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OJO SECO Y OTRAS CAUSAS DE CONJUNTIVITIS EN PERROS Michael Davidson, D.V.M., Diplomate ACVO Professor of Ophthalmology College of Veterinary Medicine, North Carolina State University Raleigh, North Carolina, USA <mike_davidson@ncsu.edu> La conjuntivitis es una entidad habitual en el perro y se manifiesta con uno o más de los signos clínicos siguientes: Hiperemia conjuntival, quemosis, secreción ocular (serosa, mucoide, o mucopurulenta), y formación de folículos linfoides. La conjuntivitis no suele ser un problema claramente doloroso, a diferencia de la queratitis. En perros, la causa más común de conjuntivitis es la queratoconjuntivitis seca, y gran parte de esta charla se basará en este problema. Las otras causas de conjuntivitis suelen derivar de trastornos de los anejos tales como triquiasis, distiquiasis, entropion, ectropion, blefaritis o neoplasias del borde palpebral. Las conjuntivitis bacterianas primarias son raras en perros, y casi todas las infecciones bacterianas dela conjuntiva son secundarias a una anomalía en un anejo o en la película lagrimal. Recientemente se ha demostrado que el herpesvirus canino causa tanto conjuntivitis como, con menor frecuencia, queratitis en perros. La prevalencia de la enfermedad ocular relacionada con CHV no está bien definida, pero es probable que sea un problema infrecuente. La conjuntivitis alérgica es común y suele aparecer en perros con dermatitis atópica. La conjuntivitis folicular puede aparecer con cualquier estímulo antigénico crónico y se manifiesta en forma de formación intensa de folículos, especialmente sobre la superficie interna de la membrana nictitante. Los perros también pueden sufrir conjuntivitis por sustancias irritantes ambientales, como el polvo, humo o gases nocivos. La queratoconjuntivitis seca (QCS) es uno de los problemas oculares más comunes en perros. La gran mayoría de los casos son consecuencia de una degeneración inmunomediada de las glándulas secretoras relacionada con la raza, aunque existen otras causas importantes. Si se detecta de forma precoz, esta forma de QCS relacionada con la raza puede tratarse de forma satisfactoria con ciclosporina A (CSA) tópica. Por el contrario, si se diagnostica de forma tardía, ya no responde a la CSA o si no se trata, la QCS puede asociarse a dolor y malestar significativos además de una cicatrización de la córnea que puede hacer peligrar la visión. En esta charla haremos un repaso de la QCS en perros, el diagnóstico actual y las estrategias de tratamiento, así como los pasos a seguir si los pacientes no responden a CSA. La película lagrimal de los perros y de la mayoría de los mamíferos está formada por tres capas, concretamente una delgada capa externa de lípidos producida por las glándulas de meibomio, una capa acuosa central producida por la glándula lagrimal orbitaria (70% de la porción acuosa) y la glándula del tercer párpado (30% de la porción acuosa), y una delgada capa mucosa interna producida por las células caliciformes. La película lagrimal se distribuye por la superficie ocular por acción de los párpados y la membrana nictitante, y lubrica, protege y nutre la conjuntiva y la córnea. La película lagrimal abandona la superficie ocular a través de los puntos nasolagrimales y luego a través del conducto nasolagrimal. Los trastornos de la película lagrimal pueden clasificarse en línea generales en cuantitativos y cualitativos. Los primeros son consecuencia de un déficit en la cantidad del componente acuoso de la película lagrimal, mientras que los últimos son consecuencia de déficits en la capa mucosa o lipídica de la película lagrimal, que causan una evaporación prematura de la película (capa lipídica) o una mala adherencia y extensión de la película (capa mucosa). La mayoría aplastante de los déficits de película lagrimal en perros son cuantitativos, y a esta categoría se la denomina QCS. Limitaremos la discusión a partir de ahora a esta forma. Los trastornos cualitativos de la película lagrimal pueden sospecharse cuando un paciente muestra los signos típicos de QCS que explicaremos más tarde, pero tiene un test lagrimal de Schrimer (TLS) normal y se han eliminado otras enfermedades de la superficie ocular (como la infección microbiana, alteraciones del párpado o pestañas, lagoftalmo, etc.). Como los trastornos de la película lagrimal son infrecuentes, y es todo un reto diagnosticarlos y tratarlos, suelo recomendar consultar con o derivar a un oftalmólogo veterinario. Los signos clínicos asociados a la QCS canina varían en función de la fase de la enfermedad. Lo más común, y hallazgo clínico distintivo, es una secreción ocular mucopurulenta que se pega a la superficie ocular o se acumula en la región del canto medial. Este signo clínico tiende a persistir a lo largo de todo el curso de la enfermedad. SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE, realizar un TLS si se aprecia esta secreción. la QCS aguda y subaguda también suelen estar asociadas a dolor (blefarospasmo, tocarse los ojos con las patas), hiperemia conjuntival, aspecto seco, apagado de la superficie corneal y, en ocasiones, ulceración corneal. la QCS más crónica está asociada a una vascularización corneal, que tiende a formarse inicialmente por el aspecto dorsal, pigmentación que puede volverse progresiva, y fibrosis de la córnea. Esta melanosis y cicatrización de la córnea puede causar ceguera y, en casos avanzados, puede no revertir incluso con un tratamiento satisfactorio. El diagnóstico de QCS se consigue mediante el TLS, con valores medios en perros de entre 17 y 18 mm a los 60 segundos. Los valores inferiores a 10 mm son diagnósticos, pero yo ya empiezo a preocuparme con valores inferiores a los 15 mm (si existen signos clínicos compatibles en el paciente, suelo iniciar un ensayo terapéutico con lágrima artificial para ver si los signos mejoran). Si se establece el diagnóstico de QCS, es importante conseguir el historial de tratamientos (tanto tópicos como sistémicos), teñir la córnea con fluoresceína sódica, evaluar si hay enfermedad sistémica, examinar los nervios craneales, incluyendo los reflejos palpebral y corneal, evaluar la sensibilidad del párpado inferior y lateral (explicado en la QCS neurógena), inspeccionar el hocico para ver si está seco (QCS neurógena), y evaluar los párpados y tercer párpado. Como decíamos, la gran mayoría de los casos de QCS canina están causados por una inflamación inmunomediada y relacionada con la raza de las glándulas lagrimales (dacrioadenitis), que puede acabar causando fibrosis y atrofia de las glándulas. Otras causas de QCS: 1. conjuntivitis o blefaroconjuntivitis crónica por otras causas 2. neurógena, por la interrupción de la inervación parasimpática (discutida más tarde) 3. consecuencia de una anestesia general (transitoria) o por aplicación tópica de atropina (desaparece cuando se interrumpe la atropina) 4. antes de extirpar la membrana nictitante (recuerda, ¡no lo hagas!) 5. tóxica por antibióticos sulfamidas (idiosincrásica) o etodolaco (pensar en realizar un TLS antes de un tratamiento con Etogesic) 6. deshidratación 7. hipoplasia de la glándula lagrimal (Carlinos, Yorkshire Terrier, Silky terrier, Beagle, que en estos casos suelen tener valores TLS muy bajos o nulos) 8. infección con el virus del moquillo canino La mayoría de estas causas pueden identificarse con la historia clínica y el examen físico. Si, en cambio, no son aparentes y el paciente no responde a un curso de CSA y lágrima artificial, volver a comprobar la lista a fondo para descartarlas. La QCS neurógena está causada por la denervación parasimpática de las glándulas lagrimales. Esta inervación empieza en el núcleo parasimpático del VII PC que pasa cerca del oído medio, a lo largo de la base del cráneo y entra en la órbita, donde se une a ramas del V PC que inervan la glándula lagrimal y la nictitante. La otitis media y la interna son las causas más comunes, pero las lesiones en cualquier parte de esta vía (infecciosas, neoplásicas, traumáticas, etc.) pueden causar QCS. Se ha descrito una forma idiopática, autolimitante, de QCS neurógena. La QCS neurógena suele estar asociada a una mucosa nasal ipsilateral seca (xeromicteria, que es un signo caso patognomónico). Los pacientes tambiéns uelen mostrar anestesia del canto lateral y del aspecto lateral del párpado inferior. Debe sospecharse de QCS neurógena en cualquier caso de xeromicteria, en cualquier caso de QCS unilateral, o en caso de QCS en una raza no predispuesta. Debe realizarse un examen otoscópico en caso de sospecha o de diagnóstico. Y viceversa, realizar un TLS en todos los casos de otitis. La QCS neurógena no responde a CSA u otros estimulantes lagrimales, sino que requiere, además del tratamiento tópico con lágrima artificial, un tratamiento oral con pilocarpina a dosis de 2 gotas/2%/10kg/12 horas. Esta dosis (número de gotas) va incrementándose gradualmente hasta que aparecen vómitos o diarrea, momento en el que se reduce hasta el nivel anterior. Yo uso también un curso concurrente de antibióticos sistémicos de amplio espectro para tratar cualquier otitis subclínica. El tratamiento d ela QCS canina debería, por supuesto, comenzar con la evaluación de las causas subyacentes descritas anteriormente. En la abrumadora mayoría de los casos, no se haya ninguna, por lo que la QCS está relacionada con la raza e inmunomediada. La ciclosporina A sigue siendo el pilar del tratamiento para esta forma de QCS por su efecto lacrimógeno directo (que se cree que es debido a un efecto receptor y la modulación de la inflamación inmunomediada de la glándula lagrimal). La CSA también favorece la producción de mucina en las células caliciformes (por lo que puede usarse para los trastornos cualitativos de la película lagrimal), posee un efecto antiinflamatorio de superficie, y puede reducir la vascularización y pigmentación de la córnea incluso cuando no se consigue incrementar la producción de lágrima. A continuación describo alguno de mis principios y otras observaciones del tratamiento con CSA: 1. Suelo recomendar empezar con Optimmune (CSA 0,2%) dos veces al día. Este producto está registrado específicamente para esta enfermedad, está asociado a menos efectos secundarios tópicos que los productos formulados, y es eficaz en la mayoría de los casos. 2. Advertir al cliente que en caso de resultado satisfactorio, se trata de un tratamiento de por vida para la moría de los casos, es decir, que no debe disminuir el tratamiento por su cuenta. Los valores TLS y los signos clínicos recuperan rápidamente los valores previos al tratamiento si se interrumpe el tratamiento. 3. Al iniciar el tratamiento, suelo administrar una preparación de lágrima artificial de calidad entre 2 y 5 veces al día (la frecuencia depende de la voluntad y habilidad del propietario). Una de mis favoritas es Blink® Tears Lubrication Eye Drops, que contiene ácido hialurónico. Las lágrimas artificiales pueden ir reduciéndose e incluso interrumpirse si hay una buena respuesta al tratamiento con CSA. 4. Si hay una infección bacteriana secundaria (debe sospecharse si la secreción ocular es de naturaleza mucopurulenta, no solo mucoide... y puede distinguirse fácilmente mediante citología) o si se aprecia alguna úlcera corneal, entonces debe prescribirse un antibiótico de amplio espectro como el triple antibiótico, 3 veces al día. Si hubiera úlcera corneal, debería usarse tratamiento con atropina solo si el nivel de dolor del paciente es entre moderado e intenso, o si la pupila está miótica... pero incluso en estos casos, suele bastar con 1 o 2 dosis de atropina. Recordar que la atropina disminuye la producción de lágrima. 5. La mayoría de los casos responde en varios días, pero suelo seguir con el tratamiento entre 3 y 4 semanas antes de considerar otros cursos. Programo una revisión a las 2 semanas, y me aseguro de advertir al propietario que administre la medicación la mañana de la cita. Muchos creen erróneamente que no deben hacerlo y puede que provoquen un resultado TLS falso. La dosificación puede incrementarse hasta 3 veces al día si se aprecia una respuesta incompleta a las 3-4 semanas. 6. La respuesta al tratamiento suele calibrarse mejor por el incremento del valor TLS, disminución de la descarga mucoide, y aumento del nivel de confort. La vascularización, pigmentación y cicatrización de la córnea tardan mucho más tiempo en resolver, y si se encuentran avanzadas antes del tratamiento, puede que no desaparezcan. 7. Si el cliente experimenta dificultades para administrar una pomada O si el paciente no responde de forma suficiente con un incremento de TLS y disminución de los signos clínicos, entonces lo registro en la ficha clínica y prescribo una fórmula de CSA al 1%. Suele formularse en aceite de oliva, y solo debe usarse el aceite de maíz si se detecta sensibilidad al aceite de oliva. Puede prescribirse una solución al 2% si el paciente no responde completamente con la formulación al 1%. Por desgracia, en muchos países de Europa es muy difícil o casi imposible conseguir fármacos de formulación. 8. Si pasadas 3 o 4 semanas más el paciente sigue sin responder a la CSA, entonces considero la opción de prescribir tacrolimus (0,02% en excipiente acuoso, o 0,03% en aceite de oliva).u Un pequeño porcentaje de los perros responde al tacrolimus y no a la CSA. La seguridad y eficacia de este fármaco solo han sido evaluadas de forma preliminar. La preparación dermatológica registrada para uso en humanos se ha asociado a informes poco frecuentes de linfoma y carcinoma de células escamosas en niños, y debe advertirse al cliente que lo manipule con cuidado, se lave las manos después, y que lo mantenga fuera del alcance de los niños. 9. Los valores TLS pretratamiento superiores a 5 mm suelen responder mucho mejor al tratamiento que los inferiores a 5 mm, y los valores de entre 0 y 2mm no suelen acabar de responder, El diagnóstico y el tratamiento precoz son clave para esta enfermedad. 10. Disminuyo la frecuencia de CSA o tacrolimus de dos veces al día a una vez al día solamente cuando el paciente ha tenido una respuesta potente y han desaparecido completamente los signos clínicos y la córnea vuelve a ser transparente. Debe hacerse un seguimiento del TLS cuando se disminuye la frecuencia de tratamiento. Según mi experiencia, la mayoría de los pacientes necesitan tratamiento 1-2 veces al día y raramente puedo disminuir la frecuencia por debajo de una vez al día. Los pacientes que no responden al tratamiento lacrimógeno tienen, por desgracia, muy pocas opciones más allá de la administración frecuente de lágrima artificial o la transposición del conducto parotideo. Aconsejo a mis clientes con sumo cuidado cuando consideran la posibilidad de la cirugía de TCP porque suele ocasionar complicaciones como mineralización e irritación corneal y blefaritis, porque suele ser necesario seguir administrando lágrima artificial, y porque no todos los casos tienen un flujo salival suficiente para aliviar los signos clínicos, y se trata de una cirugía relativamente cara.