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Artículo Original La Nefrología General, la Nefrología Pediátrica y la enfermedad renal crónica Rodolfo José Martini * *Doctor en Medicina y Cirugía. Universidad Nacional Córdoba (UNC). Especialista en Nefrología y Medio Interno. Centro Médico de Córdoba. Especialista en Nefrología Pediátrica. UNC. Correpondencia. E-mail: rjmartini@intramed.net.ar El Dr. David Gotlieb decía, un par de años atrás en una entrevista: "Hoy día, por razones económicas, los jóvenes hacen una residencia en Nefrología, entran en una guardia de Terapia Intensiva y si consiguen apoyo económico ponen un centro de diálisis y se convierten en técnicos de un procedimiento, dejando de lado lo más lindo que tiene la Medicina, que es la Clínica Nefrológica".1 La Nefrología General nació a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX como una rama de la Clínica Médica de la mano de Richard Bright, Volhard y Fhar y otros, quienes tenían el común denominador de ser grandes clínicos. A propósito de lo cual De Wardener decía: "El nefrólogo es un médico afortunado porque se encuentra a horcajadas entre la Clínica y la Nefrología". sustanciales en los equipos o sistemas de diálisis y que se difundirá la diálisis hogareña; y que la biotecnología nos propocionará mejores recursos para tratar la anemia, la enfermedad esquelética, el problema de las calcificaciones, de la intoxicación dialítica y, finalmente, nos permitirá obtener más órganos para trasplante a través de la manipulación de células madre, un procedimiento ya aprobado en algunos países centrales. Pero la trasplantología tampoco es la panacea, las acechanzas de pérdida del graft subsisten. Algunas están relacionadas con la medicación y otras con la falta de ella, ya sea por abandono o por dificultades en conseguirla, cosa que se ve frecuentemente en los países periféricos; la prueba de ello es que la enfermedad crónica del injerto se ha convertido en una importante causa de reingreso a diálisis. Las guerras del siglo XX con la consiguiente necesidad de terapia de reemplazo para atender las situaciones de fracaso renal agudo y el posterior incremento del número de pacientes con enfermedad renal crónica, relacionado con la mayor expectativa de vida, introdujeron un componente tecnológico que con el correr de los años mutó a la Nefrología General en una especialidad cada vez menos clínica y cada vez más técnica. En los comienzos del siglo XXI la enfermedad renal crónica se ha puesto en el centro del escenario nefrológico y aún más, excediendo el ámbito estrictamente médico, se ha convertido además en un problema sanitario, con grandes implicaciones éticas, sociales y económicas.2 Allá por los años 70, solo unos 35.000 pacientes con enfermedad crónica terminal tenían acceso a terapias sustitutivas en el mundo. A fines del 2003, los pacientes en diálisis alcanzaban la abultada cifra de 1.700.000, y todo hace pensar que la incidencia de enfermedad renal crónica continuará aumentado probablemente a un ritmo de 8 a 10% anual, semejante al crecimiento de la población mundial.3 Y si nos preguntamos por el futuro, quizás nos sintamos inclinados a pensar que la tecnología nos brindará adelantos Ahora bien, los innegables progresos científicos, que por cierto impactaron fuertemente sobre la Medicina y sobre la sociedad, no se han expandido equitativamente y sus "virtudes" están siendo cuestionadas. Mayor complejidad significa también mayores negocios y al respecto Julio Arostegui, en su obra "El mundo Contemporáneo, Historia y Problemas", nos alerta: …"la ciencia se ha convertido asimismo en objeto de empresas que producen una mercancía en competencia con otras. De los descubrimientos científicos pueden derivarse muchas veces negocios de enorme volumen, a partir de la pretensión de las empresas de monopolizar los resultados para su comercialización mediante la obtención de patentes. El caso paradigmático es la industria de los medicamentos".4 Esto debe hacernos reflexionar: La enfermedad renal crónica terminal no solo le está quitando el perfil clínico a la Nefrología sino que está devorando recursos pertenecientes a toda la comunidad. Por una parte nos obliga a transformarnos en ingenieros expertos en calidad del agua, en bioseguridad, en el problema del reúso, en el biofilm, y a convertirnos en burócratas en medio de cientos y cientos de planillas de la más diversa 64 La Nefrología General, la Nefrología Pediátrica y la enfermedad renal crónica índole. Nuestras unidades de diálisis son cada vez más grandes y más complejas, y nuestro tiempo para dialogar con nuestros pacientes es tanto más escaso. Delegamos cada vez más funciones y dependemos cada vez más de terceros. Por otra parte nos induce a exigir cada vez mayores recursos económicos de nuestros exangües sistemas de salud y de los cuales ni nosotros ni nuestros pacientes somos los reales beneficiarios. La National Health Expenditure calcula una erogación de 21 mil millones de dólares en el 2010 para afrontar los gastos de este grupo de población en los EE.UU., contra 16 mil millones que se gastaron en 1996.3,5 Y el Dr. Kher nos cuenta que en la India el 0,01% de la población (enfermos renales crónicos) consume casi un cuarto del gasto en salud.6 Es decir, el gasto crece y además genera inequidad. ¿Dónde van a parar los recursos? El mundo entero está conmovido por esta problemática, y la necesidad de reducir la incidencia de la enfermedad renal crónica se ha convertido en algo así como una verdadera "cruzada", especialmente en los países periféricos. En el 2003, Schieppati y Remuzzi 7 escribían: "El sueño de no más diálisis es aun un largo sueño, pero los nefrólogos están haciendo lo mejor para reducir el número de pacientes que llegan a enfermedad renal terminal. Parece paradójico que los nefrólogos, probablemente los únicos entre sus pares, estén trabajando fuertemente para reducir su propio negocio". Al respecto, ISN News ha puesto en marcha el Programa para la Detección y Manejo de la Enfermedad Renal Crónica, Hipertensión, Diabetes y Enfermedad Cardiovascular.3 En 2005, en Chile se llevó a cabo un encuentro sobre "Estrategias de Prevención de la Enfermedad Renal Crónica en Latinoamérica: Una estrategia para la próxima década" promovido por SLANH con el apoyo de la Organización Panamericana para la Salud y, simultáneamente, otro encuentro en México sobre "Enfermedad renal en grupos minoritarios, con énfasis en América", donde se plantearon diversas ponencias sobre la prevención de la enfermedad renal crónica en el adulto. En Argentina ya está aprobado el programa de Salud Renal como una forma de prevención secundaria, pero limitado exclusivamente a los adultos. Por su parte, Brenner y cols.8 proponen avanzar a la prevención primaria de la enfermedad crónica en el adulto mediante la determinación de microalbuminuria en poblaciones de riesgo aun sin enfermedad renal declarada. Tanto la prevención primaria como la prevención secundaria de la enfermedad renal crónica en el adulto se basan en la nefroprotección. Pero la nefroprotección es un complejo conjunto de medidas que no siempre resultan fácilmente aplicables, desde el momento que implican cambios de hábitos. Los regímenes bajos en proteínas para nuestra población de clase media y alta son de dudoso cumplimiento y suena a cinismo recomendar a un marginado comer poca carne. La nefroprotección con IECA resulta útil en tanto y en cuanto se logre hacerla por tiempos prolongados. ¿Pero dispondremos de ilimitados recursos y lograremos que nuestros pacientes cumplan con regularidad la indicación? ¿Y a lo largo de cuánto tiempo? ¿No es por otra parte peligroso su uso prolongado en una mujer sexualmente activa sabiendo sus efectos nocivos para el feto? Nos preguntamos entonces: ¿No deberíamos comenzar la prevención de la enfermedad renal crónica del adulto en etapas más tempranas de la vida? Veamos: en los congresos de Nefrología se mencionan sistemáticamente como causas primordiales de enfermedad renal crónica en el adulto la diabetes tipo II y la HTA. Se dice además que existe un grupo grande de pacientes en los cuales no se puede determinar la enfermedad originaria ni el historial del paciente, y que éstos son derivados tardíamente al nefrólogo. Es más, un buen número de casos de enfermos crónicos son detectados en las salas de Terapia Intensiva, donde llegaron por alguna complicación. ¿Qué pasó en la vida de ese individuo antes de llegar a la edad adulta? ¿O es que el paciente no tuvo infancia? Los mismos grandes progresos científicos mencionados anteriormente nos ofrecen una buena alternativa: los mejores conocimientos de la genética y de la biología molecular, junto con importantes estudios epidemiológicos, nos han acercado de una manera cada vez mas precisa al reconocimiento de los orígenes de la enfermedad humana .Y la enfermedad no comienza cuando nosotros creemos. Gracias a los brillantes aportes de David Barrer, 9 sabemos actualmente que la hipertensión arterial, la diabetes tipo II, la enfermedad cardiovascular y aun otras patologías pueden vincularse a defectos ocurridos en etapas tan tempranas de la vida como la época embrionaria. El bajo peso de nacimiento ha sido vinculado con hipertensión arterial en la edad adulta, y el catch up dentro del primer año de vida con diabetes tipo II.10,11 Amman y cols., 12 basándose en la llamada hipótesis de Brenner-Barker, puntualizan la influencia de los defectos en la nefrogénesis y el aumento indebido en el peso en las primeras etapas de la vida como factores de riesgo de hipertensión arterial, enfermedad cardiovascular y síndrome X. La 65 Volumen IV - Número 2 - Año 2006 nefrogénesis defectuosa estaría vinculada con déficit nutricionales, vitaminicos, drogas o hiperuricemia materna. Aquellos individuos que a su vez tienen una fuerte carga genética de hipertensión arterial y diabetes, o que desarrollan obesidad precozmente en su vida, son también individuos de riesgo. Si a ello le sumamos el hábito de fumar, el consumo indiscriminado de AINE en forma prolongada y la exposición a tóxicos, es posible entender que un número grande de individuos y desde edad muy temprana pueden desarrollar enfermedad renal crónica o estar expuestos a desarrollarla a lo largo de su vida en forma absolutamente silenciosa. Hay un nuevo camino hacia una prevención más efectiva de la enfermedad renal crónica en el adulto. Y aparece entonces la necesidad de convocar a la Nefrología Pediátrica. Una especialidad que nació como una rama de la Pediatría, de la mano de Pierre Royer, Rene Habib, Jack Metcoff, y de Gustavo Gordillo Paniagua y Carlos Gianantonio, en Latinoamérica. Tambien con un perfil eminentemente clínico. Tomando en cuenta las enseñanzas del gran maestro de la Pediatría Argentina, Carlos Gianantonio, quien sostenía que la primera gran tarea del pediatra era cuidar la salud del niño, podríamos decir modestamente que la primera gran tarea de la Nefrología Pediátrica por estas épocas es la de cuidar los riñones desde la edad fetal y la de contribuir a prevenir la enfermedad renal crónica en la vida adulta. En primer lugar, detectando poblaciones de riesgo: 1. Niños de bajo peso al nacer y posterior tendencia al sobrepeso en etapas precoces de la vida, o niños con fuerte carga familiar de diabetes e hipertensión arterial . 2. Niños con alteraciones del sedimento urinario. Si bien los beneficios de los screenings sistemáticos son discutibles, años atrás la llamada "Semana de la salud renal" que llevó a cabo la Sociedad de Nefrología permitió detectar numerosos casos de enfermedad renal silente en niños y jóvenes. Experiencia similar se ha comunicado recientemente en Bolivia.13 3.Niños con sobrepeso y/o dislipemia: en un brillante trabajo premiado poco antes de su muerte y publicado a posteriori,14 el Dr. Alberto Lubetkin nos alertó sobre el aumento de la incidencia de hipercolesterolemia en jóvenes escolares de la provincia de Córdoba. Ello demuestra que no está lejano el tiempo en que los pediatras nos enfrentemos también con la obesidad y el síndrome X. En segundo lugar, fomentado las acciones de prevención primaria: En la Nefrología Pediátrica es más fácil reconocer el origen de la enfermedad renal crónica, y en su mayoría se trata de 66 malformaciones asociadas con infección urinaria, hipodisplasias, nefropatía por reflujo, hialinosis segmentaría u otras glomerulopatías y, particularmente en Argentina, el síndrome urémico hemolítico. Alguna de estas causas, como el síndrome urémico hemolítico,15 son las que después de largos períodos de tiempo silencioso se borran en la memoria del paciente y se convierten en causas de "origen desconocido". A su vez, en la mayoría de estos casos pueden llevarse a cabo acciones de prevención primaria. Herramientas como el diagnóstico antenatal, las acciones de promoción de la salud y hábitos alimentarios correctos, la prevención de infecciones, de enfermedades por contaminación alimentaria, la prevención del alcoholismo, el tabaquismo y la drogadicción son tareas eminentemente pediátricas, y corresponde a los nefrólogos pediatras estimularlas. Es bien conocido el logro de una reducción sustancial del número de casos de glomerulonefritis posinfecciosa en los países centrales y de que en algunos países como Suecia se ha conseguido disminuir significativamente la aparición de enfermedad renal crónica secundaria a la nefropatía por reflujo. En tercer lugar, acompañando a sus pacientes más allá de la infancia. La Nefrología General y la Nefrología Pediátrica tuvieron un origen diferente, siguieron por caminos diferentes y continúan teniendo escaso contacto. Un residente en Nefrología General y un residente en Nefrología Pediátrica no comparten experiencias ni asisten a los mismos Congresos. Pareciera que los nefropediatras no sabemos o no queremos ver más allá de la pubertad y que para los nefrólogos generales la vida empieza a los 21. Es innegable que entre la edad pediátrica y la edad adulta hay una brecha, la adolescencia y la adultez temprana, en la cual sanos y enfermos se sienten poco predispuestos a la consulta médica. El concepto de salud y enfermedad es diferente para nosotros que para el paciente. Para quien se siente sano, la consulta no es una exigencia. Y para quien se sabe enfermo, en la medida que esté asintomático, no tiene o no quiere tener percepción de enfermedad. No siempre está dispuesto a la consulta, más aun si se le plantean dificultades económicas, largas distancias por recorrer, largas esperas, pérdidas laborales o de estudio, y altos costos. Cambiar de médico o de hospital es, las más de las veces, traumático y termina en abandono del seguimiento, porque el paciente siente que lo "abandonaron". El problema de la transferencia del paciente ha sido muy bien planteado por el Dr. Eduardo Lentini.16 Refiriéndose a la transición de los jóvenes adultos con fibrosis quística de La Nefrología General, la Nefrología Pediátrica y la enfermedad renal crónica páncreas desde un centro pediátrico a los hospitales de adultos, propone la continuidad de la atención ambulatoria en hospitales pediátricos independientemente de la edad del paciente en tanto y en cuanto éste no requiera internación. Una transferencia intempestiva no puede tener buena aceptación del paciente porque vulnera el principio básico de la medicina acerca de la relación médico-paciente. El acompañamiento y la contención del paciente reconocido como portador de enfermedad renal crónica hasta su adultez es también responsabilidad de la Nefrología Pediátrica. Acciones programadas de protección renal sobre ese individuo evitan el abandono del seguimiento con su consecuencia de sorpresivas complicaciones de agravamiento por comorbilidad, reducen la necesidad de internaciones y de terapias de emergencia y llevan al individuo, en caso de requerirlo, a un programa de tratamiento sustitutivo mejor programado y con menores costos. ficación (malos controles, tratamientos insuficientes). Los nefrólogos debemos saber que antes de serlo y de tener nuestro propio centro de diálisis, como parece la aspiración de todos según lo puntualiza muy bien el Dr. Gotlieb, somos ciudadanos que además de velar por la salud de nuestros semejantes tenemos la obligación de cuidar los escasos recursos disponibles en nuestros países y la equidad del gasto. Además, si mediante una labor conjunta logramos reducir la incidencia de la enfermedad, podremos rescatar el perfil clínico con que fueron creadas ambas ramas de la Nefrología y ofrecerles a nuestros residentes un futuro más amplio que una sala de diálisis. Bibliografía En 1998, en el Editorial de la revista Nefrología Mediterránea, editada por la Sociedad de Nefrología de Córdoba, decíamos que las fronteras entre la Nefrología del niño y la Nefrología del adulto eran difíciles de precisar.17 Hoy más que nunca nos parece imprescindible que los nefrólogos de los niños y los nefrólogos de los adultos discutamos este problema sobre la base de que estamos viendo al mismo individuo en distintas etapas de su vida; esto nos lleva a proponer una visión lineal, que llamamos Nefrología Lineal, la cual se extendería desde la edad fetal hasta el anciano y centraría los mayores esfuerzos de prevención en el comienzo de la vida, entendiendo como tal el momento de la gestación. Para esto es necesario un cambio en la educación de las futuras generaciones de nefrólogos, que disipe la compartimentalización actual de la Nefrología y rescate la importancia de la clínica nefrológica de una manera integral. Estas futuras generaciones tendrán la tarea llamar la atención de obstetras y neonatólogos en el cuidado del producto de la gestación; de los pediatras y clínicos en la pesquisa de poblaciones de riesgo y en la búsqueda precoz de la enfermedad con la toma sistemática de la TA, la detección de malformaciones y alteraciones urinarias; de la comunidad, sobre el cuidado de su "salud renal"; y de las autoridades, porque nuestra tarea tampoco tendrá éxito si no va acompañada del requisito primario que significa la lucha contra la pobreza y la marginalidad y en favor de la promoción de la salud, la eliminación de factores de riesgo de enfermedad renal (alimentación inadecuada, infecciones, drogas y tóxicos) y el acceso precoz y rápido a la atención medica en todos los niveles para evitar el diagnóstico tardío y la croni- 1. Manzor DN. Historia de la Nefrología. Revista de Nefrología, Diálisis y Transplante 2004,24(4):183. 2. Radharmshnan J. 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