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Capítulo 80 Cáncer y ejercicio John Duperly, MD, PhD; Andrés Acevedo, MD; Henry Becerra, MD; Andrés Felipe Cardona, MD, MSc, PhD INTRODUCCIÓN En Colombia, el cáncer representó la tercera causa de muerte durante el periodo 2000-2006, con una incidencia creciente, que en la actualidad, se localiza en 124 por 100.000 habitantes/año. Al igual que en muchos otros países en vía de desarrollo, en nuestro entorno, el cáncer constituye un problema de salud pública que amerita la implementación de intervenciones orientadas a su control en múltiples escalas y en diversos ámbitos (Atlas de incidencia y mortalidad por cáncer, Instituto Nacional de Cancerología, 2008). Debido al origen multicausal de esta enfermedad y a su estrecha relación con factores ambientales, de estilos de vida y socioeconómicos, el estudio de intervenciones como la actividad física (AF), ofrece información útil para generar hipótesis y orientar la toma de decisiones sobre procedimientos complementarios. Dada la gran prevalencia del sedentarismo en el mundo occidental, la teórica vulnerabilidad de este factor de riesgo, el relativo bajo costo del ejercicio, y el peligro atribuible a la inmovilidad, la investigación podría favorecer la modificación del estilo de vida impactando la salud pública respecto a la presentación de las neoplasias. No obstante, la literatura actual deja un sinnúmero de inquietudes debido a la complejidad del tema. Primero, el cáncer reúne una gran variedad de enfermedades nosológicas con características y comportamientos biológicos divergentes. Segundo, la actividad física y el ejercicio incluyen aspectos como la intensidad, duración, frecuencia y factores ambientales asociados que dificultan el análisis comparativo, especialmente, a partir de estudios epidemiológicos. Tercero, múltiples variables de la evidencia obtenida a partir de experimentos en animales e in vitro no son extrapolables al ser humano; y por último, no todos los estudios han logrado realizar un control estricto sobre puntos que generan confusión como son: las infecciones asociadas, la obesidad, exposición a radiación, dieta, consumo y exposición al humo por combustión del tabaco, susceptibilidad genética, raza y diferencias socioeconómicas. Sin embargo, desde los estudios primarios de Morris hasta los trabajos de Min-Lee y Paffenbarger, parece claro el efecto protector de la actividad física contra el cáncer. Los mecanismos biológicos implicados no han sido aclarados hasta el momento, pero algunas hipótesis incluyen los cambios en la motilidad intestinal, especialmente en el lado derecho del colon donde hay un incremento en el tono vagal que permite disminuir el contacto con diversos carcinógenos. De igual forma, el ejercicio favorece la regulación de hormonas gastroenteropancreáticas y su efecto sobre las sales biliares, la proliferación celular, niveles de lípidos, interleuquina-1 (IL1) y de las prostaglandinas (PG) (1). Friedenreich y colaboradores analizaron más de 250 estudios epidemiológicos que evaluaron la asociación entre la AF y la prevención primaria del cáncer; los hallazgos permitieron concluir que esta intervención estaba asociada de manera convincente con un menor riesgo de desarrollar neoplasias del colon y de la mama, y de manera probable, con un menor riesgo de cáncer de endometrio, próstata y pulmón. A continuación, se realiza una descripción detallada de los factores relacionados con el control del cáncer tras la exposición a la AF (1-3). 879 TEXTO DE MEDICINA INTERNA ¦ SECCIÓN IX. ONCOLOGÍA MÉTODOS Se realizó una búsqueda de estudios registrados en las bases de datos MEDLINE (desde 1966 hasta octubre de 2011) y LILACS (desde 1986 hasta la fecha) utilizando las siguientes palabras clave en inglés como términos MeSH: “Exercise”, “Neoplasms” y “Prevention”. Se aplicaron los siguientes límites para refinar el perfil de la evidencia “Clinical Trial”, “Meta-Analysis”, “Practice Guideline” y “Randomized Controlled Trial”, y se seleccionaron los artículos según el criterio de los autores. Posibles mecanismos que modifican el riesgo de cáncer por efecto de la AF La AF pueden actuar de múltiples maneras para impactar sobre el riesgo global de cáncer en la población general (4). En primer lugar, la AF ayuda a mantener un peso corporal adecuado y saludable, ya que permite equilibrar la ingesta calórica y el gasto energético (5). Otros mecanismos por los cuales la AF puede contribuir en la prevención de ciertos cánceres involucran efectos directos como indirectos propios del ejercicio, incluyendo la regulación de las hormonas sexuales, la insulina y las PG (6, 7). Además, se ha propuesto que la activación y ejecución de la respuesta inmunológica se encuentra fuertemente modulada por la AF. Por otra parte, los beneficios obtenidos con un estilo de vida sano y con la AF, promueven la reducción de riesgo de otras enfermedades crónicas como la coronaria, diabetes, osteoporosis y la hipertensión arterial (8, 9). También se ha sugerido que la AF puede tener un efecto ambiguo sobre el organismo. A partir de los hallazgos de algunos modelos murinos expuestos a diversos grados de ejercicio se ha evaluado el papel de varias especies reactivas provenientes del oxígeno. Cuando los animales se han sometido a la AF con intensidad moderada se ha observado un aumento en la expresión de genes como el NFR2 que posee una función antioxidante frente al estrés oxidativo inducido por las células tumorales (1, 10). Por el contrario, el ejercicio vigoroso puede resultar en una generación excesiva de lesiones oxidativas que sobrepasen la capacidad celular para contrarrestarlas, lo cual en últimas, promueve la expresión del factor nuclear κB (NF-κB), un elemento vital en la transcripción que promueve la sobreexpresión retrógrada de genes involucrados con la proliferación y el crecimiento tumoral (11). La evidencia respecto al papel de la AF como estrategia de soporte antes, durante y después del tratamiento oncológico está en aumento constante. El mantenimiento de la AF regular durante el tratamiento del cáncer puede tener múltiples efectos sobre la condición física y el bienestar psicológico, reduciendo el impacto negativo de los efectos secundarios relacionados con el manejo de la enfermedad. Paradójicamente, el 880 uso de la AF como estrategia coadyuvante en los pacientes con cáncer no es una práctica adecuadamente difundida; lo anterior puede ser consecuencia del conocimiento alrededor del catabolismo inducido por las neoplasias, que se podría superponer al efecto propio del ejercicio. Los pacientes suelen perder su capacidad cardiovascular y el trofismo muscular, experimentan fatiga, y reportan un menor bienestar psicológico durante los procedimientos antineoplásicos (12). Por esto, no es inusual que el consejo habitual sea mantener el reposo (13), siguiendo la idea de conservar la energía, que en últimas puede evitar el deterioro. La AF regular también parece impactar el riesgo de recurrencia del cáncer, prolongando la supervivencia en ciertos casos. Esto hace que la promoción de la AF, pueda ser una estrategia importante a considerar por los organismos que formulan las políticas de salud en relación al manejo integral de las enfermedades neoplásicas. En últimas, la AF como parte del cuidado del cáncer puede verse como una intervención costo-efectiva. Prevención Pacientes que reciben tratamiento oncológico activo Un número creciente de estudios ha examinado el valor terapéutico del ejercicio durante el tratamiento primario del cáncer (14-16). La mayoría de estos ha explorado el caso en mujeres con cáncer de mama en estado temprano que reciben terapia adyuvante (es decir, quimioterapia y radioterapia, después de la intervención quirúrgica), y tras eventos más extremos como el trasplante de médula ósea. A pesar de las limitaciones metodológicas estos trabajos han encontrado evidencia que sugiere que el ejercicio es seguro y factible de ser utilizado durante el tratamiento contra el cáncer donde impacta el rendimiento físico y la calidad de vida (15). Por el momento, se desconoce el efecto del ejercicio sobre la adherencia al tratamiento antineoplásicos, o incluso sobre su eficacia (17, 18). La AF también ha demostrado un impacto positivo sobre diversos síntomas relacionados o no al tratamiento oncológico concomitante. Una revisión metanalítica (15) que evaluó la evidencia disponible en 82 experimentos clínicos aleatorizados (ECA) que contemplaron la AF como intervención terapéutica en 8.838 pacientes que sobrevivieron cualquier tipo de cáncer durante y después de su tratamiento antineoplásico encontró a partir del análisis de 60 desenlaces que contemplaron el nivel de la AF, la función física medida objetivamente, el fitness físico, el tamaño y la composición corporal, la calidad de vida, el eje psicosocial, diversos síntomas clásicos los tratamientos antineoplásicos, algunas variables fisiológicas, el dolor, los eventos adversos y la intensidad relativa de la dosis, un beneficio global (tabla 1). Otras revisiones integrativas han intentado evaluar esta asociación, encontrando resultados similares (16). Tabla Capítulo 80 ¦ Cáncer y ejercicio 80.1 Evidencia proveniente de múltiples ECA de alta calidad en relación al efecto de la AF sobre múltiples desenlaces en pacientes con cáncer que se encuentran en tratamiento antineoplásico activo. Síntoma abordado Evidencia proveniente de revisiones sistemáticas Tamaño ponderado promedio del efecto *Nivel de evidencia SORT Calidad de vida Si bien la evidencia proveniente de 10 ECA controlados no fue estadísticamente significativa a favor de la AF, se encontró cierta tendencia a mejorar la calidad de vida. En cuanto a la funcionalidad, se registró una superioridad significativa a favor de la AF, hallazgo que fue independiente del estado socioeconómico y emocional. Calidad de vida global 0,22 (IC 95% 0,005-0,26; p= 0,06) y funcionalidad 0,28 (IC 95% 0,02-0,54; p= 0,04) A Función y desempeño físico Se demostró un aumento significativo del fitness mediante la metarregresión de 17 ECA; esto en relación a la AF durante la quimioterapia, radioterapia y hormonoterapia. En términos de la fuerza muscular se identificó un incremento modesto con la AF regular en 8 ECA. Fitness 0,33 (IC 95% 0,08-0,57; p= 0,001) y fuerza muscular en el miembro superior 0,39 (IC 95% 0,012-0,65; p= 0,009) A Fatiga En términos de la fatiga relacionada al cáncer, no hubo una diferencia significativa al analizar los grupos intervenidos con ejercicio versus el control en 15 ECA. Fatiga -0,01 (IC 95% -0,35-0,33; p= 0,28) A Bienestar Se registró una ventaja limitada tras evaluar el riesgo de sufrir ansiedad en 6 ECA, así como una mejor autoestima en 3 ECA, sin encontrar ningún efecto significativo atribuible al ejercicio, en términos de calidad de vida (10 ECA) y depresión (8 ECA). Ansiedad -0,21 (IC 95% -0,39 a -0,03; p= 0,02) y autoestima 0,25 (IC 95% 0,04-0,46; p= 0,02) A Composición corporal Cinco ECA demostraron un aumento sutil en la masa magra Grasa corporal -0,19 (IC 95% -0,40corporal, junto con una reducción significativa de la grasa (7 ECA). 0,02; p= 0,07) y masa magra corporal 0,12 (IC 95% -0,24 a -0,47; p= 0,52) A Disfunción del miembro superior Para las pacientes con carcinoma de mama que son sometidas a un vaciamiento ganglionar axilar, la evidencia extraída de 6 ECA demostró una mejoría significativa en la movilidad del brazo sin incrementar el riesgo de linfedema. Lo anterior ha sido confirmado en varios metanálisis (19, 20) Recuperación de los arcos de movilidad a corto plazo = 10,6° (IC 95% 4,5116,6) y funcionalidad de la extremidad superior comprometida a 6 meses 0,75 (IC 95% 0,32-1,19) A Efectos adversos La AF no se asoció a una diferencia significativa en la Efectos adversos -0,07 (IC 95% -0,57 a presentación de efectos adversos. Dentro de los eventos adversos -0,43; p= 0,79) asociados al ejercicio se han reportado: hipertensión arterial, dolor articular, retracciones musculares, caídas accidentales, linfedema, anemia y aumento de la caquexia. A *Evidencia calificada de acuerdo con el sistema Strenght of Recommendation Taxonomy (SORT) (21) en los grupos: A. Evidencia proveniente de ECA (o estudios de cohortes que evalúen desenlaces pronósticos) o ECA/estudios de cohortes únicos de alta calidad con resultados claros y consistentes. B. Resultados provenientes de revisiones sistemáticas de la literatura que no sean claros o que provengan de estudios de baja calidad. C. Evidencia proveniente de consensos de expertos, series de casos o experiencia de la práctica cotidiana. A partir de esta información se puede concluir que la AF en pacientes que se encuentran recibiendo quimioterapia tiene numerosas ventajas en términos del control de síntomas, y en menor grado, contribuye con la modificación de la composición corporal. Sin embargo, vale la pena resaltar que la calidad de vida global presentó una tendencia a positiva hacia la significancia, hecho que podría atribuirse a la complejidad que representa la evaluación de este dominio, que se compone de diversos ejes afectados o no por la AF. Por otra parte, es importante resaltar que la tasa de efectos o síntomas adversos al incluir los pacientes en un programa de AF no varió; además, la fatiga, un síntoma que podría esperarse con mayor frecuencia en los pacientes que realizan AF, no estuvo asociado a esta intervención. Específicamente, para el caso de la disfunción del miembro superior (manifiesta por la disminución de los arcos de movimiento, fuerza, dolor y linfedema) secundario al tratamiento quirúrgico en mujeres con cáncer de mama, los beneficios obtenidos a partir de la AF fueron evaluados en otra revisión metanalítica reciente (21). El estudio realizado por la colabo881 TEXTO DE MEDICINA INTERNA ¦ SECCIÓN IX. ONCOLOGÍA ración Cochrane, valoró la evidencia proveniente de 24 ECA en relación a la intervención física postoperatoria temprana versus tardía y comparó el efecto de un programa estructurado de ejercicio versus el cuidado usual. A partir del trabajo se concluyó que el ejercicio se asocia con una mejoría clínica significativa de los arcos de movilidad, en especial en el contexto postoperatorio temprano sopesando cuidadosamente el riego potencial de incrementar el drenaje y afectar las heridas. A largo plazo, la aplicación del programa estructurado de AF se asoció con una mejor función de la extremidad intervenida, sin incrementar el riesgo de linfedema. A pesar de demostrar los efectos benéficos de la AF, existen varios puntos que aún quedan sin resolver. En primera instancia, los regímenes de AF que han sido reportados en la literatura presentan una amplia gama de posibilidades, sin que se haya establecido un estándar de tratamiento global ni por patología. Segundo, los estándares de oro en cuanto a parámetros de evaluación objetiva de los cambios fisiológicos que se presentan antes, durante y después del ejercicio aún no se han definido, así como la cuantificación adecuada de la cantidad, intensidad y frecuencia de la AF. Un ejemplo que aborda este problema es la formulación del protocolo del estudio REACT (Resistance and Endurance Exercise After ChemoTherapy), cuyos resultados aún están pendientes (22). En tercer lugar, se requiere evaluar la incidencia de complicaciones relacionadas con la AF y sus repercusiones sobre el tratamiento antineoplásico. Por último, no hay información disponible sobre la adherencia a los programas de AF, siendo necesaria la sensibilización de los profesionales hacia las actitudes y aptitudes propias de esta intervención en el contexto de las enfermedades neoplásicas. Papel de la AF en pacientes que han terminado el tratamiento oncológico Después de terminar la terapia antineoplásica, los pacientes ingresan en una fase de recuperación de los efectos adversos del tratamiento. Típicamente los sobrevivientes se recuperan de los eventos agudos en el término de algunas semanas; sin embargo, en pocos casos, la toxicidad persiste (17). Como ejemplo representativo del eje nutricional se da la anorexia (≈20%), disgeusia (35%), la inhabilidad de recobrar la masa corporal, y la diarrea o el estreñimiento intercurrentes (40%) (23, 24). En este contexto, se ha descrito a la AF como estrategia para contribuir con la recuperación de la función física (incluyendo el desarrollo de la fuerza muscular y el fitness cardiovascular), de la fatiga, para el mejoramiento de la calidad de vida, el estado mental y el control del peso corporal (12). Adicionalmente, hay casos seleccionados donde se ha encontrado un beneficio en términos de supervivencia al hacer uso regular de la AF. La evidencia proveniente de los ECA que evaluaron estos desenlaces en pacientes sobrevivientes al tratamiento antineoplásico se encuentran listados en la tabla 2. 882 Efecto de la AF en la supervivencia de pacientes con cáncer de mama, colon y próstata Existen casos seleccionados de enfermedades oncológicas en las que los estudios han establecido con mayor firmeza el impacto de la AF sobre los desenlaces de la enfermedad a largo plazo. A continuación se resumen los hallazgos más representativos sobre las tres condiciones mejor caracterizadas. CÁNCER DE MAMA Una vez se ha establecido el cáncer de mama, la AF ha tenido resultados consistentes que favorecen su utilidad como intervención protectora. La evidencia proviene de 4 estudios prospectivos a gran escala (26-29), además de una revisión sistemática que indicó una reducción en el riesgo de muerte por la neoplasia del 34%, cuando las pacientes practicaban alguna grado de AF en su tiempo libre (30), hecho que se confirmó posteriormente (31). Estos estudios también sugieren que las mujeres que alcanzan el equivalente de AF mínima sugerida (es decir, 150 minutos de AF de moderada a vigorosa intensidad por semana) tienen una regresión en el riesgo de recaída del 40% cuando son comparadas con sus homónimas sedentarias (pacientes que ejecutan menos de una hora de AF a la semana). CÁNCER DE COLON En el caso del carcinoma de colon y recto, los resultados de 4 estudios observacionales recientemente publicados sugieren de forma unánime que los niveles de AF posterior al diagnóstico se encuentra asociados positivamente con la supervivencia global y específica por la enfermedad (3235). En estos estudios, se ha sugerido que el riesgo de recurrencia de la enfermedad y la mortalidad asociada al tumor se redujeron en cerca del 50% al implementar una AF equivalente a 6 horas por semana con una intensidad moderada. CÁNCER DE PRÓSTATA Para los pacientes con tumores de la glándula prostática que terminan su tratamiento, los hallazgos de dos estudios prospectivos (36, 37) han indicado un menor riesgo de mortalidad específica por la enfermedad (reducción de aproximadamente un 30%), y una menor tasa de recaída por esta (reducción del 57%) cuando el paciente realiza una AF con intensidad moderada 3 horas a la semana. AF en pacientes que se encuentran en cuidado paliativo La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido el Cuidado Paliativo (CP) como el enfoque que busca mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias al momento en que enfrentan los problemas asociados con enfermedades amenazantes para la vida, a través de la prevención Tabla Capítulo 80 ¦ Cáncer y ejercicio 80.2 Síntoma abordado Calidad de vida Evidencia proveniente de RCT de alta calidad en relación al efecto de la AF sobre múltiples desenlaces en pacientes con cáncer que recibieron previamente tratamiento antineoplásico. Evidencia proveniente de revisiones sistemáticas Tamaño ponderado promedio del efecto *Nivel de evidencia SORT La evidencia proveniente de 10 ECA si bien no fue estadísticamente significativa a favor de la AF, demostró una tendencia hacia la mejoría global de calidad de vida. En cuanto a la calidad de vida en términos de funcionalidad, actividad social o emocional, el uso del ejercicio no se asoció con ninguna mejoría. Global = 0,29 (IC 95% 0,03-0,54; p= 0,03) A Fitness 0,32 (IC 95% 0,036-0,59; p= 0,03) y fuerza muscular en el miembro superior 0,99 (IC 95% 0,67-1,32; p= 0,0001) A Función y Se observó una mejoría significativa en el fitness tras agrupar los desempeño físico datos de 14 ECA, así como en la fuerza de los miembros superiores e inferiores evaluada en 7 ECA. Fatiga Se observó una diferencia estadísticamente significativa a favor de la AF Fatiga = -0,54 (IC 95% -0,90 a en relación a una menor severidad de la fatiga. -0,02; p= 0,003) A Bienestar Se registró una mejoría en los indicadores de calidad de vida Depresión -0,30 (IC95% -0,65 a provenientes de 16 ECA, así como en la depresión estudiada en 10 ECA, -0.05; p=0.10) y ansiedad -0,43 y en la ansiedad proveniente de 7 ECA. (IC 95% -0,88 a -0,03; p= 0,10). Las variaciones en la autoestima no fueron calculables A Composición corporal Se evaluaron los datos combinados de 15 ECA que mostraron un ligero aumento en la masa del tejido magro, junto con una reducción significativa de la grasa (5 ECA). A Salud ósea Algunos hallazgos prometedores encontrados en los estudios evaluados Conclusión no posible de reportan una densidad mineral ósea preservada, los resultados globales establecer de 8 ECA fueron muy inconsistentes en términos del rigor y diseño de los estudios, las características del programa de AF y su duración (25). Efectos adversos A largo plazo, la implementación de la AF se asoció significativamente con una menor frecuencia de efectos adversos al tratamiento. y el alivio del sufrimiento por medio de la identificación temprana e impecable evaluación y tratamiento del dolor, y otros problemas, físicos, psicológicos y espirituales (38). Bajo este orden de ideas el objetivo fundamental deja de ser la prolongación de la vida para constituirse en las intervenciones terapéuticas que buscan mejorar la calidad de vida (39). En este contexto, la calidad de vida está influenciada por diversos aspectos físicos, psicológicos y espirituales, tanto del paciente como de su familia, que se modifican a medida que la enfermedad va progresando en el tiempo y con la intensidad de los síntomas. Uno de los hallazgos que más impactan la calidad de vida en el contexto de los pacientes con cáncer es la fatiga relacionada al cáncer (FRC), que se define como una sensación constante y subjetiva de cansancio asociado al cáncer o a su tratamiento, lo que impide un funcionamiento cotidiano normal y que además es desproporcionado con respecto a la AF más reciente. La prevalencia de este síndrome se ha Grasa corporal -0,25 (IC 95% -0,57 a -0,07; p= 0,12) y masa magra corporal 0,13 (IC 95% -0,08 a -0,34; p= 0,22) Efectos adversos -0,30 (IC 95% -0,57 a -0,04; p= 0,003) B A estimado entre el 60% y 90% de los pacientes en CP (40). Este síntoma puede explicar en gran medida el deterioro del estado funcional, así como la debilidad muscular generalizada y la pérdida de peso, eventos que se suman a la caquexia tumoral. Lo anterior llega a limitar la movilidad y la independencia del paciente (41). Impacto sobre la calidad de vida El impacto de la AF en los pacientes en CP fue explorado por el grupo de Medicina Paliativa de la Universidad de Alberta mediante un estudio integrativo realizado en 2009 (39). El metanálisis evaluó la mejor evidencia disponible en cuanto a la AF como intervención para mejorar la calidad de vida, la fatiga y la función física en pacientes menores de 18 años con una expectativa de vida menor a 12 meses. Los desenlaces primarios se enfocaron en identificar efectos positivos sobre el estado funcional y la fatiga reportada por el paciente, y como desenlaces secundarios, medidas obje883 TEXTO DE MEDICINA INTERNA ¦ SECCIÓN IX. ONCOLOGÍA tivas del fitness físico y del estado funcional y los síntomas informados por el paciente. Como resultado de esta evaluación se identificaron seis estudios con heterogeneidad significativa en términos del diseño, participantes, el tipo de AF y los resultados. Aunque se reportaron hallazgos positivos para la AF, la calidad metodológica de los estudios fue baja. Por tanto, los autores concluyeron que en el momento hay evidencia insuficiente para determinar la eficacia y seguridad de la AF como tratamiento de soporte en los pacientes con cáncer que están en CP. Otras revisiones han resaltado que la remisión de los pacientes en tratamiento activo para el cáncer a programas de AF (grupos multidisciplinarios con especialistas del área de enfermería) puede ser importante para modular algunas comorbilidades y el desacondicionamiento (42). Las actividades reportadas en estos estudios incluían programas de AF con un rango de actividad activa o pasiva a lo largo del día, algunos regímenes reportados en este contexto se mencionan en la tabla 3. RECOMENDACIONES DE LAS SOCIEDADES INTERNACIONALES American Cancer Society (ACS) La ACS publicó en el 2006 el documento Nutrition and Physical Acitivity Guidelines (49) con el fin de difundir la información sobre diferentes hábitos nutricionales y de AF, que permitieran la generación de estrategias políticas y comunitarias, además de la modificación de patrones dietéticos en EE.UU. Estas guías fueron desarrolladas en el contexto de un panel nacional de expertos en investigación oncológica, promoción y prevención, epidemiología, salud pública y políticas de salud. En este documento, la ACS recomendó adoptar estilos de vida físicos saludables. Lo anterior implica en el caso de los adultos, la realización de al menos 30 minutos de AF moderada a vigorosa, superior a lo realizado en las actividades físicas usuales, en al menos 5 veces o más cada semana. La recomendación más importante fue la realización de 45 a 60 minutos de AF de forma intencional. Para el caso de los pacientes pediátricos y los adolescentes, la ACS recomendó la realización de al menos 60 minutos al día de alguna AF de moderada a vigorosa intensidad, al menos 5 días a la semana. En el ámbito social, la ACS también sugirió que las organizaciones públicas, privadas y comunitarias deberían trabajar en conjunto con el objetivo de crear espacios de recreación para el desarrollo físico que apoyen la adopción y el mantenimiento de comportamientos saludables. En este último caso, se hizo especial énfasis en la provisión de ambientes adecuados, seguros y accesibles para la realización de AF en las escuelas, y de medios de transporte y recreación en las comunidades. Para el caso de los pacientes que se encuen884 tran en tratamiento activo o que ya lo han recibido, la ACS también emitió una serie de recomendaciones en relación a la realización de AF (17). En este aspecto, la ACS estableció que la decisión de cuándo iniciar y cómo mantener la AF debe ser individualizada y basada en las condiciones del paciente, y en sus preferencias. También depende del nivel de entrenamiento que haya tenido previamente. Algunos puntos importantes para rescatar son: 1. Las personas que reciben quimioterapia o radioterapia y que ya se encontraban activos en un programa de ejercicio físico pueden ejecutar sus actividades físicas con una intensidad menor, y progresar paulatinamente en el esfuerzo, de tal modo que el objetivo principal sea mantener la AF tanto como sea posible. 2. Para aquellos pacientes que eran sedentarios antes del diagnóstico oncológico, es recomendable ejecutar una AF de baja intensidad como aquella que implica estiramiento muscular, o como las caminatas lentas que progresan paulatinamente. 3. Para aquellos pacientes de edad avanzada y con enfermedad ósea o limitaciones significativas en la movilidad, tales como artritis o neuropatía periférica, se debe prestar especial atención al fortalecimiento del equilibrio y la seguridad, de tal modo que se reduzcan los riesgos de caídas y lesiones secundarias. En este momento, es especialmente importante la asistencia que el cuidador o el entrenador le pueda prestar al paciente. 4. Adicionalmente, si la enfermedad o el tratamiento requieren periodos prolongados de reposo en cama, será esperable que se presente una reducción significativa de la masa muscular en términos de fuerza y fitness, producto del desacondicionamiento muscular secundario al desuso. En estos casos, la terapia física deberá estar encaminada al mantenimiento de la fuerza y de los arcos de movilidad, lo que puede ayudar a contrarrestar la fatiga y la depresión que pueden experimentarse con frecuencia en estas circunstancias. 5. En principio, algún grado mínimo de AF es deseable para todo paciente que presente una enfermedad oncológica avanzada. Sin embargo, la posibilidad del cumplimiento de esta recomendación se ve limitada debido a las condiciones propias del paciente, así como por la evidencia disponible sobre los beneficios que se obtienen con esta intervención. Lo anterior hace que la ACS se restrinja para emitir una recomendación, y determina la toma de decisiones en aspectos nutricionales y de AF en pacientes con enfermedad oncológica avanzada de manera individual según las necesidades y discapacidades propias de cada caso. American College of Sports Medicine (ACSM) El ACSM convino en el año 2010 una mesa redonda (50) que involucró expertos de la American Heart Association, Tabla Capítulo 80 ¦ Cáncer y ejercicio 80.3 Reportes en la literatura sobre implementación de programas de AF en pacientes que se encuentran bajo un programa de cuidados paliativos. Referencia del programa Intervención Población Resultados Controversias Porock y colaboradores (Duke Energizing Exercise Program) (43) Rango de diferentes actividades físicas prescritas de acuerdo a las condiciones individuales del paciente y por su tolerabilidad. 11 de 24 pacientes fueron sometidos al programa Reporte de mejoría en las escalas de calidad de vida No es claro que el programa haya tenido en cuenta las preferencias e intereses individuales del paciente. Tampoco se reportó una intervención física ideal diseñada para cada caso. No hay datos de estratificación por el estado o tipo de enfermedad. Tampoco hay información sobre la adherencia a la intervención. Crevanna y colaboradores (44, 45) Ciclismo ergonométrico con incremento sistemático del trabajo físico hasta alcanzar el 60% de la frecuencia cardíaca sobre la máxima intensidad de síntomas tolerados (sesiones de 60 minutos, 2-3 veces por semana por varias semanas) 2 reportes de caso, 1 paciente con carcinoma hepatocelular avanzado y 1 paciente con cáncer de mama y enfermedad ósea metastásica Consumo máximo de oxígeno (VO2max), capacidad máxima de trabajo, frecuencia cardíaca. Función pulmonar determinada por el cociente respiratorio. Calidad de vida medida por la escala SF-36. Beneficio percibido en el eje físico, de desempeño, mental, fatiga, sueño, satisfacción y calidad de vida. Reportes de caso. Estado funcional basal no reportado al igual que los incentivos dados al paciente por parte del equipo médico. Sin reporte de eventos adversos. Kelm y colaboradores (46) Entrenamiento de la fuerza entre 1 paciente con 40%-60% del máximo posible; 5 adenocarcinoma series de 20 repeticiones cada una. rectal metastásico Ejercicio cardiovascular por 10 minutos controlando por resistencia y velocidad para mantener FC entre 130-150 lpm. Intervención realizada por 6 semanas en el periodo postoperatorio y cada 2 semanas entre ciclos de quimioterapia por 13 semanas. Fuerza máxima medida en miembros superiores e inferiores. Resistencia en términos de reducción de la FC y la concentración de lactato. Pruebas de función pulmonar. Puntajes de calidad de vida y GIQLI. Función inmunológica por determinación de recuentos de linfocitos NK. Reporte de caso. No diferenciación entre ganancia de función postoperatoria versus efecto de la intervención. No información sobre el estado basal. Headley y colaboradores (Armchair Fitness Gentle Exercise video) Programa que inicia con un 38 mujeres con calentamiento lento y sencillo, cáncer de mama progresando hasta una rutina estado IV corporal completa suave, incluyendo danza, hasta alcanzar una relajación mediante música. Sesiones de 30 minutos, 3 veces a la semana, por 12 semanas. Fatiga medida por la escala FACIT-F. Intensidad del ejercicio percibida por la escala de Borg. Ensayo clínico aleatorizado controlado, longitudinal. Hay datos incompletos para la adherencia, intensidad y frecuencia de la actividad. Desempeño físico en caminatas de 6 minutos, tiempo desde la posición sentado hasta estar de pie. Fatiga cuantificada por la escala FQ. Calidad de vida medida por el cuestionario EORTC QLQ-C30 Sin grupo de comparación. No hay información de estratificación según estado de las neoplasias. Sin medición de la carga de AF. La adherencia a las sesiones fue del 46%. Oldervoll, Norway Programa de ejercicio grupal y colaboradores con circuitos personalizados y (47, 48) estaciones de entrenamiento en fuerza muscular de miembros superiores e inferiores, equilibrio y propiocepción, además de la resistencia aeróbica. Sesiones de 50 minutos, dos veces por semana, por 6 semanas. 34 pacientes con diversas neoplasias (gastrointestinal, mama, genitourinario, pulmón, metastásico, en quimioterapia u hormonoterapia) 885 TEXTO DE MEDICINA INTERNA ¦ SECCIÓN IX. ONCOLOGÍA Tabla la ACS, y el Departamento para la Salud y los Servicios Humanos de los EE.UU (US-DHHS) con el fin de formular ciertas recomendaciones en cuanto al diagnóstico del nivel de AF y la formulación de recomendaciones en este ámbito para los pacientes sobrevivientes al cáncer con el fin único de evitar la inactividad. En este documento se estableció de manera sistemática la evaluación del estado músculoesquelético y su morbilidad, de la neuropatía periférica, el riesgo de fracturas y la seguridad sobre la formulación de AF (especial precaución en los casos de enfermedad metastásica). El ACSM alertó sobre la toxicidad cardíaca ocasionada por ciertos agentes antineoplásicos, así como el riesgo que representan las metástasis óseas en los casos de AF vigorosa. Además, en este documento se establecen ocho objetivos que deben ser tenidos en cuenta para la formulación de AF en pacientes que han sobrevivido cualquier enfermedad neoplásica, los cuales se detallan en la tabla 4. 80.4 Objetivos y metas del ACSM sobre la prescripción de AF en los pacientes sobrevivientes al cáncer. 1. Recuperar y mejorar la función física, la capacidad aeróbica, la fuerza y flexibilidad. 2. Mejorar la imagen corporal y la calidad de vida. 1. Hay evidencia consistente que confirma que la AF puede realizarse de manera segura durante y después del tratamiento antineoplásico, no sin antes considerar las limitaciones individuales y los efectos adversos asociados con estas terapias. 2. De acuerdo a las investigaciones en pacientes sobrevivientes a la mayoría de cánceres, el mejoramiento del buen estado muscular, la calidad de vida y la fatiga se pueden lograr a través del entrenamiento físico. 3. A menos que se indique lo contrario, los sobrevivientes al cáncer deberían seguir las recomendaciones sobre el inicio de la AF de igual manera que la población general. 4. En todos los pacientes sobrevivientes, incluso aquellos con la enfermedad metastásica existente, puede aconsejarse como mínimo la evitación del sedentarismo. REFERENCIAS 1. 2. 3. 4. 3. Mejorar la composición corporal. 4. Mejorar los resultados cardiorrespiratorios, endocrinos, neurológicos, musculares, cognitivos y psicosociales. 5. 5. De manera potencial, reducir o demorar la recurrencia o la aparición de un segundo cáncer primario. 6. 6. Mejorar la capacidad para mantenerse física y psicológicamente frente a la ansiedad que genera la recurrencia o la aparición de un segundo cáncer primario. 7. 7. Reducir, atenuar o prevenir los efectos tardíos y a largo plazo del tratamiento antineoplásico. 8. Mejorar la capacidad fisiológica y psicológica ante cualquier tratamiento antineoplásico futuro. 8. 9. El ACSM además abordó la prescripción de AF de manera escalonada y detallada, formulando recomendaciones generales e individuales para los casos de neoplasias de la mama, de la próstata, del colon, de algunas neoplasias hematológicas del adulto con o sin trasplante de células hematopoyéticas, y en los casos de tumores ginecológicos. British Association of Sport and Exercise Sciences (BASES) La BASES emitió recientemente un comunicado donde establece y difunde los beneficios de la AF tras el diagnóstico de una neoplasia (51). En este documento se concluyó que: 886 10. 11. 12. 13. Na HK, Oliynyk S. Effects of physical activity on cancer prevention. Ann N Y Acad Sci 2011; 1229: 176-83. Friedenreich CM. Physical activity and cancer prevention: from observational to intervention research. Cancer Epidemiol Biomarkers Prev 2001; 10(4): 287-301. Friedenreich CM, Orenstein MR. Physical activity and cancer prevention: etiologic evidence and biological mechanisms. J Nutr 2002; 132(11 Suppl): 3456S-64S. McTiernan A, Ulrich C, Slate S, Potter J. Physical activity and cancer etiology: associations and mechanisms. Cancer Causes Control 1998; 9(5): 487-509. Physical activity and cardiovascular health. NIH Consensus Development Panel on Physical Activity and Cardiovascular Health. JAMA 1996; 276(3): 241-6. 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