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Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Evaluación del paciente con dislipemia Gerardo Damián Elikir Médico especialista en Clínica Médica y certificado en Hipertensión Arterial por la Academia Nacional de Medicina Médico, docente e investigador en Lípidos y aterosclerosis Director del Consejo de Aterosclerosis y Trombosis Ex Presidente de la Sociedad Argentina de Lípidos Objetivos • • • • Conocer los objetivos del tratamiento normolipemiante Evaluar el riesgo Establecer metas terapéuticas Definir umbrales de acción Contenidos Introducción ................................................................................................. 2 Epidemiología de la enfermedad cardiovascular y de las dislipemias ............................ 2 Distribución de la enfermedad cardiovascular ................................................................. 2 Causas de enfermedad cardiovascular ........................................................................... 3 Lípidos y enfermedad coronaria .................................................................................. 3 Prevalencia de la hipercolesterolemia .......................................................................... 4 Evaluación clínica de los pacientes con dislipemia .................................................. 5 Objetivos............................................................................................................... 5 Riesgo................................................................................................................... 6 Evaluación del riesgo ...................................................................................... 6 Objetivos terapéuticos .............................................................................................. 7 Categorías de riesgo ................................................................................................. 9 Metas ........................................................................................................ 10 Umbrales de acción ...................................................................................... 11 Examen Clínico del paciente con dislipemia ........................................................ 12 Anamnesis ............................................................................................................ 13 Examen físico ........................................................................................................ 13 Estudios complementarios ........................................................................................ 13 Biología molecular .................................................................................................. 14 Conclusiones ............................................................................................... 14 Bibliografía ................................................................................................. 15 Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 2 Introducción La enfermedad cardiovascular (ECV) constituye la primera causa de muerte en Argentina. Cerca de la mitad de los casos corresponde a enfermedad coronaria tanto fatal como no fatal, la cual reconoce como etiopatogenia a la aterosclerosis. La asociación entre colesterol y ECV está bien establecida, en especial entre la concentración de colesterol transportado por las lipoproteínas de baja densidad (C-LDL) y las formas clínicas de las arteriopatías ateroscleróticas como el infarto agudo de miocardio, la enfermedad vasculoencefálica de grandes vasos y otras manifestaciones de la enfermedad vascular periférica. Para prevenir las enfermedades cardiovasculares en el paciente con dislipemia el objetivo primario del tratamiento es el C-LDL y el enfoque diagnóstico y terapéutico está regido por el nivel global de riesgo cardiovascular. La evaluación del riesgo se realiza mediante la semiología y los estudios complementarios tanto bioquímicos como de imágenes. Esta información, junto con la determinación de la presencia de dislipemias secundarias (ver “Clasificación y diagnóstico de las dislipemias”), se utiliza para definir la necesidad y la intensidad del tratamiento hipolipemiante. Algunos de los factores que se toman en consideración al momento de determinar el riesgo del paciente con dislipemia, son asimismo objeto de intervención, en especial la hipertensión arterial (HTA), el tabaquismo y la diabetes mellitus. El tratamiento específico de las diferentes dislipemias siempre incluye la implementación de modificaciones terapéuticas del estilo de vida que comprenden las intervenciones tendientes a implementar una nutrición saludable, alcanzar el peso corporal adecuado, practicar actividad física en forma regular, abandonar el tabaquismo y aliviar los factores psicosociales, entre otras medidas. Algunos pacientes también requerirán fármacos normolipemiantes para alcanzar niveles lipídicos adecuados al caso. Bajo ciertas condiciones estos fármacos también pueden ser indicados en personas con niveles lipídicos considerados normales para reducir su riesgo cardiovascular. Epidemiología de la enfermedad cardiovascular y de las dislipemias Distribución de la enfermedad cardiovascular En Argentina la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte entre la población adulta según cifras difundidas por el Ministerio de Salud de la Nación (MSAL, 2005). Estas cifras muestran que en el año 2004 la tasa de mortalidad total para todo el país y ajustada por edad fue de 723 muertes cada 100.000 habitantes (Tabla 1). Esta tasa, mayor en varones que en mujeres, tuvo una distribución geográfica no homogénea, siendo más elevada en la región centro (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos) y noreste (Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones) que en el resto del territorio argentino. Al analizar la mortalidad total según las causas, se puede deducir que ese año cerca de 80.000 personas fallecieron debido a enfermedades cardiovasculares, lo que representa una tercera parte del total. Esta proporción se mantuvo constante a lo largo de casi todas las regiones del país, con la única excepción de la región noroeste. Allí, la mortalidad de causa cardiovascular tuvo una menor incidencia relativa y representó menos de una cuarta parte de la mortalidad total. Haciendo el análisis por género, se observa que la proporción entre la mortalidad de causa cardiovascular y la mortalidad total en las mujeres y en los hombres es similar, si bien las cifras absolutas son menores en las mujeres. Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 3 Ya analizando las enfermedades cardiovasculares con más detalle se observa que predomina la enfermedad cardíaca isquémica la cual representa más del 37% de las muertes por causa cardiovascular. En segundo lugar se ubican las enfermedades vasculoencefálicas, que dan cuenta de otro 25% (OMS, 2004). Haciendo el análisis por género, la proporción de muertes de causa cardiovascular es similar en ambos géneros, si bien la mortalidad total es menor en las mujeres. Tomando estas cifras en su conjunto, se puede concluir que durante el año 2004 las enfermedades cardiovasculares en la Argentina acarrearon, en promedio, una pérdida de 88 años de vida cada 10.000 habitantes. Causas de enfermedad cardiovascular Para conocer en profundidad las complejas relaciones entre los diversos componentes del riesgo se han realizado diversos estudios como Framingham, PROCAM, MRFIT, INTERHEART y otros. Algunos Factores de riesgo coronario, como la edad, el género, el colesterol, los niveles de colesterol transportado por las HDL (C-HDL), el tabaquismo, la HTA y la herencia, se consideran mayores o independientes y se diferencian de otros factores que fueron denominados predisponentes o condicionantes debido a que su contribución independiente no pudo ser demostrada hasta el momento. Dentro de esta última categoría se incluyen los niveles de triglicéridos, la obesidad, la inactividad física y otros. Además del valor predictivo de algunas mutaciones genéticas causales de enfermedad cardiovascular, últimamente también se reconoce la contribución de los polimorfismos genéticos para completar el panorama. Lípidos y enfermedad coronaria Existe una relación continua y directa entre la arteriopatía coronaria y las concentraciones de colesterol, principalmente con el colesterol transportado por las lipoproteínas de baja densidad (ver “Características de las principales lipoproteínas”). Esta relación se observa entre diferentes poblaciones y regiones y es independiente de otros factores tales como género, tabaquismo, edad y otros. Cerca de la mitad de los infartos agudos de miocardio (IAM) puede atribuirse a la presencia de dislipemia. Según el estudio INTERHEART-LA, realizado en pacientes de diferentes países de Latinoamérica incluyendo a la Argentina, el 41% de los infartos agudos de miocardio (IAM) podía atribuirse a dislipemia, definida en este estudio como el cociente ApoB/ApoA (Lanas, 2007). Esta proporción fue mayor en las mujeres que en los hombres (47% vs 36 %, respectivamente). Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 4 En términos generales, se estima que por cada incremento del 1% de las concentraciones de colesterol total aumenta entre 2% y 3% la incidencia de mortalidad por causa de enfermedad coronaria y las personas con colesterol elevado tienen un riesgo 2 a 3 veces mayor de padecer un evento coronario que las personas con niveles normales de lípidos. Esta relación puede revertirse cuando se reducen los niveles de colesterol y es la principal justificación del tratamiento hipolipemiante. Esta relación significa que, según los principios de causalidad de Bradford Hill, las elevaciones de colesterol pueden considerarse una causa modificable de enfermedad coronaria, más que un simple “factor de riesgo”. Los niveles de C-HDL también tienen una relación continua con la enfermedad coronaria, pero esta relación es inversa: a medida que los niveles de C-HDL son mayores, menor es la incidencia de enfermedad coronaria. Además de considerarse independiente, esta relación tiene una fuerza de asociación aún mayor que la del colesterol total: por cada 1% de disminución de los niveles de C-HDL se observa un aumento del 3% en la incidencia de mortalidad por causa de enfermedad coronaria. Si bien esta afirmación es fácil de reconocer en los estudios observacionales como Framingham, el problema radica en que el uso de fármacos que incrementan los niveles de C-HDL no permite recorrer esta relación en el sentido inverso. Esta aparente falta de efecto de los fármacos que modifican el C-HDL es la base para la gran discusión que en la actualidad domina los estrados internacionales sobre este tópico, en particular desde el fracaso clínico de dos fármacos inhibidores de la proteína de transferencia de ésteres de colesterol (CETP). Los niveles de triglicéridos (TG), si bien muestran una asociación directa con la enfermedad coronaria, está lejos de ser demostrado que su contribución sea independiente. Por ejemplo, si se ajustan los niveles de TG por la presencia de otros factores de riesgo, la fuerza de la asociación se atenúa y si se consideran además los niveles de C-HDL, la relación se pierde. Esto significa que la contribución de los TG al riesgo “depende” de las modificaciones de las lipoproteínas (HDL y LDL) que se observan en los pacientes con hipertrigliceridemia. De nuevo, la actividad aumentada de la CETP en estas situaciones podría tener un papel metabólico relevante (ver el apartado “Proteínas transportadoras de lípidos”). Más aún, la relación entre triglicéridos (TG) y enfermedad coronaria se pierde en gran medida cuando los niveles de TG exceden los 800 mg/dl. Sin embargo hay que considerar que la aterosclerosis es un fenómeno mediado por lipoproteínas más que por lípidos aislados y en las hipertrigliceridemias severas por lo general están incrementadas las lipoproteínas ricas en TG más grandes, como son las VLDL y los quilomicrones, las cuales son menos aterogénicas. Por último, hay que mencionar un tipo particular de lipoproteína, la lipoproteína (a) (Lp(a)) muy aterogénica y que ha sido considerada un factor de riesgo cardiovascular por muchos años. Si bien no se conoce su función, y por tanto sus niveles necesarios, se reconoce que por encima de 30 mg/dl aumenta el riesgo aterotrombótico de enfermedad cardiovascular. Prevalencia de la hipercolesterolemia Se calcula que en la Argentina uno de cada cinco adultos tiene hipercolesterolemia pero es más frecuente en personas con enfermedad coronaria. Según datos del estudio REDIFA, realizado en la Argentina en el año 2002, la prevalencia de hipercolesterolemia en población general es cercana al 17% (Ciruzzi, 2002). Más recientemente, el estudio Carmela, encontró en hombres y mujeres de entre 25 y 64 años de la ciudad de Buenos Aires una prevalencia de dislipemia, del 18,7 %, siendo esta algo mayor en hombres que en mujeres (19,6 y 17,8%, respectivamente) (Schargrodsky, 2008). La prevalencia de hipercolesterolemia encontrada entre pacientes hospitalizados por un evento coronario en el estudio PRESEA fue de 50% (PREvención SEcundaria en Argentina).Estos datos en conjunto nos muestran que, tal como sucede en otros países del mundo, en nuestro país las dislipemias tienen una gran relevancia en la salud de la población, debido a que son muy prevalentes y se atribuyen una proporción considerable de las enfermedades cardiovasculares, en particular de la arteriopatía coronaria. El C-LDL es el principal componente lipídico del riesgo coronario y por esta razón es el principal objetivo del tratamiento normolipemiante para reducir la carga de morbimortalidad relacionada. Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 5 Evaluación clínica de los pacientes con dislipemia Como fue mencionado previamente, la orientación diagnóstica y terapéutica en los pacientes con dislipemia se basa en la evaluación del nivel global de riesgo cardiovascular. Para determinar el riesgo de un individuo existen diversas guías de tratamiento de las dislipemias. En términos generales, estas guías orientan al médico tratante en la realización de cuatro tareas relacionadas entre sí (ATP III, 2001; Catapano, 2011; Perk, 2012; Anderson, 2013): Determinación de los objetivos de tratamiento (¿Qué?) Evaluación del riesgo (¿A quién?) Establecimiento de metas (¿Cuánto?) Definición de umbrales de acción (¿Cuándo?) Objetivos La finalidad del tratamiento hipolipemiante es: 1. Disminuir de la morbi mortalidad total de causa cardiovascular 2. Prevenir de la pancreatitis aguda asociada a hipertrigliceridemia severa La evidencia que sustenta la asociación entre el colesterol, en especial el colesterol transportado por las LDL (C-LDL), y la enfermedad coronaria es más robusta que la evidencia relacionada con los otros componentes del perfil lipídico, tanto en términos epidemiológicos y farmacológicos como históricos, por lo que, con la finalidad de disminuir la morbi mortalidad de causa cardiovascular, se considera al C-LDL como el objetivo primario del tratamiento hipolipemiante y la meta a alcanzar depende del nivel basal de riesgo. Los niveles de colesterol no HDL (no HDL-C), de TG y de C-HDL son considerados objetivos secundarios del tratamiento hipolipemiante, en parte por la robustez de la asociación del C-LDL con los eventos coronarios ya mencionada y en parte por la eficacia clínica de los diferentes fármacos hipolipemiantes. Estos efectos se analizarán con más detalle en el apartado sobre el tratamiento farmacológico, pero vale adelantar que las estatinas, las cuales son fármacos predominantemente hipocolesterolemiantes, han mostrado de manera consistente que reducen los eventos cardiovasculares y la mortalidad total. En cambio, los fibratos, que son fármacos predominantemente hipotrigliceridemiantes, si bien en los primeros estudios realizados mostraron reducción de lesiones ateroscleróticas y de la incidencia de IAM, en los estudios sobre reducción de mortalidad total han mostrado resultados menos contundentes. Aunque su uso es controvertido con el objetivo de la prevención cardiovascular no quedan dudas que en las hipertrigliceridemias severas (más de 500 mg/dl) los fibratos son los fármacos de primera elección, con el objetivo primario de la prevención de pancreatitis aguda. Respecto de los niveles de C-HDL, si bien hasta el momento no hay dudas de su relación con el riesgo cardiovascular, es un objetivo secundario del tratamiento hipolipemiante a raíz de los resultados decepcionantes observados con los fármacos que elevan los niveles de C-HDL y la meta a alcanzar no está definida. Como se puede ver, los conceptos de objetivos terapéuticos quedan entrelazados de manera inextricable con los resultados de los grandes ensayos clínicos. Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 6 Riesgo En el contexto de la prevención cardiovascular, el riesgo es entendido como la probabilidad que se presente un evento dentro de un periodo de tiempo definido. Si expresamos que el riesgo de muerte es del 5% en los próximos 10 años significa que la probabilidad de morir es del 5% en algún momento de los siguientes 10 años. Para los eventos cardiovasculares como IAM o de muerte de causa coronaria, se utiliza más comúnmente el lapso de 10 años. En individuos jóvenes este período podría ser insuficiente y sería más útil conocer el riesgo a lo largo de la vida (“long-life risk”). La expresión del riesgo puede hacerse tanto en forma absoluta como relativa y referirse a una población o a un individuo. La expresión absoluta, mostrada en el ejemplo anterior, es la manera utilizada en el ATP III y en la guía europea ya citados. Sin embargo, la expresión de probabilidad mediante riesgo absoluto puede disimular la significación del riesgo, especialmente en los más jóvenes y en las mujeres. En estos casos hacer comparaciones entre individuos o grupos y expresar el riesgo en forma relativa puede ser más representativo de la situación. Como ejemplo se menciona la guía de la Asociación Estadounidense del Corazón y del Colegio Estadounidense de Cardiología (AHA/ACC, por sus siglas en inglés). En esta guía, se compara el riesgo de cada individuo con un nivel de referencia definido por el riesgo atribuible al género y a la edad solamente. Concretamente, si un paciente individual con sus factores tiene un riesgo coronario del 10% a 10 años, y para una persona del mismo género y edad sin esos factores la probabilidad estimada es 5%, nuestro paciente tiene el doble de riesgo, es decir, su riesgo relativo es 2 (10÷5=2). El exceso de riesgo estará dado seguramente por la presencia de dislipemia, tabaquismo, HTA y demás factores. Para utilizar este método correctamente es importante la elección de un grupo de referencia adecuado. Evaluación del riesgo La evaluación del riesgo es el procedimiento que estima la probabilidad de un individuo de padecer un evento definido a lo largo de un período determinado. Para calcularlo se realizan diferentes estudios clínicos, bioquímicos, de imágenes y otros. El objetivo es identificar a los individuos de alto riesgo que podrían beneficiarse en mayor grado con medidas preventivas. Las primeras cartillas de evaluación del riesgo se construyeron con los datos del estudio de Framingham. Mediante la utilización de diversos procedimientos estadísticos se seleccionó la combinación de factores de riesgo que mejor predecía la incidencia real de eventos observada en el estudio. Los factores identificados fueron la edad, el antecedente familiar de enfermedad coronaria, la presencia de tabaquismo, diabetes mellitus o hipertrofia del ventrículo izquierdo determinada mediante ECG, los niveles de colesterol y la presión arterial. Este método “objetivo” fue un avance en la identificación de aquellos individuos de alto riesgo respecto de otros métodos más “subjetivos” o menos sistemáticos de estimación del riesgo. Con los datos del estudio de Framingham se desarrollaron diversas cartillas para estimar el riesgo coronario en diferentes escenarios clínicos. La Tabla 2 muestra los factores que utiliza la cartilla del ATP III, de amplia difusión y muy utilizada en la Argentina, para la evaluación del riesgo en los pacientes con dislipemia, basada en el estudio de Framingham. También, existen herramientas para calcular el riesgo en formato de tablas impresas, o en formato electrónico disponibles en Internet, (www.nhlbi.nhi.gov/guidelines/cholesterol). Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 7 Tabla 2 Factores que utiliza la cartilla del ATP III para el cálculo de riesgo en pacientes con dislipemia (ATP III, 2001) Factor de riesgo Edad Definición • >45 años en hombres • >55 años en mujeres Tabaquismo Al menos un cigarrillo durante el último mes Hipertensión arterial Presión arterial sistólica ≥ 140 mmHg y/o diastólica ≥ 90 mmHg, o bajo tratamiento antihipertensivo Colesterol HDL disminuido C-HDL < 40 mg/dl Historia familiar de enfermedad coronaria prematura En familiar de primer grado: • hombres < 55 años • mujeres < 65 años * Colesterol-HDL ≥ 60 mg/dl resta un factor de riesgo cardiovascular en el recuento de los mismos. Existen guías que utilizan los datos provenientes de otros estudios. En Europa se utilizan guías construidas con los datos del estudio PROCAM y otras surgidas del Proyecto SCORE, que se conformaron con datos obtenidos de población europea. Existen algunas fallas en estos métodos de clasificación de los individuos según factores de riesgo. La experiencia muestra a individuos aparentemente sanos que sufrirán un evento cardiovascular, que habría podido ser evitado si al momento de evaluarlos hubieran sido identificados y hubieran recibido medidas preventivas. Y también hay individuos de alto riesgo que permanecen sanos la mayor parte de su vida, contrariamente a los pronósticos. Es muy difícil y en general reñido con las consideraciones de eficiencia y de costo-eficacia, distinguir a estos individuos. La estimación de riesgo puede mejorarse mediante la realización de otras pruebas diagnósticas. Estas pruebas están sujetas a una exhaustiva evaluación para determinar su valor aditivo, su utilidad y su relevancia, según criterios de eficacia, efectividad y eficiencia. La importancia relativa de cada uno de estos criterios puede ser diferente de acuerdo al lugar de implementación y a la población a la que se aplique. El médico tratante cumple un papel primordial en la consideración de cuál es la mejor batería de estudios a realizar en un individuo para determinar la necesidad y la intensidad del tratamiento, sobre la base de la mejor evidencia disponible. Objetivos terapéuticos Colesterol LDL El C-LDL es considerado el principal objetivo terapéutico en las guías para el tratamiento de las dislipemias, tal como se observa en el ATP III. En cambio, en las guías para el tratamiento de la HTA o de la diabetes mellitus, el C-LDL es considerado un factor de riesgo a tener en cuenta al momento de determinar el tratamiento específico de dichas enfermedades. En las guías de tratamiento desarrolladas más recientemente, el enfoque está orientado al paciente, más que a la enfermedad: son guías de manejo del riesgo global. Desde este punto de vista, el tratamiento de las dislipemias, así como de la HTA o de la diabetes mellitus, por citar sólo estos tres ejemplos, se determina en función de la reducción del riesgo global del individuo y el uso de fármacos normolipemiantes es recomendado en ciertas circunstancias aún en sujetos con niveles lipídicos normales. ApoB Por su valor diagnóstico para la detección de la hiperlipemia familiar combinada y de la hiperapobetalipoproteinemia y su valor pronóstico (estudio INTERHEART), en algunas guías la apoB se considera una meta de tratamiento y se recomienda alcanzar un nivel menor de 80 mg/dl en sujetos de alto riesgo. (Perk, 2012; Anderson, 2013). Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 8 Otros estudios lipídicos (Ver “Diagnóstico bioquímico”). Síndrome metabólico La presencia de síndrome metabólico (SM) identifica a los individuos con riesgo aumentado para desarrollar diabetes mellitus y enfermedad cardiovascular (Lakka, 2002). Si bien no hay acuerdo definitivo acerca de si los individuos con SM tienen un riesgo mayor por la combinación de sus componentes que el cabría esperar por la presencia de cada uno de ellos considerado en forma individual, la AHA propuso en 2004 que los individuos con SM reciban un tratamiento más intensivo que el que habría de implementarse de presentar cada uno de los componentes por separado (Grundy, 2004). Más allá de estas disquisiciones, cada componente de este síndrome, como la HTA, los niveles elevados de triglicéridos, los niveles disminuidos de C-HDL, la obesidad y la hiperglucemia, es un objetivo terapéutico en sí mismo. Detección de aterosclerosis subclínica En los pacientes con factores de riesgo, en particular con dislipemia, la prevalencia de aterosclerosis subclínica es alta (Christen, 2004). Está bien establecido desde hace tiempo que los individuos que presentan lesiones ateroscleróticas tienen un riesgo cardiovascular aumentado, aún si estás lesiones son asintomáticas y son detectadas a través de estudios de imágenes. (O’Leary, 1999) (Figura 1) En la actualidad, contamos con diferentes métodos de detección de aterosclerosis subclínica que pueden utilizarse para evaluar el riesgo vascular, aunque el consenso sobre su uso irrestricto no es unánime. Al presente, hay varios estudios en marcha para evaluar el valor aditivo que tienen estas técnicas de imágenes por sobre la utilización de las sencillas tablas de riesgo basadas en el estudio de Framingham para detectar individuos de alto riesgo. PCR ultrasensible La determinación de los niveles de proteína C reactiva mediante métodos de alta sensibilidad (PCRus) puede contribuir a identificar aquellos individuos candidatos a recibir tratamiento intensivo, tanto en prevención primaria como secundaria de enfermedad coronaria (Morrow, 2006; Ridker, 2009). Algunas guías ya incorporaron la determinación de PCRus para definir la necesidad y la intensidad del tratamiento hipolipemiante (Anderson, 2013), aunque la opinión no es unánime. (Perk, 2012). Multibiomarcadores La evaluación en el mismo paciente de diferentes determinantes del riesgo, ya sean clínicos, bioquímicos, de imágenes o genéticos, se plantea como una estrategia para mejorar el poder de discriminación de las cartillas de riesgo. El desafío sigue siendo la selección de las pruebas diagnósticas de mayor utilidad y eficiencia (Wang, 2009). Genotipificación Diferentes mutaciones genéticas han sido asociadas con enfermedad cardiovascular, pero en la actualidad no se recomienda su identificación sistemática a los fines de la estimación del riesgo Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 9 (Perk, 2013). La genotipificación contribuye con el diagnóstico de dislipemias específicas (Cefalu, 2006). Esta información podría ser de utilidad a los fines de identificar individuos candidatos a recibir tratamientos genéticos. Actividades 1. Concurre a la consulta un paciente con un ecodoppler de vasos de cuello que muestra una placa carotidea sin alteración hemodinámica. El paciente se encuentra asintomático y en análisis de laboratorio presenta un nivel de colesterol LDL de 186 mg/dl. ¿Cuál es su conducta? a. Le sugiere un nuevo ecodoppler de control en 2 meses b. Considera al paciente como portador de riesgo cardiovascular aumentado e inicia tratamiento hipolipemiante c. Considera al paciente como de bajo riesgo por encontrarse asintomático d. Lo deriva para cirugía vascular Categorías de riesgo Son definiciones arbitrarias que permiten clasificar a los individuos al momento de decidir un tratamiento. Existen varias formas de diferenciar a los individuos conforme su riesgo. Como es bien sabido, una de las más sencillas consiste en separar a los individuos según su historia de enfermedad coronaria y definir así dos categorías: • Prevención primaria, incluye a los individuos sin historia de enfermedad coronaria • Prevención secundaria, incluye a los individuos que ya tuvieron infarto de miocardio, angina (estable o inestable) u otras formas clínicas de enfermedad coronaria Dentro de cada categoría coexisten individuos con riesgo muy diferente, habiendo superposición en el nivel de riesgo entre los individuos que pertenecen a una y otra categoría. Por esto se idearon otros métodos más sensibles para la detección de individuos de riesgo disímil dentro de cada categoría. Este proceso de cribado que incluye la realización de pruebas diagnósticas más o menos sofisticadas permite diferenciar nuevas subcategorías de riesgo: muy alto, alto, moderadamente alto, moderado, bajo, muy bajo, y términos como "Equivalentes de riesgo" (Tabla 3). Para clasificar a los pacientes cada guía utiliza diferentes métodos pero el análisis de la construcción de cada guía excede el alcance de esta unidad (ver Wilson, 1998). En términos generales, las diversas guías recomiendan la utilización de diferentes métodos clínicos, bioquímicos, ecográficos, radiológicos, etc. y justifican sus elecciones en criterios económicos, geográficos, epidemiológicos, estadísticos, prácticos y otros. Si bien existen guías locales (Consenso SAC, 2006; Guía SAC, 2012), en Argentina sigue siendo muy utilizada la guía del ATP III publicada en forma resumida en 2001 y en forma completa en 2002 junto con sus modificaciones. (ATP III, 2001; Grundy, 2004; AHA, 2006). Últimamente estas guías han sido criticadas por el bajo nivel de evidencia que sustenta sus afirmaciones. Mayormente contienen recomendaciones que provienen de opinión de expertos o de datos obtenidos por extrapolación y generalizaciones. Sólo unas pocas recomendaciones están sostenidas por evidencia de nivel A (ensayos clínicos y metaanálisis). Se espera para este año 2013 una actualización de las guías (ATP IV), que anunció el foco en las intervenciones de probada eficacia. Lamentablemente, el grado de implementación de las guías es bajo así como el grado de obtención de las metas. Muchas veces, la exactitud de las clasificaciones va en detrimento de la simplicidad y por ende de su aplicación en el contexto clínico. Por estas razones, se recomienda que el médico se familiarice con alguna de las guías, elegida de acuerdo a su propio criterio y utilice la clasificación propuesta en ella. Más importante que la elección de la guía es que el médico utilice algún método objetivo de identificación de los pacientes de alto riesgo. Si se busca una manera sencilla de hacerlo, las siguientes son seis medidas básicas para evaluar el riesgo de los pacientes: Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 10 • • • • • • Interrogar sobre antecedentes familiares Interrogar sobre tabaquismo Medir la presión arterial Medir el perímetro de cintura Determinar el nivel de colesterol total Determinar el nivel de glucemia Actividades 2. ¿A cuál de los siguientes pacientes habría que realizarle prevención secundaria para enfermedad vascular? a. Al que no tiene historia familiar de enfermedad coronaria b. Al que tiene niveles de colesterol LDL elevados c. Al que ya sufrió un evento vascular d. A un tabaquista severo Metas Uno de los fundamentos de las guías de tratamiento indica que hay que adaptar la intensidad del tratamiento al riesgo que tenga el paciente al momento de la evaluación inicial. Esto significa que cuanto mayor es el riesgo de un paciente, mayor es la intensidad del tratamiento que debe recibir, aunque la justificación de esta afirmación pareciera estar más basada en criterios para una utilización eficiente de los recursos que en criterios clínicos o de eficacia. Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 11 La mayoría de las guías considera al C-LDL como el principal objetivo lipídico y las metas de C-LDL son las que están mejor definidas (Gotto, 2012). Las metas de TG, de C-HDL y de colesterol no HDL difieren entre las diferentes guías. De todas maneras, conviene señalar que el criterio para establecer los puntos de corte de las diferentes metas se basa más en opiniones de expertos que en evidencias clínicas, por lo que asumir uno u otro valor muchas veces es arbitrario. Más aún, debido a que el riesgo es continuo a través de los diferentes niveles lipídicos, muchas veces es razonable alcanzar el mejor valor posible con el tratamiento que sea bien tolerado, que se pueda afrontar y que tenga una base racional, y no intensificar el tratamiento más allá aunque la meta lipídica no haya sido alcanzada. En pacientes de alto riesgo con dislipemias de difícil manejo, si no es posible alcanzar la meta de C-LDL, conseguir una reducción de colesterol del 50% también es aceptable. El procedimiento para establecer las metas terapéuticas consiste en una serie de pasos sucesivos: Evaluar el riesgo del paciente previo al tratamiento, a veces denominado “Riesgo basal” Clasificar al paciente de acuerdo con su categoría de riesgo Definir una meta para cada componente del perfil lipídico de acuerdo con la guía elegida para la evaluación En la Tabla 3 se muestran las metas lipídicas sugeridas en el ATP III. No deben confundirse las metas de tratamiento con la clasificación de los niveles lipídicos (Ver “Diagnóstico bioquímico”). En un mismo individuo, puede darse el caso que su valor de colesterol alcance la metas previstas para su categoría de riesgo y al mismo tiempo esos niveles lipídicos no sean los óptimos, según la clasificación de niveles recomendados. También puede ocurrir que un paciente no alcance las metas pero que por su situación no se justifique emplear recursos farmacológicos para alcanzarlas, como sucede, por ejemplo, en personas de bajo riesgo o cuando la eficacia clínica de los tratamientos disponibles no está reconocida. Umbrales de acción El paso final de la evaluación implica la implementación de modificaciones terapéuticas del estilo de vida (MEV) y la toma de decisión acerca de si se debe iniciar y mantener un tratamiento hipolipemiante farmacológico (Figura 2). Debido a que el objetivo primario es alcanzar la meta de C-LDL, el proceso comienza con la comparación del valor de C-LDL del paciente con la meta que debe alcanzar. A modo de ejemplo, si un paciente consulta con un nivel de C-LDL de 80 mg/dl y pertenece a una categoría de riesgo cuya meta de C-LDL es menor de 100 mg/dl, decimos que el paciente alcanzó la meta de C-LDL. Si, por el contrario, el nivel de C-LDL del paciente fuera de 110 mg/dl, o si su meta fuera menor de 70 mg/dl, decimos que este paciente no está dentro de su meta y debe recibir tratamiento. Lo mismo se aplica a los otros componentes del perfil lipídico como C-HDL y TG, aunque las metas de tratamiento para estos componentes no están establecidas en forma contundente. Una propuesta sería que en aquellos pacientes que persisten con niveles de TG mayores a 200 mg/dl luego de alcanzar las metas de C-LDL, el tratamiento se intensifique con el objetivo secundario de alcanzar una meta de no HDL-C <130 mg/dl (CT-C-HDL). Si la elevación de TG excede el nivel de 500 mg/dl, el objetivo primario cambia, ya que se debe prevenir la pancreatitis aguda asociada a hipertrigliceridemia antes de ocuparse de la prevención cardiovascular. Para ello se indica un fibrato o niacina, de manera de alcanzar un nivel seguro de TG y una vez alcanzado ese nivel se considera la prevención cardiovascular. En el caso de las alteraciones en los niveles de C-HDL, el uso de hipolipemiantes debe guiarse por el nivel de riesgo del paciente. Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 12 Figura 2 Algoritmo del tratamiento normolipemiante No Objetivo primario: Meta de C-LDL* No MEV† No Riesgo alto Si C-LDL en meta Si TG > 500 Si Aumentar dosis de estatinas Cambiar a estatina más potente MEV + Estatinas‡ No C-LDL en meta Si Si TG >200 ¶ Niacina No Omega 3 Si C-HDL <40 Estatinas Seguir MEV Fibratos Agregar colestiramina, ezetimibe o niacina Niacina Fibratos * Si los triglicéridos exceden los 500 mg/dl, el objetivo primario es evitar la pancreatitis y el tratamiento debe iniciarse con fibratos † Iniciar estatinas en forma simultánea a las MEV si el paciente es de riesgo moderadamente alto o si se estima que es poco probable alcanzar las metas lipídicas sin el uso de fármacos ‡ Los normolipemiantes deben usarse en dosis suficientes para alcanzar las metas de LDL-C con una reducción mínima del LDL-C del 30 a 40%. ¶ En las dislipidemias combinadas (CT + TG), el tratamiento puede comenzarse con fibratos si los niveles de triglicéridos superan ampliamente a los de colesterol Abreviaturas C-HDL: colesterol de las HDL; CT: colesterrol total; C-LDL: colesterol de las LDL; MEV: modificaciones terapéuticas del estilo de vida; TG: triglicéridos Siempre que los triglicéridos sean superiores a 500 mg/dl, el tratamiento debe orientarse inicialmente a la prevención de la pancreatitis aguda. En la Tabla 4 se detallan los criterios que aconsejan el inicio de hipolipemiantes. • • • • • • Tabla 4 Criterios que aconsejan el inicio de hipolipemiantes Hipertrigliceridemia severa (>500 mg/dl) Evento coronario agudo Historia de enfermedad coronaria Pacientes con diabetes mellitus tipo 2 > 40 años (hombres) o > 50 años (mujeres) Niveles de C-LDL que exceden las metas por más de 30 mg/dl Niveles lipídicos que exceden las metas luego de la implementación de las modificaciones terapéuticas del estilo de vida Examen Clínico del paciente con dislipemia En todo paciente con dislipemia se recomienda realizar un examen clínico completo, con el objetivo de detectar signos de dislipemias genéticas, de enfermedades concomitantes que acompañan a las dislipemias, de enfermedad vascular, estigmas de dislipemias que permitan identificarlas, signos de enfermedades que causan dislipemias secundarias, condiciones que contraindican el uso de hipolipemiantes, etc. Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 13 Asimismo, la caracterización clínica de las dislipemias permitirá en un futuro no muy alejado la selección del método de diagnóstico genético más adecuado. Anamnesis Para la evaluación de un paciente con dislipemia resulta útil obtener información acerca de los siguientes aspectos: • Tipo de dislipemia, edad de aparición, tiempo de evolución • Causas secundarias de dislipemia • Antecedentes personales de otras patologías • Antecedentes personales de patología vascular • Antecedentes familiares • Planificación familiar (en mujeres en período fértil) • Estilo de vida: dieta, ejercicio, tabaquismo y factores psicosociales • Antecedentes de uso, tolerancia y eficacia de la medicación • Parámetros de adherencia y motivación Examen físico Dentro del examen físico que se le practicará a los pacientes con dislipemia tiene relevancia la evaluación sistemática de: • Peso • Talla • Perímetro de cintura, cadera y cuello • Presión arterial en miembros superiores e inferiores • Palpación de pulsos • Auscultación de soplos cardíacos y vasculares • Piel y tejido celular subcutáneo: xantomas y xantelasmas, edemas y mixedema, ictericia, estrías, etc. La utilización de una cinta métrica es de utilidad tanto para detectar obesidad visceral como para medir el perímetro del cuello en sujetos en los que se sospecha apnea obstructiva del sueño. La combinación de perímetro de cintura aumentado y niveles de TG elevados permite determinar en forma sencilla la presencia de insulinorresistencia (cintura hipertrigliceridémica). Las cintas métricas deben ser de material no extensible, a los fines de obtener mediciones confiables. Estudios complementarios Algunos estudios complementarios permiten detectar y evaluar la presencia de patologías que modifican el tratamiento o que son un objetivo terapéutico en sí mismo (Tabla 5). Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 14 Tabla 5 Estudios complementarios que pueden utilizarse en los pacientes con dislipemia para determinar la necesidad y la intensidad de tratamiento Ecografía abdominal Hepatoesplenomegalia Fondo de ojo Lipemia retinalis Polisomnografía Síndromes de apnea-hipopnea del sueño Ecografía hepática Esteatosis hepática Estudios que evalúan estigmas de dislipemia Estudios que evalúan enfermedades concomitantes Estudios que evalúan la presencia de isquemia inducible Estudios que evalúan la presencia de aterosclerosis subclínica y las características de la placa aterosclerótica (vulnerabilidad) Prueba ergométrica graduada Estudio de perfusión miocárdica No invasivos Ecografía arterial Resonancia magnética nuclear Tomografía computada Invasivos IVUS Termografía coronaria Angioscopía coronaria Tomografía de coherencia óptica Biología molecular En la actualidad, el diagnóstico de las dislipemias primarias se basa en la presentación clínica. Sin embargo, el fenotipo de estas enfermedades es variable y el mismo perfil lipídico puede resultar como consecuencia de diferentes dislipemias genéticas, de pronóstico dispar. Las herramientas de la biología molecular permiten diagnósticos más exactos y la identificación de las mutaciones genéticas responsables de las dislipemias. Por otro lado, existen determinantes genéticos de la respuesta a la dieta y a los fármacos. Por citar sólo dos ejemplos, ciertos polimorfismos del gen de la apoE modulan el grado de aumento del colesterol plasmático en respuesta a una dieta rica en colesterol y de manera similar, algunos polimorfismos genéticos influencian el efecto que ejercen las estatinas sobre los niveles de C-LDL (Mangravite, 2008). Más aún, con el creciente reconocimiento de los genes responsables de las diferentes dislipemias están empezando a diseñarse nuevos tratamientos basados en terapia genética (Visser, 2012). Conclusiones La enfermedad cardiovascular y en particular la cardiopatía coronaria son causantes de una gran carga en nuestra sociedad. Las dislipemias son responsables de una parte mayor de este problema y hay un número importante de individuos que está en riesgo debido a las alteraciones que presentan sus niveles lipídicos. Una premisa de la epidemiología es que la necesidad e intensidad del tratamiento preventivo debe adecuarse al nivel basal de riesgo del paciente. La evaluación del riesgo es una tarea de relevancia a la que se le dedica un considerable esfuerzo. El riesgo puede ser cuantificado mediante complejos cálculos y también puede ser estimado mediante simplificaciones que resulten más fáciles de aplicar en el contexto clínico. El objetivo primario del tratamiento hipolipemiante es la disminución de la incidencia de enfermedades cardiovasculares a través de la reducción de las cifras de C-LDL. Si el paciente presenta hipertrigliceridemia severa, el riesgo de pancreatitis aguda se incrementa y el descenso de los niveles de triglicéridos pasa a ser el objetivo prioritario. Una vez alcanzadas las metas de C-LDL, la normalización de todo el perfil lipídico parecería ser razonable, pero aquí las recomendaciones no son contundentes. Nuevos métodos diagnósticos permitirán la evaluación de los pacientes dislipémicos en una forma individualizada, de manera de seleccionar el tratamiento más apropiado. Curso de Capacitación de Posgrado a Distancia Síndrome Metabólico y Riesgo Vascular – Conjunto ABCBA Abril 2013-Diciembre 2013–Evaluación del paciente con dislipemia 15 Actividades. Clave de respuesta 1. b 2. c Bibliografía AHA/ACC Guidelines for Secondary Prevention for Patients With Coronary and Other Atherosclerotic Vascular Disease: 2006 Update. 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