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ANTROPOLOGÍA Y CIENCIAS SOCIALES. DE ELABORACIONES HISTÓRICAS, A HERENCIAS NO QUERIDAS, A PROPUESTAS ABIERTAS. María Rosa Neufeld Santiago Wallace1 Introducción. En este artículo nos proponemos, básicamente, realizar un recorrido crítico por distintas herencias antropológicas acerca de las cuales plantearemos nuestros acuerdos y desacuerdos centrales. Asimismo, tendremos en cuenta los desarrollos tempranos de la Antropología Social tanto a nivel internacional como local, tomando distancia y reconociendo virtudes selectivamente. Reconociendo que la Antropología es una ciencia social, plantearemos los distintos niveles de diferenciación posibles con esta última, para establecer, de acuerdo Eduardo Menéndez, la imposibilidad de reconocer en las dimensiones técnico-metodológicas fundamentos válidos para definir un status epistemológico especial. Dejaremos planteados nuestros supuestos básicos y explicitaremos los ejes centrales de nuestro marco de referencia, situándonos desde América Latina en un intento por sumar criterios epistemológicos y teórico-metodológicos a lo que Esteban Krotz (1993) denomina Antropología del Sur. Por último, en un sucinto recorrido a través de la práctica dominante de la Antropología en nuestro país - aunque sesgada por la realidad de la Universidad de Buenos Aires sintetizaremos nuestra propuesta sin pretensión de provocar un cierre teórico. Al contrario, ella queda abierta al debate, a la reflexión crítica, en fin, a la incorporación de nuevas dimensiones de análisis. 1 Estas discusiones y reflexiones reconocen un origen innegable: los contextos académicos en los que nos hemos formado, los desarrollos de quienes han sido nuestros compañeros y maestros, Eduardo Menéndez y Mario Margulis, especialmente. 1 Antropología y relación colonial. La perspectiva desde los “países centrales”. La antropología nació en el marco de las relaciones propias de la situación colonial. Tal como señala E. Krotz (1993, p.5) “el establecimiento de la antropología como disciplina científica se produce en el entrecruzamiento de dos procesos nunca antes vistos”: la expansión a escala planetaria de una sola civilización, por un lado, y, por el otro, “la hegemonización de un único tipo de conocimiento, caracterizado por una determinada organización social de sus practicantes y por el consenso en el seno de éstos acerca de ciertos procedimientos para generar y validar enunciados sobre la realidad empírica”. George Balandier (1973:11), define así la situación colonial: “Es la dominación impuesta por una minoría extranjera racial y culturalmente diferente, que actúa en nombre de una superioridad racial o étnica y cultural, afirmada dogmáticamente. Dicha minoría se impone a una población autóctona que constituye una mayoría numérica, pero que es inferior al grupo dominante desde un punto de vista material. Esta dominación vincula en alguna forma la relación entre civilizaciones radicalmente diferentes: una sociedad industrializada, mecanizada, de intenso desarrollo y de origen cristiano, se impone a una sociedad no industrializada, de economía “atrasada” y simple y cuya tradición religiosa no es cristiana. Esta relación presenta un carácter antagónico básico, que es resuelto por la sociedad desarrollada mediante el ejercicio de la fuerza, un sistema de seudojustificaciones y un patrón de comportamientos estereotipados operando en la relación. La situación colonial es una situación total”. Como trataremos de destacar en este texto, las formulaciones de las ciencias sociales son tributarias del tipo de sociedad en el que se han desarrollado, y al mismo tiempo, una reflexión sobre problemas considerados acuciantes e imposibles de soslayar. Por ejemplo, según Robert Nisbet un historiador de las ciencias sociales (1966, tomo: 32), toda la preocupación de la naciente sociología del siglo XIX tuvo que ver con la incertidumbre vivida por los hombres a partir de la revolución francesa. El colapso del 2 viejo orden - decía Nisbet - "orden que se apoyaba en el parentesco, la tierra, la clase social, la religión, la comunidad local y la monarquía "...generó en el plano de la historia del pensamiento social...esfuerzos teóricos realizados para volver a consolidarlos. Tarea a la que se dan algunos de los "padres" de la sociología, por ejemplo, Durkheim quien, desde su tesis doctoral sobre la división del trabajo social hasta análisis de problemáticas más puntuales como la del suicidio, se preocuparon permanentemente por la cuestión del consenso en las sociedades modernas. En sus orígenes, la sociología se dedicó al análisis de diversas problemáticas ligadas a la industrialización, urbanización y complejización de las sociedades modernas. De la misma manera, la situación colonial a la que nos referimos inicialmente constituyó el contexto en que se desarrollaría la antropología, que se dedicó al análisis de las sociedades signadas por esta relación colonial, o bien, dentro de la tradición occidental, de aquellos aspectos que parecían ligados a la "supervivencia" de modos de organización social y producción precapitalistas. En este sentido, pensamos que la afirmación de Gouldner (1979:33) de que las ciencias sociales, "...son tanto parte del mundo social como una concepción de éste..." , puede aplicarse a la comprensión de la óptica peculiar de la antropología, así como a pensar la relación que se dio con las demás ciencias sociales y los ámbitos que abarcaron respectivamente. En el caso de la antropología (o etnología, según los ámbitos nacionales en los que se desarrollara), esta división del trabajo científico implicó que se dedicara a los usos y costumbres de los pueblos de Asia, Africa y Oceanía que fueron incluidos en los imperios coloniales de Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia, a fines del siglo XIX. Latinoamérica - especialmente las áreas mesoamericana y andina - fue objeto del trabajo de los antropólogos estadounidenses. En los países centrales, se desarrollaron especialidades como el folklore, dedicado a las formas literarias, musicales o las modalidades culturales que remitían en sus orígenes a las formas preindustriales de sociedad que habían antecedido a la sociedad actual. En la antropología, el trabajo en pequeñas comunidades exóticas dio lugar al desarrollo de 3 técnicas cualitativas especiales entre las que se destacó la observación prolongada con participación. Mediante ellas debía lograrse una imagen de la totalidad de la vida social. Totalidad de la vida social refería, en esta antropología clásica2, a esa unidad de análisis a la que nos estamos refiriendo, y en la medida en que esto se asociaba, o estaba permeado por el clima intelectual del funcionalismo, también se ligaba a la idea de totalidad orgánica: la sociedad se pensaba como un sistema integrado de partes interconectadas. Se suponía - además - que se lograría entender la razón de ser de las partes a partir de comprender el lugar y la función que cumplían en el "todo"3. No hemos mencionado aún al marxismo, tercera fuerza política, ideológica y teórica, que se desarrolla al mismo tiempo que la antropología y la sociología. Como señala Eduardo Menéndez (1975): "La teoría antropológica se genera durante el mismo período en que se desarrollan las teorías sociológicas clásicas y el marxismo. Las tres apuntan a un mismo objeto, pero la antropología propondrá desde sus inicios similitudes y diferenciaciones, que la harán aparecer como una tercera teoría (o modelo teórico) de la sociedad, pero en un nivel distinto que la diferencia tanto de la práctica sociológica como del marxismo”. La antropología ejerció su trabajo respecto de sociedades “sin clases” o con diferenciaciones de un orden distinto de las sociedades estratificadas "clásicas" o "modernas". Como señalara Menéndez (op.cit. 1975) en el manuscrito al que hiciéramos referencia las tres prácticas surgen y se desarrollan en el mismo período en Europa; las tres cumplen 2 Entendemos por “antropología clásica” a la producción de autores de las potencias hegemónicas en la primera mitad de este siglo La producción antropológica de Durkheim, el igualmente francés Marcel Mauss, los británicos Radcliffe-Brown, Evans Pritchard, el polaco residente en Gran Bretaña, B.Malinowski, en EEUU F.Boas, R.Linton, etc. 3 Intencionalmente, no entramos en la discusión de otras concepciones de la totalidad (p.ej la del marxismo), aunque destacamos que los planteos acerca de la naturaleza de la totalidad son muy distintos, así como el tipo de interdependencia que se supone entre las partes. Vg. Kosik, (1967: 5657). 4 funciones distintas en la descripción, interpretación/explicación y modificación de las estructuras sociales dadas. La sociología y el marxismo surgen en una sociedad de clases, la más desarrollada, para explicar la situación de esa sociedad de clases. Las ciencias antropológicas surgen en una sociedad de clases para entender las estructuras sociales de las áreas dependientes, y entre las mismas se establecieron relaciones contradictorias pero permanentes, a veces de complementariedad, otras de oposición. Un dato nada secundario, respecto de la antropología, fue la contradicción fundante de la antropología, que al mismo tiempo se caracterizaba por su relativismo, pero partía de una relación asimétrica con las sociedades que fueron su objeto. Nos permitimos continuar la ya extensa mención al manuscrito inédito de Eduardo Menéndez, (dada su inaccesibilidad) recuperando el desarrollo que propone a partir de la lectura del capítulo XVII de la Antropología Estructural de Claude Lévi-Strauss (1961: 327): toma como punto de partida lo que éste denomina fines o ambiciones propias de la antropología, y considera que las mismas permiten caracterizarla en una primera dimensión, a la que denomina teórica, y cuyas variables más significativas son: objetividad, autenticidad, totalidad, relativismo cultural, ahistoricidad, importancia de lo cualitativo, comparativismo, homogeneidad, integración. Respecto de la dimensión teórica, comentaremos qué significan algunas de las variables mencionadas. Con respecto a la objetividad, la antropología plantea su peculiar abordaje científico a partir del conocimiento de otro grupo social (el “otro cultural”). Esto se vincula con la cualificación inmediata que es el nivel de autenticidad: la posibilidad de llegar a tener un conocimiento profundo de las relaciones sociales: lograble por medio de la especial manera de trabajar de los antropólogos, que, partiendo de una unidad pequeña intentarán obtener un conocimiento pleno de toda la comunidad entendida como totalidad. Esto es, no mediatizada a través de terceros (como le ocurriría a un sociólogo que elaborara datos del encuestador que fue efectivamente al campo). Siempre siguiendo a Lévi-Strauss, habría al menos, dos formas diferentes de conocer: una de tipo cualitativo (característico de la antropología) frente a otra de tipo extensivo que simplificaría las características del objeto. El modo de trabajo del antropólogo es - además - comparativo, porque todo conocimiento 5 debe ser referido para su posibilidad de generalización a otras instituciones de otras formas socioculturales. En relación a la pretensión de totalidad, los antropólogos se plantean que su conocimiento tiende a ser totalizador, frente a la parcialización del conocimiento de los historiadores, sociólogos, o psicólogos. La segunda dimensión es de naturaleza técnica; se trata de la unidad de análisis: los antropólogos se interesaron por el estudio de las condiciones que mantenían estables a unidades pequeñas, autosuficientes, armónicas: así podía caracterizarse a la mayoría de las sociedades no occidentales en las que trabajaron. Esto, acompañado por un enfoque que privilegiaba la descripción y análisis de armonías y equilibrios antes que cambios y conflictos, caracterizó la definición antropológica es decir, la comunidad volcada sobre sí misma, que devinieron su unidad de análisis. Recordemos que tanto Malinowski, como los demás etnógrafos (E.E. Evans-Pritchard, R. Radcliffe-Brown, Meyer Fortes, etc) de la primera mitad de este siglo desarrollaron su labor en esas pequeñas sociedades, acentuando su relativo aislamiento al no tomar en cuenta para el análisis, su inclusión en áreas bajo el dominio colonial. Lo paradójico es que estos antropólogos conocían estas situaciones; su concepción de lo que debía ser un “relato científico” los llevaba a separar en diarios "personales" estos importantísimos datos de contexto: Radcliffe-Brown, por ejemplo, omitió consignar que sus datos acerca de los Andamaneses habían sido recabados visitando presos en compañía del policía local o Margaret Mead pasaba por alto señalar que la descripción luego famosa de las libertades sexuales de los adolescentes en Samoa, se habían convertido en historia luego de la presencia de los misioneros occidentales. En síntesis: la antropología, que se ha constituido como un campo de estudios diferenciado dentro del conjunto de las ciencias sociales, es difícil de asociar a un objeto exclusivo. Surgida en el contexto de la relación entre Europa y los continentes sobre los que se produjo la expansión colonial, sobrevivió a la desaparición de esa relación de dominio/ subordinación. También sobrevivió a la extinción/ exterminio de los llamados pueblos “primitivos”. Más avanzado el siglo XX, perduró y continuó su desarrollo después de las grandes migraciones rural/ urbanas (que se produjeron en el orden planetario), y convirtieron mayoritariamente a los campesinos en habitantes de las 6 barriadas populares urbanas. Sintomáticamente, éstos operaron como “reemplazo” de los primitivos en buena parte de los estudios antropológicos después de la década de 1930. Esta disciplina, que había nacido dedicada centralmente al estudio de las culturas no occidentales, perdía en apariencia su objeto. No había desaparecido, sin embargo, de los ámbitos académicos, de las universidades. Por el contrario, a partir de 1960, se multiplicaron carreras y cátedras de antropología social, cultural, etnología o como se llamaran según las tradiciones nacionales. Contradictoriamente, esta “desaparición de su objeto” coincidía con esta expansión en la academia. Claude Lévi-Strauss (1961: p. 310), destacaba que, a mediados de siglo, en cada contexto nacional , la antropología tomaba formas de organizarse distintas, lo que ya en ese momento hacía difícil sintetizar con sencillez qué era la antropología y dónde se enseñaba: Pero las dificultades comienzan en seguida: ¿dónde es posible encontrar - con excepción de Gran Bretaña una enseñanza de la antropología social en forma diferenciada y orgánica e impartida en un departamento autónomo? En todos los demás países (y también en varios establecimientos de Gran Bretaña) se habla simplemente de antropología, o bien de antropología cultural y hasta de etnología, de etnografía, de tradiciones populares. Ahora bien, estas denominaciones cubren, sin duda, la antropología social (o las materias agrupadas bajo este último titulo en otros lugares), pero también abarcan, a la vez, otras muchas cosas: porque la tecnología, la prehistoria, la arqueología, algunos aspectos de la lingüística, la antropología física, pueden ser consideradas como ciencias sociales? Pareciera que en el momento mismo en que estudiamos el problema nos salimos de él”. Este párrafo, escrito en 1954, nos retrotrae a los antecedentes de algunas cuestiones que aún hoy tienen actualidad. Sea como sea, los antropólogos han seguido existiendo, junto a economistas, historiadores, sociólogos, psicólogos sociales, etc. Al igual que en las etapas fundacionales de estas disciplinas (que de paso podemos señalar que no son estrictamente 7 coetáneas), no hay total acuerdo en torno de cuáles son los límites - si los hay - con estas otras disciplinas. Más adelante nos referiremos a estos aspectos. En EEUU, esta formalización de la enseñanza y la práctica de la antropología sucedía también en esos mismos años pero con fuerza que le daba la amplia disponibilidad que le daban recursos organizativos y materiales, con con la que allí se desplegó. Esto lo recuerda uno de sus más conocidos protagonistas, Clifford Geertz (1996: 103-105) : “En 1950, el Departamento de Relaciones sociales de Harvard era un centro característico de su época: en lo que a las ciencias sociales se refiere, [había]una clara sensación de que después de todo las cosas estaban marchando bien…la sensación de que estaba amaneciendo una nueva era, era en gran medida un reflejo de la reanimación que sucedió al final de la gran guerra…había cuatro subcampos: sociología, psicología social, psicología clínica y antropología social”. Entre los nombres que recuerda: Parsons (el presidente de la institución), Clyde Kluckhohn (que utilizaba técnicas científico-sociales con el objetivo de averiguar y frustrar las investigaciones soviéticas, George Homans, Jerome Bruner…Continuaba señalando Geertz que, dentro de este conjunto, los antropólogos establecían su diferencia: “A diferencia de los otros, simples academicistas, teníamos una prueba añadida, un lugar donde teníamos que ir y un rito que teníamos que pasar...el problema, lo que nos obsesionaba todo el tiempo: era dónde…¿Cuáles iban a ser nuestras Trobriand, nuestra Nuerlandia, nuestra Tepotztlán?” En ámbitos como el de EEUU, donde tiene una gran importancia dentro del conjunto de las ciencias sociales, se ha generado, en el curso de los últimos 20 años un movimiento de crítica a muchas de las características de la disciplina, generadas en el curso de su 8 constitución inicial, movimiento de crítica del que participó - entre otros - el mismo Geertz. Como se verá en este artículo, coincidimos con muchas de las cuestiones allí planteadas. Sin embargo, no es lo mismo ser un descendiente de la antropología colonial en el marco de una potencia del llamado primer mundo, que la práctica de esta disciplina en nuestro contexto, el de los países pobres, “subdesarrollados” o del Tercer Mundo. Pero volveremos sobre este aspecto más adelante. La antropología, dentro del conjunto de las ciencias sociales. Es indiscutible que los mismos problemas son abordados por antropólogos y sociólogos a partir de enfoques distintos, apoyándose, básicamente en situaciones microsociales en un caso, centralmente macrosociales en otro (con matices importantes, dado que dentro de la misma sociología, sus cultores reconocen una “sociología cualitativa”, una “microsociología”, etc). Sin embargo, esto no alcanza a constituir una especificidad cerrada para cada una de estas disciplinas, sí una especialidad. Especialidad que es cultivada en los ámbitos dedicados a la formación de especialistas en cada una de las orientaciones que integran las ciencias sociales (es decir, en cuanto se autoreproducen como "comunidad científica"). Esta compartimentación se diluye definitivamente cuando los investigadores concretos deben enfocar problemas concretos. En esta instancia, ante la unicidad de los problemas aparece la necesidad de la transdisciplina. En ese momento, las técnicas o los conceptos surgidos en las tradiciones particulares, confluyen sobre objetos de estudio cuya delimitación tampoco sigue las viejas especificaciones originales. Quizás la otra característica que podamos agregar en este intento de delinear mejor el proyecto de la antropología, tiene que ver con la forma en que ha intentado contribuir a discutir la “naturalidad” de las formas organizativas de las sociedades (en especial las propias), conceptualización que ha llevado a considerar, etnocéntricamente, la propia sociedad no sólo como "la mejor" (forma burda del etnocentrismo), sino como aquélla que tiene formas lógicas, obvias, de organización social y política. ¿Cuántas veces hemos considerado como obvio, lógico, natural, que la familia sea monógama, que la propiedad de la vivienda familiar sea del núcleo conyugal, etc? 9 Como destaca Lins Ribeiro (1989: 66): "La perspectiva antropológica se basaría, así, en una tensión existente entre el antropólogo como miembro - aunque especial - de un sistema social y cognitivo, que se encuentra en relación a otro sistema social y cognitivo, intentando transformar lo exótico en familiar. Esa tensión ha sido resumida en la fórmula nosotros/ ellos, donde nosotros significa el antropólogo y todo lo que le es familiar como miembro de una sociedad, y ellos los actores sociales que estudia, lo exótico. Al estudiar "su" propia sociedad, el antropólogo busca realizar la operación inversa, convertir lo familiar en exótico, usando - por principio y por racionalización metodológica - , una posición de extrañamiento." Dice Eunice Durham ( 1983:3 ): "Creo que la antropología es esencial a esa reflexión porque entre todas las ciencias sociales, es la única que está volcada directamente al análisis de las diferencias de las formas alternativas de organización de las sociedades y, por lo tanto, es la que nos permite simultáneamente vislumbrar lo que es general y percibir la infinita variedad de las formaciones sociales concretas". Capacidad de plantearse al mismo tiempo, lo general, y las formas variables de las formaciones sociales concretas: algunos textos clásicos que permiten re-crear en nosotros ese doble movimiento que plantea la antropología: comprender lo distinto, en su inmensa variedad, al tiempo que sometemos a lo propio, a lo cotidiano, a un ejercicio de descotidianización, por un lado, de des-naturalización, por otro. Esto exige aún un trabajo agregado sobre esta propuesta acerca de la des-naturalización: 10 Como señalan Bourdieu-Chamboredon-Passeron, (1975: pág): "Marx señaló repetidamente que cuando las propiedades o las consecuencias de un sistema social son atribuidas a la "naturaleza" es porque se olvida su génesis y sus funciones históricas, es decir, todo aquello que lo constituye como sistema de relaciones; más exactamente, Marx señala el hecho de que este error de método sea tan frecuente se debe a las funciones ideológicas que cumple al lograr, por lo menos imaginariamente, "eliminar la historia". Así, por ejemplo, al afirmar el carácter "natural" de las instituciones burguesas y de las relaciones burguesas de producción, los economistas clásicos justificaban el orden burgués, al tiempo que inmunizaban a la clase dominante contra la idea del carácter histórico, por tanto transitorio, de su dominación." En este párrafo, estos autores aluden a un texto de Marx, escrito en 1847 y perteneciente a Miseria de la Filosofía (1983, p.81): "Los economistas razonan de singular manera. Para ellos no hay más que dos clases de instituciones: unas son artificiales y otras son naturales. Aquí los economistas se parecen a los teólogos, que a su vez establecen dos clases de religiones. Toda religión extraña es pura invención humana, mientras que su propia religión es una emanación de Dios. Al decir que las actuales relaciones las de la producción burguesa - son naturales, los economistas dan a entender que se trata precisamente de unas relaciones bajo las cuales se crea la riqueza y se desarrollan las fuerzas productivas de acuerdo con las leyes de la naturaleza. Por consiguiente, estas relaciones son en sí leyes naturales, independientes de la influencia del tiempo. Son leyes eternas que deben regir siempre la sociedad. De modo que hasta ahora ha habido historia, pero ya no la hay. Ha habido historia porque ha habido instituciones feudales, y porque en estas instituciones feudales nos encontramos con unas relaciones de producción completamente diferentes de las relaciones de producción de la sociedad burguesa, que los economistas quieren hacer pasar por naturales, y por tanto, eternas”. 11 De todas formas, al tiempo que la antropología clásica produce esta apertura que hemos llamado desnaturalización reingresa la asimilación entre sociedad/ cultura y naturaleza por cuestiones inherentes a su aproximación teórico-metodológica. Un buen ejemplo nos lo brinda Lévi-Strauss, en su texto sobre La familia (1974: [escrito en 1959]). Encontramos en él ambos aspectos que nos interesa que se entiendan: por un lado, el despliegue comparativo que aporta a la des-naturalización. Esto se logra demostrando la existencia de formas muy distintas, divergentes, de organización familiar, frente a las que se pide una actitud relativista . Lévi-Straus pasa revista a modalidades como la familia nayar, que según C. Gough y de acuerdo con datos que se remontan a 1792 (fecha en que los ingleses ocupan la costa de Malabar), serían el ejemplo más claro de no institucionalización de la familia elemental. Revisa también las distintas formas de poligamia: poliginia (un hombre y más de una mujer) y poliandria (destaca el caso de los Toda, donde varios hermanos poseen a la misma mujer). Permanentemente, trabaja con la doble perspectiva de generalización y comparación, estableciendo hechos como la preponderancia de la monogamia (y su no inscripción en la "naturaleza humana", las razones de la repulsión por el celibato, el hecho de la dualidad de sexos como un requisito no indispensable para el matrimonio (uniones de mujeres, hombres genitores no reconocidos socialmente), la artificialidad de la división sexual del trabajo y de la prohibición del incesto. Por otro, sus propios límites para conocer, como científico social que es miembro de una sociedad que lo condiciona, y como señala la antropología feminista Olivia Harris (1986:201), genera el androcentrismo de su visión de la problemática abordada: aún reconociendo que la familia nuclear corresidente es una idea históricamente específica, en la frase siguiente habla de "la" familia o "la" unidad doméstica de una manera que subrepticiamente reintroduce el supuesto de su universalidad: Lévi-Strauss (1974:9) dice, específicamente, que "la familia, constituida por una unión más o menos duradera y socialmente aprobada de un hombre, una mujer y los hijos (as) de ambos es un fenómeno universal que se halla presente en todos y cada uno de los tipos de sociedad (detrás de esto, como veremos, el principio rector de la obra de L.S: el estudio de la diversidad de las obras humanas, a partir de la identidad de las operaciones). 12 El otro aspecto, que desde los comienzos mismos de la antropología apareció generando este efecto de "apertura" que ejerció esta disciplina sobre la comprensión de la organización social y política, estuvo dado por la característica de totalidad con la que desde la antropología se percibió a las sociedades en que trabajaron los antropólogos y a la que nos referimos en este texto como su unidad de análisis. Totalidad entendida como "posibilidad de aprehensión" derivada de sus características empíricamente limitadas, su pequeñez, pero también por la evidencia de la ligazón existente entre lo que en las sociedades modernas aparecía escindido en instituciones definidas , es decir, la política aparecía vinculada al parentesco, los grupos de edad, las sociedades secretas, etc., que terminaban siendo las formas institucionales, el lenguaje, de la autoridad y la política. Ya hemos destacado en las primeras páginas que el núcleo del interés británico por los hechos de la organización social y política de los pueblos que formaron parte del imperio estaba puesto en la necesidad de controlar estas sociedades diferentes: a ello aportaba la idea del entrelazamiento de instituciones y ámbitos en ese todo que es la sociedad primitiva. Sin embargo, también aquí , en esta cuestión tan central a la antropología clásica, una vez más lo que comienza postulándose como social o cultural, y por tanto separado de la naturaleza, vuelve a asimilarse a la misma por caminos que analiza Robert Ulin (1990), quien refiriéndose a Malinowski como heredero de Emile Durkheim, destaca que P.36 “la tradición durkheimiana hace hincapie en la primacía de lo social sobre lo individual, pero no puede explicar cómo aparece lo social, ni cómo se transforma o se mantiene. Así, los hechos sociales pasan a equivaler a los hechos naturales”. [Malinowski].. “reduce las instituciones al papel biológico de la satisfacción de necesidades. Las necesidades biológicas y su satisfacción pasan a ser el principio organizador de la antropología funcional de Malinowski”. Con lo cual, el abordaje des-naturalizador termina invalidado. Y sigue planteando Ulin: p.43. “La relación entre la objetivación y el control se hace evidente cuando reconocemos el engañoso sentido de totalidad implícito en la teoría funcionalista de un sistema social homogéneo o integrado. La idea funcionalista de un sistema social global entiende el todo cultural como una estructura ya previamente formada e integrada, sin considerar cómo se formó dicho sistema o qué fuerzas pueden operar su cambio…. p.44 “al dejar la actividad formativa de los cosujetos y los conflictos y las contradicciones que surgen en el curso de la actividad humana fuera del concepto funcionalista de un todo social ahistórico, la totalidad viene a coincidir con la naturaleza”… 13 Puntos de partida. Respecto de los conceptos que conforman el cuerpo teórico de la antropología, resulta particularmente esclarecedora una observación de Emile Durkheim (1964:41-42) quien señalaba que los conceptos de las disciplinas sociales tienen como punto de partida ineludible el conocimiento de sentido común: “La reflexión es anterior a la ciencia, que no hace sino servirse de ella como un método mejor. El hombre no puede vivir en medio de las cosas sin formular sus ideas sobre ellas y de acuerdo a las cuales arregla su conducta “… Los hombres no han esperado a la ciencia social para forjar sus ideas respecto del derecho, la moral, la familia, el Estado y de la misma sociedad, pues estos hombres las necesitaban para vivir". Esto nos introduce en el problema de la relación entre la producción teórica de las ciencias sociales y la (o las) sociedades en las que se desarrollan. Como citáramos al comienzo de este artículo señala Gouldner que "...las ciencias comparten la condición de ser tanto parte del mundo social como una concepción de éste...". Con ello destacamos que las ciencias sociales son a la vez producto de una sociedad histórica concreta, que se apropia simultáneamente de determinadas formulaciones surgidas en el campo de aquellas disciplinas. Podríamos tomar, como ejemplo, lo acaecido con la problemática del racismo: éste fue un tema central para los científicos sociales de la posguerra, que se propusieron como tarea comprender las razones que hicieron posible el genocidio llevado a cabo por el nacionalsocialismo alemán: en este sentido, recordamos las investigaciones de Theodor Adorno sobre la personalidad autoritaria, o la Declaración sobre los Derechos del Hombre presentada a las Naciones Unidas por la Asociación Antropológica Americana en 1947. En ese contexto se 14 desarrolla la noción de relativismo cultural, que devino en versiones ingenuas convertidas en parte del sentido común. Durante las décadas posteriores, este tema desaparece del centro de la problemática, mientras que últimamente vuelve a instalarse, pero dentro de contextos nuevos: las migraciones actuales, complejos como Yugoeslavia o la ex URSS, la xenofobia creciente que acompaña a todos estos procesos. Así, la manipulación de las marcas étnicas, de "raza" y de clase vuelven a convertirse en un problema central (aunque varíen las categorías teóricas con las que se analizan estos problemas). Por esto, hemos señalado que las ciencias sociales se enfrentan con una doble tarea: relacionarse, por un lado, con un "objeto" que involucra al investigador pues se trata de su propia sociedad4, y por otro, enfrentarse a conceptos convertidos en afirmaciones de sentido común o en tradición teórica (podemos encontrar un ejemplo cotidiano en la utilización del concepto relativista de cultura, surgido en la antropología, en el ámbito escolar donde permanentemente se piensan las diferencias en rendimiento en el aprendizaje de los niños en términos de diferencias culturales, utilización que racializa, naturaliza el concepto de cultura y que sería discutida por los antropólogos). Todo pensamiento debe ser situado... La sociología del conocimiento - que halla sus raíces en el marxismo - y fuera desarrollada inicialmente por Karl Mannheim, (Mannheim, K. 1936), abordó esta problemática e intentó demostrar que los distintos puntos de vista respecto de la vida en sociedad están vinculados con las condiciones sociales que constituyen el ámbito en que desarrollan su pensamiento quienes las han formulado. Esto implica plantear que la realidad social condiciona nuestro conocimiento. Realidad que está constituida por grupos humanos vinculados mediante relaciones definidas y también por las concepciones que "...modelan en forma de ideología los estereotipos sociales, y en consecuencia, las actitudes y los comportamientos reales de los hombres" (Schaff, A. 1974). Por fin, se destaca la influencia del lenguaje sobre el pensamiento de los individuos, en tanto coadyuva a conformar la percepción del mundo y es a su vez un producto social. En síntesis, la hipótesis central postula la probabilidad de que todo pensamiento esté influido por el entorno político, económico e ideológico de la época, incluyendo en la expresión "todo pensamiento" también el propio. 4 En muchos casos, esta sociedad "objeto" y el investigador estarán ligados por otro tipo de relación: la que se genera en la situación colonial. Nigel Barley (Barley, N:1991), antropólogo inglés contemporáneo analiza cáustica y flemáticamente la pervivencia de este tipo de relación entre los 15 Esto tiene consecuencias para el manejo de los materiales teóricos con los que trabajan los científicos sociales. No se trata de emitir juicios de verdad acerca de los mismos, sino de comprender que toda producción teórica está condicionada en todos sus aspectos, y por tanto debe ser situada en el contexto económico, político y cultural, así como en el contexto teórico. Como señala Eduardo Menéndez ( 1970, op.cit.): "...sostenemos (...) la situacionalidad y condicionamiento histórico-social de toda teoría y todo profesional; en el área de las ciencias antropológicas y sociales...(...) dicho condicionamiento debe ser analizado no sólo a nivel de expresión objetiva, las teorías y/ u opiniones construidas y vertidas, sino a nivel de la cotidianeidad grupal y sectorial de los portantes de la misma. No es sólo el objeto, sino las condiciones mismas en que el sujeto mismo está produciendo conocimiento. Y no solamente en cuanto a búsqueda referencial de los intereses que las relaciones de producción representan, sino también para establecer el grado en que lo ideológico actúa como inconsciente cultural, como concepción del mundo… Podemos tomar como ejemplo el concepto de estrategias de supervivencia, o el desarrollo de investigaciones acerca de las redes familiares de ayuda, surgidos sintomáticamente junto con los comienzos de la crisis estructural de mediados de los setenta. Hay, en este caso, una sociedad en profunda transformación, en la que, principalmente, como consecuencia de la aplicación y profundización de las políticas de ajuste amplias mayorías son condenadas a la exclusión. Aparece, entonces, en las ciencias sociales, una pregunta: ¿Cómo sobreviven los marginados? , el título de un libro publicado por Larissa Lomnitz en México en 1975. Este problema, al que se sumaba un clima intelectual que naturalizaba la perpetuación del llamado “modelo neoliberal”, caracteriza muchas de las producciones y análisis de esos años. Asimismo, toda producción teórica debe ser vinculada con el sistema de ideas dominante, e insertada en el proceso productivo general. En términos de Gouldner (op.cit., pág.22) "Toda crítica de la sociología será superficial, a menos que veamos en esta disciplina el producto defectuoso de una sociedad defectuosa y comencemos a especificar los detalles de esta interconexión. Lo que se necesita, por tanto, es un análisis en diferentes niveles, que examine la sociología en su relación con tendencias históricas más vastas, con Dowayo, pueblo africano en el que realiza su investigación. 16 el nivel macroinstitucional y sobre todo con el Estado. También significa contemplar la sociología en su ámbito más inmediato: la universidad. Significa contemplarla como una manera de actuar los hombres en calidad de maestros e investigadores, y de operar dentro de una comunidad intelectual con una cultura ocupacional recibida, donde siguen carreras, se ganan la vida y desarrollan ambiciones materiales y aspiraciones intelectuales". Señalemos, de paso, que el mismo Alvin Gouldner es un ejemplo de pensamiento situado: su actitud crítica no puede separarse de su condición de coetáneo del mayo francés (1968), y activo participante de los sucesos que tuvieron lugar en las universidades norteamericanas como repercusión de ese fenómeno. Todo pensamiento debe ser situado...también el propio. Así como BourdieuChamboredon-Passeron (1975) despliegan un determinado tipo de “vigilancia epistemológica", Gouldner desde otro enfoque, propone otro tanto. Vigilancia epistemológica significa, para Gouldner, la exigencia de una reflexión sobre los contenidos que se vierten, una reflexión que implica denotar los supuestos o los puntos de partida, es decir, mostrar sin ocultamientos (habida cuenta de los límites de la conciencia que cada quien tiene de su particular situación). Gouldner (op.cit., pág. 31) propone una norma fundamental: "la tarea actual del sociólogo 5 no consiste sólo en ver a los demás tal como se ven, sino en verse a sí mismos como los ven los demás… ...los sociólogos deben abandonar el supuesto - humano pero elitista - de que las creencias de los demás obedecen a la necesidad, mientras que las suyas sólo obedecen a los dictados de la lógica y la razón". Aquí aparecen dos conceptos fundamentales: supuestos y postulaciones, a los que nos referiremos brevemente. Toda teoría social contiene junto a las postulaciones - supuestos formulados explícitamente - supuestos básicos subyacentes. Estos supuestos son tales por no ser explícitos. Son supuestos por tanto y en cuanto se cree en ellos. Son algo así como "actos de fe", convicciones muy profundas, incorporadas a la persona del investigador y en muchos casos a los conjuntos sociales como las comunidades académicas. Creencias, convicciones, 17 actos de fe muy profundamente incorporados desde la socialización temprana, creencias que constituyen la "infraestructura teórica" de lo que es luego explicitado y que podríamos llamar, por ejemplo, hipótesis. Estos supuestos - según Gouldner - son de diversa magnitud y gobiernan ámbitos de alcance variable: 1) los que se aplican a un ámbito general, "las hipótesis acerca del mundo", las creencias más generales y primitivas acerca de la realidad. Por ejemplo, pueden implicar una disposición a creer que el mundo está realmente integrado y cohesionado, o apenas entrelazado y disperso. 2) los de aplicación más limitada, referentes al hombre y la sociedad: "supuestos acerca de ámbitos particulares". Por ejemplo, predisposiciones a creer que los hombres son racionales o irracionales, que la sociedad es precaria o fundamentalmente estable, que los problemas sociales se resolverán por sí solos, que la conducta humana es imprevisible. Extendiendo a los antropólogos (o cualquier otro científico social) estas apreciaciones de Gouldner, podríamos decir que funcionan como supuestos básicos existenciales. Por ejemplo, acerca de lo que es un cabecita negra, un coreano, un judío, un intruso, un rockero, y funcionan como estereotipos. En otros casos, consisten en supuestos básicos subyacentes normativos, p.ej. el valor moral que se atribuye a cada uno de estos sujetos. Esta infraestructura teórica funciona como el andamiaje constitutivo, no preteórico, en tanto es imposible sostener que nuestro pensamiento se constituya partiendo de los supuestos, luego la observación, más tarde los hechos, inmediatamente los datos y, en último lugar las hipótesis. Lo que se quiere significar es que se trata de un conjunto de cuestiones incorporadas desde la socialización misma, y que actúan como un cemento invisible que mantiene unidas las postulaciones e influye sobre la fortuna social de una teoría. Esto implica que para "situar" a un investigador, es preciso tener en cuenta no solamente su obra sino otros aspectos de su actuar (por ej. su pertenencia familiar, su extracción de clase, su militancia política o gremial, etc). 5 Nosotros agregaríamos “y del antropólogo”… 18 Hemos comenzado este artículo preguntándonos desde dónde pensamos la antropología. Se trata de explicitar esta cuestión en la medida de lo posible, dado que algunas convicciones, aquellas más inconcientes, más cercanas a las “creencias” son parte de nuestra propia cotidianeidad. Mostrar y denotar hasta dónde nuestra conciencia nos lo permita, de dónde partimos. Con esta fuerza, por ejemplo, consideramos que la posibilidad de conocer en ciencias sociales, tiene límites. En el caso de la antropología, dichos límites se asocian con una serie de problemas que, a su vez, se enraizan con la tradición del trabajo antropológico, básicamente, los aspectos técnico-metodológicos a los que ya nos hemos referido. No incursionaremos en el campo de la verdad-falsedad de los enunciados y formulaciones, ni tampoco en la importante y vieja discusión acerca de que trabajamos con sujetos (y no con objetos). Como señala E.Menéndez (1991: ) si bien la dimensión técnico-metodológica no establece la especificidad de la antropología social respecto de las otras ciencias sociales, de todos modos "...no puede negarse su existencia fáctica como disciplina, corroborable en múltiples prácticas investigativas y pedagógicas vinculadas en parte a la reproducción misma de la antropología como disciplina. Pero esta constatación no legitima, en términos epistemológicos, la existencia de una disciplina". ¿Por qué afirmamos esto? Porque la dimensión técnico-metodológica de la antropología no define epistemológicamente un área diferenciada. Estamos trabajando con sujetos que son también observados, analizados, por otras disciplinas, que también son ciencias sociales: la economía, la economía política, la sociología, la psicología, la historia. Poner el acento en esta dimensión técnico-metodológica significaría convalidar una división artificial entre distintas disciplinas sociales. Esta artificialidad deviene del hecho de que cada una de ellas está constituida por prácticas que vienen de tradiciones vinculadas con ejercicios investigativos distintos. En el caso de la antropología este problema se vincula con la forma en que esta disciplina se acerca al objeto, al sujeto bajo análisis. 19 Tal como planteamos al principio, la antropología es tanto parte del mundo social como una concepción acerca de él. Para nosotros, además, la antropología es una actividad crítica. Crítica no con el sentido de refutación, impugnación u objeción pues ello nos conduciría a una lectura trivial o cotidiana del concepto. Estamos planteando el concepto de crítica como conocimiento que no necesariamente lleva consigo una actitud valorativa. Y, agregando a este marco kantiano del concepto de crítica, coincidimos con Marx quien otorga al concepto crítica el sentido de desenmascaramiento, de distanciamiento. El hombre necesita distanciarse del orden de lo dado para poder establecer su libre juicio crítico sobre él. Para no resultar envueltos en los mil tentáculos con que lo fáctico suele abrumarnos, imposibilitándonos la crítica, es necesario generar una ruptura con el orden de lo establecido. Sintetizando, usamos el concepto de crítica en un primer sentido -kantianocomo conocimiento de algo. Criticar algo es emprender la ardua tarea de conocerlo. Y, deslizándonos hacia el joven Marx, utilizamos el concepto como distanciamiento, como cuestionamiento y desenmascaramiento de lo fáctico, de lo establecido. Sólo ese distanciamiento de “lo real” (en verdad lo apariencial) permite su conocimiento, y este conocimiento deviene crítico pues plantea la insoslayable praxis de la transformación de lo real: hacer más ignominiosa la ignominia, conociéndola; hacer más opresiva la opresión, publicándola. Escribe Marx (1972, pág.15): “La crítica no es una pasión de la cabeza sino la cabeza de una pasión. No es un bisturí sino un arma. Su objeto es su enemigo, a quien no quiere refutar sino aniquilar (...). La crítica no se presenta ya como un fin en sí, sino únicamente como un medio. Su pathos esencial es la indignación, su labor esencial es la denuncia…” Una perspectiva desde América Latina. Hay en nuestra visión de lo que entendemos por antropología, una discusión, que tomó auge a fines de los 60 y principios de los 70 y que en realidad aún no ha sido saldada: ¿Para quién y desde dónde hablamos, para quién, y desde dónde, hacemos antropología? Esta pregunta se une a otras, ya "maduras" pero tampoco cerradas, acerca de la posibilidad misma de conocer en ciencias sociales. 20 Planteamos - dentro de nuestras posibilidades - una lectura en profundidad de los contenidos que se han vertido históricamente, ya sea en Latinoamérica, Francia, Alemania, etc. Ello implica una tarea permanente de revisión: no nos corresponde ni compete hacernos cargo de tradiciones teóricas que en términos muy amplios conocemos como "antropología clásica". Ésta, como planteamos al inicio, se desarrolló acompañando los procesos de colonización. "No hacernos cargo" no impide que pertenezcamos a una comunidad académica internacional. Pero nuestro trabajo se desarrolla desde, para y en América Latina. Entonces, no nos sentimos ni somos herederos reales de esas tradiciones formativas; de cómo esa antropología se fue perfilando históricamente, a qué intereses “objetivos” respondió, a los perfiles profesionales y académicos que la caracterizaron, etc. De todos modos, de esto que señalamos hay que hacer una lectura cuidadosa, en tanto consideramos que Malinowski, Radcliffe-Brown, Evans Pritchard o Redfield son lectura inexcusable para quien se esté formando en ciencias sociales y particularmente en antropología. Hay un ejercicio de crítica de la herencia, de la tradición académica que se relaciona con nuestra formación en proceso, tanto en México, Brasil o Argentina. Dicha historia crítica tiene, en nuestro país, una antigüedad de más de 30 años 6 y se ha desarrollado en medio de crisis permanentes, que tienen un aspecto positivo: poder repensar y reelaborar determinados contenidos que, en algunas etapas de la producción intelectual, aparecen congelados. Vayamos destacando que las fechas de creación de las escuelas o departamentos de antropología de América Latina no son tan diferentes: no se trata de meras subsidiarias, pese a la importancia que tuvieron, para algunos de estos centros latinoamericanos, los vínculos con los centros europeos o con la antropología norteamericana. Lévi-Strauss, en el texto que citamos, sólo menciona la Escuela Nacional de Antropología de México. Pero en la Argentina, el Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras y el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de la Plata habían sido fundados a fines del siglo pasado, y la Licenciatura en Ciencias Antropológicas de Buenos Aires fue creada en 1958.7 En Brasil, por su parte, el Museo Nacional de Río de Janeiro data de 1808 y la Universidad de San 6 "Treinta años de carrera de Antropología en Buenos Aires". Facultad de Filosofía y Letras,y Colegio de Graduados en Antropología, Buenos Aires, 1989. 7 Es coetánea de la cátedra de Antropología Social que ocupa Lévi-Strauss en Francia. 21 Pablo de 1934; desde ambos centros se desarrollaron las ciencias sociales en el vecino país. Tal como destaca Mariza Corréa (Corréa, 1993: 14) fueron invitados a San Pablo principalmente franceses, como Roger Bastide y Claude Lévi-Strauss. En otros centros, como la Escuela Libre de Sociología y Política (creada en San Pablo en 1933) dictó cursos Radcliffe-Brown. A diferencia de la Argentina, en Brasil se desarrolla fundamentalmente como cursos de posgraduación, iniciados en 1968 e influidos inicialmente por la antropología francesa, y luego por las variantes británica y estadounidense de la antropología anglosajona (Cardoso de Oliveira, 1996, p.98). Nuestra situación, desde aquí, es evidentemente otra. Nosotros, en definitiva, somos parte de los "otros", somos parte de ese continente que los antropólogos investigaban para descubrir la especificidad y la variabilidad de la otredad. Somos parte de realidades que fueron investigadas por estos antropólogos.8 La Argentina, además, ha vivido desarrollos que le son peculiares y a lo que es preciso referirse. Sin la comprensión de estos hechos, no se entendería que "la antropología que heredamos" 9 no deriva solamente de la antropología colonial, de cuyas glorias y desgracias venimos diciendo que no podemos hacernos cargo. Tal como describe Carlos Herrán (1988: 341): .."En la Argentina se han opuesto durante largos años dos proyectos de antropología: un proyecto sociocéntrico y elitista, en el que el otro es meramente un depósito de tradiciones, en que el ser social no interesa, sino tan sólo en cuanto es "portador" de "rasgos", "pautas culturales" o "supervivencias". No estudiamos al hombre sino a la "cultura" (y las comillas van por la cosificación del concepto). El otro proyecto, la antropología comprometida con la realidad social, con los procesos y no con las inmanencias, cuestionador de la existencia misma de la antropología, se desarrolla en función de ciertas posibilidades del sistema universitario: cátedras en otros departamentos más dinámicos (especialmente psicología y sociología) pero sobre todo por la formación de una comunidad científica paralela a la enseñanza formal”. Esa antropología oficial no estuvo vinculada, ni a la antropología social inglesa ni a los durkheimianos franceses, ni al culturalismo norteamericano. Sí, en cambio, a posiciones 8 Esto fue así, para América Latina, en el caso de los antropólogos norteamericanos, quienes desarrollaron la mayor parte de su actividad como etnógrafos, antropólogos aplicados en América Latina (especialmente México y Centroamérica). 9 Nos referimos específicamente a quienes crearon la Licenciatura en Ciencias antropológicas de 22 teórico-políticas propias de la Argentina posterior a 1930. Sus principales representantes10 - Imbelloni, Vivante, Martínez Soler, Bórmida, Menghin 11 se consideraban adherentes de la "escuela histórico-cultural" o Escuela de Viena. Su propósito fundamental era reconstruir los "patrimonios" en estado puro, no contaminado, de los pueblos americanos. No los conmovió el etnocidio: no se trataba más que de pueblos objeto, pueblos etnográficos. Esta es la tradición intelectual de la que - eventualmmente - deberíamos sentirnos herederos. Esta es nuestra atadura, y desde ya, respecto de ella, marcamos nuestra independencia. Si es que reconocemos alguna tradición en la que insertarnos, es la que se plantea, desde los lejanos días descriptos por Herrán, o desde ámbitos generados laboriosamente, utilizando los espacios posibles. Entre 1971 y 1975 se organizó en Mar del Plata una Licenciatura en Ciencias Antropológicas, cuya dirección estuvo a cargo de Eduardo Menéndez. Allí se inició un trabajo de reelaboración teórico-práctica del bagaje conceptual de la antropología, incluidas corrientes críticas del marxismo y del pensamiento de la escuela de Frankfurt, que en buena medida habían sido escamoteados en la versión altamente ideologizada de la Universidad de Buenos Aires, con vistas a la comprensión de los procesos sociopolíticos de América Latina. Esto reconoce continuidades y semejanzas con las cátedras de Antropología Social de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad de La Plata, y Antropología Cultural (Social) de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, - entre los años 1967-1974- a cargo de Mario Margulis. Esto nos ubica también en un punto de inflexión respecto de los muy interesantes textos producidos por la antropología autodenominada posmoderna, una de las orientaciones (que abarca posicionamientos distintos) más fuertes de la antropología norteamericana a partir de los 7012. Se critican, en los mismos, desde las formas de legitimación de la antropología clásica (“yo estuve ahí”, dicen los etnógrafos, y esto valida su afirmación…), se analizan la Universidad de Buenos Aires, a cuyos alumnos está destinado este texto. 10 Restringimos - porque este no es un artículo histórico sino una suerte de "toma de posición" el ámbito de esta afirmación a lo que fue la antropología en la Universidad de Buenos Aires. 11 Menghin, O. F. A. Fue ministro de Educación de Austria bajo el nazismo. Firmó, en ese momento, el decreto de expulsión de Freud de la Universidad de Viena. 12 No es posible desarrollar aquí con mayor extensión la caracterización del posmodernismo. Remitimos a Reynoso (1990) y Clifford y Marcus (1991). 23 textos producidos por otros antropólogos (meta-etnografía o meta-antropología), se plantean posibilidades distintas de acercamiento al campo (etnografía experimental, antropología dialógica), y en algunos casos se plantea en términos más o menos dramáticos la crisis de la antropología en general y de las “formas de hacer” antropología. Desde nuestra óptica, planteamos una postura crítica (en los términos en que la hemos definido anteriormente). Esto es distinto que hablar de deconstrucción, como suelen plantear estos autores que se inspiran en Derrida: nuestro interés no está puesto en “atacar y dessedimentar las premisas, los supuestos ocultos, las epistemes desde las que se habla” (como sintetiza Reynoso (1991: 19). A partir de la aceptación de que como intelectuales podemos acceder, por lo menos, al conocimiento o la comprensión de totalidades parciales, nos resulta central pensar la posibilidad de su transformación. Para ir llegando a un cierre… En síntesis, sostenemos que no hay ningún fundamento epistemológico que distinga a la antropología de las otras ciencias sociales. Las diferencias que reconocemos, son de tradición formativa y técnico-metodológicas. La antropología, al menos en nuestro enfoque, se caracteriza por plantear problemas, tiende a dar respuestas abiertas. Esto significa, entre otras cosas, tener en cuenta el fluir de los acontecimientos, su transformarse en procesos históricos. Además, casi por definición, planteamos que todo proceso social, por serlo, es histórico y encierra, en sí mismo, contradicciones, problemas sobre los cuales debemos reflexionar y que debemos aislar sólo para el análisis. Acerca de la posibilidad de conocer, pero con límites planteamos una limitación que se vincula con la pregunta: ¿estamos investigando a? o ¿estamos investigando con? Este conocer, con límites, no tiene que ver con la verdad o falsedad de las postulaciones, sino con la tradición del trabajo antropológico, básicamente el plano técnico-metodológico acerca del cual privilegiamos tres aspectos: 1) la construcción de un conocimiento que se relaciona con la historia de la disciplina, que 24 aparece como "específico", habiéndose forjado a través de la investigación de la otredad, del otro cultural (del tercer mundo, término que integra la mención de la subalternidad). 2) la forma en que nos posicionamos frente a esto. Somos aquéllos, o parte de los herederos de aquellos otros que fueron investigados por otros. Nosotros ahora, investigamos a otros, pero también nosotros somos los otros. Conocemos, pero no a otros, sino con otros. Este énfasis privilegia un enfoque acerca de la producción de conocimiento en antropología. La autoría individual del conocimiento no existe (tenemos interlocutores, nos inscribimos en una tradición teórica, nuestra identidad se define por diferencia con los otros). La posibilidad de conocimiento es intersubjetiva. La neutralidad no existe ni en las ciencias sociales ni en las duras. 3) Partimos del supuesto de que los sujetos sociales saben. Saber no específico, saber de la vida cotidiana, “saber práctico”. Saben, tienen representaciones acerca del mundo, de la sociedad, del poder. Nuestra tarea, en todo caso, es desentrañar y confrontar los saberes diferenciados. Nosotros debemos reconocernos comprometidamente con esos saberes, partir de ellos. "Saber con los otros" no implica decir que "los otros" saben todo, como tampoco nosotros. La “antropología clásica” intentaba conocer a los otros o acerca de los otros, para comprender, en definitiva, la problemática de la sociedad del investigador. No se planteaba el con los otros. La construcción de un conocimiento “compartido” implica recorrer, desandar, algunos de los caminos ya transitados por la práctica histórica de la antropología. 4) Tal como señala Krotz (op.cit: 1993) al revisar las historias más conocidas de la disciplina, los libros, las revistas más difundidas, la antropología producida en los países del Sur, sus instituciones, sus representantes, parecieran no existir. Esta cuestión es válida tanto para Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos como para las áreas relativamente más periféricas de los países escandinavos, mediterráneos y balcánicos. La producción antropológica de los países del Sur es concebida o como dependiente y subdesarrollada o, en la versión más complaciente como “eco” o versión suavizada de la antropología propiamente dicha que es y sigue siendo la producida en aquellos países donde se originó. Como señala este autor, lo más preocupante y paradójico es el hecho de que tampoco en el Sur suele aparecer la antropología del Sur. Generalmente es presentada como resultado de un proceso de difusión permanente a escala mundial, que tuvo y aun tiene su único origen en el seno de 25 la civilización nordatlántica y que llegó a lugares donde la reflexión sobre contacto y diversidad cultural no existe. 5) Por último, sobre la base de un compromiso fuerte con este listado esquemático, breve e inconcluso, intentaremos captar una diversidad de problamas. La problemática clásica del parentesco, o la más moderna de la manipulación de la familia en las sociedades modernas, los problemas del poder y el estado, la discusión acerca de las clases, de la subalternidad y la hegemonía, de los movimientos sociales. Ello implica asumir explícitamente un "programa" epistemológico- teórico- ideológico que deberá estar presente (aún en ausencia) en el desarrollo de cada una de las problemáticas socio-políticas que abordaremos en esta materia. Partiendo de ello, los invitamos a recorrer juntos un camino de debate, confrontación y visión crítica. BIBLIOGRAFIA BARLEY, N. El antropólogo inocente, Anagrama, Buenos Aires, 1991. BALANDIER, G. Teoría de la descolonización. Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires, 1973. BOURDIEU, CHAMBOREDON, PASSERON. El oficio de sociólogo. Siglo XXI, 1975. CLIFFORD, J, MARCUS, G (eds). Retóricas de la antropología. Júcar Universidad 1991. CORRÉIA, M. “Breve esbozo de la antropología brasileña reciente”. Alteridades año3, núm.6, 1993. DURHAM, E. “Familia y reproducción humana”. Traducido de Perspectivas antropologicas da mulher, núm.3, Río de Janeiro, Editorial Zahar, 1983. DURKHEIM, E. Las reglas del método sociológico, Ed. Dédalo, Bs. 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