capital, de numerosos hospitales privados pertenecientes a viejas mutualidades de origen inmigratorio (Español, Italiano, Francés, etc.), es muy frecuente que los mismos sostengan convenios con determinadas obras sociales para la cobertura de su población tributaria. En años recientes, a las alternativas anteriores se ha sumado la contratación de servicios de internación con el sector público nacional, provincial y municipal. Según señaláramos oportunamente, el desarrollo histórico del sistema de obras sociales se realizó con escasa o nula vinculación formal al sistema estatal de servicios de salud. El cambio producido tiende a universalizar las posibilidades de utilización de capacidad instalada asistencial, por parte de la Seguridad Social, visto el peso importante del sector público en el rubro internación. Busca, además, institucionalizar una relación ya informalmente establecida, a través de la frecuente concurrencia espontánea de afiliados de obras sociales al hospital, abierto a toda la población y antes gratuito. Las modalidades de contratación que utilizan las obras sociales, en su vinculación con terceros prestadores, pueden resumirse en dos tipos predominantes. Ello no significa que no existan otras variedades de convenio, o formas mixtas diversas pero su frecuencia e importancia son comparativamente tan escasas que su descripción carece de relevancia en una síntesis descriptiva como ésta. 6 El tipo de convenio que alcanza la mayor difusión es el denominado usualmente “por acto médico” o, más globalmente, de “pago por arancel”. En él, la obra social contrata servicios, sin tope cuantitativo de demanda, con las entidades que agrupan a médicos, odontólogos, bioquímicos y sanatorios, en base a la escala de aranceles vigentes para todo el sistema. Dentro de este esquema, el beneficiario adquiere libertad de elección entre los prestadores agrupados en las mencionadas entidades representativas, las que, en la práctica, nuclean a una proporción mayoritaria de los prestadores existentes en cada provincia o localidad. Como ya dijéramos, la Capital Federal hace excepción a esta situación, en lo que se refiere a la amplitud de posibilidades de elección por parte del usuario, dada la existencia de listados mucho más restringidos. De todos modos, esta modalidad contractual mantiene el resto de sus atributos habituales en lo referente a normas que obligan a las partes y mecanismos de pago. Los servicios convenidos son todos o parte de los comprendidos en el Nomenclador Nacional de Prestaciones Médicas, Bioquímicas y Sanatoriales, documento oficial obligatorio para las contrataciones de todo el sistema nacional de obras sociales. A él también adhieren las obras sociales provinciales, aunque legalmente no se hallan obligadas a hacerlo. El Nomenclador es, básicamente, un listado codificado de servicios médicos, quirúrgicos, de laboratorio y hospitalarios, valorizados en unidades convencionales cuyo equivalente monetario sufre periódicos ajustes. Lo complementa un capítulo de normas de trabajo que encuadran la labor de los prestadores, y los mecanismos de control del proceso. Este régimen de contratación ha estimulado el desarrollo de la auditoría médica, realizada por la obra social respectiva o, a veces, en forma conjunta con la entidad representativa de los prestadores. En esta etapa del desarrollo de la Seguridad Social, la auditoría implica principalmente una fiscalización técnicoeconómica, antes que una evaluación de la calidad de los servicios. Ella supervisa el grado de adecuación de cada prestación a las normas vigentes, así como la relación que el conjunto de las mismas mantenga con estándares razonables de consumo de servicios. El otro tipo de convenio —de los dos más difundidos a que aludiéramos— es el denominado “por capitación”. Tiene una creciente difusión en los últimos años, en parte orientada por la preferencia que el Instituto de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (la obra social más grande del país) mostrara por esta alternativa, en su política de contratación. En esta clase de acuerdo, la obra social conviene con las entidades profesionales y sanatoriales, o con prestadores individuales, el otorgamiento de servicios a sus beneficiarios mediante el pago de un monto fijo mensual por afiliado cubierto, en forma independiente del nivel de utilización que estos últimos evidencien. CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 Tales convenios pueden tener un carácter global, o sea que abarcan todas o la mayor parte de las prestaciones incluidas en el Nomenclador. En tal caso no es infrecuente que el contratante —por ejemplo una entidad médico gremial— subcontrate los servicios que no brinda por sí misma con otras instituciones afines, profesionales o sanatoriales. En otros casos la cápita no es global y comprende sólo un ítem de servicio (gasto de internación u honorarios médicos, por ejemplo). En todos los casos, el monto de la cápita se calcula de acuerdo a la estructura de la demanda observada, o bien a aquella que se estima adecuada a las necesidades de la población servida, y a las posibilidades financieras de la obra social de que se trate. Ello surge de negociación directa entre las partes. El régimen capitado implica una considerable simplificación administrativa para las obras sociales, dado que transfieren a las entidades de prestadores la responsabilidad de buena parte de los controles. Estas últimas retribuyen al prestador individual por servicio brindado —tal como en el primer tipo de convenio descripto—, y deben por lo tanto asumir un mayor compromiso directo en la administración y control del funcionamiento del sistema. Lo dicho es bien evidente en el desarrollo de los programas de auditoría, en el seno de las instituciones médico gremiales. Ello ha significado un estímulo a la reasunción, por parte de las entidades gremiales de profesionales, de un papel fundamental en el control cualitativo y cuantitativo de las prácticas realizadas por sus integrantes, rol que reconoce sus raíces en etapas muy antiguas de este tipo de asociaciones en el mundo. Lo descripto respecto al régimen de convenios constituye el caso más frecuente, pero no el único. En la órbita privada, un sanatorio puede tener convenio por servicio o por capitación con una obra social, y dar las prestaciones a través de un cuerpo profesional asalariado. Este es el esquema preferido por las empresas de carácter netamente lucrativo, y resistido por las instituciones gremiales de los profesionales. En cuanto a los convenios suscriptos entre las obras sociales y las jurisdicciones del Estado, no difieren básicamente de las alternativas descriptas, salvo en que suelen utilizar modelos de nomenclador algo simplificados, que engloban la retribución al trabajo personal y al hospital en una sola unidad por hallarse sus profesionales a sueldo. De todos modos, en algunas jurisdicciones, se otorga al personal un cierto grado de coparticipación en el incremento del ingreso hospitalario que produce el cobro de la Seguridad Social. La utilización que la población efectúa de los servicios financiados a través de todos estos convenios, resulta considerablemente variable. Tal variación se halla condicionada por un sinnúmero de factores, entre los cuales, y sólo a título de ejemplo, citaremos a: 1) las características laborales y de dispersión geográfica de los afiliados a cada obra social; 2) su estructura demográfica; 3) el peso relativo de los La profesión médica organizada y la seguridad social argentina coseguros; 4) la mayor o menor complejidad administrativa para la recepción del beneficio, etc. No se cuenta con información centralizada que permita elaborar indicadores válidos para la totalidad del sistema, pero en conjunto puede estimarse que, por ejemplo el promedio no se encuentra muy por debajo de las 3 consultas por beneficiario y por año, y de los 5 egresos cada 100 beneficiarios. Esto no quita que muy importantes obras sociales evidencien índices de consumo muy superiores a los mencionados. Citemos al Instituto de Obra Médico Asistencial (IOMA), obra social oficial de la Provincia de Buenos Aires, con 600.000 personas cubiertas. Ella mostró en 1980, 6,7 consultas por beneficiario y por año, y 9 egresos cada 100 beneficiarios. Los indicadores del Instituto de Jubilados y Pensionados, debido a las características socio-demográficas de su población, son aún más elevados. De cualquier manera, para la comprensión adecuada de las cifras, no debemos olvidar que parte de la demanda de esta población asegurada se canaliza también a través de prestaciones independientes en el sector privado (cuyo volumen sólo conocemos mediante poco frecuentes encuestas), y de otros servicios efectuados gratuitamente por el sector público. La estructura del gasto que de esta demanda resulta es, asimismo, considerablemente diversa. Con todo, y en base a una muestra de obras sociales, el INOS estimaba, en 1978, la siguiente: a) Honorarios médicos 20 % b) Gastos sanatoriales 25 % c) Prestaciones de diagnóstico y tratamiento 13 % d) Prestaciones odontológicas 7% e) Prestaciones farmacéuticas 36 % Este es un promedio, válido para el conjunto del sistema, pero, que presenta diferencias muy notables entre distintas obras sociales integrantes del mismo. Una de las variables más evidentes que condicionan tales diferencias es la distinta cobertura financiera ofrecida por las obras sociales para el mismo ítem. Ello es particularmente significativo en el rubro medicamentos, donde varían mucho los porcentajes del gasto absorbidos por cada obra social y, por ende, su particular estructura de gasto sanitario. 5. VINCULACIÓN JURÍDICO PROFESIONAL ENTRE LOS PROFESIONALES MÉDICOS Y LAS ENTIDADES DE SEGURIDAD SOCIAL Y SALUD, EN LOS PAÍSES DE IBEROAMÉRICA El enunciado de este tema está formulado de modo genérico, para ser comprensivo de las variantes que puede ofrecer de uno a otro país. Pero como nosotros sólo nos referiremos a la Argentina, precisaremos los conceptos usando la terminología que el uso, la costumbre y las menciones legales han acuñado aquí, y así diremos “médicos” para referirnos a los “profesionales médicos” y “obra social” para referirnos a las “entidades de seguridad social y salud”. 1) La vinculación profesional entre los médicos y las obras sociales está condicionada actualmente, 7 por una estructura jurídica conformada por varias leyes, que se han venido sucediendo o complementando en el tiempo y delimitando el área de la expresión de la voluntad de los celebrantes. El fenómeno de la cobertura proporcionada por las Obras Sociales y la demanda de servicios médicos que ello va originando, precede a las leyes que tratan de organizarla. Pero la multiplicidad de relaciones que ello origina, se perfilan de modo diferente, por diferencias zonales y económicas, lo que también resulta, frecuentemente, en conflictos debidos al modo desorganizado con que se implementan esas relaciones. Así es como en agosto de 1968 se dicta la ley nacional 17.850, donde al par de una medida económica coyuntural —la congelación de aranceles, tarifas y honorarios hasta el 31 de diciembre de ese año— se enuncian las bases de un sistema que se implantaría en ese mismo plazo de congelación y que contiene las pautas que hasta el presente, configuran la temática del sistema, que son: un nomenclador uniforme de prestaciones, aranceles, tarifas u honorarios generales con diferencias zonales, implementación de una auditoría de los servicios, normas de trabajo técnicas y administrativas uniformes, un mecanismo de conciliación y arbitraje obligatorio para los casos de conflicto, y toda otra disposición destinada —dice expresamente la ley— “a asegurar el ordenamiento de las prestaciones médicas y paramédicas que se convenga entre las entidades mencionadas”. Este propósito se lleva adelante, con la ley 18.485 que en marzo de 1970 establece la existencia de un nomenclador y arancel, tema que ya hemos visto, era uno de los propósitos enunciados por la ley anterior. Pero no solo se establece aquí el nomenclador, sino que también se expresan dos importantes y fundamentales principios por los que las organizaciones médicas libres hemos venido luchando desde siempre: a) la libre adhesión de los profesionales legalmente habilitados en igualdad de derechos y obligaciones, por intermedio de la entidad profesional de mayor representatividad y b) la libre elección del profesional por parte del afiliado entre la nómina de adheridos (art. 4). Esto sin olvidar, que poco antes se había dictado la ley 18.045, sobre un aspecto parcial de este mismo tema y limitado a la provincia de Buenos Aires, normas que repetían y ampliaban los principios de concertación por la entidad profesional y de libre elección. En esta dirección, el camino se continúa luego por la ley 18.610, que regula jurídicamente la mayoría de los temas propuestos por la primera de las citadas, a saber, la financiación y funcionamiento de las Obras Sociales, la creación del Registro Nacional de Obras Sociales, y un régimen de sanciones económicas a las Obras Sociales, infractoras del sistema. Se puede afirmar que, como complemento de la anterior, se establece luego la ley 18.912, la que determina que las obras, servicios sociales y mutuali- 8 dades deberán concertar sus convenios de prestación médica, según el régimen que ella establece, y se determina, de modo explícito que se refiere a los acuerdos que se realicen “con las entidades de afiliación voluntaria, representativas de los respectivos profesionales”. Así, se estructura el mecanismo de concertación, en sus primeros pasos. Posteriormente, la ley 19.710, establece un preciso mecanismo de concertación, que entre muchas cosas encomiables, tiene la precisa mención de las organizaciones y entidades que concertarán, lo que despejará el camino de futuros conflictos y disputas, por saber quién tiene la legitimidad activa de la representación. La ley 21.371 suspendió, años después, la vigencia de los arts. 14 a 24 de la anterior, precisamente los que establecieron esos mecanismos de concertación, que hemos aludido y los reemplazó por facultades que adjudicó al INOS. CUADERNOS MÉDICO SOCIALES Nº 17 - JULIO DE 1981 Actualmente, la ley 22.269 inscribe entre sus finalidades la regulación de la relación contractual vinculatoria entre los médicos y las Obras Sociales. Pero sus enunciados no tienen la precisión casuística de sus antecesoras legales, sino que se expresa por generalidades, dejando para la reglamentación de la ley, paso jurídico constitucional legítimo en nuestro país, la determinación de esas indispensables precisiones. Los representantes de las “entidades médicas de afiliación voluntaria” confiamos en que la reglamentación de la ley 22.269, actualmente vigente, tendrá muy en cuenta los precedentes legislativos de los años anteriores y la eficacia de su funcionamiento, para satisfacer así las justas expectativas de los componentes de la profesión médica y, la de todos los integrantes de ese estamento social tan decisivo, como comúnmente se denomina “los profesionales del arte de curar”.