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1) A) Ética kantiana [editar] La ética kantiana está contenida en lo que se ha denominado como sus tres obras éticas: Fundamentación de la Metafísica de las costumbres, Crítica de la razón práctica y Metafísica de las costumbres. Kant se caracterizó por la búsqueda de una ética o principios con el carácter de universalidad que posee la ciencia. Para la consecución de dichos principios Kant separó las éticas en: éticas empíricas (todas las anteriores a él) y éticas formales (ética de Kant). Este nuevo planteamiento acerca de la ética hace de Kant el padre de la filosofía moderna. La razón teórica formula juicios frente a la razón práctica que formula imperativos. Estos serán los pilares en los que se fundamenta la ética formal kantiana. La ética debe ser universal y, por tanto, vacía de contenido empírico, pues de la experiencia no se puede extraer conocimiento universal. Debe, además, ser a priori, es decir, anterior a la experiencia y autónoma, esto es, que la ley le viene dada desde dentro del propio individuo y no desde fuera. Los imperativos de esta ley deben ser categóricos y no hipotéticos que son del tipo «Si quieres A, haz B». En contraposición a la ética a Kant se encuentra la ética de Santo Tomás de Aquino. El imperativo categórico tiene tres formulaciones: 1. «Obra sólo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal».[16] 2. «Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio». [17] 3. «Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines».[18] Kant sintetiza su pensamiento, y en general «el campo de la filosofía en sentido cosmopolita», en tres preguntas: ¿Qué debo hacer?, ¿Qué puedo saber?, ¿Qué me está permitido esperar?, que pueden resumirse en una sola: ¿Qué es el hombre?[19] A la primera interrogante trata de dar respuesta la moral. A la segunda, el análisis de la Crítica de la razón pura en torno de las posibilidades y límites del conocimiento humano. A la tercera trata de responder la religión. Kant concluye su estudio epistemológico haciendo especial hincapié en la importancia del deber, que es donde reside la virtud de toda acción. Al hacer coincidir la máxima de cualquier acción con la ley práctica, el ser humano habrá encontrado el principio objetivo y universal del obrar. http://es.wikipedia.org/wiki/Immanuel_Kant Actos del hombre y actos humanos Actos del hombre: no pasan por la ética. Ej: caminar. Otros actos que se realizan sin conciencia como por ejemplo respirar no sin buenos ni malos y no son juzgados moralmente. Actos humanos: está comprometida mi libertad y responsabilidad. La ética tiene como objeto los actos humanos. Un acto humano es un acto intencional. Estos actos se ordenan a un fin. Siempre que el hombre actúa lo hace por una fin. Fuente: carpeta 1 Estructura del acto humano 1) Intención: son intencionales en cuento tienen una finalidad (un sentido, un porque). La intención no basta para hacer el acto. (Ej: intento de homicio y el arma falla.) 2) Deliveración de los medios: proveer las condiciones necesarias para realizar el acto. (Ej: para poder estudiar hay que apagar el celular, la tele, etc) 3) Ejecución: hacer el acto Fuente: carpeta 2 1) B) Etica La ética es una rama de la filosofía que abarca el estudio de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir.[1] La palabra ética proviene del latín ethĭcus, y este del griego ἠθικός, o transcrito a nuestro alfabeto, "êthicos". Es preciso diferenciar al "êthos", que significa "carácter" del "ethos", que significa "costumbre", pues "ética" se sigue de aquel sentido, y no es éste [2] Desconocer tal diferencia deriva en la confusión de "ética" y "moral", pues esta última nace de la voz latina "mos", que significa costumbre, es decir, lo mismo que "ethos". Si bien algunos sostienen la equivalencia de ambas doctrinas en lo que a su objeto respecta, es crucial saber que se fundamentan en conceptos muy distintos. La ética estudia qué es lo moral, cómo se justifica racionalmente un sistema moral, y cómo se ha de aplicar posteriormente a los distintos ámbitos de la vida personal y social. En la vida cotidiana constituye una reflexión sobre el hecho moral, busca las razones que justifican la utilización de un sistema moral u otro. El estudio de la ética se remonta a los orígenes mismos de la filosofía en la Antigua Grecia, y su desarrollo histórico ha sido amplio y variado. Una doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios determinados. Una sentencia ética, juicio moral o declaración normativa es una afirmación que contendrá términos tales como "bueno", "malo", "correcto", "incorrecto", "obligatorio", "permitido", etc, referido a una acción, una decisión o incluso también las intenciones de quien actúa o decide algo. Cuando se emplean sentencias éticas se está valorando moralmente a personas, situaciones, cosas o acciones. Se están estableciendo juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: "ese político es corrupto", "ese hombre es impresentable", "su presencia es loable", etc. En estas declaraciones aparecen los términos "corrupto", "impresentable" y "loable" que implican valoraciones de tipo moral. Definición y objeto [editar] Según una corriente “clásica”, la ética tiene como objeto los actos que el hombre realiza de modo consciente y libre (es decir, aquellos actos sobre los que ejerce de algún modo un control racional). No se limita sólo a ver cómo se realizan esos actos, sino que busca emitir un juicio sobre estos, que permite determinar si un acto ha sido éticamente bueno o éticamente malo. Ello implica establecer una distinción entre lo que sea bueno y lo que sea malo desde el punto de vista ético, y si el bien y el mal éticos coincidan o no con lo que serían el bien y el mal en sí. Relación con la antropología La antropología y la ética se ocupan las dos de las costumbres humanas en diversos niveles de la cultura y civilización. La antropología estudia el origen y el desarrollo de las costumbres humanas, pero sin formular juicio alguno acerca de su carácter moral o inmoral, en tanto que este carácter , en cambio, es lo único que interesa a la ética. La antropología atestigua la existencia de nociones morales, por extrañas que sean entre las tribus primitivas, en tanto que la ética toma de la antropología dichos datos, pero para criticar, por su parte, el valor moral de dichos conceptos y costumbres. http://html.rincondelvago.com/etica_8.html Relación con la teología 3 I. La relación entre ética filosófica y ética teológica es una relación entre dos ciencias prácticas El tema que comenzamos expresa inmediatamente su contenido: la ética, y a laven las modalidades olas formasen que ese contenido se presenta: la filosofía y la teología. Con igual inmediatez se ve que es uno de los muchos puntos comunes que se dan en la relación general entre la filosofía y la teología. Este punto se caracteriza por el interés que la reflexión debe mostrar por el campo ético. Se trata de ver cómo se configura la relación general aludida cuando se presenta dentro de la dimensión fundamental del hombre, que es la dimensión ética. Será oportuno, pues, una vez hecha esta primera delimitación, continuar con el procedimiento de exclusión, resaltando aquello que no se debe tratar, de manera que al mismo tiempo vaya apareciendo aquello que sí se debe tratar. El hecho de que no se tome en consideración la relación general entre filosofía y teología significa que nuestro problema no es de orden teórico, sino que es de orden práctico y a este nivel se concreta. No se toma, pues, en consideración la relación entre razón y fe, entre comprender y creer, entre visión racional y visión creyente; en cambio, se debe plantear y profundizar la relación entre la praxis de la razón y la praxis de la fe, entre el actuar desde la razón práctica y el actuar desde la fe práctica, entre conciencia del mundo de los valores en cuanto humanos y conciencia del mundo de los valores en cuanto cristianos, entre el sujeto ético que se desarrolla en cuanto hombre y el sujeto ético que se desarrolla en cuanto cristiano. Pero, es evidente, esta relación, que afecta a dos realidades del campo práctico, no es a su vez práctica, es decir, no ocurre como un puro alienamiento de dos tipos de experiencias vividas juntas, como un simple encuentro fáctico, contingente, del que como mucho se pueda hacer una descripción fenomenológica. La relación es entre dos ciencias prácticas, entre dos conocimientos sistemáticos y metodológicamente reflejos de la práctica: se trata de la filosofía de la práctica y de la teología de la práctica. La relación debe referirse, pues, al conjunto sistemático y metodológico de estas dos ciencias, que son prácticas por su objeto material, pero que son teóricas, o especulativas, por su objeto formal, lo que equivale a decir en cuanto a su modo de conocer y unificar orgánicamente los conocimientos adquiridos, en cuanto a los principios que las justifican y al criterio de su verdad. Es obvio, en efecto, que si se pusiese en relación la pregunta: "¿Quién es el hombre?", con la pregunta: "¿Quién es cristiano?", tendríamos que hacer una comparación entre la antropología filosófica y la antropología teológica, ambas ciencias teóricas, cuyo término es la misma teoría, es decir, la verdad sobre el hombre. Pero aquí la cuestión se refiere a otra pregunta, cuya formulación es: "¿Quién debe ser el hombre?" a nivel filosófico, y: "¿Quién debe ser el cristiano?" a nivel teológico. La presencia de este "debe" no cambia su carácter teórico; se trata siempre de determinar la verdad, precisamente la verdad del "deber" del hombre; pero ya que este "deber" tiene la significación del actuar normativo: "el hombre debe ser hombre" equivale a "el hombre en su actuar tiene por norma su valor de hombre"; o también: "el hombre no puede actuar si no es en base a la norma", o todavía: "el ser del hombre implica normativamente su actuar como hombre", de forma que es norma para el hombre el actuar y actuar normativamente (lo mismo hay que decir, con las diferencias correspondientes, del cristiano), estas dos ciencias, que se refieren a la verdad de la práctica, o sea a establecer la normatividad de la vida práctica, son ciencias, es decir, teorías, prácticas o, con más precisión, de la práctica. 1. SON PRÁCTICAS EN LO REFERENTE A SU OBJETO. Es esencial seguir insistiendo en el significado práctico de la filosofía y de la teología. En una primera aproximación parecen prácticas sólo en lo referente al objeto, en cuanto que se limitan a establecer la naturaleza de lo que es normativamente práctico, a ilustrar sus contenidos y formas, a delinear sus ámbitos y sus límites. Sin duda que éste es el primer significado de "práctico", y es indispensable para la comprensión de la finalidad de la ciencia ética. Es necesario que sea ciencia, es decir, conocimiento, teoría, sistema, si no se quiere caer en un experimentalismo inconexo, en el que todo el espacio está ocupado por una descripción y acumulación de datos llamados éticos, sin ninguna preocupación por fijar al menos la diferenciación de la experiencia ética de los demás tipos de experiencia, sin que, por lo tanto, se le pueda dar a la ética otro significado que el de 4 investigación sobre el comportamiento fáctico del hombre (=costumbre), y no el de saber sobre su normatividad. Si la ética no es ciencia en este sentido, es decir, como conocimiento sistemático, metodológico y racional de las leyes y de la validez del comportamiento humano, no se ve cómo pueda servir como ética; como mucho será historia de las costumbres y del gusto, sociología y psicología del comportamiento y del fenómeno ético; en rigor, ni siquiera podría llamarse fenomenología en sentido propio. 2. SON CIENCIAS NORMATIVAMENTE PRÁCTICAS. Pero la ética no es práctica sólo en el sentido de conocimiento racional que tiene por objeto lo que es normativamente práctico; precisamente por esta constitución racional suya es práctica en un sentido todavía más específico: aquel por el que es normativamente práctica en sus mismos enunciados. No es práctica sólo en cuanto dice lo que es la práctica, el actuar normativo del hombre; al decir esto, su decir se convierte en verdad práctica, como su dirección y orientación. Al responder a la pregunta: "¿Quién debe ser el hombre?", al enunciar que el hombre debe, le ordena también su deber, le dicta el deber de su actuar. No entramos aquí en la cuestión difícil de explicar cómo se constituye este saber normativo, este conocer, que a la vez es un imperativo. De momento nos basta con la afirmación de que la ética es un saber práctico normativo. 3. SON CIENCIAS PRÁCTICAS EN CUANTO CIENCIAS DE LA ETICIDAD. Con estas consideraciones hemos establecido la estructura común de la ética filosófica y de la ética teológica, y consiguientemente el terreno común en el que puede establecerse la relación. Pero conviene resaltar una implicación esencial contenida en el mismo concepto de normatividad, en cuanto estructura típica del saber ético. Ciertamente la ética en cuanto doctrina es un sistema doctrinal de principios y de conclusiones, que como tal es abstracto y objetivo, es decir, en sí. Si lo tomamos desde el punto de vista del contenido objetivo, este sistema -la moral- aparece como el sistema de los valores considerados como elementos y realidades subsistentes por sí mismos. Entendido así, el sistema moral corresponde al mismo momento de la ética como saber normativo; en torno a él se configura y articula el saber tanto en su aspecto cognoscitivo formal (= sistema de principios y de proposiciones) como en su aspecto de contenidos objetivos (= sistema de los valores reales). Pero esta consideración, aunque es esencial, no es completa; indica sólo uno de los aspectos de la constitución de la ética: aquel por el que se habla simplemente de "ética" o de "moral", cuando, por ejemplo, nos referimos a la ética de Aristóteles, de santo Tomás, de Kant. Deja a un lado la consideración del carácter imperativo o normativo de tal sistema de conocimientos; consideración que no es sólo igualmente esencial, sino que además, al integrar la esencia de la ética, la especifica en última instancia en su practicidad. Esto es lo que se indica con el nombre de "moralidad" o de "eticidad"; pero no en el sentido en que se entiende cuando la moralidad se refiere a un sujeto vivo (=la moralidad de Pedro, etc.), sino en el sentido de que la actividad moral del sujeto, en cuanto actividad libre de la voluntad, y por lo tanto la constitución del sujeto moral, son elevadas a principio moral fundamental. Principio se entiende aquí en el sentido de principio sistemático que unifica y sintetiza la totalidad de la ética; en el sentido de principio entitativo y cognoscitivo, es decir, de lo que constituye la realidad ética en su totalidad y permite el conocimiento de esa realidad en cuanto la hace éticamente inteligible, y en el sentido de principio de la unidad y de las diferencias de la realidad ética. Decir, pues, que el principio moral es el sujeto moral significa decir que la investigación sobre la constitución del sujeto moral es la investigación sobre la constitución del principio moral. A esta búsqueda o investigación le damos el nombre de ética, entendida como eticidad o moralidad. Por esta identificación entre sujeto moral y principio moral la ética adquiere su estructura de saber práctico normativo. El sujeto moral es tal en cuanto es sujeto práctico, y es sujeto práctico en cuanto es normativo. De esta manera se entiende por qué la exposición de la constitución del sujeto moral es al mismo tiempo expresión de su normatividad: la constitución del sujeto moral es la constitución de su realidad imperativa.. La unidad de esta constitución es el principio moral, el principio de la moralidad. 5 4. LA CONSTITUCIÓN DEL SUJETO PRÁCTICO COMO PRINCIPIO DE LA ETICIDAD. Hay que precisar todavía este enunciado con la profundización de la constitución del sujeto moral práctico. Esta profundización es muy necesaria, dado que en nuestro ámbito cultural ha sufrido un oscurecimiento conceptual nocivo. El sujeto práctico, el hombre en cuanto sujeto moral, lo constituye la ! conciencia; en ella y con ella el hombre cae en la cuenta de la presencia constitutiva y caracterizadora de una estructura que lo ct(lifica en su humanidad. Es la estructura de una exigencia en la que expresa su dimensión moral. En cuanto es exigencia que se expresa, es propiamente conciencia, es decir, advertencia, conocimiento, saber; en cuanto es exigencia, es ley, deber, imperativo, valor. La exigencia como ley es la misma realidad del hombre, su esencia existente; la exigencia como conciencia es la misma realidad humana en cuanto promulgada y hecha palabra que obliga y compromete al hombre. En el hecho de la exigencia salen a la luz dos aspectos correlativos e inseparables de la dimensión moral: la conciencia y la ley. El hombre en su constitución moral es conciencia y ley, conciencia que es ley, ley que es conciencia; la conciencia es la voz, el mensajero de la ley; la ley es la realidad de la conciencia, su contenido. Esta unidad de conciencia y de ley es lo constitutivo de lo que se llama subjetividad moral o práctica. Entendida así, la conciencia es la promulgación del hombre a sí mismo como tarea que es él mismo y en la que a la vez está comprometido: el hombre sabe que debe vivir como hombre, y este saber suyo es el imperativo primordial, su obediencia originaria, la fidelidad natural a la conciencia que le revela su deber de vivir, su dignidad de vivir, la ley de su vivir humano: es él mismo en cuanto imperativo, en cuanto deber. Se puede advertir la peculiaridad de esta situación humana exponiendo algunos aspectos en los que esta realidad del hombre se presenta como exigencia. El En primer lugar, esta exigencia le es impuesta al hombre; y bajo este aspecto es un ser sometido, obediente. No es fruto de la arbitrariedad, de una tendencia subjetiva y cambiante, de un gusto puntual. El hombre encuentra en sí mismo esta ley lo mismo que se encuentra la vida. La maravilla de la existencia, el problema de su existir es la maravilla y el problema de la ley; para el hombre, el descubrimiento de la existencia es el descubrimiento inmediato de la ley de la existencia; el dato de su existencia es el dato de su ley. 0 El segundo aspecto en el que se presenta al hombre la exigencia es porque ella es su misma realidad: la posición de la ley, a la que el hombre se encuentra sometido, es la posición del hombre como ley. Es consustancial a su misma esencia, no está provocada por una iniciativa suya ni interiorizada bajo la presión de alguna influencia externa y cambiante, sino que la encuentra en su interior como su interioridad más propia y originaria. 0 De aquí proviene el tercer aspecto, aquel por el cual la exigencia viene impuesta por el hombre; o sea, no es una necesidad instintiva, ciega, sino que se identifica con la realidad actual del hombre. Por lo cual se puede decir que en este sentido es el hombre quien se la impone; o, en otras palabras, ella se impone con la misma naturalidad que se impone el hombre. La realidad del hombre como ley es la misma realidad de la ley por parte del hombre; la ley impuesta al hombre, que es el hombre mismo, viene impuesta por el hombre. Este "impuesto por" es la definición de la conciencia: la conciencia es la imposición de la ley del hombre por parte del hombre. Ahora bien, esta posición, que es la actualidad del hombre, su actual existencia, es también su misma libertad; el hombre existe como libertad; no es él quien se da esta libertad, sino que la encuentra en sí mismo cuando se encuentra existiendo, del mismo modo que es él quien se da la ley que hay en sí mismo y que es él mismo; y esta misma libertad suya es su ley, ya que su existencia como libertad es su obligación de ser libre, del mismo modo que su conciencia es su deber de ser hombre. Por lo tanto, la conclusión posible es que la exigencia, que caracteriza al hombre como sujeto moral, es el hombre mismo en su conciencia, en su ley, en su libertad. Conviene señalar, sin embargo, que estos tres elementos deben ser considerados en su unidad como tres momentos de la constitución del hombre, y que esta unidad forma la dimensión práctica del sujeto moral, y por lo tanto lo instituye como principio moral fundamental. La ética es el desarrollo de este principio. 6 II. La semejanza de estructura entre ética filosófica y ética teológica Hasta aquí nuestra reflexión se ha mantenido dentro del nivel común a la ética filosófica y a la ética teológica. Este nivel es precisamente su estructura ética; se trata, pues, de una semejanza de estructura. Esta afirmación hay que tomarla en toda su fuerza; pero también hay que entenderla en su significado preciso. 0 Decir que la ética filosófica y la ética teológica tienen en común la estructura significa decir sobre todo que al pasar de la una a la otra no se sale del campo práctico, tanto si se entiende éste como contenido del conocimiento moral o bien como forma normativa de tal conocimiento. En uno y otro caso se trata de ciencia normativamente práctica. 0 En segundo lugar significa que tanto una como otra se configuran como eticidad y moralidad. Para una y otra vale que el principio moral fundamental es el sujeto práctico o sujeto agente; ambas se constituyen como desarrollo teórico de este principio, como su exposición sistemática, como ciencias normativamente prácticas sobre la base y reconocimiento de este principio. Ambas tienen como contenido y como forma la exposición del sujeto práctico en su específica constitución y la presentación de esta constitución como normatividad. 0 Como consecuencia, en tercer lugar, tanto la ética filosófica como la ética teológica se concentran en la conciencia como lugar integrador de todo el mundo ético. Lugar integrador en el sentido de que la conciencia, en la que se manifiesta la realidad del sujeto ético, se presenta como la síntesis o correlación esencial del saber ético, de la libertad ética y del valor ético; la conciencia es el saberse a sí mismo como libertad que es ley; es el ser libre sabiéndose ley, es la ley que se entiende a sí misma como libertad. Si tenemos presente la identidad entre conciencia y sujeto ético, y que esta identidad es el principio moral, entonces resulta evidente que de la misma manera que el mundo ético, la vida ética, no es otra cosa que la enumeración de lo que está contenido en la síntesis de la conciencia, así también el desarrollo de la ética y su constitución no consisten en otra cosa que en el desarrollo del principio de la conciencia; la ética filosófica y la ética teológica son así ciencias normativas en cuanto que son ciencias de la conciencia. http://www.mercaba.org/DicTM/TM_etica_filosofica_y_etica_teologica.htm Autonomía (filosofía y psicología) Autonomía (del griego auto, "uno mismo", y nomos, "norma") es, en términos generales, la capacidad de tomar decisiones sin ayuda de otro. Se opone a heteronomía. Es un concepto moderno, procedente de la Filosofía y, más recientemente, de la Psicología. En el ámbito Filosófico se integra entre las disciplinas que estudian la conducta humana (Ética, Moral), mientras que en el ámbito de la Psicología cobra especial importancia en el estudio de la Psicología Evolutiva. La autonomía es un concepto de la filosofía y la psicología evolutiva que expresa la capacidad para darse normas a uno mismo sin influencia de presiones externas o internas. La autonomía como problema de como se comporta el hombre ante sí mismo y la sociedad. se ha estudiado tradicionalmente en Filosofía bajo el binomio libertad-responsabilidad, de manera que su opuesto sería el binomio determinismo-irresponsabilidad. Los análisis sobre la libertad (o libre albedrío, como se denomina dentro de la tradición cristiana) recorren la Historia de la Filosofía desde sus inicios, y cobran especial importancia a partir de la introducción de la noción de pecado durante la expansión del Cristianismo. Eso explica que la cuestión de la libertad no haya sido analizada con la misma abundancia durante la Antigüedad clásicaDesam que durante las épocas posteriores. Los planteamientos más recientes en el campo de la autonomía se deben a Jean Piaget y a su discípulo Lawrence Kohlberg. 7 La autonomía según Piaget [editar] Piaget estudió el desarrollo cognitivo de los niños analizándolos durante sus juegos y mediante entrevistas, estableciendo (entre otros principios) que el proceso de maduración moral de los niños se produce en dos fases, la primera de heteronomía y la segunda de autonomía: Razonamiento heterónomo: Las reglas son objetivas e invariables. Deben cumplirse literalmente, porque la autoridad lo ordena, y no caben excepciones ni discusiones. La base de la norma es la autoridad superior (padres, adultos, el Estado), que no ha de dar razón de las normas impuestas ni ha de cumplirlas en todo caso. Existe una tendencia demostrada a las sanciones expiatorias y a identificar el error como una falta, así como a la búsqueda indiscriminada de un culpable (pues una falta no puede quedar sin castigo), de manera que es admisible el castigo del grupo si el culpable no aparece. Además, las circunstancias pueden llegar a castigar al culpable. Razonamiento autónomo: Las reglas son producto de un acuerdo y, por tanto, son modificables. Se pueden someter a interpretación y caben excepciones y objeciones. La base de la norma es la propia aceptación, y su sentido ha de ser explicado. Las sanciones han de ser proporcionales a la falta, asumiéndose que en ocasiones las ofensas pueden quedar impunes, de manera que el castigo colectivo es inadmisible si no se encuentra al culpable. Las circunstancias no pueden castigar a un culpable. El tránsito de un razonamiento a otro de produce durante la pubertad. http://es.wikipedia.org/wiki/Autonom%C3%ADa_%28filosof%C3%ADa_y_psicolog%C3%ADa% 29 Heteronomía de la voluntad Heteronomía de la voluntad es un término técnico introducido a la filosofía por Immanuel Kant para hacer referencia a la voluntad que no está determinada por la razón del sujeto, sino por algo ajeno a ella (la voluntad de otras personas, las cosas del mundo, la sensibilidad, la voluntad divina, etc.)podríamos decir que la persona no toma sus propias decisiones. La voluntad puede estar determinada por dos principios, puede tener dos fundamentos: la razón o la inclinación. Cuando es la propia razón la que decreta el modo en que debe actuar la voluntad, ésta es autónoma porque se da a sí misma sus propias leyes. Sin embargo, cuando la voluntad está determinada por la inclinación (palabra con la que Kant se refiere al conjunto de apetitos sensibles) la voluntad es heterónoma. Esta tesis kantiana puede parecer extraña para la forma actual de entender las cosas, pues ahora es más bien común creer que se es libre si se es capaz de realizar todos y cada uno de los apetitos que se tengan, por lo que se considera a la ley moral como un estorbo para la libertad absoluta, entendida como capacidad para hacer lo que plazca. Sin embargo, Kant pensó que cuando existe el propósito de seguir las reclamaciones de los deseos o apetitos la conducta no es libre, pues su realización sólo es posible plegándose a las exigencias que impone el mundo y, por tanto, a algo exterior a la propia voluntad. Por ejemplo, si alguien considera que el principio que debe regir su conducta es el de obtener reconocimiento social por encima de todo, su conducta no será constante pues tendrá que someterse a las exigencias determinadas por el cambiante orden social: si desea conseguir el aplauso de la mayoría deberá cambiar de partido político, o de amistades, o de ideas cuando las circunstancias lo hagan necesario. En fin, sería lo contrario a la autonomía, ya que bajo este punto de vista no se puede 8 hacer las cosas con libertad sin a la vez basarse en normas impuestas por otras personas, a las cuales en estas circunstancias se debe obedecer. http://es.wikipedia.org/wiki/Heteronom%C3%ADa_de_la_voluntad Theonomy is the belief that the God revealed in the Bible is the sole source of human ethics. The word theonomy derives from the Greek words “theos” God, and “nomos” law. Cornelius Van Til argued that there "is no alternative but that of theonomy or autonomy" (Christian Theistic Ethics p. 134). Among Reformed Christians, John Calvin, the Continental Reformers, the Westminster Divines and other Puritans, and Christian Reconstructionists have developed similar ethical perspectives, but the term is not limited to the Reformed. The non-Reformed theologian Paul Tillich used the term "theonomy" to describe his ethical perspectives, albeit in a radically different way from its use by Reformed writers in the Christian Reconstructionist movement.[1] Between the Reformed on the one hand and Tillich on the other are found various Evangelical, Dispensationalist (usually not mentioned outside systematic theology texts) and Roman Catholic theonomies. Christian Reconstructionism Since the mid-1970s theonomy has been most often used in Protestant circles to specifically label the ethical perspective of Christian Reconstructionism, a perspective that claims to be a faithful revival of the historic Protestant view of the Old Testament law as espoused by many European Reformers and Puritans. Some in the modern Reformed churches are critical of this understanding,[2] while other Calvinists affirm Theonomy.[3] [edit] Origin of modern theonomy Greg Bahnsen explains that when he wrote outlining the ethical perspective of Christian reconstruction and called his book Theonomy in Christian Ethics he had: "...no thought of generating a label for a distinctive school of thought or "movement." (Indeed, it was the opponents of the viewpoint presented in the book who first took it upon themselves to refer to others as "theonomists.") Quite simply, the title was chosen to describe the subject matter taken up in the book: namely, the place or function of God's law in the moral philosophy of the Christian...today" [giving] "special attention was given to the difficult question (on which I had written my masters thesis in theology [in 1973]) of whether "secular" civil magistrates stood under obligation to the relevant portions of the Old Testament law, for instance, the stipulations as to what punishment crimes deserve. "The term "theonomy" was attractive because it nicely contrasted with certain opposing lines of thought which also contained the word nomos in their designations: positions like "autonomy," "cosmonomic" philosophy, and "antinomianism." Moreover, far from being an esoteric term, it had been commonly used in moral theology for an approach to ethics which submits to divine revelation." The Calvinistic ethicist, Willem Geesink, wrote in his book, Reformed Ethics: Theonomy is the legislation inspired by God, grounded in His sovereign law of creation.... The peculiarity of Calvinism is the idea that God is Lord and the Lawgiver of all men. This one already finds with Calvin, in his sketch of the Christian life, when he says: "We are God's property, and not our own," and "Let His will then have the paramount sway over all our deeds".... The principle of Theonomy was therefore more purely preserved in the Old-Protestant Theology than it was with Rome, where it received a heteronomous flavor from the Church. [4] 9 In the terminology of Christian Reconstructionism, theonomy is the idea that, in the Bible, God provides the basis of both personal and social ethics. In that context, the term is always used in antithesis to autonomy, which is the idea that Self provides the basis of ethics. Theonomic ethics asserts that the Bible has been given as the abiding standard for all human government — individual, family, church, and civil; and that Biblical Law must be incorporated into a Christian theory of Biblical ethics. Theonomic ethics, to put it simply, represents a commitment to the necessity, sufficiency, and unity of Scripture. For an adequate and genuinely Christian ethic, we must have God's word, only God's word, and all of God's word. Nearly every critic of theonomic ethics will be found denying, in some way, one or more of these premises. —The Theonomic Antithesis to Other Law-Attitudes [5] Critics see theonomy as a significant form of Dominion theology, which they define as a type of theocracy. Theonomy posits that the Biblical Law is applicable to civil law, and theonomists propose Biblical law as the standard by which the laws of nations may be measured, and to which they ought to be conformed. http://en.wikipedia.org/wiki/Theonomy 10 2) A) La estructura finalista de la actividad libre En su vieja obra "Ética", Rodríguez Luño propone el tema del fin último y la felicidad en varios capítulos que llevan estos títulos: la estructura finalista de la actividad libre, el fin último del hombre, la felicidad humana1. El mismo autor, en su obra posterior "Ética General", retoma el tema en un capítulo titulado "El bien moral como fin de la voluntad: la vida feliz" 2, que ubica después de haber estudiado la teoría de la acción voluntaria, completa lo que había escrito en su primer obra y lo elabora confrontando la ética cristiana con la "eudaimonía" aristotélica y con la ética moderna. Y en la última edición, del año 2001, que el autor dice haber reformulado trata el asunto en la Segunda parte, dedicada a “el bien humano”, con un capítulo sobre el papel de la concepción global del bien humano en la ética, y otro capítulo que versa cerca del contenido del bien humano, que en Santo Tomás de Aquino es el fin último y la felicidad 3. Seguiremos los tres textos de Rodríguez Luño, que en esta exposición propongo como resumen. Lo específico de la persona humana es obrar consciente y libremente por un fin, otorgando una dirección finalista a toda la actuación de la razón y de la voluntad libre. En primer lugar, fin equivale al bien, que es el objeto formal de la voluntad. Pero "fin" debe entenderse también por oposición a medio. Intención es el acto por el que la voluntad quiere un bien como fin. Elección (se refiere a los medios) es el acto por el que la voluntad resuelve hacer algo para conseguir un fin al que se ordena. La intención de un fin confiere inteligibilidad unitaria a la conducta humana. Las acciones humanas se estructuran según secuencias más o menos unitarias en las que unas acciones, y los bienes a que ellas miran, se ordenan a otras. En la serie de acciones y bienes ordenados unos a otros no se puede proceder al infinito, porque esto equivaldría a admitir que puede existir una aspiración sin objeto. Debe existir alguna operación y algún bien querido por sí mismo, que sería el fin último o bien perfecto. Podemos considerar el vivir como una grande y continua acción que habrá de ser comprendida a la luz del bien al que apunta o que está en ella contenido. Los fines de cada actividad específica del hombre no pueden ser considerados como múltiples fines últimos inconmensurables, no articulados ni articulables en una totalidad que los engloba, pues la experiencia enseña que sólo conmensurándolos, es decir poniéndolos en mutua relación en el seno de un todo más amplio, podemos tomar las decisiones oportunas cuando se produce un conflicto entre ellos. Desde el punto de vista de la teoría de la acción, la unicidad del fin es inseparable de su carácter de último, y el único fin último es la condición de posibilidad del orden o de las prioridades que cada uno establece para la propia vida. 1 Rodríguez Lulo, Ética, Pp. 59-77. Pp. 190-216. 3 Pp. 89-149. 2 11 Fin último es el que se quiere de modo absoluto, y en razón del cual se quieren las demás cosas. No se puede proceder al infinito en la serie de fines relativos, queridos por otro; de lo contrario nada querríamos y nada haríamos. Debe haber un fin último o bien supremo, que, de modo genérico, puede llamarse felicidad. El fin último es único. No es posible que la voluntad humana tienda simultáneamente a objetos diversos como a fines últimos, porque la exigencia de amor absoluto e incondicionado propia del fin último reclama exclusividad. Si no se quiere principalmente una sola cosa, la existencia humana estaría como dividida. El fin último es la causa final primera de todo el obrar humano. Todo lo que se quiere, se quiere con relación al fin último. Ningún aspecto de la vida es un verso suelto. Que el fin último sea único no significa necesariamente ser exclusivo de los demás fines. En realidad, también se puede considerar el fin último como un bien inclusivo, esto es, como un bien que actúa como principio o criterio ordenador de muchos otros bienes, articulándolos en un proyecto o plan de vida que parece el mejor y el más deseable. Por eso los estudiosos de la ética hablan con frecuencia de “vida buena” o de “vida lograda” para referirse al fin último. El fin último no es un estado o un sentimiento de satisfacción, es más bien un género de vida. El fin último hace conmensurables las finalidades no últimas, los pone en relación mutua, los articula en una totalidad armónica y deseable. Que el fin último sea uno solo no significa que los demás fines queden reducidos a medios, disponibles para un tratamiento puramente instrumental. Los fines no últimos y el fin último no se relacionan entre sí como los medios y el fin. Su relación mutua se asemeja más bien a la que existe entre las partes y el todo. Las diversas actividades y dimensiones existenciales de la vida humana son partes de la vida buena. El fin último propuesto fundamenta la bondad o malicia de la voluntad que se lo predetermina. Para comprender esto, es preciso comparar los fines que el hombre se marca libremente con los fines exigidos por la naturaleza humana, tal como son conocidos por la recta razón. La naturaleza humana tiene unos fines esenciales, y un fin o perfección última propia. El fin último libremente aceptado, y la voluntad que lo busca, son moralmente buenos cuando ese fin corresponde a lo que naturalmente es conveniente al hombre ; son moralmente malos cuando no se da esa correspondencia. La estructura intencional o finalista de la conducta humana es, en último término, unitaria y globalizante. El universo de los objetos del querer se articula en una totalidad u horizonte desiderativo que de algún modo los contiene a todos. Fin último o bien perfecto de la persona humana significa objeto último del querer, fin o bien global en el que los quereres y deseos quedan satisfechos, que no deja nada importante fuera de sí y que no es referible a ningún fin ulterior o, lo que es igual, que es querido por sí mismo y no en orden a otro. De aquí se desprende la importancia de conocer cuál es el fin último del hombre o bien supremo que le corresponde por naturaleza. Esta perspectiva filosófica del fin último del hombre a la que hemos sido conducidos se encuentra, y no podía no encontrarse, con la aspiración humana natural a la felicidad. 12 La aspiración a la felicidad es la expresión psicológica y fenomenológica de la estructura finalista natural del hombre. http://padrehernanquijanog.arzobispado.info/documents/EGUnidad42008.doc 2) B) El bien moral El bien moral es un tipo de bien específico, llamado por la tradición filosófica bien honesto. Aquí se toma la noción de honesto como lo bueno en sí y por sí. El bien honesto se diferencia del bien útil, que es el bien como medio para un fin y del bien deleitable, que es el bien como repercusión o redundancia de un acto o de una perfección: es la repercusión que el bien produce en las potencias afectivas del sujeto. Por tanto, el bien honesto significa la primera captación del bien en el orden moral: lo que es sustancialmente bueno, no bueno como medio para alcanzar un fin, ni bueno como repercusión de un bien poseído, es decir, el bien honesto es lo que es bueno en sí o de suyo, sustancialmente (Maritain, 1966). Concepción moderna del bien moral El enfoque moderno sobre el bien es diverso. En líneas generales se aleja de la tradición clásica que confiere al bien un carácter teleológico y objetivo. El bien ya no se define en relación al ser o al fin último (sentido objetivo), sino que es definible “más que por referencia a un sujeto que califica de agradables, funcionales, útiles o moralmente buenos a los objetos, las situaciones, disposiciones, acciones, y ello por relación a sus sentimientos de placer, a sus deseos y voluntades” (Höffe, 1994: 28). Por lo tanto, el bien ya no es un concepto universal, que expresa una realidad objetiva (o cualidades objetivas de algo), sino un concepto en el que se expresa la valoración de un sujeto con respecto a las cosas. “El bien moral se interpreta entonces generalmente de forma funcional como reconocimiento de y sumisión a aquellas normas que sirven a la satisfacción de las necesidades individuales (interés propio), o a una comunidad de acción (utilitarismo)” (Idem). Sin embargo, algunos autores contemporáneos han intentado escapar de este subjetivismo; unos hablan del bien como expresión de sentimientos humanos generales y no individuales (Hume, Butler…); otros establecen el bien común como punto de referencia de los juicios de valor, como el término objetivo y metaempírico de una modalidad específica de conocimiento práctico (Shaftesbury, Hutchenson, Scheler, Hartmann); y otros concentran su atención en el deber, como un imperativo que supera todo cálculo egoísta de felicidad (Kant). http://ares.unimet.edu.ve/humanidades/fbhu02/racosta/Temas/EL%20BIEN%20MORAL.pdf 2) C) Clasificación de los bienes Todos los bienes se van usando como instrumento para conseguir la felicidad Bien útil: Bien deleitable: ejemplo, un viaje, tener aire acondicionado Bien honesto: se busca por si mismo, y no para un placer. Fuente: carpeta 13 El problema del mal El problema del mal o también, paradoja de Epicuro, es estudiado en filosofía de la religión, en Teodicea y en Metafísica como el problema que resulta al considerar la compatibilidad entre la presencia del mal y del sufrimiento en el mundo con la existencia de Dios omnisciente, omnipresente, omnipotente y omnibenevolente. En la historia [editar] Santo Tomás de Aquino niega cualquier realidad metafísica al mal, en cuanto lo ve como ausencia de bien o como privación (una idea que procede el pensamiento de Plotino y que había sido recogida, con no pocas modificaciones, por san Agustín), especialmente en las cuestiones disputadas De malo y en la Suma de teología (I, 1. 48). El filósofo alemán Leibniz, en Ensayos de teodicea acerca de la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal,[1] obra escrita en 1710, acuña el concepto de teodicea, etimológicamente "justificación de Dios’", como la rama de la metafísica que se ocupa del estudio formal de estos asuntos. La idea de la existencia del mal en el mundo es más antigua. Ya Homero escribe en La Odisea una queja de Zeus, que se expresa así: ¡Ay, cómo culpan los mortales a los dioses!, pues de nosotros, dicen, proceden los males. Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les corresponde. La Odisea, Homero David Hume cita a Tertuliano —quien a su vez citó a Epicuro— planteando un argumento mediante una serie de preguntas: ¿Es que Dios quiere prevenir la maldad, pero no es capaz? Entonces no sería omnipotente. ¿Es capaz, pero no desea hacerlo? Entonces sería malévolo. ¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De donde surge entonces la maldad? ¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? ¿Entonces por qué llamarlo Dios? Diálogos sobre la religión natural (1779), David Hume Definición del problema [editar] El problema del mal surge de la suposición de que un Dios omnisciente y todopoderoso debería ser capaz de arreglar el mundo según sus intenciones. Como el mal y el sufrimiento existen, puede parecer que Dios quiere o permite que existan, por lo que no sería perfectamente bueno, o no sería omnisciente porque no se percata de todo el sufrimiento del mundo, o no es todopoderoso ya que no puede arreglar el mundo para eliminar de raíz el mal. O efectivamente, no es plenamente benevolente. Argumentos [editar] Problema del mal lógico 1. Dios existe. (premisa) 2. Dios es omnipotente y omnisciente. (premisa — o por definición de la palabra Dios) 3. Dios es todo-benevolente. (premisa — o por definición) 14 4. Los seres todo-benevolentes se oponen a todo mal (premisa — o por definición) 5. Los seres todo-benevolentes que pueden eliminar al mal lo harán inmediatamente en cuanto se den cuenta de la existencia de este (premisa) 6. Dios se opone a todo mal. (conclusión del 3 y 4) 7. Dios puede eliminar el mal completa e inmediatamente. (conclusión del 2) 1. Sin importar cual sea el resultado del sufrimiento, Dios puede lograrlo de maneras que no incluyan sufrimiento. (conclusión del 2) 2. Dios no tiene razón para no eliminar el mal. (conclusión del 7.1) 3. Dios no tiene razón para no actuar inmediatamente. (conclusión del 5) 4. Dios eliminaría el mal completa e inmediatamente. (conclusión del 6, 7.2 y 7.3) 8. El mal existe, ha existido y probablemente siempre existirá. (premisa) 9. Los párrafos 7 y 8 son contradictorios; De manera que una o más premisas son falsas: o Dios no existe, o Dios no es simultáneamente omnipotente, omnisciente y todobenevolente, o los seres todo-benevolentes que pueden eliminar el mal no lo harán necesariamente en el momento en el que se den cuenta del mismo, o el mal no existe. Razonamiento inductivo del mal 1. Todo mal en el tipo de entidades creadas es resultado de la falibilidad de su(s) creador(es). (premisa) 2. El universo es una entidad creada. (premisa) 3. El universo contiene mal. (premisa) 4. El mal es el resultado de las acciones de un creador(es) falible(s) o no es el resultado de ningún creador(es). (Del 1, 2 y 3) 5. Si Dios creo el universo, entonces, Él es falible. (Del 4) 6. Entonces, o Dios no creo el universo, o es imperfecto, o no existe. (Del 5) Debate religioso y argumentos ateístas [editar] Las personas creyentes resuelven el problema con una analogía: según las leyes de la física, el frío como tal no existe, ya que sólo existe la ausencia de calor, por consiguiente el frío sería un término inventado por el hombre cuando siente poco calor. Lo mismo ocurre con la luz y la oscuridad, pues físicamente hablando, la oscuridad es sólo la ausencia de luz. De la misma manera, Dios no crearía el mal, ya que el mal no existiría. Sólo existiría la ausencia del bien, por lo tanto la respuesta teológica se resume en que el mal sólo existe no por Dios directamente sino como consecuencia de la toma de decisiones del ser humano que no tiene o no consulta a Dios. Dios no es el autor del mal, directa ni indirectamente, pues él sólo creó cosas buenas y al dotarlas de libertad, ellas son las únicas responsables del mal y no Dios. Sin embargo, desde el punto de vista no creyente se contraargumenta considerando que caeríamos en un problema de la misma índole, ya que Dios estaría permitiendo la "ausencia de bien", que es, en otras palabras, el mal mismo; o bien sería consciente de que la ausencia de bien no es beneficiosa para el ser humano y aun así, estaría permitiéndolo, bien porque quiere (sería malévolo) o bien porque no puede (no sería omnipotente). Aunque según algunos esta solución aleja un paso el problema, ya que entonces Dios no sería omnipresente (podría estar ausente de algún lugar de su Creación). A esto se responde por parte de personas creyentes que Dios es un ser superior a todo, incluso a las propias características que lo transforman en Dios, por lo que Dios sería capaz de controlar su omnipresencia y no al revés, es decir, que su omnipresencia no lo controla a él. 15 De acuerdo a la Navaja de Occam no ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias por lo que presumir conocimiento sobre las características intrínsecas de Dios puede llegar a ser problemático. Aunque la Navaja de Occam es también utilizada desde el ateísmo para argumentar que presumir la existencia de Dios no es absolutamente necesario para explicar la realidad, y por lo tanto no es la solución correcta. Sin embargo, la misma Navaja de Occam admite que la simpleza no implica, por sí misma, que una proposición sea realidad, y no por ser usada en un sentido dado, puede dejar de ser usada en el contrario, como en el primer caso citado en este párrafo. La Iglesia Católica ha adoptado dos respuestas principales al problema del mal y del sufrimiento: La teodicea propuesta por San Agustín, y la propuesta por San Ireneo. Teodicea de San Agustín [editar] Esta se enfoca en la historia del Génesis, que básicamente señala que Dios creó el mundo y que fue bueno: la maldad es meramente una consecuencia de la caída del hombre (el pecado original). San Agustín señala que las catástrofes naturales, son un resultado directo de esta caída o pecado original del hombre. Asimismo, el mal infligido por el hombre resulta ser una consecuencia de haberse alejado de Dios y de el camino elegido por él. San Agustín señala que Dios no pudo haber creado la maldad en el mundo, puesto que él creó el mundo como algo bueno. El mal no puede ser separado y considerado como algo único o independiente, por ejemplo: La ceguera no es una entidad separada e independiente, sino simplemente la privación de la vista. Por tanto, la teodicea según la perspectiva de San Agustín, señala que el problema del mal y del sufrimiento, no viene dado porque Dios lo hubiera creado, sino porque el mismo hombre eligió desviarse del camino del bien. http://es.wikipedia.org/wiki/Problema_del_mal 2) D) La libertad: noción y clases La libertad es la cualidad de la voluntad que elige entre el bien y otro bien. Cuando la libertad está perturbada (Ej: si te amenazan), se dice que es una libertad violentada. Un acto obligado no es un acto libre para la ley, pero si para la moral, porque la libertad interior no se puede quitar. La ignorancia anula o disminuye la libertad. Fuente: carpeta La conciencia moral Según el catolicismo, la conciencia moral es un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo y recto. Mediante el dictamen de su conciencia, el hombre percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina.[1] (GS 16) " La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla.Es la conciencia la que, de modo admirable, da a conocer esa ley (que le advierte que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto y evita aquello.) cuyo cumplimiento consiste en el amor a Dios y del prójimo." Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Conciencia_%28religi%C3%B3n%29 16 2) D) El orden moral. El orden moral es la relación que el hombre tiene establecida con todo lo que le rodea. Es del hombre en cuanto tal: es objetiva y sin ella el hombre se frustra, se malogra. Sólo la descubre gracias a la cognoscibilidad de la universalidad en cuanto le rodea La relación objetiva con el entorno le viene dada por su razón, capaz de captar la naturaleza o razón de ser de cuanto le rodea. Por lo tanto la relación del hombre con el entorno es una relación razonable. Fuente: www.autorescatolicos.org/manuellagogonzalez70.pdf Ética normativa (Valor normativo de la ética) La ética normativa es la que pone el acento en describir lo que las personas deberían considerar bueno o malo, mientras que la ética descriptiva pone de relieve lo que la mayoría de la gente cree que es correcto o incorrecto, Por otro lado, la clasificación que realiza la ética normativa de las acciones humanas como adecuadas o inadecuadas la diferencia de la metaética, que estudia la naturaleza de las declaraciones morales y, también, la diferencia de la ética aplicada, la cual expone las reglas en contextos prácticos y que, por tanto, se ocupa de campos específicos del comportamiento humano y de discutir las respuestas debidas ante estas situaciones. Se refiere al aspecto de la ética que tiene que ver exclusivamente con la formación y elaboración de las normas sociales, pero no con su seguimiento o cumplimiento, porque ya sería el aspecto fáctico de la ética. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89tica_normativa Principio (ética) En ética, los principios son reglas o normas de conducta que orientan la acción de un ser humano. Se trata de normas de carácter general, máximamente universales, como, por ejemplo: amar al prójimo, no mentir, respetar la vida, etc. Los principios morales también se llaman máximas o preceptos. Los principios son declaraciones propias del ser humano, que apoyan su necesidad de desarrollo y felicidad, los principios son universales y se los puede apreciar en la mayoría de las doctrinas y religiones a lo largo de la historia de la humanidad. Emanuel Kant fundamenta la ética en la actividad propia de la razón práctica. Considera principios aquellas proposiciones que contienen la idea de una determinación general de la voluntad que abraza muchas reglas prácticas. Los clásifica como máximas si son subjetivos o leyes si son objetivos.[1] Los principios morales son una codificación de las cosas que el hombre ha descubierto que son malas para él mismo y para los demás en algún momento de su historia, y habiendo descubierto que estas cosas inhibían su propia supervivencia, creó entonces una ley sobre ellas. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Principio_%28%C3%A9tica%29 17 La recta razón (I) La regla de las acciones voluntarias es doble: por un lado la regla humana, próxima y homogénea como dice Santo Tomás de Aquino ( Suma Theologica); y por otro lado la regla divina, que es la regla suprema. Por regla entendemos unidad de medida; la regla moral es el criterio que mide la rectitud de nuestras acciones voluntarias, según la cual éstas son buenas o malas. Cuando decimos que la regla humana es próxima queremos decir que está en el mismo sujeto del acto y de su principio inmediato – la voluntad – sin que nada se interponga entre ellos; cuando decimos que es homogénea es porque manifiesta que la regla y lo reglado tienen la misma índole: tanto la razón como la voluntad son facultades humanas racionales (Ángel Rodríguez Luño, Ética general. Eunsa, 2004). La recta razón es la facultad cognoscitiva racional del hombre. No obstante, es necesario señalar que ésta no se identifica, para nada, con el juicio que una determinada persona, pues este puede ser verdadero o falso; en cambio, la recta razón siempre es infalible, pues es el punto de referencia objetivo. Sin embargo, ¿cómo puede ser medida objetiva si la recta razón, que presenta una acción como virtuosa, es el dictamen de la razón humana y no especie de razón impersonal? Aquino, ante esta conjetura, afirma que la razón siempre es recta, que la razón errada no es verdadera razón. Así, podemos decir, que la recta razón es el dictamen obtenido cuando la razón procede de modo correcto, sin error de razonamiento, según las leyes, los principios y los fines que son propios de la razón moral. De todos modos, ¿por qué la recta razón es canon moral? Pues bien, si la voluntad es el sujeto de lo moral, cuya rectitud consiste en que mantenga su dirección hacia el auténtico fin último de la persona humana y mantenga en esa dirección las tendencias, pasiones y acciones; la regla inmediata de lo moral es la razón, pues ésta es el punto de referencia y el criterio interno de la constitución y distinción de lo bueno y de lo malo, de la virtud y del vicio ( Suma Theologica). Que la razón sea la unidad de medida de la conducta se comprende a partir del fin último del ser humano: la visión de Dios es el bien supremo de cualquier ser inteligente, y lo es de la persona humana en cuanto que está dotada de inteligencia. Este fin último, que es Dios, es lo propio y específico de la razón. El conocimiento y el amor, las dos operaciones principales del ser humano, son el hilo que permiten la simbiosis entre el hombre y su fin último, Dios. De este modo lo verdaderamente bueno para el ser humano es que la razón desarrolle sus acciones sin tergiversación alguna, para lo que en nosotros no es racional opere de modo racional bajo la dirección de la recta razón. Fuente: http://opusprima.wordpress.com/2009/02/14/la-recta-razon-i/ Moral Se denomina moral al conjunto de creencias y normas de una persona o grupo social que determinará el obrar (es decir, que orienta acerca del bien o del mal —correcto o incorrecto— de una acción o acciones). La moral son las reglas o normas por las que se rige la conducta de un ser humano en concordancia con la sociedad y consigo mismo. Este término tiene un sentido positivo frente a los de «inmoral» (contra la moral) y «amoral» (sin moral). La existencia de acciones y actividades susceptibles de valoración moral se fundamenta en el ser humano como sujeto de actos voluntarios. Por tanto, la moral se relaciona con el estudio de la libertad y abarca la acción del hombre en todas sus manifestaciones. 18 La palabra «moral» tiene su origen en el término latino mores, cuyo significado es ‘costumbre’. Moralis (< latín mos = griego ‘costumbre’). Por lo tanto «moral» no acarrea por sí el concepto de malo o de bueno. Son, entonces, las costumbres las que son virtuosas o perniciosas. Los antiguos romanos concedían a las mores maiorum (‘costumbres de los mayores’, las costumbres de sus ancestros fijadas en una serie continuada de precedentes judiciales) una importancia capital en la vida jurídica, a tal grado que durante más de dos siglos (aproximadamente hasta el siglo II a. C.) fue la principal entre las fuentes del Derecho. Su vigencia perdura a través de la codificación de dichos precedentes en un texto que llega hasta nosotros como la Ley de las XII Tablas, elaborado alrededor del 450 a. C. Los conceptos y creencias sobre moralidad son generalizados y codificados en una cultura o grupo y, por ende, sirven para regular el comportamiento de sus miembros. La conformidad con dichas codificaciones es también conocida como moral y la civilización depende del uso generalizado de la moral para su existencia. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Moral 2) F) LEY ETERNA LA LEY QUE DESCANSA EN LA PROPIA RAZÓN DE DIOS Y DE LA CUAL DERIVAN TODAS LAS DEMÁS LEYES. Santo Tomás dice que es eterna e inmutable porque a Dios le corresponde la eternidad. Dios ordena todas las acciones, tanto humanas como no humanas, hacia su fin. A diferencia de Aristóteles, Santo Tomás pone el fundamento del bien en un fundamento más trascendental que la propia naturaleza: Dios. LEY NATURAL ES LA “PARTICIPACIÓN DE LA LEY ETERNA EN LA CRIATURA RACIONAL”. DIRIGE Y ORDENA NUESTROS ACTOS PARA LA ADECUADA REALIZACIÓN DE LOS BIENES QUE NOS SON PROPIOS. Ya los griegos habían considerado que la naturaleza es un principio dinámico que se encuentra en los seres naturales y capaz de determinar el comportamiento ordenado y legal de los seres. Las leyes naturales determinan el tipo de comportamiento que corresponde a cada cuerpo o ser natural. Santo Tomás acepta este punto de vista al considerar que los hombres tienen un conjunto de inclinaciones que corresponden a su propia naturaleza (como el apetito por el conocimiento, la libertad, la procreación, la sociabilidad, ...) y creerá posible establecer una división entre la conducta buena y la mala atendiendo a la compatibilidad de dichas conductas con las inclinaciones naturales: aquellas conductas que permiten la realización de las inclinaciones naturales son buenas y las que sean antinaturales malas. La principal diferencia del planteamiento tomista respecto del planteamiento griego está en que para Tomás de Aquino estas inclinaciones naturales descansan en último término en Dios, quien por su providencia gobierna todas las cosas y les da las disposiciones convenientes para su propia perfección. Aunque esta fundamentación teológica está implícitamente en 19 algunas tesis platónicas y aristotélicas, no se presenta en la filosofía de estos autores con la claridad e importancia que lo hace en la tomista. Algunas de estas inclinaciones que se encuentran en la naturaleza humana se encuentran también en otros seres y otras son exclusivas del ser humano (como la inclinación natural a la verdad y el conocimiento, o la inclinación hacia lo trascendente o Dios). Por ello, hay ciertos mandatos ordenados por la ley natural que describen conductas comunes con otros seres naturales, como el cuidado de la propia vida, la procreación y el cuidado de los hijos, pero también otros típicamente humanos, como la búsqueda de la verdad. En los seres irracionales la ley eterna inscrita en su naturaleza determina su comportamiento de manera pasiva y necesaria, en los hombres descansa en su razón y se realiza a partir de su voluntad y libertad. En sentido estricto, Santo Tomás interpretaba la ley natural como la ley moral, y la identificaba con la razón humana que ordena hacer el bien y prohibe hacer el mal. La ley moral es natural y racional: racional porque es enunciada y dictada por la razón; natural porque la propia razón es un rasgo de la naturaleza humana y porque describe las acciones convenientes para los fines inscritos en nuestra naturaleza. Dice Santo Tomás “la ley natural no es otra cosa que la luz de la inteligencia puesta en nosotros por Dios; por ella conocemos lo que es preciso hacer y lo que es preciso evitar.” Contiene los preceptos fundamentales que rigen la vida moral, el primero de los cuales es “debe hacerse el bien y evitarse el mal” y en el que se fundan todos los demás preceptos de la ley natural. Dado que la ley natural se fundamenta en la naturaleza humana, y ésta en Dios, la ley natural no es convencional, es inmutable y la misma para todos (universal). LEY POSITIVA O LEY HUMANA POSITIVA. CONJUNTO DE LEYES PROMULGADAS POR LOS ESTADOS. Nuestra Constitución, o el Código Penal, son ejemplos de leyes positivas. A diferencia de nuestro punto de vista que tiende a fundamentar la legitimidad de la ley positiva en el consenso democrático y la voluntad popular, Santo Tomás consideró que las leyes positivas deben ser expresión de la ley natural, la cual a su vez es expresión de la ley eterna. Así, aquellas leyes positivas que sean contrarias a las leyes naturales (que sean “contranatura”) no son leyes buenas y es justo que el ciudadano se niegue a cumplirlas, mientras que aquellas que son conforme a la ley natural son justas y buenas y el ciudadano está obligado a cumplirlas. Dado que la ley natural no establece con total claridad y precisión cada conducta que el hombre debe realizar para su vida comunitaria, el legislador debe utilizar su razón práctica para tratar de dar con la ley positiva acorde con los principios prácticos generales insertos en la naturaleza humana. Por ejemplo, la ley natural establece que el asesinato es moralmente incorrecto pero no establece con detalle las distintas variantes que esta conducta puede tener, ni las penas que corresponden a cada una de ellas, de ahí que la función principal del legislador sea la de definir o hacer explícita la ley natural, aplicarla a los casos particulares y establecer los 20 medios coercitivos para hacerla efectiva. La legalidad no siempre coincide con la moralidad: si el legislador promulga una ley contraria a la ley natural, y, en último término a la ley divina, es legítimo o moralmente correcto –aunque no sea legal– que el súbdito se rebele y no la cumpla. http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-lafilosofia/Filosofiamedievalymoderna/SantoTomas/LeyPositiva.htm http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-lafilosofia/Filosofiamedievalymoderna/SantoTomas/LeyNatural.htm http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-lafilosofia/Filosofiamedievalymoderna/SantoTomas/LeyEterna.htm 2) g) Virtud Una virtud es una cualidad humana que permite a quien la posee tomar y llevar a término las decisiones correctas en las situaciones más adversas para cambiarlas a su favor. El virtuoso es el que está en camino de ser sabio, porque sabe cómo llegar a sus metas sin pisar las de los otros, porque pone a los demás de su lado y los lleva a alcanzar un objetivo común. El virtuoso es el que «sabe remar contra la corriente». Las virtudes se consideran cualidades positivas, y se oponen a los vicios. Virtudes del ser humano [editar] Platón plantea que el ser humano dispone de tres poderosas herramientas: el intelecto, la voluntad y la emoción. Para cada una de estas existe una virtud: la sabiduría, el valor y el autocontrol. La sabiduría permite identificar las acciones correctas, saber cuándo realizarlas y cómo realizarlas. El valor permite tomar estas acciones a pesar de las amenazas, y defender los ideales propios. El autocontrol permite interactuar con las demás personas y ante las situaciones más adversas cuando se está realizando lo que se debe hacer para lograr los fines propios. A estas tres virtudes se añade una cuarta, la justicia, que permite respetar las ideas de los demás, sin abandonar las nuestras, para compartir los frutos de nuestras acciones y ayudar a los otros a realizar las suyas. Sócrates nos dice que la virtud nos permitirá tomar las mejores acciones y con ella podremos distinguir entre el vicio, el mal y el bien. También dice que la virtud se puede alcanzar por medio de la educación fundamentada en nuestra moral y en nuestra vida cotidiana. Cree en el intelectualismo moral, el cual se basa en la idea de que la sabiduría se basa en la ética. Si alguien es buena persona automaticamente será sabio. Los estoicos sostenían que la virtud consistía en actuar siempre de acuerdo con la naturaleza, que, para el caso del ser humano, concebido como ser racional, se identifica con actuar siempre de acuerdo con la razón, evitando en todo momento dejarse llevar por los afectos o pasiones, esto es, todo lo irracional que hay en nosotros, que no puede controlarse y por tanto debe evitarse. Los estoicos consideraban que la virtud, como facultad activa, era el bien supremo. 21 Las cuatro virtudes clásicas en Occidente [editar] Las cuatro virtudes clásicas son: Templanza (del griego σωφροσύνη, en latín sōphrosynē) Prudencia (del griego φρόνησις, en latín phronēsis) FortalezaDesam (del griego ανδρεία, en latín andreia) Justicia (del griego δικαιοσύνη, en latín dikaiosynē) Estas virtudes eventualmente fueron incorporadas a distintas religiones. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Virtud Virtudes cardinales Las virtudes cardinales son: La Prudencia La Justicia La Templanza La Fortaleza. La Prudencia es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con cautela, definida por los Escolásticos como la recta ratio agibilium, para diferenciarla del arte recta ratio factibilium. También se entiende como la virtud de comunicarse con los demás por medio de un lenguaje claro, literal, cauteloso y adecuado, así como actuar respetando los sentimientos, la vida y las libertades de las demás personas. Actualmente se ha impuesto el significado de actuar con precaución para evitar posibles daños, aunque la RAE mantiene la definición antigua.[1 En la doctrina cristiana, fortaleza es una de las virtudes cardinales que consiste en vencer el temor y huir de la temeridad. La fortaleza asegura la firmeza en las dificultades y la constancia en la búsqueda del bienDesam, llegando incluso a la capacidad de aceptar el eventual sacrificio de la propia vida por una causa justa.[1] [2 Templanza, para la doctrina cristiana, es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados y compartidos. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar ‘para seguir la pasión de su corazón’ (Si 5,2; cf 37, 27-31). La templanza es a menudo alabada en el Antiguo Testamento: ‘No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena’ (Si 18, 30). En el Nuevo Testamento es llamada ‘moderación’ o ‘sobriedad’, tal como se afirma en la Carta Paulina ‘(debemos) vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo presente’ (Tt 2, 12).[1] Viene de la palabra templo, y nos lleva a considerar nuestro cuerpo como un templo y en resumen significa moderación de los actos de los creyentes. En la doctrina cristiana, justicia es una de las virtudes cardinales, cuya práctica establece que se ha de dar al prójimo lo que es debido, con equidad respecto a los individuos y al bien común. La justicia de los hombres con Dios es denominada «virtud de la religión», correspondiendo a su debida adoración y culto, entendiéndose este deber como supremo acto de fe.[1] [2 22 http://es.wikipedia.org/wiki/Justicia_%28virtud%29 http://es.wikipedia.org/wiki/Templanza http://es.wikipedia.org/wiki/Fortaleza_%28cristianismo%29 http://es.wikipedia.org/wiki/Prudencia 3) a) Sociabilidad natural del hombre: Sus fundamentos Según Aristóteles, el hecho de que los hombres constituyan sociedad de ninguna manera es una capricho ni fruto de una decisión pactada previamente. El hombre está configurado de tal manera que por naturaleza es un ser social. Es verdad que físicamente el individuo precede a la sociedad, “al estado” que dice Aristóteles, de tal manera que en el tiempo, el individuo, la familia o la tribu son anteriores al estado, pero desembocan éste al no bastarse a sí mismos para satisfacer las necesidades del hombre: defensa, trabajo, economía, comercio, etc. - La prueba más definitiva que encuentra Aristóteles para afirmar esa concepción del hombre destinado naturalmente a la sociedad - frente a la sociabilidad de las abejas o el gregarismo de otros animales-, la encuentra en el hecho del lenguaje. “La razón por la cual el hombre es, más que la abeja o cualquier animal gregario, un animal social, es evidente: la naturaleza, como solemos decir, no hace nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene palabra (logos)” Fuente: http://html.rincondelvago.com/el-hombre_3.html El bien común Por Bien común se entiende, en filosofía en general, aquello que es compartido por y de beneficio (en el sentido de un mejoramiento general, no solo físico o económico) a todos los miembros de una comunidad: “El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de la vida social, con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección.” [1] En esta concepción el bien común no es la suma de los bienes de cada uno de los miembros de la sociedad ya que ese bien es indivisible y solo con la colaboración de todos puede ser alcanzado, aumentado y protegido.[2] Afecta a la vida de todos. Exige la prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad. [3] Posiciones fuertemente influidas por este punto de vista ha sido incorporado en las constituciones y legislaciones de numerosos países y es extante en la posicion de la iglesia catolica. por ejemplo, en la Doctrina Social de la Iglesia, a partir de la enciclica Rerum Novarum. En la encíclicas posteriores se ha seguido profundizando en su concepto. Esta percepcion deriva de los clásicos griegos (principalmente Platón y Aristóteles) a través de la tradicion escolástica, especialmente del trabajo de quien es considerado su mas grande representante: Tomás de Aquino, quien re introduce el tema en su Suma teológica -cuestión 98- cuando al hablar sobre la esencia de la ley afirma que esta: no es más que una prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel que tiene el cuidado de la comunidad 23 Así el bien común es también fin común. Algo no necesariamente existente, pero a ser obtenido. En las palabras de Píndaro: "llega a ser el que eres". A partir de eso, de Aquino sugiere: constituyéndose la ley ante todo por orden al bien común, cualquier otro precepto sobre un objeto particular no tiene razón de ley sino en cuanto se ordena al bien común. Por tanto, toda ley se ordena al bien común Parece seguir entonces que seria el deber común o general adecuar la acción de todos y cada uno (por lo menos, dentro de ciertos limites) a la preservación u obtención de ese bien común: “Si toda comunidad humana posee un Bien Común que la configura en cuanto tal, la realización más completa de este Bien Común se verifica en la comunidad política. Corresponde al Estado defender y promover el Bien Común de la sociedad civil, de los ciudadanos y de las instituciones intermedias” (CIC, n. 1910). http://es.wikipedia.org/wiki/Bien_com%C3%BAn_%28filosof%C3%ADa%29 Ética y política: La política es la ciencia social y práctica cuyo objeto es la búsqueda del bien común de los integrantes de una comunidad. El bien común no es sólo la tarea del poder político sino también razón de ser de la autoridad política. Por lo tanto, es el bien común el principio y fin ético de la política. Será bueno todo aquello que beneficie, tienda, acreciente o promueva el bien común. Será malo todo aquello que tienda a perjudicarlo, disuadirlo, disminuirlo, etc. Es deber de todo estado democrático promover el bien general. El preámbulo de la Constitución de la Nación Argentina establece: "...con el objeto de constituir la unión, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino...". Fuente: http://www.monografias.com/trabajos/eticaypolitica/eticaypolitica.shtml Derechos Humanos Los derechos humanos son aquellas libertades, facultades, instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos[1] que incluyen a toda persona, por el simple hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna. Son independientes de factores particulares como el estatus, sexo, orientación sexual, etnia o nacionalidad; y son independientes o no dependen exclusivamente del ordenamiento jurídico vigente. Desde un punto de vista más relacional, los derechos humanos se han definido como las condiciones que permiten crear una relación integrada entre la persona y la sociedad, que permita a los individuos ser personas, identificándose consigo mismos y con los otros.[2] Habitualmente, se definen como inherentes a la persona, irrevocables, inalienables, intransmisibles e irrenunciables. Por definición, el concepto de derechos humanos es universal (para todos los seres humanos) e igualitario, así como incompatible con los sistemas basados en la superioridad de una casta, raza, pueblo, grupo o clase social determinados.[3] Según la 24 concepción iusnaturalista tradicional, son además atemporales e independientes de los contextos sociales e históricos.[4] Los derechos humanos, herederos de la noción de derechos naturales, [5] son una idea de gran fuerza moral[6] y con un respaldo creciente.[7] Legalmente, se reconocen en el Derecho interno de numerosos Estados y en tratados internacionales. Para muchos, además, la doctrina de los derechos humanos se extiende más allá del Derecho y conforma una base ética y moral que debe fundamentar la regulación del orden geopolítico contemporáneo. La Declaración Universal de los Derechos Humanos se ha convertido en una referencia clave en el debate ético-político actual, y el lenguaje de los derechos se ha incorporado a la conciencia colectiva de muchas sociedades.[7] Sin embargo, existe un permanente debate en el ámbito de la filosofía y las ciencias políticas sobre la naturaleza, fundamentación, contenido e incluso la existencia de los derechos humanos;[8] y también claros problemas en cuanto a su eficacia, dado que existe una gran desproporción entre lo violado y lo garantizado estatalmente.[9] La doctrina ha realizado un importante esfuerzo por clasificar y sistematizar los derechos humanos. Normalmente se dividen en dos categorías: derechos positivos y derechos negativos. Los derechos negativos, como el derecho a la intimidad, se definen exclusivamente en términos de obligaciones ajenas de no injerencia; los derechos positivos, por el contrario, imponen a otros agentes, tradicionalmente –aunque ya no de manera exclusiva– el Estado,[10] la realización de determinadas actividades positivas.[11] Otra clasificación muy extendida es la que ordena los derechos humanos en tres o más generaciones, atendiendo por lo general al momento histórico en que se produjo o produce su reivindicación. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Derechos_Humanos Declaración Universal de los Derechos Humanos La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) es un documento declarativo adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III), el 10 de diciembre de 1948 en París, que recoge los derechos humanos considerados básicos. La unión de esta declaración y los Pactos Internacionales de Derechos Humanos y sus Protocolos comprende lo que se ha denominado la Carta Internacional de Derechos Humanos. Mientras que la Declaración constituye, generalmente, un documento orientativo, los Pactos son tratados internacionales que obligan a los Estados firmantes a cumplirlos. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_Universal_de_los_Derechos_Hu manos 25 Metafísica 1) a) b) La metafísica es una rama de la filosofía que se encarga de estudiar la naturaleza, estructura, componentes y principios fundamentales de la realidad.[1] [2] [3] El nombre metafísica proviene del título puesto por Andrónico de Rodas a una colección de escritos de Aristóteles. Esto no implica que la metafísica haya nacido con Aristóteles, sino que es de hecho más antigua, dado que hay casos de pensamiento metafísico en los filósofos presocráticos. Aristóteles de Estagira habló, en todo caso, de una “filosofía primera”, cuyo principal objetivo era el estudio del Ser en cuanto tal, de sus atributos y sus causas. En la Edad Media, se dio el debate sobre la distinción y orden de jerarquías entre la metafísica y la teología, en especial en la escolástica. La cuestión de la distinción entre metafísica y teología es también omnipresente en la filosofía moderna. La tradición moderna ha dividido a la metafísica en: Ontología, o ciencia del ente en tanto ente, que se correspondería a la llamada Metafísica General, y tres ramas particulares: "Teodicea" (también llamada Teología Natural o Teología Racional), "Psicología Racional" y "Cosmología Racional". Esta clasificación, que fue propuesta entre otros por Christian Wolff, ha sido posteriormente discutida, pero sigue siendo considerada canónica.[4] La metafísica aborda problemas centrales de la filosofía, como lo son los fundamentos de la estructura de la realidad y el sentido y finalidad última de todo ser, todo lo cual se sustenta en el llamado principio de no contradicción. La metafísica tiene como tema de estudio dos tópicos: el primero es la ontología, que en palabras de Aristóteles viene a ser la ciencia que estudia el ser en tanto que ser. El segundo estudio es el de la teología, o también llamada “filosofía teológica”, que es el estudio de Dios como causa última de la realidad. Existe, sin embargo, un debate que sigue aún hoy sobre la definición del objeto de estudio de la metafísca, sobre si sus enunciados tienen propiedades cognitivas. La metafísica estudia los aspectos de la realidad que son inaccesibles a la investigación científica. Según Immanuel Kant, una afirmación es metafísica cuando afirma algo sustancial o relevante sobre un asunto ("cuando emite un juicio sintético sobre un asunto") que por principio escapa a toda posibilidad de ser experimentado sensiblemente por el ser humano. Algunos filósofos han sostenido que el ser humano tiene una predisposición natural hacia la metafísica. Kant la calificó de "necesidad inevitable". Arthur Schopenhauer incluso definió al ser humano como "animal metafísico". Martin Heidegger ha replanteado todos los asuntos metafísicos introduciendo en ellos una transformación radical que necesariamente tiene que tomarse en cuenta. El puesto del hombre en el cosmos Con este título Max Scheler pondrá, de manera impensada, punto final a su obra filosófica. 26 El ensayo El puesto del hombre en el cosmos tendrá el definido propósito de ubicar el ser del hombre en la totalidad de los entes, o del cosmos, como señala el título de la obra que consideramos. Será un cierre brillante para una actividad ferviente, sobrecargada de atisbos geniales. Este trabajo representa un breve y comprimido resumen de las ideas sobre algunos puntos capitales de la Antropología filosófica y que aparecen a principios del año 1929. ¿Qué es el hombre y cuál es su puesto en el ser?” Los largos esfuerzos que se han hecho, abordando el problema por todos los lados posibles, se han concentrado en la composición de esta obra. Para conocer las etapas de la evolución se especifica en la vida afectiva humana, sobre la relación del hombre con la filosofía de la historia y la sociología. Sobre la relación del hombre, el saber y la cultura. Las opiniones sobre las posibilidades evolutivas del hombre. Los problemas de antropología filosófica han llegado actualmente en Alemania a ocupar el centro de la preocupación filosófica y aun más allá del círculo profesional de la filosofía también los biólogos, médicos, psicólogos y sociólogos trabajan en bosquejar una nueva imagen de la estructura esencial del hombre. Los problemas que el hombre se plantea acerca de sí mismo han alcanzado en la actualidad el máximo punto que registra la historia. En el momento en que el hombre se ha confesado que tiene menos que nunca un conocimiento riguroso de lo que es, sin que le espante ninguna respuesta posible a esta cuestión, parece haberse alojado en él un nuevo denuedo de veracidad; el denuedo de plantearse este problema esencial de un modo nuevo, sin sujeción consciente a una tradición teológica, filosófica y científica, el denuedo de desenvolver una nueva forma de la conciencia y de la intuición de sí mismo, aprovechando a la vez los ricos tesoros de saber especializado, que han labrado las distintas ciencias del hombre. http://www.librosgratisweb.com/pdf/scheller-max/el-puesto-del-hombre-en-el-cosmos.pdf. http://es.wikipedia.org/wiki/El_puesto_del_hombre_en_el_cosmos 1) d) Edith Stein escribió "Potenz und Akt" una primera obra de metafísica y ontología en la que dialogará con el pensamiento de Hedwig Conrad-Martius. Esta obra es un estudio profundo acerca de los primeros principios metafísicos del ser: el acto y la potencia y de qué manera se desvelan éstos en el ser humano. Ver resumen 2) a) b) c) Metafísica Aristotélica Aristóteles llamaba "filosofía primera" o "sabiduría" a los temas "metafísicos" –el nombre "metafísica" es creación de Andrónico de Rodas- lo que quiere decir que había entonces "filosofías segundas". Esto marca una diferencia importante con Platón para quien existía una única filosofía. En algunos fragmentos de la "metafísica", la "filosofía primera" aparece asimilada a una teología. Probablemente, esta concepción se corresponda con los fragmentos más antiguos bajo la influencia significativa del platonismo. Aunque para Aristóteles la "sabiduría" es la "primera", es sólo una ciencia más entre otras... y por tener carácter puramente especulativo no coincide con la vida virtuosa. La ética será pues, la "filosofía segunda", cuyo objeto de estudio será la virtud. 27 ‘El ser y la unidad son una misma cosa’ Aristóteles afirma la unidad del ser, pero no es una unidad en el sentido de unicidad como pretendía Parménides. El ser no es único: hay distintas formas de "ser" pero todas ellas se refieren a una forma primordial, al "ser" propiamente dicho: la substancia. Pero la substancia tampoco es única, porque existen muchas substancias (o sea, existen muchos "seres"). Las diferentes formas del "ser" no son sino modificaciones o accidentes de la substancia, éstas son: Cantidad Cualidad Relación Lugar Tiempo Posición Estado Acción Pasión Entonces, substancia y accidente son los géneros supremos (categorías) unificados por su común referencia a la substancia. La substancia es el ser "La substancia, en el sentido más fundamental, primero y principal del término es aquello ni es afirmado de un sujeto, ni está en un sujeto: por ejemplo, el hombre individual o el caballo individual. Pero podemos llamar ‘substancias segundas’ a las especies que están contenidas en substancias tomadas en el primer sentido" Aristóteles Aristóteles distingue dos tipos de substancias: 1.Substancias primeras: el individuo concreto (ej: Sócrates) 2.Substancias segundas: la especie y el género (ej: hombre, animal) A simple vista, podría afirmase que vuelve a caer en el platonismo, sin embargo no es exactamente así puesto que sostiene paralelamente que toda substancia tiene existencia independiente, pero además, afirma que tanto la especie como el género, 28 tienen existencia real y no son simples conceptos en el sentido que sólo sobre ellos (y no sobre los individuos) es sobre lo que se ocupará la ciencia. Teoría hilemórfica (materia -hyle- y forma -morphé-) La substancia primera es el individuo concreto (ej: Sócrates), en él se encuentra realizada la escencia o especie(ej: el hombre o la substancia segunda) la cual se predica de él: Sócrates es hombre. Aristóteles afirma así que el mundo es real y que también lo son la pluralidad y el devenir. Así pretende oponerse a Parménides y también a Platón introduciendo así el concepto de devenir o desarrollo (génesis) dentro de la misma substancia. La substancia primera es lo que devine, lo que se desarrolla, lo que está sometido a un proceso de perfeccionamiento o crecimiento, es un ser precario, sujeto de nacer y perecer. Para sostener esto, Aristóteles afirma que la sustancia (ésto es, el indiduo concreto, es un compuesto -synolon- de materia -hyle- y forma -morphé-) La forma La forma es la escencia de la cosa, la substancia segunda, la especie y es eterna. Aunque ésta no puede existir fuera de la materia. Todo lo que deviene debe poseer también materia, la cual recibe esa forma, como sujeto último de la misma. La materia Aristóteles distingue entre: 1. Materia próxima (escháte hyle) que es, por ejemplo, el bronce o la carne y los huesos. 2. Materia primera (próte hyle) que es algo indeterminado carente de forma, cualidades o extensión e incapaz de existir independientemente. Lo que deviene o se engendra es el individuo concreto, el compuesto de materia y forma. Materia y forma son eternas pero no pueden existir independientemente sino tan solo como el compuesto de ambas. Prioridad formal Aristóteles confiere prioridad a la forma puesto que para él esta es al mismo tiempo: 1. Esencia de cada cosa 2. Naturaleza (o el "Principio" inmanenete de actividad) Por otra parte, solo la forma es definible y cognoscible. Y es comú a toda la especie por lo que posee un carácter supraindividual (que pre-existe al individuo). En cambio, la 29 materia prima es incognoscible (porque no hay nada inteligible en ella) pero es lo que individualiza la forma/especie. Acto y potencia La teoría de la potencia y el acto, generalización de la teoría hilemórfica, es la explicación última del devenir de la substancia. Parménides, al operar únicamente con los conceptos "ser" y "no ser" había deducido la unicidad y la inmovilidad del ser (monismo estático). Platón, habría intentado superar ete planteo admitiendo la realidad de una suerte de forma de "no ser": la alteridad. Aristóteles resuelve la paradoja añadiendo otra forma real de no ser: la potencia. Y mediante este concepto, explica el devnir de la substancia. En todo ser hay "lo que ya es" y es el acto y su "poder llegar a ser" que es la potencia. In dica además que no es posible dar una definición estricta de estos términos, sino que hay que conformarse con ejemplos y analogías. Así el acto y la potencia están en la misma relación que la plata y el germen o el ver y el tener los ojos cerrados (cuando se posee la capacidad de ver). La potencia (dynamis) Aristóteles distingue entre: 1. Potencia activa: o el poder o facultad de producir una acción o un efecto. 2. Potencia pasiva: o posiblidad de pasar de un estado a otro o de recibir la acción de una otencia activa. La potencia activa se encuentra en el agente y la pasiva en el que exprimenta la acción. De esta forma, ejemplifica, el fuego tiene el poder de quemar y lo graso la posiblidad de ser engrasado. El acto (enérgeia y enteléchia) El vocablo enérgeia deriva de érgon que signfica acción, obra. Y el vocablo enteléchia de télos (fin) y échein (poseer), ha sido traducido como perfeccionamiento. Enérgia es, pues, la acción del que posee la potencia activa. Enteléchia es el perfeccionamiento, la forma en que se acaba o completa lo que ya estaba en la potencia pasiva. Por ejemplo el "ser" un arbol de una semilla. "La potencia es algo real en el ser, y también algo distinto del acto" Fuente: http://filosofia.idoneos.com/index.php/325030#Acto_y_potencia 2) d) 30 La palabra esencia proviene del latín essentia que a su vez proviene del infinitivo del verbo latino esse, ser = existir, cuyo participio ens es el ente como ser que existe, que Aristóteles llamó “ousía” y se ha traducido como sustancia, con un doble sentido: Como sustancia primera que muestra que es, su existencia. Como sustancia segunda, enunciando lo que es, atribuyendo a la sustancia primera sus cualidades mediante un discurso. Lo que introduce las siguientes correlaciones en la lógica de primer orden: QUE ES; QUE EXISTE Realidad Como Sustancia LO QUE ES; QUE TIENE ENTIDAD Como Esencia Predicados que definen la identidad lógica y Designación de la identidad propiedades como especie o clase natural; predicados Discurso del individuo que es el sujeto aplicables tanto al individuo como a la clase natural gramatical del discurso como especie o conjunto de individuos. En lógica de segundo orden el discurso respecto al conocimiento de lo real, es decir el discurso científico considera como objeto formal de su estudio la esencia o propiedad de una clase natural.[1] Así ha sido en la filosofía tradicional pues tradicionalmente la esencia ha sido considerada como la propia e indisoluble identidad de las cosas frente a la apariencia fenoménica de la experiencia, lo que situaba a la esencia en una realidad metafísica. Actualmente, no se considera la metafísica dentro del ámbito de la ciencia. La realidad de las esencias deviene solamente objeto de especulación metafísica. La ciencia considera las propiedades que se manifiestan en la experiencia posible, como predicados de un conjunto de individuos que tienen alguna propiedad en común, es decir una clase lógica. De este modo el objeto de estudio adquiere una dimensión universal referida a un universo de objetos reales existentes en el mundo, siendo el sujeto gramatical de su discurso la propiedad que pretende significar a la clase natural. Cada ciencia por ello distingue su objeto material y su objeto formal. [2] Por ello en ciencia el avance teórico, la reflexión sobre lo general como modelo, exige la comprobación en lo concreto y material en el experimento o en las inferencias materiales que puedan deducirse de la teoría. La 'esencia es considerada como la propiedad que define a una clase natural como objeto de estudio. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Esencia 2) e) Los trascendentales Pues los atributos trascendentales del Ser son (aunque en principio eran más): "Unum" (Uno), "Verum" (Verdadero), "Bonum" (Bueno), y algunos autores también incluyen "Pulchrum" (Bello). 31 El Ser es Uno, es decir, la unicidad sin división, la expresión máxima del principio de identidad. Es asimismo Verdadero y Bueno, es decir, el error y la maldad son concebidas como no-ser. Por último, supongo que por influencia del "Simposio o El Banquete" de Platón, algunos autores afirman que el Ser también es Bello, siendo la fealdad una carencia de ser. Fuente: http://es.answers.yahoo.com/question/index?qid=20070923190141AAzjFJA 3) a) Causalidad (filosofía) De Wikipedia, la enciclopedia libre Saltar a navegación, búsqueda La causalidad en filosofía parte del hecho de que todo suceso se origina por una causa, origen o principio. Condiciones [editar] Para que un suceso A sea la causa de un suceso B se tienen que cumplir tres condiciones: Que A suceda antes que B. Que siempre que suceda A suceda B. Que A y B estén próximos en el espacio y en el tiempo. El observador, tras varias observaciones, llega a generalizar que puesto que hasta ahora siempre que ocurrió A se ha dado B, en el futuro ocurrirá lo mismo. Así se establece una ley. La idea de causa ha suscitado un buen número de debates filosóficos, desde los primeros intentos filosóficos. Aristóteles concluye el libro de los Segundos analiticos con el modo en que la mente humana llega a conocer las verdades básicas o premisas primarias o primeros principios, que no son innatas, ya que es posible desconocerlas durante gran parte de nuestra vida. Tampoco pueden deducirse a partir de ningún conocimiento anterior, o no serían primeros principios. Afirma que los primeros principios se derivan por inducciónDesam, de la percepción sensorial, que implanta los verdaderos universales en la mente humana. De esta idea proviene la máxima escolástica "nada hay en el intelecto que no haya estado antes en los sentidos " (Nihil est in intellectu, quod prius non fuerit in sensu). Al mantener que " conocer la naturaleza de una cosa es conocer, ¿por qué es?" y que "poseemos conocimiento científico de una cosa sólo cuando conocemos su causa", Aristóteles postuló cuatro tipos mayores de causa como los términos medios más buscados de demostración: la forma definible; un antecedente que necesita un consecuente; la causa eficiente; la causa final. Como en su día dijo Hume, nunca hay observaciones suficientes para relacionar A con B. En Kant, al que su desacuerdo con el pensamiento de Hume dio ganas de escribir una teoría filosófica, la causalidad es una de las categorías a priori del entendimiento, y entonces no proviene de la costumbre (como decía Hume) sino tiene un carácter necesario y universal. Esto permite que la ciencia se apoye sobre el principio de causalidad sin dejar de ser necesaria y universal. http://es.wikipedia.org/wiki/Causalidad_%28filosof%C3%ADa%29 32 Doctrina tomista de la participación La más elemental mirada sobre la situación cultural actual, hecha con un mínimo de honestidad intelectual, nos evidencia que estamos ante una situación de crisis real. Ello lleva a los pensadores, de diversas corrientes filosóficas, a tratar de dar no solamente el diagnóstico de la misma, sino también a desentrañar las causas que la han producido. En tal sentido, apa- rece como común denominador, calificar a la crisis actual como “crisis de valores”. Ahora bien, también es evidente que cuando se trata de definir los valores, que se dice están en crisis, advertimos que se plantea un debate filosófico en el cual se manifiesta una real confusión. Ésta confusión se centra en dos polos de consideración, que aparecen claramente contrapuestos. Por un lado, se alinean quienes reducen los valores a su contenido subjetivo ideal, y concluyen necesariamente en un “relativismo axiológico”. Por el otro, están los que sostienen la validez objetiva de los valores, es decir, los que afirman que no dependen de las preferencias individuales, sino que tienen su realidad, más allá de toda apreciación y valorización. Ante esta situación, es preciso enfatizar la vieja novedad de que la doctrina tomista de la participación es la que permite darle a los valores su auténtico sentido ontológico. En la presente ponencia, procuraremos trazar un esbozo de la misma, señalando los principales elementos que la constituyen. Ello nos permitirá, por un lado, recordar que por medio de dicha doctrina de la participación, se descubre que los valores tienen existencia real, puesto que “participan” del Bien Infinito o Sumo Bien, y que en ella se explica también el aspecto subjetivo ideal, es decir, el modo abstracto, intelectual y universal con que el hombre aprehende la esencia de los valores. Es decir, la doctrina tomista de la participación es expli- cativa en la integridad esencial del valor a través de la comprensión integral del hombre, de la persona. En segundo lugar, el análisis de la doctrina de la participación nos evidencia su riqueza y fecundidad, así como su centralidad dentro de la doctrina tomista. Por lo tanto, el concepto de participación se muestra con una importancia capital en el pensamiento de Santo Tomás, y en el tema de los valores adquiere particular centralidad, por lo que debemos considerarlo esencial para la resolución de la confusión actual existente respecto del tema y, sobre todo, para su adecuada solución. Ha precisamente señalado Monseñor Derisi que en la elaboración del Aquinate, “los valores aparecen así ubicados, como intermediarios entre Dios y el hombre, como los hitos que el hombre recorre en su itinerario hacia Dios”1. Además, y esto tiene una actualidad impostergable, ante la “crisis de valores” que ha consolidado un nefasto relativismo axiológico cuyas consecuencias está sufriendo nuestro mundo actual, relativismo axiológico que se ha convertido en el eje central de una cultura que se va perfilando como “postcristiana” y en camino cierto, nos atrevemos a decir, de ser Fuente: cablemodem.fibertel.com.ar/sta/xxvii/files/Martes/VERDERA_02.PDF 33