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Fracturas femorales periprotésicas. Dres. Roberto Olivetto1; Gregorio Roitman2 1 Sanatorio Americano 2 Sanatorio Parque gregory@citynet.net.ar Resumen Introducción: Las fracturas periprotésicas presentan una creciente incidencia en las últimas décadas, siendo su resolución un difícil desafío aún para los ortopedistas más avezados. La clasificación de Vancouver ha contribuido en gran medida a su mejor caracterización y orientación terapéutica. El objetivo de este trabajo es hacer una revisión de los últimos avances en el tema y presentar nuestra experiencia en el tratamiento de las mismas. Material y métodos: Se describen las características de una muestra de 37 pacientes con fracturas periprotésicas femorales asistidas en dos instituciones, desde marzo de 1995 hasta marzo de 2004, tipificados según la clasificación de Vancouver. Resultados: La edad promedio fue de 74.5 años con un rango de 87 a 23 años. Hubo predominio de sexo femenino (72.97 %). 5 casos correspondieron al tipo A de la clasificación, 27 casos al tipo B y 5 al tipo C. Se realizó tratamiento quirúrgico en 36. El tiempo promedio total de internación fue de 12 días, con un rango de 9 a 34. El tiempo promedio de consolidación en las de tipo B y C fue de 4 meses.(rango 3 a 6 meses).4 pacientes presentaron complicaciones. La resolución fue evaluada como excelente en 9 casos (25 %), buena en 22 casos (61.12%) y mala en 5 casos (13.88 %).Conclusiones: Una exhaustiva evaluación individual basada en la clasificación de Vancouver, la edad y los requerimientos funcionales del paciente constituyen los parámetros más importantes para el éxito terapéutico. Abstract Introduction: There has been an increasing incidence of periprosthetic fractures in the last 2 decades, representing a hard challenge even to the best trained orthopedic surgeons. The Vancouver classification has contributed to a great extent to its better characterization and therapeutic guidance. The aims of this study are to review the last advances, and present our experience for the treatment of these fractures. Population: We evaluated 37 patients assisted in 2 different Institutions from March 1995 to March 2004, based on the Vancouver classification. Results: The average age was 74.5 (range 87-23 years old). There was predominance of females (72.97%). Five cases belong to Type A of the Vancouver classification, 27 to Type B and 5 to Type C. Thirty six patients afforded surgical treatment. The average hospitalization time was 12 days (range 9-34 days). The consolidation rate in type B and C fractures was 4 months (Range 3-6 months). Four patients underwent complications. Nine cases were evaluated as excellent (25%), 22 as good (61.12%) and 5 as bad (13.88%). Conclusions: A detailed individual evaluation based on the Vancouver classification, age and functional requirements are the most important parameters for the successful outcome. Key words: periprosthetic fractures - vancouver classification - surgical treatment. Palabras clave: fracturas periprotésicas - clasificación de Vancouver - tratamiento quirúrgico Introducción Las fracturas periprotésicas femorales se han incrementado considerablemente en las dos últimas décadas. El motivo fundamental para dicho incremento es el aumento de la población en riesgo, entiéndase por esto, los pacientes jóvenes expuestos a traumas de alta energía, pacientes obesos, ancianos con deficiencias óseas y sin controles periódicos estrictos (32), así como el gran número de revisiones que se realizan en nuestros días. Distintas publicaciones expresan una prevalencia global de entre el 0.1 y el 2.1%. El tiempo desde la artroplastia hasta la fractura oscila entre 6 meses y 10 años en estas publicaciones (9). Toda vez que debemos asistir a un paciente con fractura periprotésica, nos enfrentamos a una doble problemática: la estabilidad protésica por un lado y la fractura femoral por el otro (24). Estas fracturas deben tratarse de acuerdo a sus características individuales, el 164 estado del implante, las condiciones médicas asociadas, y el nivel de actividad física del paciente. Las opciones de tratamiento incluyen el uso de tracción, yesos, ortesis; reducción abierta y fijación interna; numerosos procedimientos de revisión incluyendo la inserción de un componente femoral de tallo largo para estabilizar la fractura reforzado con lazadas de alambre o cables; y el uso de injertos óseos autólogos o aloinjertos. El objetivo de éste trabajo es mostrar la experiencia acumulada en el tratamiento de éstas lesiones, utilizando para tipificarlas, la clasificación de Vancouver (9,14,24). Material y Métodos Se presenta la experiencia en el tratamiento de 37 fracturas periprotésicas femorales controladas por 2 operadores distintos en sus respectivos servicios desde Marzo de 1995 hasta el mismo mes de 2004 (Anexo I). ANUARIO FUNDACIÓN Dr. J. R. VILLAVICENCIO | 2004 | Nº XII | 164 - 169 1982 FUNDACION Dr. J.R. Villavicencio En 3 pacientes se produjeron fracturas intraoperatorias, siendo las 34 restantes alejadas del acto quirúrgico. El paciente de mayor edad tenía 87 años y el menor 23, con un promedio de 74.5 años. 27 fueron mujeres (72.97 %) y 10 hombres (27.03 %. El lado derecho estuvo comprometido en 20 casos(54.05 %) y el izquierdo en 17 (45.95 %) (Figura 1). Las tipificamos según la clasificación de Vancouver en tipo A, tipo B y tipo C: Tipo A 5 casos, Tipo B 27 casos 12 casos B1 14 casos B2 1 caso B3 5 casos Tipo C 4 Ag (10.81 %) 1 Al (2.7 %) (72.97 %) (32.43 %) (37.83 %) (2.7 %) (13.52 %) (Figura 2) Realizamos tratamiento quirúrgico en 36 de los 37 pacientes evaluados. Los tratamientos llevados a cabo fueron: Fracturas tipo A: 5 casos, 4 osteosíntesis con alambres y un cable system. Fracturas tipo B: 25 casos. De las 12 tipo B1 se operaron 11, uno fue tratado en forma incruenta. Las cirugías realizadas fueron, 3 osteosíntesis con placas y tornillos, 2 con alambres solos, 2 con placas y alambres, 2 con placa cable, 1 con vástago no cementado sólo. (intraoperatoria no detectada) y 1 con una placa de Meneen. Los pacientes fueron seguidos con controles clínicos y radiográficos en forma mensual, hasta lograr la consolidación de la fractura. El tiempo promedio de consolidación en las de tipo B y C fue de 4 meses. (Mínimo 3 y máximo 6 meses). El tiempo desde colocada la prótesis hasta la ocurrencia de la fractura periprotésica fue de 15 días el menor a12 años el mayor, con un promedio de 6.4 años. El tiempo de seguimiento fue de 9 años, el mayor y de 7 meses el menor, con un promedio de 4.7 años. Complicaciones Las complicaciones que tuvimos en nuestra serie fueron: 2 infecciones profundas, una de ellas presentó además luxación protésica y dehiscencia de la herida Un paciente tuvo una nueva fractura distal al tallo (tipo C) (26). Una paciente tratada con una placa Mennen tuvo un desplazamiento e inestabilidad significativos. Todos éstos casos fueron considerados malos resultados. Un paciente tuvo un hundimiento moderado del tallo femoral y signos de osteolisis en las lazadas de alambre. No se produjo ninguna seudoartrosis, a excepción de un caso en fractura de tipo Ag. No se produjeron casos de trombosis venosa profunda ni de tromboembolismo pulmonar. Resultados Los 14 pacientes del tipo B2 fueron tratados con: 12 con prótesis de revisión de tallo largo cementado más lazadas de alambres e injertos óseos autólogos rodeando el foco de fractura, 1 con tallo largo más una placa con alambres e injerto óseo y 1 con un vástago no cementado de Wagner, una placa con alambres e injerto óseo autólogo. Definimos el resultado como excelente, cuando tenemos una prótesis estable con una fractura consolidada anatómicamente. El resultado será bueno, si tenemos una prótesis estable con algún grado de hundimiento y una fractura consolidada con deformidad leve o moderada. El único caso tipo B3 fue tratado con una prótesis de revisión larga premoldeada cementada, con abundante injerto óseo fijado con lazadas de alambre. Finalmente, el resultado será malo, si tenemos un vástago aflojado, pseudoartrosis, infección profunda, una nueva fractura o deformidad severa. Los 5 casos del tipo C se resolvieron con: 2 con RAFI utilizando placas y tornillos, 2 con placas y cables y 1 con clavo supracondilar retrógrado. Según ésta categorización y teniendo en cuenta los casos que presentaron complicaciones, nuestros resultados fueron: Excelente 9 casos (25 %) Bueno 22 casos (61.12 %) Malos 5 casos (13.88 %) (Figura 3) El tiempo promedio desde la internación hasta la cirugía fue de 6 días. El tiempo promedio total de internación fue de 12 días, con un mínimo de 9 y un máximo de 34. Discusión La pérdida sanguínea promedio en las cirugías del tipo B fue de 1050 cc, ésta ascendió a 1400 cc cuando se tomó injerto de cresta iliaca homolateral. La duración promedio de las intervenciones fue de 145 minutos. Se tomaron muestras para cultivo y anatomía patológica al realizar la cirugía. Un solo caso tuvo un resultado positivo para Enterococo. (Gustilo tipo1). Las fracturas periprotésicas tienen su origen en diversas situaciones: la mayor cantidad de pacientes jóvenes sometidos a reemplazos articulares, que están más expuestos a sufrir traumas de alta energía, los pacientes obesos y muy activos, y fundamentalmente ancianos con prótesis flojas y gran producción de debris que no concurren a la consulta, o bien se resisten a la indicación de una revisión protésica indicada ANUARIO FUNDACIÓN Dr. J. R. VILLAVICENCIO | 2004 | Nº XII | 164 - 169 165 Fracturas femorales periprotésicas. oportunamente y terminan con la fractura (mayoría de los casos) (20, 32) Mucha de la responsabilidad para la génesis de éstas fracturas deriva de la deficiente calidad ósea. La misma puede ser inadecuada por: osteopenia severa, osteolisis o fractura conminuta (32). El aumento del número de revisiones protésicas y la utilización de vástagos no cementados, ha generado otra fuente de fracturas, en éste caso intraoperatorias. Tan importante es su frecuencia, que Masri y Duncan (24) han publicado en Marzo de éste año una ampliación de su clasificación de 1995, dedicada exclusivamente a las fracturas intraoperatorias. Los momentos en los cuales se pueden producir son varios: al luxar la prótesis, al extraerla, al retirar el cemento, al fresar el canal para implantar un nuevo tallo y finalmente al impactar un tallo no cementado de revisión (7). Durante los 80, comenzaron a aparecer diversas clasificaciones de las fracturas periprotésicas, entre las más difundidas, la de Johansson (18) (1981), aunque también se utilizaban las de Stuchin (40), Mallory (23), Schwartz (37), Bethea (4), Cooke y Neumann (8), Roffman y Mendes (35). En 1995 se publica la clasificación de Vancouver por Duncan y Masri, que es ampliamente aceptada en nuestros días ya que contempla factores como: la localización de la fractura, la estabilidad de la prótesis y la calidad del hueso del paciente y permite generar un algoritmo de tratamiento ( 9). Con un número importante de pacientes con prótesis flojas y hueso de pobre calidad, está contraindicado el tratamiento incruento, siendo necesaria la resolución quirúrgica. Figura 1 Figura 4: Pre y postoperatorio de lesión B2 Figura 2 Figura 3 166 Figura 5: Pre y postoperatorio de lesión B3 ANUARIO FUNDACIÓN Dr. J. R. VILLAVICENCIO | 2004 | Nº XII | 164 - 169 1982 FUNDACION Dr. J.R. Villavicencio Las fracturas tipo A pueden ser tratadas en forma conservadora o quirúrgica, según los síntomas y la magnitud del desplazamiento. Las de tipo B1 casi siempre son quirúrgicas con RAFI o injertos bicorticales apoyados. Las tipo B2 requieren de un recambio con una prótesis de tallo largo, más lazadas e injertos. Las tipo B3 son las más difíciles de resolver y requieren de complejas reconstrucciones. Las tipo C se tratan ignorando la presencia de la prótesis con RAFI y últimamente con clavos endomedulares retrógrados. Siempre es preferible la prevención de una fractura periprotésica a incluso las técnicas de tratamiento más exitosas. Entre las medidas preventivas que se han recomendado durante la artroplastia total primaria se incluyen: evitar la creación de fisuras, defectos, o ventanas en el hueso intraoperatoriamente y, si éstos generadores de debilidades están presentes, puentearlos con un tallo largo, que termine dos o tres diámetros corticales distal al defecto (33,41,42). Esto ha sido estudiado en huesos caninos, donde se comprobó que la resistencia de un fémur perforado es de sólo el 44% comparada a la de un hueso normal (31). Puenteando el defecto con una prótesis 2 diámetros distal al mismo, la resistencia del fémur aumenta al 84 % respecto del hueso normal. Debe evitarse la extravasación de cemento entre los trazos fracturarios, pues esto puede facilitar una fractura subsiguiente a través de la zona no consolidada (6,11). Se recomienda usar cerclajes de alambre o cables para la fijación de fisuras periprotésicas intraoperatorias con el propósito de evitar su transformación en una fractura completa. (18. También es aconsejable colocar injertos óseos en los defectos para permitir la aumentación y refuerzo de las zonas de debilidad (16). En nuestra casuística, siempre utilizamos injerto autólogo, a excepción de un caso, en el que se empleó Osteoset. Estas fracturas son más frecuentes cuando se coloca un vástago no cementado en una cirugía primaria, con una prevalencia de 5.4% (170 de 3121) (3,10,17,27,37,40) 8 si lo comparamos con una de 0.3 % (68 de 20859) cuando se implantó un vástago con cemento (8,15). 6En los últimos años se ha popularizado el uso de njertos de tablas corticales colocadas en 90 grados, en las caras anterior y lateral del fémur y fijadas con lazadas de alambre o cables (Clínica Mayo)(3,16,21) Estos injertos, actúan como verdaderas placas óseas, Figura 6: Vista intra operatoria de lesión B3 Figura 7: Injertos de tablas corticales y lanzadas de alambre Figura 8: Post-operatorio Rx. ANUARIO FUNDACIÓN Dr. J. R. VILLAVICENCIO | 2004 | Nº XII | 164 - 169 167 Fracturas femorales periprotésicas evitando la utilización de placas metálicas de osteosíntesis y tornillos. Resultan de gran utilidad en pacientes con capital óseo muy disminuido ya que producen una aumentación biológica de la zona afectada. La elección del método de tratamiento dependerá del tipo de fractura, la estabilidad de la prótesis, el capital óseo, la edad y las solicitaciones funcionales del paciente y la propia experiencia del cirujano interviniente (Figuras 4, 5, 6, 7, 8). El tratamiento conservador, no es una situación exenta de riesgos. Los pacientes añosos obligados a hacer reposo prolongado en cama pueden sufrir complicaciones pulmonares, infecciones urinarias, escaras por decúbito y enfermedad tromboembólica. Otra severa complicación puede resultar de una fractura consolidada en forma viciosa, hecho que dificulta notablemente la cirugía de revisión. En los casos de encontrarnos con adecuado capital óseo, el método de elección, es la revisión con vástagos largos cementados, sobre todo en pacientes ancianos. Cuando una fractura se produce en un fémur que tiene implantada una prótesis, se debe presuponer que el aporte vascular de dicho hueso se encuentra comprometido al haberse realizado la cirugía protésica. La utilización de reducción abierta y fijación interna, compromete la vascularización periférica, por lo tanto es recomendable el aporte de injerto óseo en forma rutinaria en el foco de fractura. El flujo sanguíneo deberá ser preservado todo lo posible, en especial en la línea áspera del fémur, donde se tratarán de respetar todas las inserciones musculares. Para resumir, el tratamiento de una fractura inestable, cuando el vástago se mantiene firme, será la RAFI más el agregado de injerto óseo. No hemos tenido problemas ni complicaciones en los casos en que utilizamos como método de osteosíntesis, placas de tornillos divergentes, que se colocan entre la cortical y el manto de cemento en la zona proximal(donde se encuentra el tallo protésico), ni tampoco se encuentra disponible bibliografía que corrobore el desarrollo de aflojamientos posteriores por debilitamiento de dicha interfase. (39. No obstante, para tratar de evitar éste factor de riesgo potencial, se han diseñado varios sistemas que combinan la utilización de placas y cables o bandas para reemplazar a los tornillos de la zona proximal. (Ogden,Dall-Milles,Cable system)(29,34,44). Este último fue utilizado en 4 de nuestros casos tratados más recientemente. 168 personas jóvenes y activas el tratamiento con aloprótesis y las endoprótesicas no convencionales de tipo resección tumoral para los ancianos. En ambos casos está indicado preservar el remanente óseo del paciente que se fijará sobre la aloprótesis o la endoprótesis actuando a la vez como aporte óseo vascularizado y estabilizador (al mantener las inserciones musculares del macizo trocantérico) (24). Las fracturas tipo C podrán tratarse independientemente de la presencia de la prótesis con placas o clavos retrógrados. Es fundamental el seguimiento radiográfico periódico de los pacientes con artroplastia total de cadera para detectar defectos osteolíticos significativos que puedan conducir al aflojamiento del implante y llevar a una fractura periprotésica . Este aflojamiento puede o no ser sintomático al momento de la fractura. Se recomienda el recambio antes de que se produzca una extensa pérdida ósea y su resultante fractura (24). En resumen, los objetivos del tratamiento de éstas fracturas son la alineación anatómica, la consolidación ósea, y la rápida recuperación del paciente conservando una prótesis articular funcional.Constituyendo uno de los desafíos más difíciles de resolver para la cirugía ortopédica reconstructiva de la cadera. Bibliografía (1) Ali Khan MA, O'Driscoll M: Fractures of the femur during total hip replacement and their management. J Bone Joint Surg;59B:3641,1977. (2) Beals, R. K., and Tower, S. S.: Periprosthetic fractures of the femur. An analysis of 93 fractures. Clin. Orthop., 327: 238-246, 1996. (3) Berry, D. J.; Harmsen, W. S.; Ilstrup, D.; Lewallen, D. G.; and Cabanela, M. E.: Survivorship of uncemented proximally porouscoated femoral components. Clin. Orthop., 319: 168-177, 1995. (4) Bethea, J. S., III; DeAndrade, J. R.; Fleming, L. L.; Lindenbaum, S. D.; and Welch, R. B.: Proximal femoral fractures following total hip arthroplasty. Clin. Orthop., 170: 95-106, 1982. (5) Booth, R. 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