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CURSO VIRTUAL PEDAGOGÍA DE LA TERNURA TERCERA UNIDAD TEMA 8 8. La Ternura desde el Paradigma del PROTAGONISMO Ciertas formas de ternura no sólo en el plano personal y relativamente privado, sino de los sentimientos expresados públicamente, han anidado en las corrientes pietistas que en siglos pasados irrumpieron en defensa y protección de la infancia desvalida. Incluso la doctrina del control de la infancia no era ajena a sentimientos de ternura y compasión. El control se revestía del manto de la protección. La ideología de la minoridad subyace a la doctrina de la situación irregular, también se revestía con el manto de la compasión y la piedad, no sólo religiosa sino también filantrópica. Bajo estos paradigmas, la ternura no pasaba de ser un sentimiento que se experimenta ante quien se considera en desgracia, en infortunio o en condición de carencia. El niño es visto cono objeto de protección, asistencia y también de afecto, cariño y ternura. Pero la ternura no es algo que dadivosamente se da al débil, al que se estima como necesitado de afecto. La ternura emerge cuando las personas nos encontramos; ahí eclosiona cuando la relación está signada por el afecto, la delicadeza, la amabilidad, las sensibilidades, la conciencia y el sentimiento de sentirse iguales aunque diferentes. No hay entonces re partidores de ternura, sino constructores de relaciones de calidad profundamente humanas como matriz para la emergencia y desarrollo de la ternura como una fuerza social, espiritual, política. Esta comprensión supone un cambio de paradigma: El niño no como objeto, sino como sujeto de derechos, con opinión propia, con capacidad y vocación participativa. La Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas ha consagrado el paradigma de la protección integral. Si bien se trata de un documento sólo con fuerza vinculante para sus signatarios -quienes además la han ratificado- consideramos que ha generado en el mundo una movilización efectiva en favor de la infancia de una fuerza y significación social, cultural, política y ética de imponderable importancia. Podríamos decir que viene suscitando una nueva conciencia y sentimiento de infancia del que la ternura no debiera estar ajena. Una ternura entendida como la fuerza del amor que motiva a la lucha implacable contra toda forma de explotación, maltrato, exclusión y marginación de la infancia. Desde la experiencia de movimientos sociales de los JANT y en favor de ellos, a lo largo de toda la Región emerge un paradigma nuevo: la promoción del protagonismo de los niños como sujetas sociales, económicos y como actores políticos. Desde este paradigma que rompe con el otro por ser igual a mi y ser simultáneamente distintos, por ser diferentes y ser idénticos. Justamente, una pedagogía de la ternura es la que debiera garantizar que el desarrollo del protagonismo de los actores sociales no devenga en el autoritarismo, en la hegemonización discriminante, en el apartheid social y político de unos actores sobre otros. Desde esta perspectiva, la ternura es expresión afectiva y amorosa de la solidaridad. En países como los nuestros encallecidos por la violencia, quienes luchan por constituirse como actores sociales están llamados a hacer de la ternura una conquista política, un estilo de vida cotidiano, un componente de las relaciones sociales, un camino que no sólo contribuya a la reparación del tejido social y espiritual de nuestros pueblos, sino a la concreción de nuestra utopia social e histórica. Los JANT están llamados a hacer del ejercicio de la ternura un espacio insoslayable en la lucha por constituirse como sujetos sociales. El desarrollo del protagonismo de los actores sociales es cuestión de construcción y de ejercicio de poder. Poder y ternura son dos términos tradicionalmente antagónicos, excluyentes. Se trata de darle al ejercicio del poder en cualquiera de sus expresiones, su direccionalidad humana, su fuerza humanizante, su sentido humanizador. Eso no se consigue si la ternura no es un componente básico de toda práctica social y política. Hoy esta pareciera sonar a utopía, y lo es, pero en el genuino sentido de lo posible, de lo realizable y de lo deseable porque embrionariamente está ya Presente.