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Sean D. Early, MD y cols. La discitis infantil Sean D. Early, MD, Robert M. Kay, MD, y Vernon T. Tolo, MD Resumen La discitis infantil puede afectar a cualquier nivel de la columna vertebral: torácico, lumbar o sacro. Suele presentarse en niños menores de 5 años, aunque puede ocurrir a cualquier edad. La exploración clínica, las pruebas de laboratorio y los estudios radiológicos orientan al diagnóstico. La interpretación adecuada de dichas pruebas puede evitar una intervención invasiva innecesaria. La presentación clínica de la discitis varía con la edad. Los niños mayores pueden oponerse a cargar pesos, aquejar dolor lumbar o abdominal, o presentar cojera. Los niños más pequeños suelen manifestar irritabilidad. Este síndrome parece estar causado por una infección bacteriana, generalmente por Staphylococcus aureus. La mayoría de los niños mejoran con tratamiento antibiótico durante 4-6 semanas. La inmovilización no es absolutamente necesaria, aunque ayuda a mejorar los síntomas. Además, si existe destrucción ósea, la inmovilización frenará la progresión de la deformidad espinal. La biopsia del espacio discal infectado debe hacerse sólo en niños que no respondan al tratamiento antibiótico. Para llevar a cabo el adecuado seguimiento de una discitis, hay que realizar radiografías periódicas durante un período de 12-18 meses. Su finalidad será asegurar que el proceso destructivo quede resuelto. J Am Acad Orthop Surg (Ed Esp) 2003;3:41-48 J Am Acad Orthop Surg 2003; 11:413-420 La discitis infantil es en realidad el comienzo de una infección espinal, que puede derivar en una osteomielitis vertebral con absceso de partes blandas. La enfermedad se conoce desde hace décadas, aunque todavía existe controversia con respecto a su etiología y tratamiento.1-14 Hoy en día, se considera que la discitis es una infección bacteriana del espacio discal y de los platillos de las vértebras adyacentes. El tratamiento debe incluir antibioterapia intravenosa. Las ortesis no ayudan a mejorar la evolución clínica, aunque pueden utilizarse en casos de afectación vertebral, para calmar el dolor y minimizar la deformidad. En los pacientes con cuadro clínico típico no será necesario hacer biopsia. Sin embargo, ésta estará indicada en los pacientes con presentación clínica atípica o cuando los síntomas no respondan al tratamiento. Las características anatómicas de la columna infantil explican en gran medida la etiología y fisiopatología 55 de la discitis. Para el diagnóstico y tratamiento adecuados de una discitis, es fundamental conocer bien su forma de presentación y diferenciarla de la osteomielitis clásica y de otras enfermedades con síntomas similares. Patogenia Como en otras infecciones musculoesqueléticas infantiles, la vía más frecuente de infección discal es la hematógena. Suele existir una infección previa en otras localizaciones (otitis media, infección urinaria o respiratoria). Wiley y Trueta15 demostraron que la infección se transmite más directamente por las arterias nutricias que por el sistema venoso paravertebral. Para los mencionados autores, las infecciones piógenas de la columna eran producidas por embolias sépticas arteriales. Esta fisiopatología es similar a la de la osteomielitis metafisaria de las infecciones de los Vol 3, N.o 1, Enero/Febrero 2004 huesos largos. La discitis infantil también puede ocurrir por inoculación directa (traumatismo o cirugía), o por contigüidad, aunque en realidad estos mecanismos de infección son raros. El disco intervertebral de los niños es avascular, como el de los adultos. No obstante, las características anatómicas especiales de la columna infantil predisponen a sufrir una discitis más que una osteomielitis. El disco está situado entre los platillos de cartílago hialino, que cubren los cuerpos vertebrales inmaduros. Dichos platillos cartilaginosos presentan numerosos canales por los que transcurren pequeños vasos, que terminan cerca del disco intervertebral.16-18 Dichos canales vasculares aparecen antes de la decimosexta semana de embarazo y desaparecen en la tercera década de la vida. Los mencionados canales parecen ser una fuente importante de nutrición del disco en desarrollo, aunque también pueden llevar sangre contaminada (en caso de bacteriemia).19 Debido a la falta de vascularización del disco intervertebral, la colonización El Dr. Early es Assistant Professor, Division of Orthopaedic Surgery, Childrens Hospital Los Angeles and University of Southern California-Keck School of Medicine, Los Angeles, California. El Dr. Kay es Assistant Professor, Division of Orthopaedic Surgery, Childrens Hospital Los Angeles and University of Southern California-Keck School of Medicine. El Dr. Tolo es Professor and John C. Wilson Chair of Orthopaedic Surgery, Childrens Hospital Los Angeles and University of Southern California-Keck School of Medicine Ninguno de los autores de este artículo ni los departamentos asociados con ellos han recibido ayudas ni poseen acciones en empresas u organismos relacionados directa o indirectamente con el tema de este artículo. Copyright 2003 by the American Academy of Orthopaedic Surgeons. 41 La discitis infantil bacteriana no es adecuadamente controlada por el sistema inmunológico. Las diferencias entre la anatomía vascular de los cuerpos vertebrales de niños y adultos20 explican que las infecciones espinales de ambos sean diferentes. En los niños, son numerosas las anastomosis entre las arterias interóseas de los cuerpos vertebrales. Éstas se van reduciendo con la edad, especialmente a partir de los 15 años, y desaparecen en la vida adulta. Gracias a ellas, la respuesta inmunológica ante las bacterias es más intensa, lo cual reduce el riesgo de infección en el cuerpo vertebral. Cuando las bacterias llegan a una zona de la columna infantil por vía hematógena, pueden depositarse en el cuerpo vertebral, en el cartílago hialino o en el disco.19 Teniendo en cuenta la vascularización del cuerpo vertebral infantil, el infarto y la osteomielitis vertebral son menos frecuentes que en los adultos. Por el contrario, las bacterias tienen más probabilidades de fijarse en los platillos vertebrales.18 A continuación, dichas bacterias pueden viajar por las arteriolas y capilares sinusoidales de los canales del cartílago, para acabar depositándose en el disco avascular o en el cuerpo vertebral. Cuando los émbolos sépticos obstruyan los canales del cartílago, las bacterias se asentarán en el disco avascular, que tiene peor capacidad de respuesta inmunológica. Muchas veces los cuerpos vertebrales quedan libres de infección gracias a la morfología de las placas de cartílago hialino y a su abundante vascularización intraósea. Cuando el espacio discal se infecta, la rigidez normal del anillo fibroso se altera, debido a la destrucción bacteriana y enzimática. Radiológicamente, se verá un estrechamiento típico del espacio discal (fig. 1). Cuando la infección discal progresa durante las semanas siguientes, el cartílago hialino puede resultar erosionado, permitiendo que la infección llegue hasta los platillos vertebrales. Entonces, será evidente en las radiografías el patrón destructivo en «dientes de sierra» de los platillos (fig. 2). En ese momento, la vascularización en el foco de infección aumentará gracias a la red intraósea 42 del cuerpo vertebral, lo que hará que la infección desaparezca por los mecanismos inmunológicos. Si esto fracasa, la enfermedad progresará hasta la osteomielitis vertebral, a veces con absceso de partes blandas. Valoración Historia La historia y presentación clínica de la discitis infantil son variables. Es frecuente que las familias refieran un antecedente o enfermedad previa (vírica o bacteriana) y una dudosa historia de traumatismo. La duración de los síntomas puede variar bastante, desde horas a semanas. Aunque la afectación de la columna lumbar es la más habitual en niños menores de 5 años, sólo en un 50% de ellos el dolor lumbar es el síntoma de presentación.6 Los niños menores de 3 años suelen presentar cojera o resistencia a cargar pesos.6 Si la discitis no se diagnostica y trata pronto, puede progresar hasta producir dolor en cualquier posición, excepto en decúbito supino. Los niños de 3 a 8 años suelen evitar las actividades físicas y aquejar dolor inespecífico en el abdomen o en la zona lumbar. Aunque los niños mayores y los adolescentes también pueden sufrir discitis, la osteomielitis vertebral es más frecuente en ellos. A estas edades la discitis se manifiesta como dolor tóracolumbar o lumbar, y a veces abdominal. También esos niños mayores pueden tener dolor en las nalgas, debido a la afectación de las raíces nerviosas. Exploración clínica Puede haber febrícula o fiebre de poca intensidad. Sin embargo, la mayoría de los niños con discitis no parecen estar gravemente enfermos. Los más pequeños pueden negarse a caminar o mostrar irritabilidad de cadera, pero no hasta el punto de hacernos pensar en una artritis séptica. Cuando valoremos cualquier niño con cojera, habrá que explorar también la columna. Es frecuente que haya dolor localizado en una zona Figura 1. Radiografías anteroposterior (A) y lateral (B) de una niña de 3 años. Desde 2 semanas antes mostraba irritabilidad y 2 días antes se negaba a caminar. El estrechamiento del espacio discal que se observa en L3-L4 es compatible con discitis. Journal of the American Academy of Orthopaedic Surgeons (Edición Española) 56 Sean D. Early, MD y cols. Figura 2. Radiografías anteroposterior (A) y lateral (B) de un niño de 19 meses, que desde 4 semanas antes se negaba a caminar. Nótese la erosión del platillo L4-L5 (flecha), el desflecamiento precoz del cuerpo vertebral (cabezas de flechas) y el estrechamiento del espacio discal. específica de la columna. También son frecuentes la contractura muscular paravertebral, la pérdida de movilidad de la columna y la contractura de los músculos isquiotibiales. Podemos encontrar un signo de Lassegue positivo. Sin embargo, la mayoría de los niños no muestran signos neurológicos a la exploración. Los niños que ya caminan pueden mostrar una marcha anormal, con la espalda rígida. Cuando se les ordena recoger un objeto del suelo, doblarán las rodillas o se pondrán en cuclillas para mantener la espalda recta. Pruebas de laboratorio Cuando se sospeche discitis, deberán realizarse las siguientes pruebas de laboratorio: análisis de sangre completo (hematíes, leucocitos), hemocultivos, velocidad de sedimentación y proteína C reactiva.21 La fórmula leucocitaria acostumbra a estar en el límite superior de la normalidad, aunque puede haber una desviación a la izquierda y/o una leucocitosis moderada.11 Hay que hacer hemocultivos, sobre todo si el niño 57 tiene fiebre.8 La velocidad de sedimentación suele estar elevada, como en otros casos de infección o en procesos inflamatorios crónicos.7,8,22 La proteína C reactiva está elevada en las fases iniciales de la infección y puede usarse también para valorar la eficacia de la antibioterapia. También debe hacerse un Mantoux (tuberculosis), sobre todo en niños cuyas radiografías muestren estrechamiento del espacio discal o erosiones en los platillos vertebrales. Radiología El estudio radiológico inicial se hará mediante radiografías simples. En las fases iniciales de la discitis, no se detecta ninguna alteración ósea, aunque puede haber una pérdida de la lordosis lumbar fisiológica. Tras una o más semanas de sintomatología, las radiografías simples pueden mostrar un estrechamiento aislado de un espacio discal. A las 3-4 semanas pueden verse los platillos vertebrales erosionados en «dientes de sierra».25,26 En las infecciones de larga duración, puede verse un festoneado Vol 3, N.o 1, Enero/Febrero 2004 de los cuerpos vertebrales superior e inferior. Cuando la infección está resuelta, podemos ver una vértebra magna (secundaria al estrechamiento de los canales y a la pérdida de altura del disco), o un bloque vertebral (secundario a la fusión espontánea del espacio discal) (fig.3). Cuando haya sospecha clínica sin signos radiográficos, la gammagrafía con Tecnecio 99 puede ayudarnos a identificar el área patológica y a confirmar el diagnóstico. Es especialmente útil en los niños muy pequeños, en los que la localización del área afectada puede ser muy difícil sólo con la exploración clínica. Las alteraciones gammagráficas suelen aparecer muy temprano, a los 3-5 días de los primeros síntomas, mucho antes de que haya algún cambio radiográfico. Cuando las imágenes gammagráficas sean típicas, no hará falta hacer ningún estudio radiográfico especial, las radiografías simples serán suficientes.23,27 En los pacientes con síntomas y signos localizados en un área concreta de la columna, podremos hacer una TAC en lugar de una gammagrafía. La TAC puede detectar erosiones en los platillos vertebrales, aunque no suele ser de gran utilidad para tomar decisiones terapéuticas.14 La RM (fig. 4) es más útil, puesto que permite ver el disco, los tejidos nerviosos, las partes blandas circundantes y las alteraciones fisiopatológicas del cuerpo vertebral.25,28-34 La RM es más precisa que la gammagrafía y que la TAC para el diagnóstico de discitis. Además, es importante para diferenciar una discitis de una osteomielitis vertebral, y ayuda a diagnosticar un absceso paraespinal o epidural. Por lo tanto, la RM sirve para hacer un diagnóstico rápido, al mismo tiempo que ayuda a decidir la duración del tratamiento18,24 (fig. 5). Fernández y cols.13 estudiaron 50 pacientes con infección espinal, 36 de los cuales tenían discitis. De éstos últimos, 33 tenían radiografías de columna, de los cuales 25 (76%) mostraron anomalías radiográficas en el momento de la valoración inicial. De los 30 niños sometidos a gammagrafía con Tecnecio 99, 27 (90%) mostraron un aumento de la captación en el área afectada. 43 La discitis infantil Figura 3. Radiografías anteroposterior (A) y lateral (B) del niño de la figura 2, 5 años después del comienzo de la enfermedad. Nótese el gran estrechamiento del espacio discal, que prácticamente muestra una vértebra en bloque. El paciente estaba asintomático. Nueve de los 10 niños también mostraron anomalías, compatibles con discitis en la RM. Los mencionados autores recomiendan realizar gammagrafías en niños muy pequeños cuando sea difícil localizar el proceso mediante la exploración clínica. La RM se recomienda en niños con sospecha de discitis cuando las radiografías simples no muestren los cambios típicos de la enfermedad. Aunque la RM es más precisa para el diagnóstico de discitis que las otras pruebas de imagen, no ayuda a decidir el tratamiento. También se utiliza en niños con deformidad espinal sagital o coronal, que no tengan anomalías en las radiografías simples y en la gammagrafía, o en los que no mejoren tras 2-3 días de antibioterapia parenteral. En tales pacientes, la RM servirá para detectar complicaciones que puedan necesitar intervención quirúrgica: abscesos de partes blandas, destrucción ósea y afectación de estructuras neurológicas. Asimismo, es útil en la columna torácica, donde la interpretación de las radiografías simples es muy difícil. 44 Diagnóstico diferencial Ante un niño con irritabilidad y dolor de espalda que pueda hacer sospechar discitis, habrá que hacer un diagnóstico diferencial con otras enfermedades no infecciosas. La cifosis de Scheuermann puede manifestarse como dolor de espalda en los adolescentes. Los nódulos de Schmorl suelen verse en las radiografías simples, sobre todo en niños con afectación de columna lumbar. Las radiografías de pacientes con metástasis tumorales y leucemia suelen mostrar afectación de múltiples cuerpos vertebrales más que erosión de los platillos vertebrales. La vértebra plana secundaria al granuloma eosinófilo da una imagen típica en las radiografías. El osteoma osteoide y el osteoblastoma suelen afectar más a los elementos posteriores de la columna. En un niño con fiebre y parámetros de laboratorio elevados, habrá que descartar otras etiologías infecciosas. La artritis séptica de la articulación sacroilíaca puede simular una discitis. Puede diferenciarse de la discitis mediante una exploración fí- sica detallada (palpación), la maniobra FABER (flexión, abducción, rotación externa) y la gammagrafía. La osteomielitis piógena destructiva, que puede ser secundaria a una discitis de larga duración no tratada, puede acabar destruyendo el cuerpo vertebral y producir un colapso segmentario. En niños con enfermedad aguda, o con signos neurológicos o meníngeos, habrá que descartar abscesos paraespinales o epidurales con ayuda de la RM. La brucelosis, la infección fúngica y la tuberculosis no suelen dar síntomas. La brucelosis presenta típicamente erosiones en forma de escalón en el cuerpo vertebral y títulos elevados de Brucella (>1:80). Las infecciones por hongos Aspergillus o Criptococcus suelen afectar a pacientes inmunodeprimidos. La tuberculosis afecta por lo general a la columna torácica y lumbar, con una sintomatología lentamente progresiva. La infección suele entrar por debajo de los ligamentos longitudinales anterior y posterior, dejando los espacios discales inicialmente libres. Al principio de la enfermedad, antes de que afecte a la columna, puede obtenerse un Mantoux positivo y unas imágenes radiográficas típicas de tórax. En la infección tuberculosa, el dolor de espalda suele aparecer de forma tardía, cuando el colapso óseo es ya muy evidente en las radiografías simples (fig. 6). Biopsia Un 60 % de pacientes a los que se realiza biopsia bajo la sospecha de discitis presenta cultivos positivos, y el germen que se halla con mayor frecuencia es Staphylococcus aureus.2,4,6,7,14,29 Este bajo porcentaje resulta similar al que se obtiene en las biopsias de osteomielitis hematógenas agudas o artritis sépticas infantiles. Probablemente, más que a una etiología no infecciosa, se deba a un error de cultivo, a un tratamiento antibiótico previo o a una enérgica respuesta del paciente a un germen poco virulento.19,24,35,36 Chew y Kline37 encontraron cultivos positivos en 39 de los 43 pacientes a los que realizaron aspiración del espacio discal por vía percutánea guiada por TAC. Sin embargo, la edad media de los pa- Journal of the American Academy of Orthopaedic Surgeons (Edición Española) 58 Sean D. Early, MD y cols. A B Figura 4. A, Resonancia magnética sagital potenciada en T1 del paciente de la figura 1. Nótese el incremento de captación del contraste en el espacio discal L3-L4 y en los cuerpos vertebrales adyacentes. No hay signos de absceso de partes blandas o de afectación del canal. B, Resonancia magnética sagital potenciada en T2. Nótese la pérdida de la señal de intensidad normal en el disco L3-L4 y un moderado aumento de la señal en los cuerpos vertebrales adyacentes. Los mencionados hallazgos son compatibles con discitis. cientes fue de 57 años (mínima, 13 años). En cinco publicaciones recientes referentes a las infecciones discales pediátricas, no se realizó biopsia en la mayoría de los pacientes. Sólo un 37% (29 de 79) de los niños en los que se realizó biopsia dio resultados positivos.10,11,13,14,24 Teniendo en cuenta el bajo porcentaje de resultados positivos, su posible morbilidad y la necesidad de sedación o anestesia general, la biopsia no suele recomendarse de forma sistemática para el diagnóstico de la discitis en el niño pequeño.12,19,21,24 Debe reservarse para pacientes que no respondan al tratamiento antibiótico intravenoso empírico contra el estafilococo, en cuyo caso se sospechará que el germen es muy poco frecuente o muy virulento.8,19,24 En dichos pacientes, lo recomendable sería realizar una biopsia guiada por TAC bajo anestesia general, para hacer una tinción de Gram. Si la muestra obtenida no nos diera el diagnóstico, habría que hacer una biopsia quirúrgica a cielo abierto, para descartar neoplasias, infecciones por 59 nas de reposo e inmovilización fueron tratados con antibioterapia antiestafilocócica, y respondieron positivamente al tratamiento. Aunque la terapia antibiótica sirvió para curar a algunos niños, muchos autores no encuentran diferencias entre pacientes tratados con antibióticos y pacientes tratados sin ellos. En otros trabajos, casi todos los pacientes fueron tratados con antibióticos, junto con reposo e inmovilización, porque los autores pensaron que la discitis era de etiología infecciosa.3,6,7,9,14,18,24,38 Hoy en día se acepta que la discitis es una infección bacteriana del espacio discal y de los platillos vertebrales adyacentes.12,21 La gravedad de la infección probablemente dependa de la interrelación existente entre la virulencia del germen y las defensas del paciente.23,24 El reposo relativo o la inmovilización sin terapia antibiótica puede ser suficiente en niños con buenas defensas y con infección poco virulenta. Sin embargo, en otros niños, el retraso en comenzar la terapia antibiótica puede terminar en hospitalizaciones pro- hongos, brucelosis, tuberculosis u otras infecciones piógenas diferentes a la estafilocócica. Tratamiento Los objetivos del tratamiento son la erradicación de la infección y la reducción de complicaciones. Existe una gran confusión y discusión sobre la etiología de la discitis, debido a las diversas respuestas que se han obtenido con diferentes tratamientos. Casi todos los autores aconsejan reposo en cama o alguna de las diversas formas de inmovilización, aunque todavía algunos discuten la necesidad de tratamiento antibiótico. En algunos estudios, no se han encontrado diferencias entre pacientes tratados con antibióticos y pacientes tratados con reposo e inmovilización.1,2,4,5,8,10,26 Sin embargo, estas investigaciones se realizaron con pocos pacientes y, en algunas de ellas, los protocolos de actuación no fueron adecuados. La mayoría de los pacientes que no mejoraron tras sema- Vol 3, N.o 1, Enero/Febrero 2004 Figura 5. Resonancia magnética sagital potenciada en T2 del paciente de la figura 2, cuatro meses después del comienzo de los síntomas. Nótese la disminución de la intensidad de la señal en el disco L4-L5, compatible con una discitis resuelta. El niño camina ahora con normalidad. 45 La discitis infantil Figura 6. Radiografía lateral de una niña de 15 años con historia de 2 años de infección tuberculosa de la columna y de cifosis progresiva. Sorprendentemente no tenía dolor, a pesar de la casi total destrucción del cuerpo vertebral L1 y de tener una cifosis localizada de 76°. longadas, recidiva de los síntomas y empeoramiento de la infección. Boston y cols.4 recomiendan antibióticos en cualquier paciente que tenga dolor, escoliosis compensadora y velocidad de sedimentación persistentemente elevada. Scoles y Quinn7 recomiendan 7-10 días de antibióticos intravenosos en los pacientes con fiebre elevada, dolor intenso o cultivos positivos en sangre, esputo, garganta u orina. En la mayoría de los trabajos recientemente publicados, se recomienda la antibioterapia intravenosa como tratamiento inicial.1,14,18,23,24,36 Ring y cols.11 analizaron una serie de 47 pacientes. De los 38 que no fueron inmovilizados, 22 fueron tratados con antibioterapia intravenosa, 10 con antibioterapia oral y 6 sin antibióticos. En 9 de los 16 pacientes que no recibieron antibioterapia intravenosa, aparecieron síntomas de larga duración o recidi- 46 vas, lo que sólo ocurrió en 2 de los 22 pacientes tratados con antibioterapia intravenosa. Siete pacientes fueron tratados con inmovilización. Sólo 1 de los 5 pacientes tratados con inmovilización y antibioterapia intravenosa tuvieron una recidiva. Los 2 pacientes tratados sólo con inmovilización recidivaron tras retirarla. Por lo tanto, parece que la antibioterapia intravenosa es mejor que los antibióticos orales o la falta de antibioterapia (los 2 pacientes restantes de los 47 tuvieron que ser operados para drenarles abscesos paraespinales). Es difícil al principio distinguir entre niños infectados por gérmenes poco virulentos y aquéllos infectados por bacterias muy virulentas. La forma de presentación de ambos tipos de discitis suele ser benigna, y no pueden distinguirse por sus características clínicas. La necesidad de anestesia general, el bajo porcentaje de cultivos positivos y sus posibles riesgos hacen que la biopsia directa no esté indicada en todos los pacientes.11,14,24 Por lo tanto, para lograr una rápida curación y evitar las complicaciones de un empeoramiento, todos los pacientes deben ser tratados con antibióticos intravenosos en cuanto se realice el diagnóstico de discitis. El tratamiento empírico se hará contra S. aureus, ya que es el germen más frecuentemente aislado en las biopsias positivas. No existen recomendaciones absolutas con respecto a la duración del tratamiento antibiótico. El tratamiento inicial se llevará a cabo con antibióticos intravenosos, y se pasará a antibioterapia oral cuando los datos clínicos y de laboratorio muestren una respuesta favorable al tratamiento. La duración recomendable de la antibioterapia parenteral varía entre 1 y 8 semanas, mientras que la antibioterapia oral debe continuar hasta 3-6 meses.11,13,18,19,24 La proteína C reactiva disminuye más rápidamente que la velocidad de sedimentación tras la terapia antibiótica inicial, y puede ayudarnos a calcular la duración del tratamiento. La duración típica de la terapia antibiótica será de 4-6 semanas, incluyendo 1-2 semanas de antibioterapia parenteral, seguida de antibióticos orales hasta completar el período de 4-6 semanas. Si pensamos que la antibioterapia oral no es fiable, deberemos administrar los antibióticos por vía intravenosa durante todo el tratamiento. El reposo relativo y la inmovilización con corsé lumbosacro o con ortesis toracolumbosacra se pueden asociar al tratamiento antibiótico. Se recomienda la ortesis toracolumbosacra cuando haya una deformidad sagital o coronal de la columna, o cuando sea evidente una destrucción ósea o una afectación de partes blandas. El drenaje quirúrgico deberá realizarse sólo en pacientes con abscesos, con un estado general malo, o cuando haya una lesión neurológica progresiva. Aunque en la RM encontremos un absceso líquido paraespinal, si este responde a la terapia antibiótica, no será necesario drenarlo quirúrgicamente. Por el contrario, si dicha mejoría clínica no tiene lugar, habrá que drenar el absceso.14,24 Seguimiento Tras la desaparición de los síntomas con la antibioterapia, hay que seguir a los pacientes durante 1218 meses. Si los síntomas recidivan tras 4-6 semanas de antibióticos —cosa que es bastante rara—, habrá que repetir las radiografías, el análisis de sangre, la proteína C reactiva y la velocidad de sedimentación, para vigilar que vuelvan a valores normales. Una elevación de los niveles normales indicará que se ha producido una recidiva de la infección. Las radiografías periódicas mostrarán un estrechamiento progresivo del espacio discal.18 Cuando la enfermedad se cure, puede haber una reaparición parcial de la altura del disco, aunque su completa recuperación es rara18 (fig. 7). También puede verse una vértebra magna (con resultado del estrechamiento de los canales) o un bloque vertebral (secundario a la fusión espontánea de dos vértebras).9 Journal of the American Academy of Orthopaedic Surgeons (Edición Española) 60 Sean D. Early, MD y cols. Resumen completa resolución de los síntomas, habrá un retorno a la señal normal, con una disminución de la anchura del disco en las imágenes potenciadas en T1. Puede verse un cuerpo vertebral normal, con baja señal discal en las imágenes potenciadas en T2.28,29 A pesar de las controversias existentes con respecto a la etiología y tratamiento de la discitis infantil, hoy en día se acepta que se trata de una infección del espacio discal y de los platillos vertebrales. La forma de presentación clínica es variable, dependiendo de la edad del niño. Existen unos hallazgos típicos en la exploración clínica, en las pruebas de laboratorio, en las radiografías simples y en las gammagrafías, que permiten hacer el diagnóstico precoz. Dicha precocidad diagnóstica evitará pruebas e intervenciones agresivas innecesarias. La antibioterapia intravenosa empírica contra S. Aureus es lo fundamental del tratamiento. Cuando los síntomas mejoren, será apropiado pasar a antibioterapia oral, de forma que el tratamiento antibiótico dure 4-6 semanas. Se pueden asociar la inmovilización y el reposo para aliviar los síntomas. Es preciso realizar un estrecho seguimiento durante 12-18 meses, hasta la curación del proceso. La biopsia y la cirugía quedan reservadas para los pacientes que no respondan a la antibioterapia intravenosa. Smitherman HC Jr: Diskitis in children. Clin Orthop 1991;266:70-79. 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Se observa que la altura del disco L3-L4 ha reaparecido parcialmente (flecha). La RM no suele ser necesaria, aunque puede realizarse en casos de gran destrucción ósea o de gran afectación de partes blandas asociadas a la infección del espacio discal. Las imágenes de RM no se ven afectadas por la terapia antibiótica de forma rápida. Sin embargo, tras la Bibliografía 1. Menelaus MB: Discitis: An inflammation affecting the intervertebral discs in children. J Bone Joint Surg Br 1964;46:16-23. 2. Spiegel PG, Kengla KW, Isaacson AS, Wilson JC Jr: Intervertebral disc-space inflammation in children. J Bone Joint Surg Am 1972;54:284-296. 3. Kemp HBS, Jackson JW, Jeremiah JD, Hall AJ: Pyogenic infections occurring primarily in intervertebral discs. J Bone Joint Surg Br 1973;55:698-714. 4. Boston HC Jr, Bianco AJ Jr, Rhodes KH: Disk space infections in children. Orthop Clin North Am 1975;6:953-964. 5. 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