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CONTENIDO I.- Introducción II.- La competitividad: muestrario de paradojas III.- Los caminos ensayados: el caso Venezuela La acción pública de lo macro a lo micro Privados y públicos: cada cual por su lado La creación del MIC, el nuevo enfoque de Conicit y otros desarrollos institucionales Las distorsiones del plan petrolero Conclusiones preliminares INTRODUCCIÓN El desarrollo ha sido un tema obsesivo para varias generaciones de latinoamericanos. En esa búsqueda se han recorrido los más disímiles territorios intelectuales, sociales y políticos, habiéndose pasado por épocas muy diferenciadas en el tiempo y en el tono. Unas fueron de franco optimismo, como los años 50 y 60, mientras durante los 70 se produjo el estancamiento de la actividad económica al tiempo que la producción intelectual sobre el tema se encontraba en plena ebullición. Luego de la denominada década perdida, que significó una caída de buena parte de los indicadores de crecimiento y de las esperanzas, se inició durante los 90 el tránsito doloroso hacia políticas de reforma económica que aún no terminan y que significaron una separación abrupta con la tradición de muchas décadas. Sus consecuencias políticas y sociales todavía se manifiestan, a veces con severidad, como lo muestran agudamente Venezuela, Ecuador y Colombia. La época que se vive actualmente es de búsqueda, de renuncia a los dogmas de cualquier signo, de convergencia analítica, de pragmatismo, pero también de reconstrucción social y política, por no hablar de una nueva fase de reivindicación de lo latinoamericano, en el plano cultural y en el de las aspiraciones de los pueblos. Aunque en un número importante de países pareciera haberse recobrado una ruta más aceptable de crecimiento económico, ella se encuentra todavía signada por amplios espacios vacíos, especialmente lo atinente a la equidad en los frutos del desarrollo. Hago esta introducción para traer a colación un aspecto que estará presente en el resto del trabajo: la competitividad no aparece en el escenario latinoamericano como un paradigma aislado de la experiencia anterior. En buena medida, se tropieza con evidencias anteriores y planteamientos de larga data con los cuales se entrecruza para entrar en simbiosis, por no hablar de hibridación o de sincretismo, en la más genuina tradición del subcontinente. No hay en estas líneas, sin embargo, el propósito de hacer historia de las ideas. Tan sólo un poco de condimento para tener claro dónde estamos parados. -2- LA COMPETITIVIDAD: MUESTRARIO DE PARADOJAS En el momento actual, y no sólo en América Latina, están abiertas numerosas preguntas concernientes a la orientación económica sobre la cual se quiere iniciar el siglo XXI y es sobre ese telón de fondo que cabe enfocar y profundizar los temas relativos a la competitividad, en los distintos ámbitos en que ellos se plantean. En el ejercicio que sigue planteo varios temas en forma de dilema o de paradoja; lo hago de esa manera porque son preguntas abiertas que pueden tener respuestas opuestas o contradicciones para las cuales no hay fácil solución. Veamos. Paradoja 1. ¿Son posibles esquemas de competitividad nacional en una época en la cual las naciones viven los embates positivos y negativos, y en ocasiones hasta violentos, de la globalización? Este no es un tema menor, pues atraviesa como una falla geográfica a todas las naciones por igual, independientemente del continente en que se hallen o de la subregión de la cual se reconozcan miembros. El estado nación se encuentra debilitado en sus funciones clásicas de soberanía política, hecho concomitante con la internacionalización e interdependencia creciente de la vida humana. Como consecuencia de ello los espacios económicos han dejado de estar separados, al menos en lo que respecta a los flujos de comercio, de capitales y de información. De modo que la globalización ha pasado a ser un parámetro más que obvio en el proceso de crecimiento y de búsqueda de estabilidad. Pero también significa una fuente perenne de incertidumbres, sobre todo en el plano financiero, como lo revelan el efecto ‘Tequila’ y la debacle del Lejano Oriente, hasta hace muy poco la tacita de plata de los defensores a ultranza del comercio abierto. En ese ambiente, las trincheras se encuentran ocupadas principalmente por el mundo productivo y sus actores privilegiados: las empresas. Y en ese proceso de apertura al mundo las empresas —tanto individual como colectivamente— han iniciado una importante fase de aprendizaje, tanto en función del comercio intrarregional como dirigido al comercio internacional en general. En países con una trayectoria anterior de volcamiento al exterior, como Colombia, se trata más de una ratificación que de una novedad, no siendo así para el resto de los países andinos. Pero en todo caso, se asiste a una reestructuración de las corrientes comerciales con base en la presión más directa del comercio internacional. Luce por decir lo menos contradictorio plantearse abiertamente proyectos de corte estrictamente nacional en un contexto como el descrito. También la experiencia internacional habla por sí sola. Aquellas naciones que se han visto forzadas a seguir un curso de autonomía cercana a la autarquía por razones de guerra o por circunstancias políticas (Corea del Norte, Cuba, Irak, Libia) experimentan hoy en día una degradación profunda de sus niveles de vida, justamente lo contrario a lo que acontece en naciones tradicionalmente cerradas al mundo como China que decidieron un curso de apertura económica y cultural. Disminuido el margen de maniobra que le resta a las naciones para acometer proyectos autónomos de crecimiento, sigue abierta la opción de ampliar los espacios económicos, sociales y políticos como resultado de la integración, esfuerzo que los países andinos se han planteado desde hace varias décadas, similar a lo hecho por la Unión Europea pero sólo en el plano económico. -3En la subregión andina los mejores frutos se han cosechado sólo recientemente, con motivo de un proceso bastante audaz de apertura comercial, de los servicios y del espacio aéreo. En esa misma perspectiva se encuentra Mercosur, cuya evolución inicial ha avanzado con buen pie, principalmente porque los dos socios principales son países de tamaño económico significativo y herederos de una larga experiencia industrial. Pero el camino de la integración sigue empedrado de dificultades e incertidumbres, como revelan las fricciones recientes entre Argentina y Brasil y entre Colombia y Venezuela, por causa de los impactos que suelen tener los esfuerzos hacia el comercio abierto. La experiencia más audaz en estas lides integracionistas parece corresponder a un grupo de países centroamericanos que no se contentaron con adelantar esfuerzos en el plano comercial, sino que han intentado converger en el plano macroeconómico, en la provisión de infraestructura y en aspectos sectoriales. Para lo cual avanzaron en una agenda que ha contado con presencia decisiva del más alto nivel político, contando con mecanismos de seguimiento relativamente poco formales, con un flujo de información fluido entre la cumbre y los órganos de decisión concretos y con el apoyo de organizaciones ‘neutrales’ como el INCAE (Universidad de Negocios de Costa Rica)1, que ha permitido incorporar todo el soporte técnico, incluido el externo (en este caso la Universidad de Harvard). En todo caso, hasta donde alcanza la mirada que proporcionan todas estas experiencias aisladas, no parece enteramente traída por los cabellos la búsqueda de una patria latinoamericana más vasta, esta vez bajo un signo económico; o como ha sido preconizado por la nueva administración de Venezuela, la ‘vuelta a Bolívar’ con fachada del siglo XXI. En ese contexto tiene pertinencia la armonización de políticas, tanto en el plano comercial y macroeconómico como en el de corrientes productivas, sólo que lo segundo —como se sabe— es bastante más difícil de lograr. El subcontinente, al igual que los bloques subregionales circunscritos en él, enfrentan una dificultad adicional: cómo conciliar una larga historia de territorios económicos nacionales que, salvo excepciones, no avanzaron sustancialmente en la especialización productiva, como no fueran los consabidos productos históricos de exportación, minerales o agrícolas, cuyo papel en el mundo económico actual pierde cada vez más terreno. Lo que convierte a la integración en una empresa más dificultosa pues los países parten en su mayoría de estructuras económicas muy similares y poco complementarias. Una excepción a esta regla es el comercio entre Venezuela y Colombia, el cual sí muestra una mayor complementación, según la cual Venezuela proporciona en su mayoría productos semi-elaborados mientras Colombia vende productos más terminados. Esa situación de escasa especialización la revelan los resultados de la metodología CAN desarrollada por Cepal con base en las ventajas comparativa reveladas: la estrategia de crecimiento horizontal seguida por América Latina durante cerca de medio siglo, destinada a dotar a cada país de tejido industrial diversificado, ha dejado sus saldos perversos: economías poco especializadas, salvo en productos de corte tradicional y que ahora deben reorientarse para responder a mercados muy dinámicos y segmentados que en su mayoría claman por productos muy diferenciados. En síntesis, que no por inevitable resulta fácil la adaptación a un mundo global, pues requiere de esfuerzos a todos niveles: micro, de la mano principalmente del propio mundo empresarial; nacional, creando los medios, los instrumentos y el ambiente para mejorar la capacidad de respuesta de cada país; finalmente, el plano subregional o -4continental, en el cual juega un rol decisivo el comercio y las condiciones de acceso de todos los países en condición de igualdad. Paradoja 2. Aun con las debilidades señaladas, la competitividad de una nación pareciera estar compuesta al menos de dos vertientes que no siempre se tocan; una primera de tipo agregada que se origina en el ritmo y orientación logrado por el crecimiento y que no siempre presta atención a las tendencias de la segunda, consistente en movimientos tácticos de corte microeconómico o microsocial, donde se despliega con toda propiedad la acción de los agentes, especialmente los de emergencia reciente. Dependiendo del país que se considere, en los últimos diez a quince años estas dos vertientes tienden a encontrarse o se mantienen prácticamente separadas. El crecimiento visto a escala nacional suele responder a una agregación de procesos en la cual cuentan decisivamente variables de igual peso como el ahorro interno, las tasas de inversión acumuladas durante períodos relativamente largos y el comportamiento del consumo. La competitividad, en cambio, aunque susceptible de ser aplicada a las naciones, surge de la iniciativa de los agentes y del comportamiento sectorial, en cuyo desempeño cuentan principalmente elementos microeconómicos como el tipo de demanda, los factores de producción, la naturaleza de la competencia y el papel jugado por otras industrias relacionadas, tal como lo plantea Porter en su famoso diamante 2. La naturaleza de las relaciones entre el comportamiento micro, o mesoeconómico y el crecimiento agregado de la economía sigue siendo una incógnita difícil de resolver. Y la herencia productiva latinoamericana es testigo mudo de la dificultad para forzar esos cambios por la vía de la voluntad política o administrativa de los estados nacionales. Para algunos, como North y sus seguidores de la escuela institucionalista el eslabón que une ambos niveles es el sistema de incentivos y la defensa de los derechos de propiedad que proporcionan las instituciones3, lo que trae de vuelta a las naciones al escenario, mientras que para otros como el propio Porter, son las interacciones y encadenamientos entre distintos segmentos del mundo económico las que cuentan, según fórmulas que hacen recordar a lo planteado hace bastante por Hirschman. La obsesión inalcanzada por estabilizar la economía en su escala macro — suerte de mito de Sísifo— por parte de algunos países de la subregión como Venezuela y Ecuador, ha marchado a contracorriente de algunos de los mejores esfuerzos individuales y colectivos por construir la prosperidad ‘desde abajo’. Ha ocurrido con frecuencia, al menos en Venezuela —el caso que obviamente mejor conozco— que la volatilidad de la economía nacional y la necesidad de controlar la liquidez monetaria forzando interrupciones en el crecimiento de la demanda, obra directamente en contra de aquellas empresas que apuestan al riesgo y a la expansión en medio de las dificultades. Y no se hable de aquellas otras empresas que apostaron simultáneamente al mercado interno y la expansión externa en un período crítico en los mercados naturales de exportación. De manera que cuando se va al plano de la experiencia específica en no pocas ocasiones nos encontramos con empresas que intentan hacer caso omiso —y algunas veces lo logran— de los vaivenes de la economía. De hecho, algunos de sus rasgos de éxito nacen precisamente de su disposición a lidiar o superar los obstáculos adicionales que el entorno le coloca a los retos estrictamente empresariales. -5Los procesos de liberalización económica han tenido consecuencias bastante azarosas sobre el dinamismo relativo de los distintos sectores productivos, contribuyendo —aunque no siempre con suerte— a una mayor iniciativa de parte de los agentes económicos, bien sea en el sector moderno de la economía o en el vasto mundo de la informalidad. Como resultado han surgido innumerables iniciativas empresariales, principalmente medianas y pequeñas, que han tenido que aprender el capitalismo desde el ABC, sin contar casi con la mano amiga del estado. Estas iniciativas emergentes se han venido desarrollando en dos direcciones: a contracorriente de lo que fueron durante mucho tiempo los grupos tradicionalmente más dinámicos de la producción primaria, la manufactura o los servicios, o cabalgando sobre ellos. A este comportamiento ‘azaroso’ o espontáneo que ocurre en el plano micro suele añadirse que muchas de las propuestas de política pública diseñadas para promover las corrientes productivas descansan más en mitos de larga incubación como la industrialización o la seguridad alimentaria que en programas contundentes y viables. Siendo así, pocos efectos prácticos tienen sobre el esfuerzo de los actores. Ya volveré sobre este punto. Uno de los aspectos útiles de la discusión de este seminario consiste en explorar hasta qué punto las experiencias competitivas individualmente consideradas expresan algo más que su sola particularidad. Dicho de otra manera, ¿tienen acaso tales experiencias rasgos en su comportamiento que los hace parte de una tendencia mayor? Si bien es poca la data agregada que al respecto se ha acumulado, y menor aún el esfuerzo taxonómico y comparativo, no es menos cierto que el éxito alcanzado por las organizaciones empresariales de los distintos países apunta a ciertas claves de comportamiento, a lo que diversos estudios realizados en América Latina y también en otras latitudes intentan dar respuesta. Es el caso de la larga lista de organizaciones documentadas por Venezuela Competitiva en ese país, inicialmente con propósitos divulgativos y de promoción, aunque también estrictamente analíticos; o de programas internacionales como Interman, con apoyo de la OIT, que buscan comparar el desempeño de organizaciones variadas en distintos continentes, en su empeño por producir respuestas adecuadas a la crisis4. En el primer caso se está en presencia de un número bastante amplio de ‘claves’ que intentan dar cuenta del ‘éxito’ en su desempeño, mientras en el segundo se le da preponderancia a la innovación como mecanismo central. En ambos casos se trata de enfoques heterodoxos y no estrictamente económicos que buscan ilustrar lo que ocurre en la vida real, tanto en términos de gerencia espontánea como de ciertas claves que muestran cómo el éxito puede construirse sobre la base de un sustrato cultural —el latino— que la tradición muchas veces dictaminó como negativo e imposibilitado para alcanzar la prosperidad. Un ejemplo de lo que planteo es el Banco Sol de Bolivia —seguido de cerca por experiencias similares en Colombia y Perú— que muestra cómo una falla de mercado en el sistema financiero boliviano abre oportunidades inauditas para incorporar al ahorro y al crédito a vastas capas de una población tradicionalmente tenida como marginal (que no marginada), vale decir en sí misma condenada al fracaso económico. Y es precisamente la incorporación al mercado financiero una de las claves para el tránsito de esa población al mundo de los emprendedores formales. Falta ver cómo -6evoluciona ese tránsito en el tiempo y cuántos de ellos irrumpen en actividades de mayor envergadura. La lista de experiencias es larga e incluye organizaciones que han surgido de crisis muy fuertes, como una cooperativa de campesinos creada con posterioridad al estallido del volcán Nevado del Ruiz, en Colombia, o el de una cooperativa de pequeños empresarios del calzado en Bucaramanga que se unieron para compartir espacios, tecnologías, acciones de comercialización e incluso de mejoramiento tecnológico y de diseño5. O un organismo local de financiamiento de pescadores y campesinos en un estado del norte de Venezuela 6. Se trata de una vasta gama de organizaciones tanto privadas como públicas, signadas por la propensión a la eficiencia y la excelencia, sin necesariamente renunciar a valores que son caros en el contexto latinoamericano como la solidaridad. Para algunos seguidores de los enfoques tipo Porter, la clave consiste en dar el salto de la iniciativa individual al plano sectorial o a las cadenas productivas. De allí que sea decisiva una evaluación sistemática de los resultados arrojados por las actividades de promoción de ‘clusters’ por parte de la empresa Monitor financiada por la Corporación Andina de Fomento en todos los países andinos. Hasta ahora la interpretación más concienzuda ha sido realizada por dos de los representantes de la empresa7, pero los distintos países están a la espera de una versión desde el punto de vista del cliente. Quizás haya pecado el enfoque de los consultores de marras en el énfasis sectorial en detrimento de la empresa individual, con lo cual se ignoran ciertos hechos del comportamiento de los mercados en los países estudiados. De hecho, buena parte del análisis versa sobre la manera como se insertan los sectores citados en mercados externos. Y aunque ese sea un aspecto esencial delproblema, no agota los problemas de configuración de los mercados, los tipos de competencia interna, las variedades de estrategias empresariales presentes, etc. Paradoja 3. Derivada de la vertiente crecimiento de la segunda paradoja hay una tercera que reza más o menos así: a los países se le presentan dos alternativas para el crecimiento, o dejarse llevar por lo que indiquen las ventajas comparativas, cuya senda se ha labrado desde mucho antes —en ocasiones durante décadas— u optar por desarrollar nuevas y flamantes ventajas competitivas. Uno de los discursos más populares en la prédica reciente sobre la competitividad se enfoca precisamente sobre esta presunta escisión paradigmática en la manera de afrontar el futuro productivo por parte de una nación. De acuerdo con tal enfoque, el aprovechamiento de los recursos naturales —tradición de la cual Latinoamérica parece haber hecho profesión de fe durante buena parte de su experiencia económica— ha sido poco menos que terreno perdido. Nos pasamos largas décadas apostando a extraer la mayor de las ventajas de unos recursos naturales que a la larga terminaron por pesar bastante poco en el comercio internacional. En cambio, el mundo moderno estaría ofreciendo oportunidades insospechadas al alcance de la mano de todo aquel que le ponga su toque especial, adicionándole a la ventaja de unos costos comparativos favorables, el componente de la calidad, los tiempos de entrega o un diseño coincidente con los gustos de un mercado usualmente sofisticado de algún país de primer mundo. Al respecto me permito tomar una idea que Carlota Pérez ha tratado en varias ocasiones. Parodiando la vieja conseja “no importa donde se nace, sólo importa donde -7se lucha”, cabría decir con esa autora que lo importante para el logro de ventajas competitivas no reside tanto en cuál sea el sector económico, ni si proviene directamente de los frutos de la tierra o de la localización geográfica, sino que las condiciones para su aprovechamiento logren aproximarse a las mejores prácticas tecnológicas y organizativas que dicta la experiencia mundial 8. Ese es precisamente el terreno privilegiado en donde la innovación cumple una función decisiva, bien sea en el comportamiento de una empresa o en un segmento de mercado determinado. Al respecto cabe mencionar dos maneras de constatar lo que digo, una negativa y otra positiva. La negativa corresponde a un ejercicio de interpretación ya señalado de dos de los miembros más conspicuos de la empresa Monitor 9. El saldo que presentan los autores de marras es francamente precario, a juzgar por las limitaciones que van detectando bien sea en los productores de flores de Colombia, o en los de soya de Bolivia, o en el turismo de Arequipa. Visto desde una perspectiva sectorial el diagnóstico es sombrío: dificultades para conocer los clientes, demasiada confianza en ventajas de costo no atribuibles a la propia acción, desconocimiento de la propia posición competitiva, etc. La otra visión, nacida desde una perspectiva más restringida a la empresa individual la ilustra uno de los casos seleccionado para el seminario y documentado previamente por Venezuela Competitiva10 (Ventajas ompetitivas, 1995). Se trata de FIOR, una empresa venezolana del ramo metalúrgico (mayor ventaja comparativa imposible), que le tocó heredar una tecnología para producir briquetas en lecho fluidizado que no logró su objetivo en el tiempo previsto, lo que significó la salida del inversionista norteamericano que formaba parte del consorcio inicial. Más tarde la salida como accionista de SIDOR, para entonces la empresa estatal de acero, obligó al grupo privado venezolano (SIVENSA) a asumir la plena responsabilidad en la puesta a punto y ulterior optimización del proceso. Para hacer el cuento corto: luego de aproximadamente un lustro la tecnología produjo resultados que permitieron a la empresa competir exitosamente en mercados internacionales mediante la producción de insumos siderúrgicos en momentos en que se producían cambios importantes en la tecnología dominante en los mercados. Tan exitoso fue el resultado que ha dado origen a varias plantas en suelo venezolano con la misma tecnología, a su comercialización internacional por una empresa austríaca y a un acuerdo para construir una planta similar en Australia, recientemente inaugurada. En este caso se estaría hablando de la transición desde un esfuerzo individual hasta la captura de un nicho relativamente especializado en un mercado de ‘commodities’. Lo que quiere indicar el ejemplo es el papel que juegan la innovación, la oportunidad y la persistencia en un sector tildado de tradicional, pero que logra irrumpir con un proceso novedoso en el mercado internacional. ¿Ventajas comparativas? Naturalmente, pero también competitivas. Ejemplos de ese tipo los hay numerosos, como el rol de la selección genética de variedades en el posicionamiento del salmón chileno como rubro de alto crecimiento en las exportaciones no tradicionales de ese país, o el desarrollo de la consultoría especializada en minería que se originara como producto de largos años de producción de cobre. O la petrolera en Venezuela. Pero también la primera fase en las exportaciones de flores colombianas y el seguimiento de esa ruta por los floricultores ecuatorianos. Precisamente se presentará en el seminario la experiencia ecuatoriana, bastante menos conocida y estudiada que la colombiana. De la misma manera, hay indicaciones hasta ahora puntuales de cómo han surgido en los distintos países segmentos de productos o servicios que poco o nada -8tienen que ver con las tradicionales fuentes de ventajas comparativas de estos países. Se pueden mencionar al respecto el software educativo, el boom de la producción editorial colombiana y su penetración en el mercado latinoamericano desplazando jugadores de larga data como México o Argentina. O el papel que comienzan a jugar recientemente las franquicias en el dinamismo del sector comercial en Venezuela. O el ya señalado éxito del banco Sol dirigido a financiar las iniciativas de los pobres en Bolivia. O el diseño de alta costura de varios representantes del genio latinoamericano, por no hablar de las telenovelas en varios de los países. Conviene, entonces, aprender de las limitaciones que la propia empresa Monitor ha recogido como parte de su experiencia en el terreno, pero añadiendo los condimentos individuales y de nichos que han revelado bastante más éxito. Al respecto, se podría estimar por parte de la empresa mencionada una cierta —y por demás comprensible— obsesión metodológica con su enfoque, cuando por lo general la realidad tiende a comportarse de manera mucho más azarosa. Paradoja 4. El examen de la dinámica productiva de los países andinos, así como la de otros al sur del Rio Bravo es revelador de otra paradoja: los sectores que hasta ahora muestran un mayor crecimiento y potencial de generación de divisas emplean muy escasa mano de obra. Al contrario, buena parte de la población ocupada lo está en actividades de servicios, comercio informal o conexas, con muy baja productividad y muy bajo dinamismo agregado. Esta paradoja muestra otro ángulo del mismo problema, a saber la dificultad en conseguir potenciales fuentes de dinamismo productivo que tengan sentido en el crecimiento agregado de largo plazo, pero que igualmente reflejen tendencias o realidades con manifestaciones concretas en la historia reciente. Las evidencias microeconómicas mencionadas, y muchas otras que se desconocen, revelan que los distintos países se encuentran en una etapa que, a falta de mejor denominación, cabe catalogar como de intensa búsqueda pero de escasos resultados agregados. Ello a menudo se expresa en desempeños espectaculares individualmente considerados, pero que aun no conducen a una ruta de crecimiento sostenible en el tiempo. De esa manera se estaría haciendo difícil conciliar crecimiento con competitividad real a escala micro. En el caso venezolano esta paradoja se muestra con mayor brutalidad que en otros, por la preeminencia del factor petrolero en el crecimiento. No es solamente que el petróleo y sus derivados concentran una porción decisiva de los ingresos de divisas, sino que tal influencia crea una propensión hacia la apreciación sistemática del tipo de cambio (el fenómeno que suele denominarse ‘enfermedad holandesa’) 11, lo que debilita las condiciones de inversión y de desempeño de amplios segmentos productivos. Más adelante me detengo con cierto detalle en esa consideración. Allí se expresa esa otra paradoja que, naciendo en ocasiones de características estructurales de algunas naciones, tiene importantes implicaciones desde el punto de vista del bienestar, que es en el fondo el objetivo final de una ruta económica de prosperidad. Si se evalúa el proceso a escala nacional, subregional e incluso del subcontinente, cabe enfocarlo como resultante de la denominada hipótesis de la convergencia. Según ésta, el proceso dominante en la competitividad de los distintos sectores —industriales en este caso— vendría determinado por el acercamiento a los niveles de productividad de la nación líder en el rubro considerado. Al decir de autores como Baumol12, Dollar & Wolff13 y otros, lo que revela la data agregada sobre desempeño mundial desde la postguerra es que la nación marcadora en productividad -9ha sido EEUU. Lo que ha venido ocurriendo es un acercamiento progresivo de los distintos sectores industriales de los países más desarrollados a los niveles logrados en esa nación; estaríamos hablando especialmente del comportamiento de Europa, Japón y posteriormente de otros países del Lejano Oriente. En el cuadro que sigue se ilustra el argumento anterior en el sector manufacturero, comparando la productividad de varios países con la de EEUU entre la década de los sesenta y finales de los ochenta. Más adelante se presenta un gráfico igualmente revelador: se trata de las tasas de crecimiento de la productividad agregada por regiones, que muestran cómo América Latina se rezaga en la carrera, mientras Japón avanza aceleradamente al igual que el resto de Asia. Aunque EEUU se mantiene por debajo del promedio en las tasas de crecimiento de la productividad, esto se debe a que todavía se mantiene la carrera de los demás países por aproximarse a sus niveles de desempeño. Cuadro 1 Valor agregado por hora en la manufactura de varios países ( Indice, EEUU= 100) Estados Unidos Canadá Alemania Japón Reino Unido Suecia Dinamarca Australia Francia Italia Finlandia Austria Noruega Coeficiente de variación Promedio no ponderado (excluyendo EEUU) 1963 1970 1982 1986 100 77 54 26 52 52 41 47 53 45 34 37 46 100 80 68 49 60 68 54 53 64 50 48 47 58 100 76 68 61 88 78 59 56 67 88 51 49 49 100 93 66 65 54 62 58 56 56 55 51 51 51 .36 .24 .23 .24 47 58 66 60 (Fuente: Dollar&Wolff, op.cit) Gráfico 1: Evolución de la Productividad Total de los Factores regiones) (Varias - 10 - 390 340 290 240 190 140 90 1950 América Latina 1960 Asia 1973 1980 Resto OCDE 1989 Japón 1994 Estados Unidos Base 1950 = 100 FUENTE: Lino Clemente, 1999. En el gráfico 2 se ilustra la misma situación para un grupo de países de la región, mostrándose los distintos momentos en el desempeño de la productividad, tanto individual como colectivamente. De nuevo aparecen con claridad las décadas de crecimiento, las de estancamiento y aquellas en que la actividad cae con fuerza. También destacan las diferencias individuales, apareciendo como relativos campeones Argentina y Chile. Después de un desempeño prometedor entre 1950 y 1970, el país que cae más dramaticamente es Venezuela, llegando a un piso relativo a fines de los años ochenta, para estancarse en los noventa. - 11 - Gráfico 2: Evolucion de la Productividad Total de los Factores (América Latina, varios países) 170 160 150 140 130 120 110 100 90 1950 Promedi o 1960 Argentina 1973 Brasil 1980 Chil e Colombi a 1989 Méxic o 1994 Venezuela Base 1950 = 100 FUENTE: Lino Clemente, 1999. Aunque obvian procesos microeconómicos subyacentes como los mencionados en las paradojas anteriores, estas metodologías permiten explorar el panorama agregado del comercio. De ser aplicada esta metodología de manera más desagregada seguramente quedaría evidenciada la falta de especialización de buena parte de las economías latinoamericanas, cuya falta de exposición a la competencia internacional por demasiado tiempo habría dificultado su capacidad para conseguir ventajas en rubros distintos a los recursos naturales (salvo honrosas excepciones) y mantenerlas en el tiempo. De nuevo, resultados similares se evidencian en los estudios producidos por la Cepal con base en metodologías de saldos de comercio que buscan medir la competitividad de un país de acuerdo a la variación en suparticipación global dentro de la estructura de las imprtaciones totales de la OCDE14. En efecto, el examen del comportamiento comercial agregado de los distintos países refleja esta tendencia, con mayor preponderancia en unos que en otros Otros autores como Krugman cuestionan en parte la hipótesis de la convergencia, al menos en lo que respecta al sudeste asiático, planteando que precisamente las fallas en la mejora de la productividad total de esos países del ‘Milagro’ habrían sido la causa última del ‘crack’ de sus economías, que se reflejó de manera dramática en la volatilidad cambiaria. Según su apreciación, el crecimiento ocurrido en buena parte de esas naciones se habría debido a la incorporación acelerada de factores de producción al proceso y no a la productividad. No obstante, - 12 quedaría por explicar porqué esos países lograron la expansión en rubros industriales que antes eran sólo característicos de los países industrialmente avanzados. Pareciera ser un consenso bastante amplio que ello fue posible porque su modelo industrial, aunque tuvo elementos muy importantes de sustitución de importaciones, siempre los subordinó a una estrategia de promoción de exportaciones y para ello su herramienta principal fue la búsqueda permanente de un tipo de cambio real neutral o ligeramente devaluado15. Paradoja 5. La paradoja final está relacionada con las herramientas y estrategias del sector público para actuar en tareas de promoción. La agudización de los problemas sociales producto de la prolongada crisis económica pareciera requerir un redoblamiento de las acciones públicas para retomar la senda del crecimiento, pero las nuevas circunstancias en que funciona la economía desde al menos una década, hace que la intervención estatal sea cada vez más ineficaz y limitada. Visto el panorama en función de desarrollo y competitividad, tal como se expresa en la segunda paradoja, las posibilidades de acción pública para incidir sobre el desarrollo se ven limitadas, dado que en buena medida las variables económicas principales (tipo de cambio, tasa de interés, precios de bienes y servicios, comercio internacional) no vienen determinadas por la decisión de un agente público, desplazando aparentemente las potencialidades de la acción hacia territorios más acotados, tales como infraestructura, disponibilidad y eficiencia de servicios públicos, formación de recursos humanos, investigación científica, etc. Más allá del discurso a menudo cargado ideológicamente sobre el tamaño del Estado y su rol en la época actual, ciertamente se ha venido produciendo un cambio muy significativo en las labores cotidianas de los organismos estatales y paraestatales. Algunas de ellas mantienen parte de la tradición, como el financiamiento, sólo que buscando intervenir bajo modalidades más recatadas como la banca de segundo piso, creando sociedades de garantías recíprocas, o utilizando instrumentos anteriormente poco conocidos como el ‘factoring’. Esto ocurre en un momento en el cual se acumulan inmensas debilidades en la capacidad de respuesta de la organización estatal de las distintas naciones. Es lo que en su momento Moisés Naím denominó el eslabón débil de los procesos de reestructuración económica en América Latina16. No obstante, hay un intenso activismo público en los distintos países dirigido a mejorar las condiciones de competitividad de segmentos particulares de la actividad productiva, llámese agrícola, industrial o turística. Activismo que no parece haber conseguido una ruta clara y mucho menos estable. Algunos ejes de esa actividad serán explorados en el seminario. LOS CAMINOS ENSAYADOS: EL CASO VENEZUELA No resulta fácil resumir los esfuerzos realizados durante una década para promover la competitividad en un país como Venezuela, tan pródigo como fue en recursos en otra época y tan convencido como siempre ha estado de las bondades del activismo estatal. Como quiera que la evolución de las acciones de política ha ocurrido al son del proceso político, esta sección se propone principalmente reconstruir el sentido general de esas políticas y no su detalle, razón por la cual el resultado quizás - 13 se aproxime más a un esbozo de economía política de la acción económica del estado venezolano que a una descripción institucional. La acción pública: de lo macro a lo micro Cuando se inicia la reforma económica radical en Venezuela, durante la segunda administración de Carlos Andrés Pérez entre 1989 y 1992, se venía de un período —el del Presidente Lusinchi— durante el cual se procedió a las mayores extremos del manejo administrado de la economía. No contento con exacerbar los controles a la importación, el gobierno anterior a la reforma procedió a regimentar el manejo de la divisa mediante un régimen de cambio diferencial, que condujo a gruesas distorsiones en la protección efectiva de productos industriales y agrícolas. La puesta en marcha del plan de ajustes a partir de 1989 hizo oscilar la balanza de poder interno en los organismos económicos del Estado, pasando la batuta del Ministerio de Fomento al organismo de Planificación (Cordiplan), y en un tercer lugar el Ministerio de Hacienda, situación que se ha mantenido desde entonces, salvo que Hacienda e Industria y Comercio continuamente se disputan el segundo y tercer lugar. No obstante que la reforma económica le quitaba un grueso margen de maniobra al tipo de regulaciones características de los años 70 y 80, y por ende al Ministerio de Fomento, en torno a éste se construyeron fuertes expectativas, pues ya existían precedentes de intentos por convertir a ese ente en un organismo tipo MITI japonés. No se olvide que se iniciaba la época de oro de los dragones asiáticos y a su éxito se encontraba asociada la orientación ‘proactiva’ de los estados de esos países, principalmente Corea del Sur. También obraba con gran fuerza la imagen del ya citado ministerio japonés, a pesar de que, como lo ha recordado Krugman, para ese momento había comenzado a declinar el crecimiento espectacular de ese país, cuyas tasas descendieron del 7% anual a un más modesto 4% 17. En todo caso, formaba parte de la gruesa parafernalia construida en torno al mito industrial durante varias décadas. También Venezuela quería tener su MITI y ya se habían adelantado diversos estudios sobre su diseño funcional básico. De manera que paralelamente al adelanto de las reformas económicas, se inició en 1990 el primer intento de reestructuración del ministerio de Fomento para adecuarlo a tiempos de promoción distintos a la época de regulación. Conforme al discurso del momento, se trataba de desarrollar nuevos instrumentos, nuevos enfoques que ayudaran a crear y encauzar condiciones de competencia razonables en los distintos mercados, proceso en el cual el estado fungiría de facilitador. El prototipo de propuesta planteado fue la reconversión industrial, a la cual se imaginaba como un proceso concertado que iba permitir poner a la disposición de los sectores empresariales más dinámicos y de mayor potencial mecanismos para promover su expansión y su incursión en mercados de exportación. En este caso jugó fuertemente el ejemplo de España, país que venía de un proceso bastante acelerado de integración al mercado europeo, para lo cual hubo de superar deficiencias crónicas y un punto de partida mucho más rudimentario desde el punto de vista industrial y comercial que el de sus socios europeos. Ese primer intento de reestrucutración de Fomento —para convertirlo en un verdadero ministerio de industrias— fue fallido, entre otras cosas porque se intentó una modalidad de reorganización ‘desde dentro’, que debió contar con la pesada herencia de una organización deteriorada, superpoblada y con perfiles de funcionarios - 14 inadecuados, por no hablar de las más que infundadas sospechas de corrupción. Pero esa primera época del nuevo ministerio marcó pautas sobre los objetivos y permitió la creación de diversos organismos paraestatales cuyas funciones se fueron decantando con el tiempo. Entre ellos cabe mencionar Conapri, dedicado a la promoción de inversiones, principalmente extranjeras, ProCompetencia, organismo dedicado a la promoción de la competencia y al combate a las tendencias oligopólicas muy arraigadas en la economía venezolana. Igualmente la Comisión Anti-Dumping y AntiSubsidios, así como el rediseño de los organismos financieros, para convertirlos en banca de segundo piso. Por otra parte, fuera de la periferia de acción del Ministerio de Fomento, se profundizó una tendencia anterior de deterioro de las corporaciones de desarrollo regional, concebidas en el esquema económico de crecimiento hacia dentro como órganos de promoción directa de actividades productivas y de apoyo al productor regional. Con el avance del proceso de descentralización política y administrativa aquéllas fueron sustituídas por organismos más ágiles y especializados, diseñados para funciones específicas. Le ha ocurrido a algunas organizaciones públicas lo que le aconteció a los grandes almacenes tipo Maxy’s o Sears: que han sido sustituidos por almacenes especializados: ferreterías, almacenes de ropa, farmacias y cosméticos, etc. Mientras se producía esta transformación institucional en el estado venezolano, la polémica pública ha estado centrada desde entonces hasta el presente en los temas de estabilidad macroeconómica, salvo excepciones que mencionaré en detalle más adelante. La razón de este sesgo de la preocupación pública en Venezuela por los asuntos más generales estriba, entre otras cosas, en que hasta el presente, y a diferencia de otros países latinoamericanos, ese país ha sido poco feliz en ese terreno, teniendo grandes dificultades en lograr una estabilidad de precios y del tipo de cambio. En no poca medida esas dificultades para el logro de la estabilidad se han debido a lo convulsivo del proceso político, que a su vez es revelador de la mezcla explosiva de expectativas sociales y económicas que anida en el venezolano común. En otro contexto intenté una explicación sobre esas dificultades de Venezuela 18, pero plantearlas aquí supondría un desvío muy grande. En todo caso, bajo las sucesivas administraciones se han ensayado diversos esquemas de política estabilizadora — desde los más ortodoxos, pasando por una gama de enfoques heterodoxos hasta volver a la ortodoxia original— que han sido interrumpidos o cambiados abruptamente, sin que al final se vean los frutos. Y esa preocupación constante ha desviado el interés por aspectos más específicos de donde pudieran derivarse acciones productivas para la promoción económica. Privados y públicos: cada cual por su lado Las tormentas no han ocurrido sólo en el seno del sector público venezolano, sino que a lo largo de esta década, y también a diferencia de otros países, las relaciones entre el mundo empresarial y el gobierno han estado plagadas de incomprensiones y tensiones. En el terreno de las percepciones más generales, puede hablarse de una crisis de consenso. El sector privado suele concebir a los políticos como un puñado de corruptos, tan sólo preocupados por mejorar su visibilidad de corto plazo en la opinión pública y negados a todo proyecto de aliento más largo, mientras por su parte una buena parte de funcionarios gubernamentales y el mundo político en general, percibe a los empresarios como unos seres sólo movidos por su afán egoísta de hacer dinero. - 15 En Venezuela este clima de confrontación llegó a sus extremos durante la segunda administración del Dr. Caldera, entre 1994 y 1999, con motivo de la crisis financiera que se desató al inicio de su gestión y que colocó de rodillas a buena parte de los bancos. En ese momento se desató una cruenta guerra de persecusión judicial contra la profesión bancaria, la cual fue juzgada abiertamente culpable por la opinión pública. Con el tiempo las aguas llegarían a su nivel, pero quedaron profundas heridas entre distintos grupos empresariales entre sí y entre éstos y el gobierno. En medio de este clima ha sido difícil crear condiciones para la colaboración entre ambos sectores, lo que ha conducido a que cada cual se aboque a sus propias redefiniciones sin mucho contacto con el otro. Eso contrasta con la experiencia de otros países como Colombia, reveladores de una mayor vocación de entendimiento. Una explicación de esa diferencia se debe a la mayor fluidez de la actividad profesional entre la élite colombiana, pues las personas migran de un papel a otro sin demasiados prejuicios. En todo caso, hay que reconocerle al Ministerio de Industria y Comercio su vocación concertadora, pues ha mantenido viva la llama de la colaboración. A ello contribuyó el segundo intento por crear al MIC y otros desarrollos institucionales. La creación del MIC, el nuevo enfoque de Conicit y otros desarrollos institucionales La segunda administración de Rafael Caldera, amén de otras implicaciones políticas que no vienen al caso, será recordada como una época de fuertes contrastes. Electo por oponerse a la reforma económica, debió navegar en un mundo de ambigüedades. En medio de una turbulencia económica, de origen tanto interna como externa, que se mantuvo durante casi todo el período hubo ocasión para mejoras institucionales significativas, tanto en el sector público como en el privado. Independientemente de lo aisladas que estuvieron una de la otra, finalmente contribuyeron a una convergencia en las orientaciones de política. Veamos. Luego de un período de estancamiento de unos tres años, finalmente la Administración Caldera le da luz verde al proyecto de creación del MIC, entonces con mayores visos de viabilidad, ya que se basó en la fusión del Instituto de Comercio Exterior con el viejo Ministerio de Fomento, juntando acciones que durante demasiado tiempo marcharon separadas. Luego se procedió a un diseño integral de una nueva institución, bajo la orientación de una prestigiosa consultora internacional, para pasar a la revisión exhaustiva del personal de ambos organismos y el reclutamiento de nuevos miembros. Como orientación filosófica se proponía dejar atrás la denominada ‘apertura ingenua’ (?) para sustituirla por una acción más decisiva del estado en la modernización y densificación de la estructura industrial y en la creación y consolidación de ventajas competitivas. Por su parte, en el sector empresarial se venía adelantando un proceso de transformación de sus organismos, especialmente del Consejo Venezolano de la Industria, el cual fue convertido en Confederación Venezolana de la Industria, sus objetivos redefinidos y modernizadas sus estructuras de gestión. En su orientación hubo plena coincidencia con lo expresado por el sector público. De hecho, al igual que el MIC, se entendía a las cadenas productivas como la referencia principal de la política industrial y tecnológica, cuyo desarrollo debía ser estimulado, así como las instituciones y esquemas de incentivos que generaran una vigorosa cooperación interempresarial19. La coincidencia de propósitos culminó en la creación del Consejo de Desarrollo Industrial, con participación mixta, para contribuir en las orientaciones tanto privadas - 16 como públicas. Lamentablemente, el citado organismo consultivo no ha arrojado resultados en los cuatro a cinco años desde su creación, más allá de servir como caja de resonancia de los problemas coyunturales que suelen aquejar al sector productivo. Cabe destacar dos hechos institucionales adicionales, uno del sector público y otro donde la iniciativa principal provino del mundo privado. Se trata del giro estratégico de CONICIT y de la creación de Venezuela Competitiva. Desde su creación CONICIT concedió prioridad casi exclusiva a la promoción de la investigación, al fortalecimiento de laboratorios en universidades y a la formación de recursos humanos de alta calificación científica. Con el tiempo, las bases filosóficas que le dieron origen mostraron su debilidad y sus funciones tendieron a aislarse de las necesidades sociales y económicas más evidentes. Luego de una transición difícil en la cual esta institución no hallaba su lugar adecuado, se produjo un giro que ha permitido vincular, casi por primera vez, al mundo de la investigación y la academia, con problemas concretos de la sociedad y la economía. Un ejemplo de lo dicho fueron las agendas sectoriales, que permitieron el establecimiento de necesidades y orientaciones para ser eventualmente cubiertas por distintos centros de investigación y estudio. Destacaron entre ellas la Agenda Petróleo, que permitió canalizar recursos hacia proyectos muy diversos relacionados con el negocio petrolero y su impacto económico y social 20. O la Agenda de la violencia, que permitió desarrollar estudios inéditos sobre la delincuencia en Venezuela. Por su parte, Venezuela Competitiva fue creada en 1993 como una manera de responder ante las dificultades colectivas que se plantean ante la modernización económica. Creada por una antigua Ministra de Fomento, se planteó desde su inicio servir de puente entre el mundo privado y el público, más allá de las fricciones habituales entre ambos. Para sustentar su labor en bases sociales sólidas ha destacado los valores criollos de la excelencia, sobre la base de la documentación y difusión de la experiencia exitosa de múltiples organizaciones de todo género. Su foco está dirigido a las organizaciones y para ello ha confeccionado distintas herramientas de apoyo, a las empresas, a las personas, a los exportadores, a estudiantes y padres de las comunidades educativas21. Adelanta buena parte de sus acciones con un fuerte sesgo comunicacional, buscando impactar al máximo por los medios de comunicación social. Con todo, a pesar de los avances institucionales, se mantiene en Venezuela una fuerte dispersión de esfuerzos, pues el Consejo de Desarrollo Industrial y el propio MIC no han servido como mecanismo eficaz de coordinación. Un ejemplo de ello es el mundo de la PYME, en el cual han surgido muy variadas acciones por parte de organizaciones nuevas o antiguas que compiten entre sí por un mercado estancado. Las distorsiones del plan petrolero Las dificultades vividas por Venezuela durante cerca de una década de pronto parecieron mitigarse a raíz de la Apertura Petrolera, un ambicioso plan de expansión a partir de 1997 que contaría con el concurso de inversionistas extranjeros, la empresa Nacional PDVSA e inversionistas nacionales privados. El gobierno de Caldera decidió apostarlo todo al petróleo y una vez lanzado el plan, comenzó a destaparse un ‘boom‘ de expectativas positivas, especialmente en zonas del oriente del país donde se veía venir un alud de inversiones. Solo para ilustrar lo dicho, cabe destacar que los precios de las tierras urbanas y los inmuebles de una ciudad como Maturin, la nueva capital - 17 petrolera, sufrieron aumentos de hasta diez veces su valor inicial en solo dos años. En el mismo sentido, se hablaba de que en un solo municipio costero del estado Anzoátegui se esparaba una inversión en cinco años mayor que la que permitió crear las empresas básicas de Guayana, una ciudad y gigantescas represas... en veinte años. Durante un par de años de ensueño el país vivió la magia de la prosperidad recobrada. Como en tantos otros lugares del mundo, la crisis asiática acabó la ilusión. El interés de destacar la influencia de la Apertura Petrolera es para poner de manifiesto la fuerte polarización que vive la economía venezolana entre una variedad de actividades que han venido emergiendo en medio de la crisis y el efecto ‘embudo’ que representa el petróleo cada cierto tiempo. Con todo el bien que pudiera haber representado la activación de la máquina petrolera en tiempos en que los encadenamientos que genera son muy intensos, no es menos cierto que enviaba señales negativas a ese mundo emergente, pues ofrecía a corto plazo lo que cientos de miles de personas venían trabajando por una o varias décadas. El rompimiento de las ilusiones ha dejado una sensación de agotamiento en el pequeño inversionista, el cual sigue sometido a los vaivenes de una economía muy inestable. En ese contexto, resulta difícil retomar el hilo de las acciones públicas, especialmente cuando se supone que deben obrar en el mayor acuerdo con los planes privados. Falta ver qué impacto tendrán en el diseño de las acciones económicas las transformaciones que están teniendo lugar con motivo del proceso constituyente. - 18 Notas y Bibliografía 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 Me baso en una relación verbal descrita por el Sr. Brizio, presidente saliente del INCAE en la cual recientemente comentó sobre este proceso que lleva más de tres años y que ha logrado resultados muy importantes Michael Porter (199 ) La ventaja competitiva de las naciones Douglass North (1993) Instituciones, cambio institucional y desempeño económico Ver Venezuela Competitiva (Carole Leal y Haydée Faverola, coordinadoras), Ventajas Competitivas de ser Competitivos, varios volúmenes, varios años (1994, 95, 96, 97, 98). También Gómez, Leal, Vivas y Márquez (1998) Gerencia Exitosa con Sello Latinoamericano. Por la parte de Interman, ver Valerie Hammond (Editor) (1995) Interman Management Innovation Programme, Context, methodology and case stories Interman, op.cit Venezuela Competitiva, Ventajas Competitivas... (Volumen Gobiernos, 1995) Fairbanks & Lindsay, Plowing the Sea Carlota Pérez, 1993 Fairbanks&Linsay, op.cit. Venezuela Competitiva, Ventajas Competitivas...(Volumen Empresas, 1995) H. García Larralde, William Baumol, Sue Batey Blackman, and Edward Wolff (1992), Productivity and American Leadership David Dollar and Edward Wolff (1993), Competitiveness, Convergence and International Specialization O. Mandeng (199) “Competitividad Internacional y Especialización”, Revista de la CEPAL, No 45, Santiago de Chile, Diciembre Banco Mundial (1994) The Asian Miracle Moisés Naím, “Instituciones: el eslabón perdido en la reforma económica de América Latina” , Trabajo presentado al Seminario Latinoamericano sobre Crecimiento Económico, Bogotá, junio de 1994 Paul Krugman (1999) The return of recession economics Leonardo Vivas (1995), Crónicas de un tecnócrata en apuros Ministerio de Industria y Comercio (1996), Agenda Venezuela: Política de Oferta y Competitividad CONICIT, Informes del Directorio (varios años) Venezuela Competitiva, borrador de Case Study presentado a la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard.