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INTERCULTURALIDAD EN SALUD Y DESARROLLO DE COMUNIDADES MAPUCHE: Estudio de Caso en Makewe Pelale TESIS NANCY ANDREA ALVAREZ DIAZ Presentada como parte de los requisitos para optar al Grado de Magíster en Gestión en Desarrollo Rural y Agricultura Sustentable 2005 TEMUCO, CHILE 2 INTERCULTURALIDAD EN SALUD Y DESARROLLO DE COMUNIDADES MAPUCHE: Estudio de Caso en Makewe Pelale TESIS NANCY ANDREA ALVAREZ DIAZ Presentada como parte de los requisitos para optar al Grado de Magíster en Gestión en Desarrollo Rural y Agricultura Sustentable 2005 TEMUCO, CHILE 3 Le dedico este trabajo a las papay de Makewe que mantienen el idioma que les permite hablar con Chaw Genecen 4 AGRADECIMIENTOS A la Asociación Indígena para la salud Makewe Pelale, Francisco Chureo y Jaime Ibacache, por permitir realizar el estudio y desempeñarme como psicóloga clínica. A los co-autores de este trabajo, funcionarios y pacientes, que con sus relatos aportaron a mi comprensión sobre la complementariedad en salud en Makewe. A los docentes del Instituto de Estudios Indígenas: Manuel Manquepi, María Díaz y Pablo Mariman, quienes me enseñaron generosamente la cultura e idioma mapuche. A mis profesores: Ana María Alarcón, Andrés Yurjevic, y Teresa Durán quienes confiaron en mi capacidad de realizar esta investigación y llevarla a buen término. Al equipo del Diplomado Gestión en Salud Intercultural: Roberto Morales, Ana Ma. Conejeros, Ana Ma. Oyarce, Aldo Vidal, José Aylwin y Jaime Neira, quienes me apoyaron en el aprendizaje sobre relaciones interétnicas e interculturalidad en salud. A mis estudiantes: Teresa Jorquera, Catalina Monge, Natalia Mondaca y Paola Yánez, cuyo proceso de aprendizaje en interculturalidad potenció el mío. 5 Yo, NANCY ANDREA ALVAREZ DIAZ, declaro que soy la autora del presente trabajo, que lo he realizado en su integridad y no lo he publicado para obtener otros grados o títulos o en revistas especializadas. i INDICE Páginas INDICE…………………………………………………………………………………..i INDICE DE TABLAS…………………………………………………………………..ii RESUMEN……………………………………………………………………………...iii ABSTRACT……………………………………………………………………………..v INTRODUCCION……………………………………………………………………....1 CAPITULO I. MARCO CONCEPTUAL Y TEORICO……..…….…………….…....6 1. Relaciones interculturales, relaciones interétnicas y pueblos originarios..…….....6 2. Interculturalidad en salud: hacia una propuesta multicultural…………………..….15 3. Interculturalidad y complementariedad en salud…………………………………...24 CAPITULO II. DESCRIPCIÓN DEL ESTUDIO DE CASO…………………............35 CAPITULO III. METODOLOGÍA DE TRABAJO……………………………….......44 1. Tipo de estudio: cualitativo descriptivo……………………………………........44 2. Muestreo y técnicas de recolección de información………………………..........45 3. Procedimientos de análisis de datos……………………………………………..49 CAPITULO IV. PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS…………….52 1. Proceso de recuperación de identidad étnica…………………………………...52 2. Significaciones sobre el conocimiento tradicional mapuche en salud….….......62 3. Significaciones sobre la práctica complementaria en salud……………………79 CAPITULO V. CONCLUSIONES……………………………………...……………...99 BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………..…………..105 ii INDICE DE TABLAS Tablas Páginas 1. Dimensiones del proceso de recuperación de identidad étnica….………………...…58 2. Dimensiones del conocimiento tradicional mapuche en salud……………………....73 3. Dimensiones de la práctica complementaria en salud………………………………..91 iii RESUMEN Esta investigación se desarrolla asumiendo que las nociones de salud y desarrollo se relacionan de manera compleja, abriendo un espacio para la reflexión y práctica sobre la coexistencia de conocimientos en salud. En efecto, diversos proyectos de desarrollo orientados a la mejoría de la calidad de vida de la población se han dedicado a la creación y al fomento de diversos sistemas médicos como estrategia de resolución de problemas sanitarios, particularmente en contextos socioculturales y étnicos en los que coexiste una pluralidad de sistemas y concepciones relativos a la salud y a la enfermedad. La investigación analiza, a través de un estudio de caso, la experiencia del Hospital Makewe, ubicado en la Región de la Araucanía, que implementa un modelo de atención en salud complementaria, que integra los saberes y recursos tradicionales de la sociedad mapuche, con el conocimiento y terapéuticas científico-occidentales. Los objetivos de esta experiencia complementaria en salud son: mejorar la calidad de la atención en salud para el territorio asignado y contribuir a mejorar la calidad de vida de la población del sector, a través del fortalecimiento de la identidad cultural mapuche. En ese contexto, se busca comprender las significaciones del proceso de salud/enfermedad que construyen pacientes y funcionarios vinculados al Hospital Makewe, como forma de relevar los factores sociales y culturales que sustentan las prácticas en salud. A través de un diseño de investigación cualitativo, se realiza un estudio etnográfico centrado en un periodo de 2 años de observación participante como psicóloga clínica en el Hospital, y la realización de 10 entrevistas en profundidad a pacientes y funcionarios de ambos orígenes étnicos: mapuche y no mapuche. El principal aporte de la investigación se iv constituye en un análisis crítico del alcance de la puesta en práctica la complementariedad en salud, entendiendo que en la realidad coexisten, en relaciones de conflicto y cooperación, recursos de sanación provenientes de diferentes lógicas médicas. Los resultados del trabajo de campo son presentados en tres categorías, relativas al proceso de recuperación de la identidad étnica; las significaciones sobre el conocimiento tradicional mapuche en salud; y las significaciones sobre la práctica complementaria en salud. Desde una perspectiva clínica cultural, se destaca la implicación de los usuarios en salud en el circuito simbólico que sustenta el uso de determinadas prácticas, sean éstas tradicionales o biomédicas. Así, para que ocurra la sanación terapéutica (Laplantine y Rabeyron, 1987) es necesario que se establezca entre paciente y terapeuta una relación simbólica y afectiva que sustente la credibilidad del proceso terapéutico, denominado clásicamente como eficacia simbólica. En un contexto de relaciones interétnicas desiguales entre la sociedad mapuche y sociedad chilena, avanzar en el proceso de instalación de la complementariedad en salud, requiere necesariamente del fortalecimiento del proceso de recuperación de los elementos identitarios y conciencia étnica mapuche, en términos de posibilitar la revitalización del tejido social mapuche y de su entramado simbólico; esto es: su conocimiento tradicional, su idioma, sus significantes, que permitan una práctica sanadora legitimada en la palabra. v ABSTRACT This investigation is developed assuming that the notions of health and development are related in a complex way, opening a space for reflection and practice about the co-existence of health knowledge. Actually, different development projects oriented to the improvement of population’s life quality have dedicated there interest on the creation and encouragement of diverse medical systems, as a strategy to resolve sanitary problems, particularly in socio-cultural and ethnic contexts where there pluralistic health and illness systems and concepts co-exist. The research analyzes, through a case study, the experience of Makewe Hospital, located in the Araucania Region, which applies a complementary health attention model, integrating the knowledge and traditional resources of the Mapuche society with the western scientific knowledge and therapies. The goals of this complementary experience in health are: to improve the quality of health attention for the assigned territory and to contribute to improve the population’s life quality, through the strengthening of the Mapuche identity. In this context, it is sought to understand the meanings of the health/illness process built by patients and health workers of Makewe Hospital, as a way to enhance social and cultural factors that sustain health practices. Through a qualitative research design, an ethnographic study is applied focusing in a 2 year period of participant observation as a clinical psychologist in the Hospital, and 10 in-depth interviews to patients and health workers of both ethnical origins: Mapuche and non Mapuche. The main research’s contribution is the critical analysis of the reach of complementary health practices, in a conflict-cooperation relationship vi between health resources provided from different medical logics. The results of the field work are presented in three categories, relative to the ethnic identity recuperation process; the significances about health Mapuche traditional knowledge; and the significances about complementary health practice. A cultural clinic perspective emphasizes the implication of health user in the symbolic network, which sustains the use of determined health practices; rather these are traditional or biomedical. There for, to get a therapeutic healing happens (Laplantine and Rabeyron, 1987), it is necessary to establish between the patient and the therapist a symbolic and affective relationship which supports the credibility of the therapeutic process, classically defined as symbolic effectiveness. In a context of unequal interethnic relationships between Mapuche and Chilean societies, the process of installing health complementation, requires necessarily the strengthening of the recuperation of identity elements and the Mapuche ethnic conscience, which allows the reliving of the Mapuche social threading and the symbolic weaving; which is mostly: there traditional knowledge, their own tongue, their reality interpretations, which permit a healing practice legitimated by the language. 1 INTRODUCCIÓN La salud de la población ocupa sin duda un lugar importante en el desarrollo de una sociedad, brindando (en conjunto con el nivel de educación) los indicadores más sensibles para su evaluación, entre los cuales es posible considerar el nivel de expectativa de vida, la tasa de mortalidad infantil, y de enfermedades contagiosas. Sin embargo, la interacción entre la salud de la población y el desarrollo económico de una sociedad resulta compleja, lo que dificulta el establecimiento de generalizaciones sobre la relación entre ambas. Numerosas investigaciones siguen estableciendo de manera creciente que los cambios macroeconómicos no resultan necesariamente en un beneficio para toda la población, y aún más, se ha observado que el establecimiento de algunas políticas económicas puede tener efectos humanos devastadores, incrementando la pobreza y la distribución no equitativa de los recursos (Alarcón, 2001b). Como lo destaca Duran (2000), el desarrollo económico convencional, apoyado en la teoría económica clásica, se mantiene sin considerar los factores sociales y medioambientales, así como la importancia de la cultura y, en particular la existencia de diferentes etnias al interior de una sociedad. Ese modelo monolítico ha debido ser paulatina y sistemáticamente confrontado por estilos diferentes de desarrollo, que aunque no han incorporado plenamente estas últimas dimensiones, a lo menos han fundado su teoría en criterios distintos, como el bien común y el reconocimiento de “recursos no económicos” para su desarrollo. Entre estas propuestas alternativas es posible reconocer los aportes de la teoría crítica del desarrollo que subrayan los aspectos sociales y medioambientales, así 2 como los de las aproximaciones antropológicas que destacan los aspectos culturales ligados al desarrollo. Desde una dimensión aplicada, la Organización Mundial de la Salud reconoce tres grandes ámbitos de problemas que han contribuido a aumentar una creciente situación de crisis en diferentes países, o han dificultado una clara mejoría de la salud junto al desarrollo: a) la magnitud y diversidad de riesgos sanitarios asociados al desarrollo (culturales, sociales y medioambientales), b) el costo sanitario generado por la industrialización y la urbanización, y c) los ajustes macroeconómicos que han resultado en mayores restricciones a los presupuestos sociales y de salud en diversos países desarrollados, lo que ha disminuido el acceso a los servicios básicos (Alarcón, 2001b). En este sentido, organizaciones internacionales de desarrollo fomentan cada vez con mayor fuerza la aplicación de intervenciones sociales que contribuyan al mejor acceso de la población a servicios de salud, a la mejoría de la atención en salud y a la consideración de la población en los procesos de planificación. (Alarcón, op. cit.) En ese marco de acción, diversos proyectos de desarrollo orientados a la mejoría de la calidad de vida de la población se han dedicado a la creación y fomento de diversos sistemas médicos como estrategia de resolución de problemas sanitarios. Entre las estrategias implementadas por la Organización Mundial de la Salud, se encuentran: la incorporación de aquellos elementos de la medicina tradicional útiles para la resolución de los problemas prioritarios en salud, así como sus agentes, al sistema de salud nacional; la generación de procesos de participación y educación con la comunidad, y la expansión de los servicios de atención primaria en salud con el apoyo de los recursos comunitarios locales. 3 En este contexto, este estudio se sustenta sobre la hipótesis que una estrategia de salud que articule el conocimiento tradicional local en salud con el sistema nacional implementado, tendería a mejorar en forma integral la calidad de vida de la comunidad local. La investigación analiza, a través de un estudio de caso, la experiencia del Hospital Makewe ubicado en la Región de la Araucanía, que propone un modelo de atención que integra de manera complementaria los saberes y recursos tradicionales de la salud y medicina mapuche, con el conocimiento y terapéuticas científicos de la salud y medicina occidentales. El principal aporte de la investigación se constituye en un análisis crítico del alcance de la puesta en práctica de un modelo complementario en salud, entendiendo que en la realidad coexisten, en relaciones de conflicto y cooperación, recursos de sanación provenientes de diferentes lógicas médicas. Retomando el hipótesis central entre salud, desarrollo y diversidad de sistemas médicos, no sería posible potenciar el desarrollo de comunidades mapuche, si no se considera la centralidad del cuidado de la salud y la relación de ésta con otras áreas de la vida cotidiana, como los logros en las cosechas en el campo, la identidad cultural de sus miembros y la cohesión en torno a sus líderes tradicionales y funcionales. Por otra parte, así como la información cuantitativa, la comprensión de los factores sociales y culturales que originan los conocimientos, actitudes y prácticas de las personas en el mantenimiento y restauración de la salud, son primordiales. Uno de los desafíos de la salud pública es lograr traducir la información sociocultural en una 4 información práctica para promover el bienestar de los individuos y comunidades indígenas. Es así que el foco de la investigación destaca la comprensión de los factores sociales y culturales que sustentan las prácticas en salud, en el contexto del Hospital Makewe. Con un diseño de investigación cualitativo, se propone entonces, como objetivo general: - Comprender las significaciones del proceso de salud/enfermedad que construyen pacientes y funcionarios mapuche y no mapuche del Hospital Makewe, en el marco de la propuesta de complementariedad en salud. Para tal efecto, se definen los siguientes objetivos específicos: - Describir el proceso de recuperación de identidad étnica vivenciado por los funcionarios del Hospital Makewe. - Comprender las significaciones de pacientes y funcionarios sobre el conocimiento tradicional mapuche en salud. - Comprender las significaciones de pacientes y funcionarios del Hospital Makewe sobre la práctica complementaria en salud. En el primer capítulo, se presenta una revisión de los conceptos de relaciones interculturales, relaciones interétnicas y pueblos originarios, para luego discutir críticamente los conceptos nucleares del estudio: interculturalidad y complementariedad en salud en el diálogo entre la medicina tradicional mapuche y la medicina científica occidental. En un segundo capítulo, se describe el modelo de atención que se desarrolla en 5 el Hospital Makewe entre los años 1999 y 2003, presentando una breve reseña histórica, dando cuenta de los pilares sobre los cuales se sustenta la intervención y una descripción operativa de la misma. Una vez sentadas las bases del contexto de ocurrencia, un tercer capítulo describe el diseño metodológico de tipo cualitativo utilizado, especificando el diseño muestral para la selección de los participantes; los instrumentos para la recolección de datos en terreno; y, el procedimiento de interpretación y análisis de la información obtenida. El cuarto capítulo abre un espacio al análisis y discusión de los resultados, a la luz de los conceptos teóricos relativos a los modelos médicos en interacción conflictiva y cooperativa en el contexto del Hospital Makewe, así como a la practica complementaria en salud, a partir de tres categorías analíticas: la interculturalidad como proceso de recuperación étnica; las significaciones sobre el conocimiento tradicional mapuche en salud y las significaciones sobre la practica complementaria en salud, a partir del análisis de entrevistas realizadas a pacientes y funcionarios del Hospital durante el trabajo de campo. Finalmente, un quinto capítulo da cuenta de las principales conclusiones de la investigación en función de los desafíos, dificultades, oportunidades y fortalezas de un modelo complementario en salud en el marco de la política de salud intercultural aplicada en Chile, que contribuya significativamente al desarrollo del pueblo mapuche. 6 CAPITULO I MARCO TEORICO Y CONCEPTUAL 1. Relaciones interculturales, relaciones interétnicas y pueblos originarios Ante las diferentes acepciones que se han atribuido a la noción de cultura, en este estudio se asume y comparte la visión propuesta por Geertz (1973), en su concepción semiótica, que considera los fenómenos interpretativos como los elementos definitorios en la caracterización de una sociedad históricamente determinada. Sin embargo, como lo indica Serrano (1996), la perspectiva simbólica de la cultura tiende a dejar de lado, la tensión y el conflicto social que se derivan de las luchas que los distintos grupos sociales activan en su pugna por definir el sentido de la situación social, de acuerdo con sus propios intereses particulares. Visto así, la perspectiva simbólica-interpretativa, si bien es necesaria, puede no ser suficiente para percibir con nitidez las relaciones de dominación que están presentes en las luchas por el poder que están siempre presentes en la acción social. Cuestión que en el marco de esta investigación, ligada a los saberes medicinales y a las ideologías (conocimiento científico, religiosidades, cosmovisión indígena) no pueden sino ser abordadas con un sentido cuestionador y crítico de estas relaciones sociales. De esta manera, se asume de manera integradora, la propuesta emergente del conocimiento psicocultural (Serrano, op.cit.) como saber interpretativo con intención crítica; es decir, con implicancias políticas y éticas, por lo que se aborda la discusión de la complementariedad de saberes medicinales en el marco de una revisión crítica de las propuestas de desarrollo, y en una opción implicada con la perspectiva de sujeto de derecho ante los pueblos originarios del continente latinoamericano. 7 En esta perspectiva, la aceptación de la multiculturalidad de un Estado va más allá de la comprensión de la existencia de otras realidades culturales, ya que, como lo indican Citarella et als. (1995), la multiculturalidad ofrece un reto ideológico y ético mayor. Para enfrentar este desafío sería necesario romper el bloqueo de una ideología dominante etnocéntrica a nivel nacional, que intenta modelar el mundo en torno a sus propias realidades, cosmovisiones, valores y metas. Como lo señala Hopenhayn (2001), el orden simbólico generado en torno a los conceptos de Estado-Nación, territorio e identidad nacional se ha visto cuestionado desde la irrupción de lo cultural en lo político y desde el reclamo a la diferencia. La noción clásica del Estado-Nación ha perdido radicalmente su carácter de unidad político-cultural, y tiende a asumir cada vez mayores funciones regulatorias en el campo de la economía y de los conflictos entre los actores sociales, limitando su carácter de unidad a lo político-institucional. Conceptualmente, a partir de la década de los 90, se ha instalado con fuerza en las Ciencias Sociales, la noción de relaciones interétnicas para referirse a las relaciones que se establecen entre sectores de una sociedad a partir de criterios de pertenencia y/o de exclusión, basados en rasgos de origen y/o de carácter sociocultural. Subyacente a esta definición se encuentra la noción de etnia o de grupo étnico, la que es entendida a partir de la posesión, por parte de un grupo humano, de rasgos característicos que los delimitan, y desde los cuales se generarían modos de relacionarse con miembros de otros grupos similares. Los rasgos propuestos para delimitar el concepto de etnia serían los de auto reproducción biológica, un territorio o espacio propio de interacción, una cierta unidad de valores y formas culturales, particularmente la lengua y una conciencia de ser único y diferentes a otros. (Durán, 2000) 8 Así, hablar de relaciones interétnicas permite dar cuenta del flujo de relaciones entre grupos de orígenes distintos, captando la dinámica de las mismas en distintas situaciones estructurales, determinando posiciones diferenciadas o de hegemonía/subordinación, con respecto al poder. Según la teoría del control cultural, la pertenencia constituye un criterio básico para definir la identidad étnica, así como la suma de rasgos culturales identificatorios que dan coherencia a dicha pertenencia. La identidad étnica implicaría “un estatuto de participación culturalmente regulada en las decisiones que ejerce el grupo en el ámbito de su cultura propia”. Mientras que para los teóricos representacionales la identidad étnica “pasa a desempeñar el papel de brújula que posiciona al grupo y a sus miembros en mapas cognoscitivos (u horizontes) colectivamente construidos” (Cardoso de Oliveira y Barth en Durán, 2000). Resulta innegable la potencialidad analítica y comprensiva de la realidad sociocultural que brindan las conceptualizaciones señaladas, ligadas al concepto de etnia, identidad étnica y relaciones interétnicas. Sin embargo, una revisión crítica del efecto determinante de su uso en la praxis social nacional invita a integrar además el concepto de pueblo originario, para la compresión de la dinámica socio-histórica de las relaciones interétnicas. En este sentido, cabe señalar que la legislación de derecho vigente en Chile con respecto a los pueblos indígenas, se legitima precisamente en estas nociones aportadas desde las Ciencias Sociales como sustento teórico académico a la política de estado. Así, 9 la Ley Indígena 19.253, aprobada en 1993 por el Congreso nacional, no reconoce a los indígenas en Chile, el carácter de pueblo, sino solo de etnias y comunidades, lo que evidencia “una incapacidad de la sociedad chilena de aceptar su existencia como entes sociopolíticos y culturales preexistentes al estado chileno” (Instituto de Estudios Indígenas, 2002). En la presente investigación, ante el reto ideológico y ético de perspectivar un proyecto multinacional, más que las nociones de etnia y relaciones interétnicas, resulta útil referirse a los indígenas como pueblos originarios o pueblos indígenas, en el sentido de las “primeras naciones”, como se califica oficialmente en el norte del continente americano a las sociedades indígenas, denominación que liga a ese colectivo social y humano a una posición de Sujeto de derecho. Como lo señala el Instituto de Estudios Indígenas, en su análisis critico sobre la situación de los derechos del pueblo mapuche en Chile, “en parte importante de los países de América Latina (que alcanza a diez estados a la fecha), en la ultima década se han aprobado convenios y tratados que, además del reconocimiento de la calidad de pueblos, consagran una serie de derechos políticos, tales como formas de autonomía en materia política, administrativa y judicial, y de derechos no sólo sobre la tierra sino también sobre los territorios indígenas y los recursos naturales que en ellos se encuentran” (Instituto de Estudios Indígenas, op. cit.). En este sentido hablar de pueblo indígena significa no sólo reconocer a los mapuche, derechos básicos individuales, en el marco del respeto universal a los derechos humanos, sino también reconocer a ese grupo humano y social derechos de segunda generación, es decir, derechos de carácter colectivo, ligados a una cultura. Más aún, ello 10 implica superar el reconocimiento de los derechos culturales y reconocer jurídicamente derechos políticos a una sociedad. 1. 1 Interculturalidad y multiculturalismo La noción de interculturalidad halla uno de sus asideros teóricos en la idea que las culturas no se encuentran aisladas ni se producen por generación espontánea, sino que, en su diario acontecer, tienden a abarcar espacios que las conducen a entrar en relaciones con otras culturas. Así, como lo indica Boccara (2000), se puede señalar, en términos generales, que esas relaciones que se establecen entre las culturas es lo que se suele denominar interculturalidad. Las relaciones interculturales (Touraine, 1995) pueden clasificarse en tres tipos de interacción: a) relaciones sin reconocimiento: se establece contacto entre dos o más culturas, pero no existen relaciones de reconocimiento y las culturas interactuantes no resultan afectadas o modificadas por el encuentro o el diálogo. b) relaciones de dominación: al entrar en contacto con otras culturas, una cultura adquiere el carácter de dominante, y tiende a hacer desaparecer a las otras culturas no dominantes. c) relaciones de carácter multicultural: al contactarse dos o más culturas se establece un reconocimiento del contexto y de las particularidades de las diferentes culturas involucradas, estableciéndose una relación de diálogo y de respeto que va dando origen a modificaciones significativas en los escenarios simbólicos de las culturas que han entrado en interacción. 11 Aunque para algunos autores los términos “intercultural” y “multicultural” son equivalentes, la clasificación recién expuesta revela que el tipo de relación que se establece entre dos o más culturas (relaciones interculturales de facto) requiere ciertas características para poder concebirla como multicultural. Al respecto, Touraine (1995) propone algunos hilos conductores relevantes para acercarnos al concepto de sociedad multicultural. El multiculturalismo, para este autor, sólo tendría sentido como la “combinación, en un territorio dado con una relativa unidad social, de una pluralidad de culturas que mantienen permanentes intercambios y comunicaciones entre actores que utilizan diferentes sentidos de vida”. En este sentido, el primer elemento a destacar es que la coexistencia o simple convivencia de culturas no expresaría necesariamente la condición multicultural. En efecto, una cierta indiferencia pluralista entre culturas que coexisten no constituye una sociedad multicultural, en la medida en que no existiría interacción entre ellas, sino una mera subsistencia irrelevante desde una tolerancia incorrectamente comprendida. De acuerdo a esta acepción, que Touraine (op. cit.) califica de “falso multiculturalismo”, ser multicultural sería “no preocuparse por el destino de otras culturas del propio entorno”. Por otra parte, considerar lo multicultural como el derecho inalienable al respeto de la diferencia que defiende la perpetuación intacta de la diferencia cultural sin una afectación mutua en la interacción entre culturas, puede conllevar en las sociedades a un relativismo cultural cargado de conflictos irresolubles. Este entendimiento de lo 12 multicultural tiende a desarrollar un cierto individualismo a ultranza, o un gregarismo social intocable, una especie de multiculturalismo de la segregación. Un segundo elemento que aporta Touraine (1995) en la comprensión de lo multicultural, dice relación con la apertura a la alteridad como capacidad de reconocimiento hacia cada cultura de sus valores y de sus pretensiones de universalidad. De esta manera, para convertirse las sociedades y los individuos en expresiones multiculturales se plantea la exigencia, ya no de la preservación cultural solamente, sino del reclamo del reconocimiento universal de la equiparación de las diversas culturas. Así, la experiencia multicultural está modificando radicalmente las nociones de igualdad, dignidad, diferencia y libertad, ya que se instala la necesidad de concebir la igualdad humana abierta a las diferencias, superando las nociones de culturas “superiores”, “avanzadas” o “primitivas”, y de conceptuar la libertad no reducida a la simple autonomía individual, sino como reconocimiento al interior de las comunidades y sus tradiciones concretas. 1. 2 Interculturalidad, política intercultural y participación social En palabras de un dirigente mapuche, en un Panel de discusión del Primer Encuentro Nacional de Salud y Pueblos Indígenas (1997), la interculturalidad “supone la existencia de dos culturas en igualdad de condiciones, cuestión que lamentablemente en el caso de los pueblos indígenas, y en particular para el pueblo mapuche, no existe, y 13 que significa al menos dos desafíos: para el gobierno la de un reconocimiento, y para el pueblo mapuche buscar espacios donde desarrollar sus conocimientos”. En el mismo sentido, y como sostiene Pedreros (1997), la interculturalidad tiene un carácter eminentemente político, ya que se sitúa en el marco de las relaciones entre minorías y mayorías, entre pueblos indígenas y estados nacionales. Un cuestionamiento que se origina entonces, remite a la factibilidad de generar espacios interculturales para el desarrollo a partir de un enfoque sectorial, en la medida en que los problemas sectoriales (de salud, educación, justicia, etc.) se interrelacionan en la práctica con los distintos elementos del desarrollo social; argumento que podría sustentar la construcción de estrategias intersectoriales desde la estructura estatal. Analíticamente Citarella et als. (1995) describen dos modalidades de aplicación de la interculturalidad que se hacen cargo de la dimensión política y social relativa a la interacción pueblos indígenas y estado, de manera diferencial. Un primer tipo de proyecto de interculturalidad asumiría un carácter sectorial, en el marco de las relaciones interétnicas, sin extenderse a otros dominios de la vida pública. Su objetivo fundamental se plantearía en torno a la necesidad de modificar la situación de marginalidad en la que se encuentran los pueblos indígenas con respecto a la sociedad global y al acceso a determinados bienes y servicios estatales. Un segundo tipo de proyecto de interculturalidad tendría un carácter general que sitúa cualquier política de carácter sectorial (salud, educación, justicia) dentro del contexto más amplio de la relación entre los pueblos indígenas y el Estado, planteando medidas 14 estratégicas destinadas a resolver los problemas de desarrollo sustentados en diferentes cosmovisiones en contacto. En este segundo proyecto intercultural, el derecho al territorio étnico, según Citarella et als. (1995), reviste importancia crucial ya que la tierra, mucho más que un medio de producción silvoagropecuario, constituye un espacio geográfico ligado profundamente a la historia y al conjunto de la cultura de un pueblo, indispensable para el florecimiento de ésta. Como lo señala Bengoa (2000) al describir el nuevo discurso étnico de los años ’90, “la defensa de la tierra ha dejado de ser una lucha de corte agrarista para pasar a ser una lucha de sentido ecologista y político-social”. Como se puede observar, estas dos alternativas de interculturalidad ponen el acento en la acción estatal, si acaso sectorial o intersectorial y global. Sin embargo, la posibilidad de construir interculturalidad plena, modificando sustancialmente la forma histórica de dominación y marginalidad hacia los pueblos indígenas, pareciera radicar fundamentalmente en los procesos organizativos y de recomposición del tejido social indígena, a partir de sus estructuras sociales tradicionales y de la comunidad. Como lo indican Citarella et als. (op. cit.), el factor clave sería lograr en el nivel local una forma organizativa que otorgue instrumentos de negociación entre la sociedad nacional y la sociedad mapuche para poder mejorar su propio proyecto histórico. Escenario que sitúa en un papel protagónico el rol de la movilización y la participación indígena en su proceso de desarrollo. Con respecto a la necesidad de fortalecimiento del tejido social mapuche, en el marco de un proceso de reetnificación del sujeto indígena (Bengoa, op.cit.), uno de los elementos que se encuentra en el centro de las discusiones entre diferentes actores 15 mapuche es, lo que Mariman (2004) analiza como el sentido de la valoración institucional mapuche tradicional. De acuerdo al autor, es necesario demostrar de qué manera la institucionalidad mapuche (tanto pública como privada) puede ser útil en el presente y futuro para el pueblo mapuche, valorando elementos de la institucionalidad occidental, considerando que ésta puede operar de otra forma en manos mapuche o en manos de no mapuche, con valores diferentes a los que se cuestionan como enajenantes para lo mapuche. De esta manera, parafraseando a Mariman (op. cit.) el proyecto etnonacional por la conquista de derechos colectivos se cruza con proyectos multiculturales de la sociedad dominante, al considerar necesariamente como nociones esenciales la tolerancia y el pluralismo etnocultural, el respecto a los derechos humanos, la profundización de la democracia y la descentralización el poder oligárquico, nociones que entrañan participación política en oposición a totalitarismo y señorío. 2. Interculturalidad en salud: hacia una propuesta multicultural El abordaje de la problemática indígena ocurre en la intersección de los temas referentes a los derechos humanos, la democracia, el desarrollo, el medio ambiente y la comprensión de la cultura, identidad y cosmovisión de estos pueblos desde una nueva aproximación a la historia (Alarcón, en prensa). Reconociendo entonces la complejidad intrínseca de las acciones interculturales, por su inminente carácter político, social y cultural, se revisan a continuación diferentes estrategias que se han implementado en 16 salud en el marco de las relaciones interculturales e interétnicas entre pueblos indígenas y sociedades nacionales. Un cuestionamiento inicial y problematizador, es el que plantean Citarella et als. (1995): ¿cómo se puede planificar una adecuada integración y articulación entre medicina tradicional y medicina moderna?, ¿es posible compatibilizar la cultura mapuche con la cultura nacional occidental?, ¿es posible adecuar los servicios del sistema de salud oficial a la idiosincrasia cultural de la población indígena?, y en definitiva: ¿qué significa interculturalidad en salud? La interculturalidad en salud, como lo plantea Oyarce (1997), implica al menos, la relación entre dos culturas -idealmente equilibrada-, en la que el conocimiento en salud que se origina de dicho encuentro es cualitativamente diferente de los conocimientos respectivos que le dan origen. Es entonces la capacidad de moverse entre los distintos conceptos de salud y enfermedad, los distintos conceptos de vida y muerte, los distintos conceptos del cuerpo biológico, social y relacional. Una definición amplia del término, que contribuye a visualizar un proyecto de desarrollo en un escenario multicultural es el que proponen Citarella et als. (op.cit.) como la “coexistencia y mantenimiento de múltiples culturas en un espacio geopolítico específico y en un tiempo determinado, en los que se reconoce las diferencias y especificidades de cada cultura y su validez”. A su base, destacan los autores, se acepta la premisa de que cada una de estas culturas corresponde a la tradición de un grupo humano y representa una manera de categorizar, comprender y organizar el mundo. En términos operacionales, 17 esta concepción implica potenciar lo común entre el sistema médico occidental y el sistema médico indígena, respetando y manteniendo la diversidad. Históricamente, el concepto de interculturalidad en salud se introduce a raíz de la necesidad de responder a los problemas sanitarios de los países tercermundistas, y aparece fundamentado en la visión desarrollista de agencias internacionales, tales como la ONU y la OMS (Alarcón, en prensa). En efecto, la evaluación que dichos organismos hacían de la situación de salud de los países en vía de desarrollo, en los años sesenta, establecía que no sólo los aspectos económicos impedían mejorar la calidad de salud en estos países, sino que el problema radicaba fundamentalmente en aspectos culturales de la población indígena, que impedían la adopción de “prácticas y cambios favorables para la salud”. Dicho de otro modo, las prácticas culturales de los pueblos indígenas, ligadas a conocimientos y creencias propias, no permitían un mejor nivel de salud y de desarrollo, y en general un mejor acceso a los sistemas de beneficio del Estado. Estas primeras concepciones de las acciones interculturales en salud se sustentan en una representación civilizatoria de las relaciones interétnicas, originada ya en la segunda mitad del siglo XIX, a partir de las ideas evolucionistas con respecto a la especie humana. Esta representación social, presente hasta la actualidad como matriz teórica, reconoce cierta unidad de la especie humana, pero se la sitúa en diversos grados de civilización. En efecto, como lo destaca Bengoa (2000) las ideas de inferioridad de las prácticas indígenas, de primitivismo y barbarie de sus creencias, sigue siendo el común denominador cultural de las sociedades que se autovaloran como “civilizadas”. 18 En este sentido, la incorporación de la lengua nativa en procesos de educación en salud hacia comunidades indígenas ha sido fuertemente criticada, ya que, como sostiene Oyarce (1997), por lo general cuando se elabora material educativo para poblaciones indígenas se busca modificar conductas inapropiadas en salud, y lo que se hace, en definitiva es “traducir” un material diseñado desde la perspectiva biomédica a la lengua indígena (...) lo que no constituye ni un material ni un conocimiento intercultural, sino que más bien se está imponiendo el conocimiento biomédico sobre el conocimiento indígena, utilizando la propia lengua indígena para ello. En los años setenta y ochenta, importantes movimientos de reivindicación étnica promovieron y se movilizaron por la construcción de un nuevo escenario multicultural que relevara las dimensiones culturales ligadas a los procesos de desarrollo (Alarcón, en prensa). En este marco de contra argumentación a la perspectiva etnocentrista de los años sesenta, la noción de interculturalidad se convierte en un concepto integracionista, que sitúa el origen de los problemas en salud, ya no en las costumbres de los pueblos originarios, sino en su situación de marginalidad social con respecto a los beneficios de la sociedad mayoritaria. En efecto, desde principios del siglo XX, se viene desarrollando desde sectores no indígenas, un importante movimiento indigenista que busca en un impulso paternalista, apoyar a la población indígena en la superación de sus condiciones de exclusión y marginalidad social y geográfica. Basado en las ideas positivistas del progreso, el indigenismo latinoamericano (notablemente desarrollado en México y en Perú) sostiene su accionar, según Bengoa (2000), en la necesidad de posibilitar a los indígenas la incorporación al proceso de desarrollo para que se integren a la modernidad a la que aspiran las sociedades latinoamericanas. 19 Diversas experiencias interculturales en salud proponen el establecimiento de un diálogo entre culturas, que tienda a mejorar la calidad de salud de los indígenas y a generar espacios de participación microsocial en la ejecución de las acciones de salud. Sin embargo, las representaciones relativas a las relaciones interétnicas, tanto “civilizatorias” como “integracionistas” de los pueblos indígenas, subyacentes a las propuestas tienden a limitar el alcance intercultural de dichas iniciativas. Es el caso de la incorporación de sanadores tradicionales, tales como parteras, yerbateras, componedores de huesos y chamanes, a los establecimientos oficiales de salud que culminan generalmente en la institucionalización de éstos, a través de un proceso de educación y de certificación. Algo similar ocurre con las experiencias en atención primaria en la formación de promotores de salud local, que si bien, como lo indica Alarcón (en prensa) pueden significar un proceso de síntesis del pensamiento indígena y de los conocimientos biomédicos en la figura del monitor, no necesariamente implican procesos colectivos de intercambio de saberes en ambas direcciones. Como se discutió en el Primer Encuentro Nacional de Salud y Pueblos Indígenas realizado en Puerto Saavedra (1997), la interculturalidad no sólo apunta a que se acepte el conocimiento tradicional, sino que también demanda que los médicos y la gente que trabaja en los Servicios de Salud conozcan la cultura de la población en la que está trabajando, su condición social, su condición económica, su problema de la tierra (...), es decir que atiendan al paciente como una persona distinta. En este sentido, se recalca, que la interculturalidad no es sólo asunto de medicinas, sino que atañe a los valores de los pueblos indígenas, y a la forma de vivir en comunidad y de resolver los problemas en conjunto. Asumiendo la necesidad de que los agentes que se desempeñan en la 20 atención en salud con población indígena, logren una mayor comprensión de la diversidad cultural, y de la dinámica cultural y social en la que están insertos los usuarios de salud, es que se han implementado procesos de formación y capacitación hacia los funcionarios de salud. Estas acciones de educación hacia el personal de salud, tendientes a favorecer las estrategias de comunicación entre cuerpo de salud oficial y pueblos indígenas, han logrado sin duda mejorar la satisfacción usuaria de la población atendida, en cuanto a calidad en el trato y disminución del prejuicio étnico, como lo menciona Aguirre Beltrán (1994) al referirse a la importancia de la adquisición del conocimiento del pensamiento indígena, cuando el personal sanitario percibe las motivaciones de la conducta nativa y el trasfondo que respalda la resistencia a las innovaciones en salud. Sin embargo, la incorporación de conocimientos de antropología médica en la práctica sanitaria no logra significativamente un trato hacia el individuo atendido como sujeto cultural, en el sentido de no ser disociado de su mundo social en el que se desenvuelve, y puede tender a una fuerte asimilación cultural en la medida en que se sustentan en concepciones civilizatorias con respecto a las sociedades indígenas. Una práctica de mayor complejidad en la búsqueda del fomento de relaciones interculturales entre sistemas y saberes médicos, la constituye la mediación cultural propiciada a través de la figura del facilitador intercultural en el medio hospitalario. Esta práctica, se convierte en una estrategia de carácter más complejo en la medida en que integra elementos antes señalados como acciones interculturales, tales como: la formación e integración de “monitores” en salud a instituciones oficiales, la integración del idioma indígena a las acciones de salud, y la capacitación y sensibilización de los 21 equipos de salud con respecto a elementos teórico-prácticos sobre la interacción entre modelos médicos. El alcance de este tipo de iniciativas, en la Región de la Araucanía, ha sido evaluada positivamente (Alarcón et. als, 2000) ya que pone en marcha un proceso de creación de un espacio real de interacción entre dos sociedades en contacto, en la medida en que se valora y acepta la cultura que portan los usuarios mapuche del establecimiento hospitalario, y les permite orientarse y comunicarse con un sistema que empieza a abrirse a la diferencia cultural. Con todo, se cuestiona la capacidad real de esta estrategia intercultural de modificar la relación asimétrica entre saberes culturales y medicinales, alertando sobre la función amortiguadora que la figura del facilitador tiende a asumir, manteniendo y reproduciendo la dominancia social y cultural del sistema de salud biomédico sobre los saberes tradicionales. Al respecto, las discusiones del Primer Encuentro Nacional de Salud y Pueblos Indígenas alertaban que la experiencia de las oficinas Amulzungun (facilitadores interculturales) corríann el peligro de ser instrumentalizadas para imponer el modelo biomédico sobre la población indígena si no se mantenía un proceso constante de apoyo y de reflexión desde las propias comunidades indígenas y con las propias personas indígenas, los enfermos, sus propias familias. En este mismo Encuentro, se destacó la necesidad que las oficinas Amulzungun logren generar un espacio de conocimiento intercultural, bidireccional que se origine en la propia comunidad indígena, y se oriente hacia el hospital, y que se retroalimente desde el equipo médico hacia la comunidad indígena, lo que, a juicio de los exponentes se logra principalmente a nivel institucional, pero en menor medida logra recoger insumos de conocimiento desde la propia comunidad. 22 En definitiva tanto esta iniciativa intercultural en salud, como las anteriormente expuestas, evidencian que las acciones por sí solas no necesariamente tienden a promover procesos genuinos de reconocimiento hacia la sociedad indígena. Para que ello ocurra, se requiere, como concluye Alarcón (en prensa) de procesos de profundización de las relaciones interculturales que permita desarrollar procesos tendientes a la valoración del conocimiento indígena como relativo a otras áreas del desarrollo, avanzado hacia la multiculturalidad de manera integral. Es recién a partir de la década de los 90, que se inicia una toma de conciencia de la pluralidad étnica por parte de los responsables de salud, en un contexto mundial y latinoamericano de afirmación de los derechos de los pueblos originarios. La irrupción de las demandas indígenas, instala ya desde mediados de los años 70 un período postindigenista, en el que a los argumentos del antiguo indigenismo se articula como eje central la reivindicación de protagonismo, de autonomía y de autogestión del desarrollo (Bengoa, 2000). Se reconoce entre las principales luchas político-reivindicativas de la década de los 90, los movimientos de Chiapas, de Ecuador, y el notable caso de ejercicio del derecho a gobernar sus territorios autónomos del pueblo originario Nuuk en el norte del continente (Alvarez et als. 2002), lo que va configurando en el continente lo que Bengoa ha denominado la “emergencia indígena”. Esta emergencia y este proceso de reetnificación que se configura a nivel latinoamericano – con mayor fuerza en algunos estados que en otros, - pone en evidencia el avance de la participación de la sociedad indígena en niveles de decisión relativos a su propio destino y sus procesos de desarrollo. 23 En este contexto de transformaciones y procesos socio-culturales se manifiestan expresiones interculturales en salud, que representan una búsqueda de diálogo entre sociedades equivalentes, basadas en la comprensión de las relaciones interétnicas entre pueblos originarios y Estado nacional de manera multicultural. Como lo afirma Pedreros (op.cit.), las acciones interculturales en salud posibilitan, en un sentido amplio, poner en discusión los modelos de desarrollo que queremos para nuestra propia sociedad; transformándose no sólo en una opción hacia los indígenas (como discriminación positiva) sino también en una oportunidad para los no indígenas. Alarcón et als. (s/f) afirman que, a partir de la experiencia internacional es posible encontrar algunos principios que sustentan el desarrollo de modelos pluriculturales en salud. Entre éstos, cabe mencionar a lo menos dos que destacan los autores: por una parte, el reconocimiento a los sistemas médicos como complejos sistemas de pensamiento y conducta, que se constituyen como respuestas socioculturales al fenómeno universal de la salud; y, por otra parte, el mejoramiento de los procesos de comunicación entre pacientes y profesionales, implicando tanto el lenguaje, como los protocolos de relación cultural y social de los pacientes. La discusión acerca de la construcción de estrategias interculturales en salud encaminadas hacia la multiculturalidad requieren entonces superar, desde la institucionalidad, la planificación de objetivos sectoriales tras el logro de una meta macrosocial planteada en función de un proyecto societal pluricultural. Como lo indica Alarcón (op.cit.), una política de multiculturalidad en Chile implicaría que el conjunto de la sociedad y sus instituciones, asuman la existencia de la pluralidad étnica y cultural 24 del país, como proceso de apertura hacia la participación de la sociedad mapuche desde su propia identidad sociocultural; lo que ubica el desafío de consolidar estrategias interculturales bajo su doble dimensión; esto es, una microsocial en su práctica local, y una macrosocial que involucra avanzar hacia procesos de autonomía sociocultural. La posibilidad de desarrollar espacios multiculturales en diseños políticos nacionales plantea también, como reitera Pedreros (1997) una exigencia al mundo indígena, cual es la de responsabilizarse de la construcción de apuestas interculturales no sólo a nivel de demandas, sino más bien en términos de comprometerse en la búsqueda de soluciones en el ámbito de la salud. Al respecto, Armando Marileo (2003) describe la valiosa experiencia en la Provincia de Winnipeg, Canadá, orientada hacia el rescate y valorización de la medicina tradicional indígena a través de una estrategia de desarrollo étnico integral, ligada al ejercicio de la autogestión de sus recursos económicos ubicados en su territorio. 3. Interculturalidad y complementariedad en salud La mayoría de las experiencias interculturales en salud, a nivel internacional, presentan como principal cuello de botella la inclusión de aspectos tales como remedios herbolarios tradicionales y técnicas terapéuticas específicas de la medicina tradicional, pero no necesariamente el corpus de ideas y conocimientos sobre el cual estas prácticas médicas se fundan. Lo que suele ocurrir, en términos de políticas de salud y desarrollo del sistema, es la aceptación de algunas limitadas características y tecnologías de la medicina tradicional, con un rechazo más o menos global a las bases ideológicas y conceptuales de la medicina tradicional, es decir, a sus bases teóricas y filosóficas. 25 Efectivamente, en el caso de las propuestas programáticas chilenas, la comprensión y puesta en acción de la interculturalidad en salud remite a un “modelo de gestión que adecue los servicios a las características de la cultura (indígena) basada en el respeto y en la construcción colectiva de estrategias, metodologías y protocolos que mejoren el acceso y utilización de los servicios de salud” (Ministerio de Salud, 2003). En este sentido, cabe destacar que las conductas en torno a la salud se sostienen sobre experiencias, saberes, creencias, representaciones y significaciones particulares, lo que se puede observar con especial notoriedad en las categorías utilizadas para concebir las enfermedades, así como en las causas que se le atribuyen. Como lo subraya Mabe (1994) en la relación intercultural, - tanto en salud como en otro ámbito de acción -, no es solamente la diferencia del "otro" la que causa una eventual dificultad, sino que la especificidad de cada uno de sus protagonistas y sus condiciones puestas en relación; condiciones, que implican tanto las dimensiones simbólicas señaladas, como las condiciones sociopolíticas de producción y reproducción de cada saber médico en el marco de sociedades en contacto y en relaciones no igualitarias. En este sentido se observan ciertas incompatibilidades en la articulación de sistemas y modelos médicos en los que no es posible integrar la complementariedad, fundamentalmente en aquellos que dicen relación con el modelo conceptual. La experiencia a este respecto, que reporta Jelves (1997), ha sido, de parte de los especialistas tradicionales (como la machi), la de una coexistencia respetuosa, actitud que se manifiesta en la derivación que éstos hacen de pacientes ya sea para tratar síntomas físicos específicos y proseguir después con el tratamiento tradicional, ya sea 26 cuando reconocen la presencia de enfermedades wigka que no corresponderían a su ámbito de dominio. Frente a una reconocida situación de coexistencia de diferentes sistemas médicos, cabe preguntarse, como señala Jelves (1997) si es posible apuntar a la búsqueda de ámbitos concretos de complementariedad de prácticas médicas desarrolladas por los distintos grupos étnicos y estratos sociales en sus propios espacios. Una posibilidad de complementariedad se encontraría en la incorporación de un enfoque intercultural al interior del sistema de salud oficial, depositario de demandas de atención por parte de todos los sectores de la población, incluyendo el indígena. Esto es, incorporar una serie de adecuaciones técnicas tendientes a brindar un nivel de calidad de la atención en salud pertinente a las especificidades culturales de la población, en términos de reconocimiento a la diversidad de orígenes y prácticas culturales. Por otra parte, en el contexto de la hospitalización, surgen demandas a nivel de especialistas médicos tradicionales y de facilitadores interculturales en términos de facilitar la complementariedad de recursos medicinales, como por ejemplo, la aplicación de tratamientos herbolarios cuando la ocasión lo requiera, lo que hasta ahora se maneja a espaldas de los funcionarios de los establecimientos. Sin embargo, es necesario aceptar que las posibilidades de intervención desde la medicina occidental son más bien restringidas, lo que demanda una nueva actitud hacia el sistema médico indígena. Una actitud que, como lo indica Garrido (1997) en el marco 27 de los sistemas locales de salud, permita una complementariedad de los recursos de que dispone la población para resolver sus problemas de salud. Así, un segundo ámbito de complementariedad observable es aquel que se relaciona con el auto cuidado en salud en el nivel casero. El auto cuidado en salud relaciona ámbitos preventivos y curativos al interior de la familia y la comunidad y constituye un espacio en el que pueden converger los recursos de los diferentes sistemas médicos presentes en un territorio, como lo es la comunidad mapuche. Constituye además una estrategia necesaria de implementar en beneficio del mejoramiento de la calidad de la salud de la población, dado que fortalece la participación y protagonismo de la familia y la comunidad en los procesos de salud y enfermedad, a través de acciones apoyadas por las instituciones formales de salud y educación, así como otras instancias de apoyo al desarrollo local (Jelves, 1997). El modelo del Hospital Makewe se ha definido como un ejemplo de una metodología en salud integral e intercultural, entendida como un enfoque en que tanto la gestión como la atención en salud se hacen con una visión mapuche holística, multidisciplinaria, participativa y de complementariedad de modelos médicos en todas las fases del proceso salud-enfermedad (Asociación Indígena para la salud Makewe Pelale, 2001). Es decir, se concibe una medicina integral en la que se experimenta la aplicación complementaria de la biomedicina y a la medicina indígena. Se trata, en palabras de la dirección del establecimiento, de una experiencia original de “interculturización” de la institucionalidad chilena. Además de revalorizar el sistema 28 médico propio, los dirigentes mapuche de la Asociación tienden a re-actualizar su propio sistema de conocimiento, a la vez que se transforman en estudiosos de su propia realidad sociocultural. En efecto, la Asociación Indígena se ha propuesto llevar a cabo un Modelo Intercultural de Atención en Salud para resolver el problema de salud de sus usuarios, a través del fortalecimiento de los recursos locales, considerando las distintas concepciones de salud-enfermedad y apoyando la complementación de la medicina occidental con la medicina mapuche, así como el fortalecimiento de la identidad mapuche, valorizando las autoridades mapuche, controlando la riqueza cultural del sector y reforzando la dignidad mapuche en la atención de salud (Asociación Indígena para la salud, 2001). 3.1 Saberes y prácticas médicas: conocimiento tradicional mapuche y medicina científica occidental Visto desde la población que requiere de los servicios en salud proporcionados por distintos especialistas o agentes médicos, los sistemas médicos existentes (occidental científico y tradicional mapuche, entre otros) no constituyen estructuras rígidas. Los denominados “modelos médicos” son más bien espacios de referencia conceptual, dado que es posible advertir que en la realidad se constituyen una gama de sistemas intermedios, resultantes del manejo simultáneo que hace la población de conceptos y recursos médicos, de acuerdo a las vivencias personales. (Jelves, 1997). Se podría entonces abordar la noción de “modelo médico” sustentándose en la conceptualización de representación social, la que es entendida como un "saber compartido entre miembros de una sociedad, o de un grupo social determinado, en torno a un segmento de su existencia, o a toda su existencia". Se trataría así, del encuentro 29 entre una experiencia individual y los modelos sociales propuestos, en un modo de aprehensión particular: el de la imagen-creencia, que posee siempre una tonalidad afectiva y una carga irracional, por sobre el elemento racional secundario (Laplantine, 1989). De esta manera, como lo señala Jodelet (1989), las representaciones sociales circulan en los discursos, son transportadas por las palabras, vehiculadas en los mensajes e imágenes compartidas, cristalizadas en los comportamientos y en las formas de organización y articulación materiales y espaciales. Las representaciones del enfermo sobre el origen de su enfermedad se encuentran entonces ligadas a una determinada visión de mundo, y determinan a la vez su itinerario terapéutico. La aproximación discursiva permitiría afinar la comprensión de los comportamientos observados, brindar una mirada con mayor distancia sobre su propio sistema médico, y mejorar la comunicación intercultural entre usuarios y profesionales. a) Conocimiento tradicional mapuche en salud A través del proceso de recuperación y re-apropiación de la identidad mapuche, se ha hecho evidente la necesidad de considerar la relación de imbricación que supera los niveles de materialidad y objetividad, propios de la ciencia (ecológica o médica), para integrar dimensiones cósmico-espirituales y socio-comunitarias. En el transcurso del tiempo, el pueblo mapuche ha ido construyendo y explicando la estructuración de su propio mundo, es decir, ha desarrollado y transmitido una perspectiva propia para comprender, articular e interrelacionar todos y cada uno de los elementos existentes que conforman el mundo mapuche. Como lo indica Armando 30 Marileo (1995) “logró comprender cómo se vinculan los mapuche con la tierra y el medio ambiente que los rodea, de dónde emana la fuerza o el poder que le permite la vida a la naturaleza; en qué contexto se ubica el sol, la luna, el día, la noche y el hombre”. La relación del mapuche con la tierra y los ciclos de la naturaleza emana, además, de su condición de persona rural, cercana al medio ambiente, con el cual convive constantemente durante todas las etapas de su existencia. De esta manera, tanto la agricultura como la organización social y la religión, prácticas rituales y creencias, están íntimamente ligadas como partes constitutivas de un todo sistematizado en la persona o en el ce (Cuyul, 2002). El universo está compuesto de seres vivos que como unidades poseen igual valor entre sí; cada uno posee su newen o fuerza, cada ser humano, cada elemento de la naturaleza pertenece a una fuerza, cada persona tiene su propio newen; aún cuando no todas pertenecen al mismo pvjv,o espíritu (Caniullan, 2000). El orden del Universo se rige por una serie de fuerzas opuestas y complementarias, necesarias unas para las otras, y cuyas relaciones entre sí deben guardar cierto estado de armonía, lo que remite a las relaciones de respeto que deben mantener los seres vivos entre sí. El respeto a otros seres vivos, en este caso, es más complejo que el uso moderado de los recursos naturales, ya que implica también resguardar la armonía que existe entre las personas y los gen, o dueños de determinados lugares que poseen una fuerza particular (p.e. menoko) que es necesario resguardar para el desarrollo armónico de los habitantes, de la flora y de la fauna (Coordinadora de Salud Filu Bawen, 2002). El medio ambiente es el todo, el Waj mapu, un espacio donde el ser humano es un elemento entre muchos, donde no se diferencia el mundo visible y un mundo espiritual. Manteniendo una relación de 31 reciprocidad con las fuerzas del medio ambiente se conserva la salud, se asegura que los ecosistemas frágiles y los espíritus amenazados se preserven (Coordinadora de Salud Filu Bawen, 2002). “El equilibrio de cada persona se relaciona con su fuerza, estar en armonía con su newen, lo que también quiere decir encontrar su sentido en este mundo, su forma de insertarse de contribuir, su destino, su función y llevarla a cabo” (Manquepi, 2002). La comprensión simbólica que sostiene del proceso de salud-enfermedad mapuche, en tanto construcción de significados articulados y (re)producidos socialmente, pone en interacción y en relaciones de intercambio, a veces de reciprocidad y otras veces de conflicto, al che, la naturaleza, las fuerzas sobrenaturales (distinción entre lo natural y lo sobrenatural proveniente de nuestra lógica dualista racionalista), las personas miembros de una comunidad en un determinado territorio (lof), y los miembros de las familias de ese territorio. Como lo indica la antropóloga Jelves (1997), la medicina mapuche forma parte de la tradición ancestral mapuche, que se desarrolla autónomamente hasta mediados del siglo XVI, cuando se produce la invasión española; luego de la cual ha persistido hasta hoy, conservando en forma casi invariable el modelo médico tradicional que atribuye la causa de las enfermedades a la acción de fuerzas espirituales malignas, o wekvfe y a los kalku o brujos, a través de diversos mecanismos como xafentun (o encuentro), perimontun (o visiones), vnfitun o daños a través de la ropa. También, señala la autora, 32 las deidades y fuerzas benéficas pueden causar enfermedades, como castigo a la trasgresión de normas sociales y rituales, o como señal indicadora de vocación de machi. Por último, se distingue también un ámbito categorizado como rekuxan (o enfermedades leves y agudas) que se producen por causas naturales como la exposición prolongada a diferentes factores climáticos, el exceso de alimentación, etc.” (Jelves, 1997). Como lo indicara Levi-Strauss la invocación de fuerzas benéficas, o la lucha con las fuerzas malignas son parte de un sistema coherente que fundamenta las concepciones indígenas del universo. (Laplantine, 1987) El chamán, durante la cura, se insinúa simbólicamente en el propio cuerpo del enfermo. El problema central de la sanación se constituye en términos de confrontación de fuerzas, dónde todo se juega finalmente en los registros sutiles de las almas de los órganos, que califican las manipulaciones psicológicas del órgano enfermo. Es precisamente a través de esta manipulación que se espera que ocurra la sanación, tanto por la acción del chamán, del paciente, como por la acción del conjunto del grupo social que participa activamente de la iniciativa terapéutica. Estos trabajos, como muchos otros que le siguen, relevan de alguna manera el pensamiento mágico a la altura de un pensamiento articulado y coherente que no queda relegado como un intento de aproximación al pensamiento científico, sino que representa un modo de conocimiento específico, no desprovisto de resultados prácticos. 33 b) Medicina científica occidental Es posible reconocer los orígenes de la medicina moderna en la Grecia clásica, posteriormente desarrollada por el industrialismo y la ciencia moderna en Europa, con la introducción de la anatomía patológica, extendiéndose luego al resto del mundo. Si bien, este modelo médico se presenta como un sistema homogéneo, resulta evidente la coexistencia de diferentes prácticas y desarrollos tecnológicos para el abordaje bio-médico de la enfermedad (Solar, M. A., 2004). Con todo, algunas características distintivas de la representación y práctica social biomédica, hegemónicas en el continente latinoamericano, podrían sintetizarse en primera instancia en torno a la separación conceptual (instalada con al advenimiento del pensamiento moderno) del soma y la psiquis, del cuerpo y el alma, del ambiente físicosocial-sobrenatural y el alma. Una segunda característica, relacionada con la anterior, que se instala con el desarrollo de la ciencia bacteriológica, es la concepción monocausal en la etiología de las enfermedades, lo que significa que se tiende a desconocer en el origen de las dolencias causas fuera del ámbito fisiológico (Citarella et als. 1995, Solar, op.cit.). Se puede observar, sin embargo, que el desarrollo de la medicina contemporánea, y principalmente de la psicoinmunología, tiende a incorporar cada vez más, como lo indica Solar (ibid) una perspectiva multicausal en el origen de las enfermedades, incluyendo, entre otras, la noción de factores de riesgo y de protección, en la salud preventiva y en la promoción en salud. 34 De esta manera, los elementos fundamentales del saber biomédico y de sus prácticas sociales se reconocen en la adopción de un modelo mecanicista de observación del cuerpo, que se concentra en el estudio de los determinantes bioquímicos de la enfermedad y en los principios que podrían contrarrestarla. Al basarse en las ciencias básicas químicas, físicas y biológicas, se fue perdiendo la perspectiva integral del paciente, y de la relación de este con su medio ambiente natural y psicosocial. Por último, cabe mencionar que la representación social de las instituciones biomédicas están dominadas por el imaginario social del “hospital” como referente principal de la concepción de salud en su dimensión rehabilitadora e institucionalizada. 35 CAPITULO II DESCRIPCION DEL ESTUDIO DE CASO El gran territorio histórico mapuche se extiende desde el río Bio Bio en el norte hasta la isla Chiloé en el sur, y en su seno se encuentran varias identidades territoriales mapuche que no se corresponden necesariamente con la delimitación jurídicoadministrativa del Estado chileno organizadas en regiones y comunas. Desde la cosmovisión indígena, la territorialidad mapuche se puede conceptualizar como las ondas concéntricas que se producen al lanzar una piedra en el agua, cuyas circunferencias van delimitando desde la unidad familiar hasta la comunidad, y al nivel de aglomeración de comunidades, que conformarían el rewe. El rewe, que constituye la congregación ritual que celebra la ceremonia más importante en términos culturales y espirituales (denominado gijatun) se conecta, a su vez, a través de lazos de intercambio y matrimonio con otros rewe, y se va constituyendo así la estructura territorial ayjarewe. El territorio wenteche, ubicado en el valle central, está conformado por grandes sectores, o ayjarewe, que le otorgan cierta lógica sociocultural y espiritual con características propias ligadas a esa territorialidad. El sector Makewe, foco de estudio de la presente investigación, pertenece al territorio wenteche, junto a los vecinos ayjarewe Xuf Xuf y Koyawe, entre otros. Desde la división estatal chilena, el sector de Makewe, con una superficie de 200 km2 se ubica en la Región de la Araucanía del centro sur de Chile, en las comunas de Padre las Casas y Freire. El sector limita por el sur con el río Quepe y por el norte con el río 36 Cautín, mientras sus límites de oriente a poniente son, por un lado, la intersección de dos ríos, en la localidad de Rañintulenfu y, por otro lado, la carretera 5 Sur. La población que habita en el sector Makewe está compuesta de 80 comunidades mapuche, con una cantidad de habitantes aproximada de 10.000 personas, mayoritariamente mapuche (90%), mientras que el sector vecino Pelale posee una población aproximada de 6.500 habitantes, también predominantemente mapuche. En su mayoría, las familias del sector se dedican a la agricultura, en predios que alcanzan un promedio de 1,5 hectárea per cápita, dedicadas a la siembra de trigo, chacra, hortalizas y crianza de animales a pequeña escala. 1. Antecedentes históricos del Hospital Makewe Pelale Las comunidades del sector Makewe Pelale, como la mayoría de las comunidades mapuche, poseen una intensa y compleja historia de interacción con culturas de origen diferente a la propia tradición mapuche. Al contacto y establecimiento de relaciones de intercambio y de dominación por parte de la corona española, y luego con los representantes de la República chilena, destaca en una etapa contemporánea la presencia en el sector, por más de cien años, de la institucionalidad evangélica anglicana. Estas interacciones culturales, políticas, económicas e ideológicas fueron y siguen configurando en el territorio de Makewe Pelale y en sus habitantes, un entramado de redes de significaciones y de prácticas sociales densamente constituidas, articulándose de manera no siempre armónica, sino también contradictoria y conflictiva. 37 Estas interacciones socioculturales han ido generando una fuerte tendencia aculturizante en la población mapuche del sector, caracterizada por una estigmatización negativa de la identidad étnica, que se manifiesta principalmente en un grado importante de pérdida del mapuzungun y menosprecio hacia su uso y conservación, en una deslegitimación de las autoridades tradicionales y una caricaturización despectiva de la figura más importante en la salud y espiritualidad mapuche, la machi (Asociación Indígena Makewe Pelale: 2001). A nivel individual, se observa un proceso de hibridación y de integración de las diferentes lógicas sanitarias y religiosas que coexisten en espacios diferentes del territorio. Como lo señala el Presidente de la Asociación Indígena: “Muchos mapuche, y yo mismo, son de religión anglicana, y van al templo y se purifican al estar en contacto con Dios en ese espacio. Luego puedo ir a la comunidad y estar con Genecen y sentirme mapuche, y en armonía con mi creencia.” (Entrevista personal con Francisco Chureo, 2002) A fines del siglo XIX, algunas comunidades mapuche colindantes al actual sector del Hospital Makewe, cedieron un terreno que alcanzaba las 285 hectáreas a la misión anglicana para realizar la construcción de una escuela, una iglesia y un dispensario de salud. El Hospital se origina entonces preliminarmente con el funcionamiento en 1895 del dispensario de salud, administrado por la Sociedad Misionera Sudamericana, entonces propietario del recinto. Sin embargo, y debido a la creciente necesidad de atención en salud por parte de la población mapuche, se funda entre los años 1925 y 1926 el actual hospital, con una capacidad de 35 camas destinadas principalmente a enfermos crónicos de tuberculosis y patologías que requirieran internación hospitalaria. 38 En términos financieros, desde sus inicios, los principales agentes de aprovisionamiento de recursos humanos y físicos del establecimiento fueron los misioneros extranjeros, que asumen la atención profesional de la salud hacia la población mapuche. En 1962, se establece un convenio con el Servicio Nacional de Salud, en el que se acuerda subvencionar parcialmente el funcionamiento del Hospital administrado por la sociedad misionera. Con el tiempo, la labor de los misioneros en el establecimiento fue disminuyendo, junto a una disminución en el financiamiento brindado al establecimiento, lo que unido a diversos problemas económicos genera en el año 1993, la decisión por parte de la misión evangélica de dejar la administración del establecimiento. Ante esta situación de crisis administrativa y económica, y el inminente cierre del establecimiento de salud, las 92 comunidades mapuche del territorio se organizan y en negociaciones con el personal del Hospital y representantes del Servicio de Salud logran posponer la clausura de éste. Después de un período de transición entre la administración evangélica y administradores del Servicio de Salud, en 1998 se funda la Asociación Indígena para la Salud Makewe Pelale, con una representación de 35 comunidades de ambos sectores, que reagrupan alrededor de 2100 personas. La Asociación Indígena asume la administración legal del establecimiento a partir del 1° de marzo de 1999, facultada por un convenio firmado con el Servicio de Salud Araucanía Sur. (Asociación Indígena Makewe Pelale: 2001) 39 En forma complementaria a las diferentes perspectivas de salud con las que cada administración ha ido ejerciendo la conducción del establecimiento, es posible reconocer un fuerte proceso de identificación y sentido de pertenencia por parte de la mayoría de las comunidades para con el Hospital, como un espacio necesario para la atención de salud de las familias del sector: “En 1960, cuando fue la crisis, las comunidades que sentían propio el Hospital, se organizaron en torno a Comités de Apoyo a la Salud (...) aportaban con trigo y otros insumos para superar la crisis del establecimiento que estaba bajo la administración de la iglesia anglicana. Cuando la Asociación asumió la dirección del Hospital había ya un proceso previo de apoyo de las comunidades que sentían como propio el establecimiento (Entrevista personal a Francisco Chureo, julio 2002). 2. La experiencia intercultural del Hospital Makewe Pelale 2.1 Fundamentación En forma complementaria a la acción curativa, preventiva y de fomento de la identidad mapuche, el equipo del hospital Makewe y la Asociación Indígena para la Salud ha implementado procesos reflexivos sobre su práctica, realizando sistematizaciones y seguimientos de las actividades realizadas, y algunas líneas de investigación y evaluación de los logros. Estos procesos arrojan luces con respecto a lo que significa el proceso saludenfermedad para los mapuche del sector. Por una parte, se observa que existe un gran conocimiento de medicina casera en los hogares, medicina que tiene como principal agente a la mujer como depositaria del conocimiento, y que en el dinamismo de la sociedad actual ha sido capaz de incorporar, junto al uso de yerbas medicinales, los medicamentos básicos de la medina occidental y los criterios de derivación según “síntomas y signos de alarma propios de la cultura mapuche”. 40 Por otra parte, llama la atención que la consulta al especialista mapuche ya no es tan frecuente, lo que podría ser atribuido a la fuerte influencia, desde finales del siglo XIX, del enfoque occidental-científico de salud y de una religión ajena a la originaria, ya que ambas racionalidades niegan a la machi como depositaria de la cultura, la recuperación de la salud y el mantenimiento de la cultura. En el mismo sentido, en la población se ha tendido a perder la creencia en el origen mapuche de la enfermedad, sustituyendo la atribución de causas de la dolencia principalmente a desequilibrios entre lo frío y lo caliente, propio del saber médico popular chileno. En cuanto a las etiologías de origen mapuche que se observan en la población, las principales tienen que ver con del daño causado por terceros (vñfitun), el encuentro con wekvfe, y la transgresión de espacios sagrados. En estos estudios, queda también de manifiesto que el hecho de que los enfermos deseen ser acompañados durante la consulta por algún familiar tiene un significado fundamental en la comunicación y el entendimiento de las terapias. Esta necesidad tiene directa relación con el hecho de que la persona mapuche al enfermar pierde la condición de ce (persona), y por lo tanto necesita de un dueño (gen kuxan) que lo guíe por los itinerarios terapéuticos elegidos. Todo esto conlleva la necesidad de plantearse hoy día una nueva aproximación a los procesos de salud y enfermedad que viven las personas en los contextos multiculturales. Esta nueva manera pasa por un cambio paradigmático, esto es, de visión de realidad, donde el trabajo conjunto con las personas de la comunidad y sus conocimientos (rekvluwvn) 41 puede abrir nuevas visiones de los problemas y de las soluciones que los propios actores plantean. Esto asegurará el diseño de programas participativos, respetuosos de la diversidad y liberadores que reviertan la situación de paternalismo y asistencialismo tan propio de los “Estados destructores de la diversidad” (Asociación Indígena para la Salud, 2001). 2.2 Objetivos propuestos • Mejorar la calidad de la atención en salud para el territorio asignado • Contribuir a mejorar la calidad de vida de la población del sector, a través del fortalecimiento de la identidad cultural mapuche. 2.3 Población potencial Alrededor de 20 mil personas de los sectores de Makewe y Pelale, así como de las comunas de Padre Las Casas, Temuco, Freire e Imperial, de las cuales un 80% pertenece al pueblo mapuche. El Hospital rural se inserta institucionalmente en la red de servicios de salud del territorio Makewe Pelale, dependiente del Servicio de Salud Araucanía Sur, la que está compuesta por ocho Estaciones médicas rurales y dos Postas de salud. En las Estaciones médicas rurales el equipo médico asume, en forma mensual, la atención de morbilidad y del programa materno infantil, mientras que en las Postas de salud, el equipo médico complementa las funciones del auxiliar paramédico en una salida a terreno mensual orientada fundamentalmente a la atención de morbilidad básica y programas de prevención en salud. 42 2.4 Recursos humanos Con respecto a su estructura funcional, el Hospital consta de un directorio que se reúne periódicamente, con frecuencia mensual, e implementa en forma trimestral una asamblea general. Cuenta además con la asesoría de un Consejo de Sabios de la comunidad, denominado nielukuy fikekimvn que orienta la gestión administrativa y técnica del hospital, de modo tal que se diseñe tomando en cuenta la realidad sociocultural del sector. El equipo humano asignado al hospital está compuesto de 30 personas, entre profesionales de la salud, paramédicos y personal administrativo, de los cuales la mitad son de origen mapuche. En el mismo territorio se presenta una gama de expresiones de los sistemas médicos mapuche y el de raigambre popular hispano, que coexisten entre sí, y cuyos agentes son: machi, gvtamchefe (similar al componedor de huesos), bawehtuchefe (sanadora con yerbas medicinales) y quebradoras de empacho. La relación de interculturalidad más intensa se sostiene con 6 de las 11 machis a través de la referencia y contrarreferencia de enfermos, y a través de su participación en ceremonias tradicionales en el mismo hospital. 2.5 Líneas de acción Los programas ofrecidos en el Hospital se implementan con un enfoque integral donde se toma en cuenta el conocimiento de salud que tiene la comunidad y sus especialistas, antes mencionados, y se complementa con el conocimiento occidental. 43 Estos programas básicos son: • Programa Infantil • Programa del Adulto • Programa de la Mujer • Programa del Adulto Mayor • Programa Odontológico • Programa de Tuberculosis • Programa de Rehabilitación de consumo de Alcohol y Drogas • Programa de Fortalecimiento de la Identidad Cultural Mapuche 44 CAPITULO III METODOLOGÍA DE TRABAJO 1. Tipo de estudio: cualitativo descriptivo La investigación desarrollada se implementó a través de un proceso etnográfico, asumiendo éste como un estudio descriptivo e interpretativo de la cultura de una comunidad, o de alguno de sus aspectos fundamentales, bajo la perspectiva de comprensión global de la misma (Aguirre Beltrán, 1995). En el marco de la producción de conocimiento relativo a las relaciones multiculturales, interculturales e interétnicas, las ciencias sociales tienden a concebir cada vez con mayor fuerza las nociones de “cultura” y de “poder” como campos relacionales y/o contextuales, más que como entidades estables, orgánicas u homeostáticas (Durán, 2000). Esta tendencia proviene, entre otras fuentes, de los aportes del interaccionismo simbólico que destaca el mundo de las interacciones como unidad básica del análisis sociológico contemporáneo. De esta manera, y sin estratificar o separar lo económico-social de lo cultural, surge la posibilidad de examinar en los niveles más locales de la vida cotidiana, algunos aspectos de las relaciones macro estructurales. Este enfoque, como lo señala Durán (op. cit.), sin desconocer el papel que juegan las estructuras sociales y los sistemas en la vida social, centra su atención más bien en la interacción entre éstos y el comportamiento individual situado en micro-contextos, asumiendo que cada individuo contribuye al proceso mayor de estructuración social. 45 Esta tendencia ha significado, en el plano de la metodología utilizada para la producción de conocimiento, un paulatino distanciamiento de los estudios estadísticos y probabilísticos aislados del contexto de ocurrencia de los fenómenos, -lo que los hacía aparecer como “más científicos”-, y una mayor aceptación de estudios de complementariedad para captar la experiencia humana y los procesos históricos en sus expresiones estadísticas y o comparativas, así como el desarrollo de estudios de carácter cualitativo, asumiendo la cultura como lo propone García Canclini (1995, en Durán, 2000) como “la producción, circulación y consumo de significados”. Dicho de otro modo, la cultura no sólo es un concepto relacional, sino que esencialmente semiótico. Asumiendo junto a Weber que el ser humano es un animal inserto en tramas de significación que el mismo ha tejido, es posible asumir la cultura como esa urdidumbre o entramado y, del mismo modo, asumir que algunos enfoques propuestos para el análisis de la cultura no estén ligados a la ciencia experimental en busca de leyes, sino a una ciencia interpretativa en búsqueda de significaciones. Así, el desafío del proceso de investigación consiste en enfrentarse a una multiplicidad de estructuras conceptuales complejas, superpuestas o entrelazadas entre sí, y la labor analítica consiste en desentrañar las estructuras de significación (Geertz, 1973). 2. Muestreo y Técnicas de recolección de información El proceso etnográfico implementado se constituye en un Estudio de Caso por cuanto se circunscribe al contexto sociocultural del Hospital Makewe (descrito en el Capítulo II), y en las interacciones y prácticas sociales y discursivas que allí se desarrollan. 46 El estudio etnográfico de una comunidad se caracteriza por la realización de un trabajo de campo mediante observación participante, durante un tiempo de al menos dos años, y en una comunidad no muy numerosa, que no superara los tres o cuatro mil habitantes. En esta investigación, desde agosto del año 2002 hasta enero del año 2004 se implementó un proceso de observación participante regular y sistemático, que integró a la investigadora al quehacer cotidiano del hospital como psicóloga clínica, en la atención semanal de pacientes consultantes por dificultades emocionales. Esta inserción institucional regular permitió interactuar cotidianamente con los funcionarios del Hospital, en las actividades laborales así como en espacios informales de encuentro colectivo, tales como: eventos y reuniones en la ruka del Hospital, desayunos y almuerzos en el comedor, conversaciones informales en la cocina del Hospital y ocasionalmente en los viajes de ida y regreso de Temuco a Makewe. La estadía de observación participante en el espacio hospitalario permitió además acercarse a la vivencia de los pacientes mapuche en la práctica clínica voluntaria realizada con 25 pacientes. Los consultantes se ubican en un rango de edad entre 12 y 68 años, mayoritariamente mapuche, y fueron derivadas por médico, enfermera y matrona. Desde la clasificación occidental de las patologías, la mayoría de las mujeres consultaron por trastornos del ánimo (depresión angustiosa, depresión mayor, distimia, duelo patológico e intento de suicidio en adolescentes), luego por cuadros psicosomáticos, siendo la principal sintomatología la cefalea crónica, asociada a problemas de presión alta. La mayoría de las consultas de niños y niñas surgen por recomendación del establecimiento escolar, por: trastorno de aprendizaje; dificultades de concentración para el estudio y déficit atencional. Otras derivaciones se asociaban a 47 auto-agresiones y psicosomatizaciones ante exposición a violencia conyugal, y cuadro de autismo, sin red de apoyo institucional. En el caso de cuatro pacientes, se asocia al motivo de consulta, la tramitación de pensiones de invalidez, por incapacidad psíquica o física. La atención clínica se acompañó en ocasiones de visitas domiciliarias a las pacientes para completar la comprensión familiar y social de la patología en tratamiento. La inserción en el territorio de Makewe implicó el acompañamiento a médicos y paramédicos en visitas domiciliarias a pacientes postrados o inhabilitados para acudir al Hospital. Del mismo modo, la investigadora participó en visitas a diferentes machi del sector por derivaciones de enfermos mapuche o coordinaciones del médico tratante, y participó junto a funcionarios del Hospital en dos ceremonias de celebración de matrimonio mapuche tradicional (mafvn), en gijantun celebrado en Mono Paine, y en juego de palin y celebración de We Xipantu en el sector de Boroa Filu Bawen. La entrevista etnográfica, como lo señala Alarcón (2001a) es una de las herramientas propias de la antropología médica y consiste en la recopilación sistemática del proceso de salud y enfermedad tal como el paciente la manifiesta desde el marco de su cultura. Este tipo de entrevista ha sido definido como encuentros reiterados entre el paciente y el investigador en el marco de una conversación entre iguales, y cuyo resultado es la construcción mutua de conocimiento. Al termino del período de ejercicio clínico en el Hospital, se sostuvieron entrevistas individuales en profundidad con 10 personas involucradas directamente con el establecimiento, ya sea en su calidad de paciente, registrado en las fichas del Hospital; 48 o en su calidad de funcionario, registrado en el listado del personal del Hospital en el periodo 2002-2003. Obedeciendo principalmente a criterios teóricos y de accesibilidad, se construyó una muestra de entrevistados con 5 funcionarios del Hospital, y 5 pacientes del Consultorio de Atención Primaria, anexo al Hospital Makewe, atendidos por la profesional psicóloga durante el período de observación participante. Las entrevistas a los funcionarios se sostuvieron en el mismo establecimiento de salud, mientras que las entrevistas a los pacientes y a sus familiares se realizaron en los hogares de éstos. En oportunidades la conversación con los pacientes entrevistados adquirió un carácter colectivo, lo que generó mayor fluidez en el diálogo, y enriqueció los datos, reflejando la presencia de la tradición oral mapuche de conversaciones familiares de tipo colectivo más que de tipo individual. Los criterios teóricos que permitieron diversificar la muestra en cada grupo de participantes fueron: - para el sub grupo de funcionarios del Hospital: función/cargo en el establecimiento; cantidad de años de trabajo en el hospital; origen étnico y sexo. Los 5 funcionarios entrevistados fueron 1 auxiliar de servicio, 1 paramédico y 3 profesionales; 3 de ellos de origen mapuche y una de ellos de sexo femenino. - para el sub grupo de pacientes y familiares: motivo de consulta a psicóloga y grado de identidad étnica. De los 5 pacientes entrevistadas, 2 consultaron por trastornos del ánimo, 2 por violencia conyugal y 1 por dificultades de aprendizaje de uno de sus hijos. Uno de ellos tenía un grado relativo de identidad étnica, participando de ceremonias 49 tradicionales y adscribiendo a prácticas de salud tradicional mapuche, 2 de ellas siendo mapuche no participaban de ceremonias, pero compartían las prácticas tradicionales mapuche en salud, 1 era mapuche sin expresión de conciencia étnica, y 1 era chilena, casada con mapuche y adscribía a algunos elementos culturales principalmente en el ámbito de la salud. Ninguno de los entrevistados mapuche (funcionarios o pacientes) era hablante de mapuzungun. El promedio de edad de los entrevistados fluctuó entre los 38 y 65 años de edad. Las citas los relatos de los entrevistados se identificaron en el texto etnográfico, según su relación con el Hospital Makewe (como funcionario o paciente, abreviado como FUN. o PAC.) y según su origen étnico (como mapuche o no mapuche, abreviado como MAP. o NO MAP). 3. Procedimientos de análisis de datos En términos paradigmáticos, se asume, parafraseando a Rabinow que las perspectivas de la interpretación y de la experiencia pueden potencialmente convertirse en paradigmas discursivos, de diálogo y de polifonía (Bajtín, Ducrot), y en ese sentido se utilizarán como marco referencial para el análisis e interpretación de la información construida durante el proceso de trabajo de campo. (Geertz et als., 1992). Después de una rigurosa transcripción de los registros grabados durante las entrevistas en profundidad se ordenaron los textos para su interpretación y análisis, incorporando a la discusión de los resultados, antecedentes secundarios ligados a la salud intercultural, registrados durante el período 2002-2004 en la Región de la 50 Araucanía. Se analizaron comprensivamente los datos obtenidos, con los elementos conceptuales recopilados en la construcción del marco teórico de la investigación, para desentrañar las estructuras de significación, y determinar su campo social y alcance (Geertz, 1973). Los supuestos del paradigma hermenéutico que guiaron al análisis de la información remiten, por una parte a la realidad como un conjunto heredado de textos, relatos, mitos, saberes, creencias, monumentos e instituciones que fundamenta nuestro conocimiento de lo que es el mundo y el hombre. Por otra parte, considerando que el ser es temporal e histórico, la realidad siempre remite a un proceso, a un desarrollo en la historia, a un proyecto que nos ha sido transmitido, como tradición que se retoma y resignifica. Así, se asume que el conocimiento producido estará condicionado históricamente, y por el lugar social de producción de la investigación, siendo una perspectiva parcial, relativa que no tiene pretensión de exhaustividad ni de totalización. Se trata entonces de una lectura posible acerca de la práctica complementaria en salud, de una instauración posible de sentido, de significado sobre la realidad social estudiada. El texto etnográfico producido se articula en función de tres categorías analíticas que se refuerzan con las expresiones de los participantes, para luego realizar su discusión en un nivel de mayor abstracción, integrando elementos del marco teórico y datos secundarios: 51 a) Proceso de recuperación de la identidad étnica; b) Significaciones sobre el conocimiento tradicional mapuche en salud; c) Significaciones sobre la práctica complementaria en salud. 52 CAPITULO IV PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS 1. Proceso de recuperación de la identidad étnica Se observa en la opinión de funcionarios mapuche del Hospital una caracterización de la influencia histórica de la misión evangélica en el territorio mapuche que si bien se describe como fuente de acceso a servicios, tales como la educación y la salud, no deja de ser también origen de dominación cultural, manifestada en términos de credo religioso, uso idiomático, y de uso de prácticas de salud. “Tenemos más de 100 años de evangelización por parte de la Iglesia Anglicana, pasamos por un período de años de dependencia anglicana. Impuso la medicina, la salud, la agricultura. No consideraron que estaban en un terreno distinto al europeo.” (FUN. MAP.) “En mi caso lamento mucho no saber hablar bien el mapuzungun. No soy hablante, pero entiendo bastantes palabras así, sueltas. La verdad es que mis papás saben hablar pero con toda esta cosa del anglicanismo, ellos fueron perdiendo. Hasta el momento ellos como que lo reniegan un poco. En mi caso, por ejemplo, cuando yo era niño ellos hablaban mapuzungun cuando hablaban algo en secreto, ya sea para ir a Temuco tal día, o cosas parecidas. Por un lado eso me avergüenza de no saber; no es culpa mía y tampoco es culpa de mis padres, sino que de la imposición que llegó.”(FUN. MAP.) “No desmerecer tampoco la Iglesia porque hizo cosas buenas acá. Si vamos históricamente hicieron hartas cosas malas también: se perdió todo lo que es nuestra cultura, las ceremonias, la lengua. Ellos por un lado, ellos mismos fueron lo que crearon los lideres de acá, pastores, profesores y se encargaron de aplastar un poco lo que es la cultura mapuche. Pero lo que ellos trajeron, la salud yo creo que fue súper importante.”(FUN. MAP.) “Voy a gijatun, pero no participo porque en mi comunidad no hacen gijatun, se murieron las machi y ya no hicieron nunca más gijatun. Antes en la comunidad teníamos gjjatuwe. Hay que ir sin joyas porque si se portan joyas el año no es bueno, es muy heloso. El rojo tampoco se usa, y la que iba de pantalón o de vestido corto, la sacaban a varillazos para afuera.” (FUN. MAP.) 53 “Hay una sola parte donde se hacen gijatun, allá arriba en Mono Paine, existiendo otros lugares donde se pueden hacer también. Yo voy solamente como visita porque dentro de un gijatun, los que están mas cerca de la comunidad organizadora son los que tienen mayor participación, y el resto de las comunidades (que yo pertenezco a una comunidad) van de visita. En el caso de participar directamente, tendría que estar yo involucrado en la misma comunidad o en la misma organización que está haciendo el gijatun...porque también tienen sus diferentes responsabilidades en su grupo. A menos que se haga un gijatun aquí en el Hospital, entonces ahí me tocaría más directo tener algún grado de responsabilidad, de lo que me encomiende el machi porque el machi es el que organiza y el dice: “estos van a tener ciertas responsabilidades” (FUN. MAP.) Vivencialmente, algunos funcionarios mapuche del Hospital destacan su relación con el establecimiento como un vínculo que se desarrolla a través de su experiencia biográfica, primero con la ex Misión Makewe, y luego con el dispensario de salud. “Yo viví 17 años y medios aquí en la Misión Makewe. Claro, si yo hace poco...como tres años, cuatro años que estoy… y todavía no me puedo acostumbrar bien... ahí donde yo vivo ahora. Ahí yo nací y me crié pero yo estuve más tiempo aquí... si yo estuve viniendo desde el 73 aquí, después me quedé trabajando pero antes yo vivía aquí. En ese tiempo tenía 12, 13 años... venía invitada por las misioneras, me iban a buscar a la casa. Me traían a comer aquí (risas), yo venia a pasarlo bien... En ese tiempo dejaban todo bajo llave. Aquí le decían el convento porque todas las mujeres solteras teníamos que estar encerraditas y hasta cierta hora teníamos que estar afuera. Si no, ellas nos salían a buscar no más. Ellas me invitaban, como eran misioneros, me invitaban a participar en los cursos, participaba en los estudios bíblicos. Claro, si yo era anglicana! (risas) ahora ya no... (risas)” (FUN. MAP.) “Me ayudaron harto… es que hubo una gringuita, una misionera que se hizo cargo de mí, ella me vestía, me mandaba plata de Inglaterra cuando se fue...está abuelita ahora, como setenta años... pero ella me ayudó mucho a mí. Me ayudó a formarme como persona, me ayudó, digamos, económicamente porque ella me mandaba plata, me mandaba libras esterlinas. Entonces yo tenía harta plata...” (FUN. MAP.) “trabajé como auxiliar paramédico... salí a Posta... en ese tiempo se hacía las postas en las casas, así no mas. Cuando los días estaban bonitos, se hacía la posta afuera, se habilitaba una cosa así como para pesar los niños, como un calzón de goma, entonces ahí colgábamos los niños (risas) Así trabajábamos, teníamos un jeep, ahí echábamos todos los boches y tampoco 54 en ese tiempo había chofer, manejaban las gringuitas. Nosotras éramos su copiloto, las que cargábamos, descargábamos... ayudábamos a la enfermera a pesar los niños, a buscar las tarjetas, las fichas, todo eso. Ella solamente iba escribiendo, la edad de los niños…” (FUN. MAP.) La vivencia biográfica es descrita por algunos funcionarios mapuche como una práctica intercultural en la que se integran elementos propios de su cultura originaria mapuche, y elementos apropiados en un proceso de socialización secundaria, y resignificados desde su matriz cultural madre establecida en el proceso de socialización primaria, tanto en los aspectos valóricos, como en la adquisición de habilidades escolares, y en sus prácticas religiosas. “Es que yo nací mapuche, eso lo llevo en mi sangre. Y eso yo aunque sea anglicana (risas) después de los cinco años que... (risas) yo voy a seguir siendo mapuche siempre. Eso está más que claro, que jamás voy a renunciar a ser mapuche. Tendría que renunciar a mis antepasados… si son tan lindos, no puedo. Yo siempre digo que mis raíces, mi pueblo, eso está muy dentro de mi, mis costumbres, mis creencias porque ellos fueron los primeros en enseñarme que había un Dios, que yo tenía que ser obediente, me enseñaron lo bueno, las bases. Mis segundas bases fueron este apoyo.... ellos me enseñaron lo mismo, pero con la Biblia no más. Es decir, esta persona llegó cuando yo era grande y me enseñó lo mismo que me enseñó mi abuelita, mi mamá… porque yo me crié más con mi abuelita porque mi mamá trabajaba. Ellos me enseñaron que yo tenía que ser una persona correcta, una persona trabajadora, ser honesta, ser leal. Ellos me enseñaron todo lo bueno. ¿Que me pudieron haber enseñado algo nuevo un chileno? Me enseñó a escribir no más. Y eso, porque mi abuelo igual me enseñó a escribir; mi mamá no sabía leer, ni escribir, pero me enseñó a sumar, porque ella fue tan inteligente, y el un hombre tan especialmente brillante…ella sin saber leer ni escribir me enseñó a sumar y a restar…nos enseñaban con porotos, porque lo que más había eran porotos. Así me enseñaban a mí.” (FUN. MAP.) “A mí nunca me dijeron que yo no tenía que ser (mapuche).... Bueno, mas adelante cuando estaba grande, venia a la Iglesia, ahí creo que alguna vez escuché. Pero uno sabe que es así, que ellos no me van entender porque no saben mi idioma, porque el orar, bueno igual yo oraba; lo hacía en mapuzungun. Entonces yo no veía el cambio, no había ningún cambio, si mi mamá… me enseñaron a dar gracias antes de comer. Mi abuela sacaban porotos en la huerta y siempre daba gracias a Dios, y ahí nosotros recién 55 podíamos comer, pero antes de eso no, era jejipun, una oración. Yo creo que todos creemos en un Dios, el que hizo el cielo y la tierra, la naturaleza, el que nos hizo a nosotros, conforme a su imagen y todo eso. Como quieran llamarlo, va a ser el mismo, en mapuche nosotros decimos Genecen, Chaw Genecen. No podrían decir Chaw Genecen en griego; ellos lo dicen en su idioma, yo lo digo en mi idioma” (FUN. MAP.) “Muchos mapuche de la comunidad (y yo mismo, soy de religión anglicana) y van al templo y se purifican al estar e contacto con Dios en ese espacio. Luego puede ir a la comunidad y estar con Genecen y sentirse mapuche, y en armonía con su creencia. Alguna vez quise ser pastor, pero luego canalicé mi vocación siendo dirigente de la Asociación para asumir la dirección del Hospital” (FUN. MAP.) Con todo, la integración de elementos provenientes de diferentes culturas no está exenta de conflictos y de contradicciones, valorándose de manera negativa por parte de algunos funcionarios mapuche la apertura a prácticas liberalizadoras en salud, en la crianza de los hijos y en la imagen de la mujer en espacios públicos. “yo soy una mapuche mas moderna, porque ya sé que si no quiero tener más hijos, me pongo un tratamiento, y listo. Y antes, si no lo conocían... ahora la cosa es diferente. Como todo... la civilización, y todo eso... Pero a mí no me gusta esa cuestión del método de ahora… pienso que igual uno está como acriminando la guagüita. Antes no se tomaba nada, no se colocaba un tratamiento... era más sano, era natural. Ahora no, ahora ya, es moderno pero está como acriminando una vida, una vida que no se puede defender sola… Yo pienso que eso al final daña el útero de la mujer; y hay más cáncer. Antes no, la mujer que tenía ocho hijos, diez hijos, era poco. (FUN. MAP.) “Todo era como más sano, la mente de la persona era más sana, los ojos de uno mismo era como más sano…no había maldades en la mirada. Antes era otra vida, a los 20 años era tan ignorante, era inocente, pero no una inocente tonta sino que era una inocencia sana. Ahora no, ahora uno lo aprende todo en la televisión y desde chiquitito saben ya lo malo. Y uno no lo puede evitar, no puede decirle a sus hijos, no... que le va a evitar uno, tendrían que no tener una televisión... Y ellos lo saben todo, si yo no quiero hablar, ellos hablan y me dicen...y lo dicen sin tabú, los dicen no más, abiertamente. Antes uno tampoco podía hablar así porque ligerito lo hacían callarse.” (FUN. MAP.) 56 “(con las joyas) de plata así se vestían; no había mujer que no usara chamal, porque la mujer mapuche siempre se cubrió buscando andar bien tapada. Ahora nosotras andamos...no dejamos nada para la imaginación...pero antes no, antes el pelo largo, y claro que se pintaban si, andaban bien pintaditas, se usaba el colorete, toda la cuestión, encendidas... los colores alegres. Pero la mujer mapuche siempre fue oculta... si usaba vestido tenia que ser el vestido más abajo de la rodilla, tapada po’. Ahora, todo al destape no más...” (FUN. MAP.) El proceso de recuperación de la identidad étnica por parte de los funcionarios mapuche del Hospital es significada como un proceso de cambio que ha requerido de una constatación y toma de conciencia del grado de aculturación que se ha experimentado tanto a nivel individual, familiar y colectivo como sociedad mapuche en interacción con actores sociales de la sociedad nacional. “era totalmente diferente, ellos involucraban más la religión… era lo más importante y la salud occidental pasaba a segundo plano, y lo que es la salud intercultural, lo nuestro, mapuche, no lo tocaban para nada. Inclusive siendo la mayoría de los que dirigen la Iglesia Anglicana, siendo mapuche, no (se) reconocían como tal. Primero: la religión, segundo: la medicina y el mapuzungun por ejemplo, era como prohibido en el mismo personal.” (FUN. MAP.) “el cambio aquí en Makewe ha sido bastante grande, en el sentido en que nosotros, los que somos mapuche poder reconocernos como tal. En lo personal para mí era muy difícil, (y) en mi caso, me falta mucho por aprender. La mayoría de las personas que trabajan aquí ya no se avergüenzan de saludar en mapuzungun… (pero) creo que ganarse los espacios aquí es una cuestión a largo plazo” (FUN. MAP.) “yo creo en Dios, en un ser superior, pero no creo en las religiones, por todo lo que pasó acá en Makewe, específicamente con la Iglesia Anglicana. Creo que las religiones son buenas, por un lado porque congrega gente, y la gente del campo tiene que estar en alguna organización donde pueda distraerse porque no va a ser tan monótono: la casa, la casa, la casa.... y lo que no se ha dado aquí en Makewe es otra religión. Lo que yo estoy aprendiendo mas ahora en el fondo es de la religiosidad, de la cosmovisión, de las ceremonias: por qué se hacen las ceremonias, por qué se hacen de dos en dos, por qué se hacen de cuatro en cuatro...eso es lo que recién nosotros estamos, o por lo menos yo estoy aprendiendo. Yo, en este minuto 57 creo, pero hay que aprender muchas cosas todavía para convertirse, creo yo.” (FUN. MAP.) “Fue ocurriendo primero.... todos los que vivimos acá cerca nos criamos muy hispanizados y muy evangelizados, anglicanizados…y cuando esto cambia, nos damos cuenta que hay otra cosa de nosotros que la hemos perdido, la lengua, la ceremonia…y eso en alguna medida al principio a mi me costó mucho aceptarlo, me costó como unos seis meses, incluso tanto así aceptar que la Asociación Indígena dirigida por mapuche, iba a ser mi patrón, fue bastante fuerte... Pero fue más que nada que siempre mi patrón fue anglicano, siempre le debíamos reverencia a ellos; nosotros no nos sentíamos mapuche. Entonces una vez que entra ya la Asociación, ellos nos dicen: somos mapuche y tenemos habilidades y hay que desarrollarlas.”(FUN. MAP.) “Nosotros, la comunidad, se reúne y empezamos a pensar. En conversaciones con las machi y los logko llegamos a reafirmar que somos mapuche. El Gobierno de Chile no está preparado para hacer interculturalidad porque nunca lo han sido. Nosotros los mapuche, lo hemos sido siempre, desde que llegaron los españoles. En cambio los chilenos no han sido capaces de aprender nuestros códigos por lo tanto no son capaces de hacer programas para nosotros. Entonces, hoy estamos organizados, estamos con el logko recuperado y también los aspirantes a logko. Estamos ordenando la comunidad, le estamos permitiendo que piense. En estos momentos podemos discutir políticas de salud con el Ministerio (de Salud) y con los médicos.” (FUN. MAP.) La recuperación de la identidad mapuche es significada por algunos funcionarios mapuche del Hospital como un complejo proceso de reconstitución del dinamismo del tejido social mapuche, destacando el reposicionamiento de los roles y funciones de sus autoridades tradicionales. “En toda sociedad debe existir cierto orden para que funcione el sistema como tal. En la sociedad mapuche se ha ido recuperando el rol de la machi, el rol del logko que se había perdido. Se está reconociendo la autoridad y el respeto que se le debe a cada una de estas figuras en la cultura mapuche. Eso permite sanar a cada una de esas personas en primer lugar, porque se les reconoce lo que son, que es la importancia del reconocimiento social, y luego ayuda a sanar a su familia. La machi después que ha “retomado los votos” tiene que desarrollar un proceso para ir volviendo a su trabajo, en lo que la asesora otra machi.” (FUN. MAP.) 58 Luego de la presentación de los resultados, a través de un texto etnográfico, que se apoyó en las citas textuales de pacientes y funcionarios mapuche y no mapuche, se sintetiza el contenido relativo al Proceso de recuperación de identidad étnica, en función de las principales dimensiones construidas a partir de los datos (Tabla 1. Dimensiones del Proceso de recuperación de identidad étnica). Tabla 1. Dimensiones del Proceso de recuperación de identidad étnica Proceso de recuperación de identidad étnica Vivencia biográfica en contexto de contacto entre culturas La relación con el establecimiento de salud se expresa como un vínculo estrecho a través de su experiencia biográfica, en los diferentes periodos socio históricos. La influencia de la misión evangélica se percibe como fuente de acceso a servicios de educación y salud, y a la vez como origen de dominación cultural: en términos de credo religioso, uso idiomático, y de uso de prácticas de salud. El proceso de hibridación en el que se integran elementos propios de la cultura originaria mapuche (aspectos valóricos, adquisición de habilidades escolares, y prácticas religiosas) adquiridos en el proceso de socialización primaria, y elementos apropiados en un proceso de socialización secundaria, y resignificados desde su matriz cultural madre. La integración de elementos provenientes de diferentes culturas no exenta de conflictos y de contradicciones, valorando negativamente la apertura a prácticas liberalizadoras en salud, en la crianza de los hijos y en la imagen de la mujer en espacios públicos. Significación sobre el proceso de recuperación étnica Se describe como un proceso de cambio que implica una transformación importante y un aprendizaje de elementos de la cultura tradicional mapuche. El proceso adquiere diferentes etapas, requiriendo primero de la constatación, identificación y posterior toma de conciencia del grado de aculturación vivenciado por parte de la propia población mapuche. 59 El proceso de recuperación étnica implica tanto los niveles: individual y familiar, como el de interacción sociedad mapuche/sociedad nacional (relaciones interétnicas). La recuperación étnica es concebida como un proceso complejo de reconstitución del dinamismo del tejido social mapuche, destacando el reposicionamiento de los roles y funciones de sus autoridades tradicionales. A continuación, se discuten los datos, integrando elementos del marco teórico y la revisión de datos secundarios, para realizar una interpretación en un nivel de mayor abstracción con respecto a la información recolectada. Discusión de resultados relativos al proceso de recuperación étnica Como lo indican los datos recolectados, aún cuando era posible pensar que los efectos del proceso de globalización fuesen esencialmente homogeneizadores, debido a las relaciones de poder a nivel internacional, y a la concentración de la propiedad de los medios de comunicación y producción que tienden a imponer una ideología y un orden económico dominante occidental, como Boccara (2000) lo señala, paradójicamente, el desarrollo histórico del proceso ha dado cuenta de la emergencia de nuevas culturas e identidades, y de procesos de re-emergencia de culturas e identidades cuya existencia había sido negada hasta entonces. En Chile, existe cierto consenso en reconocer que las relaciones interétnicas con la sociedad mapuche han sido, y siguen siendo desequilibradas e injustas, en los campos socioeconómico, sociolingüístico y cultural (Citarella, 1995). En un sentido estricto, nuestro país no asume plenamente su condición de país multicultural y pluriétnico, siendo los grandes temas pendientes lo relativo a: los derechos culturales, los aspectos 60 jurídicos y legales de la tierra y los territorios, del desarrollo social y económico, y de las formas de gobierno local o regional. Como lo indica el académico y dirigente mapuche, José Quidel (2000) “las iglesias han quebrado si no totalmente, gran parte de la religiosidad mapuche; la salud ha desprestigiado y subvalorado a la medicina mapuche; las estructuras estatales han desconocido a nuestras autoridades propias y han impuesto las de ellas. La educación ha restringido, castigado y expulsado la lengua, el conocimiento, la cultura y toda manifestación mapuche en el niño. Así mismo la justicia, en tanto jamás aceptó las normas mapuche y los fundamentos de la jurisprudencia propia”. Los pueblos indígenas de Chile requieren garantías para el desarrollo con identidad, un marco jurídico y político que les permita ejercer plenamente los derechos indígenas. Mientras no se les reconozca, como sujetos de derecho, prácticas culturales propias como la lengua, la medicina, la organización de su sociedad, estarán limitados a la clandestinidad y/o la gradual desaparición. La experiencia de salud analizada en el Hospital Makewe, responde a la voluntad de recuperación de control social que se observa en diferentes procesos de recuperación de identidad por parte de pueblos originarios a través de Latinoamérica. La meta que se ha fijado la Asociación Indígena para la Salud Makewe es participar en el mejoramiento de la calidad de vida de la población del sector, a través de la implementación de un modelo de salud intercultural que fortalezca los recursos locales, considerando las distintas concepciones de salud-enfermedad y fortaleciendo la complementación con la 61 medicina biomédica, lo que se enmarca dentro de un proyecto general de etnodesarrollo, tendiente a la recuperación del control sociocultural por parte del pueblo mapuche (Asociación Indígena para la Salud Makewe Pelale, 2001). Una primera lectura del proceso permite reconocer la relevancia socio-política que poseen estas experiencias de desarrollo local que han convertido un problema de salud (sectorial, desde la lógica estatal) en una herramienta de construcción y reelaboración identitaria de las comunidades mapuche, y que puede significar una puerta de entrada hacia la consolidación del sujeto mapuche. Asumir la gestión de la salud desde las comunidades ha sido un proceso de lenta recuperación del conocimiento cultural local, lo que ha significado además ir validando el rol de las autoridades tradicionales, como el logko, la machi, y otros agentes de salud; recuperar las formas de relación y de convivencia basadas en el respeto y la reciprocidad, y en definitiva reconstruir la cosmovisión y conocimiento mapuche. En particular, destaca la importancia del reposicionamiento social de la figura de la machi como depositaria de la cultura, de la recuperación de la salud y del mantenimiento de la cultura (Asociación Indígena para la Salud Makewe Pelale, op.cit.). Vista desde la perspectiva de los derechos humanos, se concibe la salud como concepto integrado a las condiciones de vida de las comunidades, en el marco del ejercicio de los derechos propios y del derecho a la autodeterminación. En este sentido, plantear salud es plantear desarrollo, integrando la educación y la producción a una propuesta de desarrollo desde la identidad mapuche. Un encuentro entre dirigentes 62 representantes de distintas identidades mapuche da cuenta del avance de la reflexión colectiva relativa a la construcción de una propuesta de desarrollo territorial mapuche. Desde una mirada que definen como incluyente, que no se excluye de la sociedad chilena, sus aspiraciones territoriales, de bienestar social y respeto cultural pueden lograrse en una convivencia sana y pacífica. Los dirigentes mapuche convocados reafirman su convencimiento de que ambas culturas son necesarias en un mundo en que los desafíos del resguardo del planeta, de la lucha por la sustentabilidad, la pobreza y la exclusión son luchas colectivas e integradoras que no pueden prescindir de ninguna voz, de ninguna mirada. 2. Significaciones sobre el conocimiento tradicional mapuche en salud Con respecto al conocimiento y concepción de la salud indígena, se observa que entre los funcionarios mapuche y chilenos del Hospital Makewe existe una descripción que destaca como elementos centrales del conocimiento tradicional mapuche en salud, su carácter holístico, su concepción dialéctica entre opuestos complementarios (significados ya sea como fuerzas de la naturaleza, o como valores morales), asociando el termino “salud” básicamente a la noción de “equilibrio”. “La visión occidental es recta: ya sea como rectángulo o un cuadrado, mientras que la visión indígena es circular. En la visión occidental, los ángulos del cuadrado grafican los marginados, allí donde no alcanza el desarrollo. Mientras que la visión indígena es holística, es una cosmovisión integral: es todo parte de una sola cosa, la salud, la agricultura, la producción; si falta una sola se produce el desequilibrio.” (FUN. MAP.) “Yo noto que son concepciones diferentes; más allá no hago alusiones a nada por no entrar en conflicto con nadie, y al final mejor dejar desde 63 distinto punto de vista las cosas. Yo sé de que los mapuche, si es que ellos no recuperan ese equilibrio, lo que ellos creen, va a ser difícil que puedan recuperar la salud. Entender que la salud de ellos, como que el término salud profesional no existía, es un equilibrio… cuando se rompía ese equilibrio, era la machi la que podía recuperarlo. Ellos decían que habían ciertas fuerzas que se trasgredían... esta persona hacía tal cosa, si había hecho algo malo, por ejemplo unos cortaban árboles y no le pedían permiso a la naturaleza, o no le daban las gracias a la naturaleza por el hecho de haberle provisto un árbol.” (FUN. NO MAP.) “Lo que yo he aprendido es que cuando hay una enfermedad es todo lo que se enferma. Antes yo veía que era el dolor de brazo, nada más. Pero yo creo que se enferma todo: parte de la cabeza, lo psíquico y lo psíquico hace que haya dolor o que no haya dolor. Yo creo que se enferma todo: el alma, el espíritu, el cuerpo, su entorno…es más amplio”. (FUN. MAP.) “La salud es el rompimiento de un equilibrio, entre el bien y el mal o diferentes fuerzas, frío/calor, calor/frío.... y así como la gente se enferma, sabe porque se enferma. Creo también en la trasgresión de algunas fuerzas que uno pueda violar, por ejemplo, llegar y entrar a un monte que uno no conoce porque si uno no pide permiso más de algo va a pasar. Mucho respeto a eso.” (FUN. MAP.) Coherentemente con su pertenencia cultural, los funcionarios mapuche del Hospital tienden a apropiarse de los postulados del conocimiento tradicional en salud como una explicación valida de la realidad y del proceso de salud/enfermedad, mientras los funcionarios no mapuche tienden a asociar la interpretación de la salud indígena a supersticiones y creencias, lo que sustenta importantes prejuicios valorativos hacia la población mapuche. “Primero con las enfermedades, lo hemos visto, por el núcleo familiar que en mi familia, por ejemplo, cuando hay un problema, una enfermedad todos están enfermos, todos están preocupados de la persona. Y eso creo que no viene de ahora sino que ha sido siempre en nuestra cultura mapuche; siempre fue. Ahora yo creo también en las fuerzas, porque todo tiene un sentido, también los sueños, los sueños también tienen para nosotros un significado... un sistema de orientación. Los sueños, creo que son un anticipo de algo que va a suceder más adelante.” (FUN. MAP.) 64 “Desde mi perspectiva notaba mucha superstición de parte de la gente, del usuario. Yo pude entender un poquito por qué es que el pueblo mapuche muchas a veces vive al día, porque a ellos lo que más le interesaba era el equilibrio con la naturaleza. Eso está heredado de los más ancianos, vivir más que nada en equilibrio con la naturaleza… Ahora están más preocupados de tener más cosas... ya el equilibrio con la naturaleza... como que han visto que ya la tierra no es suficiente para vivir. Entonces ves la lucha entre esas dos cosas: por un lado, son muy de vivir al día, no se proyectan mucho a treinta días, como nosotros, ellos no... Hay una lucha entre esas dos cosas... tratar de proyectarse y al final se proyectan siempre a dos o tres días, y no más allá...o sea son gente así, más que nada por su idiosincrasia...” (FUN. NO MAP.) Entre los pacientes que acuden al Hospital, independientemente de su origen cultural, pero siendo habitantes del territorio ancestral mapuche de Makewe Pelale, se observa una importante presencia de prácticas medicinales caseras, no siempre abiertas al espacio público. Los relatos de pacientes y funcionarios del Hospital expresan además la vigencia del conocimiento casero en su transmisión familiar que tiende a manifestarse de una generación a otra. “Con los niños repente pero ellos son sanos, casi no se enferman. Uso antibióticos muy poco, solamente cuando son enfermedades… con bacterias; le hacen bien, se le corta. Pero lo demás que sea resfrío, que le duela la guata, son hierbas o cualquier remedio casero que uno sepa hacerle, le damos aquí en la casa y se la pasa. El niño tomaba jugo de pilay y se le quitaba la fiebre, le bajaba enseguida, así un poquito con agüita y la hierba se la poníamos en la frente o en la guatita, y listo, el descansaba de la fiebre…se le pasaba todo. Son unas hojitas que salen como enredadera. No se como se llama en castellano, porque el nombre mapuche es pilay.” (PAC. NO MAP. y PAC. MAP.) “Nací en el campo, en un pueblito en la provincia de Ñuble, Portezuelo. Mi papá y mi mama no tenían tierras ni casa, nada; sino que ellos vivían así en los fundos cuidando una casa. Mi mama si, era buena ella, conocía todo lo de campo. Ella hacia la tortilla, le hacia el mote... tomaban mate. Ella sabía hartas cosas de campo, entonces yo con ella aprendí; y a nosotros igual siempre nos hacia remedios caseros igual. Acá igual mi suegra que también me dice cualquier cosa, remedio de algo y uno va aprendiendo.”(PAC. NO MAP.) 65 “Mi mami siempre sanaba a las personas. Yo salía a buscar yerbas con mi mamá, salía a buscar hierbas con mi abuelita para las personas con problemas en mejorarse, y son hierbas bien buenas porque se mejoraban. Viven unos cuantos años más... y aprendí de ellas y nunca se me olvidó a mí... cuál eran los remedios que buscaban... fuerte, era tan fuerte el remedio que se le caían sus pestañas, sus cejas.” (FUN. MAP.) “Jugando fútbol me fracturé un tobillo, primero fui donde mi mami porque es componedora, pero bien escondida; ella no está involucrada acá, pero le llega mucha gente. Tenia una luxación y ella me la arregló y me dijo: “Tenis fractura, tenis que irte pa’ Temuco”. Ahora como lo supo ella? Ella dice que no lo sabe explicar porque es una cuestión de la yema de los dedos, ella palpa y sabe que es fractura. Parece que yo lo voy a heredar porque han habido algunas luxaciones que las he resuelto yo…bastante interesante. Yo creo que se hereda, sí, se hereda.” (FUN. MAP.) El uso de las hierbas medicinales es altamente popular entre los pacientes del sector, existiendo un importante conocimiento de las propiedades terapéuticas de éstas, uso que se ve facilitado por su existencia en el sector. “Tengo hartas matas naturales: tengo el toronjil cuyano que es muy bueno para la presión, baja la presión. También dicen que es bueno para los nervios, porque al niño cuando le daba la maña en el colegio, le hacia una agüita de toronjil y le daba. Aquí hay hartos remedios, salió solita esa matita de matico, yo también me lavaba mis heridas, me lave harto con matico y me hacia bien. Tomaba salsa parrilla....para la diabetes. El cogollo de eucalipto, había que hervirlo, siete cogollos de eucalipto hervirlo en un litro de agua, hasta que quede la mitad del agua....y ese era un secreto que me dieron acá en el campo… hervir las hojitas mas nuevas y después tomarse el agua durante el día, ese medio litro que quedara más o menos. Al otro día, volver... era por siete días. Estuve bastante bien por un tiempo; después no lo he vuelto a hacer tampoco. La chanca piedra que me recetaron también para que la tomara, por el estómago y para la diabetes. Porque sufría mucho de dolores, me hincho bastante también… tomaba, y me mantenía bien, por lo menos no me hinchaba, ni sufría de dolores de estomago. Porque yo, el comer algo así que sea un poco en exceso o algo que me caiga mal, se me pone una pelotita aquí, dura. Entonces me empieza a molestar, como que me clava, me duele así, y tengo que tomar cualquier agua de menta, o de orégano... El orégano también me lo recetaron que era desinflamante y también tomo siempre agüita de orégano y ahí se me desinflama.” (PAC. NO MAP.) 66 Sin embargo, en la opinión de algunos funcionarios no mapuche del establecimiento de salud, la masificación del uso de la herbolaria local tiene importantes riesgos asociados en la medida en que no se resguarden condiciones de higiene y de asepsia que aseguren la eficacia terapéutica principalmente del uso de ungüentos. “Me gusta mucho la medicina natural, porque es más barata y bastante efectiva, y cuando el producto está bien hecho, es bastante bueno. Las hierbas medicinales son efectivas, pero este tema no es tan artesanal como la gente le pone… hay que darse cuenta que no es un tema tan simple. Por ejemplo preparar soluciones… he visto muchos agentes que han venido a enseñar a la gente a hacer algo, pero jamás se ha preocupado de la limpieza real del producto. Y puede ser algo bastante natural, pero la gente nunca se preocupa del matico por ejemplo, tiene que ser un matico que esté lejos del contacto de los animales, que no anden vacas alrededor, ni chanchos, ni ovejas. Generalmente cuando hay muchos virus en el ambiente, lo vas a dejar al lado, después lo lavas y lo secas adecuadamente, después le metes alcohol o vaselina. Si es ungüento, muy típico que se hace in esterilizado. No se preocupan que el procedimiento que están usando no esté esterilizado; se les pasan a muchos agentes... se les pasan hongos. Lo vas a aplicar a una herida después y se te llena la herida de hongos, una capa negra... Entonces al final, dicen el tratamiento de medicina tradicional es malo, y lo que pasa es que a veces está muy mal procesado, o no está aplicado de la forma adecuada. El ungüento es para aplicar encima de la piel, pero no taparlo; se puede usar el gel, no muy tapado porque hay bacterias, por ejemplo, los anaeróbicos, que son altamente agresivos y que se crían con exceso de oxigeno, entonces te infecta fácilmente la herida. La gente usa generalmente el matico, lo prepara, pero el problema es que hace cien años atrás no había los agentes bacteriológicos que hay hoy día, había infecciones que pasaban solas, y muy rara vez daban fibritis. Es bueno que alguien especialista en el tema haga las cosas, tome las precauciones para preparar ungüento de matico, realmente hay que colocar ingredientes que son anti bactericidas locales, anti hongos, para que no se transmitan a través del ungüento infecciones hacia la herida.” (FUN. NO MAP.) Entre el conocimiento tradicional presente en los relatos de pacientes y funcionarios de ambos orígenes culturales, observa la presencia de las enfermedades clásicamente asociadas al conocimiento popular chileno, como el mal de ojo y el 67 empacho, ante los cuales se expresan diferentes procedimientos terapéuticos validados en la experiencia empírica. Al respecto, en los relatos de pacientes y funcionarios mapuche y no mapuche, llama la atención la hibridación de fuentes culturales respecto a la denominación de las enfermedades y la terapéutica descrita. “El mal siempre existió, y yo creo en este minuto, en todo lo que es mal, y sé que persona también puede hacer el tratamiento. Ahora, con respecto al mal de ojo, el empacho, yo creo que existen y que estamos cerca de eso. Y con todo el tiempo que ha pasado, yo creo que podemos decir, si está empachado, está con mal de ojo.” (FUN. MAP.) “Hay una enfermedad que es... cuando el intestino grueso se va hacia arriba, cuando se elevan. Nosotros, el mapuche le dice “está elevada”, o “se le fue la vía hacia arriba”…se va hacia arriba y no puede obrar; y al no obrar, empieza a hincharse, sienten dolor por acá en la espalda.... En ese caso se le hace un tratamiento al paciente: primero se acomoda, y con un guantecito, igual a un guante quirúrgico, con las uñas bien cortaditas, para no estuprarlo, por la colita y eso se tira hacia abajo, porque cuando eso está arriba, ahí en el ano hay un vacío. Pero si eso se baja, ya después pueden obrar o se puede hacer un lavadito y ahí...la dureza se va ablandando...” (FUN. MAP.) “Se me enfermó, le dio conjuntivitis, le supuraban los ojos, le dio fiebre, después le dio como diarrea. Total que lo llevé a médico, me daban antibióticos, me daban esto y no se le quitaba. Después se le empezó a cerrar un ojito… de nuevo. Dicen que cuando se le empieza a cerrar un ojito, es un ojo que le han hecho. Entonces lo llevé donde una señora que era de acá del sur también, era una señora de edad que sacaba el mal de ojo….y la señora me dijo que lo habían ojeado, que estaba bastante ojeado, porque ya estaba como pasado porque le costó a ella sacarlo. Tuvo que hacerlo tres veces, llevarlo… queman ají, algo así, en un bracero…. porque ponen un bracero, que le van echando cosas, como un humo que hacen y pasan la guagua por ahí. Y se sanó sí, porque se le pasó la diarrea, se le pasó todo po’.”(PAC. NO MAP. y PAC. MAP.) “Cuando estaban ojados los niños, fueron aquí donde (…) lo acuesta al niño, le hace oraciones, le pide los nombres de los papás, pide el nombre de la mujer que fue la que me afectó y ella echa ese espíritu, lo frota al niño con yerbas, le dice “tú eres inteligente, eres hijo de Pedro, de Julia, tú no tienes nada que ver con tal persona”. Es una oración que se hace en mapuche…yo algo le entendía qué sé yo por los nombres, pero lo frota, es una oración que hace….” (PAC. NO MAP. y PAC. MAP.) 68 En coherencia con la concepción mapuche tradicional, la etiología del mal de ojo es descrita por pacientes y funcionarios mapuche, por envidia o por llamar demasiado la atención de extraños, lo que se resuelve recurriendo a un sanador mapuche. “Gente que le gusta la maldad va a haber en todos lados, gente que son envidiosas... y la pueden enfermar. “Mira, esta señorita, no me gusta que tenga una profesión”, y la envidia está y la enferman porque la miran con rabia y con enojo, y no con una mirada que: “pucha, que bueno que es profesional”. La envidia siempre va a reinar… les transmite las malas vibras…con el mirar Ud. puede ver.... porque hay unas miradas que clavan como si fuera fuego. Por eso es que hay niños que se ojan, niños que se enferman.”(FUN. MAP..) “Tenían como tres años, cuatro años cuando los llevaron donde Mellao, ahí estaban los dos… y eso por ir a Temuco y venir haciendo teatro en la micro…así se ojeaban, es que son tan así, ellos. Son inquietos y andan siempre paraditos, preguntando, conversando con todo el mundo. Siempre los han elogiado porque ellos no se quedan callados, ni se andan escondiendo, es que no son tímidos, son muy….farolas, entonces llaman la atención. Aquí los llevamos, camino pa’ Quepe afuera allá, ahí los sanó el caballero. El tiene ese poder de sacar el mal de ojo. Es mapuche, es Mellao. Vive donde está la machi Lincoñir… parece que es (bawentuchefe) si.” (PAC. MAP. y PAC. NO MAP.) Con todo, entre los pacientes mapuche coexisten relatos que expresan diferentes explicaciones con respecto al origen de ciertas enfermedades clasificadas como producto de una interacción negativa con otras personas, atribuyendo en algunos casos la dolencia a un origen divino, y en otros casos reafirmando la existencia de enfermedades originadas por mal intención ejercida por otras personas. “Yo soy católica, soy creyente, soy bien creyente y yo lo dejo todo a la mano de Dios. Si a mi me pasa algo, alguna desgracia es porque Dios lo quiso así. Pero no creo que sea por acción de otras personas, por envidia o por maldad. Es porque Dios así lo quiso.” (PAC. MAP.) “Creo en todas las cosas que yo he vivido y he visto, porque a mi mami le dieron hechicería, un mal (es lo mismo) y ella salió a buscar remedio para tomar, ella misma se hacía su… se auto medicinaba…salíamos a buscar las 69 dos, y ella me mostraba lo que ella botaba por la boca, lo vomitaba, ella botaba pelos, cosas bien horrendas, pero harto. Le dieron dos veces mal, ella estuvo tres años sin poder caminar.... y nosotros todos chicos. Era la única manera que ella podía vivir, y si no botaba eso su estómago estaba tan mal, tan lleno con esa cosa que....” (FUN. MAP.) “Claro, entonces por eso yo creo que sí existe. Existen en las personas wigkas y en las personas mapuche, o sea eso no hay diferencia en que quien se lo haga. Y dice que cuando un chileno hace mal es peor que...lo que hacen los mapuche. La maldad es mas grande... porque los chilenos usan la magia negra, usan otras cosas…acá en Temuco mismo” (FUN. MAP.) Uno de los aspectos más complejos y polémicos del conocimiento tradicional mapuche en salud es lo relativo a la práctica y saber del machi de la comunidad, tanto para los funcionarios no mapuche, como para los pacientes y funcionarios mapuche. Al respecto, se observa en los relatos el reconocimiento de la importancia cultural que posee este agente tradicional en salud, y su especificidad en poder abordar ciertas enfermedades que otros saberes médicos no distinguen como tales. “Una de las cosas que me llamaba la atención a mí era la machi.... era totalmente nuevo para mí... yo sabía que la machi era un agente de medicina tradicional, pero no tenía idea qué significaba la machi para el mapuche. Más que nada la veía como alguien que entregaba salud, como yerbatero, que uno encuentra en la esquina y recurrían a él. Pero me fui enterando que el machi, la machi tiene mucho más cosas para ellos.... que tienen como una orden divina para ser machi, o sea se nace para ser machi y llegar a eso” (FUN. NO MAP.) “Y hay enfermedades que son para machi. Este de guagüita lo trajimos de allá de Santiago…con machi…él tenía cuatro meses. Nos llevó la suegra porque ella entendía la lengua mapuche. Y al niño le hizo bien. Porque él tenía…un konvn…es un problema que….como que entra el espíritu de otra persona en el vientre de uno cuando está esperando la guagua. Estaba en Santiago trabajando cuando quedé embarazada del niño…y había una que era hija del patrón de la industria (que) tenía un problema de mente, en la cabeza, andaba mirando así, con los ojos medio… y cuando ella supo que yo estaba embarazada me tomó como un odio. Me miraba tan feo, y me empezó a perseguir…me miraba cuando yo llegaba, cuando yo iba al baño, me venía a ver a la máquina, y siempre estaba pendiente de mí….y tenía un problema en un ojo así como que miraba…Pero ella no 70 podía tener hijos, por su problema que tenía, entonces fue como al saber que yo estaba embarazada, fue como una envidia que le dio. Cuando nació el niño, él se le caía su cuello. Tenía cuatro meses y él no afirmaba su cuello, se le caía. Y tenía el ojito como más bajo, y la carita también así como…que yo lo llevé al neurólogo y me dijo que el niño tenía parálisis facial, porque se le caía el ojo y se le caía la quijada, que tenía que hacerle un electroencefalograma, también era bastante caro en ese tiempo entonces yo no se los hice. Cuando piensan que es (konvn), la guagua hace lo mismo que estaba haciendo …lo que se miró….y es como un espíritu así que entra, parece y la guagua lo toma y después hace lo mismo. Porque al niño se le caía su cara, miraba mal, tenía problemas….cuando me di bien cuenta yo, es cuando movía los ojitos así… y esta niña era así…entonces fue un konvn…. Yo vine primero a hablar con mi mamá y ahí le hicieron los trabajos, le dieron más remedios para frotarlo todo esto, y para tomar. Y ahí gastamos plata hasta más que en médico particular… Yo creo que al mes y casi dos….se le empezó a pasar. Después se le afirmó su cuello, estaba bien de su cara, eso se le quitó, el niño estaba bien.” (PAC. MAP. y PAC. NO MAP. ) Entre los pacientes que han recurrido a machi para atender sus dolencias, se tiende a reconocer su eficacia diagnóstica, mientras que una de las limitaciones de la eficacia terapéutica de su tratamiento radica en la duración en que la persona ha padecido de una determinada enfermedad ocasionada por mal, desechando generalmente la machi la posibilidad de intervenir. “Ahora si hay un mal, ese mal se dice que es un mal, pero si no se saca a tiempo ya no le va a hacer nada la machi, haga lo que haga. Si esto viene de muchos años atrás es muy difícil para sacarlo, ya no tiene nada más que hacer; no se saca el mal, así como así…el mal tiene que estar a tiempo para sacarlo. Yo fui a ver machi por ella… había hablado su idioma, y después lo tradujo, dio a entender…y ella dijo que tenía una enfermedad de muchos años, que ya arrastraba de joven…entonces ella no quería hacer nada por ella…no le iba a dar remedio, un poquito que le iba a dar, pero para qué la iba a hacer gastar plata…. Eso sí me dijo todo lo que ella sentía…su malestar en las piernas…su decaimiento, sin apetito, su estómago que estaba malo y ella todo lo eliminaba, lo que comía, lo eliminaba… no retenía nada, nada de alimento…y eso es verdad…”(PAC. MAP.) 71 No obstante, existen relatos en pacientes y funcionarios de ambas culturas que manifiestan su reserva o clara reticencia a consultar machi, así como en el favorecer la existencia de nuevas machi en las comunidades. “No voy a machi, porque creo que no necesito, todavía. Tendría que esperar una segunda opinión, otra persona ajena a mí que me diga: “Tu tienes, estas mal, tu tienes que ir a machi, o tienes que buscar otra alternativa”. Pero en lo personal hasta el momento no, no he necesitado.”(PAC. MAP.) “No, no iría a machi. Una porque no creo en ese tipo de sanidad, y porque no comparto los valores culturales tampoco; no están dentro de mi eficacia (simbólica). Yo soy de la cultura occidental; sé que hay occidentales que van, muchas señoras van... yo he atendido el teléfono acá de repente, y me preguntan “donde vive tal machi porque mi señora tiene cáncer y piensa que la machi la va a mejorar”. Bueno, le digo donde vive la machi no más porque es una cosa de confianza, cómo la iba a convencer, si ha creído en la machi toda la vida.”(FUN. NO MAP.) “Hay algo sobrenatural que la llama a ser machi, pero no estoy de acuerdo con eso que la llama a ser machi, con ese poder sobrenatural. He escuchado hablar algunas machis como llega a ser machi, y no es por sentirse un estatus, porque es una persona que es un sacrificio tremendo el que tiene que hacer. Es todo un peso cultural que tiene que asumir, muchas cosas, como por ejemplo, que tenga que asumir que se tiene que ir a vivir solo, ponte tú a la montaña, una cosa si... es como si alguien le diera ese mismo poder. Ahora, no se que tanta reversa tenga eso... que solución, como sacar eso, sacarlo…Si la persona no quiere ser machi, no quiere aceptar eso, como solucionarlo me encantaría buscar… hay que buscar en otro lado, a lo mejor para que no sea machi.” (FUN. NO MAP.) De acuerdo a lo observado en los relatos, la tendencia a rechazar la legitimidad de la machi como agente terapéutico tiende a fundamentarse en una creencia fuertemente arraigada que asocia el origen de la capacidad sanadora de la machi a fuerzas negativas presentes en la naturaleza, y a una tendencia a dicotomizar la realidad desde una perspectiva fuertemente moralizante, desde la cual se descalifica la acción sanadora de la machi. 72 “Hasta el momento yo no puedo saber todavía como es el Dios de los machis. Porque he tenido conversación con machi, he tenido bastante buena relación, pero no he tomado ese tipo de tema. La Iglesia Anglicana y las religiones en el fondo ven a Dios, y ven a la machi en ese sentido como la bruja. Y así a grandes pasos, el machi ha dicho que hay un solo Dios. Ahora como lo ven ellos, ahí no sabría decírtelo; pero yo creo que todavía me falta tiempo para saber.” (FUN. MAP.) “Lo que me llama la atención es el origen de ese poder que da la machi, porque por una parte es superstición de la gente; y otro es el origen que tiene como para poder sacar el mal, como ellos dicen. He escuchado que dicen: “Esta machi de acá me sanó... como que esta otra persona me estaba haciendo mal, y fui donde la machi y me lo sacó de raíz”. Ellos dicen que la machi tiene un cierto poder espiritual pero no creo que sea Dios quien ayuda a la machi, no creo que tenga la voluntad de Dios, no por su manera de ver las cosas, si no de hacer las cosas. Lo que le está dando esa fuerza para sacar ese mal debe ser más fuerte para poder sacar el mal puede hacerlo con mal también... Siempre he creído que existen dos fuerzas: la fuerza del bien y la fuerza del mal, una que es de Dios y otra Satanás, que tiene diferentes formas en expresarse... una de esas es ayudar a la machi. Me han traducido las prédicas que hacen las machi, y no se refería en sí a nadie, sino como del punto de vista naturaleza, “Yo te ruego, yo te imploro”, pero se refería a las fuerzas que habían en el medio y que esas fuerzas iban a hacer, de que todo, como ellos dicen, estuviera en equilibrio. He visto cuando tocan el kultrvn y veo como que están todas las estaciones del año puestas ahí. Entonces ellas tienen súper claro a quien están pidiendo, como que hay una fuerza a quien ellos le piden eso.”(FUN. NO MAP.) Luego de la presentación de los resultados, a través de un texto etnográfico, que se apoyó en las citas textuales de pacientes y funcionarios mapuche y no mapuche, se sintetiza el contenido relativo al Conocimiento tradicional mapuche en salud, en función de las principales dimensiones construidas a partir de los datos (Tabla 2. Dimensiones del Conocimiento tradicional mapuche en salud). 73 Tabla 2. Dimensiones del conocimiento tradicional mapuche en salud Conocimiento tradicional mapuche en salud Interpretaciones de la noción de salud Como elemento central sobre el concepto de salud se destaca su carácter holístico entre diferentes dimensiones de la realidad: individual, social, espiritual, y natural. Se eleva su concepción dialéctica entre opuestos complementarios, ya sea como: fuerzas de la naturaleza, o como valores morales. Se tiende a asociar el término salud básicamente a la noción de “equilibrio” entre los opuestos complementarios antes mencionados, expresados en las diferentes dimensiones de la realidad que significa la salud desde la perspectiva tradicional mapuche. Coherentemente con su pertenencia cultural, los funcionarios mapuche tienden a apropiarse de los postulados del conocimiento tradicional en salud como una explicación valida de la realidad y del proceso de salud/enfermedad. Los funcionarios chilenos tienden a asociar la interpretación de la salud indígena a supersticiones y creencias, lo que sustenta importantes prejuicios valorativos hacia la población mapuche. Conocimiento y práctica de la medicina casera Entre los pacientes se observa una importante presencia de prácticas medicinales caseras, haciendo uso cotidiano de las hierbas medicinales en ámbitos preventivos y curativos. La vigencia del conocimiento medicinal casero se ve reforzado en el alto grado de conocimiento de las propiedades terapéuticas de las hierbas medicinales y es potenciado en la medida en que exista una flora tradicional viva en el sector. El conocimiento medicinal casero se cultiva y transmite en el seno de la familia, no siempre ligado al sexo femenino, destacándose el uso de plantas medicinales y el oficio de componedor(a) de huesos, que es significado como hereditario. Para algunos funcionarios no mapuche del Hospital, la masificación del uso de la herbolaria local tiene algunas limitaciones, en la medida en que no se resguarden condiciones de higiene y de asepsia que aseguren su eficacia terapéutica. 74 Enfermedades asociadas al conocimiento popular chileno Entre el conocimiento tradicional se observa la presencia de enfermedades clásicamente asociadas al conocimiento popular chileno, como: el mal de ojo y el empacho. Las enfermedades asociadas al conocimiento popular chileno, presentan un alto grado de hibridación de fuentes culturales en su descripción, en los diferentes procedimientos terapéuticos validados en la experiencia empírica, y en los agentes a los que se recurre para solucionar el padecimiento del enfermo. Co-existen explicaciones con respecto al origen de enfermedades denominadas “por mal”, atribuyendo la dolencia a un origen divino, o a la mal intención ejercida por otras personas, ligada a la envidia, lo que podría interpretarse como originada en la trasgresión social. Concepción del machi Uno de los aspectos más complejos y polémicos del conocimiento tradicional mapuche en salud, son las significaciones relativas a la práctica y saber del machi de la comunidad. Se reconoce la importancia cultural que posee este agente tradicional en salud, y la eficacia terapéutica de su acción, en el diagnóstico y sanación de algunas enfermedades que otros saberes médicos no distinguen como tales. Una de las limitaciones del tratamiento ofrecido por la machi radica en la duración de la enfermedad ocasionada por mal, desechando la propia machi la posibilidad de intervenir cuando la persona padece la dolencia por mucho tiempo. La consulta a machi se presenta ante la identificación de etiología mapuche en el origen de una patología, o cuando otras prácticas médicas no han dado solución al malestar. Indistintamente del origen étnico, existe cierta reticencia a consultar machi, fundamentada en la creencia que asocia el origen de la capacidad sanadora de la machi a fuerzas negativas presentes en la naturaleza. A continuación, se discuten los datos, integrando elementos del marco teórico y la revisión de datos secundarios, para realizar una interpretación en un nivel de mayor abstracción con respecto a la información recolectada. 75 Discusión de resultados relativos a las significaciones sobre el conocimiento tradicional mapuche en salud La interculturalidad para los mapuche, como lo indica Chureo (2000) es un asunto de sobrevivencia. Además de haber tenido que practicarla, la conceptualizan, la elaboran. No son ni se sienten nuevos practicantes de las relaciones interétnicas, sino que son “actores pensantes” de este proceso universal a través del cual dos pueblos entran en contacto y generan redes múltiples de relaciones y acuerdos. La interculturalidad sitúa entonces el problema en torno a las relaciones de poder, y si no ocurre una modificación que signifique una transferencia del poder entre las partes involucradas, no es posible hablar realmente de procesos interculturales. El protagonismo que han asumido las comunidades mapuche de Makewe al enfrentar la responsabilidad de su salud, implica necesariamente un reconocimiento, una valoración de su conocimiento y del derecho a construir desarrollo de acuerdo a su visión de mundo. Sin embargo, las relaciones de poder no se constituyen solamente en el campo del hacer, sino que lo hacen fundamentalmente en el campo del decir, en el que es posible distinguir diferentes formas en que los conocimientos pueden interactuar y relacionarse. Como estados nacionales, tenemos la nefasta experiencia en nuestro continente, de la aplicación sistemática y sostenida de las formas más autoritarias y totalitarias, durante las dictaduras militares, que negaron la existencia del otro, construyendo dispositivos ideológicos basados en el temor, y en la amenaza latente de un enemigo ideológico. No es posible negar la huella autoritaria que dejó ese episodio 76 histórico en las formas que tenemos, aún a quince años de recuperación de la democracia, de interactuar y de relacionarnos en lo cotidiano y en el campo de las ideas. Con todo, una aproximación posible puede remitirse a una forma de diálogo que se tiende a establecer con el saber del otro desde una “genuina” voluntad de comunicación y de respeto. Una primera consideración por el saber del otro consistiría en reconocer la opinión de los actores, como los participantes más cercanos a la realidad a modificar. Desde esta asunción, se realizan diagnósticos participativos, investigaciónacción participativa, con mayor o menor grado de participación en la planificación de las actividades, en la toma de decisiones del proceso y en la ejecución de las actividades. En las experiencias de mayor participación los actores también se involucran en la evaluación de los logros alcanzados. De este modo, se incluye la participación del otro porque es portador de un ángulo de análisis más cercano, “desde dentro” de la problemática social a abordar. En términos generales, las prácticas interculturales en salud implementadas por parte del Estado, intentan posicionarse, formalmente al menos, desde esta forma de participación y de reconocimiento del saber del otro. La realidad es definida, representada, construida desde la óptica institucional, occidental y requiere “completar” su construcción acerca de la realidad, con la mirada de los participantes; mirada a la que el profesional no puede acceder por sí mismo debido a las barreras culturales y sociales que existen. Se les reconoce a los participantes un lugar privilegiado de observación y de experiencia de “lo que ocurre”; de lo que el saber técnico, o médico define que “ocurre”. 77 A pesar de las buenas intenciones propuestas que buscan conocer las “percepciones indígenas” de las divisiones naturales del mundo biológico y las relaciones humanas con el medio ambiente, la propuesta está casada epistemológicamente con el dispositivo de conocimiento dominante en la ciencia: el postpositivismo racionalista y naturalista. La mayoría de las teorizaciones e intervenciones propuestas por las ciencias de la salud y las ciencias sociales en su descripción de la salud en la cultura mapuche, presentan este tipo de limitaciones en términos ontológicos. Como lo indica Citarella et als. (1995), al remontarse a la historia del estudio de la medicina mapuche, “no se cuenta con fuentes propiamente indígenas, ya que todas las descripciones son hechas por españoles y están sesgadas por la distancia cultural que existía entre ambos pueblos e influenciadas por la cosmovisión castellana de los siglos XVI y XVII, que a su vez se hallaba fuertemente determinada por el mesianismo judeo-cristiano y el individualismo del hombre renacentista”. Los mismos autores reconocen en las aproximaciones de la época una relevancia otorgada al uso de las plantas medicinales y un grado importante de apropiación de este conocimiento indígena por parte de los residentes españoles, junto con una abierta descalificación a las dimensiones espirituales de la práctica y pensamiento mapuche relativo a la salud, principalmente a través de su “satanización”, situación que se hace patente en el discurso de funcionarios no mapuche del Hospital Makewe. La forma en que las explicaciones sobre la salud y la enfermedad se presentan como construcción social, a través de ciertas instituciones y prácticas sociales, adopta una forma recursiva a través de un círculo hermenéutico, que remite a una construcción de primer y segundo orden por parte de la población mapuche sobre su conocimiento 78 tradicional, en términos de resignificación permanente de éste. En este dinámico proceso hermenéutico, las prácticas y el conocimiento tradicional mapuche relativo a la salud han sido conceptualizados institucionalmente, primero desde el saber del colonizador, y luego desde la investigación científica fuertemente influida por el racionalismo ilustrado y el positivismo en sus diferentes expresiones. Se trata entonces de un circuito de saber occidental en interacción con el conocimiento resignificado mapuche, en relaciones interétnicas desiguales, que es distinguido por las categorías de la práctica social que ha construido nociones tales como: sistema médico, agentes médicos y prácticas terapéuticas, a imagen y semejanza de las categorías propuestas por las ciencias de la salud occidentales. A esta construcción de primer orden, los sujetos inmersos en el mundo social (en este caso los funcionarios y pacientes mapuche y no mapuche) a través de un segundo movimiento de apropiación de los conceptos que crean las ciencias sociales para interpretar su situación de salud/enfermedad van resignificando permanentemente su realidad. En este sentido, el cuidado del bienestar, de la calidad de vida familiar, individual y colectiva, en la matriz cultural mapuche tradicional se relacionaría íntimamente con el cuidado de los recursos sociales y naturales, en un sentido diferente al que se asocia desde la visión occidental. Se trataría entonces de poder reconocer en la cosmovisión mapuche concepciones acerca de la realidad - tal vez propias de una matriz representacional indígena -, un pensamiento como constructo, elaborado sobre supuestos ontológicos radicalmente diferentes al realismo científico de raigambre empiricista que tiende a hablar de la cultura mapuche en términos de “mitos y leyendas”. 79 En efecto, al no visualizar la representación del otro como una construcción de la realidad tan válida como la propia, y con la profundidad que ello requiere, diferentes instituciones gubernamentales siguen impulsando, “programas y acciones desde una lógica wigka (no indígena), que ha derivado en endeudamientos, separación de familias y comunidades con traslados a diferentes sectores geográficos e impulso a la forestación de pinos y eucaliptos, destruyendo espacios de la medicina mapuche” (Promap, 2002). 3. Significaciones sobre la práctica complementaria en salud La principal demanda en salud hacia el Consultorio externo adosado al Hospital Makewe que se observa en los relatos de pacientes de ambas culturas, se refiere a consultas por morbilidad a nivel de atención primaria, derivando la demanda de atención a nivel secundario al Hospital Regional de Temuco. “(A la niña) yo la controle acá en el Hospital Makewe hasta los tres años, al niño igual. Siempre fue buena la atención porque yo llevaba a la niña me la controlaban, y cualquier emergencia, que de repente ahí íbamos....Una vez se me cortó el brazo, en una plancha de zinc por ahí la tenía puesta como de resbalín. Entonces de aquí llegamos a Makewe con él, lo llevamos en la camioneta de un cuñado y ahí me lo atendieron. Yo le vendé el brazo, se lo apreté porque la tenía abierta la herida, y se lo llevaron a Temuco al tiro en la ambulancia y le colocaron como ocho puntos. Menos mal fue el brazo, porque hubiese sido otro lugar, Dios mío....” (PAC. MAP.) “A los chicocos no le llevamos mucho a médico porque casi no se enferman. Solamente la fiebre en el invierno que le da un resfrió, la niña de repente que le daba un poco de antibiótico y después ya estaba bien. Solamente aquí el doctor en el Hospital de Makewe, a ninguna otra parte. Yo nunca la he llevado al Hospital de Temuco por urgencia o alguna enfermedad grave, nada.”(PAC. NO MAP.) “Cuando me operé de una hernia en la ingle estuve en Temuco y me dieron el alta. Me pusieron insulina, entonces me bajo demasiado la diabetes y me quede sin fuerzas, y la herida se me infecto por dentro. Así es que yo me caí aquí y me alcanzo a afirmar mi esposo, y me llevó adentro (al hospital Makewe), después fuimos a Temuco al control. Me rompieron ahí porque 80 tenía infectado y me dejaron una como sonda para que yo drenara lo que tenía adentro. Y un día acá estaba súper mal, no podía levantarme porque tenía prendido y me levanté y se me vació esa cosa, así que el tuvo que llevarme aquí a Makewe. Me hospitalizaron, me tuvieron con antibiótico y estuvo cicatrizando un poco la herida. Estuve un año con la herida abierta, vivía supurando...iba a curaciones, día por medio (al Hospital Makewe) y a control a Temuco. Estuve un año así, hasta que el doctor me volvió a ver (en el Hospital Regional) y yo le dije que no era posible, que con algo me sanara. Me tuvo que abrir de nuevo, sacarme todo eso malo que tenía, volverme a suturar pero con otro hilo porque según él, el hilo que me habían puesto era muy grueso...” (PAC. NO MAP.) “Aquí también (en el Hospital Makewe) cualquier molestia íbamos en camioneta para allá... y aquí me curaban, me ponían inyecciones, lo que me daba el doctor de allá (del Hospital Regional) me lo hacían acá, las inyecciones y todo. Siempre he estado yendo a ese hospital, atendiéndome. Y los controles por los médicos que me atienden por especialidades, voy a Temuco.” (PAC. MAP.) “Acá (al Hospital Makewe) vienen a pedir cosas, más que nada las típicas, picaduras de insecto, todo lo que tú puedas diagnosticar más que nada de origen orgánico. Y cuando son más que nada cosas sociales...y psicológicas son por depresión. Si tu empiezas a ver un poco, te dan razones de... ausencias de personas, o conflictos familiares, o un hijo es alcohólico o violencia intrafamiliar.” (FUN. NO MAP.) Con respecto a la demanda por enfermedades de etiología mapuche, en la opinión de algunos funcionarios, la consulta ha disminuido hacia el Hospital canalizándose directamente hacia los sanadores tradicionales, o conversándose en forma reservada con el médico chileno que tiene mayor conocimiento tradicional mapuche en salud. “Hubo un tiempo que la gente como que lo planteó. Fue el año 99, como que la gente se sintió más abierta a... ahora la gente va directamente donde la machi.... tiene tal problema y fue directamente donde la machi. Ellos me dicen fui donde la machi, me sentí mejor.” (FUN. NO MAP.) “Los últimos dos años como que no se plantea (enfermedades mapuche) y si se plantea, se lo plantean al médico cuando él ya lo empieza a preguntar... o simplemente la gente sabe que él trata muchos temas, por eso 81 van donde él. Pero yo creo que (al otro médico) tampoco se lo plantean...”(FUN. NO MAP.) En el relato de algunos funcionarios del Hospital se hace referencia a la importancia de la explicación que el paciente atribuye a la enfermedad como parte del proceso de recuperación de ésta, lo que se evidencia con claridad en el caso de pacientes con enfermedades del ánimo depresivo, cuando el paciente logra explicarse y dar sentido a su dolencia en el marco de su experiencia vital. “Encuentro que (él) tiene toda la razón cuando dice que las personas, hay creencias que ellos tienen que son súper importantes y que eso influye en el estado de salud de las personas, y que hay que trabajar sobre eso. Yo le encuentro toda la razón, que el concepto de enfermedad que ellos tienen está basado en sus creencias.” (FUN. NO MAP.) “Cuando tenía mis hijos, todo estaba bien….Después ya me enfermé, ahí ya me empecé a sentir mal. Me daba así por una semana, que andaba mal: no me daban deseos de comer, me daban ganas de llorar y salía a andar. Después fui al Hospital, sola….me daban remedios. Era una enfermedad no más…de la enfermedad uno se siente mal. Eso es lo que yo no sabía, qué enfermedad tenía. Lo que uno tiene es que se siente mal, anda sin ánimo, sin fuerza… Pero estos días me he sentido mejor. Antes que llegara mi hija, me había sentido terrible…en las mañanas no me podía levantar, sin ánimo. Pero me acostaba tranquilita. Despierto como a las 6.00, 7.00 y ahí como que me empieza la enfermedad, esta cosa aquí en el pecho, me toma todo el cuerpo… la machi uno no entiende lo que ellas dicen, uno no la entiende…y no he estado mucho en machi tampoco, (pero) no creo que sea mal, si fuera mal lo sacarían ellas, si por algo son machi, harían un remedio para sacar ese mal, pero no lo sacan. Bien quisiera saber qué es lo que tengo, pero uno no sabe y siente un decaimiento, una molestia pero no sabe nada. Claro que a mí me ven así andando, “estai bien”, me dicen. Y uno siente la molestia.”(PAC. MAP.) “Yo sufría de depresión, uno la puede tener en el campo o en la ciudad. En el tiempo de invierno, me daba un poco más porque la soledad de repente aquí una está muy sola, él trabaja, los niños van al colegio y de repente el cambio de la ciudad al campo era bastante fuerte. Yo estaba bien depresiva, pasaba llorando. Incluso acá (Hospital Makewe) el médico me dio algunas pastillas después no las tomé porque me siento más animada. Me dio Imipramina el doctor… si andaba bien depresiva, estuve pesando 52 kgs. Antes vivía en Santiago, la vida es más rápida, uno no se da cuenta lo que 82 está sintiendo porque trabaja en la casa, trabajo afuera, va a tomar la micro, se levanta temprano, entonces no se da cuenta lo que está sintiendo. Después el cambio de venirme para acá, fue partirme en dos porque dejé tres hijos en Santiago…. eso era lo que me hacía sentir mal, yo tenía que estar aquí por mis niños chicos, por mi esposo, y los otros estaban allá, aunque eran adultos, pero los hijos nunca dejan de ser de hijos. Se criaron prácticamente solos porque yo trabajaba y mi mamá no estaba porque falleció, falleció mi papá después, entonces yo quedé prácticamente sola. Ellos se criaron: el más grandecito cuidaba a los otros dos que eran un poco más chicos…. eso es lo que me ha tocado de la vida entonces por eso mi depresión, como angustia de repente que me daba, de estar aquí, de querer estar allá, querer cosas y no las tenía, todas esas cosas me afectaban. He superado eso, ya mis hijos están más adultos, y yo estoy más tranquila.” (PAC. NO MAP.) El rol del paciente en la explicación de la enfermedad es también significado como un agente activo que tiene conocimientos validos sobre la salud que son relevantes de considerar por parte de los funcionarios del Hospital. “Yo creo que nosotros no lo sabemos todo, nosotros también tenemos que aprender. Quien sabe mejor que nadie como está su hijo es la mamá. Ahora cuando yo hago control de niño sano, por ejemplo, la mamá es la que sabe más, lo que ella me dice. Primero le hago su anamnesis, y luego lo que vaya concluyendo de ella. Por lo tanto cada control que yo haga es diferente al otro. Ella siempre por un lado va a tener la razón y complementar con lo que dice la (mirada) occidental, que la mamadera, que es una cuestión ya de rutina. Lo primero es lo familiar porque como yo conozco la mayoría de la gente acá, y sé más o menos su situación familiar, quien tiene problemas, quien no tiene problemas y los medios económicos también. Entonces a una mamá no le voy a exigir tanto porque sé si tiene alcance o no tiene alcance. Porque aquí en Makewe hay gente que pasa hambre. Uno conoce los sectores y sabe quienes son y quienes no son.”(FUN MAP.) “Antes no se hacia la planificación familiar, después se empezó a conversar con las señoras. De primera los maridos no querían que se hicieran un tratamiento, claro, había cualquier cantidad de guaguas y más pobreza también (…) La mujer mapuche también sabe como hacerlo para no tener hijos… ellas se cuidan las cuarentenas… Era un acuerdo, si el marido quería no tener más hijos... Después de los ocho días, ellos se cuidaban de no tener... ya a los veinte más o menos por ahí, tenían relación... entendían su propio calendario usaban” (FUN. MAP.) 83 Con respecto a la interpretación que los pacientes de ambas culturas expresan en sus relatos, se observan explicaciones de enfermedades de etiología genética y nerviosa, que se reafirman en la opinión médica entregada al paciente. “la diabetes que yo tengo no es tanto: Diabetes Mellitus II. No es muy fuerte, porque hasta el momento no he tenido grandes cosas, sino que me sube un poco donde hago desarreglos, donde come uno cualquier cosa... lo más que me sube son 260, que yo lo encuentro poco porque hay otras personas que tienen 400. Dicen que es hereditario. Al parecer mi mamá la tenía, pero ella nunca se controló porque como antiguamente las personas tampoco se controlaban, no iban a médico. Mi mamá tuvo 10 hijos y los hijos los tuvo en la casa, nunca los tuvo en el Hospital...” (PAC. NO MAP.) “las enfermedades en los huesos que tengo, el doctor también me dijo que eran los huesos de familia porque toda mi familia tiene problemas con los huesos. Tengo artrosis severa porque tengo casi toda la médula de los huesitos seca, en las manos, las rodillas, en la columna y en el cuello cervical. También me dijo el doctor que era de los genes de familia. Yo pienso que puede ser eso porque mi mamá sufría mucho de sus huesos también. Dicen que son los nervios que se aprisionan con los huesitos, donde se va secando la médula, entonces se va como soldando un hueso con otro, que es lo que tengo aquí.... lo que es tomar las cosas así, pierdo la sensibilidad. Se me caen las cosas, o choco de repente con algo, o se me quedan aprisionado...voy a soltar algo y no lo suelto, me queda ahí como metido los dedos porque no puedo mover.” (PAC. MAP.) Las principales limitaciones que se observan en los relatos de pacientes y funcionarios hacia la atención en salud desde el modelo biomédico, dice relación con: su ineficacia con enfermedades que llevan larga data, con respecto a los efectos secundarios de algunos fármacos utilizados, su ineficacia al intentar abordar patologías ligadas al dolor del alma, o enfermedad natural. “Una enfermedad que viene arrastrando de muchos años, ¿cómo el médico la va a sacar, si ya está establecida en el cuerpo de la persona?… medicamento, ya qué medicamento tendría que darle, si ya no hay medicamento eficiente para eso si ya la persona lo creó en su propio organismo, ya es parte de ella. Entonces esa es la situación de las enfermedades que son… del tiempo que ya está la enfermedad…” (PAC. MAP.) 84 “Las pastillas cuando las tomo me baja demasiado, entonces me empiezan a dar tiritones.... Estaba tomando la pastilla de la diabetes y me daban (Ibuprofeno) para los dolores inflamatorios de la espalda, de los hombros, y eso me producía problemas juntos. Los dos remedios juntos producen una alteración en la diabetes: baja. Y me empezaban a desvanecer así el cuerpo, como una debilidad y como que no podía ni tomar las cosas. Ahora no estoy tomado estas pastillas. Hay veces que las rechaza el estómago; me causa bastante dolor, en el estómago se me hace como agua en la boca así como acidez... Es que tanto remedio que he tomado, entonces eso me hacía esa cosa en el estómago.” (PAC. MAP.) “Cuando estoy resfriado nunca tomo antibióticos. Me cargan porque sé que los antibióticos a las bacterias las va a matar, y a la vez también va a pasar un poco con los glóbulos bancos, las defensas me las va a bajar. Pero yo como sufro más que nada en las épocas virales, y el virus no tiene tratamiento antibiótico.” (FUN. NO MAP.) “Nunca fue capaz de conversarlo, ni de desahogarse porque las enfermedades se van alimentando de eso…esa es la enfermedad natural, el sufrimiento que la persona guarda adentro de uno. Entonces si la persona no es capaz de sacarlo afuera, no va a poder mejorarse. Yo creo que la confianza está en la propia familia, en los hijos para lograr ese descanso del alma…Y eso muchas veces sale mejor que un medicamento, porque si Ud. va a ir al médico, le va a decir “Qué siente?” y no es capaz de decirle lo que siente, el médico la va a dar un medicamento para curarle lo que…no tiene nada adentro, y va a tomar remedio. En cambio ahí tiene escondidito el mal, hasta las machis dicen: “tiene un mal”, el mal natural de la persona, el dolor que siente dentro.”(PAC. MAP.) Sin embargo, la explicación con respecto al tratamiento no siempre es similar en la opinión médica y la del paciente, lo que se expresa de manera patente, de acuerdo a algunos funcionarios del Hospital, en la eficacia simbólica atribuida a la forma de administración de ciertos fármacos por parte de los paciente mapuche. Esta situación en parte es asociada a la explicación que los pacientes tienen del procedimiento terapéutico, y en parte al uso indiscriminado de antibióticos inyectables en salud pública. “Veo mucha gente con hora para consulta y sale enojada con el médico porque no le dieron antibiótico, o viene gente convencida de que si no le dan una inyección, no se va a sanar. No importa que el antibiótico que le dieron sea vía oral, pero si no le da la inyección, no se va a sanar. Había un 85 paciente que estaba con una neumonía, entonces yo le pongo una cánula para pasarle el medicamento por la vena porque tiene un efecto mucho más rápido, y es bueno para poder manejar la dosis. Entonces el me decía que le colocara la inyección en la nalga y no en el brazo; se sentía mejor así. Yo le explicaba que era un tratamiento que ya no se usaba son tres o cuatro veces al día, o sea son doce pinchazos, ¿como va a quedar así? Entonces eso tiene la gente de acá, es una cosa sorda. Si hubiera una inyección, que matara en forme inédita, en una sola dosis, fantástico… porque casi todos los pacientes no cumplen el periodo de tratamiento, nos aseguraríamos y le evitaríamos la molestia al paciente de tomarse un comprimido cada 12 hrs. que realmente en la practica es muy difícil que se lleve a cabo. Pero hay gente que llega acá buscando el pinchazo. Entran y piden pinchazo al tiro: “Una inyección no me haría mejor?” Y ya hay ciertos medicamentos que se pueden usar a nivel oral y que están más baratos ahora. Entonces la gente antigua como que pide pinchazo.” (FUN. NO MAP.) “Es un tema de educación en salud, mas que nada. Y ahí hubo mucho tiempo que se usó mucho lo inyectable. En todos los centros de salud, a nivel populares se usó mucho lo inyectable; antes se usaba mucho, cualquier molestia dipra (Dipirona) intramuscular, inyecciones para todo tipo de cuadros. Antes para la amigdalitis, había solamente Benzapina a niveles populares. En cambio a nivel de consulta privada, te dan tantos medicamentos de una dosis al día…Bueno más que nada son los recursos, y a veces puede ayudar un poco también el descriterio de alguna gente que ha trabajado en salud.” (FUN. NO MAP.) Una de las principales críticas hacia la concepción biomédica de la salud que tendería a obstaculizar una practica complementaria en salud, es la baja capacidad de coexistir con otros conocimientos médicos debido a la amenaza que significa para el poder médico, necesario para lograr una alta adherencia y eficacia simbólica al tratamiento. “Pero lamento que las terapias (alternativas) con base científica y todo, están un poco... muy poco asimiladas, (lo que) es también por el desprestigio también recibido por el sistema médico oficial. Claro que hay un desprestigio enorme. Creo que más que nada son prejuicios... Es que lo que pasa es en los países subdesarrollados, el médico tiene un estatus social, ya casi de un semi dios, el médico tiene derecho a retar al usuario, de tratarlo como quiere, a la enfermera, al auxiliar igual... y van a agachar la cabeza. Entonces como que otra persona le diga que con esto (otro tratamiento) se ha sentido mejor, y como que le pierda un poco, no 86 de credibilidad al médico, sino que... de cariño, de interés hacia el médico. Entonces las desprestigian (otras concepciones de salud) muchas veces sin conocerlas, más que nada por un sentido también de pérdida hacia el estatus, por temor a perder el estatus.”(FUN. NO MAP.) En los relatos de pacientes y funcionarios del Hospital, la complementariedad de prácticas en salud se fundamenta sobre diferentes argumentaciones: las limitaciones de los remedios naturales, la desconfianza en la medicina tradicional mapuche, y la posibilidad de libre elección por parte del paciente de acuerdo a sus creencias; siendo este último argumento reafirmado tanto en los relatos de pacientes, funcionarios mapuche como por parte de la propuesta oficial de complementariedad. “Es bueno que haya remedios naturales, porque son mas baratos. Pero debe haber un complemento entre las dos medicinas, porque hay medicamentos que son naturales que son muy suaves para las enfermedades... O sea todo tiene su límite, y todo tiene su ventaja y desventaja. Hay muchos que quieren tratar la depresión, o la insuficiencia cardiaca con puras hierbas naturales; imposible, imposible. Para la insuficiencia cardiaca lo que necesitas es algo para poder corregir el problema, un anti arrítmico... y poder pillar una hierba que sea anti arrítmica, y que tenga una buena cantidad de anti arrítmico para tu peso y todo...en ese sentido es imposible. Para ciertas patologías puede ser… pero tú no puedes darle hierbas naturales para que bajen la presión solamente… a una persona que es hipertensa, una hierbatera le digo que botara todos los medicamentos y que se tomara las hierbas solamente. Dejó de tomar los hipotensores y el problema fue que era bueno a lo mejor para bajar la presión, pero el problema es que la persona no le dijo que dejara de comer sal, como un complemento. Por eso yo creo que las hierbas son buenas, pero la gente que quiere trabajar con hierbas tiene que estudiar bastante el tema, para darse cuenta que no es un tema tan fácil.” (FUN. MAP.) “Esto que se presentó a través del hospital está bien por motivo que la gente está confiada y está deseando medicinarse así porque es más sano, es natural. Ahora la medicina no es tanto a nivel de ritual sino más a un nivel de medicina…porque antes la gente le tenía más temor a hacer eso…los machitun. Entonces ahora la gente está más entregada, porque se están haciendo medicinar por remedios. No así con los machitunes que se hacían…. la gente le tenía más temor a eso, los tambores se escuchaban toda la noche. Si era Ud. el enfermo, entonces era un machitun…es que antes también era más escasa la otra medicina, o esa no estaba muy al 87 alcance. Si había hospitales, estaban lejos, o costaba que la gente tampoco le gustaba mucho medicinarse con pastillas, le costaba…sus tradiciones también eran algo que ellos respetaban mucho, porfiaban mucho con eso. Y como era mucha gente antigua, ya no hay mucha gente antigua entonces ya no se hace ese tipo de machitunes; la gente joven quizás no lo toma muy en serio.”(PAC. MAP.) “Sí, hay buena atención…a uno la atienden bien, le dan los remedios todo, por eso la gente va mucho ahí al Hospital. Lo otro que le están dando la posibilidad de que lo hagan voluntario, le dan las posibilidades de atenderse o sea medicinarse en cuanto a medicina natural, o en cuanto a lo que el médico le dé. Pero no le van a obligar a la natural. Si quiere que lo vea la machi, la machi lo va a ver, pero si el paciente desea, y sino, sigue con el medicamento del médico.” (PAC. MAP.) “(depende de) la recepción de la gente... el otro día me tocó ver una niñita que estaba decaída, que a mí y a la paramédico, le pareció mucho que estaba ojada. Le sugerí a la señora, pero me dijo: “no, yo no quiero nada con machi, nada con nada”. Yo le dije que no, que nosotros teníamos el deber, nosotros trabajamos aquí con la medicina alternativa y nosotros le sugeríamos eso.”(FUN. MAP.) “En el Hospital el paciente recibe apoyo espiritual según cuatro alternativas: pastor anglicano, cura católico, sin cura, o con machi. Pero esto se ofrece de acuerdo y respetando la creencia del paciente. Lo importante sería tratarse unos a otros con respeto, permitiendo reconocer al otro en su diferencia. Tampoco se trata de instalar ahora la supremacía del pueblo mapuche, ni buscar la pureza de la raza.”(FUN. MAP.) Por parte de la Asociación Mapuche para la Salud Makewe Pelale, la propuesta oficial de la práctica complementaria es salud es descrita, en el relato del Director del Hospital y algunos funcionarios mapuche, como una propuesta innovadora, que supere el concepto de interculturalidad, destacando los elementos de salud presentes en el conocimiento local indígena, y resguardando la pertinencia cultural del espacio en que cada agente en salud desarrolla su práctica sanadora. “Tenemos que hacer las cosas de otra manera porque la medicina se ha envejecido, porque se dejó de tratar al ser humano completo: espiritual, biológico, social y psicológico. Todos los pueblos tienen medicina, pero tratan la enfermedad en lugar de la salud. Los pueblos originarios 88 pensamos: las personas se enferman del espíritu, pvjv, del alma, cuando eso aflora, lo hace a través del cuerpo. La salud es la parte más sutil para que el ser humano pueda implementar cualquier actividad que quiera desarrollar (producción agrícola, mejorar la calidad de vida). Estamos hablando, o queremos llegar a hablar de la salud, no así de la enfermedad. El pensamiento es más positivo y aquí todo lo que hagamos en salud va a tener repercusiones en otras áreas.”(FUN. MAP.) “Con (el Director del Servicio de Salud Araucanía en ese entonces) llegamos a la complementariedad en salud, que es distinto a la interculturalidad. Se ha malentendido la interculturalidad desde el Ministerio metiendo un facilitador intercultural en el consultorio, pero va mucho más allá. La interculturalidad no es que un doctor me dé un paracetamol y la machi una planta medicinal, sino que implica un cambio de actitud reconociendo que la machi sabe; un respeto por su saber. Hacemos las dos medicinas: la mapuche y la occidental. Tenemos 11 machi que atienden en sus casas donde está su newen (fuerzas). Las machis derivan pacientes al Hospital y el Hospital a las machis; la derivación está organizada, no es así no más.”(FUN. MAP.) “Lo que vemos aquí en Makewe, en el Hospital; lo que se trabaja acá directamente es con la medicina occidental. Y al estar aquí aposentada la medicina occidental, todo lo que viene pasa a ser complementario. Eso tiene también su sentido, porque por ejemplo la machi, ella nunca va a venir a atender aquí a Makewe porque ella tiene su poder y su fuerza en su lof, en su casa” (FUN. MAP.) En la propuesta oficial, se destaca además la relevancia de incorporar la calidad de la atención en salud como parte de la práctica complementaria, aún cuando para algunos funcionarios ese aspecto es más relevante y prioritario que complementariedad con el conocimiento tradicional mapuche. “El trabajo del Hospital se ha centrado en gran parte en dar un servicio de calidad desde la salud occidental, por ejemplo, que el paciente pueda tener un familiar acompañándolo durante la hospitalización. Que se cumplan adecuadamente los programas básicos, ya que es por ese estándar de atención que se puede evaluar la acción del Hospital., no se le evalúa por lo que se hace en salud mapuche, y es importante la complementariedad no sólo con la salud mapuche, sino también con expresiones presentes de la medicina popular. La gente va donde la machi de todas maneras; pero no es el rol del Hospital controlar si la gente va o no a consultar a la machi. En forma paralela, los dirigentes de las comunidades van haciendo un trabajo la 89 de recuperación de la identidad y de reconstitución del tejido social mapuche.”(FUN. MAP.) “En sí es una buena apuesta aunque a mi no me gusta muchas veces, no es lo que me atrae. Lo que me gusta es la calidad de salud. La gente que se atiende acá, es gente pobre, es un Hospital para gente pobre. Los profesionales se arrancan, uno tiene que tener una opción, a mí me gusta la calidad de salud: darle lo que el usuario... para que se sienta mejor... que no note mucha diferencia entre lo que es casa y el Hospital, tratarlos más como personas. Eso me interesa y me gusta. El buen trato con los pacientes, me gusta pasar cuando están ahí, me gusta conversar con ellos. Yo creo que eso falta en el Hospital, que desde el punto de vista del usuario, lo pase mejor. Pero en interculturalidad no he hecho ningún curso, ni autodidacta y no me da para estudiar más al respecto.”(FUN. NO MAP.) El proceso de aplicación de la práctica complementaria en salud como gestión en el Hospital es descrito por un funcionario en dos etapas caracterizadas por un período inicial de gran actividad, y luego un segundo período de mayor declive en la motivación funcionaria. “Yo he visto dos períodos acá: en un principio bastante preocupación de parte de la administración, algo totalmente novedoso, bastante volcado al usuario...Y uno también se sube al carro…ve mejor calidad, mejores cosas, porque es un cambio. Vi que el usuario tenía más derechos, y también una mayor preocupación en la parte médica también, venía un médico todos los días... Después de eso, se empezó a conocer más la cultura mapuche, porque empezaron a hablar sobre la cosmovisión del pueblo mapuche, nos invitaban a participar... habían bastante cosas, el mismo (Director técnico) hablaba al respecto... y también a conocer distinta gente que trabajaba en el tema… me refiero al período del 1999 hasta mediados del 2000. Y de ahí, como que (hubo) un estancamiento, ahora ya no se ve casi nadie, fuera de uno que otro alumno australiano que viene acá y quiere saber al respecto.... y lo que más me preocupa es que estamos volviendo a lo normal, a lo normal que había antes, me preocupa a mí un poco, a lo normal como era antes… El primero período era de acomodación hacia las nuevas líneas de salud que se estaban creando, lo cual fue un poco incómodo, y también era una época en que se intentaban hacer cambios para que hubiera mayor productividad; o sea si alguien tenía que hacer su trabajo se hiciera bien, se hiciera con menos tiempo... se hicieran más cosas. Después empezó el segundo período... fui detectando ciertas trabas, y como que esas trabas te tiran hacia abajo.” (FUN. NO MAP.) 90 Uno de los aspectos críticos en la implementación y sustentabilidad de la práctica complementaria por parte del Hospital se observa en el ejercicio del rol de los funcionarios de salud del establecimiento, en tanto se denota un doble estándar entre profesionales y paramédicos, así como una apropiación y compromiso diferencial con el proyecto en función de la pertenencia étnica de los funcionarios y de su identificación con la cultura mapuche. “lo del konvn, lo del mal de ojo, lo del empacho, el personal, como se dice, siempre lo aceptó. El personal paramédico, de servicio, de cocina ellos aceptaban ese tipo (de enfermedades), incluso a escondidas. Muchas veces a escondidas se hizo un tratamiento. Pero la parte más profesional, enfermera, matrona que había en ese tiempo, eran un poco reacios a ese tipo de sugerencias. Entonces había una especia de doble estándar: por un lado estaba el personal que conoce la realidad…” (FUN. MAP.) “Me tocó ayudar haciendo eso, claro que no lo saben (risas). Lo hago pa’ calla’o. (risas) Yo sé que no está permitido, pero entre que se muera y hacemos eso, porque no tenía mucho tiempo (la enfermedad). Porque cuando ya queda arriba y no baja nunca más, la persona entonces… de repente el doctor lo opera y le dice: “Sabe que tiene cáncer al colon....” Yo pienso que a lo mejor me van a correr porque yo siempre ocupo harto tiempo conversando con los pacientes...pero claro que hago mis cosas, pero igual uno anda....”(FUN. MAP.). “Había una niña drogadicta... le daban pastillas, pastillas, le encajaban cualquier pastilla, unas bien fuertes. Todos los días la veía que estaba llorando como un pollito. Me dijo: “Siento una angustia y nada, nada de lo que hay en mi alrededor me hace feliz, me siento ahogada porque todo esto me ahoga”. Fui a buscar unos remedios que había en mi huerta, le dije que no tomara esas tabletas y le dí hierbas, jarros de agüita de hierba y la cuidé para que tomara esas hierbas, unos remedios para que se relajara. Le hice masajes, hartos masajes le hice en su cabeza y esa plantita que es buena para que traspire un poco. Al paciente hay que conversarle; si uno le tira el remedio y lo deja solo para que se lo tome ahí solo, no se va a mejorar, igual se va a sentir solo.” (FUN. MAP.) “Hay una gran diferencia entre los médicos del Hospital: uno, más que nada es el punto de vista, como médico es la antropología médica; ese es su fuerte, el gran referente es ese; no es la parte clínica. En cambio, el otro médico está más preocupado, ha tenido que asumir la parte clínica, hace hartos procedimientos de cirugía menor y también lo que es un tratamiento 91 de conflictos, desde el punto de vista familiar, los deriva para todos lados para tratar de solucionarlos. Veo que el otro médico está más con las machis, se visita con las machis; el otro no. Creo que la gente ve que nosotros... no estamos por ese lado, la gente lo siente” (FUN. NO MAP.) “Ninguno de los profesionales que existen acá en Makewe, ninguno es mapuche. Por lo tanto, para ellos les va a ser más fácil acomodarse a otro lugar. Ellos vienen de Temuco acá a Makewe, y por el hecho de estar en sector mapuche ellos se van a meter a este grupo, pero si el día de mañana salen y se van a una parte occidental, no van a tener ningún problema en volver y desconocer todo lo que paso acá. Esa es mi impresión. En mi caso, va a ser muy difícil desconocer lo que yo soy en este grupo porque si yo voy al Hospital Regional tengo la obligación moral de reconocer lo que sigo siendo. Si me encuentro con una abuelita, una papay hospitalizada, de hecho tengo que saludarla en mapuzungun.” (FUN. MAP.) Luego de la presentación de los resultados, a través de un texto etnográfico, que se apoyó en las citas textuales de pacientes y funcionarios mapuche y no mapuche, se sintetiza el contenido relativo a la Práctica complementaria en salud, en función de las principales dimensiones construidas a partir de los datos (Tabla 3. Dimensiones de la Práctica complementaria en salud). Tabla 3. Dimensiones de la práctica complementaria en salud Dimensiones de la práctica complementaria en salud Demanda de atención en salud La principal demanda en salud hacia el Consultorio adosado al Hospital Makewe, refiere a consultas por morbilidad a nivel de atención primaria, derivando la demanda de atención a nivel secundario al Hospital Hernán Henríquez, de Temuco. La demanda por enfermedades de etiología mapuche ha disminuido hacia el Hospital canalizándose directamente hacia los sanadores tradicionales, o conversándose en forma reservada con los funcionarios que tienen mayor conocimiento tradicional mapuche en salud. 92 Rol del paciente en la recuperación de la enfermedad Se reconoce la importancia de la explicación que el paciente atribuye a la enfermedad y a las diferentes formas de tratamientos validados en su opinión, como parte del proceso de recuperación de ésta, la que se suele asociar a la noción de eficacia simbólica. El rol del paciente en la explicación de la enfermedad es significado como un agente activo que tiene conocimientos validos sobre la salud que son relevantes de considerar por parte de los funcionarios del Hospital. Enfermedades asociadas al modelo biomédico Se denota conocimiento y validación de enfermedades asociadas al modelo biomédico, a través de explicaciones de enfermedades de etiología genética y nerviosa, reafirmadas en la opinión medica; y la coexistencia de opiniones disímiles a la opinión médica, principalmente con respecto al tratamiento ofrecido para las enfermedades infecciosas. Las principales limitaciones de la atención en salud desde el modelo biomédico, se relaciona con: su ineficacia para resolver enfermedades avanzadas; los efectos secundarios del tratamiento farmacológico, y su ineficacia para tratar enfermedades afectivas. Una de las principales críticas hacia la concepción biomédica de la salud es el prejuicio expresado por sus agentes hacia otras tradiciones de conocimiento en salud, lo que evidenciaría un obstáculo para implementar una práctica complementaria en salud. Complementariedad en salud Los principales argumentos que fundamentan la necesidad de una práctica complementaria en salud, según pacientes y funcionarios, son: las limitaciones de los remedios naturales, la desconfianza en la medicina tradicional mapuche, y la posibilidad de libre elección por parte del paciente de acuerdo a sus creencias. La propuesta oficial de la práctica complementaria es descrita, como una propuesta que supere el concepto de interculturalidad, destacando los elementos de salud presentes en el conocimiento local indígena, y resguardando la pertinencia cultural del espacio en que cada agente en salud desarrolla su práctica sanadora, permitiendo al paciente decidir entre las diferentes formas de tratamiento de acuerdo a sus adhesiones culturales. Uno de los aspectos críticos en la implementación y sustentabilidad de la práctica complementaria por parte del Hospital se observa en el ejercicio del rol de los funcionarios de salud del establecimiento, en tanto se denota un doble estándar entre profesionales y paramédicos, así como una apropiación y compromiso diferencial con el 93 proyecto en función de la pertenencia étnica de los funcionarios y de su identificación con la cultura mapuche. Otro aspecto crítico del análisis de la experiencia de complementariedad se observa en la desarmonía entre la propuesta oficial y la de funcionarios mapuche. Oficialmente se destaca la incorporación de la calidad de la atención en salud, mientras los funcionarios no mapuche significan ese aspecto como más relevante y prioritario que la complementariedad con el conocimiento tradicional mapuche. A continuación, se discuten los datos, integrando elementos del marco teórico y la revisión de datos secundarios, para realizar una interpretación en un nivel de mayor abstracción con respecto a la información recolectada. Discusión de resultados: Significaciones sobre la práctica complementaria en salud Existen grandes brechas en las condiciones de vida y salud que presentan las poblaciones indígenas de Chile en comparación con el resto de la sociedad. Se observa que las zonas, o comunas de mayores carencias socioeconómicas coinciden en gran parte con las comunas de alta presencia indígena, lo que se contrasta según los ingresos de la población y de acuerdo al Índice de Vulnerabilidad Infantil de la UNICEF (Ministerio de Salud/OPS, 1997). Un indicador clásico de salud, como la Mortalidad Infantil, ubica a Chile en el contexto de los países desarrollados (Mortalidad Infantil menor a 20 por mil nacidos vivos); sin embargo, en áreas territoriales indígenas esta cifra llega a duplicarse. La misma situación se presenta en otras patologías denominadas “del subdesarrollo”, como la tuberculosis, bronconeumonía, hepatitis, etc. (Ibacache, 1997). El uso generalizado de este tipo de indicadores relativos a las condiciones de vida, tales como el grado de alfabetización, el tipo de vivienda, conexión a 94 alcantarillado, abastecimiento de energía eléctrica y agua potable, puede sin embargo conducir a interpretaciones equívocas. Se trata de constructos metodológicos basados en una lógica desarrollista, impregnada por un proyecto “civilizatorio” urbanizador, en el que el ideal imaginario de la elite, se orienta a buscar ser “como los europeos” (Toledo Llancaqueo, 1997; Pérez, 2000). Un primer desafío que surge entonces es la necesidad de construir indicadores apropiados que posibiliten comparaciones válidas de condiciones de vida entre culturas diferentes, y que tengan como referente la perspectiva cultural del desarrollo desde las comunidades indígenas. Asegurar el acceso a la salud de las poblaciones indígenas, en términos de cobertura y mejor calidad de la atención en salud son los primeros objetivos interculturales de la política de salud impulsada desde el Ministerio de Salud. Para lograrlo se ha propiciado la formación de “facilitadores interculturales” en las Oficinas de Amulzungun en hospitales y consultorios, y al menos en la región de la Araucanía, la constitución de Comités de cogestión, conformados por representantes de diferentes identidades territoriales para mejorar la pertinencia cultural de las acciones de salud. Se ha intentado también diseñar estrategias que permitan desarrollar un enfoque epidemiológico intercultural que estudie “la ocurrencia de la enfermedad desde el punto de vista de un contexto o de una cultura particular” (Ministerio de Salud, 1998). En términos generales, se trata sin duda de una política bien encaminada. Sin embargo, desde un principio surgen serias interrogantes, sobre todo si es que la población afectada concibe las acciones de interculturalidad en salud no sólo como una simple extensión de la cobertura, sino como una relación complementaria del saber 95 médico oficial con los saberes tradicionales de las culturas indígenas. Dicho de otra manera, la política oficial no parece hacerse cargo del problema de decidir si por interculturalidad se va a entender realmente un reconocimiento mutuo de los discursos y saberes del otro, o si se va a aplicar simplemente a las poblaciones de origen étnico diferente, la misma política de salud científica occidental que se aplica al resto del país. En efecto, una política integral de interculturalidad implicaría resolver los problemas filosóficos de valoración y reconocimiento de la alteridad, a lo cual se agregan dificultades de índole ideológica, como la necesaria convivencia de un saber con fundamentos mágico-religiosos con un saber con fundamento estrictamente bioquímico (Citarella, 1995; Alvarez, Alvarez y Facuse, 2003). En el marco de las restricciones político-jurídicas que existen en Chile, que no reconoce el ejercicio de los derechos colectivos a los pueblos indígenas - situación que permitiría generar propuestas integrales de desarrollo de las comunidades -, una propuesta alternativa en el ámbito de la interculturalidad en salud es la de complementariedad de sistemas y saberes médicos, enfatizando el conocimiento y tradición medicinal como elemento de identidad étnica, como la que se implementa en el Hospital Makewe. La complementariedad de sistemas médicos es descrito por parte de las autoridades de salud como un área específica en la que puede manifestarse la interculturalidad en salud, haciendo énfasis en la necesidad de generar un cambio de actitud en los equipos de salud occidental, que permita el intercambio de conocimientos y saberes con los especialistas de la medicina indígena. (Ministerio de Salud, 2003) 96 Es ampliamente aceptada como premisa sobre la cual se apoya la complementariedad en salud, que ningún sistema médico es capaz de satisfacer por sí solo, todas las demandas de salud que presenta una población pluriétnica. Asunción que implicaría para la práctica ejecutada por cada sistema médico (en este caso occidental y tradicional mapuche) una relación de necesariedad hacia el otro sistema médico, al que complementa, para dar cuenta de la sanación del ser humano como un proceso complejo. Ahora bien, si se considera la dimensión intersubjetiva de la construcción de la enfermedad a partir de la noción de eficacia simbólica asociado a las prácticas terapéuticas, se vuelve relevante al análisis riguroso del entramado de significados construido sobre la salud y la enfermedad en un contexto socio histórico determinado. Como lo indican Laplantine y Rabeyron (1987): la involucración por parte de los diferentes sujetos involucrados en la red simbólica de la curación, es necesaria para el funcionamiento de la magia; lo es del mismo modo necesaria para que pueda funcionar la medicina occidental científica, o cualquier medicina alternativa a la oficial. Se trata de un entramado simbólico complejo, construido principalmente a partir de las representaciones que circulan sobre la salud y la enfermedad, representaciones comunes o no, al sanador y al sanado. De hecho, la “racionalidad” o el “misterio” inherentes a las prácticas como a sus teorías, brindan sin duda efectos muy diferentes, según los pacientes. Esta trama de significados incluye tanto el nombre y los títulos de los protagonistas, su circuito social (a veces común), la reputación del practicante, pero finalmente y sobre todo (ya que pueden contener todo la anterior), las palabras, los significantes, que estarán a la disposición del enfermo y del médico, del sanador o del 97 chamán. Por una parte, significantes para decir el dolor, para verbalizar su malestar y su desgracia, y por otra parte significantes para recibir y transformar lo que hasta ese encuentro no había podido ser simbolizado o imaginado; es decir una práctica sanadora legitimada (Laplantine y Rabeyron, op.cit). Abordar la práctica complementaria en salud desde esta perspectiva, socio constructivista crítica (Bruner, 1998; Ibáñez, 1996) permite reconocer por una parte, que existen condicionantes socio históricas que determinan y construyen el contexto de relaciones sociales del Hospital Makewe en la que compiten o cooperan las prácticas y saberes asociados a la tradición biomédica occidental y al conocimiento tradicional mapuche en salud: la vigencia de la tradición mapuche originaria en el territorio, la fuerte evangelización y occidentalización de la salud, favorecido por la mejoría al acceso a los servicios sanitarios, y la fuerte tendencia hegemonizante del sistema nacional de consumo de bienes materiales y culturales, principalmente a través de la escuela, los medios de comunicación de masas y los proyectos sociales de desarrollo. Las prácticas y saberes ligados a tradiciones de conocimiento en salud diferenciales serían entonces formas de ver y percibir una misma realidad, realizando distinciones particulares que se denominan “enfermedad” y “salud”, de acuerdo a cada óptica. Así, cuando los pacientes del Hospital Makewe distinguen y señalan que “hay enfermedades que son para machi” y “cosas que el doctor no puede ver”, se puede sostener que se trata de los mismos procesos humanos complejos que son categorizados desde diferentes marcos referenciales, con el mismo grado de legitimidad terapéutica, 98 donde se relevan diferentes aspectos de la realidad que se significan a través del lenguaje como tales. Así, la construcción social de la enfermedad (de la realidad, como lo indican Berger y Luckmann, 1987) que se entreteje y vehicula colectivamente en el lenguaje en el espacio sociocultural de Makewe, requiere de una matriz cultural, simbólica y valórica de tradición mapuche enriquecida y densificada en sus múltiples significados para poder fortalecer el proceso de diálogo y complementariedad entre prácticas terapéuticas de manera más equitativa en términos de relaciones de poder. Dicho de otro modo, en el marco la propuesta en salud en la que el Hospital Makewe ofrece atención médica occidental (y en ese sentido establece un circuito simbólico propio de la racionalidad científica) es necesario para poder reforzar la posibilidad de una “práctica complementaria en salud”, fortalecer los elementos identitarios y la conciencia étnica de las comunidades mapuche en términos del entramado simbólico; esto es su conocimiento tradicional, su idioma, sus significantes, que permitan una práctica sanadora legitimada en la palabra. 99 CAPITULO V CONCLUSIONES Las discusiones sobre el alcance y posibilidades de complementar prácticas y saberes médicos, como lo reafirman los relatos de pacientes y funcionarios del Hospital Makewe expresados en este estudio, tienden a establecerse sobre la base de una premisa fundamental que es la limitación de uno u otro sistema médico para atender las demandas de salud de la población, particularmente si esta es de carácter pluricultural. Lo que significa que tanto el modelo biomédico occidental, como el conocimiento tradicional mapuche en salud presentarían como unidades la necesidad de complementarse (o completarse) con otro(s) sistema(s) médico(s) para poder resolver las necesidades de salud de la población. Al respecto, en el caso del Hospital Makewe se observa, por una parte, que la relación de complementariedad es significada como una relación que se instala desde el modelo biomédico hacia otros modelos alternativos, en este caso la medicina mapuche tradicional: “Lo que vemos aquí en Makewe, en el Hospital; lo que se trabaja acá directamente es con la medicina occidental. Y al estar aquí aposentada la medicina occidental, todo lo que viene pasa a ser complementario” (FUN. MAP.) Visto así, es el conocimiento tradicional mapuche en salud que proveería de prácticas y saberes situadas en la comunidad para “completar” la atención en salud que brinda el Hospital desde la lógica biomédica. En este sentido, una primera acepción de la complementariedad significaría ubicar a la medicina tradicional mapuche como complemento de la salud brindada por el Servicio de Salud. 100 Al respecto, parece necesario destacar el carácter histórico de la presencia los conocimientos relativos a la salud en el territorio ancestral mapuche, donde de manera relativamente reciente y contemporánea la medicina biomédica científica se instala “complementando de un modo hegemonizador” las prácticas y conocimiento tradicional mapuche en salud para la atención de una población altamente homogénea en términos étnicos (más del 80% de los habitantes del sector son mapuche). El acceso a los servicios de salud estatal ha sido sin duda un logro para las demandas y necesidades de salud de la población mapuche, sin embargo el lugar histórico de Primeras Prácticas y Conocimiento en Salud lo ocuparía la medicina tradicional mapuche, si se considera una óptica histórica que trascienda los últimos 200 años. Visto así, se trataría entonces de un proceso de reestablecimiento de una relación de equilibrio entre modelos médicos, que en primer lugar tienda a recuperar el conocimiento y práctica de la medicina étnica, originaria, para posibilitar un ejercicio complementario entre ambos, en vez de una relación de aculturación en salud. Se observa además en el contexto estudiado del Hospital Makewe, que un argumento importante que sustenta la experiencia complementaria en salud, es la oportunidad de “libre elección” que brinda al usuario con respecto al sistema y modalidad terapéutica con la cual desea ser tratado: “Le están dando la posibilidad de que lo hagan voluntario, le dan las posibilidades de atenderse, o sea medicinarse en cuanto a medicina natural, o en cuanto a lo que el médico le dé. Pero no le van a obligar a la natural. Si quiere que lo vea la machi, la machi lo va a ver, pero si el paciente desea, y sino, sigue con el medicamento del médico.” (PAC. MAP.) 101 Desde esta óptica, una segunda acepción de la complementariedad sería significada como la posibilidad de entregar alternativas en salud, de acuerdo a las necesidades y preferencias del usuario, argumento que ha tenido una centralidad en la actual propuesta liberalizadora en salud desde el Estado chileno. Al respecto, se releva la necesidad de contextualizar una propuesta de complementariedad en salud a las relaciones interétnicas que la originan, para poder analizar las posibilidades reales de elección informada y consciente que posee cada familia mapuche del sector Makewe sobre las diferentes alternativas en salud. En este caso, se evidencia como un obstáculo al ejercicio de la voluntad de los pacientes mapuche de manera protagónica, el importante desprestigio del que ha sido objeto el conocimiento y práctica tradicional mapuche en salud, principalmente la machi y sus rituales terapéuticos. Como lo indica Hernández, la marginación (…) del pueblo mapuche se basa en discriminaciones generales (…) y específicas, por pertenecer a una etnia y cultura diferente: por responder a una historia distinta, se les perjudica con un tipo particular de marginación, que es la intolerancia y discriminación basada exclusivamente en su distinción identitaria como pueblo. Ante esta descalificación permanente de sus pautas de conducta, de sus creencias, de las expresiones de su propio lenguaje, el discriminado puede tender a asumir con naturalidad los adjetivos descalificadores que tradicionalmente la han atribuido y tiende a desvalorizarse a sí mismo y a su propia cultura. (2003) De este modo, una propuesta de complementariedad en salud asumida desde las instituciones chilenas de salud requiere acompañar la revitalización de la identidad 102 étnica y cultural del pueblo mapuche, contribuyendo, como en el caso del Hospital Makewe a la apertura de espacios propicios para el desarrollo de las organizaciones étnicas autónomas, como actores sociales protagonistas de su propio desarrollo, así como estrategias de acción tendientes a disminuir el prejuicio étnico y la discriminación cultural. El intento de “integrar en igualdad de condiciones” a pueblos y “desiguales”, sólo equipara formalmente entidades étnicas diferenciadas y antagónicas, lo que transforma en ilusión engañosa la posibilidad de “elegir” sistemas de salud como sujeto consciente de su condición étnica y social. Considerando la dimensión clínica implicada en la discusión sobre complementariedad en la salud, a partir de los relatos expresados por pacientes y funcionarios del Hospital Makewe, se destaca la implicación de los usuarios en salud en el circuito simbólico que sustenta el uso de determinadas prácticas, sean éstas tradicionales o biomédicas. En efecto, para que ocurra la sanación terapéutica (Laplantine y Rabeyron, 1987) es necesario que se establezca entre paciente y terapeuta una relación simbólica y afectiva que sustente la credibilidad del proceso terapéutico, lo que clásicamente se ha denominado como eficacia simbólica. Desconocer el rol del intercambio simbólico entre el binomio paciente/sanador reduce el acto médico (cualquiera sea su referente paradigmático) a un acto técnico desprovisto de toda dimensión humana, o a la inversa considerar que solamente operaría el efecto de la eficacia simbólica, cual efecto placebo, en la sanación producto de terapias “no científicas”. Considerarlo en su justa medida, permitiría superar obstáculos paradigmáticos que dificultan la práctica complementaria en salud, reconociendo el 103 conocimiento tradicional mapuche en salud, no como un esbozo de pensamiento científico, sino como un pensamiento coherente y acabado que representa una forma de conocimiento de la realidad en salud, validado en sus resultados empíricos. Considerando la dimensión organizacional y de gestión administrativa propia en todo proceso de transformación institucional cabe destacar la centralidad de los estamentos profesionales, técnicos, administrativos y de servicio que se desempeñan en el Hospital. En efecto, a partir del estudio realizado sobre la experiencia del Hospital Makewe, la puesta en práctica de la complementariedad en salud puede entenderse como un proceso de cambio gradual, que requiere de una gestión administrativa que involucre necesariamente a todos los estamentos funcionarios de manera activa y democrática, considerando las tensiones existentes entre el énfasis en la calidad de atención hacia la población mapuche v/s el fortalecimiento del conocimiento tradicional mapuche en salud, como diferentes aspectos de la mejoría de la atención en salud desde una perspectiva complementaria, tensión asociada al carácter étnico y al estamento en que cada funcionario se desempeña. Por último, y retomando la hipótesis inicial del estudio sobre la relación compleja entre desarrollo y pluralidad de sistemas de salud, se reafirma a partir del estudio con comunidades mapuche del sector Makewe, que el desarrollo involucra no sólo dimensiones económicas, sino que necesariamente las dimensiones humanas y culturales. Sobre esta base, la salud ha sido adoptado mundialmente como un indicador de desarrollo, y puede efectivamente establecerse como una medición que arroje información válida, en la medida en que la salud es entendida como un proceso en el 104 que pacientes y sanadores son agentes constructores de sus propios ejes de desarrollo y de sanación, asumiendo responsablemente las interrogantes bases del mantenimiento de la salud: ¿cómo me cuido?, y ¿cómo me sano?. En el caso de los pueblos originarios, el desarrollo y el cuidado de la salud adquieren además como especificidad, el eje de la identidad étnica como una dimensión central para la potenciación del desarrollo, donde la recuperación del conocimiento tradicional en salud podría tener efectos sinérgicos sobre otros aspectos del desarrollo, como el productivo y el fortalecimiento de relaciones interétnicas igualitarias entre sociedades nacionales y mapuche, en el caso de este estudio. 105 BIBLIOGRAFIA Aguirre Baztán, A. (Ed.) (1995) Etnografía Metodología cualitativa en la investigación sociocultural. Barcelona: Editorial Boixareu Universitaria/Marcombo. Aguirre Beltrán, G. (1994) “Cap. X. Medicina intercultural”. En: Antropología médica. México: Fondo de Cultura Económica. Alarcón, A. M., Vidal A. y Neira, J. (s/f) “Salud intercultural: elementos para la construcción de sus bases conceptuales”. Documento de trabajo para la docencia. 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