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REVISTA DE Patología Respiratoria Volumen 18 • Suplemento 1 • Abril 2015 MESA cirugía de tórax Estado actual del tratamiento quirúrgico del mesotelioma pleural G.M. Muñoz Molina Hospital Universitario Ramón y Cajal. Madrid. Rev Patol Respir. 2015; 18(Supl.1): S93-S99 Introducción El Mesotelioma Pleural Maligno (MPM) es una enfermedad tumoral maligna muy agresiva, resistente al tratamiento, que conduce al fallecimiento de la mayoría de los pacientes en el primer año tras el diagnóstico y de casi todos los pacientes en los dos primeros años. Se relaciona con la exposición a fibras minerales como el asbesto y la erionita. La duración e intensidad de la exposición son variables importantes en cualquier enfermedad por exposición a fibras minerales. No parece existir una relación dosis-dependiente lineal entre la exposición y el MPM. Algunos individuos son más susceptibles al efecto carcinogénico del asbesto y una vez que se inhalado una cantidad suficiente, se desarrollará el MPM y una exposición adicional no incrementará el riesgo. El límite a partir del cual se desarrollará depende de factores genéticos, exposición a co-factores y del tipo de fibra mineral inhalada. Las fibras de asbesto penetran en el tejido pulmonar por inhalación y se concentran en la pleura parietal en las zonas de drenaje linfático. El proceso inflamatorio crónico que origina y el estado de reparación tisular constante condicionan la proliferación celular. Las primeras descripciones de asociación entre fibras de asbesto y MPM aparecieron en los años 50. Weiss informó de un caso con asbestosis y enfermedad pleural maligna. Wagner confirmó la asociación entre asbestos y MPM a través de su investigación en Sudáfrica, poseedora de minas de los tres tipos de fibras de asbesto relacionadas con el MPM. Otros agentes etiológicos implicados son la exposición a radiación por tumores previos y más controvertida, la exposición al virus SV-40, que actuaría como co-carcinógeno del asbesto. Es, pues, una enfermedad multifactorial. Su patrón de crecimiento es peculiar, desde el seno costofrénico, donde suelen existir grandes cantidades de tumor, hacia el ápex. Provoca un engrosamiento de la pleura y consecuente derrame pleural y, posteriormente, origina rigidez y atrapamiento pulmonar. La sintomatología más frecuente es la disnea, inicialmente asociada al derrame pleural y posteriormente derivada de la rigidez de la pared torácica. Son Revista de Patología Respiratoria Vol. 18 Supl. 1 - Abril 2015 también síntomas frecuentes el dolor torácico y la tos, pérdida de peso, cansancio, fiebre y otros síntomas generales. Recuerdo histórico del tratamiento quirúrgico del MPM Son fundamentalmente dos las técnicas quirúrgicas que se han empleado en el tratamiento del MPM: la pleurectomía/ decorticación (P/D) y la neumonectomía extrapleural (EPP). La primera descripción de la pleurectomía/decorticación se atribuye a Fowler, quien en un artículo comunica el tratamiento exitoso de un paciente con empiema crónico y fístula broncopleural (FBP) en 1893. 20 años más tarde, 4 pacientes fueron tratados en la Mayo Clinic y el procedimiento empezó a ganar popularidad y progresivamente fue sustituyendo a la toracoplastia como método de tratamiento del empiema crónico con atrapamiento pulmonar. Solo se retiraba la fibrina que recubría la pleura visceral, sin resecar esta última. Irving Sarot fue el primero en describir la técnica de la Neumonectomía extrapleural a mediados del siglo XX, en 1949. La empleó para tratar pacientes con infección tuberculosa en los que otros tratamientos como la toracoplastia o colapsoterapia habían fallado. En 1963 se empleó la pleurectomía parcial para tratar derrames pleurales malignos. En 1975 Martini realiza la primera resección pleural por MPM pero no se hizo intento de resecar ni la pleura visceral ni el diafragma o el pericardio. La supervivencia mediana fue de 21 meses después de P/D, RT adyuvante y quimioterapia sistémica. Un año más tarde, en 1976, Butchart publica los primeros casos en los que se emplea la EPP para tratar pacientes con MPM. La mortalidad era del 31% por lo que muchos médicos pusieron en duda el papel de dicho procedimiento. Butchard concluye que si se consigue reducir la morbimortalidad podría estar indicada en algunos procesos. La mejora en la selección de los pacientes, en la técnica preoperatoria y anestésica y en el reconocimiento precoz y manejo de las complicaciones condujo a una reducción de la mortalidad a tasas inferiores al 4%. S93 En 1989 Rusch y Livingstone describen la pleurectomía radical junto con quimioterapia intraoperatoria como tratamiento para MPM. Estado actual del tratamiento del MPM El MPM es un tumor con un pronóstico infausto en escasos meses de supervivencia si no se administra ningún tratamiento. Puesto que durante un tiempo progresa de forma focal, el énfasis desde su descubrimiento ha sido el hacer una tratamiento local. Por ello, ha sido la cirugía la principal medida terapéutica aplicada. No obstante, la cirugía no puede conseguir unos márgenes amplios por las características anatómicas del tumor y, dada la alta tasa de recidiva tras la misma y la posibilidad de metastatizar, se ha asociado con otros tratamientos, locales y sistémicos, de manera que en el momento actual se considera que debe ser abordado de manera multidisciplinar. La terapia unimodal, sea cual fuere, no otorga una mejoría en la supervivencia ni en el intervalo libre de enfermedad. Lo que sí parece claro es que la terapia trimodal es la que consigue mayor supervivencia. No obstante, no podemos decir que existe un tratamiento curativo para el MPM en el momento actual. Es un tumor moderadamente quimiosensible. Dos grandes ensayos demostraron la mejoría significativa de la supervivencia con antagonistas del folato. En 2003, Vogelzang1 demostró que la asociación de Antagonistas del Folato con Cisplatino conseguía una respuesta de 41% y un ILE de 5.7 meses, frente a la respuesta de 16% y ILE de 3,8 meses con Cisplatino solo. El Permetrexed sensibiliza las células mesoteliales al cisplatino. Por ello, en el momento actual la quimioterapia con Permetrexed está indicada como primera línea de tratamiento. Si la quimioterapia se debe administrar antes o después de la cirugía continúa siendo tema de debate. El hecho de que se demostrara que la neoadyuvancia mejoraba la supervivencia en el cáncer de pulmón, estadio III, indujo a algunos investigadores a extrapolar y aplicar este abordaje al mesotelioma. Se cree que puede incrementar la tasa de resección en estadíos precoces. Este abordaje es apoyado por el grupo de Wiesbaden2, que recomienda quimioterapia de inducción en pacientes en los que sin ella lo más posible sería hacer una exéresis R2 y solo realizan la intervención cuando existe respuesta a quimioterapia. Sin embargo, algunos grupos como el del Brigham and Women’s Hospital expresan su preocupación de que se produzca una progresión de la enfermedad durante el tratamiento de inducción conduciendo a que el paciente no pueda beneficiarse de la cirugía3. Asimismo, les preocupa el hecho de que los cambios inducidos por la quimioterapia puedan alterar los planos de disección, de manera que los pacientes pierdan la oportunidad de una exéresis, por lo que solo ofrecen la neoadyuvancia a pacientes con plaquetas elevadas, síndrome paraneoplásico, tumores activos hormonalmente, intenso dolor torácico con sospecha de infiltración difusa de pared torácica y afectación ganglionar detectada por mediastinoscopia. Ocasionalmente, la quimioterapia de inducción ha conseguido respuestas patológicas completas. S94 Otros grupos están administrando radioterapia con intención neoadyuvante. Puesto que un posible mecanismo de reaparición del tumor a distancia sería la siembra inadvertida durante la cirugía, la administración de neoadyuvancia para controlar la capacidad proliferativa de clones celulares sembrados durante la cirugía podría prevenir la diseminación a distancia. La radioterapia tendría efecto citotóxico por la radiación ionizante pero también por la activación del sistema inmune contra el tumor, eliminando el ambiente inmunosupresor generado por el propio tumor. Cho y cols.4 plantean la administración de radioterapia prequirúrgica con IMRT, una semana antes de la cirugía. Así disminuye la tasa de recurrencias locales, sin observarse diferencias en la aparición de metástasis. La terapia adyuvante completa el proceso tras la cirugía eliminando la enfermedad microscópica, previniendo la recurrencia, la diseminación hematógena y la diseminación linfática. Respecto de los tratamientos adyuvantes tampoco existe un consenso. La ESTS5 recomienda considerar la administración de quimioterapia adyuvante a aquellos individuos que presenten buen PS (Performance Status), antes de que aparezcan signos clínicos de progresión. Puesto que el paso de encontrarse “demasiado bien para recibir quimioterapia” a “encontrarse demasiado mal para recibirla” es bastante rápido y se puede perder la oportunidad de tratamiento. La combinación en primera línea es Cisplatino-Permetrexed. Otra combinación aceptable en primera línea es Gemcitabina-Carboplatino. A diferencia de la primera línea, no existe un tratamiento recomendado como segunda línea debido a la insuficiente evidencia. La segunda línea más empleada es Gemcitabina u otros agentes que han demostrado efecto como agentes únicos, como la Vinorelbina. También está admitido el retratamiento con permetrexed en aquellos pacientes en los que el tiempo desde la administración de la primera línea sea superior a 12 meses6. El papel de la radioterapia adyuvante también es controvertido. La finalidad de la radioterapia es reducir el riesgo de recidiva local, al aplicarse en los escasos bordes de resección así como en los sitios de biopsias previas, punciones o heridas. La radioterapia convencional está limitada por la irradiación a los órganos adyacentes. Clásicamente se ha administrado Radioterapia a dosis plena tras la EPP. Sin embargo, con la aparición de la pleurectomía como alternativa quirúrgica, la radioterapia está limitada por la presencia del pulmón y la neumonitis subsiguiente que origina. Con la intención de solventar esta dificultad se empezó a administrar IMRT postoperatoria, que consigue un buen control local con buena protección de los órganos en riesgo porque la radiación dispersa es inferior. En la IMRT5, la V20 para el pulmón contralateral es el único factor independiente determinante de riesgo de muerte, lo que indica que el V20 debe ser lo más bajo posible. Por otro lado, la Tomoterapia permite administrar radioterapia circunferencialmente siguiendo el contorno de la pared y del pulmón limitando así la toxicidad al parénquima7. Revista de Patología Respiratoria Vol. 18 Supl. 1 - Abril 2015 Para intentar minimizar el riesgo de diseminación quirúrgica y mejorar el control local de la enfermedad, varios grupos abogan por la administración de terapias intraoperatorias. Sugarbaker3 promueve la administración de quimioterapia intraoperatoria hipertérmica intratorácica, basándose en que su aplicación se realiza en el momento en que las células tumorales son más vulnerables. Otra terapia innovadora es la Terapia fotodinámica (TFD) intraoperatoria8,9. Está basada en la iluminación monocromática del tejido maligno durante 90 minutos, después de la acumulación de fotosensibilizador. Se cree que produce muerte celular directa, destruye la vascularización del tumor y estimula el sistema inmune del paciente provocando una respuesta directa contra el tumor. Puesto que la luz monocromática de TFD solo penetra 5-7 mm, es un buen tratamiento en superficies tisulares y cavidades corporales después del tratamiento quirúrgico. Las complicaciones de esta terapia son escasas. Conlos nuevos fotosensibilizadores disminuye la fotosensibilidad del paciente. En el estudio de Friedberg9, seis de 38 pacientes tuvieron insuficiencia respiratoria atribuible a la TFD. Los defensores de esta técnica creen que asociando la TFD a P/D se podría conseguir la radicalidad que se consigue con EPP, excepto en caso de invasión de estructuras vasculares. Los pacientes tratados con TFD presentaron recurrencias más indolentes. Se atribuye esta diferencia al efecto inmunológico de la TFD. Pero también puede ser que la preservación pulmonar sea responsable de la respuesta inmune. Sin embargo, parece que la TFD no contribuye al control local directamente. Finalmente, mencionaré la terapia local mediante lavados con Povidona Iodada hipertérmica10. Se basa en el efecto antitumoral local de la misma, por efecto citotóxico sobre las células mesoteliales, induciendo necrosis in vitro. Con esta técnica no se han visto complicaciones severas como fracaso renal permanente, FBP, empiema y dehiscencia de herida, descritas tras la administración de quimioterapia hipertérmica intraoperatoria. Estado actual de la cirugía en el MPM En los últimos años se ha discutido mucho qué tipo de cirugía debe ofrecerse a los pacientes. Esto se debe al hecho de que la mayoría de las publicaciones son revisiones de series de casos, retrospectivas, con escaso número de pacientes. La ausencia de ensayos clínicos randomizados hace que las conclusiones a las que se llega en muchas ocasiones estén enturbiadas por diferentes sesgos. Además, durante muchos años no ha habido un sistema homogéneo para definir el tipo de cirugía que se estaba realizando a los pacientes, en especial en lo que a la pleurectomía se refiere. Por ello, no es posible dilucidar cuál es la resección óptima al comparar en meta-análisis los resultados de diferentes series históricas. Con la finalidad de aclarar y unificar la terminología del procedimiento quirúrgico empleado para poder comparar mejor los resultados de los diferentes grupos investigadoRevista de Patología Respiratoria Vol. 18 Supl. 1 - Abril 2015 res, la International Association for the Study of Lung Cancer International Staging Committee and the International Mesothelioma Interest Group (IASLC IMIG) definió con mayor exactitud los tipos de cirugía y en particular los tres tipos diferentes de pleurectomía11. –EPP: resección en bloque de ambas pleuras parietal y visceral con el pulmón subyacente, pericardio y diafragma. Si éstas no están afectadas pueden dejarse intactas. – Pleurectomía extendida: Resección de todo el tumor, con exéresis de pleuras parietal y visceral, diafragma y pericardio y posterior reconstrucción de estos dos últimos. Aunque es una técnica con preservación de parénquima pulmonar puede acompañarse de resecciones parciales (resección en cuña limitada, segmentectomías múltiples y lobectomía) para garantizar la eliminación de focos tumorales macroscópicos. – Pleurectomía /decorticación: Exéresis de pleuras parietal y visceral sin resección de diafragma y pericardio. – Pleurectomía parcial: con fines diagnósticos o paliativos se quita parte de la pleura dejando tumor macroscópico. Ventajas e inconvenientes de los diferentes tipos de cirugía La opinión general es que la EPP deja menor cantidad de células tumorales residuales pero a la vez se acompaña de mayor morbimortalidad (mayor tasa de SDRA, reintubación, sepsis, reintervención, pero menor tasa de fuga aérea prolongada, depresión cardiorrespiratoria y peor calidad de vida que con la pleurectomía)12. Spaggiari publica un estudio con 518 pacientes que se intervinieron de EPP en 10 años13. De su análisis asevera que la EPP es un abordaje factible, con tasas de morbimortalidad semejantes a aquellas obtenidas con resecciones quirúrgicas mayores por otro tipo de tumores sólidos. Igualmente, en una revisión de Ambrogi14, la tasa de morbimortalidad tras EPP estaba dentro de los parámetros de las neumonectomías por cáncer de pulmón. En comparación, la P/D es responsable de ingresos prolongados debidos a fuga aérea persistente, aunque a largo plazo el paciente disfruta de mejor calidad de vida. La Pleurectomía citorreductiva, con la finalidad de liberar el pulmón, consigue una pleurodesis efectiva, alivia el déficit ventilatorio generado por la restricción de la corteza pleural y disminuye el dolor torácico. Gracias a la P/D se puede ofrecer un tratamiento quirúrgico a mayor número de pacientes, como los de edad más avanzada y pacientes con EPOC15. Por otro lado, mientras que la tasa de recurrencia de EPP es del 33%, en la P/D es del 65%. Sin embargo, es superior la diseminación a distancia con la EPP. Dicha recurrencia puede minimizarse con tratamiento adyuvante local radioterápico. Tras la EPP es posible la irradiación con altas dosis del hemitórax afectado, aunque ésta, como técnica aislada, no parece impactar en la supervivencia16. Sin embargo, tras la P/D existe mayor dificultad para consolidar el tratamiento local con radioterapia. Aparte de las dificultades en agrupar las cirugías, existe otro problema importante. La finalidad de la cirugía oncolóS95 gica es resecar el tumor con márgenes suficientes y libres de enfermedad. Se sabe que la exéresis completa del tumor tiene un impacto importante en la supervivencia, siendo ésta superior en aquellos casos en los que se conseguía R0-R1 frente a los que tenían R210. Sin embargo, alcanzar R0 es difícil en el MPM por las características anatómicas del tumor y por el patrón de crecimiento del mismo. Desafortunadamente se alcanza tan solo en el 8% de los pacientes. Por ello, es un sinsentido exigir esto. Por eso el concepto de la técnica citorreductiva máxima es el más adecuado (definida como R1 en el 92% de los casos). R1 es la resección completa macroscópica en MPM. La EPP ha sido la cirugía a la que se confiere la mayor radicalidad de la exéresis. Entonces queda pendiente de contestar qué tipo de cirugía debe realizarse y a quién. Estas dos preguntas son objeto de intenso estudio los últimos 10 años y son múltiples los artículos publicados que intentan darles respuesta. Así, la IASLC e IMIG publicaron los resultados de la base de datos internacional en 201117. El 64,5% de los pacientes de dicha base fue intervenido con intención curativa. Se encontraron diferencias significativas en la supervivencia entre T2 y T3-4, entre N0 y N1-2, entre E I-II y E III-IV, entre histología epitelial y no epitelial, entre cirugía curativa y no curativa, destacando por buen pronóstico las mujeres y el estadio I tratado con EPP. Los pacientes en estadío I presentaban una ventaja en la supervivencia al ser tratados con EPP (40 meses) en comparación con los obtenidos con la pleurectomía (23 meses). En ese contexto se realiza una encuesta entre los cirujanos torácicos del mundo para conocer su opinión respecto de la cirugía del MPM. En ella destaca el hecho de que en torno al 30% de los encuestados creía que la EPP sola podía curar el MPM, siendo ésta la creencia del 50% de los cirujanos americanos18. Respecto de la posibilidad de cura y de prolongar la supervivencia, hay más cirujanos que creen que es más probable que se consiga con la EPP que con P/D, que es más probable con adyuvancia que sin ella y que las más elevada se alcanza con la EPP en terapia trimodal. Estas creencias se dan entre cirujanos que tratan esta enfermedad y no solo entre los que no las tratan. La creencia de que la EPP dentro de terapia multimodal prolonga la supervivencia se da entre 91% de los encuestados. Tan solo un 12% de los encuestados cree que la P/D puede conseguir la curación. Rena15, en respuesta a esta publicación, escribe un artículo en el que afirma que los cirujanos torácicos de todo el mundo están en desacuerdo en varios puntos: 1) el verdadero impacto de la cirugía en MPM, 2) la extensión de la cirugía a llevar a cabo para obtener el mejor control de la enfermedad y 3) la necesidad de asociar otra terapias a la cirugía. Ese mismo año se publica un ensayo clínico randomizado que tuvo lugar en Reino Unido, el MARS19. Fue diseñado para demostrar la viabilidad, la posibilidad de hacer un ensayo en el que los pacientes fueran divididos aleatoriamente a dos ramas de tratamiento: quimioterapia con cirugía/quimioterapia sin cirugía. Sin embargo, en el análisis de resultados sacan unas conclusiones terciarias que incluyen datos acerca de la supervivencia. No encontraron ventaja en cuanto a la S96 supervivencia ni en cuanto a la calidad de vida en los pacientes tratados con EPP frente a los no quirúrgicos. En virtud de sus conclusiones deciden realizar un segundo ensayo en el que eliminan la EPP de su análisis, no ofreciéndose ésta ya como tratamiento a los pacientes. Son múltiples las voces que se expresan a favor y en contra de las conclusiones del estudio. En contra podemos reseñar las críticas del IMIG20. Critica que el ensayo clínico MARS no alcanza la potencia requerida para extraer conclusiones acerca de la supervivencia porque no consigue suficiente número de pacientes reclutados. Además, encuentra que la mortalidad tras EPP es sorprendentemente elevada al compararla con los datos de la literatura mientras que la supervivencia del grupo con quimioterapia sola es muy superior a la publicada previamente. Por otro lado, la quimioterapia no está controlada y no se indica el informe anatomopatológico ni el estadio de la enfermedad de los pacientes quirúrgicos, lo cual podría explicar la inferior supervivencia de ellos. Weder21, en otro artículo publicado en la misma revista que el MARS, apunta el hecho de que la quimioterapia (dosis y planes) no estaba estandarizada en el estudio, que se desconocen los datos acerca de la duración del tratamiento y que no se sabe si las resecciones fallidas son debidas a un retraso terapéutico. Tampoco se explica por qué pacientes inicialmente randomizados a grupo no quirúrgico finalmente se operan. De gran interés encuentro la crítica que realiza un coautor del MARS, Waller22, quien además de insistir en que el ensayo no alcanzó la potencia requerida para mostrar que exista una diferencia significativa en la supervivencia entre el grupo de cirugía y el de no cirugía, añade que los resultados han sido sobreinterpretados y que la única conclusión importante que se puede extraer es que no sería factible realizar un estudio en Fase III randomizado en Reino Unido debido al bajo reclutamiento de pacientes, enfatizando la preferencia de los pacientes por la cirugía. Waller recomienda no desechar la EPP, cuando sea necesaria para alcanzar el objetivo de resección macroscópica completa. Subraya, finalmente, la importancia de atenerse a los principios de resección oncológica. En contraposición, varios grupos se han expresado contra la EPP. Lang-Lazdunski23 opina que se debe ofrecer la cirugía solo cuando la supervivencia que se consigue con ella supere a la que se consigue con la quimioterapia, que ésta, en el ensayo MARS, fue de 19 meses. En un estudio comparativo entre 2 estrategias terapéuticas (Quimioterapia neoadyuvante + EPP + RT vs P/D + Povidona yodada intraoperatoria + IMRT + Quimioterapia adyuvante) el mismo autor descubre que cuando en la rama con P/D se alcanzaba una resección completa, tenía mejor supervivencia que la EPP. Afirma, además, que los pacientes con pleurectomía, independientemente del estadío, sobrevivían más que los de EPP y aquellos con resección incompleta R2 en P/D tenían igual supervivencia que EPP. Finalmente, los pacientes con recurrencias tras Pleurectomía podían beneficiarse de otros tratamientos, obteniendo supervivencia superior, mientras que aquellos tratados con EPP estaban muy deteriorados para proseguir con diferentes tratamientos. Finalmente Datta24 Revista de Patología Respiratoria Vol. 18 Supl. 1 - Abril 2015 critica que se atribuya la supervivencia de los pacientes intervenidos exclusivamente a la cirugía mientras que se obvia que la cirugía es el final de un proceso selectivo que no ofrece la cirugía a pacientes con factores de mal pronóstico. Factores pronósticos Han sido claramente identificados varios Factores Pronósticos. Algunos son características clínicas del pacientes o parámetros analíticos que pueden ser evaluados precozmente. La edad (> 75 años), el género masculino, el mal PS, el dolor torácico, plaquetas > 400.000, LDH superior a 500 IU por litro, leucocitosis > 8.300 (MPM produce factores estimulante de las células mieloides) son factores de mal pronóstico. Existen también factores de mal pronóstico que dependen del tumor propiamente dicho. Destacan el tipo histológico no epitelioide, el estado de los ganglios y la infiltración de lugares de biopsia previos. Respecto del tipo histológico, el sarcomatoide presenta un alto índice mitótico, lo que conlleva una enfermedad más agresiva y con menor supervivencia, mientras que el tipo epitelial tiene una mejor respuesta a la cirugía seguida de tratamiento adyuvante y una historia natural más prolongada. Los tumores de bajo grado también tienen mejor pronóstico. El estado de los ganglios, aunque tiene importancia pronóstica en MPM, su impacto es menos pronunciado en pacientes con mesotelioma bifásico y, raramente, aparece afectación ganglonar en tipo sarcomatoide. Por otro lado, a diferencia del cáncer de pulmón, pueden aparecer metástasis N2 sin N1 en 40% de los casos. Esto es posible por la vía de drenaje de la pleura diafragmática a cadena mediastínica22,25. En especial los ganglios mediastínicos altos, representan una enfermedad de mal pronóstico Bölukbas2 destaca la importancia de la infiltración de sitios de biopsia previos como factor pronóstico que puede conducir a una resección incompleta (R2) o que nos indica que el tumor tiene un comportamiento biológico desfavorable. Waller22 también apunta a que la infiltración de los lugares de biopsia previos es un marcador de incremento del volumen tumoral (condicionando la resección incompleta R2) o bien de la biología desfavorable del tumor. Finalmente, existen también factores pronósticos terapéuticos controvertidos. Mientras que para algunos, la ausencia de tratamiento quirúrgico con intención oncológica y la ausencia de radioterapia (ésta sobre todo en tumores desdiferenciados) son factores de mal pronóstico, hay dos estudios basados en hallazgos poblacionales que concluyen que no hay ningún tipo de beneficio ni con cirugía ni con radioterapia. Especialmente interesante es la definición del Índice de Zurich, índice riesgo que toma en cuenta el volumen tumoral inicial superior a 500 mL, histología no epitelial, PCR >30 y progresión tumoral durante el tratamiento con quimioterapia. Aquellos paciente que tengan tres o cuatro factores de riesgo tienen un mal pronóstico y no se beneficiarían de la cirugía extensa. Revista de Patología Respiratoria Vol. 18 Supl. 1 - Abril 2015 Indicaciones de cirugía de resección en MPM La mayoría de los cirujanos torácicos están de acuerdo en que la resección verdaderamente completa es imposible de alcanzar en MPM26. La recomendación principal es ofrecer el tratamiento quirúrgico a aquellos pacientes cuyo pronóstico vaya a ser mejor que con un tratamiento no quirúrgico15. Todas los grupos están de acuerdo en que la cirugía debe abandonarse si existe progresión durante el tratamiento de inducción. Mientras que Sugarbaker3 remarca que hay una falsa percepción de que la pleurectomía y la EPP son intervenciones intercambiables, Flores sugiere que debe existir necesariamente un beneficio en realizar diferente procedimiento para diferentes estadios clínicos, de manera que para controlar la enfermedad, en caso de existir algún tipo de infiltración pulmonar, exige algún tipo de resección del mismo. Por ello, según Weyant28 es demasiado pronto para abandonar completamente la EPP dado que pueden existir pacientes en los que la potencial recompensa supere el riesgo del procedimiento. Aunque la EPP como tratamiento aislado no puede evitar la recurrencia, los únicos pacientes largos supervivientes en la literatura son aquellos tratados con EPP como parte de un tratamiento multimodal. Por ello, podemos concluir que algunos pacientes se podrán beneficiar de la pleurectomía y otros de la EPP. Así, se podría afirmar que la P/D mejora la supervivencia de aquellos pacientes con enfermedad que no infiltra el pulmón ni las cisuras y siempre que se pueda eliminar todo el tumor visible. La EPP estaría reservada para pacientes con abundante masa tumoral, con afectación de la pleura cisural, en estadios más avanzados, siempre que el paciente tolere la neumonectomía. En casos de invasión de pared o función pulmonar pobre la resección puede paliar la sintomatología. En los casos en los que la sintomatología origina una severa alteración de la calidad de vida, la EPP podría ser útil al producir una mejoría mayor y más rápida de la sintomatología así como una mejoría en la calidad de vida, aliviando el dolor provocado por el tumor, y eliminando el efecto shunt del derrame pleural, que también altera la capacidad del pulmón contralateral14. Esto se confirmó en un estudio de Ambrogi quien en su estudio encontró que dentro de los tres primeros meses síntomas como el dolor, la disnea, tos, fiebre y pérdida de peso iban progresivamente mejorando. Igualmente mejoró la oxigenación, el test de los marcha de 6 minutos, FEVI y PS. Y los descensos de los volúmenes respiratorios FEV1 y FVC no fueron tan marcados como se esperaba. Para finalizar querría resaltar las diferentes recomendaciones en el manejo del MPM por las distintas asociaciones internaciones para su estudio. El IMIG (International Mesothelioma Interest Group) acuerda en la reunión que tuvo lugar en 2013 los siguientes puntos17: 1. Todo paciente con MPM deberá ser evaluado en un grupo multidisciplinar. S97 2. La estadificación clínica debe hacerse de manera completa antes de comenzar el tratamiento. 3. El tipo histológico deberá determinarse mediante biopsia tisular antes de iniciar el tratamiento. 4. La resección completa macroscópica y el control de la enfermedad micrometastásica son las metas principales del abordaje multimodal. 5. La cirugía citorreductiva solo se debe emprender cuando la resección completa sea “a priori” alcanzable. 6. El tipo de cirugía dependerá de factores clínicos (distribución de la enfermedad, factores pronósticos establecidos y evaluación preoperatoria) y de la experiencia de la institución donde se realice el tratamiento y de la experiencia y preferencia del cirujano, garantizándose unos resultados de morbimortalidad semejantes a los obtenidos en las series publicadas. El NCCN30 recomienda la resección quirúrgica en pacientes con estadios I-III, siempre y cuando la toleren. Los pacientes con una pobre función cardiopulmonar solo pueden superar una pleurectomía. En el resto de los casos es el cirujano el que ha de decidir. En el MPM epitelial precoz, sin afectación ganglionar recomiendan como primera opción la pleurectomía. Cuando exista invasión en profundidad en el parénquima solo se conseguirá la resección completa con EPP. Las guías de la ERS y ESTS del 201031 indican que existe escasa evidencia de la eficacia de la cirugía radical en MPM y que la recomendación de cirugía debe hacerse en el contexto de ensayos clínicos como parte de un tratamiento multimodal y restringido a centros especializados. Indican, además, que la pleurectomía no se debe plantear como un tratamiento con intento curativo. . Las guías australianas32 recomiendan que tan solo pacientes con buenos factores pronósticos deban ser considerados para tratamiento citorreductivo radical y siempre como parte de un abordaje multimodal y en instituciones con suficiente experiencia quirúrgica y elevado volumen de casos. ESMO33 apoya la cirugía en pacientes seleccionados, por cirujanos expertos, en el contexto de una evaluación multidisciplinaria y preferentemente como parte de un ensayo clínico. ESTS34 insiste en que la EPP solo debe realizarse en el contexto de ensayos clínicos, en centros especializados y como parte de un tratamiento multimodal. Conclusiones En general, la literatura actual no permite llegar a una conclusión acerca del procedimiento quirúrgico que debe ser recomendado. La elección del tratamiento debe realizarla el cirujano en base a la extensión de la enfermedad, a las comorbilidades del paciente y al tipo de tratamiento multimodal. La decisión final debe hacerse en virtud de la preferencia del paciente después de obtener una información completa acerca del procedimiento propuesto y sus alternativas. El tratamiento más radical posible asocia cirugía con radioterapia y quimioterapia. El problema es que tan solo un S98 pequeño porcentaje de pacientes pueden completarlo, bien por la iatrogenia que producen, bien por la progresión de la enfermedad. Bibliografía 1. Vogelzang NJ, et al. 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