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La presencia de valores culturales de la Ilustración: mediaciones interculturales entre América Latina y Europa Heinz Krumpel Universidad de Viena, Austria En mis exposiciones de hoy quiero explicar algunos aspectos de la validez particular y universal de valores de la Ilustración para nuestro tiempo. Para ello voy a colocar una pregunta en el centro de la observación que tiene importancia para el diálogo intercultural.1 La pregunta es ¿cuáles son los valores de los siglos XVIII y XIX que forman un puente hacia el siglo XXI? Esta temática me parece esencial porque muchos pensadores filosóficos del área cultural de habla alemana tienen pocos conocimientos (o ninguno) sobre la historia de las ideas latinoamericanas. Las crisis de comunicación que por ello surgen en el diálogo intercultural se demuestran ante todo con respecto a la pregunta por la relación entre la universalidad y particularidad de valores culturales. En vista de lo amplio de esta temática, me dejo guiar en mis exposiciones por tres pasos. Primero quiero esbozar algunos aspectos acerca de la identidad y de la diferencia entre la Ilustración latinoamericana y la europea. Segundo voy a tocar unos cuestionamientos hermenéuticos que son Nota: En mis publicaciones hasta ahora he tratado esta temática en el contexto de identidad. comparación e interacción entre el pensamiento latinoamericano y europeo desde diferentes puntos de vista. 1 61 importantes para el diálogo intercultural, y tercero se trata de explicar algunas reflexiones socio-culturales de la categoría del progreso. Primero, identidad y diferencia Como bien se sabe, muchos pensadores latinoamericanos de los siglos XVIII y XIX recibieron la Ilustración con entusiasmo. En el Mercurio Peruano, por ejemplo, leemos en 1793: “Afortunadamente vivimos en el siglo de las luces que debe ser utilizada para el beneficio de la suerte general”. En México, en la época del barroco, ante todo Sor Juana Inés de la Cruz y Sigüenza y Góngora representaron en sus obras el pensamiento de la ilustración. El padre jesuita alemán Athanasius Kicher hizo en este contexto una valiosa labor intercultural de mediación. La Ilustración y el Romanticismo forman un movimiento liberal en cuyo marco se han efectuado desde el siglo XVIII movimientos de renovación y de reforma. Las ideas de la Ilustración francesa e inglesa (de Descartes, Rousseau, Bacon, Hobbes y otros) se reflejan entre otros en las obras de pensadores mexicanos como Gamarra y Dávalos, Guevara y Basoazábal, Xavier Alegre, Javier Clavijero, Fernández de Lizardi; así también en los trabajos del ecuatoriano Santa Cruz y Espejo, del peruano Vizcardo y Guzmán, del colombiano Antonio Nariño y otros. Ellos estimularon los movimientos de emancipación 62 e independencia, así como la demanda por reformas en la educación y la enseñanza.2 Pero también ideas del área cultural de habla alemana, por ejemplo, de Leibniz y Pufendorf hasta Kant y Hegel, estimularon a pensadores como Melchor Ocampo, Francisco O'Reilly, José María Virgil y otros a polemizar con la filosofía protestante europea.3 Virgil fundó en 1982 la Revista Filosófica en México según el modelo intercultural. En esta revista publicó junto con Virgil, Caro y Bersot también el conocedor de Kant, Paul Janet, quien ha realizado un trabajo importante en la mediación filosófica del conocimiento entre Europa y México.4 Hay que observar en este contexto que en la América Hispánica no se desarrollaron sistemas filosóficos tan grandes como los que encontramos en Europa, de Descartes pasando por Kant hasta Hegel. Juan Bautista Alberdi caracteriza la “filosofía americana” como una Véase Heinz Krumpel, „AufkHirung im lateinamerikanischen KultuITaum des 18“. Jahrhunderts, en: Revista Internacional de Filosofía, Concordia 39, Aachen 2001, pp. 20-44. ‚ 3 Véase Heinz Krumpel, Die deutsche Philosophie in Mexiko, Ein Beitrag zur interkulturellen Verstandigung seit Alexander von Humboldt, Verlag Peter Lang, Frankfurt am Main 1999. 4 Nota: Paul Janet ejerce una influencia esencial en el pensamiento de M. Brioso y Cardini así como de A. Chávez. Este hecho no ha sido insignificante para su conocimiento de Virgil; en la Revista Filosófica de 1882 se colocó la disputa entre representantes de la metafísica y del positivismo al centro de las observaciones. Esto se demuestra también en las contribuciones de Caro, Bersot, Saisset y Virgil. Véase José María Virgil, Revista Filosófica, México, Tomo 1, México D.F., 1982. 2 63 filosofía práctica que es el resultado de las necesidades y los problemas del ambiente socio-político y cultural de América Latina. Al hacer una revisión del final del siglo XIX hacia el siglo XX, se aprecia que desde Paul Janet, pasando por Antonio Caso y José Vasconcelos, hasta Samuel Ramos (Más allá de la moral de Kant) se recalcan los grandes logros de las ideas del filósofo de Königsberg, Kant, pero que se critica al mismo tiempo la absolutización de su concepto de la razón.5 La concepción de Kant de una moral intuitiva escondida en la razón práctica, que solamente debe ser descubierta, está interpretada con referencia al concepto del Intuitionismo de Bergson y puesto en relación con la contextualidad latinoamericana. Sin embargo, a diferencia de la Europa protestante, en la cual Kant proclamó en 1784 que la Ilustración significaba la liberación del hombre de su minoría causada por culpa propia mediante la razón,6 en Latinoamérica el concepto de la razón queda conservado en la tradición escolástico-metafísica del pensamiento. Por ello se realiza en América Latina una Ilustración con Dios, a diferencia del carácter crítico frente a la religión de la Ilustración 5Nota: Las polémicas relacionadas con eso·se parecen en muchos aspectos a la crítica de Herder y Hegel al imperativo categórico de Kant. 6Nota: Kant definió en 1884 la Ilustración como la salida del hombre de su minoría causada por culpa propia, como la libertad del hombre de hacer uso público de su razón en todos los aspectos. Ser ilustrador significa, según Kant, tener el valor de hacer uso de su propia razón sin la dirección de otro. 64 europea.7 El eclecticismo metódico que predominaba en Latinoamérica desde el siglo XVIII, favoreció la recepción de valores culturales extranjeros, lo que no permitió la filosofía escolástica europea que se desarrollara en aquella época. No se puede escapar a la atención el hecho de que se realiza en la Europa del siglo XIX, a diferencia de América Latina un proceso acelerado de diferenciación del Racionalismo filosófico de las áreas del Romanticismo y de la poesía. La tesis de José Vasconcelos de que un poeta sabio es un filósofo, tuvo que chocar con la falta de comprensión de muchos racionalistas europeos. Ligado a ello existía un desprecio del pensamiento filosófico latinoamericano. Friedrich Überweg, por ejemplo, en su compendio de la historia de la filosofía en la segunda mitad del siglo XIX, había completamente olvidado a América Latina. Según Überweg la mezcla entre el modo de escribir filosófico y poético no corresponde a la rigidez del concepto filosófico. Esta opinión la compartían muchos representantes de la filosofía escolástica alemana que consideraban a Latinoamérica Nota: Hidalgo y Costilla parece haber estado consciente de que la Ilustración europea tenía ideas no ligadas con la propia historia mexicana. Porque en México no había, a diferencia de Inglaterra y Francia, una burguesía ni una revolución burguesa, ni una democracia-política. Hidalgo, como casi todos los líderes del movimiento de la independencia, no se decidió por el imperio mexicano propuesto por los jesuitas, sino por la apropiación de “ideas foráneas”. Con ello se ligaba la esperanza de acelerar el proceso de aproximación a la Modernidad europea. 7 65 solamente como un continente de la literatura, pero no de la filosofía. Este gran error, que duró hasta finales del siglo XX, se está venciendo poco a poco en el proceso de la percepción de la riqueza de las ideas latinoamericanas de la historia. Un proceso en cuyo núcleo se encuentra la relación específica entre el concepto filosófico y el contexto socio-cultural.8 En este contexto quiero llamar la atención sobre el siguiente aspecto. El entrelazamiento existente en el pensamiento filosófico latinoamericano entre la poesía y la filosofía demuestra que el hombre no solamente es un ser razonable absoluto, sino que dispone de sueños, esperanzas y utopías. La razón necesita la poesía y emociones humanas porque de lo contrario llega a ser fea y peligrosa. En vista de la razón instrumental racionalista que predomina en nuestra época y de los peligros burocráticos ligados con ella, las ideas de la Ilustración del siglo XVIII (por ejemplo las de Rousseau y de otros ilustradores) siguen siendo actuales. Teniendo en cuenta este fondo histórico, las demandas de los pensadores filosóficos latinoamericanos por la razón, libertad, virtud, derechos humanos y tolerancia, así como la lucha contra la ignorancia y la irracionalidad, forman parte de los valores universales de la Ilustración. Esto incluye al pensamiento socio-critico que es un Véase Heinz Krumpel, Philosophie in Lateinamerika, Grundzilge ihrer Entwicklung, Akademie Verlag, Berlin 1992. 8 66 resultado del movimiento liberal de la Ilustración y el Romanticismo. Un pensamiento que se basó en la línea utópica de tradición de Saint-Simón, Fourier, Proudhon, Marx y otros, y que colocó la pregunta social al centro de la consideración. En México, por ejemplo, Plotino C. Rhodakanaty, Mata Rivera y Francisco Gonzáles defendieron valores sociales en la revista El Socialista en 1871.9 Aquí se demuestra que los valores universales sociales y culturales están ligados inseparablemente con la correspondiente particularidad. En este sentido, la universalidad adquiere su riqueza en cuanto al contenido de diferentes corrientes culturales, como de la cultura ibérica en el marco de la tradición occidental, de las diferentes culturas indígenas, de las culturas afroamericanas y finalmente de las diferentes culturas mixtas. En Europa fueron ante todo Johann Gottfried Herder y los hermanos Humboldt, quienes lucharon por el reconocimiento de la pluralidad de las culturas. Por eso no es casual que sus ideas ocupen un lugar esencial en la historia latinoamericana de recepción. La concepción de Herder del auto-dominio de los pueblos, su historismo del progreso de la historia así como la comprensión de lo individual, lo particular y lo vivo en la historia y las lenguas de los pueblos influyó por Véase Carlos Iliades, Plotino C. Rhodakanaty, Universidad Nacional Autónoma de México, 1998. 9 67 ejemplo en Argentina (en la época de la lucha contra la dictadura de Rosas) el pensamiento de fuerzas liberales de manera más fuerte que las ideas de Montesquieu. Herder y los hermanos Humboldt se convirtieron en mediadores culturales entre América Latina y Europa. En el contexto de la recepción y transformación de procesos de la historia de las ideas, los aspectos. Hermenéuticos juegan un papel importante. Quiero, por lo tanto, llegar ahora al segundo punto de mis exposiciones. Segundo, Hermenéutica y diálogo intercultural El discurso latinoamericano sobre identidad e historia y las propias relaciones que se están llevando a cabo desde la mitad del siglo XX se basan, como bien se sabe, en la tradición de Clavijero, Alberdi y Martí. En ello se trata de oponer a la dominancia de ideas europeas, proyectos filosóficos propios. Leopoldo Zea opina que para un logos pensado de manera universal deben existir alternativas fundadas en la identidad de la otra cultura. En el contexto de identidad, comparación e interacción entre el pensamiento latinoamericano y el europeo resulta una multitud de aspectos. Surge la pregunta: ¿cómo se debe pensar la relación entre el entendimiento, el acuerdo y la diferencia cultural?10 En los textos tempranos de Véase Wemer Kogge, Die Grenzen des Verstehens, Kultur-Differenz-Diskretion, Berlin, 2002. 10 68 Heidegger y los trabajos tardíos de Wittgenstein se encuentran planteamientos acerca de la contraposición entre universalismo y particularismo. En ello hay que tener en cuenta que la aplicación diferenciada de la teoría del conocimiento al problema del entendimiento de lo culturalmente foráneo es un mérito del siglo XX. Ante todo aspectos hermenéutico-fenomenológicos ligados con el concepto del mundo de la vida entran al centro del interés. Esto incluye las reflexiones de Wittgenstein sobre la forma de la vida y el problema de una multitud de “mundos del entendimiento”. El concepto de la “diferencia” ligado con ello se convierte en un tema esencial del pensamiento filosófico-lingüístico. Con base en el potencial analítico contenido en ello se discute actualmente en diferentes diálogos la pregunta por los límites del entendimiento. Ligado a esta pregunta se encuentra el escepticismo de que el intercambio creciente entre las culturas no vaya a satisfacer la esperanza de los ilustradores por la humanidad unida por la razón ni de que afirme la adaptación particularista de pasar límites insuperables. En el marco de los conceptos de la cultura del sentido, del entendimiento y del límite se desarrolla un proceso de ideas que considera tanto el no-entender como el entender como un proceso constitutivo. En ello se relacionan límites culturales con la experiencia de lo absurdo y de lo paradójico. Esta concepción parte de que el entender no significa establecer un fundamento 69 común para el diálogo, sino que se trata de cultivar un trato con los límites y de pensar en la diferencia. Teniendo en cuenta la importancia de este modo de pensar, un reduccionismo unilaterial al pensamiento analítico del siglo XX conlleva el riesgo de estrechar el horizonte histórico del entender que hoy es necesario para un diálogo intercultural fructífero. Para evitar este peligro se requiere una reflexión retrospectiva hacia la Hermenéutica de la Ilustración de los siglos XVIII y XIX. Una Hermenéutica que nos transmita todavía hoy una multitud de valores. En este contexto, ante todo Friedrich Schleiermacher y Wilhelm von Humboldt colocaron la lengua como la clave para entender el mundo al centro de las observaciones. José Gaos, José Miranda, Ortega y Medina y Fernando Salmerón hicieron referencia en sus trabajos a Wilhelm von Humboldt y llamaron la atención sobre la importancia de sus ideas. A continuación de los trabajos lingüístico-filosóficos de Winckelmann, Hamann y Herder, Humboldt desarrolló una concepción de la lengua cuyo valor para el diálogo intercultural es esencial, pues es un medio para formar y objetivar las impresiones sensuales: no es una obra (Ergon), sino una actividad (Energeia). La lengua construye, según Humboldt, puentes de una individualidad a otra e intermedia una comprensión mutua por un lado, pero por el otro aumenta las diferencias entre los individuos al llevar la manera de ser diferente del otro a la conciencia 70 (die gegenseitige Andersheit). Humboldt compartió la tesis de que un diálogo solamente lleva a resultados fructíferos si tienen en cuenta identidad y diferencias lingüísticas. En cuanto a la filosofía de la lengua, esta diferencia conceptual no significa para Humboldt un empobrecimiento espiritual, sino más bien un enriquecimiento por la percepción lingüística de otra cultura. Este enriquecimiento no es sólo resultado de las diferencias culturales intrínsecas en la lengua, sino también de una estructura de pensamiento universal que existe en cada individuo de manera idéntica y a priori. Hoy se afirma que esta tesis viene exclusivamente de la tradición española de Xavier Zubiri o del modo de pensar bíblicosemita de Emanuel Levinas, sin tener en cuenta que ya el prusiano Wilhelm von Humboldt había establecido sus bases filosófico-lingüísticas. Al defender la relación entre lengua, cultura y actividad cognoscitiva (Erkenntnis-tatigkeit), Humboldt se convierte en el representante de una nueva forma de percepciones interculturales.11 Hans Georg Gadamer señaló en su Hermenéutica que junto con el criticismo de Kant y la filosofía de la lengua de Humboldt, el método dialéctico de Hegel tiene un gran valor para el entendimiento de procesos interculturales. El argentino Coriolano Alberini observó: Ver. Heinz Krumpel, “Acerca de la importancia de Guillermo de Humboldt en la historia de las ideas en México: una contribución al pensamiento intercultural”, en: Las Relaciones Germano-Mexicanas desde el aporte de los hermanos Humboldt hasta el presente, El Colegio de México, 2001, pp. 63-73. 11 71 Hegel reconoció que no se debe destruir lo individual y lo perteneciente al individuo en favor de un general y abstracto platónicos; adoptó las ideas del Romanticismo y las superó mediante la idea del porvenir. Según Alberini, Hegel diría: “lo universal vive en lo concreto que piensa —o mejor dicho— que siente.”12 Las exposiciones metódicas hechas por Hegel en su ciencia de la lógica acerca de la dialéctica entre lo general, lo particular y lo singular, no sólo subrayan la relación correlativa entre la razón universal y particular, sino que demuestran también que un diálogo en el área de la filosofía solamente puede desarrollarse en el contexto de identidad y diferencia. Claro está que la universalidad en el sentido de Kant pertenece al programa de la razón filosófica. Pero la riqueza en cuanto al contenido de la universalidad surge, según Hegel, solamente de la mediación correlativa entre universalidad y particularidad. Continuando estas ideas se puede decir que una universalidad ética pensada sin más ni más produce solamente monólogos, pero ningún diálogo.13 Sobre las raíces de los valores sociales y morales, en la Filosofía del derecho de Hegel (en el capítulo “Sistema de las necesidades”) se encuentra una serie de ideas que son de interés para la conversación intercultural en la actualidad. Basándose en las ideas de Smith y Ricardo, Cariolano Alberini, Die deutsche Philosophie in Lateinameríka, Berlín, 1930, S. 31. Ver. Heinz Krumpel, “Interculturalidad: historia y filosofía”, en: Revista semestral Signos históricos, núm. 6, 2001. 12 13 72 Hegel llama la atención sobre del proceso de acumulación del capital y expresa su preocupación sobre la sociedad burguesa que a pesar de su riqueza no es capaz de eliminar la pobreza. En su crítica al imperativo categórico de Kant, señala que valores sociales y morales son parte fundamental de la vida social de los hombres y se retroproyectan sobre ella. Así se puede afirmar que valores y normas radican en la práctica real de la vida del hombre, principalmente en sus relaciones sociales, culturales y espirituales, sobre cuyos fundamentos adquieren carácter social: la voluntad, los intereses, las necesidades y las inclinaciones se transforman en valores y normas. Ellas coaccionan, a través de exigencias y de principios ideales, la necesidad de determinadas actividades por medio de las cuales se pueden resolver dichos problemas e intereses. En este contexto hay que mencionar que en el marco de la multitud de las recepciones latinoamericanas de Hegel, se hace frecuentemente un análisis crítico de su eurocentrismo y de su construcción del sistema de la identidad entre pensar y ser, pues realmente se puede leer en las exposiciones de Hegel sobre la filosofía de la historia que América sólo constituyó el eco del viejo mundo y una expresión de vitalidad extraña. El punto de vista eurocentrista de Hegel fue compartido por la mayoría de los pensadores filosóficos de su época. Una causa esencial para ello es que Hegel tenía grandes lagunas en sus conocimientos, o mejor dicho, no dispuso 73 de un conocimiento profundo sobre América. Con respecto a su construcción del sistema, Hegel nunca creyó en un fin de la historia en el sentido de identidad entre ser y pensar. Hans Georg Gadamer indicó con razón a la observación de Hegel: “Aquellos que me sacan con los pies primero ya están delante de la puerta”. Con su método dialéctico Hegel rompe su propio sistema filosófico, y los jóvenes hegelianos del siglo XIX (Stirner, Straub, Engels, Marx) comprenden eso. Según Gadamer, el pensamiento dialéctico de Hegel proporciona la base metódica para entrar con el pensamiento y los sentimientos en las circunstancias de la vida y los textos dejados por las culturas. En el sentido de Hegel, no se pueden deducir preguntas metódicas acerca de la interculturalidad de hipótesis meramente abstractas, sino que hay que obtenerlas y generalizarlas mediante el conocimiento de hechos históricos. Los trabajos, por ejemplo, de Elías Trabulse acerca de la historia de las ciencias en México, de Carmen Rovira Gaspar sobre la historia mexicana de las ideas en el siglo XIX, así como de otros autores mexicanos estimulan el diálogo intercultural.14 Resumiendo quiero subrayar lo siguiente. En vista de las crisis globales y la herencia de los valores de los tres siglos pasados, las ideas de la Ilustración no deben ser olvidadas, porque su contenido sigue siendo vigente. Véase p.ej. Manuel Velázquez Mejía, Herder, Antología bilingüe, Auch eine Philosophie der Geschichte der Menschheit, así como sus escritos hermenéuticos. 14 74 Junto con los valores de la época de la Ilustración y Romántica, también estimulan el análisis crítico de la Modernidad y la reflexión en torno al balance de sus errores y verdades históricas (ganancias y pérdidas). La disputa con las raíces conceptuales de la Ilustración sigue siendo una tarea a realizar constantemente. En este sentido, las ideas de la Ilustración constituyen un proyecto imperfecto para el siglo XXI sobre el cual vale la pena reflexionar. Para aclarar esto más precisamente voy a tratar ahora en la tercera parte de mis exposiciones el concepto del progreso. Tercero, el concepto del progreso En vista de la gran cantidad de discusiones postmodernas sobre la imposibilidad de sostener el concepto del progreso (crisis ecológicas, guerras regionales, etc.), se desarrolla la idea de que el concepto del progreso de los siglos XVIII y XIX ha fallado. Se olvida que fue precisamente la época de la Ilustración cuando se discutió, de manera más intensa, sobre la fuente del progreso social. En América Latina se recibieron e interpretaron las ideas europeas del poder de la razón que impulsa la historia (en las áreas del derecho, de la economía, política etc.) hacia el progreso. Pero fue Rousseau quien mostró los límites de la razón y abogó por la 75 superioridad de la comprensión poética y de la intuición.15 Rousseau colocó la idea de la unicidad del niño a la conciencia y llamó la atención sobre la importancia del individuo de manera más fuerte de lo que se había hecho en la época del Renacimiento. Con ello se convirtió en el padre de la literatura introspectiva moderna.16 En México se interpretaron las ideas pedagógicas de Rousseau, Herbart, Pestalozzi y Fröbel (por ejemplo la concepción del kindergarten, del jardín de niños) a finales del siglo XIX. Un papel importante lo jugaba en este contexto Enrique Rebsamen con su Revista México Intelectual (1890). En la época del positivismo, bajo el gobierno de Porfirio Díaz el concepto del progreso se convirtió en un esencial criterio social. Al preguntar por qué se mantuvo la fe en el progreso tanto en el lado de los románticos como de los racionalistas, se puede decir lo siguiente. Los románticos vieron los criterios del progreso moral en la reducción de la esclavitud, en el mejoramiento de la posición social de la mujer, en la divulgación del concepto de la niñez y en la nueva valoración de la naturaleza. A la divulgación de estas ideas contribuyó, particularmente en Argentina, el Krausismo. Los racionalistas, en cambio, consideraban como parámetros Nota: Rousseau opinaba que la religión y la espiritualidad son esenciales para la vida sentimental. Según él, el hombre se dirige mediante la razón contra Dios y contra la inmortalidad, mientras el sentimiento habla a favor de ellas. 16 Compárese Neil Posrrnan, Die zweite AufkHirung, Berlin 2001, pp. 4l. sig. 15 76 del progreso ante todo la ciencia y la técnica, el descenso de las monarquías, la fundación de repúblicas y el aumento de libertades religiosas y políticas. La concepción para este pensamiento del progreso la proporcionó la teoría darwinista del progreso; un aspecto que trató, entre otros, Roberto Moreno en su trabajo La polémica del darwnismo en México.17 Los que apoyaron el progreso de la Ilustración europea en los siglos XVIII y XIX relacionaron con este concepto mucha confianza y esperanza. Pero a pesar de todo optimismo, los ilustradores vieron también los límites y los peligros del pensamiento del progreso. Sería falso, por lo tanto, hacerles responsables de las guerras y catástrofes sociales del siglo XX y del XXI que ha empezado. El punto de partida de la crítica al Racionalismo de la Ilustración hecha tanto en Europa como en América Latina lo constituía la tesis del carácter totalitario de su dominio de la razón. Pero el peligro de la conversión de la razón absoluta en mito y viceversa no se conoce solamente desde la dialéctica de la Ilustración de Adorno, sino que fue reconocido por la Ilustración misma, en lo relativo al auto-peligro de la razón en favor de la pluralidad de los individuales portadores de la razón en la forma de los ciudadanos emancipados. Teniendo en cuenta toda la crítica hecha en esta época en el paradigma del progreso, la idea del progreso es un valioso regalo de la Ilustración. Sin duda, se murió 17 Véase Roberto Moreno, La polémica del darwinismo en México, UNAM, 1989. 77 en el siglo XX la idea de que el progreso se realiza de manera humana e inevitablemente. Lewis Murnford consideraba el progreso en 1932 como la idea más muerta de todas las muertas.18 Pero los ilustradores de los siglos XVIII y XIX como Vico, Herder, Kant y Hegel estaban lejos de creer que la historia se dirigía hacia una época dorada. Más bien estaban convencidos de que el hombre, como creador de su propia historia, tiene también la responsabilidad de su propio futuro. En esto se entiende la observación ominosa de Nietzsche “Dios esta muerto”, porque hasta entonces la responsabilidad para el progreso siempre había sido asignada a Dios o a la historia, pero no al individuo humano. En este sentido, el progreso para Herder y Hegel es una tendencia histórica que incluye movimientos contrarios, retrocesos, errores, etc., y el individuo que actúa aprende en la unidad entre conocimiento y acción de sus derrotas insertándose en un complejo proceso de aprendizaje general pero sin estar inmunizado contra golpes. Este optimismo histórico de la Ilustración constituye para el siglo XXI un valor indispensable. 18 Véase Lewis Murnford, Technics and Civilization, New York, 1934. 78 Bibliografía Rovira, Gaspar, Carmen. Una aproximación a la historia su las ideas filosóficas en México. Siglo XIX y Principios del XX, Universidad Nacional Autónoma de México, 1997. Valverde y Téllez, Emeterio. Apuntaciones históricas sobre la Filosofía en México, Herrero Hnos., México, 1986. Ramos, Samuel. Historia de la Filosofía en México, México, 1943. Zea, Leopoldo. Signale aus dem Abseits, Eine lateinamerikanische Philosophie der Geschichte, Eberhard Verlag, Grenzen und Horizonte, Miinchen, 1989. Navarro, Bernardo. La introducción de la filosofía moderna en México, México, 1948. Laio, Raimundo. El Romanticismo, Editorial Porrúa, México, 1992. Velázquez Mejía, Manuel. Mythos y Utopía como Estructura de la Historia, Volumen 1 y II UAEM, México, 1996. Velázquez, Mejía Manuel. 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