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~- I - - George A. Reisch Cómo la Guerra Fría transformó la filosofía de la ciencia Hacia las heladas laderas de la lógica Universidad Nacional de Quilmes Rector Gustavo Eduardo Lugones Vicerrector l'vIario E. Loza/lO Universidad Nacional de Quih1.1eS Editorial Bernal, 2009 Il... 1LR 9-~'L Filosofía y ciencia Colección dirigida por Pablo Lorenzana CDD 501 Reisch, George A. Cómo la Guerra Fria transformó la filosofía de la ciencia: hacia las heladas laderas de la lógica. - la ee!. - Bemal : Universidad Nacional de Quilmes, 2009. 480 p. ; 23,,15 cm. - (Filosofía y ciencia) Indice Traducido por: Daniel Blanco ISBN 978-987-558-178-~1 1. Filosofía de la Ciencias. 1. Blanco, Daniel, trad. 11. Título Prefacio)' reconocimientos Il 1. Una introducción al empirislllo lógico)' al movimiento de Unidad de la Ciencia en la Guerra Fría 21 2. Otto Nemath, Charles Morris, Rudolf Carnap y Philipp Frank: filósofos de la ciencia con inclinaciones políticas .49 3. La filosofía dc la ciencia de izquierda en los Estados Unidos y la reccpción del empirismo lógico en la ciudad de Nueva YOl-k SI 4. "¿Condenado de antemano al fracaso?" ]olm Dewey sobre el reduccionismo, los valores y la EnricLojJeilia InlerrwcionaL de La Ciencia Unijicada Título original: How lite Golri 1'1'([1" lrttllslorlneri Philoso!;hy oj".5cienee. To ¡he !r:y Slo!;es o{f.ogie © Publisher by Synclicate of lhe press of lhe 109 5. Filosofía de la ciencia roja: Diumberg, Malisoff, Somerville y la temprana PhiLosojJhy ofScience 125 Universit)' of Call1bridge, New York, 2005 6. El panorama desde la izquierda: el empirismo lógico Traducción: Daniel Blanco Revisión: Pablo Lorenzana y los filósofos raclicales 149 7. El panorama desdc la extrema izquierda: el empirismo lógico y los filósofos comunistas 169 © Universidad Nacional de Quilmes, 2009 Roque Sáenz Pei'ia 352, (B 1876BXD) Bernal 8. La desilusión de posguelTa, el antiintelectualismo Provincia de Buenos Aires y el debate acerca de los valores 183 9. El ataque ele I-Iorace Kallen a la Unidad de la Ciencia 205 http://www.unq.edu.arleditorial@unq.edu.ar ISBN: 97S-987-558-178-4 10. Totalitarismo sigiloso, escolasticismo sigiloso: Diseilo de tapa: Hernán MOliese Neurath, Frank y las inquietudes en torno a la scm,íntica 233 Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 11. La cruzada neurathiana de Frank. Cicncia, ilustración y valores 251 12. "Un campo muy fértil para la investigación". El anLicoleclivislllO yel anticomunismo en la culLura popular y acaelémica 2S3 13. Las investigaciones al1ticoll1unistas, losjuramentos ele lealtael y el enojo ele Sielney Hook 311 14. Programas rivales para la filosofía ele la ciencia ele posguerra 339 En el medio del siglo xx, cada acción presupone e involucra 15. Celebranclo la libertael. El eleclive profesional ele Philipp Frank y elelmovimiento ele Unielael ele la Ciencia 367 16. La marginalización ele Charles lvlorris 395 17. Valores, axiomas y las helaelas laeleras ele la lógica .'111 IS. Profesionalismo, poder y lo que poelría haber siclo .'137 Referencias bibliográficas .459 la adopción de una actitud frente a la empresa soviética. Raymond Aran, El u¡Jiu de lus inLdec:ltwles (1955) Prefacio y reconocimientos Unos pocos días después de finalizar los capítulos de este libro, tuve la oponunidad de ver por televisión un documental acerca de la teoría de cuerdas, uno de los últimos enfoques por medio del cual los físicos procuran dar con una teoría unificada de la naturaleza. El programa explicaba que, al considerar a las panículas subatómicas como lazos o pedazos de cuerda, en lug'ar de puntos sin dimensión o campos de fuerza simétricos, los físicos han dado con nuevas posibilicbdes pzu'a lograr una conexión matemática entre las fuerzas de la naturaleza. Algunos piensan que la largamente buscada unificación de la rebtividad general y la mecánica cuántica pronto estará a la vista. Para alguien que acababa de escribir un libro acerca del movimien to de Unidad de la Ciencia de las décadas de 1930 y 1940, este documental rebosaba de imponancia. ¡vle imagino que si los filósofos que lideral"On este movimiento -Otto NeUl"ath, Rudolf Carnap, Philipp Frank y Charles lvlorris- estuvieran vivos hoy y se sentaran conmigo frente a mi televisor, quedarían fascinados. El avance de la ciencia los hubiet"a impresionado, pero también lo habrían hecho los esfuerzos de la televisión pública por popularizar a la física contemporánea y a su ímpetu unificacionista. Su movimiento de Unidad de la Ciencia era, en pane, un esfuerzo por hacer justamente eso. Por otro lado, si fueran a volver a la vida, estos filósofos bien podrían sentirse decepcionados. Porque a diferencia de la televisión pública, la disciplina de la filosofía de la ciencia que contribuyeron a cultivar en los Estados Unidos ya no tiene a la unidad de la ciencia enu'e sus intereses y cuestiones centrales. Después de todo, especialmente durante las décadas posmodernas de 1980 y 1990, uno de los conceptos más aplaudidos en las humanidades fue la desunidad. La unidad llegó a significar, entre otras 12 Cómo la Guerra Fría transíormó la lilosolia de la ciencia cosas, exclusión de culturas e ideas subalternas y desdén elitista y conservador para las par'ticularidades y vitalidades de diferentes culturas, A tono con los tiempos, algunos filósofos de la ciencia organizaron las observaciones de la ecología, la biología, e incluso de la física de alta energía para representar a las comunidades científicas como un mosaico de vecindades étnicas urbanas con diferentes lengu~es, prácticas y finalidades -contiguas pero no continuas, y ya no como una colectividad en búsqueda del entendimiento general y unificado de la naturaleza. Para los resucitados empiristas lógicos sentados en mi sala, la cuestión no es simplemente que este cuadro de desunión se opone a su ideal de unidad, En sus días, como en los nuestros, las disciplinas científicas no estaban bien unificadas ni tampoco se sostenía que alguna completa teoría unificada del todo estuviera esperándonos a la vuelta de la esquina, En cambio, sí se sentirían decepcionados por la desunión contemporánea entre la ciencia y la filosofía emergida de este interés en el particularismo y la desconexión. Como recordaba aquel documental acerca de la teoría de cuerdas, el impulso para crear un entendimiento simple y unificado de la naturaleza es una motivación especial de la ciencia de hoy del mismo modo que lo fue para Copérnico, Newton, Darwin y otros héroes de la historia de la ciencia. Pero muchos de los estudios contemporáneos de la ciencia piensan de otro modo, siendo permitido tal disenso por una cullllra académica especializada y estrecha. Muchos eruditos en humanidades creen que para enten~ler a la ciencia uno sólo necesita una adecuada meta teoría del lenguaje (de usual proveniencia francesa, alemana o italiana), En particular, uno no necesita atravesar fronteras y cruzar el patio interior para aprender cómo los practicantes de la ciencia entienden lo que hacen, sin que medien reinterpretaciones metateóricas, Un empirista lógico caracterizado en este libro intentó abordar estas varias desconexiones a finales de la década de 1940. Por entonces, Philipp Frank ensei'iaba tanto física como filusofía en Harvard y observó que los profesores en ciencia y, a su vez, sus eSllldiantes estaban comenzando a percibir a los filósofos como poco operativos y desinformados respecto de la ciencia. Los filósofos alentaron esta percepción, sugería Frank, al forjarse áreas de problemas especiales concernientes al lenguaje y a la lóg'ica formal. Frank advertía que los filósofos sentían poca necesidad de mantenerse al día en lo que a la ciencia refiere, en especial porque su paso siempre parecía acelerado y sus descubrimientos revelaban enigmas notablemente conu·aintuitivos. Todavía peor, ninguna parte parecía dispuesta a unir fuerzas y a educar al público sobre las complejidades de los métodos científicos, de las teorías y de sus interpretaciones. Convencido de que se Prelacio y reconocimientos 13 estaban dejando pasar oportunidades históricas, Frank pasó las últimas dos décadas de su vida promoviendo al empirismo lógico como una herTamienta para ayudar a unificar' a las "dos culturas" de los científicos y de los humanistas y para equipar a los estudiantes con un entendimiento crítico de la ciencia. Frank creía que en una era de armas atómicas e ideologías propias de la Guerra Fría, tal entendimiento era necesario para una democracia saludable y productiva. Fuera de estas consideraciones culturales, Frank y sus colegas empiristas lógicos -y aun su rival filosófico, K1.rl Popper- se habrían sentido impresionados por algunas consideraciones técnicas que se desprendían de esta presentación de la teoría ele cuerdas. Cuando el programa llegara al continuo debate acerca de si la teoría de cuerdas (o panes de ella) puede ser puesta a prueba empíricamente, se hubieran sentido como en su casa. Un físico se LOmó muy en serio el debate al decir ante la cámara: "si no puedes poner a prueba a tu teoría, entonces no se trata de ciencia". Popper hubiera estado enfáticamente de acuerdo, mientras que Carnap, sabiendo que las cosas nunca son tan simples, habría objetado, tal vez, que debemos distinguir la contrastabilidad de la confirmabilidad. El gran, estrepiLOSO y famosamente combativo Neurath habría estado tan sorprenclido de encontrarse a sí mismo coincidiendo con Popper en este caso que bien podría haber derramado su café en su abrigo incluso sin proferir sus objeciones usuales -"¡Metafísica!" o "¡Absolutismo!"- a sus colegas. En realidad, estos filósofos discutieron a menudo entre sí, a veces con gran intensidad emocional e incluso hiriendo susceptibilidades. Pero esto se debe a que compartían la convicción de que la filosofía de la ciencia importaba más allá de los confines de la academia. En un mundo dado a la superstición, a las guerras, a la reacción social y a la persecución, deseaban introducir una nueva clase de filosofía con fortaleza cultural, práctica y científica -una de las cuales constituía la facultad de contribuir a clarificar cuestiones en la práctica científica. Por lo tanto, se habrían sentido complacidos de ver que los científicos del siglo XXI todavía necesitaban de las herramienlas filosóficas que ellos diser'iaron (tales como los criterios de significado, la contrastabilidad o la confirmabilidad) para contribuir a evaluar las aserciones de conocimiento y para evitar las abundantes y engaúosas trampas de la metafísica y la seudo ciencia. Aun así, este sentido de familiaridad también habría involuCl'ado una sorpresa, si no una decepción. En realidad, el físico dijo: "si no puedes contrastar tu teoría, entonces no se trata de ciencia. Es filosofía". En su opinión, la filosofía misma representaba un remanso de aserciones irrelevantes incontrastables, del tipo que los empiristas lógi.cos invirtieron mucho de sus carreras instando a los científicos y a los filósofos a que Ll Cómo la Guerra Fria transíormó la filosofia de la ciencia eviten. Encon trándose a sí mismos olvidados, desoídos o ignorados tan to en la ciencia como en la filosofía de la ciencia, estos filósofos solo podrían concluir que, en lo que a sus ambiciones culturales y científicas compete, algo había salido mal. En pane, es la política lo que salió mal. Este libro no pretende ofrecer un informe completo de todos los eventos y circunstancias sociales, intelectuales, económicas o de otro tipo de historia que se relaciona con las tendencias que adquiriera la filosofía de la ciencia en los tiempos de posguerra. Pero sí propone que cualquier tratamiento convincente debe incluir a la política del anticomunismo que, como muestran los siguientes capítulos, fue ejercida y, en un sentido, unificó a algunas de las experiencias y circunstancias que marcan el ascenso y la caída del movimiento de Unielael ele la Ciencia durante la Guerra Fría. Para aquellos que suponen que la filosofía evoluciona ele acuerelo a sus propias reglas intelectuales, sin verse afectada por las irracionalidades de la política, e! comercio y la moda fuera de la torre de marfil, esta ase¡-ción puede parecer dudosa desde el comienzo. Los filósofos de la ciencia, y en especial quienes aprecian las contribuciones históricas del empirismo lógico, tienden a ser intelectualmente precisos y conceptualmente escrupulosos. Si los ol~jetivos y valores políticos infectaran a su profesión, serían identificados y descartados antes de que alguien pueda decir" das Nichis selúsI nichle!".'" La afirmación, sin embargo, no es que los empiristas lóg-icos fracasaron en sostener sus bien conocidos reparos respecto de la separación de la filosofía de la política, tornándose así susceptibles a la inllucncia política. Más bien, lo que se afirma es que la adopción por parte de la profesión de aquellos reparos era, en un sentido, una respuesta a fuerzas anticomunistas que eran extremadamente poderosas y que ahora han sido mayorIllente oh'idadas. Uno de los objetivos de este libl'O, por lo tanto, consiste en examinar los senderos por los cuales el anticomunismo de la Guerra Fría y su instanciación conocida como macartismo ejercieron su labor en la vida académica e intelectual en las décadas inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Como ha documentado la historiadora Ellcn Schrecker, los administradores y académicos en diversas disciplinas participaron de la "histeria" de • En alemán en el original. Léase: "La propia nada nadea", expresión ele Heidegger (Heidegger la lIliliza en su \Vas isl MelrJlJhysik?, de 1929). Carnap hace una bastante extensa referencia a ella en su "La superación de la metafísica mediante el an~ilisis lógico del lenguaje", como ejemplar de las seudoproposiciol1cs metafísicas. Véase Carnap, R. (1932), "ÜberwindLll1g del' Mel<lphysik elurch logische Analyse de Sprache", ErJ"'l/lllllis, 2 (1), pp. 219-241. [N. elel T.] Prefacio y reconocimienlos 1:) la Guerra Fría en torno a "la amenaza roja". Lo que e! sociólogo C. Wright i'vlills llama, lal vez más acertadamente, la "nueva celebración norteamericana" fue impulsada por el patl'Íotismo, el miedo a la guerra nuclear y las seg'uras declaraciones de -WashingTon y de la prensa conservadora de que los Estados Unidos estaban de hecho en guerra con una nación comunista poderosa que buscaba activameme la dominación mundial. Las armas que est;:¡,ban siendo usadas no eran pistolas y bombas, sino más bien estrategias para el coml'Ol geopolítico, la competencia tecnológ-ica y b propaganda. Puesto que tanto Ivloscú como 'Washington eran expertos en cuestiones propagandísticas y en operaciones secretas, los miedos de que los espías comunistas pudieran inftltrarse en bs instituciones noneamerican;:¡,s (tales como la educación superior) y derribar al capitalismo occidental sin disparar una bala no p;:u-ecían necesariamente exagerados. Durante estos mismos aI1OS, los espías de la erA, a veces sin asistencia militar, orquestaron golpes militares e instalaron gobiernos en naciones tales como Irán y Guatemala. Estos miedos crecieron con fuerza en la cultura popular en torno a b academia. Era creído casi universalmente que IVloscú patrocinaba espías, financiaba (y así cOl1ll'Olaba) a muchas organizaciones norteamericanas cívicas y culturales y utilizaba sus avanzadas tecnologías ciemíllcas en pos de la búsqueda de la dominación global y -con el satélite Sputnik en 1957extraterrestre. También se c¡'eía que los soviéticos eran expertos en técnicas de manipulación psicológ'ÍCa, más popubrmente conocidas como "lavado de cerebros" y "control mental". Así, cualquie~-a -amigos, vecinos y pl'Ofesores universitarios- podían sucumbir ante esta conspiración secreta para derrocar a b democracia norteamericana desde adenu·o. Incluso aquellos que se esforzaron en ser "neutrales" respecto de las épicas confrontaciones ideológicas de la Guerra Fría -entre sociedades abiertas y cerradas, enu-e la democracia y el tot;:¡,litarismo, entre los merc;:¡,dos libres y los planeamientos económicos- escogieron un camino arriesgado. Porque al no condenar al comunismo y al no armarse de valor para ayucbr ;:¡, sus compatriot;:¡,s contra su perniciosa inf1uencia, los neutralistas a menudo parecían estar de! lado de los conspiradores. En g-eneral, solo las afirmaciones públicas y profesionales respecto del anticomunismo podrían proteger a alguien de ser sospechado de ser "rosado" o "rojo". Incluso para aquellos que est~ln más familiarizados con la guerra de Vietnam o con la destrucción de las torres gemelas que con el Sputnik y la crisis de misiles en Cuba, e! marcado poder 'de! anticomunismo para minimizar e! disenso y cultivar el antiintelectualismo y la conformidad polÍLica en los Estados Unidos de la década de 1950, puede resultar familiar en algún sentido. A l;:¡, vista elel público, los riesgos sociales y políticos 16 Cómo la Guerra Fria transformó la Illasalia de la ciencia de aparecer "tolerantes con el comunismo" durante la Guerra Fría no era muy diferente de los liesgos contemporáneos de aparecer como comprensivos con el terrorismo. En el albor de la Segunda Guerra ¡vIundial, como en el albor del 11 de septiembre de 2001, los líderes nacionales definieron a los eventos en crudos términos morales: los invasores que carecen de libertad y de los valores sociales y religiosos personificados por los Estados Unidos procuran destruirlo activamente. Aquellos que sostuvieron que las tensiones geopolíticas y las causas del terrorismo fueron más com plicadas y que entenderlas y manejarlas requería de un conocimiento histórico, sociológico y económico de las naciones y de los pueblos, a menudo fueron vistos con sospecha. A los ojos de algunos, e! empirismo lógico y su movimiento de Unidad de la Ciencia también parecían sospechosos. Originalmente, el empirismo lógico consistió en un proyecto que procuró conscientemente el compromiso no solo con la ciencia sino también con el desarrollo social y cultural progresista (tanto en la Europa de la década de 1920 como en los Estados Unidos de las décadas de 1930 y 1940). En el espacio de unos diez ailos, sin embargo, desde aproximadamente 1949 a 1959, se convirtió en un proyecto escrupulosamente no político de semántica y lógica aplicada que la mayoría de los filósofos de hoy asocian con el nombre de "empirismo lógico" o "positivismo lógico". Dado que las carreras de varios empil'istas lógicos se cruzaron con la política anticomunista en las casas de estudio, en importantes organizaciones filantrópicas y en el FBI de J. Edgar Hoover, hay evidencia de que el anticomunismo fue una fuerza subyacente a esta transformación. Afectó a la clase y a la g-ama de problemas que perseguían los filósofos de la ciencia, a los métodos y herramientas que empleaban y a las relaciones entre la filosofía de la ciencia y la propia ciencia. Una palabra acerca de esta "trans[ol1llación" contribuirá a presentar mejor estas afirmaciones. Los filósofos de la biología distinguen entre el cambio evolutivo apuntalado por la transformación y la selección denu"o de una población. Aquí, "u"ansformación" no es usada en un sentido técnico, sino que refiere a un proceso de cambio profesional y disciplinario que fue, mayormente, seleccionista. La población en cuestión incluía a los ülósofos de la ciencia norteamericanos y europeos que cultivaron unánimemente al empirismo lógico en la versión que prosperara en los Estados Unidos a fines de la década de 1930. Algunos, tales como Otto Neurath, Philipp Frank y Charles Morris, comparúan la creencia de que e! empirismo lógico, o de manera más general, la filosofía de la ciencia, debería abordar no solo los estudios f0l111ales y abstractos de la teoría cientíüca y e! le n gl.lcU e cientifico, sino también tópicos social y políticamente relevantes (tales como el estudio de los valores en la ciencia, la sociología de la ciencia y la estructura lógica Prelacia y recanacimienlas 17 y el contenido evidencial de las ideologías y de las aserciones ideológicas). Estos y OU"OS tópicos, y la tarea de popularizarlos en el seno de otras clisciplinas y del público general, pertenecieron al movimiento de Unidad de la Ciencia que promovió todo esto a comienzos de la década de 1930. Ivlienu"as que casi todos los empiristas lógicos estaban complacidos de eswr involucrados de un modo u otro en este movimienLO, una subpoblación (incluyendo, de diferentes modos, a Camap, Reichenbach, Feigl y Richard Rudner) favoreció una disciplina m{lS estrecha, confinada a tópicos tales como la inducción, la explicación y la semántica técnica, las cuales no eran adecuadas, o incluso categóricamen te inapropiadas, para tratar problemáticas ideológicas y de la vida social. La u-ansformación en cuestión consistió mayormente en una pérdida de influencia y liderazgo de! primer grupo y del surgimiento y éxiLO del segundo. Así, estos líderes de la profesión no "cedieron" simplemente (y para usar la expresión popular) a la presión política transformando sus creencias e investigaciones a causa de ella. Este estudio está basado en fuentes históricas, normalmente archivos y textos no publicados. Como saben los intelectuales profesionales de todos los campos, a menudo existe una diferencia en e! tono, así como también en el contenido de lo que los erudiLOs se dicen enu-e sí en conferencias formales o a través de publicaciones y lo que dicen en conversaciones privadas o por intermedio de la correspondencia personal. BcU0 la cubierta de la noble práctica ele la historiografía, este libro es mayormente un protocolo de lectura del correo de estos filósofos. Esta invasión de la privacidad nos trae objetivamente más cerca de la historia del empirismo lógico en los Estados Unidos que lo que estaríamos a partir de los regisu"os publicados. Pero también viene con desventajas de subjetividad. Este libro es selectivo. Alg-unas figuras en la historia de la filosofía de la ciencia norte::tmericana, tales como Edgar Zilsel, Victor Kraft, Egon Brunswik y Carl Hempel apenas son mencionados (o ::tlgunos lo son solo ahora). Ni tampoco se pone mucha atención al homólogo de Hans Reichenbach del Círculo de Viena, la Sociedad de Berlín para la Filosofía Empírica. La izquierda filosófica británica también es tratada solo cuando se entrecruza con el movimiento de Unidad de la Ciencia en los Estados Unidos. Tal vez inevitablemente, este libro es también, en algún sentido, solidario con aquellos que lucharon por sostener sus proyectos en un clima hostil tanto política como intelectualmente. Un lector lo encontró excesivamente favorable para con Otto Neurath y las arengas contra la formalización que a veces envió a sus colegas más talentosos y elocuentes, en especial Carnap. En la lógica formal y en la semántica, es cieno, Neurath no estaba tan dotado como muchos de sus colegas. Cosas similares podrí::tn decirse de Frank y de IvIorris. Sin embargo, lo que muestran estos capítulos 18 Prelacio y reconocimienlos Cómo la Guerra Fría transíormó la filosofía de la cíen cía es que la vida intelectual de la Guerra Fría no g'arantizaba meritocracia alguna para promover a los mejores en desmedro del resto de los concursantes. Con importantes ciudades universitarias conduciendo audiencias formales y agentes del FBr ent.revistando a los docentes y a las secretarias de departamento acerca de profesores sospechosos, la vida intelectual en la década de 1950 combinaba erudición, miedo, presiones de investig'ación, ostracismo y, a veces, patentes intimidaciones por parte de los propios colegas. A la larga, ganadores y perdedores ya no siempre se determinaban de acuerdo con el talento intelectual. La solidaridad que hay en estos capítulos para con Neurath, Frank y Morris es sentimental solo en parte. Sus intereses en los aspectos históricos y sociológicos del pensamiento científico (y filosófico) son enormement.e sugerent.es y dignos de un est.udio cont.em.poráneo. En especial cuando se lo compara con la "concepción heredada" del empirismo lógico que abstrajo completamente al conocimiento de sus context.os sociales e históricos, algo acerca del historicismo y el contextualismo de Neurath y Frank parece casi con toda seguridad acertado aunque solo fuera porque la comprensión cont.extual es un requerimiento para dar sentido al cómo y al porqué respect.o del eclipse de sus intuiciones y de:; sus proyect.os en primer lugar. Para los filósofos de la ciencia que desean que su disciplina goce de una mayor aut.oridad y credibilidad públicas y un ent.endimienLO y un compromiso más productivo con los científicos practicantes, cuestiones t.ales corno el contextualismo parecerían ser invaluables. Porque una vez que las fronteras y los valores cont.emporáneos de la profesión son procesados por la historia y cont.ext.ualizados, apenas pueden ser vist.os como necesarios e inmóviles. Pueden ser refut.ados y regulados tan ciertamente como en una oport.unidad, en otro tiempo, fueron transformados en diferentes circunstancias sociales y culturales. .tAe gustaría agradecer a muchas personas por el apoyo, las conversaciones y las críticas de la investigación que eventualmente llevaron a producir este libro. Robert Richards, Howard St.ein y Dan Garber asesoraron a la tesis doctoral escrita en la Universidad de Chicago de la cual emergió esta obra. La mayor parte de la investigación que se corona con este libro fue patrocinada por la Fundación Nacion;ll de la Ciencia, b,~o el número de subvención SES0000222. Ivluchos otros alentaron, y a veces corrigieron, mis cambiantes visiones acerca ele la historia del empirismo lógico y del movimiento de Unidad de la Ciencia. Aquí incluyo a Don Howarel, Thomas Uebel, Michael Friedman, Alan Richardson, Gary Hardcast.le, Richard Creath, André Carus, Nat.hali Hauser, David Stump, Set.h Sharpless, Michael Stoltzner, Hans:Joachim Dahms, Veronika Bofer, 19 Elliot.t Sober, Steve Fuller, Abraham Edel, Tom Ryckman, Ralph Gregory, Jolm IvlcCumber, George !\Iallen, Roben Cohen, Fred Beuttler y Daviel Hollinger. Agradezco además a Fried1'Ích Sradler y Elisabeth Nemet.h elel Instit.ut Wiener E.reis; Michael Davis, 'Narren Schmaus, Bob Ladenson, John Ongley y Jack Snapper del Inst.ituto de Tecnología de IlIinois; jla dos referís anónimos que propusieron y alentaron valiosas revisiones. Agradezco también a los eq¡tipos de los siguientes archivos por el permiso para citar documentos de sus colecciones. Cuando no es indicado explícit.amente en el texto, las colecciones involucradas son referenciadas de acuerdo a las siguientes abreviaciones:'" AS1' RC: Colección Rudolf Carnap, Archivo de Filosofía de la Ciencia, Biblioteca Billman, Universidad de Pittsburgh, PÍltsburgh, Pennsylvania. Cl\IP: Artículos de Charles Morris, propiedad del Proyecto de Edición Peirce, Universidad de Indiana, Universidad de Purdue Indianápolis, Indianápolis. VJ presente, los artículos de Charles Mon-is se mantienen sin procesar.) HFP: Artículos de HerbertFeigl, l\rchivos de la Universidad, Universidad de Minnesota, Ciudad Universitaria de Twin Cities, Minneapolis. JRMC: Centro de ArchivosJudeo-Norteal11ericanosJacob Arder Marcus, Ciudad Universitaria de Cincinnati, Universidad Hebrew Union, Instituto Judío de Religión, Cincinnati, Ohio. ONN: Legado Otto Neurath (Archivos Wiener 1\.reis), Rijksarchief, Noord-Holland, Haarlel11, Holanda. RAC: Centro de Archivos Rockefeller, Sleepy Hollow, Nueva York. USMP, UCPP, PI': Artículos del movil11iellto de Unidad de la Ciencia, Archivos del Editorial de la Universidad de Chicag'o, Artículos de Presidentes de la Universidad de Chicago, 1925-1945, Departamento de Colecciones Especiales, Biblioteca Regenstein, Universidad de Chicago, Chicago, Illinois . * Las abreviaciones de estas referencias siguen a las siglas correspondientes al original inglés o alenón, según el caso. [N. elel T.] 1 Una introducción al empirismo lógico y al movimiento de Unidad de la Ciencia en la Guerra Fría El empirismo lógico es objew ele especial atracción para los interesaelos en la historia ele la filosofía ele la ciencia. Como las viejas foeografías de tono sepia ele los ancestros que hicieron posible nuestras vidas al sobrevivir a las guerras, a las emigraciones y a las vicisitudes propias elel paso del tiempo, el empirismo lógico cuenta con el nostálgico encanto ele los humeantes cafés vieneses elonele tomó forma gran parte elel movimiento, más ele ochenta años atrás. El marco y la historia son muy atractivos. En la Viena ele Freuel, Schanbel-g, 'Wittg-enstein y otras luminarias elel siglo xx, los filósofos, matemáticos y lóg-icos que conformaron el Círculo de Viena estaban roeleaelos por la creativielael intelectual. Ellos mismos estuvieron al frente ele los apasionantes elesarrollos elel siglo en física y lógica. Los miembros principales fueron ]Vloritz Schlick, Rudolf Camap, Kurt Caelel, Philipp Frank y Otto Neurath, mientras que sus colegas y partidarios en Europa y los Estaelos Unidos incluían a Hans Reichenbach, Cad Hempel, Emest Nagel y W. V. O. Quine. Hasta la elisolución y desaparición elel círculo a comienzos de la década de 1930, estos líderes ele la filosofía elel presente y del futuro se encontraban regularmente en la Universielael de Viena y en diversos cafés para elebatir sus ieleas acerca elel conocimiento, la ciencia, la lóg"ica y ellengm0e. Al tiempo que sorbían café y encenelían sus pipas, inflamaron naela menos que una revolución en filosofía y nos legaron la disciplina ahora conociela como filosofía de la ciencia. La nostalgia, elesele luego, acarrea poco peso filosófico. La mayoría de los filósofos contemporáneos, no importa cuánto pueelan apreciar al f",l 22 Cómo la Guerra Fría transformó la filosofia de la ciellcia empirismo lógico como el movimiento fundador de su profesión, acuerda con que en las décadas de 1950 y 1960 el empirismo lógico fue desenmascarado como un catálogo de errores, malinterpretaciones, e hipersilllpliLicaciones acerca de la ciencia y de la epistemología. Mucho ha cambiado en la filosofía de la ciencia. De manera más notoria, los cafés de la década de 1920 han dado lugar a tazas de café espumante y luces fluorescentes de hoteles corporativos donde los filósofos de la ciencia, representando ahora a un campo académico bien establecido, se reúnen para interconectarse, debatir asuntos y llevar adelante temas afines a la educación superior. Con todo, recientes investigaciones han mostrado que el vi'"0e de la profesión desde los cafés europeos a los hoteles corporativos involucró más que un crecimiento de la membresía, el cambio de localización en el país y creencias revisadas y mejoradas acerca de la ciencia y de la epistemología. También involucró drásticos cambios sustantivos que solo ahora están pasando a ser el centro de atención. Cuanto más aprendemos acerca del empirismo lóg"ico (sus valores básicos, metas, métodos y el sentido de misión histó11ca compartida por algunos de sus practicantes), más distante y foráneo parece al comparárselo con la filosofía de la ciencia de nuestros días. i\sí, dos preguntas generales continúan dirigiendo los estudios acerca del Círculo de Viena y 'del empirismo lóg"ico temprano: precisamente, ¿de qué se trataba originalmente el empirismo lógico? y, el tema principal de este libro, ¿cómo evolucionó la filosofía de la ciencia en las muy diferentes formas que asume hoy? Las res'puestas convincentes a la primera pregunta comenzaron a aparecer en la década de 1970, cuando historiadores y filósofos comenzaron a recuperar y a interpretar la rica historia del empirismo lógico. l Gracias a tan amplio elenco de persom0es, cuyas especialidades yacen en la filosofía, la lógica, las matemáticas y las ciencias sociales, ha llegado a verse claramente que la mayoría de los primeros empiristas lógicos, si no todos, estaban tan apasionados con los problemas culturales y políticos como lo estaban con los problemas de la filosofía técnica y de la epistemología, En particular, Neurath, Carnap y Frank procuraron activamente fOljar conexiones personales, intelectuales e institucionales entre el empirismo lógico y varias instituciones culturales y políticas y movimientos en Europa. Entre estos intereses, incluimos a la perenne preocupación de Carnap por los lengu'0es artificiales internacionales y al trab'"0o I Para un reciente)' útil compendio de 'información biográJica )' filosóJ1ca relacionada con el Círculo de Viena y sus asociados, véase St:1dler (2001). Para un panorama del "redescubrimiento" erudito del empirismo lógico, véase Uebel (1991), y de sus aspectos políticos, véase l-Ieidelberger y Sl<'ldler (2003), Una introduccióll al empirismo lógico y al movimiento de Unidad de la Ciencia 23 de Neurath en museos, en la educación pública y en el sistema iso tipo" de iconografía visual, cuyos descendientes gráficos ahora son ubicuos en aeropuertos, paseos de compra y otros espacios públicos. Neurath, Carnap, Herbert Feigl y Hans Reichenbach fueron invitados a dar conferencias en la Bauhaus, mientras que Neurath colaboró adicionalmente con el Congreso Internacional Belga para la Arquitectura Moderna (CIAM) (Faludi, 1989; Galison, 1990). Hubo también debates con marxistas (Lenin incluido) y teóricos críticos de la escuela de Frankfurt (Lenin, 1908; Horkheimer, 1937; Dahms, 1994), así como también intemos por parte de Philipp Frank, de establecer amistad con los críticos neotomistas del cientificismo y del positivismo en las conferencias sobre Ciencia, Filosofía y Religión, de periodicidad anual, que tuvieron lugar en Nueva York, durante la década de 1940 (Frank, 1950). Además, al menos dos empiristas lógicos no se restring'ieron a debatir cuestiones de teoría política o de política nacional y económica. Neurath tuvo un papel tumultuoso y casi fatal en la revolución socialista bávara de 1919 y más tarde fue contratado por Moscú por su destreza vinculada al sistema iso tipo. El activismo socialista en los ai10s de estudiame por parte de Hans Reichenbach en la Universidad de Berlín, a su tiempo le costó la oportunidad de obtener un empleo allí. 2 Específicamente, el Círculo de Viena alcanzó a un público más amplio para proíllOver sus críticas a la filosofía tradicional y para popularizar su Wissenschajiliche Weltauffassung, o concepción científica del mundo, como una alternativa sustituta. Asf lo hicieron en Viena a través de la Sociedad Ernst lvbch y sus conferencias públicas, y así lo hicieron en Europa y los Estados Unidos a través del movimiento de Unidad de la Ciencia, de Otto Neurath. El movimiento promovió la tarea de unificar y coordinar a las ciencias de modo que pudieran ser utilizadas de manera más adecuada como herramientas para la formación y la planificación deliberada de la vida moderna, Y procuró cultivar la sofisticación científica y epistemológica, aun entre ciudadanos comunes, de modo que pudieran evaluar mejor la retórica oscurantista proveniente de los sectores anlicientíficos y reaccionarios y contribuir a planificar mejor una futura ciencia unificada que contribuiría con los objetivos colectivos de la sociedad. * Voz castellana que refiere al acrónimo inglés ISOTYPE, .. In{enw.lloil.a! S)'.slelJl ofT)'/Jogr{{J)hic Pir:lure Educalion". Se trata de un sistema pictográfico destinado a transrnitir illfornlación de manera rápida sin apelar allenguc-ue natural. [N. del T.] ~ Respecto de la política ele Netu-ath, véase Cart\\'right el 11/. (1996); sobre Reichenbach, véase Traigar (1984). Un relato informativo, aunque tendencioso, de la obra ele Neurath en la URSS se encuentra en Chislett (1992), 24 Cómo la Guerra Fria transformó la filosolía de la ciencia Juntos, el empirismo lógico y el movimiento de Unidad de la Ciencia de Neurath estaban en la empresa del .Aujhliirung* (Scott, 1987; Uebel, 1998). Buscaban nada menos que especificar y ayudar a cumplir la promesa del Iluminismo francés dieciochesco mientras se tomaba plena ventaja de los desarrollos del siglo xx en ciencia, lógica, pensamiento social y política. Esta constructiva agenda iluminista es el tema principal de este libro. Porque solo al poner en claro estas ambiciones (propias del empirismo lógico) podemos ver tanto cuánto ha cambiado la fLlosofía de la ciencia en la última mitad del siglo xx, como, a su vez, qué clase de condiciones y fue ¡-zas estuvieron involucradas en su transformación. El saber convencional acerca del em,pirisnlo lógico Antes de presentar la tesis principal de este libro, es útil considerar algo del saber convencional-mayormente erróneo- acerca del empirismo lóg'ico. Antes de este reciente florecer en el interés y la investig'ación, su alcance cultural y ambiciones científicas se vieron eclipsadas por varias circunstancias, en especial en el mundo filosófico de habla inglesa. Esto no es menos cierto respecto de los ataques de! empirismo lógico a la metafísica contemporánea y tradicional y a la seudociencia. Estas fueron vívidas manifestaciones de pirotecnia analítica que contribuyeron a que la naturaleza de! proyecto adquiriera una impronta negativa y eliminativa. Además, hasta que los escritos de Neurath comenzaron a ser traducidos y publicados en inglés en la década de 1970, sus constructivos intereses en la ciencia unifLcada y en la política, y su finamente ajustada perspicacia epistemológica acerca del lenguaje y la ciencia, se vieron eclipsados por su reputación como el "original troglodita neopositivista" (Uebel, 1991, p. 5) que aplastó a su propio club y que murmuraba expresiones machianas tales como "azul aquí ahora". Otro factor fue la influencia de Del' logische AujIJau der Welt (1969)** de Rudolf Carnap, el cual, no importa cuán natural y merecidamente capturara la atención filosófica, es tomado erróneamente como un paradigma del empirismo lógico como un todo, Tomados cor~untamente, estos y otros factores ayudaron a crear la impresión de que el empirismo lógico, incluso a pesar de sus cambios y liberalizaciones subsecuentes, fue poco más que un temprano momento fenomenológ'ico en la historia de la epistemología occidental. • En alemán en el original. Léase "!luslración" o "Iluminismo". [N, del T.] ** El autor hace referencia aquÍ a la versión inglesa de esta obra, cuya versión original alemana dara de 1928, [N. del T.] Una introducción al empirismo lógico y al movimlenlo de Unidad de la Ciencia 2 ~) Los escritos populares secundarios también contribuyeron a empaii.ar los compromisos culturales de! empirismo lógico. El influyente TILe Logic ufScienlific DiscuveJY (1935) de 1~'l.rl Popper y su muy leído ensayo "Ciencia: conjeturas y ¡'erutaciones" (Popper, 1969) proclamaban su jactancia de que solamente él diag'nosticó una falacia inductiva en el núcleo de! empirismo lóg'ico (reforzando de ese modo la posición de que su proyecto era esencialmente, cuando no también exclusivamente, epistemológico). El aún más ampliamente leído Language, Tl'lllh mul Lugic (1936) de A. J. Ayer presentó al empirismo lógico principalmente como la filosofía de la ciencia camapiana (a través de la sintaxis lógica; Camap, 1937c) vista a través de los lentes de la filosofía wittgensteiniana de! len g'uaj e naLural. Ayer explicaba que el objetivo y propósito de la filosofía, y a partir de allí, del empirismo lógico, era meramente (pero no de manera irrelevante) asistir al progreso de la ciencia -cualquiera sea la circunstancia en que fuera invocado- por medio de la provisión de análisis que clarifiquen e!leng'uaje cienLifico (Ayer, 1936, p. 152). Aunque el informe de Ayer fue fiel al aspecto iconoclasta del movimiento (su rechazo a la metafísica, su coqueteo con el verificacionismo y con el fundamentalismo y su rechazo de lo sintético a j/fiori), no menciona las ambiciones constructivas del empirismo lóg'ico, Salvo por dos notas al pie, la voz de Neurath está ausente en Language, Trulh and Logic porque Ayer buscó "enfatizar no tanto la unidad de la ciencia" (el tópico y la meta más cara para Nemath), "sino más bien la unidad de la filosofía con la ciencia" (iúid., p. 151). Ningún lector de! libro de Ayer supondrá el hecho que los fundadores del empirismo lóg'ico lo concibieron en parte porque procuraba;l acudir en ayuda de la coordinación y el uso coordinado del conocimiento cienLífico, para cooperar en la tarea de modernizar y mejorar la vida, la educación y la organización social y económica, Si bien Ayer comprimió a la amplia agenda de! empirismo lógico en nn proyecto científico limitado aunque también activo, para la década de 1970 el empirismo lógico se vio reducido todavía más, No siendo ya panícipe de la ciencia, fue recordado como una escuela de comentarios aceren de la ciencia. La an tología de Suppe, The Slruclul"e of Scienlific Theories (1977), que se sitúa al lado de Language, Trulh muL Logic en la biblioteca de todo filósofo de la ciencia, presentaba al empirismo lógico como un conjunto de proposiciones acerca de la ciencia y sus métodos, Como ve¡'emos más adelante, y como temían algunos miembros del Círculo de Viena, el empirismo lógico se convü,tió en, y fue recordado como, una secta cuyas doctrinas eran el veriLicacionismo, el inductivismo y el fenomenismo. Suppe escribió que esta reducida agenda estrictamente epistemológica agotaba elleg-ado del empirismo lógico: 25 Cómo la Guerra Fría Iransíormó la íilosoíía de la ciencia Durante unos treinta ai10s, el empmsmo lógico [... ] proveyó el marco básico para situar los problemas acerca de la naturaleza del conocimiento científico y también impuso límites respecto de lo que contaría como soluciones apropiadas para estos problemas: el conocimiento singular de fenómenos directamente observables era aproblemático, mientras que el conocimiento remanente que la ciencia parecía proveer era en el mejor de los casos problemático (Suppe, 1977, p. 617). Cuando Suppe escribió esto, a fines de la década de 1960, mayormcnte se pensaba que el empirismo lógico había caducado y esta caracterización del programa provee una fonna conveniente de entender su dcsaparición. Lo que el programa oÜ'ecía para analizar "el conocimiento remancnte que la ciencia se proponía proporcionar" eran modelos ele explicación, reducción, inducción y confirmación que fueron lullados deficientes en sí mismos. Dos influyentes obras, e·l artículo "Dos dogmas del empirismo" (1951) de Quine y el famoso libro de Kuhn, La estructura de las nvoluciones científicas (1962), estaban, por entonces, contribuyendo a solidificar el consenso. Entre otros problemas, el empirismo lógico estaba paralizado, de acuerdo con Quine, a causa de lo imprecisa que resultaba la distinción analítico-sintético (sin caer en circularidad). De acuerdo con Kuhn, e! empirismo lógico no era capaz de elucidar el holismo conceptual de la ciencia y las alegadas discontinuidades entre lo teórico y lo ling'iiístico que puntúan a la historia de la ciencia y, corueturaban muchos, a su nawraleza esencial. El empirismo lógico estaba en un estado penoso. Había perdido sus conexiones con la práctica científica, difícilmeme podría mantenerse bajo su propio peso conceptual y la ciencia que procuraba interpretar era vista por la investigación histórica como una mera ficción idealizada que existía solo en la imaginación de los filósofos. Una nueva explicación para la desaparición elel empirismo lógico Dado que ahora sabemos que el empirismo lógico fue originalmente un proyecto filosófico con ambiciones culturales y sociales, nos enconU'amas en el momento oportuno para preguntarnos cómo fue transformada la disciplina y cómo se perdieron estas ambiciones culturales y sociales. La respuesta que se defiende aquí es que fue transformada durante la década de 1950 almenas parcialmente, si no principalmente, por presiones políticas que eran comunes a lo largo de toda la vida cívica, así como también de la vida intelectual, durante la Guerra Fría que siguió Una inlroducción al empirismo lógico y al movimiento de Unidad de la Ciencia '1.7 a la Scgunda Guerra l'vIundial. En gran parte, estas presiones llevaron al empirismo lógico a deshacerse de sus compromisos culturales y sociales debido al cambio en el movimiento de Unidad de la Ciencia de Neurath. El movimiento no era mcramente un frente público y científico para un programa que de otro modo hubiera sido filosófico e independiente. Contribuyó a determinar qué clases de pregul1las y temas de investigación eran perseguidos, y cómo eran perseguidos, en el corazón ele la filosofía de la ciencia. Esto no significa que, si no fuera por la Guerra Fría, la filosofía de la ciencia contemporánea sería en la actualidad una clase de sirviente público ,ueno a lo académico. En cambio, lo que se aleg-a es que el empirismo lógico aspiraba originalmente tanto a la sofisticación filosófica y técnica como al compromiso con los científicos y con las modernas tendencias sociales y económicas. La Guerra Fría, sostiene este libro, tornó imposible a csa agenda y forzó efectivamente a la disciplina a adoptar la forma apolítica y altamente abstracta que es rememorada en la obra The Stmctu'I'e oJ ScientiJlc The01-ies de Suppes. En otras palabras, el abismo que separa a ese libro del combativo manifiesto de! Círculo de Viena, lVissenschaftliche WeltaujJassung, fue obra de la Guerra Fría. Esta interprelación tampoco desestima la perspicuidad de Quine, de Kuhn y de otros críticos del empirismo lógico. Sí afirma, sin embarg-o, que se debe reconocer el poder de estas fuerzas políticas, )' que de este modo comenzamos a ensamblar, como delineamos más adelante, una historia más compleja), a la vez más precisa de la filosofía de la ciencia dura11le el siglo xx. Apanar lo hislOriográfico (yen última instancia lo melafísico) puede conu-ibuir a desmantelar un prejuicio que probablemenle enfrente esta lesis. Proviene, apropiadame11le, de Neuralh, quien, como vemos más adelante, luchó muchas balal1as con otros filósofos cuya influencia y reputación terminaron eclipsando a la suya propia. Un elemento guía en estos debates fue el pluralismo multifacético de Neurath y, especialmente, su crítica de lo que él denomina "absolutismo". Por ejemplo, Neurath criticó la leoría semántica de la verdad de Camap y Tarski (según la cual, por ejemplo, el enunciado "la nieve es blanca" es verdadero si y sólo si la nieve es blanca) basándose en que erigía un orden dual en el que ellengu'0e habla primero acerca de sí mismo y !Llego del mundo, con el fin de penllitir una compal'ación entre esos informes y una determinación de si prevalecen las condiciones de verdad. Neurath objeló eslO porque, insisLÍa, un empirismo saludable nunca puede (incluso en llna abstracción filosófica) ig-norar las condiciones prácticas en las que operan el leng-u,ue y la ciencia. i\.sí, en su famoso y engorroso modelo de enunciados de protocolo -"ProlOcolo de atto a las II I II -.'! , 1I ~ 1I & ~ li~t~. _ l 1 I~ I 111 I~ 28 Cómo la Guerra Fría lransíormó la lilosoría de la ciencia 3:17 en punto: [a las 3:16 en punto Otto se dijo a sí mismo: (a las 3:15 en punto había en la habitación una mesa que era percibida por Otto)]" (Neurath, 1932/1933, p. 93)-," el informe más extremo del enunciado es siempre acerca de una persona específica y de lo que ellas creen que ven y saben acerca de la nieve o de la mesa ante ellas. Para Neurath, no hay dualismo leg,ítimo alguno entre ellengucDe y el mundo que pueda invocar una teoría de la verdad. El conocimiento, el discurso, cllenguaje y la conducta permanecen siempre, como habían enfatizado Nancy Cartwrig'llL y Thomas Uebel acerca de nuestra comprensión de Neurath, en el mismo "plano terrenal".3 Aquí yace, por ejemplo, una de las antipatías de Neurath con el popperianismo. En la metafísica de Popper del primer, segundo y tercer mundo, el último está habitado, como el ciclo de Platón, por conceptos objetivos u objetos estudiados por generaciones ele filósofos y científicos. Pitág'oras y estudiantes contemporáneos de séptimo grado, razonaba Popper, pueden saber y entender e! teorema de Pitágoras como la -misma cosa porque este goza de un estatlls ontológico como un objeto duradero y eterno. Neurath no diría nada de esto, ni tampoco lo haría cualquier filósofo que viera con simpatía la tesis política de este libro.'[ Porque si la filosofía de la ciencia está dedicada al estudio de algo semejante a un dominio ontológico de los objetos o de las condiciones metafísicas -la verdad, la explicación, la confirmación, la significancia, la analiticidad, etcétera-la aserción de que las fuerzas políticas controlaron su carrera en los Estados Unidos se verá contrarrestada continuamente por la réplica de que las fuerzas políticas podrían causar, a lo sumo, una distracción temporaria en el desarrollo histórico de la filosofía. La política nunca podría cambiar a la disciplina de un modo fundamental precisamente porque las fuerzas políticas no pueden comunicarse (y por lo tanto no lo hicieron) con los objetos de otro mundo que, como los que investigan los filósofos, guían la práctica fIlosófIca. Neurath diría que esta multiplicación de mundos es fatua metafísica, al tiempo que gritaba "¡Jvletafísica!", "¡Metafísica!" (y más tarde, para cuidar su voz, sólo "¡M!") en los encuentros de losjueves por la tarde del Círculo Una inlroducción al empirismo lógico y al movimiento de Unidad de la Ciencia ~9 . de Viena." Es metafísico para Neurath porque esto no tiene lugar alguno dentro de una representación honesta,-empírica y científica de la filosofía de la ciencia como algo que los seres humanos (o algunos ele ellos) Itncen en nuestro plano terrenal. La filosofía de la ciencia debe ser concebida como un conjunto de prácticas, v;:dores, metas y terminolog'Ías que son escogidas, utilizadas y (con un poco ele suene) mejoradas por los individuos conforme a sus indagaciones intelectuales. Esas prácticas son ense¡'ladas a otros y modificadas por el debate, así como también por presiones sociales o históricas, que muchas veces no son detectadas. Todos esos procesos y los agentes que los sustentan existen en el mismo plano terrenal, juma a la cullura, la sociedad y la política. Como muestra este libro, muchas ele las elecciones que realizaran los empiristas lógicos de la primera g'eneración y sus estudiantes fueron hechas a la par de presiones intelectuales, inslitucionales y personales que surgieron directamente de la Cuerra Fría y de! macanismo. Esto explicará tanto cómo la filosofía de la ciencia fue radicalmente modificada y despolitizada por eSLaS presiones como cómo esta tesis no elebe parecer menos plausible que el hecho mejor conocido de que la producción de una película de Hollywood también se vio alterada por acción del macanismo, No hay ni una Idea celestial del entretenimiento que controla la historia del cine ni un dominio eterno y objetivo de búsquedas y valores intelectuales que se ensei10ree en torno a la mosofía de la ciencia. El movimiento de Unidad de la Ciencia y la International EnG)'clopedia of Unified Science El empirismo lógico llegó a los Estados Unidos durante la década de 1930. Con la excepción de Herbert Feig'l, quien emigró en 1930, la princi pal ola ele emigración comenzó al promediar la década e incluyó a Rudolf Camap en 1935, KarlMenger en 1936, Carl Hempel en 1937, Hans Reichenbacb, Felix Kaufman, Gustav Bergmann y Philipp Frank en 1938 y Kun Códel y Edgar Zilsel en 1939 (Stadler, 20ü 1). La maYOl'ía lleg'ó a ese país como participantes del movimiento de Unidael ele la. Ciencia ele Neurath. Aunque -. En este}' lodos los casos en los que se cita a este arlÍculo a lo largo de la obra, se sigue la versión en espaiiol según aparece en Neurall1, O. (1965), "Pl'oposiciones prolocolares", en A.J. Ayer, El jJositivismo lógico, trad. ele L. Aldama, U. Friscl1, C. N. ¡-dolina, F. ¡\1. Tomer)' R. Ruiz Harrel, México, Fondo de Cultura Económica, pp. 205-21'1. [N. del T.] :1 CarlIVrigl1t y Uebel (1996). La frase proviene de NeuralÍl, quien elogió la melodología nilturali.'H<l marxista según la cual "locio yace en ellnislllü plano lerrenal" (Neuralh, 1928, p. 295). ; Para más sobre el debate de Neurath con Popper, véase Neuralh (1935) )' Cal (1995). 5 La versión ele NcuraLh ele esta famosa anécdota lnercce set· reproducida. Durante el "período wiugcnsteiniano", recordaba Neur<.uh en 1944, "una)' otra vez" durante las discusiones grllp<lle~ del Tmct{{lus protestó diciendo "est.o es l11ctafísica". "Esta situación se wfnó monótona)' Ha}¡n sugirió que debería hablar sólo con 'la [d, pal-"l acortar el soniclo y desde entonces muy a menudo digo j\1 y sugirió que para rcrnarcar los nl01nelllos en los que eSlaba satisrecho debería decir NM [por no metafísica]" (NeUI<llÍ1 a Carnal' y Monis, 18 ele noviembre de 194'1, AS!' Re 102-55-06). Cómo la Guerra Fría translormó la lilosona de la ciencia 3° Neurath mismo nunca emigró a los Estados U nidos (a pesar del consejo y el deseo de sus coleg'as), promovió y organizó el movimiento desde Holanda y más tarde desde Inglaterra, mientras hacía varios vi'Úes a América 'del Norte coincielentemente con el desembarco ele esta ola de emigración, De este modo, para los filósofos émigré," el movimiento se convirtió en una clase de hogar-lejos-elel-hogar a nivel institucional, una clase ele hogar que los ayudó a sostener el contacto, el diálogo y el foco intelectual que habían mantenido entre sí en Viena, Berlín y Praga.G Como veremos luego, esto también facilitó las conexiones entre los. émigrés y los filósofos norteamelicanos quienes, en algunos casos, ya estaban abocados a la búsqueda de un programa para la filosofía de la ciencia que estuviera comprometido social y políticamente. El movimiento de Unidad de la Ciencia fue también la voz pública, pedagógica y científica del empirismo lógico. Consistió en una serie ele congTesos internacionales para la Unidad de la Ciencia (que tuvieron lugar en Praga, en 1934; en París, en 1935; en Copenhague, en 1936; en París, en 1937; en Cambridge, Inglaterra, en 1938; en Cambridge, IvIassachusetts, en 1939; y en Chicago, en 1941); en publicaciones tales como la [nternational Encycloj;eelia o/ Unifiel! Science*" y una efímera encarnación inglesa de Erlwnntnis llamada journal of Unifiel! Science; en anuncios regulares y artículos que aparecieron en periódicos tales como Philosoj)hy ofSciencey Synthese; y en alguna cobertura en medios populares (tales como Time y el New YOIJi Times). Los empiristas lógicos fueron recibidos en los Estados Unidos tanto como representantes de un nuevo movimiento social y cultural, así como también como intelectuales, filósofos y lóg'icos. Para los filósofos contemporáneos, el punto en común en esta lista es la International Encyclopeelia of Unijieel Science, la cual por décadas fue traída a colación coruuntamente con la portada de la famosa obra de Kuhn, La estmctura ele las revoluciones científicas, Aunque tuvo una inl1uyente vida propia desde sus comienzos, el libro de Kuhn fue comisionado originalmente como una monografía para la Encyclopeelia luego de que la tarea de escribir una monografía histórica hubiera sido trasladada desde el filósofo e historiador italiano Federigo Enriques, a George Sanan (quien declinó e! ofrecimiento), aL B. Cohen, y finalmente, a Kuhn. Aunque nadie ha producido un detallado informe histórico de cómo la monografía de Kuhn y sus ideas fueron inl1uenciadas por e! movimiento de Unidad de la Ciencia, Una inlroducción al empirismo lógico y al movimiento de Unidad de la Ciencia sabemos lo suficiente como para desechar un persistente lugar común, entiéndase, que Kuhn refutó al empirismo lógico, al modo de un caballo de Troya.' El libro de Kuhn fue escrito en los últimos ailos de la década de 1950 y fue publicado en 1962 cuando el proyecw de la enciclopedia estaba moribundo, alrededor de una década después de su última ráfaga de vitalidad a comienzos de la década de 1950 (Reisch, 1995). Por lo tanto, alguna otra cosa ya había matado a la E1U)'cloj)edia y a buena parte del movimiento de Unidad de la Ciencia. El culpable es sugerido claramente por las fechas de los congresos internacionales listadas arriba: la Segunda Guerra ¡'v1undial casi detuvo al movimiento y, a pesar de los denodados esfuerzos de alguno de sus líderes, las presiones de la Guerra Fría impidieron que experimentara siquiera un momento de recuperación. En el curso de su historia, esos líderes fueron OltO Neurath, Rudolf Carnap, Philipp Frank y el filósofo pragmatista noneamerícano Charles Monis. ¡v10nis, de la Universidad de Chicago, fue extremadamente útil a la hora de contribuir a la migración del empirismo lógico. A menudo, durante la década de 1930, dio charlas y escribió acerca del nuevo movimiento de Unidad de la Ciencia, de su importancia cultural y política y de su apropiado lug'ar al lado de! pragmatismo norteamericano como pane de una exhaustiva teoría de los signos. Siguiendo a Charles Sanders Peirce, Morris llamó a esta teoría "semiótica" y la promovió sin descanso como el futuro de la filosofía (Monis, 1937). Al mismo tiempo, ¡V10nis favoreció la emigración de sus colegas. Los enconu'ó primeramente en Praga en 193"1, en el Octavo Congreso Internacional de Filosofía, donde Neurath celebró su primer encuentro en beneficio de-l movimiento de Unidad de la Ciencia y del nuevo proyecto de la enciclopedia. Monis recomendó a aquellos que planeaban venir a los Estados Unidos que debían publicar prontamente un artículo o libro en inglés antes de buscar un puesto en una universidad o colegio norteamericano. Varios siguieron su consejo y aceptaron la ayuda que les ofrecía. fl'lorris pronto se encontró a sí mismo organizando traducciones, poniendo en contacto a autores con editoriales y escribiendo canas a amigos y colegas en los Estados Unidos que tuvieran la posibilidad de contratar a algún filósofo de la ciencia. 8 Con la ayuda de Monis, Reichenbach ocupó un puestO como acUunto en la DeLA, Frank fue contratado como profesor en Harvard y, en 1936, Carnap llegó a la 7 Véase por ejemplo Frieclman (1991), Reisch (1991), l1'Zik YGrünberg (1995), rdorris describe la edición de un mal1Llscriw de Reichenbach llamado "Experience and Precliction" en l\'lorris a Reichenbach, S de junio de 1937, CtIP. "Le agradezco rnucho sus continuos esfuerzos por encontrar un puesto para mí elllos Estados Unidos" (Reiclienbach a Morris,5 dejulio de 1937, CMP), MOITis también ayudó a Philipp Frank a traducir)' a publicar ensayos antes de su en1igración. 1'1 • En francés en el original. Léase ··emigrados·'. [N. del T.] Esta observaciónl1le la hizo Abraham Edel (coITes[Jonclcncia personal). .. ~\'Iayol1llente vertimos "enciclopedia", o bicn manteniendo el original "¡'IJI:yc!oj!l!r/ia", según el modo que la referencia el aUlor )'/0 segCln nos evite cacofonías. [N, del T.] 1; 31 3~ Cómo la Guerra Fria Iranslormó la iilosoiia de la ciencia Universidad de Chicago dondc estaba Morris (luego de ocupar durante un aüo un pucsto en Harvard). Además de toda esta actividad, de sus propios eSClitos y enseüanzas, r..'1orris tentó a la editorial de la Universidad de Chicago para que publicara la nueva obra de Neurath, la lnlenwtional EneyclojJedia of Unijied Science. Con buen criterio, Monis espe¡·aba que su universidad se convinicra en el centro del movimiento de Unidad de la Ciencia en los Estados Unidos. Desde Chicago, él y Carnap editaron la EiU}'clojJedía conforme sus monografías comenzaron a llegar en 1938, mientras que Neurath, su editor en jefe, permanecía viviendo en Holanda. IvIorris también asumió la mayorb de las negociaciones con la editorial de la Universidad de Chicago, negociaciones que muchas veces fueron complicadas y tensas, especialmcnte aquellas que concernían al plan del movimiento para rescatar E¡Jwnillnis (el vocero europeo original del empirismo lógico) a través de su com pra al editor alemán Felix Meiner (Rcisch, 1995). Aun así, a pesar de esas y otras dificultades, la Eneyelojmlia fue inicialmentc un gran éxito. ¡vlostrándose cauta respecto de comprometerse con un proyecto a larg·o plazo que podría no acarrear beneficios financieros, la editorial acordó publicar la Encyclojledia a condición de recibir por adelantado al menos 250 suscripciones. Ese obstáculo fue fácilmente supcrado. Sc habían rccibido unas 500 suscripciones para la primera unidad introductoria, tindada Foundations of the Unity ofScience, la cual contiene las veinte monogTafías de la Ene),clojledia que existen hoy. También las monografías individuales fueron vendidas rápidamente en las libreríasY Aunque no Jleg·aron a publicar una monografía por mes, como habían programado originalmente -en parle a causa de la distancia de Neurath-,Iu los editores estaban complacidos y la editorial nunca puso en duda su decisión de aceptar el proyecLO. Se podría decir que la EncirlojJi'flia y el movimiento fueron proclamados en la ciudad de Nueva York, como el corazón de mediados de sig-lo de la vida intelectual de la nación. John Dewey era el filósofo de más edad de entre varios, incluyendo a Ernest Nagel, Sidney I-Iook, Horace Kallen y Meyer Schapiro, quienes contribuyeron a que el famoso grupo !J Para el 31 ele lllarzo ele 1939, se habían vendido un," 5'17 suscripciones)' alreeleelor de 1.000 copias de todas las monografías publicaelas (a "lVilJiam B. Harrell ele parte ele Bcan, 6 ele marzo de 1939, uCPP, caja 346, carpeta 1). Para 1945, se habían vendido aproximadamente 1.800 copias de caela monografía 1mblicada (a !vIDA de parte ele .IS, 19 de enero de 1945, UCI'P. caja 346, carpela 4). 10 Para que NeLlralh revisara y eclitara cada nlonografía, las pruebas ele galera lendrían que haber sido enviadas por correo a Holanda y luego regresar. Adeln::í.s, Neuralh eS~1ba extraordinariamente ocupaelo. En 1939, apareció su historia isolipo ele la vida moelerna (Nemath, 1939). tvlorris, así con1ü ta¡nbién la editorial, a veces se sintieron frustrados por es las demoras. (Véase por ejemplo Bean a Neuralh, 21 ele abril de 1938, UCI'I', c<ua 348, carpeta 3.) Una inlroducción al empirismo lógico y al movimienlo de Unidad de la Ciencia 33 ele Intelectuales de Nueva York definiera las tendencias y valores de la vida intclectual de la nación, la cual por entonces se encontraba altamcnte politizada. En verdad, algunos intelectuales y filósofos de izquierda criticaron a Neurath y a los empiristas lógicos habimalmente sobre la base de que no estaban lo suficientemente inclinados a la izquierda, o que no eran lo suficientemente radicales, o materialistas dialécticos. Pero en la filosofía dominante)' establecida de Nueva York, definida por los estudiantes de Dewey y ¡vlorris Cohen, los nuevos filósofos émigrés y sus proycctos fueron aplaudidos y aprovechados. Dewey, Hook y Nagel, por ejemplo, enlistaron de distinto modo a los empiristas lógicos y al empirismo lógico cn sus batallas contra el neo tomismo, el movimiento popular promovido por Monimer Adler y el presidente de la Universidad de Chicago, Roben Maynard Hmchins (cuya propia serie de monografías, Creat Books of the IVeslem HTorld, puede ser considerada como un rival de la nueva Encyclopedia de Neurath). Aquellos que no socializaban ni intercambiaban correspondencia de manera personal con Neurath, Carnap y los otros, fueron introducidos al empirismo lógico y al movimiento de Neurath a través de artículos en la Partisan &view o por el primo de Neurath, el escritor sobre temas científicos Waldemar I(aempffen, quien elogió a Neurath y a la nueva EncyciojJedia en el New York Times. Para 1939, la E1H)lclopedia comenzó a tomar forma. lvlorris, Neurath y Carnap persuadieron a la editorial para que anunciase la primera unidad no introductoria: seis volúmenes titulados J\1et/wds ofScience. En un boceto del prospecto, Monis explicaba que esos volúmenes estarían dedicados a las ciencias específicas y a problemas inter110s a ellas relacionados con la unidad de la ciencia. Como un todo, los volúmencs estarían interesados por el elesarrollo de un lenguaje científico unificado, con la presentación ele los resultados de análisis lógicos en varias ciencias, con problemas relevantes para los cimientos ele las ciencias, con el análisis)' la interrelación ele conceptos científicos cenu"ales, con cuestiones relacionadas con el procedimiento científico y con el sentido en el cual la ciencia forma un todo unificado. ll En ese entonces, los planes de Neurath mostraban cuán amplia e influyente esperaba que fuera la Encyclopedia. En la tercera unidad, ¡vlorris recordó más tarde, los nuevos enciclopedistas harían un inventario del "verdadero estado de sistematización dentro de las ciencias especiales y de las conexiones 11 Esbozo de prospecto de ¡"lorris, distribuido. UCl'l', G0a 346, carpela 1. ESle prospecto nunca fue Cómo la Guerra Fria lrallsiormó la tllosolla de la ciencia ~)l-l que obtenían entre ellas". La unidad CLutro consLaría de diez volúmenes que n'aLarían temas como b educación, la ingeniería, la rlledicina y la ley. Todas eSlaS profesiones, esperaba Neurath, encontrarían un hogal' en e! lllllvimiento de Unidad de la Ciencia (1\1 o rri5, 1%0, pp. SE), 520). Morris, Neurath y Callup tambit:n esperab;:¡n que los métodos específicos de colabo]';lción pudieran ser inccJl'purados en la Enc)'cloptdia a medida que ésta creciera y ganara notoriedad. Aunque las primeras rnonografías fueron leíclas y ecliLaebs principallllcme por ellos tres, las nuevas monografías, explicaba su nola de prensa, circularían ele manera mjs amplia ames de su publicación: Con el objelivo ele eviur simpies maienLenelidos, los auLores tendrán la oponunidad ele eliscuLir ¡as contribuciones ele OLros oUHes ele la publicación, ele modo que quede sólo el meollo de lo que parecen ser cliCerenci,\s genuino\s. De eSLe modo, los prublemas cruciales resuelLOs)' no resuellOS en los méLUelos anuales ele la 'ciencia subresalelr,ín en varios campos lnnicuL\\Ts )' en la cieucia como uu rodo. l " Como los cien tíLicos, los nucvos enciclopedistas se esforzarían en minimizar los bisos malentendidos v en maximizar su efIciencia y poder intelecLUal colectIVOS. Los congTesos internacionales La Enc)'clopedia y sus dülog'os de colaboración serían respaldados también por los congresos internacionales para la Unidad de la Ciencia. El primero se realizó en 1935 en la Sorbona de París y acogió a unos 170 panicipames. 13 A..demás de los empiristas lógicos líderes de Viena, Praga y Berlín y ele sus patrocinadores norteamericanos, el congreso recibió a luminarias líderes de la filosofía de Francia, Inglaterra, Italia, Polonia, Escandinavia y Holanda. Los LÍlUlos de las sesiones incluían las sig'uientes áreas: filosofía de la ciencia y empirismo lógico, la unidad de la ciencia (y la nueva enciclopedia), lenguaje y seudoproblemas, inducción y probabilidad, lóg'ica )' experiencia, filosofía de las matem,üicas, lóg'ica, e historia de la lógica y de la filosofía de la ciencia. El congTeso proyectó la l~ Esbozo de prospecto de i\lorris, UCJ'I', G~a 3"'-lG, carpeta l. Una introducción al empirismo lógico y al rnovimienlo de UnidJo de la Ciencia amplia colección de tópicos que abordaría elmO\'imienlO por, aproximadamente, los siguientes cinco aúos. A veces, los cong-resos subsig'uientes lllvieron un foco de aLención más restringido. El segundo, que r.uvo lugar en Copenhague, en 1936, eSLUVO dedicado a la filosofía de la física y de la biología y, en particular, a la in Lerprer.ación de Copenhague ele la mecánica cuán LÍca. Niels Bohr, el amor de la interpreLación de Copcnhague y gan~ldor del Premio Nobel, asis¡ió sin mayores problemas, dado que el congreso lUVO lugar en su espacioso hogar. Aunque pocos norteamericanos eSLUvieron presenLes (muchos habían gastado valiosos dólares de tiempos de la depresión durante el aúo anLerior, al asistir al encuentro en Pa¡'ís), el elenco de figuras siguió siendo amplio e inLernacional. El tercer congreso, Lambién llevado a cabo en París, en 1937, fue dedicado a la planificación)' concepción de la Enc)'dojJedia y a asuntos centrales de! empirismo lógico. Tuvieron lugar graneles sesiones acerca de la unidad de la ciencia y la lógica y la matemática, al tiempo que en sesiones más pequeúas se cubrían r.emáticas en física, biología y psicología. Los congresos se vieron cada vez más afeCLados por las inesLabilidades e incertidumbres que precedieron a la guerra. Las noticias del asesinato de l'vloritz Sclllick por pane de un estudiante perturbado llegaron a sus colegas miemras se enconu'aban participando del congreso de Copenhag'ue, mientras la Anschl'1lss'" de Austria con la Alemania nazi ocurría pocos meses ames del CuarLo Congreso InLernacional. Aquel congreso fue organizado por L. Susan Stebbing y [Uvo lugar en la Universidad de CambJ'idge, en 1ng-Jaterra. Fue dedicado (apropiadaí11eme, dada la innuencia de WiugensLein en la filosofía briLánica) al r.ema del lenguaje ciemífico. Esr.e fue el último congTeso que LUVO lug'ar [u era de los Estados Unidos. Charles l'vlorris organizó él quimo congreso en Harvard, en 1939. Acogió a alrededor de 200 parLicipames, muchos ele California, Chicag'o, Harvard, Yale y de las universidades de Nueva York. Una vez más, el congTeso se [ocalizó en la tesis de la unidad de la ciencia)' en los métodos para la unificación de las ciencias, así como r.ambién en temas vinculados con la lógica y la filosofía formal de la ciencia. lVlorris aprovechó la oponunielad para ampliar el movimiento e incluir tópicos en ciencia social -a las que denominó "ciencias socio-humanisr.as"-, incluyendo el estudio científico de los valores promovidos por los pragmatistas norteamericanos e insisr.enr.ememe enfatizados porJohn Dewey. Como org'anizador, publicó un artículo previo al congreso en el cual der.alló su agenda liberalizadora (i'vlonis, 1938b). Pero los asunLOS que abordó fueron prontamente abnll1lados por 1:\ ESLa)' otra información acerca de los congresos intcruacionales recibe una prc.'ientacióJ1 "'!IV lúil en Sladler (2001). 35 En alemán en el original. Léase, "anexión". [N. del T.] Cómo la Guerra Fría transiormó la lilosoiía de la ciencia 36 las tensiones políticas mundiales. En la víspera del congreso, los participantes supieron que la guerra en Europa estaba poco menos que g'arantizada. Al día siguiente, Horace Kallen, de la New School for Social Research [Nueva Escuela para la Investigación Social], un filósofo que había hecho amistad tanto con Neurath como con Morris, presentó su sorprendente tesis de que el mismo movimiento de Unidad de la Ciencia habí::t ascendido a una clase de totalitarismo autoritario que estaba aliado peligrosamente con ideologías fascistas en Italia, Espai'ta y en la Alemania nazi. Para la mayoría, sin embarg'o, la política del movimiento no era LOtalitaria, sino más bien humanitaria, progresista y pacifista, En 1941, luego de que estallara la guerra, fl'Iílton SiIiger, estudiante de Cannp, y Abraham Kaplan, estudiante de Reichenbach, escribieron acerca del congreso de Harvard en un artículo titulado "Ciencia unificadora en un mundo desunido" (Singer y Kaplan, 1941). En este escrito, detallaron la imponancia del movimiento para la ciencia y la educación y mostraron que claramente admiraban sus valores humanitarios e imernacionalistas. fvlorris transmitió la misma actitud en un folleto promocional que escribió para el sexto y último congreso del movimiento, llevado a cabo en la Universidad de Chicago en 19'11: "El comité organizador sien te que la condición presente del mundo eleva, en lugar de restringir, la necesidad de una continuación vigorosa del movimiento de Unidad de la Ciencia".l'¡ Apropiadamente, y dadas las amplias ambiciones humanitarias para el movimiento por pai'te de Morris, este congreso puso de relieve sesiones tales como ciencia y valores, ciencia y ética, tópicos históricos y una charla abordó el tema de la ciencia y democracia. 15 La guerra y la desaparición dell11ovimiento La guerra obstaculizó el proyecto de la enciclopedia y las actividades del movimiento de varias maneras. Por lo g'eneral, los autores europeos tenían problemas más imponantes de qué preocuparse que el de completar las monografías que habían prometido a Neurath, y la lentitud y poca confiabilidad del correo lentificó drásticamente la comunicación entre los autores, los editores), la editorial. Como muchas otras revistas europeas, Synthese, que incluía un "Foro para la Unidad de la Ciencia" que aparecía de manera regular, cesó su publicación hasta después de la guerra. Un obstáculo Folleto promocional, VC!'!', G0a 346, carpeta 3. Comunicado, "Última noticia: el Sexto Congreso 1l1ternacional para la Unidad ele la Ciencia", VC!'!', G~a 346, carpeta 2, J,¡ 15 Una inlroducción al empirismo lógico y al movimienlode Unidad de la Ciencia 37 todavía mayor surgió, sin embargo, en mayo de 1940, cuando Neurath apenas escapó de una Holanda ocupada. Habiendo calculado mal el tiempo que le llevaría cambiarse de domicilio y trasladar su taller de trabajo sobre los iso tipos para anticiparse a la ocupación nazi, Neurath )' su asistente (y futura esposa), ivIarie Reidemesiter, escaparon en un pequeúo y sobrecargado bote pesquero, arriesgándose en Rotterdamjusto antes de que zarpara. Se mantuvieron a la deriva hasta que fueron recogidos por una embarcación naval inglesa. A causa de su nacionalidad austríaca, fueron tratados como prisioneros de guerra y pasaron varios meses recluidos en Inglaterra. Quien los salvó fue L. Susan Stebbing, que les encontró un abogado que apeló a las autoridades para conseguir su liberación a la vez que hizo los arreglos para su casamiento. Varios meses más tarde, con apoyo financiero y emocional de parte de Stebbing y otros amigos y colegas, los Neurath se establecieron para vivir y trabajar en Oxford, Inglaterra. Aunque para el verano de 19"11 Neurath pudo reanudar sus obligaciones editoriales, el proyecto pronto luchó por mantenerse a flote una vez más, en 1943, cuando la editorial de la Universidad de Chicago decidió suspenderla. Habiendo publicado solo nueve de las veinte monogTafías y con Morris y Neurath dando a la editorial nada más que promesas acerca de monografías en progreso, decidieron que el proyecto se estaba encareciendo demasiado (el suministro de papel, por ejemplo, estaba limitado) y el número de suscriptores estaba disminuyendo. Las monografías venían apareciendo con demasiada posterioridad a la periodicidad anunciada de una por mes)' la editorial creyó que los au~ores sustitutos que habían enlistado los editores no eran de primera categoría (Reisch, 1995). Después de recibir la noticia, Neurath se enfureció y con habilidad persuadió a la editorial de que cambiase de opinión. Dejó en claro que, si era necesario, podría llevar la EncyclojJedia a Olra editorial. Supuso que Holanda pronto sería liberada)' lal vez podría llevar la Enc)'clojJedia a "sus fieles editores holandeses", Van Stockum & Zoon, que habían publicado el primer volumen de la revista del movimiento, elJoumal ofUnijied Seiena. Arremetió con esta expresión de ser "fiel al movimiento" por considerar a la Ene),clojJedia como un esfuerzo bélico, Elogió lo que había sido el reaseg'uro del proyecto, el espíritu de "continuar a pesar de lo ocurrido", )' les recordó que esta "empresa verdaderamente internacional" estaba sostenida "parcialmente por refugiados" quienes se verían desalentados y desmoralizados por la decisión: "[L] a guerra va muy bien y la victoria se acerca día a día, Sería derrotista suspender algo en estas instancias". Neurath no escogió estas efectivas palabras meramente para la ocasión. En muchas oportunidades escribió en privado a Morris acerca del movimiento en términos similares: "DUl'ante los tiempos de guerra, la ciencia)' el análisis :!J3 Cómo la Guerra Fría transformó la ¡ílosoría de la ciencia lógico no pueden descansar ... Tenemos que preparar la futUl'a vida de paz, particularmente en Europa". "Estas Alemania)' Europa nazis necesitarán algunos buenos platos), nosotros se los ofreceremos". I o Los obstáculos del movimiento aparecían aproximadamente cada dos ai'ios. Luego de desatada la guerra en 1939, la reclusión de Ncurath en 1941 y de la suspensión de la Enc)'clopedia por parte de la editorial en 1943, el desastre pegó una vez más con la noticia de la repentina muerle de NeuraLh a fines de 19"15, unos días después de su cumpleai'ios número 63. A pesar de la conmoción)' la pél'dida para sus amigos, Nem'ath murió en un momento críLico e inestable, inmediatamel1le lueg'o de la guerra, cuando la profesión estaba lisLa para movel'se )' crecer en diferel1les direcciones posibles. Neurath estaba en el medio de dos disputas distintas que, en retrospectiva, podría decirse que contribuyeron a conllgurar el resultado histórico. Con Carnap, estaba enredado en una creciente discusión personal que había comenzado en 19~12 con la publicación por parte de Camap de su lnlroduclion lo SnILanlÍcs (Carnap, 19"12). Al principio, Neurath se quejó de que el libro estaba lleno de metafísica inaceptable )' la disputa subsiguiel1le estalló lueg'o, en 19'13, cuando Neurath supo que su monogrJ.fía de la enciclopedia, FOUlulalions oIlhe Social S'cience (NeuraLh, 19'14), había sido publicada con una exención de responsabilidad, pedida por Carnap, en la que se decía que Carnap no había editado la monografía. (Buscando aplacar a la editorial de la Universidad de Chicago, ¡vlorris apuró la impresión de la monografía sin que Carnap hubiese tenielo la oportunidad de editarla.) Neurath Lomó este gesto como un insulto personal, cuyo signillcado era que él y sus ideas eran de segunda caLegoría, e indignas de ser asociaclJ.s con la obra y el altamente respetado prestig'io de Carnap. Para Neurath, al menos, estaba involucrado alg'o más que meros sel1limientos personales, ya que él estaba preocupado por la dirección formal y abstracta que estaba tomando la filosofía de la ciencia, debido en no poca medida, creía él, a la influencia y al liderazgo ele Carnap. Neurath se mostraba preocupado porque sus propios intereses distintivos en el empirismo)' la unificación de las ciencias eSlaban siendo eclipsados por el eslilo de trab~o más formal)' "académico" de Camap. Durante los últimos meses de su vida, Neurath también se enredó en un iO'ualmente frustrante intercambio con Horace 1bllen acerca ele las acusa'" ciones por parle de este último de que el empirismo lóg'ico yelmovimiento de Unidad de la Ciencia eran "totalitarios". Reanudado el debate que Kallen había iniciado en 1939, Neurath aún no podía encontrar sel1lido Ii¡ Ncuratil a Monis, 7 de enero de 19'12, de diciembre de 1942, cW'. US"I1', Gua 2, carpeta 7; Neuralh a Monis, 28 Una introducción al empirismo lógico y al movimiento de Unidad de la Ciencia :.i9 alguno en la visión de Kallen respecto de que el empirismo lógico eSLaba listo y a disposición para contribuir al avance del fascismo y del totalilarismo, Se había perturbado aún más a causa de que Kallen había leído algunos de los escl'itos de Neurath y había manifeslado en reacción a e]Jos que Neurath simplemente quería legislar reformas terminológicas y reglamenlar a la ciencia coda. El proyecto de Neuralh era tamo más perspicaz como esencialmente democrático en su método, aunque Kallen no pudo ver, v posiblemente escogió no ver, que esto era así. Desde al menos dos nancos. por lo Lanto, Neurath se sintió alienado y caela vez con menos poder para guiar al movimiento del cual era líder. En elmec1io de estas dos estresantcs cEputas, murió repentinamente de una apoplejía en diciembre de 1945, El movimiento de Uniclacl de la Ciencia en la Guerra Fría Dada la fatiga de la g'uelTa, el impacto)' la tristeza por la muerte de Neuralh y algunas sorpresas consig'uientes (tales como el hecho de que Neurath no había aseg'urado contratos oficiales con sus amores de la enciclopedia), no fue sino hasta 1947 que el movimiento )' la comenzaron a moverse. Esta vez fue Philipp Frank, el ínLimo amigo de Neurath y el mósofo de la ciencia cuya posición y estilo m~'is armonizaba con la suya propia, quien se unió al liderazgo al contribuir al reestablecimiento del Instituto para la Unidad de la Ciencia en los Estados Unidos, el mismo que Neuralh había mantenido en Holanda e 1nglalelTa: /\1 tiempo que Frank enseii.aba física y filosofía de la ciencia en Harvard, él y lvlOlTis hacían circular entre sus colegas los planes pal'a reeslablecer el insLÍtuto en Boston. Con Frank inicialmente al timón, el nuevo insriwco descentraría y disLribuil'Ía el liderazgo del movimiento entre una lisLa cambiante (o cíclica) de funcionarios. 1í Esto, se esperaba. ayudaría a evitar averías catastróficas en el liderazgo en el [muro)' contribuiría a traer nuevos y más jóvenes talentos al movimiento. Para ese en tonces, ¡vlorris estaba viajando y escribiendo como un RockefellerjeLlow. Por lo tanto, tuvo acceso a subvenciones para funcionarios a quienes contribuyó a persuadir para que apo)'en al movimiento y a su nuevo instiluto, El instituto patrocinaría a la Enc)'ciojJeriia, organizaría Ji I\lclllorando de la editorial de la Universi(iat! de Chicago, 1:) ele seplicmbre de 19'16, UCPP, c~a 3"-16, carpeta 4. Reportando conversaciones entre I'dorris)' b edilOrial, el ¡liemO nota que, con posterioridad a la m Llerte de Neuralh, los ··planes clellno\'imienlo consisten en descentralizar la organización" a través de la creación de! InslituLo, el Clli.l! "probablemenLe será encabezado por Carnap". Fue Philipp Frank, sin embargo, Cjuicnllevó adebllle el e"ruer- zo por eSlablecer ellnstillllo y quien se lral1Sl'ormó en su prcsidellle. 4° Cómo la Guerra Fria translormó la filosofia de la ciencia futuros congresos para la unidad de la ciencia y abordaría nuevos proyectos. Frank, en particular, estaba ansioso por promocionar la investigación en sociología de la ciencia yen producir un diccionario de términos científicos. También organizó un concurso de ensayos para ayudar a popularizar al instituto y para atraer estudiantes al redil. Incluso así, el instituto no prosperó. Se dieron problemas con elliderazgo de Frank y, más relevante, la misma ielea elel instituto y su misión neurathiana pareció haber perdido popularidael entre importantes ülósofos (incluyendo a Feigl y Reichenbach), quienes buscaron un perfil nüs técnico y menos público para la filosofía ele la ciencia. lVIientras que Frank luchaba por equilibrar la agenda más popular del instituto con la agenda más profesional de sus colegas, la mayor parte de los proyectos del instituto se quedaron en el camino. El concurso de ensayos fue un embarazoso fracaso, no se logró progreso alguno hacia el avance de la sociología de la ciencia y la financiación de Rockefeller para el instituto duró solo hasta 1955. El instituto tampoco aceleró ni promovió a la Encyclopedia, la cual siguió adelante con dificultad, a hombros de Monis y Carnap, hasta que en 1970 apareciera la última de sus veinte monogTafías. Una razón central por la que el instituto y el movimientofracasaron en prosperar en los primeros aíi.os de la década de 1950 fue que un represivo "clima de miedo" macartista avanzó por los escenarios político, popular e intelectual norteamericanos. El clima fue tan inhospitabrio y profesionalmente peligroso que los líderes del movimiento, con la excepción de Frank, como veremos luego, efectivamente decidieron no invertir sus energías y sus carreras en la tarea de revitalizar al movimiento de Unidad de la Ciencia. En retrospectiva, las semillas de este cambio pudieron ser detectadas a comienzos de la década de 1930, cuando algunos de los intelectuales norteamericanos que exaltaban al marxismo y que vi~"0aran a la Unión Soviética para ver de primera mano los frutos de la revolución, comenzaron a matizar sus convicciones y esperanzas. A mediados de la década de 1930, los disidentes eran todavía pocos y el movimiento de Unidad de la Ciencia era de todos modos admirado por los intelectuales y filósofos de izquierda de la nación. Aun así, en el transcurso de esta década, bs dudas y las preocupaciones continuaban acumulándose. Con el muy admirado Trotsky en el exilio, la proliferación de rumores de desastres colectivos y con Stalin persiguiendo desfachatadamente a sus rivales en procesos judiciales con fines propagandísticos, la escena estaba dispuesta para un cambio dramático en las percepciones de la izquierda intelectual de Rusia. Para muchos, esto ocurrió en 1939 con las noticias elel pacto ele no agresión entre Hitler y Stalin. La gran y gloriosa Revolución, concluyeron muchos, había sido secuestrada por Stalin y una banda de matones con Una inlroducción al empirismo lógico y al movimiento de Unidad de la Ciencia 41 el objetivo de someter al mundo a su dictadura. Meses después, Hitler invadió Polonia y Horace Kallen tildaría de "wtalitario" al movimiento de Unidad de la Ciencia de su amigo Neurath. No todos los hombres de izquierda se convirtieron al amiestalinismo y al anticomunismo. Aquellos que lo hicieron, sin embargo, muchas veces se enfadaron y fueron agresivos con aquellos que, creían, a causa de obcecación, estupidez, o falta de patriotismo, permanecieron ligados a los soviéticos. El furor con el que Sidney Hook atacó a los "simpatizantes del comunismo"" y con el que Kallen atacó a la ciencia unificada tildándola de "totalitaria" pronLo se vio equiparado por el inflexible anticomunismo que J. Eelgard I-loover, el senador]oseph lv1cCanhy y otros an ticom unistas profesion;.¡les desempeíi.aron en el ámbito público. Comenzando a fines de la década de El'lO, atacaron a los inteleCluales, a los políticos y a los científicos que creían que estaban comprometidos de una u otra manera con el espion~e soviético. No existió un mero paralelismo entre las cruzadas anticomunistas de McCarthy y el FB!, por un lado, )' la agenda "antitotalitaria" de Hook, K,llen y otros intelectuales. Las polílic;.¡s estatales y federales )' las leyes destinadas a combatir al comunismo afectaron a casi LOchs las principales universidades en las que se praclic;.¡ba b investigación e hicieron práClicamente imposible, sin un genuino riesgo para el prestigio profesional y social, mostrarse receptivo con el marxismo y el socialismo dentro o fuera del aula. De estas y otras m,1l1e¡'as, una cultura intelectual y política que en primera instancia, durante la década de 1930, ¡'ecibiera calurosamente al movimiento de U nielad de b Ciencia, se volvió en su contra y así contribuyó a garantizar que, a pesar de los esfuerzos de Frank, no recobrara nunca más el ímpetu original en el mundo de posg·uerra. Varios factores y presiones se unieron p;.¡ra lograr este ¡'esultado. Uno fue el hecho ele que la cienci;.¡ unificada era un objetivo popular. Tal objetivo no era exclusivo del empirismo lógico. Alguna versión de la tesis ele la unidad ele la ciencia fue compartida por marxistas de todas las hanjas, con el resultado ele que el tema y su objetivo práctico terminaran siendo más "rosados" durante la Guerra Fría que lo que lo fueron en las décadas anteriores. Otro factor concierne a la profesionalización y al objetivo de cultivar problemas y métodos centrales que definirían, legitimarían y preserv;.¡áan un lugar pal'a la fIlosofía de la ciencia en la cultur;.¡ acaelémica de la Guerra Fría. En tercer lugar, tenemos el amplio rechazo elel "colectivismo" por parte de intelectuales La expresión "fellow-travelers" utilizada aquÍ refiere a quienes aclhieren a una organización panicular (principal, pero no exclusivLl.lllenle, al cOlllllnis111o), sin pertenecer a ella. Venimos corno "simpatizantes del comunismo". [N. del T.] ~p Cómo la Guerra Fria Iransiormó la [ilosoiía de la ciencia representantes de las disciplinas y la celebración del "individualismo" y la libertad en teoría política y social. Los valores y métodos del movimiento de Unidad de la Ciencia simplemente quedaron desfasados de la mezcla de temas anticomunistas, anticolectivistas y anticientificistas que dominaron a los Estados Unidos de la Guerra Fría. En las muchas universidades que requerían que los profesores firmaran juramentos de lealtad patriótica, el anticomunismo no era meramente una moda o un actitud, sino rmís bien una característica oficial de la vida y trab;00 institucionales. Una razón por la que los efenos del anticomunismo en la filosofía de la ciencia yen otras disciplinas permanecieran siendo poco claros es que los mecanismos sociales e institucionales en juego difícilmente puedan ser considerados nobles o admirables. Es fácil defender la integridad personal de muchos de los filósofos tratados aquí, pero no es fácil defender la conducta de la profcsión académica y filosófica como un todo durante los aúos del macartismo. Los esfuerzos de la AAUP y de la APA" en dcfender a los filósofos atacados y echados de sus trabajos por los anticomunistas fueron débiles (lvlcCumber, 1996 y 2001). Como un todo, la academia y la alta educación se comprometieron en algo así como una orgía de conformismo patriótico que ofendería aun a partidarios casuales de la corrección política de fines del siglo xx: Los profesores y administradores ignoraron los ideales determinados por su llamado e invalidaron las libenaeles civiles de sus colegas y empleados en nombre de valores supuestamente más elevados tales como la lealtad institucional y la seguridad nacional. En retrospectiva, es fácil acusar a esta gente de hipocresía [... ] pero la mayoría de los hombres y n1Lúeres que participaron de, o consintieron en, la expulsión de sus controversiales colegas lo hicieron porque sinceramente creyeron que lo que estaban haciendo estaba a favor de los intereses de la nación. Fue el patriotisrno, y no la conveniencia, lo que sustentó la disposición de la comunidad académica para colaborar con elmacanismo [... ] Cuando, a fines de la década de 1950, las audiencias y las destituciones (en los colegios y las universidades) disminuyeron, no lo hicieron porque encontraran resistencia sino porque ya no eran necesarios. Todo estaba tranquilo en el frente académico (Schrecker, 1986, pp. 340-341). • Siglas de la American Association ofUnil'ersil)' Professors (Asociación Noncal1lcricana dc·Profesores Universitarios) )' ele la American Philosophical Associalion (Asociación Filosófica Norteamericana). [N. elel T.] Una introducción al empirismo lógico y al movimienlo de Unidad de la Ciencia 43 Los pocos académicos que permanecen con vida para recordar estos trastornos no lo hacen muy a menudo, ni con placer. Ajuzgar por los informes y memorias secundarios (tales como la de Sidney Hook, 1987), muchas heridas nunca sanaron y las cuentas aún se estaban saldando en la década de 1990. Aquellos en la profesión que tuvieron conversaciones a comienzos de la década de 1950 con agentes del FBI acerca del patriotismo de ciertos filósofos -incluyendo a Carnap, Frank, William I'vIalisofI y Albert Blumberg- probablemente esperaban que estas conversaciones permanecieran sin hacerse públicas. 1S Finalmente, uno de los descubrimientos recientes más destacados acerca de la vida intelectual de la Guerra Fría es que no todas las presiones del anticomunismo fueron negativas, represivas y prohibitivas. Para complementar el estudio vanguardista de Schrecker sobre·el anticomunismo noneamericano, Frances Stonor Saunders ha explorado las recompensas positivas del antiestalinismo con los intelectuales y anistas que participaron en el largamente vigente CongTeso para la Libertad Cultural. Esta institución de la "Guerra Fría cultural" fue prosegl.lÍda co¡-uuntamente por un puilado de inf1uyentes eruditos noneamericanos y europeos (incluyendo, por ejemplo, a Sidney Hook) y expertos en inteligencia militar del gobierno de los Estados Unidos. Combinando los cerebros de Sidney Hook, Daniel Burnham y otros intelectuales antiestalinistas con la fuerza financiera de la erA y de importantes organizaciones filantrópicas, los organizadores de este congTeso pau'ocinaron generosamente al liberalismo anticomunista a través de toda Europa y Asia en forma de publicaciones, congTesos.y exposiciones. Hacia las heladas laderas de la lógica Los capítulos sigl.1Íentes examinan conjuntamen te cómo, a la luz de estas numerosas presiones y circunstancias, el em pi¡'ismo lógico adoptó la forma profesional apolítica y técnica que había abrazado al final de la década de 1950. El principal evento en esta transformación fue el fenecimiento del movimiento de Unidad de la Ciencia. Lo que sobrevivió a la Guerra Fría fue el empil"Ísmo lógico sin el movimiento de Unidad de la Ciencia de Neurath, un empirismo lógico despojado de los puntos de contacto que había comenzado a cultivar en los Estados Unidos con los científicos, el público y con otros movimientos liberales y progresistas. Para fines de la década de 1950, veremos más aclelante, las figuras prominentes en el lH Los archivos del FUI sobre eslas investigaciones fueron requeridos a través ele la Ley ele Libertad de la Información. 44 Cómo la Guerra Fria transiorrnó la liiosolia de ia ciencia ámbito de la filosofía de la ciencia típicamente distanciaron a la disciplina de las cuestiones normativas de la ética y la política utilizando arg'umentos y suposiciones que habían sido desafiadas por Neurath, Frank, ¡Vlorris, Dewey y otros en la década de 1930. En la década de 1950 y los al10s posteriores, sin embargo, estos filósofos o bien estaban muertos o bien carecían de influencia o de estucJjantes dispuestos a portar sus antorchas para el futuro de la profesión. Es en este punto en la historia del empidsmo lógico que las célebres discusiones de Kuhn y Quine necesitan ser reconsideradas y recontextllalizadas. Este libro no asume esta tarea, pero sí sug'iere algl.ll1os parámetros generales. Muy brevemente, sugiere que esLaS críticas se hicieron posibles e incisivas solo porque el empirismo lógico había tomado el reciente rumbo. Kuhn se quejó de que "la imagen de la ciencia" del empirismo lógico "que ahora poseemos" (Kuhn, 195:2, vol. 1) era una caricatura idealizada que no reconocía las conexiones vitales de la ciencia con la práctica en el laboratorio y con las dinámicas psicológicas y sociológicas en el seno de las comunielades científicas. Pero Kuhn pasó por alto o tal vez no se elio cuenta elel hecho ele que el programa que criticara a fines de la décaela de 1950 había minimizado hacía poco tiempo los intereses de ¡vlonis, Neurath y Frank respecto de las conexiones ele la ciencia con la vida social, histórica y económica y sus esperanzas de que estos tópicos prosperarían entre las preocupaciones centrales ele la disciplina. Como sugiere un an,1lisis reciente, la célebre inl1uencia de Kuhn no se debe a algún descubrimiento de conexiones entre la ciencia, la sociedael y la histOl-ia que no fueran vistas por los empiristas lógicos. En lugar de ello, se poelría elecir que el éxito de La estructura de las revoluciones científicas se elebió a la clase de relación que postuló entre la ciencia y la socieelael, la cual concuerda con las innovaciones ele la Cuerra Fría respecto elel patrocinio feeleral de la ciencia y la investigación militar (Fuller, :2000). Quine estaba en lo cierto en que·una distinción entre los enunciaelos analíticos y sintéticos era crucial para mantener la maelura concepción ele teoría elel empilismo lógico (articulada en Carnap, 1939 y 1956, por ejemplo) como una est.ructura formal unida a la experiencia por medio de proposiciones sintéticas. Sin esto, al elecir de Quine, la estructura colapsa en UIla red metafórica cuyos hilos son todos, más o menos, analíticos y sintéticos (Quine, 1951). Pero la crítica de Quine respecto de que esta distinción está viciada a causa de que no puede ser especificada formalmente sin moverse en círculos, asumiendo que una especificación funelacional no circular es la única clase adecuada ele especificación. Una alternativa, al parecer, yace en los enfoques pragmát.icos del tipo fomentado, una vez m,1s, pOI' Dewey, Monis, Neurat.h y, especialmente para el tiempo de la crítica ele Quine, Una inlroducción al empirismo lógico y al movimiento de Unidad de la Ciencia ~15 por Frank, quien estaba por ese entonces promocionando al prag1naLÍsmo (específicamente, al operacionalismo de Bridg'man) como una linguClfmnca para la filosofía de la ciencia. Como comellló Howard Stein al recorelar un intercambio que observó ent.re Camap y Quine, la filosofía de la ciencia bz00 la inl1uencia de Quine se mostró más interesada en la crítica ele la doct.rina y menos involucrada con las herramientas creadoras (lenguz0es de dise110, en el caso de Carnap) cuyo valor ha de serjuzg'ado al menos parcialmente, si no principalmente, por su utilidad pragmática (Stein, 1992).10 Sin embargo, inellcaces o desatendidos, los esfuerzos de Frank y ¡Vlorris, a su propia manera, pWlllocionaron una síntesis del pl'agmaLÍsmo y la filosofía analíLÍca mucho antes de las tentativas recientes. El plan del libro Los capítulos que siguen están dispuestos de manera aproximadamente cronológica de modo de crear un arco narrativo que describa el surgimiento y la caída delmovimienlO de Unidad de la Ciencia en los Estados Unidos. Para establecer un trasfondo para la afirmación que fuerzas políticas contribuyeron a conducir su caída, los primeros capítulos documentan la vitalidad política e ideológica elel movimiento en Europa y, principalmente, en los Estaclos Unidos. El capítulo :2 presenta a los principales proponentes y organizadores del movimiento de Unidad de la Ciencia (Neurath, Carnap, Frank)' iVlorris) junto a algunos aspectos políticos de sus carreras y obras. El capítulo 3 examina la escena f¡]osófica de izquierda en la década ele 1930 que es explorada en los capítulos subsiguientes. También describe la calurosa recepción y vigorosa colaboración entre el movimiento de Neurath y los inl1uyentes filósofos e intelectuales que estaban trabajando en Nueva York a mediados de la década de 1930. Tomando COlllO base la correspondencia entre Carnap, Monis, Neurath, Nagel, Dewe)' y otros en los últimos al10s de la década de 1930, los capítulos 3 y 4 sugieren que los primeros al10s de la nueva Inlematioual EucyclojJedia fue una cona, pero aun así dorada, era para el movimiento, una época cuando el pragmatismo norteamericano y el empirismo,lógico colaboraron y procuraron cOl"0untamente promover objetivos liberales y progTesist.as para la cultura occidental. Como Dewey lo expresa en su primera contribución para la Enc)'clojJedia de Neurath, la unidad de la ciencia era una clase de "problema social" c¡ue ambos grupos estaban empeüados en resolver. l~J P~lt"l un recuento de los efectos ele la Gucn-a Fría sobre la ¡-¡losafía acaclélllica que investiga en detalle esas consecuencias hasta Quim,)' su influencio, véase lIlcCul11ber (2001). 46 Cómo la Guerra Fría lranslormó la lilosolía de la ciencia Los capítulos 5, 6 Y 7 continúan el examen de la escena filosófica de izquierda en los Estados Unidos en las décadas de 1930 y 1940. El capítulo 5 examina a algunos filósofos radicales, principalmente a Albert Blumberg y vVilliam i'dalisoff, cuyas carreras se entrelazaron con b del empirismo lóg'ica, mienu'as que los capítulos 6 y 7 exploran las regiones de la izquierda de aquella escena, desde los intelectuales radicales que escribieron para el Science & Sociely hasta los filósofos abiertamente comunistas que por lejos superaron a todos estos filósofos en sus compromisos con el materialismo dialéctico y el Partido Comunista. TvIientras que esos tres capítulos pueden ser leídos por arriba o incluso salteados por lectores que están más interesados en la historia central del movimiento de Unidad de la Ciencia, ellos documentan las cercanas relaciones, en algunos casos casi colegiales, del movimiento con los intelectuales marxistas radicales quienes, no impona cuanto criücaran a los métodos del empirismo lógico, companían su dcvoción por la unidad enu'e las ciencias. En algl.lllOS casos, tales como los de TvIalisoffy del filósofo británico TvIaul"ice Cornfonh, esas figuras reapareccn en capítulos posteliores para ser rechazados y criticados de diverso modo por filósofos de la ciencia profesionales en la década de 1950, El capítulo 8 presenta el clima intelc:ctual general de la Guerra Fría y las raíces de ese clima en las conversiones antiestalinistas de socialistas marxistas que algl.ll1a vez apreciaran profundamente a la Unión Soviética. También examina el emergente antiintelectualisll10 en la culLUra de la Guerra Fría, basado en parte en el creciente rechazo ai enfoque científico companido por el empilismo lógico y el pragmatismo para la comprensión de los valores. Este debate sobre los valores, el cual se l'epite a través de b narraLiva central, divide a los intelectuales de acuerdo a si creían que la ciencia y sus métodos pueden o no pueden responder (o contribuir a responder) cuestiones vinculadas con valores éticos, sociales y políticos. El capítulo 9 retorna al interior del movimiento de Unidad de la Ciencia para mostrar cómo un ex hombre de izquierda dirigió gran parte de su ira y rencor a rdoscú directamente hacia Neurath ya su movimiento de Unidad de la Ciencia. La denuncia de Horace Kallen, a través de la cual tildara de "totalitario" al proyecto, es explorada para cOlluibuir a explicar tanto la reputación de "comunista" que eventualmente recibió el movimiento, como la eventualmarginalización de Neurath como un filósofo dado al autoritarismo tanto en hábiw como en doctrina. Luego, los capítulos la y 11 hacen un segl.ümienw de un cisma de posguerra entre Neurath y Philipp Frank, por un lado, y la mayoría de sus colegas empiristas lógicos, por el otro. El plimero explora la crítica de Neurath a la concepción semántica de la verdad de Carnap (y de Tarski) y expone esa crítica a las esperanzas de Neurath de que la filosofía de la ciencia y el movimiento de Unainlroducción al empirismo lógico y al movimienlo de Unidad de la Ciencia 47 Unidad de la Ciencia contribuirían a reformas culturales y educacionales involucradas en la reconstrucción de Europa en üempos posteriores a la g·uerra. El segundo documenta la alianza de Neurath con Frank, su cl'Ítica compartida a una filosofía de la ciencia excesivamente formal y "académica", y el esfuerzo de toda su vida, por pane de Frank, en promocionar en los Estados Unidos una filosofía de la ciencia que sirviera como puente en la educación superior entl'e la ciencia y las humanidades. Los últimos capítulos siguen a rdorris, Carnap y especialmente a Frank en sus diversos esüte¡'zos para revitalizar al movimiento de Unidad de la Ciencia luego de la guerra y exploran valias de las maneras en que las presiones anticomunistas se les opusieron. Esas presiones pueden ser agnlpadas en tres clases o niveles que son descritos en los capítulos 12 y 13. El primer nivel es el anticolectivismo en la teoría social y económica (ilustrado aquí por los inmensamente populares escritos de Flied¡-ich Hayek); el seg'undo es el anticomunismo en la cultura popular y en las ciudades universiL'lrias norteamericanas; y el tercero consiste en campal'ias personales específicamente dirigidas a esos filósofos. El capítulo 13 está dedicado a examinar cómo lvlorris, Carnap y Frank experimentaron de modos diferentes esas pl'esiones en la forma de juramentos de lealtad, investigaciones anticomunistas llevadas adelante por el FE! y acusaciones y querellas pOi' parle de colegas. Contra este telón de fondo de presiones y peligTos anticomunistas, el capíwlo 14 describe una lucha por la dominancia entre tres facciones en competencia para conformar el contenido y el estilo de la filosofía ele la ciencia de posguena. Estas incluían a Frank, con su nuevo Instituto para la Unidad de la Ciencia; a Reichenbach, Feigl y otros, que, conjuntame11le, tendieron a oponerse a los planes y proyectos de Frank a favor dc tópicos más técnicos y protocolos profesionales; yac. '>'\Test Churchman, quien sucedió a [I'blisoff como editor de PhiLusoph.y al Sáence. Como sc muestra en el capítulo 15, Frank eventualmente perdió esta lucha. Sus esfuerzos por llevar adelante su nuevo Instituto para la Unidad de la Ciencia fueron obstaculizados por conHictos con sus colegas, la pérdida de financiamiento yel declive de su propio prestigio como filósofo. Luego, el capítulo 16 examina una pérdida de influencia análog'a por parte de Charles )'donis y su movimiento que tomaban distancia de la filosofía de la ciencia técnica para acercarse a la ciencia social y al estudio de los valores. Con Frank, J\;lorris y Neurath mayormente fuera de la escena, el capítulo 17 sondea los desalTollos y circunstancias que provocaron la muerte definitiva del movimiento de Unidad de la Ciencia y de sus objetivos y ambiciones dentro de la filosofía ele la ciencia profesional. Estos incluyeron la disolución oficial del instituto de Frank, el nucvo planeamiemo de la i-\.sociación de Filosofía de la Ciencia y las conexiones fraguadas entre el empirismo lógico 'lO Cómo la Guerra Fría transformó la filosofía de la ciencia y la investigación militar de p:ttrocinio gubernamental personificadas por la coq)oración RAND.* lv1ientr:ts que algunos empirist:ts lógicos :tprovecharon estas oportunidades de investigación, el capítulo muestra que un consenso más o menos oficial emergió entre los líderes de b profesión: cuestiones de ética, de la sociecl:J.d y la política quecbban oficialmente afuera de las fronteras de la filosofí:t de b ciencia profesional. A pesar de esta demarcación, sin embargo, el capítulo sugiere que la madura visión axiomática del conocimiento (o de l:ts teorías) por parte del empilismo lógico muestr:t una af111idad con las dicotomías de la Guerra Fría -como eran entendidas por Sidney Hook, por ejemplo- entre valores e ideologías '"absolutas" e irreconciliables. El empirismo lógico de la Guerra Frí:t no tomó partido en est:ts batallas políticas, pero acordó (en cierto modo) en que existían parcialidades irreconciliables de entre las que se debía escoger. El capítulo 18 concluye con el examen de varias cuestiones involucradas en la transformación de la filosofía de la ciencia descritas aquí y que merecen un estudio o escrutinio adicional. Las cuestiones contextuales incluyen el surgimiento de la universidad de posguerra y el declive concomitante de los "intelectuales públicos" no afiliados. Cuestiones más técnicas incluyen el interés contemporáneo en la '"desunión de la ciencia", la división convencional entre la filosofía analítica y la continental y la manera en la que los objetivos y valores del movimiento de Unidad de la Ciencia debieron ser vistos con10 direCL:tmente opuestos al "absolutismo" que g1lió a las políticas de la Guerra Fría ya la profesionalización de la filosofí:t de la cienci:t. Es legítimo pens:tr que si la historia hubiese tomado un rumbo diferente, y si elmovimiento de Unidad de la Ciencia y sus pa¡·tidarios no hubieran sido marg-inados como efectivamente lo fueron, los arg-umentos en torno a esta despolitización general se hubieran convertido almenas en menos representativos de la disciplin:t como un todo, si no menos contundentes. • Acrónimo dé Research anci Del'elopmcnt (Investigación), Desarrollo), g.-upo de expertos formado originalmente pat:l asistir a las fuerzas armada., estadounidenses. [N. del T.] 2 Otto Neurath, Charles Morris, Rudolf Carnap y Philipp Frank: filósofos de la ciencia con inclinaciones políticas Los propios empiristas lógicos señalaron que el empirismo lógico y el movimiento de Unidad de la Ciencia contaban no solo con ambiciones intelectuales (o estrictamente epistemológicas), sino también sociales, culturales y -tomadas en sentido amplio- políticas. En su autobiografía, Carnap escribió: "Todos nosotros en el Círculo [de Viena] estábamos fuertemente interesados en el progreso .político y social. La mayoría de nosotros, incluido yo mismo, éramos socialistas" (1963a, p. 23). Además, para la mayoría, sus políticas o perspectivas socialistas estaban conectadas a sus proyectos filosóficos de varias maneras. Si el manifiesto del Círculo de Viena, Wissenschaftliche WeltauJJassung, escrito por Carnap, Neurath y Hans Hahn en 1929, hubiera sido traducido y publicado en los Estados Unidos con anterioridad, la perspectiva socialista y progresista del empirismo lógico podría haber sido mejor conocida por los filósofos de la ciencia norteamericanos. El manifiesto bosquejaba una amplia estética modernista que conectaba las tareas de eliminar la metafísica, reformar la filosofía y unificar a las ciencias: El esfuerzo es aunar)' armonizar los logros de los investigadores individuales en los distintos ámbitos ele la ciencia. De esa aspiración se sigue el énfasis en el trabajo colectivo; de allí también la acentuación ele lo apl"ehensible intersubjetivamente; ele allí surge la búsqueela de un sistema ele fórmulas neutral, de un simbolismo liberaelo de la escoria ele los lenguajes históricamente elados; )' Lllll