Download Versión completa en PDF
Document related concepts
no text concepts found
Transcript
DIARIO VIAJE CAMERUN 5-12 Septiembre 2014 ¿Qué hago en Camerún? Las razones de este viaje son conocer la realidad sanitaria de Camerún, de la mano de un Jesuita local, el Father Emmanuel Nkeng, al que operé en Valencia en verano de 2013 a través de su Orden, con el que establecí una buena relación médico-paciente por su singular enfermedad y sobre todo situación, ejemplo de la Medicina a la carta y la no validez de las Guías Clínicas en muchos casos, y que a consecuencia de todo ello me ofreció venir. Y la razón de escribir este diario es intentar explicar este país a mi familia y amigos por si algún día volvemos además de hacer algo, escribir y reflexionar sobre lo que la vida te muestra día a día, lo que nunca hago precisamente porque no tengo lo que esta semana creo que me va a sobrar: tiempo. La idea es conocer las necesidades y sobre todo la infraestructura que tienen los 3 hospitales que me van a mostrar, la salubridad, la seguridad, el alojamiento, etc, con el objetivo de poder plantear si lo veo posible y con el apoyo de colegas y amigos, una ayuda más sistematizada y provechosa, tal y como he vivido otros años en Guatemala con la ONG Solidaris. El otro objetivo al que les he instado es conocer algún cirujano joven capaz de aprender los mínimos conocimientos necesarios para en un futuro poder asumir los postoperatorios de las cirugías urológicas, resolver las complicaciones si las hubiera y asumir el seguimiento de los pacientes. Para mí ésta es la parte más importante, por la regularidad que ello propone, de la que se puede beneficiar todo el año la población local. He de agradecer a mi familia y sobre todo a Elena, mi mujer, que pueda estar aquí, pues estoy en mis vacaciones y, aunque ya estamos en rutina de trabajo y colegios en Valencia, no estoy donde debería estar. Pero tanto esta vez como cuando he ido a Guatemala otros años, siempre he sentido que mis hijos están orgullosos de ello, creo que forma parte de su educación. Tanto Elena como ellos me piden venir a estos viajes; lo hemos pensado muchas veces, creo que aún no es el momento, pero no lo descarto en un futuro. Viven en la hipnopia de la abundancia, no valoran lo que tienen, no conocen otras realidades; tópicos que se saben, y que sabrían resolver a través de Internet, pero que mamarlos desde la ubre te abre la mente, te desconecta y te hace relativizar ciertos problemas como que no gane el Valencia CF, que no te compren determinada mesa de estudio, que no puedas ir a aquella verbena, que las faenas de la casa te saturen o que no te acepten un artículo en una revista internacional, por mentar los últimos 5 "problemas" a los que nos hemos enfrentado los 5 miembros de abajo a arriba de mi familia. Estos viajes siempre me han acercado más a mi familia, pese a los miles de kilómetros, pues siempre he pensado que estas vivencias son más reales y provechosas si las proyectas en alguien, si se las inculcas a ellos, si las imaginas con ellos. Conoces sitios y gentes que te apetecen que ellos conozcan, además del inglés, las mates, la física, etc Día Viernes 5 Septiembre de 2014 ; Salgo de Valencia con destino Casablanca en el vuelo de Royal Air Maroc, facturando 3 maletas; acepta dos maletas de 23Kg y pago una 3ª (55 euros) extra, las tres repletas de material médico que me ha proporcionado el Hospital 9 de Octubre y familiares y amigos. En el aeropuerto de Casablanca, el trasbordo al 2º vuelo a ( http://es.wikipedia.org/wiki/Duala ) Duala (Camerún) se hace pesado, pues he de esperar casi cinco horas. Es curioso como a dos horas en avión de Valencia este aeropuerto, que por los vuelos que observo, conecta con toda Africa, es un escaparate de distintas razas, gentes y rasgos africanos que te hacen pensar que estás mucho más lejos, cuando la distancia es la misma que de Valencia a París. En el aeropuerto de Casablanca inicio la lectura de “El Sueño de África”, de Javier Reverte (Ed de Bolsillo, ISBN 978-84-9793-473-2), que me ha regalado mi amigo el Dr. Eduardo Ferrandis, excelente otorrinolaringólogo y mejor persona, compañero en el Instituto Valenciano de Oncología y al que hace once años le picó el "Mal de Africa", y desde entonces ha recorrido ya más de 8 ó 9 países del continente negro. Conozco a más gente -mi hermano- a los que les ha pasado lo mismo. Recomiendo su lectura, sobre todo si vienes a África, porque tu sistema inmune se prepara para estimularse. Día Sábado 6 de Septiembre de 2014 ; Llego a Duala a las 5 am. Aeropuerto cutre y además en obras. No sé por qué, pero en muchos países, momentos como la llegada a este aeropuerto te recuerdan películas míticas como el Expreso de media noche o Casablanca, donde tu futuro inmediato depende de un personal que sabes corrupto y que no se rige con la lógica que tú vives, ni entiende tu visita como benéfica ni le importa un rábano lo que te pase. Finalmente escudriñan mi visado y me dejan pasar. Quizá les ha sentado mal que me haya puesto Relec (repelente de mosquitos) vital para evitar las picaduras de mosquitos -malaria, dengue, etc, y que pican más a la caída de la tarde y al amanecer ... Están esperándome Father Emmanuelle (foto 1), el Jesuita que operé en Valencia hace un año y el que me ofreció venir en labor humanitaria a Camerún, junto a otro Jesuita, Father William, más joven. LLegan bien las 3 maletas (uff). Me llevan al colegio Libermann, de los Jesuitas, sito en el "city center" de Douala, donde dan escolarización a unos 2000 niños. En el viaje a las 5 de la mañana, ya compruebo que los semáforos aquí están de adorno, y se supone que el que conduce es un cura responsable y bien formado. El colegio es más que humilde y muy justo. Me gustaría que mis hijos lo vieran para que jamás se quejaran del suyo. Me recuerda a la parte antigua de mi colegio de los Salesianos de la calle Sagunto, pero en cutre y sucio. Me dan una habitación con ducha (fría), me indican donde está el WC comunitario, y como llevo el sueño mareado, el Father me da una locución en inglés que tienen en unos casquitos de gente con experiencias extremas: gente encarcelada injustamente al salir, supervivientes del Tsunami, un médico que ha atendido la actual crisis de Ebola en Guinea Conakry, no tan lejos de aquí. Realmente jamás hubiera escuchado este programa de la BBC en la radio del coche en Valencia, pero que no sé si por el ambiente en el que estoy, me resulta increíblemente enriquecedor; un mensaje común, ante situaciones de este tipo, solo te tienes a ti mismo y a tu autocontrol. La desesperación y el histerismo te matan antes y a fuego lento. Y una conclusión, saber perdonar para poder olvidar. Voy mientras deshaciendo maletas y finalmente el sueño me vence y me echo un rato (cama con mosquitera). Me levanta a las 10am un chaparrón tropical, no hace calor pero se suda por la humedad del Trópico. Subo a desayunar un café con leche al living room, donde compruebo que aquí se habla más francés que inglés con los chavales que aparecen por ahí. Cafetera de filtro de papel y leche en polvo, que generan un manchado que jamás me tomaría en Valencia, pero aquí está bueno. Considero una de las mejores virtudes del ser humano su capacidad de adaptación. Me tomo mi Malarone (hidrocloruro de Proguanil, profilaxis del paludismo) que ya llevo tomando 2 días y que de momento tolero perfectamente. A la hora del lunch, como con la comunidad de Jesuitas, unos 10, un pescado muy rico y "misojo", un vegetal entre calcot y nabo, muy sabroso también. Por la tarde el Father me lleva en su 4x4 a ver un Hospital en los suburbios de Duala; la ciudad es lineal, caótica y sucia (foto 2). Miles de personas venden todo en las calles, como en tantos otros sitios del tercer mundo. No se ve hambruna -me confirman que nadie pasa hambre en Camerún-, pero sí mucha falta de higiene y de probable inseguridad nocturna. Me llama la atención un tipo de unos casi 2 metros que va desnudo por la calle, medio drogado/borracho. Foto 2: Tras perderse más de una hora por unas calles dignas del rally Paris Dakar, que creo estarían mejor sin asfaltar, a base de preguntar a gente el Father encuentra la residencia de las Siervas de Jesús, Orden española de monjas que rigen el Hospital Católico Saint Albert Legrand de Bonaberi. Son castellano parlantes, por lo que la Superiora, Sor Maria Jesús Gómez, de Burgos (foto 3), me pone al día de muchas cosas referentes a la salud en Camerún. Foto 3: No existe Seguridad Social en Camerún tal y como nosotros la entendemos. La gente paga sus medicinas y sus tratamientos, y depende de que los hospitales sean públicos o privados pagan más o menos. Me enseñan su hospital, dependiente de la Diócesis, donde se nota lo que estas mujeres han trabajado y trabajan día a día para inculcar orden, higiene, asepsia, dignidad al enfermo en una palabra. Por ejemplo han prohibido a su personal de enfermería que griten a los enfermos y que les roben medicación, lo que al parecer es norma en los hospitales públicos. Es una labor ingente, luchar contra una forma de vida que se rige por todo lo contrario, pero absolutamente necesaria en medicina. Me muestran sus dependencias y su único quirófano, sencillo, donde el que hace de anestesista es un enfermero preparado para ello, donde solo se puede hacer cirugía abierta, nada de endoscopia, laparoscopia, Rx, etc. Se lucha además con una humedad extrema y una irregularidad en la corriente eléctrica que se lleva por delante muchas veces los aparatos que pueden ir adquiriendo de segunda mano, donaciones etc. Hemos cruzado los emails por si en un futuro pudiéramos colaborar, pues me comenta que hay un cirujano joven que hace herniorrafias que estaría dispuesto a aprender. Día Domingo 7 de Septiembre de 2014 ; Toque de diana a 5.30am, porque Father Emmanuelle me ha invitado a asistir a misa en la Catedral de Duala a las 6am. Pese a ser cristiano no practicante, sí lo soy en mi forma de vivir y pensar, con la que creo máxima más bonita que nos dejó Jesús de "no desees para el prójimo lo que no desees para tí". No tengo argumentos para rechazar su invitación. La catedral es simple, como una iglesia de barrio, pero alegre. La misa, en francés, dura más de una hora, pero es alegre. Hay un coro que canta con tonos e instrumentos africanos (xylofonos artesanales, batería natural sobre un tronco de árbol, maracas etc) que me fastidia no poder seguir en sus letras, medio francés medio dialectos locales, pero que me contagia a mover mis pies y caderas a su ritmo, cuando siempre me ha costado bailar hasta agarrado. Veo a la gente vivir la misa y sonreír tras comulgar, dar la paz con las dos manos y mirándote a los ojos, realmente deseándote la paz, y no intentando quedar bien, ligar o cumplir el expediente como he vivido tantas veces de pequeño. A la vuelta a "home", el Colegio Libermann, vuelvo a desayunar con la Comunidad Jesuítica y con la cuñada del Father Emmanuelle, que ha venido de Stuttgart (Alemania) donde vive, de visita. Descubro una especie de microhormigas que viven en la cocina y que han conquistado el microndas, y que !son resistentes a las microndas!, pese a que el café con leche (en polvo), sale hirviendo. En África todas las especies deben ser más duras, no solo la humana. Durante el desayuno el Father me enseña unas fotos raídas de su familia, me sorprende que hay varias de los ataúdes y entierros de su hermano, madre etc. Hay una de él, vestido de cura, echando tierra en el hoyo donde enterró a su madre. Me ha sorprendido lo familiar que se entiende aquí la muerte, que se celebra. Ayer Sor María Jesús me recalcó que de lo más difícil que tiene entre los pacientes es convencerlos que se gasten dinero en medicinas y salud, donde regatean y racanean, y no en celebrar grandes funerales, donde son espléndidos. Me contó que los pediatras amenazan a que si se llevan a un hijo con una infección y no le pagan los antibióticos, morirá, pese a lo cual se lo piensan. Finalmente me dijo; "Si vienes a operar, se duro con ellos". Me dejó acojonado. Tras el desayuno salimos hacia Tibri, una localidad costera "turística" a 120Km-2.5h. Hasta ese viaje, que comparto con el Father y su cuñada, con chófer incluido, lo que más miedo me daba es que me picara un mosquito y me pasara algo, pero durante el viaje compruebo que lo más difícil en Camerún es salir vivo sin pegarte un leñazo en coche. No hay reglas de conducción. Rachel, la cuñada del Father, nigeriana, me dice que eso no es nada comparado con Lagos. Bien, ya sé dónde no ir. He conducido en muchos sitios, pero jamás el cremáster lo había tenido retraído hasta el orificio inguinal interno y durante tanto rato. Para salir de Duala se pasan cientos de enjambres de peatones, motos, carros, bicicletas, coches destartalados y niños jugando al fútbol en las calles que ocupan todos el mismo lugar, la vida se juega en cada metro, y la dirección es única. Carretera de Duala a Yaoundé (http://es.wikipedia.org/wiki/Yaundé), el sentido de la carretera da igual. Es una dirección que puedes usar para acá o para allá, por la izquierda o por la derecha, por el arcén o mediante un triple adelantamiento. Indescriptible. Dentro de mi acojonamiento, observo regularmente pedazos de tierra de un par de palmos en la carretera donde crecen espectacularmente los mismos juncos verdes que a los bordes de carretera y ello me hace pensar en lo voraz que es la selva con las estructuras, que se las come. También observo que a veces esos juncos se secan. El asfalto se resiste a la selva. Bonita lucha pues. Al rato me explican que cuando hay un accidente, a falta de triángulos de aviso, arrancan los juncos y los ponen en medio de la carretera para avisar al resto de conductores. Deduzco, por los secos, que luego no los quitan. Cualquier interpretación occidental de África yerra fijo. Pero lo peor estaba por llegar, porque una vez superado tras una hora de caos los suburbios de Duala, entrado en carretera tortuosa entre cafetales y palmerales, el chófer decide recuperar el tiempo perdido y va a 150Km por hora ... cuando le recuerdo que en África no tengo ninguna prisa y que atrás vamos la madre y el padre de 6 criaturas, reduce a 120Km/h, pero en cuanto me descuido, vuelve a 150Km/h. Miro al cura, que en vez de rezar, va dormido. Finalmente llegamos a la costa atlántica, mar embravecido y de aguas oscuras, costas arenosas rojinegras con rocas negras. Me llevan a una casa que los Jesuitas tienen allá y que me ofrecen si vengo con gente. Pero si llevo allí a gente me deja de hablar seguro, pese a tener playa semiprivada a 100 metros (foto 4, Father y Rachel, su cuñada). El turismo, tal y como lo entendemos los occidentales, no existe en Camerún. Cuando tras la casa me llevan al pueblo, me doy cuenta que los hoteles son cutres y Father me dice que caros, a 30 o 40 euros la noche, pese a que el paisaje es bonito y las playas espectaculares. Foto 4 También vemos el mercado de pescado del pueblo, supongo como los de España hace 100 años, donde se te van los ojos, y el puertecito lleno de las canoas de los pescadores. El Father tiene mucho interés en mostrarme los sitios de turismo del país, inducido por mí ante la necesidad de descansar y ver algo cuando vienes en labor humanitaria y además en tus vacaciones, pues se necesita. Por ello nos alargamos unos 10 Km más al sur por la costa hasta una cascada de uno de los inconmensurables ríos cameruneses que muere en el mar, que no podemos visitar en las canoas dispuestas para ello ni subir por el cauce del río a ver un poblado pigmeo por falta de tiempo. Pero está claro que en todos los lugares hay cosas que ver y conocer. Foto 5: Foto 6: De vuelta a Duala (120Km-2.5h), entregado al chófer y al caos, vamos a comer a un restaurante típico camerunés donde conozco a Jerry Etabong, el ginécologo primo del Father, formado en Parma (Italia) y que se vino tras estudiar medicina y especializarse allí y montó un Hospital en Kumba (http://en.wikipedia.org/wiki/Kumba), su tierra natal. Emprendemos viaje a Kumba (150Km, 3h), bordeando el Monte Camerún (pico más alto de Camerún, > 4000 mts, volcán) que no se ve porque estamos en temporada de lluvias y está nublado. La carretera también es caótica, pero al menos el médico tiene más cerebro para conducir. Llegamos a las 8pm, noche ya cerrada, y me reciben en su casa su mujer, hijas, el que hace de gerente del hospital y el cirujano joven que le ayuda. Cenamos spaguetti con parmesano, se nota donde se formaron. Luego tenemos una charla a la fresca (yo embadurnado de Relec hasta las cejas) en la que hablamos de cómo poder establecer una colaboración, donde ya denoto el esfuerzo que este hombre ha hecho de Europa junto a las ganas de triunfar en su tierra y hacer crecer su paraeta. Pero creo que eso lo tengo que desmenuzar mañana, cuando vea el hospital. Día Lunes 8 de Septiembre de 2014 ; Tras desayunar en casa del Dr Jerry, éste y su mujer Caroline, matrona (se conocieron en Italia) me llevan al Hope Parma Hospital (en Kumba-Kossala, PO Box 516, Kumba, South West Region, Cameroon, tel (237) 33600015 / 33 600048). El Hospital fue inagurado en 2006 con el patrocinio de una ONG italiana que Jerry creó durante su estancia en Italia, y que lo construyó pero luego, con su venida aquí, desapareció y ya no recibe más financiación para su funcionamiento. Foto 7. LLegamos a él a través de carreteras embarradas, pues solo está asfaltada la carretera principal y se sitúa a las afueras de la ciudad. El Hospital está ya en campo abierto, rodeado de bananeras. Tras bajar el jeep, primera sorpresa, Comité de Recepción con los 8 trabajadores más capacitados del total de 41 que trabajan en el Centro. El gerente, el Jefe de enfermería, Ndobe Manaseh, el enfermero que hace de anestesista y que controla todo el área quirúrgica, el Dr. Bryan Anog, cirujano recién acabado, un estudiante de medicina que está rotando aquí, el único celador-auxiliar-enfermero-hacelotodo de quirófano y dos más que no se quién son. Obsérvese en la foto el cartel (foto 7); jamás creo que se me hayan recibido así en ninguna parte, y eso que advertí que vengo a ver, escudriñar, plantear posibilidades de colaboración, y no a operar pacientes. Creo realmente que esto condiciona toda mi visita, porque he estrechado más manos que el Rey en la Pascua Militar, y todos me han dado las gracias por venir. Lógicamente, aquí les hacemos falta y por ellos no va a quedar. Luego entenderé sus planteamientos. La epidemia de ébola, no en Camerún pero sí en los países circundantes, al ser personal de riesgo por contactar con orina y sangre continuámente en nuestras cirugías, me ha generado un debate interno que jamás me había planteado, entre no venir o asumir los riesgos. Un debate que reconozco incómodo e introspectivo. Tus compromisos frente a tu futuro, tu salud. Por respeto a mi familia, a mis colegas de trabajo e incluso a mi país, asumir los riesgos me parecía temerario y peligroso, pues aquí no sabes a quién operas, aunque no hubiera podido operar a ningún paciente en el momento infectivo del ébola, que no deja de ser una infección viral hemorrágica y que por tanto es infectiva cuando el paciente está hecho un asco, febril o claramente enfermo. De momento he aprendido de ello a saber intuir una infección viral hemorrágica, a cómo protegerse de ellas, cómo se aislan, etc. Hacía tiempo, quizá desde 3º de Medicina con la odiosa microbiología, que no estudiaba esto. Me bajé archivos enteros de Internet al respecto, desde protocolos internacionales hasta cómo se esteriliza agua con lejía. Por lo tanto decidí no operar, y esquivar las preguntas, cariñosas pero desinformadas en la cola del comedor de mi hospital en Valencia donde los compañeros me preguntaban; ¿Supongo que no irás al país ese del ébola? o ¿no harás la gilipollez de ir a operar gente a la selva africana?. Las esquivaba, y las perdono. Pero me sentí mal cuando comuniqué al Dr. Jerry que finalmente no iba a operar a los 20 prostáticos que me había preparado, máxime cuando él y Bryan Anog y el resto de personal de este hospital siguen operando apendicitis, partos, hernias y todo lo que se tercie en este hospital. Mal quiere decir egoista, clasista e incluso racista. Volviendo al hospital, me lo esperaba y no me lo esperaba como es. Me explico. Esto está terriblemente sucio para nosotros y terriblemente limpio para ellos. Aquí se ve de todo, pediatría, partos, cirugía general y por supuesto medicina general. Tienen un programa de manejo de enfermos con SIDA con los retrovirales que aporta el gobierno y otro para evitar la transmisión materno-filial. Las salas de los enfermos son similares a las que en su día conocí en La Antígua (Guatemala); 6 u 8 camas juntas por sexos. También tienen enfermos aislados tras operaciones por infecciones. Me llama la atención que hay habitaciones "privadas", donde el acompañante tiene una cama y tienen baño propio, pues el resto es comunitario. Volvemos al sistema con el que en principio hay que convivir, aquí todo el mundo paga por su atención, tratamiento, cirugía o ingreso. En Camerún hay 3 tipos de hospitales: los estatales, los privados y los de misiones, regidos por órdenes religiosas. Como he dicho, en los 3 se paga, los dos últimos por definición y el primero porque el país es tan corrupto que al parecer la mayoría de la gente prefiere no ir a los hospitales públicos, porque el propio personal roba lo poco con el que el gobierno los dota y al paciente se lo venden a mayor precio en un sitio amañado para tal fin "si quiere ser operado o tratado", dado que el hospital no tiene dicho material. Me han llegado a comentar que en el top de la corrupción están los propios enfermeros a los que si no untas no te ponen la medicación. Sin palabras. Pese a tener 4 hijas, el Hospital de Kumba es el hijo al que más quiere el Dr. Jerry Etabong, dado que es su fundador, 50% del staff médico y a su vez su Director. Su mesa es digna de observar y no describir (ver foto 8). En ese despacho hemos tenido dos largas conversaciones en cómo estructurar una colaboración fructífera. Su principal problema hoy por hoy es que me jura y perjura que en su Hospital se atiende a todo el mundo que acude, y que luego Foto 8 muchos no pagan, por lo que tiene problemas para mantenerlo en funcionamiento (41 trabajadores, grupo electrógeno a fuel, luz etc...). El tema lo tiene parcialmente resuelto pues Caroline, su mujer y gestora de las cuentas, realiza trimestralmente un contaje de los impagados y lo envían a Italia, donde sus excompañeros y amigos organizan conciertos, cenas benéficas, etc. y cubren el agujero. Dado que la mujer me cuenta en una conversación independiente la misma historia, y tras ver la trinchera, me creo esa historia. La primera y más fácil forma de colaborar es enviándole dinero, como los italianos. La segunda en dicha escala, enviándoles material. Sin embargo, la que acordamos más interesante por ambas partes es enseñándoles cirugía abierta urológica, básicamente adenomectomías, pues es una patología la hipertrofia benigna de próstata que abordan hasta el sondaje o la suprapubica, pero luego el paciente cae en un magma de difícil resolución, dado que los pocos especialistas del país, unos 20 ó 30 para 22 millones de habitantes (censo no fiable reconocido por ellos mismos) están lejos y les cobran mucho. Por lo tanto dedico toda la mañana a revisar el material que tienen en quirófano, a explicar el material que les traigo, a protocolizar la adenomectomía retropúbica (Millin) y a listar las cosas imprescindibles para su realización. También explico la selección de pacientes, la necesidad de descartar patología uretral, la propia técnica se la dibujo al joven cirujano Bryan Anog, al que insto a empollarse en mejores fuentes la misma. El objetivo queda fijado en que si pudiéramos generar un grupo de un par de urólogos y un par de enfermeras y agrupar 15 ó 20 adenomectomías en una semana, pienso que pueden aprender la técnica, teniendo en cuenta que entre ambos operan cualquier cosa de la cavidad abdominal. Les explico que la resección transuretral de próstata sí que no puede enseñarse en una semana y lo entienden. Me sorprende mucho la figura del enfermero-anestesista, Ndobe Manaseh, un tipo super espabilado que además de hacer lo que hacen mis anestesistas en Valencia, controla todo el material de quirófano, sondas, antibióticos etc. Cruzamos emails. Foto 9; Pienso que el objetivo es sencillo, pero práctico, abriendo la oportunidad a mucha gente para operarse en este país. No deseo ir más allá, Jerry Etabong se refiere continuamente a que "Lord will dispose", y a lo mejor tiene razón para el futuro, donde hacer más cosas sería posible. Les planteo promover la vasectomía, culturalmente no aceptada; no se si les he convencido de ello. Me preguntan por el screening de cáncer de próstata; no hay infraestructura de biopsias, estadiaje y tratamiento ni una expectativa de vida que lo justifique, y tan solo les explico que realicen en tacto rectal para descartar cáncer localmente avanzados que complicaran la adenomectomía. Creo que no recomendarles el PSA les ha contrariado. Les comento que sí deberíamos aportar o ellos conseguir (quimera) un cistoscopio y un uretrotomo con fuente de luz fría, para tener alternativas a un problema de sondaje o a estenosis uretrales cortas. El resector fijo lo tenemos que traer y solo usar nosotros. A la tarde le pido a Caroline que me lleve al mercado local a hacer unas compras de regalos. Quien haya estado en un mercado africano, guatemalteco o árabe ya conoce la experiencia de sentirse con un miedo infundado a que le tanguen a uno, se pierda o lo atraquen, pero la verdad es que he estado en muchos similares y nunca me ha pasado nada de eso. Creo que me atracan de una forma más descarada en el Club del Gourmet del Corte Inglés y nadie deja por ello de ir. De todas formas, con ella las compras se me facilitan mucho y con unos 25 euros tengo todos los regalos que voy a llevar. Luego me recoge Jerry al que pido que me lleve a ver los hoteles de Kumba, y veo un par con bungalows que son aptos para traer europeos; de los otros dos mejor no hablar. Al anochecer vienen de nuevo Father Emmanuelle con su cuñada Rachel desde Duala, y nos tomamos junto con Jerry y un farmacéutico amigo una cerveza camerunesa (33 se llama) en un bar con balcón asomado al caos de la carretera principal. Con estos contertulios ilustrados en este lugar me siento como Juvenal Urbino en 100 años de soledad, con conversaciones probablemente muy distantes a lo todo lo que se mueve frente a nosotros. Entre el espectáculo de gente arriba y abajo, millones de motos atiborradas de gente (es el medio de transporte público que tienen en vez de taxis) que lleva desde microondas a cerdos, me sorprende que veo pasar de forma regular preadolescentes perfectamente uniformados con un colchón enrollado bajo el brazo o en sus cabezas, además de libros y maleta, buscando al moto-taxi de turno. Esto ya se me escapa y el Father me explica que se van al internado pues mañana empiezan el colegio y claro, se llevan el colchón. Antes de ir a cenar Father me lleva a su casa original, humilde no, lo siguiente. En ella viven hacinadas unas 8 ó 10 mujeres de todas las edades, una recién parida con un bebé de 3 semanas, todas ellas con algún vínculo familiar que no llego a entender por lo enrevesado. La más lista de todas esas mujeres se llama Angela, esbelta y guapa, muy tímida. El Father me explica más tarde que Angela es su ahijada porque se le puso el nombre de la madre del Father, ello crea un vínculo familiar en la familia africana mucho más importante que el nuestro, hasta el punto que ahora vive con su familia y el Father me ha pedido ayuda a mí en particular para cubrir dos de los tres años para estudiar enfermería, pues él solo puede pagarle uno. En total unos 1600 euros en 3 años, a los que cómo no, me comprometo a colaborar. Esa propuesta me la hace el último día de mi viaje, no hoy. Volviendo a la casa de la familia del Fahter, os quisiera presentar la alegría de África, una niña de 3 años, de esas que mi mujer robaría, con una alegría y orgullo que me achica el corazón; me enseña toda la casa, donde si hay que resaltar algo son las dos macrotumbas de los padres del Father situadas en medio del patio, de las que me había enseñado fotos echándoles tierra el día que murió su madre. Lógicamente se gana el Kit-Kat que me había comprado de resopón. Lástima que la cámara se ha quedado sin batería, porque sin duda la niña, de la que no puedo acordarme el nombre y el Father no sabe (?¿!?!) sería un reclamo para traer aquí a mi mujer. Cenamos en casa de Jerry y Caroline, donde estoy alojado, de nuevo un mix italo-camerunés con rissoto a la milanea y tilapia de río, a cuál más sabroso. !Viva la mezcla de culturas! Tras la cena me vuelvo a embadurnar de Relec ante la propuesta de charlar nuevamente a la fresca, un poco avergonzado porque ellos no lo hacen. En dos días he aprendido sucintamente que la malaria se cura, recae, se trata, luego vuelve pero menos, nunca te inmunizas, en fin, que convive con ellos, pero que no les obsesiona como a nosotros. Repasamos el día y finalmente llegamos al "acuerdo" de intentar el objetivo de enseñarles a operar próstatas abiertas e intentar hacer nosotros por endoscopia las que estén indicadas, y ante su oferta derivada de mis perjuicios a que la gente de aquí pagara algo por nuestras cirugías, me ofertan como solución, derivada de la misma mentalidad mixta que tienen europeo-camerunesa, la posibilidad de que si yo consiguiera fondos podría cubrir los costes hospitalarios de las cirugías que pudiésemos hacer, o por lo menos parte de ellos, repercutiéndo el resto a los pacientes que operáramos que sí pudiesen afrontar dichos gastos en beneficio de los que, de otra forma, engrosarían la lista que trimestralmente envían a Italia para subsistir. Sugerente idea a masticar. Me despido de ellos, pues el Father me recoge a las 6am. Foto 9. Caroline en la farmacia del Hospital, que también controla ella Día Martes 9 de Septiembre de 2014 ; He quedado con Father y el chófer a las 6.00 am, pero a las 7.30 ha llamado que está en el taller con el coche. Este tiempo de espera desvelado, oyendo los ruidos del despertar de Kumba, me hace pensar que allá donde he ido con el Father, siempre hemos llegado una hora tarde como mínimo. Aquí todo se relativiza mucho y lo de los horarios es diferente. Aquí no hay prisa, e incluso yo, que estructuro mi vida habitualmente por horas y aprovecho para hacer algo cuando tengo diez minutos libres, me resigno y adapto (otra vez la capacidad de adaptación como gran virtud, aunque en determinadas situaciones también puede ser muy negativa, pero no aquí en África). Mientras espero charlo con Francis, un chaval atlético que es enfermero y además vive en la casa del Doctor Jerry como encargado de todo. Nos ha conducido, servido la mesa, nos ha echado agua tras comer la tilapia con las manos, eso sí, él también en la mesa, le he visto con pacientes en el hospital, no me deja levantar una maleta del suelo, y está a disposición de cualquier cosa que le pida. Me ha explicado que esto es así porque Jerry es su benefactor, palabra que se dice igual en inglés que en español, dado que le ha pagado su formación como enfermero. Lo que no sé hasta cuándo sigue ese vínculo. Finalmente aparece el Father con otro chófer al del día de Tribi (se lo agradezco) con el mismo 4x4. Esta vez se trata de James, fenotipo Myke Tyson, al que he de agradecer seguir vivo porque conduciendo a lo camerunés, la realidad es que no hemos tenido ningún percance. James es un buen ejemplo de economía de supervivencia, unos 30 años, 3 hijos, trabaja haciendo ataúdes en un negocio de su tío y hace de chófer de la familia cuando se le requiere. Habla el "pigEnglish", en términos más académicos el inglés roto o "broken English", una mezcla de inglés, francés y dialectos locales que hacen que el inglés sea ininteligible. Esta jerga es la que habla la gente del pueblo y por tanto ante un inglés de Oxford puedes inducir que esa persona tiene estudios o está por el motivo que sea más cultivada. Porque el viaje hasta el Hospital de Shisong, en Kumbo, que el Father me había advertido que sería pesado, de unas 6-7 horas, dura casi 14 horas-unos 300 Km aproximadamente. Por resumir el cuento, hemos atravesado cientos de pueblos y muchas ciudades con sus respectivos mercados abarrotados de gente y animales (foto 10) en donde es difícil hasta andar. Foto 10 (la cámara ha cambiado la fecha no sé por qué): Nos ha parado la policía en 3 ó 4 ocasiones; pero existe una ley en Camerún que si eres cura, médico o abogado no te pueden parar, no entiendo por qué el último supuesto. Nos han parado dos veces las "Brigadas" para la seguridad en las carreteras. En la primera parada nos han multado por llevar el extintor caducado, maletas a mi lado en el asiento de atrás y no llevar yo el cinturón al no poder atarlo por las maletas. Multa de 38 euros al cambio, una fortuna aquí, que el Father hubiera podido evitar si hubiera aceptado la amable oferta de meterle al personaje unos 15 euros en su bolsillo y a correr. Cosa que ha podido negociar 50 Km más adelante cuando una segunda patrulla de la impresentable Brigada nos ha vuelto a parar, aceptando el relleno del bolsillo con unos 2 euros para poder seguir al mostrarle la factura de la patrulla previa. Para cagarse. Lo peor de un viaje al fin del mundo es además que en este país no hay señales, por lo que al final te entregas a tu destino y te dejas llevar. Pero ciertamente que tras muchas horas dando saltos en unos baches inhumanos, carreteras de tierra, grava y asfalto, éstas últimas las peores, lluvia tropical, niebla londinense, montañas, precipicios, tus costillas contusionadas por las maletas convertidas en proyectiles y todo ello regado con interminables canciones de curas en inglés y francés que sorprendentemente James tararea en pigEnglish, han hecho de este viaje lo peor del viaje. He tenido mucho tiempo donde lo físico me ha podido a lo mental y me he insultado a mi mismo por dejarme engañar tan fácilmente. La puntilla ha sido cuando nos hemos desviado a una ciudad, Bafussam, porque el Father le había traído unos pescados en hielo a un amigo suyo. Eso nos ha hecho perder una hora y media y me ha permitido descubrir el penetrante olor que me martilleaba el cerebro dentro del jeep, que me ha alegrado comprobar que no era James. Pero el Father está emperrado en que conozca el Hospital de Shisong por varios motivos. Lo llevan unas monjas amigas de él, es de lo mejor a nivel hospitalario del país y en él están las causas de toda esta historia. Me explico. En este hospital tiene urólogo en plantilla. A resultas de lo que le hizo este "colega", el Father decidió sabiamente venirse a España y por ello me he chupado este infernal viaje que no le deseo ni a los del Barca. Día Miércoles 10 de Septiembre de 2014 ; Prácticamente no he visto el sol desde que llegué porque estamos en temporada de lluvias. Ello hace que las noches son muy negras al estar nublado, además de por las pocas luces que hay. En cualquier caso, aunque hubiera estado iluminado, lo que deseaba era meterme en una cama que no se saltara, frenara o esquivara baches igual que personas o motos. Por ello no valoré el dulce y acogedor recibimiento que nos brindaron las monjas de Shisong. Pero hoy me he dado cuenta al levantarme que he dormido sin mosquitera y cubierto con mantas, que la habitación está inmaculada y que !tengo agua caliente en la ducha!. Tras lo de ayer, me he ganado el cielo, pues eso es lo que pienso cuando me despiertan los cánticos de las monjas a las 6:30h am. Porque el premio es el Hospital de Shisong, un oasis en este país de caos, suciedad y anarquía, en donde si tuviera que resumir mi corta visita al mismo lo haría recomendándolo a cualquier colega médico al jubilarse si quiere ayudar en el tercer mundo de forma útil, segura y provechosa. Supongo que habrá más hospitales así en el tercer mundo, pero no tantos. Me recuerda un poco al Hospital del Hermano Pedro en Guatemala, donde he ido dos veranos a operar, pero la gran diferencia en éste es que aquí lo que más quieren de ti es que les enseñes, que les ayudes a progresar, que sumes a esta gran infraestructura sanitaria para donde estamos, sin duda de lo mejor del país. Fotos 11 y 12 (vistas exteriores Hospital Shishong): El St. Elisabeth´s Catholic General Hospital (PO Box 8, Kumbo, North West Region, Cameroon; tel (237) 22659959, www.shisonghospital.org) está en las montañas entre Camerún y Nigeria, cuya frontera está a unas 4h de coche. Está muy alto, rodeado de unas montañas repletas de vegetación tropical, pero no me han sabido decir a cuantos metros. No hay mosquitos y se agradece ir con chaqueta, lo que no me esperaba en el Trópico. Se fundó en 1935 por las Hermanas de San Francisco y actualmente lo controlan unas 30 de ellas, alguna blanca. Es un hospital de misiones, es decir, la gente paga igual, pero la Superiora, la hermana Rufina, me detalla y muestra, curiosamente igual que Jerry Etabong, la cantidad de impagados por gente que se trata y luego no paga e incluso se escapa para no hacerlo, de lo que deduzco que este es un mal generalizado, derivado de la corrupción de los hospitales públicos y lógicamente de la pobreza de la gente. Lo primero que salta a la vista es la limpieza y el orden, totalmente europeos. El Hospital cuenta con 9 médicos generales, un pediatra, dos ginecólogos, un cirujano general y el urólogo que trató al Father. Además cuenta con el Centro Cardíaco, un satélite espectacular que funciona dentro del recinto hospitalario, dependiente de donaciones de varias ONG europeas. Es único en el país, se hacen desde electrocardiogramas (un lujo en Camerún), hasta cirugía cardíaca infantil o de adulto, pasando por cateterismos, implantación de marcapasos etc. Me lo muestra la Hermana Jethro Nkenglefac, probablemente una de las personas más interesantes que he conocido en el país. Mide 1.50mts pero rige este centro con una mezcla de alegría, orgullo y responsabilidad que hace que te contagies. Además me resuelve todas las dudas sobre la seguridad legal de los médicos extranjeros que acuden a su centro como colaboradores, que me sugiere extensible al resto del país, aunque en otros sitios es un tema que se deberá dejar mejor plasmado. Se les pide un curriculum, la acreditación como especialista etc, pero me comenta que la sola recomendación de alguien de fiar, como el Father en mi caso, me abre todas las posibilidades sin ningún tipo de legalidad. La Hermana sabe pinchar en la fibra, y si hubiera estado más tiempo con ella, me veo en Shisong todos los veranos. Foto 13; cartel en el Centro Cardiológico de Shishong Pero ese sistema de acreditación puede que tenga agujeros. Ella es la que me confirma la rareza del urólogo que tienen en el Hospital, de la que ya me habían advertido la Superiora, la Hermana Ebama Ruphina y el propio Father, al que inicialmente no hice mucho caso por si no era objetivo en su juicio, al haber sido uno de sus sufridores. El personaje es un ¿urólogo? ucraniano de unos 60 largos, que lleva en Shisong 15 años trabajando con su mujer, que es la pediatra. Me comentan que es celoso de su actividad y que reniega de los visitantes. Tras mis intencionadas averiguaciones, debe tratarse de un cirujano reconvertido a urólogo o un urólogo de la antígua, muy antígua escuela, pues no solo no hace laparoscopia, sino que reniega de la endoscopia urológica, siendo estas dos últimas modalidades el 80% de la actividad quirúrgica en urología actualmente. Hasta ahí podría no reprocharle nada, e incluso lo he justificado ante la elegante y matizada queja de las monjas, pero tras mi visita al hospital me he dado cuenta que es la única persona que ni se ha levantado de la silla ni me ha tendido la mano, por lo que sí que debe ser rarito el ucraniano. El remate a mi juicio se consolida cuando la Hermana Jethro me comenta que están preocupadas pues no enseña a nadie y se jubila en unos dos años, y creo que eso sí que es imperdonable en un país donde la docencia se necesita más que comer. Me quedo pues con las ganas de comentar con él, de buen rollo, qué le hizo al Father, puesto que por falta de informes no pude reconstruir su historia médica cuando lo conocí. Completo una visita de unas tres horas por todo el hospital de la mano de la Hermana Ruphina, presentándome a varios médicos, todos ellos gentiles, amables y agradeciéndome mi visita. Sorprende la Unidad de pacientes con SIDA, epidemia en el país, perfectamente controlada para el control de los antiretrovirales. Conozco a un ginecólogo joven de plantilla, el Dr. Faustin, al que hábilmente pongo en el brete ante la Hermana Ruphina de invitar a Valencia un par de meses para aprender laparoscopia pasando por pelvic-trainers, cirugía animal y luego asistirme a mí o a ginecólogos amigos. Sin pensarlo mucho, me ofrezco a facilitarlo, en mi juicio profesional sé que es la forma más práctica de ayudar a Shisong, pues ya tienen un pseudourólogo que "opera y quita sondas", lo que no hay en los otros hospitales que he conocido. En éste lo que quieren es aprender nuevas técnicas, mejorar, en una palabra, progresar. Luego en un futuro, el "Lord" dirá. Los ojos de Faustin se ingurgitan con la propuesta y la presencia de la Superiora, ahí queda mi oferta, ya veremos. Lógicamente antes Faustin me había preparado el terreno comentándome que él ha visto operar un útero en una pantalla y que él quiere hacer eso. Fotos 14 y 15; el Ginecólogo Faustin en la sala de Ginecología y con la Hermana Ruphina en quirófano El hospital también tiene UCI, incubadoras para prematuros, Escuela de Enfermería, residencia para médicos, orfanato, capilla, talleres propios, generadores de luz, una cantina limpia, capilla, vigilancia continua y unos jardines donde los pacientes que pueden pasean al aire libre, todo ello en quietud y orden que insisto, te seducen en este país. Es curioso como a todas las pacientes que he pedido permiso para fotografía a ellas o a sus hijos me han dejado, pero a los dos únicos pacientes operados con sonda a los que intentado fotografiar, no me han dejado y he notado en ellos rabia contra mí. No sé si es la testosterona o la influencia del urólogo. Fotos 15-18; pacientes en el Hospital de Shishong Otra anécdota buena ha sido cuando el Fahter me ha hecho la foto que muestro más abajo con 3 hermanas y me ha dicho literalmente: "Pepe, you give colour to this picture" (foto 19). Es un cachondo. Finalmente nos hemos despedido de las monjas y a las 11h salimos hacia Duala, unas diez horitas de nada, pero curiosamente se me hacen más cortas y llevaderas, pese a tener que parar a reparar con silicona una perforación de radiador en uno de esos talleres cameruneses frente a los que una chatarrería española parecería el Corte Inglés. Volvemos a los baches, la lluvia y a esquivar motos y personas como bolos, pero hoy llevo en el zurrón la satisfacción de haber completado todo el espectro sanitario de este país. Foto 20; perforación de radiador (y paisajes mientra se enfría) Durante el viaje de vuelta pregunto al Father por qué hay tantas casas, muchas veces grandes y buenas construcciones, sin acabar. Y me da tres razones a cual más curiosa. La primera es la forma de "banking" que se estila en Camerún. En vez de nuestras hipotecas, entre amigos o familiares se prestan una misma cantidad de forma periódica, de tal forma que cuando te toca recibir a ti construyes el primer piso, y lo que falta cuando te vuelva a tocar. La segunda es que gente adinerada en Yaoundé o Duala se construye segundas residencias sin prisa, para cuando se retiren. Y al hilo de ésta, la tercera, la costumbre de enterrarse en sus propias casas, lo que permite a la gente más tradicional, proveniente de la tribu Bamilakeke, la más extendida en la parte anglófona de Camerún, poder desenterrar los muertos a los 3 o 4 años y quedarse con el cráneo, lo que al parecer aún sigue haciendo alguna familia. Día Jueves 11 de Septiembre de 2014 ; En mi último día en Camerún, he decidido volver con las Siervas de Jesús al Hospital en los suburbios de Duala. Creo que es donde más he palpado la realidad sanitaria del país. Quizá el hablar con la hermana burgalesa en español me da ese plus de entendimiento que siempre nos ofrece nuestra lengua materna. Mientras desembalo la maleta que les he traído con material urológico, le voy comentando a ella y a la hermana filipina que ha venido a por mí mi periplo camerunés, mis ideas y mis planes. Foto 21; explicando el material que les llevé, al que me ayudaron a clasificar y empaquetar mis hijos y Gema, una vecina de su edad Maria Jesús me vuelve a ratificar la importancia de la docencia aquí. Sin embargo, pese a aplaudir la potencial propuesta mía de volver aquí para concretar un periodo de docencia inicial de la adenomectomía retropúbica y si pudiéramos a hacer nosotros resección transuretral de próstata, no coincide con mi filantrópica idea de asumir los costes hospitalarios de los pacientes a los que pudiéramos operar, dado que es de la opinión que los cameruneses pueden pagar algo siempre, y que racanean, cuando a nuestra medicina que ellos llaman moderna acuden tras haberse gastado mucho dinero en la medicina tradicional y seguir enfermos. Me cuenta casos dramáticos de niños que llegan intoxicados por algún potingue de la medicina tradicional que incluso han llegado a morirse cuando los reciben. En esta segunda visita al Hospital Católico Saint Albert Legrand de Bonaberi las Hermanas me presentan a Nelson Ayuk, un cirujano que acabó hace un año, formado en Italia, con el que estoy hablando unas tres horas en las que hablamos del proyecto y de mil cosas, pues me fríe a preguntas sobre urología. En este tiempo me confirma al final de mi visita que ha aprendido más urología que en su rotación en su residencia. Ayuk me da una información más detallada de la situación de la urología en el país, que me confirma que tiene unos 22 millones de habitantes, pues el censo no es muy fiable. Trabajan en Camerún de 20 a 30 urólogos, casi todos formados en el extranjero, solo dos hacen resección trans uretral y uno acaba de empezar a hacer laparoscopia. Está asumido que los cirujanos hacen adenomectomías transvesicales, y absolutamente en todos los casos se procede previamente a un programa de autotransfusión sanguínea pues el 100% de las adenomectomías se transfunden (la tasa de transfusión de una adenomectomía retropúbica debe estar en torno al 15-20% en Europa). Los precios de los especialistas son elevadísimos para el país, pero lo peor aún es que los pacientes tampoco pueden asumir el tratamiento médico de la hipertrofia benigna de próstata, unos 38 euros al mes. Entre los hospitales católicos de la región se han puesto de acuerdo en que las tarifas de los médicos sean 230 euros por una adenomectomía y de una RTU de próstata unos 600 euros. También me sorprende que no sea en casi ningún hospital hacer cistoscopia de forma rutinaria y que los médicos se tengan que jubilar a los 55 años en la pública, yéndose la mayoría a los hospitales de misiones. Foto 22. con la Hermana Maria Jesús y Nelson Ayuk Por la tarde me devuelven al Colegio Libermann. Previamente le había comentado al Father lo horrible y sucia que me parecía Duala, supongo buen ejemplo de esas ciudades portuarias del tercer mundo donde se juntan la economía de supervivencia con la macroeconomía y los negocios internacionales, con el resultado de una ciudad caótica, hiperpoblada, mugrienta y con la miseria como fachada. Al Father creo que no le cayeron bien estos razonamientos como buen camerunés, que ve Duala como un signo de progreso por lo que él ha vivido en este país. Por ello me lleva al Mercado de Arte, que siendo mugriento tiene cosas bonitas, y a un supermecado para europeos, en donde hasta tienen jamón ibérico. De vuelta al colegio, empiezo a empaquetar, ducha y despedidas. En la del Father he visto sinceramente un sentimiento de gratitud, generándose un sentimiento de estímulo bidireccional entre ambos para por lo menos poder intentar cumplir los planes que le he propuesto tras mi maratón por Camerún. Este país, como todo el Tercer Mundo, se quiere dejar ayudar, hacerlo ha de matizarse desde la humildad de que es tu grano de arena, sin pretensiones irrealizables. Reconozco que el mayor beneficio se lo lleva uno mismo ante el trabajo sin ánimo de dinero o mérito detrás, una especie de egoísmo filantrópico que cuando pruebas, sueles repetir. Día Viernes 12 de Septiembre de 2014 ; Para casa. Mi avión sale a las 3:50 am. Estoy medio muerto. Creo que me llevo la información necesaria para poder proponer a distintos colegas, médicos y enfermeras, crear un grupo de amigos y poder venir a hacer un programa docente de adenomectomía retropúbica, trayéndonos el resector para hacer nosotros las resecciones transuretrales de próstata que estén indicadas. Es un proyecto del que se beneficiarán principalmente los pacientes cameruneses, luego los médicos a los que podamos enseñar, los hospitales locales por la publicidad que les dará y finalmente nosotros por la experiencia de por lo menos haberlo intentado. Necesitaremos apoyos anímicos y dinero para ello, pero estoy seguro que la predisposición a hacerlo superará cualquier obstáculo, y habrá muchos. Ojalá el programa docente cuaje y dentro de unos años pudiéramos llevarlo a otros sitios. Cierro en el avión de Casablanca a Valencia. Gracias por haber leído ésto. Un abrazo Pepe Rubio