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GRUPO DE INVESTIGACIÓN: “CUERPO-MENTE” IMPORTANCIA DE FACTORES PSICOLÓGICOS EN EL DOLOR ASOCIADOS AL CÁNCER Y OTROS PROBLEMAS DE SALUD Dra. Claudia Gutiérrez Sida Facultad de Psicología Universidad Veracruzana Dr. Benjamín Domínguez Trejo Facultad de Psicología UNAM En 1987 en la Facultad de Psicología de la UNAM, se constituyó el Grupo: “Mente-Cuerpo”, por iniciativa del Dr. Benjamín Domínguez Trejo, quien desarrolló la línea de investigación: modulación emocional del dolor. El grupo ha incursionado en diferentes escenarios; Hospital General de México, Centro Médico Nacional “20 de Noviembre” ISSSTE, Facultad de Psicología UNAM, estudiando el problemas dolor crónico en relación con de Estrés Pos-traumático, Sueño, Dolor posoperatorio, sobrevivientes de cáncer; Universidad Veracruzana y Asociación AHTECA AC, sobre dolor crónico y estrés en enfermos con cáncer; Universidad de Querétaro, sobre el control de dolor en niños; Universidad de Aguascalientes, sobre dolor músculo esquelético, entre otras, además ha establecido reuniones de intercambio académico con diferentes investigadores en el extranjero, que cuentan con laboratorios de investigación de alta tecnología: Dr. Stephen Porges, y Dra. Sue Carter del Brain-Body Center de la Universidad de Illinois en Chicago, el Dr. Luis García Larrea, del Hospital de NeuroQuirurgico de Lyon, Francia, el Dr. James Pennebaker, de la Universidad de Texas en Austin, y con la Dra. Mary W. Meagher de la A&M Texas University. Con la Dra. Meagher se realizó un encuentro Binacional de tipo académico entre estudiantes del doctorado en psicología UNAM y A&M Texas University en College Station, Texas. El tema central fue: factores emocionales en el estudio y tratamiento del dolor crónico (DC): La línea de investigación sobre el DC se apoya en trabajos de: Pennebaker, 1985; Critchley, et al., 2004; Schwartz, 1995, quienes han recopilado evidencia de una “disociación entre la respuesta verbal y autonómica frente a experiencias de estrés o afectividad negativa”, contribuyendo a una incapacidad para percibir con precisión los cambios en los procesos orgánicos dentro del cuerpo ("interocepción"), lo que puede influir en el desarrollo de enfermedades crónicas. Se ha identificado que variables psicológicas como: creencias y estilos de afrontamiento desadaptativo representados por la rumiación, inhibición emocional y emociones “negativas”: ira, estrés, miedo, ansiedad, tristeza median los cambios físicos (nocicepción) y del funcionamiento cognitivo-emocional asociados al DC. En investigaciones actuales, el componente emocional sigue siendo el foco principal como mecanismo regulador del DC, cuyo método de medición es el monitoreo no-invasivo en tiempo real de respuestas autonómicas: temperatura periférica bilateral, electromiografía de superficie, variabilidad de la frecuencia cardiaca, y más recientemente de la medición de la Interleucina 6 en saliva o sangre, dentro de un modelo multidisciplinario teórico integrativo. Esta línea de investigación se apoya en el desarrollo teórico y tecnológico de la psicología del dolor: la Teoría Polivagal de Stephen W. Porges, (2001; 2007) sustentada en un modelo evolucionista, la teoría de la Revelación Emocional de James W. Pennebaker (1985;1995;1997) en contraposición a la inhibición “activa” de las emociones “negativas”, La teoría del estrés, emociones negativas y su relación con la exacerbación del dolor de Mary W. Meagher, et al. (2001) y la Teoría de la Mente de Antonio Damasio (2006) basada en los procesos cognitivo-linguísticos y sensitivo-emocionales. La teoría polivagal (Porges, 2001) ha propuesto las siguientes premisas: el Involucramiento social y las conductas de defensa son respuestas provocadas por la “neurocepción” (detección sin consciencia) del nivel de riesgo en el medio ambiente. Para cambiar de manera efectiva las respuestas defensivas hacia las estrategias de participación social, el sistema nervioso (SN) de un paciente con dolor crónico (DC) debe realizar dos acciones: (1) evaluar los riesgos, y (2) si el medio ambiente se ve seguro, impedirá las reacciones primitivas defensivas como luchar, huir, o inmovilizar. La mayor parte de esta secuencia implica el décimo par craneal, (el vago mielinizado) que surge del tallo cerebral, inervando los músculos estriados de la cara, laringe, oído interno, corazón; esto significa que nuestras herramientas socio-emocionales juegan un papel central como un componente regulador del funcionamiento social y emocional. Justamente estas herramientas socio-emocionales se ven afectadas en los pacientes que sufren de DC. Porges (2001), ha descrito que la forma de responder social y emocionalmente a otro ser vivo es regulada por nuestro Sistema de Involucramiento Social (SIS) mediado por la presencia del vago mielinizado. Comprender y evaluar los grados del (SIS) en pacientes con DC a través de marcadores autonómicos (VFC) permiten documentar el porcentaje de actividad simpática y parasimpática que predomina. Usar marcadores autonómicos para el estudio del funcionamiento emocional (Schwerdtfeger, 2004) con tecnología cada vez más asequible es una ventaja clínica importante. Se utiliza para el estudio objetivo de emociones negativas como ira, estrés o tristeza asociados a una reducción de control autonómica del corazón (Porges, 2006; Domínguez y Olvera, 2006). De los trabajos realizados con población oncológica, se mencionan dos: 1) En 2007, Gutiérrez-Sida y Dominguez-Trejo un estudio de casos, descriptivo con 5 pacientes entre 17 y 62 años con experiencias previas de DC y cáncer, se les aplicaron diferentes técnicas de relajación, con un diseño de medidas repetidas para estudiar variaciones entre participantes y entre condiciones. Los resultados indicaron que tres de los cinco pacientes que recibieron técnicas psicológicas expresaron reducción en la intensidad percibida de dolor y estrés, lo que confirmó que la experiencia de dolor conlleva interacciones complejas de tipo no lineal entre las funciones autonómicas y los procesos cognitivo-conductuales. Se comprobó que en los cinco pacientes el estilo de afrontamiento al dolor y el estrés desempeñó un papel importante en la percepción de aumento o disminución de la intensidad de su dolor. Los resultados reflejan un hecho en común: las condiciones emocionales tienen un papel importante en la percepción del dolor, aliviando o empeorándolo. 2) El segundo trabajo, Gutiérrez-Sida y Domínguez-Trejo (2013) un estudio de casos de 8 mujeres con cáncer de mama post mastectomía, cuyo propósito fue identificar los mecanismos y evaluar la influencia de la revelación emocional escrita (REE) sobre la percepción del dolor y el estrés, así como, conocer las tendencias y magnitud de cambios psicofisiológicos post intervención, los resultados indicaron que, no se encontraron diferencias significativas en las variables de respuestas autonómicas atribuibles al tratamiento, pero las 8 pacientes mostraron beneficios posteriores a la escritura emocional y 6 de ellas a lo largo del seguimiento. Los cambios fisiológicos de cada paciente sugieren una congruencia entre su percepción subjetiva del dolor y el estrés y las emociones generadas a través de la expresión escrita (Creech, et al. 2011), la REE mostró su efectividad al monitorearse el tono vagal o sinus de arritmia respiratoria (SAR), consistente en variaciones entre los latidos cardiacos controlados por el nodo sinoartrial en las dos ramas del sistema nervioso autónomo: simpático y parasimpático, encontrándose una modulación del SAR tras la escritura (O’Connor et al, 2005). La adaptación de la tasa cardiaca medió los efectos de la REE con disminución de los síntomas físicos así como un mayor uso de palabras con expresión emocional. En conclusión, las respuestas físicas y psicológicas de las pacientes después de la REE expresaron mejoría como ha sido el caso en otros estudios (Langens & Schuler, 2007; Low, Stanton& Danoff-Burg, 2006; Stanton, et al., 2000; Sloan & Marx, 2006). Futuras investigaciones con muestras aleatorizadas, controladas podrían orientarse hacia la identificación de los mecanismos subyacentes a la REE y fortalecer los hallazgos para determinar la participación de la regulación autonómica a través de las respuestas de la VFC y la expresión emocional escrita. REFERENCIAS Caudill, M.A. (2002). Managing pain before it manages you. New York: The Guilford Press. Creech, S.K., Smith, J., Grimes, S.J. y Meagher, M.W. (2011). Written emotional disclosure of trauma and trauma history alter pain sensitivity. Journal Pain, 12(7), 801-810. Critchley, H., Wiens, S., Rothstein, P., Ohman, A. & Dolan, R. (2004). Neural systems supporting interoceptive awareness. Nature Publishing Group. http://www.nature.com/natureneuroscience Chapman, R. y Turner, J. (2003). Aspectos psicológicos del dolor. En J. Loeser (Comp.): Bonica terapéutica del dolor, 3ª ed., vol. 1, p. 216). México: McGraw-Hill. Damasio, A. (2006/1994). Descartes' error: emotion, reason and the human brain. London: Vintage. Domínguez, B. y Olvera, Y. (2006). “Estados Emocionales Negativos, Dolor Crónico Y Estrés”. La teoría polivagal como substrato clínico. Ciencias, UNAM, 82, pp. 67-75. Gutiérrez, Sida, C & Domínguez-Trejo, B. (2007). Dolor prolongado en enfermos con cáncer: Intervención psicológica. Psicología y Salud, 17, (2): 207-218, JulioDiciembre del 2007. Gutiérrez, Sida, C & Domínguez-Trejo, B. (2013). Mecanismos subyacentes a la revelación emocional ante dolor y estrés en mujeres con cáncer de mama mastectomizadas. Psicología y Salud, 23, (2): 171-182. Julio-Diciembre 2013 Langens, T. A. & Schüler, J. (2007). Effects of written emotional expression: The role of positive expectancies. Health Psychology. 26 (2): 174-182 Low, C. A., Stanton, A. L., & Danoff-Burg, S. (2006). Expressive disclosure and benefit finding among breast cancer patients: Mechanisms for positive health effects. Health Psychology, 25(2), 181-189. 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