Download M2C2 - Aula Virtual Regional. Campus Virtual de Salud Pública
Document related concepts
no text concepts found
Transcript
LA PERSPECTIVA DE LA EVIDENCIA EN SALUD PÚBLICA Adaptación de: Wannmacher L. QUANTO É EVIDENTE A EVIDÊNCIA NA SAÚDE? In: OPAS. Uso Racional de Medicamentos: Temas Selecionados. Volume 3, Número 5. Brasília: OPAS; abril de 2006. [www.opas.org.br/medicamentos/temas] Traducción de: Fernanda Bitencourt y Mauro Silveira de Castro. Revisión: Lenita Wannmacher. INTRODUCCIÓN En la actualidad, cuando se piensa en salud, luego se remite el pensamiento a la ciencia. Esta no era una realidad corriente hasta casi mitad del siglo pasado, cuando muchas de las decisiones relativas a la salud de los individuos eran tomadas a partir de observación, tradición del medio, práctica corriente, experiencia personal del profesional, restricta tecnología para diagnostico, poca disponibilidad de opciones terapéuticas, no identificación de parámetros epidemiológicos y, en la peor de la hipótesis, de forma totalmente arbitraria y empírica. Ya en la última década del siglo pasado, surgió un nuevo modelo de pensamiento que se tornó una herramienta de cambio, reforzando la experiencia clínica a través de la aplicación de la mejor información científica disponible, valorando el paciente en cuanto a sus peculiaridades y expectativas y buscando una atención más correcta, ética y con bases científicas. La búsqueda de evidencias orientadoras de conductas constituyó un movimiento cuyo pionerismo puede ser atribuido a David L. Sackett que, desde 1992, ha introducido una nueva forma de actuar y enseñar la práctica medica.1 Sackett conceptualiza esa idea como “el uso consciente, explicito y juicioso de la mejor evidencia disponible para la toma de decisiones sobre el cuidado de pacientes individuales”. En este paradigma, investigación y práctica clínica ya no están más disociadas, al contrario, se reúnen en el mismo proceso sistemático y continuo de autoaprendizaje y autoevaluación, contribuyendo para que las conductas se tornen más racionales. La mejor evidencia disponible engloba experiencia clínica y evidencia externa. La experiencia clínica proviene de observaciones clínicas (relato de casos, series de casos), aceptación de valores y preferencias individuales y colectivas y perfil epidemiológico local. Sin embargo, presenta limitaciones, una vez que no incluye situaciones controladas, siendo imposible saber si el éxito terapéutico proviene del efecto placebo, remisión espontánea o variabilidad individual de señales y síntomas. Así, es imposible hacer generalizaciones a partir de la denominada experiencia personal. La evidencia externa, generada por investigaciones de buen nivel, debe fundamentar las conductas adoptadas en la realidad clínica. A pesar de su peso, presenta limitaciones. Los estudios clínicos son realizados en poblaciones homogéneas que frecuentemente excluyen mayores, mujeres y enfermedades simultáneas. Sus resultados no pueden ser generalizados indiscriminadamente a todos los segmentos de una sociedad. En la investigación es preferible la intervención medicamentosa única, aplicada desde el inicio del tratamiento, mientras que en la práctica clínica los pacientes utilizan múltiples medicamentos, durante tiempo variable. La mayoría de las investigaciones evalúa pequeño número de individuos por periodo relativamente corto, lo que imposibilita la detección de algunos de los potenciales riesgos farmacológicos. Reconociendo estas limitaciones, se valorizan los estudios bien conducidos, sin ignorar la necesaria adaptabilidad a la realidad clínica. De la fusión de las culturas del investigador y del práctico clínico o del gestor en salud, surge un nuevo modelo de pensar críticamente la realidad vigente, con foco, principalmente, en las necesidades del usuario. Decisiones más científicas, eficaces y costo-efectivas – basadas en vigorosos métodos de evaluación y buscando optimizar beneficios y disminuir riesgos y costos – pueden ser tomadas con base en el nuevo paradigma. Las observaciones por él generadas llevan al consenso de que la atención a la salud debe estar basada en las más sólidas investigaciones disponibles y ser juzgada por los resultados alcanzados a un costo que la sociedad pueda pagar. Es esencial distinguir fuentes fidedignas, éticas e independientes, lo que excluye cualquier información proveniente del productor de medicamentos o tecnologías en salud, quien tiene intereses comerciales en el producto, muchas veces suplantando el deber de informar correctamente y científicamente. Hasta mismo los artículos en periódicos especializados y consensos y directrices nacionales e internacionales pueden estar permeados por intereses comerciales.2 Periódicos de buen nivel exigen que los autores señalen si poseen conflictos de intereses. Esto permite que el lector informado haga un juicio crítico sobre lo que está dispuesto a leer. También es útil buscar fuentes que apliquen el paradigma de la evidencia. Toda toma de decisión en salud necesita evaluar eficacia y seguridad, los criterios principales, jerárquicamente. Enseguida, es necesario evaluar la sustentabilidad económica de la medida. Como los recursos son siempre limitados, es necesario decidir si los beneficios compensan los costes adicionales. 3 En salud, la evaluación de conductas racionales pasa por un procedimiento-llave: la comparación entre diferentes estrategias (tratar versus no tratar, nueva tecnología diagnostica versus tecnología corriente, nuevo procedimiento terapéutico versus procedimiento usual, medicamento nuevo versus medicamento ya existente). Estudios de intervención focalizados en comparaciones y con alta validez metodológica son los mejores instrumentos para orientar conductas. Así mismo, persiste la incertidumbre que permea los mejores estudios científicos. El método investigativo no permite total precisión en la predicción clínica, una vez que los procedimientos inciden en sistemas biológicos complejos y mutables. Eso conduce a conceptos y conductas erróneas, generando controversias y motivando la retomada de conductas de tiempos en tiempos. El conflicto de evidencias dificulta la toma de decisión y determina la falibilidad del método. El grande desafío del paradigma de las evidencias en las que se basan las conductas es la transición entre la investigación y la práctica – del estudio al problema clínico, del participante del estudio al paciente y vice-versa.4 La calidad y la fuerza de las comparaciones provienen de las fuentes que las subvencionan. Por tanto, la evaluación crítica de la literatura disponible es imprescindible. La calidad de evidencia indica la extensión de su confiabilidad y si la estimación del efecto está correcta. La fuerza de evidencia indica su relevancia clínica y aplicabilidad, o sea, la capacidad de ajustarse a la práctica clínica y la estimación de que la recomendación por ella generada tenga más beneficios que riesgos.3 Hay sistemas de análisis que propician obtener conclusiones sobre calidad y fuerza de las evidencias conocidas.5 Con todo este empeño, es posible seleccionar la mejor medida, previamente probada y disponible, capaz de mejorar el nivel de salud de pacientes y poblaciones. EPIDEMIOLOGÍA DE LA FALTA DE EVIDENCIA Esa nueva interpretación de los hechos – casi intuitivamente aceptada como correcta y pertinente – ni siempre es practicada. Aún es frecuente en la toma de decisión en salud, incluso en la gestión de salud pública, la consulta a expertos, libro-texto o orientaciones consensuales (directrices, consensos), privilegiando la experiencia personal y la visión autoritaria y magistral del experto, en vez de realizar búsqueda activa y crítica de la mejor literatura científica disponible.6 Pocas son las decisiones tomadas en servicios de salud que están basadas en buenas evidencias. Mismo que ellas existan para fundamentar una intervención o terapéutica particular, son necesarios algunos años para que el uso generalizado. En relación con el paradigma de las evidencias, globalmente los profesionales de salud están categorizados en: los que creen; los que cuestionan; los que creen, pero no las incorporan a su práctica; los que las incorporan a su práctica clínica (Cuadro 1).6,7 Cuadro 1. Argumentos a favor y contra la aplicación de las conductas basadas en evidencia. Pros Movimiento de reforma en la medicina Mejoría del trabajo desarrollado con pacientes individuales Evidencia versus ideología Toma de decisiones más racionales en la política de medicamentos Investigaciones dirigidas a la solución de problemas Contras Cambio de poder, especialmente em en la academia Desplazamiento del foco de la medicina - del humanismo hasta la estadística Jerarquía de la evidencia: aceptación irrestricta de los ensayos clínicos aleatorios y rechazo de otras formas de evidencia Influencia comercial como sesgo de la evidencia La transferencia de nuevos conocimientos a la práctica (promoción de calidad en los servicios, cuidados clínicos y políticas de salud) aún es un proceso en evolución, pero menos evidente de lo que esperado.4 FACTORES QUE INFLUENCIAN LA NO-ADHESIÓN A LA EVIDENCIA Corrigan y colaboradores8 apuntan algunos determinantes de no-adhesión al paradigma en la práctica, diciendo que, al realizarlo, los profesionales desafían los “dioses” de lucro, ignorancia, prepotencia y negligencia profesional. Hay múltiples dificultades, tales como: la propaganda de la industria farmacéutica que puede diferir de la evidencia científica; la existencia de tradicional valoración de preferencias y credos personales; la no lectura o lectura no critica de la información científica; la indefinición de política de salud que determine el cumplimiento de legislación pertinente; la multiplicidad de alternativas, fruto de desarrollo tecnológico; la abrumadora velocidad de producción de nuevos conocimientos. ADOPCIÓN DE LA EVIDENCIA EN SALUD Es importante que en todos los escenarios se hable el mismo lenguaje y que se ejerzan actividades con el mismo paradigma. Para que haya beneficio sobre la salud individual y colectiva con la aplicación de este modelo, hay necesidad de obedecer a los siguientes preceptos: 9 • poner a disposición condiciones que permitan la adopción del modelo; • tomar la decisión de adoptar el modelo; • incorporar a la práctica diaria la búsqueda y la interpretación de datos; Algunas estrategias pueden ser pensadas para mejorar la implementación comentada; • formación de recursos humanos (enseñanza de grado, post grado y en servicio) a través de aprendizaje basado en solución de problemas. • divulgación en todos los niveles (libros, periódicos científicos, boletines institucionales etc.) del paradigma de conducta basada en evidencia. • sensibilización de legisladores para evidencias orientadoras de correctas directrices para atención a la salud. En la práctica asistencial En todos los escenarios y para todos los profesionales involucrados en la atención a los pacientes es necesario aclarar lo que es más eficaz y eficiente, incentivar el conocimiento contemporáneo de iniciativas capaces de cambiar la práctica médica, creer que el cambio de comportamiento es posible, identificar factores facilitadores y dificultadores de cambios, enseñar a trabajar con la incertidumbre y a comunicarla al paciente. Consecuentemente, habrá reducción de inaceptable variabilidad en las prácticas clínicas corrientes, mejoría en la calidad de la atención a la salud individual y colectiva y toma de decisiones más racionales. Hay grandes dificultades en introducir la evidencia en la práctica clínica, como demostrado por la cantidad de pacientes que no reciben cuidado apropiado, o que reciben lo que es innecesario o peligroso. Algunas estrategias intentan cambiar este comportamiento. Es necesario un abordaje amplio, involucrando médicos, equipos de salud, hospital y el medio como un todo, con énfasis en sectores específicos. Los planes de cambio deben guiarse por la evidencia de la efectividad de las medidas y por el preconocimiento de las barreras que dificultan el camino. En general, se observa que la transferencia de la evidencia para la práctica no es superior a todos los cambios en todas las situaciones.10 En la gestión de salud La adopción de evidencias en la toma de decisiones gerenciales llevará a una mayor racionalidad de las conductas (con criterios definidos a priori), optimización de los recursos disponibles y aumento de la calidad de la atención a la salud como un todo. Políticas de salud basadas en evidencia constituyen un tema que empieza a ser discutido. Aún se practica un sistema de salud no basado en evidencia. A pesar de no ser posible definir un mejor modelo para la atención a la salud, ya hay progreso en ese campo.4 La aplicabilidad y la transferencia de evidencia son escasamente referidas en revisiones sistemáticas, programas o intervenciones hechas por el sector público de salud.11 Las intervenciones en salud pública pueden ser medidas por una amplia serie de indicadores que puedan evaluar estilos de vida, calidad de vida, morbilidad y mortalidad. La aplicabilidad se refiere a cuanto un proceso de intervención puede ser implementado en otro escenario. Transferencia se refiere a cuanto la efectividad medida de una intervención puede ser alcanzada en otro escenario. Las intervenciones en salud pública dependen mucho de su contexto. Si no existe aplicabilidad y posibilidad de transferencia de resultados de una revisión sistemática, ellos serán irrelevantes en un nuevo contexto. Es importante considerar tales aspectos porque muchas veces faltan recursos para evaluar las intervenciones en salud pública, principalmente en países en desarrollo. Así, solamente les queda estimar los beneficios de las intervenciones a partir de evidencias obtenidas en otras partes. Dos tipos de argumentos intentan desacreditar la eficacia de aplicación del modelo de evidencia en el ámbito de salud pública. El primero es que las políticas están condenadas al fracaso porque los profesionales se resienten de ellas, diciendo que están en desuso, y que la burocracia subvierte sus propios fines. El resultado del orden es el contra-orden, o el desorden. El otro argumento es que las organizaciones gubernamentales solamente se preocupan en ahorrar y rechazar cualquier iniciativa que las amenace con aumento de gastos. 12 La alternativa es trabajar para aumentar la credibilidad en el sistema, por medio de procesos transparentes y bien fundamentados. Otra posibilidad es incentivar la actitud de que cada uno es parte del todo y debe ser instrumento de cambio. En la publicación en salud La ciencia está basada en experimentación y datos. Irónicamente, mucho de lo que se publica sobre ciencia aún está basado en gran medida en la fe, no en estudio. Así, el transformador movimiento de “base en la evidencia” también debe llegar a las publicaciones. La importancia de publicaciones basadas en evidencia sobrepasa la práctica asistencial. Además de auxiliarla, permite un entendimiento y una visión critica que mejora el trabajo de los profesionales de salud.2 El carácter fidedigno y la aceptación del principio de la evidencia también valen para las publicaciones legales. El poder de la prensa y de otros medios que influyen la opinión pública es bien conocido. Es preocupante cuando una noticia versa sobre procedimientos sin base en evidencia o que son, por lo mínimo, polémicos. Muchas veces, una publicación de esa naturaleza influye de tal modo en los individuos que ellos pasan a presionar a los profesionales y los servicios de salud para tener acceso a determinados procedimientos o medicamentos.13 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Straus SE, Richardson WS, Glasziou P, Haynes RB. Evidence-based medicine. How to practice and teach EBM. 3 ed. Edinburgh: Churchill Livingstone, 2005. 299 p. 2. Tite L, Schroter S. Evidence based publishing. [Editorial] BMJ 2006; 333 (7564): 366. 3. for the GRADE Working Group. Grading quality of evidence and strength of recommendations. BMJ 2004; 328: 1490. 4. van Weel C. Translating research into practice—a three-paper series. The Lancet 2003; 362 (9391): 1170. 5. Treadwell JR, Tregear SJ, Reston JT, Turkelson CM. ECRI Evidence-Based Practice Center and Health Technology Assessment Group. BMC Medical Research Methodology 2006; 6: 52. 6. Brody H, Miller FG, Bogdan-Lovis E. Evidence- Based Medicine watching out for its friends. Perspectives in Biology and Medicine 2005; 48 (40):570-584. 7. Bluhm R. From Hierarchy to Network: a richer view of evidence for evidence-based medicine. Perspectives in Biology and Medicine 2005; 48 (4):535-547. 8. Corrigan PW, Steiner L, McCracken SG, Blaser B, Barr M. Strategies for Disseminating Evidence- Based Practices to Staff Who Treat People With Serious Mental Illness. Psychiatr Serv 2001; 52: 1598-1606. 9. Jenicek M. Towards evidence-based critical thinking medicine? Uses of best evidence in flawless argumentations. Med Sci Monit 2006; 12 (8):149-153. 10. Grol R, Grimshaw J. From best evidence to best practice: effective implementation of change in patients' care. The Lancet 2003; 362 (9391): 1225-1230. 11. Wang S, Moss JR, Hiller JE. Applicability and transferability of interventions in evidence-based public health. Health Promotion International 2006; 21(1):76-83. 12. No authors. On evidence-based policy making. Bandolier 2005; Issue 140; 1. 13. No authors. Evidence-based journalism. Bandolier 1995; Issue 16: 5.