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EL AMOR Y LA TERNURA, CAMINOS PARA AFRONTAR LA ADVERSIDAD Conferencia en el marco del congreso sobre humanización de la salud. CAPÍTULO 1 Se trata de movernos adentro, conmovernos... cuando un hombre es lo que es desde su corazón, cuando yo soy padre desde el corazón, cuando soy madre desde mi corazón, cuando soy hermano desde el corazón, amigo desde el centro, cuando soy un hombre o una mujer desde el corazón, en esos momentos soy un sanador, materia prima de la creación, materia prima divina, movimiento de la danza del creador. Así conmovidos por ese pulso interior del amor nace en nosotros el artista, poeta, músico o padre Podemos llorar, reír cantar o gritar pero sólo si lo hacemos con amor tiene sentido. Cuando nace del corazón todo acto humano es sanador. Nuestro problema no es la ley 100, ni la 200, ni las 300 que vamos a inventar, todos los sistemas de salud del mundo están en quiebra, no solo en quiebra económica, sino en quiebra de humanidad, en quiebra de valores; tal vez la medicina americana sea la más rica del mundo pero es la más pobre desde el punto de vista de los valores humanos; tal vez los pacientes americanos sean los mas desprotegidos del mundo por que podemos arreglar su hígado, su bazo y su riñón o practicarles un transplante de medula ósea, pero no se puede encontrar una ciencia con conciencia, una medicina con alma. Tal vez ahora nuestra mayor riqueza sea la crisis, prueba viva de que estamos creciendo. Pues la crisis es también la mejor estrategia de crecimiento espiritual. En muchas escuelas de formación y de crecimiento, cuando el alumno no tiene crisis se le provocan; la crisis es una obligación; si yo no tengo crisis contigo es porque no me conmuevo contigo, si no hay un poquito de rechazo, de aceptación y de fricción en la relación contigo, no se está puliendo el diamante de mi corazón, no está brillando la luz que yo puedo darte a ti. Bienvenidas sean las crisis cuando de ellas podemos aprender la lección. Nuestro problema frente a la crisis es que atacamos o huimos, es que nos comportamos instintivamente, es que no hemos ascendido a nuestra humanidad. Vivimos las crisis de tres maneras. A la primera la vamos a llamar la crisis de sensibilidad; nos sensibiliza la muerte para revelarnos la vida; ahí está la enfermedad para revelarnos que hay algo que estamos haciendo de nuestra vida y con nuestra vida, ahí está tu dolor para descubrir que detrás del dolor había una lección de luz y de amor, ahí están mis problemas para revelarnos debajo de las apariencias en nuestra genuina y humana esencia; así que cuando tenemos la crisis, el problema no es la crisis, el problema es que la crisis no nos toque, el problema es nuestra indiferencia. El cartel aquí no es el de la guerrilla, ni el del gobierno, ni el de los paramilitares, el cartel es la indiferencia en nuestro corazón petrificado. El miedo ha generado muchas formas de violencia, porque todas las emociones negativas son hijas del temor. En cada agresor está el miedo disfrazado de agresión. El temor es el padre de la violencia, esta es hija del temor que nace de la ignorancia de lo que somos la violencia nace del temor y el temor nace de la ignorancia de lo que somos, y esa ignorancia crea dos conflictos que están en la base de todos los conflictos: aversión y apego. La aversión es el separatismo, el rechazo, el racismo, el totalitarismo; el apego es la dependencia, es el consumismo, es la farmacodependencia, es la drogadicción, es la adicción a una idea, a una ideología que separa y excluye todas las ideas, es la adicción a una religión Estamos enfermos, esa es nuestra enfermedad, de dos cosas básicamente, de apego que es fundamentalismo, y de aversión que es anarquismo. El fundamentalismo existe en la economía y lleva al monopolio, existe en la política y es totalitarismo, existe en la religión, en la filosofía, en la ciencia. Pero el fundamentalismo crea una reacción adaptativa a nivel personal y a nivel social que llamamos anarquismo, frecuentemente nuestra rigidez produce anarquía en el cuerpo y esa anarquía, que son síntomas, dolores, enfermedad, es la sacudida del cuerpo frente a nuestra agresión, nuestro dogmatismo, nuestro fundamentalismo en la dieta, en la vida, en el horario, en el trabajo; el anarquismo es entonces la respuesta al fundamentalismo, y es aversión que se manifiesta en el plano social pero también en el plano personal; Cuánto de aversión hay en una artritis, cuánto de odio hay en una enfermedad auto inmune, cuánto de resentimiento hay en una colitis ulcerativa, cuánto de soledad afectiva y de perdida de la identidad hay en un cáncer, no podríamos decirlo porque eso no se puede cuantificar, pero con seguridad, esos sentimientos y pensamientos, esa visión del mundo esta inscrita viva dentro de nuestro cuerpo, se vuelve anatomía se vuelve fisiología, se vuelve química. Cuando una enfermera amorosa acaricia a un niño recién nacido, el niño crece al cabo de un mes 50% mas que los niños que tienen los mismos cuidadoso y la misma alimentación pero no han sido acariciados; ¿qué ingeniero genético hay en la caricia?, ¿Qué relación hay entre el contacto humano, la caricia y la hormona del crecimiento y todas las hormonas que hay debajo de la piel. La piel es un radar para continuar la vida, para fluir desde la vida, para entrar en contacto; hemos perdido el contacto y es ese contacto esencial de la caricia, el contacto de la mirada, el contacto de sentirte y de sentirme lo que nos falta para ser parte de una sola red. Cuando revisamos recientes trabajos de investigación epidemiológica y analizamos los factores de riesgo en relación con la enfermedad descubrimos que el principal factor de riesgo de enfermarse de cualquier enfermedad crónica es la perdida de soporte relacional. Hay comunidades enteras como el caso de un pequeño pueblito de Pensilvania llamado Roseto en el que las estadísticas de enfermedad coronaria revelaban tasas inesperadamente bajas. Los investigadores llegaron a Roseto haciéndose muchas hipótesis, pensaban que la gente de Roseto era juiciosa, que no fumaba, que no trasnochaba, que eran algo así como san Franciscos de Asís en el corazón de Estados Unidos, y fueron y se encontraron ente que bebía y fumaba sin una dieta que descollara por lo sana. La única diferencia que tenían en relación con las poblaciones vecinas con una tasa mucho más alta de enfermedad coronaria, era que los habitantes de Roseto tenían una familia, como las antiguas familias colombianas, como las familias paisas, una familia abierta, amorosa, donde todo el mundo compartía la mesa, el dolor, la vida. La familia era una sólida red de soporte afectivo. Lo extraordinario era que cuando la gente se iba de Roseto empezaba a tener infartos. Irse de Roseto era perder el efecto protector de relaciones humanas que demostraron en otras investigaciones ser un indicador fundamental de la evolución de la salud en general. La evolución del recién nacido está así mismo en relación con la calidad de la relación comunicación de los padres durante el embarazo; en la epidemiología de la religión, nos encontramos que el pronostico de la enfermedad terminal, cambia cuando se cree en una existencia trascendente, que vive en mi corazón, si yo tengo fe en una vida mas allá de la vida, si mi vida tiene sentido mucho mas allá del cuerpo. Empezamos a descubrir entonces que hay una medicina imperial, y esa medicina imperial se llama el sentido de la vida, que podemos vivir la vida de muchas maneras, pero sin sentido es imposible vivir una vida de calidad Ese sentido de la vida no esta en mi, sino en mi naturaleza, que hace parte de la naturaleza del otro, esta en mis hijos, en mi sociedad, en mi humanidad, en mis hermanos, en aquello que yo puedo darle a la vida, y mientras yo tenga algo para regalarle a la vida y alguien que abra los brazos y reciba es regalo, mi vida tiene sentido, cuando yo no puedo dar de lo que soy de lo que tengo, de mi vida, no solo de lo que se, de lo que conozco, sino de lo que siento de mis sentimiento a la vida, la vida empieza a perder sentido. El amor es esa sustancia invisible y milagrosa que mantiene el puente de la relación que hace de nosotros un solo cuerpo, una sola humanidad que establece en la relación medico paciente una relación terapéutica, pero que hace de toda relación humana siempre una relación terapéutica, todas mis relaciones son terapéuticas, en un sentido positivo o en un sentido negativo, lo terapéutico es lo relacional, es la calidad de mi relación. Frecuentemente no es mi aspirina, es la sonrisa de mi corazón que florece en mis labios, frecuentemente es el abrazo, es la acogida amorosa, es la comida que preparo, es la mirada comprensiva que te emito, es mi silencio, es mi compañía silenciosa, es mi solidaridad sin ruido. Lo terapéutico no es mi juicio ni mi diagnostico, ni mi pronostico, lo terapéutico siempre está presente por que la vida y el amor se conjugan en presente, la vida no existe en el futuro ni en el pasado sino ahora y aquí en el momento único en que me puedo dar íntegro. Así empezamos a descubrir que nuestra primera crisis es de sensibilidad. Si nosotros despertamos a la sensibilidad, a la capacidad de conmovernos interiormente desde el corazón, si yo llevo tu imagen a mi corazón como hacen los maestros tibetanos y la siento dentro mi corazón y la acaricio desde mi corazón y vivo tu dolor en mi corazón, eso es terriblemente terapéutico y nosotros lo conocemos, eso hace parte de una medicina milenaria, la única medicina universal en todas las culturas que se llama la sanación, eso no es un patrimonio de los médicos sino de un sistema médico que es una estrategia de adaptación y supervivencia de una cultura entera. Nosotros creemos que los sistemas médicos son los sistemas de los trabajadores de la salud, pero no es así, los sistemas médicos son sistemas de creencia y la ciencia es una partecita del sistema médico. Mi concepción y visión del mundo determina mis actitudes frente a la vida, mis hábitos en la vida cotidiana es el principal determinante de mis enfermedades. El 70% de nuestras enfermedades depende del estilo de vida, entonces qué estamos haciendo con más hospitales, con más presupuestos, con más programas de salud, si el programa de salud es despertar el médico interior, es despertar la conciencia de lo que tú eres, es despertar tu capacidad de conmoverte, es llevarte e identificarte otra vez con tu hermano y tu hijo, es empezar a sanar la vida y a sanar la tierra desde tu interior, no es sanar el universo afuera, es sanar el universo interior, no es conquistar a la guerrilla y a los paramilitares sino es acariciar al guerrillero que cada cual tiene en su corazón, al paramilitar que cada uno de nosotros llevamos en el corazón, a ellos enfrentados en dependencia o en odio permanente que hacen que nuestro cuerpo sea ese teatro en el que toda la conmoción social del miedo, el terror, la agresión o la violencia se está desarrollando. El problema no está ocurriendo en los llanos orientales o en la zona de distensión o en la plaza de Bolívar o en Ruanda, el problema está ahora vivo y aquí en nuestro corazón y cuando despertamos ese corazón a la humanidad empezamos a despertar la ternura; la ternura es esa cualidad blanda, fluida, transparente inocente, incondicional que brota del corazón cuando por fin sin máscara uno es capaz de dar de lo que tiene, de lo que es. En la ternura tu no puedes dar ni más ni menos que tu vida en la ternura no se calcula, tu no piensas voy a ser tierno, ustedes no se imaginan eso, tú eres tierno porque te nace, tierno porque te fluye y te fluye con todo el cuerpo, con toda el alma no sólo con las palabras, te fluye con los ojos, te cubre con la música de tu vida. Miren un niño que es tierno y es tierno por excelencia, un niño vive una emoción con todo su cuerpo, todo su cuerpo gime, todo su cuerpo se sacude, todo su cuerpo solloza, todo su cuerpo se vuelve cálido, blando y vulnerable en un momento de ternura. Ese lenguaje infinito que un bebé tiene para conquistar a su madre es el ritual de desarrollo, él no se nutre de leche, la leche es la nutrición material, él se nutre de ternura y el río de leche es realmente un río de ternura y si no hay ternura la leche no nutre porque yo puedo coger un niño y darle biberón y cambiarle los pañales a la misma hora y ese es un bebé de alambre que se voltea contra la pared y se deprime y se desnutre y altera hormona de crecimiento y todas esas cosas que los médicos conocemos porque es que nosotros no nos nutrimos de cantidad de cosas, de calorías, nos nutrimos de calidad, aún el alimento es un portador de la calidad de la vida y esa calidad de la vida está envasada en un recipiente esencial que es la presentación exterior del amor y ese recipiente esencial lo llamamos la ternura. Pero el ritual de desarrollo no se ha acabado; el ritual de desarrollo es un ritual de apertura amorosa y consiste en que cuando el niño es estimulado, el primer reflejo que tiene cuando nace, es un reflejo de moro, un reflejo fantástico; él abre todo su cuerpo, abre sus brazos y se extiende como abrazando el mundo y luego se cierra y abraza. Es como si nuestra programación fuera abrazar, pero abrazar no solo con zeta sino con eses; ese es el fuego de una llama consumidora de Dios en nosotros, que es un fuego consumidor; un fuego de la fusión, es el fuego que se está realizando segundo a segundo en el sol, la fusión; y que está permitiendo la vida en la tierra. Estamos aquí para fundirnos, para unirnos, para enriquecer nuestra unidad a través de nuestras diferencias; para ser un universo que permite que realicemos una permanente síntesis como humanidad. Estamos aquí para abrazarnos, pero abrazarnos con los ojos, con el conocimiento, con la actitud, con el pensamiento; a formar con la naturaleza, de la que nosotros somos una parte, la red de conciencia que llamamos la humanidad, a formar si se quiere dentro de la religión occidental cristiana, el cuerpo místico de Cristo; a comulgar, pero a comulgar con la vida viva en el otro, a comulgar con el paciente, con el hijo, con el río, con el pájaro, con la flor, conmigo mismo aceptando mi propia naturaleza y entendiendo que soy mucho más allá de la naturaleza química del cuerpo; que soy sentimiento, emociones, pensamiento y espíritu unidos en un vórtice de conciencia que se desplaza hacia el centro de la galaxia, que es un aspecto de la conciencia de Dios también; a demostrarnos que ese es un Dios tierno, que cuando somos tiernos, es Dios dentro de nosotros el que fluye y el que puede sanar y el que da la vida; a entender que venimos a perder la vida, es decir a dar todo lo que somos, hasta la vida, porque solo dando lo que somos adquirimos la vida de la misma manera, solamente cuando expiramos podemos volver a inspirar. La vida es una inspiración permanente, un renacimiento permanente después de esa pequeña y vivificadora muerte que consiste en darse entero a través del servicio. A Dios, lo podemos llamar como Gabriela Mistral, "el que sirve”; toda la naturaleza es un anhelo de servir; la naturaleza es servicio; un hombre y una mujer, son un hombre y una mujer cuando sirven, cuando dan su nota fundamental, cuando no vienen a competir, sino a compartir, cuando el paradigma básico del consumo se nos transforma en el paradigma esencial del dar, porque es dando como se recibe. Esa escala de valores fundamentales que nace con la ternura, no nos desgasta puesto que si yo te doy $10, quedo $10 más pobre; pero si yo te doy amor, quedo infinitamente más rico de amor; si te doy una sonrisa, no me quedo más pobre, sino infinitamente más rico; y si yo siembro una sonrisa en tu corazón y tú siembras una sonrisa en el corazón de tu maestro, cuando vas a la escuela, y el maestro la siembra en todos los niños y todos los niños la siembran en todas partes, esa sonrisa, que fue una pequeña mariposa que se desplazaba en tus labios, se ha vuelto un huracán de amor; al cabo de una semana, el amor se multiplica, es milagroso, en el milagro del amor es dividiendo como se multiplica, el amor es intrópico, neguentrópico. CAPÍTULO 2 El mundo va hacia la entropía, la desorganización, el caos, pero el amor y la vida van hacia la información más perfecta, hacia el amor; realmente la ley de la vida es la ley del amor y esa ley se expresa a través de la ternura que es nuestra riqueza. Frente a la crisis, no atacar, ni huir. Conmoverse. Si tu me gritas, desde mi corazón conmovido, yo sé que estás pidiendo auxilio, yo tengo que interpretar ese código; el que más duro grita, es el que más ayuda necesita; el hombre no es malo, es ignorante de su propia condición; y la ignorancia de su propia condición lo lleva al apego o la aversión, que son nuestras dos grandes enfermedades; y el apego genera el consumismo que hace de la salud, una mercancía. Podríamos hacer todos los cálculos del mundo sobre los presupuestos de salud y nunca lo lograríamos, porque la salud no se puede medir en términos económicos. La salud no es el completo estado de bienestar físico, emocional y mental. Eso es ilusión. Quien haya logrado el completo bienestar físico, emocional y mental, no es un ser humano, no es un hombre, a lo mejor es un ángel clandestino que está aquí entre nosotros; la salud es una tendencia hacia el equilibro; no hay una sola persona en el mundo que no tenga por lo menos dos enfermedades, así sea en incubación, pero las tiene; cuando se hicieron estadísticas en la población americana, para algunos creo que son unos 280 millones de personas, encontraron como 360 millones de enfermedades crónicas; entonces no se trata ahora de combatir la enfermedad ni combatir la crisis, se trata es, de vivir la vida; es una cosa muy distinta, porque yo puedo en medio de la crisis vivir la vida. La crisis es tan necesaria a nuestras sociedad y a nuestras vidas como es el surco para la semilla. La crisis es el surco donde podemos sembrar la semilla del amor y sí esa semilla se riega con ternura, con el calor, el sudor y las lágrimas, su fruto libertad; pero sin ternura, sin amor, sin un buen carácter, sin responsabilidad, sin inclusividad dentro del separatismo, es imposible que nosotros conquistemos la libertad y sin aceptar el surco de la crisis, sin conmovernos, sin dar desde nuestro interior lo mejor que tenemos en nuestro corazón, no podemos hablar de paz; la paz no es una cosa que se negocia afuera, la paz es algo que negocio conmigo mismo y no es un negocio sino que es la mejor inversión de la vida. Cuando sembramos en el surco de mi vulnerabilidad, podemos hablar de paz; hablamos de paz cuando todos nos sentimos vulnerables, cuando sabemos que no somos perfectos; hablamos de paz cuando no nos erigimos en jueces de los unos ni de los otros; podemos hablar de paz, cuando nuestro amor es responsable, es decir, cuando yo no te doy de lo que me pides, sino de lo que tu necesitas. La peor enfermedad, es el amor, cuando nuestro amor no es responsable y se convierte en amor para la transacción y el consumo. En la práctica médica vemos muchas personas que van a buscar, no el especialista en cáncer, o en bioenergética, o el que maneja el láser, o el que hace milagros; ni siquiera un milagro buscan. Lo único que buscan es restablecer la red deshecha de su vida, el vínculo perdido. Buscan el padre que no tuvieron, la madre que no tuvieron, el consejero, o el oído amoroso, o el silencio que jamás la vida les concedió; buscan un hombro para llorar, buscan un ser humano para abrazar, buscan en medio de la multitud, que alguien les haga sentir en su corazón, que vale la pena vivir y que no están solos. Eso es sanador y frecuentemente es suficiente. Si tú los escuchas, si no estás pensando en la respuesta, sino que simplemente escuchas; si tú eres capaz de llevarlos a tu corazón y vivir su dolor; sí tu, en lugar de pensar en las respuestas y en las palabras, eres capaz de callar un minuto mientras lloran, o mientras su dolor se derrama sobre ti; si tú eres capaz de hacer que tu cuerpo sea como un violín para que él pase el arco de su queja, y entre los dos establezcan esa bella sinfonía de la comunicación; si tú eres capaz de darle eso simplemente, lo que él necesita, no sobreprotegerlo sino enseñarle a que despierte a esa seguridad de que no está solo, de que el amor habita en su corazón, entonces, tú lo estás sanando. Primer ejercicio: nuestro cuerpo está sujeto a leyes del amor; esas leyes son leyes magnéticas; el amor lo podemos definir como una fuerza que atrae; es una fuerza que da coherencia; pero para que esa fuerza se manifieste tiene que haber excitación; vivir la vida con ternura, mejor dicho vivir la vida, es vivirla de una manera excitante; si la vida no nos conmueve, no nos excita, y si no hay excitación no hay intercambio de información; no hay magnetismo y no hay amor; para que haya atracción tiene que haber excitación o sea nosotros nos tenemos que excitar interiormente; el niño que no aprende más que dificultades intelectuales, tiene carencia de un maestro capaz de conmoverlo. Igual ocurre con nuestras relaciones humanas, deberían conmovernos. Para que dos átomos reaccionen se tienen que excitar, si no hay un electrón que se activa y salta al orbital periférico y no hay una emisión de luz, no hay reacción química; una reacción química existe solamente después de que los átomos se han excitado, pero no solo después de que los átomos se han excitado cuando el electrón regresa a su punto de partida él libera luz, libera un fotón. Realmente se sabe desde el punto de vista físico, que toda reacción química no es ni más ni menos que un intercambio de luz; pero lo mismo en la química del sexo, en la química de la paternidad, de la maternidad, de la relación médico-paciente; existe esa magia invisible, esa empatía, esa resonancia que hace que nosotros podamos construir algo que es superior a lo que cada uno de nosotros somos, es decir, que tú te vayas mejor de lo que viniste y que yo me quede mejor que cuando tú llegaste, pues intercambiamos nuestra luz. Somos como dos átomos, como dos planetas, como un cometa que cruza la órbita de un planeta. Cada encuentro humano, en ese sentido, es un evento cósmico; pero tal vez el más cósmico de los eventos y el más importante, es el motivo de todas las religiones del mundo; es el encuentro conmigo mismo; vamos por la vida buscándonos, mirándonos en el espejo del otro, mirando si alguna vez nos encontramos; pero no nos hemos encontrado con nosotros mismos más allá del intelecto; no nos hemos encontrado con esa otra estrategia del conocimiento, que es el conocimiento emocional; yo no solo te conozco intelectualmente, te conozco emocionalmente en el silencio, te percibo y esa percepción emocional, puede ser más importante terapéuticamente, que el diagnóstico que yo haga de ti. Entonces vamos a conmovernos, vamos a vibrar; imagínense que las rodillas son como resortes; se aflojan y empiezan a vibrar sobre el resorte de las rodillas; con los hombros sueltos, las manos sueltas, cada cual cierra los ojos; así lo disfruta. Es el arte de disfrutarlo también. Entramos en vibración y nuestro cuerpo físico se excita y entra en vibración; cada cual a su ritmo, en silencio, tranquilos; nadie los va a ver. Ahora paramos un momentito y sentimos la vibración, ustedes tienen la sensación, es como cuando uno tiene un sombrero y se lo quita y cree que todavía lo tiene puesto, así cuando uno vibra queda con la leve sensación de que todavía esta vibrando, hay ondas de energía que van recorriendo e invadiendo todo el cuerpo. Hay un músculo, el diafragma, que nos arrulla todos los días. Hagan de cuenta que el diafragma es como una hamaca en la que nos mecemos todo el día; el diafragma sube y baja con inspiración y respiración; vamos a respirar profundamente inflando el estomago inclusive y vamos a espirar agachándonos hacia delante, lo mas duro que puedan, otra vez; hay mucho temor, terror, mucha angustia, retenida en el diafragma; cuando tenemos miedo respiramos como perritos cansados y el diafragma prácticamente se paraliza y la oxigenación se hace insuficiente. Frecuentemente el miedo altera el ritmo respiratorio; tenemos que reproducir una fisiología del amor, que está anclada a la respiración, cuando respiramos lento y profundo, no metiendo la barriga como nos enseñaron desde pequeños, sino sacando la barriga para respirar, (si yo no saco la barriga para respirar el diafragma no se mueve y sino se mueve el diafragma no me estoy oxigenando entonces hay que inflar), ustedes inspiran profundo, inflan estomago, luego el tórax, vacían todo el aire porque sino queda aire residual, y así vamos entrando todos en un estado de relajación. Esa es la fisiología del amor, pero uno la puede inducir de otra manera. Si aprendemos a respirar, el temor se va, porque el temor produce una respuesta fisiológica, y si el temor se va de mi yo estoy preparado para el amor, estoy preparado para la conferencia o para la sanación o para la vida. Ahora vamos a hacer otro ejercicio de vibración: ese ejercicio consiste en utilizar el diafragma; los niños lo utilizan muy sabiamente para liberar o descargar la tensión de la culpa o del miedo. Piensen en un niño cuando se está reconciliando. El esta llorando y tiene su pataleta, pero cuando se está reconciliando, él empieza a sollozar, a respirar como en saltitos. Ahora hagamos como una obra de teatro en la que vamos a hacer de cuenta que somos niños, que vivimos una situación dolorosa, generalmente injusta, en que nos pegaron, nos hicieron sentir culpables y que de pronto vemos a la mamá que nos sonríe, nos abre los brazos, nos dice con los brazos abiertos, ven que aunque te hayas comportado mal, a ti yo te quiero. Miren que en ese momento distingue el comportamiento externo del ser interno, ya no te dice, tú eres malo, sino, aunque te hayas comportado mal tú eres importante para mí y yo te quiero. Vamos a hacerlo, con gran respeto por el dolor del otro, porque todos nosotros llevamos un niño reprimido adentro, tratando de liberarse desde nuestro corazón, y ese niño escondido y reprimido que necesita llorar, que necesita gritar, que necesita ser abrazado, está dentro de todos nosotros. Nosotros necesitamos también, sanarnos para poder sanar la sociedad y sanar al otro, liberar nuestro dolor; entonces vamos a hacerlo todos, lo importante es, primero que no colapsen, es decir, quedarse con el diafragma detenido y reprimir el sentimiento porque tenemos vergüenza; aquí no hay vergüenza, somos trabajadores de la salud, si estamos llorando nos abrazamos los unos a los otros y nos consolamos, para eso estamos aquí. Entonces vamos a ser como un niño, muchos se van a reír, la risa es la máscara que impide que el dolor aflore, no importa que se rían y ríanse a carcajadas, lo importante es liberar un sistema límbico, un hipotálamo, un hipocampo por allá reprimidos, escondidos, disfrazados debajo del perfeccionismo y de las obligaciones y de la civilización obsesivo-compulsiva y vamos a liberar eso de blando y de vulnerable, de fluido que tenemos nosotros que es nuestra ternura y es nuestra fuerza curadora por excelencia. Primero vamos a vibrar un poquito para aflojar todo el cuerpo; tenemos corazas; esas corazas están en el diafragma, a veces tenemos estos músculos duros, agarrotados, pero son las represiones, realmente es la emoción reprimida, esculpida en nosotros, frecuentemente el miedo se vuelve coraza, con el movimiento. Nosotros favorecemos que esas corazas se liberen; ahora empezamos a respirar; mientras vibramos también empezamos a respirar profundo, botando todo el aire; en la inspiración nos vamos un poquito hacia atrás inflando el estomago; ahora con sonido, muy importante el sonido; sigamos todos, duro, todos lo mas duro posible, nadie los va a oír; ahora nos quedamos quietecitos un momentito; cerramos los ojos. Sintamos ese niño culpado injustamente, sintamos la respiración contenida de ese niño adolorido, sintamos el taco en la garganta, la rabia, el dolor; vivámoslo intensamente para darle otro significado a esa historia. Ahora vamos a ver un ser amoroso, Dios, Jesús, el santo de nuestra devoción, nuestra madre, el amigo del alma, la esposa, el esposo, el que cada cual encuentre como paradigma del amor en su vida; visualicemos ese ser con los brazos abiertos, vemos que se arrodilla, nos vamos aproximando lentamente; ahora corremos y nos abalanzamos en sus brazos y suspiramos todos, empezamos a suspirar, con sonido, duro, duro, duro; es una experiencia vívida, duro, duro, duro, ahora vamos a abrir los ojos, caminemos y abrazamos a alguien que va a hacer las veces de ese ser; vamos a apoyarnos sobre su hombro y vamos a suspirar un ratito y luego invertimos el rol. Olvidemos los lugares, donde estamos, las caras, simplemente allí donde el cuerpo los invite, ustedes se van a dar un abrazo, no desde el cuerpo sino desde el alma; es la madre o el padre o Dios, que los abraza a través del otro. Todos salgan de sus puestos, todos, caminen rápido, el permiso es abrazar, es perdonar, no es una visita social, no es decir donde vives, es sentirse. Que nadie se quede sin el abrazo, todos van a circular. Hay muchos que necesitan de nosotros, ella necesita de nosotros, las lágrimas genuinas, esas que salen del corazón son lagrimas sanadoras; no existe medicina más imperial que las lágrimas, cuando salen mas allá de la vergüenza, cuando yo me desnudo ante ti, cuando confieso que soy débil, cuando confieso que en mí hay miedo, que hay culpa, que hay temor, que hay frustración, que hay resentimiento. Cuando yo me confieso ante ti, no desde las palabras sino desde la actitud y desde la vida, en ese momento me estoy sanando; las lágrimas son la mejor oración al creador, las lágrimas son producto del médico interior, son el mejor medicamento homeopático del mundo. Yo la abracé y ella estaba calladita, pero yo sentía mucho dolor por ella, y la abrazo, y yo siento su dolor en mi corazón, y cuando yo siento su dolor en mi corazón, lágrimas muy bellas salen, esas son lágrimas de vida, lágrimas de ternura, lágrimas de transparencia, las lágrimas que todos tenemos escondidas. Realmente muchas de nuestras enfermedades son penas guardadas, son el rió de la vida escondido, son nuestra transparencia resguardada debajo de un abrigo terrible de rigidez y perfeccionismo. Pues bien, ahora vamos a apoyarla porque todos somos sanadores, vamos a llevar las manos a nuestro corazón, vamos a llevar su imagen a nuestro corazón, ella es la mujer, ella puede ser la madre nuestra, la hermana nuestra, nuestra amiga; ella es el dolor de la creación, que también esta en nuestro corazón, y vamos a sentirla en nuestro corazón, vamos a acariciarla, vamos a llenarla de ternura, vamos a decirle como si se lo gritáramos con todo el sentimiento que no está sola, que comprendemos su dolor; su dolor es nuestro dolor; te doy lo mejor de mí, te damos lo mejor de nosotros, te damos nuestra vida, nuestro silencio, nuestra solidaridad, nuestra oración, nuestra intención para que el mensaje de ese dolor se revele, para que aprendas la lección del dolor, para que detrás del dolor en ti se revele la luz y el amor. CAPÍTULO 3 Todo dolor es un fuego transmutador, es una lección que tenemos por aprender, y cuando la aprendemos conquistamos libertad Cuando sus hijos estén dormidos, cuando su esposo esté dormido, cuando su paciente duerma, cuando no esté con ustedes, no esperen que los estén viendo; la ternura siempre es impersonal, cierren los ojos, digan una oración, o sientan una intención amorosa, con la seguridad de que esa intención es más sanadora que todos los medicamentos del mundo; y no importa quién lo cure, siempre es Dios el que sana, ya sea con un bisturí, con una oración, con una meditación. En esa ternura siempre va la esencia de Dios que es amor. Ellos nos enseñan mucho realmente. El que sufre, el que llora, el que se hace transparente siempre es nuestro maestro. Yo, frecuentemente como médico, me pregunto quien es el médico, si ellos me sanan con su dolor, ellos me sanan con su valor, ellos me dan lecciones de vida en su sufrimiento, ellos me enseñan de aceptación, de paciencia, de tolerancia, de fe, de confianza y aún cuando se están muriendo, siempre tienen una confianza infinita en que tus manos van a ser las manos de Dios prolongadas. Los médicos los desahuciamos, pero ellos nunca se dejan desahuciar porque hay algo que nosotros no podemos redecir y es el alma, es la conciencia, es la vida permanente; los milagros en ese nivel de la conciencia existen, para mí la ternura produce milagros. Yo he visto desarmarse los líos más impresionantes del mundo con un poquito de ternura, con el detalle. Venimos a aprender. Cuando nos quitamos la máscara de los expertos. Delegamos nuestro mundo a los expertos; los expertos en política, en medicina, en filosofía; entonces nosotros delegamos la vida, hasta la religión a los teólogos y a los expertos. Y ¿ dónde esta mi relación conmigo y con el hijo y con Dios? Si no lo dice el pediatra entonces yo ya no tengo el sentido común para darle la compota al niño. ¿Dónde dejamos nuestra libertad, nuestra autonomía, nuestro poder interno, nuestra creatividad, el arte de ser humanos? No podemos seguir dependiendo de los expertos, tenemos que conquistar esa libertad intrínseca que es lo que nos hace específicamente humanos, para volver a humanizar la vida y lo que también significa salir de esta terrible confusión. Hemos confundido la vida con el cuerpo, eso equivale a que yo confunda lo que yo soy con esta chaqueta y que si me quito la chaqueta ya no soy nadie; o con los zapatos o con el vestido roto, pero un hombre no es el cuerpo, el cuerpo es el instrumento del hombre; Dios no es el templo, el templo es el lugar donde se manifiesta Dios, este templo es el lugar donde se manifiesta mi conciencia y no se acaba con mi muerte, porque es que la vida no se termina, nosotros creemos que acabamos con la vida; pero la vida se siembra. Cada muerte es realmente una siembra de vida, porque la vida es una estrategia continua de evolución que tiene el tiempo de la creación; es decir, para el sistema solar actual unos 10 a 15.000 millones de años y no se acaba porque el 11 de agosto es el Apocalipsis como alguien anunció. El Apocalipsis es cuando yo pierdo conciencia de mí, el infierno es cuando yo me sumerjo en el fuego de la aversión y de la envidia y del separatismo. El cielo es la conciencia de mi unidad con la naturaleza que, a su vez, es la danza del creador. Yo soy parte de su danza, eso es otra cosa, nosotros andamos por la vida enfermos de una enfermedad muy grave que es el miedo de morir. El miedo a la muerte es la madre de todos los miedos y se manifiesta de muchas formas; a veces se manifiesta como insomnio, el sueño es una pequeña muerte. Y yo me muero un poco cuando me retiro, pierdo una parte de la conciencia de mi cuerpo. Mucha gente que no duerme es por el temor de perder la vida, por el temor de morir; detrás de esa gran madre de todos los temores está buena parte de nuestros dramas. ¿Qué nos pasa a nosotros en Colombia que nos dejamos chantajear porque tenemos miedo? En el momento en que dijéramos basta, porque la vida no puede ser destruida, porque la vida es dignidad, porque la vida es amor, porque la vida es libertad, porque la vida son valores que trascienden el individuo y que trascienden el cuerpo y hacen parte del río de esta conciencia que llamamos la humanidad, en ese momento cuando ninguno de nosotros tuviera miedo de morir, no sería un negocio la amenaza de la vida, porque la vida no se puede amenazar. Se puede amenazar lo que tienes pero no lo que eres, el ser no se puede destruir porque el ser trasciende tus moléculas. Si nosotros simplemente aprendemos la lección de quienes han vivido la vida más allá de la vida, empezamos a comprender que aquellos que se han muerto y que vuelven clínicamente, no vieron el infierno ni vieron el fin, sino que vieron la continuidad de la conciencia, la imagen de Dios, la imagen de luz, la imagen de los que se fueron, la imagen de Buda o de los santos; de todas maneras vienen y nos revelan que lo que existe más allá es continuidad de la conciencia más allá del cuerpo, pero también vienen y nos revelan que cuando uno se muere clínicamente y tiene oportunidad de volver, lo único que pasa es que se vuelve un mejor ser humano. Todos se volvieron mejores seres humanos, todos cambiaron la dimensión de su propia historia, de su propio tiempo. Cambiaron el tiempo de las expectativas que es el tiempo del futuro y el tiempo de las culpas, que es el tiempo del pasado, por el tiempo del amor que es el presente y entraron en el infinito de la conciencia y el infinito de la conciencia es cuando yo soy lo que soy, en cada momento idéntico a mí, es decir coherente. Empezaron a conquistar la coherencia. Esta es una cultura de la muerte, no porque hay muertos sino porque tenemos tanto miedo de la muerte que nos hemos condenado a muerte y, por huir de la muerte hemos negado la vida y nos hemos negado la calidad de vida. La vida no es un asunto de cantidad, no hay que darle años a la vida sino vida a los años, hacer que este instante sea infinito desde tu corazón, desde tu centro. Cuando tu pensar, tu sentir y tu actuar no están disociados, cuando no tengas tus pensamientos en Cafarnaum y tus sentimientos en las vacaciones en la costa y tu acción aquí, cuando con todo tu ser estés ahora y aquí tendrás coherencia. Lo que nos ocurre en la vida es que el amor y la conciencia son como un láser pero cuando ese láser se desintegra se vuelve luz ordinaria porque nos dispersamos. Si solamente los sistemas de atención en salud fueran eso, sistemas de atención; si solamente yo estuviera genuinamente contigo, un minuto pero contigo no con mi conciencia repartida en todas partes, en ese minuto yo tendría paz y tendría amor y nuestra relación sería liberadora porque en ese minuto yo resueno contigo, soy coherente contigo, te escucho; en ese minuto tu me excitas, es decir me conmueves. En ese minuto hacemos el amor a la vida no en el sentido de la sexualidad ordinaria, sino en el sentido de la sexualidad cósmica que es la unión y la comunión. Cuando entramos en comunión nos estamos sanando, porque hay una conciencia que nos trasciende y que nos supera y esa conciencia ha sido considerada en todas las religiones del mundo. Así que la primera crisis es la crisis de la sensibilidad. El temor del dolor, niega la lección de amor que siempre aporta el dolor. Tenemos que vivir el dolor intenso ahora y aquí tal cual él es porque ese dolor va a revelar nuestra esencia, ese es el dolor que destruye la escoria, el que nos hace reconocer aquello que no somos para descubrir en el fondo lo que realmente somos, nuestra auténtica esencia y cuando tocamos ese fondo, cuando somos iguales a nosotros, cuando comprendemos que somos proyectos cósmicos únicos e irrepetibles, cuando sabemos que vinimos a dar una nota fundamental que nadie puede dar por nosotros en la sinfonía de la vida, en ese momento la vida se llena de sentido y cuando la vida se llena de sentido, la muerte adquiere sentido y el temor pierde su sentido. Sentimos que el nacer y el morir, como el inspirar y el espirar son simplemente parte de la cadena de la conciencia que llamamos la vida; nos sumergimos en esa vida más abundante, la vida del aguador, en el agua viva de la vida que todos somos cuando realmente somos células de toda la naturaleza. En ese momento ya no somos polvo de estrellas sino esencia misma de la conciencia estelar, somos parte de un proyecto creativo del que participamos, somos creadores, cocreadores dentro de ese proyecto porque tenemos conciencia de nosotros, no como conciencia intelectual sino como capacidad de sentir integralmente, capacidad de conmoverme. En ese momento cuando nos damos no damos la palabra, la palabra se convierte en música del corazón. El amor integra todas las acciones y somos así la integridad y la salud es realmente integridad, no es ausencia de enfermedad. Yo conozco muchos sanos terriblemente perdidos, enfermos, y conozco enfermos terminales con SIDA que están más sanos que todos nosotros juntos, porque son más íntegros, porque están viviendo la coherencia, la ternura, el amor, el sentido de la vida y aún el sentido de su propia enfermedad como un maestro único e irremplazable. Cuando vivimos esa posibilidad de conmovernos, es decir, de reaccionar totalmente, honestamente frente a un evento, empezamos a comprender que eso que llamamos el mundo, no es el mundo, es nuestra visión del mundo. Realmente el mundo no es lo que parece ser, vemos el mundo como somos, es decir, que lo vemos con los anteojos de nuestra visión del mundo y a veces son lentes oscuros para ver la vida gris o negra. Cuando empezamos a ver todo el arco iris y lo integramos y nos quitamos los anteojos y empezamos a ver que podemos crear el mundo cuando, vemos el mundo que estamos proyectando, nuestra película, nuestro rollo, nuestros condicionamientos sobre el mundo, y que nos podemos liberar de esos condicionamientos, surge otra manera de ver la crisis, esa manera de ver la crisis la podemos llamar la crisis del despertar. Primero tenemos la crisis de la sensibilidad, sufrimos el dolor, atacamos la crisis o vivimos de la crisis o nos conmovemos interiormente con la crisis. Esa sacudida nos despierta. Cuando nos despertamos vivimos otra conciencia de la crisis y que nos lleva a tener conciencia de nosotros; es decir la crisis es un contexto en el cual ganamos conciencia de nosotros; entonces surge el yo, ¿y yo qué tengo que ver con esta crisis? y ¿qué de esta crisis me toca y qué me corresponde y cómo he participado yo en la génesis de esta crisis no solo por acción, sino por omisión? Empieza un camino muy bello, que nos saca del sendero de la ignorancia. Digamos que la vida es como una escuela que tiene tres aulas. Una es el aula de la ignorancia, allí sufrimos los eventos, nos quejamos de los eventos, atacamos los eventos o huimos de ellos, simplemente estamos allí soportando y sufriendo como víctimas inermes, las inclemencias del tiempo de la vida; luego viene el aula del conocimiento, es decir, los eventos no son externos, hay una lectura que puede cambiar los eventos. Para uno el dolor produce pánico, pero para otros el dolor produce poemas, un poeta decía, “mi dolor produce poemas” La tercera es el aula de la Sabiduría: el conocimiento se convierte en comprensión y cobra vida en el corazón. De las cosas más hermosas que ha producido el hombre, muchas han visto la luz en momentos de sublime dolor; la música, la poesía del dolor, son de lo mas elevado espiritualmente que ha habido en la historia de la evolución humana. Muchos de los grandes personajes, aquellos que han transformado el mundo, lo han hecho a partir del fracaso y a partir del dolor han construido una visión del mundo suficientemente magnética como para transformar grandes periodos de la historia. En ese momento en que yo me empiezo a preguntar ¿quién soy? Empieza un sendero fabuloso que es el de las relaciones consientes con el mundo. El templo del espíritu realmente es un templo de relaciones, no son las partículas, y los físicos lo descubrieron ya, lo importante en el mundo de la física no es la materia, no son las partículas, es el espacio vacío entre las partículas, es la red de relaciones entre las partículas; una partícula físicamente, no es sino un patrón de relaciones, un hombre es un patrón de relaciones; yo soy padre porque hay hijos, soy hombre porque hay humanidad. En ese patrón de relaciones contextual, el despertar es entrar en el contexto de la historia para hacer la historia viva, empezamos a comprender el porqué de la vida, no sufrimos la historia porque ya la historia no es una historia muerta, no es historia del tiempo en que nos casamos y el tiempo en que nacimos, la fecha del nacimiento y la fecha de los grande eventos; es una historia plena de significados; cuando empezamos a leer el significado de la historia, cuando una sociedad empieza a leer el significado de su historia y aprende la lección, no tiene que repetirla. En ese momento despierta a la conciencia de sí y ese despertar a la conciencia de sí genera una serie de preguntas, que constituyen ese sendero del aprendiz o discípulo, es el hombre que busca el sendero de su vida, el discípulo es un aprendiz, un aprendiz nunca es un maestro. Un aprendiz es aquel que es humilde, desapegado, disciplinado, coherente. El empieza a comprender el ritmo que llena la vida de sentido; tiene sentido que anochezca y tiene sentido que amanezca y el sentido ya no es jubilarse y lograr la seguridad de la supervivencia, sino darle otra dimensión cualitativa a la vida. Cuando empezamos a despertar a ese sendero del discipulado, ya el amor es un amor que va capturando un embrión de responsabilidad, ya la vida no es la vida del cuerpo, sino esa esencia permanente que en nosotros empieza a nacer a la medicina y a la sicología del alma. CAPÍTULO 4 El alma en mi, el ángel solar, el ser permanente, aquello que en mí no puede morir, mi chispa divina, aquello que en mí es conciencia pura, aquello que sigue vivo cuando muera, se empieza a manifestar en el templo de mi cuerpo y empiezo a conquistar algo que se llama la transparencia, la cual es necesaria a la ternura y al amor. Una relación amorosa o una relación tierna no es posible sino desde la transparencia. La transparencia literalmente es trans-apariencia, ya no nos importa la imagen que proyectamos al exterior, somos lo que somos en el baño, en la cocina, en la casa, con los pacientes, en el corredor, no tenemos que ponernos ninguna máscara en ningún momento. El pensar, el sentir y el actuar son coherentes porque no pensamos de una manera, sentimos de otra manera y actuamos de otra manera. Se acabó la esquizofrenia de la vida, estamos decididos a ser, ni más ni menos de lo que somos, lo que somos, no somos nosotros mismos para competir, para acomplejarme por no ser tan bueno sino que yo tengo una sola nota, yo soy un tambor y me toco. Damos de nuestra música. Somos un tambor y sonamos como un tambor, no tenemos porqué ser el primer violín de la orquesta. Hacer aquello que hacemos desde el corazón permite que los actos sean puros, eso es lo que llamamos la pureza magnética, esencia misma de toda relación humana y sobre todo de toda relación terapéutica; es pureza de intención. Yo no tengo dados cargados, yo pienso en ti pero simultáneamente no estoy pensando en mi bolsillo, no estoy calculando, ahí no existen cálculos, existe el pensar, el sentir y el actuar conjugados en un solo movimiento coherente total en el que entro en el tiempo ya no del pasado, ya no del futuro, de la culpa o la expectativa sino de la sincronicidad. En cuerpo y alma estoy aquí, con alma, vida y sombrero para oírte, para acompañarte, para escucharte; este momento es inaplazable, este instante, este segundo es irrepetible, no va a haber dos segundos como este en toda la historia de la evolución y la huella de nuestra interacción va a estar impresa en esos segundos; de segundos un contenido infinito aprovecho para vivir desde la transparencia. Cuando nosotros tenemos transparencia viene algo muy especial, que es condición del amor y de la ternura, y es la levedad. La levedad es la edad leve, regresamos a la infancia, dejamos el fardo de lado; dejarnos el equipaje pesado, el ego de lado; dejamos los condicionamientos, los cálculos, el orgullo; como un niño que eleva una cometa, somos cometa y viento y paisaje y nos olvidamos de todo el resto porque en ese momento somos el presente. En la levedad la vida se vuelve apasionante porque se vuelve un convierte en hobbie, ya nuestro trabajo no es lugar donde hay que ir a aguantarse al jefe sino el lugar donde se proyecta nuestro corazón. Nuestro trabajo hace parte del proyecto de vida; ya no hay lugares afuera, todos los lugares de afuera son proyecciones de un lugar interno. En la levedad, que es la edad de la inocencia, nosotros volvemos a ser fluidos como un niño, vuelve a nacer la poesía; ahí todo tu potencial escondido, todo aquello que has negado de ti mismo aparece, ahí aparece el médico, el sanador personal o el sanador de otro, en ese momento eres un sanador porque tu luz puede emanar, porque tienes un aura magnética atractiva, porque cuando estás frente a mí yo no necesito tocarte, yo te envuelvo con mi ser, te envuelvo con mi vida, no solo con mis electrones sino con mi pensar, mi sentir y mi actuar coherente; en ese momento yo estoy induciendo en ti como si fuera el imán de armonía, una vibración coherente. Las atmósferas se contaminan, nosotros nos quejamos de la polución, y del ruido. Pero ¿cuánto ruido hay en nuestra mente? en nuestro corazón? tal vez lo más venenoso que existe en nuestro ambiente es el resentimiento, yo he visto artritis por resentimiento, lupus por resentimiento, supongo que muchos cánceres que se disparan de una manera incontrolable están relacionados con el resentimiento. Nosotros nos alimentamos de una atmósfera emocional, tenemos un sol interior que es el alma, nos alimentamos de la luz de ese sol interior, el cuerpo físico tiene un tipo de alimento pero nuestra vida toda interna toda tiene también un tipo de alimento que se relaciona con la calidad de nuestras emociones, pero esa calidad de emociones se depura cuando yo decido ser el que soy, cuando soy transparente, cuando no pretendo aparentar frente a ti ni más ni menos de lo que soy; cuando en ese momento te puedo dar aquello que soy, mi vida desde el centro, en ese momento puedo sanar la relación y ese sanar la relación desde ahí implica, que el mundo empieza a sanarse en nosotros. Porque cuando somos transparentes el mundo no está fuera sino dentro de nosotros; somos el universo ; el dolor del universo y todas las guerras se iniciaron en el corazón del hombre y es en el corazón del hombre donde podemos sanar la guerra. En la levedad no existe indiferencia, ni apatía porque la levedad es la plenitud del compromiso, en la levedad siempre vivo en presente y estoy con todo mi ser, con todo mi cuerpo, con toda mi alma en el momento, y cuando estoy en el momento hago un agujero negro en la conciencia, ese agujero negro que es milagroso, es un vórtice de conciencia que entra en el momento del presente. En ese vórtice de conciencia cabe la paz, y cabe el amor; no hay paz sin atención, no hay paz sin presencia en el momento y si no hay paz no puede existir amor; y si no hay amor no hay una genuina relación humana. condición, la levedad, que desde el punto de vista de la tradición cristiana ha sido llamada el estado de gracia, es un estado de alegría interna, de coherencia interior, de transparencia sublime; es como vivir el poema y el arte vivo de la vida desde el interior. Tu estás alegre no porque si o porque no, no porque te den casa, carro y beca; tu estás alegre porque si, aunque tiemble, aunque haya crisis, aunque el mundo se caiga, aunque te duela. Esa levedad se adivina en los ojos del moribundo. Yo veo los pacientes en su fase final que de pronto tiene unos ojos de una chispa de una luz, de una dulzura tan infinita, que yo me pregunto ¿Dios mío dónde está ahora su conciencia? ¿ Dónde existe tanta armonía en el universo? dónde existe tanta luz y tanto amor que pueda transmutar y transformar el dolor de esta manera?. Esa levedad se ve fácilmente en los ojos de un niño que son transparentes; uno se puede mirar en el lago de los ojos de un niño como mirándose en el alma, por eso decimos: los ojos son el espejo no solo del cuerpo sino el espejo del alma, los ojos son un universo terapéutico; hay muchas canciones que dicen: se me quema la piel cuando estás a mi lado o me matas con esa mirada o tus ojos de fuego, esto literalmente es cierto. Con todos los sentidos podemos traducir ese sentido fundamental de la vida que es el amor y el sentido fundamental de la vida es concentrar y consagrar todos los sentidos a ese sentido de vivir con amor. y Lo podemos lograr desde la, levedad, que es gracia.. Yo no tengo que ir con las tarjetas de crédito y entregar todo lo que tengo, pero puedo empezar con los pequeños detalles en este momento, ahora y aquí. Yo no puedo esperar que tumben la ley 100 o que dejen de matar, o que se acaben las zonas de distensión para asumir mi compromiso de sanar la vida. Sanar la vida empieza en cada instante, ahora y aquí en el interior de mi corazón cuando yo asumo el compromiso de atender al presente, de vivir el presente, de ser coherente, de recordarme de mí, de no ser una veleta al viento, de tener conciencia interior, de tener y lograr conciencia de lo que soy. Normalmente nosotros estamos atrapados en el amor infantil, el amor inmaduro. Antes de la madurez del amor le ponemos muchas condiciones a la vida, es como si con toda nuestra actitud, con todo nuestro pensamiento, con toda nuestra vida le estuviéramos preguntando a la vida qué espero yo de la vida y obviamente esa pregunta es mortal, porque si la vida no me da lo que yo espero de ella, soy infeliz, pierdo mi alegría y no tengo levedad; pero si cambio la pregunta y trasciendo desde ese estado inmaduro del amor infantil, en el que creo que la vida me debe y me tiene que regalar, y yo empiezo a plantearme la otra pregunta: ¿qué espera la vida de mí? Esa pregunta es mágica, liberadora, no pregunto qué me vas a dar sino qué te puedo dar en este momento. Como médico, como paciente, como mamá, como papá no puedo dejar escapar el momento para dar lo que yo tengo, para dar a la vida. Y la vida es supremamente sencilla, recibimos de aquello que damos. Si nosotros pedimos a la vida pero no le damos nada a la vida no nos podemos quejar; si yo pido compañía, pero lo único que yo puedo aportarle a la vida es mi propio resentimiento y mi propia miseria pues no tengo derecho a quejarme, realmente cada uno de nosotros tiene algo fundamental para dar. Yo tengo muchos pacientes muy deprimidos, que dicen que no tienen energía pero eso no es cierto; cuando uno hace un análisis de un paciente con depresión, frecuentemente son los que más energía tienen, pero es una energía reprimida, no utilizada. La energía que no empleamos es tóxica, es como el agua detenida que se daña; el agua de la vida, que es amor, está destinada a fluir, para ser corriente pero cuando no es corriente, cuando no se da de beber al otro esa agua se estanca y nos intoxica; nada más tóxico que el amor retenido porque se vuelve un resentimiento, un sentimiento que se vive y se revive hasta que nos destruye por dentro. Cuando no estamos dando nuestra medida, cuando la vida nos ha impedido dar de lo que somos, cuando yo soy un músico y un poeta y me han obligado a ser chofer, cuando en mí hay un Mozart y un Beethoven y me han obligado a tocar un tambor, realmente en ese momento estoy nadando contra mi corriente. Y cuando estoy yendo contra la corriente del alma, la corriente que produce de la nota fundamental de mi vida, me empiezo a desgastar. Así que no es cierto que nosotros tengamos que hacer tantas cosas por la gente. Solo tenemos que enseñarles a utilizar su conciencia, su energía, su propio potencial. Nuestra medicina está enferma de dependencia, los problemas médicos no se pueden resolver desde las instituciones de salud, se resuelven desde adentro no solo desde afuera; las instituciones de salud son necesarias pero si nosotros simplemente despertáramos al otro en la conciencia de lo que es su cuerpo, en su relación con la naturaleza, se acabarían el 70% de las enfermedades crónicas y si el 70% de las enfermedades crónicas que vienen de un estilo inadecuado de vida se acaban, nos sobraría plata en los sistemas de salud. Entonces qué hacemos aquí cogiendo pacientes y sacándolos río abajo para darles respiración boca a boca en lugar de ver quién los tira río arriba desde el puente. Estamos perdiendo el tiempo realmente. Nuestra medicina debe transformar su esencia misma, en el seno de una nueva cultura que trascienda un sistema consumista de dependencia, para que rescatemos la responsabilidad dentro de cada cual y despertemos a esa nueva crisis que se llama la crisis de responsabilidad. CAPÍTULO 5 Existen entonces 3 crisis: de sensibilidad, del despertar y la crisis de la responsabilidad. En la crisis de la responsabilidad yo sé que yo no termino en mi piel, yo sé que mi proyecto de vida no termina en mi propio territorio, yo sé que el poder no lo da el territorio. Vamos a mirarlo en otra perspectiva, la del mundo de la ilusión. Hemos identificado la vida y el sentido de la vida primero con el cuerpo, entonces estamos tan felices y jóvenes como nuestro cuerpo o tan infelices y arrugados como nuestras arrugas y nuestra edad y nos identificamos con la imagen que se refleja en el espejo. Es terrible, pues construimos una cultura que concluye en el gimnasio y los cuentos de la eterna juventud. Nos olvidamos de la calidad de la vida; somos esclavos de la máscara, del cuerpo, de la apariencia, de la chequera, del carro, de todo eso... esa es la primera gran ilusión y la primera gran confusión. La segunda confusión es pensar que el sentido de la vida viene del deseo, entonces nos dedicamos a complacer el deseo, a obtener placer, es la vida del placer, y mientras más placer buscamos, más insaciables nos volvemos hasta que caemos en la total dependencia del placer y somos aún mas infelices. La pregunta no es la de si algo nos genera placer, sino la de sí a la larga nos hace felices. La tercera gran confusión es la esclavitud del éxito y del poder. A mí me maravilla ver como tantas personas se suicidan en el pináculo del poder, a mí me sorprende ver como las estadísticas más recientes sobre suicidios, en personas jóvenes tu les preguntas: ¿tenías una compañera?, si tenía una compañera, ¿tenías una familia?, si tenía una familia, ¿tenías salud?, si tenía salud, ¿te iba bien en la universidad?, si me iba bien en la universidad, ¿entonces por qué atentaste contra tu vida?, responden: porque mi vida no tenia sentido. No basta tener una compañera, no basta tener salud física, no basta tener todas las complacencias, no basta tener toda la riqueza externa; a veces nuestra principal riqueza es nuestra pobreza; a veces la pobreza es el entrenador que nos puso la vida para poder crecer; a veces nuestra principal pobreza es la ausencia de crisis que nos confrontan, que nos sacuden, que nos digan estamos vivos. Que viva la vida aunque la vida a veces se rubrique con la muerte, pero estamos vivos y la vida es conciencia. Tenemos esas crisis pero esas crisis nos conducen a una crisis mayor que es la crisis de sentido, y la crisis de sentido es descontextualizar nuestra vida de la historia, del propósito de nuestra evolución, del propósito como humanidad. Cuando viene la crisis del despertar empezamos otra lectura del mundo, esa lectura ha sido denominada por las grandes tradiciones lectura espiritual. La lectura espiritual no es solamente ir a leer la Biblia o el Corán sino a leer en cada evento la cualidad detrás de las apariencias. Detrás de tus ojos negros o verdes, o jóvenes o viejos existe el amor, detrás de tus arrugas hay una belleza infinita que no es la belleza externa que se mide con una cámara fotográfica, sino la que se siente desde el corazón. Cuando se empieza la lectura espiritual se empieza a ver que detrás de cada apariencia hay una cualidad amorosa, que cada cosa tiene un significado; empezamos a ver que la belleza no es la proporción de las formas externas sino aquello que conmueve el corazón. Bello es lo que toca el corazón, lo que genera armonía interior y esa armonía trasciende la edad, trasciende el tiempo, trasciende la forma; es algo relacionado con el alma, con la cualidad de cada cosa, es el perfume en cada flor, es el sentimiento que te evoca una rosa; es el sentimiento del paisaje no la descripción de las hojas o la química del paisaje, es la música del viento que arrulla tu corazón. Empezamos entonces a entrar en el código del sentir y el código del sentir es un código de responsabilidad que nace del corazón. Aquí vamos a hacer un pequeño paréntesis para hablar del código del corazón, que fue a lo que vinimos hoy. El corazón no es una bomba, así lo hemos descrito desde el punto de vista físico, se piensa con el corazón, el corazón es un órgano con conciencia, el corazón representa en nosotros la ley del amor que es la ley del dar; todo lo que el corazón recibe lo da transmutado, toda la sangre venosa transmutada en sangre arterial es bombeada segundo a segundo a todas las células del cuerpo. El corazón acaricia con su música todo el cuerpo, no solo con su sangre también con su música, él produce un sonido tan especial que cuando a los niños quemados les ponen el sonido del corazón de su madre, a través de un audífono, se les quita el dolor y se bajan mucho las necesidades de morfina y analgésicos porque lo vuelve a poner en resonancia con esa memoria trascendental del amor. El corazón produce una onda electromagnética que es como música, que acaricia todas las células; el corazón produce una onda de presión, el corazón produce muchas ondas electroquímicas. Se han descrito siete patrones de resonancia global que bañan segundo a segundo cada célula desde el corazón. Cuando yo tomo el electrocardiograma en el abdomen de una madre, de una mujer que está en embarazo, al quinto mes me encuentro una cosa muy simpática; veo el electrocardiograma de la madre, y a caballo sobre la onda materna, el electrocardiograma del bebe. El electrocardiógrafo es un instrumento en el que eliminamos el ruido de otras ondas eléctricas y las filtramos para solo tener la onda electrocardiográfica. Sin embargo, si yo quito los filtros de lo que llamamos “ruido” y pongo un electrodo del electrocardiograma en la cabeza, ¿qué voy a ver?. Registro la onda del electrocardiograma y sobre esa onda, a caballo, la onda del electroencefalograma, todos los ritmos del cuerpo desde el punto de vista eléctrico van a caballo del electrocardiograma. El electrocardiograma es alrededor de 5000 veces más potente en su emisión eléctrica que la emisión eléctrica del cerebro, el registro electrocardiográfico se puede registrar con aparatos sensibles a mas de tres metros de distancias. Literalmente te estoy envolviendo con mi corazón cuando tú estas frente a mí, pero lo más importante no es eso. Lo más importante es que el electrocardiograma, el ritmo electrocardiográfico está directamente en relación con mi estado de conciencia. Hay una cosa muy linda en investigación en la nueva cardiología que se llama la coherencia cardiaca, la cual consiste en que cuando una persona experimenta un estado de amor impersonal, su ritmo cardiaco se sincroniza totalmente y sincroniza el electroencefalograma. Porque en el electroencefalograma a veces van ondas beta por aquí, alfa por acá, es como un mercado persa donde todo el mundo grita, es la loca de la casa que barre en todas las direcciones. Nuestro pensamiento es totalmente desordenado, pero cuando se alcanza ese estado de coherencia en que hay una sincronización interhemesferica, se alcanza también un estado de coherencia de toda la emanación energética; porque nosotros emitimos energía, yo emito luz en el sector infrarrojo, ultravioleta y muchas longitudes de onda del rango invisible. Yo puedo hacer una medición de esa luz que estoy emitiendo, permanentemente estoy bañado por luz que entra y que sale de mi organismo. Pues bien, cuando todos los estados entran en coherencia, el hombre puede producir una onda sanadora, esa onda se puede medir sobre cultivos bacterianos, es decir no es un asunto de sugestión, porque yo no puedo sugestionar una bacteria. También sobre cultivos de hongos, se puede medir, sobre el ADN, que es el computador central del código genético. Nuestra biblioteca genética está contenida ahí y una persona amorosa, es decir entrenada en este sentimiento de afecto impersonal, puede producir en laboratorio una polemirización o una despolemirización de la cadena básica del ADN, de la doble cadena del ADN; o sea que estamos hablando de algo trascendental. Si eso ocurre invitro ¿qué no ocurrirá ¿en vivo?. Pero vamos aún mas lejos, existe un libro muy bello del cardiólogo americano, Paul Pearsall que trabajaba todo el asunto de los transplantes, titulado “El Código del Corazón”. En ese libro él empieza a registrar cosas bizarras con los transplantes del corazón ya que alrededor del 10% al 15% de los pacientes transplantados del corazón experimentaban sensaciones y comportamientos absolutamente desconocidos para ellos y para sus familias. Paul Pearsall demuestra cómo el corazón tiene un código de conciencia que se puede transferir; los tibetanos lo conocen hace mucho tiempo. Hace 1700 años, en sus practicas terapéuticas esenciales está el powa, que es el arte de morir, pero también el arte de transferir la conciencia. En el mundo científico occidental empezamos a ver la realidad del código del corazón, a ver que hay una ciencia, que es la ciencia del amor. Podemos preparar nuestro cuerpo para el amor, podemos preparar nuestra fisiología para el amor; hay dos fisiologías básicas: una fisiología de fuga o una fisiología de amor, la fisiología de amor es de apertura. Yo estoy abierto al mundo, a la vida, a ti; soy un surco para que se siembre la semilla de la vida; la fisiología de fuga, es la fisiología del temor y ahí no puede existir el amor. En una conferencia que Paul Pearsall daba, aparece una siquiatra y comenta una experiencia que hizo llorar a todo el mundo, confirmando lo que es la transferencia de la conciencia. Una niñita de alrededor de 7 años fue asesinada, su coranzocito fue transplantado a otra niñita de más o menos la misma edad, poco después del transplante la niña transplantada empieza a experimentar pesadillas sobre el asesinato, tan vívidas que describía al asesino, y esta siquiatra y su familia llamaron a la policía; gracias a la descripción de esta niña fue posible capturar y hacer confesar al asesino. ¿Dónde está esa memoria? A un paciente no se le dice de donde viene su corazón, si era viejo, joven, que hacía, en fin por obvias razones éticas, pero dónde existe esa memoria?. Sin embargo no es una memoria única. Que podrá ocurrir en vivo cuando mi corazón y tu corazón, como dos péndulos, se sincronizan, cuando yo puedo enviarte la onda coherente del amor para sincronizar energéticamente tu vida. ¿Que milagros pueden ocurrir en la época en que la ciencia empieza a rescatar el amor en términos fisiológicos, en términos sociológicos y la teología la empieza a rescatar en términos del alma, del cuerpo místico de Cristo, del alma colectiva?, realmente nosotros estamos en un proceso permanente de transplante de energía, eso es la responsabilidad. Yo quisiera ver a alguien fuerte y vigoroso acá, para hacer un simple test bioquinético, es muy sencillo. Yo voy a tratar de bajarte la mano y tú a tratar de que no baje, vas a hacer toda tu voluntad de que no baje la mano, y yo voy a tratar de bajártela con dos dedos de mi mano izquierda. Ahora ustedes simplemente imagínense que este es un pobre enclenque, que no tiene fuerza, y él va a tratar de resistir todo lo que pueda sin poder lograrlo. Ahora piensen que tiene mucha fuerza y verán que es imposible bajarle la mano. En un simple pensamiento banal, jugando ustedes no saben las cosas que tienen que ocurrir desde el punto de vista neuropsicológico. Los millones de circuitos, etc. pero cuando un pensamiento tiene un sentimiento es mucho, mucho más penetrante. Cuando ese sentimiento es de odio tu puedes estar en París pero con seguridad desde la conciencia mi odio allí donde esté, te toca y mi resentimiento también. Por eso cuando la gente está en el lecho de la muerte tiene tan urgente necesidad de perdonar, de bendecir, de ser perdonado, porque esto es desde el punto de vista energético totalmente real. Estamos inmersos en un mar de conciencia colectiva, no se necesitan transplantes físicos, literalmente los unos y los otros estamos intercambiando y procesando información. Yo veo que cuando las bombas y asesinatos se disparan empezamos a tener hipertensiones y úlceras, porque la gente está respirando una atmósfera emocional envenenada y tenemos nosotros que ayudarles a despertar su ternura y su amor y su compasión en lugar de su miedo, para que puedan procesar este tipo de cosas. Una úlcera producida por temor, o un lumbago producido por temor, que es un evento muy frecuente, no se puede curar con antiácidos o aspirinas o cosas de esas; se cura curando el temor y el temor se cura con amor, y el amor surge cuando despiertas la responsabilidad sobre ti mismo. Vemos en un caso de transplante de corazón un evento simpático, hay un esposo que recibió el corazón, en un transplante especial en el que los dos quedan vivos, porque al donante le sacan el corazón y el pulmón, es lo que se llama transplante corazón pulmón, tenia los pulmones malos pero su corazón bueno, entonces le pasan el corazón y el pulmón de otra persona, pero como el corazón de este primer receptor estaba bueno, a su vez lo pasan a otro, de tal manera que los dos quedan vivos tanto el donante como el receptor; lo especial de este caso es que este hombre después de recibir el corazón cuando hacia el amor con su esposa, la llamaba por otro nombre, el nombre era el de la esposa del otro. Dónde está esa memoria, porque obviamente no los habían reunido, pero empiezan a descubrir cosas mas sutiles, como por ejemplo los gustos alimentarios. Este hombre no podía ver los fideos y ahora es un amante de los fideos, cuando era el donante a quien le encantaban. El otro caso de un señor de esos que escucha Beethoven, la música clásica, que le ponen el corazón de un joven muy alegre y empieza a vivir la experiencia de que ya la mujer no se lo aguantaba escuchando música metálica, y si este señor en su vida no había escuchado música a metálica. Como les digo no siempre ocurre; solo en un 10 ó 15% de los casos de transplante pero es bien especial. Existe otro caso muy famoso de un marido muy contento porque su mujer había cambiado los hábitos sexuales, se volvió muy contenta y muy activa, entonces él era el gran beneficiario, sin saber que su esposa había recibido el corazón de una prostituta. Ustedes ven cómo estamos manejando algo que se refiere a la esencia misma de la ciencia, que la ciencia es la primera en conmoverse al encontrar estos hallazgos y hay que manejarlos con responsabilidad, no hay que hacer una mitología de estos, ni hay que oponerse al transplante. A lo que yo quiero que lleguemos es a ese mensaje básico de que todos estamos en ese intercambio de energía de tal manera que todos somos responsables de todos, desde el pensar, desde el sentir, desde el actuar, desde la acción y desde la omisión, también desde aquello que yo deje de hacer puedo herirte y puedo dañar mi corazón. CAPÍTULO 6 Bibliografía sugerida: Hace tiempo escribí un libro sobre las experiencias del Chocó, se llama “Un arte de curar, aventura por los caminos de la bioenergética” de la editorial norma. Este libro tiene varios capítulos sobre los Chakras, sobre la energía, sobre la sanación espiritual, pero la primera parte es la vivencia de la sanación en el Chocó, de estas cosas que hemos tratado hoy. Otro libro es “El código del corazón” del norteamericano Paul Pearsal. Para ir más a fondo hay dos libros muy lindos que son “la trama de la vida”, y “El punto crucial” de F. Kafra Para personas que trabajan con la muerte hay uno que les aportará mucho soporte y calor en su trabajo, desde la civilización que más ha estudiado el proceso de la muerte que es la civilización Tibetana. “El libro tibetano de la vida y de la muerte” de Sayal Rimpoche. Otro libro “La muerte un amanecer” Elizabet Kübler Rooss. Luise L . Hay, “Tu puedes sanar tu vida”. Hay muchos libros más, pero lo importante es no convertirnos en intelectuales en esto, estamos tan llenos de ruido que a veces creemos que el sendero es un sendero espiritual pero yo me digo que un buen campesino con un recorte de prensa y una pequeña oración que vive desde su corazón realmente puede ir mucho más lejos que un teólogo muy sabio que no tiene sino orgullo y que no puede ceder a su corazón. Se trata que desde donde estemos hagamos aquello que somos, lo que podemos hacer; no tenemos que ser mejores ni ser expertos; este es un nuevo código, es la vivencia del sentir lo que nos aproxima más a nuestro origen y a nuestro destino. Una oración que no se siente viva en el corazón, no es una oración porque oración es elevar el corazón a Dios; pero si yo no la siento en el corazón, si no es con todo el sentimiento, realmente no está llegando a su objetivo. Hay un curita muy lindo, el Santo Cura de Ars, un hombre muy santo de una pequeña población de Francia que veía a un campesino que llegaba a orar y se pasaba horas y horas; pues el curita se sorprendía porque cuando él ya estaba cansado de orar el campesino seguía allá, entonces él se preguntaba porque éste hombre demoraba tanto, cuántas oraciones haría, y entonces se acerca y le dice "usted" qué es lo que hace”, qué le reza? y el otro contesta: “yo no le rezo”, y entonces qué hace acá todo el día”? yo lo miro y él me mira”. Cuando nosotros miramos a la vida de frente, desde los ojos proyectando nuestro corazón y la vida nos mira, eso es suficiente; lo que pasa es que no miramos la vida porque andamos con expectativas intelectuales sobre qué es el sendero. Vamos a emprender ahora juntos un camino, yo sé que es largo y voy tratar de dárselos un poquito condensado, más desde el sentir. Para mí lo importante no es que entiendan sino que comprendan, que vibremos juntos porque si queda sembrada una pequeña semilla en el interior, una semilla que yo llamo semilla de eternidad del amor, en que nos sintamos todos una, que germine en una red, red, una hermandad del alma, realmente hemos cumplido el propósito del seminario y yo me iría muy feliz. Vamos a verlo entonces así: tenemos 3 crisis sensibilidad = conmovernos, despertar = ser consciente de nosotros, responsabilidad = ser conscientes de los otros. Esas 3 crisis realmente nos llevan a entender que el universo se expande cuando nos entregamos y realizamos la unidiversidad que consiste en aceptarte tal como eres: guerrillero, paramilitar, mafioso, yo te acepto como eres, no te puedo rechazar. Si yo quiero que te transformes tengo que aceptarte porque nada que no se acepta, se puede transformar, si yo no tengo un punto de partida, no puedo tener un propósito ni un objetivo. Yo te acepto en mi corazón como eres, yo estoy aquí no para juzgarte, no estoy aquí para hacer una paz que es una nueva trinchera de la guerra, una paz desde el juicio no es una paz, estás aquí en mi corazón. Un guerrillero frecuentemente tuvo un padre asesinado, no tuvo una mamá, un soporte relacional, tiene conflictos con la autoridad, con la justicia y está gritando desde su corazón. Es un dolor desgarrador, no es su fusil, es su corazón el que se dispara, ustedes se imaginan el dolor infinito que hay detrás de aquello?. Yo recibo una paciente y me dice: le voy a contar algo que nadie sabe, esa señora llevaba alrededor de 10 años de psicoanálisis y yo le digo: ¿Cómo me va a contar algo que no le ha contado a nadie después todo ese tiempo? lo único que hice cuando entró es que adiviné tal dolor que me abalancé, la abracé, la tuve en mi hombro hasta que lo empapó y después se sentó. En un minuto de abrazo hicimos lo que no se había hecho en 10 años de psicoanálisis y me dice. Doctor mi padre y mi madre fueron asesinados delante de mí, pero ese no es el problema porque todo el mundo lo sabe, lo que ni mi familia sabe es que a mí me violaron y delante de mí violaron a mi madre. Ustedes se imaginan el infinito dolor del alma de haber vivido eso, después de haber sido una persona espiritualmente elaborada y cultivada? Yo le pregunté: “quién fue el violador” ? varias veces le pregunté; luego le preguntaba: “y quién fue la víctima” ? y decía “yo doctor” y lloraba, y yo le repetía la pregunta, y después de repetirle la pregunta me dijo: “la víctima es él” y empieza a decirme cuánto dolor detrás de esa vida, cuánta ignorancia, cuánta aversión, cuánta persecución para haber llegado a ese extremo porque no es él, y es ella la que me dice, no es él el violador, él se viola, el viola su conciencia, él es la víctima, él se destruye, al fin y al cabo a mi me violaron el cuerpo pero el alma mía no me la pueden violar. Muchas gracias doctor, me dijo y salió de la consulta. Hace un tiempo me llamó y es una mujer dinámica, feliz, que no toma antidepresivos. Realmente es nuestra visión del mundo; cuando nosotros no vemos el mundo desde el alma somos forzosamente víctimas y desafortunadamente somos víctimas de otras víctimas. El guerrillero es víctima, el paramilitar es víctima, ambos son víctimas de una sociedad, de una situación social que se repite en cadena y en última instancia tendríamos que buscar chivos expiatorios, desde Adán y Eva y en la cadena de la creación, pero se trata es de aterrizar en el presente. Yo no puedo seguir siendo la víctima ni de mí, ni de otros, ni de otras víctimas, porque cuando yo me revelo como lo que soy me puedo manifestar como un hombre o como una mujer con todo mi potencial. El problema es que nosotros no hemos regresado a la unidad, porque digo “yo soy el doctor”; terrible, yo no soy un doctor, soy un hombre, yo tengo un piso, un soporte relacional; detrás de mí hay un hombre, un poeta, un papá, una mamá, un hijo, alguien vulnerable, alguien que llora, alguien que necesita ayuda, todo ese contexto relacional infinito que hay detrás del corazón de un hombre. Pero cuando yo soy un doctor no me puedo acostar con mi mujer porque una mujer no puede amar a un doctor en la cama; ama a un hombre, no me puedo arrodillar frente a un hijo porque si en mi corazón hay un doctor, un gerente o un militar, realmente yo no me he quitado la corbata para acostarme. O sigo siendo el padre cuando estoy de gerente y pierdo la fluidez y si la pierdo he perdido el poder, el poder es el poder del regreso, es el hijo pródigo que regresa al padre, pero no el padre metafísico en los cielos sino al padre en la conciencia céntrica del corazón que es unidad. El padre es unidad, yo salgo al mundo, me revelo al mundo, y regreso a mi interior y en mi interior vuelvo a alcanzar la síntesis; nuestra civilización es una civilización de una falsa identidad en la que Yo me identifico con el rol. El rol es el actor en mi, el papel que estoy jugando; yo juego el papel de médico pero detrás estoy yo, el problema es que jugamos el papel dramático de ser víctimas en la vida y nos confundimos con ese papel, entonces digo, soy el gerente, el doctor, el fracasado o el deprimido y creemos que ese es el ser, esa es una falsa identidad. Cuando la sicología nos dice es que hay que asumir la identidad yo digo cuál identidad? La identidad de la máscara es la desidentidad total, ¿eso es lo que somos?. De una personalidad fuerte frecuentemente se refiere a la capacidad de arrollar a otros, de juzgar a otros, de ser intolerante, dominantes y separatistas; eso no tiene nada que ver con una personalidad fuerte. Una personalidad fuerte es la que tiene un carácter dulce, un buen carácter. Un Santo triste es un triste santo, no se puede llegar al sendero de sí mismo con un mal carácter, yo no puedo pretender espiritualidad, si tengo un mal carácter, pero si el carácter es el vehículo del alma, si yo necesito un buen carácter y un buen carácter es el carácter vulnerable, fluido, flexible, adaptable, tolerante. Yo hablo del código VHF que contiene las condiciones del buen carácter: La Vulnerabilidad y decir mi fortaleza no es mi rigidez, es mi vulnerabilidad, yo prefiero ser blando y fluido como el agua y no rígido y duro como el cristal que cae y se quiebra, eso es construir el carácter. En segundo lugar la letra H es la humildad, el mar es mar, porque está debajo de los ríos, el humilde será ensalzado, eso es sabiduría permanente, perenne, no es un invento; pero lavar los pies del otro literalmente significa eso, es servirte porque la jerarquía humana es la capacidad de servir, no es la capacidad del poder, del placer, del tener sino la capacidad de servir. Dime cuánto vales como hombre, vales cuánta mayor sea tu capacidad de servir y servir es ser más mar que río, ser más agua que gota o que nube o que hielo, si somos el agua de la vida, para qué nos envanecemos? si unas veces somos nubes y otras veces ríos y otras veces nieve o hielo, de todas maneras somos de la esencia misma del alma, que es el agua abundante de la vida; es eso lo que somos y cuando yo sé que tú también eres agua abundante de la vida, que también eres esa sustancia esencial que me contiene y que te contiene entonces ya no me envanezco porque tú eres mi maestro. Cada hombre con el que te encuentras es tu maestro, cada relación con la que te encuentras aportas siempre una lección, pero esa lección solamente es posible conquistarla desde la humildad, si yo soy humilde, si no soy el maestro o el profesor sino el aprendiz. El verdadero maestro es el aprendiz del otro, el que ve la chispa divina en el otro, el que ve que tú eres carne de mi carne en el sentido que eres esencia del cuerpo místico de Cristo en mi, que eres la cualidad de la conciencia crística. Es el alma, aunque seas un mafioso, aunque estés vestido de harapos, pero hay almas que se visten de harapos hasta que descubren que esa no es la apariencia normal del alma, y hay que darles la oportunidad de que se reconozcan, de que se miren su vestido y que vean de qué están vistiendo al alma, que se están confundiendo con el instrumento y el instrumento del alma es el cuerpo, la mente y las emociones. Pero el alma es esa mente superior, es esa chispa divina en nosotros, por esa razón lo primero en nosotros es esa desidentificación, es la primera parte del camino del amor y de la ternura. En el inglés existe el verbo ser o estar, pero es bien importante distinguir el ser del estar, porque cuando yo confundo el ser con el estar, toda mi vida entra en un sendero de confusión; entonces, yo le digo al niño, es que usted es un bruto, usted no es un bruto, acaba de hacer una brutalidad, pero yo le digo al niño yo a ti te quiero, tú eres un alma, tú eres el amor, tú eres mi hijo, pero no acepto lo que haces porque te estás destruyendo, porque eso no hace parte de tu esencia. Yo rechazo lo tuyo, tu violencia, no la acepto porque no es parte de tu esencia, tu esencia íntima es paz, amor y libertad, pero tu no lo sabes; la vida no te ha dado esa oportunidad de descubrir esa verdad en tu corazón, porque la vida te ha acosado y yo también a través del juicio te he acosado y te he marginado. Ven yo te doy la oportunidad, adicto o guerrillero, o paramilitar o gobernante. Yo te doy la oportunidad y te abrazo y al abrazarte te doy de mi fuego y al darte de mi fuego yo te digo: tú no eres guerrillero, tú eres un hombre, tú no eres paramilitar, tú eres un hombre. En este punto nos encontramos cuando nos contraemos a nuestra unidad esencial, cuando nos reducimos a nuestro mínimo común denominador, cuando nos quitamos los títulos, subtítulos y acondicionamientos que la vida nos ha puesto. Cuando vuelven a nacer a nuestra desnudez en la oscura noche del alma, cuando yo soy capaz de aceptar mis limitaciones, mis dudas, mis desesperanzas y me acepto no como él debería ser de un gigante, ni tampoco como el enano; sino como aquello que soy; en ese momento empiezo a ser el maestro de mi vida y en ese momento empiezo a revelar desde el interior algo fundamental que es el alma. El alma no es una cosa metafísica, todas las cosas tienen un alma, cada uno de nosotros tiene un alma. El anima mundi, el alma del mundo, la cualidad del mundo es el amor, es la condición que reúne las moléculas, que ata los átomos, que forman los tejidos, que forman la humanidad, la tierra y las galaxias; que explica la ley de atracción magnética, la ley de gravitación universal, la fusión nuclear. Existe una ley fundamental que es la ley de la cualidad que va más allá de la materia, y de la apariencia. Es la ley del alma. Nuestra cultura será una cultura del alma o no será. Una cultura de fusión, una cultura de síntesis, una cultura del amor, que el amor no va a ser solamente la poesía, el amor va a estar en la ciencia, en la filosofía, en el arte, así como el rojo, el amarillo, el azul y el verde están en la luz blanca condensados y resumidos. De la misma manera nuestra religión va a ser una religión de síntesis, nuestra ciencia va a ser una ciencia de síntesis, no va a ser una ciencia para los iniciados, sino una ciencia de toda la humanidad y para toda la humanidad y es en esa nueva cultura que llamamos la cultura de la conciencia o la nueva cultura en la que, como humanidad, como red humano, todos nosotros estamos entrando en este momento. Yo quisiera concluir el seminario diciendo que hay un templo interior y ese templo interior es el alma. Existe un maestro interior, existe un reflejo de Dios en nosotros, existe un sabio en cada uno de nosotros, existe un hombre intuitivo, una mujer intuitivo y creativo o creativa en cada uno de nosotros. Existe alguien capaz de la madurez de la soledad, alguien capaz de la impersonalidad pero también de afirmarse en la plenitud del compartir, cuando participo con los otros y ese alguien, ese maestro interior, es el alma. Es que nosotros llevamos buscando a Dios en la estratosfera o en las escrituras pero está inscrito en el corazón del hombre, está inscrito en nosotros. Es el amor vivo en nosotros que surge y se vitaliza cuando nosotros podemos expresar ternura, ahí está Dios, no hay que buscarlo más allá. La lectura espiritual implica devoción a ese maestro interior y ese maestro interior es también un Dios inmanente, es un niño Jesús interior, es alguien desnudo y vulnerable que nace en la noche de la Navidad, en la noche oscura del alma porque el 24 de diciembre son todas las medias noches en que yo soy consciente de mí y desde esa conciencia comulgo con la creación y hago que Cristo habite en mi corazón. El templo está ahí en mi corazón; el alma habita en cada una de mis células, en cada una de mis enzimas y mis moléculas, viaja por todos los fotones y los electrones, dinamiza toda la física. El alma es lo que ve por mis ojos, es lo que siente en mi piel, es la caricia que se conmueve, es lo que escucha por mis oídos. Cuando un ciego de nacimiento hace una muerte clínica y después cuando vuelve describe hasta el color de la corbata de los que le hicieron la resucitación, quién es el que ve en él?, ¿qué es lo que en nosotros ve?, no es una cámara fotográfica, ni los pigmentos de la retina ni el tracto óptico ni la corteza occipital. Es el alma lo que en nosotros ve, lo que en nosotros siente, oye, gusta, lo que huele la vida; el alma es el sentido en los sentidos. Ahora en esta civilización de síntesis que es una cultura del alma empezamos a invertir el proceso. Antes íbamos detrás de los sentidos y vivíamos una vida para los sentidos y ahora desde los sentidos regresamos al sentido total y de síntesis, aquí en el centro donde desde la diversidad, sin negarla, afirmamos nuestra unidad esencial y esa unidad esencial es saber que el guerrillero o el adicto es mi hermano en el alma, que en el alma somos uno; que tú también eres un proyecto de la creación, aunque lo ignoras tú eres un proyecto necesario a toda la creación. Tú eres una molécula de agua, de vida en el río de la conciencia cósmica; entonces por eso te miro como mi maestro, por eso siempre tienes algo qué darme y algo qué enseñarme, por eso me inclino ante ti y te saludo; es decir, te doy salud y darte salud es integrarme contigo y recordar tu integridad esencial. Ese es el arte de vivir el amor y la ternura en la vida cotidiana, pero para eso, entonces, tenemos que desarrollar una devoción ardiente a ese maestro interior, el alma. ¿Por qué buscar la luz afuera, por qué buscar una linterna afuera si tenemos una llamarada de luz dentro de nuestro corazón? Porque es que la vida, no es un recipiente para llenar sino que es una tea para encender, esa es la diferencia; es desde adentro, con la llave de la ternura, la ternura es la llave maestra de todas las puertas, derrite todas las fronteras, todos los hielos, yo la llamo el pasaporte universal, nada se resiste a la ternura. Al análisis, al intelecto, a la ciencia todo se resiste, pero no existe ninguna frontera del mundo que se pueda cerrar a la ternura porque la ternura te derrite por dentro, te derrite el hielo, literalmente te incendia, te coge desprevenido. La ternura es total, es un sentimiento que parte de la totalidad de tu cuerpo, de tu conciencia, es una expresión del alma desprevenida, inocente y fluida, esa es la ternura y esa ternura es la clave de la totalidad en tu vida; tener salud es ser total, es ser íntegro y esa integridad no existe separada en ti, existe cuando yo puedo reconocer la danza de la creación en la flor, en tus ojos, en el pájaro que canta y en la música del mar. En ese momento yo estoy rescatando mi integridad, mi totalidad en el plan de la creación continua que soy yo. La vida es un proceso continuo de aprendizaje que no es posible sin humildad, que no es posible sino desde el servicio. Toda la naturaleza sirve “de corazón”. Que las manos proyecten el corazón y el corazón cante en la palabra, y así la vida sea como música del alma. Cuando así la vida se vuelva proyección del centro, la vida es conciencia, es síntesis, es totalidad amorosa, es ternura, es fluidez, es integridad, es salud. La devoción al alma es devoción al Dios interior. Hay un Dios interior un Dios trascendente y un Dios inmanente pero son uno el reflejo del otro, el uno y el otro son el mismo. Dios que se expresa como su danza, la danza es la naturaleza, pero yo no puedo decir que el danzarín sea la danza. La danza es una expresión del danzarín, la naturaleza es una expresión de Dios, esto es inteligencia activa, la inteligencia activa de la creación en movimiento, en cada cosa, en cada piedra, en cada átomo. En eso los indios cunas eran sabios porque a mí me enseñaron que el bosque canta, que las piedras cantan, que el agua tiene vida, que todo hace parte de la sinfonía de la creación. Cuando empezamos a ver, más allá de las piedras, la inteligencia de Dios proyectada a la naturaleza como su danza, cuando entendemos que esa naturaleza del creador tiene una cualidad sensible, que se expresa a través de sentimientos, que se condensa a través de sentidos y que incluye un sentido, empiezo a descubrir el alma de cada cosa, empiezo a descubrir el alma en ti, no tus arrugas, ni tu tamaño, ni tu vestido, ni tu plata, ni tu cultura sino el alma que es aquello de universal que tu tienes que se aproxima a mi vida y cuando vemos que Dios también es propósito. CAPÍTULO 7 Nosotros de pronto hacemos la historia de los pacientes, pero los pacientes no tienen solo historia tienen propósitos; la enfermedad tiene un sentido no solo una historia. Nosotros hablamos de la causa de las cosas porque vivimos congelados en el pasado pero las cosas tienen futuro, van para alguna parte, la enfermedad tiene un sentido, un propósito, una dirección que yo tengo que aprender también; es necesario preguntarse no por la causa de las cosas solamente sino también por el sentido de las cosas para integrarlo sincrónicamente en la cualidad que es el amor, nosotros hablamos de la ley del 3, o de la Trinidad, del Padre, de la voluntad, del propósito de la creación; del Hijo, el amor, el testigo, de la madre, la inteligencia y la creación, del templo del Espíritu Santo. Realmente estas son cosas que están metidas en todas las filosofías, en todas las religiones, en todas las concepciones del mundo y podemos prolongarlas hasta la molécula en una concepción de síntesis, pero empezamos a ver que desde la cualidad, desde el hijo, el padre y la madre se encuentran. El hijo la conciencia, es la chispa que sale, que brota cuando el padre, el espíritu, fecunda a la madre, la materia, y los tres son una unidad de conciencia en el hijo, el testigo, pero esa unidad de conciencia es lo que ocurre cuando en mis relaciones con los demás yo descubro un actor, un principio activo y un principio de referencia pero descubro la relación, la conciencia es relación, entre tu y yo estoy yo, estas tu pero se genera un hijo que es la conciencia, se genera algo milagroso que es conciencia de nuestra existencia; tú te miras en el espejo de mi vida, yo me reflejo en el espejo de tu vida, tu permites que yo me conozca, yo permito que tú te conozcas así nos conocemos y en ese conocerse de la relación salta esa chispa de vida amorosa que es conciencia. En ese momento puede nacer la ternura y en ese momento se realiza la síntesis que es nuevamente regresar al centro. La vida es como una rueda y esa rueda tiene radios y tiene una periferia ella va girando a toda velocidad; cuando nosotros estamos en la periferia de la identidad, es decir en los roles, nosotros estamos sometidos a una fuerza centrífuga terrible, si la vida esta girando y yo estoy agarrado en la periferia realmente la vida me alcance solamente para sobrevivir, para agarrarme, para no caerme; pero si yo vivo la vida desde el arte de regresar al centro que es el sendero del discípulo, el sendero de la conciencia, siendo este un centro de conciencia, yo conquisto la vida. Así mismo podemos comparar la vida con un velero que gira, que va con un timón que va dirigiendo la dirección de la vela según el viento y según la corriente; pero si el velero se vuelca no es culpa de la vela, no es culpa de la corriente, no es culpa del viento. Dónde está el timón, la dirección? Dónde está el sentido, el propósito?. Irremisiblemente vamos a llegar allá donde nos dirigimos, no nos podemos quejar pero si la naturaleza nos ha regalado la tormenta y el relámpago, el viento y la corriente y ese viento de la crisis frecuentemente es el agente que nos permite dirigir el timón para llegar más rápido a nuestro objetivo. Para trasmutar la calidad de la vida, qué hacemos aquí quejándonos del viento, de la corriente, de la historia cuando la historia nos puso precisamente aquí a aprender la lección que vinimos a aprender y esa lección siempre es una lección relacionada con el amor, o sea correctas relaciones humanas. Podemos reducir toda la filosofía, buena parte de la religión, la ciencia, la cultura de síntesis a eso: conquistemos relaciones humanas basadas en la comprensión amorosa no en el juicio ni en el separatismo; practiquemos la ciencia de la inocuidad, de la inofensividad que es la ciencia sagrada, de la medicina, el arte de la no resistencia. Lo que me hiere no es tu agresión, lo que me hiere es mi aptitud frente a tu agresión, lo que me hiere es mi resistencia. Cuando yo resisto el fuego el fuego me quema, es un asunto de conciencia, mucha gente camina sobre el fuego sin quemarse, se atraviesa espadas sin herirse, porque desde el punto de vista emocional es nuestra resistencia, es nuestra critica, es nuestro rechazo al otro, lo que genera nuestro dolor y nuestra herida y nuestra oposición. Miremos que cuando yo me miro en tu espejo y te rechazo, realmente yo no te rechazo a ti estoy rechazando algo que en mi no he podido conquistar, estoy rechazando mi propia intolerancia, estoy revelando mi propia intolerancia. Las relaciones son la oportunidad sublime para conocerse, dime con quien tienes problemas en tu relación y te diré que problemas no has resuelto en tu vida, vi la vida te regalo ese maestro para que aprendas la lección, es lo que se llama el pinche tirano. Frecuentemente la gente va y se busca un gurú por allá en la India, hombre pero si se acuesta con el gurú todos los días, si esa es su mujer, si es ahí donde tiene que aprender la lección de la vida, la lección del amor, de la tolerancia, de la reflexividad, de la humildad, de ella también tiene que aprender. La caridad empieza por casa, los maestros nos los ha regalado la vida, nuestra familia, nuestros vecinos, nuestros pacientes, nuestros hijos, nuestra violencia, nuestra sociedad, ahí esta la lección de la cual nosotros tenemos que aprender, para transmutar el dolor en luz y amor. Eso lo podemos hacer desde la llama interna, encendida del corazón, cuando yo dejo ese plurito de la dependencia de buscar el gurú afuera, cuando el gurú está escondido en mi corazón; ya este no es el arte de seguir los grandes lideres que como ovejas nos van a llevar con seguridad al reino de la conciencia que esperamos. Es el arte de liberarse interiormente desde aquello que cada uno de nosotros traemos como derecho de nacimiento, es Cristo en nuestro corazón, es ahí donde nos liberamos, entonces el propósito o la voluntad es dirección, pero la dirección no es fuerza. Nosotros creemos que es que tenemos que hacer un esfuerzo grande, no, es el asunto de saber para donde vamos, de no nadar contra nuestra propia corriente, de no traicionar nuestros propios impulsos, de no oponernos a eros, pero si eros es mis emociones, son mi fuerza, el caballo por el cual yo puedo cabalgar hacia mi objetivo, yo porque voy a atacar a eros, excítate, emociónate, si no tienes una emoción de Dios, del alma, si no tienes devoción por el alma, como pudiste haber tenido por la amada o por el amado, si eso no se vive en un sentido equivalente a la pasión, si no ardemos desde la vida por devoción a ese maestro interno que sentimos entonces la vida pierde dirección y pierde sentido. La voluntad o el sentido de la vida no es el arte victoriano de cerrar los ojos y estrellarse contra la pared, es el arte amoroso e inteligente de dirigir el timón según las condiciones de la corriente para llegar a aquel objetivo que nos hemos trazado; en ocasiones es el arte de izar las velas para no naufragar, izar las velas es tal vez el camino de la no resistencia que frecuentemente es el camino más efectivo cuando todas las fuerzas están polarizadas, cuando la sociedad civil se moviliza y no se moviliza; ese es un bello camino de no resistencia, ese es un sendero de paz, es el no mas, es el acallemos la turbulencia, bajemos las velas de nuestra polarización y encontremos con ese sentido de la vida que como sociedad tenemos internamente. Así entonces que construir el sendero del alma, construir esa devoción interna por la luz es dialogar internamente y dialogar internamente es desidentificarse de lo que no somos. Todos nosotros tenemos subpersonalidades, el cuerpo es como un teatro en el que hay una batalla, entonces tenemos un noble y un villano, tenemos un hombre capaz de las mayores generosidades, pero también en nosotros se mueven impulsos que van en la dirección opuesta, tenemos la más grande magnanimidad y el más terrible egoísmo, tenemos a veces la más grande fluidez y tolerancia y simultáneamente otra línea de nuestra personalidad es agresiva, es un puercoespín tolerante que tira espinas. Tenemos en unos aspectos de la vida un desarrollo coherente y en otro totalmente incoherente, de pronto tenemos en el aspecto intelectual un desarrollo maravilloso y en el aspecto emocional somos niños inmaduros es decir nuestro desarrollo, el desarrollo del hombre, es dispar. Cómo conquistar la coherencia, porque todas esas personalidades, hagan de cuenta que son una orquesta, instrumentos que son muy buenos todos, son una fuerza interna, pero que no responden al director de orquesta, entran a destiempo, entonces no se hace una sinfonía sino una burundanga, frecuentemente en nuestra personalidad lo que tenemos ese ruido de instrumentos, que entran, que apuntan en diferentes direcciones y que se vuelven gastritis, colitis, infartos, úlceras, depresiones, angustias existenciales. Pero realmente nosotros podemos ir siendo consientes de armonizar lo mejor de nuestra personalidad. Algo fundamental es que la bestia es lo mejor de nosotros, a nosotros nos enseñaron a apabullar la bestia, a coger la bestia y relegarla al sótano, a reprimirla permanentemente, es decir, a castigar nuestras emociones, a ser culpables por nuestras emociones, a veces a ser casi culpables por el amor, culpables por el abrazo, por el cuerpo, por la caricia, por todo eso que podemos dar, a ser culpables de las lagrimas, de la sonrisa, entonces cogimos a eros, para ser “perfectos” y lo dejamos en el sótano del inconsciente y echamos hormigón armado, de tal manera que no brote; pero de pronto la tensión de eros se exalta de tal manera que literalmente explota y nos posee. Eros es el agente del logos, nuestra fuerza emocional es el agente de nuestra fuerza odontológica, de la fuerza del ser, de la fuerza de la vida, nuestro pensar, sin nuestro sentir no tiene absolutamente ninguna penetración, ningún alcance, nuestro sentir sin nuestro pensar es totalmente ciego. Cómo hacer el matrimonio entre el sentir y el pensar para dirigir la barca de la vida con la potencia de la bestia que se vuelve el dragón o el caballo o el pegaso halado sobre el cual nosotros pudiéramos despegar para llegar a nuestro objetivo?, cómo realizar esa integridad?, esa integridad se realiza no desde el intelecto porque el intelecto se para y juzga y rechaza, se realiza desde el juego, desde la aceptación, desde la escritura automática, desde el arte, desde la poesía, porque cuando yo soy intolerante y converso con mi intolerancia que es un sustrato de mi inconsciencia y en vez de apabullar mi intolerancia digo: tú eres lo mejor de mi vida, eres mi capacidad de autoafirmarme, eres mi fuerza, una fuerza interna que yo tengo, no me temas, ven que yo te abrazo, ven que yo te necesito, ven que tú eres mi fuerza interior. Yo necesito caminar con la fuerza que me das para darle sentido a mi vida para poder llegar hacia mi objetivo, empezamos entonces a practicar la tolerancia. No podemos ser tolerantes con los otros si no somos tolerantes con nosotros, no aceptamos a otros si no nos aceptamos a nosotros, no reconoceremos la luz y no aceptamos nuestra sombra, solamente es posible ver la luz desde el contraste de la sombra. Si todo fuera luz no podríamos mirar realmente la luz, pero la luz la vemos porque hay sombra, vemos el color de la luz porque la luz interactúa con la sombra. Todos nosotros tenemos partes de nuestra conciencia oscuras, no iluminadas, aceptando la sombra podemos llevar la luz a la sombra, para ascender en cuerpo y alma, así se llama nuestra integridad, para que nuestra personalidad sea agente del cuerpo. CAPÍTULO 8 Vamos a ver cómo nosotros agentes del alma, podemos construir ese camino de una manera muy sencilla. Todas las grandes tradiciones hablan de un templo, existe un templo que es el tabernáculo del desierto, es templo de materia, es el templo del becerro de oro, es el templo de la falsa identidad, ese es el símbolo. Nos identificamos con el poder, con el placer, con el cuerpo, es decir, con la materia con la involución, pero existe un templo interior, según esas tradiciones, que es el templo de la sabiduría, el templo del alma, del sanador interior, es el templo de tu conciencia permanente de aquello que en ti no muere porque hace parte de tu esencia fundamental, y ese templo de la sabiduría tiene 12 columnas. Esas columnas son columnas construidas con lo mejor de nuestra vida, nada de lo que yo haga se puede perder porque aquello que yo haga amorosamente, tiernamente es materia prima, constituye realmente los ladrillos del templo de la sabiduría, es aquello con lo cual yo construyo el cuerpo causal, aquello que llamamos el templo del alma, el templo donde Dios realmente habita, el templo de donde puede surgir mi amor y mi ternura. Ese templo es como una flor de 12 pétalos, es como un zodíaco, tiene 12 columnas y esas 12 columnas las construimos con materia de nuestra vida cotidiana, el amor se construye a través de una elaboración permanente en la vida cotidiana, no es en el templo de occidente o en el oriente o en la estratosfera sino en la calidad de mi presente, de mi vida cotidiana como yo puedo irlo construyendo. Ese templo tiene una puerta de entrada que se llama la responsabilidad, que no es reactividad. Responsabilidad es la puerta de entrada al alma, muéstreme una persona responsable y ahí tenemos evidencia de la presencia de la esencia en nosotros, del alma, del maestro interior, hábleme de espiritualidad, no existe espiritualidad sin responsabilidad, hábleme de libertad, no hay libertad posible sin responsabilidad, es libertinaje. Si los americanos pensaran mejor derrumbarían la estatua de la libertad y construirían primero una estatua de la responsabilidad, no hay libertad posible sin responsabilidad. Esta puerta de entrada conduce a la libertad, ahora podemos decir que el camino del discípulo, del sanador, el camino de la consciencia de síntesis, el camino del alma es un camino que va de la responsabilidad a la libertad. La responsabilidad es la habilidad de responder al otro desde la cualidad, no desde lo que separa sino de lo que une, es la habilidad de relacionarse con el otro y con la naturaleza no desde la apariencia sino desde la cualidad y desde la vida, es decir, desde la esencia y esa responsabilidad se manifiesta en primer lugar como inclusividad. La responsabilidad jamás separa, la responsabilidad es el arte de sumar, la responsabilidad no rechaza sino que incluye, es una fuerza magnética atractiva que hace que tu seas tolerante con el otro y que lo aceptes dentro tu banda pasante y que si él es rojo, y él es verde, y él es azul tu entiendas que esos son simplemente frecuencias de la luz, de la misma luz que tu tienes en tu corazón. Esta responsabilidad se exterioriza como participatividad, no como posesividad. Cuando tú participas de lo que tienes, de lo que eres, de lo que sabes, cuando no estás en la civilización del copy rigth ni de la competencia, cuando te metes en la civilización de la generabilidad eres responsable desde el alma pero no solo eso sino que lo exteriorizas, podemos medir el alma por tu capacidad de dar, no solo en potencia sino dar en realidad, dar un regalo cada día a la vida, el regalo que tu eres es generatividad. Es así como tenemos inclusividad, participatividad que parte de la responsabilidad, ese es el primer triángulo, vamos a ver que son cuatro triángulos, los doce pétalos o las doce columnas del alma, y este es el punto de entrada; vamos a preguntarnos en nuestra vida de corazón, porque es una pregunta céntrica, en qué tipo de relaciones yo no soy responsable?, ese es el talón de Aquiles. El sector de máximo crecimiento, es allí donde tu tienes que crecer para dar y vamos a crecer en responsabilidad, en qué tipo de relaciones no soy inclusivo yo me separo o me polarizo y segundo en qué tipo de relaciones no participo, en última instancia la pregunta yo lo hago para los pacientes todos los días, esto es medicina, un paciente se lo tiene que preguntar porque los dramas de su vida son los dramas de la desconexión con su esencia, su maestro interior que es el alma, con la fuente del amor. Yo me desconecto de la fuente del amor y pierdo la integridad y esa perdida de la integridad se manifiesta como enfermedad. Realmente es un recetario para la vida cotidiana del terapeuta y el paciente, entonces yo me pregunto que pude dar, que no di, de pronto alguien llega a ti y tu no lo escuchas, de pronto alguien llegó a ti y pide ayuda y tú lo echas de lado, lo desechas, de pronto tu pudiste hacer y no hiciste, es decir que te quedaste quieto, por omisión. Realmente muchas veces no entramos en posesión de nuestro verdadero poder que viene del alma, esos son los tres primeros. Los segundos son soledad, si yo puedo vivir conmigo puedo vivir con otros, vivimos huyendo de nosotros, tenemos pavor de la soledad, entonces nos ocupamos, nos volvemos dependientes del trabajo, de la acción tal vez los días más grises son los sábados y los domingos cuando no tenemos nada que hacer porque no sabemos estar con nosotros. A la soledad yo la llamo edad del Sol, la edad de la madurez, cuando yo sé ser mi propia compañía, cuando yo me puedo acompañar, cuando mi compañía es interior porque estoy conmigo. Cuando puedo estar conmigo puedo estar contigo, eso es conquistar esa posición de madurez en la cual nosotros nos aceptemos sin temor y no busquemos huir de los vacíos porque el vacío es el lugar donde yo puedo encontrar mi propia esencia, el alma, la mente superior que hay en mi. Una vez que yo sé estar en soledad y estar conmigo conquisto la serenidad, es otra propiedad del alma hay gente que te induce serenidad, tu te sientas al lado de una persona y tienes una sensación de paz, de serenidad tan infinita, tú no sabes de donde viene, pues eso viene de que esa persona ha conquistado el fondo de sí mismo, el fondo de su océano, que sus aguas están en calma que sus emociones están en calma, porque son transparentes, esa persona tiene una virtud terapéutica, es la sombra de Pedro que sana, cuando decíamos que la sombra de Pedro sanaba, es su paz interior, es su serenidad la que está sanando a su paso, realmente sanamos la vida con nuestra serenidad. Cuando todo el mundo grita, corre y protesta y encuentran una persona serena, realmente esa persona es el imán, es el conductor en ese momento, es ese el que no ha perdido el arte de ver el sentido de su vida. La serenidad se exterioriza a través de la calma, la calma exterior es producto de la serenidad interior y ambas son producto de saber estar en mi propia compañía, pero cómo si no puedo estar contigo te puedo acompañar?, yo te acompaño cuando soy mi propia compañía, cuando tengo solidez, cuando estoy contigo, pero te acompaño desde mi silencio desde mi serenidad y desde mi calma. Cómo te hablo de que no le tengas miedo a la muerte si yo estoy muerto del miedo?, yo tengo que tener calma para poder hablar desde la vida, sino son palabras huecas que no tienen ningún sentido terapéutico. Toda palabra que parte de la vivencia, que parte del corazón es una medicina imperial, todo aquello que ustedes digan desde el corazón y con el corazón es tal vez la más poderosa de las medicinas a la que podemos acceder como humanidad. La tercera triada es el desapego, la impersonalidad que es la desidentificación de lo que no somos y la indiferencia respecto de lo que no es esencial. Frecuentemente nos matamos por lo que no es esencial, por los detalles, miremos, en este país estamos construyendo un país mejor, un país para todos, todos lo sabemos. Si hablamos con la guerrilla, si hablamos con lo paramilitares, si hablamos con el gobierno en teoría todos queremos construir un país mejor; pero nos pegamos de los detalles, somos terriblemente sensibles respecto de aquello que no es esencial, que si comisión, que si no comisión, que si este dijo, que si el otro dijo, nos pegamos de los chismes y olvidamos la esencia, nos pegamos de las pequeñas susceptibilidades individuales o del color político y hacemos de la paz una trinchera, de la zona de distensión otra trinchera y la paz se vuelve una careta de la guerra. Realmente es ser indiferente a aquello que no es esencial, yo te doy la razón, yo prefiero la paz, no importa no tener la razón, yo renuncio a mis razones y renuncio a mis razones para comulgar contigo en el mínimo común denominador. Ese tipo de indiferencias, es el arte de conquistar el mínimo común denominador en la relación, somos como números diferentes quebrados; pues bien, para sumar quebrados hay que sacar un mínimo común denominador y ese mínimo común denominador es lo que nos identifica. Lo que nos identifica es un proyecto de humanización en el que todos estamos metidos y posteriormente los líos se resuelven, pero muchos líos no se van a resolver porque no son líos, es nuestra manera de verlos lo que hace de ellos un lío, porque la diversidad es necesaria para la afirmación de la unidad, no podemos ser iguales. La última es la intuición, que es otra estrategia del conocimiento, es el olfato clínico en medicina, no importa tanto lo que sabes lo que conoces o lo que memorizas como lo que intuyes. La intuición es un conocimiento total que viene del alma, es una percepción desde la totalidad, es una percepción desde la síntesis, es una percepción sincrónica que se da en el presente donde de una vez, en una sola idea, como Mozart pudo escuchar en un momento toda la sinfonía, por ejemplo, es un momento sublime de inspiración, de fluidez, de impersonalidad. Realmente en la intuición se desarrolla lo más universal del arte humano, muéstrenme una obra de arte de valor universal, aquella que toca el arquetipo del inconsciente colectivo y fue hecha en un momento de inspiración sublime, en un momento de conexión con el alma, en un momento de intuición. Nosotros en occidente hemos reivindicado la razón la lógica, el conocimiento, pero la intuición es también un método de conocimiento que muchas veces trasciende los métodos de la ciencia y realmente muchos de los descubrimientos científicos trascendentales que han modificado nuestra evolución y nuestra cultura vienen de momentos intuitivos sublimes, grandes descubrimientos no fueron hechos por expertos, frecuentemente fueron hechos “al azar”, por gente que estaba conectada con ese río de la sustancia de la mente universal donde hay una parte de nuestra conciencia que habita, es eso la intuición. La sabiduría es el arte de llevar la cabeza al corazón, esa es la maestría de la vida, es el arte de ser discípulo de todos los eventos, es el arte no de ser un profesor sino de ser un maestro, es el arte de hablar desde la vida, de trabajar desde la vida, el arte de poner el corazón en todo; yo puedo tener muchos conocimientos y ser un estúpido. Frecuentemente muchos conocimientos me llevan a la estupidez, yo puedo conocer cada vez mas de muchas menos cosas, como frecuentemente es el especialista y el experto y ser un hombre cada vez más conocedor, mas experto, pero menos sabio. Frecuentemente nosotros vemos los eruditos totalmente brutos, deshumanizados, hemos perdido humanidad, hemos perdido en el proceso de humanización porque hemos hecho una brecha enorme entre la cabeza y el corazón, si hiciéramos una caricatura somos como marcianos que van con una cabezota de este porte y un corazón y unas patitas, y un cuerpo pequeñito. La sabiduría es el arte de poner las cosas en su lugar, es la ciencia de las justas proporciones, de las justas relaciones, el amor no es aquello que resuelve todas las cosas, es simplemente aquello que pone cada cosa en su lugar para que la sinfonía de la vida se exprese en su totalidad. Y la última es la puerta de la libertad, la libertad, es el sendero de la evolución realmente, todo aquello que madura se libera, el átomo se libera, la energía radioactiva, la flor se libera en el perfume, el animal se libera en el instinto, el hombre se libera en el amor inteligente, es decir, en la comprensión amorosa. Realmente la vida es la cadena del amor y la cadena del amor es la cadena de la liberación en la que nosotros descubrimos una gran paradoja; nos liberamos uniéndonos corazón a corazón, desde el centro. Como individuo me libero en el grupo, alcanzamos como civilización primero la dependencia de otros, luego alcanzamos la independencia pero la independencia no es libertad, nos independizamos de otros pero frecuentemente nos volvimos esclavos del peor esclavista y carcelero que somos nosotros mismos. Tenemos, una llave de oro en el corazón que es la ternura, cuando abrimos con la llave de la ternura la puerta del amor amplia y abierta está la puerta de nuestra humanidad que también es la puerta hacia la liberación. Muchas gracias. Jorge Carvajal http://www.davida-red.org/