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¿Es eso todo lo que tú tienes? Malaquías 1:6-14 (NVI) “¿No tienes más?” “¿No puedes más?” La expresión se usa cuando no podemos creer que alguien no sea capaz de hacer alguna cosa o que no pueda hacerla mejor. Se utiliza la expresión en muchas y diferentes situaciones. El papá de Sandy la usa cuando está sentado al lado de uno de sus nietos y de repente pone la mano en la pierna del nieto y le da un apretón, diciendo: “Muéstrame lo que tienes” o “lo que puedes hacer”. Con los años los muchachos se han vuelto más avispados, pero antes agarraban la pierna de su abuelo y comenzaban a apretarla con toda su fuerza. Pero su abuelo apretaba con más fuerza, se reía, y decía: “¿Es eso todo lo que tienes?” La pregunta se presenta en muchas situaciones. Después de ir al trabajo unos días en mi Firebird, y entonces usar el Neon, a veces me encuentro sintiendo, si no lo digo en voz alta, “¿Es eso todo lo que tienes?” A veces somos tentados a decirnos a nosotros mismos cuando estamos completamente rendidos después de una semana de duro trabajo, y vemos el cheque: “¿Es eso todo lo que tienes?” Entonces hay otra versión cuando vamos al mercado, gastamos la mitad de lo que hemos ganado y al mirar la cantidad de alimentos, decimos: “¿Es eso todo lo que tengo? ¿Eso es todo? ¿Eso es todo? ... Oí en la radio la semana pasada una discusión acerca de los controles fronterizos para tratar de evitar la entrada ilegal a los Estados Unidos. Tal vez no deba tratar de citar de memoria lo que escuché porque no recuerdo bien todos los detalles, pero ustedes captarán lo esencial. Hace varios años, había unos 20.000 agentes para el control de la frontera. Demasiadas personas todavía pasaban ilegalmente. Así que gastaron mucho dinero y contrataron muchos más agentes; no recuerdo la estadística, pero me parece que era más del doble. El resultado de ese esfuerzo: ¡más personas que nunca cruzaron la frontera ilegalmente! ¡Me están tomando el pelo! ¿Es eso todo lo que pueden hacer? ¿lo que pueden lograr? No son pocas las circunstancias de la vida que nos hacen decir: “¿Es eso todo lo que tú tienes?” Me ocurrió a mí hace unos quince días cuando asistí a una conferencia de telecomunicaciones. En uno de los días de esta conferencia secular, siempre hay un conferencista que no tiene nada que ver con el tema de la conferencia – generalmente algún pensador positivo o gurú o alguien que ha vencido algún gran obstáculo en la vida y va a divertirse diciéndonos cómo hacer lo mismo. Este año fue una señora de Australia llamada Amanda Gore. El título de su presentación fue: “Vivir en Voz Alta – Guiar en Voz Alta”. Fue llena de vida, muy divertida y en verdad algo desafiante (véase www.amandagore.com). Si pueden hacerlo, imaginen un enorme salón con unas 2.000 mil personas, y una dama que les haga mirarse a los ojos, cara a cara, y decirse unos a otros: “¡Hola! Yo te voy a hacer feliz hoy”, u “¡Hola! Yo soy el hada principal de la diversión”. En verdad no hay nada malo en lo que ella dijo, y hay mucho que es correcto, pero yo salí del salón diciéndome: “¿Es eso todo lo que tiene?” Dos de sus frases me dejaron esperando algo más: “Conecten la cabeza al corazón, y su corazón al corazón de otros corazones; su corazón a los cielos.” Fue en esta parte del discurso que Amanda explicó que para ella esto quería decir con fe en Dios, pero señaló inmediatamente que no importa qué Dios, que lo único que importa es tener fe en algo o en alguna deidad. “Escuchen atentamente la sabiduría de su corazón.” “El corazón enojado es un corazón enfermo.” “El perdón es el antídoto.” “Tengan un propósito.” “Siéntanse felices y que estén donde deben estar.” “Sean agradecidos...” ¿Basado en qué, Amanda? ¿Es eso todo lo que tiene? Sigue diciéndome que me conecte con la sabiduría que está en mi corazón, pero no encuentro mucho allí que parezca ser sabiduría. El Dios de la Biblia declara de mi corazón y del de todo el mundo: “Nada hay tan engañoso como el corazón. No hay remedio. ¿Quién puede comprenderlo?” Tal vez necesito conectarme con una Persona, en lugar de hacerlo solamente con mi corazón. Así que ¿cómo marchan las cosas en nuestra cultura? ¿Nos estamos conectando con esta Persona, con Dios? Por lo general, ¿están experimentando progreso espiritual los que se consideran cristianos? George Barna desafía cualquier creencia general acerca de que este país, los Estados Unidos, “es tan saludable espiritualmente y enfocado como siempre”. Ha escogido “cuatro resultados críticos relacionados a la fe y al estilo de vida” en América, basados en 10.000 entrevistas personales que su organización de investigación dirigió en el 2003. Barna concluye en sus datos que los americanos se sienten contrariados y espiritualmente confusos. Considera que la mayoría de los adultos americanos están confundidos acerca de la salvación eterna, y ni aun creen que existan el diablo o el infierno. Mientras que el 84% de los adultos entrevistados dice que su fe es muy importante, un 66% cree que “la religión está perdiendo su influencia en la nación”. El 70% de los encuestados dice que su fe personal se está profundizando, pero Barna ha encontrado que la gente está pasando menos tiempo en la lectura de la Biblia, la oración y las actividades de la iglesia. “Muchos incidentes recientes han incitado a los americanos a volver a considerar el contenido y las implicaciones de su fe. Nuestra investigación indica claramente que los americanos están concientes de, y hasta cierto punto conectados con, su lado espiritual. Uno de los desafíos mayores para el año que viene será elevar la prioridad del desarrollo espiritual personal y comunal para que la transformación positiva continúe.” Mientras que el 84% de los adultos americanos entrevistados por Barna se llaman cristianos, la gente considera “moralmente aceptable” lo siguiente: La cohabitación (60%) El adulterio (42%) Las relaciones sexuales homosexuales (30%) El aborto (45%) La pornografía (38%) Lo profano (36%) El juego (61%):1 ¿ES ESO TODO LO QUE TÚ TIENES? Quisiera que hubiese una forma de hacer más agradable este comentario, pero sobre todo es precisamente lo que dice Malaquías, y su mensaje suena todavía hoy fuerte y claro. 1 Geeorge Barna, Barna Update “Spiritual Progress Hard to Find in 2003”, Dec. 22. 2003 En cuanto a lo que tienen y lo que están ofreciendo a Dios: ¿es eso todo lo que tienen? En el capítulo 1, habla de los sacrificios. (Leer 1:13b -14). Les pido que me den lo mejor y, francamente, lo que me han mostrado hasta ahora me deja diciendo, “¡Tienen que estar bromeando! ¿Es eso todo lo que tienen?” ¿Qué estaba haciendo esta gente? 1. Lo que era conveniente. “Quiero acabar con el asunto y hacerlo lo más barato posible.” 2. Lo que no requería mucha atención. “No quiero que importe precisamente cómo lo hago o hasta qué grado. Solamente quiero quitármelo de encima “. 3. No lo que Dios dijo. Entonces es desobediencia – es sacrificar según su propio modo de hacerlo y no como Dios ha mandado. Sus métodos de dar demuestran sus actitudes verdaderas hacia Dios. Esto provocó la amonestación severa de Dios a través de Su profeta Malaquías. “¿Es eso todo lo que tienen?” Por supuesto, cuando la expresión viene de Dios, es estrictamente una pregunta retórica. Dios sabe exactamente lo que tienen ustedes y lo que tengo yo. Él sabe exactamente lo que estoy dispuesto y listo para dar y lo que por alguna razón he escogido retener. No ofrecemos los sacrificios de la misma manera como los ofrecían ellos, pero es cierto que tenemos sacrificios. Tenemos sacrificios que dejamos a Sus pies. Su Palabra está llena de instrucciones acerca de lo que esto quiere decir para nosotros. Pablo lo describió a la iglesia de Roma así: “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios” (Romanaos 12:1). ¡Un sacrificio que tiene vida! ¿Es eso lo que es mi vida? ¿Y la suya? ¿Cómo sería esta clase de sacrificio? Charles Colson relata la siguiente historia de una visita a la cárcel de Parchman, Mississippi: La mayoría de los prisioneros del pabellón de la muerte estaban envueltos en mantas sobre sus literas, mirando sin expresión en la cara las pequeñas pantallas en blanco y negro de la televisión para pasar el tiempo. Pero en una celda un hombre estaba sentado en su litera leyendo. Cuando me acerqué al hombre, levantó la vista y me mostró su libro, un manual de instrucciones de la liturgia episcopal. John Irving, en el pabellón de la muerte por más de 15 años, estaba estudiando para el ministerio. John me dijo que le permitían una hora cada día fuera de la celda y que pasaba el resto de su tiempo estudiando. Al observar que lo único que tenía en la celda era unos pocos libros, pensé, Dios me ha bendecido tanto, lo menos que puedo hacer es proveerle algo para este hermano. Le pregunté, “¿Le gustaría tener una tele si puedo hacerlo?” John sonrió, agradecido. “Gracias” – respondió - “pero no, gracias. Se malgasta mucho tiempo con esas cosas.” En los 15 años desde que un juez ordenó su tiempo en la cárcel, John determinó no malgastar la única cosa que tenía para dar a Dios – su tiempo.2 2 Charles Colson, A Dangerous World (Word, 1994) Me pregunto qué me diría Dios acerca de la calidad de los sacrificios que yo Le ofrezco. ¿Y qué les diría a ustedes? Me pregunto cuáles son las cosas que Dios quiere señalar con el dedo y decir: “¿Es eso todo lo que tienen? ¿Nos diría Dios: “Me están dando las sobras, aunque Yo quiero lo mejor que tienen.”? ¿Hago yo lo mejor que puedo? ¿Y hacen ustedes lo mejor que pueden en el leer y estudiar la Palabra de Dios para (como lo dice la Escritura) presentarnos como obreros que no tenemos de qué avergonzarnos y que interpretamos rectamente la Palabra de verdad? ¿O es que ni aun sabemos qué nos dice Dios? Aquí tenemos algunas selecciones de los escritos de Gordon MacDonald: De mi diario: El volar frecuentemente me hace posible conseguir un lugar en la fila de asientos cerca de la salida de emergencia en la mayoría de los vuelos. Más espacio para las piernas. Pero con el privilegio viene una responsabilidad. La azafata viene al asiento, se arrodilla en el pasillo al lado de mi asiento y me pregunta: “¿Ha leído usted la tarjeta de instrucciones que explica cómo abrir la puerta en caso de una emergencia? Necesito una respuesta verbal”. No le digo la verdad completa cuando la verdadera respuesta es que no. Quiero decir, ¿se requiere un científico aéreo para saber que se gira la palanca de la puerta, se empuja la puerta hacia fuera y hacia el lado? Así que le digo que sí, he leído la tarjeta. Pero ella es suspicaz. Dice: “En caso de una emergencia, dependeré de usted para abrir esa puerta. Docenas de otras personas también dependerán de usted. Así que ¿está usted seguro de que sabe lo que se dice en esa tarjeta? De repente tiene mi atención. Se me ocurre también por intuición que esto no es muy diferente de la manera en que muchos responden a los sermones (por lo menos a los míos). Se prepara el mensaje con la creencia que la gente en verdad necesita lo que se le va a decir. ¿Pero estarán escuchando? (¿Leerán la tarjeta?) ¿Sabrán “abrir la puerta” si algo en la vida se desvía? Demasiadas veces, parece que la gente de la iglesia mueve la cabeza para decir que sí, “He leído la tarjeta, estoy preparado”, pero fracasan cuando viene la prueba. Una relación se vuelve fea, la salud se quebranta, se / termina el empleo, algo inesperado y difícil ocurre, y se siente aterrorizado, culpa a Dios, se enoja, y deja de asistir a la iglesia. En medio del pánico con la fila de gente empujando detrás de ellos, gritan: “¿Cómo se abre esta puerta?” En mi sueño, oigo a la azafata gritar: “¡Lea la tarjeta, insensato!” Sí, ahora, yo leo cada vez, ciertamente, esas tarjetas en el avión.3 Malaquías nos ofrece a cada persona una advertencia cierta y firme. No pierdan el meollo del mensaje, aunque sea un poco difícil de escuchar, difícil de aplicar. ¡Presten atención! ¡Den a Dios lo mejor! 3 Gordon A MacDonald, Editor at Large, Gleanings from the MacDonald Files Para terminar el mensaje esta mañana, quiero llamarles la atención a unos versículos en el capítulo 3. El titulo de esta sección en mi Biblia es: “Los pocos fieles”. Escuchen (Leer 3:16-18, enfatizando 17 y 18). No estoy hablando de una “justicia por las obras”, y tampoco lo hace Malaquías. Lo que nos está diciendo es que cuando experimentamos el toque de Dios y permitimos que Él actúe en nuestra vida, el resultado es visible. De los pocos fieles que permiten que Dios tenga el control completo de su vida, el Señor Todopoderoso dice: “Serán mi propiedad exclusiva”. ¡Serán míos! Hay una distinción entre los justos y los malos; hay una diferencia entre los que sirven a Dios y los que no Le sirven. En cuanto a lo que hace la distinción, que no nos encontremos entre aquellos de quienes Malaquías preguntaría: “¿Es eso todo lo que tienen?” Por la gracia de Dios, yo quiero estar ocupado dando y obedeciendo y sacrificando en el día cuando se termine mi vida en la tierra, como el soldado romano encontrado en Pompeya. Cuando la erupción del Monte Vesuvio destruyó la ciudad de Pompeya en el año 79, muchas personas fueron enterradas en las ruinas. Algunos se refugiaron en lugres debajo de la tierra, y el sitio se hizo su lugar de entierro. Igualmente, los que escogieron subir a un sitio alto para protegerse no pudieron escapar de la destrucción. Pero un guardia romano fue encontrado en el portón de la ciudad con las manos todavía agarrando su arma. Fue el puesto al que el capitán le había asignado. Mientras se sacudió la tierra debajo de sus pies, mientras la inundación de cenizas lo cubrieron, se quedó firme en su puesto, y allí mismo fue encontrado…mil años más tarde.4 Pero por supuesto, el único modo de ser encontrado fiel al fin de la vida, la única manera de ser encontrado ofreciendo todo nuestro ser como un sacrificio vivo, es vivir así, con la luz de Jesús brillando en la vida diaria de obediencia. 4 Mark S. Wheeler, Discipleship Journal, (Nov./Dec. 1987)