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Buenos Aires, 07 de Octubre de 2011 Nº 842 Ante un contexto internacional cada vez más adverso Reducir la fuga es el principal desafío En los últimos dos meses, el deterioro del contexto internacional ha sido significativo, y la creciente incertidumbre financiera generó un vuelo hacia la calidad que derrumbó las cotizaciones de los activos riesgosos. En este contexto de creciente incertidumbre, se observa una mayor restricción crediticia que inclina definitivamente la balanza hacia una nueva recesión en el viejo continente, situación que obviamente tendría impacto en Estados Unidos. Los países emergentes muestran una posición más robusta, pero no están exentos de riesgos, ya que cayeron los precios de las commodities, aumentaron sus primas de riesgo y se devaluaron sus monedas. En este marco, preocupa la dinámica de variables clave para Argentina (soja, Real, riesgo país). No obstante, si las autoridades de países desarrollados están a la altura de las circunstancias, aún tienen cierto margen para evitar una recaída mundial. De todas maneras, hay que tomar nota de que ya no sopla viento de cola para la Argentina, lo que implica adaptarse a un escenario más hostil. Un recrudecimiento de la crisis mundial impactaría sobre nuestro país por tres vías: menor demanda de nuestros productos, caídas de precios de materias primas y mayores dificultades para acceder al financiamiento externo, tanto para el Gobierno como para los privados. El denominador común de los tres canales de impacto (cantidades, precios y riesgo país) es la menor cantidad de divisas con las que contará el país en 2012. Si la restricción externa es leve, el efecto puede limitarse a tensiones sobre el tipo de cambio, las reservas y las tasas de interés, pero si se profundiza se puede resentir la actividad. De todas maneras, no preocupa sólo el mundo: también será clave lo que ocurra con la fuga de capitales, que en 2011 podría superar US$ 22.000 M. Si el escenario mundial es malo y la salida de capitales se mantiene en los actuales niveles es muy probable que la actividad se desacelere abruptamente. En cambio, la reducción de la salida de capitales permitiría aliviar significativamente los efectos del peor escenario. Por caso, una caída de las exportaciones similar a la de 2009 (US$ 14.000 M) se compensaría en buena medida si la fuga, por ejemplo, se reduce a la mitad. Bajar la fuga de capitales también toma más relevancia si se tiene en cuenta que los colchones (superávit fiscal y de cuenta corriente, reservas de libre disponibilidad) son menores que en la crisis previa. De esta forma, puede verse que ante un contexto mundial cada vez más adverso, reducir la fuga de capitales no sólo es el mayor desafío de la economía sino también la mayor fuente de financiamiento potencial. El giro del contexto internacional A fines de julio comenzaron a percibirse señales de debilitamiento en las economías desarrolladas. Peor aún, se vislumbraron dificultades políticas para enfrentar los desafíos pendientes entre los que destacan la negociación en torno al techo de endeudamiento en los EE.UU., la falta de acuerdo en la UE sobre la resolución de la crisis financiera griega y la renuncia del Primer Ministro del Japón. Dos meses después, el deterioro del contexto internacional ha sido significativo. La creciente incertidumbre financiera ha derrumbado las cotizaciones de los activos riesgosos generando un vuelo hacia la calidad (refugio en activos tradicionalmente seguros como los bonos del Tesoro Norteamericano). Además, el reciente incumplimiento de las metas fiscales en Grecia1 -que deja al país Heleno al borde de la cesación de pagos- potenció la incertidumbre, y la desconfianza de los inversores ya alcanza a los bancos europeos. El problema es que el sistema financiero europeo no goza de buena salud necesita recapitalizarse- por lo que un fuerte desarme de posiciones deja a los bancos en una posición vulnerable. Por caso, los ataques especulativos sobre el banco Dexia obligaron al gobierno Francés y Belga a intervenir para rescatarlo. En este contexto de creciente incertidumbre, se observa una mayor restricción crediticia que inclina definitivamente la balanza hacia una nueva recesión en el viejo continente. Por otra parte, la fortaleza del sistema financiero estadounidense ha mejorado gracias a la billonaria asistencia a los bancos y algunos indicadores reales muestran una mejoría (el empleo creció por encima de lo esperado). De todas maneras, sin la posibilidad de aumentar el gasto –trabas en el Parlamento- y con escaso margen de política monetaria para incentivar la actividad, es poco probable que la economía de EE.UU. no se vea afectada ante una contracción de la UE. La situación estructural de las economías emergentes es más sólida, pero está exenta de riesgos ante un fuerte deterioro del contexto internacional. desplome de la confianza en los mercados de capitales ha generado una caída los precios de las commodities, aumento de las primas de riesgo de los países vías de desarrollo y presión a la depreciación de sus monedas. no El en en Por el lado comercial, la menor demanda de las economías desarrolladas comienza a reducir el dinamismo de la producción en los países emergentes. De hecho, se observa un freno de la actividad en Brasil y una desaceleración en China, dos países claves para la Argentina. 1 El ajuste del gasto provocó una nueva caída de la actividad y de la recaudación. Estallidos similares 31-jul-08 EMBI+ p.b. 288 EMBI+ Argentina p.b. 627 EMBI+ Brasil p.b. 230 Índice MerVal en pts. 1.920 Real R$/US$ 1,57 Precio Soja US$/tn 513 Fuente: Ecolatina en base a datos de mercado 30-sep-08 31-jul-11 406 964 324 1.598 1,91 384 274 592 157 3.322 1,55 532 30-sep-11 Sep. 08/Jul. 08 Sep. 11/Jul. 11 422 993 275 2.464 1,88 433 + 41,0% + 53,7% + 40,9% -16,8% + 21,6% -25,1% + 54,0% + 67,7% + 75,2% -25,8% + 21,4% -18,6% Como se observa en la tabla, la mayoría de las variables internacionales relevantes para nuestro país ha sufrido un importante deterioro en los últimos meses. La intensidad de la caída preocupa -se asemeja a la de fines de 2008- pero si las autoridades de países desarrollados están a la altura de las circunstancias, aún tienen cierto margen para evitar una recaída mundial. Mientras tanto ya se observan incipientes signos de impacto en nuestro país. A la depreciación del Real y la fuerte caída de la soja se le sumó en los últimos días la acumulación de stocks producidos en algunas ramas industriales locales por la menor demanda externa de Brasil y otros compradores. En síntesis, hay que tomar nota del cambio del contexto mundial: ya no sopla viento de cola para la Argentina. No está claro cuánto tiempo durará la crisis internacional ni su desenlace, pero ya se sienten los primeros impactos sobre nuestras costas, por lo que hay que adaptarse a un escenario más hostil. Más allá de lo que suceda en el mundo, la clave es reducir la fuga El recrudecimiento de la crisis internacional afecta a la Argentina principalmente por tres canales: las cantidades exportadas, los precios de las materias primas y la posibilidad de acceder al financiamiento. En primer lugar, el enfriamiento de la actividad mundial afecta la demanda de nuestros productos. Cabe recordar que en 2009, cuando el mundo entró en recesión, el volumen del comercio internacional se redujo 11%, y en Argentina las cantidades exportadas cayeron 10% (también influyó la mala cosecha). Por otra parte, el incremento de la incertidumbre global también puede traducirse en menores precios de las materias primas, dada la búsqueda de refugio en los activos tradicionales (especialmente oro y dólar) por parte de los inversores financieros. Un derrumbe de precios agrícolas como en 2009 impactaría con más fuerza sobre el saldo de bienes -cabe recordar que la dinámica de los valores de commodities agrícolas explicó 44% de la suba de las exportaciones en 2007-2010-. Adicionalmente, un incremento de la volatilidad en los mercados financieros mundiales que propulse la aversión al riesgo podría encarecer aún más el acceso al financiamiento externo, tanto para el Gobierno (Nación y Provincias) como para los privados, tal como sucedió en 2008-2009. De esta manera, un mundo que crece menos afectará al país tanto por el efecto directo de la caída en las cantidades exportadas sobre la actividad (especialmente las ventas industriales a Brasil) como por el menor ingreso de divisas. De hecho, el denominador común de los tres canales de impacto (cantidades, precios y riesgo país) es la cantidad de divisas comerciales y financieras con las que contará el país en 2012. El shock sobre la economía, a su vez, dependerá de la intensidad de la reducción en el saldo disponible de moneda extranjera. Dependiendo de la magnitud de la reducción de disponibilidad de divisas, el efecto puede limitarse a tensiones en el mercado cambiario (presiones sobre el peso y pérdida de reservas) o, como sucede actualmente, trasladarse al funcionamiento del sistema financiero (restricciones de liquidez que impulsan las tasas y condicionan la originación de créditos). En última instancia, si se profundiza el estrangulamiento externo, la actividad económica se resiente: cabe recordar que cada vez que el BCRA debió vender divisas en el mercado cambiario para equilibrar oferta y demanda, la actividad económica se resintió, o incluso cayó. De todas maneras, la disponibilidad de divisas con las que cuente la economía en 2012 no dependerá únicamente de lo que suceda con el mundo sino también de lo que ocurra localmente con la producción agropecuaria (amenazada por la Niña) y fundamentalmente con la formación de activos externos: de hecho en los últimos dos meses la elevada fuga –que en 2011 podría superar US$ 22.000 M- ya viene provocando tensiones cambiarias y financieras. Hacia adelante, reducir la elevada salida de capitales el principal desafío en materia económica, no sólo por los efectos que actualmente produce, sino también porque será clave a la hora de definir el grado de éxito para sortear los efectos de la crisis internacional. Por caso, si al peor escenario mundial (menores precios y cantidades de exportación y suba de riesgo país) se le suma una salida neta similar a la este año, es muy probable que la actividad económica se desacelere abruptamente. Más aún, si el escenario mundial es bueno (precios altos y bajo riesgo país) pero la fuga persiste en niveles elevados, el PBI crecería a un menor ritmo y se perdería la posibilidad de acumular reservas, claves en un mundo signado por la incertidumbre. Visto de otra forma, la reducción de la salida de capitales permitiría aliviar significativamente los efectos del peor escenario. Por caso, una caída de las exportaciones similar a la de 2009 (US$ 14.000 M) se compensaría en buena medida si la fuga, por ejemplo, se reduce a la mitad. Bajar la dolarización de portafolios adquiere una importancia mayor si se tiene en cuenta que buena parte de los “colchones” disponibles para amortiguar los efectos de la crisis mundial ya se utilizaron en 2008-2009. Por caso, el rol anticíclico que el gasto público tuvo para compensar la caída de la demanda privada en ese entonces (las erogaciones primarias crecieron 3,1% del PBI) se financió con la reducción del superávit y la estatización de las AFJP, dos elementos que con los que hoy no se cuentan. Por otro lado, el stock de reservas del BCRA a fin de año sería prácticamente el mismo que en los momentos previos a la caída de Lehman Brothers, lo que aleja las probabilidades de un default (los vencimientos con acreedores privados ascienden a US$ 7.500 M). Sin embargo, en ese entonces el mismo excedía en 45% a la base monetaria mientras que en diciembre próximo la cobertura sería virtualmente 1 a 1. En términos del PBI, se observa lo mismo: en septiembre 2008 las reservas alcanzaban 15% mientras que a fin de año representarían 11% del producto. Con la cuenta corriente, ocurre algo similar (2,8% del producto en el tercer trimestre de 2008 vs. 0,1% del PBI a fin de año). En síntesis, el rumbo de la economía mundial es aún incierto, pero la gravedad de su impacto en nuestro país se sentirá a través del menor flujo de divisas comerciales y financieras. Con menos colchones que en el anterior estallido, será importante entonces que aminore el ritmo de fuga de capitales para evitar que la restricción externa termine impactando sobre el nivel de actividad. De esta forma, puede verse que la fuga de capitales no sólo es el principal desafío de la economía argentina sino que a la vez constituye la mayor fuente de financiamiento potencial.