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Revista mensual de publicación en Internet Número 57º Octubre 2.004 Secciones: Portada Archivo MÉTODO TOMATIS: EL CORAZÓN ES EL QUE ESCUCHA Por Isabel Francisca Álvarez Nieto. Editorial Quiénes somos Entrevistas Artículos Crítica discos Bandas sonoras Conciertos Los más de cincuenta años de investigaciones del médico francés Alfred A. Tomatis, especialista en oído, Web del mes nariz y garganta, han culminado con el desarrollo de una disciplina científica, la Audio-Psico-Fonología, que aúna Tablón anuncios los principales campos de investigación y experimentación Suscribir a los que ha dedicado su vida, relacionando el oído con la percepción, la comunicación y la escucha. Buscar El lector opina Este conocimiento del oído en su papel de controlador de la fonación, de la imagen corporal y del sistema psicomotor, hace posible corregir las deficiencias que impiden su eficacia intrínseca. El oído debe ser capaz de percibir y analizar todo el espectro sonoro con exhaustiva precisión, si alguna de estas funciones presenta carencias, se produce una deficiencia auditiva, lo que en el plano musical se traduce en un deterioro en la ejecución. Según Tomatis, cuando el problema de oído no se debe a un problema orgánico, es de tipo psicológico; para ello argumentaba que si durante la infancia del sujeto se había producido un rechazo hacia el abanico sonoro, podía reflejarse a nivel fisiológico con un cierre del oído como consecuencia de la relajación de los músculos del oído medio, cosa que coartaría la percepción auditiva. Abrir nuevamente el oído es posible, aunque cuanto más tiempo pase inutilizado, peor será la recepción del sonido. Todo esto ha puesto de manifiesto la importancia de la escucha en un sentido amplio: Escucha desde su teoría del oído musical, que en principio tienen aquellas grandes figuras que cantan correctamente y dominan instrumentos, que presenta una curva ascendente de respuesta. Teoría que quizás fue comprobada en una de sus pacientes más reconocidas, María Callas, a la que trató personalmente. Escucha con el cuerpo, ya que reveló la gran conexión que existe entre el oído y casi todo lo que sentimos a través del nervio vital neumogástrico: la sequedad de garganta, los nervios, la respiración... Es por ello que dio gran énfasis a la postura corporal que mantenemos a la hora de recibir y emitir sonidos, en el sentido de que una buena educación en habilidades auditivas conlleva un mejor tono y calidad en la ejecución. Así, propone una posición en la que la columna vertebral permanezca derecha, en una posición natural, el pecho abierto, el cuello y la mandíbula relajados, la cabeza levemente inclinada hacia delante y los ojos entornados. En su opinión, el oído tiene muchas más funciones de las que normalmente se le han adjudicado; así, asegura que además de servir para oír o mantener el equilibrio, aumenta el potencial eléctrico del cerebro. El sonido es transformado en un flujo nervioso que llega a la corteza, donde se distribuye al resto del cuerpo proporcionándole un mayor dinamismo. En este punto, hace distinción entre sonidos de frecuencias altas, que al desarrollar este proceso proporcionan más energía al individuo, y bajas, que pueden incluso llegar a agotarle. Un tratamiento en base a frecuencias armónicas altas, previamente seleccionadas, imprimiría en el individuo beneficios como: Sentirse más jovial y dinámico. Mejoras en la capacidad memorística. Mayor resistencia al cansancio. Menor necesidad de descanso. Mayores cotas de concentración. Mejores aptitudes en el trabajo. Mayor motivación en la realización de actividades rutinarias. Y es que el nervio vago, que regula la laringe, la faringe, los pulmones, el corazón, el estómago, el hígado, los riñones y el intestino, sitúa su rama auricular en la superficie externa del tímpano, uniéndose así mundo interior y exterior y produciéndose una relación cercana entre lo que el tímpano percibe y los estados emocionales. Bibliografía: Kühn, Clemens (1988): La formación musical del oído. Barcelona. Labor. Don Campbell (2001): El efecto Mozart en los niños. Ed. Urano. Tomatis, A. (1996): El oído y el Lenguaje. Barcelona. Biblaria. Revista mensual de publicación en Internet Número 58º Noviembre 2.004 Secciones: Portada Archivo MÉTODO TOMATIS Y EL TRATAMIENTO DE LA TARTAMUDEZ Editorial Por Isabel Francisca Álvarez Nieto. Quiénes somos Entrevistas Artículos Crítica discos Bandas sonoras Conciertos El lector opina Web del mes Tablón anuncios Suscribir Buscar Como ya veíamos en el artículo anterior, Alfred Tomatis, médico otorrinolaringólogo francés, ha estudiado a fondo el funcionamiento del oído y su relación con las funciones neuronales, especialmente las vinculadas al lenguaje. Sus técnicas, que se han consolidado en los tratamientos de musicoterapia, se han extendido alrededor del mundo contando en la actualidad con más de 250 centros. Dentro de los múltiples frentes que abarcan sus investigaciones, las experiencias con personas tartamudas han arrojado datos muy esperanzadores, puesto que han llegado al núcleo central en el que se concentran sus problemas. La tartamudez o espasmofemia, que afecta más a niños que a niñas (en una relación de 4 a 1), suele surgir alrededor de los tres años como una fase de titubeo dentro de la adquisición del lenguaje, que normalmente desaparece al poco tiempo sin mayores consecuencias. Sin embargo, hay niños que no superan este tramo, en muchas ocasiones por causa de un entorno que no afronta adecuadamente esta situación y que provoca que el pequeño desarrolle angustias y nerviosismos a la hora de enfrentarse al habla. Se trata de una disfunción cerebral de los ganglios encargados de la memoria cognitiva y emocional, que normalmente dejan de funcionar correctamente debido a un episodio de mucha ansiedad. Son personas que, en general, no presentan dificultades al hablar en voz alta, leer de manera seguida o cantar siempre y cuando se hallen solas, pues en el momento en el que tienen el más leve indicio de que alguien les escucha, su voz comienza a titubear y no consiguen hablar fluidamente. Esto les conlleva una angustia y desesperación que en ocasiones genera problemas emocionales de inseguridad, baja autoestima, nerviosismo o vergüenzas. Todo ello son características que podemos apreciar externamente, pero los estudios demuestran que internamente concentran dos problemáticas: la del retorno y la de la lateralización. El método Tomatis repara, ayudado por la música de Mozart y el Canto Gregoriano, el normal funcionamiento del oído en relación a estos aspectos pero, expliquemos algo más acerca de ellos: Las personas tartamudas presentan una falta de control del habla; esto es debido a los problemas de retorno interno, es decir, la conciencia sonora de lo que han dicho les llega con un desfase, por lo que se repiten ante la suposición de que lo dijeron mal. El equipo del Dr. Tomatis comprobó este fenómeno provocando para ello una falsa tartamudez en personas que no tenían este problema mediante un equipo de sonido y audífonos que retrasaban el retorno, de modo que los voluntarios tardaban en escuchar lo que hablaban. Se verificó que en el momento que ese desfase llegaba con 0’15 segundos de retardo, se producía una tartamudez inmediata. Al igual que hay personas zurdas y diestras en el empleo de las manos o las piernas, se descubrió que también existe lateralización en la escucha. La determinación cerebral del oído que va a priorizar se realiza en la primera infancia, sin embargo, ésta no es una elección anodina. Las funciones de los hemisferios cerebrales tienen mucho que ver, pues si el oído derecho es el elegido, éste será el encargado de llevar la información al hemisferio izquierdo, centro del lenguaje, mientras que si lo es el oído izquierdo, la conducirá al hemisferio derecho, que no está encargado de las funciones lingüísticas por lo que hasta llegar al centro del lenguaje deberá pasar por una serie de conexiones entre ambos. Se trata de un recorrido más largo y lento que genera problemas de comprensión y comunicación (menos fluida, sin ritmo). Está comprobado clínicamente que la mayoría de los tartamudos tienen una exagerada lateralización a la izquierda, acarreando las consecuencias que ya hemos visto. El Método Tomatis ha tratado de devolver al oído sus funciones normales, de escucha correcta y control del ritmo y la fluidez oral, mediante un equipo llamado oído electrónico. En palabras de un discípulo suyo, Fernándo Núñez, se trata de una técnica segura, sin contraindicaciones de ningún tipo y que logra más de un 80% de éxito, al alcanzar los objetivos propuestos por los pacientes al comenzar la terapia. Las terapias de alrededor de 6 meses logran importantes éxitos en niños y, aunque con adultos se tarda en torno a los 8 meses, en términos generales, logran superar el trastorno. Con los que la mejoría es más difícil es con aquellos pacientes clasificados como tartamudos duros que apenas muestran momentos de claridad. Mediante las melodías musicales de Mozart y Canto Gregoriano consiguen reestablecer las funciones lingüísticas gracias a una armonización y dinamización del sistema comunicativo con el cerebro. Además, trabajan con los pacientes para lograr una lateralización a la derecha con la que puedan componer el abanico frecuencial del oído a la voz y facilitar así el habla. Pero, cómo lo logran; la respuesta está en el Renacimiento o Nacimiento Sónico. Se trata de recrear el ambiente sonoro del útero materno, cosa que al principio se conseguía mediante sonidos filtrados de la voz de su madre y que posteriormente fue sustituida por la música filtrada de Mozart o de Canto Gregoriano, ya que, como afirma Tomatis, a lo largo de cincuenta años de procesos clínicos y experimentales, he elegido voluntariamente a un compositor y sólo a uno. Continúo probando nuevas formas de música y con gusto uso formas de canto, música folclórica y clásica, pero las propiedades de la de Mozart, sobre todo de los conciertos de violín, generan el mayor efecto curativo en el cuerpo humano. Es decir, se trata de volver a los orígenes más remotos de la audición humana, la que se produce en el útero materno para corregir desde esa situación de seguridad los aspectos dañinos que no permiten una adecuada actuación en el mundo exterior. Al aprehender neuronalmente estos sonidos, el paciente desarrolla la capacidad de hablar y relacionarse con los demás, estabilizando las estructuras y ritmos necesarios para el lenguaje social. Esta técnica parte así de la concepción pionera por parte de Tomatis de concebir la escucha como diferente del acto de oír. Bibliografía: - Irwin, A. (1983): Como vencer la tartamudez. Barcelona. Grijalbo. - Rodríguez Morejón, A. (2003): La tartamudez: naturaleza y tratamiento. Barcelona. Herder. - Santacreu, J. y Fernández Zúñiga, A. (1991): Tratamiento de la tartamudez. Valencia. Promolibro. - Tomatis, A. (1996): El oído y el Lenguaje. Barcelona. Biblaria.