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LA LUZ DEL PASADO A lo largo de ocho ediciones, COMPUTADORAS ha insistido en la idea de hacer software local y desarrollar al máximo la investigación en este sector. Este argumento fue ampliamente demostrado por el científico boliviano Iván Guzmán de Rojas, cuyo trabajo no sólo es un aporte tecnológico inusitado sino un magnífico ejemplo del rescate de la identidad cultural a través del software. Jamás la informática latinoamericana miró en esta dirección: la posibilidad de hablar un lenguaje nuestro y permitir que las computadoras dejen de ser cajas de plástico y silicón, extrañas a nuestra cultura. Inspirándonos en nuestra propia realidad y necesidades, se pueden hallar soluciones, indagando creativamente nuestra historia, aún por descubrir. Es indispensable el apoyo de todo tipo a la investigación nacional. “No esperamos que la palta caiga por madura”. Editor: EDUARDO CARRASCO ZULOAGA - Diseño Gráfico: CARLOS SOTOMAYOR -Colaboradores: EMILIO Seso boliviano CASTAÑON PASQUEL, EDUARDO TOLEDO, JUAN ACEVEDO, XAVIER UGARRIZA, GONZALO ROJAS, JOSE GONZALEZ, LUZ MARIA CORREA, GABRIELA FERNANDEZ - Arte Final: ERLO CORTEZ -Fotografía: VICTOR CH. VARGAS Iván Guzmán de Rojas rescató el aymara y su identidad cultural con el software. Por EDUARDO CARRASCO – Fotos FREDDY ALBORTA A Iván Guzmán de Rojas se le puede encontrar caminando por las empinadas callecitas de La Paz, con su inconfundible saco de alpaca y un maletín que él define como el de un “vendedor judío”. Por estas mismas calles llegamos a su moderno departamento de estilo colonial y cuadros que tienen para él un significado muy profundo. Son nada menos que las pinturas del famoso pintor Cecilio Guzmán de Rojas, su padre, fundador de la Escuela Boliviana de Artes. “Renovó la plástica boliviana introduciendo una temática propia: su paisaje, su folclore, su gente....Pintó al indio fuerte, digno como la esperanza, proyectando el futuro con la potencial más fuerte que había. En mi época de estudiante acompañé a mi padre por el altiplano. Allí aprendí a tratar a la gente del campo, a aceptar sus limitaciones y respetar sus valores”. Estas reminiscencias de su infancia, lo acercaron al conocimiento de la cultura aymara. “Además – dice- soy paceño y le tengo un especial aprecio a lo que es nuestro”. Ingeniero industrial en 1959, realizó un posgrado de física-matemática en Alemania Federal. Incursiona en el campo de la automatización y de la inteligencia artificial, diez años después, trabajando en la casa Siemens (Alemania). A su regreso sirvió en la Universidad Nacional de San Andrés, donde organizó un centro de estudios de ciencias para la investigación. Posteriormente creó el Centro Nacional de Cómputo (CENACO), donde dio paso a un departamento de investigación científica. “Irónicamente, durante el gobierno de Ovando y Torres que se suponían de izquierda, fui echado de la universidad, y después por un gobierno totalmente opuesto, que se suponía afirmaba los valores nacionales fui igualmente boicoteado, hasta que tuve que salir del país”. Viaja a Costa Rica, donde asesora al gobierno en la concepción de un sistema automatizado para administrar y manejar la reforma agraria, sistema que ya había aplicado en Bolivia. La presidenta Lidia Geiler lo nombró su representante ante la Comisión de Reforma Educativa, último intento de Guzmán por aportar dentro de las estructuras formales del sistema. Su extraordinario invento, el ATAMIRI, que significa intérprete en aymara, utilizando este idioma como puente para la traducción de cinco idiomas. Fue el fruto de una investigación de seis años sobre las posibilidades de enseñanza de las matemáticas en aymara (ver recuadro). Es un evento sin precedentes en la historia de la computación mundial. Acosado por las multinacionales y la prensa internacional, este hombre piensa ante todo crear un semillero latinoamericano con sede en Bolivia. COMPUTADORAS: ¿Cómo nace su interés por desarrollar una informática nacional? GUZMAN: Cuando fui echado de la universidad comprendí que ahí no podía nacer un proceso de cambio cultural y educacional. Me he dado cuenta de que si va a haber un verdadero proceso de transformación, revitalizando nuestros valores culturales deberá nacer reconociendo los valores de nuestros ancestros. Hay razones objetivas: en la sabiduría de nuestros ancestros está la armonía del buen tratamiento de lo ecológico, la agricultura, los medios de producción, el arte, las tradiciones, que a través de muchos milenios se han integrado deteriorándose, perdiéndose. Pero yo creo que si hacemos un esfuerzo por redescubrir eso, vamos a encontrar caminos de mucha creatividad, sin ponernos reñidos con la técnica, la ciencia moderna. Todo lo contrario, actualizar los valores éticos, estéticos y de convivencia que vienen de nuestra tradición ancestral. Han de ser la fuente de un verdadero movimiento de regeneración cultural y, por lo tanto, han de tener matices políticos de mucho mayor importancia y trascendencia que los planteamientos de las diferentes corrientes ideológicas actuales. En última instancia, estas últimas tienen su origen en los problemas que han surgido en Europa, o quizás ahora en la confrontación entre las grandes potencias. COMPUTADORAS: Hay quienes afirman que la tendencia de desarrollo latinoamericano es la castellanización con la consecuente desaparición de nuestras culturas nativas. GUZMÁN: Esa es una reflexión válida. Yo quisiera, por razones sentimentales, responder “no, qué ¡barbaridad! Hay que recuperar los valores autóctonos”. Yo quise, en forma objetiva con el realismo de un ingeniero, obtener una respuesta. Para ello inicié una investigación sobre las limitaciones que tiene el aymará para la enseñanza de las matemáticas, por ejemplo. En uno de mis artículos hacía la pregunta: ¿qué pasa con el idioma aymará en la enseñanza de la aritmética y en general de las matemáticas? Para este fin, me dediqué a investigar en qué forma en el aymará se pueden formular premisas y conclusiones, por ejemplo, para demostrar teoremas. Quise ver si sintácticamente este idioma maneja términos como las conjunciones castellanas que nos permiten construir las funciones lógicas. O sea enunciar proposiciones lógicas bien formadas y en base a esas proposiciones tener premisas que nos llevan a una conclusión. Para este fin, consulté con gente que ha estudiado la gramática aymará y además textos antiguos de hace 400 años como el de Ludovico Bertoni o Diego de Torres Rubio, que tiene copiosa información sobre el vocabulario y gramática aymará. Al principio me quedé estupefacto, porque no es fácil de encontrar equivalencias entre las conjunciones del castellano y los sufijos con que se forman proposiciones lógicas en aymará. Existe una gran variedad de sufijos y combinaciones sufijales para este fin que en algunos casos son equivalentes a las conjunciones en castellano y en otros no. Para poder crear un sistema de equivalencias es necesario que exista una sintaxis apta para crear proposiciones lógicas. Si no existe, olvidémonos, el aymará no sirve para enseñar. Para ello utilicé el método de las tablas de verdad, método de “verdad” o “falso” (a través de símbolos) y vi cuáles eran las funciones que correspondían a las del castellano en los sufijos del aymará. Para mi sorpresa, inicialmente el trabajo mostró que no se podían construir tablas de verdad bivalentes en forma consistente con los sufijos del aymará. Entonces me lancé a una hipótesis de trabajo un poco conjetural si se quiere: No será que en el aymará existe una estructura lógica no-aristotélica (es decir, que rompe con el principio de que todo enunciado debe ser verdadero o falso) y que más bien su sintaxis admite sistemáticamente un tercer valor de verdad, de manera que dichas tablas se deberían usar no con dos valores como las de Bull, sino con tres valores como las del logista polaco Jan Lukasiewicz. Este hace unos 50 años, sacó un trabajo sobre la lógica trivalente, creando tablas de verdad trivalentes. Para mi sorpresa, el método de análisis con tablas trivalentes explicaba perfectamente el comportamiento de los sufijos del aymará con que se construyen proposiciones lógicas en su sintaxis. Este trabajo lo divulgué un poco a través de conferencias y llamó la atención a un científico del Centro de Investigaciones para el Desarrollo del Canadá, el que me estimuló para que publicara una monografía de tipo preliminar que difundiera esta idea. Este trabajo me dio una respuesta inicial: el aymará es muy importante para enseñar lógica y matemáticas. Es un idioma que tiene una estructura realmente apta para la educación, por lo tanto, se lo debería estudiar, revitalizar y tomar más en serio desde el punto de vista pedagógico. Ese fue el primer paso de mi trabajo de investigación. COMPUTADORAS: ¿ Y cómo dio a luz al revolucionario ATAMIRI? GUZMÁN: Cuando vi que el trabajo de investigación sobre la lógica aymará tenía respuesta y era estimulante para mí. En ese momento retorné a mi país dispuesto a cerrar mi consultoría o reducirla al mínimo, porque no sólo vivo de la consultoría sino que ésta me da acceso a equipos de cómputo que necesito para la investigación y que de otro modo, no tendría. He recibido la colaboración de dos empresas de Seguros (irónicamente) para poder llevar a cabo el trabajo en mis horas libres, etc. Así mismo, la compañía representante de Wang que me ha proporcionado tipos de máquina para crear los diccionarios y hacer demostraciones, etc. En este último año me he dedicado estrictamente a programar este paquete que se llama ATAMIRI, y que en aymará quiere decir “interprete”. Además le doy la sigla de interpretación: “Autómata”, “traductor”, “arborítico”, “multilingüe”, “interactivo”, “recursivo”, “inteligente”. Porque efectivamente es un modelo de inteligencia artificial que cumple requisitos. COMPUTADORAS. El lenguaje común se va enriqueciendo permanentemente. Los literatos y los escritores van integrado a la lengua expresiones y formas idiomáticas nuevas. Arguedas, por ejemplo, en su momento integró toda una serie de formas idiomáticas ¿Cómo contempla el ATAMIRI este fenómeno? GUZMÁN. El ATAMIRI ACTÚA IGUAL QUE UN INTÉRPRETE PROFESIONAL. Si Ud. Quiere traducir, por ejemplo “ojos que no ven, corazón que no siente” al inglés, tendría que decir “out of sigt, out of mind”, que no tiene nada que ver con las palabras “ojos” y “corazón” en castellano. Ahora esa traducción que no es término a término, ¿cómo la hace una persona? Sencillamente memorizando todo el refrán. Este ATAMIRI no es un traductor de diccionario término a término, es un modelo de inteligencia artificial que bajo determinadas situaciones y, gracias a la lógica que posee, puede discriminar cuando tiene que proceder con la sintaxis formal o cuando tiene que acudir simplemente a formas idiomáticas y refranes que, obviamente, tienen que estar en su diccionario. Es igual que Ud. No puede recurrir a un refrán que no la ha aprendido antes. COMPUTADORAS: Ud. Me está hablando de inteligencia artificial. Por qué no enfatiza un poco este aspecto. GUZMÁN. Yo creo que la razón por la que han fracasado muchos proyectos es, precisamente, porque lo que se buscaba era la traducción automática. En cambio, si uno se plantea un softwar más bien enfocándolo como un modelo de inteligencia artificial, que tenga primero: la propiedad de discriminar en base a criterios que, en lo posible, se la dan a nivel de diccionario y no a nivel de programa. Segundo, tiene que tener la facultad de aprender: La experiencia le va a permitir encontrar un término adecuado en su función sintáctica y semántica en nuevas situaciones que no estaban previstas. Esa es la base de un traductor. En tercer lugar el modelo tiene que tener la capacidad para resolver ciertos problemas de ambigüedad propias del lenguaje humano, del lenguaje natural. Para que eso sea posible, el programa tiene que tener la flexibilidad necesaria para que sea el traductor humano el que decida, sin que tenga que perder tiempo y se vea perjudicado su trabajo. COMPUTADORAS: ¿Por qué es inusitado a nivel mundial? GUZMÁN: Es considerado el primer modelo multilingüe de traducción. Existen tres modelos bilingües de traducción, más o menos serios, en el mundo. Uno que fue desarrollado por un grupo de estudiosos en Grenoble que hace la traducción ruso-francés. Es uno de los más avanzados. Hay otro que fue desarrollado por una compañía en Utah (EEUU) que se llama Automatic Language Processing Systems que fue un proyecto ligado a la universidad de los mormones, y después de un fracaso en la universidad se creó una empresa que siguió la investigación y ahora tienen un traductor bilingüe del inglés al francés. Tiene aún muchas dificultades pero ya es una herramienta bastante interesante para el traductor profesional. Luego hay otro sistema que el año pasado ha sido anunciado en la Feria Internacional de Hannover sobre inteligencia artificial en Alemania, que ha sido desarrollado por una empresa que se llama LOGOS. Es un traductor del alemán al inglés, y entiendo que están trabajando ahora del inglés al alemán. Todos estos traductores son bilingües, unidireccionales y tienen la gramática de ambos idiomas y las reglas de transformación entre ambos en el programa. En cambio, mi sistema y, gracias a que es multilingüe, de muy bajo costo y de altísima velocidad, tiene la peculiaridad de que las gramáticas específicas de los idiomas no están en el programa sino en un diccionario sintáctico referido a la terminología del aymará. La única gramática que está en el programa es la del aymará, que es la que usa constantemente, más ciertas reglas de transformación con los diccionarios externos que son sintácticos. Esta es la novedad, además, hay un diccionario donde se han codificado las estructuras sintácticas con las reglas que se han obtenido de formalizar la sintaxis del aymará. COMPUTADORAS: Usted hablo de que Wang se había adelantado a decir que su lenguaje puede servir como un lenguaje puente tanto para la gente de cómputo como para los científicos. GUZMÁN: Para mí ha sido una sorpresa ver que mi trabajo de investigación ha tenido mayor receptividad en los centros de investigación de cuestiones electrónicas, de inteligencia artificial o de desarrollo de software, y no así entre los lingüistas, que son muy escépticos frente a mi trabajo. Ni qué hablar de la gente dedicada a la gramática tradicional, que jamás podrá aceptar que la gramática sea formalizada en términos algebraicos. Sin embargo, para mí es muy estimulante que un centro de investigaciones como el de Wang considere que las técnicas que he desarrollado y el análisis formal que he hecho del lenguaje aymará tiene grandes posibilidades de servir como una interfase entre el lenguaje natura y el lenguaje algorítmico que usa la máquina. Lo que se quiere, en el futuro, es llegar a un tipo de procesador electrónico que sea totalmente abierto al ser humano en su lenguaje natural y que no le exija como hoy, el dominar la jerga que si no es uno especialista, crea una barrera de comunicación con el procesador. Si existe un lenguaje humano, que en este caso sería la formalización sintáctica del aymará, que puede servir de interfase, se abre una posibilidad muy bonita para crear sistemas de comunicación en lenguaje natural con un procesador. Otro aspecto que un estudioso me ha hecho notar, es que he logrado una expresión algebraica de una lógica trivalente. Al haber formalizado los sufijos del aymará he definido, lo que se llama en términos matemáticos, un “anillo algebraico” que es más poderoso que el álgebra de Bull y que podría servir en el futuro para crear circuitos electrónicos que trabajen con este tipo de álgebra. Podría tener mucho más poder de inferencia que una máquina bulliana, o sea una máquina que trabaje con este nuevo anillo podría tener la capacidad de resolver problemas de inferencia de una manera que hasta ahora no se ha planteado. COMPUTADORAS: ¿Cuáles son las críticas a ATAMIRI más consistentes que usted respeta y considera? GUZMÁN: En este momento el ATAMIRI tiene limitaciones objetivas y hay que reconocerlas. Una primera limitación tiene que ver más con la falta e recursos para poder hacerlo. Es que su diccionario es pobre, tengo 8.000 entradas en inglés, 8000 en castellano, unas 7000 en francés y alemán y unas 2000 en aymara. Si uno quiere hacer una traducción técnica de documentos especializados, necesita un diccionario de por lo menos unas 60.000 a 80.000 entradas y con una gran cantidad de términos técnicos, modismos y giros idiomáticos. Esta es una limitación salvable. Ya he dicho que con cada nueva traducción el sistema va aprendiendo nuevos términos, se los enseña el traductor. De modo que en cuestión de meses, ese problema sería salvable. En relación a otros modelos,, mi diccionario es muy reducido. Entiendo que hay modelos que están trabajando con 100.000 entradas (Logos, Grenoble). Otro problema, que es más grave porque no es por limitación de recursos sino u problema de mayor investigación. La formalización que he realizado, como se refiere a las categorías sintácticas del aymará, no es accesible al lingüista o al gramático. De modo que sí se quiere que este software sirva como una herramienta de investigación, obliga a aprender a un sistema referido al aymará. Lo cual yo considero ventajoso porque un sistema muy poderoso, pero que es visto como una desventaja desde el punto de vista de marketing del producto por la reticencia que tienen las personas, especialmente los lingüistas, a renunciar a la terminología y la jerga que ya han aprendido y tener que aceptar una cosa totalmente tirada de los cabellos que nunca han antes. Se trata entonces de un proceso de reeducación. Mi sistema va a obligar a un replanteo del estudio de la gramática para comenzar. En términos de una gramática ancestral es muy lindo para nosotros. Pero en otras partes es visto con mucho escepticismo el que se tenga que aprender aymará para entender un sistema de computarizado eficaz. COMPUTADORAS: ¿ Y en cuanto al quechua? GUZMÁN: Yo del quechua conozco muy poco. He leído algunos trabajos, por ejemplo, el Middendorf y también un trabajo de una lingüista cuzqueña. El quechua es un fenómeno muy interesante, es un idioma que tiene propiedades muy parecidas al aymará, es una lengua que tiene la misma fonética, una sintaxis aglutinante con sufijos y tiene, yo diría, un 30% de vocabulario común con el aymará, o sea palabras como wawa, warma, inti, kantam toas esas palabras son válidas para ambas lenguas. Lo curioso es que, y eso habría que estudiarlo en algún momento, los mismos sufijos (morfémicamente idénticos) cumplen funciones diferentes en el quechua. Es como si se hubiera producido un cortocircuito en la computadora y se hubieran desplazado los términos de una matriz y alguien haya hecho correr el programa y se hubiese creado un nuevo lenguaje. Más o menos así me lo imagino. Sin embargo, yo creo que sería muy interesante hacer una investigación con los mismos métodos con alguien que conozca el quechua y tenga más información de la que yo tengo. EL COMERCIO Lima, martes 19 de agosto de 1986 PRESENTAN UN SISTEMA ELECTRÓNICO DE TRADUCCIÓN Un sistema electrónico que permite traducir 50 mil palabras por hora, será presentado hoy por un ingeniero boliviano en la sede de la Junta del Acuerdo de Cartagena, en Lima. Iván Guzmán de Rojas inventó en 1979 el sistema “atamiri” que, dijo, encierra los principios lógicos que lo convierten en germen auténtico de la llamada “inteligencia artificial”. El sistema de traducción simultánea por computadora, desarrollado por el boliviano a partir del aymará, “no sustituye al traductor, pero le brinda gran apoyo al entregar un borrador que necesita sólo pocas correcciones”. La demostración que hará hoy ante los embajadores y jefes de organismos internacionales acreditados como observadores ante la Junta del Acuerdo de Cartagena, ha sido programada considerando que su trabajo en las tecnologías de punta es una prueba de la capacidad y competencia de los investigadores de la subregión. El “Atamiri” puede traducir a cinco idiomas. EL ESPECTADOR Dirección Carlos Cano Martínez BOGOTA, Lunes 15 de julio de 1985 EL AYMARÁ, LENGUAJE MILENARIO, INGRESA A LA INFORMÁTICA El problema de la representación formal del lenguaje humano, de modo apto para manejarse en la computadora, es crucial para los sistemas de informática más avanzados. Pareciera insólito que justamente un lenguaje de nuestro ancestro indo americano resulte dar las pautas de diseño para el primer prototipo de sistema traductor multilingüe que funciona en una computadora. Este sorprendente desarrollo tecnológico ha sido demostrado ante especialistas de informática y lingüística en uno de los simposios más novedosos: Informática y Sociedad de las Américas, que tuvo lugar en el marco del 45 Congreso Internacional de Americanistas realizado recientemente en la Universidad de los Andes. El ingeniero boliviano Iván Guzmán de Rojas, miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Bolivia, bajo los auspicios de la Unesco, presentó su sistema Atamiri para el deleite de los americanistas. Su presentación teórica fue seguida en una demostración práctica en la computadora, en que utilizando como puente sintáctico una representación formal del aymará, logró traducir oraciones complejas del castellano simultáneamente al aymará, al inglés, al alemán al francés y al portugués. La calidad de las traducciones en algunos casos era perfecta, en otros presentaba algunos errores de concordancia y de selección de términos. El programa permite corregir errores por intervención humana, de modo interactivo con la máquina. El sistema es capaz de aprender nuevas palabras y expresiones sin tener que modificar el programa. La calidad del borrador traducido que genera el sistema es lo suficientemente buena como para asegurar un aumento de productividad a pesar de las tareas de afinamiento, por parte del traductor profesional, requerido para obtener el texto final. Guzmán de Rojas se encuentra preparando una operación piloto de traducción masiva de documentos técnicos en la cual se optimizará el sistema elevando su nivel lexicográfico en terminología técnica. Esta operación se efectuará inicialmente en Panamá, donde el autor ha encontrado una gran acogida y demanda para su sistema, por tratarse del país latinoamericano que más trabaja en un ambiente multilingüe, debido a la actividad del canal. En una debatida sesión del simposio fue controvertida la cuestión de si la representación formal del aymará, que utiliza Guzmán de Rojas, es realmente el aymará actualmente hablado alrededor del lago Titicaca en Bolivia y Perú; se sugirió designar el lenguaje formal por Guzmanio para evitar confusiones. El autor argumentó que todo modelo se va acercando por aproximaciones sucesivas al fenómeno real; considera injusto negar el origen conceptual de su sistema, en el que juegan un papel decisivo las categorías sintácticas posiciónales del aymará, gracias a las cuales él pudo obtener una representación matricial susceptible de manejarse eficientemente con los algoritmos del álgebra lineal; este aspecto hace que su sistema sea diferente e las representaciones basadas en estructuras arborescentes en boga. Efectivamente, no sólo los especialistas en materia de traducción automática en los Estados Unidos y Canadá, sino también los participantes en el simposio, quedaron favorablemente impresionados por la forma eficaz con que actúan los algoritmos del sistema Atamiri; oraciones de 10 a 15 palabras son traducidad a cinco idiomas en cuestión de un segundo. El potencial de esta tecnología desarrollada en La Paz, ha sido reconocido internacionalmente, y como latinoamericanos nos enorgullecemos del logro obtenido, a pesar de los modestos recursos de que se dispuso para el desarrollo de un trabajo de investigación que compite con otros proyectos en traducción automática en Estados Unidos, Europa y Japón, generosamente dotados. También celebramos que así se ha demostrado cuán relevante puede ser la informática como herramienta para la investigación de nuestra cultura americana, representando un aporte significativo el empeño que se concretó en Bogotá de incluir la informática como actividad multidisciplinaria en los congresos de americanistas.