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ANÁLISIS Y PROPUESTAS ALTERNATIVAS DE IZQUIERDA UNIDA FRENTE A LAS MEDIDAS DEL GOBIERNO EN RELACIÓN A LA CRISIS ECONÓMICA Izquierda Unida estima que las medidas económicas aprobadas por el Consejo de Ministros del pasado viernes día 18 en ningún caso apuntan hacia un cambio en el modelo productivo que en la actualidad muestra claros síntomas de agotamiento. Sus efectos se reflejan, principalmente, en una clara desaceleración económica, en un sector exterior clara y excesivamente deficitario, un IPC desbordado y un nivel de empleo en franca recesión. Podemos destacar que: No hay medidas adicionales ni para aumentar la productividad de la economía, ni para potenciar el I+D, ni para mejorar la formación de los trabajadores. No se implementan medidas para combatir el crecimiento de precios. De esto se parece deducir que las medidas necesarias las dejan para el diálogo social. Es de suponer que irán en el sentido de contener los salarios y aumentar la flexibilidad del mercado de trabajo. El sistema fiscal sigue siendo rehén tanto de la política de estabilidad presupuestaria como de la política monetaria del BCE. La medida estrella, la electoralista devolución de 400 € a los contribuyentes del IRPF, se ve acompañada por la eliminación con carácter retroactivo del Impuesto sobre el Patrimonio. Más bien parecen un insulto a los trabajadores y a quienes creen en el poder redistributivo del Estado a través de la puesta en marcha de políticas sociales. Estas medidas se toman tras las sucesivas reformas fiscales en donde las clases más adineradas han salido claramente favorecidas y no se han dado soluciones al alto nivel de economía sumergida ni al elevado fraude fiscal existente. Esta medida, que costará a las arcas públicas unos 6.000 millones de euros -el 60% del teórico “plan de choque”-, se justificó en la existencia de superávit presupuestario. Pero este superávit ha tenido un componente cíclico evidente, fundamentado en la buena marcha de los ingresos alimentados por la expansión del PIB nominal. El cambio de coyuntura minorará los ingresos y acabará con el superávit. En 2007 ya se ha detectado una disminución de la recaudación de algunas figuras impositivas (sobre todo las que tienen como base las transacciones inmobiliarias), y esa disminución se hará más intensa en 2008 y 2009, a medida que la actividad del mercado inmobiliario se deteriore. Además, la desaceleración del empleo y del consumo recortará el crecimiento de los impuestos y el aumento del paro hará crecer el pago de prestaciones por desempleo. En Izquierda Unida hemos considerado siempre que la alternativa del gasto público puede ser más eficiente y redistributiva. En el Gobierno socialista y el PSOE existe una clara contradicción: argumentan ahora que la nueva rebaja de impuestos es una medida para incentivar la actividad económica y la justifican en que la devolución de 400 euros a los contribuyentes del IRPF es un instrumento positivo para frenar una crisis negada hasta hace poco. Pero es que hasta ahora estas mismas rebajas fiscales se justificaban en que la economía crecía con solidez y que era de justicia y ‘de izquierdas’ bajar impuestos, sobre todo a las economías más favorecidas, sin poner en peligro por ello la ortodoxia del superávit. Algo falla porque, al parecer, las rebajas fiscales sirven para un roto y para un descosido. El impacto negativo de la desaceleración y del ‘agotamiento inmobiliario’ sobre los ingresos mostrará el lado más perverso de estas rebajas impositivas efectuadas y cuyo coste ha sido matizado precisamente por la coyuntura boyante y la expansión del PIB. Mientras, uno de los problemas de nuestra economía es el sobreendeudamiento de las familias por motivos hipotecarios y de ello parece derivarse la baja tasa de ahorro. En este contexto, la devolución de los 400 € destinada, por un lado, al fomento del consumo (jóvenes y pensionistas sobre todo) y, por otro, a suavizar los aumentos en los costes hipotecarios, más bien parece que el único efecto que tendrá será engordar las arcas de los bancos. El Gobierno trata de fomentar el sector en el cual la economía española ha estado basando su crecimiento a lo largo de los últimos años, la construcción. Pero para ello adopta en buena medida propuestas que tendrán un coste general en las arcas públicas, como la ampliación del concepto con el que se considera “rehabilitación de vivienda” a efectos del cálculo del IRPF. Esto tendrá también efecto sobre la recaudación del IVA. Las medidas adoptadas en relación al mercado de trabajo no han quedado suficientemente explicadas. De hecho, sólo parecen ir destinadas a los trabajadores afectados recientemente por el estallido de la ‘burbuja inmobiliaria’, como si el resto de sectores o de trabajadores no se hubieran visto ya o se verán afectados en el futuro por la crisis. Otras medidas como las referidas a la ampliación de los llamados ‘avales’ para Pymes y construcción de viviendas protegidas no suponen en la práctica una inyección directa de liquidez al sistema. Sólo sucedería en el caso de que se tuvieran que hacer efectivos. En cuanto al adelanto en la devolución de IVA lo único que supone es adelantar en el tiempo un dinero que antes o después estaría en circulación. Esto puede tener un efecto añadido de retraso a la hora de ejecutar o pagar determinadas políticas u obras públicas. En suma, son medidas cortoplacistas que apenas introducen cambios en nuestro modelo productivo basado en el endeudamiento, en el sector de la construcción y en una política fiscal regresiva. Cabe preguntarse si el objetivo que persiguen es sólo el de fomentar básicamente el consumo para influir así en las tasas de crecimiento económico (alrededor de 0,2% en 2008), pero de forma equivocada. Por contra, no se ha tocado el IVA de ciertos productos de primera necesidad, precisamente alguno de los cuales ha contribuido a que se alcance la tasa de inflación que sufrimos en la actualidad. Tampoco se ha barajado disminuir la tributación sobre los hidrocarburos para aquellos sectores más afectados por la subida de estos productos. Estas medidas supondrían un menor gasto para las familias y para determinadas empresas. Sí supondrían una inyección de liquidez para ambas, pudiendo ayudar a paliar las subidas tanto del coste hipotecario como de los productos de primera necesidad y de transporte, con lo que podría frenar las subidas en el nivel de precios y, con ello, mejorar nuestra competitividad. NUESTRA ALTERNATIVA Desde Izquierda Unida pensamos que un papel más activo del gasto público ha de servir para hacer frente a la desaceleración, además de para ayudar a consolidar un modelo productivo más eficiente y sostenible. No podemos olvidar que todas las medidas que proponemos a corto plazo forman parte de lo que consideramos ‘ejes prioritarios para el cambio de modelo’: Invertir en productividad: políticas industriales activas, servicios de alto valor añadido, construcción productiva de infraestructuras sostenibles, impulso decidido a la rehabilitación y a la construcción de vivienda protegida, inversión en educación, formación e investigación, y creación de empleo de calidad con salarios dignos. Medidas transversales para coordinar la política económica a favor de un desarrollo que respete el medioambiente. Fortalecer nuestra protección social asegurando la suficiencia de los ingresos del Estado. Nuestra alternativa a corto plazo es destinar esos 6.000 millones de euros que el Gobierno reparte a razón de 400 euros por contribuyente en las siguientes políticas: Destinar 2.000 millones de euros para la puesta en marcha de un Plan de Vivienda Protegida de Alquiler y de Rehabilitación de viviendas y edificios para incorporar energías renovables y mejorar su eficiencia energética. Se debe de reorientar las actividades de construcción hacia la obra civil, invirtiendo en infraestructuras públicas de transporte, prestando especial atención a la red convencional de ferrocarril, así como al mantenimiento y conservación de la infraestructura viaria. Todo ello con el principal objetivo de paliar el impacto en el empleo provocado por la caída en la construcción de vivienda residencial. Aumento en 1.000 millones de euros de los fondos dirigidos a la atención de la dependencia y a la generalización de la educación infantil de 0 a 3 años. Se debe acelerar la construcción efectiva de equipamientos que ofrezcan prestaciones relacionadas con éstas políticas, con la consiguiente creación de empleo cualificado. Aumentar en 1.500 millones de euros los fondos destinados a las pensiones de menor cuantía. Mejorar los fondos destinados a la adecuación y modernización de los Servicios Públicos de Empleo (SPE) y de las políticas activas de empleo en 1.000 millones de euros, con el objetivo de mejorar la protección por desempleo y poner en práctica las propias políticas activas. Aumentar en 500 millones de euros los fondos destinados a políticas de integración de los inmigrantes. En relación a la medida que pretende ayudar a las familias alargando los plazos de amortización de los créditos hipotecarios sin coste durante los próximos dos años, y considerando que no está claro aún cual será el ahorro efectivo de la operación, planteamos como alternativa: Medidas que impidan la ejecución de viviendas hipotecadas en determinados supuestos. Propondremos, como ocurre en la inmensa mayoría de países europeos, medidas para evitar que los impagos de los préstamos hipotecarios sobre viviendas que obedecen a situaciones de empobrecimiento transitorio de las familias acaben con embargo y ejecución patrimonial, con el consiguiente empeoramiento hasta límites de dependencia y, en algunos casos, de exclusión social, de las familias deudoras. Límites al sobreendeudamiento familiar. En los últimos años el crédito hipotecario para la financiación de la compra de vivienda sin límite legal ha cebado una espiral inflacionista de los precios de este bien. Dado que la vivienda es, además de un bien económico, el soporte físico del ejercicio de un derecho constitucional de evidentes implicaciones sociales, propondremos medidas para evitar el sobreendeudamiento hipotecario de las personas y familias, así como frenar el incremento de los precios de la vivienda libre y protegida. NUESTRO ANÁLISIS La actual coyuntura económica reflejada en los datos de desaceleración en los niveles de crecimiento del PIB, repuntes en el nivel de desempleo -en especial en la construcción y en servicios relacionados con ésta-, y de tasas de inflación no sufridas desde el año 1995 -un 4,5% en marzo de 2008- debe abordarse con mucha precaución, sin alarmismos pero con rigor y con propuestas de política económica que ayuden a mitigar los efectos de esta coyuntura, particularmente sobre los colectivos más desfavorecidos. Además, deberán servir también para avanzar hacia otro modelo de desarrollo más productivo y menos dependiente del sector de la construcción, con mayor protección social y con los requerimientos ambientales precisos en el consumo y en la producción para hacerlo sostenible. Existen factores externos que han ayudado a este cambio de coyuntura, como las sustanciales alzas en los precios energéticos y de los alimentos derivadas, estas últimas, entre otros factores, en el aumento de la demanda de ciertos productos agrarios para la realización de biocombustibles, o la crisis financiera motivada por las hipotecas “subprime” asociada al estallido de la ‘burbuja inmobiliaria’ en EE.UU y que genera graves problemas crediticios a nivel mundial. Pero nuestro modelo de desarrollo ya estaba enfermo. Así lo viene a mostrar la existencia de: o Un déficit exterior descomunal, alimentado por la propia evolución del modelo económico. Nuestro déficit exterior ha representado en 2007 el 9,5% del PIB. o Una enorme bolsa de economía sumergida y de fraude fiscal, y una política fiscal cuyas modificaciones introducidas en las últimas reformas han generado efectos redistributivos muy negativos, en claro detrimento de los trabajadores y con un alto coste en términos de ingresos para las arcas públicas, que han recortado las posibilidad de ampliar los fondos para la realización de políticas sociales. o Un modelo de producción totalmente ineficiente desde el punto de vista ambiental y por el cual se han incumplido los compromisos de Kioto sobradamente. o Este modelo se ha basado en gran medida en el fuerte desarrollo del sector de la construcción, sector altamente especulativo y que ha llevado a decenas de miles de familias a endeudarse, en muchos casos, por encima de sus posibilidades. o Una política laboral basada en una fuerte desregulación del mercado de trabajo, donde la contratación de mano de obra poco cualificada, la precariedad en el empleo, con altas tasas de rotación, la siniestralidad y los bajos salarios son una constante. Además, en los últimos años se ha producido una clara regresión en la participación de los salarios en el reparto de la renta nacional, perdiendo desde 2004 hasta 1,5 puntos porcentuales en favor del excedente empresarial. o El Gobierno y el PSOE han negado hasta hace muy poco la existencia de esta crisis económica con claros fines electoralistas. Los síntomas eran muy claros desde hace tiempo y ahora no se puede abordar este problema como si fuera algo sobrevenido. Distintas entidades e informes advertían de que las proyecciones realizadas podrían deteriorarse por riesgos e incertidumbres hoy todavía difíciles de medir. El Gobierno deberá revisar a la baja cuanto antes las previsiones de crecimiento para 2008, algo que ya parecía claro y que hubiera ayudado a afrontar la actual situación de haberse acometido antes del 9-M. Basten unos ejemplos. Las previsiones del Banco de España (Boletín Económico, marzo 2008) apuntan a una desaceleración pronunciada en los próximos trimestres que llevarían a un crecimiento medio para 2008 del 2,4%, como consecuencia del menor pulso de la inversión y del gasto de las familias en consumo. Para 2009 se proyecta una pauta similar, con un crecimiento medio del 2,1% y una contención mayor de la inversión en vivienda residencial. Según estas estimaciones, la inversión en construcción sufrirá una recesión sin paliativos, con crecimientos negativos del -0,2% en 2008 y del -1,2% en 2009. La desaceleración del empleo que se muestra en el informe también es significativa. El empleo creció un 3% en 2007, estimando un crecimiento del 1,5% para 2008 y del 1,1% para 2009. Con estas tasas de crecimiento de la ocupación, el paro seguirá aumentando: se estima una tasa de paro del 9% en 2008 y del 9,8% en 2009 (8,3% en 2007). El déficit exterior se ampliará en 2008 hasta el 10% del PIB (9,5% en 2007) y se mantendrá en esa tasa en 2009. Todo ello en un proceso de desaceleración económica de nuestra economía, lo que implica un muy mal dato al derivarse de ello un aumento de la deuda externa en una situación en la que ya se encuentra sobredimensionada y considerando también la grave crisis financiera internacional, que puede complicar su financiación. Javier Alcázar (Coordinador ejecutivo de Economía y Mundo del Trabajo)